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Hablemos de energía: ¿es posible la cooperación energética entre Cuba y Estados Unidos? Pável Alemán Benítez Investigador Auxiliar, CIPI El siglo XX y hasta donde se puede avizorar el presente, ha sido una época marcada por un patrón energético dependiente del consumo de hidrocarburos, y en especial un largo reinado del petróleo. Este es un hecho tan cierto como el alejamiento temporal del declive petrolero conocido como peak oil. Mientras tanto, la humanidad se ha empeñado en desarrollar nuevas fuentes de energía que reduzcan la emisión de gases con efecto invernadero. Para los Estados, y en particular para los que comparten vecindad, hay un compromiso de crear un futuro menos contaminado. Diálogo Interamericano, en un informe presentado a inicios de año, ha identificado seis macrotendencias mundiales en más de 600 informes que proyectan escenarios en un plazo de al menos 10 años. Esas macrotendencias tienen un poderoso vínculo con el acceso a fuentes de energía, a través de “tecnologías disruptivas” que implican innovación tecnológica y oportunidades de crecimiento de una economía sustentable como contrapeso al cambio climático. (Bitar, 2014, Pág. 12-14) Hemos vivido en sólo 6 años un período de oscilaciones bruscas de los precios del petróleo. De la cotización récord de 150 dólares estadounidenses por barril, alcanzada a mediados de 2009, hemos pasado a una banda de precios entre los 60 y 70 USD. 1 Algunos de 1 Semejante descenso de la cotización petrolera, tanto en la venta spot como en los mercados a futuro, se ha provocado en un ambiente hostil en el que se han identificado cuatro factores: el aumento de la producción petrolera estadounidense como consecuencia del fracking, las ventas de crudo por parte de Arabia Saudita violentando la cuota asignada por la OPEP, el aumento de las reservas estratégicas de crudo en Estados Unidos, y las ventas spot de petróleo por debajo de su cotización por parte del Estado Islámico. Las condiciones invernales en buena parte del Mundo occidental, los conflictos armados en regiones productoras o de importancia por su tránsito, o los recortes modestos asumidos de manera unilateral por países miembros de la OPEP, no han frenado esta tendencia.

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Hablemos de energía: ¿es posible la cooperación energética entre Cuba y Estados Unidos?

Pável Alemán BenítezInvestigador Auxiliar, CIPI

El siglo XX y hasta donde se puede avizorar el presente, ha sido una época marcada por un patrón energético dependiente del consumo de hidrocarburos, y en especial un largo reinado del petróleo. Este es un hecho tan cierto como el alejamiento temporal del declive petrolero conocido como peak oil. Mientras tanto, la humanidad se ha empeñado en desarrollar nuevas fuentes de energía que reduzcan la emisión de gases con efecto invernadero. Para los Estados, y en particular para los que comparten vecindad, hay un compromiso de crear un futuro menos contaminado. Diálogo Interamericano, en un informe presentado a inicios de año, ha identificado seis macrotendencias mundiales en más de 600 informes que proyectan escenarios en un plazo de al menos 10 años. Esas macrotendencias tienen un poderoso vínculo con el acceso a fuentes de energía, a través de “tecnologías disruptivas” que implican innovación tecnológica y oportunidades de crecimiento de una economía sustentable como contrapeso al cambio climático. (Bitar, 2014, Pág. 12-14)

