QUIEN-DIGA-QUE-EL-DIABLO-NO-EXISTE-ESTA-FUERA-DE-LA-FE

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- 1 - «QUIEN DIGA QUE EL DIABLO NO EXISTE ESTÁ FUERA DE LA FE» Hace apenas unos días, el cardenal Jorge Arturo Medina Estévez, Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, presentó el nuevo rito de los exorcismos del Ritual Romano. Tras cerca de cuatro siglos -y con vistas a la llegada del nuevo milenio-, se renuevan las reglas para combatir al diablo. Según las primeras noticias, se ha podido saber que el nuevo Ritual debería prever una mayor presencia de María en la lucha contra el demonio El nuevo texto es fruto de años de estudio de una comisión internacional de teólogos, liturgistas y exorcistas, y adapta la práctica exorcista del antiguo Ritual al espíritu de la reforma litúrgica, aprobada por Pablo VI en el Concilio Vaticano II. La versión preliminar fue concluida en 1990 y enviada a todos los obispos del mundo para que éstos hicieran sus comentarios. Los ritos de exorcismo actualmente en vigor se remontan a las normas aprobadas por el Papa Pablo V en 1614. Son 21 normas que cada exorcista debe observar cada vez que estima que debe liberar a alguien de una o más posesiones diabólicas. Es un conjunto de ritos, oraciones y gestos (como la imposición de manos sobre la cabeza del poseído) introducidos por la fórmula Te exorcizo, que el sacerdote-exorcista debe recitar repetidamente para expulsar al diablo. Ritos, oraciones y gestos que han permanecido fieles a las antiguas fórmulas aprobadas por Pablo V, y que las autoridades vaticanas han querido reformar a la luz de la nueva normativa postconciliar y del nuevo Catecismo. Quien escribió estos ritos en su tiempo -explica el padre Gabriele Amorth, presidente de la Asociación Internacional de Exorcistas- los ha experimentado bien, sopesando la repercusión que cada frase tenía sobre las personas endemoniadas; pero hay alguna pequeña laguna que se debe remediar: por ejemplo, en las antiguas normas falta una alusión mariana. Otras novedades podrían tener connotaciones más técnicas, como por ejemplo la posición que debe asumir el exorcista en el curso del rito: las normas no daban indicaciones a este propósito. Prevén sólo que el exorcista -un sacerdote delegado por el propio obispo-, durante la oración, se refiera a la Cruz del Señor, coloque un extremo de la estola sobre el cuello del paciente y mantenga la mano derecha sobre la cabeza del fiel para poner coto a turbaciones diabólicas. El nuevo texto se desarrolla en continuidad con el viejo. No hay un verdadero cambio sustancial, ni una ruptura con el texto anterior. Hay cambios que se refieren al lenguaje. Se trata de un lenguaje más sobrio, con menos adjetivos. Además se da más libertad al sacerdote que practica el exorcismo, con una mayor flexibilidad acerca de las oraciones a usar. En resumen, hay una novedad en el estilo, en el lenguaje, más adaptado al mundo en el que vivimos, pero el contenido sigue siendo el mismo, dijo e l cardenal Medina. El capítulo con las indicaciones y con el texto litúrgico de los exorcismos está contenido en el Ritual Romano, y era el último que no había sido revisado tras el Concilio Vaticano II. El texto actual -precisó el cardenal Medina- puede ser usado inmediatamente en lengua latina. Serán después las respectivas Conferencias Episcopales las que lo traduzcan a las lenguas nacionales. Los textos traducidos deberán ser luego sometidos, según la norma canónica, al reconocimiento de la Congregación. LA EXISTENCIA DEL DIABOLO ES DOGMA DE FE Sabemos que hay católicos que no han sido formados suficientemente y ponen en duda la existencia del diablo, pero esta realidad pertenece a la fe y a la doctrina de la Iglesia católica. Quien diga que el diablo no existe no está ya en la fe. Así de claro fue el cardenal Jorge Arturo Medina Estévez, al responder a la pregunta de un periodista que expuso las dudas de muchos cristianos sobre la existencia del diablo. Sobre el número de endemoniados, los más notables exorcistas, como monseñor Balducci o el mismo padre Amorth, predican prudencia. Las más de las veces -dicen- se trata de casos rel ac ionados con dis tur bios de naturaleza psi qui átr ica. Monseñor Balducci, bas ad o en su exper iencia, aven tura alguna cifra: Los auténticos «endemoniados» no super an el 5 ó 6 por mil del total de personas que se confían a los exorcistas; índice que sube a no más del 30 por mil

