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Propuesta ComunistaDirector: Juan R. LorenzoConsejo de Redacción: Área Ideológica del PCPEDiseño de Portada: C. SuárezMaquetación: J. MoraEdita: Partido Comunista de los Pueblos de EspañaDepósito Legal: M-12283-1990Redacción: C/ Carretas nº 14 - 6º, G-1 28012 Madrid Telf. y Fax 91 532 91 87 e-mail: [email protected] www.pcpe.es

Propuesta ComunistaRevista política

Partido Comunista de los Pueblos de EspañaJunio 2007, nº 52

Elecciones 9m: LA OLIGARQUÍA REVALIDA SUHEGEMONÍA; EL PCPE AVANZA SU POSICIÓN Carmelo Suárez ..........................................................................

LA UNION EUROPEA,¿EL PAÍS DE LAS MARAVILLAS?Leopoldo del Prado ...................................................................

Encuentro “El nuevo tratado, los acontecimientosen la UE y las luchas populares”CONTRIBUCION DEL PCPE .............................................COMUNICADO FINAL DEL PC DE GRECIA ............. TRATADO DE LISBOA, REFORZAMIENTODEL NEOLIBERALISMOJerónimo de Sousa .....................................................................

MAS ALLA DE LA RECESIONJorge Beinstein ............................................................................

CÓMO SE CONOCIERON EL SOCIALISMOY LA FILOSOFÍA MATERIALISTAAlberto Arana .............................................................................

SOBRE IMPERIO:HACER JUSTICIA A TONI NEGRIBelén Castellanos Rodríguez ....................................................

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Índice

Carmelo Suárez Elecciones Generales 9M 5

Elecciones Generales del 9 de marzo de 2008

LA OLIGARQUÍA REVALIDA SUHEGEMONÍA EN UN ESCENARIO DE

CONVULSIONES ECONÓMICAS

EL PCPE AVANZA SU POSICIÓN COMO ORGANIZACIÓN ESTATAL

EMERGENTE

Carmelo SuárezSecretario General del PCPE

Introducción

Las elecciones, en la España heredera de la “transición democrática”, constituyen, para la izquierda, en general, y, para la izquierda revolucio-naria, en particular, un elemento de debate permanente en relación a la valoración que se hace de las mismas. El PCPE no ha estado exento de ese debate a lo largo de su historia.

Un cierto izquierdismo ha sostenido, una y otra vez, que ese es un marco de legitimación del sistema de dominación en el cual no se debe participar. Es una posición que al día de hoy ha calado en una no pequeña base social de izquierdas, que se mantiene ajena a los procesos electorales, particularmente la de población joven. Lo curioso es que esa misma opinión no se sostiene en relación a la presentación de la

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izquierda abertzale a las distintas convocatorias de elecciones. En ese caso, se reconoce la capacidad de la misma para dar batallas importantes en estas ocasiones, y no se objeta nada a su concurrencia a las mismas cuando así lo hace.

En la base de esta argumentación no está ausente cierta herencia de las posiciones del reformismo que, practicando una y otra vez un electo-ralismo dócil, ha dado motivos para sospechar que la presentación a las elecciones era una forma más de integración al sistema.

Al día de hoy, esa abstención en los procesos electorales, de una cierta base social de izquierdas, es una de las dificultades que hay que superar para conseguir un apoyo de mayor amplitud a las candidaturas del campo revolucionario.

Ese será un escollo que se superará a base de trabajo político de masas y de recuperación del sujeto político revolucionario: el partido.

Detrás de toda batalla electoral hay dos elementos fundamentales que justifican la realización de un importante esfuerzo de intervención:

– La búsqueda de apoyos al programa revolucionario, a sus propues-tas políticas y a su compromiso ideológico de desarrollo de la revolución socialista, como un objetivo concreto y no como una utopía.

– El fortalecimiento del partido, el incremento de su capacidad de diálogo con las masas y de su identificación con los intereses de la clase.

Escenario de la convocatoria

La convocatoria electoral se produce en una situación determinada por varios factores:

1. El gobierno Zapatero, durante sus cuatro años de gobierno, dio continuidad –en lo sustancial– a las políticas neoliberales del anterior mandato del PP. Fue particularmente significativa su posición en relación a las medidas del gobierno de Evo Morales que tenían como objetivo la recuperación del control de los recursos energéticos su país; Zapatero no tuvo ninguna duda, se puso del lado de los intereses de las multina-cionales españolas que han saqueado ese país durante décadas. Además,

los representantes de la oligarquía estuvieron generalmente de acuerdo con la acción de gobierno, y tan sólo se alteraron cuando se produjeron disputas entre distintas fracciones del capitalismo español, como fue el caso de Gas Natural y Endesa.

2. El gobierno Zapatero retiró las tropas de Irak, sorprendiendo por su rápida iniciativa en el cumplimiento de ese acuerdo electoral. Pero en esta legislatura es en la que más tropas españolas se han desplazado a intervenir en otros países, en sintonía con los intere-ses de las políticas impe-rialistas: Haití, Líbano, Congo, Afganistán, etc. El Presidente del gobierno ha soportado con total estoi-cismo las ceremonias de recepción de los cadáveres de mercenarios españoles desplazados a esas misiones. Como complemento de su política de subordinación militar, se han ampliado los cupos de inmigrantes que pueden formar parte de las tropas españolas; es otra forma de explotación y de neocolonialismo asumidos por la socialdemocracia.

3. El barniz a las políticas más agresivas ha estado protagonizado por una serie de medidas “sociales” que tratan de vender un “capitalismo de rostro humano”. Ley de dependencia, subvenciones a la natalidad, matrimonio homosexual, ley contra la violencia de género, y también la ley de la memoria histórica. Cada una, con su objetivo específico, lo que tratan en su conjunto es amortiguar la brutal opresión y explotación del sistema de domina-ción. Las más sociales llevan en su interior, como armazón funda-mental, una estrategia de privatización de servicios y la creación de nuevos yacimientos para el proceso de acumulación capitalista.

en esta legislatura es en la que más tropas españolas se han desplazado

a intervenir en otros países, en sintonía con los intereses de las

políticas imperialistas: Haití, Líbano, Congo, Afganistán

Las más sociales llevan en su interior, como armazón fundamental,

una estrategia de privatización de servicios y la creación de nuevos yacimientos para el proceso de

acumulación capitalista

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4. Dentro de su estrategia de “segunda transición”, Zapatero abordó la cuestión territorial, con las reformas de los estatutos de autonomía y con la negociación con ETA. Las dos cuestiones fueron fundamentales en toda la legislatura, y colocaron a la derecha neofranquista –PP, Iglesia Católica– en una situación de confrontación directa. Cuando el proceso negociador agotó su recorrido, el gobierno del PSOE demostró cómo la socialdemocracia aplica el estado de derecho: los aparatos policial y judi-cial –fundidos en un solo elemento represor– llevaron a la cárcel a toda la dirección de la izquierda abertzale, aplicando todo tipo de instrumentos de violencia y con carta libre para la tortura en comisarías y calabozos.

5. Los últimos meses de la legislatura anterior estuvieron marcados por el inicio de la crisis financiera yanky. En el mes de agosto de 2007, se pincha la burbuja inmobiliaria y, ésta, se lanza amenazante sobre el resto de la economía mundial. Toda la estrategia del gobierno estuvo centrada en tratar de limitar sus efectos antes del 9M. Esa era una carta de fácil manejo por parte del PP, y el objetivo del gobierno era evitar que la “oposición” pudiera disponer de esa carta para la campaña electoral. La intervención de los bancos centrales de las principales economías capita-listas fue todo un ejemplo del auténtico carácter proteccionista de dichas economías, que exigen, a otras, conductas neoliberales cuando a ellas conviene. El balance económico de la legislatura se resume en dos datos: por un lado, el salario medio de los trabajadores y trabajadoras bajó un 4% en los últimos diez años (gobiernos del PSOE y del PP), y, por otro lado, los beneficios empresariales subieron con cifras astronómicas; casi el último dato publicado fue el de Telefónica, que declaró unas ganancias de más de nueve mil millones de euros en el año dos mil siete, siendo la empresa de telecomunicaciones más rentable del mundo.

6. El último elemento significativo de la legislatura anterior fue el enfrentamiento con la jerarquía de la Iglesia Católica, que se alineó estratégicamente con la precampaña del PP. En varias ocasiones, en estos cuatro últimos años, esa jerarquía movilizó a su reaccionaria base social para confrontar con las políticas del gobierno: familia, educación y Concordato fueron los ejes fundamentales de sus iniciativas. Zapatero quedaba legitimado ante la base social progresista en este escenario de línea reaccionaria de la jefatura de la Iglesia Católica.

La campaña electoral

La campaña electoral estuvo marcada por el absoluto protagonismo de los dos partidos de la oligarquía española, PSOE y PP. Personali-zada particularmente en sus dos candidatos a la presidencia, Zapatero y Rajoy.

Ese enfoque, desde el mismo inicio, tenía una finalidad fundamental, que era el que orientaba todo el debate político en esos meses; desde lo que de una manera imprecisa se llama “precampaña”, y a la que nadie sabe definirle sus límites temporales.

La recuperación de los debates entre candidatos a la presidencia –“después de quince años sin debates”, se decía– era una parte importante de la campaña que publicitaba esa orientación de la contienda electoral.

Pero, detrás de los aspectos más mediáticos, lo que realmente se dilucidaba era si en los próximos cuatro años el capitalismo español lo gestionaba su representación más amable y “moderna”, o si lo hacía la otra más carca y descarnada, sin haberse despojado aún de sus queren-cias franquistas.

Cuando en esas fechas se me preguntaba sobre quien ganaría las elecciones, mi respuesta se orientaba por la socialdemocracia. En suma, al capitalismo español le había ido bien estos cuatro años de gobierno Zapatero: el tema Euskal Herría estaba sometido a una represión brutal por parte del gobierno, sin nada que envidiar a un gobierno de la dere-cha histórica; los movimientos sociales y de protesta de los trabajadores estaban en una fase de recuperación, pero nada importante que inquie-tara al capital; las políticas sociales de Zapatero “adormilaban” ciertas protestas, … No parecía necesario recurrir a un recambio en la representación política.

Es cierto que los sectores más profundamente reaccionarios pelea-ban con fuerza por retornar al gobierno, pero eso parecía producir más rechazo que aceptación en una amplia base social. Seguramente, el error del PP, cuando movilizaba a su base social más radical, fue creer que eso iba más allá y que tenía de su lado a un espectro más amplio del electo-rado.

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Además, Zapatero contaba con el apoyo casi incondicional de IU, con lo cual consideraba cubierto su flanco izquierdo; añadido al apoyo entu-siasta de los sindicatos burocratizados. Con ello tenía un eficaz dique de contención del posible ascenso de las luchas obreras y populares. La firma, una vez más, del Pacto de Moderación Salarial de CCOO y UGT con la patronal avalaba este escenario de tranquilidad.

Al inicio de la campaña, el PP creyó que tenía un rentable filón con la situación económica que se complicaba: crisis financiera y subida de los alimentos eran temas sensibles para la opinión pública. Pocos días duró la insistencia del PP en este tema; las cosas no están para posiciones aventureras y colocar ese debate de manera insistente ponía en riesgo la confianza de los inversores, y la paz social de consumidores y consu-midoras. Como orden venida de la divinidad, de la noche a la mañana ambos contendientes silenciaron el tema de la economía durante el resto de la campaña.

Así las cosas, la campaña derivó a temas de absoluta demagogia: reba-jas fiscales en la tributación directa –que siempre esconden subidas en la tributación indirecta, que es la más injusta–, discusión sobre las rebajas de la edad penal del menor y un anecdotario de insultos, descalificacio-nes y chistes, que se convertían en el centro de los comentarios de la campaña.

Los debates televisivos entre candidatos fueron los números estrella de la campaña, en el que cada cual se consideraba ganador, y que, ade-más, daba carnaza a los medios de comunicación sumisos a cada candi-dato para estar varios días analizando los distintos aspectos del episodio y ensalzar a su candidato preferido.

En la campaña, no se entró para nada en los temas reales del pueblo y de la clase. No se discutieron proyectos, no se habló de privatizaciones, de derechos sindicales, del patriarcado como superestructura de opre-sión, de los contratos basura de la juventud, etc.

Colocadas las cosas así, la cuestión quedaba orientada a elegir el menos malo de los candidatos, o a votar para evitar que saliera el otro.

Los espacios electorales se distribuyeron con un descarado beneficio para las opciones del bipartidismo, se relegó a las opciones antisistema a los horarios de menor audiencia y se invisibilizó todo aquello que no fuera lo políticamente correcto.

La medida más represiva, la prohibición de concurrir a las elecciones a las candidaturas de la izquierda abertzale, se silenció por parte de todas las fuerzas del sistema. A pesar de ello, las fuerzas que componen la actual hegemonía no pagan un precio político por ello, en función de su descarada situación de ventaja en el cuerpo social.

El atentado de ETA, asesinando a un exconcejal del PSOE, vino a completar un panorama donde este hecho era una noticia prevista y que, tal como ocurrió, no es fácil saber los efectos que tuvo sobre el resul-tado electoral. Pero sí pone de manifiesto la debilidad de ETA en esta coyuntura.

Los resultados en números

La estrategia diseñada desde el poder funcionó con enorme precisión. Se logró el objetivo de una alta participación –casi la misma que después de los atentados del 11M de 2004–, y la concentración del voto en las dos opciones del bipartidismo aumentó una vez más.

El PSOE ganó las elecciones con 11.064.524 votos, que representan el 43,64% y 169 diputados.

El PP obtuvo 10.169.973 votos, que representan el 40,11% y 154 diputados.

Con estos datos, la suma del porcentaje de votos del PSOE y del PP aumenta una vez más; en esta ocasión, un 3,56% con respecto a 2004. Es lo que se llama la lógica del voto útil.

Las víctimas de esta estrategia son las demás fuerzas políticas de una manera general.

Ezquerra Republicana (ERC), Eusko Alkartasuna (EA), Chunta Ara-gonesista (CHU) y Coalición Canaria (CC) pierden, en total, 513.730 votos y ocho diputados, pero también el Partido Nacionalista Vasco (PNV) pierde un diputado y más de cien mil votos. Por otra parte,

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Izquierda Unida (IU) pierde tres de sus anteriores cinco diputados y 321.041 votos.

El PCPE, que aumentó su presencia electoral a un total de cuarenta y siete circunscripciones, pasa de 12.979 votos a 19.141, un aumento del 47% que, aunque nos mantiene en cifras aún muy reducidas, hay que valorar positivamente en un escenario de retroceso de la mayoría de los partidos fuera del bipartidismo.

El efecto devastador del bipartidismo se demuestra letal.

Pero hay otras lecturas de los resultados de estas elecciones que no se pueden escapar, y que van en la lógica del bloque de fuerzas dominantes que representan los intereses de la oligarquía española.

1. En primer lugar, los resultados demuestran que la única disputa con entidad política, al día de hoy, es entre dos fuerzas que pugnan por representar los intereses de la oligarquía. Se podrá producir una alter-

nancia entre ellas, pero ninguna de las dos cuestiona la hegemonía del poder burgués. Por tanto, el sistema no se encuentra en una situación de riesgo o de

disputa por su hegemonía. El capitalismo español es hoy una formación social con un alto grado de estabilidad institucional. La situación de la clase obrera es una posición subsidiaria de la hegemonía capitalista, con núcleos de lucha y resistencia que no se rinden en esa situación de clara desventaja en la lucha política, y que serán la vanguardia de nuevas futu-ras luchas obreras.

2. La estrategia de Zapatero, de contención de las fuerzas nacionalis-tas con el proceso de reforma de los estatutos y el proceso de negocia-ción con ETA, ha dado un espléndido resultado. La presencia de fuerzas nacionalistas en el Congreso de los Diputados se reduce y se modera. Es particularmente significativa la pérdida por parte de ERC de cinco de sus ocho diputados, que era el factor más distorsionante en el anterior Parla-mento. El PNV sale debilitado, no sólo por la pérdida de un escaño, sino

porque el PSOE se convierte en la fuerza política más votada en todas las circunscripciones vascas. Coalición Canaria perderá su grupo parlamen-tario y en las islas también funciona el bipartidismo, que había estado ausente en la última década. Andalucía no consigue presencia de sus fuerzas nacionalistas, y la representación nacionalista gallega forma hoy parte de un tranquilo gobierno autonómico con el PSOE. Por tanto, ahora estaremos en una de esas fases históricas caracterizadas por el pacto entre oligarquía espa-ñola y burguesías periféricas, a diferencia de la legislatura anterior, donde la situación era la contraria.

3. El retroceso de IU, tanto en escaños como en votos, demuestra una vez más la capacidad que tiene la socialdemocracia española –y europea– de engullir a todo lo que se le acerque por la izquierda. Esa situación debilita la cobertura del gobierno por el flanco izquierdo y, por tanto, abre unas nuevas condiciones para el trabajo político de las fuerzas revolucionarias, y, en concreto, para el PCPE. No obstante ello, la próxima etapa será de definición del futuro de esta formación –las pugnas internas, la búsqueda de un futuro por parte de lo que queda del PCE, darán lugar a nuevos y lamentables episodios en la larga agonía del reformismo en España. Como siempre, se producirá una nueva oleada hacia la socialdemocracia liberal para seguir nutriendo el viejo programa de la “casa común”.

4. La actitud del PP en estos años le ha evitado el surgimiento de una fuerza de ultraderecha independiente, la cual cuenta con base social en España, y que el discurso neofascista del PP ha conseguido mante-ner dentro de sus filas. El no haber ganado las elecciones puede volver a activar esos sectores fuera del PP, pues no parece fácil mantener el mismo discurso en una próxima legislatura en la que Zapatero pondrá mucho empeño en desarrollar los acuerdos con nacionalistas catalanes y vascos.

5. Los resultados del PCPE plantean la necesidad de mejorar el tra-bajo electoral, y entender que será sobre la base de la lucha de masas

el sistema no se encuentra en una situación de riesgo o de disputa por

su hegemonía. El capitalismo español es hoy una formación social con un

alto grado de estabilidad institucional

ahora estaremos en una de esas fases históricas caracterizadas por el pacto entre oligarquía

española y burguesías periféricas

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que los comunistas y las comunistas conseguiremos aumentar nuestros apoyos sociales. Ha sido un acierto la política seguida de cara a esta con-vocatoria, pero aún queda mucho trabajo por realizar para conseguir un apoyo político de mayor entidad que ayude a reforzar el proyecto revo-lucionario.

Las coordenadas de la lucha ideológica

El panorama, hasta ahora analizado, plantea serios retos a un pro-yecto revolucionario, que no se deben subestimar.

El sistema de dominación sostiene su hegemonía sobre la base de la utilización de dos fuerzas políticas que se turnan complementariamente en el gobierno en función del desarrollo de la conciencia de las masas. Cuando existe paz social, se recurre al gobierno del PP; y, cuando hay inquietud social, se coloca al PSOE en el poder y se desactivan los movimientos emergentes. Este fue el caso con la movilización contra la guerra de Irak, donde la socialdemocracia se colocaba a la cabeza de las manifestaciones, y, luego, en el gobierno de estos últimos cuatro años, se pliega a las estrategias imperialistas, sin que se produzca una respuesta importante en la calle.

Esta endiablada estrategia coloca a la izquierda revolucionaria en la necesidad de explicar permanentemente que cuando ataca a la socialde-mocracia no la identifica “al cien por cien” con la derecha neofranquista. Una situación difícil por la capacidad de penetración que tiene el pensa-miento de la socialdemocracia en sectores populares y obreros en la fase actual.

Mientras tanto, la oligarquía continúa con una paz social que le per-mite desarrollar sus acciones más violentas sin contestación.

El reformismo no hace más que reforzar la estrategia cómplice de la socialdemocracia, manteniendo cautiva a una parte de la base social que objetivamente estaría implicada en una estrategia anticapitalista conse-cuente si no fuera víctima de este engaño.

El comunismo español se recupera con el proyecto del PCPE, pero aún tiene que lidiar con el lastre dejado por la quiebra de la organización

histórica, que es apuntalada una y otra vez por los aparatos del poder en sus prolongados estertores agónicos.

El PCPE tiene que dar un combate radical contra toda la heren-cia de deslealtades, zancadillas y malas maneras que se generaron en las filas comunistas durante décadas de abandono de la concep-ción leninista del partido y de los mecanismos de la democracia interna revolucionaria. Construir una nueva cultura política revolucio-naria, sustentada en la filosofía que nos rige e identificada con los valores más positivos de la lucha heroica del comunismo español es un objetivo central del proyecto del PCPE.

Por tanto, necesitaremos, hacia el exterior, una posición de confron-tación y denuncia de la socialdemocracia, y del reformismo, al tiempo que nos ganamos a las masas para las posiciones revolucionarias, sin prepotencias y sectarismos que nos impidan trabajar con una gran diver-sidad de colectivos y sujetos sociales que constituyen hoy lo más incon-formista de la sociedad.

Eso es más fácil escribirlo que hacerlo. Pero, en la próxima etapa, si el capitalismo español puede llegar a tener una inquietud, ésa será la del reforzamiento del proyecto del PCPE en las líneas arriba indicadas.

En esa lucha ideológica no estará ausente el tema nacional, por mucho que en el Parlamento la situación sea de consensos y acuerdos. El diá-logo con la izquierda abertzale, la búsqueda de acuerdos para unificar la lucha por los derechos nacionales, con el ejercicio del derecho de autodetermina-ción, y la continuación del proceso de masas hacia la república de carácter confederal serán elementos prin-cipales en la confrontación con el actual sistema de dominación, que tiene en la monarquía un elemento esencial de su hegemonía, y que, en estas elecciones, ha salido bien parada frente a la contestación que tuvo en el año anterior a las elecciones.

necesitaremos, hacia el exterior, una posición de confrontación y denuncia de la socialdemocracia, y del reformismo, al tiempo que nos ganamos a las masas para las posiciones revolucionarias, sin

prepotencias y sectarismos que nos impidan trabajar con una gran diversidad

de colectivos y sujetos sociales

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Dónde está el capitalismo español hoy, y por dónde caminará en el próximo futuro

Para un destacamento revolucionario, lo importante no es tan solo levantar acta de lo que ocurre analizándolo con las categorías de nuestro pensamiento ideológico, sino que, aún más importante que ello, es diag-nosticar por dónde evolucionará la situación, cuáles son las contradiccio-nes en presencia y por dónde se desarrollarán.

La contradicción capital-trabajo se expresa, en la actual España monárquica –gestionada por la socialdemocracia liberal para beneficio de

una oligarquía cada vez más reducida día a día–, en la exis-tencia de una inmensa masa de trabajadores y trabajado-ras con su vida esclavizada para dedicarla por entero a

propiciar el proceso de acumulación capitalista de esa oligarquía.

El elemento amortiguador de esa contradicción principal son unas clases medias –cada día más reducidas y más endeudadas–, que tienen sus intereses divididos entre la oligarquía y su condición de clase asalariada en buen medida; así como el consumismo basado en la masiva oferta de una gran cantidad de productos de consumo –cada día de peor calidad– que generan el espejismo de una riqueza distributiva circulante entre los sec-tores populares.

El mantenimiento del modelo patriarcal en las intrarrelaciones sociales introduce elementos de sumisión ligados a la estructura familiar y la represión y sublimación de las relaciones sexuales. Así, en el interior de los hogares, se reproducen con una altísima eficacia ele-mentos sustanciales de la reproducción de la ideología dominante.

Los elementos de la violencia se amplían y diversifican con enorme profusión. Cuerpos represivos de todo tipo, aparato judicial integrado políticamente en la dominación, videovigilancia, control absoluto de las comunicaciones y el ejército mercenario como último garante del poder, constituyen una red de poder absoluto que ejerce el control y la represión necesaria a la dictadura del capital.

Ninguna de las fuerzas que han obtenido escaños en las pasadas elec-ciones cuestiona este orden de cosas, ni tan siquiera los dos correspon-dientes a IU.

En una fase de desactivación económica, el capitalismo español recurrirá a todos sus instrumentos de violencia para continuar, en con-diciones más difíciles, con el proceso de acumulación de capital. Esta no será la última crisis del capitalismo español, y, para resolverla, recurrirá a un nuevo desarrollo de sus mecanismos de opresión y explotación. También recurrirá, con más entu-siasmo, a participar en el expolio imperialista de otros países, intervención militar incluida. Y todo ello lo hará bajo la égida de la socialdemo-cracia liberal.

