Psicoanálisis y enfermedad mental

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1 PSICOANÁLISIS Y “ENFERMEDAD MENTAL” ¿Cómo se las “apañaban” antes del nacimiento de la psicología para curar las llamadas enfermedades mentales? ¿Nacen tales enfermedades, o tal tipo de enfermedad, a la vez que la psicología o tal vez como consecuencia suya? ¿Qué eran estos “trastornos” antes de ser denominados, y sobre todo tratados, como “enfermedades mentales”? ¿Es la confesión el precedente “sacro” de la exploración médica y después de la escucha psicológica? El psicoanálisis surge como teoría científica al avanzar Freud una hipótesis (la hipótesis del determinismo inconsciente) para tratar de explicar los síntomas que aquejaban a sus pacientes histéricas. El psicoanálisis dará un paso adelante cuando Freud confiese que “desconfía del testimonio de sus histéricas” y, profundizando en la hipótesis del inconsciente, pase a suponer que las seducciones y “ataques” que confiesan haber sufrido estas pacientes son, en buena medida, fruto de su fantasía, sólo que se trataría de una “fantasía inconsciente”. Del mismo modo sus montajes teatrales, maniobras de seducción (que incluyen a menudo declaraciones acerca de pretensiones de seducción por parte de los demás, por ejemplo del médico o del psicoanalista) y ataques o crisis serían como escenificaciones de esas fantasías pero con el sentido invertido: orgasmos di-simulados que intentan hacer pasar por una grave enfermedad. Más aún, ciertos dolores, parálisis, etc. (en cierto modo la capacidad para “mimetizar” cualquier trastorno somático) no pasarían de ser sexualizaciones de ciertas partes del cuerpo que compensarían la desexualización o anestesia de las “partes” propiamente sexuales. El escenario privilegiado de manifestación de toda esta sintomatología sería la relación con el médico (primero médico del cuerpo, más tarde de la mente) llegando al extremo de “actuar” para él en las exhibiciones que éste hacía para sus colegas y estudiantes. La terapia psicoanalítica va a tener de peculiar el tomar nota de esta “relación transferencial” e intentar “controlarla” (dentro de lo posible), sobre todo tratando de evitar que el psicoanalista caiga en el juego de la llamada “contratransferencia” (se deje enredar en las maniobras de seducción de la histérica y pase a histerizarse él también y se ponga a jugar el juego de la seducción con su paciente). De este modo la sesión psicoanalítica se va a convertir en el “contexto experimental” (o utilizando un símil más bélico el “campo de batalla”) en el que se va a poder escenificar “libremente” (gracias a la llamada por Freud “libre asociación”) y a tiempo completo el juego de la transferencia, pero encontrando como respuesta por parte del psicoanalista siempre y únicamente la hipótesis del inconsciente (lo que le obliga a mantener una “atención flotante”). En cierto modo el inconsciente sólo tendrá una existencia o realidad transferencial o psicoanalítica; quiere decirse que sólo obrará propiamente el “determinismo inconsciente” en la medida en que pueda haber relación transferencial con un analista; de otro modo habría solo síntomas que esperan su “puesta en acto” para desvelar sus potencialidades inconscientes. Llevando al extremo esta hipótesis (la del Inconsciente Transferencial), Freud aventurará que la cura psicoanalítica pasa

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Sobre Psicoanalisis

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    PSICOANLISIS Y ENFERMEDAD MENTAL

    Cmo se las apaaban antes del nacimiento de la psicologa para curar las llamadas enfermedades mentales? Nacen tales enfermedades, o tal tipo de enfermedad, a la vez que la psicologa o tal vez como consecuencia suya? Qu eran estos trastornos antes de ser denominados, y sobre todo tratados, como enfermedades mentales? Es la confesin el precedente sacro de la exploracin mdica y despus de la escucha psicolgica?

