Qué Falló en WorldCom
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¿Qué falló en WorldCom?
Este es uno de los mayores escándalos a pesar de que en la actualidad, casi con cada
semana, aparece un nuevo caso de actividades empresariales fraudulentas. La
empresa de telecomunicacionesWorldCom, la segunda proveedora de servicios de
información y llamadas telefónicas de larga distancia en EE.UU., anunció el 25 de junio
que tendría que corregir sus cuentas de resultados en unos 3.850 millones de dólares.
Inversores, analistas y el público en general se quedaron atónitos al ver como los
beneficios previamente anunciados de repente resultaron ser pérdidas. Las
irregularidades contables salieron a la luz durante una auditoría interna.
Como todo el mundo ahora sabe, en los días posteriores a dicha declaración tuvieron
lugar muchos acontecimientos. El vicepresidente financiero Scott Sullivan, quien no
hace mucho había sido considerado un fenómeno de las finanzas, es despedido. La
Securities and Exchange Commission (SEC) interpone una demanda contra WorldCom
acusándole de fraude. Como la posibilidad de una bancarrota cada vez parece más
probable, Wall Street castiga las acciones de WorldCom, las cuales ya estaban tocando
fondo antes de todos estos acontecimientos: el 2 de junio se cerraban a 10 céntimos.
Los analistas avisan que puede que todavía haya otras malas noticias, y que para
cuando todo se calme, los errores cometidos por WorldCom podrían ser más caros que
los de Enron.
¿Cómo ha ocurrido esto? Y lo qué es más importante, ¿cuánta confianza deberían
tener los inversores en las cuentas de resultados de las empresas? Según expertos de
Wharton y de otras entidades, es esencial realizar algunas reformas en la contabilidad,
pero tendrá que hacerse mucho más que eso para reestablecer la integridad y la
responsabilidad en el mundo empresarial.
“Lo que es sorprendente en el caso de WorldCom es la naturaleza tan básica de lo
ocurrido” dice Karen Nelson, profesora de contabilidad en Stanford Graduate School of
Business. “El caso de Enron tuvo que ver con complejas asociaciones y con la
contabilidad de las entidades con fines específicos. Pero WorldCom cometió el error en
algo que se enseña en las primeras semanas de cualquier curso básico de contabilidad.
Dada la básica naturaleza del problema y su magnitud, la gente se pregunta cómo no
se pudieron dar cuenta”.
El día 1 de julio, WorldCom proporcionaba a la SEC un informe detallando qué es lo
que la compañía conocía sobre sus problemas contables hasta la fecha. El informe
explicaba como en el año 2001, así como en el primer trimestre de
2002, WorldCom había incurrido en costes operativos –en su mayoría gastos asociados
al uso de servicios de red subcontratados– que erróneamente contabilizó como gastos
de capital.
Al parecer, estas transferencias fueron descubiertas por la auditoría interna de Cynthia
Cooper, vicepresidenta de WorldCom. Cuando se informó de lo ocurrido, tanto el
actual auditor de la empresa –KPMG-, como el antiguo –Andersen-, estuvieron de
acuerdo en que estas anotaciones no seguían los ‘principios-contables-generalmente-
aceptados’ (Generally accepted accounting principles, GAAP). Tras un repaso por parte
del comité de auditores de la empresa, la junta directiva de WorldCom despidió a
Sullivan y aceptó la dimisión de David F. Myers, vicepresidente senior y responsable de
las funciones de control. La demanda de SEC llegó un día más tarde.
“El contabilizar gastos obvios como gastos en capital es completamente fraudulento.
