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PROYECTO DE VIDA
para los miembros del
grupo LASA
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Premisa
Este proyecto ha surgido en la Congregación, sobre todo a partir
de 1996, con el inicio del proceso de canonización de Carlos y Julia, y con
la profundización de nuestras fuentes carismáticas, se sintió más fuerte la
llamada a hacer participar a los Laicos en el Carisma, Espiritualidad y
Misión de las hermanas de Santa Ana (SSA).
Este sueño fue madurando, haciéndose cada vez más claro durante el
XXXI Capítulo General del 2002. Las Hermanas capitulares, representantes
de toda la Congregación, concluyen: “La vida de nuestros fundadores,
Carlos y Julia, no es un texto para leer junto con los laicos a través de
iniciativas interesantes, sino que es ante todo una experiencia de fe
compartida, como respuesta a la búsqueda de sentido de los creyentes de
nuestro tiempo”.
Este proceso fue impulsado por la Iglesia, que después del Sínodo
de la Vida Consagrada (1994), con la publicación de la Exhortación
Apostólica Post-Sinodal Vita Consecrata (1996) del Santo Padre Juan Pablo
II afirma: “Hoy algunos Institutos frecuentemente por imposición de las
nuevas situaciones, llegaron a la convicción de que su carisma puede ser
compartido con los laicos. Así estos son invitados a participar más
intensamente en la espiritualidad y en la misión del propio Instituto...” (VC
54).
En el transcurso del año 2004, en varios países de América Latina,
los laicos fueron invitados por las Hermanas para conocer y vivir el
Carisma que recibieron como herencia de los Fundadores Carlos y Julia.
Poco a poco fueron introducidos en un proceso formativo planeado según
las posibilidades de cada realidad, donde pudieran tener un contacto con
la historia y la experiencia cristiana de los fundadores. Impulsados por el
testimonio de este matrimonio aceptaron la propuesta de constituir un
grupo que se comprometiese a vivir el Carisma del Instituto junto con las
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Hermanas, siendo testigos del amor de Dios Trinidad, Providente y
Misericordioso, en su familia, en la comunidad eclesial y en la sociedad.
En el 2006, año del Bicentenario del Matrimonio de Carlos y Julia
de Barolo, Madre Franceschina Milanesio -Superiora General- junto con su
Consejo, siente la exigencia de delinear los elementos esenciales de la
identidad carismática del Laico Amigo de Santa Ana: vida espiritual, estilo
de vida, dimensión de servicio y dimensión formativa.
En la actualidad, siguiendo el camino de la Congregación que quiere
integrar a los Laicos en el carisma y la espiritualidad de las Hermanas de
Santa Ana, lo vemos reflejado a la luz de nuestras Constituciones en el
art. 30:
En continuidad con los Fundadores
Nuestro Instituto acoge con gratitud el don del Espíritu
vivido de manera ejemplar por Carlos Tancredi y Julia,
quienes han sido fieles a su vocación bautismal en
el estado laical.
Según el espíritu de las Bienaventuranzas,
han compartido sus bienes materiales y espirituales,
han sido fermento evangélico en la sociedad
orientándolo todo al Reino de Dios.
Siguiendo sus huellas, nosotras Hermanas de Santa Ana
compartimos con los laicos nuestra misión,
a través de una recíproca y enriquecedora colaboración.
I. Denominación
La Familia LASA1 es un grupo de Laicos constituidos por hombres y
mujeres, bautizados, de cualquier condición social, económica y cultural,
1 LASA es la sigla que corresponde a las siguientes denominaciones en:
Italiano: LAICI AMICI DI SANT’ANNA Inglés: LAY ASSOCIATES OF ST. ANN
Español: LAICOS AMIGOS DE SANTA ANA
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que comparten la Espiritualidad, Carisma y Misión, de la Congregación de
las Hermanas de Santa Ana, formando así una gran familia.
II. Logotipo
El LOGO de LASA tras el primer encuentro Latinoamericano, tiene la
función de representar a todos. Es básicamente nuestro estandarte. Cada
uno de los grupos, ha compartido la imagen distintiva que los caracteriza
cual es la transmisión de un mensaje de amor en torno a la familia como
núcleo principal de nuestra labor de laico y del fermento del amor que se
debe sembrar dentro de los hogares católicos.
