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    Estudios Pblicos, 105 (verano 2007).

    ESTUDIO

    MAPUDUNGUWELAYMI AM?

    ACASO YA NO HABLASMAPUDUNGUN?ACERCA DEL ESTADO ACTUAL DE LA LENGUA MAPUCHE

    Fernando Ziga

    El presente artculo esboza una evaluacin tentativa de la vitalidad

    etnolingstica actual de la lengua mapuche en Chile en el marco delos parmetros propuestos por Landweer (2000) y sobre la base delos resultados de la encuesta especfica realizada por el Centro deEstudios Pblicos en 2006. La principal conclusin es que el ma-

    pudungun parece encontrarse en un estado de precariedad sociolin-gstica, y que slo polticas pblicas e iniciativas privadas queconduzcan a una revitalizacin efectiva y eficaz en el corto plazolograrn salvar a la lengua de la extincin inminente.

    FERNANDO ZIGA. Ingeniero Comercial Economista de la Pontificia Universi-dad Catlica de Chile, Magster y Doctor en Lingstica Comparada de la Universidad deZrich, Suiza. Se ha desempeado como docente e investigador en el rea de la lingsti-ca comparada en diferentes universidades (Zrich, Leipzig, Mnchester, La Trobe, Ore-gn) y como investigador del Centro de Estudios Pblicos. Actualmente es docente einvestigador en el Departamento de Lingstica General de la Universidad de Zrich.

    N. del E.: Sobre los resultados de la encuesta mapuche realizada por el CEP

    (2006), vanse tambin en esta edicin los trabajos de Eduardo Valenzuela,Ignacio Irarrzaval y M. de los ngeles Morand, Aldo Mascareo, Rolf Foerster ySonia Montecino, Juan M. Ossio, as como el comentario de Jorge Larran al artculo deAldo Mascareo y la presentacin de Carolina Segovia y Lucas Sierra.

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    I

    Introduccin

    ncluso un conocimiento superficial de la historia del continenteamericano permite concluir que los ltimos quinientos aos no han sidoespecialmente favorables al desarrollo de las lenguas indgenas. El mapu-dungun o lengua mapuche de Chile y Argentina no ha sido una excepcin:por un lado, en las primeras pginas de la ms temprana descripcin de lalengua mapuche Valdivia (1606), su autor deca que

    [e]n todo el Reino de Chile no ay mas de esta lengua que

    corre desde la Ciudad de Coquimbo y sus terminos, hasta lasyslas de Chilue y mas adelante, por espacio casi de quatro-cientas leguas de Norte a Sur que es la longitud del Reyno deChile, y desde el pie de la Cordillera grande neuada, hasta lamar, que es el ancho de aquel reyno, por espacio de veynteleguas.

    Sin embargo, en el prefacio de su gramtica mapuche de hace pocoms de un siglo, Flix Jos de Augusta aseveraba que es fcil prever que el

    idioma indgena se hablar en Chile de aqu a unos cien aos (1903: viii). Acomienzos del siglo XX, Pascual Coa (2002: 25) afirmaba:

    Fewla kalewetuy mongen; tfachi weche mtewe wingka-

    tuingn; allwe ngoymarpuingn tai kpal i nglam ka i

    dungu; kalli rupape kie muf tripantu, feymew epe kimwer-

    pulayay i mapudungun engn.

    En nuestros das la vida ha cambiado; la generacin nuevase ha chilenizado mucho; poco a poco ha ido olvidndose del

    designio y de la ndole de nuestra raza, que pasen unos cuan-tos aos y casi ni sabrn ya hablar su lengua nativa.

    En efecto, un visitante del Cono Sur a comienzos del siglo XXI pue-de llevarse la impresin de que, si bien parte importante de la poblacin esmestiza, la cultura indgena tiene un rol tan marginal que la hace virtualmen-te invisible, y el mapudungun no est presente en los medios de comunica-cin ni en la calle de ninguna ciudad de la regin. Al igual que en vastas

    extensiones de Norteamrica y otras regiones de Sudamrica, los habitantesdel territorio creen tener buenas razones para pensar que la lengua indgenaha desaparecido dejando vestigios aislados en el folclor, la toponimia y lapatronimia.

