Psicología y Psicoterapia de la persona_cap5

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Psicología de la persona Xosé Manuel Domínguez Prieto Resumen del cap. 5 ¿Qué es Psicología? 1.- La Psicología es una ciencia. Su objeto material es el ser humano. Pero el ser humano como unidad -corporal, psíquico y espiritual- Es una ciencia limítrofe. Trata de las vivencias íntimas en relación con el cuerpo donde están encarnadas y desde el sentido totalizante por ser una psique espiritual. 2.- Su objeto formal es el alma (psijé). Entendida como principio de actividad interior -intelectiva, volitiva o afectiva-. Estudia al comportamiento humano pero no sólo como manifestación externa, sino como actividad íntima. En filosofía este ámbito íntimo es el del alma. Esta fue la primera definición de la psicología: “Ciencia del alma”. En nuestros días, más por prejuicios positivistas y por desconocimiento, se desprecia esta definición por obsoleta, por no científica, por no encajar con la mentalidad dominante (reductivista); y se dice que la psicología es la “ciencia de la conducta” o “ciencia de la mente”. La psicología como ciencia del alma encierra dificultades. El alma todos la experimentamos y los actos son interiores; pero conocer al alma resulta dificilísimo. Pero el concepto alma es el más apropiado para referirnos a esa dimensión de la persona en

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Resumen del capítulo 5 del libro Psicología de la Persona de Xosé Manuel Domínguez P.

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Psicología de la personaXosé Manuel Domínguez Prieto

Resumen del cap. 5

¿Qué es Psicología?

1.- La Psicología es una ciencia. Su objeto material es el ser humano.

Pero el ser humano como unidad -corporal, psíquico y espiritual-

Es una ciencia limítrofe. Trata de las vivencias íntimas en relación con el cuerpo donde están encarnadas y desde el sentido totalizante por ser una psique espiritual.

2.- Su objeto formal es el alma (psijé).

Entendida como principio de actividad interior -intelectiva, volitiva o afectiva-.

Estudia al comportamiento humano pero no sólo como manifestación externa, sino como actividad íntima.

En filosofía este ámbito íntimo es el del alma.

Esta fue la primera definición de la psicología: “Ciencia del alma”.

En nuestros días, más por prejuicios positivistas y por desconocimiento, se desprecia esta definición por obsoleta, por no científica, por no encajar con la mentalidad dominante (reductivista); y se dice que la psicología es la “ciencia de la conducta” o “ciencia de la mente”.

La psicología como ciencia del alma encierra dificultades. El alma todos la experimentamos y los actos son interiores; pero conocer al alma resulta dificilísimo. Pero el concepto alma es el más apropiado para referirnos a  esa dimensión de la persona en el que ella toma consciencia de sí y se experimenta a sí misma y a la realidad. Es, por eso, la ciencia de la psijé.

Hay que aclarar que no es lo mismo alma que psique. El alma está en lo metafísico. La psique está integrada a la estructura personal y tenemos acceso fenoménico, experiencial. Son dos niveles epistemológicos distintos. La psique es el ámbito de la intimidad humana, la morada interior (ethos).

Afirmar que el ser humano es una unidad psicosomática (concepción griega), resulta reduccionista. Porque también los animales son unidad psicosomática. Y, además, porque esa unidad está redimensionada por lo espiritual-personal.

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Quizá ilumine más la realidad del psiquismo humano considerarlo en la línea de la tradición bíblica: un todo tridimensional. Todo el hombre es un ser concreto viviente, sentiente, afectante, volente e inteligente. No es algo que la persona “tiene”, sino algo que “es”.

La psique es el gozne en el que la persona se abre al mundo, a sí misma, a las demás personas y a Dios. Es una encrucijada entre lo corporal y lo espiritual.

No es correcto decir que la facultad de la inteligencia piensa, la capacidad afectiva se ve afectada por lo que se le hace presente o que la voluntad opta a partir de tendencias. Se trata de una persona que piensa, siente y quiere, en unidad; no son procesos separables. La persona, entonces, no tiene cuerpo ni tiene psiquismo, sino que es corpórea y es psíquica.

