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  • Rosa Tello (ed.)

    JEAN-PIERRE GARNIER

    UN SOCIÓLOGO URBANO A CONTRACORRIENTE

    Icaria Espacios críticos

  • Este libro ha sido impreso en papel 100 % Amigo de los bosques, proveniente de bosques sostenibles y con un proceso de producción de TCF (Total Chlorin Free), para colaborar en una gestión de los bosques respetuosa con el medio ambiente y económicamente sostenible.

    Diseño de la cubierta: Adriana Fabregas Imagen de la cubierta: Imagen de la Cité des 4000 en La Courneuve (periferia de París) a partir de una fotografía de Julien Muguet

    © RosaTello © Jean-PierreGarnier

    © De esta edición Icaria editorial, s. a. Are de Sant Cristofol, 11-23 08003 Barcelona www. icariaeditorial. com

    ISBN: 978-84-9888-758-7 Depósito legal: B 25275-2016

    Primera edición: enero de 2017

    Fotocomposición: Text Grafic

    Impreso en Romanya/Valls, s. a. Verdaguer, 1, Capellades (Barcelona)

    Printed in Spain. Impreso en España. Prohibida la reproducción total o parcial

  • ÍNDICE

    Introducción, Rosa Tello 7

    I. Entre la crítica y la provocación: un recorrido por la vida y la obra de Jean-Pierre Garnier, Rosa Tello 15

    Urbanista, geógrafo, sociólogo, filósofo 21

    Jean-Pierre Garnier lefebvriano 29

    Difusor del pensamiento crítico-heterodoxo 32

    París, su ciudad 37

    II. Conversando con Jean-Pierre Garnier: debates y combates, Rosa Tello 45

    III. Antología de textos 75

    Una ciudad, una revolución: La Habana. De lo urbano a lo político, Jean-Pierre Garnier 75

    Ciudades nuevas o periferias organizadas, Jean-Pierre Garnier 88

    El trasfondo de los mapas, Jean-Pierre Garnier 105

    La crítica radical, ¿tiene todavía derecho de admisión?, Jean-Pierre Garnier 124

    Una violencia eminentemente contemporánea. El espacio público urbano como escena «post-histórica», Jean-Pierre Garnier 151

  • La «sociedad del riesgo»: ¿un miedo que tranquiliza?, Jean-Pierre Garnier 172

    El espacio urbano, el Estado y la pequeña burguesía intelectual: la radicalidad crítica en cuestión, Jean-Pierre Garnier 189

    IV. Texto inédito 203La reapropiación colectiva del espacio urbano: entre activismo y teoricismo, Jean-Pierre Garnier 203

    V. Jean-Pierre Garnier, una voz a contracorriente, Rosa Tello 227

    Crítica al urbanismo capitalista y el derecho a la ciudad 229

    El papel de clase de los intelectuales y los expertos político-sociales de izquierda 235

    El poder de la palabra: neolengua, conceptos, nociones 240

    Olvidos u omisiones implícitas en el discurso 245

    Selección de la bibliografía de Jean-Pierre Garnier, Rosa Tello 251

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    INTRODUCCIÓN

    Rosa Tello

    Como en los demás libros de esta colección, en este se pretende dar a conocer el pensamiento de uno de los críticos más impla-cables al urbanismo capitalista y su correspondiente ideología.

    Desde que en 1976 se publicó «Planificación urbana y neo-capitalismo» en el cuaderno número 6 de la recién creada Geo-Crítica, pocas veces se han publicado en castellano las obras del sociólogo urbano francés Jean-Pierre Garnier. Habrá que esperar a 2006 para que se publiquen un conjunto de artículos de este prolífico intelectual, demoledor con la ideología que se desprende de las políticas y prácticas socio-urbanísticas del Estado.

    La influencia del opúsculo «Planificación urbana y neo-capitalismo» en la formación del pensamiento crítico de los geógrafos licenciados por la Universidad de Barcelona ha al-canzado varias generaciones, al punto que todavía hoy esta pequeña obra forma parte de lecturas obligatorias de algunas asignaturas de los estudios en Geografía de dicha universidad.

    Ampliar el espectro crítico sobre el urbanismo, su ideología y sus acciones parece algo indispensable hoy, sobre todo des-pués que las ensalzadas políticas urbanas no solo de Barcelona, sino de muchas otras ciudades, han dado como resultado una división social y espacial mucho más profunda de lo que cabe esperar de los discursos urbanísticos oficiales.

    En Barcelona, desde los años ochenta pocas voces se han levantado contra el discurso urbanístico-político que justifica-

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    ba el emprendimiento de las reformas urbanas orientadas hacia la construcción de una ciudad espectacular para atraer capital y consumo foráneos (especulación inmobiliaria y turismo). Pocas voces cuestionaron el cacareado e internacionalizado «modelo Barcelona». Las voces disidentes fueron silenciadas e invisibilizadas, especialmente en el último decenio del siglo pasado. La mayoría de intelectuales, incluso de aquellos que cabía esperar críticos, se adhirieron al discurso dominante. Solo recientemente, cuando es demasiado evidente el desastre socio-espacial que nos dejaron aquellos años de aquiescencia, aparece con fuerza un movimiento social con un discurso y prácticas críticas al urbanismo neoliberal que ha impregnado las políticas públicas de la ciudad.

    Parece, pues, oportuno dar a conocer la voz de un incon-formista inveterado que no ha ahorrado críticas a la ideología y a los ideólogos de las políticas públicas de los gobiernos su-puestos de «izquierdas» que desde los años ochenta han ido explanando el camino al capitalismo neoliberal, palpable en casi todas las ciudades del mundo. Una voz que no solo es implacable con la forma neoliberal del capitalismo, sino que, a través de los análisis de los discursos urbanísticos, del de sus ideólogos y de las críticas a las prácticas derivadas de las polí-ticas públicas, ahonda en el análisis del urbanismo capitalista para mostrar cómo sus estratagemas consiguen mantener la re-lación de clase entre dominadores y dominados.

    Su voz se alza intolerante y demoledora contra la difu-sión, uso y aplicación de conceptos como derecho a la ciu-dad, participación, sostenibilidad… que tergiversan su sen-tido originario. Su palabra es cáustica hacia los académicos que, aun teniendo un pensamiento crítico sobre el urbanismo y el sistema capitalista que lo alimenta, están en sus torres de marfil, alejados de los movimientos sociales que se resisten a las agresiones del sistema y se debaten para conseguir una nueva sociedad.

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    Con este libro se quiere dar visibilidad a una voz intole-rante, ácida y crítica hacia las trampas ideológicas de las políti-cas urbanas y del urbanismo que ponen en funcionamiento los intelectuales de lo urbano cómplices del Estado, ejecutor del urbanismo capitalista en todos sus aspectos.

    Al mismo tiempo se quiere dar una visión de la evolución de su pensamiento que, aun permaneciendo crítico y fiel a la ideología marxiana y lefebvriana en que se formó, se ha ido transformando sucesivamente hacia una crítica del pensamien-to crítico dominante de la llamada ideología de izquierdas. La evolución de su propio pensamiento y de las temáticas que plantea da cuenta también de la trasformación del discurso in-telectual de izquierdas dominante, en la medida en que sus es-critos se van centrando en cuestionar, desde un punto de vista marxiano y de clase, dicho discurso.

    Con este fin se ha seleccionado una serie escritos —capí-tulos de libro y artículos aparecidos en prestigiosas revistas científicas de ciencias sociales como Espaces et Sociétés o en publicaciones de ideología libertaria como Réfractions— que, creemos, muestran los rasgos dominantes del pensamiento crítico de Jean-Pierre Garnier en relación con la sociedad y los espacios urbanos. La mayor parte de los artículos que se han seleccionado plantean, avant la lettre y de forma crítica, temáticas de fondo que solo bastante más tarde se generaliza-rán como cuestiones fundamentales que afrontar tanto en el ámbito intelectual como en el socio-político. Indirectamente se plantean cuestiones como el nexo entre experiencia e inves-tigación, la falta de neutralidad de las representaciones carto-gráficas, la producción política del miedo, o la advertencia de que si el discurso crítico radical no va acompañado de acción, cae en saco roto. Sin embargo, a pesar de que la temática es diversa, en todos los artículos se percibe netamente un hilo conductor que, como el estilo de un músico o un pintor, marca la obra de este artista de la crítica político-social. Su música es

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    el análisis del papel de clase de la pequeña burguesía intelectual en el mantenimiento del sistema de dominación de una clase minoritaria detentora del poder y del capital sobre las clases populares.

    El primer artículo, escrito en 1973, corresponde a la in-troducción de su primer libro, Une ville, une révolution: La Havane. De l’urbain au politique, derivado de su primera te-sis doctoral. Evidentemente, una introducción no es el núcleo central de un libro, pero en este caso su interés radica en el en-foque ideológico del que parte y las cuestiones metodológicas que plantea. Tanto la manera de dirimir los puntos de partida ideológicos como los metodológicos tienen interés en cuanto que enlazan ideología, metodología y la experiencia personal de vivir en una sociedad, la cubana, que se estaba transformando después de un profundo cambio de sistema político-económico.

    El artículo «Ciudades nuevas o periferias organizadas» [«Villes nouvelles ou banlieues organisées»], escrito en 1974, se centra en el cuestionamiento de las políticas de desarrollo territorial francés de los años setenta que en realidad polarizan el territorio en torno a la capital a pesar de que el discurso pú-blico dice todo lo contrario. Resalta cómo esta política terri-torial está orientada a reforzar las regiones urbanas más próxi-mas a los potentes polos económicos de los países vecinos para que sean más competitivas a escala internacional. Desentraña al mismo tiempo cómo el nuevo modelo de urbanización, pro-ducción masiva de vivienda articulada en torno a centralidades secundarias —ciudades nuevas—, es una forma de urbaniza-ción controlada para garantizar un mercado laboral suficien-temente amplio a las nuevas instalaciones industriales. De he-cho, este artículo es como un preludio a escala territorial de la futura crítica de las políticas urbanas neoliberales basadas en la producción de ciudades competitivas.