    Afortunadamente, el sombro pronstico de Augusta y Coa no seha cumplido: afirmar que la cultura y la lengua indgenas han desaparecido

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    es todava indiscutiblemente un error. Los historiadores, socilogos, antro-plogos y lingistas continan documentando y profundizando el conoci-

    miento que se tiene acerca de ellas tanto en su dimensin diacrnica, conel fin de comprender mejor los procesos histricos que las han moldeado,como en su dimensin sincrnica, arrojando luz sobre sus contenidos y sudinmica actuales y sus relaciones con la cambiante e influyente culturahispanochilena. No obstante, el diagnstico superficial respecto de lanotoria disminucin de importancia y vitalidad del mapudungun parece se-guir siendo vlido en cierto sentido, y la pregunta que nos interesa en estecontexto es: cul es la pujanza del mapudungun hoy?

    El presente artculo busca delinear al menos algunas respuestas aesta significativa pregunta sobre la base de los resultados de la encuestaelaborada y realizada por el Centro de Estudios Pblicos en 2006 (CEP,2006). Para ello, la seccin 1 esboza algunos parmetros que permiten eva-luar la vitalidad de una lengua determinada (as como, hasta cierto punto, dela cultura que la alberga y a la cual sirve de instrumento). La seccin 2examina los datos arrojados por la encuesta a la luz del marco conceptualintroducido en la seccin 1. Por ltimo, la seccin 3 presenta las conclusio-

    nes que se pueden sacar desde una perspectiva sociolingstica y mencio-na algunas cosas que pueden hacerse si el objetivo es aumentar la vitalidaddel mapudungun.

    1. La vitalidad etnolingstica

    Aun cuando la preocupacin por la inminente extincin de un gran

    nmero de las lenguas del mundo por parte de los estudiosos y de quienesestn involucrados con el diseo y la prctica de polticas lingsticas no esreciente, la ltima dcada ha visto surgir un inters particularmente grande anivel mundial por el tema; algunos de los trabajos, recientes o por aparecer,que dan cuenta de ello son Crystal (2002), Nettle y Romaine (2002), Brenzin-ger (2007) y Moseley (2007). El reverso lgico de las razones que llevan a laextincin de algunos idiomas es el conjunto de causas de que otras lenguasgocen de buena salud, y de esto se preocupa un creciente volumen deliteratura que estudia los casos fallidos de revitalizacin lingstica, ascomo tambin los exitosos; baste mencionar aqu estudios sinpticos ytericos recientes como Grenoble y Whaley (1998, 2005), Fishman (2001),Hinton y Hale (2001) y Tsunoda (2005). En trminos muy sucintos, bastedecir aqu, a partir de las experiencias recogidas y las observaciones hechasen la literatura, que

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    (a) ha habido extincin de lenguas en diferentes perodos de la histo-ria, pero que actualmente dicho proceso ha alcanzado proporciones consi-

    derables a nivel mundial;(b) es posible elaborar un diagnstico acerca de cun vital es una

    lengua en un momento y un lugar determinados; y(c) es posible disear e implementar polticas de revitalizacin exito-

    sas si las condiciones sociolgicas, antropolgicas, histricas y polticasson propicias.

    Basada sobre su propia experiencia con lenguas de Papa Nueva

    Guinea, as como sobre aquella de otros investigadores en esa misma reginy otros sitios del mundo durante las ltimas tres dcadas, Landweer (2000)propone los siguientes ocho indicadores de vitalidad etnolingstica quehan resultado tiles para pronosticar la viabilidad de una lengua determina-da en una regin dada en el corto, el mediano y el largo plazo. Naturalmente,la interaccin entre los diversos factores capturados por dichos indicadorespuede ser distinta en diferentes partes del mundo, y tambin variar a lolargo del tiempo:

    1) Posicin relativa en el continuum urbano-rural;2) mbitos de uso de la lengua;3) diglosia y code switching;4) dinmica poblacional y de grupo;5) distribucin de los hablantes al interior de sus redes sociales;6) fuerza identitaria de la comunidad lingstica;7) prestigio de la lengua; y8) acceso a una base econmica estable y aceptable.

    A continuacin explicamos brevemente cada uno de estos parme-tros (cada uno con cuatro valores o posiciones a lo largo de una escala),incluyendo informacin general acerca de dnde se ubica el mapudungunmejor dicho, donde puede ubicarse el mapudungun hablado por diferen-tes grupos en diferentes sitios de Chile.

