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Plan Pastoral VocacionalPlan Pastoral VocacionalPlan Pastoral VocacionalPlan Pastoral Vocacional

Congregacion SCJCongregacion SCJCongregacion SCJCongregacion SCJ DEHONIANOS CHILDEHONIANOS CHILDEHONIANOS CHILDEHONIANOS CHILE E E E

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IntroducciIntroducciIntroducciIntroduccióóóón n n n

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IntroducciónIntroducciónIntroducciónIntroducción

No es sorpresa para nadie que el trabajo vocacional es una de las grandes preocupaciones de las congregaciones e Iglesia en general hoy, basta con acercarse a los capítulos provinciales o a las asambleas para darse cuenta que siempre el tema es analizado, discutido y todos llegamos a la pregunta ¿qué podemos hacer frente a esto? La ausencia de vocaciones, el poco interés por lo religioso, las cientos de oportunidades académicas que los jóvenes hoy tienen, la falta de compromiso, el poco apoyo de la familia en esta decisión, las expectativas, el apego a lo material entre otras cosas son para algunos las razones del alejamiento y negación de éstos a ingresar a la vida religiosa o sacerdotal. Para otros, más críticos, el tema es más interno y apelan a dar vuelta la mirada al nosotros y pensar ¿Qué ofrecemos nosotros a los jóvenes hoy? ¿nuestro proyecto personal y comunitario es atractivo? ¿mostramos auténtica felicidad de seguir a Cristo? ¿somos capaces de desprendernos de lo material y somos efectivamente una opción diferente, apegada sólo a Él? ¿Somos respuesta a las problemáticas sociales desde la fe y desde el mensaje cristiano? ¿sigue siendo la Iglesia profeta, capaz desde su mensaje de vivir en el ahora el Reino de Dios? Muchas preguntas, interpelaciones, para afuera, para adentro… cuestionamientos profundos que como provincia chilena, en proceso de refundación, nos han hecho ubicar la Pastoral Juvenil, Vocacional y Misionera como una de las prioridades de nuestro trabajo apostólico. A ejemplo de la Santísima Trinidad, no podemos concebir la una sin la otra, pues entendemos el trabajo juvenil enlazado con lo vocacional (trabajo más interior)y que muchas veces de la experiencia misionera (extra, en comunidad, a la gente) se ha ido reafirmando. De igual forma, la experiencia de descubrimiento vocacional va haciendo en el joven intensificar su vivencia comunitaria de la fe y a su vez abriéndolo a la Misión y desde ella a las personas y sus necesidades. En esta clave, hemos intensificado el trabajo juvenil de nuestra provincia, pese al número reducido de religiosos jóvenes chilenos, con la ayuda de muchos laicos comprometidos con la congregación y con la misión en la Iglesia. Laicos que han descubierto precisamente desde la pastoral juvenil su vocación y misión y que hoy quieren contribuir a que muchos jóvenes también lo hagan para que tengan una vida plena y feliz. El proyecto no solo aspira a que los jóvenes encuentren la vocación religiosa, que es uno de los intereses que tenemos, sino también la vocación que Dios le ha regalado y que desde sus dones y talentos, va a poner al servicio de la construcción del Reino. Para ello vamos desde experiencias macro, masivas, de muchedumbre para llegar a momentos de reflexión y acompañamiento más personal. Todo ello enmarcado siempre en una experiencia de comunidad pastoral de base, que como veremos, es el apoyo que el joven necesita para responder al llamado que Dios le hace.

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El ProyectoEl ProyectoEl ProyectoEl Proyecto

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Para comenzarPara comenzarPara comenzarPara comenzar…………

Cuento Los hombres y la tierra, de Mamerto Menapace. Publicado en el libro La sal de la Tierra, Editorial Patria Grande, pp.51-55

