Preferiria no hacerlo 8
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Año 6 – Número 8
La auténtica pachorra inimitable
CUADERNOS DE POESIA
Índice
María Abasolo
Motivo de tapa y dibujos
www.mariaabasolo.blogspot.com.ar
Keoken Jaime
Poesías
Un momento vacío y hermoso – Cancion para Casandra –
Pronóstico reservado - Convexo
Poemas sueltos
Alberto Gagetti
Trenes rojos y amarillos
Grandes teorías conspirativas y ciclotímicas de ayer, hoy y siempre jamás
Juan Bazoberri
Huir al encuentro
Sonido ambiente
Tandil, Mayo 2011
¡Pasala y que no vuelva!: Preferiria cumple 8 intentos de llevarse bien con el infinito y con los perros de la comunidad. Hemos ido evitando la presencia del cartero en las veredas de los espiralados jardines secretos, que giran con gran parsimonia sobre los patios de las casas que el crepúsculo naranjea, por dentro y por fuera. Ahora también ellos pueden librarse del incesante morral y disfrutar de nuestro número en una hora de total lumbre, cuando en el ojo la atardecida luminiscencia se hace marejada. Recién entonces suben los giros de la brisa por las espirales de la risa.
A lo largo de este 8 y su forma de scaletrix, se suben tres viejos amigos, que saben ya jugar de memoria, aún si les embadurnan la pista con manteca, en el circuito callejero de las torres disfrazadas de panóptico. En ese vértigo, quizás nada sea tan bello como lo que no tiene retorno. Pero además, ¿porqué tendría que tenerlo? ¿Es decir porqué no habría de caer nuestro libelo, y su borronearse, su estado borraderil, en las leyes de las generalidades infructuosas? ¿Porqué no habría de motivar el desinterés, la indiferencia y hasta quizás el desprecio? ¿Qué le hace creer al perro de competición, carrera tras carrera, que siempre le abrirán la puerta? ¿Y qué le hace creer que cuando apuestan por él no es un asunto arreglado? Tontas, tontas preparaciones. Es la hora de los pueblos. Era hora. El tiempo sólo ocurre para quien es la medida de todo. Para el resto, divaga. ¡Pasala y que no vuelva!
Nuestro agradecimiento a María. Nuestro agradecimiento al canario. Como siempre. Hasta la próxima.
Mayo 2011
Keoken Jaime 1.
Cada año con su dureza a cuestas
en uno el niño
en otro una casa que se añora y se va en otro tantos tu amistad brindada que se rompe
yo que todo este tiempo dramaticé
que me inventé un cuento dorado que aún brilla
y me apaga los ojos sofocados
ese año era tuyo, invalidado
pero con la dureza extrema, aflojando a último momento
palabras que no quiero pulir más
palabras que tendría que haber escrito
más palabras para decir suave, silenciosamente
ahora tal vez es eso
una canción crujiente
y una taza con rastros de ceniza en los bordes
2.
quememos rompamos esta casa
aquella madera astillosa
aquellos clavos oxidándose
cualquier noche de julio
cualquier mediodía infernal
podría ser un cumpleaños húmedo, hundiéndose bajo el tiempo miserable
3.
pensaba en las palabras
en sus ritmos
en sus manías obsesivas
recostada en uno de los vórtices de esta danza infestada
arriba – abajo
cuatro de copas y no más
y no más
4.
inventar un ícono
ser un ícono
indecoroso al punto de resultar un inútil adorno de porcelana
sobre aquella mesa de luz de abuela
junto al pastillero
rodeada de paredes rosa viejo
en un garage cualquiera con el termotanque sonando cada hora
'el techo es nuestro límite'
después viene la parte de una película que no me gusta
y por la madrugada salgo a caminar
para otra vez ser ícono de la fealdad
5.
