Rafael Pumarada, Prólogo final a libro Completar Santurce de Krier, 1992

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KRIER Y LA RECUPERACION DE LA CIUDAD Prólogo de Rafael Pumarada al libro Completar Santurce Estudio Preliminar para el Plan Maestro de un Barrio de Leon Krier, Oficina de Asuntos Urbanos,1992 LA CULTURA URBANA EN LA ISLA La frágil e incipiente cultura urbana en Puerto Rico tuvo cambios positivos durante el período del cambio de siglo 1 . Las plazas se engalanaron, se fundaron teatros, se empedraron las calles, se enlosaron algunas de las principales aceras, se arboló el espacio público, se alumbraron las calles con farolas y se establecieron nuevos servicios para atender la ciudad tales como bomberos, limpieza de calles y seguridad. Comenzaron a emerger pueblos y ciudades como centros de cultura, trabajo, recreación y vivienda. Contra estos adelantos en la cultura urbana ocurrieron, en este siglo, muchas transformaciones tecnológicas, sociales y económicas en la Isla - todas de gran vigor y complejidad 2 - que interrumpieron el desarrollo y madurez de la ciudad. Adoptando visiones foráneas fundamentadas en la abundancia de terrenos y la nueva movilidad ofrecida por los asequibles automóviles se ocuparon, a partir de los años cincuenta, muchos de los mejores terrenos llanos que hasta entonces habían servido para el cultivo de caña o la ganadería. En los últimos cuarenta años las áreas urbanizadas ocuparon casi diez veces más terreno que el utilizado para este fin en los anteriores 450 años, para acomodar un aumento en población que en esas cuatro décadas ni siquiera se duplicó. Mientras la periferia de la ciudad creció hacia el suelo rural, la vieja ciudad se relegó a los desatinos del mercado, recayendo en deterioro y pérdida de población. Con este expansionismo se creó una extensa área intermedia 3 - ni campo ni ciudad - donde se formaron varias generaciones de puertorriqueños que hoy día desconocen los rasgos y virtudes de la ciudad y cuyo punto de referencia y contacto con ésta es principalmente a través de lugares en deterioro. Esta realidad, de una pequeña isla sobrepoblada que desconoce las necesidades y virtudes de vivir en ciudad, plantea un serio problema al desarrollo futuro de la Isla. Con idea de promover la discusión sobre los asentamientos urbanos y de encontrar posibles soluciones a la recuperación de la ciudad, el Senado de Puerto Rico invitó al arquitecto León Krier a visitar la Isla, presentar sus trabajos, y proponer ideas específicas para la reconstrucción de Santurce. LAS IDEAS DE LEON KRIER León Krier dedicó gran parte de su tiempo en los años setenta a estudiar la ciudad y discernir aquellos elementos, constantes a través de su historia, que produjeron un espacio de humanismo y cultura para el desempeño de la actividad humana. Analizó sistemáticamente las ciudades y barrios de forma comparativa, abstrayendo las ideas básicas que sustentan la ciudad y promueven un modelo de asentamiento más ecológico. En este trabajo Krier calificó de ciudad únicamente a aquellos asentamientos que reunen las características positivas de la ciudad tradicional, calificando como

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KRIER Y LA RECUPERACION DE LA CIUDAD Prólogo de Rafael Pumarada al libro Completar Santurce Estudio Preliminar para el Plan Maestro de un Barrio de Leon Krier, Oficina de Asuntos Urbanos,1992

LA CULTURA URBANA EN LA ISLA

La frágil e incipiente cultura urbana en Puerto Rico tuvo cambios positivos durante el período del cambio de siglo1. Las plazas se engalanaron, se fundaron teatros, se empedraron las calles, se enlosaron algunas de las principales aceras, se arboló el espacio público, se alumbraron las calles con farolas y se establecieron nuevos servicios para atender la ciudad tales como bomberos, limpieza de calles y seguridad. Comenzaron a emerger pueblos y ciudades como centros de cultura, trabajo, recreación y vivienda.

