Raíces norteamericanas en la obra de Juan Ramón Jiménez: E...

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RAICES NORTEAMERICANAS EN LA OBRA DE JUAN RAMON JIMENEZ: E. A. POE Y LA POESIA JUANRAMONIANA Todo movimiento literario, aun cuando se produzca de forma específica en un sistema lingiiístico dado y dentro de unos límites geográficos, desborda tanto al sistema como al contorno geográfi- co, extendiéndose más o menos ampliamente y salvando barreras de otro modo infranqueables. La producción literaria debería estu- diarse como resultado de un impulso primigenio de la mente huma- na y, por ende, de raigambre universal, no local. Todo estudio que pretenda considerar las producciones literarias de distintas latitu- des o diferentes coordenadas ling ŭísticas como compartimentos, es- tará abocado a la esterilidad. Hablar de literatura española, litera- tura inglesa, literatura francesa, etc., puede conllevar una cierta mu- tilación de los miembros del ente literario. El poeta ha de ser uni- versal y su bagaje cultural debe templar su esteticismo con la apor- tación de cuantos poetas le han precedido sin que por ello su obra pierda calidad expresiva individual o haya de entenderse como un calco de producciones precedentes. Con frecuencia, tanto en la vida como en la obra, reconoce el influjo que sobre él han ejercido sus predecesores. La originalidad absoluta no existe. La verdadera ori- ginalidad no estriba tanto en decir algo nuevo, sino en expresarlo de forma novedosa. «Se habla mucho de originalidad», dice Goethe. «Pero , qué se quiere decir con tal palabra? Tan pronto como nace- mos, comienza a actuar el mundo sobre nosotros, y contin ŭa así hasta el fin. <;Qué podemos llamar nuestro, como no sea la energía, la fuerza y la voluntad? Si yo pudiera enumerar» —sigue diciendo- «todo lo que debo a mis grandes antecesores y contemporáneos, no me quedaría mucho en propiedad. Y no es de ning ŭn modo indife- rente la época de nuestra vida en que experimentamos el influjo de alguna personalidad (...)Siempre se aprende de aquellos a quienes se ama.» Otros muchos poetas comparten la opinión de Goethe. Son palabras del propio Goethe en Conversaciones con Goethe, Ecker- mann, (Traducción de J. Pérez Blanco), Buenos Aires, Austral, 2. a Ed., 1950, p. 50.

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  • RAICES NORTEAMERICANAS EN LA OBRADE JUAN RAMON JIMENEZ:

    E. A. POE Y LA POESIA JUANRAMONIANA

    Todo movimiento literario, aun cuando se produzca de formaespecífica en un sistema lingiiístico dado y dentro de unos límitesgeográficos, desborda tanto al sistema como al contorno geográfi-co, extendiéndose más o menos ampliamente y salvando barrerasde otro modo infranqueables. La producción literaria debería estu-diarse como resultado de un impulso primigenio de la mente huma-na y, por ende, de raigambre universal, no local. Todo estudio quepretenda considerar las producciones literarias de distintas latitu-des o diferentes coordenadas ling ŭísticas como compartimentos, es-tará abocado a la esterilidad. Hablar de literatura española, litera-tura inglesa, literatura francesa, etc., puede conllevar una cierta mu-tilación de los miembros del ente literario. El poeta ha de ser uni-versal y su bagaje cultural debe templar su esteticismo con la apor-tación de cuantos poetas le han precedido sin que por ello su obrapierda calidad expresiva individual o haya de entenderse como uncalco de producciones precedentes. Con frecuencia, tanto en la vidacomo en la obra, reconoce el influjo que sobre él han ejercido suspredecesores. La originalidad absoluta no existe. La verdadera ori-ginalidad no estriba tanto en decir algo nuevo, sino en expresarlode forma novedosa. «Se habla mucho de originalidad», dice Goethe.«Pero , qué se quiere decir con tal palabra? Tan pronto como nace-mos, comienza a actuar el mundo sobre nosotros, y continŭa asíhasta el fin.

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    Juan Ramón Jiménez reconoce su deuda con respecto a otros poetastanto por medio de citas de los mismos, que frecuentemente empleaa modo de lemas, como en sus conversaciones con Ricardo Gullón 2 ocon Juan Guerrero Ruiz 3 . En alguna ocasión, al comentar con éste losinflujos que han actuado sobre su obra, Juan Ramón Jiménez seexpresa así: «...En general se tiene un concepto equivocado de lalírica, y singularmente de la espariola; se habla de las influenciasfrancesas en ella, y es que, haciendo caso omiso del resto del mun-do, dejan solas a Esparia y Francia para relacionarlas luego.» 4

    Por consiguiente, el propio Juan Ramón Jiménez reconoce quela lírica espariola está en deuda no sólo con la francesa sino con lasproducciones líricas de otros países. Llega incluso a hablar a JuanGuerrero de una obra suya en la que estaba trabajando y que lle-varía por título Fuentes de mi poesía 5 . Dicha obra pudo ser un me-ro proyecto; al menos ignoro su existencia, puesto que no he vistootra referencia a ella. No obstante, aunque tal obra no llegara arealizarse, sí tenemos suficientes datos para descubrir algunas delas fuentes de su obra, o para apreciar de qué poetas se nutre, y aqué grado de intensidad llega el influjo exterior.

    El presente trabajo intenta demostrar la influencia de E. A. Poeen Juan Ramón Jiménez. Este trabajo corresponde aproximadamen-te a uno de los capítulos de La huella de E. A. Poe en Juan RamónJiménez 6 en la cual se ha realizado, si no un estudio exhaustivo dedichas influencias, sí un análisis temático de ambos poetas.

