Querida Comunidad Sebastiana: con las que conviviremos por un … · 2020. 3. 19. · superior de...

3
Querida Comunidad Sebastiana: Al inicio de un nuevo año académico, el primero para los más de seis mil alumnos que se incorporan a partir de estos días a nuestra comunidad universitaria, deseamos hacerles llegar nuestro más afectuoso mensaje de recepción y a todos nuestros estudiantes, académicos y funcionarios, en un año que sabemos será diferente, lo que hace ineludible una reflexión especial. Tenemos plena conciencia de la responsabilidad que la Universidad tiene como comunidad animada por un espíritu de respeto recíproco y diálogo sincero entre quienes somos parte de ella. Conciencia, del desafío que a cada uno corresponde, y del compromiso con sus principios y sus objetivos institucionales que, en virtud de su trascendencia, nos convierte en una comunidad humana llamada a pensar e iluminar a la sociedad en que vivimos, con su capacidad de reflexión y de trabajo riguroso, a partir de su razón de ser, de su fin propio y específico, cual es ser un espacio de encuentro y de intercambio constructivo de ideas y propuestas encaminadas hacia el bien común, es decir, al bien de todos y cada uno de los miembros que forman parte de ella, y de la sociedad toda. La esencia de nuestra actividad, la razón de ser de una Universidad que es fiel a su misión, es su vocación de contribuir mediante la enseñanza y el estudio de todos los saberes y disciplinas humanistas, tecnológicas y científicas, al desarrollo de nuestro entorno y de la humanidad; buscando entregar una formación integral a nuestros estudiantes y, por otra parte, contribuyendo al crecimiento cultural y cívico de la nación a la que pertenecemos, generando e incrementando el conocimiento, pero teniendo siempre como principal orientación, el bienestar espiritual y material de la persona humana, fin último que le da sentido a la docencia y la investigación académica que realizamos. Entendemos por formación integral, aquella que no es meramente profesional sino también valórica y ética, labor que en nuestro caso, está inspirada en los principios fundamentales de la visión cristiana de la persona humana y de la sociedad. El primero de ellos, es aprender a respetar la dignidad superior de toda mujer y de todo hombre, por su naturaleza humana, es decir por su condición de ser personas concebidas por nuestro Creador a su imagen y semejanza, entregándonos no solo el don de la vida sino también otros dones únicos y exclusivos como son la inteligencia, la voluntad, la condición de seres libres y la capacidad de amar. Sólo la persona humana posee atributos como la razón y la capacidad de buscar el bien y evitar el mal para sí mismo y para el prójimo. Sólo el ser humano tiene conciencia espiritual, haciéndose responsable de sus actos. El único ser ético entre todos los seres vivos que podemos conocer por los sentidos y por la razón, es la persona humana. En todos los demás entes vivos, corpóreos que conocemos, el principio que los anima, consiste simplemente en cumplir las leyes de su propia naturaleza, temporal y finita, es decir que se extingue para siempre, muy diferente a la naturaleza espiritual de la persona humana, que está llamada a un fin último trascendente y eterno. Por estas consideraciones, la condición primera e ineludible de toda actividad académica, es el respeto que necesariamente debe existir entre el académico y el estudiante, entre el maestro y el discípulo, y entre los propios estudiantes. Respeto a nuestras particulares formas de ser, a nuestras

Transcript of Querida Comunidad Sebastiana: con las que conviviremos por un … · 2020. 3. 19. · superior de...

Page 1: Querida Comunidad Sebastiana: con las que conviviremos por un … · 2020. 3. 19. · superior de toda mujer y de todo hombre, por su naturaleza humana, es decir por su condición

Querida Comunidad Sebastiana:

Al inicio de un nuevo año académico, el primero para los más de seis mil alumnos que se incorporan a partir de estos días a nuestra comunidad universitaria, deseamos hacerles llegar nuestro más afectuoso mensaje de recepción y a todos nuestros estudiantes, académicos y funcionarios, en un año que sabemos será diferente, lo que hace ineludible una re�exión especial.