Contra estos adelantos en la cultura urbana ocurrieron, en este siglo, muchas transformaciones tecnológicas, sociales y económicas en la Isla - todas de gran vigor y complejidad2 - que interrumpieron el desarrollo y madurez de la ciudad. Adoptando visiones foráneas fundamentadas en la abundancia de terrenos y la nueva movilidad ofrecida por los asequibles automóviles se ocuparon, a partir de los años cincuenta, muchos de los mejores terrenos llanos que hasta entonces habían servido para el cultivo de caña o la ganadería. En los últimos cuarenta años las áreas urbanizadas ocuparon casi diez veces más terreno que el utilizado para este fin en los anteriores 450 años, para acomodar un aumento en población que en esas cuatro décadas ni siquiera se duplicó. Mientras la periferia de la ciudad creció hacia el suelo rural, la vieja ciudad se relegó a los desatinos del mercado, recayendo en deterioro y pérdida de población. Con este expansionismo se creó una extensa área intermedia3 - ni campo ni ciudad - donde se formaron varias generaciones de puertorriqueños que hoy día desconocen los rasgos y virtudes de la ciudad y cuyo punto de referencia y contacto con ésta es principalmente a través de lugares en deterioro. Esta realidad, de una pequeña isla sobrepoblada que desconoce las necesidades y virtudes de vivir en ciudad, plantea un serio problema al desarrollo futuro de la Isla.

Con idea de promover la discusión sobre los asentamientos urbanos y de encontrar posibles soluciones a la recuperación de la ciudad, el Senado de Puerto Rico invitó al arquitecto León Krier a visitar la Isla, presentar sus trabajos, y proponer ideas específicas para la reconstrucción de Santurce.

LAS IDEAS DE LEON KRIER

León Krier dedicó gran parte de su tiempo en los años setenta a estudiar la ciudad y discernir aquellos elementos, constantes a través de su historia, que produjeron un espacio de humanismo y cultura para el desempeño de la actividad humana. Analizó sistemáticamente las ciudades y barrios de forma comparativa, abstrayendo las ideas básicas que sustentan la ciudad y promueven un modelo de asentamiento más ecológico. En este trabajo Krier calificó de ciudad únicamente a aquellos asentamientos que reunen las características positivas de la ciudad tradicional, calificando como

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suburbio a los recientes desarrollos que no contienen características de cultura o urbanidad. Su análisis culminó en la crítica de la ciudad contemporánea, sobre la cual resaltó e ilustró4 las siguientes condiciones adversas:

• segregación a través de la zonificación funcional

La zonificación funcional especializa y segmenta cada parte de la ciudad contemporánea para un uso específico, de manera que los ciudadanos únicamente pueden efectuar una actividad en cada determinado lugar. Esta zonificación obliga a una extensa movilización diaria de toda la comunidad convirtiendo la producción, uso y consumo de automóviles y carreteras en una de las principales inversiones y prioridades de la sociedad.

• especialización del centro y congestión de las vías

El suburbio usualmente depende del centro de la ciudad para sus áreas de servicio y empleo. Ante esta dependencia el centro de la ciudad se especializa y se transforma de un centro vital y plurifuncional a un centro monofuncional de comercio y servicio. La segregación de usos entre el centro, especializado en comercio y servicio, y la periferia residencial usualmente establece una dependencia en el transporte y el automóvil privado, creando congestión vehicular en el centro durante horas de trabajo y congestión vehicular en las vías durante las horas de la mañana y la tarde.

• periferia desarticulada

La periferia de la ciudad contemporánea funciona en contraposición a la ciudad y al campo. El suburbio se desarrolla con áreas de uso especializado, desprovistas de armonía con su entorno y caracterizadas por el uso enfático del automóvil. Cada segmento del suburbio contiene una organización particular del espacio - con su propia retícula, codificación y jerarquía - que lo distingue y lo fragmenta de los asentamientos contiguos. Estos desarrollos carecen de un espacio público unificador; no hay armonía en el ensamblaje de los distintos segmentos de los suburbios entre sí, ni entre éstos y otras áreas centrales de la ciudad.

• cultura de masas y falta de sentido de lugar

La arquitectura moderna ha sido incapaz de construir una ciudad con lugares atractivos y memorables, con significado colectivo para sus habitantes. Se construyen zonas de industria, negocio, entretenimiento y residencia, pero éstas se materializansin sentido de lugar o permanencia, y carentes de urbanidad.

