PROGRESO Y MISERIA - Archivo Digital de Ricardo Flores...

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Imp. de Ia Casa Editorial F. ampere y Comp.a-VALENOIA ENRiqUE GEOHUB PROGRESO Y MISERIA DEL ORIGEN DE L.\.S CRI 'I INDU TRHLES Y DEL AUMENTO DE LA l\ll ERIA AL AUl\IENTAR LA IUQUEZA T!·aducdun rspa11ola de la rdici"n de los Estados Unidos, p ,. Ramon llllir1ez F. Sempere y c.a, Editores CALLE DE ISADEL LA CAT6LICA, 5 V 1\ LEN CIA

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Imp. de Ia Casa Editorial F. ampere y Comp.a-VALENOIA

ENRiqUE GEOHUB

PROGRESO Y MISERIA DEL ORIGEN DE L.\.S CRI 'I INDU TRHLES

Y DEL

AUMENTO DE LA l\ll ERIA AL AUl\IENTAR LA IUQUEZA

T!·aducdun rspa11ola de la rdici"n de los Estados Unidos, p ,. Ramon llllir1ez

F. Sempere y c.a, Editores CALLE DE ISADEL LA CAT6LICA, 5

V 1\ LEN CIA

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DEDICATORIA

A LOS QUE,

VIE ·no JlL TICIO Y LA Ml BBIA QU.II: BBSULTAN

DE UNA DJSTBIBU I6N DKSIGCAL

DE LA BIQUEZA Y EL PRIVIL.II:GIO,

•. RAN CAPA ES DE SBNTIR

LA POSJBJLIDAD DE N FSTADO SOCJAL .u.\ ELBYADO,

Y DKSEEN CONTBIBUIR .\ CONSEGUIBLO

PROGRESO Y MISERIA

I NT RODUCCI ON

EL PROBLEMA

Lo que caracteriza al presente siglo es un gran­disimo aumento en la producci6n. El empleo del vapor y de la electricidad; la introducci6n de mas perfectos procodimientos y de las maquinas que facilitan las operaciones, la mayor subdivisi6n de las misma , la gran cantidad de productos y la ex­traordinaria facilidad en los cambios, multiplican notablemente la ficacia del trabajo.

Al principia de oste periodo maravilloso se po­dia esperar, y. e esper6 on efect que, facilitando los it vento el trn.bajo, disminuiria la fatiga del obrEJr y mejoraria su condici6n; quo el grande aumento del p0der produl'tivo haria retroceder la pobreza verdadera a los tiempos pa ados. Si en una visi6n de lo futuro, un hombre, del ultimo sigw-un Franklin 6 un Priestley-hubie e visto los vapores sustituyendo a los buquee de vela, el tren a la galera, la maquina para segar a la hoz, la trilladora al mayal; si hubi se oido las pulsaciones de las maquina ,.que, obedientes a la voluntad del hombre, y para satisfacer sus deseos, ejercen un

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6 E 'RIQ1:'B OBORGR

poder mayor que el e todos los hombres y todas las be tias de arga de la tierra reunidos; si hu­biese porlido contemplar los arboles del bosque trau~forrnar e en maderaje acabado, en puertas, marco~, tabla8, c·ajas 6 barriles, sin que la mano riel hombre tu ie"o que intervenir apenas para nada; los grandes talleres en lo cuales botas y za­pata - se ha en con menos trabajo del que el viejo r m •nd6n ~mpl ara antafio n poner una suola; las f-'bri cas donde, ht.~ jo la vigilancia de una joven, el algod6n '"'eon Yi rtu n tela con mas ligereza que lo hici ran c nt n:tn de diligeutes hilanderas y ro· hu tos tPjNiores con sus telarEs movidos a mano; i huh iP u visto martil o a vapor dar forma a ca­

pitele · inmPn:os y a enorm s ancora , y maquina­ria drlicada haciendo relc.je diminuto ; el taladro de di. manto cortando la duras rocas, y el aceite min eral renmplazando los productos de la ballena; si h•.1biese calculudo la g1an economia en el tra­bajo que re ulta de la mayores faciridades del cambio y de las comunicaciones perfeccionadas: ovejas muertas en Au tralia comidaa fre cas en In­glaterra, y la orden dada por un banquero de Lon­dres por la tarde cumplida en San Francisco por la ma1iana del mismo dia: si hubiese podido con­cebir las innumerables mejora que e tos espec­taculos sugieren, ~qu(i con ecuencias habria dedu­cido sobre la condid6n social de la humanid d?

No una deducci6n, sino la vi:si6n de una rea· lidad admirable y grande, hubiera surgido a sus ojos. Latierale el pecho y ibraranle los nervios, como si desde una altura al frente de una sedienta caravana contempla e vivificantes bosques rumo­rosos y la suave corriente de juguetonas aguas. Mas claro: con los ojo de la imaginaci6n habrfa visto que estas nuevas fuerzas elevaban ala socie-

PBOGBRSO Y l\IlSEBIA 7

dad desde sus cimientos, sacando de la posibilidad de la miseria a los mas pobres, y sal van do de la ansiedad de las necesidades materiales, a lo~ m~s bajos; hubiera visto a esos escla.v?s de la .cr.enCia Iibrando la humanidad de la mald1C16n tradrcwnal, a esos musculos de hierro y nervios de acero con­virtiendo la vida del mas pobre jornalero en un dia de fiesta, en el que toda alta cualidad y noble impulso hallaria espacio en que desarrollarse.

Y de esta esplendirla situaci6n materi~l habrfa visto salir, como sus naturale.'! consecuenCias, con­diciones morales realizando la edad de oro que siempre ha sonado la humanidad. jLa juventud ya no raquitica y hambrienta; la vejez no maltratada ya por la avaricia; el nino dominando al tigre; el hombre de condici6n mas modesta embriagandose en la esplendidez de las estrellas! 1Desaparecida la suciedad, la fiereza cambiandose en mansedumbre, la discordia, en armonia! &C6mo serfa posible la codicia donde todos tuvieran lo necesario? c?,C6mo existir el vicio, el crimen, la ignorancia y la bru­talidad que provienen de la miseria y del temor a ella) donde esta hubiese desaparecido? &Quien adu­laria donde todos fuesen libres? ~Quien oprimiria cuando todos fueran iguales?

Mas 6 menos vaga 6 claramente, estas han sido las esperanzas, estos los suefios nacirlos de los a de­lantos que dan su preeminencia a este siglo mara­villoso. Tanto arraigaron en la mente popular, que han modificado de un modo radical el curso de las ideas, desprestigiando las creencias y dislocan­do los mas fundamentales principios. Las frecuen­tes visiones de mas levantadas expectativas no han aumentado tan s6lo en esplendor y viveza, sino que su direcci6n ha variado En lugar de ver bacia atras los debiles colores de una puesta de

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ENRIQUE GEORGE

sol que expira, la magnificencia toda del naciente dia ha iluminado los firmamentos del porvenir.

Es verdad que a un desengafio ha seguido otro, y que descubrimiento tras desdubrimiento, e in­venci6n tras invenci6n, no han disminuido la fa­tiga de los que mas descanso necesitan, ni ha traido a los pobres la abundancia. Pero parecia poderse atribuir a tantas causas esta falta de exito, que basta nuestros dias la esperanza ha disminuido apenas. Hemos apreciado mejor los obstaculos que se presentan, pero no confiamos menos en que la tendencia de los tiempos ha de vencerlas.

Sin embargo, nos encontramos ahora con he­chos que no dejan la menor duda a una total de· cepci6n. De todas partes del mundo civilizado Began manifestaciones de abatimiento industrial; trabajadores c:mdenados a involuntaria ociosidad; capital acumulado e im1til; crisis monetaria entre la gente de negocios; escasez, sufrimiento y con­gojas en la clase obrera. Hoy aflige al mundo la pena mortal, la aguda y cruel angustia que Bevan consigo las palabras cmalos tiempos:. para las grandes masas. Tal estado de cosas, comun a pue­blos tan diferentes en situaci6n, en instituciones politicas, en sistemas fiscales y de hacienda, en densidad de poblaci6n y en organizaci6n social, no se puede atribuir a causas locales. Hay crisis donde se mantienen grandes ejercitos permanen· tes, pero tambien las hay donde el ejercito perma­nente es nominal; hay crisis dond~ tarifas protec­toras encadenan y arruinan el comercio, pero tam· bien existen en los paises de comercio casi libra; hay crisis bajo el dominio de los gobiernos auto­craticos, pero tambien cuando el poder politico esta en manos del pueblo por completo; en los paises donde el papel es moneda, yen aquellos en

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los cuales el oro y la plata es la unica moneda co­rriente. Evidentemente, debemos inferir de tales hechos que existe una causa comun.

Que hav una causa comun, y que esta es lo que llarnamos progreso material 6 cosa muy rela~iona­da con el, se convierte en algo mas que una simple deducci6n cuando se observa que los fen6menos agrupados bajo el nombre de crisis industrial son unicamente amplificaciones de fen6menos inse­parables del progreso material, y que se muestran COD mas cJaridad y fuerza a medida que este au· menta. Donde las condiciones hacia los cuales tiende siempre el progreso material estan mas des­arrolladas, es decir, cuando la poblaci6n es mas densa, la riq ueza mayor y el mecanismo de la pro­ducci6n y el cambio se encuentra en su mayor desarrollo, alli hallaremos la extrema pobreza, la lucha. por la existencia mas violenta y lamas for­zosa ociosidad.

Hacia los paises nuevos, esto es, hacia los pai­ses donde el progreso material esta aun en sus primeros grados, emigran los obreros deseosos de mayor salario, y afluye el capital en busca de rna ­yor intereJ. En los paiees antiguos, es decir, en los que el progreso material ha llegado a su mayor altura, es donde se encuentra el desamparo mas vastarnente difundido, en medio de la mayor abundancia. Eu las nueva:; republicas donde el vigor anglosaj6n esta precisameute comenzando 1~ carrara del progreso, y el mecanismo de produc­~16n y cambio cs rudo toda via e ineficaz, don de el mc,·emento de la riqueza no es bastante grande para permitir a clase alguna vivir con comodidad Y lujo, donde el mejur hogar uo es mas que una choza de maddros 6 un cobertizo de papel embrea­do, Y el hombre rico esta obligado al trabajo

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lll BNRIQ K GE: ROE

diario, si bien advertireis la falta de riqueza y to­dos sus accesorios, no encontrareis mendigos. Alii no hay lujo, pero tampoco hay absoluta miseria. Nadie lleva una vida facil 6 muy c6moda; pero todo put'den vivir, y el que e apto y quiere tra­bajar eve Jibre del temor de la indigencia.

Pero a medida que tal pais realiza las condicio­nes a que aspira todo pueblo civilizado, y adelanta en Ia ~seal del progreso material-a medida que la poblaci6n crece y se hace mils intima Ia corres­pondencia con el resto del mundo, y el uso fre­cuente de las maquinas que economizan el trabajo hace po ibles mayores econornias en la producci6n y el cambio, y Ia riquew, por consiguiente, aumen­ta, no 6lo en conjunto, sino con relaci6n al mime­ro de habitante , asi tambi 'n Ia pobreza toma mas negro aspecto. Algunos consign n dar"e una vida rnuchi imo mejc.r y mas c6moda, pero otro consi­guen con dificultad ganar materialmente el sus tento. Los vagos vienen con la locomotora, y los hospitales y carceles son seflales tan ciertas del progreso material como lo son las habitaciones suntuosas, los ricos a!macenes y los magnificos templos. En calles alumbradas por gat:~ y vigiladas por agentes de policia uniformados, los mendigos acecban al iandante, y ala sombra de los cole­gio!'l, bibliotecas y museos se cong~egan ya los ~u nos terribl6S S los vandalos mas f1eros, profet1za­dos por ~lacaulay.

E te hecho el notable hecho de manife tarse la pobreza corl todos sus accesorios a medida que crecen en los pueblos las condiciones bacia las cuales tien:le el progreso material, prueba qu~ las dificultades sociales exi tentes en dondeqmera que haya sido alcanzado cierto grado de progreso, no nacen de circunstancias locales, sino que son

P&OGRO:SO Y MISK&IA. 11

engendradas, en una u otra forma, por el progre · so mismo.

Y aunque nos pese y contrarfe el admitirlo, se hace, pol' fin, indudable, que el enorme incremento del poder productive que caracteriza al siglo ac­tual, y adelanta todavia en proporci6n acelerada, n tiPn do a E:Jxtinguir la pobreza, ni ali via Ia carga de los que tioneu necesidad de trabajar. Ensancha simplement la eparaci6n entre Diva y Lazaro, y hace mo1s intansa y ruJa Ia lucha porIa existencia. Los nuovos in ventos han rave tido la humanidad de poJore. que huce un siglo la imaginaci6n mas at ·ovida no hubiera podido sonar; pero en Ia fabricas donde las maquinas que economizan el trabJjo han alcanzado un desarrollo admirable, los niiio£~ trabajan; dondequiera que las nuevas fuarza!O son utilizadas con mas 6 menos eficacia, cl_a as numero ·as vi ven de la caridad 6 se encuen­tran en el caso de r13currir a ella; en medio de las mayores acumulaciono de riq uezas hay hombres qua mucran de hambre, y ninos pequeiios que chupan senos infecundo.; yen todas partes la co­dici :1. d ganancia , el cui to a la riqueza, muestra Ia f~erza de Ia mi eria 6 el miedo que e le tiene. La tierra prornatida huye de nosotros rual espejis­mo. Los frutos del arbol de Ia sabidurfa se con­vierten al cogerlos en manzanas de Sodoma, que so deshacen al tocarlas.

Cie~tament~, la riqueza ha aumentado mucho y el terrnmo ~edw de comodidad, descanso y delica. deza ,ha sub~~o; pero estas ventajas no son genera­les.~ o part1c1pa de ellas la clase baja (1). No quiero

(1) E!! cierto que lo ma pobres di frutan ahora en cierto D?odo, de lo que no hubieran podido u ar Joe mas ric'o hace nn Blglo, peru e~to no prueba venteja algona mientrae no haya

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E •RIQUE GEORGK

decir que la situaci6n de la clase baja no haya me­jorado en ninguna parte ni en nada, sino que en ninguna parte hay mejora alguna que pueda atri­buir al aumento del poder productivo. Lo que di()'o e que la tendencia del llamado progreso material noes de ningun modo mejorar la condici6n dela cla­se baja en lo esencial de una vida sana y feliz para el hombre, antes al contrario, de prime toda via mlis su condici6n. Las nuevas fuerzae, por elevada que sea u naturaleza, no obran en el edificio social desde abajo, como se ha e perado y creido durante mucho tiempo, sino que la acometen en un punto in term dio entre la curnbre y el fondo. Es como si una inmensa cufla .. e hinca e con fuerza, no por debajo de la sociedad, sino A trav~s ;de ella. Los de encima del punto de separaci6n son elevados, pero los que quedan debajo resultan aplastados.

Este efecto depresivo no e advierte en general, porque no se mue tra donde ha existido por mu­cho tiempo una clase que apenas puede vivir. Cuando la cia e baja vive mezquinarnente, como ha ~ ucedido durante largo tiempo en mu ha · par­te de Europa, le es impo ible ponerse peor, por­que l1r6ximo paso haci l nhajo, le quita la e ·i· · ten cia, y n puede manifes arse con facilidud una tendeocia hacia mayot· depresi6n. Pero e 1 el pro· gr ode la colonia nuevas h cia Ins condicion s de pueblo rna •iejO'I, ~e puede VOl' clararnente que, no 6lo el progreso material deja de ali •iar la pobreza, sino que de hecho la produce. En lu::; Es­tado ·nidos es evidente que la suciedad y ia mi-

ume11tauo Ia aptitud para adquirir lo nee· ario a Ia villa. El meuliigo en una gran poulad6n puerie ni~frntar ne uHithas co a de que el!tli privado f'l olono dtl lue l'arupoe, pero etlto oo prueba que Ia condici6u dt:l mendigo de Ia ciudad sea we]or que lo.1 Je! lnJcpendiente colono.

PROGRESO Y MISERIA

seria, los vicios y crimenes que de ellas nacen, aumentan en todas partes a medida que la aldea se convierte en ciudad, y el desarrollo progresivo trae las ventajas de los metodos perfeccionados en la producci6n y el cambio. En las regiones mas antiguas de la Uni6n, el pauperismo y la miseria entre las clases pobres, son mas visibles y doloro­sas. Si hay pobreza menos profunda en San Fran­cisco que en Nueva York, ~noes acaso porque San Francisco va ala zaga de Nueva York en todo lo que am has ciudades se esfuerzan por lograr'? uan­do San Francisco alcance el punto en que Nueva York esta ahora, iquien duda que se encontraran tambien por sus calles ninos andrajosos y des­calzoe?

Este consorcio de la pobreza con el progreso es la senten~ia obscura de nuestros tiempos. Es el he­cho culmmante del cual dimanan todas las dificul­tades industriales, sociales y politicas que pertur­ban el mundo, y con el cual el arte de gobernar la filantropfa y Ia educaci6n luchan en vano. Esto~ vap?re engendr_an las nubes que amenazan el por­~emr de 1~ ~acwnes mtis ricas y de mayor con­hanza e~ 1 m1 mas. Es el enigma que la Esfinae del Destmo. pon_e a nuestra ci vilizaci6n, y no acer­tar con el, 1mphca la muerte. l\lientras todo el au­manto de riqueza que procura el progreso moder­no, conduzca s6lo a fundar grandes fortunas au­mente el lujo, y haga mas patente el contrast~ entre la man i6n del bienestar y la de la necesidad el prorrr~so no es real y no puede ser duradero: ~a :eacCI6n vendra. La torre se inclina desde sus ctmientos y cada nuevo piso no hace mas que apre urar la cata trofe final. Educar hombres que e tan condenados a la pobreza s6lo sirve para hacerlos rehacios; basar sobre u~ estado de la mas

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El'I.rQ E OEOBGE

visible de igualdad social, in tituciones po ' lticas baj las cua1e los hombres on igual s t 6rica­mento, es como pretender que una piramide se so ten~a por su vertice.

on ser tan importante, y aunqu~ atrao peno­samente la atenci6n de todo el mundo, ta ues­ti6n nose hare uelto aun de manera que rxplique todo los hechos y seflale algun rcmcdio clara y sencillo. E to lo prueban I s en ayos tan variados como numero os que e han r alizado, con el fin de in ve tigar ol abatimiento que ahara prcdomina. No 6lo s~ manifit- tan diver~ •ncias entre Ju no­cione vulO'are y las teorias ·ientificas, ~ino que se pone tambien en evidencia, qu{l la uniformiJad de concepto que deberia exi tir entre los ad"ptos a lu~ mi rna teorias O'enerales, se convh•rte en onfu si6n cuando se llega a Ja cuestiones practicas. Por alta autoridad econ6mica e nos ha dicho que el ~batimiento actual es debido a un excf.'so de con­sumo; egun otra ele-vada autoridad, la cau~a so halla en el exce ode produ ci6n; mientras que los asolamiento de la guerra, Ja &xtenf!ion de los fe­rrocarriles, las huelgas para aumentar los alarios, la desmonetizaci6n deJa plata, las emi i nc de papal moneda, el aumento de las maquinas que facilitan el trabajo, la apertura de caminos mas cor to para el trafico, etc., etc., on, para otro; escritor s de nota, el origen de tanto3 males.

En media de tal di crepancia entre lo mae. tros, s~ cree en general que ('Xi te neces.ariamente un conflicto entre el capital y el trabajo, que la maquinaria es un mal, que Ia competencia ha dA ser limitada y el in teres abolido, que se debe crear riqueza por la emisi6n de papel moneda, y que el gobierno esta obligado a proporcionar capital 6 trabajo. Estas ideas se abren paso rapidamente en-

P.U.O GBKEO Y MI EBIA Jl)

tre la gran ma a del pu~blo, que si~n~e a~u.do ~a no, y tiene viva concirnc~a de ~na IOJUStlCia. rates principios q ue ponen a n~'~ltttu i ~e. hombres, los depositaries del poder politiCo en ultimo resultado, bajo la jefatura de charlalanes y _d8magoJO , e~tan llenos de pali<q·o; pero no po 'ran ser combat1dos con cxito basta q u~ Ia ec nom fa politica re uel va el gran problema que e te conforme con todos sus preceptos, y se reco niende por i misma a la pene­traci6n de la mayorfa de los hombres.

Es incumbencia de la economia politica procu­rar e ta oluci6n. Porque la economfa politica no es una colecci6n de maximas. Es Ia interpretaci6n de un conjunto de hechos. Es la ciencia que, en Ia investiuar.i6 n de ciort • fen6menos, procura ha­llar suil relacJonPs mutuas y distin'''lir la cau'a del efecto, dol mismo modo que la ciencias ff icas intentan hacerlo con otra clase de fen6menos. De -cansan ns cim Jento n torreno firma. Las premi. sas de lfl. cuales aca sus de iuccion son Vt:lrda­de que tionen muy alta anci6n; axioma rocono­cidos por todos; sabre elias apoyamos con seguri­dad los raciocinios y acciones de Ia vida diaria, y se pueden reducir a la e.·pre i6n metafi ica de Ia ley meCiinica: que el movimiento bu ca la linea Je manor resistencia, esto e , que el hombre bu ca Ia satisfacci6n de u de eos con el menor e fuerzo Part~endo d~ e ta base eg ura, su metoda, qu~ cons1 te enCillamente en distinO'uir y separar tie ne certeza igual. En e te enti'do es una ci~ncia tan e~acta com? la geometria, que, de verdades sem~Jantes relatlvas al espacio, obtiene sus con- · cluswnes por medics parecidos, y e ta concl u io­nes, cuando no son fal as, de ben ser igualmen te claras por si mismas. Y aunque en el dominio de la economia politica no podemos comprobar nues-

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16 ENRIQUE GEORGE

tras teorfas produciendo artificialmente combina­ciones 6 condiciones, como '*' puede hacer en al­guna de las demas ciencias, con todo, podemos aplicar pruebas no menos concluyentes porIa com· paraci6n de sociedades en las cuales existan dife­rentes condiciones, 6 bien separar, combinar, agreaar 6 eliminar con Ia imaginaci6n, fuerzas 6 facto~es de direcci6n conocida.

.l\1e propongo dedicar las Figuientes p§ginas a resolver el gran problema que he delineado, por los procedimientos de Ia economfa polftica . uie­ro buscar Ia ley que asocia la pobreza con el pro · greso, y aumenta Ia necesidad con Ia el~vaci6n de la riqueza, y pienso que en la aclaraC16n de esta paradoja encontraremos la explicaci6n de esos pe­rfodos de paralisis industrial y comercial que, considerados independientemente de sus relacio­nes con fen6menos mas generales, parecen tan inexplicables. omenzada con propiedad y conti­nuada cuidadosamente, tal investigaci6n ha de dar un resultado que resi" ta todas las pruebas, una verdad que este en armonia con todas las demas verdades. Porque en la erie de los fen6 menos no hay accidente. Todo efecto tiene su cau· sa, todo hecho implica un hecho anterior.

Si la economfa politic a, tal como se ensefla ahora, no explica la persi. tencia do la pobrez~ en medio del aumento de Ia riqueza de conform1dad con las ideas del hombre mejor entadas; si las in­discutibles verdades que ensefla tan in rela.ci6n y di locadas; si ha sido in ap~z de produmr el progreso de la verdad en la op1m6n po~ular, com? debiera hacerlo a(m en el aso de er mgratn; 1,

por el contrario, despue de un . iglo de cultivo durante el cual ab or i6 Ia atenci6n de algunas de las inteligencias mas sutiles y poderosas, es des

PBOGRKS6 Y MieEBIA 17

preciada por los estadistas, desde:i'iada por las ~a­sas y por la opini6n de muchas persona , ms­truidas y pensadoras, relegada a la catcgor1a. de p"eudo ci ncia, en la cual nada se demuestra. s1 se puede determina~, nada de esto se deb~ a la mep­titud de la cienc1a, cuando se Ia estud1a co_n fun­damento sino a alguna falsedad en sus prem1sas 6a alrrun fa~tor olvidado en sus apreciaciones. Y como tales equi •ocaciones se ocult~n gene-ralmente p~r respetos debidos a la autor1.d~d, en e .tas aver1· guaciones procurare no adm1tlr nada, mo .,~m~­t r la teo .. ias aco1>tadas ala prueba de los prm(;l­pios fundamen tales, y si no resisten a ella, inte· rrogarc nn~vamente los hechos procurando des­cubrir su ley .

Me propon rro no admitir r: ingun principia, no retroceder ante ninguna conclu icn; 1uiero ~ eguir unicamento a Ia verdad a dondequiera que r on­duzca. Ilucemo nuestra la re pon abilidad de bus­car Ia l9y porIa cual en el centro de nue. tra ciyi­lizaci6n, la mujer desmaya y los nifios gimen . Pero lo qt e de esta ley resulte no sera culpa n uestra. i las concl usiones que hallemos van contra nue ·

tras preocupaciones, no desistamos; si re ro usan instituciones que por largo ti mpo han sido juz­gadas prudentes y naturales, no retrocedamos.