    El psicoanlisis surge como teora cientfica al avanzar Freud una hiptesis (la hiptesis del determinismo inconsciente) para tratar de explicar los sntomas que aquejaban a sus pacientes histricas. El psicoanlisis dar un paso adelante cuando Freud confiese que desconfa del testimonio de sus histricas y, profundizando en la hiptesis del inconsciente, pase a suponer que las seducciones y ataques que confiesan haber sufrido estas pacientes son, en buena medida, fruto de su fantasa, slo que se tratara de una fantasa inconsciente. Del mismo modo sus montajes teatrales, maniobras de seduccin (que incluyen a menudo declaraciones acerca de pretensiones de seduccin por parte de los dems, por ejemplo del mdico o del psicoanalista) y ataques o crisis seran como escenificaciones de esas fantasas pero con el sentido invertido: orgasmos di-simulados que intentan hacer pasar por una grave enfermedad. Ms an, ciertos dolores, parlisis, etc. (en cierto modo la capacidad para mimetizar cualquier trastorno somtico) no pasaran de ser sexualizaciones de ciertas partes del cuerpo que compensaran la desexualizacin o anestesia de las partes propiamente sexuales. El escenario privilegiado de manifestacin de toda esta sintomatologa sera la relacin con el mdico (primero mdico del cuerpo, ms tarde de la mente) llegando al extremo de actuar para l en las exhibiciones que ste haca para sus colegas y estudiantes.

    La terapia psicoanaltica va a tener de peculiar el tomar nota de esta relacin transferencial e intentar controlarla (dentro de lo posible), sobre todo tratando de evitar que el psicoanalista caiga en el juego de la llamada contratransferencia (se deje enredar en las maniobras de seduccin de la histrica y pase a histerizarse l tambin y se ponga a jugar el juego de la seduccin con su paciente). De este modo la sesin psicoanaltica se va a convertir en el contexto experimental (o utilizando un smil ms blico el campo de batalla) en el que se va a poder escenificar libremente (gracias a la llamada por Freud libre asociacin) y a tiempo completo el juego de la transferencia, pero encontrando como respuesta por parte del psicoanalista siempre y nicamente la hiptesis del inconsciente (lo que le obliga a mantener una atencin flotante). En cierto modo el inconsciente slo tendr una existencia o realidad transferencial o psicoanaltica; quiere decirse que slo obrar propiamente el determinismo inconsciente en la medida en que pueda haber relacin transferencial con un analista; de otro modo habra solo sntomas que esperan su puesta en acto para desvelar sus potencialidades inconscientes. Llevando al extremo esta hiptesis (la del Inconsciente Transferencial), Freud aventurar que la cura psicoanaltica pasa

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    por crear una autntica neurosis transferencial para luego poder desmontarla y, de ese modo, liberar al paciente de sus sntomas.

    Si nos tomamos en serio todas estas construcciones cabra preguntarse si las llamadas enfermedades mentales (y en primer lugar la histeria) no seran en realidad otra cosa que neurosis experimentales creadas por y para la experiencia psicoanaltica. Antes, e independientemente, de la sesin y de la terapia lo que habra sera un conjunto de sntomas ms o menos inconexos, que slo tomaran forma al ponerse en acto gracias a la relacin analtica. Freud confes que lleg a manipular y forzar el tratamiento de sus primeros pacientes para que los resultados se ajustasen a sus hiptesis; adems se encontr rpidamente con la colaboracin de esos mismos pacientes que llegaban a soar, contar y cantar lo que Freud quera escuchar. A pesar de todo siempre haba sorpresas para las dos partes, y el mrito de Freud residi en no descartarlas; todo lo contrario, reformul continuamente sus hiptesis y las radicaliz cada vez ms (introduccin de la pulsin de muerte y del llamado automatismo de repeticin) para dar cuenta de todo lo que apareca en el contexto de la relacin analtica.

    ltimo problema (o quiz, y en el fondo, primer problema): para evitar la contratransferencia el psicoanlisis solo reconoce un recurso: haberse psicoanalizado previamente con otro psicoanalista (psicoanlisis denominado didctico) y evitar siempre el autoanlisis. La primera generacin de psicoanalistas se form psicoanalizndose con Freud, pero ste por ser el Primero y Fundador no pudo psicoanalizarse con ningn otro, para l mismo tuvo que recurrir al temido autoanlisis, algo que se advierte en su incapacidad para evitar el juego de la contratransferencia en su relacin con sus pacientes (y por lo tanto, y sobre todo, con sus primeros discpulos); es la tesis del fruto envenenado por la enfermedad del rbol.