A esa línea de actuación se opondrá como fuerza principal el PCPE, y, junto a él, otras formaciones de compromiso revolucionario, con las cuales hemos de desarrollar todo tipo de mecanismos de colaboración.

En este escenario, será importante ver la actuación de la izquierda abertzale. Es necesario avanzar cuanto antes en una colaboración a nivel estatal con sus sectores más conscientes.

La resolución final de la crisis va a depender de nuestra capacidad para enfrentar las estrategias de la oligarquía, y de si somos capaces de organi-zar a sectores de la clase obrera y otros sectores populares para luchar por una salida progresista de la misma, con avances en derechos, en salarios y en condiciones de trabajo. Construyendo poder popular, plantando un combate radical a la oligarquía.

El PCPE ante la campaña electoral

En este punto es donde corresponde analizar el trabajo electoral del PCPE, para poder interpretar sus claves más allá de la mecánica que impone el sistema y de la misma interpretación de los resultados en clave de la hegemonía actual.

existencia de una inmensa masa de trabajadores y trabajadoras con su vida esclavizada para dedicarla por entero a propiciar el proceso

de acumulación capitalista

Ninguna de las fuerzas que han obtenido escaños en las pasadas elecciones cuestiona este orden de cosas, ni tan siquiera los dos

correspondientes a IU

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A la salida de las elecciones municipales del año 2007, y vista la expe-riencia de entonces, el Comité Central del partido planteó un objetivo que llamamos “PCPE 100%”. Con ello se quería indicar el objetivo de la presentación de candidaturas a las elecciones generales en la totalidad de las circunscripciones. Ello trabajaba en la dirección de la presencia del PCPE como un partido estatal y no como un partido con presencia tan sólo en algunos lugares del Estado.

Este objetivo se logró en términos políticos. Si descartamos Ceuta y Melilla, que son situaciones afectas a su contexto colonial, el partido concurrió a cuarenta y siete de las cincuenta circunscripciones electora-les; por tanto, al 94%.

La aprobación de un programa electoral por parte del Comité Cen-tral, y la elaboración de materiales centralizados, fueron elementos deci-sivos para dar forma al objetivo planteado.

Así, la preparación de la campaña electoral fue un objetivo premedi-tado y trabajado por la dirección como un elemento más en el proceso de desarrollo del partido. En ningún momento el trabajo estuvo condicio-nado por planteamientos electoralistas ajenos al objetivo político.

Algunos debates planteados en el Comité Central en ese proceso de preparación de las elecciones se resolvieron siempre con un alto grado de acuerdo interno de la dirección.

Al conjunto de las organizaciones del partido se les pidió un alto esfuerzo militante para conseguir el objetivo planteado y, en términos generales, este compromiso se asumió con un alto sentido revolucionario.

Una interpretación de la campaña electoral del partido y de sus resultados

La campaña electoral del PCPE se caracterizó por un serio esfuerzo militante, por el agotamiento de los materiales editados y por la implica-ción del activo más comprometido del partido a lo largo de la campaña. Ha sido una campaña de militantes.

Pero hay que señalar algunos elementos cualitativos importantes en este trabajo. El discurso del partido en campaña electoral no se modera,

sigue siendo igual de combativo que siempre, pero se acerca cada vez más a la conciencia del pueblo y de la clase.

Hoy, el discurso se apoya en la ideología para facilitar una explicación rigurosa de los mecanismos de opresión y explotación del capitalismo español. De las categorías clasistas se pasa a las hipotecas, a la carestía de la vida, a la precarización del empleo juvenil o a las políticas de guerra y expolio del gobierno.

Este avance en el trabajo político de la militancia es un elemento fun-damental para que avancemos hacia las posiciones que nos permitan ganar la conciencia de la clase. Hoy no es posible “descafeinar” el discurso con el pretexto de acercarnos a los sectores que no tienen conciencia. El tra-bajo consiste en hacer de la ideología una herramienta válida para ganar a sectores amplios del pueblo que deben entender que en el capitalismo no tienen ninguna esperanza de mejorar sus condiciones de vida, y que siempre serán prisioneros y prisioneras de los mecanismos de acu-mulación de capital.

Los numerosos actos organizados, el amplio trabajo de propaganda, la utilización cada vez más masiva de los medios electrónicos de comu-nicación han permitido que las propuestas del partido se divulguen de manera amplia.

El PCPE ha transmitido imagen de partido estatal, de formación política que tiene una propuesta para cambiar el sistema, y para ejercer el poder. En este trabajo también se ha realizado una explicación sobre nuestra política de alianzas y de unidad comunista.

Los resultados, en términos numéricos, expresan el avance de estas posiciones, y expresan también que la recuperación comunista en España está en una fase de inicio y que le queda mucho trabajo por delante.

Una subida porcentual importante mantiene al PCPE, todavía, en una cifra reducida de votos.

Pero ello nos ofrece elementos importantes de valoración que nos facilitan claves para nuestro futuro político.

La subida de votos se sustenta, básicamente, en la ampliación de nuestra presencia electoral, que nos permite pasar de un 0,05% de votos a un 0,08%.

Propuesta Comunista nº 5220 Carmelo Suárez Elecciones Generales 9M 21

Pero, dentro de esta modestia, destacan algunos elementos impor-tantes. Por ejemplo, la subida al doble de votos en Barcelona (de 1.534 a 3.262), e, igualmente, porcentajes más altos que la media en Álava (0,15%), Cádiz (0,12%), Vizcaya (0,12%), entre otras. Parece que pode-mos deducir que ciertas zonas obreras y/o con tradición comunista hacen un reconocimiento mejor de la propuesta del partido. En algunos casos, se producen bajadas, como es el caso de Las Palmas y País Valenciá, a pesar del trabajo de las organizaciones del partido. En algunos casos, no resistimos el empuje del voto útil o tenemos que analizar otras cuestiones sobre nuestro trabajo.

Pero resulta muy significativo el resultado al Senado, donde el voto útil no funciona de la misma manera. Hay personas que hacen “voto útil” al Congreso y, luego, al Senado, lo hacen por su propia opción. Así, tenemos resultados tan evidentes en este sentido como los 827 votos de Álava, que triplican los votos al Congreso en esa provincia, o los 5.477 de Barce-lona, que superan en 2.215 a los obtenidos al Congreso, y, más llamativo si cabe, los 3.467 de Ourense, que multiplican por casi quince veces los obtenidos al Congreso (3.467 frente a 229).

En total, el PCPE obtiene 35.905 votos al Senado, contando tan sólo los votos de la candidatura al Senado más votada en cada provincia. En este caso, se cometió el error de no presentar candidaturas al Senado en las provincias andaluzas, pues, en ese caso, dicha cifra podría situarse en el rango de los 50.000 votos.

Estos datos tienen la virtud de poner de manifiesto la potencialidad del voto comunista hoy, concentrado en el PCPE, más allá de la dinámica del voto útil.

Estas cifras llevan a la conclusión de que es necesario cambiar la subje-tividad del electorado comunista para que asuma sin complejos su propia opción. Y el cambio de esa subjetividad con toda seguridad no está tanto ligado a un proceso electoral como al desarrollo del proyecto del partido y al cambio de la dinámica de lucha de la clase y de los sectores populares. Todos esos factores operan para cambiar esa subjetividad, y necesitan un desarrollo temporal que no podemos soslayar.

Seguramente, próximas citas electorales serán más propicias para el cambio de esa subjetividad.

Pero también hay que advertir que el PCPE no puede ser una orga-nización que fije sus objetivos políticos y de desarrollo de elección en elección. El desarrollo del proyecto está determinado, por encima de todo, por la lucha diaria y por la organización de la clase obrera y los sectores populares. En ello es donde tenemos que centrar nuestros esfuerzos. Y luego, en las elecciones, progresivamente iremos obte-niendo resultados.

Los emplazamientos para el próximo futuro

La derrota de la hegemonía consolidada a través de la operación denominada “transición democrática” es el objetivo táctico del PCPE en estos momentos. La ruptura democrática que no fue posible, entre otras cosas, por la traición del reformismo a la clase obrera y los sectores populares, sigue siendo un tema pendiente.

Dar forma al bloque social y político que articule los intereses de las mayorías es un objetivo central en esta etapa.

Ese bloque social se articulará en torno al fortalecimiento del partido comunista, a la unidad del sindicalismo de clase y a la lucha por la tercera república. Es decir, un amplio movimiento de masas confrontado con los consensos de la transición.

Al mismo tiempo, un programa básico de transformación de la reali-dad, en el aquí y ahora, debe ser la propuesta que permita articular a los más diversos sujetos políticos y sociales.

Conscientes de que el capitalismo español, para tratar de mantenerse como sistema, no tiene otra opción que aumentar su grado de violencia contra las mayorías, debemos aprestarnos al combate consecuentemente. Para esa dura batalla que se nos presenta por delante, el desarrollo y fortalecimiento del partido comunista será una cuestión central. Y ese trabajo hay que realizarlo en elecciones y fuera de ellas. Hay que reali-zarlo todos los días, con inteligencia, tesón y voluntad de ganar la conciencia de las masas.

Esa es la principal conclusión de estas elecciones generales del 9M.

Leopoldo del Prado Unión Europea 23

LA UNION EUROPEA, ¿EL PAÍS DE LAS MARAVILLAS?

Leopoldo del PradoMiembro del CC del PCPE

Este trabajo se deriva de nuestra participación en las tareas de la XIV Conferencia Internacional del Centro de Estudios Europeos de Cuba, celebrada en La Habana del 27 al 30 de noviembre pasado, y en el que pretendemos situar nuestra ponen-cia en el contexto en que se desarrollaban ésta y las anteriores conferencias, que ya habíamos reflejado en el artículo de Unidad y Lucha de enero pasado, y completado con el último trascenden-tal hecho de la secesión forzada de Kosovo y su reconocimiento por la mayoría de los países integrantes de la Unión Europea.

Introducción

Cuando nos planteamos que la Fundación Obrera de Investigación y Cultura hiciese su presentación pública internacional, ni el marco podía ser mejor -aprovechar el XIV Encuentro Internacional organizado por el Centro de Estudios Europeos de Cuba- ni tampoco los temas -el proceso de construcción de lo que nosotros definimos como polo imperialista europeo y sus relaciones con los otros polos imperialistas, con el antiguo campo socialista, en especial Rusia, y con el denominado tercer mundo, tanto por su trascendencia, como por constituir uno de los elementos de confrontación en Europa entre las posiciones clasistas, transformadoras y revolucionarias y las posiciones socialdemócratas de toda laya, incluida la que para nosotros representa el Partido de la Izquierda Europea.

Propuesta Comunista nº 5224 Leopoldo del Prado Unión Europea 25

Y el momento en que se encontraba ese proceso también era significa-tivo; después de la parálisis temporal sufrida tras el inesperado resultado del referéndum francés, seguido casi de inmediato por el neerlandés -que dejó a la intemperie la miserable campaña “institucional” realizada en España por el gobierno y su “leal” oposición para intentar un resultado a la antigua usanza (me resisto a utilizar la expresión “a la búlgara” cuando la utilizan los turiferarios de los aliñados referéndums de Franco), y que culminó con una abstención casi norteamericana-, el relanzamiento por Alemania del proceso que culminó, precisamente en las fechas en que tenía lugar el encuentro, con los acuerdos de Lisboa, que implementan los elementos más negativos para los intereses obreros y populares de la fallida constitución.

Es viejo el aforismo, ampliamente utilizado por Goebbels, en Alema-nia, y por Fraga, en España, de que una mentira repetida cien mil veces se convierte en una verdad indiscutida para la mayoría de una población, se ha venido utilizando por los distintos sujetos activos partidarios de ese proceso de integración para convertir, lo que para nosotros no es más que el proceso de reconstrucción del capitalismo transnacional europeo, en la panacea que ha venido, de un lado, a dar cohesión al viejo continente, y, de otro, a traer la “era de paz” más prolongada que se conoce en la historia escrita europea.

Dado que la posición de muchos ponentes europeos a lo largo de los encuentros, casi todos vinculados a las diversas opciones de la anti-gua socialdemocracia, venía machaconamente insistiendo en esa visión benéfica de la Unión Europea (antes Comunidad Económica Europea o Mercado Común Europeo), que sitúan el inicio de su concepción, tras finalizar la Segunda Guerra Mundial, en el anhelo de unos cuantos pro-hombres, desde Monet a Schumann y desde De Gasperi a Adenauer, para erradicar del suelo europeo el fantasma de la guerra, era preciso situar, de forma rigurosamente histórica, tanto la filosofía que dio lugar a su naci-miento como la que la ha seguido sustentando hasta el día de hoy, y que no es otra que la recomposición de los maltrechos capitalistas europeos tras la primera y, luego, más aceleradamente, tras la segunda conflagración europea y frente a la hegemonía que tras la guerra de 1914, y sobre todo tras la gran recesión y la implementación del Plan Marshall en la segunda postguerra, en la confianza de que otro viejo aforismo podíamos aplicar

a la situación: se puede mantener engañada a una gran mayoría durante algún tiempo y a una minoría durante mucho tiempo, pero es imposible mantener engañada a una gran mayoría durante mucho tiempo; y ello porque la realidad es más tozuda que las consignas.

Y por eso el objetivo de la ponencia que presentamos era situar el proceso en su contexto histórico, haciendo siquiera una referencia sucinta a sus antecedentes lejanos y también a los inmediatos, para luego entrar en el análisis de las características a nuestro juicio más dañinas del pro-ceso y su concreción para los intereses de los trabajadores y los pueblos europeos.

Treinta y siete ponencias fueron presentadas por participantes no cubanos y 25 por profesores, investigadores y académicos cubanos, y, específicamente referidas a los aspectos institucionales y sociales de la Unión Europea, 20 de ellas, casi una tercera parte, distribuidas en dos paneles, temas en el que la presencia de muchos de los portavoces de las posiciones socialdemócratas, repitiendo machaconamente el espacio de paz que según ellos se había conseguido crear, y eludiendo los problemas que la propia Unión había generado en los Balcanes, propiciando, cuando no incitando, el conflicto armado, con el objetivo declarado de desinte-grar a la antigua Yugoslavia.

El intento de esconder la realidad de los verdaderos motivos y tam-bién los objetivos del proceso de “integración” tras los nobles ideales de la paz y el derecho internacional fue denunciado por las intervenciones, no sólo de los investigadores y ponentes cubanos, sino también por varios participantes europeos, griegos, belgas, chipriotas, checos y lógicamente, por nosotros, resaltando no sólo el papel aún subordinado en política de defensa y exterior con respecto a Estado Unidos, que ha llevado tropas de los países de la Unión no sólo a la antigua Yugoslavia, sino a Asia (Afga-nistán, Irak, Líbano,…), África (Tchad, Somalia, Sudán,…) e, incluso, América Latina (Haití), bajo diversas coberturas legales, paralegales o francamente ilegales, como en el caso irakí.

Se resaltó también el carácter subordinado del conjunto de países de la Unión, unos en mayor grado que otros, a los designios de Estados Unidos, sobre todo en materia militar y de seguridad, desde Afganistán a Irak, pasando por los Balcanes.

Propuesta Comunista nº 5226 Leopoldo del Prado Unión Europea 27

El texto de nuestra ponencia, que se presentó bajo el título “La fallida Constitución Europea y el nuevo Tratado de Lisboa, un paso más en la integración del capitalismo europeo”, es el que sigue:

I.- El proceso de integración europea hasta la aprobación del proyecto de Tratado sobre la Constitución Europea

El denominado proceso de integración de los países europeos en una especie de proyecto común ha ido dando pasos desde el final de la Segunda Guerra Mundial tanto en su vertiente económica como en la más puramente política, siendo sus hitos más significativos, en el primer aspecto, la formación del Benelux, la constitución de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA) y los Tratados de Roma, que dieron lugar al nacimiento de la Comunidad Económica Europea (CEE) y el Euroatom.

Los inicios de la construcción del Benelux se fijan en 1922 con la firma del acuerdo que da lugar a la Unión Económica Belgo-Luxem-burguesa, seguida, en octubre de 1943, en plena conflagración y con sus países ocupados, por el acuerdo entre Holanda y la UEBL, denominado Convención Monetaria, completado en septiembre de 1944 por un tra-tado sobre unión aduanera. Estos acuerdos entraron en vigor, con el nombre de Convención del Benelux, el 1 de enero de 1948.

En ellos se fijaban 4 etapas: la primera, la unión aduanera; la segunda, ya a finales de 1948, establecía la supresión progresiva de las restriccio-nes cuantitativas y el control de cambios; la tercera, desde 1951, esta-blecía la libertad de circulación de los factores de producción (capital y trabajo); y la cuarta, la Unión Económica, acordada en el Tratado de la Haya, en 1958, ya firmado el de Roma, y con fecha de entrada en vigor en 1960, y que suponía la libertad total de circulación de personas, bienes y servicios.

Paralelamente, se establecía una serie de instituciones que garantiza-ban la efectividad de los acuerdos, su interpretación, etc: el Consejo de la Unión Económica, un Comité de Ministros, el Consejo Interparlamen-tario y el Consejo Económico y Social.

Nos hemos extendido en esta institución ya que, como puede verse, marca el camino que ha seguido luego el proceso de integración iniciado con el Tratado de Roma y culminado con la creación de la Unión Euro-pea.

El 19 de marzo de 1951 se firma el Tratado de París, que da lugar al nacimiento de un nuevo órgano de integración -esta vez, sectorial, y que abarca a la industria siderúrgica-, que engloba a los tres miembros del Benelux (Holanda, Bélgica y Luxemburgo) y, además, a Francia, Alema-nia e Italia.

Por último, en Roma, se firman, el 25 de marzo de 1957, los tratados constitutivos de la Comunidad Económica Europea y el Euroatom. Los firmantes son los mismos que habían constituido la CECA el año 1951.

Es de este primer Tratado del que se ha derivado el proceso que, pasando fundamentalmente por los de Maastricht y Niza, concluyen con los dos proyectos de tratados constitucionales, el rechazado por franceses y holandeses, y el actual, acordado en Lisboa el pasado 19 de octubre.

El objetivo primero es la creación de un gran mercado sometido a unas mismas reglas de funcionamiento, y, por ello, la creación de ins-tituciones que deben ir adquiriendo funciones cuasi legislativas y de obligado cumplimiento para los países integrantes (aún permitiendo cláusulas de salvaguardia o retardos en la entrada en vigor), es decir, ini-ciando el trayecto que llevará a la pérdida de poder de decisión y control por parte de los parlamentos nacionales (y, por supuesto, mucho más de los ciudadanos) y el pase de esas facultades a organismos comunitarios no sujetos a control popular.

El proceso ha hecho que se pase de los seis países miembros iniciales a los 27 actuales, creando el mercado unificado más amplio del mundo capitalista, tanto en población como en producción de mercancías.

Este proceso se ha ido dotando de instituciones dirigentes, casi reproducción de las del Benelux, y que básicamente son el Consejo de Ministros, la Presidencia, la Comisión y el Parlamento.

Propuesta Comunista nº 5228 Leopoldo del Prado Unión Europea 29

II.- El proyecto de Constitución Europea, un ejemplo del ejercicio antidemocrático de la oligarquía imperialista euro-peaTras el Tratado de Niza, el avance de los procesos de integración

económica, la capacidad legislativa supranacional de la Comisión y del Consejo y la ampliación del número de miembros imponía la articulación de toda una serie de medidas que, al suponer la oficialización total de la pérdida de soberanía de los países miembros, sobre todo en materia eco-nómica, se decidió adoptase la fórmula de una Constitución Europea, cuyo proyecto, confirmando una vez más el modelo antidemocrático que, pese a todo, preña el proceso, es encargado a un centenar de “perso-nalidades” o “notables”, entre los que se encuentran los representantes del capital oligárquico europeo, encabezados por el expresidente francés Valery Giscard D’Estaing.

Ese borrador, una vez discutido por la Comisión y aprobado por el Consejo, es sometido a la aprobación de los países miembros, la mayoría de los cuales optan por hacerlo ratificar por los Parlamentos, impidiendo o evitando la consulta directa a la población.

Otros, por imperativo de sus legislaciones nacionales o por la corre-lación de las fuerzas políticas en su interior, decidieron someterlo a referéndum, y ahí aparecieron los problemas. A las dudas que suscitaba el resultado en el Reino Unido se unieron los resultados de Francia y Holanda, que claramente rechazaron el proyecto, y la incertidumbre de Dinamarca, con lo que economías y países de peso dentro del conjunto se quedaban fuera del proceso, lo que lo hacía inviable.

III.- Los elementos cardinales del proyecto lo reafirman como la pieza clave en la cohesión del bloque imperialista europeo

a) Liquidación de parte de los elementos básicos de la democracia formal. El poder de los órganos no electos sobre los órganos de repre-sentación formal en las cuestiones fundamentales

La estructura de poder diseñada para la Unión Europea es un ata-que mortal al principio de soberanía popular. Sin alterar en lo esencial el modelo que regía hasta ahora, con el reparto de funciones entre el

Parlamento Europeo, el Consejo Europeo, el Consejo de Ministros y la Comisión Europea, los ciudadanos de Europa, que pasan a ser poseedo-res de una doble nacionalidad, la estatal y la de la Unión, podrán elegir por sufragio universal a los miembros del Parlamente Europeo, cuyas funciones, las más de las veces, son de órgano consultivo y que debe compartir las capacidades legislativa y presupuestaria con el Consejo de Ministros (ya no les es necesaria la división de poderes). La soberanía sobre los órganos decisorios (Consejo y Comisión) ya no la ejercen los pueblos, sino los gobiernos.

El derecho adoptado por las instituciones de la Unión prevalece sobre el de los estados miembros (I-10).

El derecho de autodeterminación de los pueblos sin estado que exis-ten dentro del ámbito de los países que integran la comunidad, no sólo no se nombra, sino que se prohíbe expresamente al garantizar la Unión la integridad territorial de los Estados miembros (I-5).

b) El neoliberalismo como pieza clave del funcionamiento de la eco-nomía en el ámbito comunitario

Consagrando, con el nombre de economía social de mercado alta-mente competitiva, el modelo neoliberal del imperialismo europeo, basado, por encima de todo y sin cortapisas, en la libre circulación de bienes, servicios, capitales y personas (éstas, con alguna restricción tem-poral o sectorial).

Para desarrollar sin problemas dicho modelo, la Unión se reserva para su exclusiva competencia lo relativo a la política monetaria de los que adoptaron el euro, la política comercial común, la unión aduanera,… y comparte con los estados miembros competencias en materia de mer-cados internos, libertad, seguridad y justicia, agricultura y pesca, trans-portes y redes transeuropeas, energía, política social, medio ambiente y seguridad en materia de salud pública, entre otras.

En definitiva, el control financiero, comercial y de fronteras, cuyo valor estratégico es obvio, queda fuera del margen de maniobra de los estados miembros.

Propuesta Comunista nº 5230 Leopoldo del Prado Unión Europea 31

c) La nueva denominación de los servicios públicos como “servicios económicos de interés general” y sus fórmulas de ejecución, un paso decisivo para la privatización generalizada de cuanto pueda producir beneficio

En su art. II-36 se consignaba que “La Unión reconoce y respeta el acceso a los servicios de interés económico general” (¡¡faltaría más!!).

El problema o peligro surge cuando se concretan esos servicios eco-nómicos de interés general: son la salud, la educación, las prestaciones sociales,…

Y, mientras que en los temas económicos o policiales las normas son imperativas, aquí se dan normas generales, de imposible exigencia legal y remitiendo continuamente a lo que dispongan, aquí sí, los estados nacio-nales.

d) La integración de los espacios policial y judicial, elementos clave de la represión de la contestación alternativa. La definición común de terro-rismo, un ejemplo de las posibilidades de represión de la lucha obrera y popular

La euroorden, la europol, el espacio judicial europeo, todos estos temas abren brecha en lo que era un terreno exclusivo de los estados nacionales (el ejercicio del poder de represión), poniendo en riesgo derechos tradicio-nales, como el derecho al juez propio, el control desde la legalidad nacional de las decisiones de jueces basado en normas de otro estado, etc.

e) La creación de una fuerza militar europea, primer paso para garanti-zar la “seguridad y continuidad” del proyecto imperialista

El art. I-15 fijaba que la competencia de la Unión en materia de política exterior y de seguridad común abarcaría todos los ámbitos de la política exterior y todas las cuestiones relativas a la seguridad de la Unión.