Hay muchas maneras de estudiar la tierra. De relacionarse con ella. He conocido un grupo de ingenieros que vinieron al campo, extrajeron pequeñas muestras de tierra, y luego las analizaron minuciosamente en sus laboratorios. Al tiempo volvieron acompañados por otros hombres e instalaron una ladrillería. Arañaron la superficie de la tierra y le sacaron toda la capa fértil. La humillaron prolijamente en el pisadero, la mezclaron con otros elementos, de la zona unos y otros traídos de afuera. Moldearon el amasijo, luego lo resecaron al sol y lo apilaron de a miles formando un hormiguero. El fuego completó la obra, endureciendo esta tierra fértil, desmenuzada sin identidad en una infinitud de paralelepípedos útiles para ser transportados y apilados en cualquier parte. Cuando se agotó la tierra fértil y el paisaje mostró su rostro agrio de médano y de tosca, esos hombres levantaron el campamento y se fueron a reanudar su minería en paisajes nuevos. No creo que la nostalgia haya tenido nada que hacer en su despedida. Nada dejaban allí esos hombres que fuera obra suya, a no ser los restos de hornallas de color entre rojo y negro, que en ese paisaje de tierra semejaban bocas de puñalada en el cuerpo de un finado. También he visto un grupo de hombres que en términos científicos hablaban de la fauna y de la flora. De cada yuyo distinto sacaron un par de hojitas. Descubrieron flores raras y se indignaron al comprobar que otras se habían extinguidos. Estos hombres, ¡con qué respeto y con qué altura hablaban de la tierra! Con términos precisos y correctos aborrecieron el trabajo de los ladrilleros. Y luego de unos días, agotado ya lo que tenían que decir, se fueron también ellos del paisaje, sin que quedara de ellos ni un recuerdo en absoluto. A su paso, es cierto, el paisaje no quedó humillado. Pero tampoco se aportó nada nuevo al paisaje. No se vio allí organizarse un trebolar, ni verdear un trigal, ni preñarse los surcos en el batatal. Al tiempo, una ley declaró a ese paisaje: “Parque Nacional”. Y con ello esa tierra fue sentenciada a virginidad perpetua; a ser para siempre tierra de turismo, paisaje para ser gozado o estudiado sin compromiso; con prohibición absoluta de que allí se hiciera ni organizara nada. Y he visto también otros grupos de hombres. Vinieron con todo lo poco que tenían, y algunos animales. Tenían muchas menos posibilidades que los ladrilleros y mucha menos ciencia que los sabios. Pero tenían una gran riqueza: tenían tiempo y cariño por la tierra. Comenzaron por incendiar un trozo de pajonal. Ordenaron un pequeño trozo de paisaje y allí se instalaron para vivir. Traían semillas distintas, nuevas para ese paisaje viejo. Al principio todo pareció quedar igual, salvo los pequeños tablones de geografía cambiada. Y la presencia constante de aquellos hombres en diálogo continuo con la tierra, interpelándola por los abrojos, por la quínoa y el chamico.

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Nuestros hombres no interpelaban a la tierra por lo visible de la tierra, por lo que la tierra mostraba. Interpelaban a la tierra por lo que en la tierra había de oculto. No se limitaron a recoger u organizar lo que encontraron en su superficie. La incendiaron, la roturaron, la recorrieron tranco a tranco sembrándola de semillas nuevas. Después supieron esperar. Esperaron vigilantes, carpiendo siempre el rebrote del paisaje viejo. Y lo que es importante: vivieron en la tierra; no se fueron de ella. Eran hombres con fe en la tierra. Con un cariño profundo por la tierra. Sabía que la tierra tiene posibilidades muchísimo más ricas que aquello que puede dar cuando es dejada a sus solas fuerzas. No es que se hayan propuesto liberarla de algo: yuyos invasores o antiguo pajonal. No quisieron liberar la tierra de algo. Quisieron liberar algo en ella. Sus posibilidades ocultas, su capacidad de trigal, su florecer de linares, sus rastrojos de maizal fortificado de trojas. La tierra aceptó a estos hombres. Les devolvió con inmensa generosidad las semillas que ellos habían sembrado. Al tiempo comenzó a haber una identificación entre esos hombres y la tierra liberada. Bajo un mismo sol, la tierra y los hombres comenzaron a tener la piel color trigal. Y cuando el hombre se acostó a dormir en el surco, la tierra se levantó a vivir en el alma de sus hijos. Así cuentan que nació el folklore, con sus coplas. Hemos querido poner este texto al iniciar nuestro proyecto, porque al igual que el tercer grupo

de hombres, queremos ir a la profundidad de los jóvenes con los que trabajamos, ayudándolos

a clarificar su vocación y el llamado que Dios les hace.

