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sin tener en cuenta los capítulos prece- dentes del libro de Schneider; además, no hasido posible reproducir las lámi- nasydiagramas a los que alude Sch- neider, por lo que nos hallamos más bien ante una invitación a leer el libro del autor alemán en sutotalidad, pues descubre el fascinante horizonte de las relaciones entre cosmología y sistemas musicales en otras culturas (como la chinay la india antigua). Por último, es muy interesante el trabajo de Rudolf Haase (discípulo, entre otros, de Sch- neider), según el cual el sistema de armoa de las esferas propuesto por Kepler ha sido confirmado por los avances posteriores de la astronomía. Aparte de los textos reseñados, Godwin ha recogido algunos más sobrecreencias derivadas de la doctri- na de la armonía de las esferas. P. e., un pasaje del gramático romano Cen- sorino (s. III d. C.) atestigua la creencia en queenlos intervalos musicales se halla lajustificación de las supersticio- nes quecirculaban en el mundo anti- guo, acerca de los meses del embarazo en los que los niños pueden nacer vivos y sanos. También es muy intere- sante el himno órfico aApolo, que alude a las correspondencias entre los sonidos de la lira deApoloy las esta- ciones del año: éstas se suceden según las cuerdas de la lira pulsadas por el dios.Tal vez estacuriosa variante de la doctrina de laarmonía de las esferas fueel punto de partida de las especu- laciones dePtolomeo, mencionadas más arriba, sobre el zodíaco y el siste- ma musical. Yquizá pueda relacionar- se con esa doctrina la de las corres- pondencias entre los cuatro elementos de la naturaleza, los temperamentos del ser humano y las cuerdas dellaúd, que encontramos en la enciclopedia compilada en el s. X por los llamados "Hermanos de laPureza", grupo de eruditos musulmanes de Basora. Por otra parte, la correspondencia entre las cuerdas dellaúdy los temperamentos del ser humano la recogió elmédico y traductor Hunayn (s. IX). Y la corres- Primeros pasos en el arte de la batuta PARA PRINCIPIANTES L abibliograa acerca de la direc- ción orquestal de la que se dispo- neen español es escasa, porno decirridícula. Ni desde el punto de vista desus aspectos técnicos ni desdesu enfoque sociológico, ellector español ha podido disponer nunca de mucho más que escasa media docena detítulos. Enrique Jordá enla paleo- tica colección Austral, Hans Swa- rowsky traducido por Gómez Martínez en la difunta Real Musical oelvarias veces reeditado Arte de dirigir la orquesta, de Hermann Scherchen, eran apenas los títulos que los estudiantes de dirección deorquesta han podido llevar como compañero deviajeen su solitaria maleta musical. Huelga casi añadir que muy distintahasido la dis- posición de bibliografía en alemán e inglés, bien nutrida -sobre todo a partir de 1950- de manuales y estu- dios que abordan, desde las simples cuestiones elementales referidas al batir de compases hasta asuntos más puramente epistemológicos. En ese nuestro famélico contexto editorial se encuadra la publicación de este manual. Ambicioso desde el momento en que trata deabordar un ampsimo abanico de materias, sus resultados sonnecesariamente irregu- lares pese a lasbuenas intenciones de schUzo su autora. El texto se presenta desde unenfoque eminentemente práctico, tanto por sumaquetación y distribu- ciónde contenidos como por las cons- tantes llamadas a los ejemplos visuales que aporta el DVD anexo. La exposi- ción aborda los terrenos más impor- tantes de la técnica directorial, el análi- sis y estudio de las obras o laprepara- ción y desarrollo del trabajo grupal, añadiendo algunas leves pinceladas históricas aquíyallá. En este sentido, tomado como una introducción multi- disciplinar para quien nada sabe y cualquier información agradece, el tex- to consigue su objetivo. Su claridad escolar lo hará asequible a un lector de formación musical básica y será, por ejemplo, un barniz útil para toda lacaterva de pseudo-directores/as que pulula por el mundo de los coros y las bandas. Sin embargo, ese mismo nivel elemental no lo hace recomendable para ellector formado oel profesional interesado en profundizar analítica- mente enlos entresijos de tarea tan intangible como la dirección orquestal. Este lector,queprecisa enfoques muy distintos a unsimplecursillo de direc- ción por capítulos, habrá de seguir esperando. Juan Garda-Rico pondencia entre las cuerdas dela lira tetracorde, las estaciones del añoy los elementos de la naturaleza también la expuso Gioseffo Zarlinoen el s. XVI. En conclusión, nos hallamos ante una excelente yenjundiosa antología de textos degran interés. lo cabe lamentar algunas (escasas) erratas, imprecisiones de traducción e incohe- rencias enlas notas, que, sin duda, se corregirán en ediciones futuras y que no pueden disminuir los méritos del libro que presentamos. Francisco Molina Moreno , En el ámbito de lacultura europea, la música cósmica se dejó oírpor primera vez enla obra de Platón (punto de partida, en este como en otros aspectos, de mucho de lo mejor que ha dado de sí la mente huma- na). Llama laatención laausencia del que verdaderamente es el primer textoquealu- de a la música celeste: el llamado "mito de Er", al finalde la República platónica.