    La posicin relativa en el continuum urbano-rural no slo se refiere asi la lengua en cuestin se habla en un entorno rural o urbano se ha

    observado que una lengua minoritaria o minorizada tiene menos posibilida-des de sobrevivencia en una ciudad, sino tambin al tipo de conexionesque puedan existir entre reas urbanas y rurales relevantes, as como al usoque los hablantes hagan de dichas conexiones. Por ejemplo, puede que lalengua minoritaria se hable en una zona rural, pero las vas de acceso a unaciudad cercana sean buenas y los hablantes hagan uso frecuente de ellas

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    con el objeto de participar en el comercio o las actividades productivasofrecidas por la urbe. De este modo, el continuum urbano-rural puede arti-

    cularse en torno a cuatro posiciones que probablemente reflejen una vitali-dad creciente: (i) la lengua amenazada se encuentra en la ciudad, (ii) lalengua amenazada se encuentra en la periferia de algn centro urbano, conacceso fcil a l, (iii) el acceso de los hablantes de la lengua amenazada alcentro urbano es difcil o marginal, y (iv) la lengua minoritaria se encuentraen una zona remota, ya sea por la distancia de las ciudades o por los malosaccesos. Tanto la informacin censal como la observacin directa permitenconcluir que hablantes del mapudungun se encuentran en cada una de

    estas cuatro situaciones; parece razonablemente claro que el porcentaje dehablantes urbanos (i) y (ii) va en aumento.

    La vitalidad de una lengua ser mayor mientras ms mbitos de usotenga. Se ha observado repetidamente y en todos los continentes que elltimo mbito en ser abandonado es el familiar o domstico, con lo cual loscuatro valores de este parmetro son: (i) la lengua minoritaria se utiliza sloen el mbito domstico, e incluso all en combinacin con un idioma externo,(ii) la lengua minoritaria se utiliza en el mbito domstico y en eventos

    culturales (fiestas, ceremonias, etc.), pero tambin se la combina con unidioma externo, (iii) la lengua minoritaria se usa en el mbito domstico,cultural y social, y (iv) la lengua minoritaria se utiliza en todos los mbitosde la vida comunitaria. Los datos de la encuesta, presentados y comentadosen la prxima seccin, arrojan alguna luz sobre el valor emprico de esteparmetro.

    Diglosia es el trmino empleado en sociolingstica para denominaruna situacin en la cual una comunidad lingstica utiliza dos variedades

    lingsticas sean stas registros de una misma lengua, dialectos o len-guas diferentes segn un patrn relativamente rgido de diferentes fun-ciones sociales: por ejemplo, una comunidad puede usar una lengua globalen el mbito de la religin, la educacin y eventos festivos u oficiales, y unalengua local en el mbito del hogar y el comercio; la referencia clsica esFerguson (1959). Code switching (CS) significa que miembros de una comu-nidad lingstica utilizan una variedad lingstica o cdigo en algunosmbitos de modo variable y menos rgido que en la situacin diglsica; se

    puede hablar incluso de CS entre oraciones o sea, un hablante dice algu-nas oraciones en una lengua y otras en otra, durante el mismo discursoacerca del mismo tema y en la misma situacin y al interior de oracioneses decir, parte de una oracin, ya sea algunas palabras o unidades ma-yores, estn en una variedad lingstica y el resto en otra. Los cuatrovalores de este parmetro son: (i) CS frecuente, (ii) CS poco frecuente,

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    (iii) bilingismo o diglosia estables, y (iv) mayora de la poblacin monolin-ge en la lengua minoritaria. Los datos de la encuesta no son buenos indi-

    cadores de este parmetro, y un estudio sociolingstico detallado es laherramienta deseable en este sentido; aun as, la informacin recogida porparte del autor sugiere que la mayora de los hablantes se encuentra en lassituaciones (i) o (ii).

    En cuanto al tercer parmetro mencionado, la dinmica poblacional yde grupo, una de las observaciones recurrentes es que una comunidadlingstica debe contar con una masa crtica para ser viable, si bien dichamasa crtica puede variar grandemente de un lugar a otro, o aun a lo largo

    del tiempo. No obstante, no slo el nmero relativo de hablantes de unalengua minoritaria es relevante: tambin lo es el comportamiento de inmi-grantes que lleguen a la zona tradicionalmente asociada con la comunidadlingstica, el cual est relacionado con el factor de la masa crtica de modocomplejo. As, las posiciones de este parmetro son: (i) los inmigrantesmantienen su idioma e insisten en que quienes interacten con ellos tam-bin lo hablen, sin desarrollar siquiera una competencia pasiva en la lenguaminoritaria, (ii) los inmigrantes interactan con los nativos en una lengua

    distinta de la propia y de la minoritaria (p. ej., una lingua franca como elingls), (iii) los inmigrantes comprenden la lengua minoritaria pero no lahablan, interactuando con los nativos en su propia lengua o en una linguafranca, y (iv) los inmigrantes son bilinges y utilizan la lengua minoritariaactivamente. Si bien en el pasado, as como actualmente en algunas zonasrelativamente remotas de las regiones VIII y IX, parece haber habido casosnumerosos de (iv), actualmente la situacin (i) parece ser absolutamentedominante. Algunos datos de la encuesta avalan esta observacin.