OOOObjetivobjetivobjetivobjetivo Buscamos que la pastoral juvenil de nuestras obras sea altamente formativa en el plano

comunitario. Creemos que la experiencia del llamado y de seguimiento de Jesús tiene que darse

en la comunidad cristiana que camina en plan de discipulado. Por lo tanto es sumamente

importante que nuestras pastorales juveniles sean germen de este llamado. Para esto

necesitamos una pastoral juvenil unida, constante, diversa, bien organizada, altamente

formativa y con una fuerte presencia de nuestra espiritualidad,

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Después de que nuestros jóvenes encuentren una comunidad que sea de su interés, los acoja,

los acompañe y los ayude a su formación cristiana, es necesario otro tiempo y nuevos espacios,

donde ellos puedan madurar su fe y el llamado que el Señor les hace. Este nuevo tiempo y

espacio es lo que nosotros queremos presentar en este plan. No queremos sacar al joven de la

pastoral juvenil de su parroquia o colegio, al contrario, con esta nueva propuesta de formación

y de encuentro con el Señor, deseamos que sea un tiempo de una motivación más profunda al

compromiso con la pastoral y vida sacramental.

Nos hemos abierto, durante el último tiempo, a nuevas formas de pastoral juvenil en clave

vocacional fortaleciendo el grupo juvenil misionero denominado Reparadores (que une a todos

los jóvenes de las obras de la congregación y de otros lugares) y las comunidades de vida

universitaria, formadas por ex alumnos y antiguos participantes de la pastoral juvenil de la

congregación, que hemos llamado VAS (Ver, Amar y Servir), ambas buscan que los jóvenes

descubran su vocación en la vivencia de la fe comunitaria y en la misión que cada uno

desempeña en los diferentes lugares donde se mueve. La experiencia reciente en lo vocacional,

nos ha hecho poner la mirada y ofrecer respuesta a personas que descubren el llamado de Dios

más tardíamente, por ello, las comunidades de representar una instancia de acompañamiento

más acorde a sus tiempos y motivaciones.

En conclusión, buscamos una pastoral juvenil, vocacional y misionera que trabaje en conjunto,

en esta clave, a fin de ofrecer a los jóvenes participantes el acompañamiento y las herramientas

adecuadas para descubrir el llamado a la vocación que Dios quiere para ellos.

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Las fases del trabajoLas fases del trabajoLas fases del trabajoLas fases del trabajo

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Proponemos cuatro etapas en el camino de discernimiento vocacional:

SemilleroSemilleroSemilleroSemillero ((((Dehonianos In SituDehonianos In SituDehonianos In SituDehonianos In Situ)))) Tiene como objetivo Acompañar a los jóvenes a develar los misterios de su identidad personal, ayudándolos a descubrir en la propia identidad, las señales de un misterioso llamado de Dios destinado a crecer y ocupar su vida. Queremos que los jóvenes en esta etapa tengan la oportunidad de contactarse con su propia vocación como una experiencia personal y comunitaria, superando los esquemas individualistas. Metodología. Estas serán visitas tipo jornadas de un día a las diferentes comunidades SCJ. Serán mínimos dos encuentros anuales por obra. Esta presente en este proceso la figura del religioso y un equipo de laicos. La idea de este proceso es motivar la participación del joven en las jornadas vocacionales amplias del próximo año. Temas para los encuentros vocacionales Estos encuentros serán presentados desde la Espiritualidad Dehoniana.

Primer encuentro: “Desde antes que nacieras” Objetivo: En este encuentro se invita a los jóvenes ha iniciarse en el camino de descubrir el llamado que Dios les hace. Desde antes que naciéramos.

Segundo encuentro: “Consagración bautismal mi primera vocación” Objetivo: Ayudar a que el joven descubra la importancia de su consagración bautismal y el lugar que ocupa como bautizado en el interior de la comunidad cristiana, en la construcción del Reino.

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Jornadas vocacionales amJornadas vocacionales amJornadas vocacionales amJornadas vocacionales amplias: plias: plias: plias: ¡¡¡¡Manos a la obraManos a la obraManos a la obraManos a la obra!!!! Tiene como objetivo Que el joven entre en profundo diálogo con Dios, para así escuchar en el interior de su corazón un llamado al servicio del Reino. Que sea una instancia donde pueda armonizar su llamado vocacional y su proyecto vital. Este proceso tiene como destinatario los jóvenes que se destacan por su inquietud en querer profundizar aún más su llamado al servicio del Reino. Se les invita a plantearse un proyecto de vida cristiano, en el que ellos puedan proyectarse mejor para el servicio al Reino de Dios. Se suscita en ellos el interés de madurar como personas desde el autoconocimiento. Además de adentrase e ir conociendo más profundamente a la persona Jesús, como camino de realización personal. Se presenta el seguimiento de Jesús como proyecto de vida a la luz de nuestra espiritualidad dehoniana. Metodología. Se proponen como medios de acción y formación dos jornadas al año y un retiro de invierno. Se enfatiza la importancia de la presencia constante de un s.c.j. en el acompañamiento espiritual, se envía al joven material de oración y reflexión. Al final de este proceso se invita al joven a vivir la experiencia de campamento vocacional en el verano. Temas para cada jornada Primera jornada (mayo o un fin de semana largo del primer semestre) “La persona de Jesús y las bienaventuranzas” Retiro (julio, viernes a domingo) “Proyecto de vida y vocación a la luz del evangelio y la Espiritualidad Dehoniana” Segunda jornada (octubre o un fin de semana largo del segundo semestre) “El seguimiento de Jesús en el proyecto del Padre Dehon”