    Consecuencia: el psicoanlisis sera interminable por necesidad, no solo por falta de principio (ya que el primer eslabn de la cadena estara ya viciado) sino tambin, y sobre todo, por falta de final; mientras haya situacin analtica y relacin transferencial habr tendencia a la constitucin de sntomas y a la organizacin (e inclusive continua reorganizacin) de una u otro neurosis. Las clasificaciones nosolgicas slo pueden ser rgidas dentro de la teora analtica pero luego, en la prctica, no hay dos psicoanalistas que coincidan en un mismo diagnstico. Esto es as necesariamente ya que se trata de dos situaciones analticas distintas y por lo tanto, y en el fondo, de dos neurosis distintas.

    Desde el siglo XVII para ac todos los Ordenes parecen haber entrado en crisis: El orden de la comunidad salt por los aires con la Revolucin Francesa de 1789, el orden del Cosmos haba entrado en crisis ya antes, desde el final de la Edad Media, y, sobre todo, desde que Descartes plante que la nica Autoridad admisible para el hombre era la de la Razn. La Ciencia moderna impone un Principio de Realidad, o lo que es lo mismo, de Objetividad; este Principio pre-supone el punto de vista de un Observador Imparcial pero humano, incompatible con la presuposicin de lo sagrado (y

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    de las trasgresiones rituales o acercamientos simblicos a lo sagrado), incompatible tambin con la Autoridad basada en la Tradicin. Siglos despus de Descartes, y ya a finales del siglo XIX, Nietzsche lleg a la conclusin de que todo este planteamiento conduca a la muerte de Dios. En paralelo y simultneamente a estas crisis se va a producir un debilitamiento del Orden Familiar, sobre todo debido a la prdida de la Autoridad del Padre. Como vamos a ver esta cada de la autoridad paterna conducir, en pleno siglo XX, a una autentica desintegracin o descomposicin del Orden Familiar. En la medida en que ros supona un vnculo con lo extrahumano y sagrado, la ciencia moderna excluye o reprime, pero en cualquier caso es incompatible con ros. Qu hacer entonces con ros? Abandonado a su suerte, liberado de su sublime destino extrahumano solo le quedar la posibilidad infrahumana: ros como perversin, orientado hacia lo ms bajo, por debajo de la razn o de la conciencia del ser humano. La perversin es el juego o el coqueteo con la transgresin, pero ya no ritual ni simblica, ya no deseo de Trascendencia o Unin sino escenificacin de una supuesta transgresin real (incesto, parricidio o canibalismo reales). Freud dir que el nio es un perverso polimorfo. El adulto perverso sera un adulto infantilizado que juega a saltarse todas las normas y prohibiciones, todos los lmites, desafiando toda autoridad (en el fondo ya muerta, por lo tanto sera como apualar a un muerto).

    El que no se atreva a ser perverso, en su conducta externa y consciente, interiorizar o reprimir su deseo perverso y lo convertir en deseo inconsciente (en el sentido de inasumible por su conciencia), lo cual dar origen a las diferentes neurosis o desequilibrios o malestares que aquejan al hombre moderno. El ltimo paso sera el mas all de la trasgresin, alucinar o delirar una supuesta Unin con el objeto prohibido (normalmente la Madre); el mundo resultante sera un mundo peculiar, loco, incompatible con el principio de realidad objetiva.

