Psicologia de La Victimizacion Criminal
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7/23/2019 Psicologia de La Victimizacion Criminal
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Paula Fregenal Melgosa
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PSICOLOGÍA DE LA VICTIMIZACIÓN CRIMINAL
La preocupación por el rol de la víctima en la génesis y desarrollo del delito se inicia en 1948,
se establece que no sólo el agresor y los factores situacionales tienen un papel relevante en el
delito, sino también la conducta de la víctima. Enfatizan el rol activo de la víctima, observado
como un todo interactivo y no monocausal. Han sido utilizadas diversas teorías como la
indefensión aprendida, para la compresión del rol de la víctima.
Hay dos enfoques diferentes: el primero procedente del campo del derecho y la criminología,
pone de relieve la importancia de acciones legislativas, servicios de información y
asesoramiento legal, promoción social de derechos, etc. Mientras que una segunda línea de
enfoque psicosocial pone el acento en las medidas de apoyo profesional a las víctimas,
programas terapéuticos, etc.
Los estudios sobre la victimización parten de estudios descriptivos de las estadísticas oficiales.
Como alternativa a estas fuentes tradicionales se iniciaron las encuestas de victimización.
Hay dos tipos de teorías psicosociales en el estudio de la victimización criminal. Las teorías
descriptivas, caracterizadas por el desarrollo en forma de fases consecutivas a lo largo de una
dimensión temporal, tradicionalmente estructuradas a partir de los criterios de la teoría de la
crisis, donde el delito constituye el evento desencadenante, generando tres fases claramente
definidas: el impacto, la recuperación y el ajuste.
Y las teorías explicativas que consideran toda victimización como un proceso psicosocial de
carácter transaccional entre la víctima y su entorno. Actualmente se acepta que toda reacción
a un evento negativo, inducido o no por otra persona pone un marcha un proceso de ajusteque debe situarse inicialmente dentro de la normalidad, por ello no debe extrañarnos la
capacidad adaptativa de las víctimas, ni su autopercepción como personas normales.
Los efectos que pueden producirse a corto plazo se integran dentro de la primera etapa de
shock o de desorganización, su composición y duración puede variar mucho. La afectividad de
la víctima puede verse afectada por los sentimientos de vulnerabilidad, impotencia,
aislamiento, ambivalencia y bloqueo afectivo. A nivel cognitivo se produce un bloqueo que
hace que la víctima sea incapaz de pensar con claridad. Los efectos sobre la conducta varían
enormemente.
A medio plazo se produce la segunda fase que se caracteriza por su reevaluación cognitivo-
conductual. La victima intenta integrar el evento dentro de sus esquemas personales, escala
de valores, expectativas previas de comportamiento, percepción de sí misma y del entorno,
etc. se suele resentir especialmente su contacto social y escasamente desea hablar de los
pensamientos que asaltan su mente.
A largo plazo una vez que el miedo y la ira descienden, la víctima se adentra en una fase de
reorganización. El impacto del evento delictivo se resuelve mediante el establecimiento de
unas defesas más efectivas, conductas más vigilantes y mediante una revisión de los valores y
actitudes que permiten un reajuste en la vida cotidiana.
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Suele estimarse que entre un 15- 30 % de las victimas desarrollan alteraciones
psicopatológicas duraderas como consecuencia del delito y du deficiente afrontamiento. Las
principales son la depresión, la ansiedad y especialmente el trastorno de estrés postraumático,
que está definido por 5 aspectos básicos: experiencia o acontecimiento traumático fuera del
rango ordinario, la reexperiencia persistente de reacciones asociadas al suceso, la evitación deestímulos asociados al trauma o embotamiento de la reactividad general, la presencia de unos
signos de actividad autonómica (nerviosa) excesiva y una duración superior al mes.
Los tipos de intervención pueden clasificarse en individuales y grupales. Siendo en ambos
casos fundamentales los criterios de inclusión y exclusión. De intervención grupal podemos
diferenciar: información de colectivos, “peer group” y asesoramiento al entorno victimizado.
