Posible, la llegada de tsunamis a costas del paÌs · los tres metros de elevaciÒn, lo que...

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Viernes 27 de enero de 2017 EL UNIVERSAL E12 CULTURA PROYECTO UNAM Texto: Fernando Guzmán Aguilar [email protected] Curso sobre mujeres emblemáticas El Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM invita al curso “Mujere s emblemáticas en la literatura y en la historia”, que se realizará los miércoles del 1 de febrero al 28 de junio, de 17:00 a 20:00 horas, en la Sala de Usos Múltiple s del citado instituto, en CU. Informes en los teléfonos 56-22-18-88 y 56-22-66-66, extensión 49448, y en el correo electrónico i i f l e d u c o n @ g m a i l.c o m Geofísicos pumas monitorean la actividad del Sol Científicos del Instituto de Geofísi- ca de la UNAM a cargo del Servicio de Clima Espacial México (Scies- mex) en el c a m pu s Morelia moni- torean permanentemente la activi- dad del Sol —viento solar, magne- tosfera, ionosfera y termosfera—, cuyos procesos físicos en periodos de mayor dinamismo podrían im- pactar, en particular, en los gene- radores de energía eléctrica y los sistemas de telefonía, así como en la órbita de satélites artificiales. El clima espacial es toda la in- fluencia que tienen las emisiones de la actividad del astro en nuestro planeta. Software para valorar visión cromática Investigadores de la Facultad de Es- tudios Superiores (FES) Iztacala y del Centro de Ciencias Aplicadas y Desarrollo Tecnológico, así como alumnos de servicio social y estu- diantes de la licenciatura en Opto- metría, dirigidos por Myrna Valera Mota, de la FES Iztacala, desarro- llaron un s o f twa re que permite eva- luar la sensibilidad a la longitud de onda del ojo humano para valorar su visión cromática, cuya deficien- cia (conocida como ceguera del co- lor o daltonismo) impide detectar los colores y sus tonalidades. Alum- nos del CCH plantel Vallejo ya son revisados con él. Posible, la llegada de tsunamis a costas del país México corre el riesgo de ser golpeado por tsunamis. En los últimos 283 años se han regis- trado más de 60 en las costas del Pacífico occidental. Entre los más importantes destaca el de junio de 1932: un sismo con una magnitud de 6.9 en la escala de Richter generó en los litorales de Jalisco y Colima una ola de 10 metros de altura que penetró un kilómetro en Cuyutlán y dejó 75 muertos y 100 heridos. Las costas del Pacífico mexicano, que suman nueve mil 744 kilómetros, conforman una zona considerada de alto riesgo. Y entre los litorales de Chiapas y Jalisco habitan millones de personas. Dentro de esta zona se encuentra la Brecha Sís- mica de Guerrero (conocida también como Gue- rrero Gap), sección que desde hace 105 años no ha presentado rompimientos por movimientos tectónicos. La posibilidad de que ésta e incluso otras secciones se rompan, está latente. Y si esto sucediera, ocasionaría un sismo de gran magni- tud, posiblemente mayor al del 19 de septiembre de 1985. ¿Qué ocurre en esa brecha de Guerrero? ¿Cuál es su potencial sísmico-tsunamigénico? ¿Qué se puede hacer para mitigar los efectos de un futuro t sumani? Dentro del proyecto SATREPS (Science and Technology Research Partnership for Sustainable Development), la UNAM, el Centro Nacional para la Prevención de Desastres (Cenapred), las uni- versidades japonesas de Kioto, Tokio, Tohoku, Kansai, Utsunomiya, Tokushima y Kobe, así co- mo el Conacyt y las agencias institucionales ja- ponesas JICA, JST y JAMSTEC, colaboran para buscar respuestas a éstas y otras preguntas. El principal objetivo del proyecto SATREPS es evaluar el peligro asociado a grandes terremotos y tsunamis en las costas del Pacífico mexicano y contribuir a la mitigación de desastres. Sus tareas están repartidas en tres grupos. El primer grupo se encargará de las observaciones en el fondo oceánico y en tierra, para determinar el movimiento de las placas tectónicas y la acu- mulación de esfuerzos en ellas; el