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Campamento vocacional: Campamento vocacional: Campamento vocacional: Campamento vocacional: ““““Te he llamado por tu nombreTe he llamado por tu nombreTe he llamado por tu nombreTe he llamado por tu nombre””””

Son siete días de encuentro y reflexión en los cuales se profundiza y concretiza la opción de vida cristiana en el servicio, a la luz de la persona de Jesús y de la espiritualidad dehoniana. Se presenta la vida religiosa dehoniana como un camino de plenitud y felicidad hacia la realización personal. Creemos que es importante estar atento dentro de la vida del campamento a las siguientes dimensiones:

� Dimensión celebrativa � Dimensión recreativa � Dimensión de servicio y vida comunitaria � Dimensión de oración tanto personal y comunitaria.

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Jornadas vocacionJornadas vocacionJornadas vocacionJornadas vocacionales: ales: ales: ales: ¿¿¿¿Maestro donde vivesMaestro donde vivesMaestro donde vivesMaestro donde vives????

Al final de este proceso, el joven debe ser capaz de discernir si la vocación SCJ como proyecto de vida es su llamado de Dios. Trataremos de ayudarlo en este proceso entregándole instrumentos espirituales y sicológicos que lo ayuden a discernir, para que su respuesta a esta invitación de Dios sea hecha en forma libre y madura. El candidato en esta instancia debe ser acompañado constantemente en el plano espiritual mediante entrevistas mensuales. Estas entrevistas serán hechas por un religioso del equipo de acompañamiento de la comisión, además debe ser conocido por el promotor vocacional y por el equipo de formadores. Según el proceso personal de discernimiento vocacional de cada joven, existe la posibilidad de realizar algún tipo de experiencias en una comunidad SCJ determinado por el promotor. Acompañamiento Vocacional Es la etapa final de su proceso para entrar al aspirantado de nuestra congregación tiene que estar marcado por los siguientes criterios. El primero de ellos es la intensificación en esta etapa del

Acompañamiento Vocacional al joven. Dicho acompañamiento deberá tener las siguientes características:

a) Respeto a la libertad e iniciativa del joven, primer responsable del proceso.

b) Personalizado, sistemático, secuencial y regular. c) Con la frecuencia de por lo menos una vez al mes durante el

último año. d) Buscará un real conocimiento del joven. e) Se realizará en lo posible sin apartar al joven de su ambiente

natural. f) Debe ser acompañado además de alguien de la comisión

vocacional por un Director Espiritual. g) Con cercanía a la vida del joven pero con la debida discreción. h) Atenderá especialmente su situación familiar.

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Contenidos del Acompañamiento Vocacional serán: � La revisión de la historia personal del joven. � La lectura de fe de su vida cotidiana. � La reflexión sobre su experiencia religiosa. � La reflexión sobre sus motivaciones vocacionales. � Las características propias de la Vida Consagrada.

Experiencia de Fe y su Trabajo Pastoral. El segundo criterio del discernimiento vocacional atenderá a la experiencia de fe y a la pastoral del joven. En este sentido nos parece importante tener en cuenta las siguientes consideraciones:

� Se buscará que el joven pertenezca a un grupo juvenil o participe en algún servicio apostólico, procurando que en dicho servicio establezca relaciones de horizontalidad.

� Se le vinculará a una Comunidad de trabajo scj.

Sobre las características del joven queremos subrayar las siguientes: a) Anhelo explícito de seguir a Jesús. b) Práctica de su fe: Eucaristía, oración, servicio. c) Disposición para el servicio. d) Capacidad de trabajo en equipo. e) Sensibilidad social. f) Espíritu de aventura. g) Disposición a la vida comunitaria. h) Buenas relaciones con sus iguales (con equilibrio entre autonomía y dependencia,

pesimismo y optimismo). i) Con conocimiento y aceptación de su propia historia. j) Normalidad en la relación afectiva con la mujer. k) Estudios medios concluidos al momento del ingreso de iniciar este último proceso. l) Documentos civiles y militares en regla.