mis rodillas están tan juntas que cuando me monto se extrañan
una a la otra con sus rotulitas gastadas
dos piezas de un rompecabezas ridículo
a mi se me da por separarlas bien
para que un mar mediocre y contaminado pueda pasar,
saltando el charco falso de tus ojos de pescado
para mi que me hicieron trampa
ahora los números no me dan
y la casa está derribada, indefensa
no hay lágrima que la rescate
un momento vacío y hermoso
la orilla de un mar intrascendente
bordeando con su espuma los pies de un desconocido
el viento es fuerte y empuja un poco más
un poco más hacia lo que no tiene sentido
grandes esponjas de mar que se sacuden aleatorias
se obligan el aterrizaje
son domadas esponjas sumisas
que en el vuelo de gaviota herida
vuelven a subir con arrebato
el mismo arrebato que las estrella y desarma
para dejarlas acuosas insulsas bajo los pies de un desconocido
ese gran caracol mojado
el mar derribando las playas de arena oscura
Canción para Casandra
No quiero besarte bajo tierra
tu piel preciosa en su último grito
gimoteando tu sudor
tu pelo creciendo más allá
ondulante con olor a hierbas arrancadas de raíz
no quiero tus ojos en la última hora
con sus condenas sin pagar
prisioneros de una ola esmeralda.
Pero sí quiero, todo el tiempo quiero,
tu beso dolido y la palma de tu mano en mi hombro.
Pronóstico reservado
(la ventaja de creer en algo
estos días de frío que raspan los huesos)
Estás yendo directo a lo difícil
a lo que yo no puedo decir.
Tu boca dañada,
el resto es sólo un efecto colateral.
Convexo
peno
por esto que rompí
tu mano reteniendo
el pecho convexo de un pájaro que se agita
rota el ala, roto el espíritu
se mancha el pecho oscuro
los chicos vienen a festejar la caída la risa partida y nerviosa
el pájaro se enfría
Poemas sueltos
1. escribir hasta cobrar sentido
o perderlo definitivamente
es una tarea infructuosa
arrancar de cuajo el lenguaje coloquial
para ser poesía elevada
o hundirme coloquialmente
para ser algo horroroso
como una canción traducida
como el lenguaje de la poesía elevada
decir la palabra
para no decir nada
sólo llenar de cuerpo y formas roncas
este espacio inaudible
hasta encontrar algo que diga con honestidad si estoy bien, si puedo hacerlo, si...
me niego a estos puntos suspensivos de espanto
a estas mayúsculas, a todo esto que me enseñaron
cuando pequeña era, tan pequeña o menos pequeña que ahora o más, o algo menos, o no sé ya.
2.
Tal vez se trata de buscar una identidad
que se fugó junto al amor propio que nunca tuviste dejar de fingir que ya nada importa cuando todo todo te importa
se tratará de un tazón quebrado por los bordes
de un cenicero pestilente donde la gracia se perdió y creció una joroba
para que el 'puro amor deseoso' palabras que no olvidaste
que te mandaron por un no tan poético e-mail
y que vos preferiste pensar, imaginar sobre una hoja amarillenta con una orla de café sobre el margen izquierdo, sin más palabras que esas
que son verdad, que son lo que dicen que se levanta cada mañana con tu cuerpo jorobado, con tus ojos hundidos, con tus aires
de estar preparada para lo franco
la fécula de maíz se va esparciendo sobre un pubis rosado inalcanzable
3.
cuando encuentre esa nueva máscara
me sentiré más cómoda entre los muebles que se apilan
en este lugar de cigarrillos mal apagados
todavía me estoy buscando
a veces me da miedo que sólo se trate de esto
de todo lo expuesto dicho ejemplificado
por eso no tengo fotos
por eso no tengo más amigos que éstos
4.
manía de párvula azul
tristeza de niña roja
ahora los, digamos, problemas importantes
qué mierda tienen de importante
aunque no sé la respuesta de eso tampoco imagino un gato desnutrido
gimiendo a gritos
yo lo alimento con escarabajos violetas
y me olvido de escribir las posdatas
5.
será sin lírica
una garganta balbuceante
será falso los amigos los parientes
algún telegrama en la era equivocada
un movimiento natural
alguna lágrima culposa como mucho
pero sin versos
como un remordimiento anticuado una tristeza que se alegra
dice que fui todo lo que no quise
6.
poesía torpe arrebatada
cruda la mano que da de comer
los pájaros gritan esta mañana
cualquier mediodía de julio
7.