segundo, de la modelación de fuentes sísmicas y la propagación de los tsunamis asociados, con la finalidad de ge- nerar mapas de inundación a lo largo de dichas costas; y el tercero, de utilizar la información de los grupos anteriores para evaluar la vulnerabi- lidad y el riesgo asociado a tsunamis, y diseñar un programa educativo. De este modo, en la costa de Guerrero se pon- drán sensores tanto en tierra como en mar, para recabar datos que permitan evaluar el riesgo la- tente y así mitigar los posibles daños que afec- tarían a las poblaciones costeras identificadas co- mo de alto riesgo. Mediciones largas Para determinar cuál es la tasa de deformación del suelo marino —que se asocia al esfuerzo generado en las placas— y medir la actividad sísmica del fondo del mar se sembrarán en éste sismógrafos OBS (Ocean Bottom Sismometers) y sensores de presión hidrostática. También se probará el Wave Glider (“Plane ador de Olas”), un robot autónomo con el cual se ob- tendrán desde la superficie datos acústicos de los instrumentos sembrados en el fondo marino. La encargada de estas observaciones es Vala Hjör- leifsdóttir, investigadora del Instituto de Geofísica de la UNAM. “Las mediciones deben ser largas para detectar desplazamientos estadísticamente significativos, ya que éstos suelen ser pequeños; por lo común se observan durante periodos de ocho meses a un año. Esta campaña proporcionará mediciones únicas en el Pacífico mexicano. En teoría, si desde hace décadas se hubieran hecho mediciones de este tipo, actualmente se podría determinar cuán- to se ha desplazado la Brecha Sísmica de Guerrero y si está alcanzando algún umbral de rompimien- t o”, explica Ángel Ruiz-Angulo, miembro del Gru- po Interacción Océano-Atmósfera del Centro de Ciencias de la Atmósfera (CCA) de la UNAM. El grupo de modelación de tsunamis —en el que Ruiz-Angulo participa— generará mapas de inundación por tsunamis. Para ello primero construirá, basándose en eventos históricos, es- cenarios estocásticos de sismos (o relativamente aleatorios); luego realizará, a partir de esos esce- narios, simulaciones de tsunamis (incluirán la extensión de las inundación) que hipotéticamen- te podrían ocurrir, e identificará las regiones que serían afectadas. Posteriormente, con las observaciones obteni- das por los OBS, los sensores de presión y los GPS instalados en tierra, se construirán escenarios de posibles sismos y, a partir de ellos, se realizarán nuevas simulaciones de tsunamis. Este proceso se repetiría cada año para incorporar las nuevas ob- servaciones y así tener cada vez un mejor modelo de sismos/tsunamis en esa zona de México. “Para este ejercicio, el equipo de sismólogos proporcionará datos sobre el posible desplaza- miento del fondo del mar asociado a los posibles sismos. Esta información se puede traducir en la perturbación inicial del nivel del mar que gene- raría un tsunami. Numéricamente se implemen- tarán varios modelos de propagación de tsunamis para evaluar la altura máxima de ola, el tiempo de arribo y la inundación en las regiones costeras. Para las regiones costeras del Pacífico mexicano se estima que el tiempo de arribo de la primera ola de un tsunami es de 15 a 20 minutos; en Japón es de media hora a 40 minutos, porque la ruptura de los sismos ocurre más lejos de la costa”, comenta Ru i z -A n g u l o. Dentro de este proyecto hay diferentes ciuda- des piloto que se estudiarán a detalle, debido a su ubicación y densidad poblacional; éstas son Aca- pulco, Ixtapa, Zihuatanejo, Nuevo Amanecer, El Papayo, Barra Vieja y Petatlán. También se busca hacer lo que nunca antes se ha hecho en México: identificar las regiones don- de se podría intensificar el oleaje en el caso de que un tsunami generado por un sismo en la Brecha Sísmica de Guerrero golpeé las costas del Pacífico m e x i c a n o. “Quizás algunas de las abundantes bahías pe- queñas del país resuenen a cierta frecuencia y am- plifiquen las olas, aun cuando la primera