    Las redes sociales en las cuales viven los hablantes de una lenguason ms densas en la medida en que las diferentes personas estn relacio-nadas unas con otras (va parentesco, vecindad, oficio, etc.), y las relacio-nes son mltiples si, por ejemplo, dos personas dadas estn relacionadas dems de una forma son vecinas y a la vez primas, y trabajan juntas(Landweer, 1991). Las posiciones de la escala para este parmetro, que to-man en cuenta tanto estos dos aspectos como la interaccin con redesexternas a la comunidad lingstica, son: (i) los individuos son relativamente

    independientes en redes poco densas y no mltiples, (ii) existen sistemas deredes densas, pero estn abiertos hacia el exterior, donde hay hablantes queno utilizan la lengua minoritaria, (iii) existen sistemas de redes densas conpoca necesidad de utilizar una lengua diferente de la minoritaria en la inte-raccin con redes externas, y (iv) las redes sociales son densas y mltiples,y todas las necesidades comunicacionales se satisfacen a travs de la len-

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    El ltimo parmetro de aquellos discutidos por Landweer, llamadoacceso a una base econmica estable y aceptable, se refiere al hecho de que

    una de las causas ms comunes de que una comunidad abandone unalengua determinada para adoptar otra es que se cree que dicha adopcinser econmicamente beneficiosa. Dicho beneficio puede ser percibido oconcebido tanto en el corto plazo (necesidades productivas, comerciales olegales inmediatas) como en el largo plazo (lo cual lleva a elegir una lenguaprestigiosa para la educacin formal, por ejemplo). Los valores de este par-metro son: (i) la comunidad depende por completo de un sistema econmicoque prescinde de la lengua minoritaria, (ii) existe una economa de subsis-

    tencia relativamente marginal que utiliza la lengua minoritaria pero requiereser complementada por interaccin con el sistema econmico ms amplio,(iii) la comunidad participa de un sistema econmico dual en el cual seutilizan la lengua minoritaria y la lengua externa en sus respectivos mbitos(p. ej., uno agrario y otro industrial), y (iv) la comunidad dispone de unsistema econmico estable y aceptable que se sirve de la lengua minoritariay prescinde de una lengua externa para su funcionamiento. A este respecto,las comunidades de hablantes del mapudungun se encuentran en una posi-

    cin desfavorable (i) los urbanos y (ii) al menos algunos de los rurales,segn algunos datos de la encuesta.

    2. Los datos

    No es una exageracin decir que las fuentes de informacin disponi-bles hasta la fecha acerca de cuntos hablantes tiene el mapudungun noson ni particularmente detalladas ni confiables. Gordon (2005), una de las

    fuentes comnmente citadas, da 202.000 hablantes para el mapudungun enChile en 1982 (incluyendo los dialectos pehuenche y huilliche, este ltimolistado como lengua aparte en el Ethnologue) y 100.000 hablantes en Ar-gentina segn estimaciones del ao 2000. Un estudio realizado por el CEPen 2002 sugera que el 16% de quienes se autodefinan como mapuchesdeca hablar la lengua en algn grado (CEP, 2002: 27). Un estudio del Minis-terio de Planificacin (Mideplan) arrojaba datos de un orden de magnitudms auspiciosos: un 16,8% de la poblacin indgena de Chile deca hablarsu lengua originaria, mientras que un 18,9% deca entenderla (Mideplan,2005: 70). Segn veremos a continuacin, los resultados de la encuesta delCEP sugieren que el nmero de hablantes en Chile hoy en da se encuentraentre unas 140.000 y unas 400.000 personas, dependiendo de qu significaser hablante y de cuntas personas se autoidentifican como mapuches.Antes de discutir estas cifras, sin embargo, veamos datos desagregadosrespecto de competencia lingstica para poder comprenderlas mejor.

