PRIMER PANEL Trabajo Social y Derechos Humanos

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XXVII Congreso Nacional de Trabajo social. 11, 12 y 13 de septiembre de 2014 PRIMER PANEL Trabajo Social y Derechos Humanos CLAUDIA DANANI Bueno, buenos días, con algunos por primera vez, con otros varias veces porque nos fuimos cruzando durante, durante la mañana. Durante una mañana en la que en varias ocasiones se hizo referencia a la oportunidad del encuentro, del diálogo, de compartir experiencias y reflexiones, y me parece que sí, que efectivamente si algo es este congreso, es una oportunidad para intercambiar geografías, trayectorias profesionales, casos, entre comillas, experiencias, opiniones y para animarnos además con los desacuerdos, animarnos con la idea de que probablemente no todos coincidamos en todo y estas son las oportunidades en las que sin perder el ánimo comunitario de la profesión, al contrario, a partir de ese ámbito comunitario de la profesión podernos decir y pensar, y animarnos a que el otro, porque siempre es un riesgo, a que el otro nos diga algo que no se nos había ocurrido, o tener la oportunidad de por décima vez decirle al otro algo con lo cual no está de acuerdo. Esta es una mesa que se llama Trabajo Social y Derechos Humanos, pero yo siento que participar aquí es un privilegio, es un poco paradójico, pero siento que es un privilegio y les quiero agradecer a los y las organizadoras, desde las instituciones de la primera a la última de las personas que hicieron posible que nos encontráramos y tan bien. Cuando los organizadores me invitaron a participar les pedí un par de días para contestar porque quería pensar a ver si tenía algo que me pareciera que fuera digno de compartir en un ámbito tan importante como es el de los congresos profesionales con tantos colegas presentes y futuros, porque hay muchos estudiantes. Y la verdad es que tengo que decir que dije que sí más por las ganas de estar que porque tuviera muy claro qué era lo que quería decir, cosa que me empezó a preocupar hace diez días cuando tenía que convertir ese deseo en un texto y en algo para conversar. Y me parecía que uno de los problemas que podíamos tener, o por lo menos que a mí me estaba amenazando, es justamente que no tuviera problemas porque es muy tentador en un congreso que lleva por títulos Derechos

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PRIMER PANEL Trabajo Social y Derechos Humanos CLAUDIA DANANI / FELICITAS ELIAS /

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XXVII Congreso Nacional de Trabajo social. 11, 12 y 13 de septiembre de 2014

PRIMER PANEL

Trabajo Social y Derechos Humanos CLAUDIA DANANI

Bueno, buenos días, con algunos por primera vez, con otros varias veces

porque nos fuimos cruzando durante, durante la mañana. Durante una mañana

en la que en varias ocasiones se hizo referencia a la oportunidad del

encuentro, del diálogo, de compartir experiencias y reflexiones, y me parece

que sí, que efectivamente si algo es este congreso, es una oportunidad para

intercambiar geografías, trayectorias profesionales, casos, entre comillas,

experiencias, opiniones y para animarnos además con los desacuerdos,

animarnos con la idea de que probablemente no todos coincidamos en todo y

estas son las oportunidades en las que sin perder el ánimo comunitario de la

profesión, al contrario, a partir de ese ámbito comunitario de la profesión

podernos decir y pensar, y animarnos a que el otro, porque siempre es un

riesgo, a que el otro nos diga algo que no se nos había ocurrido, o tener la

oportunidad de por décima vez decirle al otro algo con lo cual no está de

acuerdo.

Esta es una mesa que se llama Trabajo Social y Derechos Humanos, pero yo

siento que participar aquí es un privilegio, es un poco paradójico, pero siento

que es un privilegio y les quiero agradecer a los y las organizadoras, desde las

instituciones de la primera a la última de las personas que hicieron posible que

nos encontráramos y tan bien.

Cuando los organizadores me invitaron a participar les pedí un par de días

para contestar porque quería pensar a ver si tenía algo que me pareciera que

fuera digno de compartir en un ámbito tan importante como es el de los

congresos profesionales con tantos colegas presentes y futuros, porque hay

muchos estudiantes. Y la verdad es que tengo que decir que dije que sí más

por las ganas de estar que porque tuviera muy claro qué era lo que quería

decir, cosa que me empezó a preocupar hace diez días cuando tenía que

convertir ese deseo en un texto y en algo para conversar.

Y me parecía que uno de los problemas que podíamos tener, o por lo menos

que a mí me estaba amenazando, es justamente que no tuviera problemas

porque es muy tentador en un congreso que lleva por títulos Derechos

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Humanos, en una mesa que tiene por título Derechos Humanos quedarse o

deslizarse a una celebración fácil de los derechos humanos a decir, bueno,

tenemos que impulsarlo, tenemos que reforzarlos, tenemos que ratificarlos,

tenemos que, ¿no?, sin problematizar cuáles son, o defenderlos, cuáles son las

condiciones de realización de los derechos, me parece que en la mesa anterior

hubo algunas referencias a esa cuestión, pero que nos ganara el deseo por

sobre la reflexión. Y me parecía que eso era faltar a las razones de la

invitación.

Y una primera cosa que recién me di cuenta que me sorprendía en el conjunto

de la presentación anterior es que creo que el trabajo social tiene una relación

problemática con los derechos humanos y con los derechos sociales. Creo que

no hay tal identidad entre profesión y derecho social, no hay identidad entre

profesión, trabajo social y derechos humanos, aún sabiendo por otra parte que

si tomamos los ciento treinta, ciento cuarenta años con mucho en el que

podríamos hablar de un campo profesional, derechos humanos y derechos

sociales han sido definidos de manera muy distintas, ¿no?, es decir, a lo largo

de ese periodo uno puede entrar a distintos capítulos y a distintas formas de

definición y de relación.

No teman, no voy a hacer la historia de la profesión, no porque me pareciera

inoportuno, sino sencillamente porque carezco de los conocimientos y de las

competencias para hacerlo, pero sí diré que si miramos hacia atrás nosotros

tenemos que ver momentos de chisporroteo, esto también es un momento de

chisporroteo con los derechos. Y después voy a decir por qué, y eso hace que

después de la celebración y de los acuerdos nos detengamos en todo caso a

ver cuáles son los obstáculos o los problemas que enfrentamos.

Seguramente uno de los momentos más productivos, si no es el más

productivo para la profesión está en la reconceptualización y que además, hace

casi diez años hubo toda una movida alrededor de los cuarenta años de la

reconceptualización, ahora estamos entonces próximos al medio siglo de la

reconceptualización, quiero decir también que todo lo que voy decir en relación

con esto particular tiene una deuda enorme con Nora Aquín, porque releí

algunos de sus trabajos en relación con la reconceptualización y

verdaderamente es así, como una inyección de problemas, de preguntas y de

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entusiasmo que vale la pena y merece ser repasada. Pero por qué digo

productividad, bueno, porque la reconceptualización proveyó al trabajo social

una práctica y una reflexión estructural e históricamente situada en un ejercicio

que al hacerse consciente de esa situación estructural y social tuvo como

fortaleza el poder entender mejor algunas de las raíces y, eso que decía, antes

de la historia de la profesión.

