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2/66
PAIDÓS CO
NTEXTOS
8 R. /.JI
III'Cf'SfdtJd
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9 . R. Mnurc
y
O. Gllleuc, LIJ uueva IIUJ>CIIIIIIiclud
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Tf••lo
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. . o pqr l tltudpublleadu
en
por Arth.,mfl Paría .
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de ViqpniA Callo
La
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Cllilllcro
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. . . . . . . . .
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11.123
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Comandanl.l-Spun-663. en abril d• 2000
IRIIN 000. 12·G[I(.:J·I
Sumario
Ptólogo .... · · · ..- · . · .......... ............................
U
l
'r i
mern
part
e
LA SOCIEDAD DEPRESIVA
1
la
dcr:rot• del
•ujeto
_
_
.....
..
....._ ..
______
__
. ,..
____
_ ..... .
2 Los
m
-
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8
¿POR
UÉ
EL I SICOANÁLISJS?
Tercera parte
EL PORVEN
IR DEL
PSICOANÁLISIS
9.
La
ciencia
y el
.............................................................. 93
10. m ombre trágico .............................................................................. 105
1
1.
Lo
universal la diferencia
ia exclusión 115
12. Critica de las institudon psicoanaHticas .......... .........
.. .
........ 121
Las
creaciones
dr l sou fiíciiL s
dr
y / ciencia y la técnica
que
las lta.11
t•dificado también
¡mcdetl
s rvir para
Sil
dcstrucción.
SIGMUNO f RF.UP
-
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Prólogo
Este Ubro nació de
una me
pregu
nté por
qué_ luego de
cien
años
de
ex bten
da y de
resultados cllnico
tos normaltffl
o
patológicos.
Li
muerte, las
pasiones, la sexualidad, la locura,
l
incon:.cicnte, la r lación con el
otro
dan
forma a la subjetividad
de cada uno
,
y ninguna
ciencia
digna de e ;
te nombre acabará jamásron ello,
afortunadamente.
El
psiroandliSis
muestra una avanzada de
la civilizac ión sobrl la
bar·
bario. Restaura la idea de
que l homb
n: e• libre en lo
-
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PRIMER
P RTE
a
socied d
depresiv
-
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CAPÍTULO
1
La
derrota
el
sujeto
.
El
sufrimie.tto psíquico se manifiesta hoy bajo
la fonna
de la depre-
sión
. Herido en
cuerpo
y alma
por
este e>
-
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t6
LA SOCIEDAD DEPRESIVA
idcntiriCIII'SC con de la universalidad coMidcr.•das
caducas. La
era de
la
individualidad
o;uslituyó
así a
la di.' la
dándose a
si la ilu,ión de
una
liberlad ,;n coacción. de
una Independencia
._;n y
de una
hi .turicidad
sin hbtoria,
el
hombre de hoy devino lo
contrario de un '>ujeto. Lejos de construir su ser a partir de la conciencia
de detl'rminaciones inconscientes
que
, de-;rooocidas para él,
lo
alr.l-
vierqulco. C.1da
paciente
es tratado como un ser anónimo pcc-
teneciente a
una
totalidad orgánica. Inmerso
en una
maSil
dondc cada
uno ."
In imagen de
un don,
v cómo
St'
le prcnlmadores, hechice ros, videntes y mngnetizadni'C'< Frente al cien-
tificismo
erigido
religión y frente
a las
ciencias co¡,'TlihvilS,'
que
valorizan
del hombre dcsean te, vemos florecer.
co
m
c1 toda
clase
de
prácticas
ya de
la prehtstoria
do l freudismo. ya de
una
concepción ocu il1sta d cl cuerpo
y
de l espCri tu:
magneti smo, so frolo¡;ia.
na
t·uropatia , iriolo¡;la, au riculot
crapia, cncrgéti·
ca transpersonol,
y
de
sugestión, etc. Contraria-
mente a lo
que podríamos
creer, esl:;)s práctica•
sed
uccn m b a las clases
2.
Eo;to tr.on>IIM'Il\óiCtón ¡..., relcbrada, hace
diez
años. p t Alain Rcnaul, cn L
?rr
d< / indh>i.lu,
C.111imard,
1989. Ed.
u
""'
dtl mdwiduo, ll;u-cclona.
De.tino, 1993.1
3.
F.n
ei>'-'Otldu en cl
q...,
Ceorges
Canguilhem emplea
e.
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8
LA
SOOEDAD
DEPRESTVA
Puesto que la neurobiología parece afi
rmar
que todos los trastornos
psíquicos están relacionados con
una
anomalía
de
l funcionamie
nt
o
de
las
células nerviosas,
y dado que
el medicamento adecuado existe, ¿p
or
qué
deberíamos entonces inquietarn os? Ya
no
se tr ata
de
entrar
eJ
l lucha con
el mundo, sino de evitar el litigio
ap
licando u
na
estrategia
de
normaliza-
ción. No
sorp
renderá entonces
que
la desdicha que tratamos
de
exorcizar
retorne de manera fulm inante en el campo de las relaciones sociales y
afectivas: recur rir a lo irracional, culto
de
pequeñas diferencias, valori
za-
ción del vacío y de la estupidez, etc. La violencia
de
la calma
10
es a veces
más terrible
que
la b:avesía de la tempestad.
Forma atenuada de la antigua melancolía, la
dep
resión do
min
a la sub-
jetividad contemporánea, como la histeria
de
fi
nes
del siglo
XIX
reinaba
en Vi
ena
a través de
Anna
O.,
la fam
osa
paciente
de
Josef Breuer, o
en
Pa-
rís con Augustine, la célebre loca de Charcot en la Salpetriere.
En
la
vís-
pera del tercer milenio, la depresión devino la
epidem
ia psíquica de las
sociedades democráticas a la vez que los tratamientos se mu ltiplican pa-
ra ofrecer a
cada
consumidor una solución honorable. Por cierto, la histe-
ria no desapareció, pero
es
, cada vez más, vivida y tra
tada
como una
depresión.
Ah
ora bien, este
reem
plazo de 1.m paradigma¡'¡ por otro no es
inocente.
La susti
tu
ción se acompaña, en efecto,
de
una valorización de l
os
pro-
cesos psicológicos de normalización en det rimento
de
las diferentes for-
mas
de
explot·ación del inconscient
e.
Tra tado como una depresión, el
conflicto neurótico contemporáneo parece no
depender
de n:h1guna cau-
salidad psíquica que proveng a del inconsciente.
Y
sin emba rgo, el incons-
ciente
resur
ge a través del cu
erpo
,
oponie
n
do un
a fuer te resistencia a l
as
disciplinas y a las pr ác.ticas destin adas a eliminarlo. De aqui, el fracaso re-
lati
vo de
las terapias proliferantes.
Po
r
más
que éstas se incli
nen
con com-
pasión
sob
re
el
sujeto
dep
resivo, no llegan
ni
a
cu
r
ar
lo
ni
a
cap
t
ar
l
as
verdaderas causas de su tormento. No hacen más que mejorar su estado
de
já
ndolo en la espera de cUas mejores: A los deprinúdos les duele todo
-escribe el reurnatólogo Marcel Francis Kahn-, esto es muy sabido. Pero
10. Véase Viviane For rester, La
Violence
du
ca
lme París, Seuil, 1980.
11
. Llamamos paradigma a l marco de pensamjento, al conjunto de
repre
sen-
t
aciones
o al modelo específico propios de
una época
a partir
de
l
os cuales se
construye la re.flexión.
Cada
revolución científica
se traduce por un camb
io de
p
aradigm
a. Sin embargo, en el ámbito que nos interesa,
en me
dicina, en psiqu ia-
tría y en psicoanálisi s, el adveni miento de un nuevo paradigma no excluye los de
la
generación
precede
nte:
los
r
etoma para
darle w.1a significación
nue
va. Véase
Thoma
s Kuhn,
La
Structure des
révolutions scient-ifiques
(Chicago, 1962), Paris,
Fl
amm
nrion, 1970. [Ed. cast.: t es/rucfura de
las
revo
luciones
científicas, Madrid,
Fondo de Cul tura Económica, 1975.) ·
L DERROTA
DEL
SUJETO
9
lo es menos que vemos también síndromes de conversión tan espect
ac
u-
lares como los observados por
d1
arcot y
F1·e
ud. La histeria siempre puso
en primer plano el aparato locomotor. Es
im
presionante ver cómo puede
ser olvidada. Cómo también el hecho de evocarla provoca, en el
perso
nal
sani tario
mé
dico y no
mé
dico, in
quietud
, rechazo, h
as
ta agresividad ha-
cia el paciente
pero
también hacia quien
da
el diagnóstico".
12
Sabernos que la invención de Freud de nna nueva figura de la psique
sup01úa la existencia de
un
sujeto cap
az de in
teriorizar las
pro
hibiciones.
I
nm e
rso en el inconsciente y desgarrado por una conciencia c
ul
pable, es-
te sujeto, librado a sus pulsiones por la
muer t
e de dios,
se
encu
entra
siem pre en guerra contra si mismo. De esto proviene la concepción freu-
diana de la neurosis, centrada sobre la discordia, la angustia, la culpabi-
lidad, los trastornos
de
la sexua
lid
ad.
Aho
ra
b
ie
n, es esta id
ea
de
La
subjetividad, tan característica del advenimien to de las sociedades demo-
cráticas, fundadas a su vez sobre la confrontación permanen te entre lo
mi
smo
y lo otro, la
que
tie
nde
a
borra
rse de la
or
garli
za
ci
ón
mental con-
temporánea en beneficio de Ja noción psicológica de personalidad depre-
siva.