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«QUIEN DIGA QUE EL DIABLO NO EXISTE ESTÁ FUERA DE LA FE»

Hace apenas unos días, el cardenal Jorge Arturo Medina Estévez, Prefecto de la Congregación parael Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, presentó el nuevo rito de los exorcismos delRitual Romano. Tras cerca de cuatro siglos -y con vistas a la llegada del nuevo milenio-, serenuevan las reglas para combatir al diablo. Según las primeras noticias, se ha podido saber que

el nuevo Ritual debería prever una mayor presencia de María en la lucha contra el demonioEl nuevo texto es fruto de años de estudio de una comisión internacional de teólogos, liturgistas yexorcistas, y adapta la práctica exorcista del antiguo Ritual al espíritu de la reforma litúrgica,aprobada por Pablo VI en el Concilio Vaticano II. La versión preliminar fue concluida en 1990 yenviada a todos los obispos del mundo para que éstos hicieran sus comentarios.

Los ritos de exorcismo actualmente en vigor se remontan a las normas aprobadas por el PapaPablo V en 1614. Son 21 normas que cada exorcista debe observar cada vez que estima que debeliberar a alguien de una o más posesiones diabólicas. Es un conjunto de ritos, oraciones y gestos(como la imposición de manos sobre la cabeza del poseído) introducidos por la fórmula Teexorcizo, que el sacerdote-exorcista debe recitar repetidamente para expulsar al diablo. Ritos,oraciones y gestos que han permanecido fieles a las antiguas fórmulas aprobadas por Pablo V, yque las autoridades vaticanas han querido reformar a la luz de la nueva normativa postconciliar y

del nuevo Catecismo.Quien escribió estos ritos en su tiempo -explica el padre Gabriele Amorth, presidente de laAsociación Internacional de Exorcistas- los ha experimentado bien, sopesando la repercusión quecada frase tenía sobre las personas endemoniadas; pero hay alguna pequeña laguna que se deberemediar: por ejemplo, en las antiguas normas falta una alusión mariana.

Otras novedades podrían tener connotaciones más técnicas, como por ejemplo la posición quedebe asumir el exorcista en el curso del rito: las normas no daban indicaciones a este propósito.Prevén sólo que el exorcista -un sacerdote delegado por el propio obispo-, durante la oración, serefiera a la Cruz del Señor, coloque un extremo de la estola sobre el cuello del paciente ymantenga la mano derecha sobre la cabeza del fiel para poner coto a turbaciones diabólicas.El nuevo texto se desarrolla en continuidad con el viejo. No hay un verdadero cambio sustancial,ni una ruptura con el texto anterior. Hay cambios que se refieren al lenguaje. Se trata de unlenguaje más sobrio, con menos adjetivos. Además se da más libertad al sacerdote que practica elexorcismo, con una mayor flexibilidad acerca de las oraciones a usar. En resumen, hay unanovedad en el estilo, en el lenguaje, más adaptado al mundo en el que vivimos, pero el contenidosigue siendo el mismo, dijo el cardenal Medina.El capítulo con las indicaciones y con el texto litúrgico de los exorcismos está contenido en elRitual Romano, y era el último que no había sido revisado tras el Concilio Vaticano II. El textoactual -precisó el cardenal Medina- puede ser usado inmediatamente en lengua latina. Serándespués las respectivas Conferencias Episcopales las que lo traduzcan a las lenguas nacionales.Los textos traducidos deberán ser luego sometidos, según la norma canónica, al reconocimientode la Congregación.