Así como muchas constituciones nacionales otorgaban un papel fun-damental a los parlamentos nacionales a la hora de definir, aprobar y resol-ver sobre estas materias, en el ámbito de la Unión, la obligación respecto al Parlamente Europeo se reduce a que “se consultará periódicamente al Parlamento sobre los aspectos principales y opciones fundamentales de la política exterior y de seguridad común, y se le mantendrá informado de la evolución de la misma (I-39).

Y aquí se es terminante: “la política de seguridad y defensa forma parte integrante de la política exterior y de seguridad común. Ofrecerá a la Unión una capacidad operativa basada en medios civiles y militares. La Unión podrá recurrir a dichos medios en misiones fuera de la Unión” (I-40). Ya tenemos el instrumento de intervención, dentro y fuera, que permita imponer por la fuerza los intereses de la oligarquía europea.

Y se introduce una “cláusula de solidaridad” que no hace referencia, por supuesto, a la solidaridad de unos pueblos con otros, sino que va dirigida a “prevenir el riesgo de terrorismo en el territorio de los estados miembros”, o a “proteger a las instituciones democráticas y a la pobla-ción civil de ataques terroristas”.

Esto justificaría intervenciones como las de Kosovo, Afganistán o cualquier otra.

IV.- La política refrendaria, punto débil para la imposición del Tratado: el rechazo de Francia y Holanda

Ante la idea, transmitida por gobiernos como el francés y el holan-dés, convencidos de poder manipular a sus opiniones públicas, práctica habitual de las democracias formales europeas, y precisamente para que sirviesen de acicate al más que previsible escollo que suponía el rechazo de una parte de la población del Reino Unido (y la existencia, dentro de los dos grandes partidos, conservador y laborista, de fracciones signifi-cativas reacias al proceso), se convocaron referéndums en varios países, incluida España, y se iniciaron campañas de intoxicación en las que se hurtó el debate sobre los contenidos concretos del texto y sus previsibles consecuencias, recurriendo a toda clase de tópicos.

Pero, pese a todo, y contando con el respaldo de las formaciones políticas que supuestamente representaban en las instituciones parla-mentarias a más del 85% de los votantes, en los dos países citados una mayoría de votantes dijo no, haciendo entrar en crisis todo el proyecto, ya que esos resultados hacían más que segura la negativa de los ingleses, y la más que probable de los daneses, y podría alimentar las posibilidades de los que, en otros países, reclamaban una consulta popular.

Propuesta Comunista nº 5232 Leopoldo del Prado Unión Europea 33

Durante casi dos años, los dirigentes del proyecto imperialista no tuvieron capacidad de reacción, pero, encabezados por Alemania, retomaron el proyecto, pero, eso sí, intentando, por todos los medios, presentar las reformas de tal modo que formalmente no fuese necesario refrendarlo por prácticamente ningún pueblo de los afectados, y, muy especialmente, por los que ya se habían pronunciado de forma negativa sobre el tratado.

V.- Una nueva estrategia para conseguir lo mismo

El nuevo tratado de Lisboa es, por su forma, una burla a la soberanía popular, y, por su contenido, incorpora los elementos más perniciosos del proyecto de Constitución a la normativa europea.

Refuerza la militarización de la Unión Europea, institucionalizando su derecho a intervenir política y militarmente en el mundo entero con sus fuerzas de reacción rápida.

Asume el dogma yanki de la guerra preventiva, y, al articularlo, en relación con la “cláusula de solidaridad”, da apariencia de buen dere-cho a los actos de intervención que los órganos de la Unión Europea, no sometidos a control popular directo ni indirecto alguno, decidan en orden a intervenir militar y políticamente en los asuntos internos de los estados miembros, incluso sin que medie petición de sus instituciones, siempre que se encubra bajo el pretexto de luchar contra las “amenazas terroristas” o el terrorismo.

Profundiza en el recorte de la soberanía nacional de los estados miembros y consagra la supremacía del derecho comunitario sobre los derechos nacionales.

Deroga, a favor de los estados más fuertes, el derecho de veto en el conjunto de las decisiones de la Unión Europea, en particular en los terrenos de cooperación policial y judicial, en materia penal y en el terreno de la protección social y la seguridad.

Incrementa, en consecuencia, el peso de los organismos de represión y coerción, y el control de las fronteras a través del Frontex.

Recorta, en la práctica, los derechos individuales y las libertades ciu-dadanas, institucionaliza la vigilancia sin control, las fichas en que se pue-den incluir datos ideológicos y filosóficos, el control de la acción política y sindical de los trabajadores, incluyendo algunas formas de lucha social dentro de la definición de terrorismo, y el trasvase de información entre todos los organismos de represión del conjunto de los países imperia-listas.

Y, por último, la decisión de la cumbre de “reforzar la dimensión exterior de la Unión Europea”, en el marco de la “estrategia de Lisboa”, significa y esconde un ataque de envergadura a los derechos laborales, sociales y de seguridad social, para proteger los beneficios de los mono-polios europeos, facilitándoles un marco más cercano al de EEUU.

Los primeros frutos de ese nuevo impulso no han tardado en reco-gerse: hace escasamente días, violando las normas de ese derecho interna-cional (cuya supuesta defensa está inscrita en el frontispicio de la Unión) y también la letra y el espíritu de la resolución del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas que “justificaba” la presencia de tropas extranje-ras en Kosovo, dejando claro la salvaguardia de la integridad territorial de Serbia, gran parte de los mandatarios de los países de la Unión Europea, desde los más alineados con los norteamericanos, ingleses y alemanes, a los franceses, con el giro provocado por la nueva política exterior de Sarkozy, y los italianos, con el excomunista D’Alema como Ministro de Exteriores, han reconocido la independencia de Kosovo.

La cuestión es más grave aún ya que, pese a que el gran impulsor de la secesión de Kosovo haya sido Estados Unidos, es la Unión Europea la que ha cargado con la tarea de montar el aparato del artificial “nuevo estado”, enviando más de dos mil funcionarios “civiles”, desde jueces a administradores municipales, y arrimando 500 millones de euros (casi cien mil millones de pesetas) para sostener su artificial estructura.

Atenas, 14 y 15 de marzo de 2008 35

Encuentro “El nuevo tratado, losacontecimientos en la UE y las luchas populares”

Atenas, 14 y 15 de marzo de 2008

LOS PARTIDOS COMUNISTAS Y OBREROS DE EUROPA ESTAMOS OBLIGADOS A AVANZAR EN UN PROCESO DE UNIDAD DE ACCIÓN

Contribución del PCPE,presentada por Raúl Martínez,miembro del Comité Ejecutivo

Estimados camaradas:

En primer lugar, en nombre del Comité Central del Partido Comu-nista de los Pueblos de España, quiero saludar esta nueva iniciativa del KKE, que ha hecho posible, una vez más, el encuentro de nuestros partidos para intercambiar puntos de vista y coordinar estrategias que permitan el avance de la clase obrera y los sectores populares de nuestros países. Sin lugar a dudas, este Encuentro enriquecerá nuestro análisis y nuestra práctica política ante los difíciles retos que tenemos por delante.

Para el PCPE, el Tratado acordado en Lisboa constituye un ataque mortal y una burla a la soberanía popular. Las oligarquías europeas, al haber fracasado en la imposición de la llamada “Constitución Europea”, tratan de hacer avanzar nuevamente su estructura de dominación. Las clases dominantes, tras la derrota sufrida en los referéndums francés y holandés, tardaron casi dos años en recomponer su estrategia de adecuar

Propuesta Comunista nº 5236 Atenas, 14 y 15 de marzo de 2008 37

las superestructuras de la Unión Europea para responder a las crecientes dificultades que encuentran en el proceso de reproducción ampliada del capital. Su objetivo continúa siendo el mismo: avanzar en la consolida-ción de un polo imperialista europeo configurando a la UE como bloque económico, político y militar capaz de competir con el resto de polos imperialistas, principalmente con Estados Unidos.

El Tratado de Reforma incorpora al ordenamiento jurídico de la UE los elementos más perniciosos de la llamada “Constitución Europea”, en síntesis:

a) Prosigue la liquidación de elementos básicos de la democracia formal –burguesa–, otorgando competencias esenciales a órganos no electos por sufragio universal. Recorta, en la práctica, los derechos indi-viduales y las libertades públicas, institucionalizando una vigilancia sin límites a las personas, lo que incluye fichas con datos ideológicos, políti-cos y filosóficos de los ciudadanos y ciudadanas.

b) Consagra el neoliberalismo como política económica oficial del mercado europeo, en contra de los intereses de la clase obrera y de las mayorías populares de nuestros respectivos países.

c) Devalúa los derechos sociales y los servicios públicos –servicios económicos de interés general–, abriendo las puertas a la privatización de servicios sociales esenciales, como la sanidad o la educación, entre-gando nuevos espacios a la acumulación de capital.

d) Profundiza en la integración policial y judicial, elementos clave en la represión de toda contestación obrera y popular a sus políticas. El con-trol de la acción política y sindical de los trabajadores y el intercambio de informaciones policiales y de inteligencia será generalizado.

e) Continúa la preocupante militarización de la Unión Europea a la vez que se mantiene una colaboración activa con las agresiones imperia-listas de la OTAN y EEUU. Se asume el dogma de la “guerra preventiva” y se institucionaliza el derecho a intervenir política y militarmente en cualquier lugar del mundo a través de las llamadas “fuerzas de reacción rápida”.

f) Y, por último, la decisión de la cumbre de “reforzar la dimensión exterior de la Unión Europea”, en el marco de la “Estrategia de Lisboa”, significa y esconde un ataque de envergadura contra los derechos labo-rales, sociales y de seguridad social siguiendo los intereses del capital monopolista.

La Unión Europea es el proyecto del capital monopolista, de la plu-tocracia de las principales potencias de la Europa Occidental. Pisotea la soberanía y la independencia de nuestros pueblos y dirige sus políticas al incremento de la tasa de explotación que sufre la clase obrera y a la transferencia constante de rentas del trabajo a manos de la oligarquía, tratando de compensar la tendencia decreciente de la tasa de beneficios.

Se confirma, una vez más, que el imperialismo tiende a la reacción en todos los terrenos. Para el PCPE, la Unión Europea no es reformable en un sentido progresista. Desde su origen fue una estrategia del capital monopolista dirigida contra el socialismo, dirigida contra las conquistas de la clase obrera y orientada a debilitar nuestra lucha por todos los medios a su alcance.

La utopía de una Unión Europea más social y democrática, capaz de poner freno al imperialismo estadounidense, es una ingenuidad imperdo-nable o un engaño consciente a las masas trabajadoras. Lenin tenía razón al afirmar que, desde el punto de vista de las condiciones económicas del imperialismo, los Estados Unidos de Europa, bajo el capitalismo, son imposibles o son reaccionarios. Y serán aún más reaccionarios en la medida en que se agudice la lucha de clases, en la medida en que se desarrolle la lucha de los pueblos contra la dominación imperialista, en la medida en que se acentúen las contradicciones entre los distintos polos imperialistas por el reparto de áreas de influencia para el saqueo de los recursos naturales y humanos de los países empobrecidos.

Desde nuestro punto de vista, cualquier análisis o práctica política que lleven a la colaboración con las estructuras de la UE, o a su mera aceptación, tiene consecuencias nefastas para el movimiento obrero y popular de nuestros países. Por estas razones, nuestro Partido lucha por que nuestro país abandone de forma inmediata la UE, y esa es la postura que defendemos en el movimiento obrero y popular frente a las

Propuesta Comunista nº 5238 Atenas, 14 y 15 de marzo de 2008 39

organizaciones y partidos españoles que forman parte del Partido de la Izquierda Europea. Conducir a la clase obrera y al pueblo trabajador al callejón sin salida de la UE, en base a reformas imposibles en las condi-ciones del imperialismo, es un error imperdonable.

Los niveles de movilización contra la configuración imperialista de la UE son aún insuficientes, al menos en España. Limitándose a respon-der a cumbres o reuniones concretas, sin una línea de oposición política clara, fruto del escaso peso de las posiciones comunistas y de la hegemo-nía del reformismo, tanto en su vertiente socialdemócrata como liberal.

Frenar el proceso de construcción y fortalecimiento del bloque impe-rialista europeo dependerá de la capacidad de lucha de la clase obrera y de la influencia política de los comunistas. Se hace necesario continuar incrementando la coordinación de nuestros partidos y la confrontación ideológica con las posiciones colaboracionistas que conducen al proleta-riado a la completa pérdida de su independencia de clase. Los Partidos Comunistas y Obreros de Europa estamos obligados a avanzar en un proceso de unidad de acción que se articule sobre una posición común frente al proyecto imperialista.

Los comunistas debemos ser capaces de dotar a la clase obrera de un programa propio que confronte con la UE y sus políticas antiobreras, coordinándonos para hacer avanzar las posiciones clasistas en el seno de los distintos sindicatos.

Para el PCPE, son prioritarias las siguientes líneas:

1. Confrontar contra toda política de recorte de derechos laborales y sindicales y contra las posiciones que pretenden hacer descansar la crisis económica sobre las espaldas de la clase obrera. Reivindicar la dis-minución de la jornada laboral a 35 horas, por ley y sin disminución sala-rial. Reivindicar la quinta semana de vacaciones pagadas. Luchar por la prohibición de las horas extraordinarias, no pagadas en la mayoría de los sectores laborales. Exigir la rebaja de la edad de jubilación a los 60 años. O luchar por la prohibición del tráfico de mano de obra promovido por las Empresas de Trabajo Temporal. Todas ellas son medidas orientadas a atacar la plusvalía y a colocar a la clase obrera a la ofensiva.

2. Confrontar contra el recorte de derechos sociales y contra las privatizaciones. Reivindicando la nacionalización de los sectores produc-tivos estratégicos y la reversión de las privatizaciones en la industria y los servicios.

3. Confrontar con la militarización de la Unión Europea, frente al rearme y la militarización de la economía. La exigencia del abandono de la OTAN y por el cierre de sus bases extranjeras en territorio europeo. La denuncia de los tratados militares con Estados Unidos y por el cierre de las bases imperialistas de esa potencia en suelo europeo. La petición de un Estatuto de Neutralidad que impida el uso del espacio aéreo, marí-timo o terrestre por parte de la OTAN o de las potencias imperialistas, tal y como ha sucedido en el caso de los vuelos secretos de la CIA. La lucha contra la carrera armamentista y contra el escudo antimisiles promovido por EEUU. Enfrentarse con determinación a la concepción de “guerra preventiva”, tanto a escala internacional como europea, luchando contra el envío de tropas imperialistas y contra el uso de la guerra como instru-mento de política exterior de los distintos países.

4. Confrontar con el Tratado de Schengen, contra la concepción de la Europa fortaleza y contra el control de la emigración a través del FRON-TEX. La UE, mientras saquea a los países africanos, viola su soberanía de forma reiterada con el pretexto del control de la emigración. Los comunistas debemos estar en primera línea de lucha por la exigencia de todos los derechos civiles, políticos, laborales y sindicales para todos los trabajadores inmigrantes, enfrentándonos a su utilización como “ejército industrial de reserva” para reestructurar a la baja los derechos de la clase obrera nacional, evitando con ello brotes racistas y la división de la clase obrera en función de los distintos lugares de origen.

5. Combatir el creciente anticomunismo que se instala en la UE. Los hechos sucedidos en distintos países durante los últimos años deben hacernos reflexionar. El anticomunismo, el revisionismo histórico y la dulcificación del nazi-fascismo deben ser enfrentados unitariamente y sin contemplaciones. Debemos responder de forma coordinada contra cualquier ataque a un partido hermano, contra la represión a nuestra militancia, contra cualquier agresión al movimiento obrero y sindical.

Propuesta Comunista nº 5240 Atenas, 14 y 15 de marzo de 2008 41

6. Levantar un movimiento de solidaridad con los países socialistas y con los pueblos que luchan contra el imperialismo. Debemos ser capa-ces de derrotar la posición común de la UE contra Cuba, capaces de ais-lar e impedir cualquier estrategia orientada a extender el cerco imperia-lista contra los países socialistas. A la vez, debemos denunciar la llamada política antiterrorista y exigir la derogación de la lista de organizaciones presuntamente terroristas. La inclusión de las FARC-EP (Colombia) o del FPLP (Palestina) en esa lista es una expresión concreta del creciente anticomunismo en la Unión Europea. Derogación de la legislación anti-terrorista.

En la lucha por este tipo de medidas podemos y debemos coincidir con otros sectores políticos en un Frente Amplio por la Soberanía y la Cooperación de los Pueblos de Europa. Pero, a la vez, es necesaria una presencia directa de los Partidos Comunistas y Obreros, que restablezca la causa del socialismo ante la clase obrera y el pueblo trabajador. En este sentido, es necesario plantearse el objetivo de avanzar en acciones unitarias de nuestros partidos en la UE frente al proyecto imperialista y las agresiones contra la clase obrera y sus derechos. Esas acciones uni-tarias deben tener la agilidad necesaria para que la clase obrera perciba que hay organizaciones de clase que defienden con firmeza sus intereses en el día a día.

Camaradas, esperamos que los resultados de este Encuentro con-tribuyan a avanzar en esa dirección. Para los comunistas españoles del PCPE, el socialismo es el único camino frente a la barbarie imperialista. Y a la lucha por el socialismo dedicamos nuestros mejores esfuerzos los hombres y mujeres del PCPE.

Encuentro “El nuevo tratado, losacontecimientos en la UE y las luchas populares”

Atenas, 14 y 15 de marzo de 2008

COMUNICADO FINAL DEL PC DE GRECIA

Veintitrés Partidos Comunistas y Obreros de 20 estados miembros de la UE han participado en el encuentro celebrado en Atenas el 14 y 15 de marzo de 2008 con el tema “El nuevo tratado, los acontecimientos en la UE y las luchas populares”. Varios partidos que no pudieron acu-dir enviaron mensajes de apoyo a esta iniciativa. Los participantes en el encuentro valoraron positivamente las numerosas iniciativas conjuntas, campañas, acciones y declaraciones del pasado año. Se ha señalado la importancia de multiplicar las iniciativas conjuntas y unitarias, la necesi-dad de una más estrecha coordinación en los movimientos e institucio-nes y el estímulo de vías de cooperación y más amplios frentes de lucha, respetando la soberanía de cada partido.

Los participantes intercambiaron puntos de vista acerca de los resul-tados del Encuentro de Primavera del Consejo Europeo, que preludia una intensificación de la Estrategia de Lisboa. Hicieron referencia a la “Unión Mediterránea”, cuyas consecuencias han de ser estudiadas en profundidad.

Se subrayó que el desarrollo de la CEE y, posteriormente, de la UE, es la opción de las principales potencias y del capital monopolista de Europa Occidental. La UE promueve medidas neoliberales a favor de los monopolios y de la concentración y acumulación de capital. La UE no puede representar un verdadero contrapeso a EEUU en favor del

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pueblo. Con el Tratado de Lisboa, se están dando nuevos pasos hacia la mejor configuración de la UE como un bloque imperialista económico, político y militar que va contra los intereses de los trabajadores y los pue-blos. La soberanía y la independencia de los pueblos y los estados están siendo aniquiladas. Los participantes denunciaron con firmeza la adop-ción del Tratado sin consultar a los pueblos. La secesión unilateral por parte de Kosovo de Serbia fue condenada y se expresó la preocupación por las consecuencias que pueda suponer.

En nombre de la “modernización”, de la “competitividad” y la “flexiguridad”, y para garantizar los beneficios del capital, se está intensificando el ataque contra los derechos laborales y sindicales. Las inaceptables sentencias en los casos “LAVAL” y “Viking Lines” deben ser fuertemente denunciadas por ir contra el derecho fundamental a la huelga y a las libertades sindicales. Los trabajadores están cada vez más preocupados ante el escenario que se está creando en cuanto a las relaciones laborales, los salarios, las pensiones, la seguridad social y los accidentes laborales; también preocupa que se deje en manos del gran capital la educación, los sistemas de bienestar y sanidad, la intensificación de la explotación, el crecimiento del paro y las cada vez más represivas medidas contra los inmigrantes. El pueblo está alarmado por los ataques contra los pequeños granjeros, los autónomos, los artesanos y los comer-ciantes en beneficio de los consorcios monopolísticos; por el marcado incremento de las medidas anti-democráticas, el resurgimiento y promo-ción desde el estado del anticomunismo, del racismo, de la xenofobia. Son especialmente graves las consecuencias de esto para los trabajadores de los países del este europeo que han entrado en la UE.

Los trabajadores expresan su preocupación ante la agresividad de la UE hacia los países del Mediterráneo, de Oriente Medio y de América Latina, ante la imposición de medidas contra los derechos de los traba-jadores en los países candidatos a la entrada en la UE, ante la militariza-ción de la UE y su colaboración con la OTAN y EEUU en las guerras e intervenciones imperialistas, ante la carrera armamentística, el estableci-miento del “escudo antimisiles” de EEUU y la vuelta a la posibilidad del ataque nuclear preventivo.

Los acontecimientos en la UE dan la razón a quienes se opusieron a los Tratados de Maastricht, Niza y Amsterdam. A quienes dijeron NO a la Unión Económica y Monetaria, al Tratado de Schengen, a la “Consti-tución para la UE”. Los acontecimientos dan la razón a todos aquellos que hoy siguen luchando contra la Unión Europea del gran capital, un consejo de administración de las grandes potencias neoliberales y milita-ristas. De esta manera, nuestros partidos contribuyeron, y seguirán con-tribuyendo, al fortalecimiento del desafío popular a la UE, manteniendo viva la esperanza de un futuro diferente.

Hoy día, se ha hecho visible que las políticas neoliberales están en punto muerto. No puede haber solución favorable al pueblo sin que se cuestione el Tratado de Maastricht y las “cuatro libertades” que consagra (libre circulación de capital, mercancías, servicios y mano de obra). La socialdemocracia y sus aliados, el “centro-izquierda”, también han sido puestos a examen. Los pueblos han acumulado una experiencia impor-tante; se han dado cuenta de que esas fuerzas no representan una alter-nativa para sus intereses.

Hoy se hace obligatoria la necesidad de una alternativa real de opo-sición al gran capital y al imperialismo; una alternativa que deje la puerta abierta a la ruptura con el proceso de integración capitalista europea y con una perspectiva socialista. Por medio de las importantes luchas de la clase obrera, la izquierda, las fuerzas progresistas y los movimientos antiimperialistas, aparece con más fuerza la posibilidad de una situación diferente, de una Europa de cooperación equitativa, de progreso econó-mico y social y de paz. Se recalcó que se debería intensificar la lucha en lo siguiente:

– Por un NO rotundo al Tratado de Lisboa. Apoyo a la campaña por el NO en Irlanda.

– Por el derecho de todo pueblo a decidir con plena soberanía sobre su destino y vía de desarrollo. Este derecho incluye el derecho a la salida de la Unión Económica y Monetaria, de la UE y la OTAN, así como la opción socialista.

– Contra la nueva ampliación y la expansión de la OTAN. Por la reti-rada de todas las bases militares de EEUU y la OTAN y la disolución de

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la OTAN. Contra el despliegue del “escudo antimisiles” norteamericano, que recuerda la “Guerra Fría”.

– Contra la Directiva Bolkenstein, la “flexiguridad” y el trabajo y las relaciones laborales precarias. Por la jornada de 35 horas (5 días, 7 horas diarias) e importantes aumentos salariales y de pensiones de acuerdo con las actuales necesidades y la riqueza social acumulada. Contra la lógica de limitar las exigencias de los trabajadores “al mínimo”.

– Oposición al impulso privatizador en el sector energético, los trans-portes, las infraestructuras y otros servicios públicos. Por la propiedad y el control popular de los recursos naturales y los sectores estratégicos de sus economías.

– Contra la privatización de la seguridad social y por un acceso gra-tuito a un sistema universal de salud. Por la rebaja de la edad de jubila-ción y el aumento sustancial de las pensiones. Por el acceso gratuito a una mejor educación pública, contra el proceso de Bolonia y la intrusión del capital en el sistema educativo.

– Exigir apoyo a los pequeños y medianos agricultores y a la seguri-dad alimentaria.