Surgida de la neurastenia, noción abandona
da
por Fre
ud
, y de la psi-
castenia descrita
por
Janet, la depresión no es ni
un
a ne ur
os
is,
ni
un a psi-
cosis, ni u
na
melancolía, sino una entidad bl
anda
que renú.te
a un
'estado" pensado en ténnh"los de "fatiga", de "déficit" o de "debilita-
mien to
de
la personalidad". El éxito creciente de esta designación m ues-
tra
que
las sociedades democráticas de fines del siglo XX cesaron de
privilegiar el conflicto como n úcleo nom
1a
tivo de la formación sub
je
tiva.
Dicho de otra mar1era,
la
concepción freudiana
de
un sujeto del
in
conY-
ciente, consciente de su libertad pero at01mentado por el sexo, la mu
erte
y
lo prohibido, se sustituyó por la concepción más psicológica de un in
-
divid
uo depresivo
qu
e hu
ye de
su inconsciente
y
que
está preocu
pado
por suprimir en él la esencia de cualqu ier conflicto.
3
Emancipado
de
las prohibiciones por la igualación
de
los derechos
y
la nivelación de las cond iciones, el deprimido de fines de siglo
ha he
re-
dado una dependencia adictiva
a mundo.
Condenado al agotamiento
por
la ausencia de perspectiva revolucionaria, busca en la
droga
o la reli-
12. Ma rcel Prancis Kalm, "De notre mal, personne ne s' en rit", Autrement. CE
dipe elles neumnes, n" 117, octubre de 1990, p . 171.
13. Maree
Ga
u chet
no
tó este fenómeno y
se
enorgullece de
anun
ci
ar
el
fin
del
poder absoluto del modelo freudiano. Véase "Essai de psyd1ol
ogie co
ntemporal-
ne. 1: Un nouvel age de la personnalité ,
Le
D
ébat
n° 100 mayo-agosto de 1998.
El
fi
lósofo
canad
iense Charles Tayl
or analiza igualmente
este
fenóme
no en
Les
Snu
rces
d11 mni.
L
fvmwtiou
de
/ ide
ulit
é
111 d
eme
(1989), París,
Se
uil, 1998.
-
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20
LA
SOCTEDAD
DEPRESIVA
giosidad, en el higienismo o el culto de m cuerpo perfecto, el ideal de la
fel icidad imposible: P
or
esta razón -constata AJain Ehrenberg-, el dro-
gadicto es hoy la figura simbólica empleada para definir los rostros de un
anti-su jeto. Antes era el Joco quien ocupaba este lugar. Si l depresión es
la historia
de
un inhallable sujeto, la adicción es la
no
stalgia
de
un sujeto
perdido .
En lugar
de
combatir
es
te encierr o, que conduce a la abolición
de
la
Sl.Jbjetividad, la sociedad liberal depresiva se complace en desarroUar
la
lógica. As
í,
hoy los consumidores d e tabaco, alcohol y psicotrópicos son
asimilados a toxicómailOS conc;iderados peligrosos para ellos mismos y
para la colectividad. Ahora bien, entre estos nuevo s enfermos , los adic-
tos al tabaco y al alcohol son tratados como depresivos a los cuales se les
pr
escribe psicotrópicos.
¿Qué
medicamentos del espíritu
hará
falta inven-
tar en el futuro para curar la dependencia de aquellos que
se
habrán cu-
rado
de
su alcoholismo, de su tabaquismo o
de otra
adicción (el sexo, la
comida, el
dep
or te, etc.) reemplazando un abuso por otro?
14. Al
ain Ehrenberg,
La
Fatigue
ri etre
so i
París
,
Odile ]acob,
1998, p.17.
Note-
mos también que e l
doc
tor Lowenstein, especialista en toxicoman a y director del
centro Montc-Christo del hospital Laennec, postuló
la
hipótesis
de
un lazo es-
tructuraJ entre el deporte
de
alto nivel, la depresión y
la adicción
a una droga
(dopaje): ¿Por qué el> tan difícil para lo > deportistas dejar de practicar deporte?
Porque éste cumple
un
rol de pa liativo
an
tide
pr
esivo
y
ansiolltico. Tienen mu-
chas cosas que hacer, entrenar, comer, tomar
vi
taminas ( .
].
Cuando suprimen
est
o,
el
deport
ista
s
reencuentra frente
a
Jo más
do
loroso q
ue
hay: ponerse
de
nuevo a pensa r (Liilérntion del
12
de octubre de
1998).
C PÍTULO
Los medicamentos el espíritu
Desde
1950, l
as sustancias qtúrnicas -o psicotró picos- modificaron el
paisaje de la locura. Vaciaron los asilos, sustituyeron la camisa de fuerza
y los tra_tamientos
de
shock por la envoltura
med
icamen tosa.' Aunque
no
c
uran
mental o n erviosa, revolucionaron las repre-
sentaaones del ps1qmsmo fabricando un hombre nuevo, liso
y
sin hu-
mor
, extenuado por la evitación de sus pasiones, avergonzado de no ser
conforme al ideal que le proponen.
Prescritos tanto por los médicos clínicos como por los espccialic;tas
de
la psicopatologia, los psicotrópicos tienen por resultado normalizar la
y s up rimir los síntomas más
do
lorosos
de
l sufrimiento psíqui-
co sm buscar su significación.
Los psicotrópícos son clasificados en tres grupos: los psicolépticos, los
psicoanalépticos, los psicodíslépticos. En el primer grupo, encontramos
los
hipn
óticos,
que tratan
los trastornos del sueño, l
os
ansiolíticos
y
los
1. Véase jcan Les dix ISqui ont chn11gé folie Paris, Laffont, 1981;
Michcl Rcynaud y
André
julicn Coudcrt, Essni sllrl nrl
thérnp
elllir¡llc.
011
/Jan
1/Sn
.1/1 tfL·
s
JISr¡clwlm¡w:;,
Parfs,
Synnpsc-Frison Rochc,
19A7.
-
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11/66
LA SOCIEDAD DEPRESIVA
l tA
IIlJIIIIII
nnlc
H,
que suprimen los signos de
la an g
ustia, de
la
. ansiedad,
1
Jr In luhln
y de
diversas neurosis, y finalmente los neurolépticos (o
an -
medicamentos específicos de la psicosis
y
de
to_das
las .for-
mn
N
dt• dt
l
irios crónicos o agudos.
En
el segundo g
ru
po, estan reurudos
l
nl l
t'to limu1antes y los antidepresivos, y en el tercer grupo, los medica-
nwnlos alucinógenos, los estupefacientes y los regulador es del humor.
La
psicofarmacología trajo
al
hombre,
en
primer
un
rem1evo
de
libertad. Puesta
en
circulación
en 1952
por dos psiquiatras franceses, Jean
De]ay y Pierre DenJker, los neurolépticos le
devo
l
vieron
al loco
su
pala-
bra. Permitieron
su
reintegración a
la
ciudad. Gracias a ellos, los trata-
mientos bárbaros e ineficaces fueron
abando
nados. En cuanto a los
ansiolíticos y a los antidepresivos, aportaron a los neuróticos y a l
os de-
presivos 1.ma mayor tranquilidad.
Sin embargo, a fuerza de creer en el poder de sus pociones, la psico-
farmacología terminó por perder
una
parte de su prestig io a pes.ar de. su
formidable eficacia. Encerró,
en
efecto, al sujeto en una nu eva ahenacrón
pretendiendo curarlo de la esencia mis ma de. la humana. Tam-
bién
alimentó, con
sus
ilusiones,
w1.
nuevo rrraaonabsmo. Pues cuanto
más se pr
omete el
fin del sufrimiento psíquico por
medio
de
la
absorción
de pastillas,
que
no hacen más
que
quitar sfutomas o una
personalidad, más el sujeto, decepcionado, se v uelca luego
haaa
trata-
mientos corporales o mágicos. _ , .
No nos asombrará, p ues, que los excesos de
la
tarmacolog¡a hayan 51-
do denunciados
por
aquellos
mismos
que
la ha
bían elogiado
y
que aho-
ra reclaman que los medicamentos del espíritu se : n administrados. de
manera más racional y
en
coordinación con otras formas de cura: psico-
terapia y psicoaná]isis.
Ésta
era
la
op
i
nión de
J
ean
Delay, principaJ representante francés
de
la
psiquiatr ía biológica, qui
en en
1956 afirmaba: "Convien e que
en
psiquiatría ]a medicación
no
es más que un momento d.e
w1a
enfermedad mental y que el tratamiento de fondo stgue stendo
la
psi-
coterapia". .
En
cuanto a su inventor,
Henri
Laborit, siem
pre
declaró que la pstco-
farmacología no era,
en
tanto tal, la solución a todos los proble:mas: "¿Por
qué estamos cont
en
tos
de te
n
er
psicotrópicos?
Porque
en.la
que vivimos es insoportabl
e.
La gente ya no pu ede dorrrur,
esta
da, tiene necesidad
de ser
tranquilizada, sobre todo
en
las megapolis. A
veces me reprochan haber inventad o la camisa química. Pero
sin
duda
los tiempos en que, siendo médico de guardia en la Marma, en-
traba
en
el pabellón
de
los agitados con
un
revól
ver
y dos sólidos.enfer-
mcros porque los enfe1
mo
s morían en sns camisas de
fuer.z_a
tr8.11.Sp trand?
y aullando f J.
