Picaros 09-Tres Heroes 03 - La Heredera Del Diablo

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El mayor George Hawk Hawkindale ha sobrevivido a la batalla de Waterloo sólo para encontrarse un nuevo combate en casa: su padre ha puesto en juego sus tierras y su mansión, la querida Hawkinville Manor, y la única forma de evitar perderlas es que Hawk se case con la heredera del título de Deveril, Clarissa Greystone.Pero a Clarissa la conocen como «la heredera del diablo» desde la muy sospechosa muerte de su prometido, que dejó en manos de la joven una enorme fortuna. Cuando Hawk y Clarissa se conocen, ambos ocultan sus verdaderos pensamientos. Para él, ella es una mujer despiadada, quizás una asesina.Para ella, el militar es un cazafortunas sin escrúpulos. Cuando la atracción y el deseo surgen, los dos tendrán la oportunidad de cambiar de opinión. Sin embargo, antes tendrán que encontrar la salida a un peligroso juego de dinero y poder en el que hay implicados personajes muy poderosos.

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  • JO BEVERLEY La Heredera del Diablo 8 de la Serie Bribones

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  • JO BEVERLEY La Heredera del Diablo 8 de la Serie Bribones

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    JJOO BBEEVVEERRLLEEYY LLaa HHeerreeddeerraa ddeell DDiiaabblloo

    The Devil's Heiress (2001)

    8 de la Serie Bribones

    AAARRRGGGUUUMMMEEENNNTTTOOO:::

    L LA QUERA POR SU DINERO...

    Clarissa Greyston ha conseguido evitar un futuro espantoso, cuando ya se crea atada para siempre a un hombre cruel al que jams habra podido amar, el difunto Lord Deveril. Ahora posee una enorme fortuna y es libre de vivir su vida, aunque para ello tenga que ocultarse de la sociedad, vestir ropas sencillas y evitar los bailes, las fiestas y, sobre todo, a los cazadores de dotes que slo vern en ella una fuente de dinero. Cuando el mayor Hawk Hawkindale aparece como un prncipe azul en medio de un tumulto, alberga por primera vez la esperanza de vivir un autntico amor, como el que aos atrs se haba atrevido a soar.

    .. .Y ACAB PRISIONERO DEL AMOR

    El regreso a casa de Hawk, junto a sus amigos y compaeros de armas, habra sido un momento feliz si su padre no se hubiera encargado de ensombrecerlo muy pronto. En su loca ambicin por el ttulo de Deveril, el hombre ha empeado sus tierras y ha obligado a Hawk a embarcarse en una loca aventura con una mujer que es, como mnimo, peligrosa. Claro que para un hombre de accin como l no hay nada mejor que un desafo. La aparentemente dcil Clarissa le ofrecer un reto a su altura... y la puerta a un amor que ya haba renunciado a encontrar.

    SSSOOOBBBRRREEE LLLAAA AAAUUUTTTOOORRRAAA:::

    Mary Josephine Dunn Beverley, ms conocida por las lectoras de novela romntica como Jo Beverley, es una de las ms afamadas escritoras romnticas de la ltima dcada. Aunque nacida y criada en Inglaterra, ya adulta se fue a vivir a Canad, donde actualmente reside junto a su esposo y familia, se ha convertido en una de las ms reconocidas y premiadas autoras de novela romntica de la actualidad.

    Jo Beverly, es toda una especialista en retratar como nadie la poca medieval, la cual detalla con mimo preciosista en sus estupendos libros

    ambientados en el medievo ingls. Ha sido honrada y reconocida como una de las ms importantes escritoras de los Romance Writers of Amrica Hall of Fame.

    Cinco veces ganadora de los premios RITA en 1992 por Emily and the de Dark ngel; en 1993 por An Unwilling Bride; en 1994 por Deirdre and Don Juan y por My Lady Notorius y en 2001 por Devilish. Su serie sobre los hermanos Malloren y su serie medieval han gozado de una excelente acogida por parte del pblico y de la crtica especializada.

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    CCCAAAPPPTTTUUULLLOOO 000111

    Sussex

    Junio de 1816.

    Su terruo. Esa palabra nunca haba tenido mucho sentido para el comandante George Hawkinville, pero ese da, en que la aldea estaba de fiesta por la boda de su amigo, la palabra cobr sentido, pues su relacin con la gente y la muy arraigada sensacin de estar en su ambiente natural lo impactaron como una bala de can, una bala que cay muy cerca de l, dejndolo sin aliento.

    Al salir de la iglesia detrs de Van y Mara y encontrarse en medio de la multitud que aplauda, vitoreaba y saltaba, se sinti casi aturdido al contemplar el antiguo y conocido prado comunal rodeado de casas nuevas y viejas, la hilera de destartaladas casitas de inquilinos a la orilla del ro, la casa solariega amurallada y con techo de paja al final de la hilera.

    La casa solariega Hawkinville, su infierno personal, que en esos momentos pareca ser su cielo esencial.

    Bienvenido a casa, seor!

    Hawk 1 se dio una sacudida mental y le estrech la mano al sonriente Aaron Hooker. Y luego a otro, a otro y a otro. Algunas mujeres lo besaban, de modo nada decoroso. Sonriendo, acept los besos.

    La fiesta era para celebrar la boda de Van, pero Con estaba presentando tambin a su flamante esposa Susan. Quedaba claro que los aldeanos estaban aprovechando la ocasin para celebrar el regreso de los tres.

    Los tres Georges.

    Los engorrosos diablillos.

    Los valientes soldados.

    Los hroes.

    No era el momento para tomarse eso con sarcasmo, as que dio y recibi besos, estrech manos y acept las palmadas en la espalda de hombres acostumbrados a dar palmadas a los bueyes. Finalmente dio alcance a la arrebolada recin casada con Van y a la recin casada unas semanas antes con Con, y les reclam los besos correspondientes tambin.

    Hawk le dijo Susan, entonces, con los ojos brillantes, te he dicho cunto me gusta Hawk in the Vale?

    Una o dos veces, creo.

    Ella se ri de su tono sarcstico.

    Qu suerte habis tenido los tres de haberos criado aqu. No s cmo pudisteis soportar marcharos.

    1 Hawk: adems de ser el nombre elegido por el protagonista, tomado de su apellido, significa halcn.

    (TV. de la T.)

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    Porque basta una cucharada de hiel para amargar una baera de ponche dulce con leche cuajada, pens l, pero no torci la sonrisa. A los diecisis aos haba estado desesperado por marcharse de all, y no lamentaba haberlo hecho, pero s lamentaba haber arrastrado con l a Van y Con. Aunque claro, no habra podido impedirles la marcha cuando sus familias no lo consiguieron. Los Georges siempre haban hecho casi todo juntos.

    Lo hecho, hecho estaba, como dice una especie de vulgar sabidura, y los tres sobrevivieron. Ahora, en parte debido a esas maravillosas mujeres, Con y Van eran incluso felices.

    Felices. Le dio la vuelta a ese concepto en la cabeza como se le da vueltas a un alimento desconocido en la boca, sin saber si era apetitoso o no; fuera como fuera, no estaba en su plato. No era el tipo de hombre para novias ni azahares, y no traera a ninguna mujer que amara a compartir la casa solariega Hawkinville con l y su padre. Slo haba vuelto a ella porque su padre estaba discapacitado por un derrame.

    Ojal se hubiera muerto cuando le dio el ataque.

    Desech ese pensamiento y se dej llevar por una rolliza mujer a bailar una contradanza. Lo asombr ver que la mujer era la tmida Elsie Dadswell, ahora Elsie Manktelow, madre de tres hijos, dos nios y una nia, y en la que no se vea ni un asomo de timidez. Adems, era evidente que estaba en camino de tener otro beb.

    Algo alarmado, le pregunt si poda estar bailando con tanto vigor en ese estado, y ella simplemente se ri, se cogi de su brazo y lo hizo girar con tanta energa que casi perdi el equilibrio. Riendo tambin, pas con ella bajo la hilera de los fuertes brazos de mujeres trabajadoras.

    Su gente. Era su responsabilidad proteger y cuidar de esas personas, aun cuando tuviera que pelearse con su padre para hacerlo. Algunas de las casas necesitaban reparaciones, haba trabajo que hacer en la ribera del ro, pero sacar dinero de las manos del seor terrateniente, su padre, era como intentar conseguir que un cadver soltara una espada.

    Una ruborosa joven a la que le faltaban dos dientes delanteros le pidi la siguiente danza, y l acept, feliz de poder olvidar por unos momentos esas vulgares preocupaciones. Haba tenido que vrselas con la organizacin de las avanzadas del ejrcito en masa por terrenos montaosos, bajo tormentas asesinas. Seguro que el seor terrateniente de Hawk in the Vale no lo derrotara. Coquete con la chica, y lo desconcert descubrir que era hija de Will Ashbee. Will era slo un ao mayor que l.

    Will haba pasado toda su vida ah, criando hijos y trabajando a lo largo de los ciclos de las estaciones. l haba vivido en el ciclo de muerte de la guerra. Marchando, esperando, riendo, luchando, y luego encargndose de los heridos y enterrando a los muertos.

    Cuntos de sus conocidos ya haban muerto? Ese no era un clculo que deseara hacer. Dios haba sido bueno, y Van, Con y l mismo estaban de vuelta en su tierra.

    Su terruo.

    Los violines y silbatos acabaron la pieza y l le pas su pareja a un muchacho rubicundo no mucho mayor que ella.

    Amor. Para algunos el amor pareca ser algo tan natural como los pjaros en primavera. Tal vez algunos pjaros jams le cogan el tino tampoco.

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    Vio que se haba iniciado un partido de criquet en un lado del prado. Eso tena menos probabilidades de provocarle pensamientos sensibleros, as que camin hasta ah a mirar y aplaudir.

    Quiere jugar, comandante? le pregunt el bateador.

    Estaba a punto de decir que no cuando vio el brillo en muchos ojos. Por detestable que lo encontrara, l era un hroe para la mayora de esas personas. l, Van y Con eran hroes, los tres. Eran veteranos, pero, ms importante an, los tres haban estado en la gran batalla de Waterloo haca un ao.

    As pues, se quit la chaqueta y se la pas a Bill Ashbee, el padre de Will, para que se la guardara, y fue a coger el bate de hechura casera. Parte de su papel ah era participar en todo. Siendo el hijo del seor terrateniente, y el futuro seor terrateniente, era un elemento importante de la vida de la aldea.

    Pero no le haca ninguna gracia que lo consideraran su hroe. Despus de slo dos aos de servir en el ejrcito como alfrez de caballera, fue trasladado al Departamento del Intendente General, por lo que la mayor parte del tiempo de guerra lo pas fuera de los combates, sin luchar. Los verdaderos hroes eran los hombres como Con y Van, que respiraban el aliento del enemigo y vadeaban por charcos de sangre. O incluso lord Darius Debenham, el amigo de Con y entusiasta voluntario en Waterloo, que muri all.

    Pero l era comandante, mientras que a Con y a Van slo los haban ascendido a capitanes, y tambin conoca al duque de Wellington, y a veces hasta tena la impresin de que lo conoca bastante mejor de lo que habra deseado.