– Contra el Euroejército, la Política Exterior y de Seguridad Común y la doctrina de la guerra preventiva. Retirada de todas las tropas que sirven en misiones imperialistas en el extranjero (Irak, Afganistán, los Balcanes, Africa).

– Contra el anticomunismo, las prohibiciones de partidos comunistas, las persecuciones y detenciones de comunistas y otros activistas. Protesta contra el revisionismo histórico, la rehabilitación del nazi-fascismo, así como la inaceptable situación de los “no ciudadanos” en Letonia, Esto-nia y Eslovenia.

– Oposición a las llamadas medidas “antiterroristas”, organismos y mecanismos represivos y de vigilancia, el recorte de derechos democrá-ticos y las limitaciones a las actividades sindicales y políticas. Contra la “Europa fortaleza”, plenos derechos para los trabajadores inmigrantes.

– En defensa de Cuba socialista; por la abolición de la “posición común” sobre Cuba. Solidaridad con los pueblos de Palestina, Vene-zuela, Bolivia y todos aquellos pueblos en lucha.

– Contra los injustos acuerdos de libre comercio que la UE está imponiendo a países de Africa, el Mediterráneo y América Latina.

Los participantes intercambiaron opiniones sobre las vías para impul-sar más las acciones unitarias y la cooperación en los diferentes frentes de lucha y de cara a las elecciones al Parlamento Europeo en 2009.

Atenas, 15 de marzo de 2008

Lista de Participantes

Partido del Trabajo de Bélgica, Partido Comunista de Gran Bretaña, Nuevo Partido Comunista de Gran Bretaña, Partido Comunista de Bulgaria, Partido de los Comunistas Búlgaros, AKEL – Chipre, Partido Comunista de Bohemia y Moravia, Partido Comunista en Dinamarca, Partido Comunista de Estonia, Partido Comunista de Grecia, Partido Comunista Alemán (DKP), Partido Comunista de los Trabajadores Húngaros, Partido Comunista de Irlanda, Partido de los Trabajadores de Irlanda, Partido Socialista de Letonia, Partido Comunista de Luxem-burgo, Nuevo Partido Comunista de Holanda, Partido Comunista de Polonia, Partido Comunista Portugués, Partido Comunista de Eslova-quia, Partido Comunista de España, Partido Comunista de los Pueblos de España y Partido Comunista de Turquía

Observadores

Polo de Renacimiento Comunista de Francia (PRCF) y Revista “L’Ernesto” (Italia)

Invitado

Hermes Herrera Hernández, Embajador de Cuba en Grecia

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“CON EL TRATADO DE LISBOA, DE REFORZAMIENTO DEL NEOLIBERALISMO,

ES LA OFENSIVA CONTRA LOS TRABAJADORES Y SUS CONQUISTAS

ECONÓMICAS Y SOCIALES LA QUE AVANZA”

Jerónimo de SousaSecretario General del PC Portugués

Intervención en el mitin contra el Tratado de Lisboa, celebrado el mismo día de la firma de éste

Fue firmada la propuesta de un nuevo Tratado de la Unión Euro-pea, que se presenta como histórico y de Lisboa, después de

haber sido “mini”, “simplificado”, “reformado” en ese recorrido misti-ficador que ahora conoce una nueva etapa de imposición a los pueblos europeos y al pueblo portugués del derrotado “tratado constitucional”. Nuevo Tratado que se anuncia como un gran éxito de la presidencia portuguesa y del Gobierno del Partido Socialista de José Sócrates, pero que es de hecho una obra de ingeniería de las grandes potencias y del gran capital europeo en la consolidación y refuerzo de su poder y de sus intereses.

En verdad, un Tratado contra el país, el pueblo portugués y los pueblos de Europa, que una presidencia marcada por el servilismo a la agenda de Berlín y de los grandes señores de Europa y del capital concretó sin tapujos y con muchos fuegos de artificio. Una presidencia

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que, no sólo cumplió escrupulosamente el guión de la puesta en escena del gran embuste político que es el nuevo Tratado de la Unión Europea, ocultando su gravedad y consecuencias para la soberanía de nuestro país, sino que en otros dominios se dispuso a concretar, sin vacilaciones, otras tareas para exclusivo provecho del capital multinacional. Tareas como la de dar vida y seguimiento a una “nueva ola” contra los derechos de los trabajadores y de desregulación de las relaciones de trabajo con la pro-moción y conclusión del acuerdo de principios de la “flexeguridad” o la de dar un nuevo impulso a las pretensiones neocolonizadoras y de ingeren-cia de las grandes potencias europeas, que subyacen a la realización de la Cumbre Unión Europea-Africa.

Nueva ola de ataque a los derechos de los trabajadores, que el Gobierno de José Sócrates está preparando con sus propuestas de modi-ficación del Código del Trabajo para facilitar los despidos, la flexibilidad en los horarios y salarios y el derecho a la contratación colectiva.

José Sócrates aprovechó la presidencia de la UE, con el inusitado despilfarro mediático de las Cumbres, para inflar una imagen de éxitos en el plano externo, desviar la atención de los problemas del país y hacer olvidar las consecuencias para el país del nuevo Tratado. Presidencia que, a semejanza de la de 1992, con la primera reforma de la política agraria común (PAC), y de la de 2000, con la neoliberal Estrategia de Lisboa y de la moneda única, quedó reducida al desempeño del funesto papel de “notario” de los intereses ajenos. Una presidencia que no hizo nada para procurar la solución de los verdaderos problemas que afectan a la vida de los pueblos de Europa y de nuestro país. Oportunidad perdida en la concreción de medidas de combate al grave problema del desempleo, las desigualdades sociales y regionales, la solución de los problemas de pobreza y exclusión que persisten y se profundizaron en el transcurso de 2007.

Oportunidad perdida para confrontar los órganos de la Unión Euro-pea con la imperiosa necesidad de realizar políticas que promuevan la cohesión económica y social, que los Tratados Europeos asumieron, pero que se transformaron hace mucho en retórica hueca y vacía en boca de los responsables europeos y en la definición y concreción de las políticas concretas.

Oportunidad perdida para los países económicamente más débiles, como es el caso de Portugal, enfrentado como está al grave problema de relanzamiento de su economía y con agudos problemas sociales. Proble-mas que se expresan, en el plano económico, en siete años consecutivos de divergencia con la media europea de crecimiento, y, en el plano social, con dos millones de pobres y con el mayor foso europeo de desigualdad en la distribución de la riqueza.

La misma retórica hueca y vacía de las grandes proclamaciones sobre los derechos sociales de los pueblos. Grandes y vibrantes proclamaciones que en Portugal las políticas de derecha y neoliberales se han encargado de transformar en refinadas formas de explotación, en más precariedad laboral, en bajos salarios, jubilaciones y pensiones, en pobreza para muchos miles de portugueses, en degradación de los servi-cios públicos esenciales para el bienestar de la población, pero también, como hace el Gobierno del propio José Sócrates, en ataques a los más elementales derechos de los trabajadores y de sus organizaciones repre-sentativas.

Ataques que son auténticas embestidas para cercenar el pleno y libre ejercicio de la vida democrática en las vertientes política, económica, social y cultural. Prácticas que, en estos casi tres años de gobierno del PS, alcanzaron una dimensión crecientemente preocupante, donde la amenaza y la intimidación se tornó una rutina en las relaciones laborales y sociales.

Nosotros sabemos que José Sócrates anda por ahí diciendo que “no recuerda un gobierno con mayor vertiente social” que el suyo, pero, o bien José Sócrates se olvidó de lo que hizo en estos años de su gobierno, o bien se prepara para escenificar, ahora en el plano interno, la misma maniobra de ocultación a la que asistimos en el plano europeo.

las políticas de derecha y neoliberales se han encargado de

transformar en refinadas formas de explotación, en más precariedad

laboral, en bajos salarios, jubilaciones y pensiones, en pobreza

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Pero no hay fingimiento ni maniobra de ocultación que pueda opacar la brutal ofensiva de su gobierno contra los intereses de los trabajadores y del pueblo. No hay fingimiento ni maniobra de ocultación que opaque

la brutal ofensiva, desde el pri-mer momento de su gobierno, contra los derechos de los tra-bajadores de la administración pública –particularmente, con-tra sus salarios, el empleo y las jubilaciones, al mismo tiempo

que, haciendo crecer el déficit de los presupuestos, lo convertía en pre-texto para la mayor de las ofensivas que se recuerdan contra los servicios públicos y las funciones sociales del estado. Una ofensiva que justamente caracterizamos como global y de reconfiguración del Estado, cada vez más amoldado a la medida de los intereses del gran capital económico y financiero.

No hay fingimiento ni maniobra de ocultación que haga olvidar que fue el mismo PS quien prometió no aumentar los impuestos y que la primera medida que tomó fue aumentar el más injusto de los impuestos –el IVA– que, como todos los impuestos indirectos, penalizan de forma agravada los artículos de consumo popular. El mismo gobierno que dejó sin control al gran capital para que haya sumado a sus abultadas ganancias los resultados de sus ingenierías fiscales, que les garantizan una reducción sustancial de los impuestos.

No hay fingimento ni maniobra que pueda ocultar su ofensiva contra el derecho a la salud de los portugueses y su ataque al Servicio Nacional de Salud. Ofensiva que superó lo que de peor hizo la derecha, cerrando maternidades, urgencias, aumentando tasas moderadoras y creando otras nuevas, retirando la coparticipación en medicamentos. Ofensiva que se hizo extensiva a la escuela pública y que llevó al cierre de miles de escue-las, al ataque a la autonomía de la enseñanza superior y a los profesores y a los derechos de los alumnos.

En la educación, asistimos sin sorpresa al anuncio hecho por el Pri-mer Ministro en la Asamblea de la República de que el Gobierno se preparaba para acabar con la democracia en la gestión de las escuelas de

enseñanza no superior, en la línea de lo que procura hacer en las institu-ciones universitarias cuando impone un nuevo régimen jurídico. Sin sor-presa, porque hace mucho que se esperaba lo que era la pieza que cierra el puzzle de la construcción del edificio legislativo que ha venido construyendo al margen de la Ley de Bases del Sistema Educativo y de la propia Constitución de la República Portuguesa. Edificio legislativo con el que el gobierno va transformando la escuela pública en un instru-mento de reproducción de desigualdades.

La modernidad –de la que ha hablado mucho el Primer Ministro en las últimas semanas, cuando se refiere a la cualificación de nuestros jóve-nes y de los trabajadores portugueses, mientras lo que está ofreciendo es desempleo y empleo poco cualificado– es la misma que ahora produjo algo que ya fuera enterrado hace más de treinta años: el viejo director de escuela.

Pero es también este gobierno quien tiene la osadía de afirmar que no hubo gobierno en los últimos treinta años con tantas medidas sociales, ni con tantas preocupaciones sociales, mientras promovió la más ras-trera de las contrarreformas contra el derecho a la Seguridad Social de los portugueses y cuya verdadera dimensión sólo ahora se va haciendo pública para los trabajadores, con la drástica disminución del valor de las jubilaciones para todos en el futuro.

Éste es el Gobierno que tiene el atrevimiento de autointitularse cam-peón de las preocupaciones sociales, quien registró el mayor record de siempre de las desigualdades tras su primer año de gobierno, en 2005, y que hizo de 2006 y 2007 años negros para el poder de compra de los tra-bajadores, con los recortes de los salarios reales y los aumentos brutales de servicios y bienes esenciales. El mismo gobierno que se prepara para hacer lo mismo en 2008, como se está viendo, con el aumento de los transportes, casi 4%, cerca del doble de la inflación, mientras los salarios permanecen sin aumentos.

aumentar el más injusto de los impuestos –el IVA– que, como todos los impuestos indirectos,

penalizan de forma agravada los artículos de consumo popular

el gobierno va transformando la escuela pública en un instrumento de reproducción de desigualdades

Propuesta Comunista nº 5252 Jerónimo de Sousa Tratado de Lisboa 53

Es este gobierno, campeón del desempleo, con la mayor tasa de los últimos 20 años, y de la precariedad, que llevó a Portugal al más alto nivel de desregulación de las relaciones laborales, quien se jacta de sus preocupaciones sociales.

Tal vez una mala conciencia del papel que este gobierno ha desem-peñado en el plano social llevó al reciente llamamiento de Mario Soares, quien, mano sobre mano, decía “que ya es hora de que el gobierno gire una pizca a la izquierda” –ciertamente, teniendo la perspectiva de las elecciones en el horizonte. No cambia nada, pero cae bien, así como otras voces aparentemente contestatarias del PS. Por lo menos en el des-ahogo verbal, el PS es muy plural.

Pero, la presidencia portuguesa fue, por opción asumida, también una oportunidad perdida para recentrar la agenda de la UE y el debate en un conjunto de problemas que son decisivos en la creación de las condicio-nes favorables para el crecimiento económico, el empleo y la concreción de la cohesión económica y social. Problemas de gran importancia para los portugueses y para los pueblos de Europa, algunos de los cuales, en estos seis meses de presidencia portuguesa, alcanzaron una particular urgencia y actualidad frente a las consecuencias de la crisis del crédito inmobiliario en la economía europea y en las condiciones de vida de los pueblos, en particular, con el acentuado y creciente aumento de las tasas de interés (desde luego, la cuestión de la revisión de los estatutos y de los objetivos del Banco Central Europeo).

Dice ahora el Ministro de Finanzas, cuando está acabando la presi-dencia portuguesa, que el “crecimiento económico es más importante que la inflación”, esto es, reconoce finalmente que el exclusivo objetivo de control de la inflación por el Banco Central Europeo puede y debe ser cuestionado, como nosotros defendíamos y propugnamos, control que el monetarismo fundamentalista del gran capital financiero erigió en dogma y al señor Trichet como su principal guardián.

La desregulación financiera, la libre circulación de capitales, la finan-cierización de las economías y la economía de casino no sólo han alimen-tado la concentración de la riqueza, a niveles nunca vistos, sino también la pauperización de millones y las sucesivas burbujas especulativas y sus

crisis. Y, como siempre, se procura que la factura la paguen las masas populares y los trabajadores, como ya está aconteciendo.

El hundimiento del dólar y la valorización del euro hasta nive-les nunca vistos afectan cada vez más a las exportaciones y a las actividades productivas, en particular a las de los países con eco-nomías más frágiles, como la portuguesa.

Esta apreciación del euro está ligada al hundimiento del dólar, pero es también consecuencia de la política del BCE, firme en los dogmas neoliberales. Su presidente, en su ortodoxia neoliberal, quería aún colo-car la tasa de referencia del Banco Central Europeo en por lo menos 4,5% hasta fin de 2007, pero, frente al ablandamiento de las economías, a consecuencia de la crisis sistémica del sector inmobiliario, a los precios del petróleo y a la cotización internacional del euro, hubo de meter en el cajón su pretensión para no hundir la economía europea.

La tasa de interés del BCE no subió, pero los bancos ya las aumen-tarán por su cuenta justificándose en la desconfianza sobre la salud de algunas entidades financieras y la incertidumbre que reina en el mercado del crédito internacional. Los portugueses ya están pagando la tasa de interés más alta de los últimos siete años. Estos aumentos van a repercu-tir en nuevas alzas de las tasas de interés para quienes tienen préstamos bancarios con tasa variable, afectando, particularmente, a las parejas jóvenes y a las actividades productivas, y, muy especialmente, a nuestro país.

Pero, al mismo tiempo que el BCE se muestra cada vez más atado en sus contradicciones, su presidente, frente a la agudización de la crisis, vuelve de nuevo a la letanía de la “moderación salarial”. Guardián de la ortodoxia neoliberal, muestra una vez más que jamás fue independiente, tal como no lo es la política monetaria del propio banco. No es inde-pendiente quien afirma, como el Sr. Trichet, que el salario mínimo frena el empleo –como dice ahora la confederación del gran empresariado portugués para impedir su aumento–, que el salario mínimo debería ser condicionado e incluido en los criterios del Pacto de Estabilidad y Cre-cimiento, colocándose en la posición de capataz de los grandes patronos europeos.

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En el caso portugués, con los actuales niveles de salarios y de pobreza, estas afirmaciones son aún más chocantes. Es inaceptable que mientras los mismos de siempre se llenan los bolsillos, incluso a costa de la crisis, se intente que la factura de la especulación sea pasada a los mismos de costumbre.

Dijimos, cuando se definió la Agenda de la Presidencia, que consi-derábamos que ésta era la gran oportunidad para lanzar el debate acerca del papel y objetivo del BCE, con el objeto de garantizar que su acción estuviera bajo control político de los Estados miembros y subordinada a los objetivos del desarrollo económico y el empleo. Lo dijimos, y la vida muestra la justeza y actualidad de esa propuesta en defensa de los intereses de los pueblos.

También, en relación al Pacto de Estabilidad en pro de políticas de inversión pública reproductiva y de desarrollo de los sectores públicos, de apoyo a las pequeñas y medianas empresas, de desenvolvimiento de los sectores productivos en cada país, la presidencia portuguesa se mos-tró “más papista que el papa” en la defensa de una política que no tiene en cuenta los atrasos del país y el hecho de haber sido Portugal el país más perjudicado con la ampliación de la Unión Europea.

Las consecuencias de esa opción están a la vista en las propuestas del Presupuesto de Estado para 2008. Una desastrosa política que el gobierno –ante la perspectiva de agravamiento del desempleo, que él mismo admite, y de la previsión de un menor crecimiento de la econo-mía para 2008, como también reconoce ante la perspectiva de mayor empeoramiento de la situación económica– sintetiza al definir como gran objetivo, no el relanzamiento de la economía y del empleo, sino la anticipación de la reducción del déficit, sin que esté obligado a ello.

Una política hecha a costa de incontables sacrificios de los trabaja-dores y del pueblo, los únicos que pagaron la factura de una estrategia errada que hace lo contrario de lo que se imponía, penalizando aún más a las poblaciones.

Lo que el gobierno presenta en su propuesta de Presupuesto de Estado para 2008 no permite alimentar ninguna esperanza de cambio en la grave situación social y económica del país. Es el camino del agrava-

miento del atraso relativo del país frente a la UE. Así como también es el camino de la acentuación de las desigualdades sociales, que continúa, particularmente con sus propuestas en relación a los impuestos y los gas-tos sociales (salud y educación). Es la injusticia social y fiscal, que con-tinúa en este presupuesto para 2008. Es un nuevo agravamiento de los impuestos para los jubi-lados, mientras aumen-tan los valores de los beneficios fiscales del gran capital. Millones de euros para el bolsillo de quien menos precisa y sin grandes preocupaciones con el déficit, al mismo tiempo que el gasto social disminuye su peso por segundo año consecutivo en el total del Presupuesto.

Presidencia portuguesa de la UE que, en relación con la agricultura, siguió haciendo la vista gorda en cuanto a la necesidad de promover pro-fundas reformas en el sentido de corregir las clamorosas desigualdades entre países y agricultores, mientras, como todo lleva a creer, da su aval a una reforma de la organización común de mercado (OCM) del vino, con la liberalización del derecho de plantación, a partir de 2014, y aceptando el arranque de los viñedos.

Presidencia que no dio ningún paso hacia la superación de los dramá-ticos problemas de la pesca, sino que admite y facilita, con la aceptación del nuevo Tratado, que la gestión de los recursos biológicos marinos pase a ser competencia exclusiva de la UE. Son los mismos que afirman que Portugal se debe reivindicar como un “país marítimo de Europa” quie-nes admiten y preparan nuevas cesiones de nuevas competencias a favor del poder supranacional de la UE.

Presidencia que, en relación al comercio internacional, no adoptó ninguna defensa de los intereses portugueses, ni siquiera en el impor-tante sector textil. El nuevo tratado no responde a estos problemas, como no responde a los determinantes problemas de nuestro atraso estructural en el plano económico y social. Este es un tratado que sólo nos oprimirá. Portugal quedará en una posición más frágil y con menos capacidad y medios para defender sus intereses. Portugal, con el nuevo

nuevo agravamiento de los impuestos para los jubilados,

mientras aumentan los valores de los beneficios fiscales del gran capital

Propuesta Comunista nº 5256 Jerónimo de Sousa Tratado de Lisboa 57

tratado, pierde diputados, cuando otros los aumentan; pierde un comi-sario permanente, es decir, influencia en el proceso de decisión; pierde

el derecho de veto, mientras las grandes potencias (como Ale-mania, Francia, Reino Unido) refuerzan sus posiciones, reforzamiento que se traducirá en una efectiva concreción de un directorio que determinará

la conducción de las políticas europeas en función de su visión del mundo y de sus intereses esenciales. Es el federalismo bajo el dominio de las grandes potencias.

Mucho se esfuerzan los mensajeros de la propuesta de Tratado para convencer al pueblo portugués y a otros pueblos de sus ventajas. Hablan, como si fuese verdad, de sus virtualidades democráticas, deshaciéndose

en declaraciones y explicaciones para justificar el refuerzo del papel de los p a r l a m e n t o s nacionales y del

Parlamento Europeo en el nuevo tratado. Presentan éste como portador de más democracia, pero esta es otra completa mixtificación. Dicen que los parlamentos nacionales van a ganar más intervención y capacidad de decisión, pero es exactamente lo contrario lo que va a suceder con la transferencia de nuevas y sustanciales compe-tencias de los Estados nacionales hacia las instituciones suprana-cionales de la UE. Les retiran importantes competencias y, a cambio, les dan la posibilidad de acompañar iniciativas de la Comisión Europea, cuyo destino no controlan, ni tienen posibilidad de vetar.

Con la ampliación de las decisiones por mayoría cualificada y por codecisión, las instituciones supranacionales de la UE refuerzan sus poderes, de tal forma que, sólo con el voto y con el apoyo de las grandes potencias, la defensa de los intereses de un país como Portugal puede ser

posible. Dominio que no se limita al Consejo, sino también al Parlamento, donde los seis grandes países garantizan la amplia mayoría de los diputa-dos. Portugal queda, con su 2,9%, reducido a casi nada. Con este Tratado, Portugal pierde sobera-nía. Pierde capacidad de decisión para asegurar la defensa de cuestiones esenciales para su presente y su futuro, y de sus legítimos intereses y los de su pueblo.

Con este tratado, ganarán Sócrates y Barroso. Pero Portugal, pierde. Con este tratado, no es la democracia la que se refuerza, porque el pue-blo está cada vez más apartado de la posibilidad de influenciar y decidir sobre las políticas que determinan la conducción de su propio destino.

Para el Gobierno del PS, lo importante de la presidencia portuguesa no es el contenido del Tratado, sino concluirlo a cualquier precio para tener tiempo de bautizarle “de Lisboa”.

Pero, si este tratado debe ser recusado por su vertiente federalista, la matriz neoliberal en que se funda, sus consecuencias en el plano económico y social, exige también una clara respuesta negativa. Con este tratado de reforzamiento del neoliberalismo, es la ofensiva contra los trabajadores y sus conquistas económicas y sociales la que avanza. Se refuerzan y profundizan la liberalización de los mercados, la concu-rrencia capitalista, el desmantelamiento y privatización de los servicios públicos. Con este nuevo tratado se agravarán los problemas sociales. Con más neoliberalismo tendremos más desempleo y menos salarios, más precariedad y menos derechos laborales y sociales, más restricciones en el acceso a los servicios de salud y a la concreción del derecho a la educación. Menos seguridad social y más cierre de servicios públicos.

Un Tratado de refuerzo también de la componente militarista, con más ingerencia y más guerra, con más articulación con la OTAN y Estados Unidos en la implementación de los objetivos de dominio imperial.

con la ampliación de las decisiones por mayoría

cualificada y por codecisión, las instituciones supranacionales

de la UE refuerzan sus poderes

con este Tratado, Portugal pierde soberanía. Pierde capacidad de decisión para asegurar la defensa de cuestiones

esenciales para su presente y su futuro, y de sus legítimos intereses y los de su pueblo

con este tratado de reforzamiento del neoliberalismo, es la ofensiva contra

los trabajadores y sus conquistas económicas y sociales la que avanza

Propuesta Comunista nº 5258 Jerónimo de Sousa Tratado de Lisboa 59

Un inaceptable y peligroso proyecto, al cual PS, PSD y CDS, y el Pre-sidente de la República, quieren amarrar Portugal y al pueblo portugués. Una convergencia que, una vez más, pretende presentar el actual rumbo de la Unión Europea como único e inevitable. Una convergencia contra el derecho, constitucionalmente garantizado, del pueblo portugués de pronunciarse sobre un Tratado que tiene profundas implicaciones para el futuro y soberanía del país.