• lenguaje de la arquitectura moderna

La arquitectura moderna y sus monumentos carecen de un lenguaje claro y preciso que distinga entre distintos tipos de estructuras, sean éstas cívicas, domésticas, comerciales o industriales. Se permite que todo tipo de forma sea posible para cualquier tipo de edificio: una iglesia puede parecer un edificio industrial o un museo puede parecer una refinería de petróleo. De esta forma se trivializan los monumentos que antiguamente proveían el significado colectivo de la ciudad.

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Como contraparte a la ciudad contemporánea Krier analizó la ciudad tradicional en lugares tales como los centros de Berlín, Florencia y Viejo San Juan. Analizando cuidadosamente estos centros Krier abstrajo las ideas básicas que valoran la ciudad y propuso e ilustró4 un conjunto de ideas para recuperar la ciudad:

• cívitas

La ciudad debe estar formada por barrios que integren las diversas funciones de la vida. Las calles y las plazas deben tener características identificables y el trazado urbano debe ser de mucha sencillez. Cada barrio debe articularse entre espacios públicos y espacios privados, y entre monumentos y edificios anónimos. Un barrio debe contener todos los aspectos de la vida pública y privada, integrados y ensamblados en un espacio colectivo digno que sirva al desenvolvimiento de la vida económica y social de sus habitantes.

• límites al tamaño del barrio

El ser humano debe satisfacer la mayoría de sus necesidades básicas - vivienda, comercio, ocio y trabajo - en un espacio caminable, evitando malgastar su tiempo en excesivas mobilizaciones. Los límites de extensión de un barrio deben determinarse por la capacidad de recorrido a pie de una persona de forma cómoda y reposada. Esta capacidad es de alrededor de cuatro a diez minutos (400 a 800 metros lineales) y genera un área caminable aproximada de cien cuerdas que compara con muchos de los barrios tradicionales, incluyendo el Viejo San Juan.

• centro y periferia del barrio

Cada barrio debe tener un centro que sirva de lugar de congregación de la comunidad. A su vez debe tener demarcada su periferia a través de claros límites naturales o artificiales. Los límites del barrio no deben exceder la capacidad peatonal de sus habitantes, a partir de cuya distancia debe ocurrir otro barrio, con su propio centro y su periferia definida.

• crecimiento de la ciudad

La ciudad no debe crecer con áreas segregadas de comercio, industria, oficina o vivienda. El crecimiento de la ciudad - tal como el del ser humano que crece y se reproduce en unidades iguales a sí mismo - debe ocurrir reproduciendo nuevos barrios y vecindarios que contengan todos los elementos de ciudad. La ciudad debe concebirse como una federación de barrios.

• tamaño de las manzanas

Las manzana o bloques de la ciudad deben tener un perímetro limitado y una marcada orientación de los edificios hacia la calle. Los bloques deben definir el ámbito público de la ciudad, apoyando e intensificando la actividad de la calle. El concepto del superbloque, que obliga a que la mayoría de las estructuras se orienten a espacios interiores al bloque, debe evitarse.

• altura y densidad de los barrios

La ciudad no debe tener mucha altura. Una altura de dos a cuatro plantas, con edificios de menor costo de desarrollo, mantenimiento y remplazo, logra una intensidad adecuada de

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desarrollo y permite que los edificios cívicos dominen el perfil de la ciudad. El sobredesarrollo de un área, especialmente en una sociedad sujeta al automóvil privado, crea congestión y deterioro del ambiente.

Con estas sencillas ideas Krier precisó un concepto fuerte y claro para recuperar la ciudad, con barrios plurifuncionales y humanizados, y lo contrapuso al concepto del suburbio y de la zonificación funcional que ha dirigido el quehacer constructivo de las últimas décadas. Su propuesta preliminar para Santurce refleja esta visión.

SANTURCE

Krier analizó un Santurce que, a pesar de los abusos recibidos en los últimos años, aún conserva parte de su tradicional urbanidad y mantiene la calle como soporte y apoyo a la vida en comunidad. Muchos de sus edificios sirven actividades plurifuncionales y los edificios exclusivamente residenciales comparten el mismo espacio público con comercios, oficinas, teatros e iglesias. Estas estructuras presentan una cara uniforme y armónica a la calle que, aún con su deterioro, todavía invita a caminar .