LA EXISTENCIA DEL DIABOLO ES DOGMA DE FE

Sabemos que hay católicos que no han sido formados suficientemente y ponen en duda laexistencia del diablo, pero esta realidad pertenece a la fe y a la doctrina de la Iglesia católica.Quien diga que el diablo no existe no está ya en la fe. Así de claro fue el cardenal Jorge ArturoMedina Estévez, al responder a la pregunta de un periodista que expuso las dudas de muchoscristianos sobre la existencia del diablo.Sobre el número de endemoniados, los más notables exorcistas, como monseñor Balducci o elmismo padre Amorth, predican prudencia. Las más de las veces -dicen- se trata de casosrelacionados con disturbios de naturaleza psiquiátrica. Monseñor Balducci, basado en suexperiencia, aventura alguna cifra: Los auténticos «endemoniados» no superan el 5 ó 6 por mildel total de personas que se confían a los exorcistas; índice que sube a no más del 30 por mil

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para los casos de obsesiones demoníacas, disturbios misteriosos, no clasificables como auténticasposesiones diabólicas. Si el exorcista tiene alguna duda sobre la salud psicológica del poseído,debería consultar a un experto. No es siempre necesario, pero es prudente oir el parecer delpsiquiatra. A menudo, las personas sencillas confunden problemas somáticos con el influjo deldiablo, pero no todo se debe atribuir al Maligno.Por otra parte, el padre Amorth sostiene que la actualización de la normativa es también unanecesidad, debido al incremento de problemas de exorcismo surgidos a raíz de la difusión en todo

el mundo de cultos satánicos, brujería, cartomancia, tarot y otros tipos de magia y extraños ritosasociados al mal. Sin embargo, muchos de estos ritos, practicados por nuevas sectas, sólo sonuna tapadera más menos pintoresca de grupos dedicados a actividades delictivas o pornográficasEl Prefecto de la Congregación para el Culto Divino explicó que el exorcismo tiene como punto departida la fe de la Iglesia, según la cual existen Satanás y los otros espíritus malignos, y que suactividad consiste en alejar a los hombres del camino de la salvación. La doctrina católica nosenseña que los demonios son ángeles caídos a causa de su pecado, seres espirituales de graninteligencia y poder; la potencia de Satanás, sin embargo, no es infinita. No es más que unacriatura, potente por el hecho de ser espíritu puro, pero siempre una criatura: no puede impedir laedificación del Reino de Dios.A este propósito, el cardenal Medina subrayó que el influjo nefasto del demonio y de sus secuacesse ejerce habitualmente a través del engaño, la mentira y la confusión. Si Jesús es la Verdad, eldiablo es el mentiroso por excelencia. Desde siempre, desde el principio, la mentira ha sido suestrategia preferida. Engaña a los hombres haciéndoles creer que la felicidad se encuentra en eldinero, en el poder, en la concupiscencia carnal; persuadiéndoles de que no tienen necesidad deDios y de que son autosuficientes, sin necesidad de la gracia ni de la salvación; incluso haciendodesaparecer el sentido del pecado.Por estos motivos -siguió el cardenal- toda la Historia humana está atravesada por una tremendalucha contra las tinieblas. El hombre debe combatir sin descanso para permanecer unido al bien,con la ayuda de la gracia de Dios. La Iglesia, a su vez, está segura de la victoria final de Cristo, y,por ello, no se deja arrastrar por el miedo ni por el pesimismo; pero, al mismo tiempo, esconsciente de la acción del Maligno, que trata de desanimarnos y de sembrar la confusión. En estemarco encuentran su puesto los exorcismos, expresión importante, pero no la única, de la luchacontra el Maligno.

Jesús Colina. Roma

 

DEMASIADO SIMPLE, DEMASIADO CÓMODOFr. Nelson Medina F., OP

Tesis de un artículo de prensaEn su columna del 23 de junio de 2002, bajo el título «¿Existe el diablo?» el P. Alfonso Llano, S.J.,hace algunas afirmaciones que merecen comentario y debate.La tesis básica se enuncia en el primer párrafo:Conviene distinguir, como lo hacen los Evangelios, entre el Diablo —así en singular, conmayúscula y con cierto respetico—y el demonio —en singular, con minúscula y sin nada derespeto—. No designan el mismo personaje.