Por otro lado, en intervención individual existen: intervención de urgencia, intervención
cognitivo-conductual breve y asesoramiento en delitos continuados.
Existen múltiples tipos de programas con víctimas en todo el mundo. Entre la diversidad
existen podemos destacar: programas de prevención de la victimización, programas de
atención a colectivos específicos de víctimas, programas de asistencia tras el delito, programas
de indemnización económica a las víctimas, programas de conciliación entre la víctima y el
agresor y programas de atención a víctimas de otros estados. La forma organizativa más
efectiva para realizar una acción comunitaria es a través de los servicio de apoyo a víctimas.
La primera denominación del concepto de violencia doméstica y la más extendida en nuestro
país es la de “malos tratos”. En ella se infiere la valoración cualitativa “malos” y se
conceptualiza la mujer como un objeto susceptible de ser “tratada” por el hombre bien o mal.
Se tiende a considerar solo el aspecto físico de la conducta delictiva del agresor. En una
segundo etapa se conceptualiza no ya una valoración moral de los hechos, sino en la forma
adoptada por la conducta del agresor y sus efectos no individuales sobre la victima sino el seno
familiar. En la tercera etapa se conceptualiza no solo la agresividad procedente del padre hacia
la madre y los hijos, sino en conjunto toda aquella susceptible de generarse en el seno de una
familia. Dentro del ámbito del derecho aplicado tales diferenciaciones no se producen y se
tiende a establecer monolíticamente el concepto de malos tratos subdividiéndolo en dos
grandes bloques, los físicos y los psicológicos.
Existen tres grandes líneas teóricas sobre la violencia doméstica, cada una de las cuales
establece una etapa histórica diferente:
- Teorías psicopatológicas agresor y/o víctima: la más antigua y puede dividirse en dos
grupos, la primera de culpabilización a la víctima, incluso que elabora una
conceptualización sadomasoquista de dichas mujeres. Y la segunda pone en énfasis los
trastornos de personalidad del agresor, esencialmente el alcoholismo. Ambas dejan sin
explicar muchas cuestiones.
- Teorías socioculturales: feministas: desterró las hipótesis preexistentes al poner de
relieve tres principios esenciales, la violencia doméstica es un fenómeno
sociológicamente muy extendido en todas las culturas, se sostiene que es un delito
penalmente perseguible y que por tanto obliga a los poderes públicos a una protección
y tutela efectiva de los derechos de la víctima, y tiende a percibirse socialmente como
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algo privado, especialmente por la policía y la justicia, y por ello minusvalorado en su
actuación legal. Establecen que la violencia doméstica es tan solo una forma de
perpetuar el dominio del hombre sobre la mujer y se origina cuando hay una
distribución desigual de roles entre ambos sexos.
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Teorías psicosociales: el fenómeno circular: parte de un enfoque psicosocial delproblema, destacando el papel de la interacción entre agresor y víctima y sus efectos
progresivos a lo largo del tiempo. Se recogen tres fases que se producen en todo
episodio violento domestico: construcción del a tensión, explosión o incidente agresivo
y la calma que durara hasta el siguiente episodio.
Existen seis racionalizaciones que realiza la víctima para permanecer en la situación
agresiva: apelación a la salvación ética, negación, negación del daño, negación de la
victimización, negación de las opciones y apelar a altas lealtades.
Los menores en el seno de la violencia domestica son a veces un medio indirecto de
agredir a la víctima o la victima directa, en ambos casos el menor de adentra en un
proceso de indefensión aprendida. Una parte de los mismos tienden a repetir el
comportamiento paterno vivido, mientras que una minoría no aceptan ni realizan ningún
comportamiento agresivo.
Existen dos tipos de evaluaciones con víctimas de violencia domestica: una primera de tipo
forense y dirigida a la evaluación de las secuelas emocionales causadas por el delito y una
segunda dirigida a la intervención terapéutica posterior.