La persona es una unidad actuante. Lo psíquico actúa en lo orgánico, y lo orgánico, en lo psíquico. Por ello una alteración orgánica producirá una alteración psíquica, y una alteración psíquica producirá una modificación orgánica.

Lo psíquico se capta por las vivencias pero tiene dos ámbitos: lo consciente y lo extraconsciente. En el nivel consciente se da la separación entre el yo y el objeto; y la autoreflexión. En lo extraconsciente no hay separación entre el yo y su objeto. Es un trasfondo que no es directamente, ni habitualmente perceptible.

Lo extraconsciente abarca los niveles vegetativo y sensitivo. A nivel vegetativo lo psíquico está como animación o vivificación, como ánima. Por ella el cuerpo está vivo y es. La individualidad de la psique no procede del cuerpo, sino que es correlativa a él. El nivel vegetativo es objeto de estudio de la biología; la psicología lo toma en cuenta.

En el nivel sensitivo lo psíquico permite el sentir, permite la animalidad y sus funciones, esto es, la capacidad de recibir estímulos, ser afecto y responder a los estímulos. Es objeto de estudio de la etiología y la zoología en el caso de la psique animal; y por la psicología en el caso de la psique humana.

Lo consciente se ocupa de lo racional (unidad intelecto-afecto-voluntad). El sujeto se percibe ante la realidad, que le afecta y es capaz de responder. Para las operaciones intelectivas, afectivas y volitivas la psique requiere del cuerpo. En el animal son los estímulos los que mueven la respuesta. En el hombre lo que suscita, afecta e impele a responder es “intelección sentiente, sentimiento afectante y voluntad tendente”.

¿De qué se ocupa la psicología?

3.- La psicología se ocupa de la psique-de-la-persona.

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En primer lugar, se ocupa de los procesos psíquicos del sentir (psicología experimental).

En segundo lugar, estudia el ámbito de las vivencias intencionales de las personas, las relaciones entre ellas y las totalidades en las que se insertan (su vida personal, consciente, con una biografía, en relación con otras personas). Es el estudio de todos los automovimientos vitales -se presenten en comportamientos o no-.

Desde Brentano se afirma que lo que caracteriza a los actos racionales o superiores es la intencionalidad (que se refiere de modo consciente y significativo a un objeto exterior. Son vivencias en las que se tiene consciencia de algo). Se dividen en actos cognoscitivos y respuestas. Las respuestas pueden ser teóricas, prácticas o afectivas. También se considera a la respuesta como actual, limitada al momento de la vivencia y perdurable en el tiempo.

Se incluye también en lo psíquico la dimensión espiritual. Lo pístico (fe, creencias), lo elpídico (esperanza) y lo fílico (amor) son sin duda los grandes motores de la persona, ser espiritual.

¿Qué es psicoterapia?

La psicoterapia es ciencia teórica y práctica. En cuanto teoría trata de conocer y comprender todos aquellos fenómenos en los que se manifiesta la persona, tanto en su intimidad como en su comportamiento. En tanto que ciencia práctica, la psicología tiene una dimensión terapéutica por cuanto los conocimientos teóricos se traducen en procesos de acompañamiento reglado de las personas que solicitan ayuda.

Se suele entender por psicoterapia (clínica) el conjunto de técnicas que sirven para tratar trastornos mentales o inadaptaciones. Por nuestra parte, podemos definir la psicoterapia como…

4.- …Un modo de encuentro, parcialmente planificado, entre una persona que ejerce su capacidad de acompañamiento (en general, socialmente reconocida y reglada) y una persona que sufre.

El terapeuta puede tratar, en el fruto de este encuentro, de aliviar el malestar o ayuda a que la persona afronte su problema e, incluso, a que lo acepte y soporte como parte de su crecimiento y como oportunidad para su vida. Por ello, algunos psicoterapeutas prefieren el término de “counseling” en tanto que consideran que, en sentido estricto, no sanan, sino que acompañan a la persona en su crecimiento y realización.