Tenemos plena conciencia de la responsabilidad que la Universidad tiene como comunidad animada por un espíritu de respeto recíproco y diálogo sincero entre quienes somos parte de ella. Conciencia, del desafío que a cada uno corresponde, y del compromiso con sus principios y sus objetivos institucionales que, en virtud de su trascendencia, nos convierte en una comunidad humana llamada a pensar e iluminar a la sociedad en que vivimos, con su capacidad de re�exión y de trabajo riguroso, a partir de su razón de ser, de su �n propio y especí�co, cual es ser un espacio de encuentro y de intercambio constructivo de ideas y propuestas encaminadas hacia el bien común, es decir, al bien de todos y cada uno de los miembros que forman parte de ella, y de la sociedad toda.

La esencia de nuestra actividad, la razón de ser de una Universidad que es �el a su misión, es su vocación de contribuir mediante la enseñanza y el estudio de todos los saberes y disciplinas humanistas, tecnológicas y cientí�cas, al desarrollo de nuestro entorno y de la humanidad; buscando entregar una formación integral a nuestros estudiantes y, por otra parte, contribuyendo al crecimiento cultural y cívico de la nación a la que pertenecemos, generando e incrementando el conocimiento, pero teniendo siempre como principal orientación, el bienestar espiritual y material de la persona humana, �n último que le da sentido a la docencia y la investigación académica que realizamos.

Entendemos por formación integral, aquella que no es meramente profesional sino también valórica y ética, labor que en nuestro caso, está inspirada en los principios fundamentales de la visión cristiana de la persona humana y de la sociedad. El primero de ellos, es aprender a respetar la dignidad superior de toda mujer y de todo hombre, por su naturaleza humana, es decir por su condición de ser personas concebidas por nuestro Creador a su imagen y semejanza, entregándonos no solo el don de la vida sino también otros dones únicos y exclusivos como son la inteligencia, la voluntad, la condición de seres libres y la capacidad de amar.

Sólo la persona humana posee atributos como la razón y la capacidad de buscar el bien y evitar el mal para sí mismo y para el prójimo. Sólo el ser humano tiene conciencia espiritual, haciéndose responsable de sus actos. El único ser ético entre todos los seres vivos que podemos conocer por los sentidos y por la razón, es la persona humana. En todos los demás entes vivos, corpóreos que conocemos, el principio que los anima, consiste simplemente en cumplir las leyes de su propia naturaleza, temporal y �nita, es decir que se extingue para siempre, muy diferente a la naturaleza espiritual de la persona humana, que está llamada a un �n último trascendente y eterno.

Por estas consideraciones, la condición primera e ineludible de toda actividad académica, es el respeto que necesariamente debe existir entre el académico y el estudiante, entre el maestro y el discípulo, y entre los propios estudiantes. Respeto a nuestras particulares formas de ser, a nuestras

historias de vida, a nuestras vocaciones y preferencias, a nuestras muy distintas aptitudes y ventajas comparativas para el aprendizaje, porque precisamente en estas diferencias es donde encontraremos una mayor riqueza en un proceso de aprendizaje y descubrimiento de toda la realidad, lo que siempre hará más completa nuestra formación. Está demostrado por la tradición universitaria, que no es posible la paz y la concordia académica, ni menos la amistad y la búsqueda común de la verdad, del bien y de la belleza en cada saber, si no existe una atmósfera general en todos los espacios de nuestros campus, donde el valor del respeto, de la tolerancia con la diversidad propia de tantas experiencias de vida distintas que se pueden expresar en una comunidad universitaria, sean una realidad acogida y cultivada pací�camente, y de manera permanente. Es la razón por la cual en nuestra Universidad no puede haber -y nunca habrá- tolerancia con la violencia, la destrucción, el insulto, la amenaza o la agresión física o de palabra. Ni el odio ni el ocio son el camino para alcanzar la realización personal; solo el amor, la paz, la amistad y el trabajo, son fecundos. Todos los logros individuales e institucionales que nuestra Comunidad Universitaria acumula en su historia, son el fruto del respeto a estos principios y valores, cuyo cuidado y cultivo está expresamente de�nido en todos nuestros documentos fundacionales y en los principales reglamentos académicos y de convivencia. Más aún, nunca podemos olvidar que ese conjunto de primeros principios, que se mani�estan en esos derechos y deberes fundamentales que surgen de la propia naturaleza humana, son derechos y obligaciones inherentes e inviolables de cada persona, de valor permanente y no transitorio, anteriores y superiores a los que establezca cualquier ley positiva o incluso una Constitución, las que por ser simplemente obras humanas, serán siempre temporales, cambiantes, relativas y contingentes, es decir sujetas a los avances y retrocesos de la historia, a la voluntad política mayoritaria que puede haber en un momento. Distinto es, en cambio, el valor de la inviolable dignidad superior de la persona humana. Por eso de estos derechos y deberes inherentes a la naturaleza espiritual de ella, surge el principio jurídico de que toda ley positiva, para obligar y tener verdadero valor moral, deba siempre respetar y velar por la vigencia de estos principios.

