Propuesta Comunista COMUNISTA/PROPUESTA_COMUNI… · 2010. 2. 18. · Propuesta Comunista Director:...

Propuesta ComunistaDirector: Juan R. LorenzoConsejo de Redacción: Área Ideológica del PCPEDiseño de Portada: C. SuárezEdita: Partido Comunista de los Pueblos de EspañaDepósito Legal: M-12283-1990Redacción: C/ Carretas nº 14 - 6º, G-1 28012 Madrid Telf. y Fax 91 532 91 87 e-mail: [email protected] www.pcpe.es

Propuesta ComunistaRevista política

Partido Comunista de los Pueblos de EspañaJunio 2007, nº 50

A QUIENES NUNCA DEJARON LA LUCHACarmelo Suárez ..............................................................................

Eusebio Morales Parra ..................................................................

Máximo Santajuliana Agulla .........................................................

Miguel Galindo García ..................................................................

Andrés Pedrosa Álvarez ................................................................

Aurelio Hevia Carmona ................................................................

Faustino Antonio Zapico Argüelles ............................................

Domingo Valencia .........................................................................

Feliciano Dorta Negrín .................................................................

Isabelita Sánchez Martín ...............................................................

Jesús González Gutiérrez .............................................................

Esteban Cerdán Francés ...............................................................

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Índice

Carmen Montoro Reina ................................................................

Francisco Rey Balbis “Moncho” ..................................................

Isabel Argentina Álvarez Morán ..................................................

José Ramón Quirante Vilchez ......................................................

Juan Antonio Diosdado Galán.....................................................

Felipe Rodríguez Mesa ..................................................................

Melquíades Jiménez Vicente .........................................................

Trini Torrijos Pimentel ..................................................................

Ángel Abellán Lozano ..................................................................

Alfonso Santamaría García ...........................................................

Afrodisio Vallejo Díaz ...................................................................

Julia Gómez Martín .......................................................................

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Introducción 7

A QUIENES NUNCA DEJARON LA LUCHA

Este número cincuenta de nuestra revista política, Propuesta Comunista, debía tener una temática especial, porque no es

frecuente encontrar publicaciones del campo revolucionario que, en las últimas décadas, puedan contar con un currículo de constancia y firmeza en la defensa del proyecto revolucionario, y, ello, menos en este primer mundo devorador en el que el PCPE desarrolla su acción polí-tica. Nuestra publicación ha sido, durante todos estos años, un baluarte en la defensa de las ideas de la revolución socialista.

En estos años, quizás, uno de los factores más deteriorados por el adverso desarrollo de la lucha ideológica, desde la derrota de los paí-ses que en el Este europeo construían procesos socialistas –y, antes, desde la deriva total hacia el reformismo de la organización histórica del comunismo español-, ha sido la quiebra de la tradición comunista. Este factor, la tradición comunista, fue siempre un elemento esencial en la transmisión del ideario revolucionario en comunidades sociales de trabajadores y trabajadoras, en organizaciones de clase, y también en el mismo ámbito familiar, en muchos casos. La pérdida de la tradición

Propuesta Comunista nº 508 Introducción 9

comunista, como hilo conductor de la transmisión del conocimiento y de las experiencias de lucha, ha supuesto una mayor dificultad para quienes hemos permanecido constantes en el desarrollo de la propuesta revolucionaria; ello nos ha obligado a renovados esfuerzos para conse-guir permeabilizar nuestro ideario entre los sectores más conscientes de la clase obrera.

En esta ocasión, en que Propuesta Comunista llega a publicar su número 50, parece particularmente adecuado dedicar la revista a quienes nunca dejaron la lucha, a los hombres y mujeres que, incluso en las condiciones más adversas, mantuvieron no sólo su ideario, sino su compromiso militante con la causa de la revolución socialista y el comunismo.

En estas páginas se desgrana una parte de la historia del comunismo de nuestro país; pero, además, se hace desde el detalle de la experiencia más vivida, desde la sensibilidad y la vivencia de hombres y mujeres que, en unos casos, de manera intuitiva, y, en otros, como consecuencia de una elaborada reflexión ideológica, nunca abandonaron el lugar que les correspondía en la defensa de los intereses de la clase obrera y su pro-yecto de emancipación.

Quienes venimos detrás tenemos mucho que agradecer a la coheren-cia y al compromiso insobornable de estas personas, COMUNISTAS con mayúsculas. Hoy, el PCPE es también producto de su aportación al gran esfuerzo colectivo de dotar a la clase obrera de la herramienta necesaria para la emancipación de la barbarie capitalista.

En momentos en que las fuerzas reformistas se aprestan a traicio-nar una vez más la reivindicación de la memoria histórica en este país, hay que decir que también se está traicionando a estas personas, se está comerciando con sus vidas y con su heroísmo. Por ello, no podemos permitir que avance ese proyecto amañado en las Cortes, y tenemos que trabajar intensamente para aumentar la movilización por una Ley de la Memoria Histórica que declare la nulidad de todos los juicios y con-denas realizadas por el franquismo, que rehabilite a las víctimas y que termine con cualquier forma de reivindicación de ese régimen criminal.

La lucha por la III República, además de una necesidad democrática de las masas populares, es, también, una deuda con quienes siempre lucharon y mantuvieron su compromiso, por la república, y por el socia-lismo y el comunismo.

Precisamente cuando las potencias capitalistas europeas tratan de criminalizar el comunismo, hay que incrementar la lucha ideológica para que cada cual quede realmente en su lugar. El paso del capitalismo al socialismo será el paso de la barbarie a la civilización, por eso la con-signa socialismo o barbarie era una síntesis brillante de las grandes contradicciones del sistema de dominación y del desarrollo de la lucha de clases. Hoy, el grado de agresividad del sistema sociohistórico vigente ha aumentado a niveles increíblemente superiores, y ello nos plantea la necesidad de proclamar otro llamamiento: socialismo o desaparición de la especie. En esas coordenadas extremas se plantea hoy la lucha revolucionaria.

Para que avance ese proceso decía Lenin que necesitamos revolu-cionarios que dediquen a la revolución no sólo sus tardes libre, sino toda su vida. Quienes hablan en estas páginas hicieron realidad esta consigna leninista.

Carmelo Suárez

Secretario General del PCPE

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EUSEbIO MORALES PARRA

La conciencia de la necesidad de luchar organizadamente lo llevó a ingresar en el PCE en Australia, país al que tuvo que emigrar después de haber sido despedido muchas veces por defender los derechos de los trabajadores y trabajadoras. “El capitalismo imperialista –dice- es un sistema explotador y consumista que lo pudre todo”, y esa es la razón que lo hace combatirlo con la mejor arma que afirma conocer: “siendo consecuente con la ideología marxista-leninista, que lucha contra el fascismo y la explotación capitalista”.

–¿Qué te impulsó a la militancia política?

La opresión constante y falta de libertad bajo la dictadura fran-quista, y la brutal represión contra la clase trabajadora al hacer sus reivindicaciones políticas, sociales, laborales, educativas y culturales, así como por las inaceptables diferencias socioeconómicas, que, entre otras muchas cosas, crearon en mí un espíritu, primero, de

“FUI REPRESENTANTE, POR ELECCION DEMOCRATICA, DE 35.000 ESPAÑOLES RESIDENTES

EN AUSTRALIA”

Nació, en 1933, en Gascueña de Bornoba (Guadalajara). Actualmente reside en Alicante.

Propuesta Comunista nº5012 memorias imprescindibles 13

rebeldía, y, pronto, de revolucionario, para entrar a luchar contra la dictadura fascista.

–¿En que organizaciones has desarrollado tus actividades?

Mi primera militancia fue como sindicalista, en Madrid, en varias empresas pequeñas y alguna mediana, de las que fui despedido media docena de veces por reclamar mis derechos. Pero fue en 1966, cuando trabajaba en una multinacional, que siendo delegado sindical y harto del “sindicato vertical”(1), contacté con las clandes-tinas CCOO y desde entonces formé parte de las mismas, pudiendo comprobar que se podía trabajar sindicalmente contra la asfixiante y odiosa dictadura fascista.

A mediados de 1971 emigré con mi familia a Australia, y, un mes después de llegar, contacté con el Partido Comunista (PCE), al que me afilié, entrando a formar parte de una vida activa partidaria y en organizaciones sindicales y sociales, desarrollando una intensa mili-tancia antifranquista en los movimientos por la libertad y solidaridad con el pueblo español en un país en las antípodas. Así hasta nuestros días, sumando ya 36 años de militancia. Desde 1978 soy miembro del sindicato CCOO, y he sido durante casi 20 años delegado en Australia de este sindicato. Después de retornar a España, en 1999, y adoptar Alicante para vivir, me incorporé al PCPE y a la dirección de la Federación de Pensionistas y Jubilados de CCOO en esta ciudad, habiendo ocupado las responsabilidades, primero, de responsable de organización y, luego, de Secretario General. He sido y sigo siendo miembro de varias y diversas organizaciones sociales educativas y culturales, ocupando casi siempre puestos importantes de direc-ción donde he estado, tanto en Sydney (Australia) -en la emigración me formé en la “universidad de la vida” como militante, llegué a ser periodista y líder político-social, siendo representante, por elección democrática, de los 35.000 españoles residentes en aquel país- como en España, lo que me ha permitido adquirir una rica experiencia en organizaciones de masas.

–¿Qué papel desempeñaste en el PCE?

Después de un tiempo de formación como militante, fui res-ponsable político de una de las células del PCE en Sydney, hasta la desastrosa crisis del “eurocomunismo”. Y, una vez creado el PCPE en el Estado Español, organicé el nuevo partido comunista marxista-leninista, en el que sigo militando.

–¿Sufriste represalias?

Represalias, sí. Fui despedido de mi puesto de trabajo muchas veces por defender mis derechos y los de mis compañeros. El tener que abandonar tu país, no deja de ser muchas veces una tortura.

–¿Que acontecimientos políticos, sindicales, sociales de importancia, marcaron más tu vida para continuar la lucha?

Aparte de las razones ya expuestas, lo que más me ha marcado es conocer la principal arma revolucionaria, siendo ésta la ideología marxista-leninista, para luchar contra el fascismo y la explotación capitalista e imperialista; a ello tengo que agregar mi militancia repu-blicana, contra la monarquía parasitaria y corrupta.

–¿Quieres añadir algo más?

Para mí ha sido y sigue siendo lo principal ser coherente y conse-cuente con el marxismo-leninismo, la mejor herramienta para luchar contra el capitalismo imperialista, explotador, invasor y consumista, asesino y corrupto, que todo lo pudre.

1.- Sindicatos franquistas en los que tenían que estar afiliados obligatoriamente los trabajadores y los empresarios.

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MáxIMO SANTAJULIANA AgULLA

La emancipación del pueblo sigue siendo, para él, principio rector de su pensamiento político. A sus 86 años, Máximo no ha abandonado el trabajo militante; muy al contrario, su persistencia le ha llevado a enfrentar los reve-ses que la Historia le ha deparado a la clase obrera española. La dictadura franquista, que abortó la esperanza sembrada por la II República, no cayó, como creía, junto con el régimen nazi tras la Segunda Guerra Mundial. La libertad se transformó en cárcel intermitente, pero también en asidero de fuerzas para continuar la lucha. Y eso es lo que hace, luchar.

–¿Cómo te iniciaste en política?

Cuando tenía 10 años vi llegar la República y, en la escuela del pueblo, que está a 60 km de Madrid, leíamos todos los días la Constitución republicana, quedándoseme grabado para siempre lo siguiente: “Art. Primero: España es una República de trabajadores

“FUI DETENIDO AL REgRESAR DEL CONgRESO DE PRAgA Y CONDENADO A 18 AÑOS DE CáRCEL EN UN

CONSEJO DE gUERRA”

Nació, en 1921, en El Espinar (Segovia). Actualmente reside en Alicante.


de todas las clases que se organiza en régimen de libertad y justicia y los poderes de todos sus órganos dimanan del pueblo”. Por lo que, a mis cerca de 86 años, sigo fiel a los principios republicanos y comu-nistas, viendo y viviendo muy de cerca la sedición de los militares, que traicionaron y asesinaron la II República.

Con 16 años, la policía político-social franquista me hizo la ficha como no afecto al régimen, obligándome a presentarme a la Guar-dia Civil dos veces al mes. En 1938, por “díscolo”, me desterraron a Valladolid, donde fui panadero, siendo obligado a sindicarme en lo que en el territorio llamado “nacional” fue el embrión de lo que luego sería “el sindicato vertical”, Central Nacional Sindical (CNS), sindicación necesaria para poder trabajar. Ingresé en el Partido Comunista en 1944, cuando en los militantes antifranquista en la cladestinidad predominaba la idea de que, con la derrota del nazi-fascismo en la II Guerra Mundial, la dictadura franquista en España sería eliminada.

–Durante el franquismo, ¿qué papel desempeñaste?

Como consecuencia de mi militancia comunista, purgué cuatro años de cárcel. Salí en 1954 y fui Responsable de Organización del partido en Valladolid, llegando a ser Secretario Político un tiempo después. Asistí como delegado al Congreso de Praga, siendo dete-nido por la policía de la dictadura al regreso, lo que me llevó a pasar en las mazmorras franquistas otros cinco años.

Sufrí represalias y tortura, pues con 16 años, además de que me obligaron a presentarme dos veces al mes a la Guardia Civil, en varias ocasiones me dieron palizas, rompiéndome varias costillas. Cuando me recuperé me encerraron en el Castillo de Cuéllar (Sego-via), del que entonces se decía “entrarás, pero no saldrás”, donde purgué cuatro años.

Mi segundo período de cárcel fueron cinco años: uno, en Cara-banchel, y, cuatro, en el Penal de Burgos, cuando regresé del Con-greso del PCE en Praga (Checoslovaquia). Fui condenado en Con-sejo de Guerra a 18 años de cárcel, de los que cumplí cinco. Ahí hice

una huelga de hambre, en la que participamos 40 presos, que duró una semana -siendo yo uno de los últimos en abandonarla-, logrando mejoras en la alimentación.

–¿Que acontecimientos políticos o sociales de importancia marcaron tu vida?

Lo que más me marcó fue el levantamiento de las fuerzas políti-cas reaccionarias, en alianza con parte de los generales, que habían jurado fidelidad a la República, y con la Iglesia Católica. Por otra parte, la ineptitud del gobierno republicano de entonces, que no entregó las armas al pueblo y, así, haber aplastado a los militares rebeldes.

–¿Quieres nombrar a alguien que haya compartido militan-cia contigo?

Sí, quiero nombrar al camarada ex tanquista Víctor Redín Zubiri, compañero de militancia y celda en la cárcel, gran luchador y ejem-plo a seguir por su honradez y humanidad.

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MIgUEL gALINDO gARCÍA

Hijo de familia republicana, con poco más de diez años era asi-duo de la Casa del Pueblo. Y, con doce, comenzó su vida laboral “en condiciones de semiesclavitud”. Vinculado al Partido desde 1945, en colaboración con los guerrilleros de su comarca, participó en la agi-tación contra el referéndum que convocó Franco para reinstaurar la monarquía. Su intensa actividad política lo llevó a la cárcel en 1958, continuándola a su salida, asumiendo tareas de dirección territorial y central. Hoy da los últimos retoques a su libro de memorias y reflexiones.

–¿Cómo iniciaste tu militancia política?

Nací en la madrugada del 19 de octubre de 1924, en Ejea de los Caballeros (Zaragoza), en el seno de una familia campesina y pobre, formada por mis padres y seis hermanos más. Por ello, a la temprana edad de siete u ocho años, no quedaba más remedio que ayudar a mis

“EN LOS AÑOS 40 FACILITAbA INFORMACIÓNY SUMINISTRO A LOS gUERRILLEROS”

Nació, en 1924, en la provincia de Zaragoza, donde sigue residiendo.


padres en las faenas caseras y agrícolas, al tiempo que asistía, cuando podía, a la rudimentaria escuela de la época.

Tras recibir la primera comunión, me convertí en monaguillo de la iglesia de El Salvador, de mi pueblo. A los once años ya “militaba” como pionero en la Casa del Pueblo, recién construida por los traba-jadores republicanos de la villa.

A esa edad fui seleccionado y entré a formar parte de un grupo que era preparado para futuros maestros y, a causa del fatídico 18 de julio de 1936, el grupo de pioneros hace de enlaces y mensajeros de los grupos republicanos que trataban de impedir el éxito de la suble-vación franquista.

A los doce años, en plena Guerra Civil, como forma de paliar en parte la penuria familiar, mis padres me pusieron “a servir” en una casa de labranza en condiciones de semi-esclavitud, con un salario de 3 pesetas diarias, comida y durmiendo sobre un saco de paja y con una manta en la cuadra con las caballerías. En dicha casa y tales condiciones permanecí hasta los 18 años.

No obstante, dada mi afición al estudio, como autodidacta com-pulsivo, luego de superar no pocos avatares y dificultades, conseguí una modesta formación cultural y profesional, lo cual me permitió ingresar en la sucursal de Ejea de la Caja de Ahorros de Zaragoza, Aragón y Rioja (hoy Ibercaja).

Hacia 1945, valiéndome de la información y orientaciones de Radio España Independiente (La Pirenaica), conseguí formar y enca-bezar una célula comunista (por supuesto, del PCE), consiguiendo establecer y mantener relación con el destacamento de guerrilleros (los maquis) que operaba en los montes de La Carbonera (municipio de Luna, comarca de Las Cinco Villas). Esto nos permitió participar en algunas acciones muy sonadas y hacer campaña contra el referén-dum que Franco convocó para convertir España en reino.

En 1951, fui trasladado a Zaragoza por la Caja de Ahorros donde trabajaba y, tras persistentes búsquedas, conseguí contactar con la organización del Partido Comunista en Zaragoza, a la sazón dirigida

por Antonio Rosell Oros, formalizando mi compromiso como mili-tante el 16 de mayo de 1955, obviamente bajo las estrictas medidas de la clandestinidad.

–¿En qué organizaciones has desarrollado tu actividad?

Durante el largo y penoso período franquista, pertenecí siempre al PCE, desempeñando reiteradamente tareas en puestos de máxima responsabilidad, tanto en la organización de Aragón (Secretario de Organización o de Agitación) como siendo miembro del Comité Central del PCE, hasta la celebración de IX Congreso, donde se renegó del leninismo, lo que provocó mi abandono, con muchos militantes más, hacia el año 1982.

Durante la clandestinidad, fui uno de los destacados promotores de CCOO de Aragón, de las Comisiones Campesinas, del Club de Amigos de la UNESCO, de Cristianos por el Socialismo, de la Junta Democrática de Aragón, así como de publicaciones legales, como Cuadernos para el Diálogo o Andalán, y otras clandestinas, como Senda, Ebro, Ofensiva, etc.

Además, durante la década de los ochenta, fui promotor y diri-gente de Asociaciones de Amistad de España con la URSS, Checos-lovaquia, Polonia, RDA, Cuba, todas ellas con la finalidad de promo-ver y desarrollar la amistad, el intercambio cultural y el conocimiento mutuo de los pueblos.


Como ya he señalado en las anteriores preguntas, de forma instintiva y terriblemente impresionado por la bárbara represión franquista desatada contra los republicanos de mi pueblo (se cree que fueron torturados y asesinados más de 250 hombres y mujeres republicanos), y alentado por la escucha de Radio España Indepen-diente, mi moral y conciencia de clase, en los años 40 mi empeño se centraba en tratar de reanimar a los más activos antifranquistas, facilitando información y suministros a los maquis, colaborando con ellos en la planificación de acciones, al tiempo que buscábamos des-


esperadamente el contacto y relación con la organización del PCE en Zaragoza.

La intensa y destacada actividad política y organizativa desarro-llada durante los años 50 y 60 me llevaron a participar como dele-gado en el VIII Congreso del PCE, celebrado en Lyon, donde fui elegido como miembro del Comité Central. En dicho Congreso se produjo la escisión encabezada por Enrique Líster y Eduardo García y se consumó la postura antisoviética y revisionista (eurocomunista), encabezada por Santiago Carrillo, sus acólitos y arribistas.

También participé, en el verano de 1976, en la famosa reunión del Comité Central en Roma, donde, a su vez, se acordó, con no poca oposición, la desmembración celular del Partido en agrupaciones territoriales.

–¿Sufriste represión directa?

Durante la década de los 40, la represión contra republicanos y comunistas fue extremadamente persistente y brutal, al tiempo que la recuperación y reorganización antifranquista fue proverbial, ya que durante ese período se produjeron siete “caídas” o desarticu-laciones de la estructura del partido. Pero, gracias a la enseñanza de los errores cometidos, durante la siguiente década nos propusimos y conseguimos recomponer una organización celular rigurosamente clandestina, pero muy ligada a los centros de trabajo, de estudio, a los barrios y a los campesinos.

Sin embargo, a comienzos de enero de 1958, cuando menos lo esperábamos, sufrimos una nueva caída, con 21 detenidos, entre los que me encontraba, siendo prácticamente desarticulada la organiza-ción de Zaragoza. De la cárcel de Zaragoza nos trasladaron a la de Carabanchel para ser juzgados por el delito de “auxilio a la rebelión” por un tribunal militar en juicio sumarísimo. Fui condenado a 6 años de prisión como responsable del aparato de propaganda. Se me conmutó la mitad de la pena, por lo que permanecí 27 meses cum-pliendo la pena en las prisiones de Zaragoza, Huesca y, finalmente, el penal de Burgos.