Pero tuvo también una debilidad que fue poder trasponer el momento de la

negación y de la oposición, la oposición, la denuncia y la negación de la

explotación, la oposición, la negación y la denuncia de la dominación o de la

subordinación. Si me remonto acá en este momento a esa evocación de la

reconceptualización es porque con eso que aprendimos de la

reconceptualización, con lo que conocimos de la dictadura, si hablamos de la

Argentina, pero de las dictaduras, si hablamos de otros compañeros y colegas

latinoamericanos, después de lo que conocimos que podía implicar el

capitalismo en América Latina con la década de hegemonía neoliberal,

podemos ver que ahora tenemos parte del acervo con nosotros de la

reconceptualización, de aquellos saberes, aquella posibilidad de inscribir a la

profesión en esas condiciones de las que hoy hablaban del contexto, de cuáles

son las condiciones históricas, pero también, ver que tenemos eso en el marco

de una situación históricamente para el continente novedosa, distinta de

aquella. Distinta de aquella porque estamos conviviendo, estamos coexistiendo

con gobiernos, a diferencia de aquellas décadas y las que le siguieron, con

muchos gobiernos, con varios gobiernos en América Latina, que asumen una

retórica que hasta ayer pertenecía a movimientos sociales, o a movimientos

sindicales, a organizaciones sociales de distinto tipo, que eran incluso más

próximas a partidos de izquierda, gobiernos frente a los cuales cada uno de

nosotros puede tener posicionamientos muy diferentes, y no es desde ese

lugar que estoy planteando. Sino que nos desafían ya no en el qué hacer,

porque hay más coincidencias que nunca antes, por lo menos de los acuerdos

que parecimos estar compartiendo desde hace dos horas, pero que nos

desafían en el hacer. Y cuando la situación histórica ya no es la de qué es lo

que hay que hacer, sino, cómo se hace, o se está haciendo bien, entonces uno

puede decir que está frente a una situación novedosa, una situación distinta,

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que instala los desafíos, los problemas también la posibilidad de errores o de

aciertos en un lugar distinto. Quiero decir que también en un lugar más difícil,

porque ahí todos tenemos que subir la apuesta y ver si somos capaces de

hacer y de realizar aquello que decíamos antes.

En el caso del trabajo social nos desafía de manera particular. No digo que

sean gobiernos que son anti- clases dominantes en todos los casos, no digo

que sean revolucionarios en todos los casos, algunos creo que lo son pero es

parte de la discusión, pero creo que son parte de un escenario en el cual se

redefine particularmente una cuestión del ejercicio profesional, que es la

relación de la profesión con las instituciones, la inserción de la profesión en las

instituciones, la conceptualización misma de las instituciones para el trabajo

social.

Fernando Filgueira, un colega uruguayo, colega no por la profesión sino por las

preocupaciones, creo que es sociólogo y creo que hay algunos y algunas

colegas uruguayas presentes. Dice que América Latina está pasando por una

situación en la cual desde principios del siglo XX, eso me pareció interesante,

muy provocativo, desde principios del siglo XX por primera vez atraviesa un

proceso de cierta transformación que no está siendo dirigido, ni impulsado por

las clases tradicionales. Y eso abre una situación distinta, en la que algunas de

las certezas o algunas de las aseveraciones que sosteníamos en el pasado no

sirven o tienen en todo caso que ser puestas a prueba, porque pueden pasar

cosas distintas de las que siempre pasaron.

En este marco es que me parece que abrir, redefinir el entorno estratégico del

trabajo social, en el marco, en relación con el ejercicio y la realización de

derechos es fundamental, y es fundamental por la dimensión institucional.

Por varias razones, la primera, qué cosa es un derecho, un derecho no es una

declaración y los derechos son reversibles, si algo enseñó el neoliberalismo es

precisamente la reversibilidad de los derechos, los derechos no siempre se

ganan solamente, esto que estoy diciendo es una obviedad, seguramente y

disculpen que lo diga explícitamente, los derechos no solo se ganan, los

derechos también puede retroceder, también pueden perderse, y por lo tanto

estamos frente a una situación en la que no es solamente podemos ganar.

Cuando uno acumula un proceso –efectivamente– de reconocimiento y

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realización de derechos, de materialización de derechos empieza a tener en la

mochila y por delante no sólo la posibilidad de ganar, sino la responsabilidad de

no retroceder. Y eso me parece que coloca al papel de la profesión en una

coyuntura particularmente importante y desafiante.

Entonces, los derechos no son una declaración, son relaciones efectivas,

relaciones que funcionen, si no funcionan como derechos, como obligaciones

para unos y como atribuciones para otros, no estamos frente a un derecho, si

alguien desconoce la atribución o la obligación y no podemos exigir su

cumplimiento y realizar su cumplimiento no estamos frente a derechos.

En ese sentido, y es ese el punto, en el que me parece que, en que las

instituciones que estamos acostumbrados a ver, acostumbrados y

acostumbradas a ver como un ámbito de desempeño profesional, como parte

de las condiciones, como parte del contexto de la práctica profesional, pasan a

tener un lugar crítico, un lugar estratégico y la responsabilidad, que también es

profesional, de mejorar, de defender y de fortalecer lo mejor de las

instituciones, que no son perfectas, que no son buenísimas, que no son las que

soñamos, pero que hay que fortalecer, defender, reforzar esa parte de las

instituciones que sí dan cuenta de las luchas y de las aspiraciones que

exitosamente hayamos podido realizar durante las últimas décadas.

A los derechos nadie puede renunciar, Pilar Arcidiácono, otra colega, no de

profesión, sino de preocupaciones, señala que, en realidad, en los derechos

siempre participa el Estado, ¿no?, por esa razón cuando uno habla de

derechos habla siempre de alguna obligación estatal, frente a un derecho

realizado, hoy cumplido, tenemos siempre un Estado que favorece, o es capaz

o es incapaz de realizar o de desconocer un derecho.

En este sentido creo que estamos frente a una situación en la que yo diría que

no estaría mal, por lo menos proponer llevar la mirada como profesión de las

políticas a las instituciones, no se trata de desconocer las políticas, no se trata

de dejar de mirar las políticas, sino a mi juicio, de convertir a las instituciones

en objetos mismos de la intervención profesional, porque las instituciones, esas

que transitamos cotidianamente y hubo varias referencias a la cotidianeidad la

práctica, de la cátedra de práctica profesional, las instituciones son espacios

de realización pero son también espacios de resistencia de algunos cambios.

