Que mueve a un ciudadano votar

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Que mueve a un ciudadano votar...? No hay una sola explicación para el voto. Logramos mover a los electores gracias a una serie de elementos, que se potencian cuando se cuenta con una estrategia correcta, basada en una investigación sistemática. Las elecciones no son concursos de merecimientos. En muchas ocasiones, pierden las elecciones candidatos más capaces, correctos y eficientes que otros. Esto es difícil de entender desde un discurso abstracto la racionalidad. Los occidentales nos pretendemos racionales y postulamos que los seres humanos deberían orientar su vida con la lógica cartesiana, pero somos mucho más irracionales de lo que suponemos y actuamos impulsados por sentimientos y emociones. El elector es un ser humano razonable que toma las decisiones más importantes de su vida sin usar la razón. Ama a sus hijos y a su pareja, se enoja con quienes le atacan, cree o no en Dios, cree que su pareja es hermosa movido por la fe y las pasiones. Ninguna de estas actitudes tiene una base racional. Cuando vota no lo hace analizando la eficiencia del mandatario, y en muchos casos ni siquiera buscando su bienestar. Se orienta por otros sentimientos. Este comportamiento suele contrariar a lo defendido por los teóricos de viejo cuño que quisieran que los votantes tengan actitudes menos sentimentales. Los electores contemporáneos, en especial los jóvenes, se ríen del poder y de la comunicación política tradicional, aburrida, con banderitas, señores con caras adustas, programas aburridos, frases grandilocuentes. Ahora todo eso ahuyenta al votante común. Actualmente los candidatos son humanos, bailan, lloran, tocan la guitarra, saltan el bache, hacen cosas graciosas inimaginables en la vida de los viejos caudillos. Los votantes indecisos no votan por ideas. En general, ni las entienden, ni les interesa hacer un esfuerzo para hacerlo. Quienes dicen que votan con la cabeza son los intelectuales, editorialistas, militantes decididos, que usan las ideologías para racionalizar pasiones y posiciones que han adoptado ante la vida y la política. a. El corazón. El votante indeciso se mueve ante todo por el

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Que mueve a un ciudadano votar...?

No hay una sola explicación para el voto. Logramos mover a los electores gracias a una serie de elementos, que se potencian cuando se cuenta con una estrategia correcta, basada en una investigación sistemática. Las elecciones no son concursos de merecimientos. En muchas ocasiones, pierden las elecciones candidatos más capaces, correctos y eficientes que otros. Esto es difícil de entender desde un discurso abstracto la racionalidad. Los occidentales nos pretendemos racionales y postulamos que los seres humanos deberían orientar su vida con la lógica cartesiana, pero somos mucho más irracionales de lo que suponemos y actuamos impulsados por sentimientos y emociones. El elector es un ser humano razonable que toma las decisiones más importantes de su vida sin usar la razón. Ama a sus hijos y a su pareja, se enoja con quienes le atacan, cree o no en Dios, cree que su pareja es hermosa movido por la fe y las pasiones. Ninguna de estas actitudes tiene una base racional.

Cuando vota no lo hace analizando la eficiencia del mandatario, y en muchos casos ni siquiera buscando su bienestar. Se orienta por otros sentimientos. Este comportamiento suele contrariar a lo defendido por los teóricos de viejo cuño que quisieran que los votantes tengan actitudes menos sentimentales. Los electores contemporáneos, en especial los jóvenes, se ríen del poder y de la comunicación política tradicional, aburrida, con banderitas, señores con caras adustas, programas aburridos, frases grandilocuentes. Ahora todo eso ahuyenta al votante común. Actualmente los candidatos son humanos, bailan, lloran, tocan la guitarra, saltan el bache, hacen cosas graciosas inimaginables en la vida de los viejos caudillos. Los votantes indecisos no votan por ideas. En general, ni las entienden, ni les interesa hacer un esfuerzo para hacerlo. Quienes dicen que votan con la cabeza son los intelectuales, editorialistas, militantes decididos, que usan las ideologías para racionalizar pasiones y posiciones que han adoptado ante la vida y la política.