Ideas importantes 1. El acompañamiento espiritual para este nuevo plan es clave y para eso cuatro de los

religiosos que conforman esta comisión se prepararan este año. La idea es tener además de una experiencia comunitaria de discernimiento otra que consideramos de suma importancia que es nivel individual.

2. Consideramos de suma importancia las visitas a las casas de los candidatos, conociendo su realidad familiar para si poderlo acompañar mejor.

3. La pastoral de nuestras obras tiene que estar en clave vocacional.

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La Animación de la Pastoral VocacionalLa Animación de la Pastoral VocacionalLa Animación de la Pastoral VocacionalLa Animación de la Pastoral Vocacional

Las siguientes orientaciones se refieren a la animación de la Pastoral Vocacional en nuestra Provincia. En este sentido consideramos que la tarea de la animación o el despertar vocacional corresponde a todos los miembros de la comunidad cristiana en su conjunto. Dicha animación deberá despertar el interés y la valoración de las diversas vocaciones en la vida de la Iglesia. En relación específica con la Pastoral Vocacional hacia la Vida Religiosa queremos subrayar los siguientes medios.

a) En primer lugar el testimonio personal y comunitario. b) Un testimonio de carácter más familiar que institucional. c) La calidad de la relación personal con los jóvenes. Relación que ha de ser afectiva y

cercana con ellos. d) La importancia de sembrar inquietud vocacional en diversos momentos de la vida de los

jóvenes. e) La explicación de nuestra espiritualidad (estilo de vida, carisma, trabajo pastoral, etc.) f) La valoración de las diversas vocaciones en la Iglesia y la debida información sobre cada

una de ellas. g) Una Pastoral Vocacional animadora y convocadora del conjunto de los miembros de

nuestra Provincia h) Una Pastoral Vocacional que anime una permanente reflexión sobre la realidad de los

jóvenes y el contexto sociocultural en el que se desenvuelven.

Como apoyo en la Animación Vocacional queremos destacar el rol del Promotor Vocacional quien:

a) Busca comprometer a todos los miembros de la Provincia o Región en la Pastoral Vocacional.

b) Orienta el proceso previo al ingreso de los jóvenes al aspirentado c) Garantiza la seriedad de este proceso. d) Coordina diversos eventos de Pastoral Vocacional. e) Es puente entre el candidato y el aspirantado, buscando dar continuidad al proceso de

Discernimiento en el joven. f) En caso que no hubiera un acompañante cercano al joven, el Promotor asume esta

tarea. g) Coordina planes alternativos para jóvenes en situación especial (universitario,

trabajadores, etc ) h) Coordina con los asesores el acompañamiento vocacional. donde sea posible.

Mencionamos otros apoyos para la Pastoral Vocacional en la etapa de Animación: a) Jornada, retiros, encuentros, entrevistas. fichas de acompañamiento para jóvenes. b) Participación de profesiones religiosas y ordenaciones sacerdotales. c) Aprovechar también los medios que desarrollan las Conferencias Episcopales y las

Diócesis.

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InstanciasInstanciasInstanciasInstancias de participacide participacide participacide participación en la ón en la ón en la ón en la Pastoral Juvenil, Vocacional y Pastoral Juvenil, Vocacional y Pastoral Juvenil, Vocacional y Pastoral Juvenil, Vocacional y

MisioneraMisioneraMisioneraMisionera

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¿D¿D¿D¿Dónde estónde estónde estónde están los ján los ján los ján los jóvenes?óvenes?óvenes?óvenes? Los jóvenes dehonianos tienen la posibilidad de participar en diversas instancias pastorales acordes a sus intereses, características personales y condiciones. Desde esas instancias de participación los invitamos a ser parte de este proyecto de acompañamiento vocacional.

Pastoral Sacramental (también pre y post sacramentos) � Animadores de Catequesis: Jóvenes que después de realizar su confirmación han

querido animar y formar a los niños camino a recibir su primera comunión. � Animadores de Confirmación: Luego de confirmar su fe a Cristo, muchos de nuestros

jóvenes se comprometen a acompañar a otros en este descubrir a Cristo.

� Confirmandos: Son los principales beneficiarios de este proyecto, pues todos viven el Semillero (Dehonianos In-Situ) y también de los encuentros juveniles dehonianos, en este tiempo se espera que conozcan a Cristo y se quieran confirmar libremente a ella.