Por supuesto, después de salir de la cárcel y hasta el final de la dictadura, sufrí permanente persecución, represalias y detenciones por mi continua actividad política, sindical, social y cultural, que veníamos realizando cada vez más abiertamente.

–¿Qué acontecimientos políticos y sociales de cierta impor-tancia consideras vinculados a tu vida?

Desde el surgimiento del Partido Comunista de España en la segunda década del siglo XX, tras el triunfo de la gran revolución socialista de octubre de 1917 y consiguiente creación de la URSS, los comunistas españoles, los militantes del PCE, tuvieron, tuvimos y tenemos que afrontar un sinfín de acontecimientos políticos, socia-les y militares de trascendental importancia relativos a los intereses vitales y al porvenir de toda la humanidad, en particular, a la defensa de los intereses y aspiraciones de emancipación social de la clase obrera, de los trabajadores en general. Un comportamiento heroico, que nos supuso un gran prestigio y reconocimiento internacional, todo ello dilapidado de manera obscena y grosera por la camari-lla de revisionistas oportunistas encabezada por Santiago Carrillo, encubierto con una reticente “reconciliación nacional” y su bazofia eurocomunista.

Los comunistas españoles hemos soportado casi estoicamente zarpazos tan brutales como la Guerra Civil, las consecuencias sinies-tras y demoledoras del eurocomunismo carrillista, la inesperada desaparición de la Unión Soviética y, para colmo, la traición de la funesta camarilla encabezada, primero, por Ignacio Gallego y reite-rada por sus seguidores. Por fin, confiamos en que los alentadores resultados del VIII Congreso del PCPE nos hayan colocado en el camino y en posiciones ideológicas, políticas y orgánicas correctas, en consonancia con el marxismo-leninismo.

El acontecimiento más brutal, a pesar o por mi temprana edad, que marcó y determinó toda mi forma de pensar y mi condición de militante revolucionario fue el ver cómo perseguían, torturaban y asesinaban a los amigos y compañeros de mis padres, ver cómo a mi


madre y mi hermana mayor les cortaban el pelo al cero como castigo y humillación por ser familia republicana y no beata.

Por citar otros, también fueron importantes los años de cárcel, las revoluciones de Cuba y China, los Pactos de la Moncloa, la cana-llada con los militantes del PCPE de la camarilla de Ignacio Gallego, así como el derrumbe de la URSS. Confieso que éstos han puesto a prueba mi personalidad y militancia comunista, pues me han col-mado de experiencia política y revolucionaria y me han reafirmado en mis convicciones.

–¿Quieres nombrar a algunos camaradas que han compar-tido militancia contigo?

A lo largo de mi dilatada vida militante y revolucionaria, son muchos, casi incontables, los camaradas y compañeros de lucha que he conocido y me han ayudado y enseñado con total generosidad y camaradería, compartiendo con ellos ilusiones y perspectivas, penas y alegrías, tanto en mi trayectoria y actividad de más de 70 años de lucha política y social ininterrumpida principalmente en el ámbito aragonés, así como los viajes partidistas por la URSS, Checoslova-quia, etc. Sin embargo, es para mí un honor rememorar y reivindicar los nombres de los camaradas José Satué y Fernando Sagaseta, pues juntos iniciamos la difícil, ardua y necesaria tarea de recuperación de los comunistas, sumándonos al Congreso de constitución del actual PCPE.

–Actualmente, ¿qué actividad realizas?

Tras 20 años de haber sido abandonados canallescamente y sometidos –infructuosamente- al acoso y el ostracismo de quienes traicionaron al PCPE, por fin, en el 2006, conseguimos restablecer la relación política y orgánica con la actual dirección, lo que nos está permitiendo, desde casi la nada, ir recuperando -o casi refundando- la organización de Aragón, contribuyendo notablemente a la pro-moción de una alternativa sindical de clase y emancipación social, al municipalismo popular y democrático y al republicanismo, a la vez

que hemos entrado a formar parte de una coalición electoral alterna-tiva al PSOE y otras fuerzas oportunistas y positivistas, con el Par-tido de Los Verdes y la Federación de Independientes de Aragón.

También estoy dando los últimos toques a mi libro, titulado “Reflexiones de un comunista”, que relata de manera crítica y auto-crítica los acontecimientos y experiencias de una vida de militancia.

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ANDRéS PEDROSA áLvAREz

Después de participar en las luchas obreras de los mineros asturianos, Andrés Pedrosa emigró a Bélgica, donde tomó la decisión de entrar a for-mar parte del PCE. Desde allí ayudó a financiar la lucha clandestina en España y entró en contacto con el aparato de propaganda del partido, que sólo abandonó una vez. Fue en 1979, cuando se negó a repartir materiales antisoviéticos y salió de las filas del PCE. Actualmente es el responsable de prensa del PCPE en su célula de Mieres (Asturias). Su historia es la de un agitprop.

–¿Cómo iniciaste tu vida política?

Inicié mi militancia en el año 1963, en el PCE, mientras vivía en Bélgica. Mis inclinaciones siempre habían sido hacia la izquierda, porque todos en el pueblo lo eran. Siempre me había gustado escu-char las conversaciones políticas de la gente de fuera, aunque no nos fiáramos de cualquiera, especialmente de los más jóvenes, por la represión. En ese momento no entraba al Partido cualquiera, debido

“SIENDO RESPONSAbLE DE PROPAgANDA DEL COMITé COMARCAL DEL PCE ME NEgUé A REPARTIR A LAS AgRUPACIONES LA PROPAgANDA ANTISOvIéTICA

EDITADA POR LA DIRECCION”

Nació, en 1928 en L’Agüeria Santirsu (Mieres). Actualmente reside en El Somerón, L`Agüeria San Xuan (Mieres-Asturias).


a la represión y a la desconfianza de los cuadros más adultos del Partido en la gente más joven por la posibilidad de que pudieran entrar infiltrados de la policía.

En el 62, trabajaba en el Pozu Figaréu y fui el segundo en entregar la lámpara de la mina, es decir, el segundo en ponerme en huelga, después de un compañero que le decían “Tayuelu”. Era lo que luego llamamos “La Güelgona”. Así estuvimos dos o tres meses. Luego, llegó la represión, y muchos tuvieron que irse fuera, a pesar de que existía el Socorro Solidario, que ayudaba a los que se quedaban sin trabajo debido a la represión.

Yo me fui en Enero del 63 a Bélgica, donde me apunté al sindicato socialista (el otro era un sindicato cristiano, eran los únicos que había en Bélgica). Después conocí a dos extremeños, que me propusieron entrar en el Partido.

Regresé a España en 1967.

–¿En qué organizaciones has militado y militas?

Políticamente he militando en el PCE, hasta el año 1982, cuando lo abandoné para, posteriormente, entrar en el PCPE, en 1984. Sindical-mente, participo en CCOO desde mi regreso a España, en 1967. También estoy en la Asociación de Vecinos del pueblo.

–¿Qué actividad desarrollaste durante la anterior dictadura?

Mientras estuve fuera, en Bélgica, vendía la prensa del Partido (Mundo obrero y Libertad) y, cuando venía de vacaciones, traía en la maleta propa-ganda, Mundo Obrero y libros. Alguna vez me registraron en la frontera, pero nunca me encontraron nada.

En Bélgica, llevaba el Bar “García Lorca”, que era de una fundación cultural, pero que realmente era del PCE, y se usaba para sacar dinero para la lucha clandestina en España

En 1969, cuando ya estaba en España, trajeron una multicopista por medio del padre de César Fernández, padre de Mª Luz Fernández, que instalamos en una casa del barrio de Santa Marina, de Mieres del Camín.

Más tarde, me presentaron a Fernández Iguanzo “el Paisano”, y tuve mi primera reunión con él y otra gente en agosto de ese año. A partir de ahí hubo varias reuniones de la organización (clandestinas, por supuesto) en diferentes puntos de las montañas que rodean Mieres.

Un tal Juanín me enseñó el manejo de la multicopista, pero metía mucho ruido y tenía que decirle a mi madre que era una nueva máquina de coser que teníamos en mi casa.

Pasado un tiempo me trasladé a una casa junto al campo de fútbol del Caudal Deportivo y me tiraba hasta las tres de la mañana haciendo pro-paganda. Mi mujer colaboraba sacando la propaganda en el bolso, y otros camaradas colaboraban trayendo papel cuando se agotaba. Durante una época, el Partido me llegó a pagar un sueldo, cuando me quedé sin trabajo, para que siguiera trabajando en la propaganda de la organización, y no tuviera que emigrar de nuevo a Bélgica. Y, así, hasta la legalización.

Durante la transición fui el responsable de propaganda del Comité Comarcal del PCE, hasta 1979, cuando me separé de la militancia activa del PCE por motivos ideológicos.

Cuando vino Carrillo, mucha gente no comprendíamos en que con-sistía eso del eurocomunismo. Recuerdo que, en un mitin en Xixón, vino Berlinguer (PCI) con Carrillo y empezaron a hablar del abandono del marxismo-leninismo, cosa con la que yo no estaba de acuerdo.

Luego vino el abandono definitivo del marxismo-leninismo, y la cam-paña contra la presencia de la Unión Soviética en Afganistán, en 1979, en la que me negué a repartir a las agrupaciones(1) los materiales de propa-ganda antisoviética. A partir de entonces, abandoné todas mis responsa-bilidades de dirección en el PCE.

(1) Las agrupaciones son las organizaciones de base del PCE, mecanismo utilizado por la dirección carrillista para disolver y sustituir a las células, rompiendo la estructura organizativa revolucionaria del partido. Esta sustitución se adoptó en la reunión del CC del PCE celebrada en Roma, acuerdo que modifica los Estatutos del partido, lo que constituye una vulneración grosera de la legalidad de la organización, ya que sólo el Congreso es instancia autorizada para revisar los Estatutos.


–¿Has sufrido represión directa?

Un par de veces había estado en comisaría, una de ellas fue cuando se organizó una manifestación para recibir a Juan Muñiz Zapico, a su regreso a Mieres, y me detuvieron junto a varios camaradas. Luego, me cogió la brigadilla de la Guardia Civil con un paquete del Mundo Obrero en el que se criticaba a Fraga. Intenté escapar, pero no hubo manera. A uno de los guardias civiles le llamaban “El Guapín” y, al otro, “El Maño”. Me llevaron al cuartelillo, y no pegaron porque un mando lo impidió. Allí me tuvieron hasta la una de la mañana y, luego, registraron mi casa, y, aunque requisaron todos los MO, no encontraron ni la multicopista ni varios clichés. Al final, todavía me decían: “¡vaya suerte que tuviste, Pedrosa!”, y me llevaron a Oviedo, pero no me llegaron a interrogar.

Un preso común, que hacía diferentes tareas en el calabozo, me dijo que había rumores de que iba a salir el mismo día. También me dijo que había tenido bastante suerte y que le extrañaba que no me hubiesen pegado.

Cuando me vino a ver el abogado del Partido se extrañó mucho de que no me hubieran pegado, y me dijo que seguramente pasaría una buena temporada en la cárcel. Sin embargo, a medio día me soltaron y me dijeron que pasara por el juzgado a las 15:00, y así lo hice. En el juzgado me preguntaron si tenía que añadir algo a mi declaración y si me habían pegado en el cuartel. Respondí a ambas cosas que no, y me dejaron libre. Cuando llegué a Mieres me pasaron una orden de la dirección: al día siguiente los militantes debían organizarse en cuadrillas para vender el Mundo Obrero. Esa era la suerte a la que se referían los guardias: el PCE acababa de ser legalizado.

–Háblanos de un importante acontecimiento político

Creo que el pueblo soviético no entendió que su país ayudara a todo el mundo y que ellos tuvieran que estar constantemente sacri-ficándose para eso, y le dieron la espalda a sus dirigentes. Estuve en la URSS y vi cosas que no estaban desarrolladas, como el abasteci-miento, lo que trajo nefastas consecuencias. La culpa de la caída de

la URSS fue de todos, porque fue una revolución para la clase obrera de todo el mundo, y muchos no respondieron cuando la Unión Soviética los necesitó.

–¿Quieres recordar a algún compañero de lucha?

Recuerdo, entre otros, a César Fernández o Quiñones, a Samuel, de La Matiná, que militaron conmigo en el PCE durante la clandes-tinidad, y a muchos otros camaradas hoy, lamentablemente, falleci-dos.

–¿Qué actividad desarrollas actualmente?

Actualmente, soy el responsable de Prensa y Propaganda de la Célula del Caudal, vendo la prensa del partido, la lotería y participo en las reuniones de los órganos.

33AURELIO HEvIA CARMONA

El azar hizo que naciera en Cuba y, más tarde, que sobreviviera en la guerra popular revolucionaria. Luego, participó en la toma de decisiones que le salvaron la vida a él y a otros muchos opositores al franquismo. Tuvo la osadía de gritar su rabia cuando asesinaron al líder comunista Julián Grimau. Hoy, Hevia sigue activo en las luchas sociales de su territorio y vislumbra un futuro optimista para su partido, el PCPE, un futuro que pasa por “crecer más”.


En el año 1936, con 12 años, mi padre era Secretario del PCE en Ribadesella y yo ingrese en los Pioneros Rojos. A partir de ahí tuve alguna vivencia de la Guerra Civil, pero sin ocupación militar, aunque me relacionaría con milicianos y batallones en Ribadesella. Tuve ocasión de conocer al Comandante Feliner, Comandante de la Plaza de Ribade-sella. Conocí, también, al famoso Sargento Muíz (que derribara, con su

Nació, en 1925, en Matanzas (Cuba).Actualmente reside en Villaviciosa (Asturias).

“CUANDO FUSILARON A gRIMAU, UN gRUPO DE CAMARADAS SALIMOS POR LAS CALLES DANDO

gRITOS DE PURA RAbIA”


ametralladora, a 3 aviones en el Mazuco, en Llanes), a Belarmino Tomás y al Coronel Adolfo Prada, Jefe del Ejército del Norte, sustituyendo a Uribarri. Como anécdota destacable de aquel entonces, durante los combates en Ribadesella, cayó un cañonazo en la habitación donde dor-mía en un momento en que afortunadamente no me encontraba allí.

Recuerdo especialmente los últimos días de resistencia en la zona, cuando el pueblo de Ribadesella se refugiaba en las cuevas de Tito Bustillo junto con tres 3 batallones. Como niño que aún era por enton-ces, fui a ver cómo uno de estos batallones construía una fortificación cuando se produjo un ataque aéreo. Al escapar corriendo salté unas zar-zas calculando mal la altura y torciéndome una rodilla, por lo que tuve que ser evacuado de Ribadesella.


Fui fundador de UCA (Unión de Campesinos Asturianos) en la clan-destinidad. Tras la legalización, a la hora de hacer oficial la afiliación a UCA, se me solicitó dos avales para darme de alta, por lo que yo y otros compañeros decidimos no integrarnos.

Abandoné el PCE para ingresar en el PCPE, al poco de su funda-ción, con toda la agrupación del PCE de Villaviciosa. Participé en múl-tiples plataformas de solidaridad, culturales y de problemas concretos de Villaviciosa.

–Durante el franquismo, ¿cómo era tu actividad?

Yo era una especie de guerrillero: aparecía para una acción concreta y volvía a desaparecer. Se puede destacar que participé, en torno al año 1947, en una reunión en Sotrondio, con guerrilleros de Asturias, Cantabria y Galicia. Allí, se discutió la posibilidad de llevar a cabo una acción contra Franco en su primera visita a la cuenca del Nalón. El plan consistía en volar la carretera al paso de la comitiva para acabar con él. Los mineros ya tenían localizados los puntos estratégicos por dónde pasaría la caravana de Franco antes de llegar a La Felguera. El problema era que acabar con la vida de Franco no acabaría con el fascismo y sí desataría una ola de represión brutal en la cuenca minera. Yo fui de los

que aposté por desechar ese tipo de acción, por estos motivos, y, final-mente, se consensuó no llevarla a cabo.

En otra ocasión, estando en un bar de la cuenca minera, entró un sargento fascista con dos soldados. El sargento mandó a los soldados de ronda por el pueblo, y mis compañeros y yo conseguimos emborracharlo hasta el punto que le sacamos todos los nombres de las personas que se iba a detener, consiguiendo avisarles antes de que esto sucediera.


Afortunadamente, nunca me cazaron. Solo fui detenido una vez, en Tazones, y porque me confundieron con un tal Gaínza, un delincuente común. Pero, nada más llegar al cuartel de la Guardia Civil de Villavi-ciosa, me soltaron.

–¿Qué acontecimiento de cierta importancia consideras vincu-lado a tu vida?

Recuerdo especialmente el fusilamiento de Julián Grimau. A pesar de que Villaviciosa siempre ha sido una villa muy vinculada con la derecha, esa noche unos cuantos camaradas salimos a pegar voces a las ventanas de pura rabia.


Estoy participando en la plataforma reivindicativa de Finca La Huer-tona, donde pretendemos paralizar su derribo y que se utilice con un fin social para Villaviciosa.

–¿Cómo ves la actual situación del PCPE?

En comparación con años anteriores, veo al partido en una situación inmejorable. El 8º Congreso puso las bases para que haya un partido fuerte y honrado. Pero todavía tiene que crecer mucho más. El 8º Con-greso ha supuesto un gran avance.

37

FAUSTINO ANTONIO zAPICO ARgÜELLES

Francia conoció sus iniciales pasos en la lucha. Allí hizo sus prime-ras armas sindicales, que luego, en los años sesenta y setenta, probaría en las huelgas de la minería asturiana. Es uno de los artífices de que en el cementerio de Oviedo haya una placa en memoria de quienes yacen en la fosa común. La reivindicación de los luchadores y luchadoras por la República y contra el franquismo es hoy una de sus principales actividades.

–¿Cómo ha sido tu militancia?

En el año 1949 entré a militar en el sindicato de la CGT francesa. A continuación, en el año 1951, ingresé en las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU), y, en 1956, ingresé en el PCE. En 1958 regresé a España, pero no contacté con el partido hasta el año 1972, exis-tiendo ya la división entre el PCE y el PCE (VIII y IX Congreso). Participé en todas la huelgas, a partir del año 62, en la minería. Me

Nacido, en 1929, en Turón (Mieres). Actualmente reside en Oviedo.

“A PARTIR DE 1962, PARTICIPé EN TODAS LAS HUELgAS DE LA MINERÍA”


incorporé a CCOO desde un principio y fui cofundador de los téc-nicos de CCOO de HUNOSA. A continuación, ingresé en el PCE (VIII y IX Congreso), viviendo todo tipo de confrontaciones, con-flictos, uniones y desuniones hasta el momento. Pertenezco al PCPE desde su fundación.

En CCOO pertenecí a la Ejecutiva del Pozo Santiago, fui miem-bro del Consejo Regional de la Minería, y, desde mi jubilación, par-ticipé en la Ejecutiva de la Unión Comarcal de Oviedo, miembro del Consejo de la Unión Regional y miembro del Consejo Federal de Pensionistas y Jubilados. En la actualidad soy miembro de la Ejecu-tiva del sindicato comarcal de Oviedo de Pensionistas y Jubilados y miembro del Consejo Federal de Asturias de CCOO.

Socialmente, soy cofundador de la Asociación de Familiares y Amigos de la Fosa Común de Oviedo y miembro de la Mesa del Foro por la Memoria Histórica “Frente Norte”.


Participé en lo que se llamaba “comisión elegida”, para inter-mediar con los mandos de empresa en la búsqueda de soluciones laborales, en donde hacía con otros compañeros coacción para que el resto de los mineros no entrasen a trabajar al reivindicar la huelga sobre la marcha.


Al acabar la carrera de Perito de Minas tuve que marchar a otra empresa porque en la que estaba no tenía ninguna posibilidad de ascenso al saber la empresa que nosotros éramos los instigadores de la huelgas.

–¿Qué acontecimiento vinculado a tu vida destacarías?

El haber conseguido que en el cementerio municipal de Oviedo se hubiesen puesto las placas de las víctimas de la represión fran-quista enterradas en este cementerio, en donde existen 1604 nom-

bres de personas ejecutadas tras Consejo de Guerra y muertas en cautiverio.


Recuerdo al camarada Juan Ambou, a Pepe Bárcena, Trini Torri-jos, Nicanor Fernández Taberna y otros muchos más que ya falle-cieron.


En el sindicato comarcal de Pensionistas de CCOO llevo la orga-nización y las finanzas; en la Asociación de Familiares y Amigos de la Fosa Común llevo las finanzas, y soy miembro de la Junta Directiva, como vocal, en el Foro del Pozo Fortuna, de Turón. En la célula “José Díaz”, del PCPE de Oviedo, llevo también las finanzas.

41

DOMINgO vALENCIA

Tenía 15 años cuando fue detenido por los sublevados franquis-tas, a las pocas horas de iniciada la guerra popular-revolucionaria. Pasó tres años preso. Durante la dictadura siempre mantuvo activa su organización de partido, cumpliendo misiones de estricta clan-destinidad. Todavía hoy las cuenta con pocas palabras, sin detalles. Entre sus recuerdos es una constante la referencia a la condena a muerte y fusilamiento del alcalde comunista de su pueblo y cuatro militantes más. También por ello es un activo miembro de una aso-ciación de recuperación de la memoria histórica.

