Por Que La Gente No Cambia de Opinion
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POR QUE LA GENTE NO CAMBIA DE OPINION?
Participo de varios foros de psicología. Encuentro una y otra
vez los mismos argumentos frente a los mismos planteos.
Encuentro mucha gente proponiendo buenos argumentos y
citando evidencia sólida y aún así, las creencias siguen
intactas. Encuentro que aún siendo refutada la información
sobre la que se basa una creencia, la creencia permanece.
Encuentro, quizá sea lo más difícil de entender, que las
creencias –en algunos contextos llamadas “teorías”-se basan
en muy poca información, débil e insuficientemente
demostrada, escasa para las conclusiones generales que
genera. Fugazmente recuerdo que alguien dijo una vez que
incluso si el cuerpo de Cristo fuera encontrado, los fieles
permanecerían fieles.
Intentando encontrar respuestas para este fenómeno –
dejando de lado las emociones que genera- y considerando
que si alguien se aferra con todas sus fuerzas a algo que ya
ha sido desacreditado es porque ese aferrarse cumple una
función muy importante en su vida, me encontré con una
serie de investigaciones llevadas a cabo por un grupo de
personas que se preguntaron lo mismo que yo bastante
antes y de mejor manera. Espero no aburrirlos demasiado
con los datos que siguen a continuación, pero si se
encuentran igual que yo, tratando de entender qué sostiene
este fenómeno, seguramente les van a interesar.
Participemos o no de foros de discusión, todos alguna vez
intentamos cambiar la opinión de un amigo sobre algún
tema puntual y nos encontramos frustrados al fallar en esa
misión. Ofrecemos evidencia sólida y buenos argumentos
que no producen ningún cambio en las creencias del otro.
De hecho, sospechamos que nosotros mismos podemos
cometer intransigencias similares cuando nuestras propias
creencias son atacadas.
De estas observaciones de la vida cotidiana, hay dos
preguntas obvias que surgen: ¿Somos propensos a persistir
en nuestras creencias acerca del mundo hasta el punto en
que son indefendibles? Y si es así ¿Por qué?
Ofrecemos evidencia sólida y buenos argumentos que no producen ningún
cambio en las creencias del otroLa primera pregunta aparentemente simple es bastante
compleja. Notemos que cualquier consideración al respecto
de que nuestras creencias son menos permeables a las
discusiones empíricas o lógicas de lo que “deberían ser”
requiere que podamos especificar cuánto cambio en
nuestras creencias “debería” ocurrir en un desafío particular
a dichas creencias. Las observaciones de la vida cotidiana
rara vez permiten esa especificación.
Pero hay un caso en el cual no podemos ser muy flexibles.
Son aquellos en los quetoda la evidencia que originalmente
dio lugar a una creencia en particular
escompletamente desacreditada. Cuando toda la evidencia
en la que se basó una creencia se muestra ficticia, entonces
esperamos que la creencia se revierta –cambie.
Veamos que nos dicen al respecto algunas investigaciones:
Ross, Lepper, and Hubbard (1975), realizaron una investigación en la que pidieron a los sujetos que distingan entre notas suicidas verdaderas y falsas. Se les comunicaba que se estaba evaluando su capacidad de empatía y sensibilidad social. Luego, los investigadores proveyeron falso feedback indicando su aparente éxito o fracaso en discriminar las notas. Finalmente, a la mitad de los sujetos, en una instancia posterior de debriefing se les explicó que el feedback era falso. Aunque los sujetos entendieron y aceptaron este “debriefing”, sus predicciones de éxito a futuro y de sus propias habilidades continuaron estando muy influídas por el feedback previo de éxito o fracaso que había sido desacreditado. Esto es: quienes habían recibido un feedback de éxito continuaron creyendo en sus habilidades para discriminar luego de que se comunicó que ese feedback era falso. Lo mismo para el grupo que recibió feedback de fracaso.
Jennings, Lepper, & Ross (1980) y Lepper, Ross, & Lau (1980) mostraron que primeras impresiones equivocadas acerca de la habilidad de los otros para la persuasión y el razonamiento lógico sobrevivían a pesar de la remoción de la evidencia inicial.
Parece sorprendente. Pero esto no es todo. Queda una
cuestión importante por resolver que tiene que ver con la
segunda pregunta que nos hemos hecho: la pregunta por el
mecanismo que puede estar sosteniendo la perseverancia de
las creencias. La hipótesis central es que un proceso
cognitivo fomenta esta perseverancia. Este proceso
involucra la formulación de guiones causales o explicaciones
y deriva de nuestra tendencia a buscar o construir
explicaciones para dar cuenta de eventos salientes del
ambiente o relaciones entre eventos que son percibidos
(Kelley, 1967, 1973).