TOldO I 2

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LIBRO

SALARIOS Y CAPITAL

CAP1TULO I

Doctrina corriente acerca de los salarios. Su deficiencia.

Reduciendo a u rna breva forma el uroblema que no hemo propuesto in vo~ti6ar, exanlinemo~, paso a )a.::o, !a e:s:plicad6n que de el rla la econo­mfa politi a, tal como la uceptan en la actualidad las 'll ejore autori udes . .

Lfl u a quo produce In escasr:~z en medw del desarrollo d2la riqu za, cs evident mf-nte la que se muestra en la tt>ndencia de los <-alarios hacia un miuimo, ley sancionada en todas partes. ICduzca­mos, pues. al e.·amen t1 esta sencilla pregunta:

;, Por qu~, u p P. ar del rwmr:nto en cl pocZr ,· l'roduc­tito,~ los .'alarios ti mlen hacia un minimo qi(P frat' con· sigo untl rida pobre y mi. e,·aUr·?

· La conte taci6n de la economia polftica es que los salario est~n doterminarlos por la r<>laci6n en tre el importe del ca it· 1 dostinado al trabajo y el numero da trabaj:ldoros, cuya relaci6n tiende con­tinua mente hacia elm nor importe con el cunllos trabaja res consienten vi vir y repr?ducirse,, por­que el aumento del nu nero de trab:JJr:.dor s tien_de por su naturaleza a se5uir y alcanzat cual Uler

PROGRESO Y MI31CBIA 19

aumento de capital. Segun eso, no siendo refrena. do el aumento del divisor sino por la posibilidad de un cociente . el dividendo puede aumentar has. ta el infinito sin obtener mayor resultado.

En la opini6n general, osta doctrina goza ura preponderancis limitada. Tiene el ase11timiento de los m~s r<·putados autores entre los que se dedic an ~ la economfa politica, y aunque muy combat;dJ, lo rue m!1s generalmente respecto a 1a forma que al fondo (1). Es ac ptada por Burk'e como bafe de sus generalizaciones de la histoda universal. Se ensei1a n todas 6 ca&i todas las grpnties uni ­veroidades inglesa y americana~, y la st:stentan los libros de texto que pretenden em:eiiar a les ma~a a razonar correctamente sobre a untos prac­ticos. aLi como parece armonizar con la nueva fi­lo offa, qu~ , l1aLiendo conquistado en pocos alios todo el mundo cientffico, penetra ahora en la op~­ni6n general.

.\trincherada asi en las regiones superiores de Ia opini6n, ha echado rafces en lo que podria lla­~arse las inferiores, hasta con mayor firmeza, si bten en mas tosca forma. La idea que proporciona

(1) Asf me parece- reepecto 8 las objeciones de Mr. Tborn­ton, porque ~i Lien nie((a Ia exi11tcncia de uu fondo de ealarios previamente determinaJo, coneistente en una porci6n de capi­tal eeparado para de tinarlo n comprar trabajo, sin embargo, aeegura (yes Jo esenci~l) que Joe s:~larioa proceden del capital, Y que aumentando 6 d1 ·m10uyendo eete crece 6 di minu ve el fon<1o uti! para ol ptli;!O de toalsrios. El ataque m4s impor"tante contra Ia teorfa del fondo de alarios de que ten~o conocimieuto es d£:bido al profe or FrancitJ A. ·walker (The lVages Qtmliul~: Nueva York lL 70, sin ('{Dbargo, admite que Joe ealarios son eu gran parte ade-Jantados por el capital, lo que, por decirlo a { ea cuanto puerle r~clam r o' w:is firme soetenedor de Ia teori~ (le Maltbus. Por lo tanto, us conclueiones prarticas de ningun modo e diferenciar de las obtenidas por lotJ coment • ..!otee de a teoria coniente.

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20 ENRIQUE GB:O~GR

~ la escuela proteccionista una resistencia tan te­naz, !i pesar de sus evidentes contradicciones, es que la c:mtidad destinada a distribuirse en salarios es fija PD cada pais, y que la competencia del tra­bajo exterior> la dieminuye toda via mas. La mis­ma idea existe en la mayor parte de las teorfas que as :)iran a la abo ici6n del interes y ala restricci6n de· la competencia, como medios para (•onseguir el aumento de la parte correspondiente al trabajador en Ia genenl riqueza. E ta teorfa hal!a acogida en todas p-.~rtes por los que no meditan bastante para tenerlas propias, como se puede ver en los peri6-dicos y eu los debates de los cuerpos legisladores.

A pes r do todo, exten::;amente aceptada y pro­fundaments arraigada como esta, croo que dicha teoria no se halla conforme con hechos probados. Porque, si los salarios dependen de la relaJi6n entre la cantid'ad dol capital de tinada al trabajo y la cuantfa de trab:1jo que ousca empleo, la abun­dancia 6 escasez relati va de un factor ha de indi­cJr la relativa escasez 6 abundancia del otro. Por esto, el capital debe ser abundante, rolativament.e, donde los saiarios son elevados, y relati vamente escaso donde los salaries son bajos. A hora bien, como el capital dastinado al pago de salaries debe consistir en su mayor parte en capital que cons­tantemente busca empleo, la tasa corriente del in ­teres debe ser la medida de su relativa abundancia 6 escasez. Por consecuencia, si fu ese cierto que los salarios dependen de la relaci6n entre la cantidad de capital destinado a emplearse en trabajo Y.la cuantia de trabajo que busca empleo, los salar10s elevados (prueba de relativa escasez de trabajado­res) deben ir acompafiados de interes bajo (prueba de abundancia relativa de capital), e inversamen­te, salar!os b:ljos e intores olevado -leben ir juntos.

PSOGRESO Y ~SERfA 21

Y sin embargo, todo lo contrario es lo que ()curre en realidad. Eliminando del interes el ele­mento del Eeguro, y mirando s6io el inter s pro­piamente dicho, 6 sea la retribuci6n por el uso del capital, iDO es acaso una verdad general que el in­teres es alto donde y ruando los salaries son altos, y bajo donde y cuando los salaries son bajos'? Ambos, sa:ario e interes, han sido m~s elevados en los Estados Uni0os que en Inglaterra, en los Estados del Pacifico que en los del Atlantico. iNO es un hecbo evidente que donde acuden los traba­jadores en busca de mas altos saiarios, afluye tam­bien el capital en busca de mas alto in teres'? iNo es cierto que donde hay alza 6 baja general de sala­ries, hay tambien alza 6 baja en el interes'? En Ca­lifornia, por ejemplo, cuando los salaries eran superiores 1los de cualquier otra parte del mun­do, tambien era mayor el interes. Alli salaries e interes bajaron juntos. Ouando los salaries usuales eran de 5 $ al dia, la tasa ordinaria del in teres bancario era de 24 por ciento al aflo. Ahora que los salaries usuales son de 2 6 2 '50 pesos al dia, la t~sa del interes bancario esta entre diez y doce por -men to.

Pero el hecho claro y general, de ser los sala­ries J?ayores en paises nuevos donde el capital es relatlvamente mas escaso que en los antiguos don­de abunda relativamente, es demasiado notorio P.ara igno:arlo, y aunque muy ligeramente, ha s1do estud1ado por los tratadistas de economia po­li~ica. El modo como se reconoce prueba lo que d1go, esto es, que es completamente incompatible co_n la acept~da teoria de los salaries, pues al ex­phcarlo escr1!ores tales como Mill, Fawcet y Price, abandonan v1rtualmente dicha teoria sobre la cual insisten, sin embargo, formalmente en los mismos

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22 ENRIQUE OB:OBG'E

tftatados. Aunqua daclaran qua el salnrio asta de­terminado por la relaci6n entre el capital y los trahajadores, explican la mayor e1evaci6n de los salarios y del interes en los paises nuevos, por la mayor producci6n relativa de riqneza. Mas tarde mostrare que no as esto lo que ocurre, sino que, por el contrario, la producci6n de riqueza es rela­ti .,.-amente mayor en los paises antiguoz:; y deusa­mente poblados que en los nuevos y poco pobla­dos. Paro ahora s6lo quiero indicar la contradic­ci6o.. Pues d(lcir qua los salarios elevados de los p::tises nuevos se deben a la mayor producci6n re­lativa, vale tanto como admitir que a relaci6n con la producci6n y no con el capital es Ia que deter­mina los salarios.

Esta contradicci6n no parecen haberla adver­tido los escritores a que me refie ·o, aunque ha siJo observada por uno de los mas l6gi0os t1 ata­dist?.s de economfa politica. El profesor Cairnes procura reconciliar el hecho con la teorfa de un modo muy ingenioso, aseguranclo que en los paises nuevos, donde la indu tria se aplica g-eneralmente a Ia producci6n d(l alimentos y de las llamadas pri· moras materias en la fabricaci6n, una narte mucho mayor del capital usado au produrir, ~~u. destina · cio at pago de sa b dos que en pafses antignos, don­de proporcionnlmente debe gas tar.~~=> mucho mas en maquinas y materL I, y asi en los vafses nuevos, donde el capital escasea (y es mayo:' el iutm8s), la cantidad destinada al pago de al~:~r~os, es a~i como estos, reabnente mayor. Por ejemplo, de 100.000 d ;>s tinado en un pais antiguo a las manufacturas, 80.000 $ se gastarian probablemente en edificios, maquin3fia y compra de materiales, dejando s6lo 20 000 S para pagar los salarios; cuando en un IJ-=tis nuevo, de 30.000 $ ctestinados a la agricu\tu-

PROGRESO Y MISEBIA 23

ra etc. s6lo 5.000 $ se necesitarian para berra· mientas: quedando 25.000 $_para distribuir en sa­larios. De este modo se exphca c6mo el fondo de salarios puede ser, en re~lidad, ma_y<;>r d~nde el capital es escaso, y salanos altos e mteres alto acompaflarse mutuamente. . .

Pienso prohar, en lo que s1gue, que esta exph­caci6n esta basada en un concepto completamente equivocado de las relaciones entre el trabajo y el capital, en un error fundamental, en cuanto al fondo de donde proceden los salarios; pero ahora basta senalar que el enlace en el cambio del sala­rio e in teres en un mismo pais y en las mismas ra­mas industriales no se pueden explicar asi. En las alternati vas conocidas por c: buenos tiempos:. y cmalos tiempos una fuerte demanda de trabajo y buenos salarios, va siempre acompafiada de una fuerte demanda de capital y tasas firmes de inte­res; mientras que euando los trabajadores no pue­den hallar empleo, y decaen los salarios, hay siem­pre un exceso de capitRl buscando colocaci6n a bajos tipos (1). La crisis actual no se distingue me­no:> por falta de empleo y apuros entre la clase trabajadora que por la acumulaci6n de capital sin OPlpleo en los grandes centros, y por tacas nomi­nales de interes sobre indudable seguridad. Por esto, b3jo condiciones que no admiten una explica­ci6n compatib te con la teorfa corriente, encontra­mos intere'i! elevado coincidiendo con salarios ele­vados, e interes bajo con salarios bajos; el capital es escaso cuando el trabajo escasea y abundante cuando e te abunda.

(t) Los periodoa de paniro comen:ial se raracterizan por des­cu .. ntos elevadot!; pero es evidente que esto no e un in teres alto propiau,ente dicho, sino un tioo alto de Hguro~; tontra rie~gos . •

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B "RIQUE GEORGE

Tales l~ec~os, bien conocidos, coincidiendo uno ?On ot~o, 1~d1can una r~laci6n entr~ el salario y el mter.e~. pet o un~ relaCI6n de conJunci6n, no de ~pos1C16n. Es ev~dente que so~ del todo incompa. tlbles C?n la teor1a que datermma los salarios por la relam6n entre el trabajo y el capital 6 alguna parte del capital.

tC6mo, pues, se preguntara, naci6 tal teolfa? t~6mo es q_ue ha sido aceptada sucesivamente por lo econom1 tas desde el tiempo de Adam Smith basta s>hora?

~~ e.·aminamos los raciocinios en que se apoya en los tratad')s us~ales, se ve al momento que no es u11a ?OnsecuenCla de hechos observados, ino la deducCI6n d.e una t~orfa aceptada de antemano: q ~e los sal~r10s pro?e en del capital. Si se admite que el c_ap tales la fuente de lo.s salarios, se sicrue necesar1amente que la suma total de los salarivs ~ebe estar limitada por el importe del capital d s­tm~do al pago ~el trabajo, q u dan do, por cou i­~UI~n.te, determmada la parte que pueden recibir lDdl ':ldualmente.los trabajadores por la relaci6n a su numero, y el 1mporte del capital existente para su recompensa (1). E te razonamiento es bueno,

( ! ~ Pur ej~w p l , :\Ic. Cullocb .• ota VI de Ia cPiqueza de las Nac10 ne ~ · d1 r e: c , qu~lla porcion dec pit!l! 6 de riqueza <leon paf que Jnte u t~n 6 qmeren pa~ar en Ia ompra de trabajo Ius que dan ocnpac16n, pueue eer mucho mayor en un tiempo que en oLro. Pero cualqUJera que ea su importe eu absoluto cou ti­tuye claraweatt Ia unics fueate. de Ia cual 1lerivan los' ealanos en toda n .. parte!-! .• · .) hay ning'un otro fondo de que el trauaja dor, co~o tal, pueria acar u~a ola pe eta. De aquf se igne, fJ118

el termmo ~ed1o de lo ealar1o , e to es, Ia parte del capital na­CJOn~l de ttnado al e~pleo del trabajo, que toea por term1no W8UIO 9. cada trabaJador, depende por ntero de BU importe total comparado con el nomero de aquelloe entre quienetl 1!8

debe d1 ~11hr • Parrafos semejantes e pueden citar de to doe lo econom1sta!! mas importantes.

PROGRESO Y )!ISBBIA. 25

uero la conclusi6n, como hemos visto, no est~ con­forme con los h~chos. La falta, por lo tanto, debe consistir en las premisas. Examinemoslo.

~0 ignoro que el teorema qu~ establece los sa­larios como procedentes del capital, es uno de los mas fundamentales yen apariencia m~jor sentados de la economia politica, y que ha s1do aceptado como nxiomatico por todos los grandes pen ~dores qu~ han dedicado sus facultades a la aclaract6n de la ctencia. A pesar de esto, creo poder demostrar que es un error fundamental, el .P~dre fecund~ de una ln.rga serie de errores, que v1c1an las mas Im­portan tes conclu iones practicas. Voy a err:pren­der e ta demo traci6n. Se necesita que oa clara y concluyente, porque una doctrina basada en r~zo­namiento~ tan importantes, apoyada por autortda­des de tanto peso, tan plausible en si misma, e ta muy e.·puesta a r producir e en diferentes formas, y no puede facilmen e refutarse en un parrafo. .

La proposici6n que trato de probar e la si-guiente: . .

Q'tf' lo, 'alm 10 , en rez de proceder del cnplinl, pro-cedw , f'nl mf'nte del produdo del trrrbajo con cl cual se p agan (1) .

.Ahora bien, como la teoria corriente que con­sidera los salarios procedentes del capital, admite tambien que el capital es reembolsado por la pro­ducci6n; esto a primera vi ta pueje parecer una distin .: i6n sin importancia-una simple alteraci6n terminol6gica-y que djscutirla seria aumentar las disertaciones sin fl'uto que con vierten cuanto se ha escrito sobre asuntos de conomia politica en

(1 Tratamos del trRbajo empleado en producir, al que es mt>jor limitar el examen en raz6n II. Ia sencillez. ualquiera duds que e pueda pre entar en el animo del h•ctor rei!pecto a los servicioe no productiTO:!, es major aplazarla.

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26 ENRIQUE GEORGE

una cosa tan esteril y tan inutil como abunas con~ troYerr:b de varhs sociedade sabia~~ ~obre la verdad_era lect~ra de ciertas inscripcione 6la pro­cedencia de Ohjetos sin valor cientffico. Pero se trata de algo mucho mas importante que una sim­ple distinciun de pura forma, y e to se hara evi­dente considerando que sobre la diferencia entre las ~os proposiciones se han levantado todas las teona vulgare en cuanto a las relacione d61 ca­pital y el trabajo; de elio se hnn deducido doctri. nas qu ', con ideradas en i mi.,mas como axiomc1-tica._, atan, dirigen y gobiernan las inteliaencias ~a habil en la discusi6n de las cue tio;e mas Importantes. Porque en Ia admisi6n de lo salarios como procedentes del capital directamente y no del p:oducto del trabajo, se funda, no 6lo en la doctrma q~e considera los r;;alarios dependiendo de la .~elaCI6n entre el capital y el trabajo, ino tam_bwn la que supone la indu tria limitada por el capital; que el capital debe hallarse acumulado autes de emplear el trabajo, y que el trabajo no pued efectuar e sino cuando el capital e ta acu­mulado; que todo aumento de capital produce 6 puede producir mayor de. arrollo de la indu tria, Y qu_~ la conver i6n de capital circulante en capi­t 1 fiJO re_duce el fond aplicable al mantenimiento del trabaJo; que se pueden emplear maq trabaja­dor~s con ~alarios bajos que iendo altos, y que el capital aphcado a Ja ao-ri "ultura mantendrfa mas trabajadores que si se ~plica e a las manufacturas; que los beneficios son mayores 6 menores in versa­mente a la "lev· ci6n de 1o sRlarios, 6 que depen­den del co te de la subsi tencia de los trabaja­dores; JUnto con paradojas semejantes a que una de:nanda cle mercancias no e. una de:nanda de trauajo; 6 ue ciertas m "rcancias pueden hacerse

PitOORE 0 Y )!I;: Bl.!. 27

de mayor coste por una reducciun da ~alarios, 6 disminuir su coste al aumentarlos. ,

En re umen, todos los preceptos d~ economia oHtica, en las partes mas extensas e I_mportantes

~8 su dominio, estl1n mas 6 menos ~:hrectamP!lte blsada en el supuesto de ser el trabaJO mantemd_o . pagado por el capital existente ant_es de. termi: i1ar el producto que con tituye el_ obJet~ fmal. S1 sa demuPstra que esto es una eqUivocac16n, Y q~e por el contrario, rl _susten.to .Y }Jago d(:l tral a)O nunca merma el capital, m siqtHera poi un mo­mento, sino que procede directamen~e. ~el produc­to del trahajo, entonces este vasto ediflClO q.uedar!i sm apoyo y caera. Y de igual modo morn:an las teorias vulcrares que se (tJndan en la creencia. q~e admite como fija la cantidad destinada a. distn­buirse en alarios, disminuyendo nee sana~<:nte las partes individualer;; por el aumento del numero de trabajadores. , .

La diterencia que existe entr~ la teoria r-~HTien­te y la que propongo, es en realldad parecida a. la qne hay entre la teoria mercantil de camb:~s m­ternacionale y a lruella con que .t~dam Smith la ·nstituy6. Entre la teoria que con Idera el comer­cio como un cambio de mercancias por moneda, Y !a que lo con idera un cambio . de me_rcaucias por mercancia , parece no haber d1ferenC1~ real 1 s~ recuerda que los partidarios de la teona mercant1l no atribuian ~ la moneda otro u o que el de po­derse cambiar por merca.ncias. Sin embargo, de la a. licaci6n practica de estas dos teorias nacen las diferencias entre la protecci6n gubernamental ri · gida y la libertad de comercio.

Si he dicho lo ua 'tante para con veneer at lector de la extrcmada importancia del razonamiento en que le ruego me siga, no sera neoesario excusar de

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28 1!: •• RIQUE GEORG .I!:

antemano la ing~t'uidad 6 ~xcesiva extensi6n. Al at?car una ~octrma de tal1mportancia-una doc­tru~a o::,tf>mda por nutores de tanto peso-es nece. sari . ser clare ala par que terminante.

81 n fuera por eso me ir.clinarfa a desechar con una fra e que los alarios proceden del capital Porque el va to edificio que la economfa politic~ construye ob;e .esta doctrina esta en verrlad fun­dado sobt: cumentos que se han admitido como bu~no , m el mas pequefio esfuerzo para distin­gmr lo aparente de lo real. Porque los salaries 6 pagan ger;eralmente en moneda, yen mucbas de las operacwnes de la producci6n antes de estar el pr??ucto completamente terminado 6 pueda er ut1l~zad' , se .deduce que los salaries sa sacan del ~apltal .Preex;st~nt~, y, por consiguiente, que la mdustna esta hnutada por el capital, es de-:.-ir, que. no e p~ede emplear el trabajo basta que el capital haya side acumulado, pudiendo s6lo des­arrollarse basta donde lo consienta Ja acumulaci6n de capital. _ Con todo, ~n !os ~ismos tratados que aceptan

s1.n res.er':'a la hmitaCJ6n de la industria por el ca­pital s.trvtendo de base a los m!1s importantes ra­zonami.entos y laborio as teorias, se nos dice que el capital es trabajo depositado 6 acumulado caq~~lla parte de riq.ueza que es economizada par~ auxihar la producCI6n futura.:t Si sustitufmos Ia P.alabra capitah por esta definici6n, Ja proposi· c16n nos pro~ura su propia refutaci6n, pues decir que el trabaJo no puede verificarse basta que los resultados del trabajo se economicen es demasiado absurdo para discutirlo. '

Sin embargo, si por esta creducci6n al absur­do:t diesemos el argumento por terminado nos ancontrarf&mos probablemente con la explica~i6n,

rROGRKSO Y MJSEBU. 29

de que Ia providencia proporc~ona el capital n~eciso para poder trabajar a los prtmeros opera­pios sino que la proposici6n se refiere a un est~do ~e ia sociedad cuya produrc~6n se ha convertldo en una operaci6n mas compleJa.

Perc Ia verdad fundamental! que e~ todo razo­namiento econ6mico se debe as1r c?n firmeza Y no abandonarla nunca, es que la soCiedad en su rna­yor grade de perfecci~n noes otra co. a que una continuaci6n de Ia soCiedad en sus ongenes !llas rudos; y los principios claros _f>n las mas se~lCillas relaciones de los hombres estan s6lo enculn~rtos, perc no anulados ni invertidos, por las relac10nes mas intrincada que resultan de la divisi6n dol trabajo y del uso de berramientas y metodos. com­plejos. El molino de v~por,. con u ma9.u~ 1aria complicada, que tanta d1vers1dad de movi~mentos nos ofrece, es sencillamente lo que en su d1a era ~l mortero de arosera piedra desenterrada del anti­guo !echo d~ un rio: un instrumento para moler grano. Y todo. lo hombres emple!ldos ~~ ·.1. sea echando lena en el hogar de la mliquma, d1ngtendo su marcha, aju tando las piedras, rotulando sacos 6 llevanrlo los libros, estlin en realidad con agran­do su trabajo al mismo objeto que el prehist6rico salvaje cuando se servfa de su mortero: a preparar el grano para alimentar al hombre.

Por lo tanto, si reducimos a sus terminos mas sencillos las mutiples operaciones de la producci6n moderna, veremos que cada individuo, al tomar parte en esta obra de producci6n y cambio infini­tamente subdividida y complicada, esta en rea­lidad haciendo lo que el hombre primitive cuando subia a los arboles para coger fruta 6 seguia la marea en retroceso para buscar mariscos, esfor· zandose en obtener de la naturaleza por el ejercicio

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60 ENRIQUS GEORG

de ~:ns facultades Ia satisfacci6n de sus deseos. Si recordamo . esto constantemente, si consideramos 1~ producc16n en su totalidad-como la coopera­CI6n de todo lo compr~ndido en alguno de sus grande grupos para atlsfacer los di titos de,eos de cada uno-vemos con claridad que la recom­pen~a alcanzada por cualquiera con sus esfuerzos prorede de u~ modo tan cierto y tan directo de la naturaleza, s1endo el resultado de este esfuerzo como ucedia con el primer hombre. '

Por ejemplo: en el estado m~s plimitivo que pod~rnos concehir, cada h mbre busca el cebo y coge _su pe cado. Las ventajas de Ia divisi6n del t!abaJo se hacen pronto comprensib es y uno oh­tiene c~bo. los otros pescan. Sin embargo, es evi dante quA procurando el cabo ha e uno en rcalidad tanto, re p cto a coger pescado, como eualquiera de los q~e en efecto pescan. Despues de conocer las ventaJa de las canoas, en Iugar de ir todos ~ pes­car, uno ~e queda construyendo y componiendo canons, y e te realmente empleP su trabajo en pes car, tanto como los verdaderos pe cadores, y los pe<;rados. que come por la noche cuando regresan, son tan Ciertarne~te el producto de su trabajo como el dl::' lo~ otr?s: ~ de est modo, a! aplicar abierta mente la div1s16n del trabajo, en lugar de esfor­zarse cada uno en satisfacer todas sus nece idades acudiendo directamente a la naturaleza, uno pesca, otro caza, un ~ercezo re(tne bayas, un cuarto coge fruta, un qumto ha e herramientas, un sexto con truye chozas y un septirno confocciona vt ti­do -cada uno, en la extensi6n con que ca~nbia l~s productos de _su propio trahajo por el producto d1rect_o del trabaJo de los otros, esta nplicado. u t:a ba JO en Ia prodncci6n de ln. coFas c1 ue u .::a: f. a· tlsface sus de~eo por ol cjercicio de su facu:tades

PROGBEEO Y Ml~EBIA 31

particulares; es decir cuanto el recibe en re~lidad lo produce. Si cultiva patatas y las cambia por carne de venado, es tan verdade~ame_!lte el que se procura el ...-enado como si hub1ese 1do a cazarlo, dejando al cazador cavando sus patatas. Las ~x­presiones comunes: <Yo hago esto y aquello , , s1g­nificando: cYo gano esto y aquello , , 6: c: Yo gane dinero con el cual com pre esto y aquell~,, son econ6micamente verdaderas, no en lenguaJe me­taf6rico sino en su sentido literal. Ganar es bacer .