La
hum anidad, en el curso de su evo
lu o
on, estaba oblt-
LOS MEDICAMENTOS DEL ESPllUTU
23
gada a resignarse a
la
s drogas. Sin los psicotrópicos, se hu biera
produ
ci-
do tal vez una revolución
en
la conciencia h
um
ana q lJe clamara: '¡Esto no
se
soporta más
',
mientras seguimos soportando gracias a los psicotrópi
:
cos. En un futuro lejan
o,
la farmacología
prese
ntará quizá menos interés,
salvo probablemente
en traum
atología, y podemos incluso prever
que
desaparezca".
Sin embargo, la psicofarmacología
se ha
convertido hoy, a
su
pesar,
en
el
estanda
rte
de un
tipo
de im
perialismo. Permite, en efecto, a todos los
mé
dicos y particularmente a los clínicos- abordar de la misma manera
toda clase
de
afecciones sin
que sepamos jamá
s a qué tratamiento respon-
den. Psicosis,
ne
urosis, fobias, me
lan
colias y depresio
ne
s son
así
tratadas
por
la psicofannacología como tantos estados ansiosos consecutivos a
duelos, a crisis
de
pánico pasajeras, o a un nerviosismo extremo
debido
a
un entorno difícil: "El medicamento psicotrópico devino lo que es -escri-
be Édouard
Zarifian-
sólo po r
que
apareció
en
un momento op ortuno. Se
convirtió
ento
nces en el símbolo de la ciencia triunfante -la que explica lo
irracional y cura lo incurable-[
..
]. El psicotrópico simboliza el tr iunfo del
pr
agmatismo
y
delmaterialismo sobre las borrosas elucubraciones
ps
ico-
lógicas y filosó.ficas que intentaban delimitar al
hombre
3
El pod
er
de la id
eo
logía medicamentosa es tal que cuando pret
ende
restituir
aJ
hombre los atributos
de
su
virilidad,
provoca un
revuelo.
Así,
el sujeto que se cree impotente tomará Viagra
4
para
poner fin a
su
angus-
tia,
sin
sa
ber
jam
ás
a
qué
causalidad
ps
í
qui
ca obedece
su
síntoma mien-
tras
-
8/20/2019 Por qué el Psicoanálisis - Ed. Paidós.pdf
12/66
LA
SOCI EDAD
DEPRESIVA
"''"" ' tltlstomos idénticós debi
do
a su estructura psíquica melancólica o
d''
IHcsiva: "¡Cuántos médicos -escribe Édouard
Zarifian-
prescriben un
ll
-
8/20/2019 Por qué el Psicoanálisis - Ed. Paidós.pdf
13/66
LA SOCIEDA D DEPRESIVA
Mh•nli'UH
lJUC el cuerpo de las mujeres se tomó depresivo
y
lu •h•:w convulsiva de la histeria, tan admirada
por
los surrealistas, de¡ó
ll una nosograffa
10
insignifica
nt
e, el psicoanálisis es alcanzado por el
111
1M l l l l síntoma y parece ya no estar adaptado a la sociedad depresiva,
prefiere la psicología clínica. Tiende a convertirse en
una
disciplina
dl'
notables,
un
psicoanálisis
para
psicoanalistas. En 1998, Jean-Bertrand
Pontalis advirtió con amargura: "Bl ps icoanálisis
no
interesará
pronto
más
que
a una franja cada vez más restringida de la población. ¿Ya no ha-
brá más que psicoanalistas en el diván de los psicoanalistas? .
11
Cuanto más las instituciones psicoanaüticas implosionan, más presen-
te está el psicoanálisis en las dif erentes esferas de la sociedad, y más sir-
ve de referencia histórica a esta psicología clínica que, sin embargo, lo
sustituyó. La lengua
de
l psicoanális
is
se volvió
un
idi
oma
ordinario, ha-
blado tanto por las masas como por las elites, y
en
todo caso
por
todos los
profesionales
del
mundo
psi
. Actualmente, nadie ignora el vocabulario
freudiano: fantasma, superyó, deseo, libido, sexualidad, etc.
n todas partes el psicoanálisis es amo,
pero
en todas partes compite
con la farmacología, a tal punto
que
es él mismo utilizado como una
pa
s-
tilla. Con respecto a es
to
, Jacques Derrida tuvo razón en subrayar, en un
texto reciente, que el psicoanálisis es asimilado en nuestros días a un
medicamento vencido relegado al fondo de una farmacia: 'Esto puede
. d f 1 1 .
'
12
siempre servir en caso
de urgenaa
o e .a ta, pero 1ay cosas meJores .
Sabemos, sin embargo,
que
la medicación no se
opo
ne en
í
al trata-
miento de la palabra. Francia es hoy el pais de
Europa donde
el consumo
de psicotrópicos (a excepción de los neurolépticos) es el
más
elevado y
donde, sim ultánea mente, el psicoanálisis se implantó mejor,
tanto
por la
vía médica y sruútaria (psiquiatría, psicoterapia) como por la
vía
cultural
(literatura, filosofía). Si el psicoanálisis compite hoy con la psicofarmaco-
logía,
es
tambi
én
porq
ue
los
mi
smos,
a
_a
de
la biopolítica, reclaman en lo suces•vo que sus smtomas ps1qmcos
una causal
idad
orgánica. Se sienten además frecuentemente desvalonza-
dos cuando el médico procura indicarles otra vía de aproximación.
11
10.
La nosología
es
la disciplina
que
estudia los caracteres distintivos
de
las
enfermedad
es
en vista
de
una clasificación.
La
nosografía
es
la discipl
ina que
se
ded
ica a la clasificación y a la descripción
de
las
enfer
meda
des
.
11. Cent 5 apres,
Jean-Luc
Donn
el,
André
Green, j
ean Lap
lanche, Jean-Clau-
de
Lavie, Joyce McDougall, Michel
de
M'Uzan,
Jean-Berlr
an
d Pontalis, J
ean-Pa
ul
Valabrega,
Danie
l Widlocher, entrevista con Patrick Froté, París, Gallimard, 1998,
p. 525. Sobre la cuestión
de
las institucione s psicoanalfticas, véase la tercera par·
te
de
este libro, capítu lo
12.
12. Jacques Derrida,
Résistances de
la
psydmnnlyse, Parí
s, Galilée, 1996, p.
1
d.
casl.:
Resistencia
s
del¡u;icomuflisis,
Buen
os
Aires,
Paidó
s,
1998.1
1
3
En l
os
Es tados Unidos, se inventó asf una nueva
epidem
ia
para de
signar
L
OS
MEDICAMENTOS DEL ESPÍRITU
27
En
consecuencia, e ntre los psicotrópicos, los antidepresivos son los
más prescritos sin que podamos afirmar
que
los estados depresivos est én
en aumento. Simpl
emen
te, la medicina de hoy responde, por su parte, aJ
paradigma
de
la depresión. Por consigtúente, trata casi todos los sufri-
mientos psíquicos como si fueran estados ansiosos y depresivos a la vezY
Varios estudios publicados en 1997 en
el Bulletin de I Académie nationale de
médecine lo
dem
uestran : Prescritos actualmente
en su
mayoría por médi-
cos clinicos
-esc
ribe Pierre Juillet
-,
los antidepresivos parecen aplicarse a
los trastornos del humor
de
diverso nivel, en general de manera adec
ua
·
da, no obstante, con una t riple corriente:por un lado, a pesar de los indis-
cutibles progresos diagnósticos y terapéuticos realizados en
particular
por nuestros colegas clínicos, se prescriben aproximadament e en la
mitad
de
los estados depresivos relevados entre
la
población general;
por
otro
lado,
as
istimos a una definición extendi da de la depresi ón y a su medica-
lización [ .. ]. Podemos pensar
que
la evolución socioc
ultural
actual co
n-
tríbuye a aume
ntar
la cantidad de personas comunes, que aceptan
gustosamente ser Uamadas neuróticos normales, cuyo umbr al
de
toleran-
da
a los ineluctables sufrimientos habituales, dificultades y adversidad es
de la existencia descendió .
1
s
Todos los estudios sociológicos muestran también que
la
sociedad de-
presiva tiende a quebrar la esencia de la resistencia
human
a. Entre el te-
mor
al desorden y la valorización
de
una competitividad fundada
exclusivamente sobre el éxito material, muchos sujetos prefieren entre-
garse vo
lun
tariamente a sus tancias químicas antes que hablar de sus su-
la
hi
steria:
el síndrome
de
fatiga crónica. L igado a la noción
de
personal
i
dad múl
-
tiple (véase el
capít
ulo
3),
este
síndrome es
tratado
por
mecticamentos, y los
m
é-
dicos
afirman
que
lo
causa
un
virus
todavía desconocido. Véase EJaine Shol
wa -
ter
Hystories: HysteriClll Epídemics and
Modern Culture,
Nueva
York,
Co
l
umb
ia
Umversi
ty
Press, 1997.
14.