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    En el Cuadro N 1-A se aprecia cmo se autoevalan los encuesta-dos mapuches (M) y no mapuches (NM), tanto aquellos que viven en zonas

    urbanas (U) como los residentes de zonas rurales (R), en relacin con sucompetencia lingstica. 55 personas de un total de 2.968 declararon hablarel mapudungun mejor que el castellano, de las cuales 53 se identificaroncomo mapuches, de las cuales a su vez 43 vivan en zonas urbanas. Demodo similar, de los 175 encuestados que dijeron hablar ambas lenguasigualmente bien, 162 eran mapuches, la mayora de ellos (121) rurales. Lascifras comienzan a revertirse en la categora de quienes hablan la lenguaindgena peor que el castellano (168 en total), de los cuales los 139 mapu-

    ches se distribuyen casi por partes iguales en trminos territoriales: 68 deellos son urbanos y 71 rurales. 364 personas dijeron entender el mapudun-gun pero no hablarlo, y en este grupo predominan los mapuches urbanos(204) sobre los rurales (89). Finalmente, aquellas personas que dijeron noentender ni hablar mapudungun ascienden a 2.206, de las cuales la mayorparte son no mapuches (1.370), y en ambos grupos tnicos quienes vivenen asentamientos urbanos superan a los rurales (578 vs. 258 y 867 vs. 503,respectivamente). El Cuadro N 1-B expresa estas cifras en trminos porcen-

    tuales respecto del total de los encuestados.

    CUADRO N 1-A: HABLANTES DELMAPUDUNGUN, SEGN COMPETENCIA (ENCUESTADOS)

    MQC IQC PQC ENH NENH Total

    MU 11 41 68 204 578 902MR 42 121 71 89 258 581Total M 53 162 139 293 836 1.483

    NMU 0 2 8 26 867 903NMR 2 11 21 45 503 582Total NM 2 13 29 71 1.370 1.485Total M+NM 5 5 175 168 364 2.206 2.968

    CUADRO N 1-B: HABLANTES DELMAPUDUNGUN, SEGN COMPETENCIA (PORCENTAJES)

    MQC IQC PQC ENH NENH Total

    MU 0,4% 1,4% 2,3% 6,9% 19,5% 30,4%MR 1,4% 4,1% 2,4% 3,0% 8,7% 19,6%Total M 1,8% 5,5% 4,7% 9,9% 28,2% 50,0%NMU 0,0% 0,1% 0,3% 0,9% 29,2% 30,4%NMR 0,1% 0,4% 0,7% 1,5% 16,9% 19,6%Total NM 0,1% 0,4% 1,0% 2,4% 46,2% 50,0%Total 1,9% 5,9% 5,7% 12,3% 74,3% 100,0%

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    A pesar de lo trivial que pudiera parecer, estas cifras no dejan lugar adudas de que tanto la pertenencia a un grupo tnico como el lugar de

    asentamiento son factores determinantes en el nivel de competencia lings-tica: los mapuches hablan mejor que los no mapuches y las personas deresidencia rural hablan mejor que aquellas de residencia urbana. Diferentestests estadsticos relevantes para evaluaciones de este tipo (2, anlisis devarianza, test exacto de Fisher, mtodos basados sobre aleatorizacin orandomizacin) arrojan resultados concluyentes en este sentido.

    En segundo trmino, es posible resumir los diferentes valores asig-nados a la variable competencia lingstica de modo de binarizarlos: habla

    mapudungun vs. no habla mapudungun. Hemos realizado esta simplifica-cin de dos maneras diferentes, a saber: una dura, segn la cual se consi-dera que slo los tres primeros valores (habla mejor, habla igual y hablapeor que el castellano) corresponden a hablantes, y otra blanda, segn lacual los cuatro primeros valores (o sea, los tres de la interpretacin durams aquellos encuestados que dijeron entender el mapudungun pero nohablarlo) lo son. La binarizacin dura pretende dar una medida de lacompetencia lingstica activa, mientras que la binarizacin blanda es un

    indicio acerca de la competencia lingstica activa y pasiva. Las cifras agru-padas de esta manera pueden apreciarse en los Cuadros N 2 y N 3, respec-tivamente.