. \.ho; a bien, siguiendo estos principia , b_astan­tante claros en un sencillo estado de Ia ~oCiedad, ha~ta RS c~mplicaciores de un estad? civilizad?, se bar:~ patente qut" uando el tralHJ]O • e c: ml~Ia nor mucancias, s:empre Ia producci6n es antn10r realment al disfrut ; que los salario, on las ad­quis;ciones-es decir, las hechuras del trabajo-no los ade!antos del c· pitt l, y que el trabajudor al recibir sus salarios en moneda ( ea acuflarla 6 im­pre a) realment recibe en cambio d 1 aumento que ~u trabajo ha 1.rocurado el ac pio heneral de riqueza, una libranza contra e te, que pu do utili­zar n cualquier forma e pecial de riqueza que mejor .;ati faga sus d seos; y ni la moneda, que es la libranza, m ninguna especie de riqueza que quiera pedir, son adelantos del capital par n sus­tanto, represeL.tando, por ei contrario, la riqueza 6 una porci6n de ella que su trabajo agreg6 al acopio general.

Teniendo presente estos ptincivios, se com­prende de que manera un dibujante enc rrado n una ob cura oficina dE! las orilb8 d l Tame i , mientras dibuja los planos de una nu'iquina mari ­tima estd realmente dedicando us e fuerzos a la prooucci n d pan y carne tm. c;ertamente como si estu viese rec giendo grano en ali forma 6 dan-

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32 ENRIQUE GEORGE

do vueltas al lazo en las pampas del Plata; hace sus propio vestidos tan to c?m? si. ~stu vier a tra -quilando ovejas en Au tralta o tependo telas en Paisl9y, y produce el burdeo~ que beb~ er: la co­mida lo mismo que si estu'Y1ese vendtmian_do .en las orillas del Garona. El mmero que do mil p1es bajo tierra en el Oomr:;tok, extrae mineral de plata, e ta realmente, en virtud de mil cambios, egan~ do 1~ieses en valles, cinco mil pie mas cerca del centro de la tierra, pesumJo la ballena entre ~as gelidas montaflas del polo artico; arrancand ho]as de ta'l)aco en Virginia; rarogiendo c~fe en Ht ndt~ ras· cortando cafia de azucar en las Islas d~ Hawat; reu'niendo alcrod6n en Georgia 6 tejiendolo en 1\lanchester l Lowell; haciendo bellos juguetes para us chicos en la montaflas de_l Ha"tz; 6 co­giendo entre el verde y oro del veqel de lo _n­geles naranjas que llevara a casa para su muJer enfer'ma cuando se ·haya cambiado de '"opa. Los salarios recibidos el sabado por la noche on la b ca del pozo, &que otra cosa son sino el certifica­do para el mundo de haber hecho ast1s co. as-el primer ~ambio de una larga serie que tran .. Jo_rma su trabajo en las cosas por las cuales ha traba]ado realmente?

Todo esto es evidente cuando asi sa considers; pero para reconocer el engaflo en s~1 origen y v~n­cerle en sus reductos, debemos vartar nuestra m­vestigaci6n de la forma deducti va a la induct~ va. Veamos ahora, principiando con hechos y haCien­da ver sus relaciones, si llegamos a la misma con­clusi6n que es ya patente cuando empezamos por los principios originaJes, aplicandolos a hechos cor:.p:ejos.

PBOGRKSO y MISRBIA 33

CAPfTULO II

Significaci6n de los terminos

secruremonos del significado d_e los termin7s ant~ d~ seguir nuestra inve tig~c~6n, porque a incertiduml>re en su uso productna forzos_am_e~t~ I 1. ·a .. dad 6 indeterminaci6n en el r ClOC111IO. a amuioH 6 · 61o es nece En los razonamientos econ_ m1cos no . -ario dar a las palabras criqueza , c caplta~ ~ . cren·

ta , csalarios y otra parecidas, un ,sent~do mas cla;o del flUe tienen en el u o co~un, s,t~o que, de. crraciadamente, ha ta ~n ,econonua poht1Ca hay algunas de esta palnbr s a Ia cu l~s ?O sa ha fijado un ~entido c ncreto p~n· consent1m~ento ge­neral dando diferentes escntores a un m1smo ter· mino'si1.1nificarlos distintos, y un mi mo autor lo usa frec~entemente en varias acepciones. Nada e puede decil para robustecer lo 9ue _han dicho_ tan­tos autores eminentes respecto ala tmportanma de las definicione claras y preci as, salvo el ejemp (no raro, ciertamente) de que los mismos. ~uta­res incurran en los graves errores que lumeron notar. Y nada demue tra la importancia dellen­guaje en la exposici6n de la ideas como el espec Uculo que ofrecen agudos pensadores fundando irnportantes deducciones en una misma palabra usada en significados diferentes. Procurare evitar este peligro. Siempre que un termino sea de im portancia tendre mucho cuidado en fijar con cla­ridad lo que entiendo por el, y usarlo en este sen­tido y no en otro. Recomiendo al lector que a note Y recuerde las definiciones dadas asi, pues de otro modo no sera imposible hacerme comprender de.

:rexo I 3

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KNBIQUB GEORGE

bidamente. No me aventurare a dar significados arbitrarios a las palabras 6 a inventar terminos, aun cuando fuese conv1:3niente hacerlo, sino que me conformare con el uso en cuanto sea posible, procurando unicamente fijar sus significados de manera que .axpresen con claridad el pensamiento.

Lo que ocupa ahora nuest~a atenci6n es descu· brir si es cierto que los salarlOj proceden del ca · pital. Veamos antes lo que se.entiende p~r salarios y lo que se entiende por cap1ta_l. ~ ~a pnmer.a ya­labra los economistas dan un s1gmflcado suflCien­teme~te definido, pero las ambigiie_dade~ 9ue or!· gina el uso de la ultima, en econom1a pohtiCa, ex1· gen un examen detenido. . . . .

En el lenguaje usual, salar10 s1gmflca una retribucion pagada a una persona contratada por sus servicio ; y hablames de una persona <traba­jando a salario, para di,Ynguirla de ?tra que <trabaja por u cuenta . El uso del termu~o se ha limitado mas aun por Ia costumbre, aphc!1ndole s6lo a la retribuci6n pagada por el trab jo manual. No decimo salario respecto de un hombre de ca­rrara , un administrador 6 un escribiente, si~o ~~s honorarioa, sueldos 6 pagas. Por tanto, t=~l s1gmfl · cado comun de ~alario es la retribuci6n dada a u~a persona p r su trabajo manual. Per? er. econonua polftica e~ta palabra tiene un sentldo mas Jato, e incluve to ia retribuci6n por un esfuerzo. Pues sa­gun io explican los economista~, los tres a~entes 6 factores de la producci6u son tierra, trabaJO.Y ca­pital, y la parte del producto que _se destma al segundo de estos factores la denomman ellos sa-lario.

De este modo el termino <trabajo, abarca todo e fuerzo humano en la producci6n de r}queza, Y siendo cl salar!o la parte del producto ab1:5nado al

PROGRESO Y MIBKBU. 35

trabajo comprende toda recompensa portal es· fuerzo. Por consiguiente, en el sentido econ6mico politico de salario, no se hace distinci6n sobre la -clase de trabajo, ni si es 6 no recibida la recom· pensa por el intermediario de un amo, sino que salado es la retribuci6n que corresponde al esfuer· zo del trahajo, en cuanto se distingue de la retri­buci6n por el uso del capital y de Ja que recibe el hacendado por el u o de la tierra. El hombre que -cultiva el suelo por su cuenta obtiene el salario en los productos, del mismo modo que si se sirve de su propio capital y es dueflo de su tierra, percibe tambien el intere~ y la renta; el salario del cazador BS Ia caza que mata; el del pescador es el pescado que coge. El oro lavado por el cavador de oro que trabaja por sn cuenta es su salario, del mismo modo que el dinero pagado al contratado minero de car­b6n de piedrapor su trabajo (1), y, como lo prue­ba Adam Smith, los elevados beneficios de los ten· deros por menor son salarios en su mayor parte, porque son la recompensa de su trabajo y no de su capital. En una palabra, todo lo que se recibe como resultado 6 recompansa de un esfuerzo, es salario.

Esto es cuanto se necesita observar ahora sobre el salario,, pero es importante tenerlo presente, porque en las principales obras de economia este sentido del termino <salario, se admite con mas o menos claridad, aunque s6lo para olvidarlo despues.

Pero es mucho mas diffcil despejar de la idea

(I) Eato era reconorido en el lenguaje vulgar en California donde loa mineroa de loa placeres denominaban salarioa Q SU~ ~ananciaa, y hablaban de hacer altoa 6 bajos salarioe @egun Ia ~antid:v:l de No obtenido.

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36 El\RlQUK GEORGK

del capital las ambigiiedades que le rodean y fijar el u o cientifico del termino. En el lenguaje gene­ral toda clase de cosa que tienen un valor 6 dan un~ utilidad, se consideran vagameute como capi­tal, pero lo econo.mi t ... • difiere~ tanto, que.dicho termino apena tiene un sentido determmado.

omparemos rntre i las definiciones de algunos e critores d nota:

cAquella parte del caudal del hombre , dice Adam mith (libro II, capftulo I), que _espera le proporcione un, redito, se lla~a su c~~·Ital y el capital de un pal 6 de una soCJedad, anade, C011~ · prend€: 1.'\ m·'quinas e instrum ~to ~.e COJ~l~~t.:lO (1ue facilitan y abrevian el tra a1o: 2. , edifi~Io , no .. 6lo habitaciones, ino que & pueden conside­rar como instrumentos de comercio -como tienda , alquerfa\ etc ; :3. 0

, mejora de ia tierra mas ade­cuadns a u labranza r cultivo; 4. ",las prowcho ... as hahilidade arlquiridas por todos sus habitantc ; 5. 0 , dinero; G. 0

, pro vi ione en podcr de su pro · ductore y neaociante , por cu~ a venta e&p Ian alcanzar una uUlidad; 7. n, mat riale pura Ia ma nufactura , 6 articulos p:frcialmente fabri~ado en poder todavfa de lo produc or s 6 c~merCiantes! y

0 artfculos conclufdos en manos aun de los m1s · ~o' .• \. los cuatro primeros los denomina ca_Pi~al fijo, y a los cuatro ultimos ~apital circulantJ, diStill ci6n de Ia que noes necesano tomar nota para nues tro objeto.

La definici6n de Ricardo es: 'Capital es Ia parte de Ia riqueza de liD pais ?eatinado_ a

producir, y conaiste en alimentos, vesti_do!!, herram1entaa, pn­mera~ materiaa, mliqninafl, etc., necesar1as a lo efectos del tra­bajo.• Pri11Ctjlios de ecrmlnlllt politica, Capitulo V.

Esta definici6n, como se ve, es muy diferente de la de Adam Smith, puesto que excluye muchas

PROGRESO Y MISltRIA 37

cosas inclufdas por el-como talentos adquiridos, artfculos de gusto 6 lujo en pocler de los product~­res o comerciantt3s; e incluye algunas cosas e.x:clUI· das por este, como alimentos, vestidos, etc., en poder del consumidor.

L1 definici6n de lc. Culloch es: eE l capital de un nac16o c<~ulpreude, en realidad, toda 8

aquellas parte!! del protiucto de la iuJu trill que ex~ ten ~n b!Ja y ju-•d n empleilrse dirt>•'tameute en eo .. tener Ia ex•~tencJa hu­;uana 6 faf'ilitar Ia prodn····IO•J • Notas sobre la riql'e:a de I'll ,uuio s Libro II, L'cmitu'o I

E·ta definici6n sigue la de Ricardo, pero es mas extensa. ~Iientras excluye todo lo que no e3 capaz de auxiliar Ia producci6n, incluye todo lo que es capaz de ello, in referirse al uso actual 6 a la ne­ce idad de u arlo-el caballo tirando de un coche de lujo, iendo, segun al parecer de .Jic. Culloch, como lo dice expresamente, tan capital como el caballo que tira de un arado, porque puede, i es nece ario, emplear e para e te objeto.

Juan t.urt ~Jill, siguiendo el ejemplo de Hicar­do y :Ole. Culloch, hace la distinci6n del capital, no por la costumbre ni por la facult1d de usarlo, sino por la determinaci6n del uso. Dice:

•Cualquier co a det!tinada a urtir el trnbajo pro.iuctivo con e! abn~o, producci6n, herrarui ntas y watenaltl 4Ut:l la vbra requiere, y 8 nutrir 6. de otro modo, sostener al trahsjador du­rante Ia faeua, es capital.• Pri11Cipios de eeo,wmia pollftci, Lt­bto I I 'opilu'u ITT.

E ta citas revelan claramente la divergencia de los maestros. Entre autores inferiores las dis­cardias son mayores toda via, como bastaran para mostrarlo algunos ejem plos.

El profe or Wayland, cuyos Elementos de ~conomia Polftica han sido por mucho tiempo un libro de texto favorito en los institutos americanos

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38 ENRIQUE GKOli.Glt

de educaci6n, donde ha existido alguna pretensi6IJ de ense:iiar ec nomia poHtica, da esta definici6n luminosa:

• La pal a bra capital se usa en doe sentidos. Con relaci6n a producto signifies una substancia, en Ia cual e ha de ejercer Ia industria Con relaci6n a industria, el material que de ella ha de recibir valor aquel a que ha dado valor; loa instrumento& uaadoa para conferirlo, asi como loa medio de ~ubaietencia por loa cuales el eer ae mantiene, mientraa e ta ocupado en practi­car Ia operacionea. •> Efeme,zt06 de eco,zcuna pofitica, Libra 1, Capit,zlo I.

Enrique C. Carey, el ap6stol americano de la protecci6n, define el capital como el instrumento, mediante el cual, el hombre obtiene el dominio de la naturaleza, incluyendo en el los poderes menta­les y fisicos del mi mo hombre. El profesor Perry, un librecambista de Massachusetts, objeta a est() muy atinadamente, que confunde los limites entre el capital y el trabajo, y luego, a u vez, confunde lastimo amente lo limites e.1tre el capital y la tiE.­rra, definiendo el capital como cua.quiera cosa de va'or, fuera del hombre, ce cuyo u o nare una utilidad 6 incremento pecuniario. n conocido economista ingles, lr. Thornton, empieza un cui­dadoso exam n de las relaciones del trabajo y capital ( cSobre cl trabajo ) diciendo que incluira la tierra E:\n el capital, lo que es co a muy parecida a que uno RP propusiera en eflar algebra y princi­piase declartt ndo que con ideraria el igno t- y el signo - como significando lo mismo y teniend() identico valor. n autor americano de alta estima tambi'n, el profesor Francis A. \Yalker, se expre­sa de igual modo en su esmerado libro c Examen sobre los salarios>. tro publici ta ingles, .1. •• A Ni· cholson ( cLa ciencia de los cam bios , Londres 1 73) parece alcanzar el ultimo grado de lo absurd()

PBOGB.It80 Y MIBKBIA 39

manifestando en un parrafo (p. 26) que eel capital debe evidentemente acumularse por el ahorro> Y aseuura en el parrafo siguiente que cla tierra que da ~osecha, el arado que desmenuza la tierra, el trabajo que asegura el producto y el producto mismo si una utilidad material ha de resultar de su empleo, todo es igualment~ capitah; pero el modo como la tierra y el trabaJO se pueden acu­mular ahorrandolos, no lo explica en parte algu­na . Asimismo, un notable escritor americana, el profesor Amasa Walker ( cLa Ciencia de la Rique­za , p. 66), recouoce primero que e! capit~l nace de los ahorros netos del trabajo, e mmedtatamente despues declara que la tierra .es capital. .

Podrfa llenar muchas p~gmas seiialando defi­niciones contradictorias unas con otras y en si mi rna , pero con ello s6lo con eguirfa cansar al lector .... ·o es necesario multiplicar las citas. Las expuestas bastan para mostrar cuanta discrepancia existe respecto a la interpr£\taci6n de Ia palabra capital. Los que necesiten mas numerosos datos sobre Ia confusi6n peor confundida> que reina en e te asunto entre los profesores de economia po· litica, los encontrarc1n en cualquier biblioteca, donne las obras de dichos profesores se hallan co­locadas una al \ado de otra.

El nombre que demos a las· cosas es poco im­portante, si cuando lo usamos nos referimos a las mism!ls cosas y no a otras. Pero la dificultad que en eeonomia politica nace de estas vagas y varia­das definiciones del capital, consiste en que s6lo en las premisas del razonamiento se usa este ter­mino en el sentido particular dado por la defini­ci6n, mientras en las conclusiones practicas a que se llega, se usa siempre, 6, por lo menos, se inter· preta, en el sentido general ·precisamente. Por

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40 ENRIQUE GB'ORG'B:

ejemplo, cuando se dice que el salario procede del capital, la palabra capital se entiende en el mismo sentido que cuando hablamos de la escasez y Ja abundancia, el au men to y la disminuci6n, la des­trucci6n 6 crecimiento del capital-un senti do gA­neralmente comprendido, que separa el capital L.J

los otros factores de la producci6n, tierra y traba­jo, y que tambien lo separa de otras cosas usadas s6lo por gusto. En realidad, mucha gente entiende bastante bien el significado de capital mientras que no empieza a definirlo; en mi sentir, las obras de los economistas prueban que difiriendo tanto en sus definiciones, usan siempre el termino en este concepto comunmente entendido, menos en sus definiciones y en los razonamientos basados en ellas.

Este senti do ordinario es el de riq uez.a dedicada a Ia producci6n de mas riqueza. El doctor Adam

mith expresa correctamente esta idea general cuando dice: <Aquella parte del caudal del hombre que espera le proporcione un redito, se llama su capital. Y el capital de un pueblo es la suma de estos caudales indi viduales, 6 la parte del caudal total que es de esperar procure mayor riqueza., E tees tambien el sentido etimol6gico. La palabra capital, segun las investigaciones filol6gicas, nos viene del tiempo en que la riqueza era estimada en ganado, y la renta de un hombre dependfa del n(t mero de cabezas que podia rnantener para su ere­cimiento y reproducci6n.

Las dificultades que acompaiian al uso de la palabra capital, como termino exacto, se manifies­tan de un modo todavfa mas notable en las discu­siones polfticas y sociales que en las definiciones de los economistas, nacen de dos hechos: primero, que ciertas cosas cuya posesi6n para el individuo

PROGRESO Y MISERU. 41

equivale precisamente ala posesi6n de capital no forman parte del capital de un pueblo; y segundo, que cosas de una misma especie son 6 pueden dejar de ser capital, segun el objeto a que se destinan.

Con algun cuidado respecto a estos puntos, no habra dificultad en adq uirir una idea bastante clara y fija sobre lo que comprende propiamente el termino «capitah, segun el uso admitido; una idea que nos permit'ra apreciar que cosas son 6 no capital, y usar la palabra sin ambigi.iedad ni eaor.

Capital, tierra y trabajo son los tres factores de Ia producci6n. Si recordamos que capital es un termino usado en contraposici6n con tierra y tra· bajo, n0taremos en seguida, que cuanto este ·bien inclnfdo en alguna de estas voces no puede califi­carse propiarnente de capital. El termino ' tierra , no s6 o abarca IH3cesariamente la superficie terres­tre en cuanto se distingue del agua y del aire, sino to do el uni verso material fuera del mi mo hombre, porque s6lo por tener acceso a la tierra de la cual su cuerpo mismo procede, el hombre puede estar en contacto con la naturaleza 6 usar de ella En una palabra, el termino <tierra, a bra­za todos los materiales, fuerzas y con veniencias ~aturales, y nada de lo que la naturaleza ofrece hbr_emente, puede ·calificarse con propiedad de capital. rn campo fertil, un rico fil6n de mineral el salto de una corriente que proporciona fuerza: puede dar al poseedor ventajas equi valentes a la .posesi6n de capital; pero dar el nombre de capital a estas cosas serfa poner fin a toda distinci6n en­t~e ~i.erra y capital, y hacer ambos terminos sin Sl~mfwado en cuanto a su mutua relaci6n. El ter­mmo ( trabajo, incluye, del mismo modo, todo es­fuerzo humano, y, por tanto, las facultades huma­nas, sean naturales 6 adquiridas, no pueden nunca

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42 ENRIQUE GEOJlGB:

llamarse capital. En el lenguaje ordinario habla­mos ~ veces del saber, habilidad 6 industria del hombre como constituyendo su capital; pero est(} es realmente una fjgura metaf6rica y debe evitarse en razonamientos que aspiran ~ la exactitud. La superioridad en tales cualidades puede aumentar los beneficios de una persona de igual modo que lo haria el capital, y el aumento de los conoci­mientos, habilidad 6 industria de un pueblo, ten­dra el mismo efecto en la producci6n que un au­manto de capital; pero este efecto es debido al mayor poder del trabajo y no al capital. La mayor velocidad de una bala de cafi6n puede ca usar el mismo e{ecto que un aumento de su peso, a pesar de lo cual, el peso es una cosa y la velocidad es otra.

Es preciso, pues, exclu:r de la categoria de ca­pital todo lo que pueda considerarse como tierra 6 trabajo. Haciendolo asf, quedan s6lo cosas que no son tierra ni trabajo, pero que han resultado de la uni6n de estos dos factores originates de la pro­ducci6n. Nada puede ser capital que no proceda de ellos, es decir, nada puede ser capital que no sea riqueza.

Pero de las ambigiiedades en el uso del termi­no riqueza, se derivan muchas de las confusiones inherentes ala palabra capital.

La voz riquezalt, segun se usa generalmente, se aplica a todo lo que tiene un valor en cambio. Pero usandola como termino de economfa politica debe darsele un significado mucho mas restrin­gido, porque muchas cosas que se denominan co· munmente asi, al hacer la cuenta de la riqueza colecti va 6 general, no pueden figurar en ella bajo ningun concepto. Estas cosas tienen un valor en cambio, y se llaman generalmente riqueza lt por-

PROGR.KSO Y .MlSEBIA 43

que representan entre individuos, 6 entre un con­junto de ellos, el poder de alcanzar riqueza; pero no lo son realmente por cuanto su aumento 6 dis­minuci6n no afecta a la totalidad de la riquezar Por ejemplo, las obligaciones, hipotecas, pagares,. billetes de banco y otros documentos para trans­ferir la riqueza; los escla vos, cuyo valor represen · ta unicamente el poder de una clase para apode­rarse de las ganancias de otra, asi como las tierras y otras con veniencias naturales, cuyo valor unico es al reconocimiento en favor de ciertas personas del derecho exclusivo de usarlas, y que o.36lo re­presents el poder dado asf al propietario de exigir una parte del producto ~los que las usan. Un au­manto en el numero dt::l obligaciones, hipote0as, vales 6 billetes de banco, no puede aumentar Ia riqueza de un pueblo, que abarca del mismo mod(} a los que prometen pagar que ~ los que tienen de· ;ec~o. a cobrar. La esclavitud de una parte de '!US md1v1duos, no puede aumentar la riqueza de un pueblo, pues lo que los duenos ganan, to pierden los escla vos. El mayor valor de la tierra no repre­senta aumento an Ia riqueza comun pues lo que ganan los propietarios en los precio~ altos lo pier­den los torratenientes 6 compradors que han de pagarlos. Y t~da esta riqueza relativa, que en la rdea Y ~eD:gUaJe vulgar, Gn legislaci6n y derecho, nose dr~tmgue de la riqueza efectiva, con la sola ~estrucCJ6n y consumo de unas pocas gotas de tm.ta ~ un pedazo de papel, podria ser totalmente anr9~1lada. Por decreto del soberano del poder poht1eo, se pueden cancelar las deudas libertar Jo~ esclavos y la tierra volver a ser propiedad co­~un. de todo el pueblo, sin que la riqueza total !smmuya poco ni macho, pues algunos perde­

nan lo que ganarian otros. No habria destrucci6n

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44 ENRIQUE GEORGE

de riqueza como no hubo creaci6n de ella cuando Isabel de Inglaterra enriqueci6 a sus cortesanos fa voritos concediendoles monopolios, 6 cuando Boris Godoonof convirti6 en propiedad vendible a los labrieO'OP rusos.

No todas las cosas que tienen valor en cambia son, pues, riqueza en el unico sentido que el ter­mino puede usarse en r.conomia politica. S6lo pue­den serlo aq uellas cosas cuya producci6n 6 des trucri6n aumenta 6 disminuye la riqueza total. Si consideramos cuales son estas cosas y su natu­raleza, no tendremos ninguna dificultad en defi nirla.