Tales explicaciones causales permiten al observador tener
un recurso eficiente para organizar y entender el mundo
social. Sin embargo, debido a que esas explicaciones pueden
volverse independientes de la información que originalmente
les dio origen, ellas pueden contribuir a la persistencia
injustificada de creencias y teorías. Una vez que una
explicación causal es generada, continuará implicando la
probabilidad del estado de cosas explicado aún cuando las
bases originales para creer en ese estado de cosas sean
eliminadas. Ross, Lepper, Strack, & Steinmetz (1977)
mostraron en una investigación que dar una explicación
para un posible resultado en la vida de una persona
incrementó la estimación subjetiva de probabilidad de
ocurrencia de ese resultado –creían que había más
probabilidades de que suceda en el futuro.
La gente se aferra a sus creencias mucho más de lo que es lógicamente
esperableRespecto a los dos interrogantes que planteamos al
comienzo, voy a compartir una investigación realizada por
Anderson, Lepper y Ross (1980) cuyos resultados son
bastante llamativos y que apoyan los resultados de las
investigaciones citadas anteriormente. La investigación
consistió en dos estudios.
En el Estudio 1 los sujetos fueron inducidos a creer que
había o bien una relación positiva o bien una relación
negativa entre la “preferencia por el riesgo” en bomberos y
el consecuente” éxito” como bomberos en su desempeño. Es
decir, a un grupo se lo indujo a pensar –a través de la
presentación de dos casos de bomberos- que la preferencia
por el riesgo se relacionaba positivamente con el éxito como
bomberos y a otro grupo se lo indujo a pensar que la
preferencia por el riesgo se relacionaba negativamente con
el éxito como bomberos. Luego se les pidió que escribieran
una explicación escrita de dicha relación. Posteriormente,
un grupo de ellos recibió un debriefing en donde se les
contaba que la información aportada al comienzo –los dos
casos en donde se mostraba relación negativa o positiva
entre las variables- era falsa y que no tenía ningún valor
probatorio. El otro grupo no recibió ese debriefing.
Finalmente, todos los sujetos –de ambos grupos-
completaron una serie de cuestionarios que evaluaban sus
creencias respecto a la verdadera relación entre estas dos
variables y el poder predictivo de esta relación. También
hubo un grupo control que no recibió ninguna información
sobre la relación entre estas dos variables pero completó las
medidas del final.
¿Qué esperaríamos de los resultados? Quizá que el grupo
que recibió el debriefing abandone la idea de que estas dos
variables se relacionan de la forma explicada, ya que la
información inicial fue desacreditada. Veamos qué ocurrió:
en principio llama la atención que hayan establecido fuertes
explicaciones causales basándose en la información de sólo
dos casos de bomberos. Fueron expuestos a información
inicial muy débil que generó un fuerte efecto en sus
creencias. Sólo por leer dos casos, un grupo estaba
convencido de que había una relación negativa entre
preferencia por el riesgo y éxito posterior, y el otro grupo
estaba convencido de la inversa. Pero ¿qué ocurrió con el
grupo que recibió debriefing diciendo que los dos casos eran
falsos? El descrédito total de la evidencia en la que se
basaron para armar sus explicaciones tuvo mínimo
impacto en sus creencias respecto a la relación existente
entre la preferencia por el riesgo y la habilidad como
bomberos. En el grupo con condición de debrefing, los
sujetos que fueron expuestos a información que indicaba
una relación positiva continuaron creyendo que dicha
relación positiva existía, mientras que los sujetos expuestos
a información que indicaba una relación negativa
continuaron creyendo que existía relación negativa.
Las creencias iniciales pueden perseverar incluso frente a la invalidación de sus fuentes
Esto apoya la hipótesis de que aún luego de que la evidencia
inicial en la que se basa la creencia fue totalmente
desacreditada, la gente falla en reconsiderar y revisar sus
propias creencias. El hecho de que las teorías de los sujetos
sobreviven virtualmente intactas es particularmente
sorprendente, cuando además consideramos lo débil de la
información inicial (como en este ejemplo, sólo dos casos).
Pero aun falta algo. En el estudio 1 todos los sujetos
armaron explicaciones sobre esta relación, de modo que es
difícil evaluar desde ahí si las explicaciones juegan un rol
mediador importante o no en la perseverancia de las
creencias. Era necesario otro estudio.
