Pinocho Con Botas

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Pinocho con botas Personajes HADA MADRINA PINOCHO LOBO CAPERUCITA ROJA PRÍNCIPE MOLINERO GATO REY

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Page 1: Pinocho Con Botas

Pinocho con botas

Personajes

HADA MADRINA

PINOCHO

LOBO

CAPERUCITA ROJA

PRÍNCIPE

MOLINERO

GATO

REY

Page 2: Pinocho Con Botas

Prólogo

Para no hacer el cuento largo, tengo un montón de defectos: soy vanidósolo, perézoso, entrometídolo, glotoso, impertinonto, mentirotolo. Lo malo es que cuando digo mentiras se me alarga la nariz: por eso prefiero actuar en la radio y no en la televisión. De todas maneras, mi fama a lo largo y a lo nacho de la costa terrestre me la he ganado con mis defectos y no con mis virtudes, que por otra parte no sé cuáles son. En el libro de Collodi, del cual soy el protagonista desde la primera hasta la última página, me ocurre de todo. Poco me falta para acabar frito en un sartén como pescado.

Pero la peor aventura, la que de veras no contó, me ocurre justamente en los últimos versos renglones del libro, cuando (me da vergüenza admitirlo) voy a convertirme en un muchachito educado. Como si no supieran todos que a menudo los muchachos bien educados se vuelven hombres mal educados, y viceversa.

En suma, esta jugarreta de Collodi no me la merezco. Pero no tomó en cuenta quién era yo y, sobre todo, que Pinocho no puede decepcionar a todos los amigos que se identifican con él. Así que voy a contarles algo que no está escrito en el libro.

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ACTO I

ESCENA I

(Una música reverberada y difusa que debería crear dentro de lo posible una atmósfera de sueño. Una música y una atmósfera que sin embargo han de corresponder al carácter del protagonista de este sueño, que es Pinocho. En el primer plano se oye un rechinido de las articulaciones de la madera del títere que da vueltas en la cama.)

HADA MADRINA: ¡Muy bien, Pinocho! Gracias a tu buen corazón te perdono todas las travesuras que has hecho hasta hoy. Los muchachos que cuidan amorosamente a sus padres en sus miserias y enfermedades merecen alabanza y afecto, aunque no sean unos modelos de obediencia y de buena conducta. Sé juicioso de aquí en adelante y serás feliz.

PINOCHO: (En sueños.) ¿Qué quiere decir sé juicioso?

HADA MADRINA: Quiere decir que cuando despiertes de este sueño serás por fin un muchachito bueno.

(Pinocho hace una trompetilla.)

HADA MADRINA: ¡Pinocho, Pinocho!

PINOCHO: Es que yo estoy bien así, como títere, y no quiero volverme un muchachito bueno ni un muchachito malo.

HADA MADRINA: ¡Pues cuando despiertes serás un muchachito bien educado y estarás feliz de serlo!

PINOCHO: ¡Entonces no me despierto!

(El hada lo sacude para despertarlo)

HADA MADRINA: ¡Pinocho! ¡Pinocho! ¡Despierta!

(Por toda respuesta Pinocho empieza a roncar muy fuerte.)

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HADA MADRINA: ¡Tendrás un rostro avispado e inteligente, un aire festivo como una pascua de rosas!

(Otra trompetilla)

HADA MADRINA: ¡Tendrás una hermosa recámara amueblada y adornada sólo para ti!

(Otra trompetilla)

HADA MADRINA: ¡Tendrás un guardarropa nuevo y un par de botas de piel!

(Otra trompetilla)

HADA MADRINA: ¡Tendrás como regalo un monedero de marfil con cuarenta ducados de oro absolutamente nuevos!

(Una pausa, luego otra trompetilla)

HADA MADRINA: ¡Nada te hace feliz Pinocho!

(Se oye un gran rechinido de las junturas de madera y luego los rápidos pasos de Pinocho que se está escapando.)

HADA MADRINA: ¡Pinocho! ¡Pero qué haces? ¿A dónde vas? (Volviéndose hacia otra dirección.) ¡Señor Collodi! ¡Señor Collodi!

(Se oyen unos pasos que se acercan de prisa. Luego la voz de Collodi.)

COLLODI: ¡Qué ocurre aquí? ¿Qué novedades me tiene mi Hadita Madrina?

HADA MADRINA: ¡Señor Collodi, Pinocho se escapó!

COLLODI: ¡Oh, Dios mío!¡ Se escapó ese diablillo! Justo en el último capítulo, cuando estaba por terminar el libro… ¿Y ahora qué les diré a mis lectores? ¿Qué le diré a mi editor? Me quiere arruinar ese travieso…

(La voz de Collodi se apaga hasta esfumarse.)