Cnando hablamos de un pueblo cuya riqueza pro pera-como al decir que Inglaterra aumenta en liqueza desde que subi6 al trono la reina Vic­toria, 6 que California es un pais mas rico que cuando era territorio mejicano-no queremos de­cirque hay mas tierra, que las potencias naturales de la tierra son mayores, ni que alii hay mas gento (pues cuando queremos expresar esta idea habla­mos de aumento de pob~aci6n), ni que las deudas 6 creditos de algunos de sus habitantes para con otros del mismo pais son mayores, pues nos refe­rimos a la abundancia de ciertas cosas tangibles, que tienen un valor real y no un valor solamente relativo-tales como edificios, ganado, herramien­tas, maquinas, productos agricolas y minerales, generos manufacturados, buques, vagones, mue­bles y otras s&mejantes El aumento de tales cosas eonstituye una riqueza mayor; su disminuci6n es una reducci6n de riqueza, y el pais que con rela­ci6n a su poblaci6n tiene mas cosas de estas, es el pueblo mas rico. El caracter comun de todas elias consiste en que son substancias 6 productos natura· les que han sido adaptados al uso 6 gusto del

PBCGBXSO Y MISKBIA 45

hombre por el trabajo del mismo; su valor depen ­de de la cantidad de trabajo que seria necesario~ por termino medio, para reproducir cosas de la misma clase.

Asi pues, riqueza, del unico modo que sa usa en economia politica, consiste en los productos na­turales que han sido asegurados, movidos, com­binados, separados 6, de otro modo, modificados por el esfuerzo del hombre para hacerlos ca paces de sati facer sus propias necesidades. Es, en otras palnbras, trabajo adherido ala materia de tal ma­nera q ne acurnule, como el calor dal sol. esta acu. mulado en el carb6n de piedra, el poder del traba· jo para sa tisfacer las necesidades h u '!lanas. La ri­queza. noes el unico objeto del trabajo, porq•1e el trabaJO se em plea tam bien en satisfa.cer directa. mente el deseo,. sino que ~s el resultado de Jo que llamamos_ trabaJO product1vo-esto es, trabajo que da valor a la cosa~ rna teriales. Nada de lo que Ia n.aturaleza yroporcwna al hombre sin trabajo es r1queza, m. tampoco resulta esta del trabajo, si no se cons1gue un producto tangible que tenga Y conserve la fac'1ltad de satisfacer las necesi­dades. . Ahora bien, puesto que capital es riqueza des­

tmada a ciert_o .fi~, nada puede ser capital sin cacr dentro la defm1c16n de la riqueza. Reconociendo esto Y conservan?~lo en la memoria, evitarernos l~s errores que VIctan el raciocinio, ofuscan la opi. DI?n popular, y han hecbo perder el tino a los mismos J?ensadores mas perspicaces en medio de un labermto de contradicciones. no Pero al!nque .capi~al. es riqueza, toda la riqueza . es capttal, smo umcamente una parte de la

riqueza; aquella especialmente destinada .~: f recer Ia d .6 a avo·

pro ucci n. Al trazar esta linea divi -

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46 ENRIQUE &EORGE

soria entre la riqueza que es capital y la que no lo es, facilmente ocurren equivocaciones de otra clase.

Los errores que he senalado, y que consisten en confundir con la riqueza y el capital casas que .son esencialmente distintas 6 cuya existencia es relati va, no son s6lo vulgares. Estan muy exten. didos y arraigados, los sostienen, ademas de las clases menos educadas, una gran mayoria de los .que en paf es adelantados como Inglaterra y los Estados Unidos, forman y dirigen la opini6n pu­blica, hacen leyes en Parlamentos y Congresos, y las aplican en los tribunales. Se extienden ademas por media de las discusiones de muchos de esos escritores d 'biles que han cargado la pren a y confundido pareceres con voh1menes nnmerosos titulados economia politica, pas~mdo por Iibras de texto para lcs ignorantes, y tienen autoridad para los que no piensan par sf solos. in embargo, no son ino errores vulgares, por cuanto no recil-en el apoyo de los mejores autores de economia poli­tica. Par uno de esos lunares que manchan una grande obra y ponen en evidencia las inperfcccio­nes del talento mas sobresaliente, Adam Smith con -idera capital ciertas cualidades personales, in· clu i6n que no esta conforme con su primitiva de· finici6n d 1 capital como caudal del que se e pera un redito. Pero este error lo han evitado sus mas eminentes sucesores, y las definiciones (ya dadas) de Ricardo, Me. Oulloch y ~lill nolo contienen. Ni en estas difiniciones ni en la de Smith se cae en el error ulgar de confundir con el capital casas que unicamente lo on de un modo relativo, tales como debitorios, valores en tierras, etc. Pero res pecto de las casas que en realidad son riqueza, sus .definiciones varian una de otra, y mucho de lade

PROGRESO Y MISKBIA. 47

Smith, sobre lo que debe considerarse como capi­tal. Las existencias de un platero, por ejemplo, se incluiran en el capital por Ia definici6n de Smith, y las provisiones 6 vestidos en posesi6n de un tra­bajador se excluiran. Pero las definiciones de Ri­cardo y de ~lc. Oulloch descartarian el caudal del platero, del mismo modo que la de r.,lill, si se en. tendiesen las palabras citadas como casi todo el mundo lo ha_rfa. Pero segun elias explica, no es 1a naturaleza m el destino de las coEas en si lo que determina si son 6 no capital, sino la intenci6n del dueflo de aplicar las casas 6 el valor recibido de su venta a surtir con herramientas, materiales y sustento de trabajo producti vo. Todas e. ta d fi­niciones, sin embargo, estan de aruerdo en incluir como capital las pro vi iones y vestidos del trabaja­dor, que mith e" cluye.

Examinemos estas tres definiciones que re­pre~~ntan l~s mejores preceptos de la 'economfa pohtJca cornente:

Sobre la definici6n de .Jlc. Oulloch, que con ide­ra capital ' todas las partes de Ia industria que pue~en emplearse directamente en sostener la e.·is­tenCia humana 6 fa_cil~tar la producci6n>, se nos oc~rren muchas ObJectones. Si e pasa por cual q_UI~r calle principal de una poblaci6n pr6spera 6 em ad, ~e ven almacenes llenos de toda especie de cosas de valor, que, si bien no se pueden em lear e~ soste~er la existencia humana, ni en facilifar la fat~u~CI6ni consti~uyen, sin duda, parte del capi­pais \ ot~ ab;acemstas y parte del capital de un ca ~ m 1 n se verau productos industriales tafl~esr~~sos~ener la existencia humana 6 facili­d6n ) . ~C~I~n, que se consumen en ostenta­d" Y U) 0 muttl. De seguro qn3 estas si b.

Ieran, Jl(l constituyen parte del capita'!. Ien pu-

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4 :& 'B Ql: R GEORGE

La definici6n de Ricardo excluye del capital co a~ que pueden emplearse i bien no se usan en la producci6n, comprendiendo 6lo las que e em­plean en ella. Pero esta sujeta a la primera obje­ci6n hecha a .Jlc. Culloch. i s6lo la riqueza que puede usarse, e u~a 6 esta destinada a emplear e en 0 tener a los productore 6 ayudar la produc ci6n se con idera capital, las ex:i tencia de lo jo­vero' de lo comerciantes de juauete.: , de e tan ~1 u ro's, confitero,, ne~ociante, en cuadros r pin­tura , etc., en fin, todo lo. dep6 ito , e? cuanto con~i -tan en articulo de lujo, no son capital.

· ~ Iill evi a la dificultad trail firie11do la di -tinci6n a la mente del capitalUa (lo que no me parec clara), es haciendo una di tinci(, ta? va!!'a que ::olo la omni cienci. po~lrfa. decir de nmrruna naci6n en un momenta daao, s1 una co a € 6 no capital. . . .

P ro el mayor defec o de todas e tas d fmiCIO· ne e el de incluir lo que claramente no e puede coikiderar como capital, i ha de e tnblcc~r ~ al guna diferencia entre tr, ~)ajador r capt ~h a. p rque ponen en Ia raterrona de capital.el ahmen­to , la ropa, etc., en po e i6n del trabajador •. que co ,ume tanto i trabaja como i no, del m1smo modo que el caudal en m.anos del c~pitali ta, de · tinado a pagar al operarro su trabaJ?· .

E evidente, sin embargo, que dwhos escn.to res no emplean el termino ccapitah en este sent~do cuando hablan de trabajo y capital en cuant_o Ill tervienen de di tinta manera en la producCI6n Y en porciones diferentes en la distrib?ci6n de sus productos; cuando dicen que los salari?S se sacan del capital, y que depencten de la _relaCI6n entre el tra ujo y el capital, 6 en cualqmer forma que el termino se usa generalmente por ellos. En todos

PROGRESO Y M!SERI~

estm: casos la palabra capitah la u~an en su sen­tirlo ordinaria, como la porci6n d nqueza que sus dueiws no tienen la intenci6n de usar directamen­te para su propia satisfacci6n, sino con el prop6si­to de obtener m:1 riqueza. En resumen, lo eco­nomistas, en todas partes menos en sus definicio­nes y primeros principios, como todo el mundo on general, consideran que 'aquella parte del cau­dal de1 hombre>, usando las palabras de Adam :::-'llith, que spera le proporcione un redi , se llama su capital>. Este es el unico sentido en que el termino capital e.·p resa una idea fija, el unico cntirlo que nos permite separarlo claramente de

la riqueza y distinguirlo del trabaj . Porque si hemo de ronsiderar como capital todo o que sir­veal trabajador de alimento, · tido, ha i aci6n, etcetera, entonce p, ra one nt ar 1 n tr·abujador qu0 no ea capit· li ta, serfa preciso cazar un hom­br ro pletamente desnndo. caraciendo basta de u r gul r ba t6n 6 de una cueva n l suelo-en c 1 n · uaci6n el hombr nos 011 n rad ntln-a, • o ser como res tltado d circun t· cia e.·

r pC'i nal s. B ti !tdo qu las variac· ones e in ·actit 1 es en s r fi11i io e , nace d que Ia no i6 ci0l 'a

I 't l a ido dedncida de na 'dea 1 cone bida fl br~ 1 modo como la produrci6n c au.·iliad por el capital. F 1 r d d terminn · o q te 1 ca it1l y ob er : d puo lo. quo h , , han sido · nitidas prim c · :s funciones y de 1 ues se ha h cho una dR imci6n ineluyendo nella todo lo que puC'den llenar ~. ta funcion . In irt. rn s el proc di 11iento, adoptanrl el or den natunl, ·a e­gnnJmono de lo que una osa ~>s, ntes de averi guar lo que hace. ~ 'ue tro prop6sito, Io que "' O· mo' hacer, es fijar, tal como son, la rnedida y li ni-

I0::\10 l

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60 K.SRIIII.:E d!OllGE

tes de un termino que en lo esencial es bien com­prendido, 6 sea, marcar bien los perfiles exteriores para poner de relieve la idea comun.

i los articulos de riqueza efectiva que existen en un tiempo y naci6n dados, fuesen presentados en su E- tado primitivo a una docena de hombres inteligentes, que no hubiesen leido una sola linea de economia polftica. diffcilmente discreparian en ninguno de ellos, sobre i debfan 6 no considerar­se como capital. I>inero que su dueiio destina al negocio 6 especulaci6n se tendrfa por capital; di­nero separado para los gastos oersonales 6 de fa­milia, no. Aquella parte de la cosecha df\llabrador con. ervada para la venta, pan semilla 6 para ali­m nt.ar a u auxiliares, en pago de p1.1rte de sus salarws, e denomimn ia capital: la <YUard· rla para su uso y el de u familia, no. El caballo y coche de alquiler se llamarian capital, pero no los reserva­do~ al rflcreo d su dnei)O. Tam poco pensarfa nadia tomar }tOr capital ol pol po tizo en la cabeza de una muj r, el cigarro n Ja b~ca de un fumador 6 el jugu teen mano d alrrun nino; pero lo arti­c.ulos de u~ pcluquero, de un e tanquero 6 de una tlenda de ]Uguetes, serfan apunt dos ~in tituhPar como capital. Una levita que un sastre ha hecho par.a vender, s~ consiuorarfa capital, pero nola levlt~ que hub1ese hecho para su uso particul r. El ahmento en poder del dueflo de una posada 6 fonda, e estimai fa capital, pero no el alimento en la de ·pensa de una madre de fa mila 6 en Ia ce ta de un trabajador. Lingotes de hierro en manos del que derrite el mineral, del fundidor 6 del comer­<:iante, formarfan parte de u capital; pero no los lmgotes de l ierro usados como lastre en la bodega de un yate. EL fuelle de un herrero, lo telares de una fabrica, serfan capital; no Ia maquina para

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coser de una mujer, que hace s6lo su tarea p0rso­nal; un edificio para alquilar, usado en el ne<Yocio 6 con mira luc ativas, no la ca a que e ha

0

bita. En emma, pienso quo enrontrarfarnos ahora, como cuando Adam S mth escribi6: aquella parte del caurial del hornhre, que eRpera le proporcione un recti to, se llama su capital. Y omitienr!o su des. grac~a.do des liz so )re las cualid des per ·ona\e['l, y mochfwando alrr· n enu 1eraci6n d la moncrla es difwil que 1 'ldieramos indicar mejor ·a difer1-m' tes parte. ?onstitnti>as dol capital, de lo <Jne Adam Smrth lo htzo, en el p.irrafo que he condon~ad,,.~ en Ia p: r·tc ant rior d P te Cl\pftt lo.

~\hora bien; i ce~>pnes do ~eparar 0 e.·t modo la nqueza que fls <'npital de la one nolo es hus"a­mo Ia di:;tinci6n flntre amhas, no }a hallar~mo.; n el caracter, caparid .. d 6 de tino final do 1· co a.' con~.o Hl ,·ano b· intAntado, p·tcs s< lo c, "'i"l ; a ffil. pan C r, 11 IJUl~ •, te J 6 no e11 podt:r (1e\ • ll­

SlltnJdor (1). Lo· u1ti ln. dt d ]U z,1 qw en i mb­~os, en us u s 6 en l'1JS Jroductos hnn d <'am­bJa;~e toda vfa, • on <'"'pi HI; rqnellos articulo qt4e e_ tan .. o~ p ri r d 1 on:n1 1: lil nolo ron. Por t ~ detuumo el r 1 ital con ' rirpt('~rt d ,mntr cl (({In'

bw, 'ent nd mo., por carr111io, no solo t>l pa 0 rle mano n man , ina tat 1 ien Jns modific .cior f'S

que ocurr~n cuando Ia. forma. tran formudoras 6 reproduutiva_, ae utilizan on el aumento dola ri-

do~)cu~~ ;llnt>r~ po.<lrn decira que e tal. en manoa del cun><ntni­en si ~ I l o ~e < e twa a proctuar t!atit~fliccion "'• puel! annque fin v ~ 7 no .. e ('On n.ma, rt-pret>enta riqueza rlet>ttna Ia :\ c. te ca~i6n c • I~ que he lhcho en el pArrafo aL~tt>rior eohre Ia eta iii mente c~~u~, e ncta;a con esta di tinl'ion y se-ni~:~uh~tant•tal­de mooed ecto AI haolar de dm~ro en e ta circunt!tancin hablo mas funci~~~uea 8\Jnq~e el papal moneda puede llenar Ia~ mis-

t!, no 63 nqueza, y, por tanto, no pueo.le ser capt tal.

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62 E.· QIJE GKORGE p,( OIH •> Y .l!ISKHU. i);l

de averignar las leyes que reg 'an u~ gran pro· bloma social, y i ollector ha C•1 SPgutdo formarse una idea clara de lo que entendemos al hablar de ca1 ita! he logrado rni objoto.

Antes de torminar esta digresi6n, llamo la atencion sobre los terminos criq uela>, ccapitah y otro anl1logos que, tal como se usan en economf polftica s n ter 1inos abstractos, y nada se puede afirmar' 6 negar acJt·ca do ellos que no pueda a£ir · m r e 6 nocYJrso do Ins cosas de o ia cla e que I e · pre·entan, lo 1ue co11 frecuencia se olvida. Por no tener e::;to presente :;e ha originado una gran ('Onfu si6n de id as y se ha con~ n ido que fal:::edad s de oti o modo clara , pa 'a ran como ver a de eviden te . iendo la ri 1ueza un termino abstracto, la idea de riqueza, recuerdese bien, envuel ve Ia de cam· bio. La pose i6n de ri•1neza de ciorta 1mportancia, es virtualmente la po esi6n de cualquier cla"o de rigueza que le sea oquivalente en el cambio. Y su­cede, por consiguionte, lo rnismo con el capital.

'AP1TULO III

Los salarios no proceden del capital; son produ­cidos por el trabaj o

La importancia de esta digresi6n se ira hacien. do cada vez mas patente medida que adelante­mo en nuestro estudio, pero su enlace con lo que ahora nos ocupara, e ve en seguida.

A pr_imera vi ta es evidente que el significado econ6_mtco d_~l termino salario se desvanece, y la atenc16n se f11a n el comun y estrecho significado de la palabra, cuando se asegura que el salario

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E Bll~t;E GI!OI:GE

procede del capital. Porque C~n todos los casos en que el trabajad r se emplea a si propio y toma di­rectamen el producto de u trR.bajo como recom­pen a, es claro que los alarios no e sacan del ca­pital, ino que se ron iguen dir ctamente del pro­nucto del trabajo. Si dedico, por ejemplo, mi tra­h ·1jo a reunir huevos de pajar s 6 a coger bayas, lo huevos 6 las bayas asi obtenidos son mis sala­rio~. Sagmamente, nadte pretendera que aqui el t-ala rio p1 ocPde del capital. ... 'o le hay n e te caso. rn hoinbre completamente de nudo, abandonado

n una isla que ningun ser humano haya pi ado a(m. puede reunir huevo de p<1jaro 0 coger bayas.

i tomo un pedazo de cuero y hago de el un par de zapatos, los z~:puto on mi alario-la re· <·omp n.a de mi esfuerzo. De .:E>gnr que nos~ ha [.;Hcado del capital-ni del mfo ni d31 de nadie,-:-ino p1e han venido a la exi t ncia por el trabaJO ue lo ha con ve:tido en salario; y at o tener este

par de zapatos como salario de m1 trabajo, el c~pi tal no ha variado en nada. Si introducimos la 1dea de capital, 83te, al principia consistia en el pedaz~ de cuero, hilo, etc. A medida que adelanto en m1 trabajo su valor se le agrega constantemente, basta 1ue, cuando ·stan terminados los zapatos, tengo mi capital, mas la diferencia en valor entre el.~a · terial y los zapatos. Al obtener este valor adlCIO­nal-mi salario-e,de qu' modo se saca nada del capital?

Adam Smith, que di6 la direcci6n al pen~a­miento econ6mico que ha terminado en las cur~o­sas teorias corrientes sobre relaciones entre salarws y capital, reconoci6 que, en estos casas sencillos dados como ejemplo, el salario se produce por el trabajo, y principia de este modo su capitulo sobre el salario y el trabajo (capitulo VIII):

PROGRS: 0 Y MISEBI li5

El p1'orl 1,rto del trabaJO constituye la reCOitiJitnsa nal1'~ol 6 sala;io del h·abaJO. En el primitivo et>tado de co11at1 antenor 8. Ja aprop1acion de Ja tierra y a Ja acumulac16n de Cllll<!ale~, el proJndo total del trabaj_o pertenec1a .al trRbaJR<Ior. ::So t1ene propietario ni arno con qmeues compart1rlo.

Si el aran escoces, tomando esto como punto inicial de

0 su raciocinio, hubiese seguido mirando

el producto del trabajo como el salario natural del mismo y al propietario y amo como partfcipes solam~nte, sus conclusiones hubieran sido muy diEerentes y la economfa politica de hoy no con­tendria t~l masa de contradicciones y absurdos; pero en lugar de admitir como .g.1ia entre las con­fusiones de formas mas compleJas, la verdad clara en los sencillos modos de producci6n, la reconoce un momento solo, para abandonarla en seguida, afirmando que en todas partes de Europa hay veinte trabajadores sirviendo bajo un amo por rada trabajador independiente,; empieza de nuevo el examen fundandolo en que el amo sqmini tra con su capital los salarios de sus trabajadores.

Es indudable que al establecer la proporci6n de los trabajadores por cuenta propia como de uno a veinte, Adam Smith se referia tan s6lo a las ar­tes mecanicas, pues incluyendo todos los trabaja­dores, la proporci6n de los que cobran su paga directamente sin intervenci6n de un amo, hasta en Europa cien anos atras resultaria mucho mayor. Porque prescindiendo de los trabajadores inde­p.endientes que en todo pais existen en numero con· s1derable. la agricultura en distritos extensos de ~uropa, desde el tiempo del Imperio Romano, ha s:do fom.entada por aparcerfa, en la cual el capita­hsta rembe su paga del labrador en vcz de reci­birla este de aquel. De todas ma~eras en lo3 Es · tados Unidos, donde cualquier ley sob~e el salario

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56 E 'RIQUE GEOBOE

debe aplicarse tan exactamente como en Europa, y donde ~ pesar del adelanto de las manufacturas, una parte muy grande del pueblo es todavia labra­dora por su cuonta, la proporci6n de los trabaja­dores que reciben sus salarios por el intermediario de un amo, debe ser peque:fia relativamente.

Empero no es necesario discutir la proporci6n en que estan los que trabajan por iU cuenta con los que lo verifican a jornal, ni es neces 4rio repetir ejemplos de lo que es una verdad incontestable, es decir, que donde el trabajador cobra directamente su alario, este es el producto de su trabajo; pues, una vez establecido que el termino cealario, in­cluye to-:la la paga del trabajo, tanto en el caso de tomarlo directamente el trabajador el producto de su trabajo, como cuando lo recibe de un amo, et> evidente que al suponer el salario procedente del capital, sobre lo que, como si fuese una verdad unh·er al, tan va ·to edificio se ha levantado sin vacilar en los tratados modelos de economia poli­tica, hay en gran parte error, y lo m~s que cabo afirmar, con alguna apariencia de acierto, es que algun salario (t3sto es, el alario recibi o del amo por el trabajador) se saca del capital. E11ta restric­ci6n de la premisa mayor inutiliza de nna vez todas las deducciones que se han hecho en ella; pero antes de proseguir, veamos si en este sentido res­tringido e:~ta de acuerdo con los hechos. Recoja­mos el ovillo donde Adam S,nith lo dej6 caer, y sigamos el hilo paso a paso, viendo si la conexi6n de los hechos, que e clara en las formas mas sen cillas de producci6n, se extiendE'I hasta las mas complejas.

l\luy cerca de la sencillez de cese estado de co­sas primitivo,, cuyos ejemplos podrian multipli · carse, en que todo el producto del trabajo corres-

PROGBEeO Y Jll!..ElUA 57

onde al trabajador, esta ol convonio, por el cual, el trabajador, aunque trabajando para otr_a per­ona, 6 con el capital do otra persona, reCibe su alario en especies-6 sea en las cosas que su tra­

bajo produce. En e te caso es tan claro, como en el del trabajador por cuenta propia, que el sala­rio sale en realidad del prod ucto del trabajo y no del capital. Si ajusto un hombre para reunir huev?s, coger fruta 6 hacer zapatos pagandolo ~e los m1smo huevos, fruta 6 zapatos que su trabaJO proporcione, noes dudo.so que la fuente de los sa­larios es el trabajo por el cual son retribufdos. De e ta clase de contrato es el que ha de crito con tanta claridad Enrique J.\laine en su cHistoria de las in ti tuciones primi ti vas,, y que tan eviden­temente estab ece la relaci6n entre ol amo y el em­plea do, de manera que con vierte al que cuida Janado, en el hombre 6 vasallo del capitalista que de esa manera le em plea. En tales condiciones tra­bajaba .Jacob para Laban, y hasta en nuestros dfas, en paises ci vilizados, no es un modo poco co nun de cmplear el trabajo. El arriendo de tie rras con participaci6n, frecuente n una consi­derable extensi6n de los E11tados del cur de Ia Uni6n yen California, el si te 1a de aparceria en Europa, aE!i como los muchos casos en que los di­recto:es, venderlore , etc., se pagan con un tanto p_or crento de los beneficios, tque o ra cosa son smo el e!npleo del trabajo, pagado en salaries, que,consiste!l e~ una parte del producto'?

El ~a o srguiente, ~1 a vanzar de lo senci lo a lo compleJ~, e que los salario , aunq ue estimados ~n es~ecres, se paguen con otra c a equivalents.

~-r ejemplo, en lot> b uq Lle::. ball en .,_ro::; amoricanos extste la costumbre de no paO'ar salarios fi jos sino ma parte 6 cproporci6n, d~ la presa, que' varia

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6 E 'RIQUE GEORGE

del d_ieci~eis al doceavo para el capitan, basta el tresCJ ntos avo para el grumete de su camara De modo que, cuando el ballenero vuelve a New Bed­ford 6 a an Francisco despu~s de una pesca feliz lle_va en su bodega J?s sa Iarios de su tripulaci6n; as1 como los benef1~10s de su duenos y un equi­valents para resa:c~rles de las p:ovisiones gasta. da ~urante el. viaJe. ;,No es ev1dente que estos salanos-el ace1te y bagazo que la tripulaci6n del b_alll3nero ha obtenido-no han salido del capital, smo que son una parte del producto de su trabajo? Tampoco este hecho se altera en lo mas minimo cuando, por cuesti6n de conveniencia en vez de distribuir entre la tripulaci6n su parte 'de aceite y bagazo, el valor de lo que corresponde a cada hom?re se calcula al precio del mercado, y se paga en dmero. La moneda es s6lo el equivalente del salario re.al, el aceite y el bagazo. No hay adelan­to de. cap1tal o_n este pago. La obligaci6n de pagar salarws no ex1ste hasta que ha llegado al puerto la pre a con cuyo valor han de satisfacerse. En cuan­to el dueflo toea a su capital, y toma dinero para pagar la tripulaci6n, agrega a el aceite y bagazo.