En el Estudio 2 se intentó averiguar si las explicaciones son
necesarias como precondición para la perseverancia de las
creencias o si, en todo caso, incrementan la magnitud de
dicha perseverancia. Igual que en estudio 1, todos los
sujetos recibieron información con casos ilustrativos
respecto a la relación positiva o negativa entre las dos
variables para que “descubran” la relación. A un tercio de
los sujetos se les pidió que escriban una explicación que dé
cuenta de la relación descubierta y luego recibieron
debriefing respecto a que los casos presentados eranfalsos.
A otro tercio no se les pidió explicación y recibieron
debriefing respecto a la falsedad de la información. Al tercio
restante no se les pidió explicación y no recibieron
debriefing. De modo que quedaron conformados tres grupos:
1) No explicación/No debriefing; 2) Explicación/ Debriefing y
3) No explicación/ Debriefing. Finalmente, como en el
estudio anterior, los sujetos completaron una serie de
cuestionarios que evaluaban sus creencias respecto a la
verdadera relación entre estas dos variables y el poder
predictivo de esta relación.
La perseverancia de las creencias está mediada en parte por la generación de explicaciones
causalesSi la hipótesis mencionada al comienzo es cierta, y el
armado de explicaciones tiene poder mediador sobre la
magnitud de la perseverancia en las creencias, esperamos
que de los grupos que recibieron debriefing, presente mayor
perseverancia aquel que realizó la explicación escrita. Y eso
fue lo que ocurrió: aquellos que no realizaron la explicación
y recibieron debriefing refirieron creencias menos
extremas que aquellos que sí realizaron la explicación –y,
por supuesto, que aquellos que no recibieron debriefing-. De
esta manera, podemos notar que el proceso de explicar la
relación observada aumenta la perseverancia de los sujetos
en sus creencias respecto de la relación que “descubrieron”.
Estos resultados nos permiten concluir tres cosas: a) que la
gente se aferra a sus creencias mucho más de lo que es
lógicamente esperable, aún cuando la evidencia que las
sostiene es sumamente débil, como es el ejemplo de dos
casos de dudosa procedencia, b) que las creencias iniciales
pueden perseverar incluso frente a la invalidación de sus
fuentes, c) que la perseverancia de las creencias está
mediada en parte por la generación de explicaciones
causales, aun luego de la refutación de la información en la
que se basan.
Quedan algunos interrogantes que hipotéticamente podrían
constituir posibles formas de disminuir la perseverancia en
las creencias y los efectos adversos que tiene en tantas
áreas como en los contextos clínicos o de toma de
decisiones: ¿los efectos de esa perseverancia podrían
reducirse si los sujetos, luego del debriefing, fueran
invitados a pensar en las explicaciones que hubieran dado si
hubieran estado en el otro grupo opuesto al de ellos? ¿o si se
les hubiera solicitado hacer una lista de todas las posibles
razones que podrían imaginar que podrían producir tanto
una relación positiva como negativa entre las dos variables
estudiadas?
¿Podría ser la práctica de tomar diferentes perspectivas un
antídoto contra la perseverancia de las creencias
desacreditadas? ¿Qué hace que algunas personas muestren
más perseverancia que otras? Quedan muchas preguntas sin
responder pero como ocurre con la buena investigación, más
que cerrar con respuestas, habilita nuevas y mejores
preguntas.
Ilustraciones de Fabián Valenzuela. Te invitamos a
visitar su Página de Facebook para que conozcas más
de su trabajo.
Referencias
Anderson, Lepper & Ross (1980) Perseverance of Social
Theories: The Role of Explanation in the Persistence of
Discredited Information. Journal of Personality and Social
Psychology, Vol. 39, No.6, 1037-1049.
Jennings, D. L., Lepper, M. R., & Ross, L. Persistence of
impressions of personal persuasiveness:
Perseverance of erroneous self-assessments outside the
debriefing paradigm.Unpublished manuscript, Stanford
University, 1980.
Kelley, H. H. Attribution theory in social psychology. In D.
Levine (Ed.), Nebraska symposium on motivation (Vol. 15).
Lincoln: University of Nebraska Press, 1967.
Kelley, H. H. The processes of causal attribution. American
Psychologist, 1973, 28, 107-128.
Ross, L., Lepper, M. R, & Hubbard, M. Perseverance in self-
perception and social perception: Biased attributional
processes in the debriefing paradigm. Journal of Personality
and Social Psychology, 1975, 32, 880-892.
Ross, L., Lepper, M. R., Strack, F., & Steinmetz, J. Social
explanation and social expectation: Effects of real and
hypothetical explanations on subjective likelihood.Journal of
Personality and Social Psychology, 1977, 35, 817-829.