• El Logo de LASA representa la unidad de la familia, a través de
siluetas humanas colocadas al centro, para indicar la importancia de
la persona, de cada persona al interno de la familia humana y de la
gran familia de hijos de Dios.
• Estas siluetas abrazan al mundo que quieren evangelizar, llevando el
mensaje de Dios a los niños y a los pobres, como instrumentos de
Providencia, testigos de su Misericordia y signos de Esperanza. De
igual manera indica la unidad de toda la familia LASA allí donde esté
presente en el mundo entero.
• El corazón representa el verdadero y casto amor esponsal, el amor
que debe reinar en la familia. El amor que debe de reinar al interno
del grupo LASA. El amor que viene de Dios, a través de la conciliación
del sentimiento, de la razón y de la voluntad, como sostén de la
unidad familiar que garantice el desarrollo integral de cada uno de sus
miembros.
Portugués: LEIGOS AMIGOS DE SANTA ANA Francés: LAÏCS AMIS DE SAINTE ANNE
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• La casa representa la confianza, la unidad y la seguridad que supone
la vida familiar.
• La presencia del ancla simboliza la Esperanza; virtud teologal que
expresa la firmeza, solidez y fidelidad que evitan el naufragio
espiritual.
• En lo alto de ella apreciamos una cruz. Poniendo a Cristo al centro
de la vida familiar, su presencia indica que queremos unir nuestra
voluntad a la voluntad de Dios, aun cuando ello implique abrazar la
cruz; sabiendo que esta es fuente de toda gracia a través de la
oración.
• La inscripción “In Spe” es el lema de los Fundadores. En él se
encierra el don del Espíritu que Carlos y Julia han recibido para
colaborar en la salvación del hombre y caminar a lo largo de la vía de
la santidad, devolviendo a los hombres su verdadera dignidad y
haciéndoles caminar siempre en la esperanza.
• SSA: Son las siglas de la Congregación de las Hermanas de Santa
Ana. Con ello se quiere indicar que el grupo LASA es parte de la gran
familia de esta Congregación, con la que comparte una misma
espiritualidad y carisma, heredado de nuestros Padres Fundadores.
• Las siglas en rojo, del nombre de LAICOS AMIGOS DE SANTA ANA,
constituyen el acrónimo LASA, pues somos guiados por miembros de
la Congregación de las Hermanas de Santa Ana, quienes nos conducen
por el sendero de fe, amor y servicio trazado por los Padres
Fundadores, formando de esta manera parte integrante de esta
hermosa misión.
III. Fundamentos: Bíblico, eclesial y congregacional
Como fundamento bíblico, proponemos las siguientes textos de la
Sagrada Escritura:
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Mt 5, 13-14: “Ustedes son la sal de la tierra. Pero si la sal pierde su
sabor, ¿con qué se la volverá a salar? Ya no sirve para nada, sino para
ser tirada y pisada por los hombres. Ustedes son la luz del mundo. No
se puede ocultar una ciudad situada en la cima de una montaña”.
Jn 3, 16: “Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para
que todo el que cree en Él no muera, sino que tenga la Vida eterna”.
1Co 12, 12-13: “Así como el cuerpo tiene muchos miembros, y sin
embargo, es uno, y estos miembros, a pesar de ser muchos, no forman
sino un solo cuerpo, así también sucede con Cristo. Porque todos
hemos sido bautizados en un solo Espíritu para formar un solo Cuerpo
–judíos y griegos, esclavos y hombres libres– y todos hemos bebido de
un mismo Espíritu”.
Mt 20, 1ss Parábola de los trabajadores de la viña: “Porque el Reino
de los Cielos se parece a un propietario que salió muy de madrugada a
contratar obreros para trabajar en su viña. Trató con ellos un denario
por día y los envió a su viña. Volvió a salir a media mañana y, al ver a
otros desocupados en la plaza, les dijo: “Vayan ustedes también a mi
viña y les pagaré lo que sea justo”. Y ellos fueron. Volvió a salir al
mediodía y a media tarde, e hizo lo mismo. Al caer la tarde salió de
nuevo y, encontrando todavía a otros, les dijo: “¿Cómo se han
quedado todo el día aquí, sin hacer nada?”. Ellos les respondieron:
"Nadie nos ha contratado". Entonces les dijo: "Vayan también ustedes
a mi viña" (…).