El mío no tiene nombre propio
pero está rodeado de piedras filosas
el agua está un poco sucia,
algunas flores moribundas me saludan en su último tramo
el tramo aquel que se debilita y me deja desvalida, huérfana
El mío me paraliza
descalza, resbalo y mis pies se rompen
de la peor manera
no fluye una sangre poética
no fluyen lágrimas de nostalgia
los coágulos se acumulan en mis piernas y estallan.
8.
Aquí la evidencia del tiempo pasado. Allí tu vista desdentada
para mirarme el cuerpo estallado
Así, cuando nos morimos
nos castigamos pensando todo lo que quedó por hacer
cuántos abrazos de sal cuántos besos pusilánimes
Así, cuando nos morimos
no sentimos nada especial
sólo una pequeña muerte diaria y silenciosa
algo fisurado entre los pulmones
al centro, imperceptible y vital
9. Amontono estas rocas
algunas son chiquitas y redondas
otras de color oscuro-mar
mis brazos están llenos Sigo juntando, aferrándolas
me corto
Una mano duele
suelto las rocas
La luz del sol
el brazo extendido al sol
una gota que sigue a otra y a otra
resbalan
La camisa se impregna
los botones aceitosos dejan rodar otra gota El sol brilla
mis ojos se humedecen
Las rocas muerden mi piel
10.
a Juan
sigo atada por algo que dijiste alguna vez
que ya no está
11. Una palabra para salvar
la inutilidad del tiempo que pasó
Una palabra como emboscada
para ya no fiarse
para dejar de entregar mansamente
esto que casi está por desvanecerse
¿Sobrevivió aquéllo?
Alguna vez señalaste mi corazón de lata
mi ego de pájaro pintado
Este cuerpo rajado que era un templo
esboza su último eclipse
12. se retarda esta gota
en el filo de una nube
el olor del atardecer
con sus resplandores quebrándose ya no el rayo del sol
ya no,
una tarde primaveral
masticaste todo este otoño las hojas secas rayaron tu paladar
que es un universo tibio
13.
la leche de esta vía láctea empuja los planetas hacia adelante
los moja y calienta
los pies resoplan
ya nadie escucha los ecos
de la miel blanca
14.
aquello que parecía inasible
hoy se ha vuelto un vaso de vino
ceniza amontonándose en el pecho que no es más que una caja de resonancia
algo de tiempo es lo que pido
Alberto Gagetti
Trenes rojos y amarillos (notas ferroviarias)
Calma, calma que hace rodar los trenes
Henry Michaux
En el último tramo el tren desacelera entre olas de acalladas lejanías, revolviendo, asentando la gris, chispeante y muelle quietud de la plataforma, que continúa su suerte. Monumentos rodantes, cascos irredentos. Como cántaros vino a romperse el tiempo. Extraña el camino ruidos de agua. ¿Qué daría libertad a las ciudades?
No viajo lejos más allá del umbral de nuestra casa, voy y vuelvo por un cauce de grietas poblado de ruidos de aguas. Estación, ¿qué ha de venir después?. Antes era demorarse en arboledas. La palabras luminosas bullen, le entran a la gente por los cabellos. Compartir mi alegría, establecer una paz salvaje.
Nada tan indulgente como dormir en la butaca y comprender los rostros de los pasajeros silenciosos con el párpado translúcido del último sol, irse durmiendo para escuchar las conversaciones, y respirar la fricción, los aires ágiles que arma el tren junto a las calles, atardeciendo ya cobrizas, tus horas vienen justamente a rematarse desbocadas contra los contra los cercos de las vías como olas descalabradas por un abismo. Fundido al encanto fugaz de las ochavas azules, bajo luces iridiscentes estallan como flores de lerda paciencia.
Aromas de tu piel componen este sueño, felicidad, euforia, felicidad otra vez irresuelta. Ausente obnubilado, pendiente del sol, llevado bajo un ala. Amansado con el fuego que atiza la visión. Túneles y túneles para llegar a la voz. Suspenso, inerme, desinteresado latir, pensamientos como un texto ajado.