–¿Cuándo iniciaste tu vida política?

A la edad de 14 años ya pertenecía a las Juventudes Comunistas. Hacíamos muchas actvidades. Con la República se podía trabajar abiertamente, pero, después, con el golpe de Estado, había que

Nació, en 1920, en San Lorenzo (Gran Canaria), municipio anexado por los franquistas a Las Palmas de Gran Canaria, donde sigue residiendo.

“TUvE ESCONDIDO A gERMAN PÍREz DOS AÑOS EN CASA DE MI PADRE”


hacerlo todo clandestinamente. De todos modos, nunca he dejado de pertenecer al Partido Comunista, y siempre trabajando, hasta la fecha.

–¿Dónde te cogió el golpe de Estado?

Cinco meses antes del golpe, el 16 de febrero de 1936, hubo elecciones libres en toda España. Había cuatro o cinco partidos de izquierda que se unieron (la única vez que yo he visto unificada a la izquierda) bajo el nombre de Frente Popular. Fue un triunfo rotundo de las izquierdas, a la que nunca más he visto yo tan organizada y tan unida como esa vez. Después, Franco sacó el sable y dio el golpe de Estado y ese sábado, 18 de julio, los comunistas nos reunimos todos y salimos a la calle. Nos fuimos a Tamaraceite, que era donde estaba el Ayuntamiento.

Varios días después, me detuvieron en mi puesto de trabajo, en el Mercado del Puerto, dentro del puesto de verduras. Tenía 15 años. Me llevaron al cuartelillo de Tamaraceite. A los que estábamos, de allí nos sacaron y nos llevaron a una casa en un descampado a darnos leña para que declaráramos. Estábamos acusados de andar con unos cartuchos de dinamita.

Después, el día 23 de julio por la noche, nos sacaron, nos llevaron al Gobierno Militar, nos pusieron mirando a la pared y, a las 12 de la noche, ingresamos en la Prisión provincial. A los 25 días, en la segunda expedición de presos que se hizo de esa cárcel, nos llevaron al campo de concentración de La Isleta. Nos metieron en casetas de campaña situadas en un terreno rodeado de unas alambradas de espino de 4 ó 5 metros de ancho, con una salida que no era recta, sino en zigzag. Esas casetas estaban preparadas para diez personas y tenían hasta 50. Ahí estuve 7 u 8 meses, hasta que nos pasaron al campo de Gando.

Estando en La Isleta, nos sacaban a declarar al Cuartel de San Francisco. Allí nos tomaban declaración y era cuando veíamos a Matías López, que, aunque pertenecía al mismo Consejo de Guerra

que yo, lo tenían en el Cuartel de San Francisco porque era militar. Ese Consejo de Guerra duró dos días y se celebró cuando todavía estábamos en La Isleta.

–¿A cuánto tiempo te condenaron?

A 6 años y un día. Éramos 21, y hubo cinco penas de muerte, que llegaron a ejecutarse. A mí y a un compañero llamado Roque (probablemente, también menor de edad) nos condenaron a 6 años y un día.

–¿Te acuerdas de los nombres de los 5 fusilados?

Sí, ya lo creo. Juan Santana Vega, el primer alcalde comunista de Canarias (del municipio de San Lorenzo), le decían Juan “Machado”. Francisco González, Manuel Toledo, que era el inspector de la Guardia Municipal, Antonio Ramírez Graña, que era el secretario del alcalde, y Matías López, que procedía de Fuerteventura y era el secretario de la Federación Obrera de Tamaraceite.

–Luego, decías, ¿te llevaron al campo de concentración de gando?

Sí. Allí estuvimos poco tiempo, hasta que volvimos a la prisión provincial otra vez. Después, de nuevo a Gando, y ahí me pusie-ron en libertad tras tres años preso. Me liberaron el 19 de julio de 1939, un día después de la primera celebración que estos cabrones hicieron por el 18 de julio. Me pusieron en libertad y me metieron en el ejército hasta diciembre del año 45. Más de cinco años en el ejército, casi seis. Nosotros nunca dejamos de estar organizados en el ejército. Teníamos una organización del Partido muy buena. En el cuartel estuve un mes en el calabozo, por aplicación de la ley de responsabilidades políticas: el franquismo investigaba a ver si tenía bienes para confiscarlos.


–Luego, cuando saliste, ¿te incorporaste a la vida civil de forma normal?

Sí, me incorporé al trabajo de peón, porque yo siempre he sido peón de la construcción (esa ha sido mi vida laboral). Nunca me separé del partido, hasta la fecha. Hacíamos muchas actividades, para lo que reuníamos las cotizaciones, aportadas por todos los mili-tantes en función, cada uno, de sus posibilidades. Yo fui secretario de organización en la comarca de Casa Ayala, donde había un buen número de comunistas. Nos movíamos por medio de enlaces, por-que no conocíamos a los dirigentes de comités superiores. Yo, por ejemplo, sólo conocía al enlace, y, además, por un nombre también supuesto. Cuando el secretario político, que era Juan Santana Ruiz (“Juan Negrín” lo llamaban) tuvo que huir a Dakar (Senegal), por-que lo perseguía la Guardia Civil, yo me hice cargo de la dirección de aquí, de Casa Ayala, Tenoya y Tinoca.

–¿Participaste en alguna misión especial?

En una época, yo tuve dos años escondido a Germán Pírez (en una casa de mi padre, donde vivía mi hermano Juan, que había que-dado libre, al irse él de aparcero para el sur (1), durante 4 o 5 años). Creo que Germán, que había llegado de pasar años en la prisión de El Dueso, era el secretario político del Partido en la isla. A él lo escondimos en esa casa porque, en el municipio de Moya, que era donde se había refugiado (en una cueva, con dos compañeros más), alguien lo había delatado y tuvo que huir.

Con el tiempo, algunos vecinos empezaron a sospechar, porque oían ruido, y me preguntaban: “Domingo, ¿en tu casa vive alguien?”, y tuvimos que trasladarlo. Yo hablé con una tía, en la que sabía que podía confiar, y ella aceptó que Germán fuera a su casa, donde estuvo hasta que la cosa se puso buena, vamos a decirlo así.

–En todo ese tiempo, ¿germán tuvo algún contacto con su familia?

No, ninguno. No se podía, para no ponerlo en peligro. Y yo sabía dónde vivía su mujer, pero él no tuvo contacto con la familia estando aquí, ¡qué va!. Estaba prohibido por las normas de la clan-destinidad para preservar la dirección del partido.

–¿Tuviste contacto con algún otro luchador destacado de la época?

Sí, con Juan García “El Corredera” (2), a quien también tuve escondido dos noches, en mi casa. Tuve, y tengo, esa satisfacción, la de tenerlo en mi casa.

–¿Tuviste alguna otra detención?

No. Nos pasábamos el tiempo huyendo para que no nos cogie-ran. Una vez tuve que estar huido en casa de unos amigos, en otra zona del municipio, porque la dirección me recomendó que me escondiera un tiempo. Los franquistas buscaban al que fue secre-tario político en la comarca, Juan Santana, por el peligro de que pudieran sacarle información si lo cogían, me escondí.

–¿Recuerdas la caída de Sardina (3)? ¿Tú participaste?

Sí lo recuerdo, tengo hasta fotos, pero no participé, porque mi enlace con la dirección me lo aconsejó, ya que sabía que había un

(1) Son conocidas como aquellas familias que se trasladaban a cultivar tomates en propiedades de terratenientes, principalmente en el sur grancanario, por el sistema de aparcería (el propietario de la tierra se quedaba con la mayor parte de la cosecha), viviendo en las llamadas cuarterías (infraviviendas situadas en medio de las plantaciones).

(2) Juan García “El Corredera”, miembro del Partido Comunista, permaneció huido durante casi 22 años, moviéndose, protegido por el pueblo, por distintos pagos y parajes de Gran Canaria, sin que los esbirros franquistas pudieran localizarlo. Participó en el comando que preparó la emboscada para detener a Franco en su desplazamiento por carretera desde Las Palmas de Gran Canaria al aeropuerto, donde lo esperaba el avión que lo llevaría a Marruecos. Franco hizo el trayecto por mar. “El Corredera”, por un chivatazo, fue detenido, juzgado por la jurisdicción civil –miles de personas, en pleno 1959, se concentraron ante el palacio que llaman de justicia, exigiendo su libertad-, que lo condenó a 9 años de cárcel. El Ejército no estuvo de acuerdo y, contra las más elementales normas jurídicas, le hizo un juicio por la vía militar, condenándolo a muerte, sentencia que se ejecutó, a garrote vil, el 19 de octubre de 1959.


chivatazo y la policía estaba enterada. Insistió en que no fuera, que era muy arriesgado. Y así fue, porque de los que fueron cogieron a bastantes. A Toni Gallardo, que era Secretario General del Partido, también lo cogieron. En esa época, nosotros hablábamos a través de enlaces, para saber lo menos posible unos de otros y no poder decir nada si nos cogían… porque la Guardia Civil era cruda en ese entonces. Yo tenía un especial empeño en saber los menos nombres posible del Partido, era mejor.

–¿Y cuándo murió Franco, qué tipo de actividades reali-zaste?

Entonces trabajábamos ya claramente. A los pocos meses, con mi enlace, que era Andrés Alvarado Janina, decidimos abrir la sede del partido en un local alquilado a un amigo, aquí cerca, en Costa Ayala, pagando un alquiler de unas 3.000 ptas. Lo hicimos, prepara-mos las dos habitaciones del local y abrimos… ese día fue un escán-dalo aquí. Había un buen grupo de comunistas en esta zona…, esta zona era toda de comunistas.

–¿Tuviste vida o afiliación sindical?

Sí, sí, en Comisiones Obreras, desde que se fundó el sindicato aquí hasta que me jubilé, en el año 80. Fui fundador.

–¿Qué acontecimientos han influenciado en tu vida?

Pues a mí el que más me ha impactado fue la desaparición de la Unión Soviética. Ese fue el desajuste más grande que yo he tenido en mi vida como miembro del partido.

–¿Realizas actualmente alguna actividad?

Sí, pertenezco a la Comisión de la Memoria Histórica de Arucas. Voy para 87 años y sigo luchando. Lo haré hasta que Domingo Valen-cia no pueda más (aunque mi nombre realmente es Domingo San-tana Armas, pero la Guardia Civil no se lo creyó y en el expediente me pusieron Valencia, que es el segundo apellido de mi padre).

(3) A finales de los sesenta, en la Playa de Sardina del Norte, el PCE organizó una asamblea que se saldó con la detención y encarcelamiento de buena parte del activo militante, incluido el entonces Secretario General en Canarias, Antonio Gallardo, impulsor de la táctica “superar el miedo represivo, salir a la superficie”. Aún hoy es encendida la polémica de partidarios y detractores.

49

FELICIANO DORTA NEgRÍN

Entró en el Partido en la peligrosa década del 40. Así tuvo contacto con Azucena Roja, la que le facilitaba textos marxistas, que, como un moderno amanuense, mecanografiaba en numerosas copias que servían para la for-mación de los camaradas. Conoció la emigración, como tantos miles de canarios, viviendo algún tiempo en Uruguay, donde pudo tratar a Rodney Arismendi. Hoy, sigue leyendo con la misma avidez y compartiendo sus análisis con idéntica pasión a la puesta en sus muchos años de militancia.

–¿Cómo ha sido tu vida militante?

Al comienzo de la década de los 40, en pleno auge de la Segunda Guerra Mundial, un veterano del clandestino Partido Comunista, perseguido y aco-rralado en Canarias (Raya, representante de un laboratorio de medicina, que le facilitaba su labor militante), se entrevistó con tres jóvenes simpatizantes, uno de las cuales era yo, el actual “camarada Feliciano”. La intención de esta entrevista era crear nuevas células. Así comencé mi militancia.

Nació en 1926, en San Sebastián de La Gomera. Actualmente reside en Santa Cruz de Tenerife.

“MI PREOCUPACION CONSTANTE HA SIDO FACILITAR MATERIALES DE ESTUDIO PARA LA

PREPARACION DE LOS MILITANTES”


Uno de mis primeros contactos fue con la histórica y famosa Isabel González, llamada Azucena Roja, la primera mujer concejal comunista por el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife, en la República, en 1936. Aunque muy vigilada, dada su experiencia supo rodearse de un buen equipo conspirativo, y estableció contacto estable con el Partido a través de Casa-blanca, en Marruecos, recibiendo de ese lugar, durante bastante tiempo, una numerosa propaganda, entre ella, obras de los clásicos del marxismo (propaganda ésta que yo fui el responsable de su distribución). También de la copia mecanografiada (como si de un monje se tratara) de parte de ese material para su distribución a otros lugares, entre ellos, que yo recuerde, a contactos en la Universidad de Cádiz.

En 1956, aprovechando que tenía un cuñado en Uruguay, emigré hacia ese país. Allí me encontré un Partido Comunista con influencia y con cuadros muy preparados -destaco a Rodney Arismendi, que luego fuera Secretario General del PCU-, y una organización numerosa del Partido en la emigración. Allí, en Uruguay, trabajé durante más de dos años.

Como es lógico, ingresé de inmediato en la organización del PCE en Uruguay, donde llegué a tener la responsabilidad política de la Juventud y fui secretario de actas de la directiva de la Casa de España en Montevideo, que era, en la práctica, una red de nuestro Partido.

Dentro de mis actividades políticas, trabajé en Ediciones Pueblos Uni-dos, que era la librería del Partido Comunista de Uruguay, donde tuve un estrecho contacto con el famoso traductor de obras de ruso, Augusto Vidal Roget. Conservo un recuerdo entrañable del camarada Arismendi, el cual siempre me trató con mucho cariño y una enorme solidaridad.

Después de mi experiencia de “las Américas”, al regreso, durante varios años fui secretario político del Comité de Santa Cruz, y, en ese tiempo, sería 1964, publicamos un periódico, “El militante” (del cual aún conservo algunos ejemplares). Lo editamos gracias a una imprenta artesanal que yo custodiaba en mi domicilio.

Siendo Canarias una zona de rutas internacionales, con una corriente turística continua a lo largo de todo el año, nos permitía la recepción cons-tante de materiales de propaganda y contactos a través de los turistas fran-

ceses que frecuentaban las islas. Estos turistas, siendo militantes del Partido Comunista francés, nos enviaban material editado en Francia por el Partido, que era remitido para su distribución clandestina.

Yo, como militante, siempre di, y doy en la actualidad, una enorme importancia a la preparación teórica, al estudio de las obras de Marx y Lenin, y, sobre todo, destaco el “Qué hacer” y esa máxima que dice: “sin teoría revolucionaria no hay movimiento revolucionario”. Mi labor mili-tante fue la constante preocupación por la preparación de los camaradas, facilitando los materiales de estudio.

En 1968, con ocasión de la crisis de Praga y el debate que suscitó, salí del PCE como ruptura con el renegado Carrillo y la dirección eurocomu-nista, y, como siempre me he sentido comunista, contacté enseguida con el PCE (VIII-IX Congreso), del que era Secretario General Eduardo García. Conservo numerosas cartas del camarada Eduardo, así como de otros camaradas de ese Partido, como Bayona (de Barcelona) y Enrique Juan (de Madrid).

Todavía guardo el carné nº 8121, firmado por Eduardo García, del Par-tido Comunista (VIII-IX Congreso). En mayo de 1980 asistí, en Madrid, al Congreso Extraordinario de Unificación del PCE (VIII-IX Congreso) y el Partido Comunista de los Trabajadores, del que surgió el PCEU. En los pri-meros días de abril de 1981 recibí un telegrama del camarada Eduardo para acudir al I Congreso del Partido Comunista de España Unificado, PCEU, celebrado, en Bilbao, los días 17 y 18 de abril de 1981. Por motivos labora-les, no pude asistir. Por último, participé, en enero de 1984, en el Congreso de Unidad del que surgió el PCPE, partido en el cual milito.

Esta es, brevemente, toda mi abnegada y, también, sacrificada labor de militante comunista, que culmina en esta militancia del que creo es el verda-dero partido de los comunistas españoles y canarios. Si algo saco como conclusión es que la lucha es lo que da sentido a la vida.

Quiero transmitir un saludo revolucionario a la pequeña, pero grande en heroísmo y dignidad, Cuba Socialista.

53

ISAbELITA SáNCHEz MARTÍN

Las explosiones de los voladores lanzados por los republicanos de su barrio el 14 de abril de 1931 la metieron en la lucha. Con trece años ya andaba preocupada por los avatares políticos y vivió el triunfo del Frente Popular con la impresión de que el mundo iba a cambiar. Pro-tagonista durante años de la hazaña silenciosa y cotidiana del Socorro Rojo materializada en la ayuda a los presos. En la cárcel conoció al que sería su compañero, con el que tuvo hijas e hijos que hoy, cuando su cuerpo ya no la deja, la suplen en algunas actividades “a las que no se puede faltar”.

–¿Cuándo empezó tu militancia?

A partir que se instauró la Segunda República. Cuando sentí los voladores –cohetes de fuegos artificiales- en la Casa del Pueblo y me dijeron que había venido la República, me dio la impresión de que el mundo iba a cambiar, que yo estaba viendo la miseria que había alre-dedor de mí (en la misma casa de mis padres, que tenían, a veces, que

Nació, en 1918, en La Isleta, Las Palmas de Gran Canaria, donde sigue residiendo.

“MI vIDA FUE AYUDAR A LOS PRESOS”


ir a comprar fiado a la tienda para poder poner el caldero al fuego). A partir de ahí yo pensé siempre.

Yo empecé a ir a la escuela a los doce años, pero sólo pude ir tres meses. Pagaba dos pesetas todos los meses y, en esos tres meses, aprendí a leer y a escribir claro, y también aprendí a hacer las primeras cuentas. Como me gustaba aprender y estudiar, en casa de mis tíos, donde yo iba a ayudar a limpiar, había revistas –porque mi tío era cam-buyonero (1)– y me fajaba a leer. Nunca me cansaba de leer. Incluso, desde aquella época, me enteré de la historia de Mariana Pineda, cómo fue condenada a muerte en Granada por bordar la bandera republicana (me acuerdo de los versos como si los estuviera leyendo ahora... -y recita).

También leía periódicos y escuchaba la radio. Así supe de las elec-ciones del 32, que fueron un fraude. La derecha siempre haciendo por derribar a la República. Cuando se reconoció el derecho al voto de la mujer, hasta los muertos fueron a votar y... todo fue un fraude, por eso ganó la derecha. Después vino la Revolución de Asturias, en el 34, y yo me enteraba de todo eso. Luego vinieron las elecciones de febrero del 36, que ganó el Frente Popular, ¡que se unió la izquierda!, aquello fue un alboroto tremendo! Me acuerdo que vino un muchacho de Tenerife (le llamábamos “El Chiribita”), que, a caballo, recorría las calles gritando: “Ciudadanos, ciudadanos, voten por las izquierdas, que la derecha significa un año de hambre y un día de comida... Yo fui, incluso (aunque no tenía derecho al voto), con mi tía Mercedes el día de las elecciones (la dueña de la casa donde yo iba a leer), con la idea de votar por el partido comunista, porque un hijo de mi tía Mercedes pertenecía a las Juventudes del Partido comunista.

–¿Y cuáles fueron tus primeras actividades como militante?

Cuando estalló la guerra, me lancé a la calle, a pedir de puerta en puerta para ayudar a los presos políticos como parte del Socorro Rojo. Iba a verlos, a llevarles comida... a los peninsulares, que los traslada-

ban aquí para castigarlos más. Yo iba a ver a mi primo, Manuel Martín Estupiñán (que estaba preso porque, cuando lo enviaron al frente de gurra, en Zaragoza se pasó al bando republicano), y les llevaba cosas a ellos. Esa fue mi vida, ayudar a los presos. Pedíamos de puerta en puerta (a algunos sí se les podía decir que era para los presos políticos y a otros les decíamos que era para peninsulares que los habían tras-ladado y no tenían aquí a nadie... También ayudaba a camaradas que enviaba el partido, como al asturiano Gregorio Manso.

–A esos presos peninsulares, ¿los mandaban a trabajar aquí?

Sí, y les rebajaban las condenas, pues un día de trabajo equivalía a dos de cárcel. Mi hermano Manuel estuvo entre esos presos, yendo a trabajar, no porque ellos quisieran, sino porque los obligaban a hacerlo.

¡Muchos viajes di a la cárcel! Así conocí al que luego sería mi marido, José Mugica Fleitas, que pertenecía al grupo de los conde-nados a muerte de Arucas, aunque luego le conmutaron la condena. Todavía vivía su primera mujer, Mercedes, y nos hicimos grandes amigas. Yo le leía las cartas clandestinas (ella no sabía leer), que las recogía, hechas bolitas, de las manos del que repartía los paquetes. Estuve en esa actividad hasta que me casé, en el 44, tiempo después de enviudar José. Años después, volví a realizar tareas de ayuda a repre-saliados y sus familiares.

