I PREGÓN DE SEMANA SANTA EN LA CIUDAD DE HUETE Iglesia de la Merced. 21 de marzo de 2015 Estimado Juan Antonio, estimado Fernando, estimados diputado de

Diputado de Cultura, concejales del Ayuntamiento y demás asistentes. Este año mis palabras sirven para iniciar el camino de este tiempo de pasión. Muchos son los lugares de España e incluso de nuestra provincia donde un pregón abre el camino a este periodo de recogimiento.

Con una de las semanas santas más antiguas de España, en Huete no podía faltar esta cita. A iniciativa de nuestro párroco, este año el pregón se incorpora a los actos habituales que conforman nuestra semana santa. Esperemos que esta actividad continúe en los años venideros, se consolide y sirva para engrandecer nuestra semana de pasión.

Pregones hay de muchos tipos, poéticos, políticos, los cargados de recuerdos y vivencias o los que ensalzan las creencias en nuestra fe. En mi caso, sin olvidar los distintos matices que caracterizan a cada estilo, como pueden suponer, pondré el énfasis en el carácter histórico. Porque si algo caracteriza a la semana santa de Huete es su antigüedad.

De pocas semanas santas de España se podría decir que, a la altura de 1570, tenían una procesión perfectamente organizada. En las primeras horas del Viernes Santo, con sus estandartes y antorchas, el recién fundado

Cabildo de la Soledad salía del convento de San Francisco hasta lugares muy alejados. Se habla incluso de 11 o 12 kilómetros.

En el convento de San Francisco, el cabildo de la soledad se instaló en la capilla de los López del Monte, donde estaba enterrado el insigne poeta de Isabel la Católica fray Ambrosio

Montesino. Retiraron su escultura funeraria y colocaron a la imagen de la soledad con el consiguiente pleito con la familia propietaria de la capilla.

Además de la imagen de la Soledad sacaban en la procesión dos imágenes que había regalado fray Ambrosio Montesino y que estaban en esa capilla: un cristo en la columna y una Virgen de las Angustias

En la documentación del pleito se comenta, cito textualmente: “y son tan pesadas que de ellas no la pueden llevar doce hombres… y en cada un año se hace una procesión muy solemne el viernes santo a prima de la noche, en la cual va mucho número de jente, y salen con la dicha procesión y ordenança los cofrades del dicho cabildo ansi penitentes de disciplina como otros, y en ella sacan con mucha veneración un cristo en una columna

y una imagen de la Quinta angustia y Nuestra señora de la soledad, y otras cruces…”

A esta imagen del Cristo en la columna fray Ambrosio compuso una poesía, en la que pone voz al propio Cristo, quien teme el momento en el que su madre María lo vea tan lastimado después de la flagelación.

Oh! columna de Pilato El dolor que en ti sentí Ha medio muerto a mi madre Que no tenía mas de a mí. Morirá cuando supiere Los dolores que he pasado. Oh! que triste cuando viere Mi cuerpo tan lastimado Y tu suelo consagrado de la sangre que vertí. Medio muerto has mi madre Que no tenía más que a mí. Esta poesía se cantaba al son de esta melodía en la capilla de música

de doña Isabel y Fernando. Pincha aquí: https://www.youtube.com/watch?v=8tdaYNgE5_o

Así sonaba el poema del cristo de la columna de Huete en la corte de los Reyes Católicos, en esta combinación excepcional del mejor poeta, fray

Ambrosio Montesino, y del mejor compositor del momento: Juan del Encina.

Sin duda la procesión de la madrugada del viernes santo debió ser la primera de la Semana Santa optense. Pero ¿cómo surgieron el resto de procesiones?

Sobre el domingo de ramos tenemos constancia de una emotiva procesión a la altura de 1630. ¿Sabían ustedes que esa procesión era una de las costumbres más queridas por los optenses de aquella época?

Desde la parte baja de la ciudad se organizaba una procesión hasta la parroquia de santa María de Lara, situada cerca del depósito de agua del Castillo, allí, como si se tratase del monte de los Olivos de Jerusalén, se bendecían los ramos con gran solemnidad. Terminado el acto, se formaban

diez procesiones, cada una encabezada por su cruz correspondiente hasta cada una de las diez parroquias de Huete. Suponemos que esta tradición duraría hasta 1777, fecha en la que se suprimen seis de la diez parroquias de la ciudad, entre ellas santa María de Lara.

Leemos a continuación el relato de 1630 sobre esta procesión: “los vecinos, el domingo de ramos suben en procesión a la dicha parroquia de Lara adonde se hace la bendición general de los ramos con mucha devoción causada de la solemnidad con que se hace y muchedumbre de los que allá suben a imitación del monte olibere y desde allí se dividen diez procesiones para diez parroquias con sus ramos en las manos que en esta materia es una de las cosas que mas se estiman en esta ciudad”.

En cuanto al jueves santo, también tenemos referencias de esos años. La procesión de la tarde partía del monasterio de Santo Domingo y en ella participaban las hermandades de la Vera Cruz y del Jesús de la Columna, ubicadas en el monasterio. Para que veamos la importancia de la Semana Santa de Huete, existían dos hermandades del Cristo en la columna, un en San Francisco y otra en Santo Domingo.

Sabemos que esta procesión fue acompañada durante algunos años por los frailes de la Merced, sin embargo, en 1631, el visitador Maldonado prohibió a los Mercedarios participar en la misma con estos argumentos,

cito textualmente: “sabiendo lo mucho que padecen los religiosos deste convento, asi en lo corporal, acudiendo a la procesion del jueves santo con mal tiempo, como en la reputación, saliendo la comunidad sin luz y sin estimacion, cuando los religiosos de Santo Domingo se quedan en casa y no van a la procesión saliendo de su convento y no del nuestro, ni teniendo nosotros mas obligacion que una mal introducida costumbre para ir a ella”.