no haya sido muy alta. La primera ola de un tsunami po- dría ser de dos metros de altura; y las amplifica- ciones, de hasta cinco o seis.” Programa educativo El equipo encargado de los estudios de vulnera- bilidad y riesgo diseñará un programa educativo para las poblaciones aledañas a las costas del Pa- cífico mexicano, que incluirá simulacros y otras medidas preventivas. “En 2012 ocurrió un sismo en las costas de Oa- xaca y Chiapas. Curiosamente, ante el pequeño tsunami que generó, la primera reacción de al- gunos pescadores fue tratar de asegurar sus lan- chas. Es claro que se debe fomentar la conciencia necesaria para afrontar un tsunami. Las recomen- daciones son alejarse de la costa, buscar algún lu- gar alto y esperar a que las autoridades de Pro- tección Civil indiquen que ya no hay riesgo”, in- dica Ruiz-Angulo. En las regiones costeras, las planicies exten- didas representan un riesgo potencialmente al- to ante la llegada de un tsunami. Por ejemplo, durante el sismo de Tohoku, Japón, en 2011, la localidad de Sendai fue golpeada por uno. Las planicies de esa región pueden extenderse hasta tres kilómetros tierra adentro antes de alcanzar los tres metros de elevación, lo que dificulta la evacuación horizontal de las personas. Bajo es- tas circunstancias, los japoneses han construido torres y paredes gigantes anti-tsunamis. En México, los grandes tsunamis ocurren con una frecuencia de 200 a 500 años, pero por des- gracia la memoria se suele perder. El periodo de retorno no permite mantener una cadena de re- cuerdos catastróficos para las generaciones futu- ras. Es decir, si no hay mucho daño, hay poca memoria. “El sismo del 19 septiembre de 1985 causó un pequeño tsunami. En Lázaro Cárdenas, Michoa- cán, y en Zihuatanejo, Guerrero, hubo olas de 2.5 a 3 metros de altura. La atención del sismo se cen- tró principalmente en la Ciudad de México, dada la magnitud del daño ocasionado. Las regiones costeras, donde no vivía mucha gente entonces, no fueron tomadas en cuenta. Hoy, con un sis- mo/tsunami similar, los daños y pérdidas en las costas serían distintos.” Red de vigilancia Además de impulsar el estudio sistemático del potencial sísmico-tsunamigénico de las costas del Pacífico mexicano y el diseño de un programa educativo para los pobladores de esos lugares, el proyecto SATREPS podría ayudar a establecer una red de vigilancia de tsunamis en tiempo real en la Brecha Sísmica de Guerrero, como parte de un sistema nacional de alerta de este tipo de fe- nómenos naturales que se instalará en México en el futuro. Cabe decir que en países como Chile, Colombia, Perú y Ecuador hay un proyecto SATREPS en pro- ceso o ya culminado. Todos tienen un común de- nominador: mitigar los efectos de los desastres naturale s. “En México, casi toda la investigación de los tsunamis ha sido realizada por Modesto Ortiz, del Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada (CICESE), Baja California. Si bien su labor ha sido de gran valor, todavía falta mucho por investigar. Afortunadamente, ahora en el país hay más científicos interesados en este tipo de fenómenos naturales, y con sus aporta- ciones y diversos puntos de vista seguramente enriquecerán esta área de estudio”, finaliza Ruiz-Angulo. b “Para las regiones costeras del Pacífico mexicano se estima que el tiempo de arribo de la primera ola de un tsunami es de 15 a 20 minutos; en Japón es de media hora a 40 minutos, porque la ruptura de los sismos ocurre más lejos de la costa” ÁNGEL RUIZ-ANGULO Investigador del Centro de Ciencias de la Atmósfera de la UNAM ESPECIAL CORTESÍA UNAM Un equipo multinacional —en el que participan investigadores de la UNAM— estudia el potencial sísmico-tsunamigénico de los litorales del Pacífico mexicano para contribuir a la mitigación de desastres ARCHIVO. EL UNIVERSAL En 1932, un sismo con una magnitud de 6.9 en la escala de Richter generó en los litorales de Jalisco y Colima un tsunami que dejó 75 muertos y 100 heridos.