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Todos los que estamos aquí, estoy segura de que todos, tenemos alguna

anécdota, si lo pensamos desde la vida común, casos si lo pensamos desde la

práctica profesional, en los que distintos grupos de trabajadores, de

trabajadores de esas instituciones estatales fallamos en la realización de las

políticas, de las políticas con las cuales podemos estar de acuerdo; tenemos la

referencia de grupos de docentes que se niegan a reincorporar a la escuela a

los niños que como dicen la Asignación Universal por Hijo les volvió a traer

después de haberlo expulsado, de colegas que consideran que la falta de

control apropiado en las condicionalidades deja demasiado libres algunas

decisiones para las familias de trabajadores que no están acostumbradas a

tratar con trabajadores informales y si en cambio en distintas instituciones

estatales o de médicos que hacen huelgas de lápices caídos y no quieren

firmar los certificados de salud, cosa a la que jamás se negarían si el

requerimiento lo hiciera una empresa de medicina prepaga.

Esto es parte también de las condiciones de realización de aquellas políticas, y

son también objeto de reflexión de nuestra propia práctica profesional franca,

abierta, no acusatoria para discutir efectivamente de qué hablamos cuando

hablamos de derechos, cuáles son las condiciones para poder hablar de

derechos y para poder decir, avanzamos un poco más.

Porque si hay reversibilidad de las políticas y las instituciones no se

transformaron, esas instituciones pueden reacomodarse rápidamente al nuevo

contexto, entonces, esto es también parte de las condiciones de realización de

este ciclo del cual estuvimos hablando antes.

Por supuesto esto es una parte, ya lo sé, muy aburrida y ardua de la práctica

profesional, no tiene ni el brillo del anuncio del futuro, ni la sensación de estar

haciendo un acto de justicia cuando uno lleva un caso a un tribunal, no tiene

ninguna de esas dos luces, tiene en cambio las sombras y el trabajo, demanda

el esfuerzo de la construcción cotidiana, de hacer otras instituciones, de

enfrentarnos a nuestros propios obstáculos y a nuestras propias dudas, que

como decía al principio, es necesario someter a discusión, a debate y a

polémica entre nosotros, es el momento de las comillas, si me permiten,

normalización, de entramar los derechos en la vida, pero no sólo en la vida de

las personas, de entramarlos en la vida social, de poder reconocernos, ya no

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porque hay algún mandato o hay alguna orden, sino de poder reconocernos

como sujetos pares que puede aprovechar la proximidad de la vida en común.

Como propuesta y como posibilidad es aburrida, si ustedes quieren, y sin

embargo como resultado es apasionante, es un punto de ubicación en la grieta

entre aquellas políticas y nuestras condiciones porque nuestras condiciones no

son estas que estamos compartiendo acá, nuestras condiciones son las de la

vida de privaciones, de dificultades, de negativas, de límites, etcétera. Y ese

punto de esa grieta me parece que resulta apasionante de llenar o por lo

menos de tratar como asunto en común. Espero que podamos compartirlo con

la misma pasión y con el mismo interés.

Muchas gracias.

FELICITAS ELIAS Hola, bueno, buenos días para todos y todas; y más allá de que sea un gesto de

educación el agradecer la invitación, quiero agradecer a las y los organizadores, la

FAAPS, la invitación; Silvia me comentó que integro el Comité de Honor del evento,

cosa que me llena le corazón, me llena la cabeza, bueno, es un mimo realmente, al

trabajo, a la práctica, y a la militancia, ¿no?, sostenida siempre desde la disciplina. y

remarco este punto y en este momento recuerdo a la compañera Lucía Cúllen, una

compañera trabajadora social desaparecida…. con la que yo compartí el colegio

primario, y transcurrida la dictadura, ya habiendo vuelto a la facultad como docente,

todavía estábamos en la Facultad de Derecho, encontramos su título de trabajadora

social, y el recuerdo de Lucía y el recuerdo de todas las compañeras y compañeros

trabajadores sociales, pero además los treinta mil y de los cuatrocientos y pico de

nietos que faltan, lo digo porque hace varios años, ya en democracia y habiendo

finalizado la dictadura, pero en esos momentos de tránsito de mucha tensión, de

mucha complejidad, se señalaba desde la institución, colegio profesional, y lo digo no

en función de crítica, sino de salto cualitativo, que es lo que quiero señalar, se

señalaba que Lucía había sido desaparecida, había sido chupada por su militancia en

el movimiento de montoneros y no como trabajadora social, y esto habilitaba una no

rehabilitación, no una recordación de la compañera. Felizmente los tiempos han

cambiado, creo que este evento, la apertura del evento….

Confieso que me robaron parte del libreto, en realidad muestra eso, muestra avances

en la reflexión, en las instituciones, en las instituciones que nos cobijan, que nos

enseñan, que nos proporcionan líneas de acción, bueno, es un salto realmente

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cualitativo, ¿no?, hablar de trabajo social y derechos humanos y pensar estas

dimensiones, que muy bien indagó y presentó Claudia, poniendo esa tensión y las

preocupaciones que ellos deben traer.

Esta mesa me produjo momento fuerte de confusión, de qué voy hablar en este lugar,

qué voy a decir frente a tantos compañeros y compañeras que diariamente están en la

actividad, en el territorio poniendo el pecho al trabajo, al trabajo que no está

desprendido, que no está inconexo, que no es o el territorio o la reflexión, por suerte,

felizmente creo que en parte de la reconceptualización y todo este camino recorrido

nos permite articular e integrar estos aspectos.

Frente a eso traté de pensar por dónde iba a ir, entonces ustedes lo que van a

encontrarse de mi parte es una charla un poco desordenada, con algunas cuestiones

que quiero compartir.

Me preguntaba cómo dialogar con los colegas y con los jóvenes, aquello que sigue

con todo ese compromiso de derechos por delante, lo hago aproximando experiencias,

desde la perspectiva que nos permita profundizar un poco, al menos conceptualmente,

en las cuestiones vinculadas a derechos humanos y a derechos sociales, y en realidad

opté por las dos vertientes; siempre buscando una tercera posición, me planteé por un

lado hacer un cierto camino de recordación conceptual, cómo surge estos de los

derechos humanos y por qué, y cómo llegan a la Argentina. Por suerte Claudia, por

suerte no, uno sabe quién es Claudia y como trabaja, planteó una cuestión conceptual

que a mí me permite deslizarme en esa pista. Una primer cuestión: cuando hablamos

de derechos y cuando hablamos de derechos humanos y sociales, estamos haciendo

una referencia a una dimensión que por lo menos históricamente al trabajo social le ha

resultado algo contradictoria, y remito a lo que es el derecho, la ciencia jurídica, es

decir, la normativa, la cuestión escrita registrada y por otro lado al trabajo social, como

el espacio casi etéreo de deseos, de propuestas maravillosas, entonces ahí me parece

que hay una primera a citar y aquí traigo a Bourdieu, porque en realidad pareciera que

hay un principio que podría interpretarse como una relación subalterna entre el

derecho y el trabajo social. Y para esto Bourdieu en general sirve para acompañarnos

porque dice, cuando hablamos de derecho, hablamos de derechos humanos, sociales,

hablamos de campo jurídico y tiene entonces una competencia social y técnica

consistente en la capacidad socialmente reconocida de interpretar un cuerpo de textos

que consagran la visión legítima y recta del mundo social. Entonces, tengamos claro

que nos estamos metiendo, zambullendo, incorporando a la pileta de la norma, a la

pileta, a la perspectiva de la visión legítima, de la visión registrada. Esos son los

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derechos sociales, los derechos humanos, a los que estamos apelando en este

evento.

