Presentación del nº19 de la Hoja Azul en Blanco - Ana Garrido
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PRESENTACIÓN NÚMERO 19
Buenas tardes y bienvenidos todos. Gracias por acompañarnos, por
acceder a formar parte de esta aventura, de este itinerario mágico que nos
convoca al vuelo de la imagen, al ensalmo de la luz y la palabra. Es el
nuestro un viaje sin escalas, una aproximación al borde de los ecos.
Verbo Azul presenta hoy, en este enero recién amanecido, el número
19 de su Hoja Azul en Blanco. Y lo hace, consciente de que la dificultad es
cada vez mayor, de que el compromiso es cada vez más exigente, con lo
mejor que puede ofrecer, su propia esencia. Nunca ha sido fácil, lo
sabemos, apuntalar la sombra al borde del desgaste, amontonar las huellas
de todos los senderos, dejarse amanecer en las palabras, pero de alguna
manera queremos devolver parte de lo que se nos ha dado, de nuestro
patrimonio más absoluto, esta forma de darnos al filo de la idea, al otro
lado de todos los embozos.
Cada nuevo número supone un nuevo reto, una emoción largamente
acariciada, gozosamente cierta. Este que hoy presentamos reúne lo mejor
de nosotros mismos, toda nuestra ilusión, todo nuestro esfuerzo. No quiero
dejar pasar la oportunidad de agradecer el trabajo y la dedicación de tantas
personas sin las que nada de esto hubiera sido posible. Y por supuesto a
todos los amigos que, de un modo u otro, nos han prestado su aliento, su
confianza. Gracias a todos por ser, por estar. Y gracias también, y muy
especialmente, a nuestra compañera Ana Bella López Biedma, autora del
montaje audiovisual que veremos a continuación, cuya cálida voz pondrá
también el contrapunto necesario.
¿Para qué sirve un poeta? ¿Qué suerte de encantamiento, de dualidad
acaso, define y transforma esta realidad difusa a través de la palabra?
Podríamos decir, siguiendo a Sánchez Rosillo, que la palabra poética
"celebra la vida y la acrecienta e intensifica con más vida para dar
testimonio del misterio del mundo". La palabra arrastra, sacude y
cauteriza, llega desde todas las luces, desde la oscuridad y la inocencia. Es
quizá esa "fonte que mana y corre", esa gacela herida a la que abatir a
solas, en tanto ruido. Quizá por ello, cuando se cumplen quinientos años
del nacimiento de la Santa de Ávila, en el siglo Teresa de Cepeda, hemos
querido aproximarnos de alguna manera a la mística como forma de
expresión, como búsqueda, como desenlace, a la palabra en su doble
vertiente de revelación y de misterio.
Poetas y narradores, ilustradores y fotógrafos se dan la mano en este
proyecto común que recoge todos los espacios, todos los caminos; voces
propias, miradas plenas, necesarias, como las de Manuel López Azorín,
Elvira Daudet, Ginés Aniorte, Francisco García Marquina, Teresa Núñez,
Ana Montojo, Garcilaso Rollán, Javier Ávila o María Sanz, por citar
algunas ajenas a Verbo Azul, hermanadas en el mismo cordaje, en el mismo
temblor de la memoria. Porque, y recojo al azar versos de sus páginas,
"Sólo queda la luz" "en dulce catecismo de belleza". "El intruso poeta
escribe y calla" "por encima del viento y de las voces". "Trabaja duro, el
tiempo no da tregua", "golpea si hace falta la madera podrida". "Dicen
que no despierta". "El cielo de los muertos se oscurece".
Queremos agradecer muy especialmente la colaboración - gracias a las
gestiones de su hija María Luisa - del pintor Luis García Ochoa, uno de
cuyos grabados sobre París ilustra nuestra portada. Del mismo modo,
queremos también dedicar este número 19 a la memoria de Consuelo
Cerejido, animadora socio - cultural de la extinta Universidad Popular de
Alcorcón, y a la de Julia Lafoz, de AMPPI, con quienes tanto quisimos.
Esta nueva entrega de La Hoja Azul en Blanco llega con vocación de
amanecida, con un sabor de lunas y de labios, de todos los recuerdos y
todas las esperas. Y llega de la luz como del agua, desde el mismo temblor
de las acequia. Desnuda de artificios, recoge entre sus páginas un universo
poliédrico, multidisciplinar y dúctil, en el que la emoción es excusa para la
unidad y el entendimiento. Porque no sólo queremos ser voz, también
imagen, forma, vida; queremos aproximarnos a lo que hay de único en cada
uno de nosotros, en nuestra diversidad y en nuestra semejanza. De lo que
cada uno traiga consigo, de lo que esté dispuesto a compartir, a jugarse en
el envite, depende lo que pueda llevarse, lo que obtenga en el trueque, en el
diálogo, en la escucha.
Hora es ya de destejer las puertas, de alimentar esta llama y sus
rincones, este tiempo de azul, este equipaje. Dejémonos medir en las
palabras en la esquina más alta del espejo.
Ana Garrido