Hoy recibimos a una nueva generación de estudiantes, a quienes nuestro Proyecto Educativo pone en el centro de su preocupación, y a nuevos académicos que, junto a quienes hace ya muchos años dan vida a nuestra comunidad académica, volverán a asumir el compromiso de conducir el proceso de enseñanza y aprendizaje que le agregará el mayor valor a sus vidas futuras. Esta vez, sin embargo, no podemos dejar de destacar el hecho de que cada una de nuestras nuevas alumnas y de nuestros nuevos alumnos han conseguido alcanzar el objetivo de iniciar sus estudios universitarios, en las condiciones más adversas y meritorias. Habla muy bien de cada uno de ustedes, de sus padres y apoderados, del espíritu que anima a cada una de las familias a las que pertenecen, donde ciertamente han encontrado el apoyo espiritual y material para que pudieran perseverar en el objetivo, y hacer posible el cumplimiento de este sueño.

Asumimos ese testimonio de perseverancia, virtud tan importante a lo largo de la vida, como un motivo adicional que refuerza nuestro compromiso de agotar todos los recursos, para velar por la paz, el orden y la seguridad personal en nuestros campus, con el objetivo de que cada semestre pueda concluir con la mayor normalidad posible, en un escenario social donde la inmensa mayoría ciudadana se de�ende de una violencia y destrucción irracional, y de la amenaza de una pandemia, que obliga a respetar todas las medidas preventivas que establezca la autoridad. Son realidades de fuerza mayor

con las que conviviremos por un tiempo, y que nos obligan a buscar todos los medios humanos y tecnológicos para, garantizando la excelencia de la docencia que van recibir, hacer posible el avance curricular de todos, proceso que contribuirá al crecimiento interior de cada uno, pudiendo acceder a una experiencia de vida y a una convivencia universitaria que, considerando siempre la realidad de cada momento, también busca la formación de profesionales altamente competentes, y de personas responsables, alegres y con�ables.

Por eso, junto con encomendarnos al auxilio divino, como siempre lo hemos hecho para poder cumplir del mejor modo con nuestros deberes, en nombre de la Junta Directiva, del Consejo Superior, del Cuerpo Académico y del Estamento Administrativo de la Universidad, le damos a todos y a cada una de nuestras alumnas y alumnos, una muy afectuosa bienvenida, en este nuevo año académico.

Page 2: Querida Comunidad Sebastiana: con las que conviviremos por un … · 2020. 3. 19. · superior de toda mujer y de todo hombre, por su naturaleza humana, es decir por su condición

Querida Comunidad Sebastiana:

Al inicio de un nuevo año académico, el primero para los más de seis mil alumnos que se incorporan a partir de estos días a nuestra comunidad universitaria, deseamos hacerles llegar nuestro más afectuoso mensaje de recepción y a todos nuestros estudiantes, académicos y funcionarios, en un año que sabemos será diferente, lo que hace ineludible una re�exión especial.