Y cuando me deslizo por ese campo de los derechos, tengo que ir a una cuestión

remanida, diríamos en el campo, en el área de pensar los derechos hay una clásica

clasificación que toda la gente de los tribunales internacionales y todos los teóricos de

los derechos humanos y sociales refieren y es hablar de una cierta generación de

derechos, un proceso escalonado de derechos asociados a una actor relevante para

este ejercicio de los derechos, Claudia lo citaba para esta regulación, para esta

aplicación de derechos, también para la violación, después vamos hablar de eso, y

que es el Estado. El Estado es un actor de relevancia porque atribuye derechos,

atribuye fondos para esos derechos, también es para nosotros, y nosotros

trabajadoras sociales, esto de tantos varones me complica, antes era más fácil, nos

pone a un actor también relevante para el trabajo social. Relevante por solidario, por

amigo, relevante por crítico, en este punto me parece que la visión no debe ser

uniforme y todo está fantástico, pero en realidad son relaciones.

Cuando hablamos de generaciones de derechos, obviamente se habla de una primer

generación que habla del Estado liberal, es decir, que encarna un Estado liberal que

nos liga al derecho a la vida, al derecho al sufragio, al derecho a la igualdad.

Esto, como todos seguramente recordamos, se votó en la asamblea de Naciones

Unidas en el año 1948; tengamos presente que había terminado la Segunda Guerra

Mundial, había una necesidad de los Estados, de los grupos de poder, no vamos a

dejarlos afuera, de proponer una perspectiva que dijera que todos somos iguales ante

la ley, todos tenemos derecho a la vida, para citar lo más conocido, lo más común, lo

más corriente.

Esto pasó en el año 1948 y Chacón Mata, que es un especialista español en el tema

de derechos internacionales, lo cita como asociado al Estado liberal; la Argentina

obviamente firmó, suscribió ese convenio.

Podemos referir para quienes, militamos en partidos populares que al año siguiente en

la Argentina gobernaba Juan Domingo Perón, quien promovió la Constitución del año

1949, dada de baja en el año 1955, que promovía ya derechos sociales, incorporaba

derechos sociales que luego la segunda generación de derechos, va a decir Chacón

Mata, apela a los estados sociales; el Estado social, el Estado bienestarista; el Estado

que en el caso de la Argentina promueve un modelo de bienestar, promueve el

reconocimiento de ciudadanía, como decía la Constitución del 49, el del derecho a la

familia, el derecho al trabajo a la salud. La Constitución del 49, que en general pocos

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conocemos, hablaba ya de estos derechos de segunda generación y vamos por la

tercera.

La tercera generación de derechos siguiendo a Chacón Mata, apela a caracterizar un

Estado constitucional, es decir, un retorno a ese pacto, a ese acuerdo que tiene que

ver con las relaciones en el marco de estados constitucionales. Y dice él, delimitará el

medio espacial y temporal de paulatino reconocimiento de los derechos de tercera

generación que ya de alguna manera la, la declaración de los derechos de los

pueblos, después les hago una nota al pie y les cuento de qué se trata, son aquellos

ligados al derecho a la paz, a un medio ambiente sano, son reconocidos también

como los derechos de los pueblos, o los derechos de solidaridad, como la

autodeterminación, la independencia económica y política, la identidad nacional y

cultural, la paz, la Justicia internacional entre otros. Hasta ahí llegamos con la tercera.

Es cierto que los juristas internacionales ya desde hace algunos años están hablando

de una cuarta generación asociada a la tecnología y a la ciencia, pero vamos a parar

ahí, en la tercera, entonces tenemos los individuales, tenemos los sociales, y tenemos

aquellos solidarios que fueron reconocidos inicialmente por un acuerdo internacional,

se los conoce como los derechos africanos, que se suscribieron en Argelia en el año

1974.

Esos derechos a posteriori los toma Naciones Unidas, cobran legalidad, cobran esta

condición de norma que decía Bourdieu al principio de mi presentación, cobra

fortaleza, legalidad, posibilidad de ser reconocidos por los organismos internacionales.

Claudia señalaba también de alguna manera que cuando el Estado reconoce

derechos, cuando el Estado argentino allá por el año 66, 1966, reconoce la

declaración de derechos económicos y sociales, está diciendo sí al trabajo, sí a la

salud, sí al cuidado de la maternidad, sí a la educación libre y gratuita. Ahí Arturo Ilia

era presidente de la Nación, más luego le vino un golpe, de Juan Carlos Onganía, y

ese fue un claro momento, de, cercenamiento, de corte, de inhabilitación, de no

reconocimientos, de retroceso de derechos. Hablo de los derechos sociales y no es

que me olvido de los humanos; no me olvido de la violencia, no me olvido de la cárcel,

no me olvido de los asesinatos, siempre está ahí, lamentablemente.

Este reconocimiento de derechos económicos y sociales en la interna de quienes

escriben sobre derechos, generan obligaciones estatales, cosa que Claudia señalaba;

es más, a diferencia de los derechos civiles y políticos en los que el no hacer estatal,

es decir, el no detener, el no reprimir, el no desaparecer es una salvaguarda de

derechos. Es decir, fíjense esta capacidad, este juego de cintura que significa en los

civiles votá, en lo social…, no te detengo, no te torturo, no te reprimo ¿Si? En lo

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social, la posición es generar acciones para fortalecer el derecho a la salud, fortalecer

el derecho a la educación, y en este punto la Asignación Universal, que Claudia citaba,

es una arrogación de derechos.

Tengamos claro que los derechos generan obligaciones, pero significan de parte del

Estado inversión de recursos dinerarios, formación de profesionales, recursos de

proyección, cómo vamos hacia adelante. En realidad hay ese otro tramo que no

aparece, que los derechos generan gasto, aunque Cristina Fernández de Kirchner diga

genera inversión, genera erogación de recursos, para ser más ajustada y más correcta

en lo que quiero decir.

Puedo citar algunos nombres como Víctor Abramóvich, como Curtis, como Gargarella,

que son especialistas nuestros, a, Laura Pautasso, que trabajan esta perspectiva de

derechos sociales y por supuesto, Pilar Arcidiácono y Gustavo, que son luces en este

camino.