    En esta situacin Cmo saber qu hacer con el sexo? Cmo responder a las preguntas acerca de con quin, cundo, donde, cmo y sobre todo para qu? Lo ms curioso, o lo ms chocante, es que desde mediados del siglo XIX se va a intentar por primera vez establecer un saber especfico sobre la sexualidad. Pero lo paradjico es que, tambin a partir de ese momento, va a empezar el gran desconcierto; la desorientacin y confusin sern cada vez mayores y por eso aparecern en el mercado orientadores profesionales, por ejemplo sexlogos, psiclogos etc. Son dos las grandes tendencias que apuntarn en ese momento:

    a) En primer lugar surgir una tendencia a confundir o igualar la sexualidad humana con la animal. Se intentar explicar la sexualidad humana considerndola exclusivamente como un instinto pro-creativo, y se ocupar de su estudio sobre todo la biologa, pero tambin la medicina. Si la sexualidad es un instinto se supone que debera autorregularse, funcionar de un modo automtico, como ocurre con los instintos en el caso de los animales. Sin embargo hay que recordar que en los siglos y milenios anteriores la regulacin de ese instinto haba sido sobre todo de tipo normativo, institucional o simblico. A falta de un periodo de celo en las hembras se establecieron tres grandes normas o reglas que definieron e hicieron posible el Orden

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    Familiar: la regla de la Alianza, la de la Filiacin y la de la Consanguinidad, reglas que tenan en comn o que eran aspectos de una especie de super-regla, la Prohibicin del Incesto.

    b) En contra de lo anterior, la otra tendencia intentar separar e incluso independizar la sexualidad humana (en este caso quizs sera mas justo hablar del deseo sexual humano) de la procreacin. Esta tendencia se desarrollar sobre todo durante el siglo XX. En este caso se dar ms importancia, incluso toda la importancia, al aspecto psicolgico de la sexualidad en detrimento de la biologa. Se supondr que toda la trama de normas, prohibiciones e instituciones que han servido para canalizar el instinto sexual (y orientarlo hacia la reproduccin pero dentro de la Ley, dentro de los lmites que estableca la Prohibicin del Incesto) tambin habran bloqueado el desarrollo de la personalidad individual; ello se pondra de manifiesto en forma de traumas, complejos, fobias obsesiones, etc. Segn esta tendencia habra que dejar atrs toda esta legislacin anterior por considerarla represiva y vincular, principal y hasta exclusivamente, la sexualidad con la bsqueda del placer. Por lo tanto ninguna otra norma salvo la consecucin del propio placer; se trata, en este caso, de un principio psicolgico pero una psicologa de o para recin nacidos. Con lo cual al final s habra una regulacin pero una regulacin que difcilmente valdr para los adultos. Si lo que cuenta es el propio placer ya sabemos que es muy difcil ponerle lmites desde fuera, sobre todo teniendo en cuenta que lo que se ha desencadenado no se puede volver a encadenar; quiere decirse que es imposible volver al Orden Tradicional, imposible dar marcha atrs, y parece que slo queda una especie de loca huda hacia delante, sin una meta visible, al menos en apariencia.

    En cualquier de los dos casos la tendencia comn ser liberar a la sexualidad, desatarla de todo vnculo, norma, prohibicin o represin (recordemos que uno de los lemas de la revolucin de Mayo de 1968 fue prohibido prohibir) para que se pueda expresar al desnudo y con toda naturalidad, para que pueda salir a la luz pblica con plena libertad y pueda, de alguna forma, invadirlo todo. Todo, a partir de los aos 60 del pasado siglo, parecer adquirir una connotacin sexual, como se advertir cada vez ms en la Publicidad. Los roles o papeles tradicionales sern discutidos por todos. La consecuencia ser que las Diferencias esenciales que durante milenios haban permitido ordenar jerrquicamente la Familia, la Comunidad y, ante todo, el Cosmos mismo, primero se van a poner en entredicho y luego se van a venir abajo. Esas diferencias, de repente, resultarn indiferentes o parecern insignificantes; los tabes y prohibiciones que protegan estas diferencias sern vistos como antiguallas opresivas o simplemente convenciones sin sentido. As por ejemplo la diferencia entre dioses y mortales resultar cada vez ms irrelevante, recordemos lo que dijo Dostoievski: Si dios no existe todo est permitido, recordemos tambin el dictamen de Nietzsche: Dios ha muerto y lo ha matado el hombre.