Tenemos plena conciencia de la responsabilidad que la Universidad tiene como comunidad animada por un espíritu de respeto recíproco y diálogo sincero entre quienes somos parte de ella. Conciencia, del desafío que a cada uno corresponde, y del compromiso con sus principios y sus objetivos institucionales que, en virtud de su trascendencia, nos convierte en una comunidad humana llamada a pensar e iluminar a la sociedad en que vivimos, con su capacidad de re�exión y de trabajo riguroso, a partir de su razón de ser, de su �n propio y especí�co, cual es ser un espacio de encuentro y de intercambio constructivo de ideas y propuestas encaminadas hacia el bien común, es decir, al bien de todos y cada uno de los miembros que forman parte de ella, y de la sociedad toda.

La esencia de nuestra actividad, la razón de ser de una Universidad que es �el a su misión, es su vocación de contribuir mediante la enseñanza y el estudio de todos los saberes y disciplinas humanistas, tecnológicas y cientí�cas, al desarrollo de nuestro entorno y de la humanidad; buscando entregar una formación integral a nuestros estudiantes y, por otra parte, contribuyendo al crecimiento cultural y cívico de la nación a la que pertenecemos, generando e incrementando el conocimiento, pero teniendo siempre como principal orientación, el bienestar espiritual y material de la persona humana, �n último que le da sentido a la docencia y la investigación académica que realizamos.

Entendemos por formación integral, aquella que no es meramente profesional sino también valórica y ética, labor que en nuestro caso, está inspirada en los principios fundamentales de la visión cristiana de la persona humana y de la sociedad. El primero de ellos, es aprender a respetar la dignidad superior de toda mujer y de todo hombre, por su naturaleza humana, es decir por su condición de ser personas concebidas por nuestro Creador a su imagen y semejanza, entregándonos no solo el don de la vida sino también otros dones únicos y exclusivos como son la inteligencia, la voluntad, la condición de seres libres y la capacidad de amar.

Sólo la persona humana posee atributos como la razón y la capacidad de buscar el bien y evitar el mal para sí mismo y para el prójimo. Sólo el ser humano tiene conciencia espiritual, haciéndose responsable de sus actos. El único ser ético entre todos los seres vivos que podemos conocer por los sentidos y por la razón, es la persona humana. En todos los demás entes vivos, corpóreos que conocemos, el principio que los anima, consiste simplemente en cumplir las leyes de su propia naturaleza, temporal y �nita, es decir que se extingue para siempre, muy diferente a la naturaleza espiritual de la persona humana, que está llamada a un �n último trascendente y eterno.

Por estas consideraciones, la condición primera e ineludible de toda actividad académica, es el respeto que necesariamente debe existir entre el académico y el estudiante, entre el maestro y el discípulo, y entre los propios estudiantes. Respeto a nuestras particulares formas de ser, a nuestras

historias de vida, a nuestras vocaciones y preferencias, a nuestras muy distintas aptitudes y ventajas comparativas para el aprendizaje, porque precisamente en estas diferencias es donde encontraremos una mayor riqueza en un proceso de aprendizaje y descubrimiento de toda la realidad, lo que siempre hará más completa nuestra formación. Está demostrado por la tradición universitaria, que no es posible la paz y la concordia académica, ni menos la amistad y la búsqueda común de la verdad, del bien y de la belleza en cada saber, si no existe una atmósfera general en todos los espacios de nuestros campus, donde el valor del respeto, de la tolerancia con la diversidad propia de tantas experiencias de vida distintas que se pueden expresar en una comunidad universitaria, sean una realidad acogida y cultivada pací�camente, y de manera permanente. Es la razón por la cual en nuestra Universidad no puede haber -y nunca habrá- tolerancia con la violencia, la destrucción, el insulto, la amenaza o la agresión física o de palabra. Ni el odio ni el ocio son el camino para alcanzar la realización personal; solo el amor, la paz, la amistad y el trabajo, son fecundos. Todos los logros individuales e institucionales que nuestra Comunidad Universitaria acumula en su historia, son el fruto del respeto a estos principios y valores, cuyo cuidado y cultivo está expresamente de�nido en todos nuestros documentos fundacionales y en los principales reglamentos académicos y de convivencia. Más aún, nunca podemos olvidar que ese conjunto de primeros principios, que se mani�estan en esos derechos y deberes fundamentales que surgen de la propia naturaleza humana, son derechos y obligaciones inherentes e inviolables de cada persona, de valor permanente y no transitorio, anteriores y superiores a los que establezca cualquier ley positiva o incluso una Constitución, las que por ser simplemente obras humanas, serán siempre temporales, cambiantes, relativas y contingentes, es decir sujetas a los avances y retrocesos de la historia, a la voluntad política mayoritaria que puede haber en un momento. Distinto es, en cambio, el valor de la inviolable dignidad superior de la persona humana. Por eso de estos derechos y deberes inherentes a la naturaleza espiritual de ella, surge el principio jurídico de que toda ley positiva, para obligar y tener verdadero valor moral, deba siempre respetar y velar por la vigencia de estos principios.