Ellos ofrecen estampitas, alfajores, golosinas, turrones a precio de fábrica, pequeñeces que dén algún dinero, pequeñas ofrendas, y cuando están cansados eligen una butaca, pero incluso eso es difícil: ¿Del lado del amanecer o por donde fuga la noche? ¿Donde el paisaje se recorta y se pliega, o del lado donde se revuelve y se agita? ¿A la vista de todos o lo más recluido posible? Pero además ¿dónde esconder la pequeña ganancia del día?
Trenes rojos y amarillos por cuyos laterales abollados sube la hiedra anémica de los borrachines hasta enrojecer los vidrios de un aura borravino. Oxido de los extintos ramales. Tintos dulzones que se toman en el taburete de la barra de acero, junto a las señales y demarcaciones del anden esclusa, que después demorados en el aire quebradizo de los pabellones de sal, carbonizados y mohosos.
Tren enteramente rojo, el tren federal, con su estrella en la frente, trayendo las noticias del interior de los paisajes de un país profundamente remoto, hundido en sus posibilidades, o elevado por sus llamas, en coma otra vez, apartado en sí mismo.
Aquel departamento frente a la estación de Ramos, anchas avenidas, altos edificios, galerías de música funcional, un deseo de los automovilistas de rodear esas manzanas de la estación y la terminal de micros como a Indianápolis, ni una flor en los balcones sólo las campánulas que crecen entre los durmientes y la tosca, todo concreto, andarivel, vidrieras, rejas, hollín, zig zags, pavimento, pasos a nivel donde la gente cruza al otro lado a alta presión y olvidando por completo los motivos, alguna gente se olvidaban de su sombra y de sí mismos. Harta de tener que trasvasarse de un lado a otro, electrificada, la gente se olvida.
Cruzan mi mente ideal versos incompletos, la nube que manejo ante las cruces que cuelgan de los hilos del ferrocarril, que Patty Smith vio como anuncios del cristianismo eléctrico
Líneas en tensión que nunca se cortan y acarrean infinitos, o llevan fantasmas ebrios saltando de los barcos idiotas contra la inquisición global
Creciste creyendo malamente en tus obsesiones, ahora el río de la vida te desborda. Su cauce estará seco en próximas estaciones, o esta tierra hoy fértil mañana será árida, y este tiempo, contratiempo. Porque la idea del otro y de lo otro es la idea en la cual no vivimos, es la pacífica idea que hace bien en su demostración
El tren es afirmación, aunque vaya y venga, avanza hacia el tiempo incompasible. Incluso muchos niños que querían ser adultos, y muchos adultos que han ido volviéndose niños, lo veneran, porque alguna vez creyeron, y nunca pudieron descreer del todo, que el mundo gira gracias a las ruedas de los trenes. O que al menos, la tempestuosa andanada de vagones se torsionan para dar el efecto, incrustándose en el más allá.
En invierno vienen somnolientos, pesados de cansancio. Cansancio de vidrios empañados. Cansancio de cuerpos con frío. Cansados de impaciencia. Cansancio sucio. Cansados de tener que accionar los nervios en el momento justo. Cansancio torpe de lo inevitable. Cansancio de juguetes cansados. Se los ve venir, gordos gusanos, balanceándose a sus costados. Ebrios de paisaje, vuelven a dormir en enormes estuches de alas de crisálidas.