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Desde la Logoterapia se afirma que la tarea terapéutica consiste en “decir la palabra justa en el momento justo”, con el objeto de conseguir una modificación en la actitud del acompañado, de que encuentre valores y sentidos que den nueva luz a su situación. Pero siempre evitando el tono moralizante, directivo y jurídico (coincide con Rogers). Más que lanzarse a proponer respuestas, ha de plantear preguntas provocativas al estilo mayéutico, para que el acompañado logre despertar a su propia situación, un tomar consciencia de sí, de su realidad, de su contexto.

¿Cuales son los elementos comunes a toda psicoterapia?

Una persona que acompaña a quien sufre. No decimos que "cure”. Una persona que sufre y busca alivio mediante la ayuda de un terapeuta. Varios encuentros estructurados orientados a facilitar cambios en lo cognitivo (el

insight sobre su situación y un nuevo marco conceptual para abordar el problema), en lo afectivo (por el afrontamiento su realidad), en la conducta (como resultado), incluyendo nuevas formas de relación.

Un procedimiento. El terapeuta cuenta con una teoría adecuada y contrastada que sea sustento de su acción terapéutica, especialmente respecto de la naturaleza humana y su desarrollo. Establece una alianza afectuosa para que el acompañado se sienta seguro y experimente otras formas de afrontar su vida, de experimentarse a sí mismo, a su mundo y sus relaciones.

¿Qué no es psicoterapia?

La psicoterapia no consiste en administrar recetas para arreglar cuestiones puntuales, sino una ayuda o un impulso en el proceso de volverse persona más plena. La psicoterapia no es un tratamiento curativo para eliminar síntomas. Es una relación de ayuda para buscar conjuntamente soluciones a los problemas del acompañado en su camino de madurez personal. Por lo tanto, la alteración psicopatológica sería el síntoma de un intento frustrado de maduración. Y las clasificaciones psicopatológicas no son explicaciones. La etiqueta no es clave de lectura de lo que le pasa a la persona, sino la realidad personal a la que esta remite. Por ello, el objetivo de la psicoterapia tampoco es la “curación sintomática”, sino el crecimiento personal o la recuperación personal, la metanoia para conseguir que la persona tome constructivamente su vida. Los síntomas son voces de la pérdida de control y bloqueo en la vida del acompañado, de modo que se trata de aprender a afrontar la vida, la propia realidad, dejar de huir en lo impersonal y tomar las riendas de la propia.

¿Tiene límites la psicoterapia?

Según Jaspers la psicoterapia tiene límites insuperables: Hay elementos del acompañado que no se pueden cambiar: su disposición

natural, su temperamento, su ser íntimo (su vocación, su historia).

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La psicoterapia no es la vida real. En la vida real hay tareas concretas para enfrentar y resolver responsablemente.

El terapeuta no puede hacer lo que le corresponde al acompañado. El paternalismo terapéutico está excluido.

¿Cuáles son los objetivos personalizantes de la psicoterapia?

5.- El psicoterapeuta, con su relación personal y profesional, crea el contexto para que:

La persona recupere o haga más pleno su contacto con la realidad (propia, circundante, axiológica, los otros y el Otro). Aprender a discriminar entre lo real y sus interpretaciones erróneas. Abrirse a todas las dimensiones de la realidad: material, psíquica, axiológica, espiritual, comunitaria, social…

El acompañado acepte las cosas como son, que vive con aquellos que vive y son como son, y que él mismo es como es. Si no se ve y se acepta la realidad de las cosas, no hay modo de empezar a cambiarla. A veces, la sola aceptación de lo inevitable hace el cambio.

El acompañado reconozca sus evitaciones. Que cambie sus “no puedo” por “no quiero”. Toda evitación o huida impide el crecimiento y la maduración. Justo ha de abrazar (dolor, problema, “demonios internos”) lo que quisiera evitar.

La persona logre un pleno contacto con la realidad. Con quien es y cómo es, lo(s) que le rodea(n). Desarrolle un máximo de responsabilidad, creatividad y compromiso individual y social. Quizá no siempre tenga la responsabilidad de todos los problemas que padece, pero sí es responsable de su actitud ante ellos y la respuesta que les dé. Bien decía Rollo May que toda persona permanece en su estado patológico hasta que tenga una buena razón biográfica para dejarlo.