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Viernes 27 de enero de 2017 EL UNIVERSALE12 CU LT U R A

PROYECTO UNAM Texto: Fernando Guzmán Aguilar alazul10 @hotmail.com

Curso sobre mujeres emblemáticasEl Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM invita al curso “Mujere semblemáticas en la literatura y en la historia”, que se realizará los miércolesdel 1 de febrero al 28 de junio, de 17:00 a 20:00 horas, en la Sala de Usos Múltiple sdel citado instituto, en CU. Informes en los teléfonos 56-22-18-88 y 56-22-66- 66,extensión 49448, y en el correo electrónico i i f l e d u c o n @ g m a i l.c o m

Geofísicos pumasmonitorean laactividad del SolCientíficos del Instituto de Geofísi-ca de la UNAM a cargo del Serviciode Clima Espacial México (Scies-mex) en el c a m pu s Morelia moni-torean permanentemente la activi-dad del Sol —viento solar, magne-tosfera, ionosfera y termosfera—,cuyos procesos físicos en periodosde mayor dinamismo podrían im-pactar, en particular, en los gene-radores de energía eléctrica y lossistemas de telefonía, así como enla órbita de satélites artificiales.

El clima espacial es toda la in-fluencia que tienen las emisionesde la actividad del astro en nuestroplaneta.

Software p a ravalorar visiónc ro má ti caInvestigadores de la Facultad de Es-tudios Superiores (FES) Iztacala ydel Centro de Ciencias Aplicadas yDesarrollo Tecnológico, así comoalumnos de servicio social y estu-diantes de la licenciatura en Opto-metría, dirigidos por Myrna ValeraMota, de la FES Iztacala, desarro-llaron un s o f twa re que permite eva-luar la sensibilidad a la longitud deonda del ojo humano para valorarsu visión cromática, cuya deficien-cia (conocida como ceguera del co-lor o daltonismo) impide detectarlos colores y sus tonalidades. Alum-nos del CCH plantel Vallejo ya sonrevisados con él.

Posible, la llegada detsunamis a costas del país

México corre el riesgo de sergolpeado por tsunamis. En losúltimos 283 años se han regis-trado más de 60 en las costasdel Pacífico occidental. Entrelos más importantes destaca el

de junio de 1932: un sismo con una magnitud de6.9 en la escala de Richter generó en los litoralesde Jalisco y Colima una ola de 10 metros de alturaque penetró un kilómetro en Cuyutlán y dejó 75muertos y 100 heridos.

Las costas del Pacífico mexicano, que sumannueve mil 744 kilómetros, conforman una zonaconsiderada de alto riesgo. Y entre los litorales deChiapas y Jalisco habitan millones de personas.

Dentro de esta zona se encuentra la Brecha Sís-mica de Guerrero (conocida también como Gue-rrero Gap), sección que desde hace 105 años noha presentado rompimientos por movimientostectónicos. La posibilidad de que ésta e inclusootras secciones se rompan, está latente. Y si estosucediera, ocasionaría un sismo de gran magni-tud, posiblemente mayor al del 19 de septiembrede 1985.

¿Qué ocurre en esa brecha de Guerrero? ¿Cuáles su potencial sísmico-tsunamigénico? ¿Qué sepuede hacer para mitigar los efectos de un futurot sumani?

Dentro del proyecto SATREPS (Science andTechnology Research Partnership for SustainableDevelopment), la UNAM, el Centro Nacional parala Prevención de Desastres (Cenapred), las uni-versidades japonesas de Kioto, Tokio, Tohoku,Kansai, Utsunomiya, Tokushima y Kobe, así co-mo el Conacyt y las agencias institucionales ja-ponesas JICA, JST y JAMSTEC, colaboran parabuscar respuestas a éstas y otras preguntas.

El principal objetivo del proyecto SATREPS esevaluar el peligro asociado a grandes terremotosy tsunamis en las costas del Pacífico mexicano ycontribuir a la mitigación de desastres.