    El tercer texto, «El trasfondo de los mapas» [«Le dessous des cartes»] (1991), es un capítulo de un libro colectivo sobre

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    geografía y contestación. Este artículo cuestiona que las repre-sentaciones cartográficas sean neutras, que no impongan una imagen de la realidad sesgada por la ambigüedad de las cifras que la alimentan. Cuestiona también la neutralidad de la cien-cia y la subyugación de la investigación a los intereses de quien la financia.

    En el título del artículo «La crítica radical ¿tiene todavía derecho de admisión?» [«La critique radicale a-t-elle encore droit de cité?»], escrito en el año 2001, Jean-Pierre Garnier pone en práctica su diversión preferida: el juego de palabras. Juega con droit de cité y droit à la ville, respectivamente «dere-cho de admisión» y «derecho a la ciudad», conceptos que nada tienen que ver entre sí, pero que utiliza irónicamente para re-ferirse a que los intelectuales críticos, fieles todavía al concepto lefebvriano, están mal vistos y casi expulsados de los círculos intelectuales de la izquierda oficial. Bajo este punto de vista, parte de que la mayoría de los profesionales de las ciencias so-ciales aceptan como verdad universal que el capitalismo es el único sistema posible y a partir de esto desarrollan su discur-so con nuevos conceptos que de algún modo contribuyen a crear consenso social y en consecuencia a perpetuar el sistema de dominación. Y no solo procede a un análisis crítico de la ideología, sino también de la metodología como instrumento ideológico que refuerza las posturas tendentes a perpetuar el control y el conformismo social.

    El artículo «Una violencia eminentemente contemporánea. El espacio público urbano como escena ‘post-histórica’» [«Une violence éminemment contemporaine. L’espace public urbain comme scène ‘post-historique’»], publicado en 2007, es una re-flexión de cómo desde las ciencias sociales se valora y analiza la violencia urbana de los jóvenes marginados en los suburbios de las grandes ciudades. Trata de cómo los discursos sociológico y político, en lugar de afrontar los problemas reales derivados de la falta de perspectivas sociales y económicas de los jóvenes de

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    barrios marginados que usan la calle para expresar violentamen-te su malestar, enfatizan más la inseguridad para conseguir apa-ciguar una sociedad que al mismo tiempo está siendo violentada por el capital a causa de la desarticulación de las relaciones de fuerza entre dominadores y dominados.

    «La ‘sociedad del riesgo’: ¿un miedo que tranquiliza?» [«La ‘société du risque’: une peur qui rassure?»], escrito en 2007, trata sobre cómo los gobiernos de las sociedades llamadas de-mocráticas producen sutilmente el miedo a través del discurso, entre otros, sobre el riesgo. Se articulan los argumentos para valorar este discurso en torno a tres conceptos ampliamente difundidos y vulgarizados: el riesgo y su prevención, la soste-nibilidad y el desarrollo sostenible y la intranquilidad social y la seguridad ciudadana. Analiza finamente cómo los argumen-tos tecno-científicos en torno a la producción del riesgo y su prevención, interconectados con los del desarrollo sostenible, son condición necesaria para convencer a la sociedad de sus responsabilidades medioambientales y de ahí su compromiso con este futuro desarrollo. La incertidumbre intrínseca que conllevan ambas argumentaciones tiende a desencadenar la in-seguridad social, agravada por el incremento de la violencia urbana o de las violentas acciones «terroristas», que necesa-riamente requiere prevención e intervención del Estado. En la argumentación de fondo del artículo se aprecia claramente al Estado como el principal agente productor de miedo.

    «El espacio urbano, el Estado y la pequeña burguesía in-telectual: la radicalidad crítica en cuestión» [«L’espace urbain, l’État et la petite bourgeoisie intellectuelle: la radicalité criti-que en question»], escrito en 2012, trata de la difícil cuestión de cómo llegar al cambio de sociedad a través de la acción, si el pensamiento crítico permanece encerrado en el ámbito de académico. A partir de ahí, a la luz de los planteamientos de Henri Lefebvre, se plantea una vez más el papel de la clase y la responsabilidad de los intelectuales críticos, incluidos los

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    lefebvrianos, en la perpetuación del sistema de dominación. Valora el cómo y el porqué algunas movilizaciones urbanas recientes no han ido más allá de ser protestas simbólicas, que no han logrado implicar profundamente a la clase dominada ni ha hecho mella en el sistema de dominación.

    El artículo inédito «La reapropiación colectiva del espa-cio urbano: entre activismo y teoricismo» trata de los movi-mientos sociales que han empezado con una larga ocupación de espacios públicos. Por una parte, desde el punto de vista teórico, considera que se han puesto excesivas ilusiones en la apropiación real del espacio público, puesto que detrás de las ocupaciones no ha habido ni programas ni objetivos que apuntaran hacia el cambio de sistema. Por otra parte, centrán-dose en el reciente movimiento francés Nuit Debout, muestra cómo su organización no ha logrado extenderlo más allá de los espacios públicos centrales y sus líderes o portavoces han orientado el movimiento hacia una forma de protesta más que hacia un cambio social.

    El estilo literario de Jean-Pierre Garnier está repleto de juegos de palabras, de guiños y sobrentendidos que se refie-ren tanto a la actualidad socio-política del momento que están escritos como a la producción intelectual en el área de las cien-cias sociales en Francia principalmente. Las abundantes pre-cisiones y aclaraciones que reafirman sus puntos de vista dan lugar a largas frases que muestran al mismo tiempo sus convic-ciones y sus amplios conocimientos. Hay que advertir además que sus textos están plagados de palabras entrecomilladas que señalan al lector de que se trata de un concepto criticable en cuanto al significado y el uso, o a veces las utiliza para resaltar la intención irónica.

    Al traducir no ha sido fácil mantener la riqueza, la preci-sión, la ironía implícita o el juego de palabras que impregnan los textos. Cuando hemos creído que la traducción quizá po-día mermar el sentido del texto, hemos tenido que recurrir a la

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    aquiescencia del autor, muy buen conocedor del español, para garantizar la correcta translación de un idioma a otro. Quizás en algunos casos el texto resultante pierda la brillantez origi-nal, pero en todo caso la responsabilidad es nuestra.

    Los frecuentes contactos con Jean-Pierre Garnier a pro-pósito de la elaboración del libro nos han permitido entablar, o más bien continuar, un intenso e interesante debate sobre el espacio urbano, sobre sus actores, cómo y a quién corresponde cambiarlo, sin encontrar respuestas porque, hemos concluido, no nos corresponde a nosotros los intelectuales darlas, sino a la acción colectiva de quienes están implicados en la lucha por la transformación de la ciudad y la sociedad.

    En este libro, pues, no se encontrarán soluciones a los pro-blemas sociales y urbanos que nos ha traído el largo devenir del capital, sino preguntas, muchos interrogantes y profundas reflexiones sobre la problemática urbana en sus aspectos teó-ricos y prácticos, sobre los distintos actores, sobre sus papeles en la reproducción de la relaciones de dominación. No, no hay respuestas, solo una profunda reflexión. El devenir social es impredecible.

  • l. ENTRE LA CRÍTICA Y LA PROVOCACIÓN: UN RECORRIDO POR LA VIDA Y LA OBRA DE JEAN-PIERRE GARNIER

    Rosa Tello

    Como después de la lluvia corre el agua desbordada, así fluye el torrente de palabras e ideas de Jean-Pierre Garnier. Fiel a sí mismo, a sus ideas e ideales, Jean-Pierre Garnier ha realizado desde que lo conocí, a inicios de los años setenta, una sistemática crítica a la urbanización capitalista de la ciudad y, sobre todo, a la ideología urbanística en que se ha basado el capital para «racionalizar» el territorio, en particular las áreas metropolitanas. Ha resaltado el papel que ha realizado y reali za la clase media intelectual en los procesos políticos de organización y polarización de los territorios. Y ha desmenuzado implacablemente los conceptos que la mencionada clase crea para construir un discurso urbanístico que justifica las acciones público/privadas sobre el espacio, sobre la producción del espacio urbano.

    Su sistemática crítica al «pensamiento único o, más exactamente, al pensamiento unánime» sobre lo socio-urbano y sus prácticas nos influyó a mí y a otros geógrafos de mi generación cuando, invitado por Horacio Capel, estuvo en la Universidad de Barcelona en 1 973 para darnos un curso sobre el urbanismo en Francia. En la España de aquellos momentos, el planeamiento urbano realizado por profesionales «progresistas» se nos presentaba como tabla de salvación ante los desmanes de la especulación urbana de la dictadura franquista. Sin embargo, el análisis crítico que hacía Jean-Pierre Garnier del ordenamiento territorial y del planeamiento urbano en Francia nos

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  • puso en evidencia que el urbanismo era un instrumento del poder político instituido. Su crítica se sustentaba, y se sustenta todavía hoy, en la obra de Henri Lefebvre. Así, de la mano de Jean-Pierre Garnier conocimos el pensamiento lefebvriano sobre lo urbano.

    No solo en las clases, o mejor dicho en el seminario que nos impartió, se debatía incansablemente, sino que las discusiones se prolongaban hasta altas horas de la noche en casa de alguien para seguir ernbebiéndonos del pensamiento crítico que, a esas horas, ya abarcaba al sistema político, y de las posibilidades de transformarlo revolucionariarnente.