    Cogi el bate y se enfrent al lanzador, que tendra alrededor de catorce aos y se vea muy resuelto a eliminarlo con un tiro. Era de esperar que lo consiguiera.

    La pelota sali disparada en vuelo amplio, por lo que Hawk inclin el cuerpo y la golpe envindola a travs del prado directo a las manos de uno del equipo defensor. Haba jugado muchsimo al criquet durante los momentos de ocio en el ejrcito. Seguro que podra arreglrselas para complacer a todo el mundo.

    La pelota siguiente la golpe ms fuerte para hacer una carrera, dejando el bate a otro. El lanzador elimin a ese jugador. Era desconcertante no poder llamarlo por un nombre. Pasado un rato, estaba nuevamente frente al resuelto lanzador. Esta vez la pelota iba directa al palo; un ligero giro del bate la llev a golpear los palitos hacindolos volar. Se elevaron gritos de aclamacin entre el pblico y el joven lanzador lanz un triunfal grito de alegra.

    Sonriendo, Hawk se le acerc a darle una palmada en la espalda y despus fue a coger su chaqueta.

    Ashbee lo ayud a ponrsela y luego se apart con l del grupo que estaba mirando el partido.

    Cmo est el seor hoy, seor?

    Mejorando. Est fuera mirando las festividades sentado en un silln cerca de la casa.

    Sentado en toda su gloria y majestad, lo ms seguro, aunque logr decirlo en tono amable. Los aldeanos no tenan por qu sentir el sabor a bilis que le provocaban los asuntos de la familia Hawkinville.

    Buena salud para l, seor dijo Ashbee, en el mismo tono.

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    Era tonto pensar que los aldeanos no saban cmo estaban las cosas, siendo todos los criados de la aldea, a excepcin del ayuda de cmara del seor.

    Adems, los hombres de la edad de Bill Ashbee recordaran sin duda el da que el guapo capitn John Gaspard lleg a la aldea a cortejar a la seorita Sophronia Hawkinville, la hija nica del seor terrateniente, y se cas con ella, aceptando tomar el apellido de la familia. Tambin recordaran la amarga desilusin de la dama cuando la muerte de su padre convirti al enamorado pretendiente en un marido indiferente. Al fin y al cabo, su madre no sufri en silencio. Pero sufri. Qu otra opcin tena?

    Y su madre ya haba muerto, haca ms de un ao, de la gripe que asol esa regin. l esperaba que hubiera encontrado paz en otra parte, y lamentaba no haber podido sentir verdadera afliccin por su muerte. Ella era la parte agraviada, pero tambin estuvo siempre tan inmersa en su sufrimiento por el maltrato que nunca tuvo tiempo para su hijo, aparte de una que otra discusin con su padre a causa de l.

    Comprendi que Ashbee segua a su lado porque deseaba decirle algo.

    Ashbee se aclar la garganta.

    Estaba pensando si usted habra odo algo acerca de cambios a la orilla del ro, seor.

    Quieres decir reparaciones en las casas. Maldito fuera su padre. S que hace falta hacer...

    No, seor, no es eso. El otro da anduvieron unos hombres fisgando por ah. Cuando la abuela Muggridge les pregunt qu hacan, no quisieron decrselo, pero ella los oy hablar de cimientos y niveles de agua.

    Hawk se las arregl para no soltar una palabrota. Qu diablos estaba tramando su padre? Aseguraba que no haba dinero para gastos extras, lo que l no lograba comprender, y ahora estaba planeando hacer obras de mejora en la casa solariega?

    No lo s, Ashbee. Se lo preguntar a mi padre.

    Gracias, seor dijo el hombre, pero no pareci muy satisfecho. Lo que pasa, seor, es que despus Jack Smithers, de la Peregrine, dijo que los vio hablando con ese Slade. Ver, los hombres haban dejado sus caballos en el establo de la Peregrine, y Slade los acompa desde su casa a la posada.

    Slade. Josiah Slade era un fundidor de hierro de Birmingham que haba hecho una fortuna fabricando caones para la guerra. Por algn motivo inspirado por el diablo se haba ido a vivir a Hawk in the Vale haca un ao, y no tard en convertirse en el amiguete del seor terrateniente. Cmo?, no lograba imaginrselo. Su padre proceda de una familia aristocrtica y despreciaba a los industriales y comerciantes.

    De todos modos, de alguna manera Slade haba convencido a su padre de permitirle construir una monstruosa casa estucada en el lado occidental del prado. Esa casa no estara tan fuera de lugar en el paseo martimo de Brighton, pero en Hawk in the Vale era como una lpida sepulcral en un jardn. Su padre haba eludido sus preguntas con bastante astucia.

    No todo estaba bien en Hawk in the Vale. l haba llegado a casa con la esperanza de no tener que remover las cosas otra vez, pero al parecer eso no iba a ser fcil.

    Lo investigar dijo. Gracias.

    Ashbee asinti y se alej. Misin cumplida.

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    Hawk volvi a meterse entre la multitud, buscando a Slade. El problema era que ah l estaba absolutamente atado de pies y manos. En el ejrcito tena rango, autoridad y el respaldo de su departamento. Ah no poda hacer nada sin el consentimiento de su padre.

    Por el contrato de matrimonio, su padre tena el dominio absoluto de la propiedad Hawkinville de por vida. Haba odo decir que su madre estaba deseando casarse con el gallardo capitn Gaspard y que era muy consentida, la nia de los ojos de su abuelo. Pero cmo deseaba l que se hubieran esforzado en conseguir mejores clusulas para ese contrato de matrimonio.

    Todo eso era una inequvoca leccin sobre las locuras que puede cometer una persona por imaginarse que est enamorada.

    Vio bailando a Van y Mara, mirndose como si en los ojos de cada uno brillaran estrellas. Tal vez a veces, para algunas personas, el amor era real. Sonri mirando hacia Con y Susan tambin, pero sorprendi a Con de nimo contemplativo, con una expresin sombra que habra sido extraa en l hace un ao, antes de Waterloo.

    No, el cambio en Con se produjo antes de Waterloo, en los meses que estuvo en casa, apartado del ejrcito, creyendo que haba llegado la paz. Debido a ese cambio, a ese ablandamiento, la batalla lo golpe con tanta dureza. Eso, y la muerte de lord Darius. En medio de tantas muertes, una muerte ms o menos no debera ser tan importante, pero las cosas no funcionan as. Recordaba haber llorado das y das por la muerte de un amigo en Badajoz.

    Cmo deseaba haber podido encontrar el cadver de Dare, por Con. Haba puesto el mayor empeo en ello.

    Vio que Susan le tocaba el brazo a Con y que al instante a este se le disipaba el nimo sombro. Con estara muy bien.

    Divis a Slade junto a un barril de cerveza, dando audiencia. Nunca faltaba alguien dispuesto a darle coba a un hombre rico, aunque lo complaca ver que no eran muchos los aldeanos que entraban en esa categora. Estaban ah el coronel Napier y el nuevo mdico, el doctor Scott. Recin llegados; gente nueva, de fuera.

    Tena que reconocer que Slade era un hombre de buen tipo para su edad, pero encajaba en la aldea tan mal como su casa. Vesta ropa de campo perfecta; ese da llevaba una chaqueta marrn, calzas color tostado y brillantes botas de caa alta. El problema es que la ropa era demasiado perfecta, nueva, tan realista como un disfraz de pastora en un baile de mscaras.

    Haba odo comentarios de Jack Smithers acerca de los caballos que Slade tena en el establo de la posada Peregrine. Eran caballos de primera clase, pero el hombre les tena miedo, y cuando sala a cabalgar montaba como un saco de patatas. Estaba claro que Slade deseaba trocar su dinero por la vida de un caballero rural, pero por qu ah, por el amor de Dios?

    Y qu nueva monstruosidad tena pensado hacer?

    Reemplazar el viejo puente de arco que cruzaba el ro por una imitacin en miniatura del de Westminster?

    Camin hasta el grupo y cogi la jarra de cerveza que le ofreci la mujer de Bill Ashbee, y acept su beso.

    Grandioso acontecimiento, comandante declar Slade, sonriendo.

    Hawk ya haba observado que las sonrisas que le diriga ese hombre eran falsas. No saba por qu. Tanto Van como Con se haban quejado de la forma como les sonrea Slade, en un evidente

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    intento de presentarse a los dos nobles de la localidad. Un simple Hawkinville no era digno de que le dieran coba?

    Tal vez deberamos organizar ms fiestas como estas dijo, simplemente para darle conversacin.

    Eso tendra que decidirlo el dueo, verdad, seor?

    Hawk le dio vueltas a eso en la cabeza, pensando qu querra decir. Era evidente que significaba algo ms que lo obvio.

    Dudo que mi padre ponga objeciones mientras no tenga que correr l con los gastos.

    Pero no ser el terrateniente eternamente dijo Slade.

    Hawk bebi un poco de cerveza, perplejo. Y alerta. Captaba al instante cuando una persona daba a entender algo sin decirlo, para divertirse.

    Yo no pondra ninguna objecin tampoco, Slade, con las mismas condiciones.

    Si surgiera la necesidad, comandante, puede acudir a m para un prstamo. Le aseguro que siempre estar feliz de apoyar las inocentes celebraciones de mis rsticos vecinos.

    Hawk mir a los rsticos vecinos que estaban cerca y vio que algunos ponan los ojos en blanco y curvaban los labios. Ellos se lo tomaban a broma, pero sus instintos ms profundos y bien sintonizados estaban captando un mensaje diferente.

    Levant la jarra hacia Slade, en un gesto de brindis y dijo:

    Los rsticos vecinos siempre seremos convenientemente agradecidos, seor.

    Se bebi el resto de la cerveza, oyendo unos cuantos sonidos de risitas reprimidas y vio que a Slade se le quedaba fija la sonrisa en la cara.

    Pero no se le desvaneci. No, el hombre segua creyendo que tena una mano de cartas ganadoras. Aunque a qu demonios estaba jugando?

    Se gir y se fue abriendo paso entre el gento en direccin al lugar donde estaba sentado su padre cerca de la puerta de la muralla exterior de la casa, rondado por su ayuda de cmara. Otras cuantas personas haban llevado sillas para hacerle compaa: residentes ms nuevos que sin duda se consideraban de una categora tan elevada que les impeda divertirse y bailar con sus rsticos vecinos, aunque fuera en la boda de un noble.

    Desech esa idea. Todas eran personas inofensivas. Las solteronas seoritas Weatherby, cuyas nicas armas eran sus lenguas chismosas; el prroco y su mujer, que tal vez preferiran estar participando en la diversin y no lo hacan por sentirse obligados por la caridad a acompaar al invlido; la tal seora Rowland, que aseguraba que su marido era pariente lejano del seor terrateniente, una mujer de cara cetrina y lgubre que vesta ropa negra muy holgada. Pero no, no deba ser tan poco caritativo; su marido segua sufriendo de una lesin recibida en Waterloo, y necesitaba angustiosamente la caridad.

    Su padre le haba dado a esa mujer la tenencia gratis de unas habitaciones en la parte de atrs de la casa del encargado de vender el grano, y la obtencin gratis de los productos de la granja de la casa. A cambio, ella lo visitaba con frecuencia y al parecer le levantaba el nimo, a saber por qu y cmo. Tal vez hablaban de la gloria de los Gaspard del pasado.