    Existen factores confluyentes en la personalidad de Poe y deJuan Ramón Jiménez, tanto desde el punto de vista psicológico co-mo biológico, que los aproximan: su estado anímico psicopático,su constitución enfermiza, su hiperestesia, la identificación com ŭncon un determinado movimiento literario, --el simbolismo—, surespectiva cosmovisión, su concepción poética. En cierto sentido,los dos poetas se hallan tan próximos que podrían aplicarse a am-bos las palabras con que Spiller define la concepción artística dePoe: «Poetry is the rhythmic creation of beauty»

    2 Conversaciones con Juan Ramón Jiménez, Ricardo Gullón, Madrid,Taurus, 1958.

    3 Juan Ramón de viva voz, Juan Guerrero Ruiz, Madrid, Insula, 1961.4 Palabras de Juan Ramón Jiménez a Guerrero, op. cit., p. 31.5 «Me dice», afirma Juan Guerrero, «que está trabai ando en preparar

    todos estos libros, entre ellos el de Fuentes de mi poesia, donde honradamen-te irá incluyendo todas aquellas poesías que han ejercido una influencia di-recta en su obra», op. cit., p. 77.

    6 La huella de E. A. Poe en Juan Ramón Jiménez, memoria de licencia-tura de Carmen Pérez Romero, Universidad de Extremadura, Cáceres, 1978.Dirieida nor Ricardo Senabre Sempere.

    7 Palabras de Robert E. Spiller en The Cycle of American Literature,MacMillan, London, 1967, p. 55.

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    Estas circunstancias no permitirán, por sí solas, hablar de po-sible influjo de un poeta en otro. Tal afirmación sólo podría ta-charse de quimérica. No obstante Juan Ramón Jiménez induce allector a pensar en un posible intercambio de ideas entre Poe y élpor sus repetidas alusiones al poeta bostoniano, tanto en sus decla-raciones 8 como en su producción poética en la que Poe aparece men-cionado con relativa frecuencia 9 . Ahora bien, el influjo de Poe enel poeta de Moguer no sólo aparece en los poemas con mención ex-plícita de Poe, sino que se halla diseminado a lo largo de casi todala obra del primer Juan Ramón Jiménez y en parte de la segundaépoca, aun cuando éste llegue a transformarlo con la habilidad deun verdadero artífice. El influjo se encuentra de tal manera trans-formado que, en ocasiones, es difícil descubrirlo. Graciela Palau sepronuncia en tal sentido al hablar de las influencias en Juan RamónJiménez 10.

    Este trabajo pretende demostrar tal aserto a través de una se-rie de poemas del «Andaluz universal» —concretamente en compo-siciones poéticas correspondientes al período comprendido entre1901 y 23— tomando como base el poema «The Raven» de E. A. Poeque, sin lugar a duda, tuvo más amplia difusión en Europa y es elmás representativo de su hacer poético.

    No podemos afirmar que Juan Ramón Jiménez leyera a Poecompleto en su primera época, ni siquiera que leyera toda la líricadel poeta americano. Es más, tampoco puede afirmarse que lo le-yera en inglés, sino que es más probable que leyese la traducciónde Baudelaire, debido a su conocimiento del francés y su contactocon el simbolismo francés, así como a la gran repercusión que éstetuvo en Francia. Pudo leer incluso la versión de Mallarmé ". Pero

    8 «Quiero decirle algo (...) sobre parnasianismo y simbolismo. El origenestá, como ya hemos hablado, en Poe...

    — Está claro para mí que usted es un simbolista.— Es cierto...; yo no puedo ser parnasiano porque soy un lírico. El ro-

    manticismo, es decir, Poe, Browning, Keats y Shelley, determina el simbo-lismo.» Conversaciones con J.R.J., ed. cit., pp. 93, 102, 132.

    9 Las alusiones a Poe aparecen en varias ocasiones en la obra de JuanRamón Jiménez: Poemas 31 y 92 de Elegías, n.° XXXI de La soledad sonora,n.° 81 de Diario y, del mismo libro, el 241 lleva por título «La casa de Poe», etc.

    19 Graciela Palu escribe: «Las dedicatorias y las citas de los poemas deJardines lejanos indican el influjo de autores extranjeros en la poesía juan-ramoniana (...) Cualquiera que sea la influencia ajena, Juan Ramón la asi-mila y la españoliza.» Vida y obra de Juan Ramón Jiménez, Madrid, Gredos,1974, p. 295. No obstante la autora se desentiende del análisis de la influenciay apenas alude a escritores extranjeros.

    Segŭn acotación de María Teresa Font, el propio Juan Ramón Jiménezafirma en carta dirigida a Díaz-Plaja: «Desde 1900 influyen en mí RubénDarío (...), Baudelaire, Mallarmé (con sus poemas originales en prosa y susmagníficas traducciones de Poe que leí antes que las de Baudelaire)». ESPA-C10, autobiografía lírica de Juan Ramón Jiménez, Madrid, Insula, 1972, p.

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    hay algo que si puede afirmarse sin temor de equivocarse: entre1901 y 1911, Juan Ramón Jiménez leyó, al menos, «The Raven» yafuera en el original o traducido, y debió de causarle una profundaimpresión, porque emplea ese tema y su simbolismo en repetidasocasiones a lo largo de su obra y, de modo muy particular, en laprimera época.