    Según nos cuenta, su visión política del mundo, su posición crítica hacia las instituciones y el pensamiento dominante viene de lejos, de muy lejos, de cuando era niño. Su padre, de formación e ideas anarquistas, con la intención de transmitirle una visión crítica de la sociedad, le mostraba lo jocoso de las ceremonias civiles (desfiles o actos electorales) y religiosas (misas o procesiones). Así, desde muy joven consideró los actos públicos institucionales corno algo no serio, una comedia, algo no respetable: un crítico de la sociedad del espectáculo avant la lettre. Ahora sigue siendo crítico de la sociedad del espectáculo, pero espectacularizando su propio discurso con provocaciones verbales y escritas. Sus libros, sus artículos, sus opiniones, expresadas en entrevistas o blogs, están siempre en el filo entre la crítica y la provocación.

    Desde que nació el 30 de agosto de 1 940 hasta finalizar sus estudios de enseñanza secundaria vivió en Le Mans, en aquella época una pequeña ciudad conservadora recién ocupada por el ejército alemán, situada en la región del Loira. Allí, cuando realizaba los estudios de secundaria, tuvo la gran suerte de encontrar profeso res de francés, historia y sobre todo de filosofía que le enseñaron a estructurar su espíritu crítico y a desarrollarlo de manera argumentada. Esto lo inclinó más hacia las humanidades que a las ciencias. Su buena preparación

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  • y buenos resultados en los estudios le permitieron entrar en el selecto y selectivo Lycée Henri IV de la capital francesa, un centro de excelencia que preparaba, y todavía hoy lo hace, a los mejores estudiantes de Francia para entrar en la también selectiva École Normale Supérieure de París.

    Rondaba el año 1 957-58; Francia estaba en plena guerra contra la independencia de Argelia y en París se concentraban los movimientos de solidaridad con el pueblo argelino. Jean-Pierre Garnier, por supuesto, se comprometió con la lucha anticolonial, de modo que sus estudios y su actividad política se le mezclaron. Dominaron sus actividades políti cas por encima de la disciplina de estudio. Por otra parte, la orientación curricular que ofrecía la Grande École no le estimulaba intelectualmente, por lo que declinó prepararse para pasar el examen de entrada a la École Normale de París, pero obtuvo el título de «certificado de estudios literarios generales», ya extinguido, con el que pudo entrar en la vida universitaria matriculándose en la licenciatura de inglés . No fue muy buen alumno porque las actividades extrauniversitarias, el cine, el teatro, la música, los viajes, la política o las mujeres (siempre ha sido un gran seductor, en todos los sentidos), le resultaron mucho más interesantes que los estudios. Se dedicó sobre todo a ayudar activamente a los resistentes argelinos que estaban en Francia.

    La amenaza paterna de enviarlo a trabajar a una fábrica, si no tomaba en serio los estudios, junto a su implicación en los movimientos políticos del momento, lo decidieron a iniciar la licenciatura en ciencias políticas en el Institut d'Études Politiques de París porque el ambiente del Instituto era de izquierdas y muchos estudiantes estaban comprometidos con la resistencia argelina; todos ansiaban la paz, temían que los mandaran a combatir a Argelia.

    Acabó los estudios poco después de haberse firmado la paz, en 1 963, sin decantarse por ninguna especialización pro-

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  • fesional, pero en aquel período conocido como «de los 30 gloriosos» había muchas posibilidades de escoger. La posibilidad se presentó gracias al profesor del lnstitut d'Études Politiques Louis Chevalier, autor del famoso libro Classes laborieuses et classes dangereuses ( 1 958), con quien había debatido intensamente en sus seminarios . Al terminar la carrera, le propuso entrar a trabajar en el lnstitut d'Urbanisme de la Région de Paris diciéndole:

    Usted escribe bien y esto es suficiente para entrar a trabajar en el Instituto de Urbanismo. Está bien pagado. No hace falta ser un genio para trabajar en urbanismo. Usted aprenderá fácilmente lo esencial y durante su tiempo libre podrá hacer lo que le gusta, escribir artículos o libros sobre temas artísticos o políticos . . .

    A finales de los años cincuenta y principios de los sesenta no se enseñaba urbanismo en el lnstitut d'Études Politiques.

    El lnstitut d' Aménagement et d'Urbanisme de la Région Parisienne (IAURP), dirigido por Paul Delouvrier, delegado de Gobierno del Distrito de la Región de París nombrado directamente por De Gaulle (Debré, Delouvrier y Hirsch, 2003), estaba elaborando el Schéma Directeur d' Aménagement et d'Urbanisme de la Région de Paris (SDAURP). El director del departamento de programación del Instituto tuvo que explicar a Jean-Pierre Garnier en qué consistía el urbanismo y cuál sería su tarea:

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    El urbanismo y el ordenamiento urbano requieren un pensamiento tecnocrático y burocrático que se asimila rápidamente. Usted solo tiene que reescribir y sintetizar los textos de los arquitectos. Los arquitectos escriben muy mal y estarán muy contentos de que alguien escriba por ellos. Al mismo tiempo, usted aprenderá urbanismo. Ponga estos

  • planos y estos textos en buen francés, agradable y seductor, sobre todo para los periodistas.

    Ese fue el inicio de su aprendizaje del urbanismo. De modo que la redacción final del famoso SDAURP, ese modelo de planeamiento urbano que cuando estudiábamos era uno de nuestros referentes, se debe a un aprendiz de urbanista.

    La visión crítica del urbanismo se le presentó en el ejercicio de sus cualidades literarias cuando, una vez finalizada la redacción del mencionado Plan Director, el Instituto de Urbanismo lo envió a trabajar al Conseil d'Administration du District de la Région de París. Su trabajo consistía en ayudar al consejero/ ponente de dicho organismo, Roland Nungesser, a redactar el dictamen del Consejo sobre el Plan Director de la Región de París (Nungesser, 1964). Este, con la intención de conseguir su promoción política, pidió a Jean-Pierre Garnier un informe crítico sobre el Plan que él mismo había estructurado y redactado. Según nos cuenta, lo analizó críticamente aplicando de manera velada la crítica marxiana, es decir, poniendo de relieve cómo los objetivos del Plan Director solo eran propaganda ideológica y cómo las propuestas concretas de transformación

    En Cuba en mayo de 1968 (foto ced ida por Jean-Pierre Garnier).

    territorial respondían a las necesidades y expectativas del capital para modernizar las estructuras territoriales. Esta crítica dio los resultados que esperaba el Consejero: fue nombrado secretario de Estado de Vivienda. Por experiencia propia, Jean-Pierre Garnier empezó a vislumbrar claramente cómo los intelectuales al servicio de la política eran el instrumento de la burguesía para ejercer su poder. El flaman-

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  • te secretario de Estado de la Vivienda le propuso formar parte de su gabinete porque «usted es muy eficaz». Jean-Pierre Gamier rechazó la oferta pretextando divergencias políticas, porque en aquel entonces militaba en la organización trotskista Juventud Comunista Revolucionaria. Y aquí llegó la lección: «Si usted es de izquierdas, no importa. A los 40 años, muchos socialistas se han vuelto conservadores. Usted no está obligado a esperar tanto tiempo». Tenía 25 años. A esta edad vivía la contradicción de ser (o eso creía) un revolucionario trotskista y trabajar para organismos políticos de un Estado de derechas.

    Como ya había adquirido suficiente conocimiento en el campo profesional del urbanismo, decidió ir a trabajar al Instituto de Planificación Física (IPF) de Cuba para resolver esta contradicción: al menos allí había un Estado de izquierdas y además revolucionario, o eso creía. Durante unas vacaciones en Cuba aprovechó para establecer contactos con el equipo de redacción del Plan Director de La Habana y para solicitar trabajo en este organismo. En 1 967 obtuvo el permiso para trabajar allá y se integró en el equipo del Plan Director de La Habana. Permaneció allí cinco años. En 1 97 1 fue expulsado por contrarrevolucionario. ¡ Ironías de la vida!

    Así que Jean-Pierre Garnier no vivió en París la experiencia de mayo de 1 968 y eso le permitió después tener un distanciamiento crítico sobre esta «revolución». Según él, Mayo del 68 no fue ninguna revolución, sino una insurrección de neo-pequeños burgueses frustrados, porque su creciente peso (demográfico, económico, institucional, cultural) como clase no se traducía en un peso político equivalente; por esto su rebelión contra el gobierno se convirtió en una disparatada oposición contra el régimen de la V República y contra el capitalismo. Esta opinión, que siempre ha defendido, 1 le ha valido

    l. •Los neo-pequeño burgueses radicales de mayo del 68 formaban una clase de frustados que veían cómo se les escapaban sus oportunidades,. (Lémi, 2010).

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  • los calificativos de purista, provocador, ayatolá . . . de muchos de los protagonistas de aquel movimiento, entre ellos Daniel Cohn-Bendit; calificativos, sobre todo el de provocador, que ha asumido y cultivado durante toda su vida como signo de identidad.

    En Cuba tuvo la oportunidad de conocer a distintos urbanistas franceses y profesores universitarios, muchos de ellos afiliados o afines al Partido Comunista Francés, que viajaban allí para conocer en directo la planificación urbana de un país revolucionario. Los colegas cubanos los remitían ajean-Pierre Garnier para que les hiciera las oportunas explicaciones . Luego, estos contactos le fueron útiles para encontrar trabajo cuando regresó a Francia en 1 97 1 . Cuando llegó, encontró dos oportunidades para escoger profesión y empleo: una, como técnico en el Instituto de Urbanismo de Grenoble, a través de su director; otra, como profesor universitario, a través del director del Departamento de Geografía de la Universidad de Toulouse-Le Mirail, Bernard Kayser. Se decantó por la investigación y la enseñanza. En los inicios de su carrera universitaria, entre 1 976 y 1 977, también ejerció de consejero técnico en la Direction Départementale de l 'Équipement de Seine-Maritime para la elaboración del Schéma d'Aménagement du Littoral .