    Eso le record que se haba hecho el propsito de ir a visitar al teniente Rowland para ver si se poda hacer algo por su salud. Nadie de la aldea lo haba visto nunca. Otro deber de una larga lista.

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    Por el momento estaba ms interesado en Slade. Vea claramente que algo iba mal en relacin con ese hombre.

    Tan mal, en realidad, que cambi de decisin y regres a la celebracin. No quera enfrentarse a su padre en pblico, aunque lo hara, y le sonsacara la verdad como fuera. Fuera lo que fuera que pretenda hacer Slade, se podra impedir. Todo el terreno de la aldea formaba parte de la propiedad.

    Haba aprendido a dejar de lado los problemas pendientes para disfrutar del placer que ofreciera el momento, as que se acerc a un grupo de jvenes de su edad con los que haba jugado y peleado cuando era un muchacho.

    Mientras, con un ojo vigilaba la puerta exterior de la casa, y cuando por fin vio que entraban a su padre, se apart de los juerguistas y se dirigi hacia all. Atraves el prado, tom el camino que lo rodeaba y pas por entre las altas puertas que siempre estaban abiertas. En otro tiempo esas puertas y la alta muralla que rodeaba la casa haban servido de defensa. Todava se alzaba una torre de piedra en una esquina, restos de una vivienda medieval an ms austera de los Hawkinville. Sinti un extrao impulso de cerrar las puertas y poner vigilantes en la muralla.

    Para defenderse de Slade?

    Entonces se abri la puerta y sali la seora Rowland, con una cesta al brazo.

    Buenas tardes, comandante Hawkinville dijo, como si al decir buenas tuviera que hacer un esfuerzo para mostrarse optimista. Era belga y hablaba con un fuerte acento. Una boda simptica, verdad?

    Deliciosa. Cmo est su marido, seora Rowland? Ella suspir.

    Tal vez est recuperando un poco las fuerzas. Debo ir a visitarle pronto.

    Ah, muy amable. Tiene algunos das mejores que otros. Espero que le sea posible.

    Diciendo eso le hizo la reverencia y se alej, con un paso de monja que lo hizo pensar cmo se las haba arreglado para tener dos hijos. Era una mujer muy rara.

    Moviendo la cabeza atraves el patio; el aire del atardecer estaba impregnado de la fragancia de las rosas y los trinos de los pjaros. Los perros cazadores lo recibieron en la puerta, aun no del todo acostumbrados a l. El nico que quedaba de su infancia era Galahad; en realidad, fue l quien le puso ese nombre, para gran fastidio de su padre, por ser un nombre muy romntico.

    Su padre lo llamaba Gally.

    Tal vez era un milagro que los perros de su padre no lo mordieran nada ms verlo.

    Al entrar por la puerta de roble resonaron sus botas en el suelo enlosado del corredor vestbulo. Curioso las cosas que recuerda una persona. Cuando regres, haca dos semanas, ese sonido, el de sus botas en las losas de piedra y el ligero tintineo de sus espuelas, le desencaden una explosin de recuerdos, buenos y malos.

    Haba otros desencadenantes tambin. El olor de la cera de abeja con que abrillantaban los muebles, que ah, tan cerca de la puerta, se combinaba con la fragancia de las rosas del patio. Como en ese momento, siempre haba habido rosas en un jarrn de cermica sobre la mesa cercana a la puerta. En invierno, una mezcla de ptalos de rosas secos.

    Tal vez las rosas Hawkinville haban sido las salvadoras de su madre. A lo largo de los aos le haba ido dejando todo a su marido a excepcin de la rosaleda. Qu irnico, recordaba los celos que l les tena a las rosas.

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    Cuando era nio; cuando era muy, muy pequeo.

    Siempre haba sido prctico, y no tard en aprender a arreglrselas sin el cario de la familia. De todos modos, tena las familias de sus amigos para llenar ese vaco.

    Ahora sera diferente. Tal vez eso era lo que haba teido el da con una ligera melancola. Milagrosamente, la ntima amistad de los

    Georges haba sobrevivido, aunque nunca volvera a ser igual, ahora que Van y Con tenan cada uno a otra persona especial en su vida. Sin duda, pronto comenzaran a llegar hijos.

    Tal vez eso fuera el atractivo de Hawk in the Vale; ah estaba el hogar de sus ms ntimos amigos. Pero ah, en el vestbulo de la casa donde naci, comprendi que era algo ms que eso.

    Los Hawkinville llevaban ah mucho ms tiempo que la casa, pero an as sus familiares haban dejado huellas en esas losas de piedra durante cuatrocientos aos, y sin duda maldecan la humedad que suba de ellas cuando las fuertes lluvias mojaban la tierra de abajo.

    Tal vez sus antepasados no necesitaran agachar la cabeza para pasar bajo los dinteles de roble de algunas puertas, aunque por lo menos a uno lo apodaban Piernas Largas. Los Hawkinville haban dejado marcas en los paneles y muebles de madera tambin, a veces por casualidad y a veces con intencin. Haba una bala de pistola incrustada en el zcalo del saln, consecuencia de un desgraciado desacuerdo entre hermanos durante la Guerra Civil.

    Haba credo que no le importaba nada de eso. No recordaba haber sentido nostalgia a lo largo de los aos en el ejrcito. S que a veces senta un feroz deseo de alejarse de la guerra, un anhelo de paz y de Inglaterra, pero no nostalgia de ese lugar.

    Fue, por lo tanto, una conmocin enamorarse as. No, no enamorarse; ms bien era como si un amor no reconocido hubiera salido de un salto de las sombras y enterrado sus garras en l.

    Hawk in the Vale. La casa solariega Hawkinville. Apoy la mano en la jamba de la puerta del saln y la palp. La madera se senta clida, casi viva, en su palma.

    Buen Dios, podra ser feliz aqu.

    Si no fuera por su padre.

    Retir la mano. Era mala suerte desear una muerte, y en realidad no la deseaba. Pero no lograba negar la realidad de que la realizacin de sus sueos dependa de ocupar el lugar de un hombre muerto. No habra felicidad para l ah mientras viviera su padre.

    Subi la escalera, muy estrecha para ser la de la casa de un caballero, grua siempre su padre, y fue a golpear su puerta. La abri el ayuda de cmara, Fellows. El seor est preparndose para acostarse, seor. De todos modos debo hablar con l.

    Con una expresin de infinito sufrimiento, Fellows lo dej entrar. A saber qu le habra dicho su padre a su ayuda de cmara, pero estaba claro que este no tena una opinin muy elevada de l.

    Qu pasa ahora? pregunt el seor terrateniente.

    A pesar de tener la boca ligeramente torcida, las palabras le salan claras. Y tal vez era esa anomala la que le haca mostrar una sonrisa burlona. Pero no, toda la vida le haba sonredo burln.

    El derrame le haba afectado el brazo y la pierna derechos tambin y todava tena poca fuerza en esas extremidades, pero a primera vista no se vea muy afectado. Rondando los sesenta, segua siendo un hombre guapo, con su pelo rubio tocado por hilos de plata. Segua la antigua usanza y llevaba el pelo recogido en una coleta en la nuca; para las ocasiones formales, incluso se lo

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    empolvaba. Aunque en ese momento estaba sentado en un silln, en mangas de camisa y zapatillas de levantarse; no estaba particularmente elegante.

    Decidi ir al grano sin prembulos.

    Slade tiene planes para hacer ms construcciones aqu?

    Su padre apret los labios y desvi la mirada.

    Por qu?

    Se senta culpable, estaba claro.

    Entonces el seor lo mir, recuperada su arrogancia.

    Qu puede importarte a ti? No es asunto tuyo. Sigo gobernando aqu, muchacho.

    Once aos en el ejrcito ensean autodominio. Y un buen nmero de esos aos trabajando cerca del duque de Wellington lo perfeccionan.

    Es mi herencia, seor dijo, por lo tanto es asunto mo. Qu est planeando Slade y por qu se lo permites?

    Cmo voy a saber yo lo que intenta hacer ese hombre?

    Ese hombre? Lo tuviste cenando aqu hace dos noches.

    Cortesa con un vecino.

    No volvi a desviar la mirada, pero Hawk haba interrogado a mentirosos ms hbiles que su padre y vea claramente la mentira.

    Me han dicho que anduvieron por aqu unos hombres con pinta de agrimensores observando el terreno a lo largo del ro, y que despus hablaron con Slade. Qu inters podra tener Slade aqu? No hay terreno disponible.

    Su padre lo mir fijamente y ladr:

    Coac!

    Fellows corri a obedecer, aunque protestando que no se le permita beber coac. El amo bebi un largo trago y dijo:

    Muy bien. Te ir bien saberlo. Slade quiere echar abajo esta casa y las casas de los inquilinos tambin, para construirse una grandiosa villa a la orilla del ro.

    Hawk casi se ech a rer.

    Eso es ridculo. Ante el silencio que sigui, aadi: No tiene el poder para hacerlo. Entonces le entraron la duda y el miedo. Con todos sus defectos, su padre no era tonto, y la enfermedad no lo haba vuelto loco. Qu has hecho?

    El seor terrateniente bebi otro poco de coac, arreglndoselas para mirarlo despectivamente por encima de la nariz, aun cuando estaba sentado en un silln. Era una pose. Hawk lo vio.

    He adquirido un ttulo de nobleza para nosotros.

    Hawk no recordaba haberse sentido tan desconcertado.

    De Slade?

    Nooo, claro que no. Se supone que eres inteligente, George. Usa tu inteligencia! Es un ttulo de mi familia. Vizconde Deveril dijo doblando la lengua como si lo paladeara. Cuando lord Deveril muri el ao pasado se crea que la familia estaba extinguida, pero yo demostr que desciendo del primer vizconde.

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    Mis felicitaciones dijo Hawk, con total indiferencia, pero entonces su memoria extraordinariamente infalible le present hechos. Deveril! Por el amor de Dios, padre, ese apellido es archiconocido porque representa todo lo que es depravado. Para qu diablos querras ese ttulo?

    El seor se puso rojo.

    Es un vizcondado, bobo. Ocupar mi escao en el Parlamento! Asistir a la corte.

    Ya no hay corte. El rey est loco.

    Como su padre?, pens.

    Su padre se encogi de hombros.

    Voy a volver a usar mi apellido familiar legtimo tambin. Ahora soy John Gaspard, y pronto ser el vizconde Deveril.

    Te vas a marchar de aqu tambin?

    Lo dijo en tono soso, indiferente, pero le cost bastante. Estaba apareciendo una luz del sol inverosmil. Dios santo, es que todo lo que deseaba le iba a caer en las manos?

    Entonces record a Slade.

    Qu tiene que ver Slade con todo eso? No puedes... Estuvo un momento sin lograr encontrar las palabras. No se te permite vender la propiedad, padre.

    Por supuesto que no la he vendido declar su padre altivamente. Pero pasado un momento aadi: Simplemente est hipotecada.

    Hawk alarg una mano para afirmarse en el respaldo de una silla cercana. Conoca palabra por palabra el contrato de matrimonio con la enamorada, el que le daba ese poder a su padre; poda usar la propiedad para reunir dinero.