Lc 15, 11-32 El hijo pródigo: Jesús dijo también: “Un hombre tenía dos
hijos. El menor de ellos dijo a su padre: “Padre, dame la parte de
herencia que me corresponde”. Y el padre les repartió sus bienes.
Pocos días después, el hijo menor recogió todo lo que tenía y se fue a
un país lejano, donde malgastó sus bienes en una vida licenciosa. Ya
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había gastado todo, cuando sobrevino mucha miseria en aquel país, y
comenzó a sufrir privaciones. Entonces se puso al servicio de uno de
los habitantes de esa región, que lo envió a su campo para cuidar
cerdos. Él hubiera deseado calmar su hambre con las bellotas que
comían los cerdos, pero nadie se las daba. Entonces recapacitó y dijo:
"¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia, y yo estoy
aquí muriéndome de hambre!". Ahora mismo iré a la casa de mi padre
y le diré: “Padre, pequé contra el Cielo y contra ti; ya no merezco ser
llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros”.
Entonces partió y volvió a la casa de su padre. Cuando todavía estaba
lejos, su padre lo vio y se conmovió profundamente, corrió a su
encuentro, lo abrazó y lo besó. El joven le dijo: “Padre, pequé contra el
Cielo y contra ti; no merezco ser llamado hijo tuyo". Pero el padre dijo
a sus servidores: "Traigan enseguida la mejor ropa y vístanlo,
pónganle un anillo en el dedo y sandalias en los pies. Traigan el
ternero engordado y mátenlo. Comamos y festejemos, porque mi hijo
estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y fue encontrado".
Y comenzó la fiesta.
El hijo mayor estaba en el campo. Al volver, ya cerca de la casa, oyó la
música y los coros que acompañaban la danza. Y llamando a uno de
los sirvientes, le preguntó que significaba eso. Él le respondió: “Tu
hermano ha regresado, y tu padre hizo matar el ternero y engordado,
porque lo ha recobrado sano y salvo". Él se enojó y no quiso entrar. Su
padre salió para rogarle que entrara, pero él le respondió: "Hace
tantos años que te sirvo sin haber desobedecido jamás ni una sola de
tus órdenes, y nunca me diste un cabrito para hacer una fiesta con mis
amigos. ¡Y ahora que ese hijo tuyo ha vuelto, después de haber
gastado tus bienes con mujeres, haces matar para él el ternero
engordado!”.
Pero el padre le dijo: “Hijo mío, tú estás siempre conmigo, y todo lo
mío es tuyo. Es justo que haya fiesta y alegría, porque tu hermano
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estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido
encontrado”.
Lc 10, 25-37 El buen samaritano: Y entonces, un doctor de la Ley se
levantó y le preguntó para ponerlo a prueba: “Maestro, ¿qué tengo
que hacer para heredar la Vida eterna?”. Jesús le preguntó a su vez:
“¿Qué está escrito en la Ley? ¿Qué lees en ella?”. Él le respondió:
“Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con
todas tus fuerzas y con todo tu espíritu, y a tu prójimo como a ti
mismo”. “Has respondido exactamente, le dijo Jesús; obra así y
alcanzarás la vida”. Pero el doctor de la Ley, para justificar su
intervención, le hizo esta pregunta: “¿Y quién es mi prójimo?”. Jesús
volvió a tomar la palabra y le respondió: “Un hombre bajaba de
Jerusalén a Jericó y cayó en manos de unos ladrones, que lo
despojaron de todo, lo hirieron y se fueron, dejándolo medio muerto.
Casualmente bajaba por el mismo camino un sacerdote: lo vio y siguió
de largo. También pasó por allí un levita: lo vio y siguió su camino.