Son los mismos que afirman y realzan el significado y las amplias y profundas consecuencias de este Tratado –calificado de “histó-rico”– quienes, a continuación, como hace el PSD, en otra sorprendente pirueta, impiden, justificándolo con los más excéntricos argumentos, que el pueblo se pronuncie. Para ellos, las opiniones de los pueblos son escollos, y se entiende por qué.

Pero quienes ahora se preocupan en inventar argumentos para que el Tratado no sea refrendado son los mismos que defienden que es preciso acercar las instituciones a los ciudadanos. Los que niegan el referéndum, temen someter al debate y al conocimiento de los portugueses el conte-nido real del Tratado y de sus consecuencias para el país.

Asumiendo coherentemente sus compromisos con el pueblo por-tugués y con la defensa de la soberanía e independencia nacionales, el PCP continuará exigiendo el respeto del legítimo y democrático derecho del pueblo portugués de expresarse sobre un tratado con tan profundas implicaciones y consecuencias para su futuro colectivo a través de la rea-lización de un amplio debate y un referéndum nacional.

Una efectiva consulta sobre el Tratado y no sobre una indefinida y vaga auscultación sobre Europa, como algunos andan diciendo, en una nueva versión manipuladora para huir de la valoración concreta de las consecuencias efectivas del Tratado.

Es por eso que, yendo al encuentro del derecho de los portugueses a pronunciarse sobre el Tratado, nuestro Partido presentó en la Asamblea de la República un Proyecto de Resolución en el que se incluyó la pro-puesta de pregunta que, a nuestro modo de ver, se impone plantear con toda transparencia al pueblo portugués: “¿Aprueba el Tratado Reforma-

dor que altera el Tratado de la Unión Europea y el Tratado que instituye la Comunidad Europea?”.

El PCP, reafirmando su frontal oposición al Tratado, enfrenta ahora, con esta iniciativa, al PS y al Gobierno con su propia promesa de con-vocar un genuino referéndum sobre el Tratado y de dar la voz al pueblo. Al mismo pueblo que salió a la calle en la magnífica y poderosa mani-festación del 18 de octubre, en el Parque de las Naciones, por iniciativa de la CGTP-IN, agrupando a más de 200.000 personas contra la política de derecha del gobierno PS de José Sócrates y el proyecto neoliberal de la UE.

Asumiendo coherentemente sus compromisos para con el pueblo portugués y la defensa de la soberanía e independencia nacionales, el PCP afirma con confianza que no sólo es necesario, sino posible, invertir el actual rumbo de la Unión Europea. Es en ese combate que estamos firmemente empeñados, y es con ese objetivo que el PCP llama al pueblo portugués a rechazar el Tratado firmado en Lisboa.

Exigimos y exigiremos el respeto del legítimo y democrático derecho del pueblo portugués a expresarse sobre un tratado que tiene tan profun-das implicaciones y consecuencias para su futuro colectivo. Un tratado contrario a la soberanía y los intereses nacionales, a la causa del progreso social y de la paz en Europa y en el mundo.

Tenemos confianza. Nuestra lucha es justa, la lucha por un Portugal con futuro, por otra Europa, de cooperación entre Estados soberanos e iguales en derechos.

El país no está amarrado y condenado a una sola solución y a un solo camino. Hay otras alternativas y otras soluciones capaces de garantizar un Portugal más justo, más solidario y más desarrollado, en una Europa de los trabajadores y de los pueblos.

Traducción: Marina Quintillán

Jorge Beinstein Más allá de la recesión 61

MAS ALLA DE LA RECESIONEn el comienzo de la segunda etapa de la crisis global

Jorge BeinsteinEconomista

“La peste ya está aquí, ¿qué hacer cuando llega la peste?”

Homero

La recesión se ha instalado en el centro del Imperio. El debate ahora gira en torno de su profundidad, duración y alcance mun-

dial. La corte de admiradores derechistas o progresistas del capitalismo global, que nos apabulló en los últimos años con sus reiteraciones acerca de la solidez del sistema, está ahora en pleno repliegue táctico; sus inte-grantes ya no niegan la crisis, pero intentan quitarle dramatismo, acortar sus raíces y amplitud. Algunos ensayan explicaciones anecdóticas, otros la califican como “crisis cíclica” (es decir, pasajera), la mayor parte se refugia en la explicación simplista que reduce el fenómeno a una gran perturbación financiera combinada con un brote pesimista de los con-sumidores norteamericanos, provocado por los deudores morosos de Estados Unidos (que no pagan sus créditos inmobiliarios) y por quienes les otorgaron préstamos de manera demasiado generosa. Según esta gente, los problemas serán pronto superados gracias a las intervencio-nes de la Reserva Federal, la Casa Blanca y las autoridades políticas y

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monetarias de las otras grandes potencias. El mítico estandarte del poder invencible de los amos del sistema todavía flamea en las alturas aunque se va deshilachando rápido al ritmo de los truenos globales.

Crédito, consumo y deudas

Al ser la crisis circunscrita al desinfle de la burbuja inmobiliaria norteamericana y sus impactos colaterales en Estados Unidos y el resto del mundo, la “solución” aparece clara: alentar a los consumidores e inversores, subir el gasto público e inyectar liquidez en el mercado. Es lo que ahora están haciendo el gobierno de Bush y la Reserva Federal: el

primero acaba de impulsar una rebaja de impuestos y un gasto estatal récord para 2009 de más de 3 billones (millones de millo-nes) de dólares, y, en conse-

cuencia, un déficit fiscal gigantesco, con lo que la deuda pública superará bien pronto los 10 billones de dólares. Por supuesto, Bush lo hace desde la derecha: las reducciones fiscales beneficiarán básicamente a los ricos y a la clase media alta, el mayor gasto público privilegiará a las fuerzas armadas, que dispondrán del más alto volumen de fondos de toda la his-toria norteamericana –el gasto militar total de Estados Unidos llegó en 2008 a cerca de 1,2 billones de dólares (si sumamos a las erogaciones del Departamento de Defensa las de los demás sectores del estado)–. Según el proyecto de presupuesto enviado por Bush al Parlamento, en 2009 dicha cifra será mucho más alta. Por su parte, la Reserva Federal baja más y más la tasas de interés.

Lo que ellos están haciendo ahora es una suerte de repetición, en condiciones infinitamente más graves, de lo que ya hicieron en 2001; no tienen otro libreto. Pero, en aquel momento, la deuda pública nor-teamericana alcanzaba los 5,7 billones de dólares; ahora ronda los 9,2 billones, y, si a la misma le sumamos las del resto de sectores públicos y privados, se llega a los 50 billones de dólares (equivalente al Producto Bruto Mundial). A ello es necesario agregar la acumulación de déficits fiscales y comerciales y un volumen de gastos militares totales que podría

llegar a representar, en 2009, el 10% del Producto Bruto Interno norte-americano.

En 2001, la situación era difícil, pero existían márgenes económicos y políticos que permitieron al poder (autoatentado terrorista mediante) salir de la recesión acelerando las tendencias dominantes del sistema: hipertrofia especulativa, concentración de ingresos, consumismo (con fuerte caída del ahorro personal), crecimiento de las deudas públicas y privadas y keynesianismo militar. Todos estos aspectos se exacerbaron al extremo en los últimos siete años: las aventuras coloniales en Eurasia terminaron empantanadas (el aparato militar aparece ahora como una pesada maquinaria tan sofisticada y cara como incompetente) mientras que el Estado y la población están abrumados por las deudas.

La recesión estadounidense es más una crisis-de-deuda que una depresión causada por el enfriamiento del consumo; la primera es el fundamento del segundo. La superdeuda estatal ha llegado a un punto tal que su expansión ha ingresado en un círculo vicioso que enlaza de manera perversa emisiones de títulos públicos y de dólares cada vez más depreciados. En caso contrario, el Estado debería frenar sus gastos y/o incrementar la recaudación fiscal, lo que hundiría a la economía en una recesión aún más profunda.

Por su parte, la población con ingresos medios y bajos ha sufrido las consecuencias del estancamiento (y del descenso, en un importante sector) de sus salarios reales; el ingreso familiar promedio es actualmente inferior al del año 2000. Cuando se lanzó la burbuja inmobiliaria con una avalancha de créditos baratos se estaba, al mismo tiempo, restringiendo la solvencia a mediano plazo de una gran masa de deudores –la serpiente neoliberal terminó mordiendo su propia cola: a mediados de 2006, el mercado inmobiliario estaba saturado, los precios de las viviendas comenzaron a descender y, en 2007, estalló la morosidad. Lo que siguió es bien conocido.

En los años del auge, el tema del inminente agotamiento del creci-miento de la economía norteamericana, sobrecargada de deudas, había sido abiertamente ignorado o negado por periodistas, expertos, grandes empresarios y dirigentes políticos de la superpotencia. Los negocios

el gasto militar total de Estados Unidos llegó en 2008 a cerca de 1,2 billones de dólares

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prosperaban, ¿quien se hubiera atrevido en ese período a decir que las grandes ganancias de ese entonces eran la base de un próximo desas-tre? Los pocos que se atrevieron quedaron marginados o ridiculizados, señalados como catastrofistas, personas amargadas o amantes de los terremotos.

Pero si la derecha pretende hacer más de lo mismo, el progresismo imperial no va mucho más lejos. Joseph Stiglitz, expresión de ese sec-tor, acaba de proponer una variante “popular” del remedio orientada también a rehabilitar el consumo incrementando el gasto público y, en consecuencia, el déficit fiscal y la deuda. Según esa propuesta, no serían beneficiados los militares y los ricos, sino los desocupados, los progra-mas de desarrollo de la infraestructura, del sector educativo, de salud, de ahorro de energía y de reducción de la contaminación ambiental(1). La aspirina progresista (incompatible con el actual sistema de poder estado-unidense) y la repetición conservadora no son otra cosa que pequeños parches impotentes ante una realidad que los desborda.

Recesión e inflación

Ahora que la recesión ha llegado al centro de la economía mundial, sus autoridades entran en pánico, perciben que sus acciones son inefi-caces o, incluso, contraproducentes. Las medidas antirrecesivas, como

los recortes fiscales en curso, las drásticas baja-das en la tasa de interés o el incremento del gasto público, traerán más défi-cit y deudas, y, si llegan a tener algún éxito, aunque sea mediocre, alentarán la

inflación; en ambos casos, impulsarán la depreciación internacional del dólar. La recesión y la inflación llegan juntas, porque la crisis financiera converge con la crisis energética, que hace subir el precio del petróleo arrastrando hacia arriba a un amplio abanico de materias primas. Los

costos de producción aumentan no sólo cuando crece la economía mun-dial y, en consecuencia, la demanda de esos productos, sino también cuando la misma se estanca e, incluso, cuando decae. Es así porque la extracción petrolera global está llegando a su máximo nivel y, detrás de ella, la de otros recursos energéticos no renovables, como el carbón y el uranio, que se encaminan hacia la misma situación a más largo plazo, pero bien antes de mediados del siglo XXI(2). Y, como sabemos, el reemplazo del petróleo por los biocombustibles lleva al rápido encareci-miento generalizado de los precios de la producción agrícola, en especial la de alimentos.

En síntesis, las autoridades norteamericanas saben que si tratan de revertir la recesión reanimando el mercado alentarán la inflación y la caída del dólar, lo que terminará por traer más recesión, pero que, si bus-can frenar la inflación enfriando la economía, profundizarían la recesión: un callejón sin salida.

Algunos expertos, por ahora discretos, empiezan a ilusionarse con la posibilidad de un estancamiento prolongado, pero ordenado, sin estalli-dos sociales ni crisis institucionales graves. El modelo sería Japón en los años 1990. Aunque olvidan que se trataba de una potencia de segundo orden que dispuso, en ese momento, de dos tablas de salvación externas que suavizaron su aterrizaje: en primer lugar, las burbujas de prosperidad de Asia del Este, que le dieron aire hasta la crisis de 1997, y, sobre todo, Estados Unidos, su principal cliente comercial, cuyo mercado absorbió exportaciones e inversiones japonesas. Pero Estados Unidos es dema-siado grande, no existe una tabla de salvación externa a su medida; el resto del mundo venía amortiguando sus desajustes fiscales y comer-ciales acumulando montañas de papeles dolarizados, que cada día valen menos. Pero esa capacidad está casi agotada.

(1) Joseph Stiglitz, “How to Stop the Downturn”, The New Yor Times, enero/23, 2008.

la recesión y la inflación llegan juntas, porque la crisis financiera converge con la crisis energética,

que hace subir el precio del petróleo arrastrando hacia arriba a un

amplio abanico de materias primas

(2) Según dos estudios recientes del Energy Watch Group la cima de la producción económicamente viable de carbón, de mantenerse el actual ritmo de crecimiento de la extracción, se produciría en torno del año 2025 (Energy Watch Group, “Coal: Resources and Future Production”, March 2007), y, la del uranio, diez años más tarde (EnergyWatch Group, “Uranium Resources and Nuclear Energy”, December 2006). En este último caso, a partir de esa primera cima, los incrementos en la producción (siguiendo el ritmo actual) podrían prolongarse tres décadas más, pero con un ascenso exponencial de los costos.

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La ilusión del desacople

En la última reunión de Davos se discutió mucho acerca del posible “desacople” entre Estados Unidos y las otras potencias industriales, que tomarían, de ese modo, distancia del naufragio de su hermano mayor.

Hasta hoy, la globalización era presentada por la propaganda neoli-beral como una trama de la que nadie podía escapar; ahora, sin mayores explicaciones, se afirma lo contrario: la red global permitiría, al parecer,

salir del desastre a una amplia variedad de países. Diri-gentes y comunicadores de algunas economías desarro-lladas las incluyen en la lista de sobrevivientes, incluso, en numerosos países periféricos, los medios de comunicación locales tratan de tranquilizar

a sus poblaciones explicándoles que, gracias al nivel de sus reservas (dolarizadas), la naturaleza de sus exportaciones, su ubicación geográfica u otra bendición del destino, esa nación no será afectada por la recesión estadounidense (o lo será muy poco).

Pero resulta que, para desgracia de los neoliberales, éstos tenían razón: las interdependencias económicas mundiales son tan densas que, como lo estamos comprobando a diario, no hay manera de desconectar los sacudones estadounidenses (bancarios, bursátiles, etc.) del funciona-miento financiero internacional. La burbuja inmobiliaria norteamericana fue la vanguardia de una variada serie de burbujas similares en distintos

lugares del planeta. Países como España, Inglaterra, Holanda, Australia, Irlanda, Nueva Zelandia fueron parte activa de la fiesta. En España, ya comenzó el desinfle –recientemente, Carlos March, cabeza de uno de los grupos financieros decisivos del país, declaró que “la crisis inmobiliaria (española) va a durar mucho tiempo, al menos tres años”(3). Además, numerosos bancos europeos y asiáticos son golpeados por la desvalori-zación de títulos norteamericanos apoyados en deudas hipotecarias de alto riesgo que compraron a manos llenas en pleno auge especulativo. La recesión estadounidense ya afecta a Japón, estrechamente asociado a la superpotencia en los niveles comercial, financiero, político-militar, etc. Japón y Estados Unidos compran el grueso de las exportaciones industriales de China, columna vertebral de su prosperidad económica, que, por otra parte, acumula más de 1,4 billones de dólares y papeles dolarizados en sus reservas y es atravesada por varias burbujas (bursátil, inmobiliaria, etc.)(4).

Mucho más fuertes aún son las interconexiones entre la Unión Euro-pea y Estados Unidos, lo que no le impidió al presidente del Eurogrupo, Jean-Claude Juncker, declarar (a comienzos de febrero de 2008 y sin que se le mueva un solo músculo de la cara) que “en Europa no hay riesgo de recesión al contrario que en Estados Unidos”(5).

Estas interrelaciones planetarias del capitalismo han sido, a veces, explicadas en términos de “estafa” de la superpotencia al resto del mundo, que durante un largo período le ha estado suministrando bie-nes y capitales a cambio de papeles de valor decreciente. Ello le había permitido al Imperio consumir y hacer guerras muy por encima de sus

numerosos bancos europeos y asiáticos son golpeados por la desvalorización de títulos

norteamericanos apoyados en deudas hipotecarias de alto

riesgo que compraron a manos llenas en pleno auge especulativo

(3) “Según sus cuentas, tomando en consideración que en estos momentos se están construyendo, en cualquiera de sus fase, alrededor de 1,3 millones de viviendas en España, y que la demanda se sitúa entre 300.000 y 400.000 unidades, lo lógico es que ese stock de viviendas no se liquide hasta pasados tres años. Carlos March admitió, durante la presentación de los resultados del banco, que la situación es “preocupante”, por lo que no será fácil recuperar niveles de actividad “aceptables”. El representante de una de las fortunas –mayores e históricas– del país ha sido tajante con la actual crisis, que vive en sus propias carnes. Corporación Financiera Alba, el brazo inversor cotizado de la familia March, acumula una caída en bolsa del 33% en los últimos ocho meses”. Cotizalia, 05-02-2008.

(4) “Los precios de los inmuebles en China crecen imparables, situándose por encima del 8% interanual. De nada han servido las medidas dispuestas por el Gobierno del país para intentar detener la escalada de precios... El incremento de un 8,2% se convierte en un 10% en las ciudades, donde la especulación inmobiliaria se hace más notoria, y la tendencia se está generalizando por todo el país... Quienes verdaderamente están haciendo su agosto de esta situación son los bancos y entidades financieras que conceden los créditos hipotecarios; tal es el auge de las hipotecas que, incluso, se ha comenzado a popularizar una expresión entre los ciudadanos chinos, ‘esclavos de las hipotecas’”. Programa Inmobiliario, “Se infla la burbuja inmobiliaria en China”, 03-10-2007, www.programainmobiliario.tv/detalle.php?id=264.

(5) “No habrá recesión en Europa”, adnmundo.com, 04-02-2008.

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posibilidades productivas. Es lo que acaba de afirmar George Soros(6): lo que durante muchos años era presentado como un argumento “antiim-perialista”, “desde la izquierda”, ha sido ahora asumido por el personaje-paradigma de la especulación financiera mundial. Según él, la actual crisis (“la más grave desde el fin de la Segunda Guerra Mundial”) marcaría el fin del reinado del dólar, la recesión en el mundo desarrollado y el ascenso de naciones como China, India y algunos países exportadores de petróleo. En síntesis, Estados Unidos y, posiblemente, una parte de Europa habrían llegado a su ocaso, pero el capitalismo global quedaría a salvo gracias a la inyección de sangre joven proveniente de la periferia... lo que les permitiría a Soros y sus colegas continuar de manera renovada sus ingeniosos negocios.

Pero la realidad es menos simple. El mercado norteamericano ha sido el espacio decisivo para la colocación de mercancías y excedentes de capi-tales del resto del mundo. Gracias a su capacidad de absorción (apunta-lada por el conjunto del capitalismo global), las burguesías de Europa, Asia y de otros continentes pudieron realizar operaciones especulativas, inversiones productivas y exportaciones sin las cuales sus prosperidades hubieran sido imposibles. A partir de la crisis crónica de sobreproduc-ción mundial (con centro en las naciones desarrolladas), iniciada a fines de los años 1960, la economía estadounidense, crecientemente parasita-ria, fue el principal sostén de la demanda global. Las clases dirigentes de China, India, Japón o Europa no fueron estafadas ni coaccionadas para que le cedieran bienes y capitales a la superpotencia; sólo estaban soste-niendo a su principal cliente con créditos y precios accesibles.

Se trata de una trama internacional muy compleja en cuya cúspide se encuentran las élites dirigentes de Estados Unidos y numerosos países ricos y pobres, mientras que en la base se agolpan los excluidos y trabaja-dores superexplotados de la periferia y una creciente masa de empobre-cidos de las naciones industrializadas. El resquebrajamiento de ese pilar central hace ahora tambalear el sistema mundial.

El discurso acerca del ascenso del capitalismo periférico en tanto futuro líder del mundo aparece como la componente tragicómica de la ilusión del desacople. Los dirigentes chinos, por ejemplo, proseguirían su enriquecimiento vertiginoso (tal vez un poco más suave), aunque no se sabe muy bien cómo lo harían si se hunden los mercados norteame-ricano y japonés.

India y Brasil marcharían por un camino similar con sus burguesías transnacionalizadas, tal vez haciendo negocios Sur-Sur, y, tras ellos, una variada serie de países subdesarrollados. La sombra de la recesión cubri-ría a las llamadas economías desarrolladas (en grueso encuadradas en la OCDE), que representaron en 2007 casi el 70% de las importaciones mundiales, mientras numerosos países del resto del mundo, vaya uno a saber gracias a qué milagro, se salvarían del desastre. No olvidemos que los más dinámicos y grandes de los mismos basan su crecimiento en la expansión de sus exportaciones, preferentemente dirigidas hacia las naciones ricas.

La fabula no sólo es inconsistente desde el ángulo del comercio internacional, sino que lo es también (mucho más) cuando enfocamos la composición y comportamiento de estas burguesías periféricas, tran-sanacionalizadas, sumergidas hasta el cuello en las burbujas financieras globales, buena parte de ellas atrapadas por la cultura del corto plazo (el estilo de vida de los especuladores), educadas en la rapiña y superex-plotación de sus propios países. Mundializan sus excedentes financieros ante la “estrechez relativa” de sus mercados locales e, incluso, regionales (desde el punto de vista de sus expectativas de altas ganancias) o bien empujados por la “necesidad” de extender sus intereses hacia el interior de tramas empresarias globales, de las que forman parte, o, incluso, a veces, ante la posibilidad de abastecer a las clases privilegiadas de sus propios países a partir de firmas o marcas extranjeras “de prestigio”. Tres ejemplos recientes, llegados desde China, ilustran bien esta reali-dad: el primero de ellos se refiere a la suspensión, el martes 22 de enero de 2008, de la cotización de la acción del Bank of China (el segundo banco de China) en la bolsa de Shanghai cuando éste informó haber perdido unos 8.000 millones de dólares en sus títulos ligados a présta-mos hipotecarios norteamericanos de riesgo (subprimes). El segundo es

(6) Según Soros, nos econtraríamos ante “el fin de una era de expansión del crédito fundada en el dólar como moneda de reserva internacional... un boom que ha durado más de 60 años (y que) ha permitido a Estados Unidos absorber el ahorro del resto del mundo y consumir más de lo que producía”. George Soros, “The worst market crisis in 60 years”, The Financial Times, enero/22/2008.

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la compra realizada por Aluminium Corp. of China (Chinalco) de una participación en la empresa minera anglo-australiana Río Tinto por una suma próxima a los 14 mil millones de dólares(7). El tercer ejemplo es la reciente “adquisición de lujo”, por parte del grupo Longhai, de la ciudad de Quingdao, en China, del viñedo francés de Chateau Latour-Laguens –la empresa china aprovechó la marca francesa para rebautizar “”Latour-Laguens International Wine Co” a su rama importadora de bebidas, que vende, a los nuevos ricos de su mercado interno, vinos australianos, ita-lianos y sudafricanos(8).

Estas burguesías son la antítesis viviente de lo que los optimistas del desacople y de la recomposición periférica del capitalismo pueden imaginar como clases dirigentes medianamente estables y portadoras de proyectos productivos y comerciales autónomos (“nacionales”) de largo plazo.

Hipertrofia financiera global y desaceleración productiva

Para entender lo que está ocurriendo es necesario reflexionar acerca del período de “más de 60 años de duración” que nos propone George Soros, aunque no debería ser visto como un único ciclo ascendente del crédito, sino más bien como la sucesión de dos períodos: uno, ascen-dente, entre el fin de la Segunda Guerra Mundial (aproximadamente) y el final de los años 1960 o el comienzo de los años 1970, y, otro, descen-dente, desde ese punto de inflexión hasta la actualidad.

La era de oro del mundo capitalista reconstituido, con centro en el imperio norteamericano y el dólar como moneda universal, basada en la intervención económica del Estado, combinando, según los casos, key-nesianismo civil y militar, tal vez dio sus primeros pasos hacia 1939, en Estados Unidos. En ese momento, el keynesianismo militar logró allí el despegue que se transformó en una prolongada prosperidad, que se está acabando ahora. El inicio también puede ser localizado hacia finales de los años 1940, cuando los capitalismos recompuestos de Europa Occi-dental y Japón se incorporaron a la ola norteamericana.