Hoy recibimos a una nueva generación de estudiantes, a quienes nuestro Proyecto Educativo pone en el centro de su preocupación, y a nuevos académicos que, junto a quienes hace ya muchos años dan vida a nuestra comunidad académica, volverán a asumir el compromiso de conducir el proceso de enseñanza y aprendizaje que le agregará el mayor valor a sus vidas futuras. Esta vez, sin embargo, no podemos dejar de destacar el hecho de que cada una de nuestras nuevas alumnas y de nuestros nuevos alumnos han conseguido alcanzar el objetivo de iniciar sus estudios universitarios, en las condiciones más adversas y meritorias. Habla muy bien de cada uno de ustedes, de sus padres y apoderados, del espíritu que anima a cada una de las familias a las que pertenecen, donde ciertamente han encontrado el apoyo espiritual y material para que pudieran perseverar en el objetivo, y hacer posible el cumplimiento de este sueño.

Asumimos ese testimonio de perseverancia, virtud tan importante a lo largo de la vida, como un motivo adicional que refuerza nuestro compromiso de agotar todos los recursos, para velar por la paz, el orden y la seguridad personal en nuestros campus, con el objetivo de que cada semestre pueda concluir con la mayor normalidad posible, en un escenario social donde la inmensa mayoría ciudadana se de�ende de una violencia y destrucción irracional, y de la amenaza de una pandemia, que obliga a respetar todas las medidas preventivas que establezca la autoridad. Son realidades de fuerza mayor

con las que conviviremos por un tiempo, y que nos obligan a buscar todos los medios humanos y tecnológicos para, garantizando la excelencia de la docencia que van recibir, hacer posible el avance curricular de todos, proceso que contribuirá al crecimiento interior de cada uno, pudiendo acceder a una experiencia de vida y a una convivencia universitaria que, considerando siempre la realidad de cada momento, también busca la formación de profesionales altamente competentes, y de personas responsables, alegres y con�ables.

Por eso, junto con encomendarnos al auxilio divino, como siempre lo hemos hecho para poder cumplir del mejor modo con nuestros deberes, en nombre de la Junta Directiva, del Consejo Superior, del Cuerpo Académico y del Estamento Administrativo de la Universidad, le damos a todos y a cada una de nuestras alumnas y alumnos, una muy afectuosa bienvenida, en este nuevo año académico.

Page 3: Querida Comunidad Sebastiana: con las que conviviremos por un … · 2020. 3. 19. · superior de toda mujer y de todo hombre, por su naturaleza humana, es decir por su condición

Querida Comunidad Sebastiana:

Al inicio de un nuevo año académico, el primero para los más de seis mil alumnos que se incorporan a partir de estos días a nuestra comunidad universitaria, deseamos hacerles llegar nuestro más afectuoso mensaje de recepción y a todos nuestros estudiantes, académicos y funcionarios, en un año que sabemos será diferente, lo que hace ineludible una re�exión especial.