    La clusula no era monstruosa puesto que el administrador de una propiedad podra necesitar dinero para hacer mejoras o para compensar la cosecha de una temporada desastrosa. Su abuelo fue lo bastante sensato para redactarlo de modo que la propiedad Hawkinville no se pudiera utilizar como apuesta de juego ni servir para pagar deudas de juego. Aunque en eso nunca haba habido ningn problema; los defectos de su padre no incluan el juego.

    Hipotecada por un prstamo? pregunt.

    Exactamente.

    Debo reconocer, seor, que no entiendo cmo has podido contraer tantas deudas. La propiedad no es ubrrima, pero siempre ha producido dinero adecuado para la familia.

    Es muy sencillo, mi muchacho dijo su padre, en tono casi jovial; no era ms que una pose. Necesitaba el dinero para adquirir el ttulo. Investigacin, abogados. Ya sabes cmo es eso.

    S, lo s. As que le pediste prestado a Slade. Pero supongo que si tienes el ttulo tienes tambin la propiedad que viene con l para pagarle.

    Su padre palideci.

    Ese era mi plan. Pero Deveril, podrido su negro corazn, entreg todo lo que tena en su testamento.

    No estaba vinculado?

    Slo la propiedad.

    Bueno...

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    Que al parecer es improductiva.

    Hawk hizo una honda inspiracin.

    A ver, aclrame eso. Has hipotecado esta propiedad a Josiah Slade para adquirir algo sin valor.

    Es un ttulo! El ttulo de mi familia. Habra pagado ms.

    Pedido prestado ms, quieres decir. Cunto?

    Pasada la primera conmocin, Hawk empezaba a ordenar los hechos y a hacer clculos. l tena un poco de dinero. Y poda pedir prestado para pagarle a Slade.

    Veinte mil libras.

    Eso lo golpe como un balazo.

    La propiedad Hawkinville slo produca unos cuantos miles al ao.

    Veinte mil libras? Nadie se gastara tanto dinero para recuperar un ttulo.

    Le he estado yendo detrs al dinero de Deveril tambin, por supuesto.

    De todos modos. Tus abogados deben de haber estado comiendo aves con plumas de oro para desayunar.

    Inversiones mascull su padre.

    Inversiones? En qu?

    En todo tipo de cosas. A Slade le ha ido muy bien con ellas. Hace un tiempo estuvo aqu un extranjero, Celestin. Hizo una fortuna con inversiones. Despus apareci Slade con buenas ideas.

    Celestin, el difunto marido de Mara, que llev al padre de Van a la ruina de esa manera. Pero Slade..., Slade era el verdadero villano en ese asunto.

    As que Slade te prest dinero y luego te prest ms para que invirtieras y le pagaras con las ganancias? Veinte mil libras.

    Una suma inalcanzable, y estrangular a Slade no arreglara el desastre. Oblig a su mente a explorar posibilidades.

    Cunto le dej Deveril en su testamento a esa otra persona?

    Cerca de cien mil. Comprendes por qu tengo que tenerlas.

    Comprendo por qu tienes que tenerlas ahora. Qu motivos tienes para pensar que puedes invalidar el testamento?

    Porque se lo dej todo a una muchacha intrigante con la que pensaba casarse, en un testamento escrito a mano que sin duda es falso.

    Entonces, por qu no has obtenido ese dinero?

    Su padre se bebi el resto del coac y puso la copa para que Fellows se la volviera a llenar.

    Porque la puetera muchacha tiene todo el dinero de Deveril para pagar abogados, por eso! Y, adems, cuenta con unos pesados protectores de altos vuelos. Su tutor es el duque de Belcraven, nada menos. Y la marquesa de Arden, la esposa del heredero del duque, es amiga suya. No me sorprendera que la putita tuviera al condenado regente en su bolsillo.

    Tendra que ser un bolsillo muy grande coment Hawk, con la mente girando por muchos planos.

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    Veinte mil libras. Esa no era una suma para pedirla prestada. Ni siquiera a los amigos; mucho menos a los amigos. Aun en el caso de que lograra reunir ese dinero, le llevara toda una generacin Hawkinville devolverla, y solamente apretando duro a los aparceros.

    Su padre se ech a rer por el comentario.

    He de decir que te has tomado esto mucho mejor de lo que me imaginaba, George.

    Hawk lo mir.

    Me lo he tomado extraordinariamente mal, seor. Te desprecio por tu tontera y egosmo. Se te ha ocurrido pensar en el bienestar de tu gente aqu?

    No son mi gente!

    Te ha complacido bastante llamarlos as durante ms de un cuarto de siglo. Esas familias llevan siglos viviendo en esas casas, padre. Y no te importa nada esta casa?

    Menos que nada! Es una maldita casa de granja, por mucho que te guste llamarla casa solariega.

    Hawk dese que su padre estuviera bien, porque entonces tal vez se sentira justificado al golpearlo.

    Y Slade va a ser el seor terrateniente aqu, puesto que el ttulo va con la propiedad. Has vendido a todo el mundo de aqu por tus mezquinos fines.

    A su padre se le puso roja la cara, pero alz el mentn.

    No me importa! Qu es este lugar para m?

    Qu es algo para ti, entonces? La propiedad Deveril? Maldita y fra comodidad va a ser sin dinero para llevarla, verdad?

    Su padre lo mir furioso, pero dijo:

    Tienes razn en eso. Por eso se me ha ocurrido una solucin. No eres un hombre mal parecido y tienes cierta habilidad en el trato. Csate con la heredera.

    Hawk se ech a rer.

    Casarme con la puetera muchacha para rescatarte? Creo que no.

    Para rescatar Hawk in the Vale, George.

    Eso dio en el clavo, y su padre lo vio.

    De todos modos, se le sublevaron todos los instintos. Muchsimos aos antes haba hecho el juramento de que no repetira el error de sus padres. No se casara a no ser que estuviera seguro de que vivira en armona con su pareja. Haba aceptado que eso significaba que tal vez no se casara nunca, pero eso sera mejor para todos que ms amargura y mal humor.

    Tengo una idea mejor dijo. Tienes alguna razn convincente para creer que el testamento es falso? Qu argumentos han expuesto los abogados en el tribunal?

    Su padre lo mir furioso, pero contest:

    Fue escrito a mano y le deja todo el dinero a esa chica, que tendr todo el control cuando cumpla los veintin aos.

    Absurdo.

    Absolutamente. Y la heredera es una tal Clarissa Greystone. Puede que no hayas odo hablar de los Greystone. Borrachos y jugadores, todos y cada uno.

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    Y sin embargo no lograste invalidarlo. A qu se debe el fracaso, aparte de los mejores abogados y la influencia de personas poderosas y elevadas? Nuestros tribunales no son tan corruptos, espero, como para rechazar la razn.

    Porque el testamento estaba escrito con la letra de Deveril y lo encontraron en un cajn cerrado con llave en el que no haba seales de que hubieran forzado la cerradura.

    Testigos?

    Dos hombres empleados de l, que desaparecieron despus del asesinato.

    Asesinato? Cmo muri?

    Apualado por la espalda en la parte de atrs de un tugurio de uno de los barrios pobres de Londres. Tardaron unos das en encontrar su cadver.

    Buen Dios. O sea, que fue asesinado, esa chica Greystone tiene todo su dinero y nadie ha podido demostrar que ella lo asesin? Se ri. Y crees que yo me casara con una mujer como esa?

    O eso, o pierdes Hawkinville, mi querido muchacho.

    Hawk apret fuertemente el respaldo de la silla.

    Encuentras una especie de satisfaccin en esto, verdad? Tanto placer te da verme retorcerme colgado de este anzuelo?

    La sonrisa torcida s fue una sonrisa burlona.

    Me da placer verte en cualquier situacin que te haga bajar los humos. Te sientes tan superior, sobre todo desde que has vuelto a casa. Siempre me has despreciado porque me cas por dinero, verdad? Bueno, qu vas a hacer ahora que te encuentras en esa misma situacin?

    Qu voy a hacer? Que no sea estrangularte? Voy a demostrar que ese maldito testamento es falso, y, si es posible, me encargar de que cuelguen a esa muchacha Greystone por asesinato. Y despus, espero, te ver marcharte de aqu y comenzar a reparar los daos que has hecho durante toda tu vida.

    La sonrisa burlona se qued algo inmovilizada, pero su padre no se dign a contestar.

    Cundo vence el plazo del prstamo? pregunt.

    Su padre se ech a rer.

    El uno de agosto.

    Dos meses! Domnate, domnate, se dijo Hawk, soltando lentamente las manos del respaldo. Entonces ser mejor que comience, no?

    Slo cuando ya haba salido de la apestosa habitacin cay en la cuenta de otro aspecto desastroso, y la comprensin lo golpe fuerte. Los ttulos son hereditarios; algn da tendra que ser lord Deveril.

    Por primera vez, le dese sinceramente a su padre una vida muy, muy larga.

    Pero lejos de all.

    En sus preciosas propiedades Deveril.

    Sin darse cuenta, por instinto, sali a refugiarse a la rosaleda de su madre, aun cuando ella era la culpable de todo ese desastre. Le haban dicho que en ese tiempo la cortejaban hombres sensatos, dignos de confianza, de la localidad.

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    Movi la cabeza de un lado a otro. Eso era historia pasada. Por el presente y por el futuro, el Halcn tena que emprender el vuelo para otra caza y, como recompensa, lo aguardaba un seductor y dorado futuro.

    Podra demostrar que el testamento era una falsificacin, obtener ese dinero para su padre, y entonces el nuevo lord Deveril se marchara de ah; despus de pagarle la deuda a Slade, lgicamente.

    Veinte mil libras. La sola idea de esa suma lo haca tambalearse, pero la hizo a un lado. Lo esperaba cinco veces eso si haca bien su trabajo.

    Entonces tendra Hawkinville. Su padre la llamaba una casa de granja y tena razn. Era una casa de dos plantas y slo tena cuatro dormitorios. El cielo raso era bajo, los muebles y accesorios simplemente prcticos, y el terreno consista en el patio y una huerta atrs.

    Pero ese era su trozo de cielo. No permitira que la derribaran, ni permitira que Slade arrancara el corazn de la aldea Hawk in the Vale.

    Sali por la puerta exterior y ech a caminar de vuelta al prado comunal. Unas cuantas personas lo llamaron, agitando las manos, sin tener idea de que su mundo estaba en peligro. Los salud agitando la suya, pero se volvi a mirar la casa y la hilera de casitas de aparceros.

    La mayora de las puertas estaban abiertas y por ellas entraban y salan nios corriendo. Los mayores, que haban vivido la mayor parte de su vida en esas casas, estaban sentados fuera, encorvados, mirando la alegra y los juegos de los cros. Las madres, con sus bebs en la cadera o al pecho, conversaban entre ellas, vigilantes, con un ojo puesto en sus familiares.

    Ninguna de las casas tena las paredes parejas ni lisas, y la mayora de los techos de paja necesitaban reparacin; eso era responsabilidad del terrateniente, no de los inquilinos o aparceros. No haba rosales floridos delante de las casas, porque estas daban al camino circular que rodeaba el prado comunal, con las fachadas hacia el norte, pero l saba que en las largas huertas de atrs, junto al ro, florecan rosas entre las bien cuidadas verduras que alimentaban a esas familias.