Hemos vivido en sólo 6 años un período de oscilaciones bruscas de los precios del petróleo. De la cotización récord de 150 dólares estadounidenses por barril, alcanzada a mediados de 2009, hemos pasado a una banda de precios entre los 60 y 70 USD.1 Algunos de los proyectos de desarrollo de fuentes no renovables, económicamente viables en un ámbito de altos precios del petróleo, hoy están apenas en sus márgenes de sustentabilidad. Esta debiera ser otra alerta para unir esfuerzos y compartir recursos y conocimientos que permitan abaratar los costos e introducir en plazos breves tecnologías limpias y más baratas. No se trata del agotamiento de los recursos fósiles, que hasta ahora había sido el horizonte para una transformación revolucionaria de la matriz energética global. No es sólo un problema económico o de seguridad energética. El tema que hoy resalta es el agotamiento de la vida en el planeta. Como bien reconoce la Agencia Internacional de Energía en su World Energy Outlook de 2013 “(…) las emisiones de CO2 relacionadas con la energía subirán con todo cerca de un 20% hasta 2035. Esto encaminará al mundo por una senda que supondrá una elevación de la temperatura media a largo plazo de 3,6 °C, es decir, muy por encima del objetivo de 2 °C acordado internacionalmente.” No quisiera ser catastrofista, pero creo que comienza a existir una conciencia de lo que ese ascenso de las temperaturas podría implicar para el aumento del nivel del mar y sus consecuencias devastadoras en las zonas costeras bajas. El cambio climático y sus consecuencias no hacen distinciones de las

1 Semejante descenso de la cotización petrolera, tanto en la venta spot como en los mercados a futuro, se ha provocado en un ambiente hostil en el que se han identificado cuatro factores: el aumento de la producción petrolera estadounidense como consecuencia del fracking, las ventas de crudo por parte de Arabia Saudita violentando la cuota asignada por la OPEP, el aumento de las reservas estratégicas de crudo en Estados Unidos, y las ventas spot de petróleo por debajo de su cotización por parte del Estado Islámico. Las condiciones invernales en buena parte del Mundo occidental, los conflictos armados en regiones productoras o de importancia por su tránsito, o los recortes modestos asumidos de manera unilateral por países miembros de la OPEP, no han frenado esta tendencia.

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sociedades, de las ideologías, de los partidos ni de las contradicciones entre los Estados. Nos afectará a todos por igual, y bien haríamos en buscar caminos de cooperación ante una adversidad que inexorablemente nos une.

No queda dudas acerca de la importancia que para los Estados tiene hoy garantizar la seguridad energética, entendida esta al menos como la garantía al suministro ininterrumpido de energía, lo cual obviamente incluye la protección de las rutas de ese abastecimiento. Y aunque en apariencias no tenga la misma urgencia, mitigar los impactos del cambio climático y mejorar la calidad del medio ambiente también tiene prioridad. Así que quizás de lo que se trata es de cómo lograr ambos objetivos de manera simultánea. Ambas cuestiones tienen una clara interconexión y son dimensiones interdependientes de la seguridad nacional de un Estado.

La actual presidencia estadounidense y nuestro actual gobierno han identificado la necesidad de que las matrices energéticas de ambos países evolucionen hacia una mejor distribución de las fuentes de energía, con una mayor presencia de las energías renovables.

En la campaña electoral hacia su primer mandato, en el lejano y turbulento año 2008, el actual líder del Ejecutivo estadounidenses comprendía que el asunto de la menor dependencia o la autosuficiencia energética era cuestión de seguridad nacional. Pero también entendía que uno de los retos de seguridad más importantes era el cambio climático, y como una solución eficaz y ponderada, de sentido común, debía encontrar en las energías renovables respuestas frente a la urgencias ambientales a la vez que permitiría generar empleo. (Obama B. )

De manera clara, el presidente Obama se pronunció en la Cumbre de las Américas de 2009 en Trinidad y Tobago por establecer un nuevo compromiso con la región a partir de una asociación energética que privilegie aquellas modalidades con menor impacto ambiental. Para el Caribe, en especial para los Estados insulares, esto constituye una necesidad imperiosa. Los ecosistemas frágiles difícilmente puedan coexistir con un modelo energético sediento de petróleo. En aquella ocasión el presidente Obama decía:

“Nuestro hemisferio goza de recursos abundantes, y para todos nosotros, el cambio climático representa un peligro. Ahora, debemos unirnos para encontrar nuevas maneras de producir y usar energía, a fin de poder generar empleos y proteger a nuestro planeta (…) Cada país aportará sus propios recursos y necesidades únicas, por lo que nos aseguraremos de que cada país pueda maximizar sus ventajas y, al mismo tiempo, promoveremos la eficiencia y mejoraremos nuestra infraestructura, compartiremos tecnologías y apoyaremos inversiones en fuentes renovables de energía.” (Obama, 2009)

En la Estrategia de Seguridad Nacional presentada en mayo de 2010, quedó reflejada la necesidad de desarrollar energías limpias.