Hasta aqui no cabe di cusi6n. Dejadnos ahora dar otro p so que nos conducira al metodo usual de empl.ear el trabajo y pagar los salarios.

Las Islas de Farallone, situadas a la altura de la bahfa de S:m Francisco, son un criadero de aves marinas, y una compaflia que pretende tener dere­cho a dichas islas, en la estaci6n propicia dedica hombres a recoger huevos. Podria pagar a estos hombres con una parte de los huevos que recogen, como se hace en la pesca de la ballena, y proba­blemente lo haria si tuviese incertidumbre en el negocio: pero como las aves son muchas y mansas, y se puede recoger un m1mero de huevos propor-

PROGBRBO Y :UISKRIA 69

cionado al trahajo, le tiene mas cuenta pagar sala­rios fijos a su hombres. Estos salen, permanecen en las i las recogiendo huevos y los llevan a un embarcadero, de donde, a intervalos de pocos dfas, un barco pequefio los conduce a San Francisco para su venta. uando la estaci6n ha concluido, los hombr s regresan y se les paga el salario esti­pulado en moneda. ~~o es e ta transacci6n lo mis­mo que Ri, en Iugar de pagar en moneda, el salario e tipulado fuese pagado en un equi valente de hue­vos recogido ? &No repre enta lo mi mo Ia moneda que los huevo de cuya venta se obtu vo?, y ~no son e·tos salarios de igual manera el producto del trabajo por el cual son pagados, que si los huevos e tnv1esen n poder de los hombres que los •e­cogieran por sn cuenta sin la intervenci6n de nadie?

P.onga~os o~ro ejemplo que muestra por re­ver 16n Ia 1dent1dad del salario en dinero con el salario en especies. En San Buena ventura hay un hombre que se gana muy bien la vida matando por sn aceite y pieles, la foca comun de pelo qu~ frecuenta las islas d(:jl canal de Santa Barbara. l!.in su~ expediciones maritimas, tomaba dos 6 tres chmo como auxi~iares, a los cuales al principio pa~aba s6lo. en dmero; pero, segun p rece, los chmos apreCian mucho ciertos 6rgano!:l de la foca que ellos secan y pul verizan para medicinas y lo~ largos pelos de las patillas de la foca mach~ qua cuando .pasan .de. cierta longitud son muy ittiles para algun de IgDio no muy claro par~ otros que no sean aquellos barbaros. y este hombre se en­contr6 muy pronto con que los chinos deseaban to­~ar en vez de dinero estas partes de las focas m uer-s,le;~slpaga ahora asi gran parte de sus salarios.

0 que se puede notar en estos casos-la

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6(1 .K,:J:; ,UK GEORGE

identidad d los salario~ en dinero y n especie­lno e verdad en todos lo casos en que el alario s_e paaa por un trabajo productivo'? (.No e en rea­hdad el fondo creado por medio del trabajo el fondo del cual ~e pagan los al rios? '

Se podra decir quiza: <Ahi esta la diferencia­cuando un h?mbre tral-aja por cuenta propia 6 cuando trabaJando por un amo recibe el salario en e pecie, sn salario depende del resultado del traba­jo. i por desgracia resulta inutil, no ganaria nada. Cuando trahaja para un amo, sin embarO'O gana su salario de to os modos-pues depen°d~ de la ejeruci6n d 1 t:abajo, no del resultado de e te., Pero esta no e evidentemente una di tinri6n real. Pue '. po~_termino medio, el trabajo ejecutado por sa l ~nos _fiJO no produce s6lo el importe de los sa lat:ws, mo m~L; de otro modo, lo duef\os no po­drian obtener beneficios. Cuando el salario es fijo, el amo .,e queda con todo el riesgo, y es rt~com­pe~sado de e ta especie de seguro, porque los sa­lano cu_ando ?n fijos son si mpro menores que los salarws acetdentales. Pero si bien cuando los sal3rio. f1jos e tan convenidos, el trabajador que ha efectuado u parte del contrato tiene ordinaria­methe titulo legal contra su amo e cas frecuen t

. / e, 1 no general, que si una desgracia imposibilita

al amo de sacar utilidad del trabajo, le dispensa del pago de los salarios. En un departamento im ­portante de la industria, el amo no esta obligado leg lmonte en el caso de desastre, aunque el con­trato sea e~ salarios fijos y no accidentales, puos que la maxtma de la ley del almirantazgo es que c: el ~lete es la madre de los salarios,, y si bien el ~armero ha efectuado su parte, Ia causa que im · ptde ganar flete al buque, quita el derecho a los salaries.

PROGRESO Y ~I ERIA Gl

En esta maxima legal se hare tangible la ver­dad por la cual contiendo. La producci6n es siem­pre la madre del_ salari?. Si~ 1~ producci6n, el a­lario no exi te m podna ex1 tlr. Del producto del trabajo, no de los adelantos del capita , proc&den los sa'arios.

Analizando los hechos, se encontrara que esto es cie1·to en todas partes. Pues el trabajo iempre procede al salario. Esto es tan univer. almonte cier­to respecto al salario que el trabajador recibe de sn amo, como del salario adquirido directamente por quien trabaja po sn cuenta . Tanto en una cir­cun~tancia como en la otra, la recompen~ e~ Ia condici6n del e~fuE."rzo . Pagado algunas ve es al dia, generalmente por emana:s 6 por me es, a ve­cc. p~r aflos, on muchas rama. de la produ ci6n por pwza, el pag-o del salario imp ic i mpre Ia entre~a previa del trabajo por el empleado en be­nefcio del amo, porque los pocos casos en los cu 1 sse hac n pagos adelantado:s por er icio p r ­sonale,, se refier n cvidentem(\nte :1 caridad a garantfa 6 compra. El nombre de fi:mza qu ' e p_odria dar a 1 honornrios pagado con an iri a­c16n a 1 1 aborrado, mue tra 1 verdadero c rarter de Ia !r n ace 6n; lo mismo suced ron el nombre de cdm ro de_ sangre da o on Ia marina a un pa~o q _e nommalrnente e un alario ad Jan ado ' ~~~~ mar1 ero , y e:-, r alment , el imp< te d u v~nt~, pu ' 1 . ley mgl Y I, americana on ; e ran a su marmm os CO'llO imple m rcan i

Jl~ d ten o en sto ejemplo n los el trab~JO piecede ...,iempr rl un rr{odo ·i nte al sal~no, porque es muy imp 1 tante y d bemo te ­~~r ~epresento para om )rei de los m{ complica-

n6men? dol salari . A pesar de Ia evi n ia e esto, egun lo c.·plicado, i ha parecido tan

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ENBJQt:E G.KOHOU:

plau-ible una proposici6n que ha S"rvi lo de bas~ a deducciones tan importantes y axten as como Ia de proceder del capital los salarios, s d Pbe prin­cipalmente a una afirmaci6n contrl\ria a la verdari y que aleja de ella la atenci6n . E ta afirmaci6n es que el trabajo no puede ej rcer su pod r producti vo, i el capital no le procurn el sustento (1).

Se reconoce al momento q u .) el trah ~ipdor ne­cesita alimentos, ve~tidos, ete., par· poder ejecutar la obra, y habiendoso dicho al lector poco preca­vido que el alimento, el vesti 1o, etc. , e'llplea dos por el trabaj1dor producti\o s,m capit:1l, acimite en conclu. i6n que el cons•1mo de capital es nece sario para la aplicaci6n de! trabajo; y t:'S s6lo nn dedurci6n clara de esto, quo ·a inrluA tri i eBta limi· tada por el capital-quo la demanda !e trabr.jo dependo de Ia oferta da cap't:..l, y por 1-, ·ar,to quo los ~aiarios dependen de la .,..elad6n entre l'i nt'1 mero de trabajadores que bU::ll'an emp't~O 3 Ia cuar tfa del. capital rlostiu do (l C'ontrabrt< s.

C:reo que ;a discui6n del capftul 'Dt•riJr poudra a cualquiera en e ta,lo de comptel!der en que consiste el error de este raciocinio-engai'to que ha enredado algunas de las inteligencias mas

(') • La industria estt\ limitnda por el capital-. To puede exll!tir mAs iudm:ttria qne Ia que e~ta provistl\ de materialtll! para trabajar y alimentoe para comer. Evidente Xen si ..:umo e!! f' to, frecuentemente ee olvida que el pueblo de un pai; f'S

mantenido y llena sus necesidade~, no por el producto dt'l tra­bajo pre~>ente, t~ino del pa ado .• To cont'lumen lo qnE' e c-t.i produciendo, sino lo que ha sido ya producido. Ahora uien, ~61o una parte de lo que ha ido producido se delltina a! sostcn del trabajo productivo, y no habra ni pnerle haber trahajo rle e•ta claee mas que en cuanto Ia porci6n at!i diatribui<ia, qu~ es el capital de un pai&, le puede alimentar y proveer con lot! mate­

'es e instrumentos de producci6n. • J o/111 \{I' art Mtll, c Pl·ill-0/ Political Economy., Lih1·o 1, Cap. V, sec. 1.

PBOOBESO Y MISER!.\ 63

aaudas en una telarana tejida por ellas mismLs. ('~nsiste en d uso del termino ?a pi tal en <.los .s~n­tidos. Ouando se dice en la pr1mera proposiCI6n que el capital es neees :lrio para <'jecutar el trabajo produrtivo, el termino c:c~pitab se aJ?lica co~10 comprendiendolo todo, alunento, v8_stido, ~loja­miento, etc.; mientr!ls en las cleducciOnes fmales obtenidas de ella, el termino se usa en su gen~ra l y legitimo sentido de riqueza consa_grada, no a la inmediata satisfacci6n del deseo, SinO a procurar mayor riqueza-de riqueza en manos de los amos en cuanto se establece diferencia con la de los obreros. La conclusi6n es tan vl1lida como lo serJa admitir que un obrero no puede ira trabajar sm su almuerzo y algo de vestir, side ell.? se. dodujera que no pueden ir lo obreros al trabaJo, Eli los amos no les proporcionan previa mente almuerzos y ves­tidos. Ahora bien; de hecho, los trabaJadorts ge · neralmente se proveen de ~u propio nlmnerzo y ve. tido, con los cuales \anal traba jl>; y e~ otro ':e­cho que el capital (en el sentido en L{U~ 1 a pa abra se emplE>a distinguiendola del trabaJo) en cases excepcionales, algunas veces puede lwcer add ... n­tos al trabajo antes de empezar la obra, p~ro 111 nca tiene ohlioaci6n de ello. Entre gran numoro de trabajado~es sin empleo en el m~ndo ci"ilizado, no hay quizti uno solo en la actualldad, con _.vanas de trabaj!lr, que no pueda ser empleado s1~ :m adelanto de salarios . La mayor pa.r~ trabaJarta, sin duda, de buena gana ba jo ~ondwwnes q~e no necesitarian el cobro del sularro antes de ~ID de mes; es dudoso que hubie~a u~ nut;1.ero cons1de~a ble que no quisiera trabaJar s1 tuvrese qt;o t•speiar el pago de su salario hasta fin de semana , como_lo hacen generalmente la mayor part~ de los trabaja­dores; mientras que no hay nadia seguramPnte

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64 E 'RI QUE GE ORGE

que no esperara hasta el fin del dia 6, si se quiere, ha t.a la hora de la pr6xima comida . "El ~iempo­preciso del pago del alario no tiene importanc!a; lo esencial-el punto sobre el cual me apoyo fir ­memente-es que tiene lugar despues de la ejecu­ci6n del trabajo.

Por lo tanto, el pago del salario envuelve siem· pre la previa entrega del trabajo. A~1ora bien; l.que implica la previa entrega del t:abaJO e~ la produc­ci6n? Evidentemente, la cream6n de r1queza, quo, si se debe cambiar 6 usa· en la proclucci6n, es ca· pi tal. Por consecuencia, el pago de l.os salarios ~)or el capital, presupone una producm6n de cap1tal por el trabajo ~uyo_ sa ario se p~ga. Y como el amo obtiene de ordmano un benefww, el p:1go del a­lario es, en lo que a else refiere, unicamente una devoluci6n al obrero de una parte del capital que ha recibido en tra ajo. Con relaci6n al obrero, es s61o el recibo de una porci6n de capital que su Ira bajo ha producido previamente. El valor pagado en ealarios sienclo, ~og(m esto, cambiado por un valor qne el tral ajo ha pr odncido, hC6mo se puede decir que los salari •s proceden del capital 6 qnA e·te los ade1anta? En 1 C>l.'llbio dtll trabajo por Ja· larios, obtiene ~i pre el amo el capital creado­por el trabajo · nt d p ~ar capital en salarios; hell que punto ha dismi uido su <>apital, ni siqui ra temporalmente? (1).

Sometamos la cuesti6n ,1 la pruC>ba de los h

(!) Tralo tiel trabajQ protlnciendo capital, en atenci~n a Ia mayor d:nidad. Lo que el trabaj<J produce siernpre es r1qne>za (que puede Fer 6 dejar Je ser capital) 6 f.erviciol'l, los rases en Jo cuales narla se obtiene sienrlo meroM casos de del'lgracJa. Cuando el objeto del trabajn es s6lo E"en·ir al amo como cnan­do contrato un hombre para limpiarme las botas, no pago el ~a· lario del capital, sino de Jr. riqu~za que he destinado A empleo&

PBOGBB!!O Y )(IBERIA

chos. Sea, por ejemplo, un fabricante dedicado ~ convertir materias en bruto en productos acaba­dos, algod6n en lienzo, hierro en quincalla, cuero en botas, etc., etc., pagan do a sus obreros una vez a Ia semana. Hagase el inventario exacto del capi­tal ellunes por la manana, antes de principiar el trabajo. Consistira en sul'! edificios, maquinas, pri · meras materias, dinero disponible y productos acabados en almacen. Supongamos, para mayor claridad, que no compra ni vende en toda la sema­na, y una vez el trabajo ha terminado y pagados ya sus trabajadores el eabado por la noche, t6mese un nuevo inventario de su capital. La partida de dinero sera merror, porque se han pagado los sala­rios; habra menos materia en bruto, menos carb6n, etcetera, y una prudente reducci6n en el valor de los edificios y maquinas, por sus reparos y desgas­te durante la semana. Pero si tiene un negocio remunerative, como en general sucede, la partida de los articulos acabados, sera bastante mayor para compensar todas estas deficiencias e indicar en totalidad un aumento de capital. Luego el valor pagado a sus obreros en salarios, no se ha sacacio evidentemente de su capital ni del capital de nadia. No sale del capital, sino del valor creado por el trabajo mismo. No hay mas adelanto de capital, que si hubiese contratado sus obreros para coger ostras, y los pagase con una parte de las ostras obtenidas. Sus salarios son el producto de su tra­bajo, como lo era el salario del hombre primitivo,

improductivoe, al consnmo para mi propia satisfacci6n. Aun cuando ee considerase que los sala.rios pagados para esto se sacl!n del capital, por el!te acto pasan de Ia categoria de capital a Ia de riqueza empleada en servir al poseedor, como cuan<.lo un estanquero toma una docena de ~ i garros del dep6sito que tiene para )a ven ~a y se loto mete en el b:! ~illo para su ueo.

TOHO I 6

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cuando cmucho antes de la apropiaci6n de la tie­rra y de la acumulaci6n de caudales>, arrancaba una ostra de las rooas, golpedndola con una piedra.

Caso parecido al del obrero que trabaja para un amo y no cobra sus salarios basta haber reali­zado el trabajo, es el del depositario en un banco quien no pueae sa0ar dinero basta que haya puest~ dinero en el. Y del mismo modo que al sacar lode­positado alternati vamente, no disminuye el capital del banco, tampoco los trabajadores, al 1ecibir su salario, disminuyen, ni siquiera temporalmente, el capital de su amo ni el capital reunido de toda la so· ciedad. Sus salarios no proceden del capital, como los talones de los depositarios no se giran contra el capital del banco. Es verdad que los trabajado­res, al cobrar el.salario, no reciben, generalmente, riqueza de la m1sma forma entregada, como los deposi~arios del banco no reciben las mismas mo ­nedas 6 billetes de banco que habian depositado, pero lo reciben de modo equi valente, y asi como podemos decir que el depos1tario recibe el dinero de antemano entregado al banco, tam bien podemos decir que el trabajador recibe en salarios la rique­za dada en trabajo.

Si esta verdad universal se ha desconocido con tanta frecuencia, se debe, en gran parte, ala con­fue.i6n de la riqueza con el dinero, lo que es unma­nantial abundante de obscuridades econ6micas, y despues que el doctorAdam Smith hizo sostener el huevo de punta, es muy notable ver a muchos de los que han demostrado ampliamente los errores del sistema mercantil sufriendo ilusiones de la misma indole, al tratar de las relaciones entre el capital y el trabajo. Siendo la moneda el inter-mediario ge­neral de los cam bios, el signo represen ta ti vo co­mun, mJdiante el cual se convierte la ri<peza de

PBOGBBBO Y MISKBIA 67

una en otra forma, las dificultades que puedan .existir para realizar un cambio particular, se pre­sentaran, generalmente, nara hacer la conversi6n en moneda; y asi resulta algunas veces mas facil -cambiar dinero en una forma cualquiera de rique . za, es decir·, comprar, que cambiar riqueza de una forma _?ada en dinero, es decir, vender, porque Ja mayor1a de los tenedores de riqueza que desean hacer cambiob, no quiere hacerlos en una forma determinada. Del mismo modo un amo productor despues de pagados los salarios en dinero pued~ alf!unas veces hallar dificultades para con v~rtir de nuevo en dinero, con prontitud, el valor aumenta­do e? que su moneda se ha c!lt;nbiado realmente, y se d1ce que ha agotado 6 antimpado su capital en el pago de salarios. Sin embargo, a no ser que el nuevo valor creado sea menor que los salarios pa­gados.(lo que s6lo pued~ ser un caso excepcional), el capital que antes posma en dinero lo posee ahora e1_1 g~ne:os, ha cambiado de forma, pero no ha d1smmmdo.

.Existe ~n ramo de la industria, en que la con­fusi6n de 1deas, originada por la costumbre de apreciar el capital en dinero, es menos facil que ocurra, porque proporciona el material que suele ser la base de la moneda. Y precisamente esto nos procura ejemplos sucesivos de la producci6n pa­sando de la f?rma rna~ sencilla ala n;tas compleja.

En los pr1meros tlempos de California como despues _en Australia, el minero de los place~es que ~e~cubr1a ~n el cauce del rio 6 en dep6sitos super­fiCiales, br1llantes partfculas que la naturaleza Jen ­tame~te habfa acumulado durante muchos siglos, recog1a 6 lavaba sus «salarios> (asi tambien los llamaban) en dinero efectivo, pues siendo muy €Sca~a la moneda, el polvo de oro se admitia al peso

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68 ENRIQUE GS:OBGK

por mutua convenio como dinero, y al fin del d1a tenia en el bolsillo su salario a0ondicionado en un talego· de cuero. No puede discutirse si este salario procedia 6 no del capital. Era clara mente el pro . ducto del trabajo. Lo mismo ocurria cuando el que tenia un derecho posesorio singularmente rico contrataba hombre~ que trabajaran para el, pa­gandoles con la m1sma moneda que su trabajo producia por el lavado 6 separaci6n. A medida · que la moneda se hizo mas abundante, la gran v~ntaja de evitar la molestia .y perdidas al pesarp d16 al pol vo de oro el caracter de mercancia y con la moneda obtenida vendiendo el pbl vo que ~u tra­bajo habia pr cur ado, el minero paO'a a a sus tra­bajadores. Cuando tenia bastante o moneda para hacerlo, en vez de vender el polvo en el alrnacen inmediato y pagar el beneficia correspondiente, lo guardaba. h.asta tener suficiente cantidad para ha cer ut; viaJe 6 mandarlo por un propio a San FranCisco, donde en la casa de moneda podia con­vertirlo sin perdida en dinero. Mientras acumula­ba polvo de oro, disminuia su provisi6n de mone­da, del mismo modo que el fabricante mientras reun.e su pr~visi6n de genera, reduce la' que tiene en dmero. 8m embargo, no habra quien este bas­tante preocupado para sostener que, tomando pol­vo de oro y p~gando en moneda, el minero dismi­nuyera su capital.

P~ro los <:Jep6sitos que podian explotarse sin trabaJOS prevws, se agotaron pronto y la mineria d~ oro adquiri6 rapidamente un asp~cto mas com­phcado. Antes de estar una mina en condiciones de dar algun beneficia, fue necesario abrir pro­fundos pozos, construir grandes diques, perforar largos tune!es en rocas durisimas conducir aO'uas muy lej ·mas por Ius faldas de las ~ontaflas 6 ~ru-

PROGRESO Y .MISS:RIA. 69

zando profundos v~lles, y establecer maquin~s costosas. Estos trabaJOS no se podian llevar a cabo sin capital. Algunas veces su construcci6n exiO'ia ai'ios, durante los cuales ningun beneficia podia esperarse, mientras era necesario pagar todas las semanas 6 todos los mes0s los salarios de la gente en ella ocupada. De seguro, se dira, que en tales casas, si no en otros, los sa Iarios proceden del ca · pital, son, en eEecto, adelantados por el y debe disminuir pagandolos. Seguramente, en este caso, al menos, la industria esta limitada por el capital porque sin capital tales obras no se pueden reali' zar. Veamoslo:

. Casos de esta naturaleza se ponen siempre como eJe!Dplo para probar que el capital adelanta los sa­larws. Porque cuando los salarios se paO'an antes de ~btener el r~sultado del trabajo 6 de ~u termi­nact?n-del m1smo modo que en agricu 'tura es prectso arar y sembrar muchos meses antes de Ia cosecha; como en la erecci6n de edificios la cons . trucci6n de buques, caminos de hierro' canales t 't I , e ce era,-es ?laro que los duei'ios del capital pa-

gado ~~ sal~rws, no pueden esperar un inmediato benefww, smo que, segun se dice, deben fdesem bolsarlo » 6 <, dejarlo dormir» por algun tiempo, que algunas veces se prolonga durante varios ai'ios. Y ~or esto, si los principios fundamentales no se tienen bie.n presentes, es facil pasar de un salta a la c?nclus16n de ser los sa larios adelantados por el {lap1tal.

Pero estos casas no suscitan la menor dificul­tad allector que haya comprendido con claridad {)Uanto llevo dicho. Un analisis sencillo probara que ~n estes ca~os los salarios pagados antes de termmar los productos no ofrecen ninguna excep-

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70 BNlllQUll: OBORGB

ci6n ~una regia evidente cuando el producto se termina antes de pagar los salarios.

Si me dirijo 11 un cambista para cambiar plata en oro, entrego mi plata, que el cuenta y pone aparte, y entonces me da el equivalents en oro desquitando Ia comisi6n. e,Me adelanta el cambist~ algun capital? Es evidente que no. Lo que antes tenia en oro lo tiene ahora en plata mas el bene­ficia. Y como toma la plata antes d~ pagar el oro no hay por su parte ni siquiera un momentane~ adelanto de capital. . Ahora ?ien, esta operaci6n del cambista es pre­

Cisamente Igua.lala que hace el capitalista cuando, en casos semeJantes al que ahora consideramos paga los ~alarios de su capital. Como la entreg~ del trabaJO pre~e~e al pago de los salarios, y la en­trega del trabaJo 1mplica la creaci6n de un valor el amo reci?e el valor antes de pagarlo, cambi~ tan s6lo capital de una forma por capital en otra. Por9ue la creaci6n de valor no depende de lacon­clu~I6n del producto, sino que tiene Iugar en tod() perwdo del procedimiento productive como con­secuencia inmediata de la aplicaci6n 'del trabajot Y a ca~sa. de sto, _POCO importa la duraci6n del pro~edimiente segUido, el trabajo siempre agrega capital con su e~fuerzo antes de tomar los sa­laries.

Supongamos un herrero en su frao-ua haciend() picos. E. claro qu~ esta haciendo chpital, agre­gando ~Icos al capital de quien le emplea, antes de sacar dmero del mismo en salarios. n constructor de maquinas 6 calderas trabajando en las plan­c~?s de Ia quilla del Great Eastern, e,no esta tam­bi~n creando un valor, haciendo· capital? Del ~Ismo modo que los picos, el buque de vapor g1gantesco es un articulo de riqueza, un instru-

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men to de producci6n, y "unque e1te no eetara con· cluido en aflos y aquello!!! ee terminan en pocos minutes, todos los diae de trabajo en uno y otro caso producen riqueza evidentemente, aumentan el capital. En el caso del vapor, como en el de los picos, no es el ultimo ni el primer martillazo el que crea el valor del producto terminado; la crea­ci6n del valor es continua, re!!!ulta inmediatamente del esfuerzo del trabajo.