No hay excusa posible para este tipo de malinterpretación. Todo el mundo en la
industria estaría de acuerdo en que el pago por un servicio de alquiler de líneas locales
claramente es un gasto” opina Robert A. Howell, profesor visitante de Dirección de
empresas en Dartmouth´s Tuck School y graduado en Wharton en 1962. Dichos gastos
deben ser inmediatamente reconocidos en el periodo en el que tienen lugar, a
diferencia de los gastos que pueden legítimamente ser contabilizados como gastos en
capital y que se deprecian a lo largo de su vida útil. La mala interpretación de estos
gastos por parte de WorldCom originó una inflación artificial de sus ingresos netos y de
sus beneficios brutos (beneficios antes de intereses, impuestos, depreciación y
amortización).
Si la empresa creyó que considerar los costes operativos como gastos en capital era, tal
y como alegó Sullivan, en cierta manera correcto a pesar de las normas contables,
Nelson opina que debería haberse hecho público con anterioridad. Para Nelson, “a
diferencia del caso Enron, en este caso los temas contables están mucho mejor
definidos. Por supuesto, el vicepresidente financiero puede intentar argumentar que
creía que la contabilidad era correcta. Pero si fue así, ¿por qué no lo manifestó en la
primera nota a pie de página del informe anual? Si crees que es correcto como estás
contabilizando esos costes, indícalo en una nota a pie de página y házlo transparente”.
Es más, Nelson añade que los auditores tampoco están libres de culpa en este caso.
“Por supuesto que no puedes revisar cada una de las líneas, pero creo que la mera
aplicación de técnicas básicas de muestreo debería haber sacado a la luz este tipo de
entradas. Parece que se llevó a cabo un procedimiento bastante sistemático” explica
Nelson.
Peter Knutson, profesor emérito de contabilidad en Wharton, describe estas
transferencias como algo similar a una malversación de fondos –de hecho, el desvío de
dinero de un lugar a otro. “Lo que sospecho – aunque esto es una mera especulación–,
es que con los fondos ‘prestados’ el vicepresidente financiero puede que haya pensado
que la empresa iba a ser capaz de cumplir con sus obligaciones, y que esto mantendría
a WorldCom a flote hasta que ganase algo de dinero” proclama. “La contabilización
podía retrasarse, pero tenía que llegar tarde o temprano, por tanto sospecho que él
sabía que no era un negocio muy limpio”.
“No hubo una contabilización falsa de fondos, así que en ese sentido no se trata de
fraude. Simplemente consiste en contabilizarlos en una partida errónea, en gastos en
inversión en vez de en gastos operativos” comenta Nelson.
El informe que WorldCom realizó para la SEC también revela que la empresa estaba
involucrada en “material reversals of reserve accounts“ (la inversión de anotaciones
contables de las cuentas de reservas) -con frecuencia denominada contabilidadcookie-
jar (con bote, despensa). “Por ejemplo, una cuenta de reservas puede suponer un
fondo para cubrir las deudas impagadas” explica Howell. “Cada vez que haces una
venta, haces una estimación de la deuda incobrable. A medida que vas acumulando
deudas impagadas, empiezas a compensarlas con reservas. Al final del año depende
del auditor decir si las reservas fueron excesivas, adecuadas, etc. Analizan la historia de
las deudas impagadas y juzgan. Hay algo de flexibilidad en todo este proceso respecto
a cuándo quieres invertir las anotaciones contables de las reservas. Esto infla tus
ganancias.
“Se puede ver venir –puedes calcular el porcentaje de deudas impagadas sobre las
pagadas” señala Howell. Si de año en año cambia drásticamente -dice-, entonces es
cuestión de alarmarse. Sin embargo, las reservas no están necesariamente reflejadas
en los balances y cuentas oficiales, por lo que la gente no suele pararse a analizarlas.
Señales de avisoEs la pregunta del millón: ¿no podía nadie ver el fin estaba próximo? Peter Wysocki,
profesor de contabilidad de Sloan School of Management del MIT señala que los
inversores pueden buscar ciertas señales de aviso que puedan ayudar a la detección de
potenciales fraudes en la gestión de los ingresos y la contabilidad. Él recomienda lo
siguiente:
1. “Compara empresas en la misma industria y en el mismo sector. Por ejemplo, ¿son
similares las condiciones de leasing? ¿Son las previsiones de deudas parecidas? En el
caso de WorldCom se podría comparar la evolución de la capitalización de las
inversiones y los gastos en inversiones entre empresas. No obstante, todavía es
bastante difícil detectar el fraude porque las empresas no facilitan información
detallada sobre la evolución específica de los gastos e inversiones en capital.