Pero un samaritano que viajaba por allí, al pasar junto a él, lo vio y se
conmovió. Entonces se acercó y vendó sus heridas, cubriéndolas con
aceite y vino; después lo puso sobre su propia montura, lo condujo a
un albergue y se encargó de cuidarlo. Al día siguiente, sacó dos
denarios y se los dio al dueño del albergue, diciéndole: “Cuídalo, y lo
que gastes de más, te lo pagaré al volver”. ¿Cuál de los tres te parece
que se portó como prójimo del hombre asaltado por los ladrones?”. “El
que tuvo compasión de él», le respondió el doctor. Y Jesús le dijo: “Ve,
y procede tú de la misma manera”.
Como fundamento eclesial, nos basamos en los siguientes
Documentos del Magisterio de la Iglesia:
Apostolicam Actuositatem al n. 4: “Los seglares, siguiendo su
vocación, se han inscrito en algunas de las asociaciones o institutos
aprobados por la Iglesia, esfuércense igualmente por asimilar con
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fidelidad las características peculiares de la espiritualidad de tales
asociaciones o institutos”.
Christifideles Laici al n. 15: “[...] Los fieles laicos, son llamados por
Dios para contribuir, desde dentro a modo de fermento, a la
santificación del mundo mediante el ejercicio de sus propias tareas,
guiados por el espíritu evangélico, y así manifiestan a Cristo ante los
demás, principalmente con el testimonio de vida y con el fulgor de su
fe, esperanza y caridad. [...] Las imágenes evangélicas de la sal, de la
luz y de la levadura, aunque se refieren indistintamente a todos los
discípulos de Jesús, tienen también una aplicación específica a los
fieles laicos. Se trata de imágenes espléndidamente significativas,
porque no sólo expresan la plena participación y la profunda inserción
de los fieles laicos en la tierra, en el mundo, en la comunidad humana
sino que también, y sobre todo, expresan la novedad y la originalidad
de esta inserción y de esta participación, destinadas como están a la
difusión del Evangelio que salva”.
Aparecida al n. 209: “Los fieles laicos son “los cristianos que están
incorporados a Cristo por el bautismo, que forman el pueblo de Dios y
participan de las funciones de Cristo: sacerdote, profeta y rey. Ellos
realizan, según su condición, la misión de todo el pueblo cristiano en la
Iglesia y en el mundo”. Son “hombres de la Iglesia en el corazón del
mundo, y hombres del mundo en el corazón de la Iglesia”.
Aparecida al n. 437: “Para tutelar y apoyar la familia, la pastoral
familiar puede impulsar, entre otras, las siguientes acciones:
Comprometer de una manera integral y orgánica a las otras
pastorales, los movimientos y asociaciones matrimoniales y
familiares a favor de las familais.
Promover, en diálogo con los gobiernos y la sociedad, políticas
y leyes a favor de la vida, del matrimonio y la familia
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Impulsar y promover la educación integral de los miembros de
la familia, especialmente de aquellos miembros de familia que
están en situaciones difíciles (…)”
Aparecida al n. 505: “Son los laicos de nuestro continente, conscientes
de su llamada a la santidad en virtud de su vocación bautismal, los
que tienen que actuar a manera de fermento en la masa para
construir una ciudad temporal que esté de acuerdo con el proyecto de
Dios”.
Familiaris Consorcio al n. 47: “La función social propia de cada familia
compete, por un título nuevo y original, a la familia cristiana, fundada
sobre el sacramento del matrimonio. Este sacramento, asumiendo la
realidad humana del amor conyugal en todas sus implicaciones,
capacita y compromete a los esposos y a los padres cristianos a vivir
su vocación de laicos, y por consiguiente a «buscar el reino de Dios
gestionando los asuntos temporales y ordenándolos según Dios”.
El cometido social y político forma parte de la misión real o de servicio,
en la que participan los esposos cristianos en virtud del sacramento
del matrimonio, recibiendo a la vez un mandato al que no pueden
sustraerse y una gracia que los sostiene y los anima.
De este modo la familia cristiana está llamada a ofrecer a todos el
testimonio de una entrega generosa y desinteresada a los problemas
sociales, mediante la «opción preferencial» por los pobres y los
marginados. Por eso la familia, avanzando en el seguimiento del Señor
mediante un amor especial hacia todos los pobres, debe preocuparse
especialmente de los que padecen hambre, de los indigentes, de los
ancianos, los enfermos, los drogadictos o los que están sin familia».