Sus tareas están repartidas en tres grupos. Elprimer grupo se encargará de las observacionesen el fondo oceánico y en tierra, para determinarel movimiento de las placas tectónicas y la acu-mulación de esfuerzos en ellas; el segundo, de lamodelación de fuentes sísmicas y la propagaciónde los tsunamis asociados, con la finalidad de ge-nerar mapas de inundación a lo largo de dichascostas; y el tercero, de utilizar la información delos grupos anteriores para evaluar la vulnerabi-lidad y el riesgo asociado a tsunamis, y diseñar unprograma educativo.

De este modo, en la costa de Guerrero se pon-drán sensores tanto en tierra como en mar, pararecabar datos que permitan evaluar el riesgo la-tente y así mitigar los posibles daños que afec-tarían a las poblaciones costeras identificadas co-mo de alto riesgo.

Mediciones largasPara determinar cuál es la tasa de deformación delsuelo marino —que se asocia al esfuerzo generadoen las placas— y medir la actividad sísmica delfondo del mar se sembrarán en éste sismógrafosOBS (Ocean Bottom Sismometers) y sensores depresión hidrostática.

También se probará el Wave Glider (“Plane adorde Olas”), un robot autónomo con el cual se ob-tendrán desde la superficie datos acústicos de losinstrumentos sembrados en el fondo marino. Laencargada de estas observaciones es Vala Hjör-leifsdóttir, investigadora del Instituto de Geofísicade la UNAM.

“Las mediciones deben ser largas para detectardesplazamientos estadísticamente significativos,ya que éstos suelen ser pequeños; por lo comúnse observan durante periodos de ocho meses a unaño. Esta campaña proporcionará medicionesúnicas en el Pacífico mexicano. En teoría, si desdehace décadas se hubieran hecho mediciones deeste tipo, actualmente se podría determinar cuán-to se ha desplazado la Brecha Sísmica de Guerreroy si está alcanzando algún umbral de rompimien-t o”, explica Ángel Ruiz-Angulo, miembro del Gru-po Interacción Océano-Atmósfera del Centro deCiencias de la Atmósfera (CCA) de la UNAM.

El grupo de modelación de tsunamis —en elque Ruiz-Angulo participa— generará mapas deinundación por tsunamis. Para ello primero

construirá, basándose en eventos históricos, es-cenarios estocásticos de sismos (o relativamentealeatorios); luego realizará, a partir de esos esce-narios, simulaciones de tsunamis (incluirán laextensión de las inundación) que hipotéticamen-te podrían ocurrir, e identificará las regiones queserían afectadas.

Posteriormente, con las observaciones obteni-das por los OBS, los sensores de presión y los GPSinstalados en tierra, se construirán escenarios deposibles sismos y, a partir de ellos, se realizaránnuevas simulaciones de tsunamis. Este proceso serepetiría cada año para incorporar las nuevas ob-servaciones y así tener cada vez un mejor modelode sismos/tsunamis en esa zona de México.

“Para este ejercicio, el equipo de sismólogosproporcionará datos sobre el posible desplaza-miento del fondo del mar asociado a los posiblessismos. Esta información se puede traducir en laperturbación inicial del nivel del mar que gene-raría un tsunami. Numéricamente se implemen-tarán varios modelos de propagación de tsunamispara evaluar la altura máxima de ola, el tiempo dearribo y la inundación en las regiones costeras.Para las regiones costeras del Pacífico mexicanose estima que el tiempo de arribo de la primera olade un tsunami es de 15 a 20 minutos; en Japón esde media hora a 40 minutos, porque la ruptura delos sismos ocurre más lejos de la costa”, comentaRu i z -A n g u l o.

Dentro de este proyecto hay diferentes ciuda-des piloto que se estudiarán a detalle, debido a suubicación y densidad poblacional; éstas son Aca-pulco, Ixtapa, Zihuatanejo, Nuevo Amanecer, ElPapayo, Barra Vieja y Petatlán.

También se busca hacer lo que nunca antes seha hecho en México: identificar las regiones don-de se podría intensificar el oleaje en el caso de queun tsunami generado por un sismo en la BrechaSísmica de Guerrero golpeé las costas del Pacíficom e x i c a n o.