    CUADRO N 2: COMPETENCIA ACTIVA DELMAPUDUNGUN

    CA SCA Total

    MU 120 13,3% 782 86,7% 902MR 234 40,3% 347 59,7% 581Total M 354 23,9% 1.129 76,1% 1.483NMU 10 1,1% 893 98,9% 903NMR 34 5,8% 548 94,2% 582Total NM 44 3,0% 1.441 97,0% 1.485Total 398 13,4% 2.570 86,6% 2.968

    CUADRO N 3: COMPETENCIA ACTIVA Y PASIVA DELMAPUDUNGUN

    CAP SCAP Total

    MU 324 35,9% 578 64,1% 902MR 323 55,6% 258 44,4% 581Total M 647 43,6% 836 56,4% 1.483NMU 36 4,0% 867 96,0% 903NMR 79 13,6% 503 86,4% 582Total NM 115 7,7% 1.370 92,3% 1.485Total 762 25,7% 2.206 74,3% 2.968

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    Al igual que con la variable competencia lingstica sin binarizar,tanto en el caso del resumen duro como en el del blando la pertenenciaa grupo tnico y el lugar de residencia son determinantes.

    Un resultado poco feliz que se aprecia con claridad en estos cuadrosresumidos es el hecho de que slo una minora de quienes se autoidentifica-ron como mapuches dijera ser competente en la lengua: los mapuches quesostienen tener competencia activa son menos de un cuarto (354 de 1.483),e incluso si se considera competencia activa y pasiva son menos de la mitad(647 de 1.483). Si extrapolamos estas cifras a la poblacin total llegamos auna estimacin de cuntos hablantes tiene el mapudungun hoy en Chile:segn el censo de 2002, 602.677 personas se autoidentificaron como mapu-ches; por lo tanto, el nmero de hablantes se localizara entre 143.862 (com-petencia activa, 23,9%) y 262.935 (competencia activa y pasiva, 43,6%). Sitomamos el dato poblacional de 1992 (muy superior al de 2002, por razonescomplejas y mltiples: 928.060 mapuches), dichas cifras llegan a 221.533(23,9%) y 404.892 (43,6%) respectivamente.

    Las cifras presentadas hasta ahora constituyen elementos que confi-guran una suerte de fotografa de la situacin actual si bien, natural-mente, deben entenderse sujetas a las limitaciones propias del instrumento,tanto metodolgicas como conceptuales. Otros datos recogidos por la en-cuesta complementan dichas cifras y aaden informacin que permite espe-cular acerca de la situacin futura. Por ejemplo, el Cuadro N 4 resume cifrasrespecto a con quin aprendieron quienes dicen saber algo de mapudungun(el resto aparece bajo la categora residuo). Obsrvense nuevamente lasimportantes diferencias entre zonas rurales y aquellas urbanas, as como

    tambin entre mapuches y no mapuches. El grueso de estos ltimos dicehaber aprendido la lengua con conocidos aun cuando un porcentaje nodespreciable, al menos en trminos relativos (2,7%) de no mapuches ruralesdice aprenderlo de sus padres, mientras que la mayora de los mapuchesla ha aprendido con sus padres o abuelos. Ntese que, si se los comparacon los abuelos, los padres son mucho ms importantes para los mapuchesrurales que para los urbanos.

    Veamos a continuacin dos datos ms pertinentes desde la pers-

    pectiva de los indicadores de vitalidad etnolingstica esbozados en la sec-cin 2. En primer lugar, se pregunt a los encuestados con qu frecuenciahablaban en lengua mapuche; estos resultados se aprecian en el CuadroN 5. Tampoco aqu debera sorprender que los mapuches lo hablen conmayor frecuencia que los no mapuches. Asimismo, en contextos rurales la

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    lengua indgena se utiliza ms frecuentemente que en contextos urbanos. Loque s es significativo y preocupante, sin embargo, es el hecho de quequienes dicen usar la lengua a diario sean, aun en el contexto ms favorable(mapuches rurales), tan poco numerosos (17,5% del total; 32,3% si se des-

    estima el residuo).El Cuadro N 6 combina los datos de frecuencia con informacin

    acerca de los temas que se tratan en lengua mapuche segn las declaracio-nes de los encuestados (R representa el residuo). Obsrvese en este contex-to lo bajas que son las cifras para temas que deberan mostrar cifras muysuperiores si el idioma fuera realmente vital: incluso en el campo, los temasfamiliares y personales, y aun aquellos relacionados con ceremonias no se

    CUADRO N 4: CON QUIN SE APRENDE ELMAPUDUNGUN

    MU MR NMU NMR Total

    Padres 10,4% 29,7% 0,2% 2,7% 9,6%Padre/madre 6,1% 8,7% 0,1% 2,2% 4,0%Abuelos 9,5% 9,3% 0,7% 1,9% 5,3%Otro pariente 2,5% 2,1% 0,3% 0,9% 1,4%Conocido 4,0% 2,1% 1,7% 3,6% 2,8%Profesor 1,1% 0,9% 0,4% 0,2% 0,7%Otro 1,6% 1,2% 0,6% 1,7% 1,2%