Abril, 2007 º
Grandes Teorias conspirativas y ciclotímicas de ayer, hoy y siempre jamás Con las multitudes y las superurbes el planeta se está poniendo más pesado y no puede la tierra tragar tanta gravedad, que a causa de esto el achatamiento de los polos se acelera año tras año y el mundo va tornándose un disco, para apartarse de su órbita y finalmente arrojarse abruptamente, vagabundo es el propio mundo, a navegar por el vacío sideral. Cualquier país, cualquier continente, es antes que nada una teoría conspirativa de sí mismo. La autoexigencia ha llevado a multitudes por ríspidos desfiladeros de engaños para finalmente tener que convertirlos en choferes de guillotinas ambulantes. La informalidad no es más igualitaria porque haga a todos sospechosos por igual. Una cosa es iluminar el pensamiento y su expresión y otra encandilarlo hasta ponerlo en cortocircuito. Como una nave espacial vagabunda va el planeta sin saber a dónde va. Uno puede ver el espíritu de una nación en sus parques de diversiones. Nada es tan sólidamente pesado como para que el tumulto de la vida no lo traslade en su corriente y lo diluya, sin solución de continuidad. Los antiguos burócratas irán siendo reemplazados por un férreo ejército de
tecnócratas cuyo fin es crear la corporación general de corporaciones aplicando
acciones globalizadas y coordinadas a fin de aplicar a sus adversarios tácticas de
sabotaje y terror subliminal y lograr por medio de las ciencias ocultas el control mental masivo de las poblaciones de diversas regiones de nuestro ancho mundo. Incluso tienen un plan de defensa mundial en caso de ser la tierra colonizada por hordas de organismos extraterrestres alienígenas. No ha nacido el artrópodo que me mire de reojo. Sepan perdonarme, no tengo cara ni ritmo pa’ bailar la cumbia. La aceleración del tiempo llevará a la desintegración de la velocidad. Entonces todos se preguntarán ¿Y el tiempo? ¿Va a llover?. Después de ver a los relojes dar vueltas alrededor de los universos personales, la persona se encuentra con su fantasma e insistentemente le pregunta la hora. Y su fantasma le responde: no es hora, ya,... es... sólo tiempo, incontable, inmensurable, incesante, semisurgente, subsumido, subyacente. Los mecanismos no dan abasto. La ubicuidad de la quietud es cíclica, prodigiosa. Un camión de mudanzas estaciona frente a un casa deshabitada, abre sus puertas y se despliegan unas rampas hasta asentarse sobre el verde césped de la vereda. De la parte trasera y de la cabina descienden dos, tres robots, y se ponen a conversar en el hall de entrada. Se convidan pastillas y fuman. Luego se ponen a cortar el pasto, el cerco y hacen un asado. Tratan de pasar desapercibidos. Varios vecinos los espían detrás de las cortinas,los niños y los perros los vigilan por entre plantas y cercos. Finalmente en la mesa los robots discuten sobre el seguro universal de vida mínimo vital y móvil. Uno de ellos se escandaliza, está consternado, no puede creer lo que su compañero le apunta: - ¿Quiere decir, que nosotros tendremos que hacer todo, absolutamente todo? ¿Es decir el mantenimiento del mundo estará a cargo de nosotros los robots? - Sí pero para entonces la gente contratará sus emociones mediante dispositivos diversos, y entonces...¡ quién te dice! ¡A la larga sus partes se extenuarán antes que las nuestras! Será una guerra silenciosa. ¡Los seres humanos están condenados a ser inservibles, en cambio nosotros tenemos reemplazo! - ¿Y entonces a quiénes combatiremos cuando ellos se extingan? - Pero...A nosotros mismos, por supuesto, ¿acaso no era eso lo que queríamos? Precisamente ahora millones de jeringas son levantadas por enfermeras y con sus
dedos sostenidas para quitar el aire del conducto de la aguja. Pero muchas de estas
bellas enfermeras se encuentran con el problema de cómo sedar las caravanas de
monos marinos, que reposan a la espera de la reactivación del polvo en el interior de las cápsulas de los fármacos. En muchos casos y no sabiendo bien qué hacer, pinchan una bolsa de suero, y a otra cosa. Después la obra social paga la cuenta. Si ese dinero se destinara a apósitos pegables para heridas superficiales la gente andaría más en bicicletas, y llevaría más sus autos a la compactadoras que a los lavaderos. En caso de sentir un zombie adolescente caminando por los tupidos senderos de su mente, abandone toda esperanza: se trata de otro adolescente perdido en una nación zombie donde la expectativa de vida no es mayor a a los cinco minutos y donde todo todo todo luce como en un juego electrónico. Si las noticias fueran paracaídas, nos volveríamos nómades y abría shows de conductoras y conductores televisivos en todas las calles. Las ciudades se parecerían más sets de grabación y a estudios fílmicos que a herméticas maquetas de laboratorios a medio hacer. Al utilizar el sistema digestivo de otros animales para su propio proceso digestivo, los seres humanos carnívoros han establecido una estrategia de gana-gana. Ligera aunque contradictoria la primavera sorprendió a todos revolviendo la bolsa de sus humores. El cielo con su oleaje bravío hoy altamente invisible hace que nada parezca en su lugar. La sombra del poste teletransportador en la calle se tiende crucificada. Uno no ve noticas como estas, pero tal vez sea el momento. En las relaciones de amor y odio, el amor no existe y el odio es amor. Ese odio que es odio, pero que para quien lo encarna es el único sentimiento disponible, se expresa mediante formas sublimadas donde se camuflan los reproches, culpabilizaciones, recordatorios de deudas impagas, ajustes de cuentas del sí mismo en el otro, el disciplinamiento del otro para los propios patetismos, los ataques de nervios por situaciones esquizoides no consolidadas, la sustitución del placer por el debe ser que nunca es, las acusaciones falsamente lúcidas, el no reconocimiento y la subestimación, y sobre todo, el terror de la violencia verbal guardada en la alacena en un frasco de café o un juego de servilletas.