Vemos esto con claridad dondequiera que la divisi6n del trabajo se suele hacer por especialida­des distintas de los numerosoe procedimientos y se verifica por diferentes establecimientos producto­res, es decir, donde se tenga Ja coetumbre de es · timar la cuantia del valor creado por el trabajo in vertido en cualquiera de loe periodos preparato­rios. Y un momento de reflexi6n eneeflara que este es el caso mas frecuente en la generalidad de los productos. Tomemos un buque, un edificio, un cuchillo de cazador, un libro, un dedal 6 un pan. Son productos terminados; pero no fueron producidos por una sola operaci6n 6 por una clase unica de productores. y por lo tanto, facilmente distinguiremos diferentes grados 6 periodos en la creaci6n del valor que ellos representan como ar­ticulos concluidos. Cuando no advertimos diferen­tes perfodos de procedimiento en la producci6n terminada, no por esto dejamos de distinguir el valor de las materias. El valor de esta& puede con frecuencia descomponerse varias veces, exhibien · do otros tantos grados bien definidos en la crea­ci6n del valor final. En todos esos pasos a precia­mos generalmente una creaci6n de valor, un aumento de capital. La hornada de pan que el panadero saca del horno tien.e cierto valor, que se compone en parte del valor de la harina con la

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72 KNBIQUB GEOI:OB

cual se hace el pan, y esta a su vez se com pone del valor del triCYO, del valor asignado a la moliendq etcetera. El hierro en forma de lingotes dista mu' cho de ser un producto acabado: debe pasar toda­via p_or varios, 6 quiza por muchos grados de pro­duccr6n, antes de obtener los artfculos terminadvs objeto definitivo que origin6 la extracci6n del mi: neral. in embargo, ?,no es capital el JinCYote de hierro? Y de igual modo, el procedimient~ de la producci6n no se ha realizado completamente cuando la cosecha de algod6n ha sido cogida, ni t~mpoco despues de haberlo limpiado y prensado, Dl al llegar a Lowell 6 .Mancheiter, ni despues de con vertido en hilo, ni a un en lienzo · sino al ha . llar~e finalmente en manos del cons'umidor. No ?bstante, en todos estos pasos pro~r~f:ivos existe mdudablemente un aumento de valor una adi­ci_6n_ de ?apital. Pues, aunque de ordi~ario no lo drstmO'Uimos y apreciamos, iDO hay creaci6n de ':alor-aumento de capital-cuando el terreno ha s1d~ ~r~do para la siembra? iLo impide acaso la posrb1hda~ de mal tiempo que destruya la cose ­c_ha? Es ev~dente que no, puea semejantes contra­tiempos ex1sten_ en todos los periodos de la pro. ducc16n del articulo acabado. De ordinario, la co­secha _llega con seguridad, y a medida que se are Y se srembre, en general, resultara mayor canti­dad_ de algod6n en las capsulas, con la misrna se­guridad de que cuanto mas algod6n se hile tanto mas lienzo se obtendra.

En fin, como el pago de los salarios se con vie­ne siempre _Previa la entrega del trabajo, el pago de los ~alanos en la producci6n, cualquiera que sea el t1empo necesario para concluir la obra nun­ca con~tit~ye anticipo alguno de capital, ni siquie­ra lo d1smmuye temporalmente. Podra necesitarse

PBOOBBSO Y MISRB IA 73

uno 6 varios anos para construir un buque, pero la creaci6n de valores cuya suma constituirl1 el buque terminado, adelanta de dia en dia, hora por hora, desde el momento en que se coloca la quilla, 6 mejor, deide que se prepara el terr.eno para ello. Por el pago de salarios antes de termmar el buq~e, tampoco disminuye el capital del constructor n_1 el de la naci6n, porque el valor del buque, parCial­mente construido, sustituye al de los salarios pa­gado . 1'0 hay adelanto de capital en este pago de salarios, porque el trabajo de los obreros, dUlante la semana 6 mes, crea y cede al constructor mas capital del que les ha pagado al fin de este tiempo, como lo prueba que, si en cualquier estado de la con trucci6n se le propusiera venderla, obtendria, naturalmente, una ganancia.

Y de igual modo, cuando se abre un t'unel en Sutro 6 !in Gotardo, 6 un canal en Suez, no hay adelanto de capital. El tunal 6 canal cuando esta abierto, e hace capital, tanto como el dinero gas­tado en abrirlo, 6, si se quiere, la p6lvora, barre­na.:~, etc., utilizados en el trabajo, y el ali men to, ropa, etc., de que se sirven los trabajadores, como ae ve ob:::ervando que el valor del capital no ha disminuido, puO! el de una forma se ha con vertido progre ivamente en capital en la forma de canal 6 tunal. Por el contrario, hay probabilidades de un aumento, en general, a medida que la obra pro gresa, como aumentaria el capital in vertido en una clase de producci6n mas rapida.

Y esto elil tambien evidente en agricultura. La creaci6n del valor no se verifica de una vez cuan do se recoge la cosecha, sino paso 11 paso durante la serie completa de procedimitmtos, la recolecci6n inclusive, y ningun pago de salarios disminuye entre tanto el capital del labrador, segun se ve con

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BNBIQUE GBOBl'IB

bastante claridad, cuando la tierra se vende 6 arrienda durante el cureo de la producci6n, pues un campo arado valdra mas que sin arar, 6 uno sembrado mas que simplemente arado. Esto se hace evidente cuando se venden cosechas en cier­ne , como sucede a veces, 6 si el arrendatario no recoge por si mismo las mieses, sino que admite un contrato con el dueno de maquinas recolectoras. Es claro tambien en el caso de huertas y vifiedos, que no dan do fruto toda via, tienen precios pro­porcionados a su edad. Es tangible en el ganado mayor y manor, cuyo valor aumenta a medida que se acerca ala edad madura. Y aunque noes siam­pre patente en las epocas que pueden llamarse de cambio usual en la producci6n, eete aumento de valor lo verifica, con seguridad, el ejercicio de todo trabajo. Por esto, cuando se ha entregado el trabajo antes de pagar los salarios, el adelanto de capital, realmente lo hace el trabajo, el empleado al amo, no el amo al empleado.

cSin embargo >, se objetara, cen los casos que hemos cont,iderado el capital es necesario.• Cier­tamente; yo no discuto esto. Pero no e.e necesita para hacer adelantos al trabajo. Se necesita para otro de·ignio. Cual es este designio, lo veremos pronto.

Cuando el salario se paga en especie, es decir, en riqueza de la misma clase que la producida por el trabajo, como, por ejemplo, si contrato gente para cor tar madera, con viniendo en pagar como salario una parte de la madera cortada (metodo adoptado algunas veces por los amos 6 arrendata­rios de bosques), es evidente que no necesito capi­tal para el pago de salarios. Sin embargo, si aten­diendo ala conveniencia mutua, originada por la circunstancia de poder ser con mfls fecilidad cam ·

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biada y con mas ventajas una gran cantidad de madera que una pequafia, me es preferib\~ pagar los salarios en moneda, en lugar de hacerlo en rna· dera, no sera necesario el capital, con tal de hacer al cambio de la madera por moneda antes ?e pagar los salarios . S6lo cuando no l!le sea pos1bl~ . este cambio 6 un cambio tan ventaJOSO como qms1era, basta haber acumulado una gran cantidad de m~­dera, necesitare capital. Ni aun entonc~s lo necesi: tare, si puedo tomar. prestado sobre m1 madera. S1 no puedo ni me deCido entre vender la madera Y tomar prestado sobre ella, y todavia quiero s&guir acumulando un gran acopio de madera, necesitare capital. Pero es claro que no lo necesito pa~~ el pago de salarios, sino para acum:ular la, prov1~16n de madera. De igual modo al abnr un tunel. S1los trabajadores se pagan en tunel (~~ cual, si es con· veniente, se puede hacer con faCihdad, ~agandol~s en acciones de la compafiia), nose neces1tara capt­tal para abonar los salarios. Unicam~nte, cuando los empresarios quieren acumular cap1tal en la for­ma de t"unel necesitaran capital. Volviendo a nues­tro ejempto' primero: El cambista a quien ~en~o la plata, no puede llevar adelante. su negoc10 sm capital. Pero no necesita este cap1tal porque me haga ningun adelanto cuando recibe plata y me entregue oro. Lo necesita porque Ia naturaleza de su negocio exige un capital disponible de cierta cuantfa, a fin de hallarse dispuesto a verificar el cambio cuando se presenta un parroquiano.

Y lo mismo podemos observar en todos los ra­mos de la producci6n. Nunca se ha de ocupar el capital en pagar salarios cuando el ~roducto _?el trabajo con el cual se pagan se camb1a a med1da que se produce; solamente se necesita si este pro­ducto se almacena 6, lo que es lo mismo, si se en-

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76 JI:NBIQUB GEORGE

ireaa al cambia corriente sin librar por ello, esto ~ ~uando se vende ~ plazo. Pero el capital asi n~cesario no lo es para el pago de salarios ni para adelantos' al trabajo, porq ue estos quedan siempre comprendidos en el producto. Ningun prod'!-cto~ necesita nunca capital para emplear el t~ab~]~; SI lo necesita es porque no emplea el trabaJO u~uca mente sino que es un especulador, un comerCiante 6 un ~cumulador de los productos del trabajo. Esto e generalmente lo que sucede a los amos.

Recapitulemos: El hombr~ que tra?aja por cuenta propia, recibe sus alarws de lo mit::mo que produce, a medida quo lo produce, y ~uando ven­de s6lo cambia su forma. El que traba]a para. otro A salario convenido en moneda, lo hace baJO ~n contra to de cambia. Crea de igual modo su sala;w a medida que entrega el trabajo; pero nolo r_ectbe sino en tiempo prefijado, en cuantia de~ermmada y en forma distinta. Al efeccuar el ~rabaJo ad~lan ta a cuenta ; cuando recibe el salarw el cambw ~e completa. l\lientrai gana el sala~io, ,adelanta capi­tal a quien le emplea; pero de nmgun modo, a no ser que los salarioil se paguen de antemano, le adelanta el amo capital alguno. Si el amo que re­cibe el producto en cambio del salario, lo vuelve, ~ cambiar inmediatamente 6 lo guarda por algun tiempo, esto no altera de ningun modo el carac_ter de la transacci6n. No lo altera tampoco el destmo final que de al producto el ultimo que lo reciba, quien puede estar en la otra parte del mundo, Y llegar a el despues de una serie de cambios que se cuente por centenares.

PROGBKSO Y MIBBRIA 77

CAP1TULO IV

El sostenimiento del trabajador, no procede del capital

Pero aun puede ofrecerse 6 quedar un asom<> de duda ala mente del lector.

Asi como el labrador no puede comer surc,os~ ni Ia maquina de vapor parcialmente _constrmda auxilia en manera alguna la producm6n de los vestidos que usa el maquinista, c&olvida~os aca · so , , segun las palabras de Jual?- Stu~rt l\~111, cque el pueblo de un pais nose mantiene m ~at1sface sus necesidades con el producto del trabaJO presente, sino del pasado? , 0, usando el lenguaje de una obra popular elemental-la de ~lrs. Fawcett­' lolvidamos que pasan muchos meses entre ~a siembra y la epoca en que el producto de la semi­lla se ha de convertirse en pan , y «por lo tanto es evidente que los trabajadores no pueden vivir ~e lo que su trabajo aynda a producir, sino de la ri­queza producida previamente por su trabajo 6 el trabajo de otros, cuya riqueza es el capital? , (1).

La afirmaci6n hecha en estos parrafos-esta afirmaci6n tan evidento por si misma de ser el traw bajo mantenido por el capital, que basta anunciar­se para reconocerla forzosamente-est~ infiltrada en la estructura toda de la economia politica co­rriente. Y se afirma con tanta confianza que el sustento del trabajo procede del capital, que se considera como igualmente axiomatico que cla po ·

(1) • P~Jlitiral Economy for llegioue. • Pur ~Iiiliceut Garrete Fawcett, Capitulo III, pagioa 26.

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78 R~BlQUE GltORGE

blaci6n se regula por los fondos destinados li darle ocupaci6n, y por asto aumenta 6 disminuye siam­pre con el aumento 6 reducci6n del capitah (1), y se convierte a su vez en base de importantes razo­namientos.

Al analizar estas proposiciones, no resultan evidentes,sino absurdas; pues envuelven la idea de no poder ejercerse el trabajo sino cuando los pro ­ductos del trabajo se han economizado, admitiendo asi el producto antes que al productor.

Examinandolas, se vera que esta aparente cer­teza nace de una confusi6n de ideas.

Y~> he seilalado el engafio, disimulado por una defmici6n err6nea, que se sufre cuando se afirma que siendo el alimento, Ia ~opa y Ia habit~ci6n n~­cesarios al trabajo product1vo, resulta Ia mdustua limitada por el capital. AI decir que un hombre debe tener su almuerzo antes de ir al trabajo, no se quiere decir que no puede ira trabajar si un capitalists no le proporciona el almuerzo, pues e.,!e puede proceder y procede realmente, en todo pais donde no haya hambre general, no de riqueza d s­tinada a auxiliar la producci6n, sino de riqueza separada para la subsistencia. Como se ha mostra?o previamente, el alimento, el vestido, etc.,-on ~m, todos los articulos de riqueza-s6lo son capital mientras permanecen en poder de los que nose proponen consumirlos sino cambiarlos po~ otras mercancias 6 servicios productivos, y deJan de serlo cuando pasan del fondo de riqueza destinada a procurarse otra riqueza al fondo de riqueza des tinada a satisfacciones, sin pensar si su consumo auxiliara 6 no la producci6n de riqueza. Siesta

(1) Las palabrae citadae eon de Ricardo (cap. II), pero Ia idea ee (' ruun a las principalee obras.

PROGBK80 Y .111l8ERIA 79

distinci6n no se conser~a, es imposible t~azar la linea divisoria entre la nqueza que es cap1tal y la que no lo es, aun cuando la distinci6n se transfiera a la , mente del poseedor,, como lo hace Juan Stuart Mill. Porque los hombres no comen 6 ayu­nan ni van vestidos 6 desnudos segun pretendan 6 n'o estimular el trabajo productivo. Comen ~i tienen hambre y van vestidos porque seria inc6-modo ir desnudos. Considerad el alimento 6 al­muerzo del obrero que trabajara 6 no aquel dia seg(m sea la oportunidad. Si Ia distinci6n entre capital y lo que nolo es consiste en el auxilio pres­tado al trabajo productivo, dicho alimento tPS 6 noes capital? Seria tan dificil al trabajador decirlo como a cualquier fil6sofo de la escuela de Ricardo Mill. Ni siquiera puede afirmarse cuando entra el alimento en su est6mago; ni suponiendo que al principio no encuentre trabajo, si continua bus­candolo, puede decirse hasta que ha pasado a la sangre y tejidos. Sin embargo, el hombre almor­zara del mismo modo.

Aunque l6gicamente seria suficiente, habria poca seguridad en abandonar aqui los arO'umentos dejandolos embotarse en las distinciones de riqueza y capital. ~o haremos tal cosa. Cuando se afirma que el trabajo actual debe ser sostenido por el pro­ducto del trabajo anterior, despues del analisis, s6lo se hallara cierto en el sentido de ser necesaria la comida para ejecutar el trabajo de la tarde 6 como si dijeramos que antes de comer una lieb~e ha sido preciso cazarla y guisarla. Y este no es se~ guramen_te el sentido en que se usa la proposici6n, cuando s1rve de base a razonamientos importantes. Este sentido es que antes de poder llevar a cabo ~~a obra que no P!'oduz?a inm&diatamente riqueza util para la subeistenCia, debo haber sufie1ente

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80 BJ<RIQUE GRORGE

acopio de estn para mantener a los trabajadores durante su ejecuci6n. Veamos si esto es cierto:

La canoa que Robinson Crusoe construy6 con tan grandisima fatiga y pena, fue un producto cuyo trabajo no podia procurarle resultado alguno in media to. Pero ~fue necesario que antes de em. pezar la obra reuniese un acopio suficiente de vi­veres para manteneree mientras cortaba el arbol, labraba la canoa y la botaba al mar? De ningun modo. Fue unicamente preciso que dedicase parte de su tiempo a buscaree alimento, mientras apli­caba el resto a la conetrucci6n y botadura de la canoa. Supongamos cien hombres desembarcando sin provision alguna en un pais nueTo. &Les seria necesario reunir las provisiones de una estaci6n antes de empezar a cultivar el suelo? De ninguna manera. Seria s6lo necesario que la pesca, caza, frutas, etc., abundaran bantante para hacer el tra­bajo de una parte de los cien hombres suficiente para abastecer a todos, y que hubiese tal senti­miento de mutuo interes 6 tal correlaci6n de los deseos, que indujesen a los que ahora obtienen provisioues a partirlas (cambio) con los que dirigen sus esfuerzos a llenar las necesidades futuras.

La que es includable en estos casos, lo es siem · pre. ~o es necesario, para producir cosas que no pueden servir como subsistencia, 6 no pueden ser uti lizadas inmediatamente, que haya una produc · ci6n previa de la riqueza requerida para el susten­to de los trabajadores, mientras Ia producci6n si­gue adelante. Es s6lo preciso que haya en alguna parte, dentro de los limites del cambio, una pro­ducci6n contemporanea de subsistencia suficiente para los trabajadores, y el deseo de cambiar esta sub:istencia per la cosa en que s'3 ha de utilizar el trabajo.

PROGRESO Y MISJ£RlA SL

Y en efecto &no es verdad quo en circunstan­cias normales ~1 consumo es abastecido por la pro· ducm6n contemporanea?

Aqui hay un hombre acomo~ado, que no ha~e trabajo productive de cabeza m manual, y de.CI ­mos que vi ve de riqueza legada por su padre, m­vertida seguramente en papel del Estado. &Procede acaso su subsistencia de la riqueza acumulada en tiempos pasados 6 del tral>ajo productive que se deaarrolla en torno suyo'? En su mesa hay huevos frescos, manteca batida pocos dias antes, leche or­deflada la misma manana , pescado que algunas horas antes nadaha en el mar, carne que el criado ha traido en el instante oportuno para guisarla, verduras y frntas de la huerta, es decir, cosas que han salido casi todas recienterrlfmte de las manos del productor (pues en esta categoria ~an. de in · cluirse, tanto los que transportan y dtstnbuyen, como los que se ocupan en los primeros grados de la producci6n), y narla que haya sido producido en tiempos lejanos, como no serdl al;5unas botellas de vino generoso. Lo que este hombre hered6 de su padre, de lo cual decimos que vive, no es ri ­queza de ningun modo, sino el poder c1e obte · ner,a a medida que los otros la producen, y de esta prodncci6n contemporanea consigue sn suh · sistencia.

Las cincuenta millas cuadradas que ocupa Lon dres, contienen, sin duda alguna, mas riqueza que la que existe en igual superficie de ninguna otra parte del mundo. Sin embargo, si el trabajo pro­ductive cesase absolutamente en Londres, a las pocas horas los habitantes empezarian a morir como cuando se extiende la epizootia entre las ovejas, y a las pocas semanas, 6 a lo sumo a los pocos meses, dificilmente quedaria uno con vida.

TOMO I 6

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EN RIQUE GEORGE

Porque una paralizaci6n completa del trabajo pro ­ductivo, seria un desastre muy superior al que nunca haya sufrirlo una ciurlad sitiada. No seria una simple muralla de circun valaci6n exterior, como la que Tito levant6 alrededor de Jerusalen para impedir se introdujeran continuamente las vituallas de que viva una gran ciudad: equivaldria a levantar una muralla sem~:jante alrededor de cada casa. Imaginad una suspensi6n de trabajo en un pueblo, y vereis cuan cierto es que la humani­dad viva realmente de la rnano ala boca; que es el trabajo diario de la sociedad, el que la abastece de pan diariamente.

Al'i como la sub istencia de los trabajadores que construyeron las PiramHies, no se obtuvo de los acop10s previarnr:>nte acumulados, sino de las cosechas que el va ,l<> del Nito otrecia continua­mente; del mismo modo que al emprender los go biernos modernos una obra de mucha duraci6n, no se apropian riqueza producida de antemano, sino riqueza que ha de ser producida toda via, y se cobra del productor en contribuciones a medida que la obra progresa, asf tambien la sub istencia de los trabajadores empleado en una prodacci6n que no proporcione suhsi ' tenr>i directumente , prot:ede de la producci6n de suh~istencia a que otros estan simult.aneamente ct~~dicados.

Si examinamos lo~ ('ambios que origina la construcci6n de una gran maquina de va1Jor, ve­mos que el trabajo asegura a los obreros pan, car­ne, •estido y habitaci6n, y aun,1ue entre los pro· ductores de maquinas y los de pan, carne, etcetera, ocurran mil cambios intermed10s, la transacci6n reducida a sus ultimos terminos, equivale a un solo cambio entre unos y otros. Ahora bien, la causa que induce a emplear trabajo en la maquina,

PROGBKSO Y J)!li:>h:hiA 83

es evidentemonte la de necesitar una maquina en cambio los que tienen la facultad de dar a los tra­bajadores que han de construirla, lo que necesitan, esto es, que hay demanda de una maquina por parte de los que producen pan, carne, etc., 6 por parte de los que producen lo que los productores de pan, carne, etc., desean. Esta dernanda es la que hace trabajar al maquinista en la constr.uc ci6n de una maquina, e inversamente, al pedir el maquinista pan, carne, etc., en realidad enca­mina un importe equi valente de trabajo ala pro­ducci6n de tales cosas, y por tanto, el trabajo em­pleado en la producci6n de la ruaquina produce virtualmeute las cosas en que se invierten sus sa­larios.

Formulemos este principia:

La denwnda en el consmno determinrt lu mane1·a comu dcue emplearse el tralajo en la produccion.

Este principia es tan sencillo y claro, que no neCt!Sita mas explicaci6n; con su luz, todas las cornplicaciones de nuestro asunto desaparecen, y con . eguimos comprender el ohjeto real del trabajo y sus recompensas, en me·iio de la intrincada pro­ducci6n moderna. como lo h mo'l logrado al ob servar en los primeros or1gent>s de la sociedad las forrnas mas sencillas de producci6n y cambio. Va­mos ahora, como entonces, que cada trabajador se afana para lograr con su diligencia la satisfacci6n de sus propios deseos; vemos que, si bien la extre­mada divisi6n del trabajo asigna a cada obrero la producci6n de una pequefia parte y acaso ninguna de las cosas especiales que desea obtener con su trabajo, con todo, auxiliando la producci6ft de lo que otros desean, inclina el trabajo de otros hacia

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ENRIQ~E 0 ~ ORGE

la prodncci6~ de lo que necesita-~ por .tanto I~ produce el mlS\ o. De este modo, s1 fabriCa cuch1 ll s de caza y come trigo, el trigo es tan verdacte­ramente el producto de u trabajo como si lo hu· biese cu tivado el mismo, y dejara hacer sus pl 0-pio cuchillos a los q:IA cnlti van trigo.

Se ve con toda claridau que no hay el menor adelanto de capital a,los trabajadores en nacta de lo que e3tos ad,Iuierrn 6 consumen en cambio de trabajo entrega :o. Si hay cuchil!os de caza y. con los salario reei id s compro tngo, ho camb1ado sencillamente cuehillos de cazn por trigo.Jle agre· gado c'1chillo e caza d Ia to1at riqu0za exist rte y P. trafdo trigo de ella. Y como el con umo da· termina el sentido en que e. trahajo dohe emplear· se mientras no se alcance ellfmite de la proct1 '· ci6n, al poner cuchillos do caza ~n la pr?vi .i:5n permutable de riq eza y extra.er tr1go, m .s:qu1era puede decir~e que ha)·a rednc1do la prov1s1.6n de este, porqne al final de una Rerie de cambws he motivado su nueva producci6n, del mismo modo ~ue el agricul tor al en t.regar trigo y . adq niri~ cu chillos de caza deterrnina la nroducCI6n de estes, porque facilita el medio cle obtener aquel.

Del rnismo modo, el hombre que esta atando­aunque s6lo prepan'~ el t rreno para u~:w. cosecha que no et-ta sembrada toclavfa, y neces1tara algu· nos mese~ para llegar a Ia maduroz-al arar, pro­duce virtualmente el alimento que come y e~ sala· rio que gana. Porque si bhn al. arar s61~ eJecuta una pequefla partP. ue las operaciOnes preCisas pa~a obtener una cosecha, esta parte es tan necesarra como Ia siega. Su ejecuci6n es un paso dado para tener una cosecha; este paso, por la confianza q_ue da de la futura cosecha, hace salir del dep6s1to que constantemente existe, la subsistencia y sala-

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huho en 1877 nna perdida total de cosecha y de muchos miles de ovejas s6lo quedaron sus huesos. En el gran. val.le de San Joaquin habfa muchos arren datarws s~n. come. tible, suficiente para man­tener a ~J~ fam1has basta la epoca de la nueva co­f:echa y sm recursos para sostenor ninD"un bracero Pero Ia~ lluvias vol vieron on Ia estaci'6n propici~ Y los mif:mos arrendatarios procedieron a alquilar brazos para arar y semb1ar. Y como algunos de los colona~ habian retenido parte de la cosecha en cuanto vinieron las lluvias estaban ansiosos' de vender ~nteR que Ia pr6xima cosecha hiciese bajar los precws ; d~ este modo, el grano g uardado como reserva, mediante la practica de cambios y adelan­t?s, pas6 al servicio de l o ~ cultivadores, y asf libra, SinH) rea_ mente per e: trabajo dedicado ala nueva cosecha.