    Urbanista, geógrafo, sociólogo, filósofo

    Mientras enseñó sociología urbana en la licenciatura de Geografía como profesor asociado en la Universidad de Toulouse-Le Mirail, entre 1 971 y 1 974, realizó su primera tesis en sociología: Une ville, une révolution: La Havane. De l'urbain au politique que, dirigida por Raymond Ledrut (Ledrut, 1 968) y publicada rápidamente en Anthropos en 1 973 (Garnier, 1 973). Esta consistió en una crítica de la planificación urbana de Cuba a través del estudio de la evolución de la política urbana llevada a cabo

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  • para transformar La Habana, que le sirvió para demostrar que el régimen castrista no era socialista. Fue en esta época cuando, a través de una Acción Integrada entre su universidad y la de Barcelona, realizó una estancia de tres meses en el Departamento de Geografía de la entonces Facultad de Filosofía y Letras. Ahí empezó su larga amistad con Horacio Capel y también el largo debate intelectual que han sostenido acerca de lo urbano. Un debate que todavía hoy sigue en pie, tal como lo prueban numerosos artículos publicados en Geo-Critica desde 1 976, en especial, el de «Treinta objeciones a Horacio Capel» (Gamier, 201 l b).

    Con el título de doctor, Jean-Pierre Gamier ya podía acceder a un puesto de encargado de curso que no se lo ofreció la Universidad de Toulouse-Le Mirail por desavenencias políticas con el director del Departamento de Geografía. En cambio, sí le ofrecieron la oportunidad de enseñar sociología urbana sus colegas de la Universidad de París, a inicios del curso 1975-76. En 1 977 entró a formar parte de la plantilla de profesores de la École Spéciale d' Architecture en París, donde permaneció hasta 2005. Por supuesto, su enseñanza ha consistido siempre en una visión crítica de la urbanización, del urbanismo y de las políticas urbanas capitalistas y sus consecuencias socio-políticas .

    En la Universidad de París realizó su segunda tesis. U na tesis doble sobre política urbana; una tesis a cuatro manos redactada conjuntamente con su amigo Denis Goldschmidt (ya fallecido) y dirigida por Pierre Di Meglio. Formalmente presentaron una tesis cada uno en el Departamento de Urbanismo de la Universidad de París-Este Créteil, en 1 977. Evidentemente, el enfoque de la tesis era abiertamente marxiano. Examinaban los distintos aspectos del cambio de rumbo de la política urbana durante los años setenta en base al análisis de la evolución de la relaciones de clase en Francia desde la postguerra. La tesis se había dividido formalmen-

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  • te en dos. En una se explicaba por qué y cómo el gobierno de derechas francés empezó a usar los valores, ideales y reivindicaciones de la pequeña burguesía intelectual sobre lo urbano, para lanzar una nueva política urbana, no solo en los ámbitos urbanístico y arquitectónico sino también en el cultural, el institucional y el social . En la otra, estudiando la sucesiva incorporación de miembros de la mencionada clase en las instituciones públicas locales y cómo esta las utilizaba, trataron de demostrar que la conquista electoral de los ayuntamientos y la creación de asociaciones de vecinos vinculadas a las luchas urbanas eran parte de la estrategia de la clase burguesa dominante para controlar el poder local en el conjunto del país. Una estrategia del poder que reflej aba la división de las tareas de dominación de la burguesía: a escala nacional, se estimulaba a las formaciones políticas de derechas y, a escala local, se impulsaba paulatinamente a las formaciones políticas de izquierdas . A escala local, la pequeña burguesía intelectual ej ercía un papel fundamental para «no cambiar de sociedad sino cambiar la sociedad» . Con esta doble tesis, que se publicó en dos libros, La comédie urbaine ou La Cité sans classes y Le socialisme a visage urbain. Essai sur la local-démocratie, Garnier y Goldschmidt ( 1 977, 1 978) demostraron que la burguesía había utilizado a la pequeña burguesía intelectual francesa «como soporte de Estado» -según expresión de Henri Lef ebvre-, como aliada de clase para renovar la política urbana, integrándola a través de las elecciones y dándole la responsabilidad de la gestión de las ciudades. Esta tesis marcará el decurso del pensamiento de Jean-Pierre Garnier basado en el papel neutralizador de la clase media intelectual como productora de ideología para mitigar la fuerza de los movimientos sociales urbanos .

    Jean-Pierre Garnier ha dejado de lado la crítica intelectual a la ideología conservadora. Siempre ha pensado que el pensamiento y las actitudes de los conservadores, o «de derechas», son

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  • coherentes, cualidad que no tienen los intelectuales franceses «de izquierdas» . En consecuencia su crítica se ha orientado hacia las posiciones ideológicas y actitudes de la «izquierda oficial», esta izquierda que, a partir de la Segunda Guerra Mundial, estaba vinculada al Partido Comunista y luego al Partido Socialista ha influido en la creación de pensamiento académico y cultural del país. Con esta crítica ha ido ganándose la enemistad de muchos intelectuales influyentes en la producción de conocimiento sobre el Estado y lo urbano, entre los que se encuentran Manuel Castells, Fran�ois Ascher, Alain Touraine, Michel Maffesoli, Michel Wieviorka, Fran�ois Dubet, Didier Lapeyronie, André Glucksman, y un largo etcétera.

    Las dos mencionadas tesis vinieron a echar leña al fuego al intenso debate que, iniciado a propósito de los planteamientos de Foucault sobre el poder y el Estado, sostenía la izquierda internacional sobre el papel de las clases sociales en el Estado, desde finales de los sesenta. Debate que encabezaban Nicos Poulantzas y Ralph Miliband (Miliband, 1 969, 1 970; Poulantzas, 1 968, 1 969, 1 974, 1 976) y del que Henri Lefebvre (Lefebvre, 1 976-78) no quedó ajeno. Este debate internacional se encendió y enriqueció a finales de los años setenta cuando se incorporaron nuevos jóvenes intelectuales como los franceses Jean-Pierre Garnier y Denis Goldschmidt, el irlandés John Holloway (Holloway y Picciotto, 1 978) o el sueco Goran Therborn ( 1 978), entre otros, dando lugar a dos puntos de vista claramente diferenciados sobre las estrategias política;

    para transformar el Estado y en consecuencia el sistema capitalista. Este debate enfrentaba marxianos y estructuralistas . Los primeros consideraban que el Estado es simplemente un instrumento en manos de una clase social determinada y que para transformar el sistema capitalista hay que derrocar a esta clase; los segundos consideraban que la burguesía como clase no es homogénea y está demasiado centrada en sus procesos de acumulación de capital para controlar el Estado y por ello las

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  • otras clases tienen posibilidades de controlarlo. Por supuesto la argumentación de Jean-Pierre Garnier estaba y está todavía dentro de la primera postura.2

    Una vez más, Jean-Pierre Garnier, tuvo suerte en su profesión. Cuando Jean-Pierre Chevenement fue nombrado ministro de Investigación y Tecnología en 1 98 1 del gobierno presidido por Fran�ois Mitterrand, convocó a Jean-Pierre Garnier para proponerle que aceptara un puesto de investigador en el Centre National de la Recherche Scientifique {CNRS) dado que, según le manifestó, no tenía ninguna posibilidad de hacer carrera como profesor universitario, a pesar de sus dos doctorados, debido al número de enemigos que se había ganado con sus libros y artículos.

    La actividad intelectual Jean-Pierre Garnier se afianzó a partir del momento en que entró a formar parte del CNRS como ingénieur de recherche en 1 982 continuando la temática iniciada con sus tesis: el papel de la clase intelectual como intermediaria de la clase burguesa dominante y las consecuencias de la espacialización de las políticas urbanas. Es decir, siguió cultivando enemigos, si cabe, más intensamente.

    En Francia, ser investigador del CNRS obliga a incorporase a algún laboratorio de investigación de alguna universidad y a participar en los proyectos que los impulsan. Como investigador, pues, ha estado vinculado a distintos centros: primero

    . se incorporó al Laboratorio de Geografía Rural del Institut de Géographie de la Universidad de París I ; en 1 985 a la Maison de la Géographie de Montpellier hasta inicios de los noventa; después a la Unité de Recherche Associée de Philosophie

    2. Parece que la progresiva e intensa penetración del neoliberalismo en las cstructur:s del Estado y las consecuentes políticas pusieron fin a este debate a finales de los anos 80, dando la razón a los primeros. Sin embargo, las recientes conquistas de los poderes políticos locales por la «nueva izquierda• española y griega probablem�nte replantearán de nuevo este debate sobre el Estado en el que Jean-Pierre Garmer, a buen seguro, se implicará.

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  • Politique, Économique et Sociale de la Universidad de París X-Nanterre hasta inicios de este nuevo siglo; y finalmente, hasta su jubilación en 2007, se incorporó al lnstitut Parisien de Recherche: Architecture, Urbanistique, Société (IPRAUS) de la École N ationale Supérieure d 'Architecture de ParisBelleville.