Tenemos plena conciencia de la responsabilidad que la Universidad tiene como comunidad animada por un espíritu de respeto recíproco y diálogo sincero entre quienes somos parte de ella. Conciencia, del desafío que a cada uno corresponde, y del compromiso con sus principios y sus objetivos institucionales que, en virtud de su trascendencia, nos convierte en una comunidad humana llamada a pensar e iluminar a la sociedad en que vivimos, con su capacidad de re�exión y de trabajo riguroso, a partir de su razón de ser, de su �n propio y especí�co, cual es ser un espacio de encuentro y de intercambio constructivo de ideas y propuestas encaminadas hacia el bien común, es decir, al bien de todos y cada uno de los miembros que forman parte de ella, y de la sociedad toda.

La esencia de nuestra actividad, la razón de ser de una Universidad que es �el a su misión, es su vocación de contribuir mediante la enseñanza y el estudio de todos los saberes y disciplinas humanistas, tecnológicas y cientí�cas, al desarrollo de nuestro entorno y de la humanidad; buscando entregar una formación integral a nuestros estudiantes y, por otra parte, contribuyendo al crecimiento cultural y cívico de la nación a la que pertenecemos, generando e incrementando el conocimiento, pero teniendo siempre como principal orientación, el bienestar espiritual y material de la persona humana, �n último que le da sentido a la docencia y la investigación académica que realizamos.

Entendemos por formación integral, aquella que no es meramente profesional sino también valórica y ética, labor que en nuestro caso, está inspirada en los principios fundamentales de la visión cristiana de la persona humana y de la sociedad. El primero de ellos, es aprender a respetar la dignidad superior de toda mujer y de todo hombre, por su naturaleza humana, es decir por su condición de ser personas concebidas por nuestro Creador a su imagen y semejanza, entregándonos no solo el don de la vida sino también otros dones únicos y exclusivos como son la inteligencia, la voluntad, la condición de seres libres y la capacidad de amar.

Sólo la persona humana posee atributos como la razón y la capacidad de buscar el bien y evitar el mal para sí mismo y para el prójimo. Sólo el ser humano tiene conciencia espiritual, haciéndose responsable de sus actos. El único ser ético entre todos los seres vivos que podemos conocer por los sentidos y por la razón, es la persona humana. En todos los demás entes vivos, corpóreos que conocemos, el principio que los anima, consiste simplemente en cumplir las leyes de su propia naturaleza, temporal y �nita, es decir que se extingue para siempre, muy diferente a la naturaleza espiritual de la persona humana, que está llamada a un �n último trascendente y eterno.

Por estas consideraciones, la condición primera e ineludible de toda actividad académica, es el respeto que necesariamente debe existir entre el académico y el estudiante, entre el maestro y el discípulo, y entre los propios estudiantes. Respeto a nuestras particulares formas de ser, a nuestras

historias de vida, a nuestras vocaciones y preferencias, a nuestras muy distintas aptitudes y ventajas comparativas para el aprendizaje, porque precisamente en estas diferencias es donde encontraremos una mayor riqueza en un proceso de aprendizaje y descubrimiento de toda la realidad, lo que siempre hará más completa nuestra formación. Está demostrado por la tradición universitaria, que no es posible la paz y la concordia académica, ni menos la amistad y la búsqueda común de la verdad, del bien y de la belleza en cada saber, si no existe una atmósfera general en todos los espacios de nuestros campus, donde el valor del respeto, de la tolerancia con la diversidad propia de tantas experiencias de vida distintas que se pueden expresar en una comunidad universitaria, sean una realidad acogida y cultivada pací�camente, y de manera permanente. Es la razón por la cual en nuestra Universidad no puede haber -y nunca habrá- tolerancia con la violencia, la destrucción, el insulto, la amenaza o la agresión física o de palabra. Ni el odio ni el ocio son el camino para alcanzar la realización personal; solo el amor, la paz, la amistad y el trabajo, son fecundos. Todos los logros individuales e institucionales que nuestra Comunidad Universitaria acumula en su historia, son el fruto del respeto a estos principios y valores, cuyo cuidado y cultivo está expresamente de�nido en todos nuestros documentos fundacionales y en los principales reglamentos académicos y de convivencia. Más aún, nunca podemos olvidar que ese conjunto de primeros principios, que se mani�estan en esos derechos y deberes fundamentales que surgen de la propia naturaleza humana, son derechos y obligaciones inherentes e inviolables de cada persona, de valor permanente y no transitorio, anteriores y superiores a los que establezca cualquier ley positiva o incluso una Constitución, las que por ser simplemente obras humanas, serán siempre temporales, cambiantes, relativas y contingentes, es decir sujetas a los avances y retrocesos de la historia, a la voluntad política mayoritaria que puede haber en un momento. Distinto es, en cambio, el valor de la inviolable dignidad superior de la persona humana. Por eso de estos derechos y deberes inherentes a la naturaleza espiritual de ella, surge el principio jurídico de que toda ley positiva, para obligar y tener verdadero valor moral, deba siempre respetar y velar por la vigencia de estos principios.