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ACTO I

ESCENA II

(Se escuchan más nítidamente los pasos de Pinocho, un ruido de tric trac, un murmullo de hojas removidas, de saltos entre arbustos.)

PINOCHO: ¡Yo un muchachito bien educado! ¿Pero están locos? Nací títere y moriré títere. Me salí del libro a tiempo: una página más y ¡zac!, ahora sería un muchacho bueno y obediente. ¡Cuántas cosas feas hay detrás de esa palabra: “bien educado”! Ir a la escuela todas las mañanas, hacer la tarea, no decir mentiras inclinarse frente a la maestra… no, todo esto no es para mí. Un títere, en cambio, puede hacer trompetillas, puede cantar, bailar, tirar patadas, sonarse la nariz con estruendo, un títere tiene todo el mundo para sí… bueno, digamos todo el mundo de las fábulas que al fin y al cabo es el mundo que cuenta, donde ocurren las cosas fantásticas y divertidas, donde yo también encontraré un papel, con tal de no estarme con los brazos cruzados. Porque se podrá decir todo de mí, menos que soy un perezoso cuando se trata de tener aventuras…

(Aleteos de pájaros y otro ruido de follaje que se mueve, mientras una música nos anuncia que estamos por entrar a la fábula de Caperucita Roja. Estamos en un bosque. De repente se oye gruñir detrás de un arbusto: es el Lobo. Pinocho se detiene.)

PINOCHO: ¡Buenos días, señor Lobo!

LOBO: ¿Qué quieres?

PINOCHO: Pasaba por aquí y decidí venir a saludarte. Podemos charlar un poco o jugar a algo, si no te molesta.

LOBO: ¡Tengo quehacer!

Pinocho: ¿Puedo ayudarte en algo?

LOBO: No, es mejor que te vayas, tengo una cita.

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PINOCHO: ¿Con Caperucita Roja?

LOBO: ¿Si lo sabes por qué me lo preguntas?

PINOCHO: Porque si quieres puedo esperar a Caperucita Roja por ti.

(El lobo se ríe de un modo siniestro.)

LOBO: ¿Qué tienes que ver tú con Caperucita Roja? Soy yo quien tiene cita con ella, no tú. Ni siquiera sabrías qué decirle.

PINOCHO: ¿Con quién crees que hablas? Conozco perfectamente la fábula de Caperucita Roja. La conozco tan bien que hasta puedo tomar tu lugar, así descansas.

(El lobo se ríe tenebrosamente.)

LOBO: ¡¡Pretendes entrar en mi fábula y tomar mi lugar!!

PINOCHO: Para empezar, la fábula no es tuya sino de todos.

LOBO: ¡Pero yo soy el Lobo!

PINOCHO: (Imitándolo) ¡Pero yo soy Pinocho! ¿Y qué?

LOBO: ¡Pues cada uno en su lugar!

PINOCHO: Lo que te propongo s que me dejes hacer el Lobo en tu lugar, por una sola vez. Luego ya no te molesto.

LOBO: ¿Y pretendes hacer de Lobo con esa cara, con esa nariz?

PINOCHO: ¿Nunca te has mirado en un espejo? Tú también tienes la nariz larga, casi como la mía.

(El Lobo se pone a gruñir de rabia.)

LOBO: Si quieres un buen consejo para tu integridad, mejor regrésate al lugar de donde viniste.

(Ahora es Pinocho quien se echa a reír)

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PINOCHO: ¡Ja! ¡Ja!

LOBO: No te lo vuelvo a repetir. ¡Lárgate!

PINOCHO: Hagamos una cosa: tú te quedas con tu papel, pero me dejas hacer el de Caperucita, y se acabó.

(El Lobo prorrumpe en una carcajada descompuesta.)

LOBO: ¡A Caperucita Roja yo me la como! Esto deberías saberlo.

PINOCHO: ¿Y qué? Yo me dejo comer. ¡Si me dejé engullir hasta por un tiburón!

LOBO: ¿Y yo debería comerme a un títere de madera, según tú? ¡Ya tengo un poco de acidez de estómago, no me vaya a dar una úlcera! Si has venido con la intención de molestar es mejor que te largues y rápido.

PINOCHO: Yo vine con la intención de entrar en la fábula de Caperucita Roja, nada más. Me adapto a cualquier papel y estoy dispuesto incluso a dejarme comer. ¿Qué más quieres?

LOBO: Quiero que te vayas, de lo contrario…

PINOCHO: ¿De lo contrario qué?

LOBO: De lo contrario, si no puedo comerte porque eres de madera, puedo siempre hacerte pedacitos con un zarpazo.

(El Lobo hace un gruñido feroz y Pinocho se echa para atrás rápidamente produciendo un fuerte rechinido con sus junturas.)

PINOCHO: Tal vez no debí de hablar contigo. La fábula donde haces de Lobo lleva el título de Caperucita Roja porque la protagonista es ella, es ella quien manda. Hablaré mejor con Caperucita Roja.