En la psicología de las masas ocurre algo muy parecido, se dan similares representaciones cuando los adversarios políticos no se deben la lealtad que deben expresarse los adversarios por el debido respeto a la sociedad, y al otro, más precisamente en democracia, cuando de lo que se trata es que la sociedad sea a la vez protagonista y testigo, y no la parte excluída, o menos representada, es decir que pueda dar testimonio de su tiempo, para además hacer suyo su futuro. Pero las sociedades de conjunto atraviesan momentos de la historia donde se vuelven en extremo patéticas y disruptivas que su terminalidad está asegurada y sus días contados. Si antes se decía: haz el bien sin mirar a quien, hoy se dice: haz el mal sin mirar a cual. En esos períodos es cuando florecen las sociedades de socorros mutuos y los ejércitos de salvación. Hay que tener cuidado con estas organizaciones, pues muchos superhéroes y villanos frustrados están entre sus filas. Por bueno que sea alguien regateando su suerte, los regateos envilecen a quien no se desprende de sí frecuentemente. La fiebre no, la amenaza de la fiebre que no alcanza a manifestarse del todo, mantiene en vilo al abatido y agota con resentido tedio la sinapsis de sus nervios. Bajo cambios de presiones en las esferas geománticas y súbitos cambios de escenarios sin ejes ni quillas, en un sostenerse así mismo con maderos ya muy gastados y quizás mal apuntalados, que serán tal vez la tabla de salvación en el naufragio, en estas arenas movedizas de la fiebre, resignados a matener fría distancia del resto de los mortales, de sus sentencias y sus hábiles efigies imparciales, estas fiebres como ventarrón no llegan a decir cuánto está gritándonos. En los viveros, en las camas fértiles, en las paredes desnudas por el paso de las estaciones, en las veredas donde el tiempo ha dejado algunas huellas y parece ido para siempre, allí pueden verse fantasmas centenarios, amos solitarios y nómades de jardines secretos. O bien porque han recibido demasiado sol, o porque la primavera se adelantó con secas promesas, o incluso a veces por demasiada luna, la savia ansiosa ha cansado a los jardineros. Es que estos fantasmas lo marchitan todo y con la brisa fugan gritando silbos de piedra, enlazando patios y pasajes de ardido viento. No debiera ser motivo de asombro, hay horas en que el mundo parece abandonado.