Estos derechos sociales, no desembarcaron en la Argentina de la dictadura,

desembarcaron pero fueron censurados, fueron reprimidos, fueron inhabilitados, y esto

le hizo daño al trabajo social, le hizo daño porque el nivel de operación era sobre un

deber ser que no estaba asociado a la práctica de derechos, sino que estaba asociado

a la ideología de los sectores dominantes. Cuando en la formación, en el trabajo

social, en los distintos eventos hablamos de las prácticas conservadoras, de la

vigencia o persistencia del modelo conservador, en mi opinión desagregado,

concretizado ese modelo conservador, es esto, por qué no hablábamos de derecho,

por qué no se enseñaba, no se incorporaba, no se elaboraba para llegar al cómo;

razones de interés de la clase dominante, claro está. Fíjense que ni siquiera la

reconceptualización en sus puntos, en sus documentos más duros hace referencia a

los derechos, a los Desaparecidos, o a los derechos humanos. En forma directa,

explícita, citarlo como plataforma de intervención, como plataforma de práctica, y esto

lo digo habiendo transpirado la camiseta. Trabajé algunos años y durante la dictadura

en particular, en un Tribunal de Menores que desaparecía pibes, que robaba pibes,

digo, de los quinientos nietos hubo algunos que tuvieron la infeliz suerte, o desgracia

mejor dicho, de pasa por este Tribunal. Ahí no había formato para opinar sobre los

derechos, porque no los conocíamos, ojo, no porque no quisiéramos, yo la realidad la

remé, no sé, desde algún lugar de, como digo por allí, desde la ética de las

convicciones, en realidad, el trabajo social, y acá Susana Cazzaniga, Susana, Gimena;

y Gimena López desde dos distintas generaciones y formaciones profesionales me

acompañaron cuando tuve que pensar estas cuestiones, hace un par de años cuando

me llamaron a declarar al juicio del plan sistemático. Y realmente Susana y Gimena,

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no sé si vino, me bancaron esa cosa insufrible de preguntas, y desde dónde respondí,

desde dónde produje estas pericias, y desde dónde interpreté por ejemplo que María

Ramírez, una niña cuyos padres eran combatientes que vivían en Quilmes, y que

fueron el caso de la madre, Vicenta Orrego, asesinada, y su padre preso nueve años,

sic, dice Marta Pons en ese momento, preso por montonero paraguayo y por desafiar

la Constitución, a tus hijos, los interno por estos nueve años. Esa es una visión del

grupo dominante que acompañó el desempeño y el ejercicio de la ley de patronato, y

acompañó, algunos colegas, no de la disciplina, pero algunos colegas trabajadores

compañeritos del Tribunal.

Y fíjense lo que es la cuestión especular, fíjense, una magistrada haciendo este

planteo, un paraguayo que desafía la Constitución, quédate preso a disposición por

nueve años; tres niños, tres hijos, cinco, bueno, de esa pareja, internados, diría la

magistrada Pons, internados en una institución. Y ahí, relación especular, ¿no?,

trabajo social y me voy por el camino de la intervención, relación especular diciendo

María Ramírez, una de ellas, de los tres chicos, diciendo, yo estuve desaparecida

nueve años, no estuve internada, estuve desaparecida. Esta es una cuestión que me

lleva a lo otro que quiero señalar, la relación especular que da cuenta de que algo tan

deseado, tan querido, tan amado, tan valorado por el trabajo social, y por las y los

trabajadores sociales, como es la intervención, hace algunos años, por suerte,

venimos hablando, a veces un poquito repetido debemos decir, pero está bueno de

todas maneras, porque significa, perdonen la grosería, culo en silla y usar la cabeza,

que significa, cuando María Ramírez dice: yo estuve diez años desaparecida, me está

diciendo, mirá el otro formato de la intervención, mirá mi subjetividad, no solo mi

historia de piba institucionalizada nueve años que finalmente pude irme a Suiza, mirá

ese otro tramo, mirá esa acción de intervención que no prescribió en su mundo

subjetivo. Insisto, y con esto quiero instalar el tema, es un latir permanente, de

aquellos que gestan la intervención de un Tribunal de Menores, disculpen la

denominación, ya no es más así, pero así era, que está diciendo, yo te interno y la

piba dice hoy, año 2013, yo estuve desaparecida, fíjense como esa intervención, esa

práctica, esa medida tutelar, esa medida, y paro ahí en tutelar, marca, sigue marcando

aquella intervención del Tribunal de Menores. Entonces, para ir cerrando en los cinco

minutos, que ya se estiraron, me quedó corto, quiero decir, cuando nosotros opinamos

acerca de la intervención, podemos citar a Carballeda, podemos citar a Cecilia

Aguayo, yo tributo en esta presentación al material de Cecilia Aguayo, qué quiero

decir, como dice el ahora proyecto, las intervenciones profesionales implican un alto

grado de responsabilidad social, ya que pueden poner en riesgo el modo, de modo

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directo la vida y los derechos de la población, como así mismo la salud, la seguridad,

los bienes o la formación de los ciudadanos.

Yo quisiera cerrar con esta perspectiva, sumando a lo que señalaba Claudia, decir, el

sentarnos, el pensar, el profundizar esta cuestión de los derechos, los derechos

humanos, los derechos sociales, los derechos que me parece son algo así como el

encantamiento del discurso del trabajo social.

Creo que estamos atravesando, tanto regionalmente como en los centros de

formación, en los colegios profesionales una etapa, un tramo que no es sumamente

seductor y sumamente interesante, interesante en el sentido productivo, de estos

desarrollos.

Me parece que hay que pensar esto, nosotros hacemos la ética, o pensamos en la

ética, o las éticas al momento de la intervención, no tenemos o si lo tenemos en

realidad a la hora de la intervención, del encuentro con el otro, me parece que librito lo

cerramos, y a veces también, voy a decir una barbaridad, cerramos el de los

derechos, pero me parece, manito en el corazón, en la cabeza, como diría Enrique

Pichón Riviére, creo que hay que tratar de ir articulando estas perspectivas.

Por eso, celebro profundamente el proyecto, recuerdo para todos y todas, y lo bajé de

la página de la UNER, debo decirlo también, que hay un manual para la formación de

trabajadores sociales, y un manual de escuela de trabajo social que se editó en el año

95, fíjense, y casi no lo conocemos, manual de, les digo la data precisa, manual para

Escuelas de Trabajo Social y Trabajadores Sociales, es de Naciones Unidas y del año

1995, es espléndido, porque presenta casos, permite trabajar cuestiones, y es un

compilado de toda la declaración, de todas las declaraciones de derechos realizadas

hasta el año 95; Manual para Escuelas de Trabajo Social y Trabajadores Sociales.

Cierro con una ultimísima reflexión, el trabajo social como disciplina se pronuncia

política e ideológicamente, fue mentira cuando nos dijeron que éramos así insípidos,

secos y objetivos, mentira. No es posible obviar que las reflexiones éticas se producen

en el momento de la intervención, el trabajo social actúa y delimita la intervención, el

problema objeto de intervención, toda esta línea que no voy a citar, cuando se origina

una situación disruptiva en el contexto inmediato de los sujetos y surge el

cuestionamiento, por ejemplo, ante la violencia ejercida contra esta niña o este niño,

qué decisión adopto, la que me dice mi jefa, la que desde mi ética de convicción estoy

pensando que es la que tienen que ser, cuál es el camino, digo, se abre sinceramente,

el camino se abre.