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Page 1: Primeros pasos en el arte de la batuta PARA PRINCIPIANTES±a.3.pdf · 2014-02-06 · sobre creencias derivadas d ela doctri-na de la armonía de las esferas. P. e., un pasaje del

sin tener en cuenta los capítulos prece-

dentes del libro de Schneider; además,

no ha sido posible reproducir las lámi-

nas y diagramas a los que alude Sch-

neider, por lo que nos hallamos más

bien ante una invitación a leer el libro

del autor alemán en su totalidad, pues

descubre el fascinante horizonte de las

relaciones entre cosmología y sistemas

musicales en otras culturas (como la

china y la india antigua). Por último, es

muy interesante el trabajo de Rudolf

Haase (discípulo, entre otros, de Sch-

neider), según el cual el sistema de

armonía de las esferas propuesto por

Kepler ha sido confirmado por los

avances posteriores de la astronomía.

Aparte de los textos reseñados,

Godwin ha recogido algunos más

sobre creencias derivadas de la doctri-

na de la armonía de las esferas. P. e.,

un pasaje del gramático romano Cen-

sorino (s. III d. C.) atestigua la creencia

en que en los intervalos musicales se

halla la justificación de las supersticio-

nes que circulaban en el mundo anti-

guo, acerca de los meses del embarazo

en los que los niños pueden nacer

vivos y sanos. También es muy intere-

sante el himno órfico a Apolo, que

alude a las correspondencias entre los

sonidos de la lira de Apolo y las esta-

ciones del año: éstas se suceden según

las cuerdas de la lira pulsadas por el

dios. Tal vez esta curiosa variante de la

doctrina de la armonía de las esferas

fue el punto de partida de las especu-

laciones de Ptolomeo, mencionadas

más arriba, sobre el zodíaco y el siste-ma musical. Y quizá pueda relacionar-

se con esa doctrina la de las corres-

pondencias entre los cuatro elementos

de la naturaleza, los temperamentos

del ser humano y las cuerdas del laúd,

que encontramos en la enciclopedia

compilada en el s. X por los llamados

"Hermanos de la Pureza", grupo de

eruditos musulmanes de Basora. Por

otra parte, la correspondencia entre las

cuerdas del laúd y los temperamentos

del ser humano la recogió el médico y

traductor Hunayn (s. IX). Y la corres-

Primeros pasos en el arte de la batuta

PARA PRINCIPIANTES

La bibliografía acerca de la direc-

ción orquestal de la que se dispo-

ne en español es escasa, por no

decir ridícula. Ni desde el punto

de vista de sus aspectos técnicos ni

desde su enfoque sociológico, el lector

español ha podido disponer nunca de

mucho más que escasa media docena

de títulos. Enrique Jordá en la paleolí-

tica colección Austral, Hans Swa-

rowsky traducido por Gómez Martínez

en la difunta Real Musical o el varias

veces reeditado Arte de dirigir laorquesta, de Hermann Scherchen, eran

apenas los títulos que los estudiantes

de dirección de orquesta han podido

llevar como compañero de viaje en su

solitaria maleta musical. Huelga casi

añadir que muy distinta ha sido la dis-

posición de bibliografía en alemán e

inglés, bien nutrida -sobre todo a

partir de 1950- de manuales y estu-

dios que abordan, desde las simples

cuestiones elementales referidas al

batir de compases hasta asuntos más

puramente epistemológicos.

En ese nuestro famélico contexto

editorial se encuadra la publicación de

este manual. Ambicioso desde el

momento en que trata de abordar un

amplísimo abanico de materias, sus

resultados son necesariamente irregu-

lares pese a las buenas intenciones de

schUzo

su autora. El texto se presenta desde

un enfoque eminentemente práctico,

tanto por su maquetación y distribu-

ción de contenidos como por las cons-

tantes llamadas a los ejemplos visuales

que aporta el DVD anexo. La exposi-

ción aborda los terrenos más impor-

tantes de la técnica directorial, el análi-

sis y estudio de las obras o la prepara-

ción y desarrollo del trabajo grupal,

añadiendo algunas leves pinceladas

históricas aquí y allá. En este sentido,

tomado como una introducción multi-

disciplinar para quien nada sabe y

cualquier información agradece, el tex-

to consigue su objetivo. Su claridad

escolar lo hará asequible a un lector

de formación musical básica y será,

por ejemplo, un barniz útil para toda

la caterva de pseudo-directores/as que

pulula por el mundo de los coros y las

bandas. Sin embargo, ese mismo nivel

elemental no lo hace recomendable

para el lector formado o el profesional

interesado en profundizar analítica-

mente en los entresijos de tarea tan

intangible como la dirección orquestal.

Este lector, que precisa enfoques muy

distintos a un simple cursillo de direc-

ción por capítulos, habrá de seguir

esperando.

Juan Garda-Rico

pondencia entre las cuerdas de la lira

tetracorde, las estaciones del año y los

elementos de la naturaleza también la

expuso Gioseffo Zarlino en el s. XVI.

En conclusión, nos hallamos ante

una excelente y enjundiosa antología

de textos de gran interés. Sólo cabe

lamentar algunas (escasas) erratas,

imprecisiones de traducción e incohe-

rencias en las notas, que, sin duda, se

corregirán en ediciones futuras y que

no pueden disminuir los méritos del

libro que presentamos.

Francisco Molina Moreno

, En el ámbito de la cultura europea, la

música cósmica se dejó oír por primera vez

en la obra de Platón (punto de partida, en

este como en otros aspectos, de mucho de

lo mejor que ha dado de sí la mente huma-

na). Llama la atención la ausencia del que

verdaderamente es el primer texto que alu-

de a la música celeste: el llamado "mito de

Er", al final de la República platónica.