    En Francia los geógrafos fueron más reacios que otros intelectuales -filósofos, sociólogos- a las críticas al «socialismo real» y al totalitarismo. Y, aunque se desvincularan muy discretamente del Partido Comunista y tuvieran posiciones críticas, muchos permanecieron fieles a los principios de la planificación territorial de la Unión Soviética cuya experiencia y resultados aclamaba y difundía el Partido Comunista Francés (Bataillon, 2006, 2009). Así pues, las críticas de Jean-Pierre Garnier a las obras y posiciones políticas de los geógrafos con quienes colaboró, especialmente con Bernard Kayser y Roger Brunet, fueron obstáculos para su carrera profesional. Sin embargo, parece que para él estos obstáculos se han convertido a lo largo de su vida más bien en estímulos que refuerzan sus convicciones políticas y la certeza de que la crítica al pensamiento unánime es cada vez más necesaria. Hay que tener en cuenta, no obstante, que desde el momento en que adquirió la categoría de funcionario del CNRS ya no corría riesgo alguno de quedarse en paro cuando sus posiciones críticas creaban conflicto en su grupo de investigación; en este caso solo tenía que cambiar de laboratorio y por tanto de universidad para seguir teniendo empleo que, por otra parte, siempre lo encontró a través de relaciones de compañerismo profesional y político.

    Con Bernard Kayser sus desavenencias fueron netamente políticas . Cuando estaba en la Universidad de Toulouse-Le Mirail Jean-Pierre Garnier se había implicado con el movimiento estudiantil y con el de apoyo a la lucha antifranquista que en aquellos momentos tomaban un cariz bastante violento en Toulouse. Y cuando en 1 974 tenía que renovar el contrato

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  • como profesor ayudante, Kayser se lo negó en razón de que había sido contratado para desarrollar análisis críticos de la urbanización capitalista e impulsar seminarios y debates, pero no para contribuir a la agitación izquierdista de la universidad junto a los estudiantes activistas. No obstante pronto encontró trabajo en la Universidad de París a través de sus buenas relaciones con colegas de allí.

    Con Roger Brunet las desavenencias fueron ideológicas. En 1 984 el geógrafo Roger Brunet fundó en Montpellier la Maison de la Géographie y el grupo RECLUS [Réseau d'Étude des Changements daos les Localisations et les Unités Spatiales]3 e invitó a Jean-Pierre Garnier a incorporarse en él. Su relación procedía de cuando ambos formaban parte del comité de redacción de la revista crítica NON! Como es bien conocido en el campo de la geografía, Brunet basó el estudio de las relaciones entre espacio y sociedad utilizando innovadores métodos de representación cartográfica: los «coremas» (Brunet, Ferras y Théry, 1 992). Jean-Pierre Garnier pronto criticó abiertamente este enfoque (Garnier, 1988a) tanto por excesivamente tecnócrata y poco analítico de las relaciones de producción socio-espaciales, como por el abandono de la reflexión teórica y crítica de las problemáticas de la ordenación del territorio, el urbanismo y la política urbana que había impuesto Roger Brunet, «transformando el grupo de investigación en una agencia de estudios al servicio de los poderes instituidos, nacionales, regionales o locales» según nos explica. Esta crítica le valió cierta relegación que se fue intensificando a lo largo de los casi diez años que permaneció en la Maison de la Géographie como investigador. Aunque colaboró en el Atlas des multinationales y Montpellier Europole {Garnier, 1 988c), la remisión casi total de su trabajo en el grupo RECLUS le permitió escribir La deu-

    . �·El grupo tenía como objetivo crear una •base de datos mundial de las locahzac1ones que cambian•.

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  • xieme droite (Garnier y Janover, 1986), obra que extremó las desavenencias con Brunet. El artículo «Le dessous de cartes», que aquí hemos traducido, es una crítica al Atlas mondial des libertés4 y es asimismo una muestra del tipo de críticas que realiza Jean-Pierre Garnier cuando un intelectual, con el que ha colaborado de alguna u otra manera y con el que ha estado de acuerdo con su pensamiento crítico, cambia de enfoque y se suma al pensamiento «políticamente correcto».

    En Jaisalmer (Rajastán), sobre la arena del desierto debido a una avería de autocar (1980) (foto cedida por Jean-Pierre Garnier).

    En 1991, cuando rompió definitivamente con Brunet, aprovechó sus avenencias políticas e ideológicas con el director de la Unité de Recherche Associée de Philosophie Politique, Économique et Sociale de la Universidad de París X-Nanterre, Georges Labica, para solicitarle que lo aceptara en su grupo de investigación, cosa que hizo inmediatamente (Labica, 1995).

    4. Obra del equipo RECLUS dirigida por Brunet, apoyada por las asociaciones M édecins sans frontieres y Reporters sans frontieres, realizada a partir de la base de datos Freedom House de la fundación americana National Endowment for Democracy y financiada con fondos del Ministerio de Asuntos Exteriores francés.

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  • Como investigador ha llevado su reflexión hacia las distintas formas de espacialización de la dominación. Su temática se ha centrado sobre, por una parte, la política urbana [la politique de ville] y la violencia urbana, especialmente en los barrios periféricos ( Garnier, 1 996a, 1 997, 2000b ); y, por otra, sobre cómo las intervenciones de las iniciativas público/privadas en el espacio público -en los aspectos arquitectónico, cultural, festivo y represivo- producen efectos socio-culturales sobre la cotidianeidad ciudadana (Garnier, 1 995, 2000a). En estos temas, su punto de vista ha sido especialmente crítico con el discurso dominante y con las actitudes políticas y acciones de los intelectuales de «izquierdas» que han colaborado con las instituciones públicas, especialmente con los poderes locales (Garnier y Janover, 1 994).

    }can-Pierre Garnier lefebvriano

    Jean-Pierre Garnier descubrió a Lefebvre estando en Cuba. Un arquitecto italiano que trabajaba con él, regresando de un viaje a Italia, le trajo El derecho a la ciudad, recién publicado.5 Ambos colaboraban en el Plan Director de La Habana, así que trataron de aplicar algunos de los criterios lefebvrianos: rechazo de la división funcional del espacio en zonas separadas y especializadas, promoción de la centralidad urbana en barrios periféricos, integración de equipamientos sociales y viviendas. Sin embargo, estas propuestas se dejaron de lado: la nueva orientación «pro-soviética» de la Revolución cubana a partir de 1 969-70 no permitía orientaciones heterodoxas. Cuando regresó a Francia en 1 97 1 , buscó sistemáticamente las publicaciones de Lefebvre y se empapó de su ideología. La lectura de El derecho a la ciudad, de La Revolución urbana y del artículo

    5. La primera edición es de 1 968.

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  • del primer número de Espaces et Sociétés (Lefebvre, 1 970) le ayudaron a estructurar el pensamiento crítico sobre lo urbano, porque, según él, hasta entonces no poseía instrumentos ni fundamentos teóricos específicos en que basar la crítica de la urbanización capitalista.

    El pensamiento lefebvriano cayó en campo abonado. JeanPierre Garnier había leído a autores críticos del pensamiento marxista-leninista (Ante Ciliga, Anton Pannekoek, Paul Mattick, Rosa Luxemburg, Maximilien Rubel, Otto Rühle . . . o a otros más contemporáneos como Cornelius Castoriadis, Ernest Mandel y Charles Bettelheim) para alimentar los debates vinculados a su militancia política, primero en grupos trotskistas y luego en grupos libertarios; también había profundizado en el estudio de la obra de Marx para sus tesis. Por tanto, la obra de Lefebvre le aportó tanto elementos para el análisis crítico de lo urbano y la vinculación con las políticas públicas, como para el análisis del papel de las clases en el Estado. Análisis que acabó de completar en los años ochenta con la lectura de Bourdieu, especialmente su teoría sobre la dominación.

    En Francia, cuando la izquierda oficial llegó al poder con la elección de Mitterrand en 1 98 1 como presidente de la república, muchos universitarios especializados en lo urbano se incorporaron en las estructuras del Estado. Integrados en los organismos estatales, fueron dejando de lado el pensamiento crítico de lo urbano, de modo que las ideas lefebvrianas de poco les servían para la política pública urbana (más bien les estorbaban), de manera que se marginaron rápidamente, a pesar de que Henri Lefebvre vivió todavía hasta 1 99 1 . Algunos intelectuales, entre ellos Jean-Pierre Garnier, mantuvieron vivo el pensamiento de Henri Lefebvre, pero fueron demasiado pocos para que las nuevas generaciones de urbanistas, sociólogos, geógrafos . . . se formaran en el espíritu crítico de lo urbano. Hubo que esperar veinte años para que se reavivara de nuevo en Francia la obra de Henri Lefebvre, a partir, sin embargo,

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  • de la mano de los geógrafos radicales David Harvey, Edward Soja, Don Mitchell o Neil Smith, algunas de cuyas obras no se empezaron a traducir hasta principios de presente siglo.

    Durante este largo mutismo lefebvriano, Jean-Pierre Garnier fue un resistente, un «retro» según lo calificaron en aquella época. En este período siguió publicando libros y artículos críticos sobre lo urbano, las políticas públicas urbanas, la urbanización capitalista (Garnier, 1980, 1982, 1985, 1987, 1988b, 1989, 1990, 1993a, 1993b, 1994a, 1994b, 1996b,2000b) tratando de aplicar los conceptos de Lefebvre a las políticas urbanas aunque en esta época no fuera un autor de referencia obligada. Y hasta hoy ha escrito libros, artículos y ha dado conferencias para explicar la manipulación, la deformación o la falsificación del pensamiento de Lefebvre (Garnier, 2015), sobre todo del concepto del derecho a la ciudad.

    En París, marzo de 2013 (foto de Núria Benach).

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  • Consciente o inconscientemente Jean-Pierre Garnier es lefebvriano no solo conceptualmente sino que, como el mismo Henri Lefebvre, «no ha separado lo vivido de lo conocido» .6 Su profesión y su actividad política han sido siempre dos facetas que apenas se han distinguido en el día a día. Su discurso ha sido siempre crítico hacia el pensamiento dominante de la izquierda que él califica de «rosa-verde» . En sus actividades extraprofesionales, fuera de las aulas, ha predominado la implicación en organizaciones y movimientos sociales radicales y críticos con el sistema capitalista, con las políticas públicas urbanas y con los discursos de los partidos dominantes, y especialmente con los de izquierda.