Qué pienso, qué propongo, con qué cuidados éticos y qué patrones culturales tuvo.

Frente a estos interrogantes que pueden multiplicarse al infinitum no podemos, como

XXVII Congreso Nacional de Trabajo social. 11, 12 y 13 de septiembre de 2014

lo que decía antes, referir la ética, la deontología, sino las éticas, las deontologías que

pocas veces cristalizamos en una totalidad integrada y coherente.

El fetichismo normativo, la (ley) 26061, toda la ristra de leyes están re buenas, son la

plataforma, pero hay que abrirlas, hay que trabajarlas, hay que transpirarlas.

Bien, eso por ahora. Gracias por aguantar esta cosa.

DEBATE

CLAUDIA DANANI: Bueno, acá yo tengo dos preguntas. Una que lamentablemente

tengo pocas posibilidades de responder porque es muy específica, digamos, que es

una de colegas de Saladillo, que preguntan, o pregunta “¿cómo se cambia el formato

estatutario en el caso de las ONG´s? ya que se depende de comisiones directivas que

no tiene otro paradigma y son la patronal de las personas que escriben. Y plantean

que el tema es urgente”

A ver, sobre lo primero, sobre el formato estatutario no puedo responder porque la

verdad que es una cuestión de derecho civil, si ustedes quieren hay que ver cuáles

son las reglas, cualquier asociación civil tiene un reglamento y dos o tres normas que

tienen que, que tiene que cumplirse, que son reuniones periódicas, asambleas de

miembros y de socios, y que algunas de esos mecanismos se pueden trampear, si

quieren, eso es cierto, y lo conocemos, pero en todo caso lo que hay que hacer…, me

imagino que lo habrá que hacer es justamente demostrar el incumplimiento de las

normas; yo no puedo hacer asesoramiento jurídico, perdónenme que les diga, no es lo

mío.

La única cosa es, una cosa es el estatuto y otra cosa es que sea la patronal. Si es

patronal, y no está dicho en sentido figurado, sino que está dicho en sentido estricto,

que lo que hay es una relación laboral, entonces no tiene que ver con el estatuto de

nada, tiene que ver con derecho laboral. Y en ese caso entonces la vía es otra, la vía

no es el derecho civil, ni un abogado que haga civil, la cuestión es denunciar, me huelo

que por ahí debe venir la cosa, denunciar o traer, es decir, a través de una denuncia

traer a la luz el hecho de que hay obligaciones del empleador que no se están

cumpliendo.

Con esto lo único que puedo hacer es, que les puedo decir es eso, en todo caso

después podemos volver a conversar o seguir conversando.

Hay otra que dice, no sé si la estoy leyendo bien porque tengo alguna duda con la

letra, dice “respecto al avance o retroceso de la derecha ¿cuáles piensa usted temas

conquistados y cuáles retrocedido?”

XXVII Congreso Nacional de Trabajo social. 11, 12 y 13 de septiembre de 2014

Bien, a ver, a mí sí me parece que si tomamos en la post crisis del 2001 – 2002 hay un

avance importante en el reconocimiento por lo menos, en el reconocimiento de la

existencia de derechos sociales. En primer lugar, y esto es un proceso que además

tengo que decir, no es privativo de Argentina, forma parte de una situación regional

felizmente compartida, felizmente compartida en sus fortalezas, desgraciadamente

compartida también en algunas de sus debilidades, pero no solo una cuestión

Argentina, en el aire voy diciendo.

En primer lugar reponer la noción misma de derechos sociales me parece que es un

avance, y no es un avance retórico, en el sentido de vacío, el reconocimiento de los

derechos en disputa, abre un campo semántico diferente, cuando yo decía al principio,

no es lo mismo discutir si pobres hubo siempre y por lo tanto que me van a venir a

decir a mí por el tomar una de las expresiones más emblemáticas de la década del 90

en boca de Menem, que hablar de los derechos del trabajo aún cuando esos

derechos, la realización de esos derechos del trabajo sea incompleta, débil,

fragmentada, aún con todo eso se abre una situación distinta, distinta porque eso

implica lo que yo creo que es un proceso de por lo menos puesta en cuestión y de

reversión de aquellas políticas del 90, y lo hago en particular respecto de los derechos

del trabajo, porque me parece que es lo más fuerte, lo más persistente. También

respecto de otros derechos sociales, creo que la consideración de un concepto de

derecho de ciudadanía para que vaya más allá de los trabajadores asalariados

formales, y eso es lo que hace la Asignación Universal por Hijo, que no es universal,

ya sé, que tiene condicionalidades, ya sé, tiene condicionalidades; pero que eso forme

parte de, repito, de un nuevo, un espacio de discusión y normativo diferente, y de un

proceso de mínima redistribución social me parece que esos son avances.

En este campo, en el campo de los derechos sociales y laborales, por separarlos de

esta manera, yo no sé si podríamos hablar de retroceso, sí de insuficiencia, sin

ninguna duda, hay avance en los derechos, en el reconocimiento de derechos

laborales, ¿son suficientes?, no, ¿están garantizados?, no, ¿alguien puede

asegurarlos?, no; este es el momento en el que yo digo que hay que pasar, digo que

viene una etapa central, es esta, no viene, es esta una etapa central de dejar, no dejar

de mirar las políticas, pero en lugar de celebrarlas, realizarlas en las instituciones,

porque de lo que se trata es de pensar que las condiciones de realización de esas

relaciones, es decir, de esos derechos ya no son solamente de autoridades, o de

políticas, sino también parte de los entramados sociales que han sido

extraordinariamente dañados; recién en voz baja decíamos, todo eso se complejiza

porque además formamos parte de una sociedad, no somos ajenos a ella, que no está

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demandando más igualdad, y eso, colegas, amigos, compañeras, lo que sea, nos

pone en una situación en la que hay que cargar con la discusión y la recuperación de

espacios más favorables.

FELICITAS ELÍAS: Un poco siguiendo la línea de las preguntas que tengo, hay

alguien acá, un colega o una colega, que dice, “en un Estado que promueve los

derechos, parece paradójico que la población se está volcando hacia lo tutelar, cuando

por ejemplo mucha gente acerca del tema de.., digamos, propone la baja de la edad

punible”.

Bueno, precisamente, digo, hablamos de una sociedad que no, no reúne condiciones

de homogeneidad en lo cultural, en lo social, en lo económico, ¿no es cierto?, digamos

que se ha destruido la matriz, los vínculos, los lazos solidarios, ¿no?, como dice Juan

Villarreal, en algún trabajo por allí, realmente sí parece paradójico pero no lo es.