El dinamismo productivo del sistema comenzó globalmente a decaer a fines de los años 1960, expresándose, luego, como una crisis de sobre-producción crónica, que se prolonga hasta hoy (9). Una de sus manifes-taciones más evidentes fue la declinación, en el largo plazo, de la tasa de crecimiento de la economía mundial, donde el rol negativo principal fue protagonizado por las naciones de alto desarrollo. La economía global creció a una tasa anual promedio de 4,9% entre 1950 y 1973; 3,4% entre 1974 y 1979; 3,3% en la década de los 1980 y 2,3% en la de los 1990. La década actual, que comenzó con un pequeño enfriamiento, continuó con la expansión-burbujeante de la era Bush, para concluir con una recesión (o estancamiento), que anuncia ser prolongada.

La desaceleración económica internacional engendró una vía de escape para las rentabilidades productivas en baja: la expansión financiera. Un buen ejemplo de ello es la contraposición entre la reduc-ción de la tasa de crecimiento de la economía mundial y el crecimiento veloz de los negocios con productos financieros derivados que ingresa-ron en el período de la especulación desenfrenada, hacia comienzos de la década actual. Según el Banco de Basilea, a mediados del año 2000, los derivados representaban aproximadamente el doble del Producto Bruto Mundial, hacia mediados de 2006 eran ocho veces superiores, y, diez veces, un año después: sumaban unos 510 billones (millones de millo-nes) de dólares. Si a esta cifra le agregamos el resto del empapelamiento (acciones, deudas públicas, etc.) nos estaríamos aproximando a los 1.000 billones de dólares (20 veces el Producto Bruto Mundial).

(7) “Why Chinalco’s Buying Into Rio Tinto”, Business Week, Febrero/5, 2008.

(8) “Viñedos de Francia para los nuevos ricos de China”, Clarín-iEco, Buenos Aires, 10 de febrero de 2008.

(9) Jorge Beinstein, “La larga crisis de la economía global”, Corregidor, Buenos Aires, 2000.

Continua Tasas de crecimiento real del Producto Bruto Mundial (%)

DiscontinuaProductos financieros derivados en billones de dólares

Propuesta Comunista nº 5272 Jorge Beinstein Más allá de la recesión 73

Nos encontramos ahora en el espacio de saturación de la hipertrofia especulativa, que podrá, tal vez, prolongarse un poco más, pero que, de manera irresistible, va ingresando en una zona de múltiples turbulencias, donde algunas burbujas se desinflan y otras se expanden rápidamente, en medio de un desorden financiero generalizado. Debemos tener pre-sente que lo que se está tambaleando es el mayor globo financiero de la historia del capitalismo.

El segundo acto

La primera etapa de la larga crisis-decadencia global, iniciada hace casi 40 años, concluyó cuando la expansión financiera agotó su rol amortiguador para convertirse en lo contrario. Si antes era el pilar del consumismo y de la supervivencia concentradora de las grandes empre-sas, ahora constituye el centro de la recesión.

El punto de inicio del nuevo período suele ser situado en 2007, cuando estalló la burbuja inmobiliaria norteamericana, aunque con una visión más amplia deberíamos localizarlo en 2001, en el momento en que la amenaza de recesión en Estados Unidos fue “eludida” gracias a la

loca fuga hacia adelante de las peores tendencias del sistema: militarismo, espe-culación, concentración de ingresos, corrupción institucional. Ese hecho

sobredeterminó la marcha del mundo, no en la dirección que preten-dían los halcones de la Casa Blanca (instalación del dominio imperial por muchas décadas), sino en sentido opuesto: se aceleró la decaden-cia. Al comienzo, predominó una apariencia engañosa de prosperidad impuesta por la maquinaria mediática occidental: las economías desarro-lladas tenían altas tasas de crecimiento; China, India y otras “naciones emergentes” expandían como nunca sus estructuras capitalistas, pero… la base de boom era una especulación financiera sin frenos y con una esperanza de vida muy acotada.

Para entender mejor lo que ahora está ocurriendo, debe ser ampliado el espacio de la crisis financiera para dar lugar a “otras crisis” que con-vergen con ella. En primer lugar, la crisis energética, que está expre-sando el fin de la era del petróleo barato (el comienzo del estanca-miento de la extracción seguido, a más largo plazo, por su descenso), introduciendo un sólido bloqueo inflacionario a las políticas antirrecesivas.

Dicha crisis debe ser incluida en la bicentenaria historia del capi-talismo industrial (basado en los recursos energéticos no renovables), cuyo funcionamiento expansivo hubiera sido imposible si no se inde-pendizaba de los límites y ritmos de la reproducción de los recursos energéticos renovables, abaratando y sometiendo a su dinámica a las nuevas fuentes de energía, que aparecían como reservas infinitamente grandes, siempre disponibles. Eso fue posible gracias a una serie de proezas tecnológicas, trágicas a largo plazo, que conformaron un meca-nismo de depredación que no se podía prolongar indefinidamente.

El estallido de la crisis energética coloca ahora al capitalismo ante un callejón sin salida, por lo menos a mediano plazo, tiempo más que suficiente como para que el desorden depresivo del sistema termine por producir daños irre-versibles que impidan su recomposición bajo condiciones civilizadas. Esto significa que la futura supervivencia de la civilización burguesa debe ser asociada con el ascenso de formas de barbarie nunca antes vistas: el parche de los biocombustibles como reemplazante a escala planetaria esclarece bien esta afirmación, con sus secuelas de destrucción del recurso agrícola básico (la tierra cultivable) y de encarecimiento de los alimentos con los que compite en la ocupación de ese recurso.

Este proceso depredador, en su etapa de gran aceleración y con-trol general del planeta, experimenta actualmente un enorme salto

a expansión financiera agotó su rol amortiguador para convertirse en

lo contrario (...) ahora constituye el centro de la recesión

la futura supervivencia de la civilización burguesa debe ser

asociada con el ascenso de formas de barbarie nunca antes vistas

Propuesta Comunista nº 5274 Jorge Beinstein Más allá de la recesión 75

cualitativo al convertirse en motor del fenómeno de cambio climático que amenaza a la humanidad. Su mitigación está obligada a recorrer el mismo sendero que el de la solución de la crisis energética: la reducción y rediseño del consumo de energía a gran escala, lo que implica la trans-formación radical del sistema productivo ahora impulsado por la lógica de la rentabilidad capitalista (el postcapitalismo, ridiculizado en la era neoliberal, entra en escena).

Otra crisis decisiva es la del centro del mundo: Estados Unidos. La declinación del Imperio es no sólo económica o institucional, sino tam-

bién militar: su complejo indus-trial-militar, en la cúspide de su despliegue económico y tecno-lógico, demuestra su incompe-tencia en el terreno concreto de la guerra, de manera directa en Irak y Afganistán, e, indi-recta, en la reciente invasión israelí al Líbano. Esta crisis de la tecnología y del despilfarro

militar modernos puede ser enfocada como el más reciente eslabón de una secuencia, iniciada hacia fines del siglo XIX, de militarización de la ciencia y la tecnología, de concentración industrial en el objetivo bélico, atravesando dos guerras mundiales calientes y una fría hasta llegar a la degradación actual.

El hecho sorprendente es la convergencia histórica de todas las crisis señaladas, que aparece como el encuentro de varios ciclos de diferente

duración, si pensamos en un ciclo de los recursos energéticos no renovables (desde el carbón hasta el petróleo), despegando a

fines del siglo XVIII, cuyo punto de inflexión hacia abajo coincide con puntos similares en los otros ciclos, el financiero y el militar-industrial, nacidos a fines del siglo XIX. Pero la reflexión se simplifica cuando

visualizamos tres ciclos paralelos despegando aproximadamente en el mismo momento si, en el caso de la energía, nos limitamos al del petró-leo. En este último caso, podemos referirnos a componentes de un solo ciclo, de algo más de un siglo de antigüedad, marcado por el desarrollo, cada vez más rápido e intenso, del parasitismo (principalmente, finan-ciero y militar) y de la depredación del ecosistema.

Febrero de 2008

este proceso depredador, en su etapa de gran aceleración y control general del planeta,

experimenta actualmente un enorme salto cualitativo al convertirse en motor del

fenómeno de cambio climático que amenaza a la humanidad

La declinación del Imperio es no sólo económica o institucional,

sino también militar

Alberto Arana El socialismo y filosofía materialista 77

CÓMO SE CONOCIERON EL SOCIALISMO Y LA FILOSOFÍA MATERIALISTA

Alberto AranaMiembro del PCPE

¿Por qué el socialismo, en un momento dado de su historia -siglo XIX-, decide ir de la mano de una corriente filosófica? ¿Y por qué la materialista? ¿Cuál es el vínculo entre planos tan diversos como son una concepción de la sociedad y una teoría de la naturaleza?

Empecemos por saber quién es esa que llaman “filosofía materia-lista”. ¿Cómo es, qué perfil tiene, qué dice? Básicamente, la filosofía materialista postula que existe una realidad

a) objetiva (existe independientemente del observador),

b) exclusivamente material (no hay una sustancia espiritual),

c) lógica (su comportamiento es regular, “está sometido a leyes”),

d) cognoscible (estas leyes se pueden descubrir).

Propuesta Comunista nº 5278 Alberto Arana El socialismo y filosofía materialista 79

En el siglo XIX, el materialismo moderno añade al segundo pos-tulado el importante matiz de que la materia no es estática, sino diná-mica y evolutiva, como pone claramente de manifiesto el surgimiento y la historia del fenómeno que llamamos vida.

Estos cuatro postulados de la filosofía materialista no son demos-trables (tampoco lo son sus antagónicos). La validez de ellos proviene del hecho fehaciente de que el avance en cualquier rama del saber está ligado a aplicar un método que implícitamente los asume. El verdadero conocimiento es la ciencia, y ésta es metodológicamente materialista. Si se manejan postulados inversos (una realidad rever-berada por el observador, habitada por espíritus, desconociendo la lógica, la causalidad...), tenemos un panorama que no ofrece flancos al conocimiento racional. Sí a la superchería, a la magia, a la religión y al idealismo.

El pensamiento socialista es una forma de concebir la sociedad transformándola; eso requiere desarrollar un conocimiento especí-fico, proceso que, como hemos visto, va ligado a una metodología materialista. Dicha metodología materialista, la estrategia científica de que se dota el conocimiento en general y esta rama en particular, constituye el vínculo entre el pensamiento socialista y la filosofía materialista.

Pero esta metodología materialista no es un pertrecho que se tiene desde el primer momento, sino que va creciendo a la par que la base empírica del fenómeno que se estudia y el cuerpo teórico que se va formando. Estos tres aspectos se trenzan y van constituyendo una rama del conocimiento.

¿Por qué surge y progresa históricamente el pensamiento socia-lista? ¿Por qué es más persistente, más real y va más allá de una mera fábula que describe cómo podría ser ideal una sociedad? El fuerte parasitismo de una clase social sobre otra es la causa de una concu-rrida serie de revoluciones sociales. Frente al esclavismo y el feuda-

lismo, dichas revoluciones generaban inexorablemente una doctrina de eliminación de la clase parásita y fueron trazando un rumor de socialismo latente, que abonaba nuevas rebeliones en unas sociedades caracterizadas siempre por condiciones de explotación extremas.

En la historia de Roma se denomina la sublevación espartaquista como “III Guerra Servil” (73-71 antes de nuestra era), porque ya había habido otras dos grandes rebeliones de esclavos. La de los seguidores de Espartaco fue la mayor y recorrió toda la península italiana, rozando la toma de la propia capital. El ideario de Espar-taco, antítesis del esclavismo representado por Roma, descansaba en el concepto de igualdad y se debía materializar en “La Ciudad del Sol”, un estado regido por tal idea. Posteriormente, hubo nuevas sublevaciones de esclavos; más tarde (siglo V), aparece en la Galia y la Tarraconense el fenómeno de las bagaudas, regiones campesinas gobernadas por una insurgencia plebeya, una especie de antepasados de Robin Hood y el bosque de Sherwood.

Aunque el socialismo moderno sea filosóficamente materialista y, por tanto, ateo, no se puede hacer de esto un requisito retrospectivo. Todos los conocimientos, todas las ramas del saber, tienen en sus inicios una expresión religiosa; el socialismo, también. Éste comienza a gestarse en el seno de algunas herejías que acusan la escandalosa y paulatina pérdida de “contenido de clase” en el ideario cristiano, que había pasado de denostar el sistema esclavista a darle apoyo y legitimarlo. El pensamiento socialista se fue forjando en ciertas utopías literarias, en los proyectos comunistas de algunas herejías y en la praxis de los procesos revolucionarios, latentes, unas veces, y, patentes, otras.

Afianzado el feudalismo y la dura explotación de la clase campe-sina, surgen movimientos de resistencia con el propósito de ganar un mundo eliminando a la clase expoliadora. El común denominador de estas corrientes revolucionarias es la idea milenarista o creencia

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en que Cristo retornaría a la Tierra para instaurar una etapa de mil años (una larga era) sin propiedad privada, ni jerarquías parásitas, ni guerras. Este comunismo tiene dos rasgos básicos muy definidos: austeridad (“no podéis servir a dos amos, a Dios y a las riquezas”) y “republicanismo” o negación del origen divino del poder (los campesinos del nuevo orden feudal se acostumbraron a oír que “la autoridad de los señores no provenía de Dios, sino del Diablo, que habría prometido a quienes le siguieran que les daría señorío sobre los demás, convirtiéndoles en reyes, condes y emperadores”). Será el calabrés Joaquín de Fiore (siglo XII) quien dé una expresión más definida a estos movimientos heréticos que leían los Evangelios como un verdadero manifiesto comunista.

El primer movimiento revolucionario de dimensión histórica es el catarismo, un fantasma que recorre Europa durante tres siglos (XI, XII y XIII). Pedro de Bruys y Enrique de Lausana son dos desta-cados ideólogos (principios del siglo XI). Los cátaros acaban triun-fando en el Languedoc. Contra ellos la Iglesia decretó una Cruzada (1209-1229) e ideó la Inquisición. La siguiente revolución de calado se gesta en Inglaterra (1377-81), con Wat Tyler como dirigente militar y John Ball como ideólogo (será célebre una frase de sus proclamas: “¿Cuando Adán cavaba y Eva hilaba, ¿quién era caballero?”). Luego, las ideas del movimiento revolucionario inglés viajan a Bohemia, y, tras la ejecución de su ideólogo, Jan Hus, estalla la revolución taborita (1419-1436), dirigida por Jan Zizka.

Todo este malestar antiseñorial culmina en Alemania, en 1525, con Tomás Münzer y la revolución anabaptista. Nace entonces el término “comunista”, aplicado despectivamente por el poder. En este contexto, Lutero es un mal menor para las clases dominantes de Europa Central y se convierte en la vía para quitar fuerza a la revo-lución social en Alemania. Por el relieve marcadamente reformador que despliega este “protestante amarillo”, podemos deducir la fuerza, extensión, conciencia y radicalidad del movimiento revolucionario

que había que desarticular. Esta revolución es estudiada por Engels en su libro “La guerra campesina en Alemania”, que empieza así: “También el pueblo alemán tiene su tradición revolucionaria. Hubo un tiempo en que Alemania producía hombres que se pueden com-parar con los mejores revolucionarios de otros países (...) Entonces los campesinos y plebeyos alemanes acariciaban proyectos que tantas veces causaron espanto a sus descendientes”.

A partir del siglo XVI, las revoluciones antiseñoriales afrontan la novedad de una burguesía muy fortalecida. Los sempiternos anta-gonistas (campesinos y señores) quedan desorientados ante un rival nuevo que introduce “armamento moderno” y estrategias a tres bandas en la lucha de clases. Los grandes movimientos revoluciona-rios del campesinado inglés (1642) y francés (1789), beneficiándose inicialmente del agrietamiento que también la burguesía causaba en el sistema señorial, acababan siendo rebasados por la estrategia de esta nueva fuerza social, que los utilizaba como ariete al tiempo que les arrebataba la iniciativa, anulando el desenvolvimiento revolucio-nario de la insurrección. En el nuevo contexto histórico de deca-dencia aristocrático-religiosa y ascenso de la ideología burguesa, el desconcertado ideario socialista suelta lastre religioso, pero al precio de impregnarse en los nuevos parámetros dominantes. Sin embargo, sucede algo netamente positivo: va entrando de la mano del nuevo ambiente cultural en la fase materialista de su desarrollo. Y, como respuesta a la fuerte sociedad civil que la burguesía va creando, el dirigente comunista Babeuf introduce la necesidad postrevolucio-naria de la dictadura del proletariado; Saint Simon establece nuevos elementos: la valoración del trabajo y la planificación económica; Fourier, la liberación de la mujer, considerada como un barómetro de la emancipación de la sociedad.

Entonces, aparece una clase social que va a devolver la iniciativa al socialismo. El espectacular crecimiento de esta clase social proviene de una suma de factores: capitalismo + producción fabril + innova-

Propuesta Comunista nº 5282 Alberto Arana El socialismo y filosofía materialista 83

ciones técnicas que se tradujeron en proliferación de máquinas. Cada uno de estos factores es independiente y se agrega de manera contin-gente al fenómeno común, aunque hoy nos parece que se trata de un todo indivisible. Puestas así las cosas, la burguesía industrial estaba haciendo el papel de aprendiz de brujo: la producción principal de este capitalismo fabril y maquinario fue una clase social tan explotada como el campesinado, pero contando a su favor con una concen-tración de efectivos y una rápida proliferación. Así, el proyecto de suprimir a la clase parásita cobró nuevos bríos y se fue haciendo más y más nítido.

En el nuevo contexto de triunfo de las ciencias y avance general del materialismo, el socialismo salta de conocimiento a ciencia, con dos decisivas aportaciones: una se debe a Engels, quien introduce los estudios de economía como factor central de la teoría socialista para el análisis social. La otra aportación la hace Marx, quien descubrirá, en su primer exilio (Francia), a la clase obrera como sujeto político del socialismo moderno, y, en su segundo y tercer exilios (Bélgica, Inglaterra), elaborará un paradigma histórico, en el que socialismo e historia cruzan sus respectivos genes:

1) el socialismo adquiere la percepción de la sociedad como proceso, y como proceso influido por el modo de producción.

2) la historia introduce en su maletín de trabajo la aguda intui-ción “histórica” del socialismo: lo perentorio de pasar a una etapa de la humanidad donde se haya superado la catastrófica división de la sociedad en clases.

El socialismo y la historia confluyen y se convierten en una ciencia unificada. El socialismo no puede quedar en mero ideario de igualdad y filantropía; necesita aprehender la lógica social e histórica, porque es el continente en el cual trabaja.

El avance de cualquier rama del conocimiento requiere asumir metodológicamente los postulados de la filosofía materialista. ¿Qué habrá que decir entonces de los postulados de dicha filosofía? Lógi-camente, habrá que deducir que son acertados. Esto lo puede hacer individualmente un investigador de tal o cual ciencia, pero la vincu-lación del socialismo científico y la filosofía materialista es la primera que se hace explícita por parte de una ciencia en su conjunto.

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SOBRE IMPERIO: HACER JUSTICIA A TONI NEGRI

Belén Castellanos RodríguezMilitante del PCPE

1. El controvertido perfil de Toni Negri

La obra más reciente de Toni Negri se inicia con el comienzo del siglo XXI, más específicamente con su trabajo Imperio. Éste ha resultado ser el inicio de una gran polémica, polémica que se vive de modo aún más acu-ciante e intenso dentro de los movimientos anticapitalistas y, en especial, dentro de aquellos sectores que son marxistas o que algún día lo fueron. De Negri y de Imperio se han dicho muchas cosas: grandes alabanzas y fuertes acusaciones, todas ellas dentro del ámbito marxista y, muchas de ellas, con una visceralidad que resulta extraña en muchas ocasiones.

“¿Cómo modificar la idea que tradicionalmente el partido comunista tiene de sí mismo, ya sea como “partido de la clase obrera” o como “par-tido dirigente”, es decir, su ideología, para que sea reconocida en la prác-tica la existencia de otros partidos, de otros movimientos? Y, sobre todo, pregunta para el presente y para el futuro, ¿cómo establecer con las masas relaciones que, yendo más allá de la clásica distinción sindicato–partido, garanticen el desarrollo de las iniciativas populares, que ya superan la división entre economía y política, y también su unión? Pues a cada momento vemos nacer más y más movimientos de masa por fuera del sin-dicato y del partido, capaces o susceptibles de darle a la lucha una nueva e insustituible calidad. En una palabra, ¿cómo responder realmente a las exigencias y a las expectativas de las masas populares? ”

L. Althusser

Propuesta Comunista nº 5286 Belén Castellanos Hacer justicia a Toni Negri 87

Por alguna razón, Negri es una figura filosófica sobre la que ha recaído una violencia poco usual en nuestros días, en los que los filósofos, más que encarcelados, maltratados o agredidos, son ignorados, silenciados, ninguneados o ridiculizados bajo la etiqueta de “locos alejados de la realidad” o “locos” a secas. Con esa estigmatización basta, o al menos así parece creerlo el poder. Por esta razón, y sobre todo por los ataques que desde el contrapoder también ha recibido, entendemos que se hace necesario analizar los conceptos clave de su obra, ponerlos a circular del modo más honesto que sea posible y, así, hacerle justicia a un autor que, cuanto menos, merece el respeto de ser un buen filósofo y un mili-tante contra el sistema que ha contribuido a la lucha de clases y que, de hecho, ha sufrido por ello la violencia de la justicia burguesa, la prisión y las injurias en una de sus intervenciones más irracionales(1). Por fuera de todo esto, se abre el camino para que podamos evaluar el acierto o pertinencia de sus análisis.

Al Negri de Imperio lo tratan algunos como si fuera un leninista, tal vez por su afirmación según la cual Lenin ha sido “el fenómeno más impor-tante que produjo el siglo XX”, tal vez por el uso que hace en varias ocasiones de la obra de Lenin, o por su proclamada admiración por la figura de Lenin, o tal vez por la dedicación que le brinda en obras como La fábrica de la estrategia: 33 lecciones sobre Lenin, o tal vez por el intento de unir a la izquierda revolucionaria o de traducir términos en orden a una mayor comprensión que evite malentendidos y confrontaciones excesivas. Otros lo tratan con inquina como contrarrevolucionario, e, incluso, como ideólogo del imperialismo. En verdad, ni es lo primero, ni

mucho menos es lo segundo. Podemos ver en su obra hallazgos, puede parecernos repetitiva o no tan innovadora como pudiera parecer, puede parecernos útil o no, profunda o superficial. Sobre todo, podríamos entenderla como una buena obra filosófica con potencial para impactar políticamente en la subjetividad del lector, como una obra marxista, aunque quizás no destinada directamente a la práctica, en cuanto que no receta el modo de organizar la lucha(2). También debemos decir que no era esto último su intención, dado que ese trabajo lo deja abierto a la experimentación dentro de la propia colectividad militante. Ahora bien, entender a Negri como agente del capital, ideólogo del imperialismo o cosas tales, nos parece imprudente e injusto a la hora de hablar de un filósofo comprometido políticamente, discípulo de Althusser, que trata de renovar el esfuerzo revolucionario, que denuncia constantemente el sistema capitalista actual y a todas sus instituciones, que recuerda la necesidad de Marx, incluso frente a la órbita de pensadores postmo-dernistas, dado que entiende que “fallan en reconocer adecuadamente al objeto contemporáneo de la crítica (…) y eventualmente reforzarían inconscientemente las nuevas estrategias de mando”(3), que demanda el fin de la explotación y el derecho universal a la reapropiación de los medios de producción por parte del proletariado, y que ha sufrido cárcel y exilio por ello.