El
consumo
de
tran
quilizantes y
de
hipnóti
co >
afecta
en
Francia al 7
de
la
población. y el
de
l
os antidepre
sivos,
en
aumento
constante, a122
%. En
los
Es-
tados
Unidos Jo
s psicoestimulantes tienen la mi
sma
función
que
los antidepresi-
vos
en
F
ra
ncia. El
consumo
de
11eurolépti cos (reser vado a l
os
psicóticos) es
estable
en
casi todo el país, pero debería
aumen
tar levemente
en
el
año
2000 con
la aparición
de
nuevas mo
l
éc
ul
as
m
ás
eficaces. Véase Marcel
Legr
ain y Thérese
Lecomte,
La co
n
sommation des
ps
ychotropes en France et
dans que
l
ques pays
curopéens ,
Bulletin de l AClldémie uationale de médeciue, 181 ,
6, pp. 1073-1087, se -
sión del1
7
de
junio
de
1997. Véase
también
Philippe Pignare,
Puissauce des psy-
rhotropes, pouvoir des patiens, París,
PUF,
1999.
15. Pierre Juillet,
La
société
avant
et de
p
uis
l'
in
tr
oduc
tion
des
mécücaments
ptiychotropes en thérapeutique ,
Bullctin
de
l Acarlémie nationale
de
m
édec
irlC,
181,
}, pp
.
1039-1046,
c¡csión
de
l
17 de
junio
de
1997.
-
8/20/2019 Por qué el Psicoanálisis - Ed. Paidós.pdf
14/66
28
LA SOCIEDAD DEPRESIVA
frimientos intimos. El
pode
r
de
los medicamentos del espíritu
es
así
e
síntoma
de una
modernidad que tiende a abolir en el hombre no sólo su
deseo
de
libertad, sin o también Ja idea misma
de
enfrentar la adversidad.
El silencio es entonces preferible al lenguaje, fuente de angustia y de ver-
güenza.
Si bien el u mbral
de
tolerancia
de
los pacientes descendió
y
su deseo
de
libertad disminuyó, lo m ismo ocurre con los méd icos que prescriben
ansioliticos y antidepresivos.
Una
encuesta reciente publicada
por
el dia-
rio
Le
Monde
16
muestr
a
que
numerosos c1ínicos franceses, especialmente
los que se ocu.pan de estados
de
urgencia, no están mejor que sus pacien-
tes. Inquietos, desgraciados, hostigados por los laboratorios e impotentes
para curar, para escuchar
un
dolor psíquico que los desborda cotidiana-
mente, parecen no tener otras
so
luciones más que r
esponder
a Ja
deman
-
da masiva de psicotrópicos.
¿Quién
se atrevería a culparlos?
1
6
Véase Le
Monde
del
22
de diciembre de 1998, Les médecins en état d'
ur -
Boirc toulc l'
-
8/20/2019 Por qué el Psicoanálisis - Ed. Paidós.pdf
15/66
30
LA SOCTEDAD DEPRESIVA
uno
m i
smo
es la libertad realizada [
..
]. Esto es
lo
que un psicoanálisis
bien llevado enseña a los que le piden ayuda .
2
•
Desde
1952
se realizaron muchas encuestas
en
los E.c;tadosUmdos
pa-
ra ev al
uar
la de las curas psicoanaliticas y de las
L.a
mayor
dificu
ltad
resi
día en la
elección de los I:lizo
po -
mero
somete
r a
un
test la diferencia entre
la
ausenoa y
la
ex1
stenaa
de
un
tratamiento, a fin de poder comparar el efecto del paso del tiempo (o
lución espontánea) con la de una Luego necesano
hacer intervenir el pr incipio de la altanza terapeubca (sugesbon,
rencia, etc.) para comprender
por
qué ciertos terapeutas,.
que sean sus capacidades, se entendían perfectamente
con
ctertos pacten-
tes y para
nada
con otros.
Por
último, fue tener en cuenta
la subjetividad de las personas interrogadas. De aht,
tdea
de. poner
duda la autenticidad de sus testimonios y de desconfiar de la influ
enoa
del terapeuta. .
En todos los ejemp los, los pacientes nunca se constderan curados de
sus
síntomas, sino
transformados
(el
80 %)
por su experiencia
de
la
Dicho de otra manera, cuando ésta
era
benéfica, experimentaban un
nestar
0
una mejoría
en
sus relaciones con sus tanto en
el
am-
bito social o profesion al como en materia amorosa, afectiva
Y
.
En resumen, todas esas encuestas demostraron la efica-
cia del conjunto de las psicoterapias. Sin .ninguna per.nutia
P n:
bar estad(sticamente la superior
id
ad o la mfenon dad del ps1coanálists
sobre los otros tratamientos.
3
•
El
gran
defecto de esas evaluaciones
es
que se basan stempre en. un
principio experimental poco adaptado a la situación de la .cura. O bten,
aportan la prueba
de
que basta con
que
un ser que está
te con un terapeuta du rante cierto
tiempo
para que su o
bien dejan
entender que
el s
ujeto
interrogado
puede
estar mflue
?oado
2. Georges Perec,
J enser/classer,
París, Hachette, 1995 [ed. casl:
Jicar, Barcelona, (; edisa , 1986]; Franc;oise Giroud, LeNouvel Observateur, n 161 0,
14 al20
de septiembr
e de 1995.
3. Véansesobre este tema H . J. Eysenck, The effects of psychoterapy.Aneva-
luation ,
Joumaf
o Cons11/tation
and
Psychology, no 16, 195_2, PP· Clark
Glymour ''Freud· Kepler and the Clinical Evidencc , en Rtchard Wolhe1m (ed.),
Freud,
Yo;k, Anchor Books, 1974. Bertrand Cramer, Peut-
on évaluer
les
effets des psychotérapies? , Psyclwtérapies, vol. XIll,
4,
1993, PP · 217-225;
Ernst
M
eye
r,
P
robl
emes des études
sur l'efficacité d u processus
íbid 1 XVI 2 1996 pn. 87-93· Daniel Widlocher y Alam
Br
aconruer
que ,
r
., vo . , ' ,
r- • •
b.. 1
(eds.), Psych
a11nlyse
et psydwtlrérnpie, París, Fl
ammanon,
1996. Vease tam a
encuesta realizada en 1980 por
Le
Nouvel Observaterrr,
trata
sobre la optruón
de
l
os
franceses sobre el
n
807, de128
de abnl
al4
de mayo de
1980.
EL ALMA NO FS UNA COSA
31
por su terapeuta
y
asi ser víctima de un efecto placebo. Dado que recha-
za la idea misma de que una experimentación
pueda
hacerse
por medio
de tales interrogatorios, la evaluación llamada experimental de los
re
-
sultados terapéuticos no tiene valor alguno en psicoanálisis: reduce siem-
pre el
alma a
un
a cosa.
Cuando, en 1934, el psicólogo Saul Rosenzweig le envió resultados ex-
perimentales probando la validez de la teoría de la represión, Freud se
mostró y prudente. No recusó la idea de experimentación, pero
reca1có sm embargo que los resultados obtenidos eran a la vez superfluos
y redw1dantes respecto a
Ja
abundancia
de
experiencias clínicas ya bien
establecidas
por
el
ps
icoanálisis
y
conocidas
por
las num erosas publica-
ciones de casos.
A
otro
psicólogo norteamericano
que
le
proponía
medir .la
libi
do
y
pone
r su nombre un freud) a la
unidad de
medid3¡ respondió también:
No
comprendo
lo suficiente
de
física como para
dar un
juicio fiable
en
la materia.
Pe
ro si
usted
me permite pedirle
un
favor, no llame su unidad
con mi nombre. Espero poder morir un dfa con una libido
no
medida .
5
En cuanto a las maneras de llevar a cabo las encuestas, deben ser cri-
ticadas. Si bien m uchas de ellas lo hicieron seriamente, particularmente
en los Estados Unidos, fueron también e objeto de múltiples controver-
sias. Otras
parecen
hoy francamente ridic
ul
as. Consta tamos
en
efecto
que
las preguntas hechas determinan muy a menudo las respuestas, como lo
muestran los protocolos llamados experimentales
que
consisten por
ej
emp
lo, en someter
a
un test la existencia de l complejo de Ed ipo pregtm-
tando a niños de
3
a
9
años si
son
o no hostiles
con
el
padre
del sexo
op uesto. Es
ev
ide
nt
e que, en semejantes condiciones, la casi totalidad de
los niños responden que
sus
pa dres les parecen muy buenos .
6
El
psicoanálisis parece tan to más atacado hoy cuanto que conquistó el
mundo por
la si
ngularidad
de
una
experiencia
sub
jetiva
que
s
itúa
el
in -
consciente, la muert e y la sexualidad en el corazón del alma humana .
En Francia, proliferan Jos informes periodísticos inspirados por el dis-
curso
de
las new·ociencias, del cognitivismo, o
de
la genética, que
no
tie-
nen otro objetivo que co mbatir el pensamiento freucliano. Hasta 1995, los
4.
Saul
Rosenzweig, An
experimental
s
tudy
of
memory
in relation
to the
theory of rcpression , Hritish fournal o Psyd10logy,
no
24,
1934,
pp . 247-265.
5. Véase Fritz Wtttels,
Fr
eud
et la femme-enfalll.
Les
ménroires
de
Fritz Wittels
(1955), texto establecido por Edward Ttmms, seguido de Sigmrmd Freud, / Jrom-
me,
la
doctrine, f écofe (Viena,
1924, París, 1929), Parfs,
PUF,
pp. 172-173.
6. Es el
método
que aplican
do
s suizo-alemanes, Wemer Greve y
Jeanelte Roos, en
Der
Uutergang des Odipus-komplexes, Bern Verlag-Hans Huber,
1996.
