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el loco de la patada

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El loco de la patadaEl muchachito entr agitado a la casilla que comparta con su abuela Anselma. La encontr mateando con los recuerdos, como era su costumbre a esa hora del atardecer.El viento del invierno se colaba por entre el chapero y las maderas rajadas con las que haban levantado esa miserable vivienda.Formaba parte del centenar de casuchas similares de la Villa La fin del mundo. Era un lugar de asentamiento de multitud de personas que como ellos dos haban llegado a la gran ciudad de Buenos Aires huyendo del hambre y la pobreza de su lejana provincia.Qu baja la temperatura de aquella tarde! Sin embargo, a pesar del fro el chico transpiraba, estaba acalorado.Qu te pasa, Siripo? le pregunt entonces la viejita, tras echarle una mirada de reojo.Va a ver lo que encontr en los basurales! Estn bien conservados y son de mi medida!Siripo revolvi dentro de una bolsa de arpillera colmada hasta el borde. Mientras arrodillado buscaba "eso" que quera mostrarle a la abuela, cayeron al suelo trozos de cartn, restos de pan y frutas y latas vacas...De repente, una sonrisa enorme en la cara del muchacho: haba agarradolo que enseguida describi como Un tesoro; un regalo de los Reyes Magos, abuela! Era un par de zapatos marrones, mocasines, bastante gastados pero no tanto como para que no pudieran seguir usndose sin inconvenientes.Si hasta tiene enteritas las medias suelas... deca Siripo, entusiasmado y los tacos apenas si estn un poco desparejos... Mire, abuela; me quedan bien, como si siempre hubieran sido mos!Siripo se quit las rotosas zapatillas que calzaba y se puso los zapatos. Contento, hasta hizo unos pasos de malambo que divirtieron a la anciana,aunque no resonaran sobre el piso de tierra de aquella nica y tan precaria habitacin.Bueno, bueno; ya es hora de preparar la cena dijo Anselma.Pudiste traer algo comestible?El muchacho coloc entonces sobre la mesa, los residuos de alimentos que haba logrado juntar en el vaciadero de basura al que iba casi todos los das, como tantos otros vecinos.Hoy fue mi da de suerte exclam. Qu le parece esta porcin de torta? Y este hueso de chzuela, eh?La abuela inspeccion las sobras de comida que otros haban tirado y que para ellos eran la nica posibilidad de alimentacin diaria. Lav algunas hojas de verdura dentro del balde de agua que les serva de pileta; desech parte de unatajada de zapallo que estaba medio podrida, desmigaj los puntos verdes de moho que atacaban unas rodajas de pan negro y dispuso en una olla lo que poda calentarse e ingerirse sin correr riesgos.El hueso lo dejamos para hacer una sopa maana a la noche dijo. La torta tambin, Siripo. Va a venir a visitarnos la Eulalia. Hoy me avis su madre, mientras hacamos la cola para recoger el agua de la canilla de la esquina.Ja! Frita se va a quedar la Eulalia cuando me vea con estos zapatos!exclam el chico.Una hora y media ms tarde, abuela y nieto dorman. Cada uno en su camastro, vestidos como estaban y acurrucados entre las mantas, sobre las que haban agregado hojas de diario, a fin de sufrir un poco menos el rigor del fro.Siripo se haba dejado puestos los zapatos. Estaban tan calentitos!Al da siguiente, mientras doa Anselma y su nieto tomaban el mate cocido su desayuno habitual una noticia emitida desde la radio los conmovi con toda su crudeza. Los locutores anunciaban que "se hallaron tres cuerpos sin vida en las proximidades de la Villa "La fin del mundo". Se trata de tres hom bres asesinados del mismo modo y aparentemente con escasos minutos de diferencia. An se desconocen sus datos de filiacin porque las vctimas no portaban documentos pero la polica ya se encuentra en plena investigacin de los extraos casos.