Este urbanismo tradicional se vio amenazado cuando se zonificó Santurce en la década del cincuenta. Bajo el Reglamento de Zonificación5 se fijaron los distritos de zonificación a base del uso principal de la estructura. De esta forma se zonificaron las áreas centrales para uso comercial y las áreas periferales para uso residencial. Con la política de intensificar la actividad en el centro de la región de San Juan, se establecieron distritos de alta intensidad y se aplicaron al área central de Santurce. Toda el área a lo largo de las principales avenidas se zonificó para usos comerciales de gran intensidad, estableciéndose en el área grandes edificios de oficina, principalmente de gobierno, que desplazaron la vivienda fuera de las principales vías del área (Ponce de León, Fernández Juncos, Roberto H. Todd y De Diego). La zonificación que se aplicó al área, diseñada bajo el concepto prevaleciente en el movimiento de arquitectura moderna, estimuló el desarrollo de edificios que se aislaron de su entorno tradicional. Las distintas disposiciones reglamentarias obligaron a este aislamiento al permitir grandes alturas, controladas únicamente por el requisito de mayores patios frontales y laterales, y al requerir que a mayor área de construcción menor el por ciento del área edificable del solar. El Centro Gubernamental Minillas y las nuevas torres de La Inmaculada son los ejemplos más dramáticos de este tipo de urbanismo disasociado.

La especialización del centro, la alta intensidad de usos de oficinas y la alta dependencia en el automóvil privado han creado un serio problema de congestión en el área central. Largos tapones hacia y desde Santurce en horas de la mañana y la tarde, la ausencia de facilidades adecuadas de estacionamiento, el estacionamiento ilegal en las aceras impidiendo el libre flujo peatonal y el deterioro físico del área, entre otros, han creado malestar en la comunidad comercial y en los vecinos del área. En las últimas décadas muchos comerciantes, profesionales y residentes han abandonado el área como lugar de negocio o residencia, buscando una mejor alternativa en los nuevos desarrollos en las afueras de la ciudad.

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INTERVENCIÓN DE KRIER EN SANTURCE

El trabajo de Krier en Santurce reconoció que este sector representa una de las áreas idóneas para comenzar a recuperar la ciudad. Identificó su carácter eminentemente urbano, la sobreviviente mezcla de usos y ambientes a distancias caminables, y la rica heterogeneidad de vecindarios como las claves para su revitalización.

La propuesta para Santurce, realizada por Krier en una semana de intenso trabajo, no pretendió dar soluciones empíricas a todos los problemas de Santurce. Reconociendo su falta de conocimiento en la realidad económica y política del área, dedicó su esfuerzo en proponer un modelo atractivo de ciudad. Identificó - al igual que Leopold Kohr6 en años anteriores - al Viejo San Juan como paradigma de las virtudes de la ciudad por la relación de las edificios con la calle, los pequeños bloques, los usos plurifuncionales localizados en cercanía peatonal, los edificios de poca altura, el digno entorno público y la amplia presencia de plazas, calles y parques. Krier situó el modelo sanjuanero junto a otros centros urbanos representativos de la historia, tales como el centro de Florencia, el barrio Covent Garden en Londres o el antiguo centro de Luxemburgo, y lo propuso como el modelo del barrio para reconstruir la ciudad.

En la introducción a su trabajo de Santurce Krier indicó que hubiera sido mas fácil comunicar su propuesta para recuperar la ciudad mediante el desarrollo de un proyecto nuevo. Demostrar las virtudes de la ciudad en un vecindario con problemas es muy difícil ya que muchas personas están imposibilitadas de reconocer y abstraer la validez de conceptos de urbanidad desvinculados de realidades sociales o económicas. Trabajando con esta dificultad pedagógica como lastre, Krier aplicó a Santurce su apreciación del problema de la ciudad contemporánea y sus ideas de las virtudes de la ciudad tradicional. Dividió Santurce en una federación de veintisiete barrios, cada uno provisto de las características y virtudes de ciudad, y desarrolló cinco viñetas de planes maestros para distintas áreas. Estas incluyeron el desarrollo de un centro nacional de reunión (Minillas), el equipamiento de un vecindario (Miramar), la creación de espacios públicos en un área residencial de poca diferenciación tipológica y funcional (Loíza-Villa Palmeras), la transformación de un residencial público para su reincorporación al tejido tradicional de la ciudad (Llorens Torres), y la creación de amplios espacios públicos para el disfrute de los habitantes de la región (Santurce Este). Cada una de estas viñetas contiene importantes lecciones de urbanismo y diseño urbano.