    (Residuo 64,8% 46,1% 96,0% 86,8% 74,9%)Total 100,0% 100,0% 100,0% 100,0% 100,0%

    CUADRO N 5: CON QU FRECUENCIA SE HABLA ELMAPUDUNGUN

    MU MR NMU NMR Total

    A diario 1,9% 17,5% 0,1% 1,2% 4,3%Varias/semana 1,7% 6,7% 0,2% 1,4% 2,1%Una/semana 1,9% 3,3% 0,2% 2,1% 1,7%Varias/mes 1,7% 2,6% 0,2% 0,2% 1,1%Una/mes 1,2% 2,6% 0,1% 0,3% 1,0%Varias/ao 4,0% 4,1% 0,1% 0,5% 2,1%Ocasiones esp. 12,0% 9,4% 1,4% 3,2% 6,6%(Casi) nunca 11,3% 8,7% 1,7% 4,6% 6,6%(Residuo 64,5% 45,2% 95,9% 86,5% 74,6%)

    Total 100,0% 100,0% 100,0% 100,0% 100,0%

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    discuten frecuentemente en mapudungun, sino en castellano. Lo preo-cupante no es slo el bajo porcentaje de hablantes en la columna frecuen-

    temente, sino especialmente el alto nmero de hablantes en la columnanunca. Incluso si las cifras del Cuadro N 6 reflejan la situacin de lacomunidad etnolingstica de modo aproximado, el panorama que dibujanslo puede calificarse de sombro.

    CUADRO N 6: DE QU SE HABLA ENMAPUDUNGUN

    Mapuches urbanos Mapuches ruralesFrec. A veces Nunca R Frec. A veces Nunca R

    Familia 4,5% 13,2% 17,4% 64,9% 16,0% 24,4% 13,7% 46,0%Pers. 3,2% 10,6% 21,3% 64,9% 16,3% 21,2% 16,6% 45,9%Salud 2,4% 10,0% 22,6% 65,0% 18,3% 16,6% 19,2% 45,9%Trabajo 3,1% 7,1% 24,6% 65,2% 18,3% 14,4% 21,4% 45,9%Deportes 0,9% 6,6% 27,5% 64,9% 9,8% 11,0% 32,9% 46,3%Poltica 0,7% 4,3% 30,0% 65,0% 5,7% 9,4% 38,4% 46,5%Cerem. 3,8% 10,4% 20,8% 65,0% 13,4% 20,4% 20,0% 46,2%

    Finalmente, el Cuadro N 7 muestra las cifras ms preocupantes detodas: aquellas que dicen relacin directa con la transmisin del idiomaindgena y, por lo tanto, con su porvenir inmediato. De los mapuches urba-nos que dijeron hablar mapudungun, slo un 2,4% (0,8% respecto de 33,2%+ 0,8%) dijo hablarlo normalmente con nios pequeos, ya fueran propios oajenos, en el lugar donde viva. Incluso los mapuches rurales se comunicanpredominantemente en castellano con los nios de la zona: slo un 15,9%(8,2% relativo a 43,5% + 8,2%) dijo utilizar el mapudungun. En el caso deuna lengua vigorosa pinsese, por ejemplo, en el castellano o el ingls enciudades como Santiago, Madrid, Londres o Chicago, estas cifras soniguales a 100% en comunidades monolinges y ciertamente muy superioresa 70% en comunidades plurilinges.

    CUADRO N 7: EN QU IDIOMA SE HABLA CON NIOS PEQUEOS

    MU MR

    Castellano 33,2% 43,5%Mapudungun 0,8% 8,2%(Residuo 66,0% 48,3%)