a. El corazón. El votante indeciso se mueve ante todo por el

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corazón. Siente antipatía o simpatía por el candidato. Le cae bien o mal. Le parece que es una persona en la que se puede creer o que es un mentiroso. Tiene sentimientos hacia el candidato y por eso vota de determinada manera. Si un candidato le cae mal, usted nunca lee el programa para ver si lo apoya. Simplemente no vota por él. Hemos visto a personas que asisten a un focus group decir que cierto líder es bueno, honesto, eficiente, pero nunca votaría por él. La razón es simple: “me cae mal”. La opción electoral es un problema de sentimientos y los profesionales de la consultoría política tienen que trabajar en ese terreno. Por eso en la investigación cualitativa y cuantitativa, dan tanta importancia a la imagen personal del candidato, y de sus opositores, compuesta de una serie de elementos que estudian en detalle, entre los cuales es central la credibilidad. Los programas finalmente son parecidos en todos los países: “lucharemos por el empleo”, “por la salud”, “contra la inseguridad”, “contra la corrupción” y otras cosas semejantes. En la era de internet si a alguien se le ocurre algo muy original, los demás lo copian en cuestión de horas. Importa más “quién lo dice” que lo que dice. Hay candidatos que ponen el eje de su campaña en el hecho de que son personas estimables, confiables, buenas. Hacerlo o no es una decisión estratégica que depende de lo que diga la investigación y del diseño que haga el estratega de la campaña, dependiendo de las características y de la biografía del candidato.

b. El hígado. En América Latina muchos votos tienen una motivación negativa. La gente vota con el hígado, movida por el resentimiento rechazando a alguien o algo. Por eso se estudian de tantas maneras la profundidad negativa del candidato y la de sus adversarios. Los expertos en investigación política saben cómo identificar los componentes de esas negatividades, desmenuzarlos, entenderlos en conjunto. Los estrategas saben cómo usar ese análisis para la campaña. Los expertos en comunicación política los convierten en piezas de comunicación. Aquí está un eje de la campaña que no pueden manejar los encuestadores y las empresas de publicidad comerciales. Las hamburguesas no se venden por odios.

Pero los votos negativos no se producen sólo en contra del

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candidato. Algunos votan en contra de candidatos ricos porque se sienten pobres y les fastidia ver que otros se movilizan en un Mercedes-Benz, mientras ellos hacen la cola para tomar un bus en medio del aguacero. Todo eso es parte de la vida y de la opción electoral. Pero el problema es más complejo porque también actúan así los segregados por otras causas, como aquellos que siendo ricos no tienen reconocimiento social, otros que tienen facha de idiotas y son despreciados por sus pares, algunos discapacitados, homosexuales, algunos cuya tez morena les impide entrar a ciertos círculos en los países más racistas de la región, etc. También los que temen que los atropellen, que creen que la Justicia está manipulada por unos pocos poderosos para ejercer venganzas personales o algunos que aplauden la obra del intendente o del gobernador pero se sienten despreciados por él. Hemos visto perder las elecciones a buenos candidatos que hicieron una gran obra, pero no supieron comunicar sentimientos de solidaridad con la gente. Los electores no quieren gerentes, sino líderes que expresan sentimientos.

c. El estómago. El elector vota por candidatos que pueden satisfacer sus necesidades. Aprecian al candidato que siendo autoridad ha hecho obra y votan por él si creen que va a hacer algo más por ellos, pero las necesidades son insaciables. Mientras más tienen, más necesitan y más demandan. Si tienen cloacas, quieren luz, si tienen ambas cosas, quieren parques, si tienen las tres cosas, quieren una universidad en el barrio. La pobreza es la ambición de tener lo que no se tiene, y siempre se puede querer algo más.

Los candidatos, si quieren ganar las elecciones, deben comunicar que pueden satisfacer las necesidades de los electores, dándose cuenta de que los pobres actuales no son los de hace treinta años. Las necesidades vistas desde el mundo del elector, no son las que suponen los planificadores urbanos y los economistas. Lo lúdico y el juego están sobre la planificación urbana. La gente quiere divertirse, pasear con sus hijos por sitios bonitos, vivir una vida que sea placentera. Muchas veces prefiere tener un buen equipo de sonido, que una buena educación. Hacen demandas que no son sólo

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físicas y mecánicas. Necesitan celular, ropa nueva, música del conjunto de moda. Necesitan ir a espectáculos, y muchas cosas que están más allá de la obra física tradicional.

d. Los sueños y los insomnios. Finalmente, las intensidades de los tres elementos que he enumerado, tienen que ver con el sueño. Mueve votos aquello que ha quitado el sueño al elector los últimos meses, y lo que le ha permitido soñar en un futuro diferente. Todo lo que investigan en las campañas y orienta a la estrategia electoral gira en torno de estos elementos, y su compatibilidad con la imagen de nuestros candidatos y de sus adversarios, en la mente de los electores indecisos. Es fácil enunciarlo pero es un trabajo complejo que supone experiencia y una mente abierta. Supone oír al elector con los foros y las encuestas, comprender el mundo desde sus sensaciones y planificar desde allí la campaña electoral.