Con la policía tuve una suerte tremenda, nunca me detuvieron… yo llegué a llevar policías hasta en la guagua (autobús) en la que iba o venía de la cárcel, y también cuando iba a llevarles dinero a los hijos de los presos. La mujer de Toni Gallardo, Mela Campos, y yo íbamos a todos lados a llevarles un dinero que salía de las cotizaciones que se hacían al partido, ¡hasta a sitios donde no había carreteras!

–¿Cuándo ingresaste en el partido comunista?

A mí casi me ingresaron los compañeros, sin yo darme cuenta. Por-que yo llevaba a la cárcel las noticias que salían en la radio, que escu-chaba en casa de un conocido, que tenía un aparato que cogía onda

(1) En Canarias, se llama cambuyonero a quien se dedicaba a “pescar” mercancías en los puertos para venderlas en el mercado paralelo.


corta. Allí me enteraba de todo oyendo emisoras de todo el mundo. Los presos me preguntaban para saber y yo les narraba lo que estaba sucediendo en España y en el exterior. Había un cordobés que salía a las visitas con mi primo y siempre me preguntaba por lo que pasaba. A él le habían fusilado a la madre y al padre. Se llamaba Ernesto Sem-pere Villarrubia, no lo puedo olvidar.

–Y, durante el franquismo, ¿tuviste alguna otra actividad?

Cuando me casé, me fui a vivir a San Andrés, en el norte de Gran Canaria, y mi marido siempre tenía contacto con algún compañero, así que conseguíamos las revistas del partido y estábamos al tanto de todo lo que se fraguaba en la clandestinidad. Después de diez años, al volver a Las Palmas, seguimos manteniendo el contacto con los com-pañeros, teníamos reuniones de célula, y de mi casa, de aquí mismo, salían los panfletos de propaganda del partido para repartirlos entre la gente y ponerlos en los buzones. La policía creía que era la juventud, y, en cambio, éramos los más viejos los que lo hacíamos.

De esa etapa de distribución de propaganda, recuerdo los panfle-tos que se hicieron para denunciar las torturas a las que sometieron a Alexis García, el hijo de José María García. Yo los llevaba para repartirlos y, una vez, por error, le entregué uno a un médico al que yo había acudido por cuestiones de salud: confundí el papel con los resultados de los análisis que me había indicado.

También orientaba a conocidos que necesitaban abogado por problemas laborales y otros. Los llevaba al despacho de Fernando Sagaseta.

–Tú participaste en la lucha por viviendas para los vecinos de La Punta, ¿cómo fue aquello?

La cuestión es que querían desalojar a los vecinos que vivían en esa zona y le pusieron trilita para amedrentarlos y conseguir que se fueran. Entonces, nosotros (el grupo de comunistas) nos reunimos en El Confital. Unos cuantos fueron para La Punta de avanzada, para

organizar la manifestación que iba a salir a la calle, y Mela Campos y yo quedamos en ir a primera hora de la tarde. Cuando llegamos, allí no había ni un alma. El primero que salió fue Paco “Evangelista”, después lo hicimos Toni Gallardo y yo con una pancarta. Toni sos-tenía un extremo de la pancarta y yo el otro. Mientras caminábamos por las calles, yo tocaba en las casas para que la gente se sumara a la manifestación ( “yo tengo mi casa y vengo por ayudarles a ustedes, les decía”), así que cuando la manifestación salió de La Punta y pasó por el muelle, la sorpresa fue tal que las tripulaciones de los barcos se asomaban para ver al gran grupo que se había reunido. Más adelante, la policía intentó quitarnos las pancartas y parar la manifestación, pero no pudieron. Cuando pasamos por la calle Juan Rejón, la mag-nitud de la protesta era tal que los comercios cerraban por miedo a que una posible represión policial los cogiera en medio. Recuerdo que Toni Gallardo salía del grueso de la manifestación para dar ánimos y hacer que más gente se uniera a nosotros. A la altura del cine viejo vimos a un sargento de la Guardia Civil y nos imaginamos que iba a traer refuerzos, como así sucedió. Cien metros más adelante, la policía empezó a cargar, no paraban de dar leña, así que empezamos a escapar por donde pudimos. Yo cogí por una bocacalle y un hombre me invitó a entrar en un portal, pero seguí porque eso suelen hacerlo los policías para detener a quienes caen en el truco. Cuando llegué a mi casa tenía unas tremendas bolsas en los pies de tanto caminar. Eso fue en el sesenta y tantos. Conseguimos que a esas gentes les dieran casas.

–Muerto Franco, fuiste candidata en las primeras elecciones generales.

Sí, en las elecciones del 77, Fernando Sagaseta me propuso que me presentara y yo me quedé un poco sorprendida, porque era casi analfabeta. Me convenció y me presenté en la candidatura de Pueblo Canario Unido ¡con toda la ilusión de mi alma! Todo lo que pensaba, todas mis convicciones, las expresé de forma espontánea en los míti-nes (aunque llevara todo escrito, porque me daba seguridad).


–¿Qué acontecimientos históricos han influido más en tu vida de militante?

Me parecen importantes todos los hechos que se han dado en torno a la lucha de los trabajadores y de la emancipación de la clase obrera. Han sido hechos que intentaban librar a la humanidad de la miseria y de la explotación. Para nosotros, la República fue el proyecto que más nos acercó a esa realidad de justicia, pero llegó el maldito 18 de julio… y después la guerra (que quebró la sociedad de una forma terrible: mis hermanos, por ejemplo estuvieron, sin saberlo, luchando, frente a frente, en las últimas batallas de Extremadura), la represión, las torturas (a mi hermano Manuel lo torturaron de tal manera que Pedro Rodríguez Luzardo, amigo de él y detenido en el mismo lugar, no lo reconoció hasta que habló de lo desfigurado que lo habían dejado en los interrogatorios, hasta con colillas de cigarro le quemaron las piernas…¡lo destrozaron!). La franquista fue una etapa muy negra para los que entendíamos que la República era sinónimo de libertad y de progreso, especialmente para la clase trabajadora.

–¿Cómo recuerdas el final de la II guerra Mundial?

Pues lo viví con ilusión. Yo estaba enterada de todo porque escu-chaba la radio todas las noches, las emisoras de la Unión Soviética y la BBC británica, y les contaba a los amigos y vecinos lo que estaba ocurriendo en Europa. Con algunos, incluso, discutía.

–¿Y la Revolución Cubana?, ¿qué hablaban los comunistas aquí cuando triunfó?

No se podía hablar abiertamente, pero, en pequeños círculos, la alegría fue tremenda. Aquí, en mi casa, poníamos la radio a las seis de la mañana para sintonizar Radio Habana Cuba y sabíamos todo lo que iba pasando. De esa victoria nos quedó también la figura y el pensa-miento de Che Guevara (este año hace 40 que lo asesinaron, ¡40 años!),

¡un hombre extraordinario!, ¡increíble! Él, que había estudiado a Marx, sabía que el comunismo era el arma para transformar las sociedades y que éstas no se convirtieran en selvas donde la gente tuviera que sobrevivir a base de las dentelladas de unos contra los otros.

–¿De qué compañeros de lucha guardas un recuerdo espe-cial?

Pedro R. Luzardo fue un compañero extraordinario; José Mugica Fleitas, mi marido, que estuvo con el diputado Eduardo Suárez(2) en la resistencia que hubo en Arucas contra el golpe de Estado (ellos estuvieron juntos todo el tiempo, desde Arucas hasta el puente de San Andrés, donde mi marido manipuló la dinamita que destruyó el puente, acción con la que ellos pretendían frenar el avance de los fascistas -por eso, cuando cumplió condena, no querían dejarlo en libertad, porque lo tachaban de terrorista). Y otros camaradas que he ido nombrando mientras hablamos.

–¿Cómo detuvieron a José?

El grupo de Eduardo Suárez se replegó hasta Agaete. Allí detu-vieron a José. Lo condenaron a muerte junto al grupo de los 27 de Arucas, pero él escapó: se libró porque algunos católicos ya estaban muy nerviosos con tanta muerte y tanta tortura. El obispo Pildáin intervino y le conmutaron la pena a 30 años. Antes, estuvo dos años y ocho meses, 32 meses, esperando a que le dijeran cuál era el fallo definitivo y si iba a seguir viviendo o lo iban a matar.

(2) Eduardo Suárez y el socialista Fernando Egea fueron fusilados el 6 de agosto de 1936, siendo los primeros canarios condenados a muerte, en juicio sumarísimo, por un Consejo de Guerra.

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JESúS gONzáLEz gUTIéRREz

Todavía recuerda con risa alegre a Joaquín Cuevas, el camarada que lo hizo reír por primera vez tras ser detenido por el aparato de represión franquista. Con él y con otros compartió, durante años, muchas horas de lucha sindical y política. Con orgullo del deber cumplido, reivindica “las reuniones que teníamos a escondidas” y esas “noches que pasábamos tirando octavillas”. Hoy aporta toda su experiencia en la célula del PCPE de su localidad.


Entré en contacto con el Partido sobre el año 1961-62, no lo recuerdo bien, cuando bajé de Santander a trabajar en Nueva Mon-taña. Un día, en la playa, un compañero, al que conocía del trabajo, Vega, se me acercó junto a otro camarada, Joaquín Cuevas, y a un

Nació, en 1928, en Cañeda (Cantabria). Reside actualmente en Santander.

“INTERvINE bASTANTE EN LA CREACIÓN DE CCCOO EN CANTAbRIA”


tercero que por aquel entonces era el Secretario Político del Partido en Cantabria. Empezaron a hablarme sobre la situación política y demás, y, finalmente, me dejaron una revista y un libro. Aún recuerdo la sensación más extraña que me llevé cuando los leí por primera vez, por la noche, a escondidas, ya que ni en casa lo podías leer. Después de eso, un mes o así, me invitaron a entrar al Partido. Así empezó mi andadura en el Partido.

De aquella época recuerdo, sobre todo, las reuniones que teníamos a escondidas, y las noches que nos pasábamos tirando octavillas. Al principio, nos mandaban desde la organización central unos clichés a partir de los que nosotros imprimíamos la propaganda del Partido. Al cabo del tiempo, mandaron una multicopista que pusimos en un local, que, después, cuando nos detuvieron, se descubrió que estaba en Cueto y la tenía Beridiano Rojo, que era el Guardia Municipal del pueblo.


Toda mi actividad política la he desarrollado siempre en el Partido (primero, en el PCE, y, luego, en el PCPE) y en Comisiones Obreras. En el Partido llegué a ser miembro del Comité de Cantabria, pero por poco tiempo, ya que, en el año 68, nos detuvieron a la mayoría y acabamos en la cárcel.

El trabajo más importante en el que participé fue la creación de Comisiones Obreras en Cantabria, en lo que intervine bastante. En Comisiones empecé cuando todavía estaba en la clandestinidad. En aquel entonces nos confabulamos con los de la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC), que participaron también activamente en la creación de Comisiones. Recuerdo que tenían a un chico que trabajaba de repartidor con una furgoneta de la empresa. Nosotros nos reuníamos en aquella furgoneta para no levantar sospechas los sábados o domingos, mientras él conducía por Monte, Liencres u otros pueblos de alrededor de Santander.


Las principales represalias que sufrí por mi militancia fueron des-pidos en el trabajo y mi detención y encarcelamiento. En Comisiones, cuando el Partido mandó la consigna de que había que participar en las elecciones del Sindicato Vertical, hicimos una comisión en Nueva Montaña, donde yo trabajaba en aquel momento, y nos presentamos. Ganamos en el taller. Luego me eligieron además para el jurado de empresa, cosa que me acabaría costando el empleo. En el año 64, en una huelga en Nueva Montaña, que yo creo que fue la primera un poco seria que se hizo (duró 3 o 4 días), despidieron a una pila de tra-bajadores, como a sesenta. Como mis compañeros me habían elegido jurado, en aquel momento la empresa no me pudo echar, aunque ya, en la primera reunión del comité de empresa que tuvimos después de la huelga, el director -que acudía a estas reuniones- ya dejaba caer: “yo sé que en el comité de empresa hay algún comunista...”. A los pocos meses ya no me libré. Me metieron en una comisión para controlar los tiempos a otros trabajadores y, como defendí que los trabajadores no tenían los medios y herramientas necesarias para cumplir con los tiempos que exigía la empresa, me echaron con la excusa de que no había cumplido con mi responsabilidad. Recuerdo que fue uno de los peores años de mi vida, ya que, poco antes, mi mujer, que estaba de 8 meses para parir, se había puesto mala, y acabó perdiendo el niño. Además, no sé qué la hicieron en el hospital que no pudo volver a tener hijos.

Sobre nuestra detención, recuerdo que la policía nos cogió en el año 68. Cuando nos cogieron lo sabían todo, no hacía falta ni decla-rar, sabían hasta los detalles más mínimos, como a qué bar habíamos ido después de una reunión y lo que habíamos comido allí. A mí me detuvieron en la calle Camilo Alonso Vega –insigne franquista-, cuando volvía a casa del trabajo. Luego, fueron a las 3 de la madru-gada a mi casa a registrarla, pero no encontraron mucho, porque sólo tenía libros y algunos papeles y revistas. Eso fue un jueves por la tarde, y fueron cayendo más a lo largo del viernes y el sábado, que fue cuando descubrieron el local donde teníamos la multicopista.


Al principio intentaron juzgarnos por la vía militar -a mí me pedían 20 años de cárcel-, pero finalmente los militares se retiraron y nos cayeron 4 por asociación ilegal y 3 por propaganda. Detuvieron a unos 12 o 15 camaradas del Partido, 68 personas en total en toda Cantabria. También hubo muchas detenciones en otras partes del Estado. Era una campaña dirigida principalmente contra Comisiones Obreras. El asunto tuvo bastante repercusión, y el Partido, incluso, organizó una gira por diferentes países de Europa con nuestras muje-res, para denunciar lo que estaba ocurriendo.

En la cárcel nos daban alguna “hostia”, pero tampoco muchas. Podríamos decir que nos trataron bien para las circunstancias. Allí era muy difícil continuar cualquier actividad política y mantener contacto con el Partido. Recuerdo que había una monja navarra que de vez en cuando nos colaba los periódicos del Partido y las cartas de fuera, pero debieron cogerla, porque acabaron echándola. Después de eso, meter el periódico o cualquier otra cosa era muy complicado.


De los camaradas con los que he militado, el que más me ha marcado ha sido Joaquín Cuevas Cianca, que murió al poco de salir de la cárcel. Ya le habían tenido 15 años encerrado antes de aquella última detención en la que nos cogieron a todos. Todavía recuerdo las muchas veces que empezaba a discutir de política con los obreros del puerto, que solían ir al Bar Aduana, en la calle Cádiz, y acababa subido a una mesa dando un mitin improvisado. Tenía unos detalles de la hostia. Fue él quien consiguió que me riese por primera vez des-pués de nuestra detención. La historia fue que se presentaron en los vestuarios del trabajo para detenerle, y, al cambiarse antes de que se lo llevaran, él, para que no encontrasen la propaganda que tenía guar-dada en la suya, cogió la ropa de la taquilla de otro compañero que medía casi 2 metros y le quedaba enorme. En comisaría nos hicieron quitarnos todo lo que pudiésemos usar, entre ello, los cinturones. Luego, subiendo unas escaleras, yo iba detrás de él y se movía balan-

ceándose muchísimo para que no se le cayera el pantalón. Cuando le vi y me dijo lo que le pasaba, me reí tanto que lloré de la risa.

También me llevaba muy bien con Antonio Bedia y con Vega. A Bedia le conocí ya con la amnistía, cuando salió de la cárcel. Era un currante de la hostia, le recuerdo siempre de reunión en reunión del Partido, y vendiendo, además, el periódico, la lotería del Partido, ..., no se limitaba sólo a hablar, sino que siempre estaba pateando la calle y trabajando por el Partido.

–¿Qué acontecimientos políticos y sociales consideras vin-culados a tu vida?

Especialmente recuerdo la división del Partido. Fuimos a una reunión en Madrid unos cuantos de Cantabria en la que decidimos irnos del PCE. Yo fui uno de los firmantes del “Documento de los 100”, por el que cien cuadros del PCE decidimos pasarnos al PCPE (en aquel entonces se llamaba PC a secas). Muchos compañeros no dieron el paso y se quedaron. Luego, los problemas continuaron y mucha gente se marchó a su casa. Eso sí, los problemas venían de antes de la división, de cuando “los piquitos de oro” empezaron a controlar el partido. Se ponía en la dirección al que mejor hablaba, aunque no fuese obrero y llevase poco militando.


Tengo ya 80 años y soy militante de base de la célula del Partido de Santander, y también de CCOO, aunque llevo tiempo pensando en borrarme del sindicato: cada día me jode más ir por allí, viendo en lo que se ha convertido.

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ESTEbAN CERDáN FRANCéS

Muchos hombres y mujeres entran en la vida revolucionaria a través de un proceso de estudio sobre la lucha de clases y por la experiencia, hasta adquirir conciencia sobre el compromiso de la lucha contra la explotación capitalista. Otros y otras, sin embargo, participando de esa misma enseñanza, entran porque llevan en sus genes la rebeldía por la causa emancipadora, por el cambio radical de la sociedad en que vivimos. Esteban Cerdán es nieto e hijo de luchadores republicanos de izquierdas, cuyos padre, madre y hermano pagaron con cárcel y destierro su fidelidad al ideario republicano. Esteban tenía, entonces, sólo 5 años de edad. Por su origen y su posterior vida de agitador revo-lucionario, este camarada entra en la máxima de “hombre comunista, hombre total”.

Su nacimiento fue en 1931, en Tosos (Zaragoza), en el seno de una familia campesina, siendo el octavo de 9 hermanos. A los pocos años

Nació, en 1931 en Tosos (Zaragoza). Actualmente reside en Barcelona.

“LA NEgOCIACIÓN DEL CONvENIO COLECTIvO SE LLEvAbA DE FORMA ASAMbLEARIA, DONDE HAbÍA LA PARTICIPACIÓN Y LA DEMOCRACIA

ObRERA DIRECTA”


vio cómo los falangistas le cortaron el pelo al cero a su madre y cómo la Guardia Civil se la llevaba a la cárcel por ser madre y compañera de dos luchadores anticapitalistas. Con 14 años, tenía que colocarse en las esquinas de la plaza del pueblo para ser contratado a peonaje por los terratenientes, y, a los 19, en Almatret (Lérida), trabajaba en la mina de carbón como picador hasta amortizar el período del servicio militar obligatorio. Después se trasladaría a Molins de Rei (Barcelona) a fae-nar como arrancador de arcilla y cargador de camiones de grava en el Río Llobregat. En 1957 se casó con su compañera, Dolores Soler. En 1963, pasó a ser obrero fabril de la siderometalurgía y, en 1969, afincó su domicilio familiar en el barrio de Bellvitge, de Hospitalet de Llobre-gat, donde reside en la actualidad.

–¿De que manera se produjo tu acercamiento al Partido?

En aquellos tiempos, el acceso al Partido no era una cosa fácil. Por una parte, el respeto y la idealización del comunista militante signifi-caba un grado de compromiso para el que uno creía no estar preparado y, por la otra, las escrupulosas medidas de seguridad en la clandes-tinidad ante la persecución sanguinaria de que el Partido era objeto por la dictadura del régimen de la burguesía que mandaba Franco. No obstante, mi itinerario fue el siguiente: En 1966, en las elecciones sindicales convocadas por el sindicato vertical, fui elegido miembro del Jurado de Empresa en Laforsa (Laminados y Forjados de Hierro y Acero, S.A.), ubicada en el barrio de Almeda, de Cornellá de Llobregat. Nuestro trabajo prioritario fue ir configurando la Comisión Obrera en la fábrica. Eso me permitió conocer a un determinado grupo de dirigentes obreros con los cuales me fui relacionando y forjando en la lucha sindical organizada (algunos, experimentados comunistas). También oía Radio España Independiente (1) a la vez que me venían a las manos los periódicos clandestinos del Partido: Treball, del PSUC, y Mundo Obrero, del PCE. Mi formación precaria da un salto cualitativo y se transforma en necesidad organizativa ideológica.

–¿Puedes decirnos cómo se desarrolló en aquella época tu vida sindical?

No tenía nada que ver con lo que se hace ahora: había un conven-cimiento de la lucha de clases, de confrontación, del cambio al socia-lismo. Había que organizar la resistencia del movimiento obrero a través de sus comisiones obreras de fábrica, de localidad, de comarca, de provincia y de nacionalidad, y eso requería un trabajo inmenso de coordinación de todos los sectores de producción en la comarca. La metodología democrática era la asamblea en las fábricas, en los tajos; aprovechábamos la utilización de la CNS y sus locales y, fuera de esto, los locales de las iglesias y las explanadas al aire libre, aunque ello conllevaba resistir cargas policiales, detenciones, apaleamientos y carreras desenfrenadas delante de los grises (Policía Nacional) y de la Guardia Civil.

En 1972, ostenté la vicepresidencia de la UTT del ramo del metal de Cornellá (Unión de Trabajadores y Técnicos –sindicato vertical), junto con Juan Ramos, éste elegido presidente. Este órgano, en manos de las CCOO clandestinas, se convirtió en una plataforma movili-zadora extraordinaria. Lo mismo orientaba y coordinaba la acción huelguista de las fábricas como el desarrollo sociopolítico de los terri-torios con el resto de la población por la habitabilidad de los barrios. Entre 1974 y 1976 en la comarca hubo tres huelgas generales, siendo uno de sus mayores promotores Juan Ramos Camarero.