    Difusor del pensamiento crítico-heterodoxo

    Como intelectual, como activista y como provocador JeanPierre Garnier se ha implicado en los distintos medios de difusión del pensamiento crítico heterodoxo.

    Entró a formar parte del consejo de redacción de Espaces et Sociétés en 1 979 donde permaneció hasta 20 1 3 . Según nos cuenta, dejó el consejo de redacción, aunque no su vinculación con la revista, porque coordinar números, asistir a reuniones, evaluar artículos, escribir reseñas, etc. se le había convertido en un trabajo cada vez más pesado y, aparte, porque consideró que había que impulsar a jóvenes intelectuales críticos a tomar el relevo.

    Desde los años noventa también formó parte del consejo de redacción de L'Homme et la Société, en el que todavía permanece, aunque durante cuatro o cinco años salió del consejo

    6. «Lefebvre nunca ha separado lo vivido de lo conocido. A Lefebvre poco le impona el estatuto epistemológico del concepto. Lo que le impona es su trayecto en la práctica, en lo vivido» (Hess y Weigand, 2007).

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  • como forma de protesta por unos anículos que habían producido algún conflicto interno.

    Como la mayoría de revistas, Espaces et Sociétés y L' H omme et la Société publican notas críticas de lectura sobre obras relativamente recientes. Jean-Pierre Garnier, como miembro de ambos consejos de redacción, ha publicado y publica todavía regularmente críticas de libros en cada una de estas revistas. Esto supone que, por una pane, está muy bien informado de la producción científica en el ámbito social y urbano y, por otra, que ha tenido la posibilidad de expresar y confrontar su propio pensamiento con el de otros intelectuales tanto franceses como extranjeros. Según nos confiesa, en sus inicios como pane de dichos consejos de redacción, escogía obras de autores con los que no estaba de acuerdo, de manera que esto le permitía reforzar tanto su propio pensamiento sobre lo urbano, como realizar duras críticas a los intelectuales que formaban pane de la pequeña burguesía intelectual, o realizar el desmantelamiento de los nuevos términos, «novlangue»7, «puestos al servicio del orden urbano, social y tecnológico que imponen las clases dominantes» (Garnier, 201 l a). Actualmente solo hace críticas de los libros que le gustan, de autores con los que coincide con sus puntos de vista y afines con sus posturas ideológicas.

    Ha publicado en distintas revistas de ciencias sociales bien conocidas en los medios universitarios como Critique Politique, L'Espace Géographique, Économies et Sociétés, Métropolis, Geo-Critica, Cidades, Ciudades, Papeles de Relaciones Ecosociales y Cambio Social, Revista Brasileira de Estudos Urbanos e Regionais, etc.

    Al mismo tiempo que formaba pane de estas dos revistas críticas especializadas en ciencias sociales y colabora�a en

    . 7. El término «novlangue» es la traducción literal de «newspeah, neologismo introducido por George Orwell en 1984 para identificar una lengua tan simplificada en el léxico y la sintaxis que imposibilita la expresión de ideas subversivas y la formulación de críticas (Garnier, 1984).

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  • HECHOS CONTEXTO REFERENTES PRINCIPALES HISTÓRICOS POLITICO..CULTURAL TEÓRICOS OBRAS

    15-M Une vio/ence eminentment 2010 Primavera árabe critica del urbanismo urbaine

    neoliberal Contra los territorios del poder

    Afaganistim lrak

    2000 Torres gemelas Revueltas suburbios

    franceses Guerra lrak Guerra Medio Oriente

    1990 Guerra Yugoslavia Caída muro Berlín

    pensamiento marxiano

    1980 Gobierno Miterrand 1smo

    anarquismo Revolu ción claveles

    libertario Giscard d' Estaing

    Pompidou

    1970 F in de De Gaulle neoliberal Mayo del68 movimiento autónomo Guerra Vietnam

    F in guerra Argel i a ant iimperialismo 1960

    ad is

    Revolución cubana an

    Franz Fannon anticolonialismo Roland Barthes

    Guerra Argelia J.-P. Sartre De Ga ulle en el poder

    1950 marxismo-leninismo

    11 Guerra Mundial

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  • COLABORACIÓN COMPROMISO ETAPAS EN REVISTAS POLITICO PROFESIONALES

    --. ., JubHado y dedicado a la

    i .__ práctica de la resistencia

    ·!.; urbana y política .!!! �-lí -a;

    20 10

    � '- ., ., 8 ].� Investigador � ;i:: � "' -� _, Movimientos e: a. enelCNRS 5l

    ., � '- de la izquierda i� Francia -a; ., anarquisla ., =; ¡

  • otras revistas teóricas, su espíritu polemista y su actividad política le llevaron a participar en distintas revistas heterodoxas en las que predominaba la crítica a la política y a la realidad social .

    En 1 980, participó en la fundación de NON!, una revista teórica mensual encabezada por Jean-Pierre Chevenement, miembro del ala izquierda del Partido Socialista, cuyo objetivo era expresar puntos de vistas contrarios a la línea social-liberal de este partido. Durante la corta vida de la revista ( 1 980-82) Jean-Pierre Garnier escribió varios artículos, todos ellos críticos y provocativos contra el discurso y las propuestas políticas socialistas. Formó parte del consejo de redacción de En]eu ( 1 983-84), una efímera revista semanal que pretendía dar continuidad al pensamiento crítico de la anterior. Formó parte también durante seis años ( 1 996-2001 ) del consejo de redacción de Utopie-Critique, una revista trimestral de carácter internacional creada en 1 993, orientada hacia la crítica de la realidad social y política, en la que ha colaborado hasta la actualidad.

    Ha colaborado regularmente en revistas teóricas y periódicos de corrientes anarco-marxianas, libertarias y «alternativas», en papel, como Le Monde Libertaire, La Question Socia/e, Réfractions, CQFD,8 La Brique. Y desde que es posible editar en línea publica artículos y tiene blogs en varios sitios de Internet: Articlel 1, Divergences, Agone, Terrains de Luttes, Les Z'Indignés . . . Sus artículos, siempre con un enfoque radical y heterodoxo, tratan habitualmente de temas urbanos como críticas a los megaproyectos urbanos (Garnier, 2009) y temas socio-urbanos vinculados a políticas de clase social (Garnier, 201 0a), el papel de la pequeña burguesía intelectual como colaboradora de la clase dominante (Garnier, 2008, 201 0c) . . .

    8. Las siglas quieren decir Ce Qu 'il Faut Détruir, juego de palabras que equivale a las siglas que se usan en lenguaje corriente: Ce Qu'il Faut Dire (CQFD).

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  • También ha colaborado en periódicos de amplia difusión como Libération, especialmente en los primeros años de su aparición, y ha escrito y escribe de vez en cuando en Le Monde Diplomatique (Garnier, 1 979, 2007, 201 0b).

    París, su ciudad

    La vida social, intelectual, cultural y política de Jean-Pierre Garnier ha transcurrido en París desde que fue a estudiar allí a finales de los años cincuenta. París ha sido su ciudad. Allí ha establecido sus amistades, sus redes políticas, su vinculación con los movimientos sociales, sus relaciones con el medio intelectual y cultural . A pesar de las políticas de descentralización que sucesivamente han llevado a cabo los gobiernos, París sigue siendo centro neurálgico del país . Las redes se siguen tejiendo desde París .

    Salvo cuando estaba en Cuba, para Jean-Pierre Garnier residir en Toulouse, Montpellier y ahora en Le Tréport -pequeño pueblo de la costa de Normandía donde el matrimonio Garnier ha fij ado su residencia de jubilados desde 2010- no ha sido inconveniente para tener un pie en París . Siempre ha mantenido en esta ciudad una vivienda porque es allí donde vive; en los otros lugares trabaja, excepto ahora en Le Tréport, donde vive y trabaj a en lo que le gusta: leer, escribir, charlar, participar en los movimientos sociales . . . Pero sigue yendo a París, donde todavía mantiene un pequ�ño apartamento en el que se aloj a cuando sus numerosas actividades relacionadas con su salud, espectáculos, reuniones con distintos colectivos, manifestaciones y un largo etcétera le requieren en la capital francesa. Como a cualquier parisino le es imposible dej ar París .

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  • Con su esposa Edith Gamier en Le Tréport (foto cedida por Jean-Pierre Garnier).

    Durante los tres años que vivió en Toulouse lo acogían los compañeros de París o las ocasionales amantes. Cuando estaba en Montpellier compaginaba su trabajo de investigador en la Maison de la Géographie con la de profesor en la École Spéciale d' Architecture de París. Como muchos funcionarios franceses víctimas de la descentralización, durante unos cinco años recorrió la diagonal del Hexágono Montpellier-París cada semana, en transporte público, no solo para impartir sus clases, sino también para asistir a las reuniones de los consejos de redacción, de los grupos políticos en los que estaba comprometido o en los movimientos sociales en los que se

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  • fue implicando a medida que dejaba las organizaciones políticas; para asistir a conferencias, debates, operas, teatro, cine, conciertos . . . Su vida intelectual se desarrollaba en París, su vida laboral en Montpellier. En 1991 volvió a establecerse en París. Sin embargo, habituado a la movilidad, no dejó de ir a Montpellier, donde ya había tejido relaciones suficientemente sólidas como para también vivir en esta ciudad, donde volvió a instalarse en 2001 hasta que fijó su residencia en Le Tréport. Entre idas y venidas de largo recorrido ha tenido y tiene un precioso tiempo para la reflexión, la lectura, la preparación de clases, de reuniones . . . Un pequeño privilegio que no tienen quienes optan por el automóvil.