EG 66: «La familia atraviesa una crisis cultural profunda, como todas
las comunidades y vínculos sociales. En el caso de la familia, la
fragilidad de los vínculos se reviste de especial gravedad, porque se
trata de la célula básica de la sociedad, el espacio donde se aprende a
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convivir en la diferencia y a pertenecer a otros y donde los padres
transmiten la fe a sus hijos. El matrimonio… no proviene “del sentido
amoroso, efímero por definición, sino de profundidad de compromiso
asumido por los esposos que aceptan entrar en una unión de vida
total».
Como fundamento congregacional:
Artículo n. 1 de las Constituciones:
A la luz de Dios-Providencia
En la historia de la comunidad civil-eclesial de su tiempo,
Carlos Tancredi y Julia de Barolo
interpretan su experiencia personal y conyugal
a la luz de Dios-Providencia.
Reconocen el proyecto de Dios
que crea al hombre a Su imagen,
quiere que sea feliz
y lo llama a la comunión con Él.
y n. 10 del Directorio:
En comunión con los laicos
Involucramos en nuestra misión también a los laicos:
Compartimos con ellos los valores del carisma,
la espiritualidad, el estilo y los métodos de la misión,
en el respeto de la índole laical de su servicio.
Seguimos con cuidado su formación
a través de encuentros específicos
y nos empeñamos para formar grupos laicales
que sostenemos y acompañamos con dedicación.
IV. Identidad del Laico Santa Ana
Elementos esenciales de la identidad de un miembro del LASA:
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Vida espiritual: Los Laicos Santa Ana son hombres y mujeres que
tratan de vivir el Misterio Trinitario en su propia vida: contemplan el
Amor Misericordioso y Providente del Padre, quien con la Encarnación
del Verbo, ofrece a su propio Hijo para reconstruir el rostro
desfigurado de la persona humana.
Se dejan guiar por el Espíritu para vivir el abandono confiado y filial en
las manos del Padre, y ser, según su vocación, instrumentos de
Providencia y Misericordia para con los pequeños y los pobres.
Estilo de vida:
Los Laicos Santa Ana conducen un estilo de vida sencillo, sobrio y
ejemplar, reconociendo que la pobreza y la simplicidad son virtudes
características de Carlos y Julia de Barolo quienes siempre han
considerado los bienes como un don gratuito de la Divina Providencia.
Están llamados a construir sus propias relaciones interpersonales a
través del diálogo y el compartir, a imitación de nuestros Fundadores
quienes alimentaban su unidad conyugal compartiendo. Convencidos
de estos valores transmiten esas enseñanzas a su familia.
Dimensión del servicio: Los Laicos Santa Ana guiados por la
pedagogía del corazón deben ser instrumentos de la Providencia, a
servicio de la felicidad de los hermanos y se comprometen a:
Promover y defender la dignidad de la persona, con particular
atención a los pequeños y a los pobres;
Vivir con responsabilidad y amor los compromisos de su propia
vocación laical en la familia, en la comunidad eclesial, en el trabajo, en
la vida social y política, etc.;
Ser hombres y mujeres de esperanza que promueven en los distintos
contextos de la vida civil, los valores de la vida, de la familia y de la
solidaridad.
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Dimensión formativa: Los Laicos Santa Ana se sienten
constantemente en camino, por esto son disponibles a formarse
continuamente:
Acoger las propuestas formativas del grupo;
Privilegiar el contacto constante con la Palabra de Dios y con los
escritos de los Fundadores, y los Documentos de la Iglesia. Esta
experiencia les permite leer los acontecimientos de su propia
existencia a la luz del plan providencial de Dios.
V. Finalidades del grupo LASA
Compartir la vida, la espiritualidad y el carisma de Carlos y Julia de Barolo:
Involucrando a los hombres y mujeres en la misión de acoger y educar
integralmente a los pequeños y pobres;
Llevarlos a un mayor compromiso y empeño de la vivencia del propio
bautismo como sal de la tierra y luz del mundo, en la realidad donde
se encuentran;
Ser signos de Providencia y Esperanza para los pequeños y pobres.
