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ágora.
_El ágora (del griego áãïñÜ, mercado) era un espacio abierto que funcionaba como la plaza
pública ,centro cultural, comercial y político de las ciudades-estado griegas (polis). El significado agorista es: zona de mercado libre, donde los
proveedores ofrecen sus bienes y servicios y se ponen de acuerdo con los clientes de forma directa. Es un modelo económico donde las
relaciones contractuales suplantan las relaciones de poder, en que casi cada uno puede ser un
autoempleado, existiendo redes de emprendedores relacionados entre ellos por el
comercio.
La asamblea del pueblo, en la que reinó Pericles, se celebraba en una colina frente al Acrópolis, en el Pnix, o bien en las faldas mismas del Acrópolis, en el teatro de Baco y, de ordinario, en el ágora, es decir la plaza del mercado.
Todos los ciudadanos de la población y del campo tenían el
derecho de asistir.
Lugar donde los atenienses se reunían para discutir sus leyes y decidir el futuro político de su ciudad, el cual solía depositarse en manos de aquellos que mejor dominasen el arte de convencer.
En la antigua Grecia el ágora era un espacio esencial para la mantención del bien común.
Manifestaciones del órden matemático y filosófico se producían
en los espacios del ágora.
“Bajo las instituciones agóricas casi todo el mundo trabaja por cuenta propia. En lugar de la corporación existen grandes grupos de
emprendedores relacionados por el comercio, no por la autoridad. Cada uno vende, no su tiempo, sino lo que su tiempo produce.”
David Friedman
Los artistas expresaban sus espectáculos en el espacio democrático de la ciudad.
En el ágora los emprendedores interactúan entre sí por ser lo óptimo en el mercado, desarrollando una red comercial en la que venden su productividad, y donde sus instituciones son acuerdos.
También estaban las cortes donde se celebraban juicios y
donde condenaran a Sócrates a pena de muerte por, según sus acusadores,
corromper a los jóvenes e introducir dioses nuevos.
La sesión estaba presidida por una comisión del Senado, y empezaba con un sacrificio.
El pueblo, ávido de elocuencia, escuchaba los debates con pasión y después votaba levantando las manos.