    Vio pasar a Slade por ah, sonriendo de oreja a oreja; estaba claro que, en su imaginacin al menos, ya se senta el amo all. Tal vez estaba visualizando todo eso despejado y limpio, con la mejora de un edificio moderno.

    El puro y simple deseo de asesinarlo lo mantuvo rgido un momento. Pero no, eso no servira de nada.

    Qu hara si no lograba demostrar que el testamento era falso?

    Pues, intentara demostrar que la chica Greystone era una asesina. Eso dara tan buen resultado como arrojar dudas acerca del testamento. Probablemente ni siquiera sera difcil para un hombre como l. Parte de su trabajo en la guerra era hacer investigaciones, y era muy bueno en eso.

    Haba esperado no tener que soltar nunca ms al Halcn. Esas investigaciones le haban dejado recuerdos muy desagradables, y a veces lo llevaron incluso hasta el borde de su honor.

    Pero este asunto era de nuevo la guerra. En silencio se prometi a s mismo que ni la codicia ni la locura destruiran la aldea Hawk in the Vale.

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    CCCAAAPPPTTTUUULLLOOO 000222

    Cheltenham, Gloucestershire

    18 de junio de 1816.

    Clarissa Greystone mir pasmada y aterrada a la seorita Mallory.

    Quiere decir que tengo que marcharme?

    La pulcra y gorda seorita Mallory le cogi la mano y le dio unas palmaditas.

    Vamos, tranquila, querida. No te voy a echar a la calle. Has sido bien acogida aqu este ao, pero el ao est a punto de acabar. Y este es un colegio, no un hogar para damas desamparadas. He estado en comunicacin con el duque y con Beth Arden. Los dos estn de acuerdo en que debes comenzar a ocupar tu lugar en el mundo.

    Estaban en la sala de estar particular de la seorita Mallory, una acogedora sala perfumada con un tarro de ptalos de rosa secos y decorada en clidos tonos lavanda; esa sala siempre le traa recuerdos agradables. La seorita Mallory tena un despacho tambin en el colegio, y ah era donde llevaba a las nias cuando quera reprenderlas por mala conducta. La sala de estar, en cambio, era para invitarlas a t y otras exquisiteces.

    Pero adnde voy a ir? El colegio ha sido como un hogar para m desde que tena diez aos.

    Eso es lo que debes pensar, querida. No me cabe duda de que Beth estara feliz de tener tu compaa cuando llegue el momento.

    Cuando llegue el momento, porque Beth estaba esperando el nacimiento de su primer hijo muy pronto. Pero ella no deseaba vivir con los Arden, ni siquiera llegado el momento. Le tena mucho cario a Beth, que fue su profesora favorita all, y que la ayud el ao anterior en Londres, pero no le caa bien lord Arden. Era un bruto aterrador.

    Y el duque tambin te ha ofrecido un hogar en Belcraven Park.

    Clarissa reprimi un estremecimiento. Haba estado de visita ah una vez, para conocer al hombre que asumi su tutora quitndosela a su padre. El duque y la duquesa, en especial la duquesa, fueron muy buenos y amables con ella, pero eran unos desconocidos. Adems, Belcraven era una casa de magnificencia tan impresionante que jams podra imaginarse viviendo all.

    Creo que preferira una casa pequea con una acompaante. Tal vez aqu en Cheltenham.

    No. La seorita Mallory tena una voz que todas las chicas del colegio aprendan a respetar. Aqu en Cheltenham no. Tienes que comenzar de nuevo. Pero una casa y una acompaante

    adecuada es una posibilidad. En Londres, tal vez. Deberas volver a la sociedad, querida ma.

    Volver a la sociedad! exclam Clarissa, notando que haba elevado mucho la voz. Seorita Mallory, nunca he formado parte de la sociedad. Era una Greystone y la prometida de lord Deveril. Crame, se me abran muy pocas puertas. No, lo que quiero es vivir sosegada y discretamente. Tal vez en Bath.

    Eso era una lgubre perspectiva. La mayor parte de sus vacaciones escolares las haba pasado con su abuela en Bath. Lady Molson ya haba muerto, pero seguro que el lugar segua tan estirado y remilgado como siempre.

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    Pero seguro. Tal vez.

    O en un pueblo pequeo aadi.

    Eso era mejor. En un pueblo pequeo habra menos probabilidades de que la reconocieran como la Heredera del Diablo, como la haban apodado en la alta sociedad.

    Sinti pasar un escalofro por toda ella ante los recuerdos que le trajo ese apodo. Se levant.

    Lo pensar, seorita Mallory. Cundo debo marcharme?

    La seorita Mallory tambin se levant y la abraz.

    Ah, querida ma, no hay mucha prisa. Simplemente queremos que comiences a pensarlo. Pero te aconsejo que no intentes esconderte. Tienes toda tu vida por delante, y tu fortuna puede hacer que sea una buena vida. No son muchas las jvenes que tienen las opciones que tienes t. Sera un pecado no aprovecharlas.

    La seorita Mallory era fiel seguidora de Mary Wollstonecraft, la autora de Vindicacin de los derechos de la mujer, y, juiciosamente, transmita estas ideas a las alumnas del colegio, por lo que Clarissa entendi muy bien lo que quera decir. Beth Arden tambin se adhera a estas ideas, y le haba hablado con ms detalles de esos temas. Despus de la muerte de Deveril.

    Debera sentirse feliz por ser libre.

    Todo eso estaba muy bien en teora, para rabiar y protestar por las trabas de la opresin masculina, pero cuando estaba saliendo de la sala de estar no pudo dejar de pensar que podra ser muy agradable ser cuidada y querida de tanto en tanto. Primero por un padre y luego por un marido; eso claro, si el padre es bueno, no como sir Peter Greystone.

    En cuanto a un marido, suspir; tena muy poca fe en la idea de buen marido. Una mujer pone totalmente su destino en sus manos, y l puede ser un tirano.

    Como lord Arden.

    Jams olvidara la horrible discusin que oy sin querer, ni que al entrar corriendo en la habitacin encontr a Beth en el suelo, donde cay sin duda arrojada por el golpe que lord Arden le haba propinado. Al da siguiente Beth tena un horroroso morado en la cara.

    Beth le dijo entonces que eso ya haba acabado, que haba sido un problema que deban aclarar, pero para ella fue una leccin que no olvidara. Los hombres guapos podan ser hipcritas, sepulcros blanqueados, como llam Jess a los fariseos. Cuando cumpliera los veintin aos tendra cien mil libras o ms. Sera una verdadera tontera ponerlas en manos de un hombre y ponerse ella totalmente bajo su tutela.

    Subi la escalera y continu por el corredor, mirando todos los conocidos rincones del colegio. No poda decir exactamente qu le era precioso. El ao anterior haba estado desesperada por marcharse de ah y tomar su vida en sus manos. Aunque saba que sus padres no la queran, aprovech al instante la oportunidad de ir a Londres. Para disfrutar de la temporada; para asistir a bailes, fiestas y salidas.

    Ya saba que no era ninguna beldad, y que no poda ni hablar de dote, pero haba soado con pretendientes, se haba imaginado cortejada por hombres guapos, que coqueteaban con ella, la besaban y finalmente se arrodillaban a suplicarle que les concediera su mano.

    En lugar de todo eso, se encontr comprometida con lord Deveril.

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    Se detuvo un momento para arrojarlo al ms negro y recndito recoveco de su mente. Al odioso lord Deveril, su asqueroso beso y su sangrienta muerte. Por lo menos ahora no la estaba esperando ah, en el temible mundo.

    Saba que todos tenan razn; no poda quedarse eternamente en el colegio.

    Se mir la ropa que llevaba, el uniforme beis y marrn que usaban todas las alumnas del colegio. No tena nada ms que ponerse, aparte de los vestidos que us en Londres, que estaban guardados en bales en el tico. Jams se los volvera a poner!

    Pero no poda ir as por el mundo. Se mordi el labio para no rerse fuerte al imaginarse regordeta y cincuentona, trotando por las calles de Cheltenham con el uniforme beis y marrn, la excntrica seorita Greystone, con una fortuna en la mano y sin tener adonde ir.

    Y era cierto que no tena adonde ir. De ninguna manera volvera a vivir con su familia.

    Sintiendo la necesidad de hablar con alguien, golpe la puerta de su amiga Althea Trist. Althea era la profesora ms joven; lleg en septiembre para ocupar el puesto dejado vacante por Beth Arden.

    Se abri la puerta.

    Voy a tener que... alcanz a decir Clarissa y se interrumpi. Thea, qu te pasa?

    Su amiga haba estado llorando, eso era claro.

    Althea se puso un pauelo empapado en los ojos y trat de sonrer.

    No es nada. Queras algo?

    Clarissa la oblig a sentarse y ella ocup una silla a su lado. No seas tonta. Qu te pasa? Has recibido alguna mala noticia de tu casa?

    Althea hizo un gesto de pena.

    No. Slo es el da. Dieciocho de junio. El aniversario. Waterloo.

    Oh, Thea! exclam Clarissa al comprender. Y sientes toda la pena de nuevo.

    El amado prometido de Althea, el teniente Gareth Waterstone, haba muerto en esa batalla.

    Es una tontera dijo Althea. Por qu hoy y no cualquier otro da? Siento la pena todos los das. Pero hoy...

    Movi la cabeza y trag saliva.

    Clarissa le apret las manos.

    Por supuesto. Qu puedo hacer? Te apetece una taza de t?

    Althea sonri, y esta vez la sonrisa le sali ms firme.

    No. Estoy bien. En realidad, dentro de un momento tengo que salir con las nias.

    Si ests segura... Entonces Clarissa cay en la cuenta. Thea, no puedes. No puedes ir al desfile! La seorita Mallory no te lo habra pedido si se le hubiera ocurrido.

    No me lo pidi. La seorita Risleigh tena que llevarlas, pero deseaba asistir a una fiesta. Tiene ms antigedad que yo.

    Qu crueldad! Ir a hablar con la seorita Mallory inmediatamente.

    Se levant y ya iba por el corredor cuando oy gritar a Althea Clarissa! Para!

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    Baj corriendo la conocida escalera, fue hasta la sala de estar y golpe la puerta. El desfile sera en honor y conmemoracin de la gran victoria en Waterloo. De ninguna manera se poda esperar que Althea fuera ah a aclamar y vitorear.

    Pero su golpe en la puerta no recibi respuesta. Armndose de valor, la abri y asom la cabeza. No haba nadie en la sala. Corri a la cocina, y all se enter de que la seorita Mallory haba salido y estara fuera toda la tarde. Ese da se celebraran muchas fiestas y a las personas ms importantes de Cheltenham las haban invitado a asistir al desfile desde lugares selectos.

    Qu hacer, entonces?

    El colegio ya estaba cerrado oficialmente por vacaciones de verano, y slo quedaban cinco nias, esperando que vinieran a buscarlas de sus casas. Ah slo haba tres profesoras: la seorita Mallory, Althea y la odiosa seorita Risleigh.