 El acompañado sea capaz de autotrascenderse en el compromiso con las personas y con todo lo valioso. El proyecto de vida sólo tiene sentido cuando se encarna en la vocación. Optar y comprometerse suponen fidelidad a la propia identidad y a la situación en la que se encuentra y a los propios valores.

La persona pueda comprender mejor su propia situación tomando distancia de su problema. Se pueda percibir más grande que su problema y pueda manejarlo. El cognitivismo afirma que no es el hecho en sí lo que afecta a la persona, sino el modo en que lo concibe. El terapeuta ha de suponer un medio para que el acompañado detecte y corrija sus distorsiones cognitiva. La percepción distorsionada sobre uno mismo, sobre los demás y sobre lo real suele producir disfunciones y alteraciones psicopatológicas.

El acompañado pueda establecer nuevas y más sanas experiencias afectivas, gracias al clima de empatía, aceptación incondicional y calidez que se da en la relación terapéutica. La persona pueda experimentar libremente sus afectos positivos y negativos -que están bloqueando su vida y que deben ser evacuados-.

Afrontando los afectos negativos descubre que son molestos pero no intolerables. Y luego puede estar en disposición de abordar conflictos, necesidades y situaciones no resueltos. La relación y encuentro con el terapeuta es la ocasión para retomarlos (de modo que se produce lo que el psicoanálisis

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llama “transferencia”). El terapeuta debe cuidar que no se produzca una dependencia relacional, una confluencia empobrecedora.

El acompañado pueda adquirir nuevas competencias, esto es, hábitos constructivos.

El acompañado se disponga a restaurar o establecer relaciones comunitarias saneadas y personalizantes.

La persona descubra o recupere su sentido existencial y su horizonte de valore objetivos y sea capaz de orientar su vida desde ellos.

La persona reconozca los problemas como desafíos y oportunidades, no como obstáculos y amenazas.

El acompañado adquiera una dimensión distinta de la realidad: Él es más grande que sus problemas. No es ansioso, sino que se siente ansioso cuando tiene que hacer un examen. No es bulímico, sino que a veces tiene descontrol con la comida. La persona descubra sus áreas luminosas, fuertes y sanas, junto a sus zonas dañadas.

Para lograr esto último, la persona debe reconocer y cambiar las máscaras en las que se esconde.

El problema del diagnóstico

Es necesario llamar la atención sobre el peligro cosificante a que puede dar lugar una mala interpretación de los diagnósticos del DSM o del CIE. En primer lugar, las clasificaciones pretenden “precisión”, etiquetar la patología, propia del ámbito médico y no tan eficaz en el ámbito de la psicología clínica o la psicoterapia. Algunas clasificaciones de las psicopatologías parecen más enfocadas a la administración de fármacos que a su comprensión. Watzlawick y Nardone nos alertan sobre el error de pensar que si existe un nombre para algo, ese algo debe existir como entidad real. Ciertamente el diagnóstico tiene un fundamento pero no deja de ser una interpretación. Además, los diagnósticos, aún buscando criterios científicos y objetivos, no dejan de ser convenciones de personas sometidas a creencias subjetivas e influencias históricas. También es peligroso usar una etiqueta porque puede dar la impresión de que estamos ante un objeto real, que actúa dentro de la persona. Además, algunos se concentran en buscar el mal en el cerebro y se desentienden de considerar las circunstancias personales, la trayectoria biográfica, la calidad de las relaciones personales, el modo de afrontar los problemas y su madurez personal.

Profecías autocumplidas

En la medida en que el psicoterapeuta esté cerrado en sus categorías y en su escuela tenderá a encontrar aquello que está preparado para encontrar, y como profecía verá lo que espera ver. De ahí la importancia de mirar más allá y descubrir a la persona. El empleo sistemático de etiquetas para agotar la comprensión de la persona supone una despersonalización. Además, es una buena excusa y justificación para que la persona siga repitiendo su conducta disfuncional o patología (para ser coherente con el nombre que recibe del experto).