VI. Miembros. Compromisos. Promesa
MIEMBROS:
Los miembros del grupo LASA son hombres y mujeres, bautizados, de
cualquier estado civil, condición social, económica y cultural, que
deciden vivir la vida cristiana a la luz de los Siervos de Dios, Carlos y
Julia de Barolo.
Personas que se identifican o desean identificarse con el Carisma,
Espiritualidad y Misión de las Hermanas;
Personas comprometidas que quieran vivir en la comunidad los
contenidos de la propia fe.
COMPROMISOS:
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Vivir con responsabilidad y coherencia los compromisos asumidos en
el Bautismo, según el Proyecto de Vida propuesto;
Participar en los encuentros de Formación;
Conocer, practicar y divulgar las devociones de las Hermanas de
Santa Ana;
Participar en las celebraciones propias de la Congregación;
Orar por las vocaciones y la fidelidad de las Hermanas de Santa Ana;
Colaborar y vivenciar la misión de la Congregación;
Valorar el compromiso con nuestra familia.
PROMESA:
Los miembros del grupo LASA, como señal de pertenencia,
pronunciarán por primera vez su promesa después de una etapa de
Formación, según el camino personal y la realidad del grupo en el que
están insertados. Esta promesa se hará después de un retiro espiritual.
La fórmula a utilizar será común a todos los grupos. Ver anexo.
La fecha en que se realizará la promesa, será determinada según cada
realidad, conforme a su calendario de actividades.
VII. Formación inicial y permanente
FORMACIÓN INICIAL:
Conocimiento de la Historia de la Congregación y de las devociones
propias de las Hermanas de Santa Ana.
Biografía y escritos de los Fundadores y de la Beata Madre Enriqueta.
Introducción a la Sagrada Escritura y a la Lectio Divina.
Estudio de los documentos acerca de la misión del Laico en la Iglesia
Conocimiento del Proyecto de Vida propio del grupo.
FORMACIÓN PERMANENTE:
Profundización del carisma a través de los escritos de los Fundadores.
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Adaptación de los temas referentes al camino de formación
congregacional.
Estudio y profundización de los documentos de la Iglesia referentes a
la misión del Laico en la Iglesia.
VIII. Organización y Coordinación
LOCAL: Cada Comunidad tenga una Hermana responsable junto con
un/a laico/a coordinador/a.
REGIONAL: Una Hermana responsable por Región, sea la Provincial
o Delegada.
INTERNACIONAL: La Madre y una Consejera General, como punto
de referencia.
IX. Asamblea nacional
X. Asamblea internacional: a realizarse cada tres años en Países
diferentes.
XI. Patrimonio
Anexo 1
FÓRMULA DE LA PROMESA
Delante de la Comunidad de las Hermanas de Santa Ana
YO ............................................................................................................
PROFESO CREER
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En Ti, Dios Uno y Trino, Padre Providente y Misericordioso; en Ti,
Dios Hijo, nuestro hermano, que nos revelas el sentido de nuestra
humanidad; en Ti, Espíritu Santo, fuente de vida y de consolación.
PROMETO
Por un año, vivir y testimoniar el Evangelio conforme el Carisma
dejado a la Iglesia por Carlos y Julia, realizando así mi consagración
bautismal, con la certeza de que Tú, mi Dios, me amas de modo
providente y misericordioso y no quieres perder la obra salida de tus
manos.
ME COMPROMETO
Activamente a pertenecer a la Comunidad de Laicos Amigos de
Santa Ana que escucha, dialoga, acoge, vive y crece en tu voluntad.
ME COMPROMETO
En seguir la opción apostólica de Carlos y Julia a favor de los niños,
adolescentes y jóvenes más pobres y necesitados: ser para todos, signo de
esperanza e instrumento de tu misericordia.
La Virgen Consoladora, Santa Ana, la Beata Madre Enriqueta, los
Siervos de Dios Carlos y Julia me ayuden a vivir, con conciencia y fidelidad
esta PROMESA mía. Amén.
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(Lugar y fecha)
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Firma