    Las nias podan pasar muy bien sin ir al desfile, pero saba que Althea, como responsable, no lo permitira jams. Muy bien, slo vea una solucin. Subi corriendo a su habitacin, se puso la capa marrn del uniforme y la papalina a juego, y volvi a la habitacin de Althea.

    Althea ya estaba vestida para salir.

    Qutate eso le dijo. Yo llevare a las nias.

    Althea la mir sorprendida.

    Clarissa, no puedes. No eres profesora. De hecho, eres una husped que paga.

    Fui de las alumnas mayores hasta el ao pasado. Siempre ayudbamos en las salidas.

    No como responsable en una salida como esta.

    Pero ya no soy alumna de las mayores. Slo soy unos meses menor que t.

    Le cay un mechn de pelo en la cara y fue a mirarse en el espejo para metrselo bajo la papalina. Si iba a hacer eso, vala ms que pareciera madura y severa. O por lo menos sensata. Se meti otro poco de pelo y se enderez la papalina.

    Es mi responsabilidad protest Althea, apareciendo en el espejo detrs de ella.

    Clarissa no pudo dejar de desear que no hubiera hecho eso. Althea era pasmosamente hermosa, de una belleza excepcional, con brillantes cabellos oscuros, una tez de ptalo de rosa y todos los rasgos bien distribuidos para gustar.

    Ella, en cambio, tena la piel inalterablemente cetrina, unos rasgos que si bien eran tolerables, cada uno aislado, no estaban distribuidos exactamente para gustar. Su nariz recta era demasiado larga, sus labios llenos no tenan una forma hermosa, e incluso sus excelentes dientes estaban algo torcidos por delante. Sus ojos eran del azul ms soso imaginable, y su pelo de un color castao igualmente o ms soso an.

    Eso no debera importarle, teniendo cien mil libras y ninguna necesidad de marido, pero la vanidad no suele seguir el camino de la lgica.

    Desechando esos pensamientos, se gir a rodear con un brazo a su amiga.

    Slo quedan cinco nias, Althea. No es un trabajo terrible. Y t no puedes, de ninguna manera, asistir al desfile para aclamar lo de Waterloo. Si la seorita Mallory lo supiera, dira lo mismo. Venga, acustate y no te preocupes. Todo ir bien.

    Sali corriendo antes que a Althea soltara otra protesta.

    Slo diez minutos despus, se habra redo a carcajadas de su prediccin.

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    Una, dos, tres, cuatro, dijo en silencio, contando las sencillas papalinas marrones que la rodeaban, cinco. Cinco? Se gir a mirar atrs.

    Lucilla, camina con nosotras.

    La soadora nia de diez aos dej de contemplar una tumba del camposanto de la iglesia Saint Mary y ech a caminar, lentamente. Sin darse cuenta, su paso lento oblig a una seora a detenerse bruscamente, y casi se cae al suelo, para no chocar con ella.

    Clarissa puso los ojos en blanco, recordndose que una obra noble pierde su brillo si quien la hace se queja.

    Venga, de prisa! les dijo alegremente a las chicas. Ya casi hemos llegado.

    Menos mal que la nia ms pequea, Ricarda, iba cogida de su mano como una lapa. Habra sido agradable, sin embargo, si dicha lady Ricarda no hubiera salido ya gimoteando que le tena miedo a las tumbas, que tena ganas de vomitar y que deseaba volver al colegio inmediatamente.

    No podemos volver le dijo Clarissa, haciendo salir a la nia a la calle. Escucha, seguro que oyes la msica de la banda. Mir atrs. Horatia, haz el favor: deja de comerte con los ojos a todos los hombres que pasan.

    Horatia Peel tena quince aos y se podra esperar que sirviera de ayuda, pero estaba ms interesada en arrojar miradas seductoras; se haba echado atrs la papalina para dejar a la vista sus brillantes rizos rubios, y ya haba descubierto la manera de ponerse ms rojos los labios.

    Ante la orden de Clarissa, se gir malhumorada, dejando de sonrerles como una boba a un grupo de jovencitos aspirantes a dandis. Pero no era una chica insensible, pues le cogi la mano a Lucilla para evitar que volviera a quedarse atrs.

    Las otras dos nias a su cargo, Georgina y Jane, ambas de once aos, eran ntimas amigas e iban cogidas del brazo sumidas en la conversacin. No daban ningn problema, aparte de su lentitud para caminar.

    Temiendo que si aceleraba el paso desapareciera alguna nia, reuni a su rebao delante de ella y las fue acicateando como un perro ovejero inepto. Sera fabuloso poder dar mordiscos en algunos talones holgazanes.

    Qu pensara el mundo si la vieran en ese momento? La infame Heredera del Diablo, de dudoso pasado y fortuna, vestida con un feo uniforme y a cargo de un grupo de ovejas traviesas.

    Caminad ms rpido, chicas. Nos vamos a perder el desfile de los soldados. Horatia, camina. No, Ricarda, no te van a pisotear. Lucilla, mira hacia delante; seguro que ya ves la bandera del regimiento.

    Se sopl un rizo para quitrselo de los ojos, dicindose que esa era una buena obra. Habra sido horroroso para Althea estar ah. En cuanto a ella, no le vendra nada mal un poco de gritos de alegra y celebracin. Ese da se cumpla un ao de la muerte del odioso lord Deveril; un ao desde que esa muerte la salv. Que vengan los estandartes y los tambores!

    Volvi a contar las cabezas.

    No falta mucho. Encontraremos un buen lugar para ver pasar marchando a nuestros valientes soldados.

    Se le apag el buen nimo forzado cuando salieron del callejn y entraron en Clarence Street. Estaba claro que haba venido gente de todas las aldeas rurales de los alrededores a la festividad. La calle estaba atestada por un populacho hediondo, todos empujando, alargando los cuellos,

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    hablando y gritando, y por todos los vendedores ambulantes y alborotadores atrados por una muchedumbre as.

    Un empujn por detrs de una pareja impaciente las meti de lleno en la apretada multitud, entre empellones y codazos, todos buscando un buen lugar.

    Una, dos, tres, cuatro, cinco.

    Caminemos hacia Promenade, chicas. Es posible que all haya menos gente.

    Yo quiero volver a casa!

    Ricarda, no puedes. Sujtate firme de mi mano.

    Hawk tena a la vista a un grupo de escolares.

    Despus de intensivas investigaciones en Londres haba decidido venir a Cheltenham por si encontraba a la heredera. Ella era la clave, y la tenan oculta. Haba descubierto que no estaba viviendo con su familia ni con su tutor, el duque.

    Finalmente se enter de que haba pasado ese ao en un colegio de Cheltenham, muy decente y formal, donde antes haba cursado sus estudios. Le costaba imaginarse a la Heredera del Diablo en el Colegio de Seoritas de la Seorita Mallory, a cualquier edad, aunque supona que su educacin ah se deba a su abuela; pero claro, no cuando ya casi tena veinte aos. Seguro que ese colegio era una tapadera de algn otro alojamiento ms animado, pero era por ah por donde deba comenzar.

    Haba pasado el da vagando por la ciudad, atento a si encontraba a alguna persona dispuesta a cotillear sobre asuntos del colegio. No tuvo suerte, pues el colegio ya estaba oficialmente cerrado por las vacaciones de verano, aunque por el hijo de un carnicero se enter de que an quedaban algunas profesoras y unas cuantas alumnas.

    Bueno, por fin tena posibilidades. Todas las alumnas llevaban una especie de uniforme beis, capa marrn y una sencilla papalina marrn. Dos de ellas estaban en edad de coqueteo: una vivaz rubia y una joven algo fea que al parecer estaba a cargo de las dems.

    Centr la atencin en la fea; las feas son ms vulnerables. Pero cuando entr detrs de ellas en un camposanto, ya comenzaba a pensar que la rubia caera ms fcilmente en sus manos. Al salir del colegio la chica comenz a echarse hacia atrs la papalina, dejando a la vista cada vez ms rizos; e incluso llevando de la mano a una rolliza nia, se quedaba atrs con la clara intencin de coquetear con cualquier hombre que mostrara algn inters.

    Podra ser ella la seorita Greystone? En realidad no se haba imaginado que la encontrara en el colegio, y mucho menos vestida con uniforme, pero pareca ser del tipo. Bonita y totalmente descarada. No pareca tener diecinueve aos, pero esas cosas suelen ser engaosas. Tampoco pareca malvada, pero, segn su experiencia, muchas veces eso no significa nada. S que poda imaginarse a Deveril babeando por ese tierno bocado.

    La chica aminor ms el paso para sonrerles a un grupo de aspirantes a galanes.

    Apresur el paso para acercrseles.

    Estaba a poco ms de una yarda de distancia cuando la fea se gir a mirar.

    Horaria, haz el favor, deja de comerte con los ojos a todos los hombres que pasan.

    No estaba comindome a nadie con los ojos, Clarissa. Qu pesada eres!

    A pesar de la protesta, la chica descarada avanz para ponerse junto a las otras.

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    l se qued atrs para reorganizar sus pensamientos. La fea era Clarissa Greystone? Le haba visto claramente la cara cuando se volvi, y decididamente no tena nada especial que mirar.

    Mientras las segua discretamente, comprendi que haba sido un error suponer belleza. Lord Diablo no tendra muchas opciones para elegir esposa. Pocas familias de clase alta aceptaran ese destino para una hija. Los Greystone eran justamente el tipo que s lo hara.

    Todos eran jugadores empedernidos, y el padre y los hijos eran adems unos borrachos. Lady Greystone era una lujuriosa desenfrenada, y aunque con la edad se estaba volviendo virtuosa, era slo porque su apariencia ajada y depravada ya dejaba de ser atractiva. Cuando logr conversar con ella haciendo sus investigaciones, la condenada mujer le hizo insinuaciones.

    Haba supuesto que Clarissa Greystone era como el resto de su familia, pero al parecer era un cuco en ese nido.

    O, tal vez, y eso era lo ms probable, disfrazaba extraordinariamente bien su verdadera naturaleza.

    Eso lo explicaba, y apuntaba directamente a que era culpable. La mayora de las personas que roban se delatan disfrutando inmediatamente de lo robado. No as la inteligente seorita Greystone. Tal vez incluso simulaba estar de duelo.

    Cobr vida su viejo y conocido entusiasmo; el entusiasmo del desafo, de una contrincante digna. Era tranquilizador tambin. Con un enemigo inteligente no hay ninguna necesidad de preocuparse, sentir escrpulos o hacerle ascos a las tcticas.

    Inteligente pero culpable como el diablo. Una semana en Londres separando hechos de falacias le haba demostrado que su padre tena razn. Ese testamento y todo lo que rodeaba la muerte de lord Deveril en realidad, apestaba a altas esferas. Tuvieron que mover muchos hilos para impedir que se investigara ms a fondo.

    A lord Deveril no lo aceptaban en la alta sociedad desde haca casi dos aos antes, cuando adquiri una fortuna. Nadie saba de dnde sali esa fortuna, pero todos suponan que era dinero sucio. Era socio de la mujer que regentaba un popular burdel, una mujer llamada Thrse Bellaire.