    Dentro de la familia la figura del padre ser el objeto de todos los ataques, ser visto como una figura autoritaria y represiva, el enemigo a combatir. El declinar de la figura paterna supondr la liberacin de todos aquellos que le estaban

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    sometidos. Por un lado la liberacin de la mujer. Las mujeres ya no querrn quedarse encerradas en casa limitndose a su funcin tradicional de madres y amas de casa; en nombre de la igualdad reclamarn los mismos derechos que los hombres. Pero tambin los hijos pretendern emanciparse. Desde mediados del siglo XX va a surgir en los pases occidentales del Primer Mundo lo que se va dar en llamar sub-cultura juvenil. La juventud dejar de ser un periodo de transicin (ms o menos corto, de unos pocos meses hasta seis aos como mximo) entre la niez y la edad adulta para pasar a convertirse en una especie de ideal de vida para todos lo grupos de edad. Quiere decirse que lo ideal sera que esa juventud se convirtiese en un estado permanente. Los jvenes, de repente, van a desarrollar un modo de vida propio, con un lenguaje peculiar, una forma de vestir distinta e incluso un tipo de literatura y sobre todo de msica diferente, algo que se puede resumir en un famoso lema de finales de los aos 60 sexo, drogas y rock and roll. Esos jvenes, con el tiempo, se harn mayores, incluso se casarn, buscarn un trabajo y tendrn hijos pero muchos pretendern mantener como ideal de vida lo que vivieron en su juventud (o al menos lo recordaran con nostalgia). En el fondo todo el mundo querra ser joven o por lo menos vestir y hablar como los jvenes.

    Pero con todo esto las diferencias que durante milenios haban sido esenciales, caern por los suelos. Con la liberacin de la mujer la diferencia entre hombre y mujer, o entre padre y madre, se volver irrelevante desde casi todos los puntos de vista (sobre todo el legal). Con la liberacin de los jvenes la diferencia entre ser nio y ser adulto se reducir al mnimo, con lo cual los adultos sern un poco adultos a la fuerza (casi por imperativo biolgico), pero sern tambin, en buena medida, adultos infantilizados. Incluso la diferencia entre lo cotidiano y lo extraordinario ser puesta en entredicho. Los jvenes pretendern que la fiesta dure y dure, que lo que antes era excepcional se vuelva permanente, que todo en la vida sea como una enorme fiesta. La educacin y lo que en tiempos eran iniciaciones traumticas y dolorosas, ahora se supone que deberan convertirse en una especie de juego (como dijo el Marqus de Sade se tratara de instruir deleitando), en cualquier caso un juego de nios pero jugado por adultos. De este modo viejos tabes se convertirn en prohibiciones triviales o incluso dejaran de ser prohibiciones; por ejemplo las prohibiciones alimentaras prcticamente desaparecern, la gente tender a comer casi de todo, de todo aquello que pueda encontrar en el supermercado, incluso los alimentos mas exticos; la nica excepcin parece, de momento, la carne humana y para algunos la carne cruda.

    En conclusin: por primera vez en la historia de la humanidad se plantear la posibilidad de una liberacin total del Deseo; o lo que es lo mismo se abrir la posibilidad de un Goce aparentemente sin limites, sin Ley, sin Amo, sin Seor, sin Dios, incluso sin Padre. Todo lo que pase por la fantasa (incluso lo ms retorcido) se supone que ha de ser posible, y no slo posible, realizable (vase el transexualismo). La nica pregunta sera: y por qu no? Todo se ha de poder probar si produce placer, incluso, segn algunos, el dolor. Con lo cual llegamos a una especie de todo vale en lo