De casa al trabajo y del trabajo al trabajo. Hormiguero en la cucha donde el perro tiene su hueso, hangar del perro echado en su nube. El nervio aislado y la lombriz aborrecen estar expuestos al sol. Es porque lo ven como un caldero siempre a punto de volcarse (y arruinar el fuego). Como perros puestos a portar una cura cónica, o demasiado retenidos en el cubil antes de la carrera, ya no pueden obedecer al disparo, ni se lanzan a las pistas, muy guardados en algún recoveco del sí mismo, se aíslan del mundo, deliberadamente y sin remedio. Antaño me parecía tener el poder de atraer la lluvia, yo quería una tormenta y pronto la tenía. Ahora se demoran injustificadamente y no siempre llegan cuando yo las pido. Cualquier cosa buena, una llamada de la suerte, una advertencia como un golpe mudo y seco. Pero siempre ocurre en una puerta equivocada. La quietud nos desborda y pone de noche los árboles a soñar. Los invasores vinieron. Al principio creímos en sus pompas y sus cuentos pero de a poco nos enteramos que no venían a dividirnos, ni a destruir, ni a saquear y a esclavizar a nuestro pueblo. Después de haber hecho toda clase de tropelías alrededor del globo, de haber hecho sucumbir pueblos enteros, enterrándolos bajo los escombros de sus urbes y sitiándolos en sus ruinas, nos enteramos del propósito de su venida. Increíble, pero venían a confraternizar. Ya habían de seguro distribuido el germen , letal para el espíritu de los nativos y sus ídolos. Sin embargo aquí llegaron haciendo gala de idióticos escrúpulos aunque parecían una horda fanática, una secta secreta, repitiendo lemas proclamados a repetición hasta el límite con lo demencial, con desesperado pero rancio fervor. Y cuando llegó su hora, porque incluso hasta lo altamente improbable requiere de una ígnea y volátil chispa, explosiva expresión, se lanzaron a las calles y tomaron los parques y se fueron de a poco consustanciándose, gradualmente se confundían con la población hasta no quedar ya traza de ellos, ni evidencia ante la cual pueda decirse: estos son, he aquí a los vendepatrias, echemos de una vez a estos caranchos invasores. Pero de a poco habían ido confundiéndose con la población.
Hay quesos con olor a pata, hay quesos con olor a rata. Una soga tendida con las ropas de anteayer, y junto a la casa largamente inmóvil un sol manso. Veo como las ropas hacen gestos en el viento. Viento, que es toda una marejada de olas irrumpiendo en cuartos de hotel viciados de fantasmas prófugos. Después viene la brisa como quien no quiere la cosa. Pero nadie sacude el espinazo bajo la caricia de la ola para barrenar en la brisa sin el agua que vendría detrás. No es como en la playa. Nadie se atornilla al aire. Toda la vida pensando en la muerte para que el final se adelante sin razón aparente. Sólo el hippismo podría salvar el mundo. Cada cual se engaña con lo que más le gusta y sueña vestido con las ropas que más le apacentan. Ahora si le apetece: Pase Ud., No después, de Ud., Por favor. Las grandes catástrofes naturales son provocadas de forma artificial para cubrir el descalabro de las corporaciones globales y la ineficacia para evitarlas por parte de las agencias de inteligencia de las naciones más poderosas del mundo. Cuando el hiperdesarrollo muestra sus curvas los estados tambalean. En un mundo post-apocalíptico los billetes de lotería serán enviados a domicilio gratuitamente.
Juan Bazoberri
Huir al encuentro
Huir al encuentro del aire Abandonar el falso silencio la tranquilidad heredada Purificar la comodidad la conformidad Dejar las esperas esperanza Restar nos suma Hagamos del día un verdadero día recorriendo el misterio Avancemos entre las horas abriendo la tierra
Luces recorriendo el paisaje Sombras explorando los senderos Reducimos la belleza a lo verdadero En el fuego nacen las formas la noche trae nuevos ojos que pierden la tierra por el cielo Donde el color persiste aunque se transforma Cuando los cuerpos se vuelven herida En un verdadero paisaje de sonidos En los ritmos de la luz Hay una forma de resistencia Un silencio completo estalla
Sonido ambiente
Colecciono gritos tesoros de sonidos fugaces puertas cerradas con violencia llantos estridentes en la cocina
La lluvia
camina por el techo La canción se sorprende
al recorrer la casa
A la llama responde la madera
Los metales se marchitan en la noche
El mundo atraviesa la casa
propone un juego de distancias encuentra una falla en nuestro muro
El zumbido persistente silencia un espacio ciego de luces con sueños de sombra
Otras vidas vibran
en las paredes Otras noches
negadas al silencio
La casa compone su melodía