Hoy recibimos a una nueva generación de estudiantes, a quienes nuestro Proyecto Educativo pone en el centro de su preocupación, y a nuevos académicos que, junto a quienes hace ya muchos años dan vida a nuestra comunidad académica, volverán a asumir el compromiso de conducir el proceso de enseñanza y aprendizaje que le agregará el mayor valor a sus vidas futuras. Esta vez, sin embargo, no podemos dejar de destacar el hecho de que cada una de nuestras nuevas alumnas y de nuestros nuevos alumnos han conseguido alcanzar el objetivo de iniciar sus estudios universitarios, en las condiciones más adversas y meritorias. Habla muy bien de cada uno de ustedes, de sus padres y apoderados, del espíritu que anima a cada una de las familias a las que pertenecen, donde ciertamente han encontrado el apoyo espiritual y material para que pudieran perseverar en el objetivo, y hacer posible el cumplimiento de este sueño.

Asumimos ese testimonio de perseverancia, virtud tan importante a lo largo de la vida, como un motivo adicional que refuerza nuestro compromiso de agotar todos los recursos, para velar por la paz, el orden y la seguridad personal en nuestros campus, con el objetivo de que cada semestre pueda concluir con la mayor normalidad posible, en un escenario social donde la inmensa mayoría ciudadana se de�ende de una violencia y destrucción irracional, y de la amenaza de una pandemia, que obliga a respetar todas las medidas preventivas que establezca la autoridad. Son realidades de fuerza mayor

con las que conviviremos por un tiempo, y que nos obligan a buscar todos los medios humanos y tecnológicos para, garantizando la excelencia de la docencia que van recibir, hacer posible el avance curricular de todos, proceso que contribuirá al crecimiento interior de cada uno, pudiendo acceder a una experiencia de vida y a una convivencia universitaria que, considerando siempre la realidad de cada momento, también busca la formación de profesionales altamente competentes, y de personas responsables, alegres y con�ables.

Por eso, junto con encomendarnos al auxilio divino, como siempre lo hemos hecho para poder cumplir del mejor modo con nuestros deberes, en nombre de la Junta Directiva, del Consejo Superior, del Cuerpo Académico y del Estamento Administrativo de la Universidad, le damos a todos y a cada una de nuestras alumnas y alumnos, una muy afectuosa bienvenida, en este nuevo año académico.

Carlos Williamson BenaprésRector

Ximena De Juan GuzmánSecretaria General

Gonzalo Puentes SotoVicerrector de Aseguramiento de la Calidad

Nicolás Gagliardi SuazoVicerrector de Desarrollo Estudiantil

Sergio Mena JaraVicerrector de Postgrados

y Desarrollo Profesional

Eduardo Solar KatscherVicerrector de Sede Santiago

María Angélica Hildebrandt BanseVicerrectora de Sede Valdivia

Javier Valenzuela AcevedoProrrector

Claudio Orellana FernándezVicerrector Académico

Carlos Vio LagosVicerrector de Investigación y Doctorados

Antonio Pujol MartinVicerrector de Vinculación con el

Medio y Comunicaciones

Francisco Flores SotoVicerrector de Sede Concepción

Sergio Hermosilla PérezVicerrector de Sede De la Patagonia