Siempre es mucho más sencillo, ya esto lo decía Néstor, lo decía Perón, Marx, todos,

sentados en la misma mesa, digo, a la inequidad del capitalismo le tengo que buscar

algún chivo expiatorio, ellos lo decían mucho mejor que yo, debo señalar, pero

básicamente…, y cuál es un chivo expiatorio, y los chicos, y los que ni estudian, ni

trabajan, los que viven en los barrios populares, pero por suerte, digamos, por suerte o

por política precisamente esos a los que se pretende imputar tempranamente, están

pudiendo contestar, digo, ese dicho “ningún pibe nace chorro” me parece que pone

realmente una absoluta claridad en, bueno, en qué se está disputando y cómo se está

disputando. Esos sectores populares hoy tienen voz, tienen presencia, hablan, opinan,

pero es cierto, también va haber un falso ingeniero que proponga bajar la edad de

imputabilidad, y algún Gobernador, baja la edad de imputabilidad, porque hay

intereses sociales que así lo configuran.

Entonces, me parece que en trabajo social cuando tomamos la línea de las cuestiones

contradictorias, la tensión, bueno, esto es parte de la tensión, hay una parte de la

sociedad que está diciendo, bajemos la edad, los que tienen catorce son todos malos

y hay otro segmento que está diciendo no, tenemos que redistribuir, tenemos que

alcanzar condiciones de mayor equidad.

Digo, ustedes seguramente recordaran cuando allá por el año 19 se discutía la Ley de

Patronato Infantil; en realidad era un proyecto que había empezado a plantearse allá

por el año 1910, lo que pasa que como todavía había financiamiento externo, no había

tantos problemas, entonces el proyecto de ley se cajoneó. El proyecto se aprobó

creando un estado patronal en septiembre del año 19, con un señor, Luís Agote, que

salió a decir que en realidad muchos de los autores de todos los desmanes de la

XXVII Congreso Nacional de Trabajo social. 11, 12 y 13 de septiembre de 2014

semana trágica eran los niños que dormían en los portales, es decir, cuando hoy

tenemos un falso ingeniero que dice lo que dice, o hace unos años en realidad, digo,

está reproduciendo aquello mismo, y está dando cuenta de esto, de la tensión y de los

intereses, es mucho mejor buscar un chivo expiatorio, que decir, bueno, en realidad

esta sociedad es excluyente, esta sociedad restringe la vida y la igualdad de

posibilidades.

CLAUDIA DANANI: Yo tengo acá tres, voy a empezar por una muy breve, pero que si

tengo que elegir, perdónenme el resto, quiero contestar esta. Dice “¿se debería sentir

excluido el colega que no está alineado a la política de turno? Siempre hay que estar

adherido en ambos casos, está entre comillas. Desde el…, mmm, no sé qué y

comunicación, ah, pensamiento y convicciones a estas políticas. Son colegas de Salta.

No, no solo uno no debería sentirse excluido, ninguno de todos los demás debería

permitir que se generaran condiciones de exclusión por el disenso. No hay ninguna

idea, ninguna idea y cada uno de nosotros tiene una, que merezca el silencio de ni

siquiera pronunciarla en el marco de los, de los, de las comunidades, de una

comunidad profesional, y no hay ninguna idea que se fortalezca en la exclusión de las

otras, por virtuosa que sea y por mala que sea la otra. Y me parece que este también

es uno de los riesgos, cuando yo dije al principio, y convoqué al desacuerdo, lo pensé

porque efectivamente cuando hay mucho acuerdo y hay mucha adhesión, que se hace

muy manifiesta es difícil levantar el dedo y decir, uy, pido gancho, yo con esa cosa no

estoy de acuerdo, pero esa es una posibilidad que tenemos tanta responsabilidad de

defender y de garantizarnos, no al otro, a cada uno de nosotros, como cualquiera de

las otras cosas cuando hablamos de los derechos. En este caso es una obligación,

tenemos que preservar las condiciones de la polémica y de la discusión, porque en la

vida social pasa igual que en la vida íntima, lo que no se habla se actúa, y encima el

otro tiene que interpretarlo, no viene a ser psicoanálisis social, como se podrán

imaginar no es lo mío, pero si hay algo que hay que hacer es precisamente, a ver,

cuantos más acuerdos creemos que tenemos, más posibilidades tenemos que abrir a

la manifestación del disenso, porque nunca es cierto que hay 100% de acuerdo, y que

además los otros son siempre unos cretinos, aunque todos somos humanos y aunque

a todos nos gusta creer que los que no están de acuerdo con nosotros son unos

desgraciados. Es así, es así, es humano, pero tenemos que auto vigilar nos esa

tendencia.

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SILVIA DEL MAZO: Con respecto al tema de la reconceptualización, que en su

momento, en el año 1994, en la Universidad del Comahue, en General Roca, se hizo

una jornada muy importante que el tema era reconceptualicemos la

reconceptualización. La reconceptualización fue muy importante en un momento, en

una época y en relación a una sociedad, que era en ese momento, y nos fue muy útil

tomar todos esos elementos y plantarnos ante lo que no estábamos de acuerdo para

opinar distinto. Pero también llegó un momento que los mismos reconceptualizadores,

esta palabra que yo le digo son de Natalio Kisnerman, él dijo, si queremos seguir

creciendo debemos reconceptualizar la reconceptualización, porque las cosas han

cambiado, tenemos que estar más cerca de la gente y defendiendo más los derechos

de la gente, o sea, lo que tenemos que procurar siempre no analizar las cosas en

forma estática y fuera del contexto, es decir, es procedente o no a aplicar la

reconceptualización ahora.

Bueno, ahora la reconceptualización la tenemos que reconceptualizar, y siempre

nuestra profesión tiene que ir a la vanguardia, porque las ideas generalmente se llevan

al papel bastante después que suceden, y nosotros que estamos en contacto con la

gente, somos los que podemos ir liderando las necesidades de la población.

Reconceptualizando todo el tiempo en beneficio de la población y ayudando a

nuestros colegas a que puedan ser.

FELICITAS ELÍAS: Bueno, yo por supuesto tengo algunas discrepancias con la

reconceptualización, pero será otro debate.

Alguien pregunta aquí “¿Cómo proponen trabajar las leyes con una mirada de política

social y políticas públicas?” Segunda parte de la pregunta, “¿Qué opinan del

neoliberalismo actualmente como base política de países?”

Bueno, obviamente nos hemos pasado creo la última década, o los últimos veinte años

criticando el neoliberalismo, pero digo, tenemos que ser conscientes que más allá de

las democracias en la Argentina, de las mutaciones en la región; la mutaciones en el

buen sentido, ¿no?, estos acuerdos, en todo caso regionales, mejoran, permiten un

cierto avance, digamos, en la patineta de los acuerdos políticos y culturales, pero digo,

el neoliberalismo no ha muerto, hay una frase que cita Daniel García Delgado, esto de

hay un niño que no termina de nacer y otro que no se termina de morir, bueno, a mí

me parece que pasa esto con el neoliberalismo ¿no?, es decir, no es que regio, chau,

listo, ya lo acostamos, a otra cosa mariposa.