2. “Analiza la evolución del cash flow en relación con los beneficios calculados según
los ‘principios-contables-generalmente-aceptados’. Si existe una amplia y creciente
divergencia entre éstas cuantías se trata de una señal de aviso de que los managers
pueden estar manipulando dichas cifras.
3. “Una señal de aviso muy útil que suele manifestarse tempranamente es la existencia
de desacuerdos recientes entre la empresa, sus managers y sus empresas asesoras
profesionales. Por ejemplo, ¿ha cambiado últimamente la empresa de auditores o de
asesor legal? Es más, ¿han abandonado altos ejecutivos recientemente la empresa
bajo circunstancias sospechosas? ¿Se ha marchado algún alto ejecutivo debido a
posibles desacuerdos sobre los métodos agresivos de contabilización de las cifras de
ventas?”
Nelson sugiere que las cuentas de reservas también deberían ser analizadas
escrupulosamente. “Dondequiera que veas empresas que siempre cumplen sus
expectativas de beneficios y cuando veas constantes y suaves incrementos de los
ingresos, tienes que preguntarte si en la empresa no se estará creando una ‘cookie-
jar’(bote, despensa; literalmente caja de galletas) a la que contribuyen en los buenos
tiempos y de la que sacan en los malos. En los últimos dos años hemos pasado por
tiempos económicos más difíciles. ¿Pueden por tanto las empresas seguir mostrando
un estable crecimiento de los beneficios? Creo que es importante que los analistas
ejerciten el escepticismo, analicen cuál es la gobernabilidad de la empresa y se
pregunten ¿nos fiamos de esta gente? ¿Tiene sentido este crecimiento?”
Las cifras esperadas y las cifras finalmente conseguidas también pueden
proporcionarnos pistas, explica Howell. “Si la cifra esperada para gastos en capital en
2001 estaba alrededor de los 5.000 millones de dólares y la cantidad de la memoria fue
8.000 millones, alguien debería haberse dado cuenta, especialmente si estaba
examinando las cuentas y balances de la empresa y tenía una idea del nivel de gastos
en capital planificado” señala Howell.
¿Vacíos en los ‘principios-contables-generalmente-aceptados’?A raíz de la serie de recientes escándalos contables, algunos han pedido cambios en los
‘principios-contables-generalmente-aceptados’ afirmando que la complejidad y
extensión de las normas contables constituyen todo un incentivo para que las
empresas se evadan de su cumplimiento.
Knutson cree que depender demasiado en estas normas puede causar ciertos
problemas. “Los ‘principios-contables-generalmente-aceptados’ han contribuido a
clarificar las ‘áreas borrosas’. Si todo es blanco y negro siempre puedo efectuar una
transacción de tal modo que sobrepase un poco los límites. Enron hizo algo parecido a
esto, a menudo incluso en consonancia con los ‘principios-contables-generalmente-
aceptados’. Si hubiese áreas grises sería mejor. Se ha prescindido de la profesionalidad
de los auditores”, explica Knutson.
Pero, en opinión de mucha gente, modificando los‘principios-contables-generalmente-
aceptados’ no se van a solucionar los problemas. “Los casos
de Xerox, Enron yWorldCom demuestran que los managers estadounidenses todavía
tienen incentivos para cometer flagrantes fraudes contables” comenta Wysocki.
