Pretextos
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PRETEXTOS
MARÍA DEL SOCORRO GÓMEZ
ESTRADA
I
Me enseñaste el amor
a través de los ojos
del abrazo
de la música
de la complicidad
del trance de la muerte
y del trance de la resurrección
no convenida…
Me enseñaste el amor
con cuidado casi ternura
con cautela casi pasión
con o sin miedo porque se notara
con la magia de la piel
con el secreto de los sentidos
con el hechizo de la palabra
y de los silencios.
Me enseñaste el amor
para escribir una historia
nueva
única
irrepetible
avasalladora
con la certeza del amor cierto,
ese que permite volar
ese que me deja estar
a la vera
de tus sueños y los míos…
me enseñaste el amor y terminaste ensenándome
la vida…
II
Para no perturbar
el sueño de los justos
Dios aprendió a caminar en puntillas
y han sido tantos
los justos inmolados,
que sus pies se asumieron
en alas, para no perturbar
ni siquiera
sus sueños fallidos…
Además de volar,
aprendió a rezar
como un homenaje al valor,
que la barbarie
vistió de eternidad.
¿A quién encomendará Él
estos finales anticipados
que logran sorprender al mismo asombro?
III
Si en lugar
de balas
se dispararan abrazos,
podríamos por fin,
dar cuenta
sobre lo que significa
morir de amor…
III
La paz rompe silencios
y la guerra al asecho
la viste de nuevo
con una mordaza
que celebra la muerte…
Somos tan diestros,
que logramos matar
el silencio;
y las balas perdidas
transitan como orates,
en busca de una musa
que las inspire,
mientras encuentran
en dónde descargar su frenesí…
Entre tanto la diana se ofrece
a ejercer el buen oficio
de consoladora de héroes.
IV
Para lo primero
que se nos entrena
cuando la infancia
nos habita,
es para las despedidas;
y la guerra
se empeña con necesidad
en no dejar ejercer
esa bien aprendida
cortesía, con la muerte…
Algunas veces, la paz,
es cuestión de glamour…
V
Faltan palabras…
que del centro de la tierra
salgan los dinosaurios
y hablen por nosotros
hartos ya, de nutrirse
con tanta sangre derramada.
Que hablen las piedras
a los de corazón de piedra
para que cesen
las erupciones
de hierro y piel.
Que hablen por nosotros
los fósiles
y los ángeles desprevenidos
que no se han dejado
todavía intimidar.
Que no queden más
risas incompletas
ni voces ahogadas
ni cuerpos mutilados…
Faltan palabras…
El verbo también está herido.
VI
Si las lápidas
que insisten
en no dejar morir
del todo
a los muertos inútiles;
florecieran,
nuestra patria sería
uno de los muchos
paraísos perdidos,
en donde la belleza
es innecesaria;
porque la magia
que nos atrapa en ellos,
es la que habita
en lo que tienen
sepultado…
No en vano
una Patria Madre,
es la que canta a sus raíces
y se viste de gala
con cada lágrima
perdida
que convierte en estrella
y hace
que nuestros héroes
brillen por siempre
con luz propia.
VII
De Borges…
Con la mirada de cristal partido
y con la avidez de sus sueños
como lazarillo,
reventó luz
entre las bibliotecas ciegas.
infatigable hacedor
de patrias y de lenguas,
ciudadano del mundo
solazado a tientas
en las aristas
de su propio laberinto.
Su ser elemental
hizo estallar en la pluma
y en su voz,
todos los matices
de la palabra en el tiempo.
Lo invadieron tantos
y de tantos siglos,
que se negó
a la inmortalidad del espejo
por no poderlos ver
a todos en él mismo.
VIII
De Margarita Yourcenar…
Inmortalidad de la memoria
entre canas
arrugas
y la perfección de su palabra…
IX
Me gustan los días
en los que me quedo
en los recuerdos,
porque los recuerdos
son vida
que no quiere irse
y buscan siempre
pretextos
para salvarnos…
X
Vuelvo
a primeros lugares
para pintar otra vez
de infancia
ese perdido rincón mío
que a pesar del hollín de los años
no logré contaminar.
Vuelvo
a vestirme de fiesta
para echar a volar
la cometa
con la figura amorfa
en la que me convertí.
Ojalá el viento
no tenga memoria…
XI
Del oficio de escribir…
Hay que escribir
para sobrevivir
pero para vivir
es preciso
escribir con amor.
El escribir
los días de todos los días
nos ayuda
a que ellos no pasen
como periódicos amontonados
y amarillentos.
para vivir
es preciso
escribir con amor
porque sólo así
la palabra podrá ser fecunda
y se verá
que lo que se escribió ayer
nos ayudará
a escribir lo que será mañana.
Escribir con amor
es descubrir
el escondite secreto
que tiene
una página
y es arriesgarse
al milagro de dar
vida
a un papel en blanco.
Ese papel en blanco
que al principio
es una agonía
pero que se llena
de esperanza
tras la palabra escrita
que exorciza
que apacigua
que hechiza
que da muerte
y que redime.
Para renacer
para resucitar
es necesario escribir
y que el puño y la pluma
sean como un grito
de liberación y perpetuidad.
Sí,
para vivir
es preciso escribir con amor…
Sólo así
el verbo no fenecerá jamás.
XII
Tu allá
lleno de mí;
pesada carga
estar dividido:
de manos y pies atado
y con una mordaza
en la boca
que te impide
pronunciar mi nombre…
Yo acá
llena de ti,
inventando abrazos
y a la espera
que tu imagen
sea algo más
que humo,
cuando hayas decidido
saltar la cerca…
XIII
De la creación…
Y dijo Dios, el Padre,
al octavo día de la creación:
- ¡Hágase la música!
Y en ese momento
el cielo se rompió
con el galope de un corcel
con cascos de plata;
las mirlas y las serpientes
silbaron conociendo el frenesí;
los elefantes balaron,
el cuervo grazneó,
los jabalíes rebudiaron,
las panteras himplaron
y el cisne vozneó,
todos en una sinfonía
que se tragó
los verdes y las montañas...
En los mares
las olas contra los riscos
se dejaron oír
y las cascadas
con su torrente de encaje
rugieron entre los cañones
más intrincados.
en el confín de los sables
se oyó el rechinar
de su danza
de amor y muerte;
manos de todos los colores
arrancaron su voz a los tambores,
la cigarra se echó sobre su espalda
su canto
y la luciérnaga hizo que su luz
hablara por ella
en el mundo que ya conocía la noche...
El oasis ofreció su silencio
al milagro de este octavo día,
mientras el amante le dice
a la amada: "te amo"
apuntándole al corazón.
En la esquina del patio de una casa
el vaivén de una mecedora
sigue los latidos
de los dos corazones que arrulla:
una madre y un hijo
celebran su ceremonial
con los pechos al viento...
Los truenos anunciaron
que el octavo día había terminado.
risas perdidas
se aferraron a las estrellas...
Y la música se hizo!
MARÍA DEL SOCORRO GÓMEZ ESTRADA