Desde el I al III congreso de la CONC (Comisión Obrera Nacio-nal de Cataluña) pertenecí a la Comisión Ejecutiva de ésta, dejando de hacerlo por tener que asumir la responsabilidad política del Partido en la comarca. Antes, siendo Secretario General de la Unión Local de CCOO de Cornellá, en el IIº Congreso Confederal de CCOO, cele-brado en Barcelona, salí elegido miembro de la Comisión Ejecutiva Confederal, y, en las primeras elecciones municipales (1979), los ciu-dadanos me hicieron concejal de Cornellá.

(1) Radio España Independiente, más conocida como “La Pirenaica”, fue una emisora del PCE cuyas transmisiones eran la referencia de la resistencia interior al franquismo.


–En tu centro de trabajo, es decir, en Laforsa, ¿cómo se expresó este desarrollo de la lucha de clases?

La conflictividad laboral, de forma general, se acentuó en 1970. En la empresa nos tocó compartir esa lucha mediante la negociación del convenio colectivo, negociación llevada de forma asamblearia, donde había la participación y la democracia obrera directa. En 1972 se declaró una huelga que duró 22 días, y, en 1973, después de seis meses de negociación, con la realización de 10 paros, conseguimos sustan-ciosas conquistas en el convenio colectivo. También, en julio de 1974, participamos activamente en la huelga general de la comarca en soli-daridad con los huelguistas de las empresas Elsa y Solvay. Lo mismo hicimos en la otra huelga general, del 05/12/74, contra la carestía del coste de la vida.

La experiencia acumulada desde 1965 nos sirvió para llevar a cabo una huelga de 106 días de duración (del 11/11/75 al 22/02/76), que provocó la tercera huelga general comarcal, de 15 días de extensión. La huelga de Laforsa prendió por un despido, que luego se hizo extensivo a 157, con la oposición sindical bajo la consigna “¡TODOS O NIN-GUNO!”. Todos los sectores sociales de la comarca se sumaron a la misma; la solidaridad económica ascendió a 5.800.000 ptas de la época. La huelga se cerró a través de la negociación, que anuló los despidos.

–¿Cuándo ingresas al Partido y cómo fue tu militancia?

En 1969 ingresé en el PSUC (Partit Socialista Unificat de Cata-lunya). A partir del IV Congreso, 1974, formé parte con pleno derecho del Comité Central hasta el V, en 1981, aunque antes del IV Congreso ya asistía a las reuniones de éste como cooptado. La actitud antidemo-crática e irresponsable de la cúpula del PSUC, ninguneando y com-batiendo la legalidad del V Congreso, me obligó a ser participante de los 26 firmantes promotores del renacimiento del PCC (Partido de los Comunistas de Cataluña). Como Responsable Político del Comité Comarcal del PCC en el Baix Llobregat, al sustituir en este cargo a Juan Muñíz, fui miembro del C. Ejecutivo del PCC y responsable de la Comisión de Movimiento Obrero. Desde Cataluña, colaboré en la

recuperación del Partido a nivel estatal y en el I Congreso del PCPE (Congreso de Unidad Comunista), en 1984, siendo elegido miembro de su Comité Central hasta la ruptura del PCC con el PCPE.

–La lucha clandestina ha asestado zarpazos policiales represi-vos. En tu caso, dinos si has sufrido alguna detención

El hecho de haber estado ligado a un fuerte colectivo de trabaja-dores con un método claro de organización ha permitido que no se produjera esta circunstancia en mi vida activa revolucionaria, aunque estuve muy cerca de ello: Martín Villa ordenó la detención de 100 comunistas, yo estaba en la lista a detener por la siniestra BPS (Brigada Político Social), y no me detuvieron porque estaba en la fábrica traba-jando; ahora bien, registraron mi casa, molestaron a mi compañera y a mis hijas y se llevaron cuantas cosas de origen marxista encontraron.

–¿Quieres hacer referencia a algunos de tus compañeros de lucha?

Son muchos los compañeros y compañeras que tengo en mi memo-ria, algunos ya no están; doy los nombres con los que compartí la primera Comisión Obrera de Laforsa: Manuel González, Simón Róde-nas, Antonio Calero, Francisco Gamero, José Vega y otros como Luis Escartín (“El Maño”) y Ramón Rula. De la comarca, son tantos los nombres que no caben en este espacio.

Nos despedimos y él queda tecleando en su ordenador escribiendo la historia de la huelga de los 106 días en Laforsa, cuyo relato lleva ya 109 páginas y que esperamos ver publicado pronto, poniendo en manos de la clase obrera de hoy tan importante arma ideológica de lucha. Cerdán prosigue su actividad sindical en la Unión Local de CCOO de Hospitalet de Llobregat y su actividad militante insoborna-ble en la causa del comunismo, pues, sin tener el carnet del PCPC, se identifica plenamente con la política de éste y del PCPE. Con sus 76 años, es uno de los activos más valiosos del Partido en Hospitalet y en Cataluña.

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CARMEN MONTORO REINA

Nacida en Priego de Córdoba -el pueblo del republicano Alcalá-Zamora- hace ya más de ochenta años, Carmen es uno de tantos ejem-plos de coherencia y compromiso que nos hace pensar inevitablemente en esos hombres y mujeres “imprescindibles” de los que habla Bertold Brecht.

Pese a las dificultades de su edad y sus dolencias, Carmen (“la Dolores”, le dicen en su pueblo) se mantiene firme en su trabajo militante, y, si las piernas o los ojos no la dejan moverse de su casa, hace que, por correo, le llegue la propaganda del partido a todos sus contactos. En plena campaña electoral, y a falta de posibilidades para moverse, se la ha visto repartir papelitos desde la ventana de su casa con el nombre del PCPE escrito a mano por ella misma. Siempre hay algo, está claro, que una puede hacer.

Nació, en1918, en Priego y actualmente reside en Montilla, también en Córdoba.

“AL QUE ME TRAIgA LA OREJA DE UN COMUNISTA, LE DOY UN RAMO DE PLáTANOS

–ESA FRASE ME HIzO COMUNISTA”


–Carmen, cuéntanos, ¿cómo fue tu inicio en la militancia polí-tica?

A mí, desde chica, me decían “la niña republicana”. Un día, mi padre, que era republicano, como muchos en Priego, y que tenía un Ford muy destartalado para trabajar, transportando lo que pudiera (leche, fruta…), me llevó con él a un almacén de plátanos. Allí oí al dueño decir: “Al que me traiga la oreja de un comunista, le doy un ramo de plátanos”. Cuando salimos de allí le pregunté a mi padre quiénes eran los comunistas. Él me dijo: “Los comunistas son los que dicen que la tierra es para el que la trabaja y que las fábricas tienen que ser para los trabajadores”. “El comunismo”, me explicó mi padre, “ya está en Moscú”. En aquel momento, yo le dije a mi padre: “Ya no soy más republicana, ya soy comunista”.

–¿Cómo fue tu incorporación al Partido Comunista, entonces? ¿Qué tipo de actividad desarrollaste en él?

Mi cuñado, Manuel Jordano López, que era militante del Partido Comunista (murió fusilado el 6 de agosto de 1936, en Castro del Río), llevaba la propaganda a algunos pueblos de Córdoba. Me dio un día un folleto de Dolores y le dije que quería ser del partido, del partido de las mujeres.

Pero yo no tuve la militancia hasta un tiempo después, cuando estaba con mi familia, refugiada en Jaén, ya en 1937. Mi padre se fue con Crespo, dirigente del PCE, a coger aceitunas muy cerca de las trin-cheras. En el camino, éste convenció a mi padre para que cogiera el carnet del Partido. Cuando mi padre fue a la sede del Comité Local de Jaén, me fui con él. Crespo me vio sentada en la puerta y me preguntó: “¿A qué vienes?”. Yo le dije: “A trabajar”. Y ese mismo día me manda-ron a repartir octavillas.

Después de un tiempo haciendo trabajo para el Partido, me dieron el carnet. Unos días iba a repartir octavillas y, otros, a ayudar con la pre-paración de la propaganda. Yo no sabía apenas escribir, pero me man-daban a hacer las letras para las pancartas, así que tenía que copiar las formas como podía. Ingresé en el Partido el 16 de octubre de 1937.

–Sabemos que fuiste dirigente de las JSU. ¿Cómo fue eso? ¿Ingresaste primero en el partido y luego en la juventud?

Sí, estuve en la Juventud y fui miembro de la Ejecutiva. Cuando yo estaba en Jaén, la Juventud estaba en manos de los socialistas, en concreto de un diputado, Pérez Carruana, que era cosa mala, y de las hermanas Benítez.

Había pocos comunistas en Jaén, así que a los y las camaradas más jóvenes se nos encargó ir a la organización juvenil a echar una mano y a reforzar aquello. Me afilié al Tercer Club de la Juventud con mi her-mana, que también militaba (como mi madre y mi padre).

En la Juventud íbamos a las asambleas. Allí conocí a Carrillo, que estuvo de visita en Jaén 2 o 3 veces, y que ya era por entonces Secretario General.

Al salir del teatro donde se celebró el último congreso de la Juven-tud, se llevaron presa a toda la Ejecutiva. A mí me llevaron también. El gobernador socialista ordenó cercar el teatro y que nos llevaran a los bajos de la Delegación del Gobierno. Al Secretario de la Juventud lo tuvieron 5 años en la cárcel. Otra gente tuvo más suerte, incluida yo.

–Tus tiempos en Jaén fueron realmente intensos, ¿no? ¿Cómo llegasteis allí? ¿Cómo fue vuestra huida de Córdoba?

A Jaén llegamos toda la familia, refugiada, huyendo de Espejo. En Espejo y en Santa Cruz estuvimos mi familia y yo participando de la resistencia republicana frente a la toma de las fuerzas fascistas.

Mi padre se incorporó al frente del Alcaparro, y yo me fui con él y con mi madre a defender un puente. Para que nos identificaran, nos teníamos que poner una tela roja, así que yo usaba una combinación que tenía. Allí, ayudábamos a los mineros a coger piedras para las trincheras. También ayudábamos haciendo gorros y pañuelos para los milicianos. Algunos días, íbamos a ponerles el desayuno.

Cuando los fascistas tomaron Espejo, tuvimos que huir a Jaén. Allí nos refugiamos en un convento.


–Y allí, una vez que ingresaste en el Partido y trabajando para el Comité Local, conociste al poeta Miguel Hernández, ¿no es así?

Sí. En el Salón de Actos del Comité Local se daban conferencias todos los sábados. Miguel Hernández fue allí a dar una de ellas. Uno de los días que él se quedó por allí nos vimos en la imprenta del Par-tido. Yo trabajaba haciendo paquetes de material de propaganda para el frente. Él se nos acercó a una compañera y a mí, nos abrazó y nos dio un beso. Fue en esos días cuando escribió su poema sobre los aceitu-neros de Jaén.

–¿Fuiste de las últimas personas en abandonar la sede del CL de Jaén?

Anita Anguita y yo teníamos guardia en la sede del Comité. Ya sabíamos que los fascistas se habían llevado a todos los del Comité, pero yo insistí en que no podíamos dejar sola nuestra sede y convencí a Anita para que nos fuéramos a la sede igualmente. Cuando llegaron los fascistas, les dijimos que éramos las de la limpieza y que habíamos ido a cobrar, pero no encontrábamos a nadie. Gracias a eso nos escapamos y nos dio tiempo a quemar algunas cosas y a recoger dinero que había del Partido. Salimos corriendo a casa de Anita, donde estaba refugiado Miguel Caballero (él fue el organizador del Partido en Córdoba, antes de huir a Jaén, y era profesor en la Escuela de Cuadros del Partido, donde daba clases de leninismo). A él le dimos el dinero, pero, al día siguiente, cuando huía de los fascistas, vestido de albañil, lo cogieron, se lo llevaron a Úbeda y, de allí, a la cárcel de Burgos.

–Después de eso, regresas a Córdoba, ya a Montilla, donde sigues viviendo. ¿Qué trabajos para el Partido pasaste a des-empeñar? ¿Sufriste represalias o persecución en ese tiempo?

Cuando ya regresé a Córdoba, mi trabajo consistía en ir a la cárcel a visitar a las presas, sobre todo a Encarnación Juárez Ortiz, de la Ram-bla, que era responsable del Partido. Las ayudaba vendiendo fuera las cosas que ellas hacían (pañuelos y otras labores).

Como Encarnación le escribió a Miguel Caballero a la cárcel de Bur-gos, contándole el apoyo que yo les daba, Miguel también me pidió que hiciera lo mismo con los de Burgos.

Mi madre, mi hermana y yo teníamos tres puestos en la plaza. En ellos habíamos ido ahorrando unos duros para un vestido y unos zapa-tos que iban a ser para mí, pero yo decidí comprar comida para los presos y mandárselo en el tren.

Después de eso, iba por los tiendas pidiendo y vendiendo “palodú” (regaliz) y otras cosas (cosas que hacían los presos) para sacar dinero para enviar más comida. De aquélla, un comisario de policía de Monti-lla se dedicaba a perseguirme.

–Para terminar, Carmen, ¿quieres recordar aquí a algún o alguna camarada de militancia que haya sido especialmente destacable para ti?

Son muchos los nombres, pero tengo que recordar aquí a Crespo, a Miguel Caballero, a Encarna Juárez, a Pepe Aroca y su madre, Antonia Núñez… Tantos nombres, que es difícil elegir.

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FRANCISCO REY bALbIS “MONCHO”

Hace bastantes años, un 7 de noviembre, en la cárcel, comenzó su mili-tancia comunista. Hoy, miembro del CC, es el representante del PCPE en Cuba. Entre ambos momentos queda una dilatada vida de lucha y com-promiso, vida que pendió de un hilo durante meses, pues fue condenado a muerte por los franquistas “por el delito de alta traición”. Destacó como guerrillero en Galicia, saliendo a Francia cuando el Partido así lo estimó. Su perspicacia le aconsejó que aceptara el ofrecimiento de ir a Cuba cuando en ese país daba sus primeros pasos la revolución triunfante. Allí, con sus 90 años, levanta firme la bandera antiimperialista, la bandera del socialismo.


Desde muy joven inicio el despertar de mi conciencia política. Al termi-nar la enseñanza primaria, comienzo a trabajar como aprendiz de herrero y por las noches estudio con Don Camilo, un maestro muy popular y que-rido de todos, que algunos tildaban de comunista. El fue el primero en acercarme a las ideas de autonomía y revolución, semilla que ya había sem-

Nació, en1917, en San Ciprián – Cervo (Lugo). Actuamente reside en Cuba.

“ESTUvE AL FRENTE DE LA Iv AgRUPACIÓN DE gUERRILLEROS DE gALICIA”


brado en mi formación mi padre, quien ya nos inculcara a todos sus hijos la admiración y respeto hacia la Revolución Rusa. Siendo aún un mozo, me afilié a las Juventudes Libertarias y a la Federación Anarquista Ibérica (FAI). Tomaba parte en reuniones antigubernamentales. Imprimíamos y lanzába-mos octavillas, pegábamos carteles, dábamos mítines y apoyábamos, en fin, todas las acciones sindicales a las que se nos convocaba. Tengo que aclarar que en esa época no había en Sada organizaciones del Partido Comunista, y esas organizaciones eran las más combativas.

Estando en la Cárcel Modelo de La Coruña abracé para toda la vida la causa del comunismo. Fue un 7 de noviembre de 1941. Mucho tuvo que ver en ello Xesús Guzmán Carreiras. Era un hombre extraordinario; aunque mucho mayor que yo, nos llevábamos muy bien, y él supo trasladarme sus férreas convicciones comunistas (Xesús fue como un padre para mí. Hace poco tiempo se ha comunicado conmigo una nieta suya y me ha dicho que por su casa anda una foto mía que le había regalado como recuerdo de nuestra amistad).

Al llegar a Cuba, en 1964, me incorporo de inmediato a los Comités de Defensa de la Revolución, desempeñando responsabilidades a nivel de zona, me alisto en las Milicias Nacionales Revolucionarias, teniendo bajo mi mando una escuadra que cumplía con la tarea de vigilar la costa de Tarará en momentos de permanentes agresiones por parte del imperia-lismo yanqui, que financiaba acciones de infiltración y sabotaje, y Tarará era la sede de la Escuela Formadora de Maestros “Antón Makarenko”, en la que yo trabajaba como profesor. Más tarde, al fundarse las Milicias de Tropas Territoriales (MTT), me incorporo de lleno, desempeñando diversas responsabilidades a nivel de pelo tón. Posteriormente, fui designado Jefe de Compañía y sustituto del Jefe de la Plana Mayor del 3er BON del 150 Regimiento de Playa. En fin, que siempre procuré ayudar modestamente a esta querida revolución.

–¿Qué papel desempeñaste durante el franquismo? ¿Sufriste represalias, tortura, cárcel?

El 18 de julio de 1936 me sorprendió en La Terraza, un lugar muy fre-cuentado por los jóvenes de entonces. Inmediatamente, no sé cómo, busqué un revolver y me subí, junto con otros jóvenes, en un camión que iba para

La Coruña con el objetivo de pedir armas para defender la República. No nos las dieron. Tuvimos que regresar a Sada, pero ya estábamos fichados. Anduve escondido por el monte junto a mi cuñado. Tiempo después fui citado al servicio militar. Tuve que presentarme, pero siempre con la idea de pasarme a la zona republicana. Lo logré, llevándome conmigo importantes documentos. Después vino la cárcel. Estuve siete meses incomunicado; fui condenado a la pena de muerte por el delito de alta traición. Después, la pena me fue conmutada por la de 30 años de prisión, hasta que, en 1945, salgo en libertad condicional gracias a la victoria contra el fascismo, lo que motivó que salieran en libertad muchos presos políticos. Tenía 27 años. Pasé mucha hambre, como todos, en la cárcel, y sufríamos la tortura psicológica de las “sacas”(1). No me fue fácil comenzar a trabajar y continuar con mis actividades políticas, pero busqué a otros comunistas y logramos organizar las primeras células. Fue ahí donde nos orientan adoptar algún seudónimo, y yo escojo el de Moncho. Ya contábamos con siete u ocho organizaciones de base, aglutinamos las acciones de muchos de los huidos(2) y realizába-mos acciones de hostigamiento al régimen franquista. Más tarde, el Partido envía a los camaradas Gayoso y Seoane para encauzar el trabajo. Estuve al frente de la IV Agrupación de Guerrilleros y fuimos constituyendo varios destacamentos, entre ellos, el destacamento “Enrique Líster”, que dirigiera el inolvidable Marrofer (Marcelino Rodríguez Fernández).

Quiero dejar bien claro que las guerrillas sobrevivieron gracias al arrojo de sus hombres y mujeres, pero sobre todo por el inmenso arraigo que teníamos en el pueblo. Eso generó un apoyo sin el cual no hubiéramos podido resistir. No contábamos con una geografía que nos amparase, y habíamos de tener bases, puntos de apoyo, enlaces, que involucraban a gentes del pueblo: hombres, mujeres y hasta niños. Incluso había algún que otro cura que nos apoyaba. El pueblo gallego demostró ser un pueblo verdaderamente valiente, porque no era cosa de broma: todo aquel que, de una u otra forma, nos apoyaba, se estaba jugando la vida. Eso debe quedar bien claro.

(1) Llamaban “sacas” a la selección de presos que cada noche hacían los franquistas y los falangistas en los lugares de reclusión y eran sacados para ser fusilados.

(2) Huidos eran los antifranquistas que se marchaban de sus casas y se refugiaban en montes cercanos para no ser detenidos.


–¿Qué acontecimientos políticos y sociales de cierta importancia consideras vinculados a tu vida?

Pues si lo tengo que resumir, te diré: El triunfo de la Revolución Socia-lista de Octubre, porque coincidió con el año de mi nacimiento y fue en su espíritu que me formé. El 18 de julio del 36, que dio un vuelco total a mi vida. La victoria sobre el fascismo, que, además de ser un triunfo para todos, significó mi excarcelación, y la Revolución Cubana, que es parte de mi vida.

–¿Quieres nombrar a algunos camaradas que han compartido militancia contigo?

La verdad es que son tantos y tan buenos los camaradas, militantes comunistas o no, con los que quedé hermanado por la lucha en el movi-miento guerrillero y, más tarde, tantos militantes que me acompañaron en la clandestinidad en Francia, que es difícil hacer la elección…pero mencionaré algunos. El primero, Xesús Guzmán Carreiras, que, como dije, fue quien me propuso para el ingreso en el Partido Comunista, en 1941, y otros, como José Gómez Gayoso, Antonio Seoane, Marcelino Rodríguez Fernández, Francisco Martínez Leira “Pancho” (que era mi brazo derecho), Manuel Ponte, Manolito Bello, Pedreira, que cayeron heroicamente, Juan Dopico Fernández, mi cuñado Juan Gallego Abeledo “el Buzo” (de una valentía sin par), mi difunta primera esposa y compañera, Marita Gallego Abeledo -ejemplo de combatiente y comunista-, el camarada Julián Grimau, con el cual compartí toda la clandestinidad en Francia, Isabel Alvarez Morán, mi actual esposa y compañera, niña de la guerra con la que comparto mi vida y trabajo militante desde hace más de 40 años, y camaradas mucho más jóvenes que me han demostrado ser verdaderos comunistas y que me hon-ran con su amistad, como Quim Boix, Carmelo Suárez, Julio Díaz, Teresa Pantoja y Juan Rafael Lorenzo.