Si continuamos con el intento de fijar una posición política en Negri, deberemos descartar también otras filiaciones, y lo haremos a partir de sus propias palabras. No hallamos una voluntad socialdemócrata por cuanto critica constantemente el reformismo(4) y se refiere a tales

(1)Decimos esto refiriéndonos a las extrañas características del proceso judicial que vivió a partir de su detención por ser el supuesto asesino del demócratacristiano Aldo Moro, en 1977. Rápidamente, se confirmó su estancia en otra ciudad en el momento del asesinato, que corresponde a las Brigadas Rojas, y las pruebas que se habían publicitado resultaron ser inexistentes. Sin embargo, fue retenido en prisión gracias a una variación de los cargos, que fueron desde la acusación de autor intelectual del asesinato hasta propiciador de la violencia por sus escritos, en el momento en que se hace claro su desvinculación con la organización mencionada. En total, permaneció unos seis años en prisión, sin que nada fuera probado, algunos en arresto domiciliario y algún tiempo en libertad condicional, hasta el año 2004, con un intermedio de exilio en Francia. Negri, militante entonces de Poder

Obrero, es sólo un caso dentro de las miles de detenciones que tuvieron lugar en la Italia de esos tiempos, en los que las movilizaciones obreras cobraron una vida muy intensa. Se hace necesario clarificar que el papel del PCI fue de total colaboración con las fuerzas represoras, no sólo para con el de Negri, sino a lo largo del proceso. Podemos encontrar información sobre estos sucesos en un apéndice de la edición de Akal de Los libros de la autonomía obrera.

(2)Ver S. Zizek: Have Michael Hardt and Antonio Negri Rewritten the Communist Manifesto For the Twenty-First Century? En Rethinking Marxism, Volume 13, Number 3/4 2001.

(3)A. Negri y M. Hardt: Imperio. Traducción de Eduardo Sadier de la edición de Harvard University Press, Cambridge, Massachussets, 2000. p. 105.

(4)Para recorrer su crítica del reformismo como ilusión obsoleta ver el capítulo II de A. Negri: Fin de siglo.

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planteamientos acusándolos en los siguientes términos: “…el apoyo a los proyectos imperialistas y la guerra ínterimperialista fueron posiciones lógicas e inevitables para el reformismo socialdemócrata”(5) o “Si el capitalismo sólo puede existir como reformismo, cuando el reformismo se ha demostrado imposible, entonces también el capitalismo lo es, y (…) situada en los años treinta y en los sesenta, la experiencia reformista del capital tiene una existencia tan entusiasta como efímera (…) El siglo XX es el reformismo imposible. Es decir, la imposibilidad de la única forma de capitalismo posible”(6). Tampoco podemos decir que sea anarquista. En sus propias palabras: “Seríamos anarquistas si no habláramos (…) desde la perspectiva de la materialidad constituida en las redes de la coopera-ción productiva, en otras palabras, desde la perspectiva de una humanidad que es construida productivamente, es decir, constituida mediante el “nombre común” de la libertad” (7)

Por lo que deducimos de su obra y por la insistencia con que él mismo lo proclama, deberemos decir que Toni Negri es comunista. Lo que aún debemos perfilar es qué tipo de comunista. En este sentido, entendemos que la pluralidad de comunistas y las particularidades de cada uno de sus planteamientos obligan a que maticemos fundamental-mente a partir del criterio que engloba la línea que va desde el análisis concreto de la realidad presente hasta las propuestas para la articulación de la lucha. Esto parece ser lo que ha distinguido la tipología del comu-nismo defendido desde Bebel hasta Marx, desde Lenin hasta Mao, desde Gramsci hasta Althusser o desde Marcuse hasta Zizek. Veremos cómo, desde este punto de vista, de lo máximo que podemos acusar a Negri es de izquierdista, cosa en la que, aún con todo o al menos de momento, no hemos convenido aquí.

2. Los capítulos del expansionismo capitalista

Una de las relativas innovaciones (y digo relativas porque reactua-lizará términos de Maquiavelo en torno a Roma) es el concepto de Imperio, que utilizará para definir el momento histórico en el que nos encontramos. Antes de nada, deberemos aclarar que cuando Negri

afirma que el momento de crisis y fin del viejo modelo imperialista se ha producido, para con ello marcar, y, por tanto, diferenciar, el comienzo del modelo imperial prefigurado en la constitución estadounidense, está muy lejos de pretender que con ello se impone la paz y la concordia entre territorios, y aún más lejos de entender que la lucha de clases ha terminado o que el sistema capitalista se ha ecualizado. Lo que pre-tende es trazar un mapa de la sociedad capitalista actual, con un poder que actúa bajo distintas estrategias y que se recalibra continuamente, operando una nueva forma de expansión para resolver la crisis que, en realidad, constantemente le define. Este panorama implica la necesi-dad de rearticular la estrategia revolucionaria de acuerdo a los nuevos desafíos que nos impone un antiguo enemigo: el capital. Así, afirma Negri: “Debemos reconocer dónde, en las redes transnacionales de la producción, los circuitos del mercado mundial y las estructuras globales del mando capitalista, existe el potencial para la ruptura y el motor para un futuro que no esté simplemente condenado a repetir los ciclos pasados del capitalismo”(8). Negri trae a Marx y va más allá de Marx: “siguiendo el espíritu de su método y reuniendo los apuntes de Marx sobre el estado y el mercado mundial, podría intentarse escribir una crítica revolucionaria del Imperio”(9) precisamente y gracias a la constatación de que una importante previsión marxista finalmente se ha cumplido en el Imperio en todas sus dimensiones: la subsunción del trabajo real en el capital. Este es el núcleo de toda su obra política. También va más allá de Lenin, en este mismo sentido concreto, al confirmarse, en el paso al Imperio, el colapso en el que el imperialismo caería: “mediante su reelaboración política del concepto de imperialismo, Lenin, más que ningún otro marxista, fue capaz de anticipar el pasaje hacia una nueva fase del capital, más allá del imperialismo, e identificar el lugar (o, en verdad, el no-lugar) de emergencia de la soberanía imperial”(10) al reconocer que “aunque el imperialismo y la fase monopólica eran expresión de la expansión global del capital, las prácticas imperia-listas y las administraciones coloniales mediante las cuales eran a menudo aplicadas se habían vuelto obstáculos al desarrollo ulterior del capital”(11). Por todo ello, “sería una exageración afirmar que, sobre la base de estas intuiciones, los análisis

(5)A. Negri y M. Hardt: Imperio. Op. Cit. p. 86.(6)A. Negri: Fin de siglo. Ed. Paidós, Barcelona, 1992. p. 51-52.(7)A. Negri y M. Hardt: Imperio. Op. Cit. p. 252.

(8)Ibid. p. 175.(9)Ibid. p. 173.(10)Ibid. p. 170.(11)Ibid. p. 171.

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de Lenin acerca del imperialismo y la crisis conducen directamente a la teoría del Imperio. Es verdad, sin embargo, que su revolucionario punto de vista reveló el nudo fundamental del nodo capitalista”(12).

2.1. El eurocentrismo, el estado-nación y el imperialismo

Toni Negri afirma que la construcción de Europa y el eurocentrismo se forjó a partir de su proyecto colonial y de la resistencia de los pueblos colonizados, lo cual le permitía montarse una identidad dialéctica como sujeto, es decir, frente a su exterior, que sería considerado objeto de dominio. De este modo, apenas iniciado el revolucionario capitalismo, mostraba su cara contrarrevolucionaria, instituyendo, además, un modo de producción esclavista en el exterior que alimentara su territorio inte-rior, esclavismo que, por respeto a la memoria de las gentes de los terri-torios subordinados, porque constituía el origen de una gran parte de la producción total y porque fue una imposición de la expansión europea capitalista (y no una fase histórica propia en la que esos pueblos se hubieran estancado), debemos reconocerlo como estrategia capitalista y no como vestigio o resto. De igual modo, el estado-nación es una cons-trucción de esa modernidad ligada al capitalismo, que demandaría un aparato que redujera todas las funciones sociales a una medida de valor y produjera una fantástica unidad de intereses interclasista. Así es como la trascendencia teológica medieval sería sustituida por una trascenden-cia económica y, cuando decimos trascendencia, decimos ideología. El concepto de nación junto con el proyecto imperialista contribuiría a desplazar la crisis política atravesada por la lucha de clases. Según Negri, “La segunda operación fundamental en la construcción del pueblo, facilitada por la primera, es el eclipse de las diferencias internas mediante la representación de toda la población por un grupo, raza o clase hegemónica. El grupo representativo es el agente activo que se alza detrás de la efectividad del concepto de nación”(13). En la identidad entre pueblo y nación, acabada entre los siglos XVIII y XIX, consolidaba la victoria de la burguesía, con un mercado estable lanzado hacia nuevos lugares en los que invertir y “civilizar” a su imagen. Gra-cias al estado-nación se encubría la lucha de clases (expresión máxima

de lo cual sería el relato fabulado sobre la Segunda Guerra Mundial, en la que las naciones mistificaban, en verdad, clases en conflicto). Esto no quiere decir que Negri desatienda el carácter liberador que en momen-tos históricos tomaron algunos de los que denomina “nacionalismos subalternos” en la medida en que luchaban por el derecho a salir del control de las potencias dominantes en un acto de autodeterminación. Pero, incluso aquí, advierte de la doblez del discurso nacional como herramienta por cuanto, en muchas ocasiones, “en tanto estos muros aparecen como progresistas en su función protectora contra la dominación exterior, pueden, sin embargo, jugar con facilidad un papel inverso respecto del interior que protegen”(14).

2.2. Una nueva Roma para Estados Unidos

En el Nuevo Mundo se ideó, según Negri, una nueva forma de entender la soberanía, que conllevaría también una nueva estrategia para expandir el capital. La cualidad revolucionaria que presenta la bur-guesía norteamericana en su infancia es la constitución de un plano de inmanencia para el ejercicio del poder. Así, el poder se entendía como emanado productivamente de la dinámica social y con potencial cons-tituyente. Se hace explícita la visión sofista del nomos como convención humana y no como determinación natural ni divina. Eso sí, la trascen-dencia volverá cada vez que se apuren las técnicas de control sobre los “excesos” constituyentes de la multitud. En este punto, se rehabilita la concepción europea de soberanía, pero, si bien la soberanía europea se lanzaba a la conquista de su exterior como objeto de su proyecto coloni-zador, la soberanía americana se proyectará al exterior con un programa de inclusión. Así, pasada la herencia del imperialismo europeo en capí-tulos de práctica colonialista, de esclavismo y relegación política de la mujer, reducida aproximadamente al estatuto de esclava, y, eso sí, alcan-zada la inmanencia tras un alisamiento del espacio a base de masacrar a los nativos, no entendidos semejantemente como esclavos ni como mujeres, sino simple y directamente como “elementos molestos de la naturaleza”, la resolución expansiva del poder americano para la crisis amenazante de la lucha de clases, tomó características propias que impe-

(12)Ibidem. (13)Ibid. p. 80. (14)Ibid. p. 82.

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dirían hablar de imperialismo, entendiendo imperialismo como colonia-lismo. Esta voluntad resolutiva se agrava con la Revolución Bolchevique del 17, dado que, como sabemos, suponía, no ya sólo un nuevo orden para Rusia, sino un potente virus, dispuesto a recorrer todas las partes del mundo. Estados Unidos se vistió primero de antiimperialista en el momento en que fue más intensamente imperialista: con la doctrina Monroe, de 1823, asumiendo el papel de protección-dominación de las naciones ante el colonialismo europeo, y, posteriormente, ante el comu-nismo soviético. Según Negri, “la Guerra de Vietnam puede ser vista como el momento final de la tendencia imperialista, y, con ello, un punto de tránsito hacia un nuevo régimen de la Constitución” (bajo la presión social hacia un “retorno al espíritu constitucional original”)(15). Comienza una fase que ya perfilaba el “espíritu expansivo-inclusivo americano” de modo total, una fase que trataba de hacer efectiva esa vocación universalista bajo la que habían nacido, con tintes romanos. Negri denominará Imperio (en su obra ante-rior lo denomina “nuevo imperialismo”) a esta nueva estrategia que va más allá de Estados Unidos hasta conseguir la deslocalización, pero en la que Estados Unidos tiene una posición privilegiada, dado que se delega en él el papel de elaborar una ética universal y el de ejercer de policía moral internacional. Ese papel le viene, por supuesto, de su estatuto de gran metrópoli del capital. El modo imperial aparece como formación jurídica, funcionando la ONU como cadena de paso: “la ONU predica sobre el reconocimiento y la legitimación de la soberanía de los estados individuales, plantándose de este modo en el viejo marco del derecho internacional definido por pac-tos y tratados. Por otro lado, sin embargo, este proceso de legitimación es efectivo sólo en la medida que transfiere el derecho soberano a un centro supranacional real”(16). Su vinculación con Roma se debe a la unión de categorías jurídicas con valores morales autoproclamados universales, de donde toma sentido la “guerra justa” contra los incivilizados de fuera y contra los inadaptados de dentro. Algunas ONGs preparan el terreno para ello, perfilando el estado de excepción “desde atrás”, orientando la producción simbólica del enemigo: allí donde hay que ayudar es porque se aloja el mal(17). El

Imperio se presentaría a sí mismo como “concierto global bajo la dirección de un único conductor, un poder unitario que mantiene la paz social y produce sus ver-dades éticas”(18), configurándose como justicia auto-legitimada, en la cual el poder económico y político del capitalismo se funden totalmente de cara al cese de los conflictos que acechan la superpotencia del mercado: “la formación del Imperio es una respuesta al internacionalismo proletario”(19). Con un mercado globalizado, los estados-nación tienden a ser meros “instrumentos para marcar los flujos de mercancías, dinero y poblaciones que ponen en movimiento. Las corporaciones transnacionales distribuyen directamente la fuerza de trabajo sobre los distintos mercados, colocan recursos funcionalmente y organizan jerárquicamente los diversos sectores de la producción mundial”(20).

Por si aún hiciera falta, recordaremos que Negri, cuando afirma que el tiempo del imperialismo ha concluido, no lo hace con intención apa-ciguadora, sino para perfilar el nuevo marco en el que nos movemos, intentando mostrar nuevos obstáculos y, también, nuevos resquicios por los que el capital se autoniega, dejando de lado la nostalgia y las solucio-nes románticas que promueven un paso atrás. Para ilustrarlo, mostrare-mos algunas citas: “La política imperial de trabajo está diseñada principalmente para bajar el precio del trabajo. Esto es algo parecido a un proceso de acumulación primitiva, un proceso de reproletarización. La regulación de la jornada laboral (…) ha sido completamente superada. A menudo, la jornada laboral es de doce, catorce o dieciséis horas, sin fin de semana ni vacaciones; hay trabajos para hombres, mujeres y niños, y para los viejos y los discapacitados. ¡El Imperio tiene trabajo para todos! Cuanto más desregulado sea el régimen de explotación, más trabajo habrá. Sobre estas bases se crean las nuevas segmentaciones del trabajo. Están determinadas (en el lenguaje de los economistas) por los diferentes niveles de productividad, pero podríamos resumir el cambio diciendo simplemente que hay más trabajo y menores salarios”(21); “los países que aún mantengan las rigideces del trabajo y se opongan a su plena flexibilización y movilidad, son castigados, atormentados y, finalmente, destruidos por los mecanismos monetarios globales”(22); “Las líneas geográficas y

(15)Ibid. p. 132.(16)Ibid. p. 11.(17)Ver A. Negri y M. Hardt: Imperio. Pp. 35-36 y 228-229.

(18)Ibid. p. 15.(19)Ibid. p. 46.(20)Ibid. p. 31.(21)Ibid. p. 245.(22)Ibidem.

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raciales de opresión y explotación establecidas durante la era del colonialismo y el imperialismo, en muchos aspectos no han declinado, sino crecido exponencialmente. Pese a reconocer todo esto, insistimos en afirmar que la construcción del Imperio es un paso adelante para librarse de toda nostalgia por las estructuras de poder que lo precedieron y un rechazo a toda estrategia política que incluya un retorno a ese viejo orden, tal como intentar resucitar al estado-nación para protegerse contra el capital global. Sostenemos que el Imperio es mejor del mismo modo que Marx sos-tenía que el capitalismo era mejor que las formas sociales y los modos de producción que lo precedieron”(23). “Nosotros sostenemos, sin embargo, que hoy esa posición localista, aunque admiramos y respetamos el espíritu de algunos de sus sostenedo-res, es tanto falsa como dañina. Es falsa, antes que nada, porque el problema está expuesto pobremente. En muchas caracterizacione, el problema se asienta sobre una dicotomía falsa entre lo global y lo local, asumiendo que lo global incluye homogenei-zación e identidad indiferenciada, mientras lo local preserva la heterogeneidad y las diferencias. Con frecuencia, en esos argumentos está implícita la asunción que las diferencias de lo local son, en algún sentido, naturales, o, al menos, que su origen no está en cuestionamiento. Las diferencias locales son preexistentes a la escena actual, y deben ser defendidas o protegidas contra la intrusión de la globalización. No debe sorprendernos, dada dicha asunción, que muchas defensas de lo local adopten la terminología de la ecología tradicional e, incluso, identifiquen este proyecto político “local” con la defensa de la naturaleza y la biodiversidad. Esta visión puede deri-var fácilmente en una clase de primordialismo que fija y romantiza las relaciones sociales y las identidades. Lo que es necesario analizar, en verdad, es precisamente la producción de localismo, es decir, las máquinas sociales que crean y recrean las identidades y diferencias que son entendidas como lo local”(24). “Esta estrategia izquierdista de resistencia a la globalización y defensa de lo local es también dañina porque, en muchos casos, lo que aparece como identidades locales no son autónomas o autodeterminantes, sino que, en realidad, alimentan y sostienen el desarrollo de la máquina imperial capitalista. La globalización o deterritorialización operada por la máquina imperial no está de hecho opuesta a la localización o reterritorialización, sino, en verdad, colocada en un juego móvil y en circuitos modulantes de diferen-

ciación e identificación. La estrategia de resistencia local no identifica, y, con esto, enmascara al enemigo”(25).

Lo que se está imponiendo es una difuminación de las fronteras y un debilitamiento de la dicotomía interior-exterior, así como de los pares público-privado. El movimiento feminista ya había anunciado que “lo privado es política”, y podemos ahora ahondar en ese fenómeno por diversas razones; entre ellas, encontramos: la progresiva privatización de los espacios públicos, ejemplo de lo cual es el propio paisaje urbano, con sus barrios privados, que permiten que, en un mundo globalizado, las diversas poblaciones, sin embargo, no se encuentren, aún siendo vecinas; el abandono del carácter político de los espacios todavía públi-cos, en los cuales ya no nos encontramos en la mirada del otro, ni pun-tos de acuerdos y contrastes, sino un espacio destinado al espectáculo, en el cual sólo existe lo que se muestra, y lo que se muestra cae dentro del monopolio de los medios de comunicación principales. Además, el espectáculo vehiculiza los deseos a través del miedo. Podemos hablar, entonces, de políticas del miedo, frente a las cuales Negri propondrá políticas del amor. Es así como el ejercicio del poder, al igual que el capital, tiende a deslocalizarse, de tal manera que parece más difícil situarlo. Sin embargo, ocurre que el poder deslocalizado encuentra resistencias también por todos lados, y esas resistencias no sirven sólo para crear espacios de contrapoder, sino también para ensayar. Incluso la represión sufrida es útil porque la contraofensiva del poder nos ayuda a identificar, en cada caso, su lugar. El concepto “políticas del amor” está referido a una tradición clásica, que aparece con especial intensi-dad en Grecia, a partir de la importancia que su filosofía atribuye a la amistad (o amor no necesariamente atravesado por lo sexual), como virtud ética primordial y como condición de posibilidad de la política. Este concepto se trabaja en Grecia a partir de una fuerte vinculación con la figura del ciudadano, que es esencialmente con-los-demás-ciuda-danos, y que manifiesta así un respeto hacia la comunidad y un deseo hacia la corporeización de lo común. La amistad era, además, la clave en la producción de filosofía, y, por esa razón, el tema de la amistad será (23)Ibid. p. 41.

(24)Ibid. p. 41-42.(25)Ibidem.

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mantenido a lo largo de su historia(26). La política de la amistad o del amor conlleva un punto de partida de unión, en tanto que las políticas del miedo tratan de funcionar a partir de la disgregación de las fuerzas sociales. Negri lo expresaría así: “La pulsión humana más fuerte es el amor materialista: el amor por la comunidad, que es un amor previo al amor sentimen-tal”(27).

Cuando decimos que el modelo de expansión imperial es inclusivo nos referimos a que, en principio, no crea alteridades, sino que, al menos aparentemente, puede digerirlo todo y convertirlo en una nueva oportu-nidad de mercadeo. Esto no significa que no segregue, sino que segrega integrando. Así, Estados Unidos divulga el sueño americano y acoge todo tipo de culturas. Es un centro multicultural, en el que las diferencias folklóricas son celebradas y, las políticas, disueltas con los “proyectos de integración”. También eso es tendencial en España y lo comprobamos, por ejemplo, en el ámbito educativo. Según la política educativa, los inmigrantes no pueden ser separados temporalmente para realizar cursos puente, en los que reduzcan posibles lagunas o consigan una verdadera inmersión lingüística, porque eso, dicen, sería crear guettos, sería segre-garlos. Además, entrarán al curso de enseñanza obligatoria que les toque por edad porque si no también sería segregarlos. De esto modo, lo que ocurre, día tras día, es que estos alumnos fracasan, se sienten frustrados en un entorno dificultoso en el que no cuentan con recursos ni adapta-ciones. El hecho es que, en nombre de la integración y de la igualdad de oportunidades, se les ofrecen oportunidades tan estrechamente creadas

por y para el occidental que, forzosamente, son imposibles de aprove-char. La integración sirve finalmente para la autojustificación de nuestras instituciones y del racismo cultural, que se ve legitimado para afirmar que esas otras culturas son inferiores puesto que sus individuos fracasan aunque se les rodee de oportunidades. En definitiva, estamos ante una integración que segrega y ante una inclusión diferencial, que excluye. El juego está normativizado con reglas occidentales, de manera que el inmi-grante juegue siempre en campo ajeno.

3. La nueva configuración de la clase proletaria: el obrero social

Pasaríamos, así, de las sociedades disciplinarias al régimen de con-trol, caracterizado por ser esencialmente biopolítico: no disciplina al sujeto desde fuera, sino que lo modela desde dentro. Se trata de la máxima expresión de la alienación. Este tipo de sociedad demanda un desarrollo especial de las técnicas afectivas. Aquí estamos de lleno en lo que Marx denominó “subsunción real del trabajo bajo el capital”(28). Se abre, entonces, un nuevo escenario en el que el poder capitalista se expande a lo largo de todas las diferencias (culturales, sexuales, religio-sas, tradicionales, etc.), envolviéndolas, manteniéndolas como tales, pero poniéndolas a trabajar a su servicio. De esta manera, como prefiguraba Foucault, lo que había formado parte de la superestructura, aquello que sobrevolaba, que planeaba sobre la producción, conteniéndola en límites adecuados, se hunde en la infraestructura, es decir, empieza a trabajar desde el interior, fundiendo producción y reproducción. Es indudable que el capitalismo fabrica afectos, y no los presenta como algo exterior, como envoltorio, sino como pura mercancía. Para ello, necesita un proletariado capaz de fabricarlos, y aquí está el punto fuerte y el punto débil del sistema. El capital necesita obreros capaces de dinamismo, de libre movimiento, de nomadismo, de creatividad, de multifuncionalidad, de versatilidad; en definitiva, necesita obreros capaces de producir y de organizar el trabajo de punto a punto del proceso, e, incluso, de rein-

(26)Podemos encontrar los tratamientos más bellos de este afecto racional en Platón: Lisias y El banquete; en Aristóteles: Ética a Nicómaco, libro VIII; y en Spinoza: Ética. Cap. XII. En Spinoza aparece el Deseo como impulso a la existencia y a la acción, y, en el transcurso, deviene Amor. Negri, siguiendo esta línea, y al igual que Gilles Deleuze, habla del Deseo como impulso a la producción y, en especial, a la producción creativa de lo nuevo. Por eso, también en ambos se da la insistencia en la necesidad de liberar al deseo de sus codificaciones y encapsulamientos capitalistas, que lo convierten en una compulsión meramente repetitiva de consumo y cosificación. Así, se proponen conceptuar el Deseo, el Amor, como políticamente constituyente. En el Deseo hay un hálito revolucionario, en cuanto que constituye la promesa de lo nuevo, la disolución de ciertas relaciones y la formación de nuevas composiciones, y así también en su devenir Amor, que conlleva la valoración de lo comunitario y la deconstrucción de lo meramente individual.

(27)Entrevista a Toni Negri. La vanguardia/Rebelión. 26-XI-2004.

(28)Podemos rastrear esto ampliamente en el capítulo IV del libro I de El Capital, capítulo que permaneció inédito mucho tiempo y que supone una base fundamental para el desarrollo de la obra de Toni Negri.