El demonio es, según expone el P. Llano, "una fuerza o energía interior —nunca una persona ni unespíritu personal— positiva o negativa". Según esto,los enfermos psíquicos, los epilépticos, los psicópatas, etc. se hallaban dominados por una energíao fuerza negativa y se decía de ellos que poseían un demonio, pero nunca un espíritu personal ymenos, una persona.La conclusión sigue su curso: "En cambio, para los Evangelios, el Diablo [...] era el Espíritumaligno; según algunos, se trata de la personificación de El Mal".¿Existe esa personificación, no como tal personificación sino como persona? El P. Llano lo planteaasí:

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¿Se trata de un ser personal, de una especie de anti-Dios, un principio del Mal y de todo lo malo?Tal creencia la aceptaron los miembros de una secta sincretista. filosófico-religiosa, de comienzosde nuestra Era, llamada Maniqueísmo, condenada por la Iglesia.Parece, pues, que decir que el Diablo es persona, ahora es herético.No sólo eso. Añade él:Más erróneo todavía es imaginar que tal Diablo o espíritu maligno entra en los seres humanos yse apodera de ellos. Jesús nunca sacó el Diablo de nadie. Varios pasajes del Evangelio, es cierto,

sí dicen que 'expulsó demonios'. Para entender hoy día tales textos debemos recordar lo dichoarriba. Esa era la forma antigua de explicar algunas enfermedades. Decir entonces que Jesúsexpulsó un demonio de una persona equivaldría a decir hoy día que la curó, que la sanó...¿Y el Diablo como tal? Es una importación de las creencias babilónicas, según nuestro articulista:Aceptar la existencia de un personaje antiguo, llamado Diablo, 'importado' por los judíos de lacultura y creencias de Babilonia, cuando regresaron del Destierro, no es necesario para el católicode hoy. Pero bien puede hacerlo si le ayuda para concretar y personificar el Mal.¿Y en cuanto a los exorcismos?Lo que sí va cogiendo cada vez más fuerza es la tendencia de parte del Magisterio de la Iglesia adisminuir —seguramente que terminará en acabar— con el rito del exorcismo, entendido como losrezos y ritos externos para tratar inútilmente de sacar a quien no se encuentra dentro de un serhumano.Bueno, uno queda autorizado por el P. Llano para no afirmar (o explícitamente, negar) laexistencia del Diablo, pero ¿qué hacer si uno vive en un entorno católico tradicional en donde sí secree que ese señor existe? He aquí su respuesta:Mi consejo personal es que no se inquiete por saber qué creen y opinan, al respecto, sus vecinos:déjelos en paz, como ellos lo dejan a usted vivir tranquilo.Dificultades bíblicasComo se ve todo el planteamiento se apoya coherentemente en la distinción entre "demonio" y"Diablo".¿Es bíblica esa distinción? Para saberlo, miremos si el daimon griego es el mismo demonio de losEvangelios. El daimon griego, como bien explica el P. Llano y hemos citado más arriba, es "unafuerza o energía interior —nunca una persona ni un espíritu personal— positiva o negativa".¿Hay demonios buenos en la Biblia?Pregunta: ¿conocemos un texto, aunque sea uno solo, en el que el "demonio" sea algo positivo?