Por tanto, como vemos, aunque la procesión salía de santo Domingo,

los frailes dominicos no participaban en ella y sí los mercedarios hasta que se les prohibió asistir.

Pero ¿qué pasa con la imagen más emblemática de las que ha perdurado a la Guerra Civil, que pasa con la sagrada imagen de Jesús Nazareno?.

El primer dato que hemos encontrado sobre su existencia data de 1627, en el testamento de María de Enjeno, viuda de Andrés Martínez, se indica que, entre otras hermandades era cofrade de los nazarenos de San Pedro.

Según Amor Calzas, en su libro Curiosidades históricas de la ciudad de Huete, la imagen fue venerada, en principio, en el

hospital de la Inclusa, en el paraje de la Fuenzorita, pero pronto este hospital fue cerrado y la imagen quedó definitivamente en la iglesia de San Pedro.

Hacia 1682 el licenciado Cristóbal Núñez de Herrera, canónigo de la catedral de Cuenca le construyó una capilla, que sería diseñada por el maestro mayor de obras Félix de la Riva.

En esta capilla permaneció la imagen de Jesús junto a otras imágenes de la Soledad y San Juan Evangelista, que eran las que formaban la procesión de la madrugada del Viernes Santo, que salía por la puerta del

Mediodía de esta parroquia y volvía por la del Cierzo. El cortejo discurría por lugares tan emblemáticos como la puerta de Almazán.

Como vemos, la semana santa de Huete era variada, con multitud de hermandades y con procesiones paralelas que podían celebrarse al mismo tiempo.

La reducción del número de parroquias y la supresión de los monasterios no afectaron apenas al esplendor de nuestra semana santa. La bendición de ramos pasó a celebrarse en santa María de Castejón, el jueves santo salían el cristo de la columna de Montesino, Jesús el pobre con la cruz acuestas y la soledad de la iglesia de Guadalupe, con sus respectivas hermandades, el viernes santo por la mañana, de san Pedro salía nuestro

padre Jesús Nazareno el rico, san Juan Evangelista y la Soledad con sus respectivas hermandades. En este punto tengo que decir que en la Hermandad de San Juan Evangelista de San Pedro había cofrades de ambos barrios. El santo entierro correspondía a la Parroquia de san Esteban, instalada ya en la Merced, donde tenían su sede la Hermandad del Santo Entierro y la Hermandad de la Dolorosa. En San Gil fue acogida la imagen de las Angustias, regalada por Montesino, de la que queda su recuerdo en esta pequeña reproducción en escayola.

Así era la semana santa de Huete hace 100 años, imágenes de gran devoción, hermandades centenarias y variedad en iglesias y recorridos. Se podría afirmar, y nadie debe poner en duda lo que voy a decir, que la

Semana santa de Huete era superior a la de Cuenca hace 100 años, pero, llegó la guerra.

Esas imágenes, esas tradiciones, los enseres, los retablos. Todo fue pasto de las llamas.

Solamente la sagrada imagen de Nuestro Padre Jesús pudo contarlo. La cabeza, mano y roca sobrevivieron a la barbarie y la ignorancia. Cuenta la tradición que la mirada de Jesús impidió que nadie se atreviera a prender la llama de la destrucción. Lo cierto es que en un descuido Mariano Cobisa pudo retirar y esconder los restos en su casa y conservarlos como testigo de aquella semana santa que fue una de las mejores de España.

La posguerra fue un periodo en los que otros pueblos recuperaron el esplendor anterior, sin embargo en Huete no fue así. Recuerdo de niño años en los que Jesús Nazareno salía en carroza acompañado de una decena de nazarenos.

Habría que esperar a los años noventa, cuando bajo el impulso del párroco José Antonio, las filas del Jesús se vieron más nutridas que nunca, al tiempo que se fundó una segunda hermandad: la de la Soledad, que acompaña con gran solemnidad a esa imagen de la madre de Cristo cuyas lágrimas están cargadas de un fuerte realismo.

En esos años, al cortejo procesional se unieron las imágenes del cristo de la columna, recuerdo de aquel que regaló fray Ambrosio Montesino, y la de la Verónica, que inicia un recorrido independiente para encontrarse con Jesús Nazareno en el bello entorno del convento de santo Domingo.

Por otro lado, el grupo de catequistas y jóvenes organiza cada año un viacrucis al Castillo el día de miércoles santo, en el que se realizan paradas en cada una de las cruces hasta llegar a la altiva figura del Corazón de Jesús que protege a nuestra ciudad contra las adversidades

Recientemente, la hermandad de Nuestra señora

de Loreto se ha incorporado a la semana santa con una nueva imagen, la de Nuestro Padre Jesús de Medinaceli, realizada por el escultor Javier Barrios. Este año desfilará por primera vez la imagen de la borriquilla, que servirá para realzar el domingo de Ramos, que como hemos visto era una de las fechas más queridas por los optenses siglos atrás.

Tampoco podemos olvidar algo muy importante en la semana santa: la música. Por fin tenemos en Huete una banda de música que acompaña con aplomo y decisión a nuestras imágenes. La labor realizada por estos jóvenes es encomiable. En un momento en los que injustamente se duda

de los valores de la juventud. En Huete, nuestros jóvenes luchan, ensayan sin descanso y disfrutan interpretando las marchas procesionales que dan vida a nuestra semana santa.

Finalizo mis palabras agradeciendo a Juan Antonio la confianza que ha depositado en mí, encargándome este primer pregón de Semana Santa de Huete.

Muchas gracias a todos José Luis García Martínez