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“Nosotros debemos transformar la manera en que utilizamos la energía diversificando los suministros, invirtiendo en innovación, y desplegando tecnologías de energías limpias. Haciendo así, mejoraremos la seguridad energetica, crearemos empleos, y combatiremos el cambio climático.” (The White House, 2010, 10)

No debe quedar en el olvido el informe elaborado por Carl Meacham y Peter Quilter, presentado al Comité de Asuntos Exteriores del Senado de Estados Unidos y publicado el 23 de febrero de 2009.

“La seguridad energética ha pasado a la cima de las agendas políticas de Estados Unidos y Cuba en medio de las preocupaciones por la interrupción de los sumnistros y el ascenso de los precios, incitando la búsqueda renovada de combustibles alternativos viables. Para el gobierno de los Estados Unidos, un elemento importante de una estrategia energética efectiva desde la perspectiva ambiental y de costos yace en fraguar relaciones abiertas de comercio tecnológico en el Hemisferio Occidental (..) En reuniones de funcionarios, funcionarios del gobierno de Cuba dieron particular bienvenida a las participación de Estados Unidos en el desarrollo de la energía renovable. Si las restricciones fueran levantadas, la tecnología de Estados Unidos podría ayudar a asegurar un desarrollo ambientalmente sustentable del sector energético de Cuba. Más importante, la cooperación en esta área sería consistente con los intereses de los Estados Unidos a largo plazo en eficiencia y seguridad energética en la región.” (U.S. Senate Foreign Relations Committee, 2009, 8)

Hasta el presente, ese informe elaborado a inicios del primer mandato del presidente Obama, y antes de la Cumbre de las Américas en Trinidad y Tobago, es el que de manera más clara y precisa ha identificado la necesidad y posibilidad de cooperar en esta área. El informe precitado es coherente con la visión y los intereses (incluídos los de seguridad nacional) de Estados Unidos. Y existe una convergencia de visiones en ese sentido.

Una contribución importante a la reducción de los costos del cambio de patrón tecnológico que implica priorizar el desarrollo de las energías renovables, es ampliar el mercado de estas energías a escala regional y global. Estados Unidos ha desplegado desde la década pasada su propia diplomacia energética, tratando de establecer nuevos equilibrios frente a la activa diplomacia energética de otros actores (Rusia y Venezuela, por ejemplo), intentando establecer alianzas con socios mayores como Brasil o con la región caribeña para alcanzar objetivos geopolíticos, pero también para reducir los nocivos impactos de un consumo insaciable de petróleo.

Nuestro país es conciente de la necesidad de diversificar su matriz energética y sus mercados de energía, y ha comenzado a implementar políticas que potencien el crecimiento del uso de las energías renovables. Para ello se ha diseñado una estrategia que se enmarca en el actual proceso

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de actualización del modelo económico cubano, bajo la conducción del Ministerio de Energía y Minas (MEM), con la intención de reducir la dependencia de las importaciones de combustible y los costos asociados. Por Decreto del 11 de noviembre de 2012 se creó una Comisión Gubernamental para desarrollar y utilizar las Fuentes de Energía Renovable (FRE), que identificó las opciones que tiene Cuba para lograr que en el 2030 el 24% de su consumo de energía provenga de las energías renovables, dejando de emitir a la atmósfera más de 50 millones de toneladas de CO2.

La construcción previa de parque eólicos en Isla de la Juventud, Turiguanó y Gibara, permitieron validar el uso de esta energía renovable y alcanzar una modesta generación de 11,7 megawatts (MW), dejándose de emitir 11 mil toneladas de gases con efecto invernadero (GEI). Los estudios preliminares indican un potencial mínimo en el orden de los 2000 MW. En 2013 se inició la construcción de un nuevo parque eólico con capacidad de generar 51 MW, y se preveen otros 13 parques eólicos con un potencial de 633 MW. Estados Unidos es líder en el uso de la energía eólica, con una capacidad instalada que excede los 35 GW.