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Mecanicismo y Reductivismo

Toda esta situación está sustentada en una visión de la persona reductivista y mecanicista. El resultado es que se llevan a cabo terapias parciales que no son suficientes. El tratamiento farmacológico, las técnicas conductuales o cognitivas, pueden ser buen instrumento en momentos de crisis pero lo psicosomático sólo se entiende desde una dimensión superior: la personal o espiritual.

¿Qué es salud y qué es enfermedad desde una perspectiva personalista?

6.- Los conceptos “salud” y “enfermedad” mental no se pueden revisar desde la perspectiva empírica debido a que cada época tiene sus propios criterios de adaptación social. Dichos conceptos se deben considerar desde un nivel antropológico pues tienen que ver con la propia percepción de la persona afectada. Por ejemplo: un determinado nivel de ansiedad es perfectamente asumible por un ejecutivo, pero ese mismo nivel de ansiedad puede ser inasumible por un adolescente en exámenes. ¿Se puede identificar tener problemas y sufrir psicopatologías? No, la mayor parte de las personas sufrimos dada la limitación, falibilidad, fragilidad y labilidad propia del ser humano y su existencia, frecuentemente en crisis, sin que esto suponga ningún tipo de psicopatología. Además, hay personas que sufren porque saben que tienen un problema, otras que no sufren porque no saben de su patología, personas que sufren porque creen tener un problema que realmente no tienen, etc. Si en el ámbito de lo biológico está claro qué quiere decir salud -funcionalidad, ausencia de defecto, de alteración anatómica y fisiológica-, no lo está en el ámbito psíquico, donde cada ser humano es inacabado y una alteración psíquica es siempre una etapa en su proceso personal. Por lo que puede ser degradante pero a la vez constructivo, una crisis que cierre un proceso de crecimiento, una situación que abre paso a otra. Hay tres formas de entender la psicopatía:

Las dos primeras son reductivistas: como alteración de base somática y como alteración psíquica con fundamento somático desconocido. En estas posturas se encierran dos errores: suponer que siempre existen disfunciones químicas o fisiológicas, sin evidencia, y suponer que, si existen, son causa de la disfunción psíquica. Además, la persona es mucho más que su cuerpo, y el cuerpo es de la persona, y no como mecanismo autónomo. Muchísimas psicopatologías no cursan con afección somática y las que lo hacen, pueden ser como fenómeno concomitante o, incluso, producido por alteración psíquica.

Como variación de toda la persona de modo indeseable para ella o para su ambiente. La alteración psíquica es muestra excepcional de lo que es común a todos los seres humanos: su infirmidad, su falibilidad. En las visiones reductivistas de la psicopatía se apela a lo científico -biológico- y en esta visión se apela a la antropología -libertad-. Ambos aspectos son necesarios pero el segundo es el determinante.

En la terapia debe haber, pues, elementos de tratamiento físico, de adiestramiento conductual y, sobre todo, de educación de la persona. Pero siempre desde la comunicación intepersonal, pues es en el encuentro con el psicoterapeuta donde puede

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darse uno de los momentos clave de la recuperación: el descubrimiento del propio sentido, de las posibilidades positivas y valiosas que el acompañado puede encontrar en su vida presente. Y esto ya es tarea filosófica, que trasciende a la médica o psicológica. La salud, entonces, es estar progresivamente más cerca de la verdad de uno mismo y el trastorno, en falsedad sobre la propia realidad. Por eso la psicología debe abocarse a lo verdadero en la persona.Desde la perspectiva reductivista se entiende la salud como el equilibrio homeostático o la plena funcionalidad orgánica y psicológica. Pero la persona es más que estar “en plena forma física” o ·estar a gusto consigo misma”. La persona es un equilibrio desequilibrado, un dar-de-sí, una flecha lanzada al infinito, un animal no fijado. Para Guardini, “sano es lo que conduce a la mayor humanización; enfermo, por el contrario, lo que la impide”. Hay que acudir a una visión integral de quién es la persona para entender cabalmente qué entendemos por salud y por enfermedad.