–Actualmente, ¿qué actividades realizas?

Pues, a mis 90 años, aunque me encuentro gozando buena salud, tengo, por razones obvias, ciertas limitaciones para acometer todas las tareas que quisiera, pero, aún así, como Representante en Cuba del PCPE, asisto –o, mejor, asistimos, porque aquí incluyo a mi compañera Isabel y a mi hija Lina,

que nos apoya-, a todas las actividades convocadas por la Organización de Solidaridad con los Pueblos de Africa, Asia y América Latina (OSPAAAL), que no son pocas. Aquí aprovecho para señalar que somos la única organi-zación europea convocada, y ese espacio se lo ha ganado el PCPE con su política de principios y su solidaridad manifiesta. Esto nos permite pasarle todos los materiales a las representaciones de partidos y organizaciones hermanas nucleadas a través de la OSPAAL. También participamos en las actividades convocadas por el Instituto Cubano de Amistad con los Pue-blos y el Comité Central del Partido Comunista de Cuba, representando a nuestro partido en las actividades del 1º de mayo, conmemoración del 26 de julio, coloquios y eventos de solidaridad, en fin, que procuro cumplir con mis funciones de representar en Cuba a nuestro Partido.

Todos los meses recibimos y reenviamos, para su conocimiento en Cuba, el periódico “Unidad y Lucha”, así como la revista “Propuesta Comunista”. De modo que los principales dirigentes y organizaciones en Cuba están al tanto, por esta vía y por el correo electrónico, del trabajo de nuestro partido.

De cierta manera, nuestra casa es “un punto de apoyo” del PCPE en Cuba, y todos los camaradas saben que pueden contar con nosotros para lo que sea.

–¿Quedó algo por decir?

Pues que en la vida he hecho lo que me ha correspondido, y lo hecho de corazón. Hubiera querido tener más conocimientos y más vida para poder ser más útil a una causa que considero la más justa, el comunismo. Que me siento muy feliz por militar en un partido consecuente con sus principios y que cuenta con una dirección de hombres y mujeres de vanguardia, y muy afortunado por vivir en esta revolución y en esta tierra cubana, que amo entrañablemente.

Soy optimista y sé que triunfaremos. ¡Hasta la victoria siempre!

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ISAbEL ARgENTINA áLvAREz MORáN

Su vida corre paralela a los avatares de la clase obrera durante el siglo XX. Con unos meses, emigra a Argentina llevada por su padre y su madre, que se desplazan al país sudamericano en busca de una vida mejor. Regresa a Asturias, de donde es evacuada en el fragor de la guerra. Llevada a la URSS, participa en la defensa de Lenin-grado durante la II Guerra Mundial. Recuerda los bombardeos nazis y cómo los edificios eran protegidos de su demolición llenando de arena las últimas plantas. Al caer las bombas, quedan frenadas, y valerosas manos, entre las que estaban las de nuestra entrevistada, rápidamente las desactivaban, impidiendo su explosión. Episodios de heroísmo cotidiano como éste los encontramos en las páginas de sus memorias (“Historia de una niña de la guerra”, cuya última edición la hizo, en 2006, la editorial cubana Ciencias Sociales). Vivió

Nació, en 1923, en Gijón (Asturias). Actualmente reside en Cuba.

“PARTICIPE EN LA DEFENSA DE LENINgRADO DURANTE EL bLOQUEO NAzI”


Isabel en la URSS hasta que, dominadora del idioma ruso, le propu-sieron ir a trabajar en Cuba, donde las relaciones de la joven revolu-ción con la Unión Soviética requerían su concurso. Desde entonces, allí vive y hace revolución.


Yo diría que mi militancia política comenzó en 1937, desde que llegué a Leningrado (URSS), a los 14 años, evacuada de España por la Guerra Civil (junto a mi hermanita, siendo las dos “niñas de la guerra”). Comencé por ingresar en la Organización de Pioneros Soviéticos y luego al KOMSOMOL (Organización de Jóvenes Sovié-ticos). En esas organizaciones comenzamos a tomar conciencia pau-latinamente de lo que es política revolucionaria e histórica, a conocer los grandes líderes revolucionarios, etc.

Desde 1943, desde la República Socialista Soviética de Georgia, comenzamos a entablar relaciones políticas con el PCE, esporádicas, en forma de ayuda más bien “material”.

En 1956, residiendo ya en Moscú, me incorporo como simpati-zante a la célula “José Díaz”, bajo la dirección del camarada Orellana, donde asisto a las reuniones, cotizo y cumplo algunas orientaciones.

En el PCE ingreso oficialmente en 1962, cuando me propusieron viajar a Cuba en misión solidaria con la Revolución Cubana, concre-tamente a trabajar como traductora e intérprete del idioma ruso.

Actualmente, milito en el PCPE, desempeñando la función de secretaria del representante en Cuba del PCPE y colaboro en la orga-nización de la propaganda.


Mis actividades políticas se fueron desarrollando inicial y paulati-namente en la URSS, en la Organización de Pioneros Soviéticos de la Casa Nº 9 de niños españoles en Leningrado. Más tarde, en 1938, ingresé en el KOMSOMOL, en la Casa de jóvenes españoles, militan-cia que seguí manteniendo en la misma organización de la Escuela de

Enfermería Nº 2 de Leningrado, durante el bloqueo de esta ciudad, en la Casa de niños Nº 8, en Moscú, como simpatizante del PCE, como miembro del PCE en Cuba y, actualmente, en el PCPE.

En la primera organización sindical como tal ingresé en la Escuela Nº 2 de Enfermería, en el Sindicato Estudiantil de Ense-ñanza Media. En 1946, ingresé en el Sindicato de los Trabajadores de la Salud Pública de Moscú. En Cuba, pertenecí al Sindicato de la Educación, la Ciencia y el Deporte y, desde 1966, en el Sindicato de la Ciencia y la Técnica. Ya jubilada me acogí al JUBICIEN (Sindicato de Jubilados de la Ciencia). En la URSS, mis actividades sindicales eran más bien de recaudadora de las cuotas sindicales. En Cuba, mis actividades eran más movidas.

Pertenezco, desde 1966, al Comité de Defensa de la Revolución (CDR) Nº 5 del municipio Playa, a la Federación de Mujeres Cuba-nas (FMC) y al Consejo de Vecinos como secretaria.

Soy socia del Club Allerano de la Sociedad Asturias y de la Bene-ficencia Asturiana.

En cuanto a lo militar, aparte de mi modesta participación en la defensa de Leningrado durante el bloqueo nazi (por lo cual el Soviet Supremo de la URSS nos condecoró con la Medalla “Por la defensa de Leningrado”), como enfermera titular en el Comité Militar me concedieron el grado de Teniente del Servicio Médico-Sanitario para el caso de guerra.

En Cuba, estuve semi-movilizada en el trabajo durante la Crisis de Octubre, en el trabajo pertenecí a la Defensa Civil Permanen-temente. Integré las Milicias de Tropas Territoriales en el pelotón sanitario e impartí un curso de primeros auxilios a heridos de guerra y asistí a las prácticas militares. En las MTT permanecí cinco años (1984-1989), dándome de baja por problemas de salud.

De niña y joven, padecí las torturas de los bombardeos y el ham-bre, las torturas del terror durante la Guerra Civil española y la II Guerra Mundial.

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–¿Qué acontecimientos políticos y sociales de cierta impor-tancia consideras vinculados a tu vida?

Fueron varios los acontecimientos que marcaron mi vida. Pri-mero, la Guerra Civil española, que motivó la separación definitiva del suelo patrio y de mi familia. Aunque fui muy bien acogida en la URSS, la separación fue traumática, y dejó marcas muy dolorosas en mí. Nunca más volví a saber de mis padres. No sé ni siquiera dónde yacen sus restos. Siendo una jovencita, estalla la II Guerra Mundial, y ese fue otro hecho impactante en todos nosotros. El hambre, los bombardeos, el cerco de Leningrado, el éxodo hacia las montañas del Cáucaso, con los alemanes tras nosotros, los cadáveres enterra-dos bajo la nieve, que afloraban con el deshielo, en fin, todos los horrores de la guerra. El otro hecho histórico al que está vinculada mi vida, y que marcó mi último destino, es la Revolución Cubana, ya que, en 1962, se me solicita venir a Cuba como traductora de ruso para ayudar a la joven Revolución. Acepté y aquí formé mi familia.


No quiero dejar de mencionar aquí al camarada Eduardo García, fallecido hace unos cuantos años, militante comunista, que fue un gran apoyo para mí en momentos muy difíciles en la etapa de post-guerra. El y su esposa me ayudaron mucho. Más tarde he conocido amigos sinceros y verdaderos comunistas como Quim Boix, Carmelo Suárez, Julio Díaz, Teresa Pantoja, Juan Rafael, pero el camarada más importante que compartió su militancia conmigo durante 43 años se llama Francisco Rey Balbis.

JOSé RAMÓN QUIRANTE vILCHEz

“Yo no reniego ni renegaré del comunismo”. Quien habla así se llama José Ramón Quirante Vilchez, un bastetano de más de 86 años de edad y que desde los 10 no ha dejado de sentirse comunista. “Exactamente -asegura- desde que, un 14 de abril de 1931, Baza, mi pueblo, vio la luz esperanzadora de la II República”. Por aquel entonces Jose Ramón vivía, junto con sus 9 hermanos, en el seno de una familia humilde de cam-pesinos. Su padre, Ramón, “un comunista de toda la vida”, se dedicaba desde hacía muchos años a trabajar la tierra de los caciques del lugar. Unos terratenientes que, en los años que precedieron la proclamación de la República, gobernaban la ciudad a su antojo. La vida era muy difícil para todos ellos y la pobreza les acechaba diariamente. José Ramón sólo pudo cursar los estudios primarios. Para su clase social no había ninguna otra posibilidad más. A pesar de ello, ese corto tiempo de estudios le permitió adquirir un sorprendente dominio de la lectura y la escritura, algo que, en el transcurso de los años, ha cuidado y perfeccionado auto-

Nació, en 1921, en Baza (Granada), donde reside actualmente.

“LOS PATRONES FRANQUISTAS ME NEgAbAN EL TRAbAJO POR ROJO Y COMUNISTA”


didácticamente, hasta el punto de haber sido durante mucho tiempo el pedagogo inveterado de sus propios hijos. A los 11 años empezó a tra-bajar como aprendiz en una tienda de tejidos. “Mi deseo era buscar otros horizontes, dejar para siempre la vida miserable del campo”, apostilla José Ramón con rabia.

Sin embargo, aquellos anhelados horizontes se vieron truncados momentáneamente con el golpe militar fascista de 1936. Era el momento de defender la joven República con las armas. En la calle, en el monte, en el lugar de trabajo. Pronto se organizó la movilización contra quienes apoyaban el levantamiento castrense. José Ramón, su padre y sus her-manos, junto con la inmensa mayoría de los bastetanos, lograron que la ciudad de la Dama fuera republicana hasta el final de la contienda. Tras la derrota, y después de haber sido enrolado en “la quinta del biberón” y pasar largos meses preso en la plaza de toros de Granada, José Ramón volvió a Baza en 1940. Tenía 19 años y las cosas habían cambiado dra-máticamente para él. Empezaba el tiempo del silencio, de las revanchas y de la represión política. Pero, también, el de la honrosa lucha clandestina contra el franquismo asesino: defendiendo sin descanso a lo largo de varias décadas las ideas y la lucha antifascistas, así como los principios del marxismo y el comunismo. Y, de esa manera, hasta nuestros días. “A pesar –nos dice- de tanta traición y renuncia a las que hemos sido some-tidos por muchos de nuestro propio campo”.

Hoy, cuando amablemente nos recibe en su céntrica casa de Baza, en la provincia de Granada, sus ojos, cansados de años, brillan particu-larmente todavía al iniciar nuestra charla y evocar este tiempo pasado, mezcla de dolor y de nostalgia.

–José Ramón, ¿cómo iniciaste tu militancia política?

Durante la República y en los años de la Guerra civil milité en la Unión General de Trabajadores (UGT), concretamente en el sector del comercio. En plena contienda, se creó en Baza el comité de control del comercio bastetano con el fin de asegurar a toda la población sus nece-sidades más diversas en ese terreno y evitar cualquier sabotaje de los fascistas. Más tarde, después de la guerra, mi militancia política empieza

en la clandestinidad. Servía de enlace con el PCE para distribuir Mundo Obrero y la propaganda antifascista en la ciudad. Cada domingo, por la mañana, un camarada -que siempre se llamaba “Antonio”- venía de no sé qué ciudad y me proporcionaba el material necesario. Después, los ejemplares del periódico comunista y la propaganda la enterrábamos en un bancal, y, a medida que teníamos necesidad de los materiales, íba-mos a aquel lugar. Era un trabajo militante modesto, pero no exento de muchos riesgos.

–¿Cómo adheriste a las ideas comunistas?

Yo diría que de una manera progresiva. Primero, observando simple-mente la pobreza que nos rodeaba, a mí y a mi familia, en aquellos años 30, frente a la opulencia de unos pocos. Después, durante los años de la República, con el contacto de las organizaciones sindicales y políticas de izquierda existentes, que fueron dando consistencia ideológica a mi instinto natural de rebeldía. Y, finalmente, gracias a la justeza de la teoría y la práctica del Partido Comunista en el transcurso de la guerra.


Como ya te he dicho anteriormente, en ese tiempo fui enlace del PCE en Baza, pero también la persona que de algún modo aglutinaba la actividad antifascista en la ciudad, y, en consecuencia, pienso yo, uno de los responsables de mantener viva la llama del cambio, la llama de la libertad. La esperanza de que “pronto vendrían los nuestros”. Algo que hoy nos parece totalmente absurdo, pues el fin del fascismo debía venir de nosotros mismos, pero que, en aquel contexto, aquella expresión repetida hasta la saciedad, nos llenaba de confianza en el futuro.

–¿Sufriste represalias, tortura, cárcel?

Sí, represalias y venganzas cuando, después de la guerra, quise buscar trabajo en Baza y los patrones, la mayoría franquistas, me lo negaban por “rojo” y comunista. Torturas también, pero no físicas, sino de tipo moral, a causa de las humillaciones e insultos a que me sometían o pro-ferían los fascistas de mi entorno laboral, y que, en muchas ocasiones,


tenía que soportar cerrando los puños y mordiéndome la lengua. Una tortura psicológica permanente al no poder defender mis ideas de comu-nista abiertamente. Y cárcel también sufrí, pues así se puede considerar el largo tiempo que pasé encerrado en las dos plazas de toros que en aquel entonces existían en Granada. Una estancia que aún conservo intacta en mi mente por el hambre y los maltratos que allí me infligieron los franquistas.

–¿Qué acontecimientos políticos y sociales de cierta importan-cia consideras vinculados a tu vida?

Varios, si me permitís. En primer lugar, la proclamación de la II República. Con apenas 10 años, aquella fecha, el 14 de abril de 1931, marcó mi memoria de manera indeleble. Por supuesto, también su dra-mática derrota, en 1939. Igualmente, llevaré conmigo hasta mi muerte lo que significaron para mí las figuras políticas de José Díaz y Pasionaria, así como todo lo que representó el apoyo de la Unión Soviética a los republicanos españoles. La desaparición de Stalin, en 1953, supuso, para mí y, en general, para todos los comunistas españoles, un duro golpe en aquellos momentos, sobre todo por su ejemplar lucha contra el nazismo hitleriano. También, la Revolución Cubana ha marcado buena parte de mi existencia. Recientemente, diría que la desaparición del “bloque socia-lista” y la renuncia a las ideas comunistas de ciertos dirigentes históricos, como Santiago Carrillo por ejemplo, me han afectado dolorosamente.


Sí, por supuesto. Me gustaría recordar aquí al camarada Juan Valero, comandante del ejército republicano, admirado comunista y vilmente torturado por los franquistas tras la Guerra Civil hasta dejarlo muti-lado. Tuvo que desplazarse en silla de ruedas hasta el día de su muerte, acaecida en los años sesenta. Fue él quien nutrió, en gran parte, mi for-mación ideológica marxista. También me gustaría honrar la memoria de otros camaradas, que no por más modestos dejan de estar presentes en mi recuerdo. Ellos son: Vicente de las Barcinas, Antonio “el Majo”,

“Satalin”, Baldomero Montes y muchos otros que, desde el anonimato, entregaron conmigo parte de sus vidas en la dura lucha antifascista.


Tengo que reconocer que, con más de 86 años de edad a mis espal-das, tristemente viudo y con una salud un tanto delicada, mi actividad política se ha visto reducida de manera drástica. Sin embargo, he de decir también que conservo intactos todos los valores y principios que han hecho de mí el comunista que sigo siendo, es decir, un hombre entu-siasta y optimista que continúa por ello confiando en los trabajadores y en que éstos lograrán con su lucha que este país, en general escéptico y apático en el momento actual, sea un día -espero no muy lejano- socia-lista. Verdaderamente socialista. Mientras tanto, mis principales activida-des políticas son ahora las de ser un fiel simpatizante del Partido Comu-nista de los Pueblos de España, para mí digno continuador del partido comunista de José Díaz y Pasionaria; defender sus ideas y aprender del contacto y enseñanzas de mis hijos y mis nietos, que han sabido tomar con orgullo el relevo de mi primigenio pensamiento comunista, enrique-ciéndolo y desarrollándolo.

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JUAN ANTONIO DIOSDADO gALáN

Tiene claro que luchar contra la monarquía surgida de la transición significa continuar la lucha contra el fascismo heredado de la dictadura franquista. Diosdado conoció la represión policial y los despidos laborales a causa de su activismo sindical y político. Para él, el pasado y el futuro deben caminar juntos en las manos de quienes prosiguen la lucha.

–¿Cómo iniciaste tu militancia?

En el movimiento obrero, donde, con catorce años, ya participo en la huelga en la fábrica Benito Delgado por la muerte de tres trabajadores. Esta huelga duró dos días, y fue aplacada al ser tomada la fábrica por la policía franquista, que procedió a la detención de varios trabajadores. En cuanto a mi militancia política, se inicia en 1972, cuando ingreso directamente en el PCE.

–¿En qué organizaciones has desarrollado tu militancia?

Sindicalmente, me moví por varias localidades para crear la organización de CCOO durante la década de los 70.

Nació, en 1945, en Madrid, donde sigue residiendo.

“RECUERDO, CON MUCHA RAbIA, A LOS TRAbAJADORES DE LA CONSTRUCCIÓN

ASESINADOS EN gRANADA”


En organizaciones políticas, comienzo en 1972 en el PCE y, a través del Movimiento de Recuperación, ingreso en el PCPE desde su fundación, en 1.984.

También he participado en el movimiento vecinal, principalmente en la Asociación de Vecinos “Vientos del Pueblo”, de Leganés, en 1976, y tam-bién participé en la primera Asociación de Padres/Madres de Alumnos en un colegio de esta localidad.

Mi militancia en las organizaciones citadas determina mi participación en las luchas contra el franquismo y lo que es la herencia del mismo, contra la monarquía del período llamado Transición.

–¿Has sufrido represalias?

Malos tratos físicos no he llegado a padecer, pero sí varias detenciones por mis actividades obreras y políticas, la mayoría de ellas sancionadas con multas administrativas.

También permanecí durante tres días en los calabozos de la Puerta del Sol (famosos por la cantidad de represaliados políticos del franquismo), y eso fue por un control policial rutinario, en el que, como estaba fichado, fui detenido.

También la represión se cebó sobre mi persona en la cantidad de despi-dos que sufrí por mis actividades sindicales y políticas en las empresas del sector de la construcción en las que trabajé.

–¿Qué acontecimientos de cierta importancia consideras vincula-dos a tu vida?

Ahora mismo creo que los enfrentamientos de Montejurra me marcaron sobremanera (1).

Recuerdo también, con mucha rabia, a los trabajadores de la construc-ción asesinados en Granada, aunque la memoria no me llega para recordar

(1) Los sucesos de Montejurra tuvieron lugar el 9 de mayode1976, en los inicios de la transición, en la romería anual que los carlistas seguidores de Javier de Borbón-Parma realizaban en el monte navarro de Montejurra. Durante la romería, tuvo lugar un atentado terrorista, organizado por el franquismo, que controlaba los resortes del Estado, y los sectores ultraderechistas del carlismo. En los incidentes resultaron muertas dos personas y

el año exacto. En este mismo apartado, también recuerdo el asesinato de Pedro Patiño, trabajador de la construcción en Getafe.

La Matanza de Atocha, el asesinato de Julián Grimau,…, son tantos los muertos y asesinados por el franquismo que me causaron tanta rabia…

–¿Deseas recordar a camaradas de lucha?