“Quizás algunas de las abundantes bahías pe-queñas del país resuenen a cierta frecuencia y am-plifiquen las olas, aun cuando la primera no hayasido muy alta. La primera ola de un tsunami po-dría ser de dos metros de altura; y las amplifica-ciones, de hasta cinco o seis.”

Programa educativoEl equipo encargado de los estudios de vulnera-bilidad y riesgo diseñará un programa educativopara las poblaciones aledañas a las costas del Pa-cífico mexicano, que incluirá simulacros y otrasmedidas preventivas.

“En 2012 ocurrió un sismo en las costas de Oa-xaca y Chiapas. Curiosamente, ante el pequeñotsunami que generó, la primera reacción de al-gunos pescadores fue tratar de asegurar sus lan-chas. Es claro que se debe fomentar la conciencianecesaria para afrontar un tsunami. Las recomen-daciones son alejarse de la costa, buscar algún lu-gar alto y esperar a que las autoridades de Pro-tección Civil indiquen que ya no hay riesgo”, in-dica Ruiz-Angulo.

En las regiones costeras, las planicies exten-didas representan un riesgo potencialmente al-to ante la llegada de un tsunami. Por ejemplo,durante el sismo de Tohoku, Japón, en 2011, lalocalidad de Sendai fue golpeada por uno. Lasplanicies de esa región pueden extenderse hastatres kilómetros tierra adentro antes de alcanzarlos tres metros de elevación, lo que dificulta laevacuación horizontal de las personas. Bajo es-

tas circunstancias, los japoneses han construidotorres y paredes gigantes anti-tsunamis.

En México, los grandes tsunamis ocurren conuna frecuencia de 200 a 500 años, pero por des-gracia la memoria se suele perder. El periodo deretorno no permite mantener una cadena de re-cuerdos catastróficos para las generaciones futu-ras. Es decir, si no hay mucho daño, hay pocamemoria.

“El sismo del 19 septiembre de 1985 causó unpequeño tsunami. En Lázaro Cárdenas, Michoa-cán, y en Zihuatanejo, Guerrero, hubo olas de 2.5a 3 metros de altura. La atención del sismo se cen-tró principalmente en la Ciudad de México, dadala magnitud del daño ocasionado. Las regionescosteras, donde no vivía mucha gente entonces,no fueron tomadas en cuenta. Hoy, con un sis-mo/tsunami similar, los daños y pérdidas en lascostas serían distintos.”

Red de vigilanciaAdemás de impulsar el estudio sistemático delpotencial sísmico-tsunamigénico de las costas delPacífico mexicano y el diseño de un programaeducativo para los pobladores de esos lugares, elproyecto SATREPS podría ayudar a estableceruna red de vigilancia de tsunamis en tiempo realen la Brecha Sísmica de Guerrero, como parte deun sistema nacional de alerta de este tipo de fe-nómenos naturales que se instalará en México enel futuro.

Cabe decir que en países como Chile, Colombia,Perú y Ecuador hay un proyecto SATREPS en pro-ceso o ya culminado. Todos tienen un común de-nominador: mitigar los efectos de los desastresnaturale s.

“En México, casi toda la investigación de lostsunamis ha sido realizada por Modesto Ortiz, delCentro de Investigación Científica y de EducaciónSuperior de Ensenada (CICESE), Baja California.Si bien su labor ha sido de gran valor, todavía faltamucho por investigar. Afortunadamente, ahoraen el país hay más científicos interesados en estetipo de fenómenos naturales, y con sus aporta-ciones y diversos puntos de vista seguramenteenriquecerán esta área de estudio”, finalizaRuiz-Angulo. b

“Para las regiones costeras delPacífico mexicano se estima queel tiempo de arribo de la primeraola de un tsunami es de 15 a 20minutos; en Japón es de mediahora a 40 minutos, porque laruptura de los sismos ocurre máslejos de la costa”ÁNGEL RUIZ-ANGULOInvestigador del Centro de Ciencias de la Atmósferade la UNAM

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Un equipo multinacional—en el que participani nve st igado re sde la UNAM—estudia el potencials í s m ic o -t su n a m igé n ic ode los litorales delPacífico mexicanopara contribuir a lamitigación de desastres

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