Digo, Zygmunt Bauman, que ustedes saben es un señor sociólogo húngaro que tiene

una capacidad para escribir y producir totalmente envidiable, decía hace un tiempo

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que el Estado benefactor, lo está diciendo desde Europa, claro, no. El Estado

benefactor volvió para los ricos a los salones de exposición para lo cual se lo sacó de

las dependencias de los servicios a las que se los había relegado temporalmente sus

oficinas para evitar comparaciones odiosas. Quiero decir, el poder que, digamos, que

tiene el neoliberalismo está presente, digo, que lo hayamos encerrado en el placard un

poquito no significa que lo hayamos exterminado, de ninguna manera. Creo que en la

escucha cotidiana de noticias, incluso lo que preguntaban anteriormente, esta

pretensión de bajar la edad de imputabilidad, digo, es una perspectiva cultural, social,

claramente neoliberal.

Y agrego otra cuestión que decía Bauman, decía, lo que se olvida alegremente y de

forma estúpida, y lo escuchamos bastante seguido por la tele, en esa ocasión, es que

la naturaleza del sufrimiento humano está determinada por la forma en que las

personas viven. El dolor que en la actualidad se lamenta al igual que todo mal social,

tiene profundas raíces en la forma de vida que aprendimos, en nuestro hábito de

buscar créditos para el consumo, digo, me parece que está explícito, ¿no?, es decir, la

forma en que vivimos, la forma en lo que deseamos, en lo que queremos, en lo que

acumulamos, me parece que se, se traslucen, se transmiten, se producen prácticas y

modelos culturales que nos tienen permanentemente en tensión, por qué al trabajo

social y a los trabajadores sociales, porque estamos en eso que se llama realidad, que

es mutante, que es cambiante, ¿no?, que es conflictiva, como diría algún colega

marxista Húngaro, que no es Bauman precisamente.

Digo, es una cuestión cambiante permanente, el trabajo social en función de eso, de

su objetivo de intervención y de democratización tiene necesidad de cambio

permanente, pero ojo, no cambio que no signifique registro y reflexión, significa que

nuestro objeto, si vale la vulgaridad, en realidad muta, muta y hay fuerzas que están

explícitas y otras que no tanto. Bien, gasta acá.

CLAUDIA DANANI: Solo para no ser tan arbitraria, me piden una opinión sobre la

condicionalidad educativa en la Asignación Universal.

Es solo una oración brevísima, no me gusta, pero no tengo una propuesta mejor.

Creo que hay que seguir buscando otras formas para efectivizar el derecho a la

educación, que es también una educación de otros agentes, del Estado, y también de

las familias. Y ahí hay situaciones en conflicto, por eso digo, no me gusta como

mecanismo, como condicionalidad por lo que significa en términos de desigualdad,

discriminación, etcétera. Pero no tengo hoy una mejor, y como dije que había que

mejorar las instituciones me lo cargo como parte de las discusiones pendientes.

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FELICITAS ELÍAS: Me quedan dos preguntitas, una que dice, “en una intervención,

cuándo se puede decir que se resolvió bien la problemática”

Yo lo que le repreguntaría al o a la colega es qué papel juega para ella el sujeto, el

ciudadano, el actor o la actora, digamos, que está en esa situación problemática. Me

parece que ahí tendríamos un primer camino de respuesta. No puede seguir un rato

más, pero insisto, me parece que hay que considerar seriamente y profundamente la

opinión de los sujetos, de los actores de esa política, de ese programa.

Y una que dice “¿Cómo hacer valer esos derechos, cuando inclusive las instituciones

que representa el Estado son negados?”

En dónde trabajamos y también representamos, yo creo una cosa, un poco me parece

que está en la misma nota de lo que señalaba Claudia, yo creo que estamos en

proceso, digo, el Estado es un paquete muy grande, para decirlo en lenguaje de

esquina, y en realidad ha sufrido y ha padecido tanto el neoliberalismo como la

dictadura, entonces no pretendamos un Estado que de la noche a la mañana, del 10

de diciembre del 83 para acá, más allá de los esfuerzos de Alfonsín, en fin, digo, cito

primer Presidente constitucional, el Estado no muta fácilmente, digo, y en este punto,

bueno, creo que sí, y lo que yo considero favorable para empezar a buscar esta

resolución es que, qué vemos, un Estado que está en movimiento, digo, y lo digo no

solo por la presencia política regional, latinoamericana, el estado de leyes que citó

Alicia, sino por las prácticas y por las políticas, ¿no? A mí me parece que hay un

estado que está en movimiento, pero también nosotros somos el Estado, el problema

es cómo ejercitamos nuestros derechos en un proceso democrático, que es la primera

vez que nos toca y es tan largo.

Entonces, me parece que hay que ir mirando este proceso pero a la par opinando. A

mí me parece que este evento y todo lo se dijo hoy acá en relación a las políticas, a

los programas, las propuestas, las líneas de acción, están dando cuenta de

movimientos y no es un movimiento loco, un movimiento autista, me parece que es un

movimiento que encamina un Estado donde, como bien señalaba Claudia, no todo el

mundo pretende la solidaridad, la igualdad, achicar la brecha entre pobres y ricos,

convengamos que eso no es una, si bien es un deseo, un decir, una retórica, la

práctica dice que hay actores que esto no lo quieren jamás. Cuando uno se encuentra

con trabajadores en negro, digo, yo desde Buenos Aires lo leo en el diario, es decir,

peones que han estado cuarenta años cobrando miserias y sin tener un recibo salarial,

y me atormenta.

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Cuando escucho a Marta Pelloni, que me había olvidado, denunciar el robo de un par

de mellizos, muy cerca de por acá, y realmente me impresiona digo, tenemos bastante

tráfico de pibes, tenemos bastante de robo de niños, pero tenemos claro también que

esta condición de trata y esta transferencia de pibes, transferencia por no decir

apropiación de sectores pobres a sectores de clase media sigue siendo una práctica

social real.

Marta Pelloni denuncia hace cuatro días el robo de un par de mellizos, a una madre

que como es pobre, ignorante y no tiene micrófono de arranque le decían, no, ella no

estuvo embaraza, con lo cual decís, ésta está loca, no, no; la mujer estuvo

embarazada y parió mellizos ¿Dónde están los pibes? ¿Qué justicia interviene? ¿Qué

hacemos los colegas? Porque Marta dice, había una trabajadora social, ella dice

asistente social, que iba a tratar de convencerla a Virginia para que ceda los pibes,

digo, ¿es una práctica real aquí, ayer? Mellizos recién nacidos, nacidos en julio, que

no aparecen, eso es una práctica.

Por otro lado hay una política, la 26061, la Protección, el Centro de Vida, bueno, hay

alguno que no la compra a esa ley.