La serie de cambios que en lazan la prodnoci6n Y. t>l consum.o, se puede comparar a un tubo en t1 f61~ mvert1do lleno de agua. Si se introduce una cant~da d de agua por uno de sus extremos, igual r ant~dad se escapa por el otro. No es precisamente la _m1sma agua Ia que sale, sino su equivalente. Lo m1s~o hacen los que realizan la obra de la pro­ducci6n: poi? en a l_ mismo tiempo que sacan; reci­ben en subsistenCia y salarios s6lo el producto de cu trabajo.

OAP1TULO V

Las verdaderas funciones del capital

. Si ~~capital no es preciso para pagar los sala­r~os DI para sostener el trabajo durante Ia produc­CI6n, puede preguntarse: iCul1les son entonces sus funciones~l

PROGRESO Y MCSER!A 87

El examen que antecede permite dar una con­testaci6n clara. Capital, segun hemos observado, es riqueza empleada en procurar nueva riqueza, distingniendose de la riqueza empleada en la sa tis­facci6n directa del deseo. Pienso que se puede de­finir diciendo que es riqueza durante el cambio.

El C3pital, por consiguiente, aumenta el poder del trabajo para producir riqueza: 1. 0 Habilita al trabajo para aplicarle de una manera mas efectiva; asi , por ejemplo, para extraer mariscos con una herramienta en vez de ha(·erlo a mano, 6 para mover un buque echando carb6n en el hogar de la maquina en vez de hacerlo a remo. 2. ° Facilita el traba jo para utilizar las fuerzas reproductivas de la naturaleza, como para obtener grano sembran · dole 6 animales criandolos. 3. o Permite la divisi6n del tra bajo que, por una parte, au menta la eficien­cia del factor humano en la riqueza, utiliza capa­cidades especiales, adquiere habilidad y reduce los desperdicios, y por otra, introduce en su mas alto grado el poder de las conveniencias naturales, apro vecha las diversidades del suelo, clima y si­tuaci6n para obtener cada clase especial de riqueza don de la na turaleza es mas favorable para su pro­d ucci6n.

El capital no proporciona los materiales que el trabajo convierte en riqueza, segun se ensefla equivocadamente; estos materiales los ofrece la naturaleza, pero cuando estan parcialmente elabo­rados, son capital durante el cambio.

· . El capital no proporciona ni adelanta los sala­nos, segun err6neamente se piens~. El salario es aquella parte del producto del trabajo obtenida por el trabajador.

El capital no sostiene a los trabajadores duran­te el progreso de su obra, como suele explicarse

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ENRIQUE GEOh(:i J!:

nen de

P ROG!<ESO Y .M lll.KRIA 89

Lan especiales permitiendo li un individuo dedi-arse :i nna ~ola do elias, si parte de lo que se pro­

cura cada uno no se separase del consumo inme diato, de tal manera, que qnien se dedique a. su vez a p 'ocurar cm;as de una clase pueda obtener la otras ~ medida quo :as necesite, y alcance el buen e_'ito de l n dia a suplir lrs cortas o tradas dolo pr6.·imos. Paw permitir la mi,mciosa ub­divisi6n d•l tralJajo, que es caractenstica y nece­saria a una civiliz .... ci6n s 1 eriot·, una gran cantidad d riquez;l de to as clas"s d<>b guardarse con&tan temcnte en almac6n 6 en ti'ansito. Para que los h· bitantea de un afs civi izaclo puedan cambiar ~:;u trabajo co piti 1 do co el trabajo d su' con vecino. v el de los homhr s de bs ma:.-1 1 motas 1 art"s del globo, debeu E'xistir pro\ isiorJes d ge­n ro~ en ep6~:dtos, en almaee 1es, en 1:.1 bo egas di3 Ob bu 1 .. ws y en lo::~ VJ !.TOlle' de lo;:; ~;a in s de l ierro, del mi mo modo 1' e pal u puner <.1 1 , ha bit ntes c1 u a gr ciu• t c 1 06tado de obt n r a olun!.ad u la uor,a d \ o.J 'a, ~on nece at 'us cen t!' J 1res de milio~ 1: d lit <Acumulado eL d p6-sitos y mu<'hos ldlomet os •,e cafi.erias.

Cnando Le di e q w 81 c ·pital p 1 ede limita · !a fo rna de ld induL ria· 6 &U tapacidad p odur• iva , y ruaudo se afirma :.pie 01 capit' llimita inJus­tti , se oxprts n onreptos m1 y distintos. Portllle a! ase~urar b €lt'ono lfa polftiua que « 1 capital limita la indust ia , 1 o significa que el capi all.'es-riilge lJ. c a e de trE.bajo 61a c<•pa,idad productiva

d l trabajo, sir o ~:;u jEJctwi6n. Est~ pro_p0 ici6n p. rece acept: blo cuando 8e afirm q e el \japital Pl.opotciona al trabn jo los ma teriales y el sustento, af1rmaci6n infundaaa , ;:,Bb(ltl h.,._,u.J \ll:) o , y para que resulte \eJ.·da 'eramente absurda, basta recor­dar que el capital es producto del trabajo, y por

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flO BNBTQUE GEORGE

tanto debe haber trabajo antes que pueda existir el capital. Puede el capital limitar la forma de la industria y su capncidad productiva; pero esto no significa que la industria no pueda existir sin ca­pital, porque es como si dijeramos qne sin telares mec~nicos nose puede tejer, y sin maquinas para coser nose puede coser. ni cultivar sin arado, 6 que un hombre completamente solo, como Robin­son Crusoe, no pnede trabajar por serle imposibles efectuar los cambios.

Y decir que el capital puede limitar la forma y la capacidad productiva de la industria es una cosa muy distinta de asegurar que lo h«ce. Pues los casos en tos cuales se puede verdaderamente decir que el modo de ser 6 la capacidad industrial de un pueblo esta limitada por su capital, pienso que son, despues de examinados, mas te6ricos que rea· les. Evidentemente, en paises como Mejico y Tt1nez el mas amplio y general uso del capital cambiaria grandemente la forma de la industria y aumen­taria muchisimo la producci6n; y frecuentemente se dice de tales paises que necesitan capital para el desarrollo de sus fuentes de riqueza. Pero e,no hay algo detras de esto? ?,lina falta que lleva consigo la carencia de capital? e,No son los abusos y la ra­pacidad del gobierno, Ia poca seguridad de la pro­piedad, la ignorancia y preocupaciones del pueblo, los que impiden la acumulaci6n y aplicaci6n del capital? e,No es en realidad la influencia de estas cosas, y no la carencia de capital, que aun ex~s­tiendo no se emplearia? Podemos imaginar faCil­mente un pueblo en que la falta de capital fuese el unico obstaculo al desarrollo del trabajo; pero es s6lo imaginando un conjunto de condiciones que nunca 6 raras veces ocurren, a no ser por acciden­te 6 de un modo pasajero. Un pueblo cuyo capital

PBOGRBSO Y MfSE&lA Ill

ha sido harrido por la guerra, la conflagraci6n 6 convulsiones de Ia naturaleza, y quiza un pueblo formado de gente civilizada que acaba de estable­cerse E'ln un pais nuevo, pueden ofrecl3r los unicos ejemplol'l. Pero se ha observado hace tiempo lara­pidez con que se reconstituye el capital usado habitualmente en un pais, cuando ha sido des­trufdo por una guerra, y la rapida producci6n del capital que puade emplearse 6 esta dispuesto a serlo, so observa igualmente en el caso de un pais nuevo.

Fuera de e11tas raras y pas~joras circunstancias en que la producci6n del trabajo queda limitada por falta de capital, nose me ocurre ninguna otra. Porq ue si hien es cierto que en un pueblo puede haber individuGs que porno tener capital no pue· dan aplicar su trabajo con tanta eficacia como qui ieran, mientras exista suficiente capital en conjunto, la verdadera limitaci6n no se debe a la falta de cnpital, sino a una distribuci6n incon­veniente. Si un mal gobiorno priva allabrador de su capital; si leyes injustas de pojan al productor de la riqueza conque auxilia a la producci6n y la transmi.ten a los que son meras sanguijuelas de la induc;;tria, Ia limitaci6n efectiva del trabajo consiste en la mala administraci6n de los negocios publicos y no en la ralta de capital. Del mismo modo la ig­norancia, la costumbre u otras circunstancias, im­pidiendo el u11o del capital, son las que en realidad causan dicha limitaci6n. AI entregar una sierra circular a un habitante de Tierra de Fuego, una locomotora a un ~rabe beduino 6 una maquina para coser a una india cabezachata, no aumenta­riamos la eficacia de su trabajo. Tampoco conse­guiriamos aumentar su capital dandoles otras co­sas, por que toda riqueza que ellos no est~n acos-

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L E:~•RIQ l'E GE ORG E

tumlt ~dos a usar como tal, la deja rian consu mir 6 e (C'ha_rw a perdBr. ~ 'o !3S la fa~ta de semillas y

herrc..nllent'l~ lo que 1 1p1de cult1va r la tierra al ap rile v al siuu.·; si se le · proporcionase semillns : h<> 1 Rtli~nto , no las utilizarhn tam poco , a no er qu al mi mo tiempo se les impidiera vagary

~e les ens f1· ra a cultivar Ia tier ra . Si en su conJi­ci6n pr~.:.en e les entr<>,sara todo el capita l de Lrmd '.:\S, d J'lria sencil1amo.1te d<> . er capital por ­(1.ue ·6 o util'zariau e•1 la produc016n la pequeili

1 1.... l''-' · e du <>lla fl uu p!tdiera servirlcs pat a Ia c za : 1i e·to I arian iquiera, basta que hubiesPn

1 1 o toc1a Ia part eomes~ible dt) la cuantio.,a p i ' ~~. llovicla asi sohre elloc::. Sin em argo, el c p~ 1 ( • t'll R nrce'>i an, se i. genian Jara adqui ri o, ~,(run · VN' , pe ·ar de las rna'\ ore ~iti­

r 1lt 'r.t;. E tas tribus !':a} ·ujes cazan y ~Plll:ln con 1 11. J •res 'rmus que pr· ducen las Caurh s ame J i > • .. e mae a , L ig-i ·ndo si mpre las mas per f l .- ( • 61 a ' • irla que se ... ayan ri vilizan d , 1 •• ~:~ <. la 1 c.:tse dA capital pecnEar al e t > e1 'I.Izad'), y p rld series de alguna apli -c 1,

I> I rant (\l reina lo d8 .Tor•Tc n· al vol vc·r unos . . ll 0 , m ::>Io >p·os. evaron c0rsirro a Ing.ater n un jt>f t:)

de • · va Z~landa !Ia l ad~ Hongi. P u- · • u nollle a. 'l to y por las bella" fi~ruras marcaaas C'n su p~el, lam1 mueho la atnnci6n; y cllPI dose dis! o­ma a 1 eg£ sar a su pais fue oosrquiado por el ruo­n. 1'(' •• ~ algunas de las ociedade" rElligio a~ l(j hi <:Ie (1ll ~~ r g~b do una porci6n considerable ·ie henanw'~ntas, I?Rtrumentos de agricultura y semi­ll~s. Et agradoc1do nu~>vo zeland6s se sit·vi6 do este capital en la producci6n de a'i-nc!.1to, pGro fue de una ma;te•a .que los ingleses que le obsequiaron no po !1· !1 f1gurarse . En Sydney, a su vuelta, lo

P.ROGBESO Y !tfiSKRTA !)3

cambi6 todo por armas y municiones, con las cua­Jes, alllegar a su tierra empez6 la guerra con otra tribu, con tal exito, que en el primer com bate tres­cientos de sus prisioneros fueron asados y comidos. Hongi empez6 un gran festin sacando y tragan dose los ojos y chupando la sangre toda via caliente del je(e contrario, mortalmente herido (1) . Pero ahara que sus constantes guerras han cesado, el resto de los maoris, han adoptado ampliament.e las costumbres europeas y ya m uchos de ellos tienen y usan ca pitales de considerable importancia.

Serfa tambien un error atribuir las formas sen­cillas de producci6n y cambio quo se usan en pue­blos n uevas, ala sola falta de capital. Estas formas que req uieren poco capital son rudas y defici ente~ en sf mismas; pero cuando se examinan las condi­ciones de tales pueblos, se halla que son en reali dad las mas convenientes. Una gran fabrica con todos los adelantos modernos es el medio mas efi­caz idea do hasta ahara para con vertir lana 6 al ­god6n en tela; pero s6lo sucede asi donde se fabri. can grandes cantidades. El genero que se necesita en una pequefia aldea, se puede obtener con mu­cho menos trabajo con el torno de hilar y el telar a mana. Una imprenta perfecta, por cada hombre e~pleado, producira mnchos miles de ejemplares, m1entras un hombre y un muchacho imprimirfan u.n centenar con una prensa Stanhope 6 Franklin; sm embargo, para hacer una pequefia tirada de un ~eri6dico de aldea, no hay duda que la prensa an· t1gua es la mas a prop6sito. Para conducir de vez en cuando dos 6 tres pasajeros, un bote es mejor que un vapor; unos pocos sacos de harina exclusi-

(1) New Zealand and ita Inhabitants. Revista Richard Tai­loru l.ondrell 1855. Cnp. XXI.

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ENRIQUE GlORGK

vamente se pueden transportar con menos gasto de trabajo en una mula aparejada que en un tren de ferrocarril; poner un gran dep6-ito de generos en el almacen de un camino de tra vesia, del fonda de un bosque, seria s6lo derrochar c~pital. Y, ge neralmente se hallara que los rudos medios de pro­ducci6n y cambio aplicauos en las poblaciones poco den as de 1 ')S paises nuevas, no resultan tan to por la falta de capital como por la imposibilidad de omplear otros ventajosamente.

Asi como, por mucha agua que !'e vierta en un cubo, nunca habra en el sino un cubo lleno, tam­poco podra emplear e como capital mayor cantidad de riqueza de la exigida por el mecani. mo de Ja producci6n y el cambia, bajo hs condiciones exis­tentes de inteligencia, co tumbre, segul'idad, den­sidad de poblaci6n, etc., prophs de calla pueblo. Y me inc1ino a pensar que, JiOr regla ger.eral, esta cantidad en todas partes se ohtiune, pucs cl orga­nismo social elabora, tal cual es, Ia nece$aria cuan tia Uf! capital, asf como el or~ani::~mo humano, en condiciones de salud, eiabora la gordura reque­rida.

Pero si bien es cierto que la cantidad de capi tallimita alguna vez la aptitud productiva de la indu~tria, y fija de este modo un maximo que los salarws no pueden exceder, evidentemente no procede de ninguna escasez de capital la pobreza de las masas en los pafses ci vilizados. Porque, no s6l~_los salarios en ninguna parte alcanzan el Hmi· t~ l'IJado por la facultad productiva de la industria, si.no que son relativamente mas bajos donde el ca­p1t~l es mas abundante. Los instrumentos y rna qumas de producci6n estan, en las naciones mas adelantadas, evidentemente en exceso sobre el uso que de ellas se hace, y toda probabilidad de em-

P&!,;GRKSO Y MISERIA. \)5

pleo remunerative atrao mas capital del necesario. El cubo esta, no solamente lleno, sino que rebosa. Tan evidento es esto, que, no s6lo entre los igno­rantes, &ino por bombres de alta reputaci6n eco­n6mica, las paralisis industriales se atribuyen ala abundancia tie maq uinas y a Ia acumu1aci6n de capital; y la guerra, que es Ja destrucci6n del ca­pital, se mira como Ia causa de actividad en los negocios y de salarios elevados: jidea bastante rara! tanta es Ia confusi6n de opiniones sobre estas materias, patrocinada por muchos que creen que el capital emp'ea el trabajo y paga los salarios.

Nuestro prop6sito, en esta in vestigaci6n, es re­solver el prot lema a que se dan soluciones tan contradictorias; al aete:rminar con cla ridad lo qne realmente es capital y su verdadera misi6u, hemus dado el primer y mas importante paso. Pero s6lo un primEr paso. RecapltukiLos y prosig mos.

Hemos •T1sto que la teoiia corrwntG admite que los salarios dt•penden de la relaci6n ont1e el num0· rode los trabajadores y la cuantia del capital d('s­tinado a ocupar el trabajo, lo cuat es incompRtible con que el salario y el interes no suben y bajan in versamente, sino a Ia par.

Habiendonos conducido esta discrepancia a un examen del fondo de la teoria, se ha observado, ademas de esto, que, contra la opini6n general, los salaries no se sacan del capital de uingun modo, sino que proceden directamente del pro­d~cto del trabajo, por el cuai se pagan. Hemos vista que el capital no adelanta los salarios ni mantiene al trabajador, ::;iendo sus funciones las d~ auxiliar al trabajo en la producci6n con herra m1entas, semillas, etc., y con la riqueza necesaria para prornover los cambios.

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n e te mo o s no ronduc ir · tibleme11te A conclu iones practicas tan i portantes, que ju tifi an por comple o el af"in de a. gurarnos da ellas. .

Porque. i lo ,salario no procedon del cnpttnl, ino d 1 produrto del trahajo, la.s teorias com_une

sobr las r lacione ntro el capital y el trabaJo no son validas, y todo los rem io , _ ya ~a.n pro puc to por pr lfesores do c·c~m.onna pohtica, ya por obrero~, que p;ot ·nd::m nli ·1ar !a pobreza P?r el aumento d l c Ita!, por la re triCCI6 del n.u· mero de trabaj 01 • 6 I oficiencia de su trabaJo, deben s r condenadas.

i cad tra hajador, a l ef ctn. r EU trabajo, c~ea en realidad l fond del cu I p ·oceden sus sal rws estos no pueden di minuir por ~~ aum<>nto de tra­bajadore ; ino muy nl ontrarw, au.mentando Ia eficienci del trabajo e un n\Odo evtdente c_on el n\1mrro de trahajal or , c antos m:1s sean esto~, en icrualdad de la~ demas circunstancias, mas alto deb~n er los salaries.

Pero e ta clan ula n esaria, cen igualdad de las dema circnnstancia , nos conduce al e.·amen de una cue ti6n quo re olv re nos antes de pro e guir. E ta cu sti6n e : ;.tien~en .los. poderes p:o ductivos de la natu le7.a a dt"mmmr por el rna~ r con umo debido al aumonto do poblaci6n'?

LIBRO II

POBLACION Y SUBSISTENCIAS

CAPITULO I

Teorfa de Malthus. Su origen y sus fundamentos

DesptH:03 de la teoria q.ue h~ m0s considerado, hay otra quo h de se • ohJeto cto nuestro e: ·amen. La doctl'ina corriente sabre la procedenc1a y ley do los salarios halla su mas firma apoyo n una teorfa igunlmente aceptada en general-la teori~ a que l\Ialthus di6 su nombre,-que la po?laCI6n tiende a aumt>ntar naturalmente mas ap11 a que las subsistencias. Amhas doctrinas, concordando entre si, forjan la contestaci6n dada por la econo mia politica en uso al gran problema que pre ten demos resolver .

C'on lo expuesto, la doctrina corriente de ha­llarse determmado los salarios por la relaci6n en­tre el capital y los trabajadores, creo se ha mos­trado que no tiene el manor fundamento, sorpren­diendo su predominio de un modo tan general y durante tanto tiempo. No es de extrafiar que tal teorfa haya brotado en un estado social donde Ia gran mayorfa de los trabajadores parecian depen­der, par su empleo y salario, de una clase dife­rente, de los capitalistas, ni que, bajo estas condi-

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n e te mo o s no ronduc ir · tibleme11te A conclu iones practicas tan i portantes, que ju tifi an por comple o el af"in de a. gurarnos da ellas. .

Porque. i lo ,salario no procedon del cnpttnl, ino d 1 produrto del trahajo, la.s teorias com_une

sobr las r lacione ntro el capital y el trabaJo no son validas, y todo los rem io , _ ya ~a.n pro puc to por pr lfesores do c·c~m.onna pohtica, ya por obrero~, que p;ot ·nd::m nli ·1ar !a pobreza P?r el aumento d l c Ita!, por la re triCCI6 del n.u· mero de trabaj 01 • 6 I oficiencia de su trabaJo, deben s r condenadas.

i cad tra hajador, a l ef ctn. r EU trabajo, c~ea en realidad l fond del cu I p ·oceden sus sal rws estos no pueden di minuir por ~~ aum<>nto de tra­bajadore ; ino muy nl ontrarw, au.mentando Ia eficienci del trabajo e un n\Odo evtdente c_on el n\1mrro de trahajal or , c antos m:1s sean esto~, en icrualdad de la~ demas circunstancias, mas alto deb~n er los salaries.

Pero e ta clan ula n esaria, cen igualdad de las dema circnnstancia , nos conduce al e.·amen de una cue ti6n quo re olv re nos antes de pro e guir. E ta cu sti6n e : ;.tien~en .los. poderes p:o ductivos de la natu le7.a a dt"mmmr por el rna~ r con umo debido al aumonto do poblaci6n'?

LIBRO II

POBLACION Y SUBSISTENCIAS

CAPITULO I

Teorfa de Malthus. Su origen y sus fundamentos

DesptH:03 de la teoria q.ue h~ m0s considerado, hay otra quo h de se • ohJeto cto nuestro e: ·amen. La doctl'ina corriente sabre la procedenc1a y ley do los salarios halla su mas firma apoyo n una teorfa igunlmente aceptada en general-la teori~ a que l\Ialthus di6 su nombre,-que la po?laCI6n tiende a aumt>ntar naturalmente mas ap11 a que las subsistencias. Amhas doctrinas, concordando entre si, forjan la contestaci6n dada por la econo mia politica en uso al gran problema que pre ten demos resolver .

C'on lo expuesto, la doctrina corriente de ha­llarse determmado los salarios por la relaci6n en­tre el capital y los trabajadores, creo se ha mos­trado que no tiene el manor fundamento, sorpren­diendo su predominio de un modo tan general y durante tanto tiempo. No es de extrafiar que tal teorfa haya brotado en un estado social donde Ia gran mayorfa de los trabajadores parecian depen­der, par su empleo y salario, de una clase dife­rente, de los capitalistas, ni que, bajo estas condi-

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ENRIQUE GXOBGE

ci nes, se haya conservado entre las masas, que raras ace~ se toman la mol tia de separar lo l't!al de lo aparente. Pero admha que una teoria tan in f nd:.~mento, si se la analiza, pneda haber sido

aceptada nee ivamente por tantos pensadores como en el prosente siglo han dedicado sus facul­tade - al esclarecimiento y desarrollo de la ciencia poli ico-econ6mica.

La exp icaci6n de e~te he~ho inconcebible se hallu en 1 ac<>ptaci6n general rle la teorfa de J\Jal thus. La t orfa de los salario no ha sido nunca pue ta a prueba deliberadamentP, porque, SO te-

• nida por la teoria de ~lalthu,, ::;e ha 1 n senta<lo !i la mente de l s economista ... como una verdad evidente por si misru . Estas dos teodas, mutua­mente confun idas, se apoyan entre si, mientras ambas son amparada por un pdncipio que rEpre­sent~ un papel importante en la discusiorres so­bre Ia teoria de la renta, a saber, que, pa ado ci rto limite, Ja aplicaci6n del capital y trabajo ~ Ia tierra produce un beneficia decreciente. Todas juntas dan una explicaci6n tal de lo.., fen6menos ob en·ados en una sociedad altamente organizada y 1 progre o, que parece ajustarse por comp~eto a l:l rel'llidad, y, extraviando la atenci6n, han Im­pedido una investigaci6n mas detenida.