Entre los compañeros y camaradas con los que he tenido la suerte de compartir trabajo y experiencia política y sindical quiero recordar a Pedro Mateo Merino, comandante del Frente del Ebro, y también a Luis Sáiz, Mariano Parra Medialdea, Macario Barjas, Francisco García Salve (el famoso cura Paco), Quim Boix. Es una lista interminable.

Recuerdo de una forma muy fresca cuando Juan Ramos se presentó, desde Cataluña, en 1.982, para organizar el futuro PCPE en el sector de la construcción, y se organizó un acto para expresarlo públicamente que resultó un gran éxito. Recuerdo hasta la cafetería por la plaza de Embajado-res donde nos reunimos, y donde se encontraba también Miguel Torralba. Este acto incluso fue el preludio del que se realizó en el Colegio Mayor San Juan Evangelista que confirmó al PCPE como partido de los comunistas españoles.

–Actualmente, ¿cuál es tu actividad?

Mantengo mi actividad cotidiana en el ámbito sindical como miembro de Finanzas y Administración de la Federación Estatal de Pensionistas y Jubilados de CCOO. Soy también responsable político de la Célula “Lenin”, de Móstoles, localidad donde resido, y pertenezco al Comité Regional de Madrid del PCPE. Asimismo, formo parte de la Asamblea por la III Repú-blica de Móstoles, con lo que mi ocupación político-sindical cubre gran parte del día.

hubo varios heridos. Esos crímenes se ejecutaron en presencia y con la colaboración de las fuerzas de seguridad, sin que fueran detenidos los autores ni requisadas las armas empleadas. En los sucesos de Montejurra tomaron parte también terroristas neofascistas italianos y argentinos. Rodolfo Eduardo Almirón, miembro de la Triple A argentina, organización fascista, sería jefe de seguridad de Alianza Popular y guardaespaldas personal de Manuel Fraga durante los últimos años de la década de 1970 y primeros de la década de 1980.

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FELIPE RODRÍgUEz MESA

La Guerra Civil española lo obligó a separarse de su familia al ser evacuado a Barcelona. Recuerda con vehemencia incombustible las manifestaciones obreras contra el franquismo, y a los camaradas con los que ha compartido la militancia. También, cada domingo, abre y cierra el puesto del PCPE en el Rastro madrileño. Reconoce que “este sitio es un referente de la existencia del Partido”.

–¿Cómo iniciaste y ha sido tu militancia?

Desde que comencé a trabajar, a edad muy temprana, sentí la nece-sidad de organizarme para luchar contra la explotación, pero, desde un punto de vista político, comienzo a militar hacia 1970, en el Par-tido Comunista de España (VIII-IX Congreso), que lideraba Eduardo García. Al PCPE me incorporo con el Congreso de Unidad de 1984, que constituye nuestro partido

Nació, en 1928, en Madrid, donde sigue residiendo.

“SON INOLvIDAbLES LAS MANIFESTACIONESY HUELgAS QUE DESARROLLAMOS

DURANTE EL FRANQUISMO”


Mi primera organización fue obrera y, por supuesto, de forma clan-destina. Comienzo a organizarme en torno a los grupos iniciales de CCOO, que se estaban formando en las fábricas para combatir por los derechos de los trabajadores y contra el franquismo, y así es como en 1953, con mi trabajo en RENFE, empieza mi militancia organizativa.

En estos años, ante la situación política en el franquismo, consi-deré necesario organizarme en torno al PCE, aunque sin militar en este partido, pero sí acudía a sus reuniones clandestinas.


Como buena parte de los compañeros y camaradas que lucharon contra el franquismo, yo también he padecido represión policial en algunos momentos. Recuerdo, en torno a 1955, que me detuvieron por vender lotería para financiar a mi organización sindical. También estuve 16 días detenido en “Gobernación” –dependencias del ahora Ministerio del Interior-, hasta que se celebró un juicio por la jurisdicción militar, que se saldó con una sentencia condenatoria de varios años de presen-tarme mensualmente en un cuartel militar que se encontraba en torno a la Plaza de España.

Recuerdo una anécdota lúdico-política. Me encontraba con la sen-tencia anterior y yo jugaba al fútbol en el Guadalajara. En RENFE se organizó un equipo para ir a jugar a Alemania y salí seleccionado para formar parte del mismo, pero, por mi situación jurídica, tenía retenido el pasaporte, ya que se temía que desertara si salía al extranjero, por lo que se movieron los dirigentes de RENFE y del Guadalajara ante las autoridades militares para que me devolvieran el pasaporte, que obtuve no sin amenazas policiales severas.

–¿Qué acontecimientos de importancia marcan tu vida?

El comienzo de la Guerra Civil, que me pilló con 8 años, siendo ya pionero en el barrio de Tetuán, así como el ser evacuado de Madrid a Barcelona en plena guerra, y regresar a Madrid con la ayuda de mi her-mano mayor.

Y algo inolvidable para mí son también las manifestaciones y huelgas que durante el franquismo desarrollamos, tanto a nivel general como en la misma fábrica de RENFE.

–¿Quieres nombrar a camaradas de lucha?

Son muchos los camaradas con los que me siento orgulloso de haber compartido militancia política en unos momentos muy difíciles.

Me resulta muy complicado mencionar a muchos y dejar en el olvido a otros tantos, así que, especialmente, tengo que recordar a Juan Ambou y a Eduardo García, que fueron los camaradas que me apadrinaron para ingresar en el PCE (VIII-IX), ya que, por aquel entonces, era indispen-sable que dos camaradas te avalaran para entrar en la organización.

–¿Cuál es tu actividad en estos momentos?

He tenido la suerte de haber sido confiado para algunas responsabi-lidades importantes en el Partido, pero ahora ya me tengo que dedicar a realizar las tareas que, a pesar de mis permanentes migrañas, considero necesarias para el Partido.

Milito en la célula de Fuencarral, pero suelo colaborar con el cama-rada Melquíades para preparar el Unidad y Lucha y el resto de la propa-ganda que debemos enviar desde Madrid al resto de las organizaciones territoriales del Partido.

También, todos los domingos, acudo al puesto del Rastro, en la Plaza de Tirso de Molina, donde el Partido ha estado presente desde hace 22 años. Considero que este puesto siempre ha sido un referente de la existencia del PCPE, y más en sus momentos más críticos.

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MELQUÍADES JIMéNEz vICENTE

Entiende que la militancia política y la sindical deben desarrollarse en paralelo para lograr un mayor avance de la clase obrera. En su momento, hace casi 30 años, solicitó la dimisión de Carrillo. Hoy, es miembro del CC del PCPE y va todos los domingos a montar un puesto de libros en la madrileña plaza de Tirso de Molina. Allí, dice, “mucha gente encuen-tra al Partido”.

–¿Cómo inicias tu vida militante?

Pues, como la mayoría de los luchadores antifranquistas que no habíamos tenido participación en la guerra por cuestiones de edad, comienzo a organizarme en 1966 en torno al PCE, cuando surgen las luchas en las fábricas, y, concretamente, en Barreritos, en la que estaba trabajando. En el PCE me mantuve hasta mi expulsión, en 1979, por convocar una reunión para solicitar la dimisión de Santiago Carrillo, por lo que me acusaron de fraccionalista.

Nació, en 1938, en Villavaliente (Albacete). Actualmente reside en Madrid.

“ME ExPULSARON DEL PCE POR SOLICITAR LA DIMISIÓN DE CARRILLO”


En el ámbito del movimiento obrero, soy miembro de CCOO desde 1966, llegando a pertenecer al Consejo de fábrica de este sindicato en torno a 1975.

Paralelamente, también ingreso en el PCE en estas fechas, para man-tener cohesionada la militancia política y sindical como parte de la clase trabajadora.

–Durante el franquismo, ¿en qué actividades participaste?

Realmente, son inolvidables las manifestaciones ilegales y las huelgas que se desarrollaron durante el franquismo. Aquellos saltos en los barrios populares de Cuatro Caminos, de Plaza de Castilla… me traen unos gra-tos recuerdos por el grado de conciencia de lucha que existía entre los camaradas y los compañeros.

Y, con ello, también recuerdo las reuniones clandestinas para preparar todas estas movilizaciones, reuniones donde estaban presentes compa-ñeros como Angel Campos, Emilio Rincón, Fidel Alonso, Telesforo Torres…, y tantos otros que no sé dónde estarán ahora.


No he sufrido mucha represión, pero sí he tenido algún episodio de detención. El que recuerdo ahora mismo es cuando me detuvieron en la comisaría de Usera por reparto de propaganda, y las amenazas psíquicas que los policías permanentemente vertieron sobre mí durante mi estancia en comisaría.

–¿Qué acontecimientos te han impactado?

Pues recuerdo el Congreso del PCE en París donde Dolores denuncia a Santiago Carrillo como anticomunista.

Recuerdo importante en mi vida es mi emigración durante año y medio por Francia y Alemania, donde contacté con los exiliados españoles.

Desde un punto de vista político, recuerdo, porque estaba presente, la escisión comunista en Barcelona liderada por Juan Ramos, Alfredo Clemente y Quim Boix.

Y hasta la huelga de 40 días en Talbot (el antiguo Barreiros) por su dureza y motivación…, y los asesinados por el franquismo, como Arturo Ruiz y la Matanza de los abogados de Atocha.

–¿Quieres nombrar a camaradas con los que has compartido militancia?

Jugaron un importante papel en mi formación política camaradas como Pere Ardiaca y Satué, así como otros importantes dirigentes, como Armando López Salinas, Federico Melchor y Carlos Paris. Es muy difícil ahora recordar a todos.


Estoy jubilado y cada día acudo, desde Parla, a la sede central del Partido, en Madrid, para colaborar con los camaradas, distribuyendo los materiales a todo el estado. Milito en la Célula Centro de Madrid, y per-tenezco al Comité Central, formando parte de su Comisión de Finanzas. Todos los domingos acudo al Puesto del Rastro, en la Plaza de Tirso de Molina, que es un sitio donde mucha gente encuentra al Partido.

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TRINI TORRIJOS PIMENTEL

Nació dentro del activismo político y de las luchas obreras. Sus recuerdos de niña la llevan, casi sin querer, de la manifestación por la proclamación de la II República a la del entierro de Pablo Igle-sias. Después vendría el exilio y la clandestinidad, pero también las experiencias del tiempo compartido junto a camaradas como Juan Ambou o Julián Grimau. De ambos conserva sus cualidades huma-nas, su entrega a la lucha y su ejemplo. Su edad, 90 años, no le impide seguir militando.

–¿Cómo te iniciaste en la militancia?

Soy hija de una familia obrera de ideas avanzadas para la época. Mi padre, obrero de tendencias socialistas, era un entusiasta acti-vista en unas asociaciones llamadas de resistencia, que prestaban solidaridad a los trabajadores en caso de huelga, paro o bajas por enfermedad, y que estaba afiliado a la UGT. Me crié en un ambiente

Nacida, en 1916, en Madrid, donde reside actualmente.

“PARTICIPé EN LAS EMISIONES DE RADIOPRAgA EN LENgUA ESPAÑOLA”


de defensa de los trabajadores y, también, de lucha por la libertad. Desde niña me llevaron a las manifestaciones obreras. De la mano de mis padres, estuve en el entierro de Pablo Iglesias, que fue una impo-nente manifestación de duelo de la clase obrera. Recuerdo, también, la gran concentración popular que representó en la madrileña Puerta del Sol la afluencia del pueblo con motivo de la instauración de la II República, en 1931, en la que mi familia participó en pleno.

Pero mis padres estaban muy descontentos respecto a la política reformista del Partido Socialista Obrero Español, en razón de lo cual, cuando me llegó la hora de emprender mi camino en la lucha política y yo opté por la Unión de Juventudes Comunistas, ellos aceptaron y me prestaron su ayuda. Y, en 1933, apenas con 17 años ingresé en la Unión de Juventudes Comunistas.

–¿En qué organizaciones has militado?

Comencé a militar en el barrio obrero de Madrid del Puente de Segovia, donde trabajé hasta 1936. Al mismo tiempo, como al cum-plir los 14 años había comenzado mi vida obrera en una fábrica de sombreros, me afilié a la UGT, al sindicato de mi oficio. Más tarde, me incorporé en la llamada Oposición Sindical Obrera, impulsada por los comunistas.

Desde que se creó la Juventud Socialista Unificada (JSU), fruto de la unificación entre las Juventudes Comunistas y las Juventudes Socialistas, milité en sus filas. En la Conferencia de Valencia fui ele-gida miembro del Comité Nacional. Mi labor se centró en la tarea de movilizar y organizar a las chicas jóvenes, para lo cual se creó la organización Unión de Muchachas Españolas, de la que fui Secreta-ria.

–Al finalizar la guerra Civil, ¿cuál fue tu destino?

El exilio. En mi caso se inició en el Puerto de Alicante, del que salieron unos cientos de personas en el viejo barco carbonero “El Stanbrook”, que zarpó hacia Orán. Al cabo de un tiempo, salimos con un grupo de camaradas para la URSS. Después, me trasladé a

Checoslovaquia, donde participé en las emisiones de Radio Praga en lengua española y, más tarde, a Francia, hasta el regreso a España una vez muerto Franco.

En todas partes y a lo largo de todos estos años, los comunistas mantuvimos en el exilio una lucha contra los agresores militares fascistas y apoyamos a los pueblos agredidos, pero, en el exilio, esta lucha era muy difícil, al tener que enfrentarse a las duras condiciones de ilegalidad impuestas en los países capitalistas.

–¿Podrías nombrar a camaradas con quienes hayas compar-tido militancia?

Sería una lista de nombres muy larga. Citaré, sin embargo, a algu-nos: Dolores Ibarruri e Irene Falcón, con quienes mi trabajo entre las mujeres, que ellas alentaban y dirigían, hizo que tuviera con las mismas una relación muy cercana; Julián Grimau, no sólo por el tre-mendo crimen que contra él cometió el franquismo, sino por su cua-lidades humanas y su comportamiento; y también recuerdo a Juan Ambou -a cuyo lado milité durante un período, en Asturias, a mi regreso del exilio-, por ser el suyo un ejemplo imposible de olvidar.

–¿Qué actividad realizas en la actualidad?

Desde su fundación, pertenezco al PCPE, pero mi militancia está sujeta a las limitaciones que impone la edad.

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áNgEL AbELLáN LOzANO

Se hizo militante cuando emigró a Suiza, país en el que asumió que la organización es la base más sólida para cimentar y extender la conciencia. Para él, las luchas por las libertades adquieren su valor fundamental cuando satisfacen los intereses colectivos, no los individuales. Toda su trayectoria vital la resumen en una frase: “Soy un militante comunista”.


Mi militancia política la inicié en la emigración, en el 1972, como emigrante en Suiza. Mi primer contacto fue con los camaradas del PCE (VIII-IX Congreso), participando en la difusión de los ideales del partido y organizando a los trabajadores emigrantes de distintas nacionalidades. La emigración fue mi primera escuela de militante comunista

Nació, en 1949, enJumilla(Murcia), donde sigue residiendo.

“EN LA CLANDESTINIDAD, FUI EL PRIMER SECRETARIO DE CCOO EN JUMILLA”



A mi regreso a España, en el 1974, tuve contactos esporádicos con mili-tantes anarquistas, del PCE y de CCOO, pasando a militar activamente en Comisiones Obreras. En el PCE estaba organizado en Jumilla y en la región de Murcia (como comunista, veía la manera más factible de darle difusión a los ideales comunistas militando en el partido).

En Jumilla, mi primera inquietud como comunista fue organizar las Comisiones Obreras. Fui primer secretario local en la clandestinidad de CCOO, así como dos mandatos más en la Unión Local de secretario, orga-nizando y sindicando sobre todo a los trabajadores de la construcción y a los braceros del campo y esparteros. Fueron años de intensa lucha anti-franquista, por las libertades, tanto en Jumilla como en la región de Murcia. Convocamos una huelga en la construcción en defensa de la amnistía y las libertades. Estos años fueron de una lucha intensa para todo militante comunista. Más que una satisfacción personal, estas luchas deseo que sean una satisfacción colectiva de todos los antifranquistas, revolucionarios y comunistas. Vaya mi más sincero saludo de revolucionario a todos lo que no están con nosotros y lucharon por las libertades.

También fui el primer concejal comunista en Jumilla, después de la dictadura franquista, en dos legislaturas y una tercera cuando el PCPE iba en coalición con IU (por cierto, me negué a jurar la Constitución actual, se armó un gran revuelo entre la representación política de aquel momento, y juré por imperativo legal).

He sido miembro del Comité Central de nuestro PCPE, siempre he sido disciplinado con las decisiones políticas de partido, y siempre aplicando el centralismo democrático, pieza imprescindible de cómo debe de ser la democracia interna siguiendo la ideología marxista-leninista.

–¿Fuiste perseguido?

En la actividad política clandestina (1974 y 1975) tenemos reuniones en casas de campo, organizadas éstas siempre por las células del partido. A varios militantes destacados en esta actividad la policía secreta nos mete presión amenazándonos con llevarnos a la cárcel. Cuando estuvimos dete-nidos en el cuartel de la Guardia Civil es el movimiento vecinal y obrero, con su presión, el que hace cesar la represión por parte de las fuerzas del orden franquista.

Por haber organizado a los trabajadores y trabajadoras en Jumilla, los empresarios de esta ciudad me negaron el pan y la sal.

–¿Cómo se dio tu vinculación al PCPE?

En la mal llamada transición política en España varios camaradas ya empezábamos, dentro del partido, a cuestionarnos el eurocomunismo y toda la revisión antimarxista que se estaba dando en esos momentos. Tuvi-mos que volver a los clásicos para demostrar, como se demostró después, que se estaba liquidando el PCE y la teoría del marxismo-leninismo.

A principios de los ochenta tuvimos una gran actividad de persuasión y se crearon varias plataformas contra la OTAN, tanto en Murcia como en Jumilla. De todo este movimiento salimos bastantes camaradas hacia el PCPE, abandonando el PCE.

–Para terminar, ¿quieres añadir algo más?

A pesar de caer enfermo y de estar jubilado, nunca olvido la intensidad y esperanza de la lucha que he compartido con dos camaradas en el ámbito local: la compañera Maribel Requena y el compañero José Antonio Martí-nez, con los que he compartido la vida política intensamente a todos los niveles y como verdaderos revolucionarios. No me considero maestro de ellos, pero, si he aprendido tanto de ellos, ellos también han aprendido de mí.

He dedicado mi vida a difundir los ideales comunistas, a la militancia comunista. Nunca abandonaré los ideales por lo que he luchado, que me han hecho ser lo que soy, un militante comunista.

Camaradas, no me despido, sino que los pongo en alerta, ante las futuras luchas contra el sistema burgués, el oportunismo, el revisionismo y los liqui-dacionismo, con la consigna del guerrillero heroico en el cuarenta aniver-sario de su asesinato por el imperialismo yanqui: ¡Hasta la victoria siempre! ¡Viva la lucha de los trabajadores y las trabajadoras! ¡Camaradas, la lucha continúa por el socialismo y el comunismo! Salud, República y Socialismo.

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ALFONSO SANTAMARÍA gARCÍA

Las reivindicaciones obreras lo condujeron a la militancia polí-tica, aunque, al principio, “no sabía cómo había que hacer para ser comunista”. Vivió desde dentro la quiebra del PCE, antes de incor-porarse al PCPE, partido en el que se alegra de poder trabajar “en lo que sea”.


Yo provengo de familia de izquierdas, aunque no eran militantes de ningún partido. En el pueblo no había actividad política, porque es un sitio muy pequeño, y, aunque tuve la suerte de poder estudiar lo básico, a partir de los 14 años empecé a trabajar la tierra. Me trasladé a Logroño en 1967, ya con 37 años. Cuando llegué, estuve traba-jando en una mueblería unos meses, y, en 1968, entré en la empresa

Nació, en 1930, en El Collado de Jubera (La Rioja). Actualmente reside en Logroño.

“NUESTRA ASOCIACION DE vECINOS FUE LA úLTIMA EN LEgALIzARSE, PORQUE NO ADMITÍAMOS LOS

PRINCIPIOS FUNDAMENTALES DEL MOvIMIENTO”


en la que trabajé hasta que me jubilé, Torquemada Pérez S.A., donde estaba de embalador.

En aquella época, en la empresa no teníamos convenio colectivo, trabajábamos 11 horas diarias, incluidos sábados, y cobrábamos el salario mínimo, así que vivíamos gracias a las horas y las pagas extras. Éramos unos 30 compañeros y teníamos dos enlaces sindicales. Cuando yo entré, a uno lo acababan de quitar de enlace; me propusie-ron a mí y salí elegido junto con otra compañera.

Poco a poco fuimos consiguiendo algunas mejoras para los traba-jadores, como reducciones en la jornada. Luego, volví a salir elegido enlace sindical junto con otra compañera. Fui enlace sindical hasta el 79, y, tras un breve período, otra vez hasta mi jubilación.

Por aquella época había un paisano mío que era taxista en Logroño, Paco Sarasíbar, con el que tomaba vinos de vez en cuando, y me comentó que era comunista y que, si quería, podía entrar en el partido, pero en aquel momento me parecía mucha responsabilidad, porque no sabía lo que había que hacer ni cómo había que ser para ser comunista. Yo ya tenía contactos sindicales, pero no le dije que sí hasta el año 74. En ese año formamos una célula cuatro camaradas, que éramos: el taxista que he comentado, el arquitecto Juan Pérez, que era el responsable, mi hermano Rafael y yo. Primero, estuvimos unos meses tratando temas de formación, hablábamos de comunismo, de la clandestinidad, de cuestiones políticas del momento, y, un poco más adelante, ya empezamos a realizar tareas de reparto de propaganda y demás.