    Total 100,0% 100,0%

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    3. Conclusiones

    Tanto los datos presentados en la seccin precedente como las con-sideraciones hechas en la seccin sobre la vitalidad etnolingstica del ma-pudungun son alarmantes. Obsrvese que no hay contradicciones: todoapunta en la direccin de una lengua minoritaria que est siendo abandona-da por un nmero sustancial de sus hablantes. La preferencia por la lenguamayoritaria es mayor en ciertos grupos que en otros, as como tambin enciertas circunstancias que en otras, lo cual sugiere que, aun cuando lascifras no sean auspiciosas, no nos encontramos an frente a unalengua claramente moribunda sino a un idioma cuyo estado de salud escrtico crtico en el sentido original de la palabra griega kritiks, decisi-vo, es decir, cuya sobrevivencia se decidir en los prximos aos, quizsen el transcurso de la prxima generacin. Si no se hace algo que tengaun impacto importante, el pronstico de Augusta y Coa se har realidad, yla humanidad habr perdido una lengua ms; Chile continental habr perdi-do su ltimo idioma vernculo en cuanto medio de comunicacin vivo y lo

    ver engrosar las filas de objetos de museo, como los recientemente extin-guidos ymana y selknam. Adems del castellano (y del ingls), slo elaimara nortino y el rapa nui insular servirn de recuerdos vivos porcunto tiempo ms? de una poca en que la riqueza cultural del territoriochileno, al menos en trminos de diversidad biolingstica, era muy su-perior.

    Pero supongamos que suficientes personas no quieren que el mapu-dungun muera. Qu puede hacerse, y quin debe hacerlo? Un plan de

    revitalizacin detallado est ms all de lo que puede cubrir este breveartculo, pero baste aqu mencionar algunas obviedades y acaso algunascosas menos obvias. El Ministerio de Educacin tiene parte de la responsa-bilidad y de los recursos necesarios para, a travs de su Programa de Edu-cacin Intercultural Bilinge, ayudar a revitalizar la lengua mapuche. Elprximo perfil sociolingstico detallado de las regiones VIII, IX y X, ascomo de la Regin Metropolitana, deber complementar los indicios basa-dos sobre los resultados de la encuesta del Centro de Estudios Pblicos

    que hemos bosquejado aqu, ya sea confirmndolos, matizndolos o corri-gindolos. Los mapuches urbanos (vase por ejemplo Foerster y Monteci-no, este volumen), pero especialmente los mapuches rurales, asignan un rolfundamental al mapudungun en el proceso de construccin de la identidadindgena, pero normalmente carecen de la preparacin y de los recursos

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    necesarios para poder participar en un programa de revitalizacin, ya seaste formal o informal, de manera eficaz, slida, sostenida y competente. ElPrograma Orgenes y la Corporacin Nacional de Desarrollo Indgena debenhacerse cargo de sus respectivas responsabilidades en este sentido. Si bienel Estado ya destina recursos a estas tareas, los serios problemas de legisla-cin, planificacin, gestin e implementacin que aquejan a la educacinpblica en Chile son particularmente relevantes para lo que aqu nos ocupael aprendizaje formal de la lengua indgena y la formacin de profesoresde la misma, por lo que no es de esperar que las dificultades de fondo seresuelvan en el corto plazo sin un esfuerzo considerable por parte de todaslas instancias involucradas (vase al respecto el poco alentador panoramadescrito en PEIB, 2005). El propsito del presente artculo no es evaluar eldesempeo de los programas estatales implementados hasta la fecha; msbien el objetivo es llamar la atencin tanto de autoridades como de la opi-nin pblica sobre el hecho de que la vitalidad del mapudungun y, porlo tanto, tambin su viabilidad, parecen encontrarse severamente amena-zadas.

    En el contexto de una valoracin positiva de la cultura mapuche enChile por parte de la opinin pblica, como se ha venido observando almenos desde comienzos de la dcada de los noventa, an queda mucho porhacer, y un reconocimiento amplio del aporte de este pueblo originario po-dra incluir una mayor presencia escrita de la lengua en las zonas de asenta-miento tradicional y la Regin Metropolitana (p. ej., ms y mejores letrerosen mapudungun, tanto de organismos del Estado como de privados, ascomo sealizacin de toponimia y caminos). El objetivo de una poltica tal

    como se ha visto en ejemplos anlogos de lenguas minoritarias euro-peas no sera solamente simblico sino tambin prctico: los hablantesaprenderan que la lengua mapuche sirve para algo, tambin en el marcode la sociedad ms amplia, y podran verse motivados a emplearla en mbi-tos hasta ahora reservados al castellano. Lo anterior nos lleva a un rea anms delicada, a saber, aquella del aprendizaje informal de la lengua en elmbito familiar. El gran desafo planteado por la situacin actual del mapu-dungun a los especialistas en educacin reside en cmo hacer que los

    padres decidan hablarlo con sus hijos. Si no se logra este ltimo objetivo,cualquier programa oficial est destinado al fracaso, logrando apenas elmantenimiento del idioma vernculo como un componente ms del folclor oun gabinete de curiosidades.

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