-
8/20/2019 Por qué el Psicoanálisis - Ed. Paidós.pdf
16/66
32
LA SOCIEDAD DEPRESNA
títulos
eran
más bien neutros y reflejaban una actualidad poüti.ca y c
ue
s-
tiones pr ácticas: "Especial
Freud
, el marxism_o se derrumb
a.
el
1sis .resiste", o incluso: "¿Tiene usted neces1dad
de
un pstcoanálisiS. .
Luego, el tono
devino netament
e antifreudiano: " Freud: ¿genio o
impos-
?
L · .
tr F d
9
tor?",H ¿Hay
que
quemar a Lacan. , a aencLa con a reu . .
Sin embargo, cuando leemos el detalle de las intervenciones reu
md a
s
bajo
esos
titulos
llamativo
s, vemos que dicen
Los informes dan
en
general la palabra a espeaa]t
stas
de
todo
tipo (pst-
cólogos, psicoanaHstas,
psiquiatras
, psicoterapeutas,
neuro
-
biólogos, intelectuales, etc.) y el diálogo se
in
s
taura
, a veces, por _d
e
manera bastante simplista (a favor o
en
contra de Freud y el pstcoanah-
sis ),
pero
también, y frecuentemente, en una
per
spectiva crítica
y en
el
respeto de las diferentes disciplinas. La mayorfa
de
las ve_ces,
lo
s
de ciencia
dan muestras
de prudencia. Excepto
algunos
meductibles, Jos
investigadores interrogados nunca desean quemar" a nadie .
¿Por qué el
psi
c
oanálisi
s suscita s
in
e
mbargo tanto
oprob1_o?
¿Qué
le
sucedió para es
tar tan pres
e
nte en
l
os debates sobre
el porverur del
hom-
bre y, a la vez, s
er
tan poco
atrayente
para aquellos que lo ven
como
en-
vejecido,
pasado
de
moda,
ineficaz?w
La significación de este descrédito d
ebe ser
bu
scada en la
ción reciente de los modelos de p
ensamiento desarrollados
por la pst-
quiatría dinámica
y sobre
los
cuales re
posa,
desde
hac
e
dos sig
los, el
recelo
del estatuto
de la locura y de la enfermedad psíquica en las socie-
dades occ
id
entales.
Uamamos
psiquiatría
dinámica" al conjunto
de
corrientes y
de
escue-
la
s que asocian
una
descripción de
la
s
enfermedades
del
alma
(locura), de
7.
e
Nouvel Observateur,
n"
1404,
del 3 al 9 de octubre de
1991
, y no1610, del
14
al
20 de septiembre
de
1995.
8. Scíences el aveuir,
febrero de
1997.
Este
dossier
consta _
e
una
larga entrevista a Daniel Widlocher quien hace un elogio del pstcoanáliSI
S.
9. Le Nouvel
Ob
servateur, n°1505, del9 al 15 de septiembre de 1993, Y
del 20 al 26 de marzo d e
1997
. Uno de estos números es consagrado a m1 bbro
sobre
La
ca n fncqu
es
Lacan. Esquisse d 1me vie, histoire d un systeme de pensée, Pa-
rís, Fayard, 1993), el otro al Oictiormnire de la psycltanalyse, del cual soy
co
aut? ra
con Michel Plon (Par[s, Fayard, 1997). [Ed. cast.: jacques Lacan . Esbozo _
e
_
ma
historia de rm sistema de pensamiento, Barcelona. Anagrama, 1995; D1cetonarw de
psiwanálisis, Buenos Aires, Paidós,
19
98.]
10. En un artículo de e Monde del11 de diciembre de
199
8, consagrado a la
hipnosis, Véronique MauruS escribe, a las psicot
er_apias
"breves", que sin embargo coexisten hace s1glo con el que
le
s sirve
de
modelo
de
referencia: "Pragmáticas, acotadas, desactualizan poco a
poco al viejo psicoanálisis hoy casi abandonado". ,. . .
11. Véase Hcnri F. Ellenberger, His
toire de
la
découverte de 1mcousciellf, op.
Clf.
EL ALMA
NO
ES U
NA
COSA
33
lo
s nervios (neurosis)
y del
humor (melancolía) a un
tratamiento
psíqu.i-
co de
naturaleza
dinámica; es decir,
haciendo
intervenir una relación
transferencia
entre
el mé
o
y el
enfermo.
Surg
ida
de
la medicina, la psiquiatría
dinámica
privilegia la psicogé-
nesis (causalidad psíquica)
sobre
la organogénesis (causalidad orgánica),
sin por ello excluir esta
última
, y
se
funda
en cuatro
modelos de
exp
lica-
ción de la psique
humana: un modelo
nosog
ráfico
nacido
de la psiquia-
tría qu e
permite
a
la vez una
clasificación universa l de las
enf
ermed
ades
y
una definición de la clínica en términos de nonna
y
de pa tología; un
modelo ps i
coterapéutico
heredado
de los
antiguos
c
urandero
s
que
supo-
ne una eficacia terap
éu
tica li
gada
a
un
po der de sugestión;
un
modeJo
-
losófico o fenomenológico
que
permite
comprender la significación del
trastorno psíquico o mental a partir
de
la experiencia (consciente o
in-
consciente) deJ sujeto; un mod elo cultural, que propone descubrir,
en
la
diversidad
de
as mentalidades,
de
las sociedades y
de
las religiones, una
explicación antropológica
del hombre fundada en
el contexto social o en
la diferencia.
En general, las escuelas o las corrientes privilegi
arm1 uno
o dos
mode-
los de interpretación
del psiquismo
,
se
gún los
paíse
s o
las
épocas.
El
sa-
ber
psiquiátrico
se
organizó
ampliamente
asociando tma clasificación
racional
de
las enfermedades mentales a un tratamiento moral; por el
contrario, las e
sc
uelas de psicoterapias predicaron tanto
una
técnica rela-
cional,
de
la cual estaba excluida la nosografía, como una etnopsicología
12
ha
ciendo volver
al paciente,
y
al h
ombre en general
, a
sus ra i
ces, a su gue-
to, a su
com
unidad o a su origen.
Nacido
con
Philippe
Pinel,
el modelo
nos
ol
ógico se desarrolló a lo lar-
go
de
todo
el s iglo
XIX
valiéndose
del
famoso mito de la abolición de las
cadenas inventado bajo la Restaw·ación por el hijo de l padre fundador
y
por
su
principal
alumno, Étienn
e Esquirol. ¿De
qu
é
se
trata?
Durant
e el
Terror,
poco
después de su
designación en
el Hospicio de Bicetre
(el1
1
de s
eptiembre
de 1793), Pinel
re
cibió la visita de
Couthon, miembro del
Comité de
Salud
Pública,
que
busc
aba
sospechosos entre
lo
s locos. Todos
temblaban frente a es te fiel
de
Robe
spierre, quien había dejado su silla de
ruedas para hace
rse
cargar por hombres. Pinello condujo a ver a los agi-
tados
en
su
s celdas, lo
que
le causó
un
mi
edo
intenso. Recibido con insul-
tos,
se
volvió ha cia el alienista y le dijo:
O
udadano, ¿estás tú
mi
smo Joco
12.
Relacionada con
la an ti
gua psicología de los puebl
os,
según
la
cual
ex
i
s-
tiría para cada nación, cada pueblo o cada etnia una organización específi
ca
del
psiquismo. Véase
la
tercera parte de este libro, capftulo 11.
13. Notemos que la anlípsiquiatrfa pri vilegió el modelo fenomenológico aso-
ciado al
nlod< l
o wlturill.
-
8/20/2019 Por qué el Psicoanálisis - Ed. Paidós.pdf
17/66
34
LA SOCillDAD DEPRESIVA
ue uieres liberar a
se
mejantes
an
imales?".
El médico
respondió los
eran tanto más
intratables cuanto que se encontraban
pnvados
aire y de libertad. Cou thon
aceptó
que se suprimieran las
cadenas,
pe-
g
ardia a Pinel contra su presunción. El fil
ántropo comenzó
o p uso en uc
....
. . .
entonces su obra: desencadenó a
lo
s locos y así dio ongen al alierusmo,
luego a la psiquiat ría. . . . _
La revolución pineliana con
sis
tió en Illlrar
al.
loco
Ya
no
como
m
sensato cuyo
discurso
estaría desprovisto
de
smo como un
do dicho
de
otra
manera,
un sujeto extraño a s1 m Sm?: no un
enjaulado y de spojado
de
su humru:udad porgue estar1a
de
sprovi
sto de
toda razón, sino un hombre reconoctdo como tal. . . .
Surgido
del alienismo," el modelo nosográfico pstqutsn:'o
humano
a
partir
de
grandes
estn
tctu ras significativ.as neurOSI
S,
perversiones, fobia, histeria, etc.) que
definen el
pnnap10
de norma
de una patología
y de
limitan las fronteras
de
la razón y la smrazón.
y
Este modelo nació ligado aJ de la psicoterapia, cuyo ongen se remon-
ta a Franz A nton Mesmer. . .
Hombre de la
ilustración
,
éste quiso arrancarle
a la rehgión la.parte
cura del alma
hu mana apoyándose
en
la falsa teoría
del
am -
mal, que se rá abandonada por sus sucesores. Curaba los histér1cos
Y
a
los poseídos s
in
el auxilio
de
la magia y sólo por mcd to
de
la fuerza
de
un poder
de
s
ug e
stión. . .