    Daba la casualidad de que l saba que Thrse Bellaire haba formado parte del crculo ntimo de Napolen, principalmente sirviendo de alcahueta a sus oficiales superiores ms amigos. En 1814 estaba en Inglaterra como espa francesa, trabajando para la restauracin de su jefe. Logr huir antes que la arrestaran, tal vez dejando el burdel a su socio; pero la venta de ese burdel no habra producido una fortuna. De todos modos, Deveril estaba metido en otros negocios tambin: antros de juego, fumaderos de opio, trata de blancas.

    Al margen de su procedencia, ese dinero le haba servido de entrada para alternar con los miembros menos selectivos de la sociedad elegante. Y tambin le sirvi para alquilar una casa preciosa en el mejor barrio de la ciudad; no mucho despus se anunci su compromiso con la seorita Greystone.

    Y muy poco despus de eso, muri asesinado.

    El asunto tena todas las seales de haber sido un plan astuto ejecutado con mucho ingenio, que superaba con mucho a los talentos de los Greystone. Todava no saba quin o quines estaban detrs, pero lo descubrira.

    En slo una semana logr tener algunos hilos entre los dedos. El falsificador del testamento era tal vez muy listo y no se delatara, pero l haba encontrado los nombres de los dos testigos desaparecidos en el libro de registro de un barco que zarp con rumbo a Brasil. Extrao destino

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    para un par de matones londinenses, aunque era de suponer que les pagaron bien y les ordenaron esfumarse. Sera interesante seguirles la pista, pero en esos momentos no tena tiempo de hacerlo.

    Haba logrado encontrar a otro secuaz de Deveril; no se los poda llamar criados. Despus de beber una jarra de gin, el hombre, algo desdentado, record a unas prostitutas de primera clase a las que Deveril envi a la casa cuando l estaba cumpliendo su turno en ella.

    Fue la noche de la gran celebracin; eso fue record el hombre. Cuando lleg la noticia del triunfo en Waterloo y en todo Londres se pusieron a celebrarlo. Estbamos clavados ah, y entonces llegaron esas bonitas putitas, aunque despus vinieron sus hombres y se las llevaron. Una de ellas golpe a Tom Cross con una sartn. La llam Pimienta, y s que lo hizo estornudar.

    Por qu crees que ella lo golpe as?, le pregunt l despreocupadamente.

    l le dio una palmada en el culo por ser coqueta. Apuesto a que su chulo la zurraba ms fuerte. Parece que se haban escapado para hacer negocio por su cuenta. Una lstima, eso ssuspir, bajando ms la cabeza sobre la jarra. Ni siquiera logr tocarla.

    No las buscaste despus?

    No dieron ningn nombre. En todo caso, al da siguiente encontraron el cadver ensangrentado de Deveril, y ah se acab todo. Duquesa. Su compaera la llamaba Duquesa, por sus aires y elegancia. Le gustaba beber en una copa, eso.

    Durante un loco instante l pens en la duquesa de Belcraven, pero esta era una exquisita francesa de edad madura. Segua pensando cul sera el papel del duque y la duquesa de Belcraven en el asunto Deveril. El duque tena fama en todas partes de ser un hombre de gran dignidad y de principios.

    De todos modos, siempre hay piezas que no calzan en una historia y esa calzara con el tiempo.

    Aunque el tiempo era condenadamente corto.

    Esas prostitutas fueron una distraccin para que alguien pudiera dejar el testamento falso en la casa. De eso estaba seguro. Y pareca probable que Clarissa Greystone fuera una de ellas.

    La que llamaron Pimienta y Duquesa y golpe a un hombre por atreverse a darle una palmada por ser coqueta? Eso calzaba.

    Hasta ese momento.

    Contempl a la preocupada joven que iba delante de l, llevando casi a rastras a una nia llorona por la atiborrada calle, e instando a las otras a que caminaran delante de ella como un perro ovejero demente, soplndose los mechones de pelo que se le haban escapado de la papalina.

    Podra haber ms de una Clarissa en el colegio de la seorita Mallory?

    No veo nada! chill Ricarda, todava aferrada a ella.

    Estaban en Promenade, una calle mucho ms ancha, pero an as seguan viendo solamente una apretada hilera de espaldas.

    Clarissa ya estaba dispuesta a reconocer la derrota y volverse, cuando los adultos que tenan delante les abrieron paso y una sonriente campesina les dijo:

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    Pasad delante, carios. Podemos mirar por encima de vuestras dulces cabecitas.

    Oyendo que se acercaba la msica y los tambores estremecan el aire, Ricarda le solt la mano y cogi la de Lucilla, y las dos pasaron delante. Georgina y Jane tambin. Entonces se cerr la hilera de adultos, entre ella y las cuatro nias. Ay, no!

    Se puso de puntillas para mirar a las cuatro. Estaban quietas junto a otros nios, pero Lucilla era capaz de alejarse a vagar en cualquier direccin, y ahora que le tena cogida la mano a Ricarda, lo ms probable era que se la llevara con ella.

    Contando continuamente las cuatro papalinas marrones, calcul que ya se acercaba el desfile slo por el ruido de los tambores. Mir una vez y vio que el seor alcalde todava estaba a cierta distancia, marchando con la tnica y cadena de su oficio, acompaado por su macero. Ms atrs vio a los concejales, en una o dos carretas, y el magnfico color escarlata del regimiento local.

    La visin de las casacas rojas capt su atencin un momento. Tantos hombres valientes, y tantos otros, como el Gareth de Althea, muertos en la guerra contra el Monstruo Corso. Ms de diez mil muertos slo en Waterloo.

    Cmo podra alguien imaginarse a diez mil muertos, todos en el mismo lugar?

    Oblig a su mente a pasar a cosas ms simples, como la de contar a las nias a su cargo. Una, dos, tres, cuatro... Cinco?

    Horatia. Dnde estaba Horatia?

    Exhal un soplido de alivio al verla a su lado, al lado derecho. Horatia no poda ver mucho del desfile, era ms baja que ella, pero, lgicamente, esa coqueta no estaba interesada en el alcalde, y ni siquiera en los soldados. Estaba sonriendo, ensendole sus hoyuelos al hombre guapo que estaba a su lado.

    Un hombre guapo y peligroso. Horatia estaba poniendo a prueba sus tcnicas de seduccin con un libertino que se poda catalogar a primera vista.

    Se qued inmvil, sin saber qu hacer.

    Entonces el hombre la mir a ella por encima de la papalina de Horatia; la mir a los ojos. Los ojos de l quedaban a la sombra de la ancha ala ladeada de su elegante sombrero de copa. Mirndola ensanch la sonrisa. Esa sonrisa era un descarado e insolente desafo a su capacidad de proteger a las nias que tena a su cargo.

    Cogiendo a Horatia por la mueca, la hizo pasar hasta el otro lado de ella, ocupando as su lugar, y se desentendi totalmente de ese sinvergenza. A Horatia le sise:

    Admira a los soldados. Son menos peligrosos.

    Mucho menos peligrosos.

    Le habra encantado asegurar que era inmune a los libertinos guapos, pero tena los nervios tirantes como la cuerda de un arpa tensada. Quin sera l? No era un dandi provinciano, eso seguro. Llevaba una chaqueta verde oliva de excelente corte, la nvea corbata anudada en un complejo nudo, y tena un aire indefinible aunque no el de un hombre al que se pudiera ignorar. Durante su breve estancia en Londres haba aprendido algo acerca de juzgar a los aristcratas, y l estaba en la cima de los rboles.

    Otra rpida mirada le confirm esa evaluacin. Tena todo el lustre y la arrogancia de un galn londinense, y una cara hermosa adems.

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    De repente l mir de reojo, la sorprendi mirndolo y a sus ojos volvi ese destello de travieso desafo.

    Ella desvi bruscamente la mirada y la fij en la calle donde estaba a punto de pasar el desfile, y por una vez en su vida agradeci las alas de la papalina que le escondan la cara y disimulaban su rubor. Recordando a las nias, se puso de puntillas y las cont: una, dos, tres, cuatro.

    Horatia continuaba a su lado, y ms all de ella haba una pareja mayor.

    Estaban seguras por el momento.

    Todas seguras.

    Bueno, aparte de ese algo que tena el hombre que estaba a su otro lado. En Londres haba conocido a galanes guapos y a pcaros sinvergenzas, y haba podido rerse de la tontera de otras mujeres. Eso le resultaba extraordinariamente fcil, puesto que ni los galanes ni los pcaros le prestaban la menor atencin.

    Con ese pcaro debera ocurrirle lo mismo, y sin embargo senta una sensacin de hormigueo, como si l la estuviera examinando.

    No lo mirara para comprobarlo.

    De pronto un movimiento de la multitud la hizo chocar con l, y l le puso la mano en el brazo para afirmarla. Sinti el contacto. Durante un espantoso momento, antes de poder apartarse, sinti su mano, sinti todo su cuerpo, brazo, cadera y pierna, apretados a ella.

    Entonces se sinti como Ricarda, aterrada y ansiosa por encontrarse en la seguridad del colegio.

    Del que tendra que marcharse pronto.

    Muy bien. Pronto tendra que marcharse del colegio y aventurarse en un mundo lleno de hombres guapos. Tendra que aprender a arreglrselas. Al fin y al cabo, tena una fortuna y hombres que iran tras ella.

    Trag saliva y concentr la atencin en el desfile. En ese momento iba pasando un carro que llevaba a un hombre gordo vestido de Napolen, con aspecto derrotado y abatido. En otro iban hombres disfrazados de duque de Wellington, Nelson, sir John Moore y otros jefes heroicos.

    A continuacin pas un san Jorge con armadura romana, lanza en mano y con un pie apoyado en el cuello de un dragn derrotado que iba cubierto con la bandera tricolor francesa. Daba la impresin de que el san Jorge era el seor Pinkney, que diriga una pequea biblioteca circulante y era el hombre menos marcial imaginable.

    Sin tope dijo el hombre, que, dadas las circunstancias, continuaba demasiado cerca de ella.

    Ella tuvo que girar la cabeza hacia l.

    Qu ha dicho, seor?

    Esa lanza es para arrojarla, no para matar a un dragn con ella de cerca. No tiene guarnicin. Eso es un error comn en el arte. Si el san Jorge lograra enterrrsela al dragn, el animal seguira enterrndose en ella y se comera al santo mientras se muere. Claro que la doncella podra aplaudir. Qu?

    Clarissa ya comenzaba a temer que ese hombre estuviera loco adems de ser un sinvergenza. Pero, Seor, qu guapo!, sobre todo cuando haca ese guio con los ojos.

    l mir hacia la mujer de tnica blanca que iba al lado de san Jorge, supuestamente la doncella rescatada, que tambin se las arreglaba para parecer Britania, la antigua Gran Bretaa.

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    Si su salvador muriera en el intento, ella estara libre sin tener que convertirse en el premio del vencedor explic.

    La doncella era la bonita hija del alcalde, y ciertamente no le gustara tener que estarle muy agradecida al seor Pinkney.

    Sin querer, Clarissa se sinti seducida por la tontera del hombre, y por el efecto de su travieso humor en su fisonoma ya hermosa, pero volvi firmemente la atencin al desfile.