� Acólitos: Desde pequeños, muchos niños colaboran como acólitos en la Eucaristía, para luego, más grandes continuar con su misión. En este servicio descubren el ministerio sacerdotal y se interesan por él, por eso, también ellos están convocados a participar de este proyecto.

� Animadores de Infancia Dehoniana: pequeños de edad, pero con un corazón grande para amar y todos los sentidos puestos al descubrir, este grupo esta formado por los más pequeños de nuestra congregación. Con juegos, cantos y danzas los chicos de infancia descubren la vida y obra de Jesús, que los acompaña en todo momento. A estos pequeños los animan con su alegría y disponibilidad, un grupo de jóvenes animadores confirmados o en proceso de confirmación.

� Animadores del Club Padre León Dehon: Este grupo es el puente entre la primera comunión y la confirmación buscando que los niños encuentren en él un espacio para compartir con alegría el ser cristianos. Amigos, Servidores, Peregrinos y Apóstoles son acompañados por un grupo de animadores jóvenes que están en proceso de confirmación o ya lo han finalizado.

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Comunidades de Vida y Misión � Reparadores (Misión Juvenil Dehoniana): Jóvenes de todas las obras de la congregación

y de fuera de ellas se forman durante un año en comunidades de vida y se encuentran dos veces al semestre con todos los Reparadores. Juntos descubren la fe cristiana desde el compartir diversos temas, la eucaristía, la oración y la adoración al Santísimo. En el mes de julio y enero a misionar a diversos lugares de Chile donde se ponen al servicio de la Iglesia Local y se encuentran con cristianos deseosos de recibir la palabra de Dios.

� Comunidades VAS (Ver, amar y servir): La formación universitaria o el inicio del trabajo

exige nuevos desafíos, muchos jóvenes absorbidos por el tiempo y las responsabilidades académicas y laborales no pueden continuar con sus actividades pastorales regulares, sin embargo, no quieren dejar de encontrarse con Cristo y una comunidad cristiana, que como ellos, tengan la misma búsqueda. Así nace VAS, comunidad de vida dehoniana que invita a los jóvenes a Ver, Amar y Servir en todo lugar y momento. La pregunta inicial es Y tú ¿hacia donde VAS?

Encuentros Juveniles � Encuentro Pre-Juvenil Dehoniano: Para los chicos del Club Padre Dehon y los que

realizaron recientemente la primera comunión esta pensado este encuentro, que con metodologías de trabajo entretenidas y acordes a la edad se buscan dar las primeras características de nuestra espiritualidad. Es un encuentro masivo donde se encuentran todos los dehonianos de esa edad y donde los animadores de diferentes instancias se ponen al servicio de la congregación en el acompañamiento de los pequeños.

� Encuentro Juvenil Dehoniano: Convocamos a todos los jóvenes de nuestras obras y

comunidades de vida que en un fin de semana de intenso trabajo personal y grupal, descubren las principales claves de nuestra espiritualidad y como vivirla en el día a día. Es un fin de semana de intenso en oración y de fuerte vivencia sacramental. En este tipo de encuentros de fortalece el sentido de cuerpo que queremos que tenga nuestra pastoral juvenil, vocacional y misionera, pues se encuentran todos los dehonianos jóvenes de Chile.

� Encuentro de formación de Animadores Dehonianos: Todos los animadores juveniles de

los diferentes grupos de la congregación están invitados a este encuentro que busca darles herramientas para realizar su trabajo pastoral de la mejor manera posible. Es un espacio de reflexión, participación y mucha oración en donde los hermanos de la congregación en ocasiones apoyados de otros sacerdotes, religiosos, religiosas o laicos dan la formación a los j