    El poeta de Moguer adopta la imagen del cuervo con toda sucarga de connotaciones negativas, pero, como es de suponer, no selimita a presentarlo como Poe, sino que despliega su simbolismo através de variados similes: otra ave, un enlutado mudo, una cornejae incluso una mosca; y sin embargo, alrededor de los poemas quese examinarán a continuación se intuye la silueta del cuervo de Poealeteando en la sombra.

    Las primeras alusiones aparecen en Arias tristes (1901 —3).Veamos el poema n.° IX 12

    LOS perros están aullando;yo tengo miedo a los perroscuando lloran a la lunaen estas noches de invierno.

    No sé si serán fantasMaspor el jardín, y yo piensoen blancas aparicionesy en lejanos cementerios.

    Algunas noches de luna,mirando hacia atrás, he abiertoun poco el balcón; y he vistoque alguien se ha escondido. Y tiemblo

    y detrás de las maderas,sin atreverme a abrir, veoese siniestro fantasmaque me hace ronda en silencio.

    (P.L.P., p. 268)

    Aquí se plantea ya una situación ambiental muy semejante a laque Poe ofrece en su poema: la noche de invierno, el miedo del poe-ta — miedo de apariciones pueriles y de cementerios, temas ambostratados en La huella de E. A. Poe en J. R. J. 13—, los fantasmas y

    12 Primeros libros de poesía, Madrid, Aguilar, 1973. Se abreviará comoP.L.P., y todas las páginas corresponderían a esta edición.

    13 La huella de E. A. Poe en Juan Ramón Jiménez, cit.

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    las blancas apariciones que parecen intuirse en «The Raven», el bal-cón, ese alguien que se oculta y que ronda en silencio al poeta...

    •Aŭn no ha surgido el cuervo, bien es cierto; hasta ahora es sóloun ser incorpóreo, pero no tardará en cobrar forma, una de las•mŭl-tiples apariencias con que va a presentarse, una de las trece milcaras .que ya veremos más adelante. En el poema XVII del mismolibro, Juan Ramón Jiménez escribe:

    ALGUNA noche he idosolo al jardín, por los árboles

    •he visto a un hombre enlutadoque no deja de mirarme.

    Me sonríe y, lentamente,no sé cómo, va acercándose,y sus ojos quietos tienenun brillo extraño que atrae.

    He huido, y desde mi cuarto,a través de los cristales,lo he visto subido a un árboly sin dejar de mirarme. •

    (P.L.P., p. 280)'

    A pesar de la ambientación de estos dos poemas, por sí solos,no hubieran tenido suficiente fuerza semántica o formal para suge-rir una relación entre Poe y J. R. J. • Pero éstos y otros forman parte•de una expresión temática recurrente en éste. Así, pues, nuestro poe-ta insiste en el tema más adelante proporcionando nuevas claves pa-ra la identificación del cuervo de Poe. Incluso en el ŭltimo poemavisto, se aprecian ya nuevas - alusiones ciue enriquecen la idea: setrata de un ser corpóreo y enlutado, los «ojos quietos» con «un bri-llo extraño» y, finalmente, el personaje aparece «subido a un árbol»,lugar más idóneo para el ave que para el hombre. No es extrario queAurora de Albornoz califique el final de «sorprendente» 14.' Más • adelante, en el poema I de Elegías, Juan Rarnón Jiménez

    dotará al cuervo de nuevos elementos alusivos:

    en cada encrucijadaun enlutado •mudo me -parte el corazóncon una espada o con una carcajada.

    (P.L.P., p. 829)

    • 14 Nueva antología poética. Estudio y selección de Aurora de Albornoz,Barcelona, Península, 1973.

  • -2 .10 POE Y LA POESLA JUANRAMOMANA

    El hecho de que el enlutado sea mudo, es decir, incapaz de co-municarse por medio de la palabra, pero a la vez capaz de emitirsonidos —la «carcajada» induce a pensar que m.ás bien estriden-tes— recuerda, en cierto sentido el proceso de composición y mé-todo seguido por Poe para dicho poema tal como éste declara en«The Philosophy of Composition». Por si ello fuera insuficiente, elenlutado va provisto de «espada», o lo que es igual, de arma de ata-que y defensa; arma que trasladada al cuervo fácilmente puede iden-tificarse con el pico.

    La acumulación de datos progresiva y, paulatinamente, vaesclareciendo el tema. Pero aŭn aparecerán más alusiones, que per-mitirán corroborar el influjo de Poe en el poeta de Moguer. Así enPastorales, que Juan Ramón ofrece como anterior a Jardines leja-nos, se encuentra una situación semejante:

    El sendero, se ha dormido;hoy no volverá ya nadie...

    Yo me he • asomado a la verjay he visto a un hombre alejarse...Miraba hacia atrás, teníaun mirar amenazante.

    Vi una sombra en el jardín...Ladraba el perro...Era alguien

    que andaba Por el jardín...La noche estaba sin ángeles...una corneja cantabacerca..., lejos..., por los árboles...

    (P.L.P. p. 563)

    Nuevas claves permiten acercarse al reconocimiento del poema«The Raven»: «no volverá ya nadie», «era alguien»,- «eorneja», e in-cluso la reiteración de la aposiopesis, que no hace sino potenciar eltemor y la ansiedad que dominan el ánimo del poeta; temor y ansie-dad que obviamente manifiesta también el «yo poético» de «TheRaven». Asimismo, la rnirada del enlutado, que ya en el poema ante-rior se intuía como amenazadora, se explicita aquí como tal, y ladesolación de la noche se ha intensificado considerablemente me-diante el sintagma «estaba sin ángeles». Por otra parte, aparece yael pájaro ominoso, a pesar de que aŭn •no está especificado como elcuervo. De hecho, parece evidente que Juan Ramón Jiménez rehŭye

  • CARMEN PÉREZ ROMERO 217

    la mención del mismo en casi todas las composiciones pertenecien-tes a este tema.

    Pero prosigamos la bŭsqueda. En Jardines lejanos aparecenmás poemas que aluden a la misma temática. El n.° VII ofreceráincluso una nueva caracteristica de nivel formal.

    QUIEN anda por el caminoesta noche, jardinero?

    — No hay nadie por el camino...— Será un pájaro agorero

    Un mochuelo, una corneja,dos ojos de campanario...

    — Es el agua que se alejapor el campo solitario...

    — No es el agua, jardinero,no es el agua... — Por mi suerte,que es el agua, caballero.

    — Será el agua de la muerte.

    Jardinero, (;no has oídocómo Ilaman al balcón?

    — Caballero, es el latidoque da vuestro corazón.

    —iCuándo abrirá la mañanasus doradas alegrías!iCuándo dirá la campanabuenos días; buenos días!

    ...Es un arrastrar de hierros,es una voz hueca, es una...

    — Caballero, son los perros• que están ladrando a la luna...

    (P.L.P., p. 420)

    La -carga emocional del poema se asienta en términos con semasde fuerza asi como en morfemas y diversos recursos retóricos. Yadesde la primera estrofa es manifiesta la vacilación del poeta sobrela existencia o la inexistencia de «alguien» y de que ese «alguien»sea -un-«-pájaro agorero».--F'ájaro cl ue hipotéticamente identifica conun mochuelo; una corneja e- incluso con- dos ojos de campanarioque proporcionan -una • dimensión gigantesca al simbolo. Todo ellotiende a acrecentar la sensación de lobreguez y desesperanza.

    «Puede ser el agua», afirma en la segunda 'estrofa, «el agua de

  • 2.18 --"POE Y .LA POESíA JUANRAMONIANA

    la muerte», concluirá en la siguiente_ ofreciendo, como áternativa,los estados animicos antitéticos ,de esperanza y desesperación, delmismo modo que se presentan el . «The Raven». Y la muerte apareceya como telón de fondo, igual. que en.el poema de Poe.

    En la cuarta estrofa, la aproximación tiene lugar incluso en elplano de la expresión: «;1\Io has oido cómo llarnan al balcón?» pre-senta semejanza formal y semántica con «Soon I heard the tappingsomewhat louder than before (...) at my •window lattice». Y lo mis-mo ocurre con los intagmas «es el latido que da vuestro corazón»y «to still the beating of my heart». Caracteristicas semejantes apa-recen en la estrofa siguiente: «iCuándo abrirá la mariana sus dora-das alegrias!», exclama Juan Ramón Jiménez con palabras textualesde Poe, que escribe: «Eagerly I wished the morning». Fácilmentese puede entender la ansiedad expresada por Juan Ramón Jiménezpor medio del sintagma exclamativo como equiparable a la de Poe,expresada por éste mediante el adverbio «eagerly».

    Incluso la aliteración —fenómeno reiterativo en Poe debido ala vieja tradición aliterativa de la poesia anglo-sajona ", pero notan frecuente en la poesia espariola ni en Juan Ramón Jiménez-aparece en el primer verso en la ŭltima estrofa. El «arrastrar dehierros» de Juan Ramón recuerda la aliteración que Poe emplea pa-ra describir la llegada del cuervo a la casa: «a flirt and a flutter...»Es cierto que los fonemas recurrentes difieren en uno y otro poeta,pero la aliteración es evidente. Dicha aliteración es más paralela enel caso de uno de los poemas de W. B. Yeats, «The Pilgrim» y quecorresponde a Last Poems. Este poema presenta, al margen de unsintagma similar al de Poe —«With flopping and with flapping»—,una serie de semejanzas más que circunstanciales, tales como: unestribillo reiterativo del fonema «o» —«fol de rol de rolly 0»—,mención del ave, —«A great black ragged bird»—, que hace recor-dar asimismo la expresión de Juan Ramón Jiménez «un suerio deharapos y de cuervos», y, finalmente, presenta el mismo espiritu in-quisitivo del «yo poético» a cuyas preguntas no hallará respuestacoherente al igual que ocurre con el protagonista de «The Raven».

    No es objetivo de este trabajo el cotejo entre la obra de Yeatsy la de Juan Ramón Jiménez, pero parece obligado mencionar la

    15 Véase Strutture dell'alliterazione, grammatica retorica e floklore ver-bale, Paolo Valesio, Zanichelli, Bologna, 1967. El autor estudia el fenómenoaliterativo en•varias lenguas y hace especial hincapié en la inglesa y de modoparticular en Lav'e's Labour's Lost de Shakespeare, «The Ancient Mariner» y«Kubla Khan» de Coleridge y el «Adonais» de Shelley.

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    relación existente entre «The Pilgrim» 16 y los dos poetas estudiados.Las tres composiciones presentan asimismo otra caracteristica encomŭn: todas ellas se especifican en forma dialogada

    Volviendo a la relación Poe - Juan Ramón Jiménez tras esteobligado paréntesis de Yeats, las claves que permiten apreciar eldesarrollo del simbolismo del cuervo en Juan Ramón Jiménez seacumulan, puesto que el simbolo aparece una y otra vez. Son a ŭnvarios los poemas en los que aparecerá y en todos ellos se ariadiráun dato nuevo. Tal ocurre con el poema n.° XXIII de Jardines leja-nos, en el que surge de nuevo el hombre enlutado:

    y en un rincón de penumbray suerio, un hombre enlutadomira una verde luciérnagaque en la hiedra está soriando.

    Yo he cerrado mi balcóntengo miedo y frío... Acaso,a la media noche, vengaa verme el hombre enlutado.

    (P.L.P., p. 451)

    La media noche, el rincón de penumbra, el misterioso enlutado,el recurso aposiopésico utilizado de nuevo para indicar la suspen-sión del ánimo, la verde luciérnaga que, con su luz fosforescentealude a cementerios y muerte, todo insin ŭa el temor del poeta. Pero,además, éste afirma que tiene frio y miedo, al igual que lo siente vmanifiesta el protagonista de «The Raven».

    Pasados cuatro arios, en Baladas de primavera, (1907) aprecia-mos una notable diferencia y transformación en el cuervo: con grandosis de imaginación, el poeta de Moguer lo convierte en un aviónaparen temente inofensivo.

    16 «The Pilgrim», como ya indiqué, corresponde a Last Poems que datade 1936-39. Véase Collected Poems of W. B. Yeats, MacMillan, London 1977,pp. 360-61. T. R. Henn trata de analizar el simbolismo de ese «great blackragged bird» sin decidirse por .ŭna u otra solución y sin mencionar a Poe.Por su parte Yeats no muestra, en sus declaraciones, una excesiva admiraciónpor el poeta americano. The Lonely Tower, Methuen, 1967, pp. 155 y sig.

    17 Forma que aparece también en el poema n.° XII de Jardines lejanosen el que el poeta se identifica con el enlutado mudo y en el que no se ofre-cen nuevas claves por lo que me ha parecido innecesario incluirlo. Otro tantoocurre con el poema n.° 2 de la primera parte de Nueva antología poética,op. cit., p. 98.

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    POE Y LA POESíA JUANRAMONIANA

    XIIBALADA TRISTE DEL AVION

    PICAME, avión,en el corazón!

    La tarde está azul, serena y dorada,el agua y la rosa perfuman la brisa,de toda mi vida —imi vida!— pasadano queda más que una doliente sonrisa.

    iPicame, avión,en el corazón!

    El blanco azahar me niebla de olores,me acuerdo de todos los viejos jardines,jardín de magnolias, jardín de dolores!,jardin de alegrías!, jardín de jazmines...

    Picame, avión,en el corazón!

    i0h, sol amarillo!, ioh, sol del ocaso!i...pasaban bandadas de negros aviones,y mi alma de oro, de paz y de raso,bogaba a una isla clara de ilusiones.

    Picame, avión,en el corazón!

    Tenía una fuente mi vida de niño,la tarde era rosa, con sol y campañas,detrás de las flores estaba el cariñoen una ilusión de abiertas ventanas!

    iPicame, avión,en el corazón!

    i0h, pájaro agrio de luto y destierro,deshaz con tu velo mi sueño de•infancia,enclava en mi pecho tu pico de hierro-y corra mi sangre como una fragancia!

    Picame, avión,en el corazón!

    (P.L.P., p. 759)

  • CARMEN PÉREZ ROMERO 221

    La transformación ha sido tan notable que tardamos en reco-nocer al cuervo. Ahora bien, cuando, al final, nos proporciona laclave, reconocemos plenamente el valor del estribillo que va pun-teando significativamente la pauta estrófica.

    El decorado rompe bruscamente con el de los poemas ofreci-dos hasta, ahora; es un decorado luminoso, sereno, perfumado porlas flores de más intensa fragancia —azahar, magnolia, jazmines—,bañado por un dorado sol... y, bruscamente, unas «bandadas de ne-gros aviones» ensombrecen el paisaje por un momento. Seguimosadelante esperando que no tengan mayor repercusión, pero el áni-mo ha quedado sobrecogido: una premonición de oscuridad haprendido en la mente del lector y, aunque en la estrofa siguien-te parece que el paisaje recupera su color y su perfume, ya es difícilsustraerse a la sensación de oscurecimiento a que parece abocar elpoema. En efecto, la ŭltima estrofa se ensombrece y el cuervo, conabundante cortejo de adjetivaciones —«agrio», «de luto», «de destie-rro»— aparece enserioreando el primer verso.

    También Poe dota a su cuervo de numerosos epítetos cargadosde connotación —«grimm», «ungainly», «ghastly», «gaunt and .omi-nous». Ambos parecen querer condensar de forma drástica toda lagama de cualidades negativas en el carácter del causante de sus te-mores, porque acumulan los apelativos en un solo verso. La alite-ración de Poe, sin embargo, no aparece en este caso en Juan Ramón.

    Ofrece éste, en el poema, una exposición de la lucha interiordel poeta entre su mundo de nirio y el deseo de retenerlo contra elmundo del adulto, el mundo de la madurez y del dolor, que el poetaelude con harta frecuencia, como comenta repetidas veces MichaelPredmore en La poesía hermética de Juan Ramón Jiménezi8.

    Ótras veces, por el contrario, desea alcanzar su madurez y buscaal enlutado, su dolor; para ello pide la colaboración del siniestroespadachin al que, todavía sumido en el mundo pueril del ensuerio,pretende presentar como uu inofensivo avión hasta que descubrelá verdadera identidad del ave.

    El segundo y tercer versos de la ŭltima estrofa proporcionan laclave del estribillo, pero también remiten al «Take thy beak fromout mý heart» de Poe, aunque la s ŭplica del poeta de Boston se ex-prese en forma contraria a la de nuestro poeta.

    Posteriorrriente, Juan Ramón Jiménez, que pedía al avión suayuda para despertar al mundo de la madurez, retrocede y abando-na el iptento atemorizado por el posible dolor que ello pueda pro-porcionarle:

    18 La poesía hermética de Juan Ranzón Jiménez, Madrid, Gredos, 1973.Predmore alude frecuentemente a lo largo de su libro al infantilismo y edi-pismo de

  • 222 POE Y LA POESIA JUANRAMONIANA

    iquítale todo el dolora mi boca juvenil!

    Apaga, flauta, la huecaconversación de la muerte,iquita a mi boca esta muecay hazme alegre y hazme fuerte!

    iQue se vaya la corneja,esa vieja fea y local

    (P.L.P., p. 775)

    Los dos poemas ponen de manifiesto la inestabilidad emocionaldel poeta, rasgo característico que también le acerca a Poe.

    Más tarde, en 1908, en La soledad sonora, encontramos de .nue-vo el pájaro agorero:

    ...Negro, el ruiseñor dormía...,en un lejano grito se caía un lucero...,y de un árbol a otro, como un fantasma, huíavolando blandamente un pájaro agorero...

    (P.L.P., p. 1025)

    El término «negro», situado exactamente en el centro del pri-mer verso, domina toda la estrofa y su exposición anfibológica per-mite más de una lectura ' 9 : podría interpretarse como epíteto de«ruiserior», o bien, considerando el sintagma «el ruiserior dormía»como un inciso, se podría entender como aplicado a lucero, peroes evidente que la lógica rechaza el término aplicado a ruiseñor y,más aŭn, a lucero. Deberemos pues entenderlo como epíteto del cuer-.vo e interpretar el resto como incisos circunstanciales. Ahora bienapodremos sustraernos a la sensación de negrura de los primerosversos? parece que Juan Ramón Jiménez ha dotado tanto allucero como al ruiserior del acromatismo del cuervo? No cabe dudade que, a través de los versos primero, segundo y tercero, el negroha ido ensombreciendo el valor semántico de toda la estrofa 2°.

    Y sigue rehuyendo la mención del cuervo valiéndose, para ello,de variados símiles pero manteniendo siempre nexos que permiteninterpretar sus alusiones. En el poema «Estampa ,de invierno» delmismo libro leemos:

    19 Respecto al desplazamiento del adjetivo, véase el capítulo «El adjeti-vo» en la obra de Sabine R. Ulibarri, El mundo poético de Juan Ramón Jimé-nez, Madrid, Edhigar, 1962.

    29 También aparecen alusiones en Poemas mágicos (1909), n.° XVI, «Jar-dín confuso», 2. a estrofa, P.L.P., p. 1065.

  • CAR MEN PÉREZ R 0 MERO 223

    El que camina, negro;negro el medroso pájaro .que atraviesa el jardín como tma flecha

    Y entre la noche, comoun entierro; enlutado -y triste todo, sin estrellas, blancay negra, como el día negro y blanco...

    (P.L.P., p. 1146)

    Aumentan, como puede apreciarse, las adjetivaciones al pájaro,que se muestra como medroso —no seria arriesgado entender aquila existencia de un desplazamiento del adjetivo-- y veloz e hirientesi leemos «como una flecha» con valor bisémico. F'ero incluso eltitulo puede servirnos de punto de referencia entre este poema y«The Raven», puesto que la localización temporal es idéntica enambos.

    En Melancolía (1910 - 11), el enlutado mudo se descubre comoel propio poeta:

    ...; hay caminos que salenal sur, al norte, al este, al oeste; que note Ilevarán, poeta mudo, a ninguna parte!

    (P.L.P., p. 1454)

    «Poeta mudo» sin esperanza de salida que, mientras el sol brilleen los almendros castos, él tendrá «un suerio malo de harapos y decuervos». Por fin seha desvelado el cuervo, si bien en el poeman.° XV del mismo libro vuelve a aparecer, una vez más, oculto, trans-formado y considerablemente minimizado:

    deslumbrado del amarillo, toryodel plomo, en mis oídos, como una mosca, zumbauna ronda monótona que no sé de dóndeviene..., que tiene lágrimas..., que dice: iNunca..., ntmca!

    (P.L.P., p. 1457)

    Si la calidad cromática de la mosca no tuviera por si misma su-ficiente expresividad para relacionarla con el cuervo, ofrece el poe-ma otras alusiones suficientemente significativas, tales como el sin-tagma «torvo de plomo» qué incluye color y tonalidades metaliza-das o el zumbido cuya procedencia ignora el poeta y, como culmi-nación, el sintagma exclamativo « Nunca..., nunca!», que indefecti-blemente conduce al «Nevermore» de «The Raven».

  • 224 POE Y LA POESÍA JUANRAMONIANA

    Arios más tarde, en el poema 94 de Belleza (1917-23), que tienepor título «Drama», el poeta se expresa así:

    iQue no entre en mí más la pasiónestrario pajarraco súbito,su vuelo torvo, loco de veneno,y me deshaga el nido dulce,el nido mío,de trabajo, de paz, de luz, de gloria.

    (L.P., p. 1129) 21

    También las mariposas, esas mariposas juanramonianas, apare-cerán como adecuadas metaforizaciones del cuervo:

    la nube de dolor enluta mi armonía,los vientos son de sangre, negras las mariposas.

    Dolor, dolor, (;en qué rincón del alma anidas,pájaro torvo y lŭgubre de noches y de inviernos,que aun por las mismas flores del árbol de las vidasasomas el rencor de tus ojos eternos?

    (L.P., p. 836)

    El dolor se simboliza en este poema como «pájaro torvo y l ŭ-gubre» expresando más abiertamente que en «La balada triste delavión» la estrecha relación existente entre ambos. Y el cuervo serárepetidas veces símbolo adecuado para manifestar el dolor, temarecurrente en nuestro poeta. Una vez más, por otra parte, se acu-mulan los apelativos —«torvo» reiteradamente— sobre el ave. •

    Durante el período creador comprendido entre 1901 y 1916 elcuervo simboliza la lucha, titánica a veces, •que tiene lugar en elánimo del poeta entre la madurez ansiada en ocasiones y el rechazode la misma en los momentos de mayor • cobardía. En otras ocasio-nes refleja sus dudas, sus vacilaciones, sus temores, su constanteinestabilidad en suma.

    Así, en el poema «Casa vieja» de Domingos de Moguer (1911-1912), el cuervo simbolizará la nostalgia, como se desprende delfragmento siguiente:

    Negro, perdido pájaro, mi s ŭbita nostalgia,ciega de sangre, entra por —ioh muerta esperanza!—un cristal roto, y sale por otro, a la azul nada.

    (L.I.P., p. 49, vol. 2) 22•

    21 Libros de poesía, Madrid, Aguilar, 1957. •22 Libros inéditos de poesía, Madrid, Aguilar, 1973.

  • 7CARMEN PÉREZ ROMERO• 225

    Igualmente en «Panal», soneto 8 de Sonetos espirituales, elpoeta identificará al cuervo con el olvido:

    Cuando llegabas, el monstruoso olvido,negro y brutal, se levantó cubiertode altiva luz, y huyó ante el sol despierto,torvo por el sendero amanecido.

    (L.P., p. 52)

    En el poema 132 de Diario —7 de mayo de 1916, New York—,•Juan Ramón Jiménez parece haber encontrado sus mismidad, fácil-mente deducible por datos biográficos. Consecuentemente el símbo-lo utilizado hasta ese momento pierde su dramatización potencialy el poeta se desprende de él mediante una contraposición concep-tual del mismo. Tal vez sea ésa la razón por la que, por una solavez, se decide a emplear el «cuervo» y el «nevermore» en el mismopoema, aunque el tema ha variado notablemente. Llegado ese mo-mento, Juan Ramón Jiménez ha abandonado prácticamente • tanto

    •el tema del «The Raven» como el «nevermore» y sólo reapareceránde forma esporádica. Una de estas ocasiones se plasma en el citadopoema:

  • 226 POE Y LA POESÍA JUANRAMONIANA

    También aquí existe.una notable semejanza formal con el poe-ma de Poe. En ambos poemas, el de Poe y el de Juan Ramón Jimé-nez, el cuervo se asienta obstinadamente y el poeta se siente impo-tente frente a él. El ŭnico recurso que le •queda es exclamar:

    «Take thy beak from out my heart, and take thy form from

    • off my door!»«iNo sé qué hacerle para que se vaya!»

    La coincidencia de rasgos suprasegmentales exclamativos inten-sifican al valor semántiéo en ambos versos. Poe a ŭn insistirá: «Aridmy soul from out that §hadow that- is floating on the floor/ Shallbe lifted — nevermore!». Por el contrario, Juan Ramón Jiménez, cu-ya poesía se caracteriza por un mavor grado de cóndensación, orniteestos detalles, pero en ambos versos se expresa casi de modó seme-jante el anhelo de que el pájaro desaparezca de sus vidas.

    En otro lugar del mismo poema, Poe escribe: «And the Ravennever flitting, still • is sitting, still is sitting» subrayando el segundo«still» para especificar el contenido dilógico del término (comía epí-teto «still» equivale a «quieto», «tranquilo», en•tanto que sŭ VálOrsemántico como adverbio equivale a «todavía»). Y Juan Ramón Ji-ménez, por su parte, escribe: «Está aquí, quieto y mudo» ofrecien-do, con el epíteto «quieto» una de los valores de «still» y tambiénaparece la idea de permanencia aunque no se ,mencione, puesto quela noción se halla implícita en el tiempb verbal empleado.

    Una vez más, con mirada retrospectiva, el poeta tiende a reme-morar él viejo tema. Así ocurre también en el poema n.° 66 de Be-lleza, tal como podremos apreciar por el siguiente-fragmento:

    TARDES feas que echáis atrás mi vida—iesta resaca de colores torvos!—volviéndome recuerdo antiguovivir nuevo — tan viejo, iay!, tan lóbrego.

    (L.P., p. 1996)

    0 bien este otro:

    ES1STE, iyo lo hev:isto— y ello a

    Su esbeltez negra y honda

    surjía y resurjía •en la verdura blanca del relámpago,como un árbol nocturno de ojos bellosfondo tras fondo de los fondos májicos.

  • ĈAR M EN PÉREZ R 0 M ER 0 227

    • Lo sentí en mí, lo mismo, vez tras vez,que si el rayo me helara los sentidoscon su instantaneidad.

    (L.P., p. 1104)

    El cuervo, con toda su carga de muerte y destrucción, vuelve aaparecer como una obsesión antigua, olvidada durante arios, peroque pugna por invadir «vez tras vez» la mente del poeta. Pero enocasiones, el •«ave nictálope» se hace incorpórea, metafísica cornono•pocos de los simbolos juanramonianos en los momentos de sumadurez artistica ". Llega incluso a adquirir tal grado de abstrac-ción que el poeta sólo puede mencionarlo como «Ello», lo indecible,lo inefable. Sin embargo no es difícil descubrir qué se oculta traslas denominaciones elusivas porque, como casi siempp ‘, Juan RamónJiménez aporta suficientes claves para la identificación: «su esbel-tez negra y honda», la tempestad implícita en el «relámpago», los«Bellos ojos nocturnos», «el rayo» que el poeta siente como si lehelara los sentidos y-que inevitablemente remite a la espada delhombre enlutado, del ,mismo modo. que ésta suscitaba el recuerdodel pico del cuervo.

    mente del oeta ha ido estirando el•concepto hasta llegar auna- considerable levedad metafórica. Con Juan Ramón Jiménez elcuervo ha adquirido un gradQ de sublimación cuyas dimensionesson difícilmente superables. Es cierto -que nuestro poeta adopta elsimbolo de Poe, pero no es menos evidente que ha sabido tomar elestimulo, recrearlo, distorsionarlo en ocasiones, elevarlo, en suma,a altas cotas de creatividad poética «by multiform combinationsamong the things and thoughts of Times» ".• Podemos concluir que Juan Ramón Jiménez se nutre de la fuen-te poética de Poe de igual"modo que se nutre de las fuentes de poe-tas franceses, antes, y más tarde de poetas ingleses, como él mismoconfiesa en diversas.ocasiones.

    Sabemos que la influencia de un poeta en otro puede tener lu-gar, a veces, de modo consciente, pero, en otras ocasiones, el influjopuede haber entrado en la mente de forma absolutamente involun-taria e inconscienie. T. S. Eliot declara al respecto: «I can namepositiVely,certain poets whose work has influenced me, I can nameoth,ers whose work, I am sure, has not; there must be still others ofwhose influence I am unaware, but whose influence I might be

    Lo que podemos denominar como actitud metafísica de Juan RamónJiménez es otro rasgo más que lo acerca a la concepción poética del noetabostoniano, de quien Charles Fiedelson, Jr. afirma: «The ambiguitv of Poe'smetaphysics (...) exactly corresponds to the paradox of process.» Symbolismand American Literature, The University of Chicago Press, 1970, p.:37.

    - 24 Son palabras del propio Poe segŭn cita Fiedelson, op. cit., p. 38.

  • 228 POE Y LA POESÍA JUANRAMONIANA

    brought to acknowledge; but about Poe I shall never be sure.»25En el caso de Poe y de Juan Ramón Jiménez, al menos en un tema,podemos afirmar cuál ha sido el influjo y cuánta su intensidad. Se-ría, sin embargo, mucho más problemático afirmar que esta influen-cia ha sido utilizada conscientemente. Esta duda sólo podría resol-verla el propio poeta. Para poder entenderlo mejor, veamos • lo queparece ser una confesión, por parte de Juan Ramón Jiménez, de laimportancia que ha tenido para él el símbolo aquí estudiado. Apa-rece en «La cara secreta» " y, desde la primera palabra, define el

    •significado de «Ello». El poema en prosa es suficientemente signi-ficativo y creo indispensable transcribirlo , e,n su totalidad. •

    «La cara secreta»

    Ello, lo de las trece mil rápidas caras raras y evidentes, seme ha quedado mirando, hoy, con una lenta • límpida cara estra-ria. iQué cara!

  • CARMEN PÉREZ ROMERO

    229

    de dioses o de elementos, a una playa ajena. He subrayado este frag-mento porque presenta un claro paralelismo con el siguiente dePoe: «Prophet! said I, thing of evil! — prophet still, if bird or devil!/Whether Tempter sent, or whether tempest tossed thee here ashore.»La semejanza puede apreciarse no sólo desde el punto de vista se-mántico, sino que ofrece una misma estructura sintáctica: en am-bos fragmentos el interpelado aparece como elemento pasivo de laacción —«Salido» y «sent»/«tossed»—, los posibles agentes de lamisma se representan bajo un elemento disyuntivo, y, por supuesto,habrá de ariadirse la semejanza semántica —«evil», «devil», «Temp-ter» identificable con «dioses»; «tempest» identificable con «ele-mentos», y «here ashore» con «playa ajena».

    Pero aŭn aparece otra semejanza temática con Poe, aunque nocorresponda a este tema, pero que se estudió en La huella deE. A. Poe en Juan Ramém Jiménez. Se trata del paralelismo de«Friends above/friends below» que aquí se explicita por medio dela comparación de esa «cara viva» que incita al poeta a pensar en«las infinitas, negativas caras muertas».

    Cabe aŭn ariadir que todo este simbolismo podría ser el resul-tado de una experiencia personal infantil de Juan Ramón Jiménez—su explicación parece ser la composición «El feo malagueño» "que empieza así: «Entró, de pronto, aquel hombre, bicharraco estra-ño, por el interminable antro de mi asombro (...) como un almaen su infierno...»— y, a la vez una actitud lírica adoptada de Poe.La simbiosis de estas dos sensaciones debió de ser total en algunosmomentos, porque el comienzo de esta ŭltima composición inducea pensar en «Se entró en mi frente el pensamiento negro,/como unave nictálope», que ya hemos visto. Aquí podemos observar cómola fusión entre la experiencia personal y el influjo poético es total.

    Fuera consciente o inconscientemente, el influjo creo que que-da demostrado, así como el interés que el tema despertó en nuestropoeta debido al gran nŭmero de poemas en los que lo encontramosy a los diferentes libros y fechas en los que dichos poemas apare-cen. Podríamos concluir que por espacio de casi un cuarto de siglo,E. A. Poe ocupó un lugar privilegiado en la mente del 9.nda1uz uni-versal».

    CARMEN PÉREZ ROMERO

    27 Cuadernos, pp. 142-3.