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ventarlo, de diversificarlo, de afectarlo… Ocurre que un proletariado así libera progresivamente su potencial, de modo cada vez más intenso y palpable, mostrándose el capital como parasitario a todos los niveles, ya que no se podrá arrogar más el papel innovador, emprendedor, ya no es más el sujeto de la iniciativa, ya apenas controla el proceso productivo. Sólo aparece como un vampiro expropiador. La propiedad privada de los medios de producción se ha quedado obsoleta: “La propiedad privada, pese a sus poderes jurídicos, no puede evitar volverse un concepto cada vez más abstracto y trascendente, y, con ello, cada vez más separado de la realidad”(29). Hoy sí que el modo de producción ha superado verdaderamente a las relaciones de producción. Y siempre los nuevos y más intensos modos de explotación traen nuevas y más intensas posibilidades de liberación y de revolución: “Nosotros (…) luchamos porque el deseo no tiene límites y (como el deseo de existir y el deseo de producir son uno y lo mismo) porque la vida puede ser continua, libre e igualitariamente disfrutada y reproducida”(30).

Toni Negri recoge tal cual el concepto marxista de proletariado. Este concepto es un concepto difícil de cambiar debido a que su pertenencia a las categorías económicas supone un elevadísimo nivel de objetividad. Mientras proletario sea todo aquel al que se le extraiga plusvalía, confi-gurará una clase socio-económica de ninguna manera disuelta. También es cierto que Marx le da a esta categoría económica un tono político, en la medida en que, al menos potencialmente, podría exigir la reapropia-ción de los medios de producción, convirtiéndose, así, en sujeto activo del cambio social. Toni Negri comparte de pleno todo esto, y lo único que hace es remarcar una reconfiguración, no en cuanto a la posición de clase, ni a su papel político dentro de las relaciones y lucha de clases, sino en cuanto al modo de producción, entendiendo que esto tiene importan-tes consecuencias en cuanto a la capacidad de autosubjetivación y, con ello, de concienciación de su creciente autosuficiencia, que haría tomar imagen de la propiedad privada como recurso obsoleto de acuerdo a los actuales modos de producción: “Justo cuando el proletariado parece estar desapareciendo de la escena mundial, el proletariado se está volviendo la figura uni-versal del trabajo. Esta afirmación no es realmente tan paradójica como pareciera. Lo que ha desaparecido es la posición hegemónica de la clase trabajadora industrial,

que no ha desaparecido ni siquiera disminuido en número -simplemente ha perdido su posición hegemónica y cambiado geográficamente. Sin embargo, utilizamos el concepto “proletariado” para referirnos, no sólo a la clase trabajadora industrial, sino a todos aquellos que están subordinados, explotados y produciendo bajo el mando del capital. Desde esta perspectiva, entonces, como el capital globaliza cada vez más sus relaciones de producción, todas las formas de trabajo tienden a proletarizarse. En cada sociedad y a lo ancho de todo el planeta, el proletariado es la figura cada vez más general del trabajo social (…) que involucra relaciones sociales, sistemas de comunicación, infor-mación y redes afectivas (…); simultáneamente, produce y reproduce directamente todos los aspectos de la vida social(31). Así, los mecanis-mos fordistas y tayloristas quedan desfasados, y podemos decir, más que nunca, que los sujetos capaces de enfrentar y vencer al Imperio vendrán del ámbito de la producción, “el lugar donde el proletariado reconoce su propio valor de uso, su propia autonomía, y donde cimenta su esperanza de liberación”(32).

Según Negri, incluso la fábrica es tratada ahora como un servicio, difuminándose la frontera entre trabajo manual e intelectual. Además, las relaciones de explotación salen de la fábrica para cubrir todo el terreno social, desde las relaciones afectivas hasta los espacios de ocio. En parte, esto respondería a la economía informacional que ha sido fuertemente introducida. Además, se produce en comunicación constante con el mercado, forzándose, así, un continuo intercambio de conocimientos y de comunicación. A esta nueva caracterización del modo de producción la llama Negri “trabajo inmaterial”, puesto que los bienes que produce no son durables ni físicos y el valor que produce no se puede medir en tiempo. Se trata de una forma de hablar del trabajo socializado al que se refería Marx: “Cuando la fuerza productiva del medio de trabajo ha alcanzado el nivel del proceso automático, la premisa es subordinación de las fuerzas materiales a la inteligencia social, mientras que el trabajo inmediato del individuo deja de existir, o, mejor, se transforma en trabajo social”(33). También leemos: “Con esta trans-formación, ni el tiempo de trabajo utilizado ni el trabajo inmediato efectuado por el

(29)Negri y M. Hardt: Imperio. Op. Cit. p. 221.(30)Ibid. p. 252.

(31)Ibid. pp. 188-189.(32)Ibid. pp. 153.(33)K. Marx: Elementos fundamentales para la crítica de la economía política. Ed. Alberto

Corazón, Madrid, 1971. p. 207.

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hombre aparecen ya como el principal fundamento de la producción de riqueza; ahora lo son la apropiación de su fuerza productiva general, su conocimiento de la natura-leza y su facultad de dominarla, puesto que se ha constituido en un cuerpo social; en una palabra, el desarrollo del individuo social representa el fundamento esencial de la producción y de la riqueza”(34). La informática, a partir del ordenador, que parece imponerse como una herramienta universal por la cual pasa todo, modifica en gran medida las relaciones laborales, y, al mismo tiempo que la producción se deslocaliza, se centraliza más fuertemente que nunca debido a las posibilidades que otorga el lugar remoto: “Las nuevas tecno-logías de comunicación, que levantaron la promesa de una nueva democracia y una nueva igualdad social, han creado de hecho nuevas líneas de inequidad y exclusión, en los países dominantes y, especialmente, fuera de ellos”(35).

Según la propia definición de Negri, el nuevo obrero, el obrero social, “no es sólo productor de valor y plusvalía, es también productor de coopera-ción social de trabajo. Esta función, propia del patrono (y, hablando más amplia-mente, de las instancias, diversas y múltiples, del mando sobre la fuerza de trabajo a lo largo de siglos de construcción y desarrollo del capitalismo), ahora es del obrero (…) Teóricos incapaces se asombran al reconocer estos fenómenos y, con una miopía increíble, creen leer en ellos fenómenos de aburguesamiento del proletariado, cuando –lo repetimos– el proceso es absolutamente diferente, opuesto: es la reapropiación de la función de mando sobre la cooperación por el proletariado”(36). El obrero social tendría ya en su mano tocar el control de la ciencia, y misión suya es bajarla al nivel infraestructural, sacándola de las redes de la ideología. Así, lo que el capital expropia al obrero social es fundamentalmente su capacidad para organizarse y comunicar.

Otro concepto clave en Negri es el de “multitud”. Este concepto no es un invento suyo, sino que lo recoge de la política spinozista(37). Para Spinoza, filósofo materialista de la democracia absoluta, como lo denominan muchos, el concepto de multitud indica una pluralidad que

persiste sin homogeneizar en el panorama público de la comunidad, que actúa colectivamente, sin converger en un Uno hacia un movi-miento centrípeto. Según Spinoza, la sociedad política no reposa sobre un pacto al estilo rousseauniano, sino sobre la firmeza continuada del deseo de comprometerse. A Hobbes, en cambio, le horroriza el término multitud porque percibe en ella el máximo peligro para el “supremo imperio”. Entre el concepto de multitud y proletariado no hay relacio-nes de suplantación. Con multitud habla Negri de toda clase oprimida a lo largo de la historia en los distintos sistemas de producción definidos por la expropiación de trabajo, tanto a nivel actual como potencial: en el sentido de expropiación del valor añadido a los productos y del valor potencialmente creativo para constituir nuevas relaciones de produc-ción y de comunidad: “El pobre es destituido, excluido, reprimido, explotado –¡y sigue viviendo!. Es el común denominador de la vida, la fundación de la multitud (…):la figura de un sujeto transversal, omnipresente, diferente y móvil; el testamento al carácter aleatorio irreprimible de la existencia (…)Más tarde, mediante los procesos de acumulación primitiva, emergió el proletariado como un sujeto colectivo que podía expresarse a sí mismo en materialidad e inmanencia, una multitud de pobres que no sólo profetizaban, sino que producían, y, con ello, abrían posibilidades no virtuales, sino concretas. Hoy, finalmente, en los regímenes biopolíticos de pro-ducción y en los procesos de postmodernización, el pobre es una figura subyugada, explotada, pero, sin embargo, una figura de la producción”(38). Además, el con-cepto de multitud se diferencia del de proletariado debido a su multi-dimensionalidad también subjetiva, dado que Negri lo aplica ahora a la clase proletaria, pero no sólo en tanto clase proletaria, sino queriendo incluir diferentes aspectos en torno a la conformación de sus cuerpos y mentes, incluyendo lo más positivo y también lo más negativo, como el disciplinamiento de los mismos, puestos a funcionar en circuitos de trabajo prediseñados o controlados por dispositivos ideológicos, debido a lo cual, en todo caso, “el poder deterritorializador de la multitud es la fuerza productiva que sostiene al Imperio y, al mismo tiempo, la fuerza que hace necesaria y llama a su destrucción”(39). También quiere hacer referencia a algo que está más allá de su relación de oposición frente a la clase burguesa. El

(34)Ibid. p. 203.(35)Negri y M. Hardt: Imperio. Op. Cit. p. 220.(36)A. Negri: Fin de siglo. Op. Cit. p. 66.(37)Ver B. Spinoza: Tratado teológico-político y Tratado político, publicados ambos

en Técnos. Como artículos más divulgativos podemos ver N. Israel: “Tiempo y política en la obra de Spinoza”, en la revista digital Compléments de Multitudes 2.

(38)Negri y M. Hardt: Imperio. Op. Cit. p. 53.(39)Ibid. p. 118.

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proletariado, económica y relacionalmente, define a la clase burguesa y se define por ella, pero fuera de esta dialéctica negativa, presenta tam-bién una esfera propiamente positiva: una capacidad constituyente (y no sólo ni principalmente constituida), para construir nuevos valores, para articular nuevas formas de sociabilidad, para producir otras subje-tividades e, incluso, para redefinir la vida a nivel existencial “Como dice Spinoza, si sólo cortamos la cabeza tiránica del cuerpo social, nos quedaremos con el cuerpo deforme de la sociedad. Lo que necesitamos es crear otro cuerpo social, lo cual es un proyecto que va mucho más allá del rechazo. Nuestras líneas de fuga, nuestros éxodos, deben ser constituyentes y crear una alternativa real (…), enriquecida por la inteligencia colectiva y el amor de la comunidad”(40). Con el término multitud, Negri quiere ir más allá de la dialéctica hegeliana. Debemos aclarar aquí que la crítica general a la dialéctica por parte del postestructuralismo no debe entenderse como un enfrentamiento a Marx, entendido más bien al modo de Althusser, ni siquiera a su uso de la dialéctica, sino como un intento de sacar a Marx de la tradición dialéctica perfilada en la filosofía alemana, fundamentalmente de Kant a Hegel, ya que es entendida como una dialéctica propia y explicativa del espíritu colonial y, en general, como teleología siempre justificativa de cualquier acontecimiento de la historia. Debemos tener en cuenta que la filosofía hegeliana es una filo-sofía del sistema hegemónico de su contemporaneidad, en la cual, hasta el suceso más sangriento, injusto o atroz ocurrido dentro del marco del poder estatal queda justificado en base a un futuro del Espíritu Abso-luto, de total fusión entre conocimiento y realidad, de absoluta autocon-ciencia, a partir de la cual miraremos atrás y entenderemos el sentido y necesidad de tales acciones. Ya sabemos que, en Hegel, el Estado es el más alto producto de la dialéctica natural, y se arroga, y así debe ser, una voluntad universalizadora. Prusia encarnaría el Espíritu Absoluto.

Además, Negri incluye en el concepto de multitud a aquellos pro-ductores no asalariados, que fabrican un valor, en principio no medible, y no puesto a circular de forma directa o legal en el mercado (trabajo doméstico, economías sumergidas, “parados activos”, etc.), incluyendo, así, todas las labores de reproducción(41), así como el trabajo afectivo, relacionado con la producción de cuerpos, con las relaciones y atención social, etc., así como el consumo en la medida en la que produzca o potencialmente muestre un reverso productor (por ejemplo, consumir libros o películas incluye, virtualmente, una fuerza de trabajo disponible para obrar)(42).

4. El proyecto de militancia

Negri entiende que, dado que vivimos una etapa distinta del capita-lismo, tal como hemos expuesto en los apartados anteriores, los térmi-nos de la resistencia deben, asimismo, variar con los tiempos a favor de la eficacia capaz de hacer frente a un capitalismo mucho más omnipre-sente, más infiltrado en todas las esferas y capas de la vida, inyectado con más fuerza en nuestros deseos, en nuestras energías para orientar la acción, pero también más viejo, más obsoleto, más como viviendo la resaca de sus logros y victorias. En unos tiempos en los que la toma de conciencia por parte del proletariado parece haber decrecido, en la que su autoreconocimiento como clase y como fuerza liberadora no hace presencia en la subjetividad inmediata, ocurre, sin embargo, que objeti-vamente este proletariado actual es más potente que nunca y que, faltán-dole aún el momento claro de la subjetivación, en su constante hacer, en el ejercicio de la producción, muestra sin mediaciones su autosuficiencia y el carácter meramente vampírico del capitalismo.

El proyecto socialista que inspiró a la URSS y las tareas del Partido Comunista modelado por Lenin respondían, entre otras cosas y muy fuertemente, a lo que constituía una exigencia de aquellos tiempos: la industrialización. Esta tarea no era tanto una apuesta esencialmente socialista, sino más bien un proyecto propio del capitalismo y de la

(40)Ibid. p. 150.(41)Ver, en este sentido, las pp. 285-290, en las cuales, a través de esta inclusión en el

concepto de proletariado, dibuja tres reclamaciones fundamentales: ciudadanía global, es decir, papeles para todos de acuerdo a la realidad económica; salario social e ingreso garantizado para todos; y derecho a la reapropiación de los medios de producción por parte del proletariado. Ver también el artículo de Judith Butler: “El marxismo y lo meramente cultural”, en el que afirma que vivir el género femenino es un modo de vivir la clase social.

(42)En este sentido, ver cómo se comenta esta idea de Godard en G. Deleuze: Conversaciones. Ed. Pre-textos, Valencia, 1995. Cap. II: “Cine”.

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energía proveniente del mundo liberal. En cada territorio, y durante muchos años, el primer mundo y el segundo mundo, como si fueran hijos del mismo padre, hicieron efectiva la industrialización y utilizaron vías de actuación bien semejantes: fortalecimiento del Estado como marco espacial, espíritu de trabajo como marco de los procesos de subjetivación, cadena de producción como marco científico-técnico de fabricación, y, así, un programa taylorista generalizado. La cuestión es saber si a nivel significativo el socialismo real supo ir más allá de la revo-lución burguesa en el ámbito de la producción. Una cosa es que tuviera lugar una distribución más igualitaria de los bienes y servicios y otra cosa es que se superara la metafísica de la mercancía (el devenir todo en mercancía). Un proyecto comunista debe contemplar como uno de sus horizontes principales la transformación de la producción y de la relación del trabajador con su trabajo: la fábrica debe convertirse, no en un mal menor, sino en un lugar de creatividad, de realización, de cono-cimiento, de festejo del espíritu humano. No creemos que ese proyecto haya gozado todavía de una realización efectiva. Negri es crítico con el período soviético que se va consumando en la época stalinista. La razón es que entiende que en él se está vehiculizando o instrumentalizando el ímpetu y deseos revolucionarios de los trabajadores soviéticos, así como sus ansias de liberación, de conjurar el sistema capitalista, al servicio de un proyecto nacional de modernización taylorista. Esto no niega la heterogeneidad entre el mundo socialista del Este y el mundo capita-lista, en ese momento histórico polarizado, ni un importante grado en el cumplimiento del proyecto de igualdad. Lo que sí se verifica es cierto encapsulamiento en el proyecto desarrollista de la modernidad, en lugar de inventar y trazar caminos propios y creativos que fueran mucho más allá de la imperante ideología del trabajo en la labor de crecimiento y superación de las necesidades. Asimismo, Negri acusa, en la figura de Stalin (como proyecto político), un elevado grado de entusiasmo des-lumbrado por el modelo norteamericano. Lo cual, en todo caso, no está lejos de las propias exposiciones discursivas del propio Stalin: “No se trata del estilo literario. Me refiero al estilo en el trabajo, a lo específico y peculiar que hay en la labor práctica del leninismo y que crea el tipo especial del militante leninista. El leninismo es una escuela teórica y práctica, que moldea un tipo especial

de dirigente del Partido y del Estado, que crea un estilo especial de trabajo, el estilo leninista. ¿Cuáles son los rasgos característicos de este estilo? Cuáles son sus parti-cularidades? Estas particularidades son dos: a) el ímpetu revolucionario ruso y, b) el sentido práctico norteamericano. El estilo leninista es la combinación de estas dos particularidades en la labor del Partido y del Estado.

El ímpetu revolucionario ruso es el antídoto contra la inercia, contra la rutina, contra el conservadurismo, contra el estancamiento mental, contra la sumisión servil a las tradiciones seculares. El ímpetu revo-lucionario ruso es la fuerza vivificadora que despierta el pensamiento, que impulsa, que rompe el pasado, que brinda una perspectiva. Sin este ímpetu, no es posible ningún movimiento progresivo.

Pero el ímpetu revolucionario ruso puede muy bien degenerar en vacuo manilovismo «revolucionario», si no se une al sentido práctico norteamericano en el trabajo. (…)

El sentido práctico norteamericano es, por el contrario, un antídoto contra el manilovismo «revolucionario» y contra las fantasías del arbi-trismo. El sentido práctico norteamericano es una fuerza indomable, que no conoce ni admite barreras, que destruye con su tenacidad prác-tica toda clase de obstáculos y que siempre lleva a término lo empezado, por mínimo que sea; es una fuerza sin la cual no puede concebirse una labor constructiva seria. (…)

Sólo esta unión nos da el tipo acabado del militante leninista y el estilo del leni-nismo en el trabajo”(43).

Respecto al stalinismo, Negri también percibe otro elemento propia-mente modernista. Nos referimos al nacionalismo: “De acuerdo con Stalin, las naciones son inmediatamente revolucionarias, y revolución significa moderniza-ción: el nacionalismo es una etapa ineludible del desarrollo. En la interpretación de Stalin, sin embargo, como el nacionalismo se vuelve socialismo, el socialismo se vuelve Rusia, e Iván el Terrible debe yacer en la tumba junto a Lenin. La Internacional

(43)Stalin: Fundamentos del leninismo. Cap. IX: “El estilo en el trabajo”. Ed. Digital. www.eroj.org/biblio/stalin/fundleni/fundleni.htm

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Comunista se transformó en una asamblea de las “quintas columnas” de los intere-ses nacionales rusos”(44).

Sin embargo, el tiempo de la industrialización como finalidad central en la agenda mundial ha concluido. El obrero masa ha ido declinando y es el obrero social, del que Marx habla en el capítulo IV del libro I (inédito) de El Capital, el que se sitúa ahora en primera plana y sobre el que reposa la potencia revolucionaria. En esta situación, la militancia es importantísima, ya que “a medida que la figura del pueblo se disuelve, es el militante quien mejor expresa la vida de la multitud: el agente de la producción biopolítica y la resistencia contra el Imperio”. Pero se tratará de una militancia cuyas acciones no se deduzcan de un plan ideal, ni sus finalidades sean representativas, sino constituyentes. Se prioriza, por tanto, la inmersión crítica, la constructividad y la creatividad propias de un saber moverse con el movimiento, con el bagaje de la experiencia revolucionaria pasada, pero traducida a una nueva situación. La militancia tiene una misión esencial para redefinir al sujeto como común y potente, para hacerlo pasar de la singularidad a la historia. El paso de la centralidad del obrero masa a la del obrero social no implica un desbaratamiento de los esquemas de lucha, sino que éstos se renuevan y reactivan “allí donde organizaciones capaces de innovación vivan con la clase y con la sociedad”(45). La militancia, además, parece la única respuesta plausible a la actual explo-tación capitalista, que se centra en expropiar la capacidad comunicativa, organizativa y de cooperación social. Se convierte en una necesidad a la hora de liberar estas capacidades de la estrecha vehiculización a la que el capital las somete. La militancia, además, refleja, al mismo tiempo, las microconflictualidades, es decir, la pluralidad de planos de contra-dicción que vive nuestra sociedad, y, el macroconflicto, el que hace de marco, el antagonismo dual que focaliza el punto central: la lucha de clases(46): “Así, la oposición antagonista se forma en el nivel macroscópico: opo-sición molar, por o contra la explotación, contra o por la socialización, la igualdad y la libertad”(47). Debemos recordar que lo que pudiera parecer caótico

(44)A. Negri y M. Hardt: Imperio. Op. Cit. p. 86. (45)A. Negri: Fin de siglo. Ed. Paidós, Barcelona, 1992. p. 74.(46)Ibid. pp. 126-128.(47)Ibid. pp. 134.

de los planteamientos en torno a la lucha contra el capital y el Imperio, no es sino reconocimiento de una pluralidad de acontecimientos que se entrelazan en torno a un antagonismo crucial: “la complejidad del proceso no niega la relativa linealidad (…) del recorrido de la microconflictualidad a las grandes oposiciones molares y antagónicas de la lucha de clases”(48). Y, por ello: “…es el problema de hoy la construcción de formas adecuadas de organización de masa y de vanguardia, para conducir a la vez la lucha por el poder y la gestión de la producción”(49). En la misma línea, apunta más adelante: “La autova-loración viene después de la autoorganización, y no antes. Cualquier concepción espontaneísta de los procesos valorativos queda así eliminada: el sujeto se presenta autorreconociéndose, autoorganizándose(…) Organizar la militancia es desarrollar los contenidos y la tensión constructiva de la conciencia. No hay conciencia fuera de la militancia, fuera de la organización”(50). Lo que no debemos olvidar es que una organización tal debe presentarse como poder constituyente y no como poder ya constituido. Esto conlleva, incluso, una forma deter-minada y revolucionaria de entender el derecho, refundándolo como dinámico, procedimental y siempre abierto. Lo que toca aprender es a hacer la revolución, una revolución que no acabe abortada, presa de la inercia y del estatismo. Y este planteamiento no puede ser tachado de izquierdista, entendemos aquí.

Negri se pregunta sobre las condiciones de la construcción de un proyecto leninista para los nuevos tiempos, sobre el espacio para la configuración del partido. Primeramente, entiende que no se puede ya mover en espacios limitados al territorio de los estados-nación, sino que su proyecto tiene que saltar por encima de éstos(51) si quiere tener continuidad, dado que el enfrentamiento se produce en el marco del Imperio, que, además, hace imposible la supervivencia a largo plazo

(48)Ibid. pp. 137.(49)Ibid. pp. 139.(50)Ibid. pp. 149.(51)Negri entiende que la actividad constituyente que está teniendo lugar en Venezuela y

Bolivia podría lograr este tipo de proyección. Ver la entreviesta de Pablo Stefanoni a Negri en Diario Clarín, Buenos Aires: Mano a mano con Toni Negri: “En América Latina se está acabando la dependencia de EEUU” www.kaosenlared.net; y la realizada por Verónica Gago: Reportaje a Toni Negri. Paradigmas y cambios. www.iade.org.ar/modules/noticias/article.php?storyid=2110

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de estados-nación que pretendan configurarse por fuera de sus leyes. Necesitaríamos ya otro recorrido llamado a la guerra civil contra el Imperio capitalista. La configuración del partido, además, demanda ahora un tiempo de la oportunidad, que no llegará como simple fenó-meno del puro determinismo mecánico. Este tiempo de la oportunidad viene demarcado, sobre todo, por el punto en el que la fuerza del trabajo del obrero social consiga una energía más alta que la de la explotación capitalista(52).

(52)Para seguir este asunto de modo mucho más extenso, claro y organizado ver A. Negri: “¿Qué hacer hoy con el “Qué hacer”? Es decir: el cuerpo del General Intellect”, en la revista Posse, de mayo de 2003, y ya expuesto por Negri en 2001 en la conferencia sobre Lenin organizada por Slavoj Zizek en Essen (Alemania). usuarios.lycos.es/pete_baumann/quehacer.htm

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