No, no hay un solo caso.En Jn 8,48 algunos judíos hacen la suposición de que Jesús tenga un demonio. Sigue la respuestadel Señor:Los judíos le respondieron: «¿No decimos, con razón, que eres samaritano y que tienes undemonio?» Respondió Jesús: «Yo no tengo un demonio; sino que honro a mi Padre, y vosotros medeshonráis a mí.La polémica continúa en Jn 8,52 incluso.Era claro en todo caso para los judíos contemporáneos de Jesús (y en esto yerra por completo elP. Llano) que no se esperan obras buenas de los demonios.Pero otros decían: «Esas palabras no son de un endemoniado. ¿Puede acaso un demonio abrir losojos de los ciegos?» (Jn 10,21)¿Es el demonio una "fuerza impersonal", según la Biblia?Otra pregunta: eso que la Biblia llama demonio, ¿tiene características personales o impersonales?Vayamos a los textos.En Mc 8,31-32 leemos:Y le suplicaban los demonios: «Si nos echas, mándanos a esa piara de puercos.» El les dijo: «Id.»Saliendo ellos, se fueron a los puercos, y de pronto toda la piara se arrojó al mar precipicio abajo,y perecieron en las aguas.¿Es una energía interior que se da por igual en hombres y en cerdos? No parece.Luego está la cuestión de Belzebú, príncipe de los demonios: ¿una energía, madre de todas lasenergías? ¿Habrá que decir que también esta es mitología extrabíblica? De este tema leemos en

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Mt 9,34; 12,24. ¿Qué hay aquí? ¿Una "fuerza interior" que tiene nombre tanto para losadversarios de Jesús como para Jesús mismo?Además, si esas fuerzas pudieran ser "positivas o negativas", ¿qué problema habría en decir que aJesús lo movía uno de esos "demonios"? Pero el texto bíblico rechaza vigorosamente talsuposición, acercándola a la blasfemia contra el Espíritu Santo (léase Mt 12,28 y 12,31).Estos demonios, por otra parte, tienen la capacidad de reconocer quién es Jesús, pero Jesúsimpide que tal conocimiento se difunda al modo o en el momento en que ellos "quieren" (cf. Mc

1,34; Lc 4,33-35.41). ¿Corresponde eso a una "fuerza interior"?Hay nombres, además de Belzebú. En el conocido pasaje Jesús pregunta al demonio su nombre, yescucha no un nombre de enfermedad, sino otro nombre misterioso: "Legión". ¿Fruto de unestado psíquico alterado? ¿Un estado psíquico transmisible a los cerdos?¿Pueden explicarse como enfermedades las acciones demoníacas?Según la Biblia, ¿las acciones de los demonios son otro modo de hablar de las enfermedades o deciertas enfermedades?Si así fuera, resulta muy difícil explicar textos como Mc 1,34:Jesús curó a muchos que se encontraban mal de diversas enfermedades y expulsó muchosdemonios. Y no dejaba hablar a los demonios, pues le conocían.Seamos lógicos. En ese versículo están por un lado "diversas enfermedades" y por otro lado"expulsión de demonios". Si los demonios fueran "enfermedades", ¿no quedaba ya todo dicho con"curó a muchos que se encontraban mal de diversas enfermedades"? Caso similar encontramos enMc 6,13; 16,17-18; Lc 13,32. En Lc 9,1 la separación es neta: "Convocando a los Doce, les dioautoridad y poder sobre todos los demonios, y para curar enfermedades".¿Y la epilepsia de Lc 9,42? Notemos que no hay dificultad en admitir que la enfermedad física opsíquica coexisten con la acción devastadora del demonio. Lc 9,42 no habla de simple epilepsia:Cuando se acercaba, el demonio le arrojó por tierra y le agitó violentamente; pero Jesús increpóal espíritu inmundo, curó al niño y lo devolvió a su padre.El demonio reacciona ante la presencia de Jesús, como había pasado en la sinagoga de Cafarnaúm(Mc 1,23-25). Además, ¿qué es esta epilepsia que reacciona precisamente ante Jesús?ConclusiónEs claro en la Biblia que el demonio no es una fuerza impersonal, ni una energía interior, ytambién es evidente que su carácter es siempre "negativo", adverso a Dios, especialmente cuandose manifiesta la obra de Cristo.

Es simple decir que el demonio es una "personificación"; es cómodo quedarnos en nuestrosesquemas sin turbar la mente con seres personales invisibles y maléficos. Pero es demasiadosimple y demasiado cómodo. Y no corresponde a la fe de la Iglesia Católica.