Milité en el PCE hasta el 79; luego, en el PCEU, y, desde el 84, en el PCPE. En lo sindical, siempre en CCOO –ahora, en la federación de pensionistas-, y también estuve durante muchos años en la Asociación de Vecinos de la Zona Oeste, que, además, fue la última en legalizarse porque no admitíamos los principios fundamentales del movimiento.


Como comentaba antes, fui enlace sindical del 67 al 79 y tenía contacto con compañeros de CCOO y del PCE. Algunos enlaces sindicales quedábamos cerca del río Iregua, en el barrio de Varea o en Alberite, con el almuerzo y una botella de vino, y allí hacíamos las reuniones. Por aquella época, todos sabíamos que había que estar con Comisiones, pero ninguno decía claramente si era militante del sindicato o no.

En la empresa se daba la situación de que los compañeros eran en su mayoría del pueblo de los patrones –Enciso-, conocidos suyos e, incluso, familiares. Además, casi todos tenían sus huertas, donde se sacaban unas perras extras, con lo cual movilizarlos siempre fue muy difícil, no tenían ningunas ganas de meterse en problemas. En el año 76, la empresa llegó a proponer a un administrativo para enlace sindical, porque sólo me presentaba yo y eran dos puestos. Logra-mos, finalmente, el convenio, pero no en buenas condiciones, y, tras reivindicaciones, logramos que mejoraran las condiciones, que nos pusieran las horas en nómina para las jubilaciones, etc.

En cuanto al PCE, como entré casi al final de la dictadura, sólo estuve tres años en la clandestinidad. Nuestra célula se encargaba de la zona suroeste de Logroño, repartíamos el Mundo Obrero y tirába-mos octavillas por la ciudad y pueblos cercanos. Una vez legalizado el PCE, pasamos a formar parte de la 2ª Agrupación de Logroño, donde fui responsable de propaganda y donde milité hasta mi salida del PCE.

–Cuéntanos el proceso que te llevó a salir del PCE

Tras la legalización del PCE, fui elegido miembro del Comité Provincial, encargándome la responsabilidad de propaganda. Nues-tra agrupación era siempre la más puntual a la hora de liquidar todas las ventas, no cobrábamos la gasolina ni nada por el reparto, pero cuando revisaba las liquidaciones del provincial me di cuenta de


que de allí no se liquidaba nada a Madrid. Lo comenté a los otros miembros de la dirección –Ruano, entre ellos- y no me dieron una respuesta clara, así que bajé a Madrid, pagándomelo de mi bolsi-llo, a hablar con los responsables del Mundo Obrero y de Nuestra Bandera, pero se ve que ya les habían avisado y uno no me recibió y el otro me dijo que ya vería qué se podía hacer. Al poco de volver a Logroño nombraron a otro responsable de propaganda sin avi-sarme, ni cesarme, ni nada. Al mismo tiempo, una buena parte de los militantes de mi agrupación salieron del PCE porque decían que “con éstos no se puede hacer comunismo”, refiriéndose al resto del Comité Provincial. En el año 80 ya no renové mi carné. Habíamos tenido muchos problemas con el resto de la dirección: Soria, Ruano, Cadarso, Eladio García. Sobre todo, tenían mucha desconfianza hacia nuestra agrupación, llegando a decir que estábamos montando un partido paralelo porque dábamos carnés. Lo curioso es que nues-tra agrupación era la que más dinero daba al comité.

–¿Qué hiciste entonces?

En la fiesta del PCE del 79 me encontré, a la entrada de la Casa de Campo, con camaradas que luego estarían en el PCEU y traje su periódico, y en el 80 montamos aquí el partido varios camaradas que nos habíamos ido del PCE, algunos de ellos históricos de la Guerra Civil, que luego también pasarían al PCPE. Y, así, hasta el 84, cuando nació el PCPE, siendo yo responsable de finanzas de la célula de Logroño, donde también estaban Manuel Martínez Benito y Paco Marín. Ninguno se fue del PCPE en el 89, manteniendo el contacto con el Comité Central a través de Quim Boix, que estuvo aquí varias veces, y de García Córdoba. Luego, la actividad fue decayendo hasta que, en 2003, quedando dos militantes, lo dejamos, volviendo a la militancia cuando retomasteis el Partido aquí, en 2005.

–¿Cómo valoras el crecimiento actual del PCPE, tanto aquí como en el resto del Estado?

Ahora la situación es muy diferente a cuando lo dejamos Fran-cisco Marín y yo, cuando casi no teníamos actividad en Logroño. Ahora esto ha crecido de forma increíble y hay un ambiente de mara-villa. Me alegro de poder ayudar en lo que sea, y lo hago a gusto y contento de poder trabajar por el Partido participando activamente en las tareas de la Célula “José Díaz”.

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AFRODISIO vALLEJO DÍAz

Se llama Afrodisio Vallejo Díaz, nació, hace 83 años, en un pueblo de la provincia de Toledo y su militancia en el Partido ha viajado con él allí donde se ha visto forzado a huir y vivir por culpa de la represión fascista. Como la camarada Julia Gómez, es un dirigente histórico del comunismo en el País Valencià. Desde muy joven, tiene el carnet comunista. Hoy se le puede ver en todos los actos, asiste a todas las reuniones. Militante aguerrido, sólo hace tres años estuvo en una expedición en Cuba, conociendo a Fidel Cas-tro. De sus enseñanzas y experiencias se nutren en parte las organizaciones de solidaridad con Cuba en las que colabora.


En 1939, cuando tenía 15 años, me detuvieron los fascistas porque mi padre no aparecía. Un año después, apareció y lo fusilaron: era militante comunista. A mediados de 1940 salí de la cárcel y fui desterrado a Valencia. Mi familia obtuvo la recomendación de un tal Pedrós y pude entrar a traba-jar en Macosa. Pedrós era un hombre muy desagradable y protagonizamos

Nació, en 1924, en la provincia de Toledo. Actualmente reside en Valencia.

“FUI INTERvENIDO DOS vECES EN EL HOSPITALA CONSECUENCIA DE LAS TORTURAS

DE LA bRIgADA POLÍTICO-SOCIAL”


un altercado en la fábrica. Fue entonces cuando la gente del Partido que había en Macosa habló conmigo y me pidieron que ingresara. Tengo el carnet desde 1942.


Entre 1942 y 1944 mantuvimos contactos con grupos de la UGT y la CNT, pero eran muy sectarios, no querían hacer nada con comunistas. En el Partido nos organizábamos por células en los centros de trabajo, pero nos reuníamos en los pueblos o donde mejor venía. En Paterna, por ejemplo, éramos varios camaradas.

Me afilié a las Comisiones Obreras cuando estaba en Holanda, donde viví entre 1964 y 1982. Allí se crearon siete organizaciones en siete ciuda-des distintas. Había un Comité Nacional y yo fui Secretario General de la Inmigración en Holanda. Me desplazaba a París cada vez que era necesario para reunirme con la gente del Comité Central. Hoy, ya no estoy en CCOO. Yo tenía el carnet, pagaba una cuota... puedo decir que en 1982 ya dejaba bastante que desear el sindicato.

A partir del 82 se creó el primer Comité en el País Valencià del PC, en el que Julia Gómez era responsable política y yo responsable de organización. Se hizo un buen trabajo.


Entre 1949 y 1950 hubo una caída(1) y me dediqué a reorganizar el Par-tido. Finalmente, se rehizo en 1951. Fui responsable político en la clandes-tinidad hasta 1954, cuando fui detenido.

–¿Sufriste represalias, tortura, cárcel?

Sí, al ser detenido, en 1954, pasé varios días en la comisaría de Sama-niego y fui intervenido dos veces en el hospital a consecuencia de las tortu-ras de la brigada político social. El expediente se abrió contra 48 personas y yo era el responsable político.

Una de las torturas a las que me sometieron fue con un voltímetro, atado en una silla. Tiraban y tiraban hasta que era imposible soportarlo y el

(1) En el lenguaje de la lucha antifranquista, caída es la detención de un grupo de miembros del Partido o del comité de dirección.

torturado se desvanecía. También recibí golpes en la boca: me la reparé en el penal de Burgos. Allí me pasé 8 años y varios días. Cuando finalmente salí de la cárcel me fui a la emigración, a Holanda. Gracias a mi profesión, ajustador matricero, con título de maestro de taller, tuve facilidad para salir a Holanda.

–¿Qué acontecimientos de cierta importancia consideras vincula-dos a tu vida?

La participación, como delegado, en el 5º congreso del PCE, celebrado en Praga, en 1954.

En 1971 sentí la necesidad de romper con la organización eurocomu-nista de Carrillo, pero no con el Partido. Así, pasé a formar parte del PCE (VIII-IX Congreso), liderado por Eduardo García.


Narciso Julián y Pedro Vicente eran dos instructores que vivían en Fran-cia y que venían a España para ayudar al Partido. Juan Molla, un camarada del penal de Burgos, también Antonio González. Y Julia Gómez: a partir de nuestro encuentro en el 80, he trabajado mucho tiempo con ella. Hay muchos camaradas a los que podría nombrar, pero me falla la memoria.


Sigo en el PCPE. He sido responsable de organización de mi célula hasta el año pasado, en que tuve un accidente. Ayudo políticamente en la organización de la célula a los camaradas de Gandía. También participo en la asociación de solidaridad con Cuba “José Martí”. Hace tres años estuve en una expedición en Cuba y conocí a Fidel Castro. Además, he trabajado en la Mesa por Cuba y la ONG de apoyo a Cuba que hay en Paterna. Por último, participo en la Coordinadora estatal de solidaridad con Cuba, que agrupa a una decena de organizaciones.


Sí, que si no militara, mi existencia no tendría sentido.

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JULIA gÓMEz MARTÍN

Julia Gómez Martín es una mujer de Partido, una heroína de su tiempo que fue capaz de conjugar una comprometida militancia polí-tica con trabajo, hijos y marido. Nació en 1937, en plena guerra civil. Ha sido, por tanto, una niña de la guerra que creció en el franquismo, pero que logró sortear, gracias a su madre, a su padre y a sus “tíos”, militantes comunistas represaliados, el terror que impuso a una gran parte de su generación un silencio forzado. De pequeña, soñaba, y lo decía, con ser la Salomé de Franco… no lo consiguió, pero su fuerza ideológica la convirtió en la fundadora de la primera célula del PCE (VIII-IX Congreso) en Valencia. Únicamente la enfermedad la ha apartado, en los últimos años, de la actividad diaria en el Partido. Sin embargo, ella sigue muy comprometida, a su ritmo, un ritmo mar-cado por la salud y sus setenta años.

Nació, en 1937, en Palencia. Reside actualmente en Alginet (Valencia).

“HE ESTADO EN MOSCú EN UNA éPOCA EN LAQUE TODO EL MUNDO TRAbAJAbA, NO vEÍAS

A gENTE PIDIENDO NI HURgANDO ENLAS bASURAS, COMO AHORA”



Yo creo que desde pequeña, porque me he pasado la vida yendo a la cárcel a ver a mi madre. En el año 56, cuando el señor Carrillo decidió que había que realizar la reconciliación nacional, me enfadé muchísimo. Mi madre, entonces, aún estaba en la cárcel -no salió hasta el 57-, y dejó amigos que todavía estuvieron sin juzgar años. Este señor, con el eurocomunismo, inició la diáspora, y, desde luego, fue responsable de que yo estuviera siempre en contra de coger el carnet del PCE, porque no se lo he perdonado. Para mí, él fue quien comenzó la destrucción de un Partido que fue maravilloso.

Además de eso, se montó una asociación de vecinos en mi barriada y he estado años y años de secretaria de la asociación de vecinos. Luego tuve la suerte de que llegó a mis manos un Mundo Obrero rojo -lo llamaban así porque tenía la cabecera de Mundo Obrero pero en rojo-, que se editaba en Francia. Cuando llegó a mis manos y lo leí dije: “éstos son los míos”. Y ahí empecé realmente una vida militante, que fue con el Partido Comunista (VIII-IX Con-greso). Era Eduardo García el secretario general, un hombre que perdimos pronto y que era maravilloso. Fundé la primera célula del VIII y IX en Valencia, se llamaba Miguel Hernández y éramos cua-tro. Pero, poquito a poco, fuimos siendo más, y, aunque éramos muy pocos, éramos muy activos. Yo estaba como simple militante, era responsable en Valencia; luego entré en el Comité Central.


Sobre todo en el Partido. Tras entrar en el Comité Central, nos unimos al Partido Comunista de los Trabajadores y formamos el PCEU(1).

El PCEU estuvo funcionando sin una gran cantidad de militantes, pero funcionábamos bien. Después, el PCEU se desbarató porque la gente del PCT no estaba contenta con la línea marxista-leninista. Los

que quedábamos, que habíamos sido del VIII y XIX Congreso, con-tinuamos trabajando. Hubo entonces un total de cinco fuerzas (entre ellas, las Células Comunistas o el PCC) que formamos el PCPE. Y ahí he seguido.

Al principio, he estado en el Comité Central; luego, en el Ejecu-tivo del PC, pero, más tarde, por culpa de todo lo que he pasado de pequeña, de enfermedades, como el raquitismo, he tenido muchas teclas. Llegó un momento en que se me presentó una epilepsia tardía y con 46 años tuve que dejar de hacer todo el trabajo excesivo y me fui a la base, que es donde se está mejor.

He estado también en la Asociación de Expresos Políticos y fui su presidenta. Por supuesto, ni el ayuntamiento, ni nadie nos daban ayudas.

Estuve en otra asociación, que se llamaba Adamhis, Asociación de Amigos Hispanosoviética. Adamhis atraía a mucha gente. Hacia el 90 se deshizo.


Desde el año 60 me he dedicado a hacer lo que he podido con la gente que he tenido a mi alrededor, hasta que llegó el momento de meterme en el VIII y IX Congreso, cuando todavía estaba Franco presente. Y hemos trabajado mucho.

Antes del 60, mi madre estaba presa y mi padre en la URSS. Él era del SIM (Servicio de Investigación Militar) y, si lo llegan a coger, ni siquiera le hacen el paripé de juicio, le pegan un tiro y a saber dónde estaría.

Mis padres se pusieron de acuerdo y pensaron que como mi madre era mujer y se quedaba con la niña, aunque era una gran acti-vista, no le pasaría nada. Mi padre se fue a Alicante y cogió de los últimos barcos, y cuando llegó mi madre ya no pudo coger ninguno. Nos cercaron los italianos, detuvieron a toda la gente que había allí (1) El Partido Comunista de España Unificado surgió del congreso de unificación entre

el PCE (VIII-IX Congreso) y el PCT.


y fue un desastre. Los niños morían como mosquitas, no tenían leche, pidieron leche y les dieron leche de vaca cruda. Allí no había posibilidad de hervirla y las diarreas en los niños de pañales volaban. Aquello fue una carnicería tremenda.

Yo estuve, primero, en la cárcel, con mi madre -de aquello no me acuerdo porque era muy pequeña-, pero, luego, me mandaron a Madrid, con una hermana de mi madre. Mi tía se murió y yo me quedé con dos primos pequeños, los tres solos por la calle. Mi madre lloraba preguntándose qué sería de mí. Lo que las monjas hacían con los niños cuyas madres eran fusiladas era encerrarlos en hospicios, darlos a familias adictas al régimen, incluso al extranjero, cambián-doles el nombre. Han hecho lo que han querido.

Todo eso ha estado oculto muchos años, pero, en mi casa, se ha hablado abiertamente porque, aparte de mi madre, estaba la tía Angelita, que era Inspectora y salió, pero inhabilitada, no podía ni siquiera dar clases. Había una tía desterrada en Palma de Mallorca (yo les llamo tíos, aunque en realidad no lo eran), había un tío des-terrado en Barcelona y otro tío en un campo de concentración en Francia. La casa era un desastre y a mí no me dejaban bajar a la calle. Cuando ya fui más mayorcita, me decían que no hablara con nadie, que, si me preguntaban, mis padres estaban fuera. Fue una represión, pero interior, no. Yo sabía que no podía hablar fuera de casa, aunque dentro sí.

Además, yo he sido una niña rebelde. En una ocasión dije: “Yo de mayor quiero ser bailarina, la mejor del mundo, y un día vendré a España e iré al Pardo, bailaré delante de Franco y, cuando más des-cuidado esté, sacaré un cuchillo y lo mataré”. Y me decían: “hija, por favor, no digas eso”.

Desde siempre he estado enfrente de lo que tenía que estar enfrente. Y he seguido en la brecha como he podido.

–¿Sufriste detenciones?

No, he tenido la suerte de que nunca me han pillado.

–¿Qué acontecimientos de cierta importancia consideras vinculados a tu vida?

Primero, la Guerra Civil; segundo, la represión feroz; tercero, Santiago Carrillo deshaciendo el Partido, y, después, la mal llamada transición política, con una Constitución que no queríamos mucha gente, pero a la que no podíamos decir no porque te podían confun-dir con la derecha y lo que hicimos fue abstenernos.

Para mí, la Constitución fue un desastre, porque, entre otras cosas, nos impusieron a Juan Carlos y compañía. El paso de gigante que había dado la República se convirtió en otro paso de gigante que nos condujo al feudalismo.

Y, no vinculados a mí, el desastre de la URSS. Eso me afecta mucho. He estado en Moscú en una época en la que todo el mundo trabajaba, no veías a gente pidiendo ni hurgando en las basuras como ahora (y yo me lo pateé mucho, no me llevaron a una excursión guiada, fui a casa de mi padre).

En vez de corregir y mejorar, perdieron la vigilancia revoluciona-ria, porque se rodearon de gente que no fue capaz de llevar adelante lo que tenía que llevar adelante. La URSS funcionaba muy bien por-que allí todo el mundo tenía trabajo, las cosas se repartían y si había bajo mano algo mal, eso era lo que se tenía que haber corregido.

Muchos hablan de fracaso del comunismo, y eso es mentira. El comunismo no ha fracasado, entre otras cosas, porque aún no ha llegado. Estamos en ello, estamos aprendiendo.


He nombrado ya a algunos. Afrodisio ha sido un buen militante. Él vino cuando ya estaba muy hecho el Partido, porque vivía en el extranjero, pero tenía aquí una hermana -que se llamaba María y tenía un horno- y esa mujer nos ha repartido mucha propaganda y muchas cosas.


Teníamos un camarada, que se llamaba Teodomiro Lirio, que lle-vaba la responsabilidad de propaganda y ha trabajado mucho y muy bien. He trabajado muy a gusto con ellos y, desde luego, recuerdo con muchísimo amor y mucha admiración a Eduardo García, que para mí fue el germen de lo que hoy hay.

Y recuerdo también, cómo no, a Gerardo, a Tarín en una época… Andreu Mas también ha sido un buen camarada. Una vez dijo, cuando España se iba a meter en el Mercado Común Europeo: “Si España va al mercat comú, que no s’ens oblide, serem el comú del mercat” (el comú, en castellano, es el váter).

Y que no se me olvide, por favor, Antonio Conca. Fue presidente de la Asociación de Expresos, se tiró 18 años entrando y saliendo de la cárcel. Ha sido un gran comunista. Micó también hizo mucho.


Ahora, en la Ribera, tenemos una célula con gente de Benifaió, Carlet, Alginet. Somos pocos, y lo que es peor, todos somos muy mayores.

Entré en contacto con la gente del Fòrum per la Memòria, y, bueno, ellos me han utilizado para ir por ahí a dar charlas y yo me he dejado utilizar muy a gusto porque siempre he dicho lo que he querido. Y, aunque me han dicho que de política a nadie le importa a qué partido pertenezco, pues yo siempre he encontrado un rincon-cito para decir que soy del PCPE, pero que respeto a todo el mundo y que todos los que queremos una cosa vayamos unidos.

Últimamente, en el pueblo hemos formado un grupo con gente independiente, IDEA. Desde el principio establecimos que la Polí-tica, con mayúsculas, la tenemos que apartar si queremos conseguir algo en el pueblo. Aquí hemos de realizar la política local, municipal, conseguir todo lo que podamos y, con un poco de suerte, pues a lo mejor sacaremos algo y meteremos a alguien en el ayuntamiento.

Querían que estuviese en los primeros puestos, pero yo no he querido. Me brindo a estar siempre detrás, a ayudar, pero, realmente, no estoy en condiciones de tener ningún cargo por pequeño que sea.


Sí, que las ideas no mueren nunca, se muere la gente, pero las ideas están ahí y hay que propagarlas bien y, sobre todo, hay que reclutar jóvenes. Y hay que formar a la gente, no para puestos de dirección, sino para dirigir de verdad. Este momento es muy duro, cuesta implicarse porque nuestro partido es severo, exige mucho.

El comunismo tiene que llegar todavía, pero llegará. Y si cada uno que se va deja nada más que a uno para que, como decía el Che, “coja el fusil cuando yo me muera”, con eso llegaremos.

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