Beneficiada por su ubicación Cuba recibe una extraordinaria irradiación solar la mayor parte del día el año entero. El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) otorgó en 2001 a CubaSolar el premio Global 200, por el programa de electrificación de 1 994 escuelas rurales ubicadas en zonas de difícil acceso y que carecían de electricidad. Este programa al costo de 1 480 USD por cada módulo solar, benefició a más de 34000 niños y adolescentes. El pasado año se terminaron de construir los siete primeros parques solares fotovoltaicos en nuestro país. A plena capacidad, los parques solares fotovoltaicos generarían 1000 GWh/año.

Sin embargo las mayores potenciales están en el aprovechamiento de la energía solar térmica. Se calcula que el empleo intensivo y extensivo de calentadores solares en el sector residencial permitiría a la población cubana satisfacer sus necesidades, generar 855 GWh al año, no emplear 190 mil toneladas de combustible fósil, y dejar de emitir anualmente 600 mil toneladas de GEI.

Hay otras experiencias como la construcción de seis pequeñas centrales hidroeléctricas, la primera planta de 500 kilowatts de biomasa forestal, y tres plantas de biogás para producir electricidad y calor.

El gobierno cubano ha tomado una postura comprometida con el desarrollo de estas fuentes de energía que contribuyen a la sustentabilidad de su economía y medio ambiente. Ante la necesidad de balancear sus objetivos económicos, sociales y ambientales, el gobierno ha optado por un ambicioso plan que luego de identificar las potencialidades busca el compromiso de socios que no sólo se comprometan a realizar inversiones en este sector para construir la infraestructura necesaria, sino que coadyuven a la formación de recursos humanos e impulsen la innovación tecnológica, con el fin de generar un nuevo escenario de sustentabilidad energética. No es una mera coincidencia que uno de los 25 proyectos de la Zona Especial de Desarrollo del Mariel, sea el de instalar un parque solar fotovoltaico, con inversión de capital totalmente extranjero, amplios

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incentivos impositivos y la garantía de que toda la energía que produzca será comprada por la parte cubana para satisfacer la demanda de energía de otros proyectos productivos, lo que entraña una visión de responsabilidad ambiental.

Y justo sucede esto en momentos en que ya decurre la “Década de la Energía Sostenible para Todos”, activada desde junio por Naciones Unidas. Y es también el momento en que los gobiernos de Estados Unidos y la República Popular China han declarado su interés por reducir las emisiones de gases con efecto invernadero. Entonces por qué no explorar formas de colaboración que tributen al desarrollo de estas energías en Cuba, con la participación de científicos y empresarios estadounidenses. Hay elementos de interés común. Una contribución importante podría estar en la investigación conjunta de nanotecnologica en busca de incrementar la eficiencia de las celdas solares y mejorar el almacenamiento de la energía.

No quería terminar mi presentación sin mencionar el tema del petróleo. Si algo ha contribuido a afirmar la importancia de las energías renovables, es la previsión más modesta acerca de la futura exploración y explotación de los recursos fósiles que se encuentran en la Zona Económica Exclusiva de Cuba en el Golfo de México. Pero hay otras áreas susceptibles de ser tomadas en cuenta como interés común para emprender la cooperación. Me refiero a la formación de especialistas, al intercambio de información en el área de la biotecnología y la nanotecnología aplicadas a la industria petrolera. Varias instituciones del sector biotecnológico cubano han realizado investigaciones y avances importantes, en especial para degradar la contaminación producida por el petróleo en aguas y en tierra. Otra cuestión es el impacto que pudieran tener los avances nanotecnológicos en la recuperación de campos de extracción maduros. Cuán útil resultaría para estos avances poder acceder a la capacidad innovativa estadounidense en el tema. Sólo hasta 2009 existían en la Oficina de Marcas y Patentes de Estados Unidos 2 804 registros sobre invenciones relativas a aplicaciones biotecnológicas en el sector petrolero.