Por su parte, en la
víspera
de la Revolución, Pmel_ el trata-
. t oral a1 mismo tiempo que William Tuke, el
cuaq
u ero mglés.
Re
011en
o m b . · el
formó la clín
ka
al mostrar que un resto de razón su siSte s1empre en
alienado y
permite
la relación terapéutica . .
Diferenciada
de
otras formas
de
sinrazón
vagabundeo,
mendtadad,
desviación), la locura
segú
n Pinel se conv
irtió en
una Ello-
do desde entonces
se
r
curado
con ayu
da
de
una
nosografía adecua-
un tratamiento apropiado.
Se creó
él
el asilo -y
tarde
el
hospital
ps
iquiátrico- a in
de
alejarlo del hospttal general,
ese
Stmbolo.de
encierro de las
monarquías
de
Europa.
Esquirol dio luego
un
dogmático
a la enseñanza pi
ne
lian a, que desembocó,
en
1838, en La oficia-
lización del sistema as ilar.
14.
La
idea
de
que la división
entre
la humanid
ad y
la la
diferencia entre locura y razón es una constante
en
la historia la pstqwatrfa
Y
de la
locura.
Véase
sobre este
te
ma
1Jic;abeth
de Fontenay, Le
Stlencedes bates
Pa-
rís,
Fayard,
1998. . , C Jd . ·
1
5. Sobre la
hi
storia
de
la psiquiatría
en l
Siglo
vcase
Jan o stem,
Gmsoler el clnssifier
(Nueva York,
1987), Le 1
997
.
Véase también jacques Poste ,
que
hte el primero en
m1t
o de .a
lición
de
l
as
cadenas, en
Genese de In psychiatrie. Les
premters
ecrtls de Plultppe Pt
n
el (1981 , Le Plcssic;-Robinson, Synthélabo, 1998.
F.L ALMA
NO
ES UNI\ COSA
35
Entre el
mesmerumo
y
la revolución pineHana, la
primera psiquiatría
dinámica asociaba tm
mod
elo nosográfico (psiquiatría) con un modelo
psicoterapéutico (magnetismo, s ugestión) que
se
paraba la locura asilar
(enfermedades
del alma
, psicosis) de la locura
ordinaria
(enfermedades
de
los nervios, neurosi'>). Un siglo
más
tarde,
Jean Martín
Charcot, su úl-
tim o gran representante, anexó la neurosis (esta media locura) aJ modelo
nosográfico, haciendo de ella una enfermedad funcional. E asilo
siguió
siendo sin embargo dominante, con su cortejo de miserias, gritos y cruel
dades.
Habiendo
alcanzado una gran
sofisticación, la
psiquiatria
de fines
del siglo XIX se desinteresó del sujeto y lo abandonó a tratamientos
bár-
baros donde la palabra no tenia lugar alguno. Prefiriendo así la clasifica-
ción
de
las
enfermedade
s a la
escucha del
su
frimiento,
se
hundi
ó
en
un
a
especie de nihilismo terapéutico.
H eredera de Chru·cot, la segunda psiguiatrla
dinámica
tomó
vuelo
rei-
vindicando s
up
erlativan1ente
l
gesto inau
gural de
Pinel. Sin
remmdar al
modelo nosográfico, reinventó un modelo psicoterapéuticodando la
pala-
bra aJ hombre
enfermo
como lo
had
a
Hippolyte
Bemheirn en
Nancy
y
más tarde Eugen Bleul
er
en Zúrich. Encontró entonces su forma consuma-
da en las escuelas modernas
de
la
psico
logía (Freud y Janet). Como con-
traparte de es te
mo
vimiento, asistimos hoy a la dislocación
de
los cuatro
grandes modelos y a la ruptura del equilibrio que permitía
organizar
su
diversidad.
Frente al desarrollo de la psicofarmacología, la psiqtúatría abandonó
el modelo
nosográfico en beneficio de una clasificación de las
conductas
.
En consecuencia, redujo la psicoterapia a una técnica
de
supresión
de
los
síntomas. De alú una valorizaci
ón
empírica y a teórica
de
los tratamientos
de urgencia. El medicamento responde siempre,
sea
c
ual sea
la duración
de
la prescripción, a
una
situaci
ón
de
crisis, a
un
estado
sintomático.
Que
se
trate de
angustia
, de agitación, de melancolía, o de simple
ansiedad,
har
á falta primero
tratar la
11uella visib le
de
l mal,
luego
borrarla y,
final-
mente,
evit
ar buscar
la
causa de manera
de orientar
al paciente hacia
una
posición cada vez menos conflictiva y, por tanto, cada vez más depresi-
va. En
lugar
de las pa
-
8/20/2019 Por qué el Psicoanálisis - Ed. Paidós.pdf
18/66
C PÍTULO
El hombre conductista
Inscrita en el movimiento de una globalización económica que trans-
forma a
lo
s hombres en objetos la
socied
ad depresiva
ya
no quiere oír ha-
blar ni de culpabilidad,
ni
de senti
do
íntimo, ni de conciencia, ni de
deseo, ni de inconsciente. Cuanto más se encierra en la l
óg
ica narcisista,
más
hu
ye de
la
id ea de
subjetividad.
No se
interesa p
or
el inruviduo más
que para contabilizar
sus
logros,
ni
por el sujeto enfermo más que para
mi
rarlo como
un
a víctima . Y si busca sin cesar evalu
ar
el déficit, me
dir
la
fa
ll
a, determinar la cantidad del traumatismo,
es
con el fin
de no
ten
er
'lue preguntarse nunca más sobre su origen.
El
hombre
enfermo de la
so
ci
edad
depresiva es
as
literalmente
po-
Hefdo
por
un
sis tema biopoütico
que
pauta su pensamiento a la manera
de un gran brujo. No sólo no e ; responsable de nada en su vida, sino que
y no tiene el derecho
de im
ag inar
qu
e su
mu
e
rte
pu eda
ser un
acto rele-
vante de su conciencia o de
su
inconsciente. Recientement
e
por ejemplo,
,., ausencia de la menor prueba, y a pesar de les ené rgicas protest as de
numerosos psiquiatras, un investigadornorteruncricano pretendió que la
t iUSa exclusiv del suicidio residiria, no en una decisi
ón
subjetiva, un pa-
Wje al acto o un contexto histó rico, sino en una producción anormal de
-
8/20/2019 Por qué el Psicoanálisis - Ed. Paidós.pdf
19/66
38
LA SOCIEDAD
OE
I RESIVA
sero
tonina.• Así
se
ría borrado,
en
nombre
de
una p
ura
lógica químico-
biológica, el caráct
er
trágico
de un
acto
profundamen
te humano:
de
Cleo-
patra a Catón
de
Útica,
de
Sócrates a Mishima,
de
Werth
er
a E
mm
a Bovary.
Asimic;mo
ser
í
an
aniquilados,
por
la virtud
de un
a s
im p
le molécula, todos
los trabajos sociológicos, lústóricos, fi losóficos, literarios, psicoanalíticos,
de Émile Durkheirn a Maurice
Pinguet
,l que d ieron un a significación éti-
ca y no qtúmica a la larga tragedia de la
muer
te vo
lun
taria.
Ado ptando
principios
idé
n ticos,
alg
unos genetistas pretenden
exp
licar
el o rigen de la mayorfa
de las
cond uctas humanas. De
sde
1990, intent
an
poner
en
ju
ego
los mecanismos q
ue
ellos llaman genéticos
de la
homo-
sexualidad,
de
la
vio
lencia social, del alcoholismo o
de
la esquizofrenia.
En
1991, Sirnon LeVay
pre
te
ndió descu
brir en el hipotálamo el
sec
re-
to de
la homosexualidad.
D
os
ai'los
más
tarde,
otro
estudioso norteame-
ricano,
Dean Hamer
, to
mó
el rel
evo afirmando haber
aislado, él también,
el cromosoma de la homosexualidad a partir
de
la observación
de
una
cuarentena
de hermano
s gemelos.
En cuanto
a
Han
Brwmcr,
gene
tista
holandés,
no
dudó
,
en
1993, en establecer una relación entre
la
conducta
anormal
de
l
os
mi
embros de una
farniHa -
acusados
de violación o
de
pi -
romarúa-
y
la
mutación de
un
gen
que tiene a su cargo programar una en-
zima del cerebro (la monarnina oxidasa A .
Publicados
en
la revista
Science,
estos trabajos fueron
difun
d
idos
en la
prensa internacional
aun
cuando
eran violentamente
acusados
de
re-
ducdonismo
neurogenético
por
otros
expe
rtos.
Pru
eba de ello es la
va-
li
ente
intervención
de
St
even
Rose,
emine
nte
ne
urobiólogo británico:
Estas
idea
s
toman ho
y importancia
en
ciert
os
países corno los
Estados
Unidos
o Gran
Bret
aña porque sus gobiernos,
profundamente
de dere-
cha,
buscan
desesperadamente
encontrar
solucion
es
i
ndividual
es a
pro-
bl
emas
social
es
[
..
].
Luego
del artículo
de Dean Hamer so
bre l
os genes
gay,
numerosas
críticas fueron
pu b
licadas
y
por
el m
omento
sus
bases
no
pudieron ser reproducidas
ni
por
él, ni
por otros[ .
.]. De
una man
era
ge-
neral
, es
in t
eresante
destacar
que ciertas re vistas cientfficas pu b lican in-
1.