“¿Podría una versión revisada o menos detallista de los ‘principios-contables-
generalmente-aceptados’ haber evitado estos casos de fraude? La respuesta
probablemente es no. Lo que parece ser la raíz del problema es que muchos miembros
de la empresa todavía creen que tienen mucho que perder (por ejemplo, una caída
inmediata del precio de las acciones), si revelan rápida y honestamente a gente ajena a
la empresa la mala actuación de la empresa. Los beneficios de hacer trampas o de
cometer fraude contable parecen pesar más que los costes potenciales de ser
descubiertos cometiendo este fraude. Esto sugiere que en EE.UU. las penas del código
penal y civil por cometer fraude no son lo suficientemente estrictas para disuadir este
tipo de comportamiento”.
Christian Leuz, profesor de contabilidad de Wharton, está de acuerdo y señala que el
debate entre principios y normas a menudo es exagerado. “Sí, se necesitan unas
pautas generales para la contabilidad, pero también se necesitan principios para que la
gente no se salte los límites trazados por las normas. Por ejemplo, en el Reino Unido
existe una disposición para ir contra las normas en caso de que siguiendo las normas
no se dé una visión plena y verdadera de las cuentas de la empresa. De esta manera,
aunque las ignores todavía puedes tener problemas. La gente señala que puede que
las normas en EE.UU. sean poco flexibles. Pero en la actualidad los estándares
contables en EE.UU. están basados de hecho en principios, y a menudo tienes que
ignorarlos. Así, no es probable que sólo el cambio de los estándares contables
solucione el problema.
“Incluso si tienes un fuerte sistema -fuertemente impuesto por la SEC, los litigios de los
accionistas, etc.-, todavía puede haber manipulaciones contables” añade. “Los
managers pueden intentar manipular las cifras si tienen incentivos para hacerlo.
Primero es necesario resolver los problemas subyacentes de gobernabilidad e
incentivos; después se tendrá una contabilidad de mayor calidad” dice Leuz.
El inversor cautoLeuz advierte que los inversores deben tener en cuenta que las cifras de contabilidad
financiera están llenas de estimaciones y juicios. “El público debe ser hasta cierto
punto escéptico, y debe darse cuenta de que ciertos juicios pueden ser erróneos.
Puede que los inversores hayan tenido demasiada fe en el significado de las cifras de
resultados. Lo que ha ocurrido no tiene excusa; las recientes acusaciones son de fraude
y manipulación. Pero incluso cuando se siguen estrictamente las normas contables,
siempre existirán ciertos juicios personales”.
El día 28 de junio, la SEC llamó a los vicepresidentes ejecutivos y financieros de grandes
empresas para que certificasen personalmente la exactitud de sus últimos balances y
cuentas de resultados, y publicó una lista con más de 900 empresas –aquellas con
beneficios declarados superiores a 1.200 millones de dólares-, a las que llamaría para
pedirles lo mismo.
Leuz subraya que hay muchos aspectos a tener en cuenta cuando se está pensando en
llevar a cabo medidas como esa. “Por un lado, efectivamente necesitamos
responsables, pero también uno debe ser realista respecto a lo que el vicepresidente
ejecutivo puede saber sobre cada transacción y su consiguiente contabilización. En
principio, es una buena idea que los managers sean los responsables de los balances y
cuentas de resultados de las empresas. Pero es difícil, sino imposible, que un
vicepresidente ejecutivo esté al tanto y revise cada una de las transacciones. Hay que
ser realista respecto al trabajo y al nivel al que un vicepresidente ejecutivo ve la
información contable. No obstante, esto no significa que deban quedarse libres de
cargos. Es responsabilidad del vicepresidente ejecutivo asegurarse de que las personas
de la empresa publiquen cifras fidedignas. Probablemente sea correcto pedir tanto a
los managers como a los auditores que apoyen esas las cifras”.
Knutson alerta que no es posible para los vicepresidentes ejecutivos de grandes
empresas estar al tanto de todas las transacciones financieras de sus compañías.
“¿Cómo va a certificar un vicepresidente ejecutivo que las finanzas son correctas?