    Manifestación contra el proyecto del «Grand Paris» en 2015 que amenaza las últimas tierras agrícolas de la región Íle-de-France. Jean-Pierre Garnier

    aparece con disfraz de pájaro (foto cedida por ]can-Pierre Garnier).

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  • I I . CONVERSANDO CON JEAN-PIERRE GARNIER: DEBATES Y COMBATES

    Rosa Tello

    -¿ Cómo llegaste al pensamiento crítico sobre lo urbano ? -Antes de responder, tengo que explicar cómo llegué al

    pensamiento crítico sobre la sociedad, contándote cómo me politicé.

    Había empezado a leer escritos de Marx a los 16 años, rompiendo en parte con las ideas e ideales de mi padre, que era anarquista.

    Y cuando a los 1 8 años empecé a estudiar en París el ambiente universitario estaba muy agitado por la situación política en relación a la guerra de Argelia. Me comprometí en seguida con la lucha anticolonialista colaborando con grupos del Frente de Liberación Nacional . Entre otras cosas, por ejemplo, acogía y alojaba de vez en cuando a «terroristas» del FLN en un apartamento que yo tenía en Saint-Germain-des-Prés, conseguido por medios no demasiado legales que no voy a explicar. Cuando terminó la guerra empecé a militar en grupos anticapitalistas y antiimperialistas .

    Así que, cuando entré a trabajar en el Instituto de Urbanismo de la Región de París, ya tenía un pensamiento crítico, pero solo hacía un análisis marxista bastante superficial de la V República como régimen tecnocrático al servicio de las grandes empresas .

    El pensamiento crítico sobre lo urbano me vino «espontáneamente» por el hecho de estar trabajando para el Estado en el Instituto de Urbanismo para ganarme la vida. Es decir,

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  • me vino de mi propia contradicción, puesto que por una parte estaba comprometido en organizaciones políticas anticapitalistas y por otra trabajando al servicio del capitalismo. Fue en el Instituto de Urbanismo de la Región de París y sobre todo en el Instituto de Urbanismo de La Habana donde me di perfecta cuenta de que el urbanismo estaba al servicio del Estado.

    -¿ Por qué te fuiste a Cuba? -Quise resolver esta contradicción «existencial» ponién-

    dome al servicio de la revolución cubana. Y además porque, en aquella época, los trotskistas de la IV Internacional teníamos un referente, un modelo: la revolución cubana. No llegué a Cuba a través de las redes de cooperación, sinó a través de las redes trotskistas de la IV Internacional que funcionaban desde la época del Che Guevara. En 1 965, cuando visité Cuba por primera vez, había debates sobre economía marxista con referencia a autores como Mandel, Bettelheim . . . Pero cuando por fin en 1 967 pude llegar a trabajar en el Instituto de Planificación Física de Cuba, esto ya se había acabado.

    -¿ Qué te aportó tu estancia de aneo años en Cuba? -En Cuba aproveché mi situación profesional para anali-

    zar concretamente el socialismo, que se suponía en construcción, a través de la política urbana que se había llevado y se llevaba a cabo en La Habana. Además de mis observaciones personales, tanto en el marco de mi actividad profesional como en mi vida cotidiana, disponía de una literatura marxista abundante y diversificada, pero mi pensamiento sobre lo urbano, aunque crítico, todavía no era teórico.

    En Cuba descubrí dos cosas. Una es que la planificación urbana y la ordenación del territorio provenían del poder del Estado y no de la población. Es decir, esto parecía evidente en París, pero en Cuba lo verifiqué. La otra es el pensamiento urbano de Henri Lefebvre. En aquel momento no tenía instru-

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  • mentos ni fundamentos teóricos para basar mi crítica de la urbanización capitalista, y El derecho a la ciudad me los proporcionó. Ahí empecé a estructurar mi pensamiento crítico sobre lo urbano. Después en Francia evidentemente seguí leyendo a Henri Lefebvre.

    -¡Pero Cuba terminó mal para ti! -La evolución de la revolución cubana me parecía con-

    traria a mis ideas. Había cambiado. Es decir: que el período romántico, tropical, lírico, guevarista del principio había hecho un viraje hacia un modelo burocrático de tipo soviético, especialmente a partir de la muerte de Che Guevara. La opción inicial de la revolución cubana había sido «crear muchos Vietnam» en América Latina, para crear países liberados del imperialismo, como Venezuela, Guatemala, Chile, Perú . . . y poder pasar al socialismo y crear un mercado común que permitiría a Cuba ser más independiente del dominio soviético. Esto fue un fracaso total: la guerrilla fracasó y el proyecto también. Conforme pasaba el tiempo, Cuba se parecía cada vez más al modelo soviético. Además la nueva clase dirigente cubana, apoderándose del Estado, de la planificación y de la nacionalización de la producción, se convertía en una burguesía burocrática de Estado. Esto se tradujo, como en otros países llamados socialistas, en una represión de la crítica. Al principio se podía criticar todo, pero poco a poco se perdió el espíritu crítico. La policía política se encargaba de ello.

    Yo empecé a decir a periodistas y amigos que pasaban por allá que Cuba no era socialista. Se dio una paradoja. Yo había elaborado la presentación del Plan Director de La Habana, exactamente el mismo trabajo que hacía en París . A principios de 1 971 , junto con el responsable de la planificación urbana, presenté el Plan Director de la Habana ante el Comité Central presidido por Fidel Castro. Al mismo tiempo, yo era ya sospechoso de hostilidad contra el régimen, pero no lo sabía o no

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  • lo quería saber. Mi mujer -me había casado con una profesora de danza folk.lórica cubana- me había advertido de que hablaba demasiado y con poca prudencia. Es decir, mi mujer estaba al corriente de que yo era sospechoso. Su hermano trabajaba en los servicios de la Seguridad del Estado. Me vigilaban, como a mucha gente, como a centenares de latinoamericanos, italianos . . . que estaban allí y que también empezaban a sentirse decepcionados. Y llegó un momento en que fui arrestado, como otros muchos, por la policía política cubana.

    Con su esposa cubana Teresita Rodríguez Cepero en La Habana (marzo de 1969) (foto cedida por Jean-Pierre Garnier).

    Antes de ser arrestado me hicieron saber indirectamente que estaba vigilado, de manera que, por ejemplo, cuando iba a la piscina, detrás de mí había siempre dos policías vestidos de civil; tomaba el autobús y me seguían dos policías. Siempre eran distintos. Fui arrestado en plena noche con todo un espectáculo. Varios días antes, en el hotel en que estaba alojado,

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  • el Hotel Nacional, habían vaciado todas las habitaciones del corredor que llevaba a la mía. Abrieron todas las puertas y en cada una pusieron policías de civil . Por la noche llegaron a mi habitación una docena de policías que comenzaron a registrarlo todo, a abrir los almohadones, cajones . . . e inmediatamente se me llevaron. Antes, habían bloqueado los ascensores. Me metieron en un coche, con un policía a cada lado y me llevaron a la central de la policía política cubana, Villa Marisa, equivalente a la Lubianka.

    Hay que decir que, a pesar de la teatralidad, no sufrí ninguna violencia física. Inmediatamente me pusieron en una celda. Interrogatorios con sistema soviético: interrogado día y noche, a cualquiera hora, por un profesional; se presentó la primera vez en uniforme para impresionarme y me dijo: «soy el teniente Lázaro Díaz Martín, titulado del KGB. Usted está acusado de espionaje y propaganda contrarrevolucionaria: mínimo quince años de prisión» . Lo que yo había hecho era solamente hablar algunas veces con periodistas franceses como el corresponsal de Le Monde para América Latina, o con el agrónomo René Dumont o con Regis Debray.

    Algunas palabras sobre este sujeto. Debray, algunas semanas antes, me había querido ver a pesar de que yo no lo conocía. ¿ Para qué ? Para saber, me contestó, qué pensaba yo de la revolución cubana. Mientras estaba en la guerrilla en Bolivia lo habían hecho prisionero. Me dije ¿por qué no verlo ?, debía de ser una persona interesante. Pero una amiga francesa que trabajaba en Cuba, trotskista también, a la que Regis Debray había denunciado, me había dicho: «desconfía de Regis Debray». De hecho, fue expulsada de Cuba pocos días después. Me encontré con Debray en un j ardín para evitar los micrófonos de la habitación. Vi que Debray no hablaba pero tomaba muchas notas. No me extrañó porque pensé que era consecuencia de su estancia en prisión y que quizá tenía problemas de elocución. De hecho, en uno de los interrogatorios en la cárcel, salió

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  • parte de lo que yo había dicho a Regís Debray. Dicho de otro modo, Regís Debray había hecho un informe para la policía política de lo que habíamos hablado.

    Estuve en prisión solo cinco días. Lo que es curioso, como anécdota, es que mi interrogador, mi «referente», a veces se presentaba vestido de militar y era amenazador, y a veces se presentaba vestido de civil y era muy amistoso; el mismo policía jugaba el papel de bueno y de malo. Cuando estaba amable me preguntaba qué era para mí el socialismo. Yo olvidaba que estaba en prisión y que estaba siendo interrogado por un profesional y me ponía a discutir con él lo que era el socialismo, sobre el Estado controlador de la economía, de la planificación . . . pero la pregunta que yo le hacía era quién controlaba al Estado. Yo le decía que evidentemente no era el pueblo. Entonces se ponía furioso y me ordenaba regresar a mi celda.

