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PIEDRA ANGULAR

Autor: Federico Hernández Medina Retrospectiva de Icod - Playa San Marcos

Fecha de Creación: S.XXI Abril 2016.

Temática : En los ojos están todas las verdades que la boca no puede decir

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Cada mañana, cuando me suena el despertador sobre las cinco de

la madrugada, ya hace tiempo que estoy despierto, sobre un catre

que no es el mío propio.

Mi catre, mi triste cuna, está tan lejos como el arcoíris que cada

mañana despierta bajo el Sol. Un Sol este, acariciado por la

sonrisa de una brisa serena, al Alba del amor a la vida.

Debemos hacer –yo lo hago- una reflexión diaria, de los

años en los que fuimos algo más que simples hombres. Pues es la

simpleza del ser, la unidad del caballero. Y es la semilla de la

creación el punto de partida de toda vida. Una vida que hacemos

con los pasos que cada día sumamos a nuestro corazón. Y esa es

la vida que Dios nos ofrece, desde el Olimpo de los dioses.

Más la vida que nos construyen las personas con falsas

esperanzas, crueldades y traiciones a base de navajazos maquis,

¡esa! Es la vida etérea, construida con los humos nefarios de los

proyectiles que envenenan los deseos de paz y prosperidad.

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Las reflexiones que hacemos mirando a los ojos a quien

mantiene encendida la espada flamígera de ´O es el hilo de la

vida que hemos grabado en nuestro ADN, una firma individual

que construimos con nuestros actos, ya sean estos humildes en

caballería, o soberbios en la carestía de nuestro corazón, o bien

déspotas por altivez.

El despotismo tiene el castigo del vértigo. El déspota no

tiene ojos que puedan mirar a los ojos al vigilante de las puertas

del Cielo. La soberbia, tiene el castigo de la soledad, y esta

soledad es caminar sin sentir, sin conocer la vida, sin reconocer

que cada uno de nosotros somos uno, y que uno son doce más

tres.

La tristeza de la reflexión, no son las lágrimas que un padre

deja escapar cada día, horadando la faz que bajo su mirada surcan

los barcos de la vida.

La verdadera congoja de un hombre, es haber vivido el futuro y

haber amado aún a sabiendas de que la traición le acecharía cada

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día, cada hora, y cada segundo. Pero ¿se puede dejar de amar a la

vida, cuando la vida a amamantado los suspiros contra la muerte?

La carga de una cruz de piedra angular, es vivir un futuro,

sin haber vivido un presente en el tiempo impar. Pues son los

hombres soberbios y despostas, aquellos que curten tus espaldas

con látigos de siete lenguas, y que curan tus heridas con la sal del

escarmiento y el escarnio. Aquellos que obvian tus palabras.

Creas vida, cuando siembras un árbol, y das de beber al

sediento cuando luchas contra la muerte. Devuelves una vida al

mundo, cuando creas un hijo y lo proteges con tu cuerpo,

ofreciéndole tu vida a la muerte, si esto fuera necesario.

¡Porque contra la muerte me enfrentaría en todo caso!

La lealtad al corazón y a la conciencia, no implica fidelidad

al amor que pudiera o no pudiera existir entre dos personas.

La lealtad sumada a la conciencia, es tan sólo la esencia de lo que

cada uno de nosotros somos, la verdad de la identidad de nuestro

espíritu.

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Ángeles y Demonios son leales y tienen conciencia, y si

entre el espacio de esta escala de graduación piramidal, entre el

cielo y el infierno, no encuentras conciencia ni lealtad, ¡el suelo

no te pertenece! Caes en el espacio de la nada, en el limbo.

Solo Dios, puede crear en uno solo, pues es unidad y no

trinidad. Pero cuando el hombre crea vida, aliándose con una

pareja, son responsables ambos de proteger esa vida que se

devuelve al mundo. Más es el espíritu encadenado al hombre

conocedor de la verdad y timón Real de la vida.

Una reflexión, es una sentencia. Y a la hora de la muerte de

mi cuerpo, cuando mi organismo exhale el último suspiro de la

fuerza que romperá las cadenas que atan mi espíritu a mi unidad

carnal, ese último aliento pertenece a mi hija Sol. ¡La luz del

mundo! La esencia de mi ser.

La simpleza de mi vida, es tan compleja como una gota de

agua dulce en la inmensidad de un océano mirándose al espejo de

Dios.

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Todos tenemos un espejo al que mirarnos, el espejo de las almas.

Y quien en su alma deja anidar la crueldad gratuita de los

paraninfos de la mediocridad, su espejo será engrandecido por la

eternidad de su crueldad. Siendo la obscuridad, la que se contonea

frente a su propio espejo, cuando a su corazón se recrimina el acto

de su acción.

Las sombras que se contemplan al despertar del mal hecho

de cada uno de ellos, son flanqueadas por vanidades de

comportamientos, que deben ser reprobables y reprochadas por

todos.

La vida. La vida no es una ilusión.

La vida es una responsabilidad, y el protegerla, educarla y

construir un camino para su felicidad, es encargo de la vida a un

padre, antes de la vida. Y a una madre, desde el padre a la madre,

tras el Alba de la vida.

`O

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En España a 24 de Abril del 2016

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Fernando de Monreal Clavijo

Fernando de Monreal Clavijo