Piensa por ejemplo en General Electric y Jack Welch [antiguo vicepresidente ejecutivo].
¿Podía Welch saber si los números de la empresa eran correctos? Él tenía que confiar
en el supervisor, el director del departamento de contabilidad, el cual a su vez confiaba
en los contables de su departamento que preparan el informe anual. Tienen que tener
personas en las que confiar”. La idea de la certificación por parte del vicepresidente
ejecutivo suena bien, y tiene buena publicidad -dice Knutson-, pero no siempre es
realista.
Nelson cree que hacer responsables a los altos cargos sólo será efectivo si
simultáneamente se imponen medidas adecuadas de castigo. “Creo que si existen
medidas disuasorias y si existen consecuencias por los comportamientos fraudulentos
y como vicepresidente ejecutivo lo has certificado, entonces será efectivo. Creo que es
razonable esperar algún tipo de certificación. Después de todo, se trata de su empresa
y se les paga –a menudo muy bien– para que las gestionen” explica Nelson.
“La gente solía coger el informe anual de una empresa y creer a pies juntillas todo lo
que en él figuraba” añade Nelson. “Ahora se leen como si se tratase de una revista del
corazón. La gente cree que es todo inventado. Mi opinión es que esto debería ser un
asunto de gran preocupación entre la profesión contable”.
Auditoría a las responsabilidadesLos expertos están de acuerdo en que la clave son fuertes mecanismos de control
internos y externos. “En general, los auditores externos llevan a cabo una auditoría
fiscal al año a una empresa por la que pasan a su vez una vez al año. Pero existen
problemas sistemáticos -como en el caso de WorldCom las partidas que trimestre tras
trimestre fueron erróneamente asignadas-, que deberían haber sido detectados por
los auditores. Los controles internos son más oportunos en muchos sentidos” cree
Nelson.
“Uno no puede minimizar el papel que desempeña el vicepresidente financiero en
todo esto; cuando se tiene un vicepresidente financiero con una agenda, que sabe
como elaborar los libros y como tratar con los auditores, y que está al tanto de los
procedimientos de las auditorías, entonces puede hacer que los auditores miren hacia
donde él quiera que miren, y por ello los auditores tampoco están siendo tan
escépticos como deberían ser” añade Nelson.
“El objetivo de una auditoría no es sencillo. Si alguien quiere esconder cosas a los
auditores, probablemente encuentren maneras de hacerlo” añade Leuz. “Los auditores
a menudo adoptan una estrategia basada en el riesgo, esto es, examinan las áreas que
se consideran como las más propensas a contener errores. Es imposible examinar cada
transacción con el mismo grado de escrutinio. Es, por tanto, un objetivo desalentador.
Sin embargo, esto no significa que los responsables deberían librarse de las
acusaciones de fraude. Si está teniendo lugar entre las más altas instancias se está
acusando al vicepresidente financiero, y por tanto el auditor interno debería tener a
alguien más con quien hablar”.
Wysocki señala que las entidades supervisoras están descubriendo cada vez con más
frecuencia prácticas sospechosas en la industria. “Los auditores que en el pasado no
supieron proporcionar informes independientes sobre la contabilidad de las empresas,
se están ahora enfrentando a penas por estos delitos. En este ambiente, es probable
que los legisladores y otras entidades no toleren que las empresas de auditoría
proporcionen simultáneamente el tradicional servicio de auditoría y servicios de
consultoría al mismo cliente. A pesar de que se puede alegar que ‘la competencia por
los honorarios’ puede haber dado lugar a los problemas actuales, las empresas de
auditoría ahora están pagando el precio por sus miopes estrategias ” explica Wysocki.
Nelson está de acuerdo, y añade que “definitivamente se necesita una reforma en el
sector de las auditorías. Se ha regulado por sí mismo durante demasiado tiempo. No se
trata necesariamente de una modificación de aquellas normas que lo precisen, sino de
un buen examen sobre quién recae la responsabilidad de supervisar”.