Es dificil decir cual de estas teorias tiene dere­cho a la prioridad hi t6rica. La teoiia de la po?la­ci6n no estaba forrnulada de modo que pud1era darsele la catogoria de dogma cientifico hasta des­pue de haberlo alcanzado la de lo salarios. Pero, naturalruente, nacieron y se propagaron a la par, y ambas se pre entaban en forma m~s 6 rneno imperfecta, rnucho antes de intentarse levantar si tema a!guno de economia politica. Es evidente, BP6 tin varias referencias, que si bien nunca com-

PROGBB:SO Y liiiSEBTA

pletamente desarrollada, la teorfa de Malthus es­taba fija en la mente de Adam Smith en forma rudimentaria, Y. a es_to se debe atribuir, en gran parte, la falsa direcci6n que tomaron su~ medita­ciones sobre el salario. l\las, como quiera que ea . quedan enlazadns tan fntimumonte las dos teorias: se compiE~tan una :1 otra de un m dJ tan perfecto que Buckle, revisaudo la historia del desarrollo d~ la economia politica en su Examon de la inteli­gencia Escocesa durante el siglo X -ub atribuye principal mente a ~Ialtl~~s el honor ?e chaber pro~ bado de un modo dec1s1 vo » Ja teona corrien te de l?s alario', al expli.car la presi6n de Ia pobla­CI6n. S??re _las sub I~tencias. En su cHistoria de Ia C1 vihzaCI6n en Inglaterra , dieD vol HI capi-tulo Y: ' · '

< ~n te9 de termioar f'l iglo .YVIII, 86 prob6 definitivamente que Ia recomren a d£'1 trahajn rlepende de rio" colla~ tan 61o­de Ia rnagnitu•l del it>nd• naeional con que Ne poga todo trah - · Y del ~ume~o de traLajaJor£'B entre los cuales e te fondo b:~o~ repar Ir~e. E~te pa o .~igaut~ C? en nu£' tros conocimientos, )'a que no dt:l toLlL~, e~ dt"L>rJu pnD('IJ.lBirllente a :\ltilthus, cuya obra sobre Ia po?lac16n. aJem!lo;. dfl marear una epoca en Ia historia ~el peneamleulo etlpe\'nlatl ro, ba producido ya resultados prac­~lcoa lUlpOrtantes, y darao probablemeute origen a otros mas 1mportantes toda\'la Fue puhlicaJa eu 1798 de mane Ada 'tb - • ra que _ ~ m1. , ~uerto en I • ~0, no C•1nt;i ·ni6 ver c6mo sus ro-£'a~_mveatlgacJ?nes e •h•atahan, mPjor que corregfan, Jo q~e le .u 1~r~ produc1do un p'ace r inteo!'o. E~ cierto, en verdad ue ~m. m1tb no habrfa. ext8thlo l\lalthus; esto es, que a no haber

d~61t~ pueato los Clmlento , Malthu~:~ no hubiera levantado el e 1 CJO, >

. flL~ famosa doctrina que, una vez publicada ha m Uido de un modo tan poderoso en la opini6n no s61~ en el terreno de la economia politica sin~ 1n regwnes especulativas de mas elevaci6n' fue ormulada por MRlthus al enunciar que (co~o lo

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101) BNBIQU& GKOBOB

h cia ver el enarandecimiento de las colonias nor· teamericana,) h tendencia natural de la poblaci6p e dupli •ar~o c d veinticinco aiio a la sumo, au­mentando a i segun una progre ion geometries; mientra Ia 1b i tenci. 1UEl puede obt er de la tierra, c 1 tjo as circun tanci m•i~ f vorablE's ala industria humana, noes posibl h ceria aumentar mas que er:,'lln una proar·e i6n aritmetica, 6 sea un aumento c da veinticinco ai'w en una cantidad iaual dla •11e actn lmente producA.:t cLos efectos i~evitabie d e tos dos mod s di Hrentes de cre­cimiento, cu ndo van juntos , iaue diciendo in· crenuam nte .lr .• I lthus, cseran mn. sorprenden­to:;. :t Y lo e · t>One en segui · do e t mod ( capi · tulo I):

me roB 1, 2, 4, 8, :6, 32, 6.J., 12 . 266 y Ia nbeiatencia como 1, 2, 3, I, .), 6, 7, 8, 9. En doe i~~;lo~ Ia po­blaci6n e~tarla re pel"t0 A loa medias de ~ulo i teucit\ como 2~6 es A 9; en tr i!.do"" como 4 006 ea a 13; en do~ mil ai1o~ Ia di­ferencia eB casi in~:alculable.•

E te resultado, por supuesto, :;e evit& por el hecho fisico de no poder exi~tir m~s poblaci6n de

PROGRESO Y MISEBIA 101

Ia que halla sub i tencia; y asi, la conclusi6n de ~Ialthu· es que esta tendencia :1 un aumento inde­finido debe or re ·tringida por un freno moral so· bre la facultad reproducti va 6 por las varias causas que anmentan la mortalidad, que el reduce al vicio y ala mi'3eria. A las causa que impiden la propa­aaci6n las llama freno proventivo; ya la que au­~entan la mm talidad las llama freno positivo. Esta es la famosa do~trina de ~lulthu , tal como la es­crihi6 el mismo en el c r.:nsayo sobre ln Poblaci6n.

No morece lu pena de insistir obre el engafio envuelto en ol supue to orden do incrementos en progresiones geometrica y aritmetica, un juego sobre progresiones qne diffcilmente tiene la cate­goria del acertijo familiar de la liebre y la tortuga, en que se hace per eguir aquella por e:sla durante toda una eternidad in alcanzada nunca. Porque esta suposici6n no es necesaria a la doctrina de Malthus, 6 al menos es refutada formalmente por algunos de los que la aceptan por completo; como por ejemplo, Juan Stuart l\lill, que habla de el.o como de un ensaJ o desgraciad0, dan do precisi6n a cosas que no la pueden admitir que toda per o. na capaz de razonar debe hal ar euteramente eu­perfluo al asunto (1). La esencia de la teorfa de Malthus es que la poblaci6n tiende ~au men tar mas aprisa que el poder de proveerse de alimentos; y si esta diferencia esta representada por una pro­gresi6n por cociente para la poblacion y una pro-

(ll •P,rinci~le~ of Political Economy•. Libro II, capitulo IX secct6n' L- m eruhar~o, a pesar de lo que dice :'\Iill, ef! claro que Mal~bua mi~ruo ~laba gran importauda a Btl'< progreaio~ea geo~etrtca y antmettcR . y e tambien probable qne a eataa pro­grest_onea debs Malthnl! en ~~:ran parte su fama, pue to que pro­porc!Ont.ban una de e~a f6rmulas sonoraa de ma) or peso rara mucba gente que el mas claro raciocinio.

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102 KliRIQU.E GKOBO.E

gresi6n aritmetica para la subsistencia, segtin Mal­thus, 6 por una cantidad constants de poblaci6n y u~a pr.ogre i6n decreciente para la subsistencia, f:egun. :Jitll, es s61o cuesti6n de forma. El punto e enr1al en que ambos convienen es, usando las palabras de 1\lalthus, t:q ue existe una tendencia na­tural y un esfue;zo constante de Ia poblaci6n a au­men tar mas ~pr1sa que los medias de subsistencia.:.

La doctrma de 1\lalthus, segun se conserva hoy, puede establecerse en su forma mas s6lida y menos dudosa de este modo:

La poblaci6n libra, tendiendo constantemente­~ a'!mentar, al fin debe quedar oprimida entre los hm1tes_ de la. subsistencia, no entre barreras fijas, pero s1 ela tiCas, que hacen cada vez mas dificil en?ontrar el sust9nto. Y de este modo, donde q~1era que Ia reproducci6n Itaya tenido tiempo de aftr~ar su pod~r •. y no este limitada por Ia pru­dencia, debe exJs~Jr un grado de miseria que man­tend.ra la poblaCI6n en los limites de Ia subsis­tenma.

. En realidad, nada es mas contrario al senti ­miant_o de_ armoniosa combinaci6n de liberalidad Y sa!:>Idurla cr~adoras, que Ia compll:!Ciente falsa teona que ar~OJa Ia responsabilidad de la pobreza Y sus arces?riOs. sob~e l_os inescrutables designios de 1~ Prov_uJencu", sm mtentar dt>scubrirlos; esta te?n.a, hacienda abiertamente del vicio y del su­fnmlento el nsultado necesado de un instinto na· t~1ral, que v_a uuido ~ las maa pur as y sua ves afec­mones, tropreza ~on 1deas que e hallan arraigadas en Ia m~nte dt>l nombre, y fue combatida con una mordaCidad en que se revel6 mas celo que 16gica, e_n ?uanto Ee PI mulg6 formaimente. Pero ha re­SlStJdo Y h~ triunfado de las Or lalfas, y a pesJr de las refutacwnes de los Godwins, de las denuncias

PKOGBBSO Y MISKBJA 103

de los Cobbetts, y de todos los dardos que _la _con­troversia, el sarcasmo, el ridicule y el sent1m1ento hayan podido dirigir contra ella, hoy permanece en el mundo intelectual como una verdad acepta­da, que compele a Ia ~firmaci6n a los mismos que de huena gana dudanan.

Las causas de su triunfo, el origen de su fuer­za, no estan ocultos. Sostenida, en apariencia, por una verdad aritmetica indiscutible-que una po­blaci6n siempre creciente debe al fin necesitar una facultad superior de la tierra para producir sus­tento 6 espacio donde poder estar- la teoria de i\lalthus se encnentra apoyada por analogias en los reinos animal y vegetaJ, donde la vida por todas partes se estrella contra la barrera que pone frena a las diferentes esp~cies, analogfas a las cuales la tendencia del pensamiento moderno, nivelando distinciones entre las diferentes formas de la vida, ha dado cada vez mayor importancia, yes aparen · temente corroborada por muchos hechos eviden­tes, tales como el predominio de la pobreza, el vi­cio y la miseria en las 'poblaciones densas; el efecto debido al progreso material de aumentar la pobla­ci6n sin aliviar el pauperismo; el crecimiento ra­pido de habitantes en los pafses recientemente co ­lonizados, y el evidente retardo de su aumento en paises mas densamente poblados, a causa de la mortalidad en las clases condenadas a la escasez.

La teoria de Malthus presenta un principia ge­neral que explica estos y semejantes hechos, y los explica de una manera que esta en armonfa con la doctrina que estima el salario como procediendo del capital y cJn todos los principios que de ella se deducen. Segun la teorfa corriente, los salarios decaen en cuanto al aumentar el m1mero de tra­bajadores se hace necesaria una divisi6n mas pe-

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104 E~BIQ'CE GEORGE

queiia del capital; segun la teoria de ::\1althus, Ia pobreza ~parece_ tan pronto como el aumento de la p~blaci?n obhga a una mayor subdivisi6n de Ia sub ~ tenc~a. Bastat:ia identificar el capital eon Ia subs1stenc1a y el numero de trabajaJ L'es con la poblaci6n, como se hace en los tratados de econo­~fa politica corriente.' donde so tergiversan los termmo · con frecuenc1a, para hacer Ja& dos pro· posicione tan identica en Ia forma como lo son en substancia (1). Y asi es, seaun lo e.·plica Buckle en e~ parrafo ya citado, como Ia teoria de la po­blaCI6i! y_ropuesta por ~Jahi1us, vino a probar en ?efmi ti va la teo ria del salario propuesta por Smith.

Hicardo, que poco a1ios despues de publicarse el En ayo sobre Ia Poblaci6n>, corrigi6 el error en que habra caido bmith soure la nuturaleza y cau a de la renta, proporcion6 a Ja teor-ia de J\Jal­thus mayor apoyo, llamando Ja atenci6n sobre el for~oso aumento de la renta a medida que las ne ce 1dades de una poblaci6n crecionte obliaan al c_ultivo de tierr·as cada vez ·mas improducti;as, 6 Situa~as en puntos menos producti vo de las mis · mas tierra , explicando asi la elevaci6n de la ren­ta: De e. te modo se form6, por decirlo asi, una tr1~le ahanza,- por la cual la teoria de )lalthus ha temdo un estribo a cada lado-la doctrina de los salarios previamente aceptada y la doctrina de la ren_ta aceptada de pues-ofreciendo estas conside· ra?IO~e~ s6lo ejemplos especiales de los efectos del prmc1p10 general que va unido al nombre de :\lal-

(1) El efecto de Ia doctrioa de Malthus aobre laa definicio­~e

6 ~el capital ~e puede ver comparaodo (vea e pag. 2·i 26) Ia

~ e ~1.c16o de · mitb, que eacribi6 ante~, con Ia defiolciooea , 1e

1 blcardo, ~Ic. Cullocb y M1ll, que escribieron despues de

·' at u .

PBOGRB 0 Y l'lliSEBIA 105

thus, el descenso de los salarios y la eleva?i6n de la renta que siguen el aumento d~ pobla016n, no FOD otra co a que maneras de ma~Ifesta_rse Ia pre-si6n de la poblaci6n ~obre Ia subsistenCia. . .

De esta manera formando parte de los prmc1 pios fundamentale~ de la ~conomia politica ([Jues la ciencia tal como E adm1te general mente, no ha sufridoca~bio material ni perfeccionamiento algu­no de<;d el tiempo de H.icar do, a~n cu ndo e? al guno: pequoflOS detalles hay a Sl~O . sclareCl a. e ilustrada), Ia teoria de ~Ialtlllls, s1 bien co?trana los sentimient >s a q 1e antes hemos alud1do, no repugna a otras ideas que, en los pais s antiguos al menos, prev~lecen de un modo g~neral entre las cla.:;es trahaJadoras; por el contrarw, concuer­da con elias como la teorfa de los salarios, por Ia cual apoyada, y ella, a su vez, apoya. Para el artesano (t opnrario, la causa de los salarios bajos y d Ia dificultad de encontrar ocupaci6n, es evi dentemente, la competencia debida a la presi6n delm\ nero, y en las tristes moradas de la pobre­za, 6 1ue co'a puede parecer mas clara que Ia de exi 'tir demasiada gen te?

Pero la causa principal del triunfo de esta teo­ria es 'lue, en vez de amenazar algun derecho ad· quirido 6 combatir algun interea poderoso, es emi­nentemente lisonjera y tranquilizadora para las clase que manejan el poder de la riqueza y domi­nan en gran parte el pensamiento. Y, cuando las columnas dol pasado iban a derrumbarse, vino a preser var los pri vilegios especiales q u~ permi ten a uno pocos monopolizar tantas cosas buena de este mundo, proclamando una causa natural de la ~sca.sez y la mi eria que, si se hubiese atribuido a l~Stltuciones polfticas, debia condenar a todo go· b1erno bajo el cual existieran. El cEnsayo sobre Ia

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106 BNBIQlJE GBOBGB

pobl.aci6_n~ fue evidentemente una replica a la cln· ve tttTaCI6n refe ente a la J usticia Politica de ~n!llermo 0odwin: una obra que defendia ol prin­c.tpiO de la !gualdad humana, y su objeto era justi­~Ica: la .de,Iguald~d que existe, apartando de las mst1tucwne omales la respo11sabiddad. atribu­yendola a la leyes del reactor. Xo habia nada nuevo en e to, porque "'allace, cerca de cuarenta a~os ~ntes, ha~fa hecho ver el peligro de la multi· phcac1~n e.xce,! vaal replicar a la petici6n de una 1gua~ d1 tribuci6n de la riqueza; pero las circuns­tanCia .de entonces eran tales, que Ia misma idea, al presentarla i\lalthus, se hizo agradable a una cl~se P<;>derosa, en la cual se habia esparcido un m1edo m en o a cualquier examen del estado de co a e.·i tente, por el estallido de la Revoluci6n Francesa.

Ahora, como E>ntonces, la doctrina de Malthus r~chaza la reclamaci6n de r tormas, y pone a cu­b~erto de dudas y escrupulos al egoismo, interpo­mendo Ia idea de una necesidad inevitable. Ofrece una filosofia, por medio de la cual, Diva, en el fe tfn, evita la imagen de Lazaro, que muere de hambre a su puerta: con ella, la riqueza puede, con tranquila conciencia, cerrar su bolsillo cuando l~ pobr~za le pido 1..1na limosna, y permite al cris­tiano nr arrodillarse el domingo en una silla elegan temo_n~o tapizada para implorar las merce­des d l AltHHmo, sin ninaun sentimiento de res­ponsabilidad por la miseria escualida que esta ce· bandoEe a pocos pasos de distancia. Porque la pobr za, Ia escasez vel hambre ~en(m e ta teoria,

• w I

no -On I.mpu~a.bles a Ia codicia personal ni li las mala d1 IJO lCIOnes ociale : son los resultades inevitables rle leyes univer ales, con la cuales, si no fuese una impiedad, seria tan imHil luchar,

l'ROGB.E 0 Y I!:ERI 1 T

mo con Ia leve de la aravitaci6n univer,al. En co . o d. d 1 . ~ ncu vista dee to, el que en me 10 e a ::ta ez -mul6 riqueza, no hiz rna que encerrar~~ en un p ~queii.o oa i huyendo de la arena mo>erilza, ]Ue de otro modo' le hubiera ~pu~tado. Ha =an~do para sf, sin perjudicar a nad1e. 1, aunq e lo r1cos obedecieran e trictamente lo3 mandato~ de Jesu­cri to y repartieran su rique.za entre lo~ ~ob~e , nada se conseo·uiria. La poblam6n aumentana 1m· plemente, par~ qued~r de. nue>o. oprimi?a entre los limite de la sub Istencta 6 capital y la 1gualdad que se hubiera producido, no seria sino la igual­dad de la miseria comun. De este modo, las refor­mas que inten-inieran los interoses de cualr1uier clase poderosa naceriaP. ya desalentadas ~ sin es­peranza. Prohibiendo la ley moral antictpar los metodos por medio de los cuales la ley natural se libra del exce o de poblaci6n y enfrena la tenden­cia al aumento bastante potente para llenar la su­perficie del globo terrestre con seres humanos, como sardinas en barril, nada se puede hacer por el esiuerzo individual ni por el colectivo para evi­tar la pobreza, como no ea poner confianza en la e(icacia de la educaci6n y predicar la necesidad de la prudencia.

Una teoria que, coincidiendo con las ideas ha­bituales de las clase~ mas pobres, justifica de este modo Ia co icia de los ricos y el egof mo de los po­derosos, debia extender a con rapidez y echar rai­ces profundas. E toes lo ocurrido con la pr senta­da por i\Ialthus.

Yen e tos t'tltimos aflos la teorfa de :\Ialthus ha :ecibido nuevo refuerzo con el cambia rapido de Ideas sobre el origen d~l hombre y Ia eneraci6n de laE especie .. Buckle estaba en lo c· erto al decir que la publicaci6n de la teoria de ~Ialthu marcaba

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10 E 'RTQUE GEORO"i

una.~p?c_a en la historia de Ia idea especulativa y a mt ~U1c10, s~ podria_ probar facilmente; con tocto' e_xamt~ar su mftuenCia en los altos dominios de 1~ filosofw (de lo ~ual es un ejemplo la obra del mis­mo Buckle seria, _aunque en extremo interesante, separarnos de~ obJet~ de esta investigaci6n. Pero sea por reflext6n 6 d1rectamente, el apoyo dado a la teor1a de Malthus por la nueva filosofia del des­arr?llo por selecci6n natural, que con rapidez se ext1en o ahora en todas direcciones debe tenerse en c_uenta al apreciar los recursos d~ que saca esta teo:1~ su fuerza presente. Asf como en economia pol_ItiCa, el apoyo recibido de las doctrinas del sa­larl'). Y de la_ renta se combin6 para elevar la teoria de _j1a_ltht1s a la categoria de verdad fundamental, ?el m1smo modo la generalizaci6n de ideas seme­Jantes al desarrollo de la vida en todas sus formas hace el e!~cto de darle una posici6n todavia rna~ elevada e Inexpugnable. Agassiz, que hasta el dia ~e su t_IlUerte fue un vigoroso contrario de la nueva fl~osofJa,, habla del Da:winismo cual cMalthus por excelencia _(1), y el m1smo Darwin dice que la lu­cha porla_vida ~s ~a doctrina de l\lalthus aplicada con fuerza multiphcada a los reinos animal y ve­getal (2).

Sin em?argo, no me parece completamente co­r:ecto decir que la teoria del desarrollo por selec­CI6n nat_ura_l 6 la supervivencia del mas apto, es el l\1althu Iam~mo ~mplificado, porque la dootrina de 1\lalth_us no lf!1pliCa originalmente ni envuelve por necesidad la Idea de mejora. Pero esto se le aiiadi6

d (~)I ~Iemoria presentada a Ia Junta de Agrirultura del Estado e ·• ass~tcbu etta 1 -2 R 1 '6 d 1 .

t E U _ ' ' · e ac1 n e Departamento de Agncul· ura . . 1 ,3 (2) •Origin of species •, cap. IlL

PROGRESO Y MlSERIA 109

muy pronto. Me. Oulloch (1) atribuye al cprincipio del aumento, el adelanto social y el progreso en las artes y declara que la pobreza engendrada por el obra ~ual poderoso estimulo en la clase superior y 'ta media para dar curso. ala ind~stria, propagar la ciencia y acumular la nqueza, sm cuyo estimulo la sociedad ee hundiria en la apatia y la decaden­cia. eNo es esto, acaso, reconocer con respecto a la sociedad humana los efectos progresivos de la lucha por la existencia» y la csupervivencia de

los mas id6neos' que con la autoridad de la ciencia natural se nos dice ahora haber sido el medio em­p1eado por la nrturaleza para pro~ucir las formas infinitamente varwdas y mara v1llosamente ade· cuadas que toma la vida prolifica en el globo~ eQue­otra cosa es sino el reconocimiento de la fuerza que, aun siendo al parecer cruel y sin remordi­mientos, ha desarrollado en el transcurso de un sinn1lmero de edndes, la ostra de nn tipo inferior, 431 mono de la ostra, el hombre del mono, y e! si­glo XL\: de la edad de piedra?

Asi recomendada y en apariencia probada, asi enlazada y apoyada, la teoria de ~lalthus-la doc­trina que atribuye la pobreza a la pres16n de la poblaci6n contra la subsistencia, 6 poniendola en otra de sus formas: el principia segun el cual el aumento del nu nero de trabajadores ha de tender siempre a reducir los salarios al minimo con que se pueden aquellos reproducir-se acepta ahora como una verdad incuestionable, a cuyo resplan­dor se han de explicar los fen6menos sociales, como los fen6menos del mundo sideral se expli­caron, durante siglos, suponiendo la inmovilidad de la tierra, 6 los hechos geol6gicos por la inspi-

(I) •Wealth of Nations , Nota IV.

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110 ESBIQUE GEORG&

r~da tradici6n !llosaica ~omada al pie de la letra. 1 s61o la autondad deb1era considerarse n

e t d t · . . , , e11ar s a oc n~a exigina casi tan ta audacia como 1 d 1

negro prediCador. a~ principiar hace poco una ~r;. zada contra la opm16n que supone la tierra giran­do a_lrededor del sol; pues en una u otra forma 1 ~eon~ de ?lalthus ha recibido en el mundo de' 1! mt~hge~1c1a una sanci6n casi universftl, y en Ia meJor hteratura, asi como en la mas corriente P.uede verse fructificar en todos sentidos. Es san' {n.ona~a por economistas y hombres de estado; por h1stonadores J: por in vestigadores naturalistas en los congre~o~ a~ Ia ciencia social y en los gremlos; por los eclest:lstiCos y por los materialistas; por los con~erYadores de mas severa doctrina, y por los radtcale. entre los radicales. Es aceptada y basta d~fendida habitualmente por muchos que no han o.1do nunca hablar de Malthus, y de cuya teoria no tlenen Ia manor idea.

Sin_ embar~o, del mismo modo que la base de la .teona comun de los salarios se ha destruido al SUJetarla a un exarnen imparciai, asi tambien, creo yo que se desvaneceran los iundamentos de esta cornpaflera suya. Al probar que los salarios no procedcn dt-1 capital, hemos levantado del suelo a este Anteo.

CAPiTULO II

Deducciones de los hechos

La general aceptaci6n de la teorfa de Malthus ~ la e!evada autoridad que la sanciona, me han mduc1do ~ revisar sus fundamentos y las caus1s que contrtbuyeron a darle influencia tan prepon­derante en la discusi6n de las cuestiones sociales.

PROGRESO Y MISERIA 111

Pero si sometemos directamente a la observa­ci6n esta teoria, creo se hall.ara tan insostenible como Ia corriente de los salarws.

En p1:mer lugar, los hechos ordenadamente expue~tos 0n su apoyo no la comprueban, y las analogias 110 la favorecen ..

Y, en segundo lugar, hay hechos que prueban que es fulsa en absoluto. . ·

Dirigicndome al fondo ~e la cuesti6n, em~ezare afirmandl.• que no hay motl vo alguno expenmen tal ni por analogia, para suponer la menor t~n dencia en ln poblaci6n a un aum~nto mas rap1do que la subjstencia. Los hechos c1tados para pro­bar o, d8muest1·an tan s6.o que, de?ido a una pe­queila por 'aci6n, como en los pa1ses :uu~vos, 6 debido a Ia desigual distribuci6n de la nqueza, como entre las clases mas pobres de los paises an · tiguos, donde la e~istoncia_ ~el hombre .se gasta en satisfacu l:!s neces1dades flswas de la v1da, la ten dencia ala reproducci6n es tal que, s1 continuase sin fren n, con el tiempo podria exceder a la sub­sistencid. Pero..no se deduce legHimamente de eato que Ja n.isma ten<;l.encia a reproducirse, se man~­festara de ioual modo dondo la poblac16n sea suh · cientement; densa y la riqueza distribuida con bastante ig-ualdad para elevar a todo un pueb~o por encima de la necesidad de ernplear su e~ergm en luchar por la existencia. Y no se puede aflrmar que la tendencia a la reproducci6n, al causar la pobreza, impida existir a un pueblo semejant~; porque esto equivaldria a caer en un ci'rculo VI·

cioso, tomando la conclusi6n como un punto de partida. Y aun admitiendo que la tendencia a mul­tiplicarse hay a de producir en definiti va la pobre­za, por eFto s61o no puede decirse de antemano que Ia pobreza 0xistente es d<:bida a esta causa,