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VVVVocaciocaciocaciocación y Proyecto de Vidaón y Proyecto de Vidaón y Proyecto de Vidaón y Proyecto de Vida En cuanto el hombre asume el proyecto de vida como apelación a ser en el mundo aquello a lo que se siente llamado a hacer, podemos decir que ese proyecto es sinónimo de vocación que se cumple en la vida, marcando de tal manera la existencia que el hombre se da cuenta de que vive para esa misión, y a ella endereza todas sus fuerzas. La vocación clarifica, unifica e integra todos los demás aspectos de la vida. De esta manera podemos hablar tanto de una vocación profesional -ser músico, arquitecto o ingeniero- como de una vocación de padre o madre, es decir, de la vocación propia de un estado de vida determinado. Ambas formas, además, pueden coincidir en una misma persona, pudiéndose hablar de vocaciones que se funden en una sola. Estamos hablando de vocación en un sentido puramente humano, como el proyecto de vida, o aspectos del mismo, que el hombre escoge y realiza con base en la determinación de su voluntad. Pero es igualmente cierto que la palabra vocación tiene una resonancia peculiar en la vida cristiana como la llamada de Dios a un hombre, bien sea en general como apelación y respuesta a la vida cristiana, o como escogencia particular para servir a Dios de una manera específica y concreta. En ese sentido se habla de vocación laical, sacerdotal, etc. Todas ellas tienen como raíz común el ser llamadas a realizar la existencia cristiana, y como diferencia específica el que la realizan de modo diferente, en circunstancias de vida distintas y con obligaciones peculiares. La vocación, llamada e iniciativa de Dios Dicho lo anterior, habría que afirmar que la vocación en cuanto llamada a la vida cristiana o dentro de ella a una tarea más específica todavía, no se sobrepone al proyecto de vida de la persona -podríamos decir a su esencial vocación humana- sino que éste entra a formar parte de aquella en unidad de vida y de sentido de la existencia. Si fuera algo yuxtapuesto, pasaría a convertirse en un sobreañadido, en algo que el hombre podría tomarse a la ligera. Y precisamente, tenemos la conciencia de que es todo lo contrario: es algo que caracteriza la vida entera, dándole una marca indeleble e irrepetible. En la vocación cristiana como llamado a la fe, Dios toma la iniciativa: “Yo te he llamado por tu nombre. Tu eres mío”(Is. 43,1) dice el Señor. Y San Pablo: “Dios nos ha llamado con una vocación santa, no por nuestras obras, sino por su propia determinación y por su gracia” (2Tim. 1,9-10). Esta llamada revela el porqué y el para qué de nuestra existencia. En ella se encuentra el sentido definitivo de la existencia. Es llamada personal y total que configura, define y afirma la existencia del hombre. Esta vocación hace que el hombre proyecte la vida con un enfoque enteramente nuevo: “Dado al olvido de lo que queda atrás, me lanzo tras lo que tengo delante, hacia la meta, hacia el galardón de la soberana vida de Dios en Cristo Jesús (Phil. 3,14). Desde ella se afronta y entiende el futuro, lo cual quiere decir también la libertad y la esperanza.

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El cristiano responde a la llamada creyendo, con una fe que lleva al compromiso vital con esas verdades, a hacerlas vida vivida. Tener fe es decir que sí a Dios y luchar para disponer de sí para él, o mejor, para que El disponga de nosotros. Por contraposición, el hombre sin fe se cierra sobre sí mismo. El pecado, la angustia, la indiferencia y el no futuro están entrelazados. El hombre de fe remueve obstáculos para facilitar la acción de Dios en él. El hombre sin fe pone obstáculos, problematiza su existencia, y lo hace porque tiene libertad física de hacerlo (“Dios creo al hombre y lo dejó en manos de su libre arbitrio”). Dios nos da la vida y la gracia de la fe que respeta nuestra libertad (“Creemos porque amamos y amamos porque queremos“ -Newman- y “nadie puede, no queriendo, querer”, S. Anselmo). La fe no es oscuridad, es luz que clarifica la existencia humana :”Yo he venido como luz al mundo, para que todo el que cree en mí no permanezca en tinieblas” (Io. 12, 44). En este mismo sentido la fe “es una luz que viene a saciar las ansiedades del corazón humano y a darle fecundidad”. Vocación configuradora del proyecto de vida Es lógico, dentro de la lógica del amor de Dios que no siempre coincide con la lógica de lo humano, que la llamada de Dios cree una conmoción interior, porque es tan importante que replantea la vida. Todos los aspectos del proyecto de vida que el hombre se ha hecho entran en crisis o cambian a la luz de la vocación, que es como una nueva vida o “una visión nueva de la vida; es como si se encendiera una luz dentro de nosotros”. La vocación como responsabilidad La res sponsa era el símbolo del compromiso, lo que el esposo entregaba a la esposa en señal de compromiso con lo prometido. De la vocación surge libremente la respuesta del hombre a Dios que es para siempre. El hombre es capaz de compromisos definitivos porque su querer le permite comprometer el futuro en forma de propósito. No significa ello una garantía absoluta, que sólo la puede dar Dios, pero sí la disposición de “jugárselo todo”. La vocación como compromiso exige dar la vida, entregarla sin cálculo, generosamente, con la seguridad puesta en quien llama: “los carismas y la vocación de Dios son irrevocables” (Rom. 11,29 ). Con una disposición así, se construye la fidelidad aunque está claro que ella no depende de las solas fuerzas humanas. E hombre tiene que ser consciente de lo que representa un compromiso para siempre. Vocación y felicidad Quien ha sido llamado tiene la más alta dignidad que el hombre puede recibir y tiene razón para gritar: “Venid y caminemos con la luz del señor (Is. 2, 7). Es tomarse en serio y Dios y tomar parte en la aventura mayor que el hombre puede emprender: ser llamado para transmitir la fe, para ayudar a los demás a descubrir y vivir su vocación, para comportarse “de acuerdo a la