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    referente al deseo, incluso coquetear con la posibilidad del incesto. Habr a pesar de todo, al final, algn lmite? Como siempre el problema es la muerte Qu ocurre si uno queriendo gozar se pasa de la raya (por ejemplo consumiendo una droga prohibida o llevando a cabo una prctica sexual de riesgo)? La respuesta es simple, ya no podra seguir gozando porque habra muerto. Por lo tanto las mentes ms avispadas, la gente ms sensata, lo que Nietzsche llam con desprecio el ltimo hombre, lo que plantearn ser no tanto un goce sin limites como la posibilidad de un goce continuo, un goce que aparentemente no tenga fin, pero tambin, y sobre todo, un goce seguro; tener la seguridad de que ese goce no va a acabar nunca y nunca va a acabar mal. Pregunta inocente: Cmo establecer una red de seguridad en un terreno tan resbaladizo como el del deseo y el goce? La respuesta estar en la tcnica, se tratar de gozar dentro de los lmites de lo tecnolgicamente factible. A este respecto, la ciencia y la tcnica, en el siglo XX, han avanzado una barbaridad y el mercado ha puesto al alcance de casi todo el mundo todo lo que hace falta para gozar sobre seguro. Las pldoras anticonceptivas, como antes los preservativos, se supone que acercaban a esa meta pero siempre ha habido pequeos inconvenientes: errores de clculo, olvidos, o simplemente agujeros en el plstico... Y los errores, en este terreno, se pagan. Se tratar en cualquier caso de evitar tecnolgicamente todos los aspectos negativos que conllevan el cuerpo, el deseo y la libertad. De este modo soamos o fantaseamos con que desaparezcan, gracias a la tcnica, la angustia, la culpa, la vergenza e incluso el dolor; y se supone que entonces se conseguira un goce limpio, sin accidentes, sin traumas y sobre todo con un resultado asegurado. Para ello se ha descubierto que la forma ms segura de gozar es consumiendo imgenes, lo que en su momento llamamos ciber-sexo. Como tambin hemos visto que uno mismo tiende a convertirse en imagen, para s mismo y de cara a los dems, al final nos encontraremos con un rgimen de vida y de goce en el cual habr imgenes que parecern ser cosas (o personas) pero tambin, y esto es lo ms inquietante, habr cosas (o personas) que en el fondo resultarn ser poco ms que imgenes. Sin embargo este rgimen de las imgenes agujereadas plantea sus propios problemas. Las imgenes, por ejemplo las que aparecen en los medios de comunicacin y que consumimos a diario, se pasan enseguida, tienen una fecha de caducidad muy corta porque enseguida cansan o aburren al telespectador. En el lmite esas imgenes duraran prcticamente lo que se tarde en emitirlas y rpidamente tendran que ser sustituidas por otras, por nuevas imgenes ms realistas, ms impactantes o ms excitantes. Esas imgenes, sobre todo cuando tienen un contenido sexual (y actualmente parece que toda imagen puede tener una connotacin sexual, vase la Publicidad), plantean siempre como horizonte final una especie de goce total, lo mximo en cuestin de goce o placer, algo as como el gran polvo o el orgasmo csmico; pero al final tambin la cosa queda siempre aplazada, siempre ser la prxima imagen la que vuelva a plantear la misma expectativa y as sucesivamente, en una especie de crescendo sin fin (de ah que este ciclo de reproduccin y consumo de imgenes sea un reflejo o un calco del ciclo de reproduccin ampliada del Capital). Con lo cual tendremos imgenes cada vez ms

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    estimulantes pero al final tambin cada vez ms decepcionantes, sobre todo cuando se apaga la maquinita del ciber-sexo.

    Con todo esto la relacin con la realidad se va a volver problemtica. Acostumbrados a las imgenes que se ofrecen en los medios de comunicacin o que aparecen en la pantalla del ordenador, la realidad parecer pobre y uno estar como anestesiado o insensible ante lo que le rodea si lo compara con la calidad de las imgenes que ha visto. En el terreno sexual puede que desaparezcan la vergenza y la culpa pero quizs tambin desaparezca la excitacin; o sea puede que un cuerpo real, incapaz de competir con esas excitantes imgenes, ya no sea capaz de provocar el deseo. Con lo cual a la vuelta de la esquina nos podramos encontrar con la depresin y quizs, en muchos casos, la impotencia; la impotencia de hacer frente a la realidad sin imgenes o sin sucedneos que sustituyan a esa realidad.