    Mientras tanto la multitud abucheaba a Napolen y aplauda a los hroes. Entonces comenzaron los hurras por los verdaderos hroes, los veteranos de la gran batalla, que marchaban al comps de la msica de pfanos y al imponente ritmo marcado por los palillos sobre los flexibles parches de los tambores.

    Ella se uni a la aclamacin, agitando su sencillo pauelo.

    Clarissa! Clarissa! grit Horatia. Viste eso? Me sopl un beso, de verdad. Ooh, no es el hombre ms guapo que has visto en tu vida?

    La chica estaba saltando, con la cara roja y haciendo bailar sus rizos. Clarissa reprimi la risa. El oficial era bastante vulgar, y mucho mayor que los chicos con los que sola practicar Horatia sus tcnicas de seduccin, pero estaba en un momento de gloria y se haba fijado en ella, por lo tanto era un Adonis.

    De pronto son un chillido y el terror la recorri toda entera. Ricarda! Volvi a ponerse de puntillas, alargando el cuello, y vio que la nia estaba bien. Tal vez el chillido lo caus un caballo que arroj una humeante bosta en la calzada delante de ella.

    Todas estn bien y seguras dijo el libertino. Yo no tengo ninguna dificultad para verlas, y le avisar si ocurre algo adverso.

    Era de lo ms indecoroso que dos desconocidos hablaran as, pero la situacin le haca imposible poner reparos.

    Gracias, seor dijo.

    l haba ladeado la cabeza de tal manera que los ojos le quedaron fuera de la sombra del ala del sombrero. Ella qued atrapada por esos ojos pasmosamente azules; el vivo azul aciano resaltaba an ms por el contraste con su piel bronceada, ms tostada de lo que estaba de moda. Eso, un detalle tan tonto, era tal vez lo que lo haca parecer ms peligroso que el galn londinense normal.

    O tal vez no.

    Continu mirndolo, como si estuviera atrapada, y entonces esos ojos de intensa mirada se entrecerraron en un leve guio travieso, como invitndola a participar de su humor.

    Se apresur a volver sus sosos ojos grises hacia el frente, aunque de repente se senta totalmente distinta a como era ella.

    Como si pudiera hacer algo escandaloso.

    Con l.

    Rayos! Es que estaba coqueteando con ella? No, los hombres no coqueteaban con ella. Ni siquiera en su horrible temporada en Londres coquete algn hombre con ella. Qu pretenda ese libertino, entonces?

    Ah. Quera llegar a Horatia a travs de ella, claro. Pues no, Seor, mientras ella tuviera una gota de sangre en las venas.

    Pero entonces Horatia alarg el cuello y lo mir por delante de ella.

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    Es usted muy amable, seor! La pequea Lucilla, la regordeta, suea mucho despierta. Si se le metiera en la cabeza echar a caminar delante de los caballos, lo hara.

    No lo hara dijo Clarissa. Ricarda echara abajo el cielo gritando.

    Ricarda le tiene miedo a los caballos, seor continu la irrefrenable Horaria, sonriendo inocentemente, de una manera pensada para invitar a un hombre a su cama.

    Mira el desfile, Horatia le orden Clarissa. Ya est a punto de terminar.

    Horatia torci el morro, pero obedeci.

    Pasado un rato, Clarissa se arriesg a mirar disimuladamente de reojo al libertino. Estaba mirando el desfile, no a ella.

    Victoria! El hombre haba comprendido que sus malvados planes estaban frustrados.

    Sonri para sus adentros, pensando que ese pensamiento pareca una frase de una obra excesivamente dramtica, pero de verdad se senta victoriosa. Ya est, no era tan difcil tratar con hombres inoportunos.

    Pero claro, una escaramuza ganada era suficiente para un da. Afortunadamente, eso acabara muy pronto y podra llevar a su rebao de vuelta al colegio.

    Tan pronto como termin de pasar el desfile y la multitud comenz a disolverse, reuni a las cuatro nias menores alrededor de ella, asegurndose de que Horatia estuviera cerca tambin. El libertino se alej sin mirar atrs.

    Qu tontera sentirse decepcionada por eso.

    Vamos dijo enrgicamente. Ya termin todo.

    Impaciente por acabar con la tarea, hizo avanzar a su grupo por en medio de la muchedumbre. No era tan fcil caminar como se haba imaginado. En realidad la multitud no se iba dispersando; era un verdadero y catico remolino girando en torno a ellas.

    Cuando haba venido hacia aqu, todo el mundo caminaba en la misma direccin, pero en ese momento las personas se dirigan a destinos diferentes. Era el da de mercado y muchas personas iban en esa direccin, pero otras queran ir a las tabernas, a sus casas o a la feria que estaba instalada en las afueras de la ciudad.

    La gente empujaba, tironeaba, movindose en vaivn, como un monstruo con cien manos tratando de coger a una nia o a otra. Ricarda se ech a llorar otra vez. Le solt la mano a Lucilla para cogerse de la falda de Clarissa y sta abri los brazos para acercar a Jane y Georgina.

    Entonces se oy una potente voz; la del pregonero de la ciudad:

    Od! Od! El seor Huxtable, el posadero de la Duque de Wellington, ha sacado tres barriles de cerveza y los ofrece gratis para que todos podis brindar por nuestros nobles hroes!

    Cambi la disposicin de la multitud justo cuando Clarissa estaba reuniendo a las nias. Algo capt la atencin de mariposa de Lucilla, y empez a alejarse girando entre un hombre enorme y dos muchachos que se iban abriendo paso a codazos. Clarissa alcanz a cogerla por la espalda de la capa y de un tirn la acerc a ella, poniendo en peligro el cuello de la pobre nia.

    Se quit la capa, que cay al suelo y al instante qued pisoteada.

    Cgete de mi falda le orden. Jane, Georgina, vosotras tambin. Horatia, aydame para que nos mantengamos unidas. Nos vamos a quedar quietas un momento para dejar pasar a la gente.

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    Trat de poner toda la calma y seguridad que pudo en sus palabras, y las nias se pegaron a ella. Pero quedarse quietas era ms fcil decirlo que hacerlo. La mayora de la gente pareca empeada en llegar pronto a la posada donde ofrecan cerveza gratis, mientras los dems se esforzaban en no dejarse arrastrar y salir del tumulto.

    Empujada y zarandeada por todos lados, se sinti avasallada por el terror. Los gritos y chillidos que oa alrededor le trajeron bruscamente los recuerdos de otros chillidos, y de sangre.

    De ruidos. El atronador sonido de un disparo. El de vidrios rotos.

    Sangre, mucha sangre.

    Y la voz de una mujer citando a lady Macbeth: Quin habra imaginado que ese viejo iba a tener tanta sangre?

    Se le nubl la visin perifrica y slo vio oscuridad, negrura.

    No, se dijo, tranquila. Contina en el presente. Las nias te necesitan. No puedes desmoronarte en otra crisis!

    Se pellizc fuerte la mano izquierda para recuperar el aplomo, y rode con un brazo a la aterrada Ricarda, acercndola ms a ella. Comenz a hacer avanzar al pequeo grupo hacia un lado, en direccin a una pared de ladrillos donde tal vez el tropel de gente pasara slo por delante de ellas y no por todos lados.

    Todas juntas! grit. Resistid.

    Pero su grito qued apagado por el cacofnico bullicio de la multitud. De todos modos, las nias continuaban con ella, tironendole los brazos y la falda.

    La presin de tantos cuerpos empujando y codeando la tena baada en sudor de calor y de miedo, pero no desfallecera, se mantendra firme. Si alguna se caa ah, sera pisoteada. La hediondez le revolva el estmago. Pis algo viscoso, se resbal y estuvo a punto de caerse. Rog que solo hubiera sido un inocente trozo de fruta que se le cay a alguien.

    Una, dos, tres, cuatro, cinco.

    Horaria, buena chica, le haba pasado el brazo por la cintura, con lo que formaban una apretada unidad.

    Entonces se le cay la papalina hacia delante y el ala le tap el ojo derecho, por lo que no vea nada por ese lado. No se atrevi a levantar el brazo para arreglrsela, no fuera que se le perdiera una de las nias. Estaban tan apretujadas por la multitud que igual no podra volver a bajar el brazo.

    Las cuatro nias ms pequeas estaban gimoteando, y ella sinti un intenso deseo de gimotear tambin. Pero no poda; ella era la protectora.

    Tranquilas dijo, sin saber qu deca. Mantengmonos juntas. Todo ir bien.

    Alguien choc con ellas desde atrs y ella no vacil en enterrarle el codo.

    Uuf! exclam una voz. Un fuerte brazo las rode y la voz continu. Paso, paso, dejad pasar, eh, ah, dejad pasar.

    El hombre no gritaba, eso no servira de nada en el tumulto, pero su tono autoritario llegaba a la gente, que se detena o apartaba, y as pudieron avanzar.

    La multitud volva a cerrarse detrs de ellas, pero la voz de l continu abrindoles paso hasta que llegaron a la pared y se agruparon ah en un enredo.

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    Pero en la pared no haba ningn entrante, ninguna puerta en cuyo vano cobijarse. No haba ninguna proteccin, aparte de un sencillo poste de hierro de farola. Es que haban salido de las brasas para caer las llamas? Ah las aplastaran. Unos chillidos de terror le indicaron que tal vez eso ya estuviera ocurriendo por ah cerca, en medio de la enloquecida multitud.

    Entonces el hombre se cogi del poste e hizo de barrera, de modo que la gente tena que pasar por delante de l, con lo que se cre una pequea bolsa de seguridad y cordura.

    Temblorosa, Clarissa abraz a las nias acercndolas ms a ella.

    Tranquilas, carios repiti. No tengis miedo. Este hombre amable nos est protegiendo para que no nos ocurra nada.

    Lgicamente, el hombre amable era el pcaro con el que ella se haba mostrado tan fra. Horatia tena ms intuicin. Era un verdadero hroe. Las haba rescatado, erigindose en su protector.

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    CCCAAAPPPTTTUUULLLOOO 000333

    Clarissa slo le vea la espalda, porque estaba de cara a la multitud. Pero s vea las caras de las personas que pasaban: jvenes, viejas, furiosas, asustadas, entusiasmadas, vidas, impacientes. Vea cuando las personas lo miraban, comprendan que l era una barrera que les impeda seguir por donde queran y luego las vea cambiar de direccin, como si l llevara una coraza.

    Le habra encantado ver qu expresin pona l para ahuyentar a la gente, pero slo poda estar agradecida. Habiendo encontrado va un cierto grado de seguridad, sinti las rodillas flccidas, como lechugas mustias, y si no fuera por las nias, se habra dejado caer al suelo para entregarse al llanto.

    Pero lo haba conseguido. Se haba sentido aterrada, s, y los recuerdos intentaron abrumarla, pero no se derrumb. No, seguro que haba contribuido a salvarlas a todas. Aunque segua temblando y estaba a punto de echarse a llorar, se senta como si hubiera desaparecido un enorme peso de sus hombros y hubiera quedado tan liviana como para volar.

    Era capaz de enfrentar el miedo y sobrevivir.

    De pronto entr una mujer en el espacio, a trastabillones, empujada por la multitud. Era una joven campesina, pobremente vestida, y toda despeinada, con un beb llorando en los brazos. Le cedieron las pi