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dignidad de la vocación a la que habéis sido llamados” (Eph. 4,1), “a caminar en novedad de vida”, a ser “sal de la tierra” y “luz del mundo”. Todo lo anterior indica que la vocación es para dar frutos, para ser fecundos en vida interior y en el apostolado, en el servicio cristiano de dar la vida y ser solidarios con nuestros semejantes. Es la única forma de asegurar la vocación (“Procurad asegurad vuestra vocación y elección cuanto que haciendo así, jamás tropezaréis”2 Pe 1, 10). La vocación hay que pensarla siempre en términos de correspondencia, de ver que siempre es más importante ver lo que pone Dios que lo que ponemos los hombres. “Iluminando los ojos de vuestro corazón, para que entendáis cuál es la esperanza del que os ha llamado, cuáles las riquezas y la gloria de su herencia otorgada a los santos” (Eph.1,18). La correspondencia, la perseverancia y la fidelidad a la vocación se tejen cada día creyendo, amando, trabajando, sirviendo, dándose, invocando, perdonando, comprendiendo, renovando la decisión de entrega con la ilusión del primer día y con la esperanza en lo que Dios dará a quienes han puesto su confianza en El y quieren hacer de su vida una donación a los demás por El. No nos salvamos ni nos perdemos solos. Hay que luchar con optimismo, con la alegría de vivir cara a Dios, comenzando y recomenzando en cada momento y en cada oportunidad. “hay una sola enfermedad mortal...conformarnos con la derrota, no saber luchar con espíritu deportivo, con espíritu de hijos de Dios” (J. Escrivá). Sin duda Dios nos espera siempre, nos busca siempre, nos ayuda siempre. Y los demás también, porque su vida debe ser un reclamo para amar mejor y servir mejor. Debemos concluir que nos falta ser más santos para que ellos sean felices de verdad. La vocación no se descubre inmediatamente, sino que necesita un proceso de búsqueda y descubrimiento, es como lo vimos al principio. Es la alegría de encontrar un tesoro que es nuestro pero dado y querido por Dios, es el sueño de Dios para con nosotros y la humanidad. para esto es necesario un camino un discernimiento. Es estar atento a lo que Dios quiere de mí que es también nuestro tesoro. El DISCERNIMIENTO VOCACIONAL, no se agota en una primera elección ni concluye con una determinada decisión. Este se sitúa en la línea de un “proceso a seguir”, de un crecimiento, y no tanto como consecuencia de un “diagnóstico” que asegura a la persona su vocación. El discernimiento vocacional es una experiencia por la que debe pasar todo creyente. En el hecho de la fe vivida como vocación cristiana interviene dos elementos fundamentales: la llamada de Dios y la respuesta personal. La elección personal es posible gracias a la llamada de Dios, que brota en nuestro interior y en medio de tantos acontecimientos que nos rodean. Dios actúa en nuestra vida. Es preciso aprender a leer la “propia historia personal”. Hay que descubrir la pedagogía de Dios con nosotros. Por lo cual no debemos disociar nunca la fe de la vida.

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Esto ayuda a conocer cómo se ha llegado hasta aquí y a integrar la historia personal en la vivencia creyente, a reconocer y agradecer la intervención de Dios en la vida. El signo fundamental en el discernimiento: El Amor No basta con reconocer que uno se siente llamado por Dios. La vocación no se reduce a una decisión individual, tiene una dimensión social más amplia, la vocación necesita de signos externos para discernir la llamada de Dios. La vocación no es un sentimiento, es una forma de vida. No se trata sólo de discernir si hay vocación, sino del espíritu que impulsa y mueve. La autenticidad de la vida cristiana se conoce, sin duda, por los frutos. Analizándolos, se comprende que todos apuntan al Amor al prójimo. Lo cual quiere decir que donde se producen esos frutos del Espíritu, discernir la voluntad de Dios es acertado. Una fidelidad observante, una vida comprometida, no serviría para nada si faltara el amor al prójimo. Donde no se descubren esos frutos de amor no se descubre lo que Dios quiere.