El
artículo de John
Mann fue pu
blicado
en
la revista
Nnhtre
Medici11e en
enero de
1998. VéaRe Le Figaro
del
ll
de febrero de
1998,
donde leerem
os ta
mbién
las protestas de Édouard Zarilian. La serotonina es una sustancia animada pro-
ducida por el te
ji
do intestinal
y
cerebral que desempeña cJ papel
de
neurome-
diador. Ciertos antidepresivos (
lo
s IRS
o
inhibidores
de
recap
taci
ón
de
la
serotoni
na
) aumentan su actividad. De alú, la idea de que L depresión
no
se
deberfa más que
a
una disminución de
la
actividad de la serotonina.
2. Sob
re
esta cuestión, véase É
li
sabeth Roudinesco
y
Michcl Plon, Dictiomrairt
de In
psyd10nnlyse
op.
cit., entrada s
uici
di o . Y sobre l
as
figuras antiguas y mo-
dernas
de
la suicidologra, véase Maurice Pinguet. La
Mo rt volontnire Jnpou, Pa-
rí ,
Calümard,
1984.
El. HO.MI3RF. CONDUCTISTA
39
vestigaciones sob re el hombre
que
son t
an
ma las
que
las hubieran recha-
si
se r:fujeran
a
anima
les f ].Todas
estas
investigaciones
son
una
consecuencia de la pérdida catac;;trófica que afectó al mundo occidental
últimos años. Pérdida
de
la
esperanza
de en
con
tr
ar
so luciones so-
Cia les a
prob
lemac; sociales: Desaparición
de
las democracias socialis tas y,
para
al
gunos, de la creen
Cla en que
hab ía un a c;ociedad me j
or al
este de
Europa[ ..].
a
modo de
b
roma
en
la
revista
Nature que
con es-
te
tipo
de
mvestigactón pretenderíamos
pron
to
que
la guerra en Bosnia fue-
ra la
consecuencia
de un
problema
de
serotonina
en
el cerebro del
doc
t
or
Karadzic Yque podría
se
r frenada por una prescripción masiva
de
Prozac .'
El recurso sist
emát
ico al circ
ulo
vicioso
de
la
causalidad
ext
erna
-g
e-
n
.es, neur
onas,
horm
onas, etcétera-
tuvo
corno consecuencia
Ja dis
loca-
Ción de_ la psiquiatría dinámica
y su
reemplazo
por
un si
stema
d
onde
no su bsisten
má
s
que dos modelos
explicativos: e l or-
por un
lado, portador
de
una
univ
ersalidad simplista; la dife-
rcnaa,
por
el otro, portadora
de
un culturalismo empírico. De ahí resul ta
una
red
uctora en tre el
mund
o
de
la
razón
y el
universo
de las
mentalidades,
entre
las afecciones del cuerpo y las del espíritu, entre Jo
universal y lo
particular
.
Es esta escisió n la
que
está
en el
origen
de
la valorización actual
de
la
l'Xp
licación étnica (o ident i taria), la cua l se instala en
lugar
de la referen-
da
al A
parta
do
de lo
s otros grandes
modelos de
la psiquia-
tría dinam1ca,
el modelo
cul
tur
alista
pa
rece en efecto est
ab
l
ecer una
humanización de l
sufrimie
nto cuando en realidad deja creer al paciente
lJ
Ue su malestar no
viene de él o
de
su& relaciones
con suc;
semejantes si-
no de
lo
s
de
Jos
de
los maleficios o, en una
pala
-
bra,
de
la
:ult
ura_
y
de
la
pertenenaa llamada
étnica: un
o
tra
parte
al
cual
se sustituye siempre
con
otro otra parte
.
La
exp
licación
por
lo cul-
tural
se
acerca
así
a la causa lid
ad
orgánica y reenvía al sujeto al universo
de la posesión.
Al
final su vida, _
Freud
t
en a
conciencia
de que
los progresos
de
la
fnrmacol?g1a
un
día los límites a la técnica
de
la
cura por
la
pRiabra: 'El futu ro nos
enseñará quiz
ás a
actuar
directamente
l On
_ciertas sustancias quím.icas, sobre las cantid
ades
de
y
su
repartiaon
en el
aparato psíq
uico. ¿Descubriremos tal vez
otras po-
3. Co
nversación con Steven Rose,
en Libémtion del 21
de marzo de
1995.
4. Sob re
la
crítica de esta posición, véase la tercera
pa
r te del libro, capítulo 11.
5. So
bre esta cueslión, véase Fc
thi Ben
slama, Qu'est-ce qu 'une clinique de
l't•xil?
,
Cnllirr
s lntersiglles n 14
, 1999.
-
8/20/2019 Por qué el Psicoanálisis - Ed. Paidós.pdf
20/66
40 LA SOCIEDAD DFPRESIVA
sibilidades terapéuticas i
ns
ospechadas?
Pero
p or el moment o, sólo di sp o-
nemos de la técnica
ps
icoanalf
ti
ca. Por ello, a pesar de tod as s
us
limita-
ci
ones, co
nvien
e no menos
pr
eciarla .
6
Si bien Freud no se
equ
ivocaba, esta
ba
lejos de imaginar que el saber
psiqui
át rico
serí
a aniquilado por la
ps
i co
farm
acología. Asi
mism
o, no
ima ginaba que la generalización de la práctica psicoanalítica en la m ayo-
ría de los países occiden tales
se
ría
cont
emporánea
de
ese progresivo ani-
q
ui l
amiento y del despliegue
de
las susta ncias qu1micas en el tratamie
nto
de las enfermedad
es
del a
lma
.
P u
es
no sólo el pltánnakon no
se
op o
ne
a la psique sino que uno y otro
están históricamente ligados, como
mu
y bien lo s
ubr
aya Gladys Swain:
'' El momento en
que
la panoplia completa de los neurolépticos y de los
antidep
resivos se despliega masivamente en la práctica psiquiátrica y la
tran
sfo
rma
es
también
el mo
mento
en q ue la ori
en
tación
ps
icoanalítica y
la
op ción instituci
onal
se vu elven
dominan
tes .
7
En pri ncipio, se
deberí
a hab
er man
tenido un equilibrio entre el trata-
miento
por medi
o
de
psicotrópicos y el psicoaná lisis,
entr
e la evolución
de las ciencias del cerebro y el perfeccionamiento de los
modelos
signifi-
cativos
de
explicación del psiqui
sm o
. Pero no fue el caso. A partir de los
años ochenta, todos los tratamientos ps fquicos racionales,
in
spirados en
el psicoanálisis, fueron violent
ame
nte ata
cad
os en n
ombr
e de la
pr o
gre-
sión espectacular de la psicofarmacologfa. Al p
un
to que los
mi
smos ps
i-
quiatras, ya lo he di cho,
se
inquietan hoy y criticru.1 duramente sus
a
spec
tos nocivos
y
perversos. Temen, en efecto,
ver de
saparecer su disci-
plina en beneficio
de
un a práctica hí br
id
a qu e, por un lado, reser var ía la
hos
pi t
alización para la
lo
cura crónica, pensada en
t,érminos
de e
nf
erme-
dad
orgánica y vincul
ada
a
la
medici na y, por otro, devolvería a los psi-
cól
ogos
clínicos los pacientes que no estarían
tan
locos como para
com
pe
ter a
un sa
b
er
psiqui
átr
ico co
mp
let
amen
te
do
mi n
ado por los
ps
i-
co
tr
ópicos y las neurociencias.
Para medir el impacto de es ta mutación mu nd ial, basta con estudiar la
evolución
de
l famoso
Ma
n
ua
l diagnóstico
y
estad ís tico de los trastornos men-
tales (
DS
M), cuya prim era versión (DSM l) fue elaborada por la
Am
eric
an
P
sy
chiatric Association
(APA)
en
1952.
8
En esa fech
a,
el
Manual
tenía en cue
nta
las e
xpe
riencias de l psicoaná-
lisis
y de la ps
iqu
iatría dinámica. Defend ía
la
idea de que los trastornos
6.
Sigmund Freud, brégé de
psycfrallaly
sc
(Londrc'l, 1946),
París, PU F
, 1949,
p. 52. [Ed.
ca
st. :
Co
mp
endio de
ps
icoanálisis,
O.C.,
L
21.]
7.
Gladys Swain, Ch imie, cerveau,
esprit
el société (1987), en Dialogue avcc
l insertsé, París, Gall i
ma.rd
, 1994, p. 269.
8. Véase Stuart Kirk y Herb Kut chins, Aimcz-vou s le DSM? Le lriompl1c dL la
psycl1atrie américni11e (Nueva
Yo rk, 1992),
Le Plessis-Robinson,
199H.
EL IIOMBRF CONDUC.TISTA
41
psíquicos y mentales de pendían, en lo esencial,
de
la historia inconscien-
te del suj
et
o, de su lu
ga
r en
la
familia y de su rel
aci
ón con el ent
orno
so-
cial. Dicho
de
otra manera, mezclaba un triple enf
oq
ue: el cultural (o
social), el existencial y el pa tológ ico en relación con
una
norma . En esta
perspectiva, la n oción
de
causalidad orgánica no est
ab
a d escuid
ad
a, y la
psicofarmacologfa, en plena e
xpa
nsión, era utilizada en asociación con la
cura por la palabra o c
on otra
s te rapias di ná
mkas.