LOBO: Escucha, la fábula llevará el título de esa mocosa, pero aquí, hasta que no se demuestre lo contrario mando yo. ¡El verdadero protagonista soy yo!

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PINOCHO: Está bien, está bien, ya entendí. Pero no me puedes prohibir hablar con Caperucita Roja. Así que me voy a sentar aquí a esperarla.

(El Lobo gruñe y resopla porque se le está acabando la paciencia.)

LOBO: ¿Y justo aquí la tienes que esperar?

PINOCHO: ¿Qué, acaso también el bosque es tuyo?

(El Lobo se acerca gruñendo y Pinocho da unos saltos para atrás y se escapa otra vez. El Lobo, entonces, decide cambiar de táctica.)

LOBO: Escúchame, ¿te gustaría hacer el papel de la abuelita? Si caminas por ahí, llegarás a una casita en medio del bosque. La Abuelita está ya tan chiflada que a lo mejor estará contenta de cederte su papel. Está siempre cansada y actúa sin ningún entusiasmo, así que a lo mejor le vendría bien descansar un poco.

(Pinocho junta saliva y luego escupe en señal de desprecio.)

PINOCHO: ¿Quién crees que soy? ¿Qué te crees? Sabes muy bien que siempre he sido el protagonista absoluto de mi fábula, desde la primera hasta la última página. ¿Crees que pueda conformarme con un papel secundario y hasta aburrido como el de la abuelita? ¡Ni siquiera pienso perder mi tiempo en disfrazarme! De perdida, si las cosas están así, prefiero que me dejes entrar en la fábula como Pinocho. Puedo acompañar a Caperucita Roja hasta la casa de la Abuelita, o voy a su encuentro en el bosque y la traigo aquí, la ayudo con la canasta del almuerzo, le hago compañía, la entretengo…

LOBO: ¡Escúchame bien, títere latoso! ¡Tú lo único que quieres es armar una confusión de los mil demonios! Nuestra fábula lleva siglos marchando a las mil maravillas así como está. Quienquiera que entre en ella, sólo la va a echar a perder. ¡Figúrate si quiero que entres tú, que sólo sabes armar líos! ¡Así que lárgate!

PINOCHO: Entre colegas se debiera tener una conducta menos grosera.

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LOBO: ¡Qué colegas ni qué nada! Cada quien en su lugar. Deberías saber que en las fábulas cada personaje tiene una función y que por lo tanto no se pueden cambiar ni los personajes ni sus funciones.

PINOCHO: Si me dejaras entrar en la fábula como Pinocho, te juro que no voy a cambiar ni una coma.

LOBO: ¡Me das risa con tus juramentos! ¡Cómo si no supiera qué clase de tipo eres!

PINOCHO: ¡Y entonces déjame hacer de Lobo! Lo importante para una fábula es que cada quien haga bien su papel. Yo nací para actuar, confía en mí: una vez salí de burro, ¿cómo no voy a salir de lobo?

LOBO: ¿Qué tiene que ver el burro con el Lobo?

PINOCHO: Son dos bestias.

LOBO: ¿Y entonces?

PINOCHO: Entonces eres una bestia, no hay nada de malo.

(Se oye un gruñido ahogado,, un gran barullo entre los arbustos y los saltos de Pinocho que huye por el bosque. Cuando ya está lejos el Lobo, Pinocho camina haciendo tric trac con sus junturas de madera. De pronto se detiene porque acaba de encontrar a Caperucita Roja.)

PINOCHO: ¿A dónde vas, niña hermosa?

CAPERUCITA ROJA: Voy a llevar el almuerzo a la Abuelita. ¿Pero tú quién eres?

PINOCHO: Soy Pinocho, ¿no me conoces?

CAPERUCITA ROJA: No

PINOCHO: Soy un títere famoso y conozco una gran cantidad de juegos para entretener a los niños.

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CAPERUCITA ROJA: Ya lo veo que eres un títere, pero yo no tengo tiempo porque el Lobo me espera y estoy retrasada.

PINOCHO: ¿Y por qué te preocupas por el Lobo? La fábula es tuya, por algo se titula “Caperucita Roja”, así que puedes hacer lo que te venga en gana. Por ejemplo. Podrías darme un pedacito de ese queso que tienes en la canasta…

CAPERUCITA ROJA: No, no, tengo que ir a donde está el Lobo y llevar el almuerzo a la Abuelita.

PINOCHO: ¿Por qué “tienes”? ¿Quién te obliga? El Lobo es muy malo, ¿por qué quieres ir con él?

CAPERUCITA ROJA:

PINOCHO:

CAPERUCITA ROJA:

PINOCHO:

CAPERUCITA ROJA:

PINOCHO:

CAPERUCITA ROJA: