Rafael Hernández. La llave del Golfo. Políticas cubanas en el Gran Caribe y América del Norte: ...

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La llave del Golfo. Políticas cubanas en el Gran Caribe y América del Norte: una reinterpretación conceptual Rafael Hernández [INÉDITO] El escudo nacional de Cuba propone una lectura sugerente sobre el destino de la Isla: entre dos puntas de tierra, una llave dorada sobre un sol naciente. Ateniéndonos al código simbólico de la heráldica, Cuba, flanqueada por las penínsulas de Yucatán y la Florida, proyecta sobre el amanecer de la libertad la silueta de una llave que abre el Golfo de México. Esa ubicación geoestratégica ha presidido la historia cubana –incluidas sus relaciones exteriores-- desde los tiempos coloniales. Sin yacimientos de minerales preciosos ni otras riquezas naturales que motivaran a los colonizadores, Cuba empezó siendo base de las expediciones que conquistaron México y la Florida para la corona española en el siglo XVI; para convertirse rápidamente en cruce de caminos del Nuevo Mundo, estación naval y plaza comercial interoceánica; objeto del deseo británico que, desde su cercana colonia de Jamaica, pudo llegar a tomar La Habana, a mediados del XVIII, o sitio de refugio inmediato para los plantadores franceses de Saint Domingue escapados de la revolución haitiana, hacia fines del mismo siglo. Su 1

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Cuba. Geopolítica

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La poltica cubana ante Amrica del Norte: una interpretacin crtica de los enfoques

La llave del Golfo.

Polticas cubanas en el Gran Caribe y Amrica del Norte:

una reinterpretacin conceptualRafael Hernndez

[INDITO]El escudo nacional de Cuba propone una lectura sugerente sobre el destino de la Isla: entre dos puntas de tierra, una llave dorada sobre un sol naciente. Atenindonos al cdigo simblico de la herldica, Cuba, flanqueada por las pennsulas de Yucatn y la Florida, proyecta sobre el amanecer de la libertad la silueta de una llave que abre el Golfo de Mxico.

Esa ubicacin geoestratgica ha presidido la historia cubana incluidas sus relaciones exteriores-- desde los tiempos coloniales. Sin yacimientos de minerales preciosos ni otras riquezas naturales que motivaran a los colonizadores, Cuba empez siendo base de las expediciones que conquistaron Mxico y la Florida para la corona espaola en el siglo XVI; para convertirse rpidamente en cruce de caminos del Nuevo Mundo, estacin naval y plaza comercial interocenica; objeto del deseo britnico que, desde su cercana colonia de Jamaica, pudo llegar a tomar La Habana, a mediados del XVIII, o sitio de refugio inmediato para los plantadores franceses de Saint Domingue escapados de la revolucin haitiana, hacia fines del mismo siglo. Su proximidad hizo que los esclavistas del sur pudieran imaginarla como una estrella ms de la Unin norteamericana en el XIX; y que Alfred T. Mahan, en los albores del XX, la concibiera como el pontn para dominar el cuadriltero del Caribe, con New Orleans, Trinidad y Cartagena de Indias (Mahan, 1899).

No resulta extrao, por tanto, que el imperativo de la frontera haya gobernado histricamente la formacin de las relaciones exteriores de Cuba con Amrica el Norte y el Gran Caribe.

Este ensayo se propone considerar las implicaciones de este imperativo para la conformacin de la poltica cubana en la posguerra fra. A partir de una discusin crtica con las interpretaciones al uso sobre esta poltica, intentar reformular criterios para construir un marco explicativo de unas relaciones exteriores que han hecho parte intregral de sus procesos econmicos, sociales y polticos nacionales, as como de sus proyectos de desarrollo, y que han contrastado con el aislacionismo o el expansionismo ocurrentes como tendencias histricas en algunos pases y culturas polticas de Norteamrica.

Breve introduccin al problema

Desde la poca colonial, la contigidad geogrfica ha podido influir decisivamente en el involucramiento cubano con los pases dentro de la lnea grancaribea, especialmente con las islas hispanohablantes, toda Centroamrica y las grandes naciones continentales Mxico, Venezuela y, en cierta medida, Colombia. Esta condicin fronteriza con el Gran Caribe propici proximidades culturales, sociales y polticas, entre Cuba y los procesos internos en las restantes naciones. Los movimientos sociales, las expresiones culturales, las corrientes ideolgicas, los proyectos nacionales, los regmenes y conflictos polticos en pases como Repblica Dominicana, Puerto Rico, Guatemala, Nicaragua, Panam, Mxico o Venezuela son insoslayables de la narrativa histrica cubana desde el siglo XIX (Franco, 1961, 1965).

La frontera norteamericana de la Isla, por otra parte, ha estado dominada por los Estados Unidos, la gran potencia hemisfrica. Canad ha permanecido demasiado lejos y la mayor parte del tiempo aislado --no solo geogrfica, sino histricamente-- de los grandes caminos del Caribe, aunque s ha mantenido una vecindad econmica subalterna. Sera difcil, en cambio, exagerar la gravitacin norteamericana sobre la poltica cubana a lo largo de dos siglos (Guerra, 1935; Portell Vil, 1941; Roig de Leuchsenring, 1923; Prez, 1988).Las corrientes anexionistas, los impactos de la guerra civil, el poder de JP Morgan y los remolacheros en Washington, las resoluciones y leyes del congreso norteamericano respecto al rgimen poltico deseable en la Isla, la actividad de los emigrados cubanos en EEUU desde la guerra de 1868, o los deseos y determinaciones de Thomas Jefferson, James Polk, John Quincy Adams, William MacKinley, Teddy y Franklyn Roosevelt, Dwight Eisenhower --para solo mencionar algunos entre los gobernantes estadounidenses de la etapa anterior a 1959 ms activos en poltica exterior han constituido eventos y actores de la historia cubana. No en balde, recprocamente, estos hechos y personajes de la historia estadounidense han contemplado a Cuba como el flanco sur de Norteamrica es decir, su otra frontera.

Entre las dos fronteras cubanas, la norteamericana y la grancaribea, resulta obvio que Mxico forma parte de esta ltima. En cambio, no es menos cierto que la gravitacin norteamericana ha colocado a Cuba y a Mxico en un espacio anlogo. Las tensiones y condicionamientos que esta amplia superficie de contacto ha conllevado para ambos pases respecto a los Estados Unidos resultaran comparables al menos en dos aspectos. El primero es el de su complejidad multidimensional intereses econmicos, polticas diferenciadas, eventos y factores estratgico-militares, percepciones ideolgicas, proyeccin internacional. El segundo se expresa en el peso que esta variable frontera de una gran potencia-- ha tenido para sus procesos internos, sus tendencias predominantes, culturas polticas, revoluciones, estratregias internacionales y relaciones bilaterales (Pellicer, 1972; Covarrubias, 1996; Furtak, 1985; Ojeda, 1976).

Las fuerzas centrfugas que han impelido a los dos pases hacia arriba slo son comparables a las tensiones polticas centrpetas generadas por los movimientos sociales e intereses polticos nacionales que los han halado hacia abajo. Estos intereses y dimensiones en pugna, domsticos y externos, han determinado las lgicas contradictorias de sus polticas ante o en-- Norteamrica. A reserva de volver sobre este punto ms adelante, vale la pena apuntar que posiblemente ninguna pareja de Estados naciones en el Gran Caribe compartan paralelismos tan fuertes, junto a diferencias naturales (y provocadas), en sus relaciones con el Norte.

En el caso de Cuba --el que nos ocupa aqu en primera instancia-- la definicin de intereses nacionales propios emergi como fuerza motriz de las relaciones exteriores desde la revolucin anticolonial y de liberacin nacional (1868-78, Guerra Chiquita, 1895-98); pasando por la revolucin que defenestr la dictadura de Machado, y sigui ms all, con marcados tintes no solo de liberacin nacional, sino anticapitalistas (1933-35); hasta la insurreccin contra la dictadura de Batista (1953-58), y el proceso revolucionario socialista instaurado desde entonces.

Como parte de estos ciclos de ruptura anti-colonialista/imperialista/capitalista, las diversas fuerzas que representaron el inters nacional impusieron, como parte de su proyecto, la recuperacin de la soberana, la autoinsercin hemisfrica y en el sistema internacional. Estas tendencias afirmativas tuvieron expresiones relevantes ya en la poltica exterior cubana prerrevolucionaria --por ejemplo, durante los gobiernos de la segunda posguerra mundial. Y encontraran un entorno propicio a partir de la revolucin que tom el poder en 1959.

En efecto, el sistema internacional moldeado por la guerra fra y por los procesos de ruptura y trnsito poscoloniales en el Tercer Mundo --especialmente en frica, Asia y, en cierta medida, el propio Caribe transfiguraron el mundo, y crearon nuevos espacios reales y virtuales para la poltica exterior cubana. Los enfoques que han buscado explicar esta poltica, aunque lo han reconocido, no siempre han asumido este contexto en todas sus consecuencias conceptuales y analticas.

Repasando explicaciones: los estudios sobre poltica exterior durante la guerra fra

En general, los estudios sobre poltica exterior cubana hechos tanto dentro como fuera de la Isla han respondido, fundamentalmente, a tesis centrales sobre la revolucin y la lgica de su proyeccin internacional, aunque hayan tratado menos o nada el tpico especfico de la formacin de la poltica.

Entre las tesis generales desarrolladas fuera de la Isla que interpretaban las relaciones exteriores cubanas bajo la guerra fra en los aos 70 y 80 se encontraban las siguientes (Rodrguez, 1990):

La afirmacin de que Cuba era realmente un satlite de la URSS ha resultado un simplismo. El gobierno cubano ha manifestado un alto grado de iniciativa, independencia y autonoma en poltica exterior, aunque, a la larga, este rango de libertad se encuentre limitado por la dependencia econmica y militar cubana del Este (Blasier, 1979, 1987; Thomas, 1971; Pastor, 1983; Domnguez, 1978; Duncan, 1985, Furtak, 1985; Smith, 1987).

A pesar de sus limitaciones econmicas, Cuba se ha desempeado como una potencia media en el sistema internacional. El alcance de sus acciones en escenarios regionales y extrarregionales, especialmente frica supra y subsahariana, as lo prueban. Esta capacidad no hubiera sido posible sin el respaldo econmico y militar de la URSS (Horowitz, 1977; Gonzlez y Ronfeldt, 1986; Domnguez, 1978; Pastor, 1983; Duncan, 1985; Furtak, 1985; LeoGrande, 1982).La estrategia cubana de promover la revolucin no se ha traducido necesariamente en una poltica de nfasis en la lucha armada, como ocurri en los aos 60. La Cuba de los 70 y los 80 asumi vas alternativas, econmicas y diplomticas, bilaterales y multilaterales, potenciadas por sus relaciones privilegiadas con el Este y tambin por su liderazgo entre los pases no alineados, para propiciar alianzas y posiciones de signo antimperialista (Robbins, 1983; Smith, 1987; LeoGrande, 1982; Domnguez, 1978; Horowitz, 1977).

Cuba asumi esta poltica como una tctica de coexistencia con los gobiernos latinoamericanos, para sobrellevar el costo de las polticas de los Estados Unidos, y adaptarse al mundo de la guerra fra (Duncan, 1985; Gonzlez y Ronfeldt, 1986; Furtak, 1985; LeoGrande, 1982; Domnguez, 1978).

Cuba no era la causa principal, aunque s un factor en conflictos regionales, especialmente en Centroamrica y el suroeste de frica. Otras causas con un peso fundamental eran los factores internos que desencadenaron estos conflictos, as como el decrecimiento del poder hegemnico norteamericano en estas regiones (Smith, 1987; Domnguez, 1978; Gonzlez y Ronfeldt, 1986; Duncan, 1985).Estas tesis reflejaban un progreso conceptual e interpretativo respecto a los paradigmas predominantes acerca de Cuba en la primera dcada. Las viejas tesis de la revolucin traicionada, la tragedia americana y la tirana castro-comunista, que explicaban el proceso poltico cubano en trminos ms bien emocionales, fueron remplazadas por criterios tericos ms elaborados y juicios ms balanceados. En trminos de sus referentes conceptuales, algunos acusaban la impronta de las teoras de la modernizacin (Rostow, 1965) aplicadas al proceso histrico cubano, del realismo (Huntington, 1968), la interdependencia y el estudio de la dinmica interna y externa del sistema econmico como explicativa de las relaciones exteriores de la Isla, y el de los estudios sobre las lites basado en teoras micropolticas y en el psicoanlisis. Estos enfoques se proponan poner en juego recursos conceptuales ms sofisticados, interpretaciones menos cargadas ideolgicamente y con una mayor capacidad relativa para encontrar una lgica en la conduccin de la poltica exterior cubana, en sus complejidades y matices.

Al mismo tiempo, estas interpretaciones de la guerra fra tarda presentaban, grosso modo, algunas insuficiencias. Su discusin ms a fondo conllevara un tratamiento en extenso, especialmente referido a la revisin de las visiones histricamente aceptadas acerca del perodo, incluido el papel atribuido a Cuba, y que en otra parte, he distinguido por su naturaleza paradjica (Hernndez, 1994). Por el momento, me limitar a examinar determinadas debilidades metodolgicas y analticas que permanecan, a pesar del progreso apuntado, en algunos de estos estudios. Entre estas se encontraban:

Escasa construccin y explicitacin conceptual de paradigmas.

Una gran parte de los textos sobre poltica exterior cubana no pareceran considerar necesario discutir crticamente sus presupuestos tericos, ni detenerse en fundamentar sus metodologas. A pesar de inspirarse en teoras politolgicas y econmicas como las mencionadas, no desarrollaron, en su mayora, modelos explicativos sistemticos ni construdos sobre criterios epistemolgicos explcitos, susceptibles de ser discutidos tericamente. Es posible, no obstante, identificar en ellos determinados enfoques implcitos, en su mayora propios de los modelos con que la ciencia poltica norteamericana explica la poltica exterior de ese pas (Fernndez, 1992).

Predominio del empirismo, el nivel narrativo y descriptivo.

A menudo, los estudios cubanos no suelen hacer un examen crtico de muchas de sus fuentes. La acumulacin de cifras, declaraciones, acontecimientos, citas de fuentes reconocidas como criterios de autoridad, y tcnicas de anlisis incorporadas sin un mayor examen crtico que justifique su uso, han pesado ms, en el balance general de numerosos estudios, que la conceptualizacin y el anlisis sistemtico de la conducta, las visiones y los contextos reales cubanos en poltica exterior. Por lo general, los anlisis hechos fuera de Cuba ignoraban y siguen ignorando-- los que se hacen dentro, y no se tomaban el trabajo de entablar siquiera un dilogo crtico con estos.

Personalizacin del anlisis poltico, centrado en la figura de Fidel Castro, y en las asociaciones o conflictos interpersonales entre miembros de las lites.

La mayora de los autores examinados conceden un peso central a la figura de Fidel Castro. En particular, algunos llegan al punto de reducir el anlisis de la poltica exterior cubana a sus proyecciones psicoanalticas, a su arrogancia (hubris), su obsesin personal con la venganza ante el castigo de EEUU (nemesis), su sed de poder, etc. (Gonzlez y Ronfeldt, 1986). En la lnea de la kremlinologa clsica, este mismo enfoque se dedic, por otra parte, a contar cuntos miembros del Bur Poltico o el Comit Central del PCC, en cada etapa, pertenecan supuestamente a las tendencias ideolgicas identificadas como fidelista o raulista (seguidores de o promovidos por Fidel o por Ral Castro), para de ah deducir cules seran los rumbos de la poltica domstica y externa de Cuba. El papel de las instituciones se vio sustituido as por el de las personas que las dirigen, sus filiaciones y relaciones psicosociales (Valds, 1988).

Limitacin del anlisis de la poltica a los contenidos del discurso.

Este es una especie de corolario del rasgo anterior, aunque tambin se manifiesta en enfoques menos psicologizados de la poltica cubana. Se trata de una reduccin de las dimensiones fundamentales y la complejidad de la proyeccin internacional del Estado cubano, sus relaciones econmicas, poltico-diplomticas, intereses y percepciones estratgico-militares, y la complejidad de contenidos y expresiones de la ideologa, al discurso oficial. La exacerbacin de este enfoque limita el estudio de la poltica exterior cubana, sus motivaciones e intereses a los discursos de sus dirigentes y los editoriales de los rganos oficiales.

Determinismo ideolgico de la poltica, e identificacin de lo ideolgico con el marxismo-leninismo, el castrismo, el guevarismo.

En torno a la tesis de que la adopcin del marxismo-leninismo explica el curso del proceso poltico cubano coinciden singularmente algunos estudiosos norteamericanos y los politlogos de la lnea ortodoxa marxista-leninista sovitica (Volski, 1986). Las clasificaciones sobre los ciclos de la economa cubana y sus vnculos con el mundo tendieron a hacerse eco de este enfoque (Mesa-Lago, 1978). En su expresin esencial, han consistido en oponer las leyes de la economa o del desarrollo al voluntarismo del castrismo y del guevarismo, de manera que las relaciones exteriores cubanas se explicaban como resultado de estas tensiones primarias entre la realidad y los deseos de la dirigencia.

Discontinuidad del proceso histrico cubano, anterior y posterior a 1959.

Se ignoran en particular los antecedentes que se aluden en la primera parte de este texto, referidos a los estrechos vnculos y la proyeccin internacional cubana hacia el Gran Caribe y Norteamrica. Asimismo, se suele pasar por alto la pertinencia del nacionalismo cubano anterior a 1959. Esta percepcin no encuentra conexiones entre la historia de ese nacionalismo y lo ocurrido en los aos de la guerra fra; y se revela sobre todo en cierta perplejidad ante la poltica cubana posguerra fra.

Carencia de un enfoque de sociologa poltica, particularmente sobre la cultura poltica, el consenso y su papel en la implementacin y mantenimiento de las polticas exteriores.

Esta es una carencia de fondo en el estudio sobre las relaciones exteriores de Cuba, y, en general, en la ciencia poltica cubana, tanto la que se hace fuera como dentro de la Isla y, en cierta medida, resume todas las debilidades anteriores. Como algunos autores han reconocido, el aspecto menos estudiado de la poltica exterior cubana es precisamente el contexto domstico (Fernndez, 1992; Domnguez, 1989). El peso de la cultura poltica nacional --no excluyente, pero s diferente del marxismo-leninismo en su versin sovitica- resulta por lo general soslayado.

En trminos generales, los paradigmas al uso en el estudio de las relaciones exteriores de Amrica Latina y el Caribe no se aplicaron durante la guerra fra ni posteriormente al anlisis de la poltica exterior cubana. La traspolacin del esquema centro-periferia a las relaciones cubano-soviticas no tuvo lugar ms que en la versin estructuralista del Estado cliente, equivalente terico de la poltica del zero-sum-game propia de la guerra fra, e ineficaz para entender el funcionamiento del sistema cubano y sus acciones internacionales.

Los modelos de anlisis sobreimpuestos a Cuba fueron ms bien los de la sovietologa, no los de la latinoamericanstica. Si bien es cierto que el sistema poltico cubano de los 70 y los 80 import numerosos rasgos del socialismo real, resulta evidente que el entorno geopoltico, la estrategia internacional y regional, el pensamiento poltico, la convergencia tercermundista, la vocacin de autonoma y la definicin de intereses nacionales de Cuba no respondan a los de una provincia sovitica o un Estado esteuropeo. En cambio, su conducta en estos aspectos fundamentales para las relaciones exteriores era mucho ms afn a las de numerosos pases latinoamericanos y caribeos, y del Tercer Mundo.

En conclusin, a pesar de los progresos habidos en las dcadas de los 70 y los 80 en los estudios sobre relaciones exteriores cubanas, las debilidades mencionadas afectaron su capacidad para pasar la prueba de fuego de una ciencia poltica consistente: poder explicarse los cambios en la poltica a lo largo de tres dcadas, compararla con la de otros Estados y predecir su curso.

Nuevos paradigmas en la posguerra fra?

Con posterioridad a la cada del Muro de Berln y el fin de la URSS, un proceso doble y contradictorio tuvo lugar en los estudios sobre poltica exterior cubana. Por una parte, la desaparicin del marco Este-Oeste como supuesta ultima ratio de la poltica exterior cubana cre la oportunidad para un acercamiento ms centrado en torno a la ndole propia del sistema, as como para analizar crticamente las premisas metodolgicas y conceptuales de la politologa cubana. Por otra, sin embargo, los "estudios sobre la transicin" introdujeron un enfoque ms prescriptivo que explicativo. A partir de paradigmas entresacados de los casos de Europa del Este y los regmenes postdictatoriales en Amrica Latina, esta transitologa extrapolaba regularidades y deduca desenlaces prestablecidos en la propia lgica de sus modelos, ms que en el examen de lo que estaba ocurriendo realmente en la Isla. La mayor parte de estos estudios sobre la transicin cubana han representado un debilitamiento del anlisis interpretativo, a favor de un enfoque teleolgico, que asume de entrada hacia dnde va el proceso poltico en la Isla (Falcoff, 1992; Baloyra, 1993; Gunn, 1993; Mesa-Lago, 1993; Cuban Research Institute, 1993; Kaufman, 2000).

Pocos autores se han dispuesto a revisar tericamente las interpretaciones acerca de la poltica cubana en la posguerra fra (Domnguez, 1989; Fernndez, 1992). Las contribuciones de estos merecen ser discutidas en extenso no solo por sus mritos, sino porque representan un esfuerzo pionero en esta direccin, as como una propuesta provocadora en torno a la construccin de un modelo conceptual.

Partiendo de una crtica explcita de los modelos de toma de decisiones que se han aplicado a Cuba, aunque sin salirse del todo de los paradigmas del policy-making propios de los enfoques clsicos de poltica burocrtica norteamericana (Allison, 1971; Hermann, 1987; Nathan, 1983; Halperin, 1974), Fernndez subraya, sin embargo, la importancia de considerar la reaccin ante el entorno internacional para entender los procesos de la proyeccin externa cubana. Al mismo tiempo, destaca como los fundamentos, y a la vez los principales factores interactuantes de su poltica exterior, desde los aos 60, el liderazgo carismtico y la ideologa, el sistema poltico, la relacin con la URSS y el medio ambiente internacional.

A juicio de este autor, el poder de decisin en poltica exterior est altamente centralizado como suele ocurrir en la mayora de los pases del Tercer Mundo y en los desarrollados(p. 60)y radica en el Presidente Fidel Castro, por encima de las instituciones del Estado y del Partido. Pero la toma de decisiones y su implementacin --agrega-- no es lineal ni monoltica, de manera que los diversos individuos e instituciones le imprimen su propia huella. En coincidencia con este punto de vista, Domnguez ya haba apuntado que "la poltica exterior cubana se mantiene como una de las reas ms centralizadas en un rgimen altamente centralizado" (p. 263), aunque explicaba esta centralizacin como derivacin de "las necesidades de concentracin de autoridad que tiene un rgimen en disposicin combativa para actuar eficazmente en poltica extrerior" (Ibid.). No obstante agrega-- "aunque las decisiones claves en poltica exterior estn altamente centralizadas, la implementacion recae en muchas agencias y funcionarios."

El esquema estructural-funcional que propone Fernndez recuerda el de los crculos concntricos de Roger Hilsman (1967) para la poltica estadounidense. Los crculos de Fernndez plantean una lectura en cuatro niveles jerrquicos:

I. Presidente Fidel Castro

II. Sus asesores ms cercanos

III. Los aparatos del gobierno y del CC del PCC

IV. Las "agencias de apoyo".

A ms cercana al centro (nivel I), mayor capacidad de incidir en la toma de decisiones; a ms separacin, mayor concentracin en el papel puramente implementativo o administrativo de las polticas. Al igual que en los modelos de poltica burocrtica norteamericanos, esta representacin concntrica matiza los grados de competencia, cantidad de actores involucrados, racionalidad, eficiencia. En su intento por "abrir la ms negra de todas las cajas" --como l califica el proceso de toma de decisiones en Cuba--, y a pesar de valerse nicamente de una experiencia indirecta, basada solo en el testimonio parcializado de ex-funcionarios emigrados, Fernndez llega a una serie de conclusiones relevantes para nuestra discusin.

El Presidente Fidel Castro sera el rbitro en las decisiones estratgicas de la poltica exterior cubana, pero no el nico actor que incide en stas. Esos otros actores --apunta-- influiran desde posiciones no solo burocrticas, sino a partir de factores ideolgicos y de poder diversos, formales e "informales". Las implicaciones de esta idea ya haban sido desarrolladas antes (Domnguez, 1989), en el sentido de que, si bien Fidel Castro formula la poltica exterior cubana, tiene que construir y mantener un consenso dentro del liderazgo, basado en coaliciones que apoyan un marco amplio para la poltica exterior, y especialmente para garantizar la cohesin en momentos de riesgo y de nuevas orientaciones.

Aunque --segn Fernndez-- en situaciones de crisis estos dos ms altos niveles, y en particular el presidente, tomaran directamente en sus manos la poltica exterior, en situaciones de rutina los niveles inferiores estaran a cargo, y le imprimiran su propio sello a la interpretacin de las lneas de mando. Los crculos externos al central se ocuparan de "cuestiones programticas", y funcionaran de manera "compartimentalizada" (p. 61). El tercero estara compuesto por la cancillera, las fuerzas armadas y el Ministerio del Interior, as como por el Departamento de Relaciones Exteriores del CC del PCC, el que llevara la voz cantante. Y el cuarto comprendera las "agencias de apoyo" --ministerios como el de salud pblica, educacin, construccin o "agencias de noticias oficiales" y "centros de estudios especializados en relaciones exteriores"-- que participaran en la ejecucin de la poltica exterior, y en algunos casos contribuiran a "formar percepciones".

En resumen, de acuerdo con este modelo formalizado, una mayor institucionalizacin del sistema habra conllevado --a reserva de haberse mantenido el papel preponderante del Presidente Fidel Castro--, "la apertura de un espacio poltico ms dinmico, pluralista y competitivo" (p. 62), determinado por la diversidad de "agendas e intereses" involucrados, y la distancia de los teatros de operaciones donde esa poltica se realiza. Por otra parte, y en consonancia con lo anterior, el papel de los actores del tercero y cuarto nivel se ha incrementado, en la medida en que "reas de problemas" de diferente ndole demandan una atencin diferenciada, i.e., en tpicos especficos que no constituyen crisis o asuntos de la ms alta prioridad para el pas, sino "decisiones regulares acerca de temas no prioritarios" (p. 63). Fernndez plantea que hay ms semejanzas que diferencias entre los procesos de formacin de la poltica exterior cubana y los de la mayora de los Estados (p. 53). Ya Domnguez haba apuntado que, a pesar de la alta centralizacin, en Cuba, como en cualquier lugar, las agencias y los individuos toman muchas decisiones sobre cmo cumplir las polticas generales del gobierno (p. 263).

La construccin modlica formalizada de Fernndez --cuyo referente en buena medida son los estudios previos del propio Domnguez-- tiene el mrito de identificar jerarquas y concatenar el proceso de toma de decisiones cubano, sin desvincularlo del entorno internacional, y en general procurar racionalizar su complejidad y diferenciacin interna, usualmente simplificada, ignorada o reducida a frmulas ideolgicas. Su definido planteo permite valorar no solo su capacidad de inteligir el proceso, sino de ser probado con fines predictivos y comparativos.

A mi juicio, la principal flaqueza de este modelo es de naturaleza epistemolgica, proveniente de sus propias fuentes tericas. La aplicacin de los modelos de poltica burocrtica de autores como Allison, Halperin, Hermann, Hilsman, H. Q. Wilson y otros, concebidos para el caso de los Estados Unidos, as como los de la sovietologa (Alexander, 1984), al caso cubano, deja escurrir elementos fundamentales para la comprensin de un nivel que ambos --Fernndez y Domnguez-- s mencionan, pero que no se llega a integrar del todo orgnicamente al modelo: el contexto sociopoltico interno.

Ese contexto domstico no se reducira a la dinmica de las instituciones del sistema poltico, a las tendencias que en ellas se manifiestan o a sus eventuales discrepancias, sino que atae al funcionamiento del consenso a nivel social, aspecto bastante poco tratado por los estudios politolgicos cubanos. Si bien, de acuerdo con la tesis de Fernndez, la opinin pblica cubana--"como en la mayora de los pases del mundo"-- no dicta la poltica exterior, su peso en el apoyo a una iniciativa del gobierno no tiene un valor puramente ex post facto, sino que forma parte de las premisas de la decisin. El examen a fondo de los componentes de la cultura poltica que informan esa estimacin requerira una indagacin sustantiva.

Una segunda limitacin del modelo es la carencia de una visin diacrnica, que incorpore la evolucin de los aparatos de mando de la poltica exterior dentro del sistema poltico. Irnicamente, la "Cuba totalitaria" ha pasado en las ltimas cuatro dcadas por ms esquemas diferentes de organizacin poltica institucional que los Estados Unidos. Los tomadores de decisiones norteamericanos y los polticos en general no han tenido que aprender a funcionar dentro de estructuras que se han transfigurado ms de una vez, como s ha sido el caso de los cubanos, entre 1959 y 2002.

Un corolario de lo anterior es que a las formas institucionales y los esquemas organizativos imperantes hoy hay que incorporarles el sedimento de una cultura de la toma de decisiones arrastrada por los sucesivos y diversos grupos sociales que han accedido a los aparatos del Estado y el Partido entre los 60 y los 90 --otra diferencia significativa con el caso del resto de los pases norteamericanos. Esta cultura y mentalidades dentro de los polticos y funcionarios cubanos incorpora formas "pre-institucionales" o "para-institucionales", que estaran abarcadas en lo que Fernndez reiteradamente denomina, de manera quizs demasiado laxa o indefinida, lo informal. Esta se combina con la que se desprende de los sucesivos rdenes orgnicos instaurados desde 1959, a partir de las regulaciones jurdicas primeras de 1959-1968; la institucionalizacin de 1975; los introducidos en 1985 y 1993-96; as como la nueva mentalidad que han trado consigo profesionales de las relaciones exteriores formados en institutos universitarios, que nutren hoy una parte considerable de la dirigencia y el personal de instituciones como la cancillera, y cuya cultura tambin interacta con la prexistente dentro de los organismos establecidos.

La tercera objecin a este modelo es el relativo relegamiento de un criterio ordenador de las prioridades que constituyen la agenda de poltica exterior cubana sobre una base regional. A pesar de su reconocimiento de las "reas de problemas" --paradigma que tambin empresta de los estudios de toma de decisiones norteamericanos (Hermann, Wilson, Low)--, stas tampoco se integran del todo orgnicamente al esquema propuesto, ni destacan explcitamente el contenido especfico de lo regional en la proyeccin exterior cubana. Este criterio ordenador regional relativizara --en la medida en que los diferencia-- los acentos sobre las "cuestiones programticas" y la "compartimentalizacin" sealados como orientadores del funcionamiento burocrtico cubano. El nfasis puesto por Cuba desde 1959 en sus relaciones con Amrica Latina y el Caribe, y frica --ms all de sus altibajos--, y su posicin frente a los Estados Unidos --en su mutante conflictividad-- ha hecho de estas regiones prioridades constantes de su poltica exterior. Sin embargo, el lugar ocupado, digamos, por la Repblica Popular China entre 1966 y 1991, para no mencionar el de Europa del Este, no solo ha cambiado de signo, sino que se ha movido considerablemente de nivel en su atencin internacional. Por otra parte, este paradigma tambin requerira un mayor afinamiento analtico para poder explicar las "relaciones especiales" mantenidas histricamente por Cuba con pases tan diversos como Viet Nam, Argelia o Mxico.

Finalmente, la dimensin de seguridad nacional no aparece enfatizada en este modelo explicativo sobre la poltica exterior cubana. Sin embargo, esta resulta clave para entender el funcionamiento de los aparatos cubanos, en la medida en que, por ejemplo, la coordinacin de acciones hacia los Estados Unidos de las distintas instituciones y organismos, tanto del Estado como del PCC, e incluso las generadas por actores de la sociedad civil, han estado sujetas a un alto nivel de monitoreo y coordinacin --por oposicin a la mencionada "compartimentalizacin"--, que contrasta con las que se hacen hacia otros pases e.g., Canad, Panam, Italia. Por otro lado, la definicin "programtica" de intereses y acciones hacia Bulgaria, o ex-pases como la RDA, Yugoeslavia y Checoeslovaquia, ha sido cualquier cosa menos constante, especialmente si se tienen en cuenta los cambios de la posguerra fra.

El reconocimiento de que, "en Cuba, como en los Estados Unidos, Mxico, Brasil y la mayora de los pases, la autoridad final sobre las relaciones exteriores descansa en el presidente y el comandante en jefe" (Fernndez, p. 74) resulta una consideracin bsica en trminos de la contextualizacin y comparabilidad del caso cubano, usualmente pasadas por alto. Esta premisa, sin embargo, no le estara otorgando al modelo una mayor capacidad predictiva per se. En efecto, el avance heurstico logrado al reconocer "variables internas y externas" al margen de la voluntad del presidente, se reduce considerablemente cuando se hace retornar el problema del pronstico a adivinar lo que "l va a decidir". Ambos autores parecen converger as en la idea de la impredictibilidad de la poltica cubana.

Desde mi punto de vista, sin embargo, esta cuestin remite a una posicin terica: no se trata solo de investigar lo que el tomador de decisiones quiere, sino su poder, los lmites de ese poder y el carcter de estos lmites --como dira algn autor poco citado hoy (Marx, 1844). Por lo dems, el problema de la predictibilidad de la poltica exterior cubana tambin demandara un tratamiento ms extenso y desde otra posible perspectiva comparatista.

Hacia un paradigma para el estudio de las relaciones exteriores de Cubaen la posguerra fra: algunas consideraciones

Mi intencin en esta seccin no es construir un modelo formalizado que explique funcionalmente la poltica exterior cubana, sino apenas apuntar algunas condiciones epistemolgicas, premisas tericas, y recursos heursticos e interpretativos necesarios para formularlo. Para ello intentar valerme de determinadas hiptesis susceptibles de ser contrastadas empricamente, y de un nfasis analtico sobre el proceso sociopoltico cubano.

Parto de considerar incierta la tarea de encontrar "regularidades" o "leyes" que se cumplan indefectiblemente en la formacin de la poltica exterior cubana a lo largo de las ltimas cuatro dcadas. La permanencia de determinadas figuras del liderazgo y la perpetuacin del eje conflictivo con los Estados Unidos ha creado una especie de espejismo, en el que se subsumen concepciones, estrategias y tcticas, etapas, recursos de poder y hasta "administraciones" muy diferentes. Las interpretaciones de estas "regularidades" del proceso poltico sobre la base de la personalizacin, la lgica verticalista del orden burocrtico y los sintagmas del discurso ideolgico dejan escapar la dinmica real en la formacin de esta poltica.

Propongo discutir las siguientes hiptesis:

1. Las modalidades de generacin de poltica exterior, en sus diversas etapas, han respondido a momentos de la historia poltica del pas; en sus transformaciones han incidido simultneamente factores domsticos, reacciones ante cambios externos, y polticas dirigidas a reinsertarse en el sistema internacional, as como a preservar una continuidad de valores del proceso revolucionario (Fig. 1).

2. El proceso sociopoltico cubano constituye un continuum con el entorno externo o internacional. Su relacin vaso comunicante con el mundo exterior requiere representarlo analticamente como un plano ms bien heternomo, interactivo, de relaciones interno/externas, que produce un determinado nivel y tipo de consenso poltico (Fig. 2).

3. El poder eficaz del liderazgo carismtico, el funcionamiento real del sistema poltico, la interaccin dinmica con el entorno internacional y el contrapunto con las superpotencias son "variables independientes" respecto a la poltica exterior cubana, en el sentido de que la condicionan; pero todas estas variables, particularmente las tres primeras, resultan "dependientes" respecto al proceso sociopoltico interno/externo y al consenso que ste genera, en el sentido de que son condicionadas por l (Fig. 3).4. La poltica exterior cubana es comparable y predecible, en trminos de sus principios, lmites, capacidades y direcciones (Fig. 4).A continuacin comentaremos brevemente cada una de estas hisptesis.La generacin de la poltica exterior.

El proceso de generacin de la poltica exterior, su esquema institucional y su funcionamiento han transitado por diferentes modalidades segn distintas etapas, a saber:

Amenaza de agresin por parte de EEUU y aislamiento casi total en el hemisferio (1960-72).

El peso fundamental de las decisiones se refera a la sobrevivencia de la Revolucin. Despus de Playa Girn, y sobre todo de la Crisis de Octubre de 1962, la alta concentracin de las decisiones en poltica exterior privilegi el estilo de comando poltico-militar. En este centro estaban algunas de las figuras histricas (Fidel Castro, el Che Guevara, Ral Castro, el presidente Osvaldo Dortics), aunque no siempre otras, que podran haberlo estado en atencin a su rango.El peso de ese alto mando poltico-militar de la Revolucin en la formulacin, atencin diaria e incluso ejecucin de las relaciones exteriores era decisivo. Por encima del canciller, figuras como el Che Guevara y el propio Fidel Castro articulaban la diplomacia, las relaciones econmicas externas y las alianzas estratgico-militares.

Las instituciones a cargo de las relaciones con los principales interlocutores de Cuba, sobre todo en Amrica Latina y el Caribe, as como en frica --los movimientos de liberacin nacional--, estaban a cargo de cuadros poltico-militares que no necesariamente eran parte de la Cancillera, sino de estructuras ad hoc vinculadas a la seguridad nacional (Ministerio del Interior y de las Fuerzas Armadas), y a instancias o personas delegadas del ms alto nivel (como la Secretara de Organizacin del Partido).

Institucionalizacin y diversificacin de las relaciones exteriores (1972-85).

El sistema institucional, desde la economa hasta el recin creado aparato auxiliar del CC del PCC, se estructur, en sus lneas ms generales, a partir del modelo sovitico. En este sistema, mucho ms complejo y diferenciado en su burocracia, funciones y atribuciones, se les otorg un peso determinante en la poltica exterior a las estructuras del Partido; la Secretara de Relaciones Exteriores del PCC tenda a prevalecer sobre la Cancillera. Esta prelacin haba quedado definida al mximo nivel y se reflejaba en la propia Constitucin.

Mientras se produca la integracin al socialista Consejo de Ayuda Mutua Econmica (CAME), y se asuma una estructura anloga a la sovitica en las fuerzas armadas, as como en diversos aspectos del sistema poltico, en los nuevos aparatos de mando se mantenan, sin embargo, algunas diferencias importantes hacia el hemisferio y frica. Las relaciones con Amrica Latina y el Caribe eran atendidas desde un rgano especial del aparato auxiliar del CC del PCC, el Departamento de Amrica. Este, y sobre todo el Ministerio del Interior, tenan una incidencia en las relaciones con Estados Unidos.

Al reabrirse representaciones diplomticas y comerciales en pases de la regin latinoamericana, desde 1970 y sobre todo 1972-75, la cancillera adquiri un papel ms activo; as como a partir del liderazgo cubano en el Movimiento de Pases No Alineados (NOAL) en la segunda mitad de los 70. La apertura de frentes militares en frica y la emergencia del conflicto en Centroamrica les otorgaron un perfil considerable a las instituciones armadas. La colaboracin civil, en materia de salud, educacin, deporte, se increment paralelamente, elevando el papel implementativo de otros rganos.

Rectificacin, cambios en el sistema internacional, crisis (1986-2002).

En una primera fase (1986-89), antes del fin de la URSS y de los conflictos en frica y Centroamrica, los cambios polticos internos de la Rectificacin tendieron a reducir, en trminos burocrticos, la concentracin del poder de decisin sobre las relaciones exteriores. El nfasis en la estrategia de la Guerra de Todo el Pueblo (GTP) durante la crisis centroamericana, y posteriormente, el fin de los conflictos, tambin haba ido cambiando el peso especfico de las relaciones con la URSS y del componente militar en la poltica exterior cubana, antes de la debacle del campo socialista europeo.

En este contexto de transicin, se increment el peso especfico de la Cancillera, as como la jerarqua poltica del Canciller, en la formacin y conduccin de la poltica exterior, sobre todo en los aos 90. El perfil de la Asamblea Nacional y de su presidente sobre las relaciones exteriores, especialmente con los Estados Unidos, tambin creci de manera notable. Paralelamente, tuvo lugar un relevo generacional en la propia cancillera y en muchos organismos polticos. El papel de algunos, adems de la propia Asamblea y el MINREX, como el Ministerio de Inversin Extranjera y Colaboracin (MINVEC) y el Ministerio de Turismo (MINTUR), los ministerios de Cultura y de Salud Pblica, as como el Instituto Nacional de Deporte (INDER) han visto acrecentado su papel en las relaciones exteriores del pas.

En conclusin, este esquema, en sus distintas etapas, ha transitado por modalidades institucionales y distribuciones de poder diversas. En todas ellas se ha tratado de un esquema inserto en un sistema poltico altamente centralizado. Este sistema, y el proceso de formacin de poltica exterior cubana que se desarrolla en su interior no est exento de las contradicciones que caracterizan el desarrollo general de la poltica de cualquier pas. Estas incluyen, desde luego, diferencias interburocrticas expresadas en visiones e implementaciones distintas. Sin embargo, estas diferencias no resultan determinantes para explicar la poltica exterior cubana en trminos de su estrategia, rumbo principal, continuidad y cambios.

Como se ha apuntado, en la posguerra fra, ha tenido lugar una redistribucin de funciones de la poltica exterior --no solo operativas, sino estratgicas--, en favor de la cancillera y otros rganos estatales. En las condiciones de crtica escasez de recursos, austeridad y excedente de fuerza laboral, la reestructuracin y relevo generacional (y profesional) de las relaciones exteriores ha seguido una tendencia dirigida a maximizar la eficiencia de los recursos disponibles, procurando mantener la articulacin global y regional de la poltica exterior, as como tratando de potenciar su eficiencia en la reinsercin de Cuba en el sistema internacional, el mercado mundial y los organismos multilaterales.

Esta silenciosa "revolucin" en los aparatos que conducen las relaciones exteriores ha respondido al mayor peso especfico de la diplomacia en los recursos de la poltica exterior cubana en la posguerra fra, al acrecentamiento estratgico de su activismo, tanto para quebrar el efecto de aislamiento poltico asociado al fin del campo socialista, como para servir de facilitador a la nueva poltica econmica cubana. En esa lnea, la diplomacia cubana tambin estara potenciando cuatro dcadas de internacionalismo.

El papel del proceso sociopoltico interno/externo, la arquitectura del consenso y las decisiones de poltica exterior.

El liderazgo cubano, y particularmente Fidel Castro --como ocurre en alguna medida con todos los gobiernos y quizs en un grado mayor, dado su personal estilo desde los tiempos de la guerrilla en la Sierra Maestra no han dejado de hacer estimaciones sobre los recursos de apoyo con que puede contar en la poblacin al planear embarcarse en una poltica determinada, y muy especialmente si esta implica la movilizacin masiva. Un ejemplo al respecto fue el involucramiento cubano en Angola.

La posibilidad de escalar la presencia cubana en el suroeste de frica, en 1975 y 1976, hubiera sido muy difcil sin la intensa reaccin inicial de importantes grupos de la poblacin, que se incorporaron espontneamente al llamado de ir a pelear a esa regin. En este aspecto, el componente ideolgico de la pica de la guerrilla cubana y la mstica del Che Guevara para dos generaciones de cubanos en edad militar desempearon un papel esencial en la arquitectura del consenso. De la misma manera, un ingrediente no despreciable en los esfuerzos por buscarle trmino a la prolongacin del conflicto, fue el cambio en la qumica de ese consenso a lo largo de los quince aos de presencia militar cubana en Angola. Los cambios ocurridos entre mediados de los 70 y mediados de los 80 en este proceso poltico interno/externo explican que el febril entusiasmo inicial con la participacin en Angola fuera siendo remplazado por la psicologa del cumplimiento del deber o de lo "polticamente correcto" como factor de compulsin. Aunque este factor no fue el nico en la entrada ni la salida de Angola, ambas decisiones tambin reflejaron el proceso poltico interno, y tuvieron un profundo impacto domstico, ms all de las estructuras gubernamentales y las fuerzas armadas.

Comparativamente, despus de haberse consolidado la independencia de Angola, el retorno cubano, incluido el entierro de los ms de dos mil cados en accin, tuvo un impacto muy diferente a la experiencia norteamericana en Indochina, respecto a la conciencia ciudadana y el consenso --a la vez que cerr una etapa en la poltica nacional, y abri otra que tampoco tiene parangn con el sndrome de Viet Nam. La literatura cubana contempornea ha recogido, en sus luces y tambin en sus desgarramientos, esta experiencia humana, profundamente contradictoria y traumtica, como suelen ser las guerras y la literatura que sobre ellas se hace.

Liderazgo, sistema poltico, entorno internacional y superpotencias: factores interactivos del consenso.

El peso especfico mayor o menor de lo internacional y regional, para la formacin de la poltica exterior cubana, respecto al de las relaciones con las superpotencias, ha dependido histricamente de la percepcin sobre "la correlacin internacional de fuerzas" que tenga el liderazgo en un momento determinado. Esta percepcin incluye la anticipacin de una respuesta efectiva del consenso poltico regional, as como del interno. El ejemplo de Angola tambin es relevante para discutir esta afirmacin, y particularmente su incidencia en otras regiones, como el Gran Caribe.

Aunque el contrapunto con las superpotencias y la interaccin dinmica con el sistema internacional son parte fundamental del contexto en que se ejerci la poltica exterior cubana hacia Africa, es un hecho que no fue la URSS su motor propulsor, como tampoco las reacciones adversas de los Estados Unidos (y otros norteamericanos supuestamente neutrales, como Canad) los impedimentos que contuvieron su despliegue. En todo caso, estos factores estuvieron subordinados, en lo inmediato, a la respuesta regional de los pases de la Lnea del Frente y de la Organizacin de la Unidad Africana, as como a la conduccin misma del conflicto armado contra Sudfrica y la guerrilla de la UNITA. La posibilidad de conducir esta operacin durante casi quince aos a nueve mil kilmetros de su territorio no podra entenderse sino como una funcin de un proceso poltico en el que la dimensin regional result un componente central.

Esta poltica fue un captulo en una proyeccin precedente hacia el Tercer Mundo, que se articul en el Movimiento de Pases No Alineados (NOAL) en la dcada de los 70. En ese entorno tercermundista, Cuba convergi con pases como Mxico, otros del Gran Caribe y del resto de la regin, lo que tuvo repercusin en ngulos de sus relaciones intrahemisfricas. Difcilmente ningn otro pas del Gran Caribe habra proyectado un puente estratgico africano --aunque no por falta de afinidades e intereses mutuos con las causas de aquella regin. En efecto, aunque la poltica africana de Cuba no estuvo animada por sus relaciones con el Gran Caribe, su impacto, especialmente en varios pases del Caribe insular --espacio de herencia histrica y cultural africana-- suscit simpatas evidentes durante la etapa de la guerra fra. Por otra parte, aunque la poltica cubana en Angola o Etiopa pudo representar un escollo en las relaciones con los Estados Unidos, tampoco fue una barrera infranqueable.

En qu medida este enfoque sera superado por las condiciones de la posguerra fra, bajo las cuales Cuba habra pasado a ser, supuestamente, "otra islita ms del Caribe"? Se trata de acontecimientos y procesos confinados a la historia de la guerra fra? Son totalmente ajenos a las relaciones cubanas con Amrica del Norte, el Gran Caribe y el resto del hemisferio?

Si bien, segn los lentes de la realpolitik, Cuba debera haber perdido hoy toda proyeccin hacia frica, al haberse desvanecido los activos que tuvo en los aos de sus guerras africanas, los intercambios poltico-diplomticos y econmicos, incluido el ingrediente de la cooperacin, se han seguido desarrollando y ocupando un espacio relevante en la estructura de sus relaciones exteriores. Ms de una dcada despus del fin de la guerra fra y de las campaas cubanas en el suroeste africano, el gobierno cubano sigue siendo el actor latinoamericano y caribeo ms conocido y cercano para los pases africanos.

Esa continuidad de la diplomacia y la cooperacin africanas de Cuba permanece como un activo en sus relaciones con muchos pases del Caribe insular, en la medida en que la etnicidad afroamericana de estos desempea un papel en sus percepciones regionales e internacionales. En las credenciales de esta etnicidad --compartida con otros pases caribeos hispanohablantes con ancestros africanos, aunque no necesariamente cercanos al resto--, la ayuda internacionalista cubana a frica, especialmente en la colaboracin civil, ha servido como elemento de construccin de confianza, y ha facilitado el dilogo del gobierno cubano con muchos de ellos.

Principios, lmites, capacidades y direcciones en la poltica exterior.

Resulta evidente que la poltica cubana ha estado inspirada en principios y ha perseguido objetivos, que el liderazgo cubano se ha tomado el trabajo de formular, de manera reiterada, clara y distinta. Entre estos han sido sealados, en forma destacada, la preservacin de la seguridad de la Revolucin, el enfrentamiento a las condiciones que reproducen el subdesarrollo y la dependencia econmica, la promocin de la unidad e integracin de Amrica Latina y el Caribe, el apoyo a las luchas de liberacin nacional (anticolonialismo, antimperialismo, reivindicacin de soberana), y el mantenimiento y diseminacin de un modelo de democracia basada en la participacin popular y la justicia social (Valds Paz, 1992). Al mismo tiempo, el proceso de generacin de esa poltica exterior no se reduce a la realizacin de estos objetivos prestablecidos, a travs de ciertos medios libres y centralizadamente elegidos, segn propone una visin logicista y abstracta como la del modelo del actor racional unitario para los Estados Unidos.

Qu factores han determinado los ciclos o etapas en la poltica cubana? Las limitaciones de su poder poltico, econmico o militar; el agotamiento de determinadas medidas o instrumentos; la modificacin de la correlacin de fuerzas en el sistema internacional; las crisis en que se ha visto envuelta; los cambios en la inspiracin ideolgica; sus xitos o fracasos?

Las polticas predominantes en cada etapa no han sido un producto planeado y totalmente diseado por la libre voluntad de los lderes, a partir de un clculo equilibrado de costos y beneficios, sino una combinacin de estos factores, operando en coyunturas diversas y en un juego de oportunidades e impedimentos combinados. Cada etapa depende de qu polticas se han puesto en prctica objetivamente y cules predominan como centrales en un momento determinado; y est compuesta por ciclos de auge y desgaste, que s tienen su base en una doctrina de poltica exterior, pero que no se explican como traducciones de programas ideolgicos preconcebidos y aplicados como un cdigo. En otras palabras, los principios y objetivos de esa poltica exterior responden a una doctrina cuyos valores se caracterizan por la continuidad; ahora bien, sus direcciones concretas dependen de la posibilidad de su realizacin. Esta es una funcin de capacidades y limitaciones, tanto internas como externas, que gravitan sobre los objetivos, y marcan estas direcciones.

En ltima instancia y asumiendo todas estas salvedades--, el peso de la continuidad en las polticas exteriores cubanas resultara superior a la esperable en la posguerra fra. En efecto, a pesar de las transformaciones ocurridas en la insercin cubana dentro del sistema internacional y en sus alianzas internacionales dentro del orden mundial bipolar previo, no todo ha cambiado en la poltica exterior cubana. Una explicacin inmediata pudiera ser la de que hay factores internos que se mantienen constantes, como son el liderazgo y el sistema poltico. Hemos apuntado arriba, sin embargo, que aun estos factores no han permanecido inmutables. En cualquier caso, la premisa de que todo lo acontecido durante la guerra fra se desvaneci en el actual sistema internacional podra probarse inexacta. PALABRAS FINALES SOBRE LA POLTICA EXTERIOR CUBANA EN LA POSGUERRA FRA (Y DESPUS)Los intereses econmicos cubanos y la reinsercin internacional que reflejan-- han sufrido un drstico cambio respecto a la guerra fra. Medidos en trminos del comercio exterior, un tercio de este se concentra en Europa Occidental; otro tercio abarca las Amricas, incluido Canad; el 16 % se mantiene con Europa Oriental y Rusia --regin con la que se concentraba el 70 % durante la guerra fra. Sin embargo, no es posible apreciar las relaciones exteriores cubanas, ni ponderar el peso especfico de Amrica del Norte dentro de ellas, si no se consideran en el mbito global de su poltica exterior, especialmente en su triangulacin con el Tercer Mundo, y particularmente del Gran Caribe. Segn los lentes de la realpolitik, esta reinsercin impuesta por la posguerra fra debera haber hecho que Cuba perdiera su capacidad de proyeccin hacia estas regiones, al haberse desvanecido algunos de sus activos principales de los aos de la guerra fra y los conflictos regionales. Sin embargo, los intercambios poltico-diplomticos y econmicos, incluido el ingrediente de la cooperacin, han conocido un activismo inusitado, que no solo los ha mantenido, sino expandido y diversificado. Esta colaboracin no est sujeta hoy, desde luego, a los trminos que tuvo en el pasado, ni a la concurrencia de intereses estratgico-militares mutuos que en ocasiones la acompa. Sin embargo, responde a la misma lgica que ha impulsado antes el internacionalismo cubano, como parte de una concepcion de defensa del sistema revolucionario.

Si se toma en consideracin que Cuba mantiene algn tipo de colaboracin en la esfera de la salud pblica y la medicina, as como en la educacin, el deporte y la cultura con una gran cantidad de pases, sera posible vaticinar que su peso especfico no solo seguir creciendo, sino que se podra tornar clave en los prximos aos en su acercamiento con otros --incluidos los propios Estados Unidos. Actores de esta cooperacin seran, adems de los de la salud pblica, las agencias cubanas dedicadas a proteger el medio ambiente, promover la msica popular, desarrollar productos biotecnolgicos, prevenir y actuar contra desastres naturales como los huracanes, formar y adiestrar atletas de alto rendimiento, desarrollar programas de alfabetizacin popular. Esta metadiplomacia que no ha estado ausente en el pasado de las relaciones cubanas con Amrica del Norte (Hernndez, 2000) habra adquirido un peso especfico mayor que nunca en las relaciones exteriores de la Isla.

El gobierno cubano ha diversificado estas relaciones exteriores, no solo incorporando nuevos actores, sino proyectando internacionalmente un ingrediente bsico del contexto sociopoltico interno: el capital humano de la poltica social. En la posguerra fra, este capital humano se ha convertido en uno de sus principales activos. Paradjicamente, los mdicos, maestros, entrenadores deportivos, instructores de arte y dems colaboradores cubanos estn llegando hoy a lugares donde nunca so hacerlo un guerrillero, un soldado o un funcionario de la isla en los aos de la guerra fra. Este nuevo rostro de Cuba para otros pases no solo contrasta con estereotipos construidos durante aquella etapa, sino con algunos de los modelos explicativos y verdades aprendidas sobre la realidad cubana. Cuba est menos aislada internacionalmente que lo que pudo estarlo durante la guerra fra, y representa un interlocutor no solo para la mayora de los pases del Gran Caribe y Amrica del Norte, sino de Europa y frica. Sin embargo, su principal conflicto, el que mantiene con los Estados Unidos, no deja de repercutir sobre el conjunto de sus relaciones hemisfricas, incluidas las que mantiene con Canad y Mxico. En cualquier caso, la dinmica futura de estas relaciones tiende a hacerse ms compleja que en el pasado, no solo por la matriz de factores ya apuntados, sino por la multiplicacin de los interlocutores externos de la Isla. Paradjicamente, las propias relaciones con los Estados Unidos estaran cambiando rpidamente, no tanto a nivel intergubernamental, como con otros actores del sistema poltico y la sociedad civil norteamericanos. Cuba el gobierno, la sociedad civil habran ingresado, desde 1995, en un proceso de creciente interaccin con esos actores no gubernamentales norteamericanos, a un nivel y con una intensidad no conocidos desde 1959 (Hernndez, 2001).El espejo de la llave del Golfo, en el que Cuba se ha mirado desde hace siglos, devuelve hoy imgenes multiplicadas, que se refractan en el entorno internacional. Estos cambios no siempre han respondido a acciones de la poltica cubana, aunque s a sus mismas preocupaciones de seguridad nacional. En la Norteamrica posterior al 9.11, por ejemplo, los ciudadanos pueden entender hoy mejor que antes lo que puede provocar en el mbito de las libertades individuales vivir bajo amenaza externa; percibir las consecuencias del terrorismo practicado por organizaciones fundamentalistas y apadrinado por determinados Estados; apreciar el peligro que genera la impunidad de grupos polticos cuya consigna es derrocar a un gobierno extranjero; medir las consecuencias del uso de armas biolgicas como vehculo para dirimir conflictos internacionales; e incluso ver de otra manera a regmenes que reclaman de sus artistas populares que participen en manifestaciones donde se exalta la defensa de la patria y los valores nacionales. Por razones ciertamente trgicas, la opinin pblica norteamericana podra estar ms cerca de entenderse con la cultura poltica cubana que antes, a reserva de las preferencias particulares (ideolgicas, religiosas, etnoculturales, etc.) de cada cual.Este acercamiento --diferente en su naturaleza al asedio y la fuerza-- podra tener un peso no despreciable sobre el contexto real donde se generara la poltica cubana en los prximos aos.

Fig. 1

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Fig. 2

Fig. 3

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Fig. 4

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Este proyecto nacionalista logr su expresin ms articulada en la Constitucin de 1940; y se expres en el activismo de la poltica exterior cubana preconizado por los gobiernos del Partido Revolucionario Cubano Autntico (1944-52), especialmente manifiesto en su actuacin en los organismos internacionales, como la ONU y la OEA.

En este ensayo discutir fundamentalmente los primeros, que he podido sistematizar ms, aunque tambin aludir eventualmente a los hechos en Cuba a lo largo de este perodo y posteriormente.

Los estudios en la Isla han solido tomar mucho ms en cuenta a los de fuera, incluida la toma de posicin crtica respecto a sus fuentes de inspiracin terica, reales o atribuidas; han sido mucho menos receptivos en cuanto a aprovechar positivamente sus contribuciones analticas a la politologa cubana (Rodrguez, 1990). Entre los autores que han contribuido a esta acumulacin se encuentran Hugo Azcuy, Miguel Alfonso, Miguel D`Estefano, Juan Valds Paz, Carlos Alzugaray, Isabel Jaramillo, Roberto Gonzlez, Esteban Morales, Francisco Lpez Segrera, Luis Surez, Jorge Hernndez, Armando Entralgo, Rafael Hernndez y otros.

Este rasgo no es exclusivo de los estudios sobre Cuba --dentro y fuera de la Isla-- aunque difcilmente se encuentre expresado de manera tan cristalina en los casos de otros pases. Damin Fernndez (ob.cit.) identifica esta tesis con la del modelo del Estado como actor racional unitario. A mi juicio, la consideracin sobre el carcter ms o menos monoltico del Estado es un asunto diferente, en la medida en que incorpora la visin de las lites en pugna, mencionada arriba.

La prctica de la Revolucin Cubana evidenci la necesidad de contar con un partido proletario revolucionario para llevar a cabo la revolucin socialista (Volski, p. 6).

Esto es as a pesar de que los propios documentos cubanos que fundamentaban la poltica exterior apuntaban, en el momento de mayor cercana con la URSS, las diferencias entre la poltica cubana y la sovitica ante otros pases capitalistas, sobre la base de las diferente "ubicacin de Cuba" respecto al resto de los Estados socialistas, su rechazo a la nocin clave en el equilibrio bipolar de esferas de influencia, as como a "compromisos que sujeten las luchas de liberacin nacionales a otros intereses", reafirmando que "su poltica exterior es independiente y propia y no se subordina en su ejecucin a las de otros Estados socialistas" (Primer Congreso del PCC, 1975; Carlos Rafael Rodrguez, 1981).

Las citas y paginaciones que aparecen a continuacin corresponden a las fuentes referidas en la bibliografa (Fernndez, 1992; y Domnguez, 1989: el captulo 9, How Cuban Foreign Policy is Made).

Fernndez identifica algunas de las principales deficiencias en estos estudios, en particular el del enfoque personalista y el del Estado como actor monoltico. Critica estas escuelas de pensamiento, as como el modelo que denomina de presiones externas, distinguiendo aqu las corrientes que caracteriza como clsica sistmica y neomarxista, versiones liberales y de izquierda, segn l, de la dependencia. Considera que ambas pecan del mismo mal, subestimar la importancia del contexto interno (Ob. Cit., p. 57-58). Cuestiona por mecanicista la aplicacin de la tesis imperialismo-cliente a la relacin cubano-sovitica, y a la representacin que sta hace del Estado cubano como agente o delegado (surrogate) de la URSS. Finalmente, apunta el estado embrinico de los estudios basados en el contexto domstico. Entiende por estos, aquellos que se proponen abordar las polticas institucionales y de toma de decisiones burocrticas; desestimando el aspecto interpersonal enfatizado por algunos autores, propone sustituirlo por el de los conflictos interinstitucionales correspondientes a sus espacios y atribuciones sectoriales, segn los procedimientos burocrticos establecidos.

La afirmacin de que "there is opposition to Castros breaking out of the framework of consensus, or doing so too quickly --a consensus that has rested on hostile relations with the United States" (p. 261) parecera reconocer que el presidente no estara atado rgidamente a patrones ideolgicos.

En esta crtica incluyo tanto a visiones que se ubican en algunas de las escuelas del mainstream acadmico norteamericano, como ciertos enfoques marxista-leninistas, coincidentes en sus determinismos y carencia de matices. Las marxista-leninistas a que me refiero son las del tipo "regularidades de la intervencin imperialista en el Caribe", paradigma extrado de los manuales soviticos, y que se ejerci en Cuba y otras partes, sobre todo hasta medidados de los 80. Este tipo de marxismo-leninismo refleja redundancias y mecanicismos similares a los de un pensamiento de signo ideolgico contrario, aplicado a las polticas socialistas o revolucionarias. Un ejemplo es el de la mayora de los estudios citados sobre la transicin cubana, que intentan traspolar las "regularidades" de los cambios polticos este-europeos al caso cubano.

Por ejemplo, el grupo que particip en las principales reuniones y deliberaciones con representantes de la URSS y de la ONU durante la Crisis de Octubre de 1962 no inclua a figuras como Ral Roa, ministro de Relaciones Exteriores, o importantes miembros del Secretariado del Partido, como Blas Roca.

El 65 % del CC del PCC en esta etapa estaba formado por dirigentes uniformados. Tambin ocurra as con las principales funciones de la economa y las direcciones polticas provinciales, regionales y locales.

Vase Constitucin de la Repblica de Cuba. Tesis y resolucin, Cap. VII y VIII.

En el Comit Central del PCC elegido en el ltimo congreso, en 1995, no fueron reelegidos 100 antiguos miembros, un tercio estaba conformado por nuevos ingresos, la mayora de ellos jvenes dirigentes del Partido en municipios y provincias, empresas y fbricas. Solo una docena de ese Comit Central estaba en el de 1965; del primer Bur Poltico solo permanecan tres, incluidos Fidel y Ral Castro. Un tercio de sus miembros tena menos de cincuenta aos.

Segn datos de 1999, el Ministerio de Relaciones Exteriores dispona solo de 971 funcionarios para el servicio interno y externo. (Informe del Ministerio de Relaciones Exteriores a la Asamblea Nacional del Poder Popular, 13 de septiembre de 1999, p. 22).

Es necesario reconocer que, tempranamente, el gobierno cubano busc un acuerdo negociado que garantizara la seguridad angolana, y que permitiera la retirada de sus tropas de ese pas. En este sentido, hizo pblicas propuestas conjuntas al respecto desde 1982, y apoy en 1984 un acuerdo angolano con Sudfrica. (Vase el Comunicado Conjunto Cubano-Angolano del 4 de frebrero de 1982, as como el del 19 de marzo de 1984, sobre las condiciones para el retiro de las tropas.) La intransigencia del rgimen sudafricano, as como la reanudacin de la ayuda a la contrarrevolucin en Angola por parte de los Estados Unidos, impidieron que esta voluntad se cumpliera.

Vase, entre otros, ngel Santiesteban (1993). Sueo de una noche de verano, La Habana, Ed. Unin; Raul Aguilar (1994). Mata, Coleccin Pinos Nuevos, Letras Cubanas; Alejandro Alvarez Bernal (1998). Can de retrocarga (Premio David, 1990), Ed. Unin.

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Aunque en una escala incomparablemente inferior, y a partir de motivaciones, estrategias y medios diferentes, Brasil sera el nico pas del hemisferio que habra diseado una poltica hacia el suroeste africano.

No debe soslayarse que algunos pases del Caribe oriental facilitaron su territorio para que aviones de transporte de tropas cubanas hicieran escala en su travesa hacia el suroeste de frica durante los momentos iniciales de la guerra en Angola.

Cuando la administracin Carter trat de reconstruir sus relaciones con el frica subsahariana, figuras como Andrew Young, representante ante la ONU, casi elogiaron la presencia cubana en esa regin.

"La poltica exterior de Cuba en la actualidad no es tan diferente de la de otros pases caribeos" (Domnguez, 1993).

Vase, entre otros textos, la Segunda Declaracin de La Habana (1961), los Informes a los congresos del Partido y sus resoluciones sobre poltica exterior (1975, 1980, 1985, 1991, 1995), as como numerosos discursos de Fidel Castro, Ch Guevara, Carlos Rafael Rodrguez, y otros dirigentes.

Cuba mantiene colaboracin en la esfera de la salud con 28 pases de Amrica, incluidas instituciones en los Estados Unidos. De estos, 21 estn en el Gran caribe. Adems de 19 en frica y 8 en el Medio Oriente y Asia. (Colaboracin cubana a otros pases. 1960-1999. Ministerio para la Inversin Extranjera y la Colaboracin Econmica, La Habana, 2000.)

Los pases americanos que estaban recibiendo a especialistas de salud cubanos a la altura de 2001, --Guatemala, Hait,Venezuela, Honduras, Belice y Paraguay eran en su mayora del Gran Caribe; y en casi todos los casos, estos haban interrumpido sus relaciones diplomticas y econmicas con Cuba durante la guerra fra. Salvadoreos, nicaragenses, guatemaltecos y dominicanos constituan la mayora de los estudiantes becados de la nueva Escuela Latinoamericana de Ciencias Mdicas, en Baracoa, cerca de La Habana.

Hay 27 embajadas cubanas en Amrica latina y el Caribe, 27 en Europa y 22 en frica. (Fuente: MINREX, 2002.)

Ejemplo: los desacuerdos en las relaciones cubano-mexicanas ocurridos al final del sexenio de Ernesto Zedillo, en 1999; y especialmente, los acontecidos en 2002, bajo la presidencia de Vicente Fox.

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