Pero con el d esa
rr
ollo
de
un enfoque liberal
de
Jos tratamientos, que
somete la clínica a un criterio de rentabilidad, las tesis freudianas fueron
ju
zga
das ineficaces en el plan terapéutico: la cura, se deda, era
mu
y lar-
ga y muy costosa. Sin tener en cuenta que sus resul tados no eran mensu -
rables: cuan do se
in t
en·
ogaba
a
un
sujeto
an
alizado, ¿éste no r
es
po
nd í
a,
en general, que si bien había sido transfo
rmad
o por su experiencia, no
podía por ello deci
rse
curado ?
El matiz
es
considerab le, y concier
ne
a la definición misma del estatu-
to de la curación
en
psicoanálisis. En efecto, como ya he dicho, en el cam-
po
del ps
iquis
mo n o h ay curación en
el
sentido que constat
am
os en el de
las enferm
edades
somá ticas, g
en
éticas u or
gá
nicas. En la
medi
cina cientí-
fica la eficacia repo
sa
sobre el mode lo signos-diagnós tico-tratamiento. Se
constatan s
íntoma
s (fiebre),
se
n ombra la enfermedad (tifoidea),
se
admi-
nistra un tratamiento (medicamento antibiót ico). El en fe
rmo
es tá entonces
curado de l
me
canismo biológico de la enfennedad.
9
Dicho de otra ma-
n
er a
,
contrariamente
a las medicinas
tradi
cionales, para las cual
es
el alma
y el cuerpo forman una totalidad incluso en una cosmogonía, la medicina
científica
se
fu
nda
sobre un separación
entre es
tos dos ca mpos.
Tratándose
del
psiquis
mo
, l
os
sínto
ma
s
no remiten a
una
so
la en fe r-
medad, y ésta no es exactamen te una enfermedad (en el sentido somáti-
co), sino un estado. Así como la curación no es o tra cosa más que
un
a
t
ra
nsformación exé.tencial
de
l sujeto.
Después de
1952,
el Manual fue revisado en varias ocas iones por la
ArA
en el
se
ntido de un abandono radical de la
síntes
is efectuada
por
la
psiquiatría dinámica.
Ca
lcado sobre el esque
ma
signos-diagnóstico-trata-
miento, terminó por eliminar de sus clasificaciones la subjetividad mis-
ma. Se hicie ron cu
atr
o revisiones: en 1968 (DSM II
,
en 1980
D S ,
en
1
7
D
SM
Ul
-
R
,
en
1994 (DSM
IV).
El resu ltado de esta progresiva ope-
r.lción de limpieza, llamada ateórica ,
fue
un
de
sas
b·
c. Apuntaba funda-
mcntaJm ente a
de
m ostrar que el trasto
rn
o del a lma y
de
l psi
qui
smo
debí
a
reducido al equivalente de una avería en un motor.
t). Ccorgcs Ca ngu
il
hem escribió páginas magní
fi
cas sobre esta cues
ti
ón, en
Le
N rll ll llli l l
/
[ l l lfl lfl lcl,.:Í IIIf 1943), Pa rfs,
PU
F, 196ó.
-
8/20/2019 Por qué el Psicoanálisis - Ed. Paidós.pdf
21/66
42
LA
SOC
IEDAD DEl
1
RESIVA
De ahi la eliminación
de
toda la terminología elaborada po r
la
psiquia-
tría y el psicoanálisis. Los conceptos (psicosis, neurosis, perversión) fue-
ron reemplazados
por
la noción
blanda de
trastorno disorder
=
desorden), y las entidades clínicas abandonadas en beneficio de una ca-
racterización sintomática de estos famosos desórdenes. La histeria fue re-
ducida a
un
trastorno disociativo o convertivo , s'Jsceptible de ser
trat
ado
como
un
trastorno depresivo, y
la
esq
ui
zofrenia asimilada a una
perturbac ión del pensami ento, etc.
Buscando, por
otra parte
, evitar tod a disputa, las diferentes versiones
del DSM terminaron por abolir la idea misma de la enfermedad. La ex-
presión trastorno mental sirvió para contornear el delicado problema
de
hacer
sentir
inferi
or
al paciente, que, si
era tratado
como enfermo, po-
día
pedir
reparación al profesional del DSM, incluso entablar contra él
demandas judiciales. En la misma perspectiva, reemplazamos
el
adjetivo
alcohólico por dependiente del ak ohol y
pref
erimos renunciar a la
noción de
esq
uizofrenia en beneficio de una perífrasis: aquejado por
trastornos que remiten a m1a perturbación
de tipo
esquizofrénico .
Preocupados también por preservar las diferencias culturales, los
au-
tores del DSM discutieron la cuestión de saber si las conduct as políticas,
religiosas o sexuales llamadas marginales debían de ser o
no
asimila-
das a los trast
ornos
de
la
conducta. Concluyeron
por la
negativa, pero
afim1aron también que el criterio de agnóstico sólo tenia valor si el pa-
ciente pertenecía a un grupo étnico dif erente al del examinador.
111
Con las diferentes revisiones, los prom otores del DSM se ponían, cada
vez,
un poco más
en ridículo. Ent re
1973
y
1975,
olvidaron incluso los
principios fundamentales
de
]a ciencia.
Sustituyeron homosexualidad por homosexualidad ego-distóni-
ca , expresión
que
designa a aquellos cuyas pulsiones se s
umen
en la de-
presión. Se trataba,
en
ese caso, corno lo hizo
notar
Lawrence
Hartmann
,
de eliminar
una
entidad nosográfica para sustituirla por la descripción de
un
estado depr esivo o ansioso susceptible de ser tratado por la psicofar-
macología o el conductismo: Me parece
pr
eferible -decfa-no utilizar la
palabra homosexu al,
que
pu
ede
hacer
daño
a la persona.
La
palabra
de-
presión
no plantea problemas, neurosis de angustia tampoco [ ..].Utilizo lac;
categorías más vagas y más generales siempre y cuan do sean compatibles
con mi afán de verdad. L
as
compañías de seguros saben positivamente
que
los diagnósticos
que
les comunican son edulcorados a fin de
no
per-
judicar al paciente.
En
1975,
un
comité
de psiquiatras negros exigió la inclusión del racis-
mo
entre los trastornos mentales. Princi
pal
redactor del
Manual,
Robert
10.
Édouard
Zarifian describió
muy bien
esta
deriva en
Des pnradis .. op.
cit.
1
.
1/lirl.
p.
152.
EL HOMBRE ON UCTISTA
43
Spitzer rechazó con toda
razón
esta sugestión,
aun
dando
una
definición
insensata del racismo: En el marco del DSM lll, deberíamos cit
ar
el ra-
cismo como un buen ejemplo de un estado correspondiente a un funcio-
namiento psicológico no ópti mo que, en ciertas circunstancias, debilita a
la
persona
y conduce a la aparición de síntomas.
12
Los principios enunciados por
el
Manual tienen au toridad de una pun-
ta a
la
otra del planeta desde que fueron adoptados por la Asociación
Mundial_de (WPA)n fundada por Henri Ey en
1950,
luego por
la OrgamzaClón
Mundial
de la Salud (OMS). En la décima revisión de su
clasificación de l
as
enfe
rmedades
(CIM-1O), en el capítulo F, la OMS de-
finió, en efecto, lo
s trae;
tornos mentales y los trastorn os de l conducta se
gún los mismos criterios que el DSM fV. Finalmente, después de
1994,
en
la
nueva
revisión del DSM (o DSM IV-R ,
lo
s mi
smos
principios
-llama
-
dos Zero-to-three (o 0-3)- fueron ajustados para el estudio de l
as conduc
-
tas consideradas disociativas, traumáticas
y
d
ep
resivas de los lactantes y
de ]os
niño
s de corta
edad.
La dislocación de los cuatro
grandes
modelos, que habían permitido a
la
psiquiatría dinámica asociar
una
teorfa del sujeto a
una
nosología y a
una antropología,
tu
vo pues
por
resultado separar
al
psicoanálisis de
la
psiquiatría, traer a ésta de vuelta al campo de
una
medicina biofisiológi-
exc1uyendo la subjetividad, luego de favorecer
una
formidable explo-
de las reivindicaciones identitarias y de las escuelas de psicoterapi
as:
pnmero
en los Est
ados
Unidos, luego en todos los países
de
Europa.
al
mismo tiempo que el psi_coanálisis, esas escuelas de psico-
tiene_n
punto
en
comun
contornear los tres conceptos
freud1an
os
de mcon
sa e
nte, de sexualidad y de transferencia. Al incons-
ciente freudiano le
oponen
un subconscien te cerebral, biológico o auto-
mático; en relación con la sexualidad en el sentido freudiano (conflicto
psíquico
),
prefieren tanto
una
teoría culturalista
de
la
diferencia d e los se-
xos o de los géneros co
mo una
teorfa de los instintos. Por último, a
la
transferencia como motor
de
la clínica
de
la cura
oponen una
relación
te-
rapéutica derivada de la sugestión.
Así, cac;i todas estas escuelas proponen
al
sujeto, sa turado de medica-
mentos, de causalidades externas, de astrología y de DSM,
tma
relación
Jcrapéutica
más
hum ani'5ta, mejor
adaptada
a su demanda.
Y
sin
dud a,
la progresión de las psicoterapias es, en tal contexto, ineluctable, incluso
necesaria. Dicho de otra manera, si el siglo XIX fue el siglo de la psiquia-
12.
U1id.
p. 172.
13.
Se
impuso la s igla en inglés: WPA (World P::.ychiatric AsSociation).
14. En 1995, habíA a l
r