    Poco a poco el interrogador me hizo comprender que para salir de la prisión yo tenía que retractarme y hacer una autocrítica, una autocrítica escrita. Tema impuesto: yo aplicaba «esquemas elaborados en los círculos intelectuales del Barrio Latino de París que no tenían nada que ver con la idiosincrasia del pueblo cubano» . Me dieron papel y lápiz y comencé a escribir en mi celda. Había un guardia que llevaba mis escritos al interrogador que después me convocaba. Era divertido, porque sobre lo que yo había escrito, él decía: «esto está bien, esto es ambiguo, esto no parece sincero, hace falta escribir esto de nuevo . . . ». Después de muchas idas y venidas de papeles y de muchas conversaciones para rectificar mis escritos, me convocó para decirme que lo escrito era por fin satisfactorio y que podía salir. Con este discurso: «Teniendo en cuenta la sinceridad de su autocrítica, el trabajo cumplido para nuestra Revolución y la buena disposición del comandante en jefe -es decir, Fidel Castro quien, seguro, no estaba al tanto de eso-, hemos decidido darle un visado para regresar a Francia. Pero su trabajo todavía no está terminado, o sea que se quedará en

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  • Cuba un poco más hasta que haya terminado su tarea» . Salí de noche, me fui al hotel donde vivía y al día siguiente me fui al trabajo, pero no me dejaron entrar porque oficialmente yo era un espía y un contrarrevolucionario y, por tanto, debía terminar mi trabajo aislado en mi habitación.

    Tuve doce días para terminar mi trabajo. Me habían requisado todos mis papeles cubanos y franceses. Al cabo de unos días me llamó mi interrogador para decirme si nos podíamos encontrar en la entrada del hotel. Me dijo que debía ir a Villa Marisa para que me devolvieran los papeles y me advirtió de que me iban a vigilar en Francia y si veían que mi comportamiento era positivo, favorable a la revolución, se me abrirían de nuevo las puertas cubanas. Dos días después fui a Villa Marisa para recuperar mis papeles, me devolvieron los franceses pero no los cubanos. Cuando llegué a Villa Marisa, en el hall de entrada había una multitudinaria discusión sobre si el ejército chileno era fiable -estábamos en septiembre del 1 971-, es decir, si Allende se podía fiar o no del ejército en aquel momento en el que en Chile había huelgas generales . Y me preguntaron qué pensaba yo de ese ejército. Hay que decir que dos años antes había visto en el puerto de La Habana un desfile de los jóvenes alumnos de la Escuela Chilena de la Marina en visita oficial, con toda la puesta en escena militar imaginable. Respondí que el ejército chileno era fascista, porque en Europa cuando vemos desfilar esos cascos alemanes y con paso de la oca estamos seguros que es un ejército fascista, y me extrañaría mucho que un ejército así se convirtiera en progresista de un día para otro y que defendiera a un Estado votado por el pueblo. Me contestaron que era el Poder Ejecutivo quien dominaba las instituciones, incluido el ejército; que Chile, con la llegada de Allende a la presidencia, se había vuelto un Estado democrático. Algunos dijeron que el comandante en jefe -Fidel Castro- había dicho que «en la cumbre del ejército chileno había demócratas» . Yo respondí que esos demócratas no eran

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  • fiables. Entonces me dijeron «¿usted piensa que el comandante se equivoca ?» En aquel momento llegaba mi interrogador y vi que debía ser más prudente en mis respuestas. Y tuve que justificarme haciendo ver que, como muchos franceses, estaba todavía traumatizado por el ejército nazi alemán.

    Cuando terminé mi trabajo, me dieron el visado para salir inmediatamente. Me acompañaron al aeropuerto mi mujer, que evidentemente no podía salir de Cuba, y algunos amigos. Les pedí que se quedaran en la terraza desde la que se despide a la gente hasta que saliera el avión, porque sabía que en algunos casos de deportación las autoridades la despejaban para que no hubiera testigos. Mientras caminaba hacia el avión vi que había gente en la terraza, entonces me dije que no habría problemas, pero de repente el avión se paró al final de la pista y nos mandaron de regreso a pie a la sala de embarque porque el avión tenía algún problema técnico. Ahí pensé que sí estaba en peligro, pero me tranquilizó ver la terraza llena de gente. Una hora y media más tarde salía de Cuba.

    En su apanamento de París con Rosa Tello, marzo de 2013 (foto de Núria Benach).

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  • -¿ Qué otros autores te han influido a parte de Henri Lefebvre?

    -Además de Marx, que he leído y releído, cuando todavía estudiaba en el Instituto de Ciencias Políticas, me interesaron mucho el filósofo y psicoanalista Cornelius Castoriadis y sus colaboradores, que en su revista Socialisme ou Barbarie proponían interpretaciones innovadoras del pseudo-comunismo soviético, del neocapitalismo y de las transformaciones de la clase obrera a partir de una concepción no ortodoxa del marxismo.

    También me han interesado mucho otros autores marxianos, que no marxistas, como Ante Ciliga, Otto Rühler, Paul Mattik, Anton Pannekoek . . . Estos autores muestran que los partidos de izquierda, en particular el partido comunista, son organizaciones controladas por los intelectuales que, cuando logran ascender al poder con el apoyo de los obreros o campesinos en nombre del socialismo o del comunismo, se transforman en una nueva clase dominante, una burguesía estatal o burocrática, como en la Unión Soviética o, más tarde, en Cuba. Sus obras, junto con La production de l'espace, La survie du capitalisme y L'État de Lefebvre, me han permitido incorporar la perspectiva de clase, sobre todo el papel de la clase media intelectual en lo urbano. Mi segunda tesis deriva de estas lecturas.

    También me influyó la revista de corte situacionista Utopies, muy crítica respecto a la planificación y ordenamiento urbano como instrumento del poder.

    Luego vino Pierre Bourdieu. Empecé a leer las obras de Bourdieu poniendo la atención en el aspecto que me interesaba en esta época, en los años ochenta: la reproducción. Él hace hincapié en la ambigüedad de las posiciones políticas e ideológicas de lo que llamaré en los años ochenta la pequeña burguesía intelectual (ingenieros, cuadros, técnicos, profesores, investigadores, intelectuales, periodistas, artistas . . . ), debida a

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  • la contradicción entre su función objetiva en la sociedad y su papel en el Estado. Fue él quien dijo que durante una época la pequeña burguesía es la fracción dominante de las clases dominadas; progresivamente, debido a su incorporación a las nuevas políticas del Estado, esta fracción dominante se convertía en la fracción dominada de la clase dominante. Henri Lefebvre planteaba en La survie du capitalisme que el capitalismo, para perpetuarse, necesita transformarse permanentemente, y que entre estas transformaciones está la de esta fracción de clase que será indispensable para la elaboración de las nuevas políticas del Estado, tanto en lo urbano como en el resto . Así los arquitectos, urbanistas, sociólogos y geógrafos serán indispensables en el urbanismo y la producción del espacio y especialistas de otras disciplinas lo serán en la organización y la gestión de la sociedad.

    Otra persona que también me influyó mucho fue el «marxólogo» Maximilien Rubel1 que, en su obra antiestalinista, distingue entre marxismo y marxiano. Puntualiza que el término «marxismo» designa la ideología de los partidos y regímenes autodenominados socialistas o comunistas y que sirve para que los dirigentes e ideólogos se autodenominen socialistas o comunistas. Se recurre a esta ideología para legitimar la nueva forma de dominación apoyada en la estatización -en lugar de la apropiación colectiva- de los medios de producción. El término «marxiano» lo asimila al pensamiento de Marx sin que esté vinculado a ninguna organización política; implica un pensamiento crítico al comunismo estalinista. En Francia este enfoque, que tuvo una gran influencia en los debates de la izquierda anticapitalista, está estrechamente vinculado a la traducción que hizo Rubel en 1 967-68 de los diversos escritos de Marx que hasta entonces había censurado el partido comunista francés.

    1 . Maximilien Rubel, Marx, citique du mancisme. París : Payot, 1 974.

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  • -¿ Cuál ha sido tu papel en Espaces et Sociétés? -Fundaron la revista Espaces et Sociétés Henri Lefebvre,

    el arquitecto Anatole Kopp, el sociólogo Raymond Ledrut (director de mi primera tesis), el geógrafo Bernard Kayser, el sociólogo Manuel Castells y otros que no recuerdo.

    Al principio, en 1 969, la revista se había creado para abrir un nuevo frente en la lucha anticapitalista: el frente urbano, con la crítica al urbanismo, a la arquitectura y a la planificación. Propósito que desapareció en los años setenta incluso del subtítulo de la revista. Espaces et Societés se convirtió en los años ochenta en una revista académica.

    Lefebvre dejó pronto la revista porque, según él, estaba invadida por «neo-estalinistas», entre otros, los sociólogos Manuel Castells y Fran�ois Ascher que también la dejaron pronto.

    Empecé muy pronto a colaborar en Espaces et Societés, creo que fue poco después de regresar a Francia. Una de mis primeras colaboraciones fue una reseña bastante crítica2 que hice del libro La cuestión urbana de Manuel Castells. No era una reseña en absoluto negativa porque la obra era interesante, pero apuntaba dos fallos mayores: por una parte, Castells adapta los conceptos que elabora para el estudio de realidad urbana a las teorizaciones estructuralistas, y por la otra elabora instrumentos de análisis marxista olvidando que cada realidad estudiada es específica. Esta crítica no le agradó mucho.

    No me integré en el comité editorial hasta 1 979. Allí me convertí rápidamente en uno de los minoritarios. Bien, he podido permanecer en el comité reprimiéndome. Era muy difícil eliminarme. Yo he estado allí como una especie de testimonio del pasado marxista de la revista hasta 20 1 3 . Los fundadores se habían ido de la revista, Lefebvre y Kopp, por ejemplo, o se

    2. ·A propos de La question urbaine», Espaces et Sociétés, 8-9 ( 1 973): pp. 1 23-1 29.

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