OBSERVACIONES FINALES

En un llamado a la cordura Krier exhorta a detener los errores de la ciudad contemporánea: las anónimas urbanizaciones, la segregación de usos, la excesiva dependencia en el automóvil, la ausencia de sensibilidad al espacio público, la cacofonía de las distintas partes de la ciudad contemporánea, los rótulos de mal gusto, y el descuido general del entorno. Ante esta realidad, Krier ha elaborado acertadas críticas y propuestas para su reconstrucción, rescatando ideas que anteriormente habían sido trabajadas por

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urbanistas como Sitte, Unwin, Hegemann y Peets7. A fines del siglo XX, y luego de décadas de laissez faire y destrucción de la ciudad por arquitectos, funcionarios públicos y desarrolladores, Krier propone un alto al crecimiento desparramado y desarticulado, y un nuevo comienzo hacia la recuperación de la ciudad a través de sus barrios.

La propuesta del barrio - con su periferia limitada a la capacidad peatonal de sus residentes, el ensamblaje armónico de las distintas partes y el respeto por el espacio público no es, únicamente, una proclama de Krier. Esta idea es compartida por un número, cada vez mayor, de personas y entidades. Ideas similares sobre la importancia del barrio están contenidas en los clásicos trabajos de Jane Jacobs, Lewis Mumford y Christopher Alexander8. En Europa y América se reconoce en muchos frentes una urgencia en reconstruir la ciudad y en desarrollar nuevos asentamientos con urbanidad. En Europa sobresalen los trabajos de la IBA por reconstruir Berlín y la utilización de las Olimpiadas '92 para completar la ciudad de Barcelona. En Estados Unidos se desarrollan proyectos para equipar los suburbios con nuevos centros9. También en Estados Unidos se propone la creación de nuevos asentamientos con urbanidad; en las propuestas de los Pedestrian Pockets10 y los Traditional Neighborhood Developments (TND)11 se adelantan conceptos para formar una nueva ciudad. Ideas similares se recogen en planes regionales de desarrollo tales como el plan para el desarrollo del estado de New Jersey, Communities of Place, y el plan para ordenar la región de Nueva York del Regional Plan Association12.

En Puerto Rico, la urgencia de reconstruir la ciudad y de atender las especificidades físico-espaciales13 del desarrollo del País tiene cada vez mayor relevancia en el diálogo sobre el futuro de la Isla. La consciencia de recursos finitos y la necesidad de su protección requiere de formas más ecológicas para albergar las actividades del hombre en asentamientos funcionales, compactos y estéticos. Esta recuperación de la ciudad no es asunto fácil y tiene muchos obstáculos. No obstante, una isla con gran población no tiene otra opción para ordenar su crecimiento que la recuperación y desarrollo de la ciudad. Atender los obstáculos y revivir el concepto de ciudad es una meta ineludible y se hace necesario crear modelos atractivos de vecindarios14, revisar la reglamentación para fomentar su formación, y educar a la ciudadanía sobre sus virtudes.

En el 1991 la Legislatura de Puerto Rico aprobó la Ley de Municipios Autónomos y facultó a los municipios a desarrollar, en estrecha coordinación con las agencias del gobierno central, el planeamiento y la reglamentación del uso del suelo. Esta ley fijó estrictos objetivos de ordenación que promueven la recuperación de la ciudad, el desarrollo de nuevos vecindarios con urbanidad, y la protección y utilización de las áreas rurales de forma no urbanizada. Bajo este esquema legal se presentan nuevas oportunidades para reconceptualizar y reordenar el desarrollo urbano, elaborando planes de ordenación que logren formas eficientes y agradables de ciudad como lugar de cultura y humanismo.

Ante la larga y difícil tarea de recuperar la ciudad y de desarrollar nuevos asentamientos con urbanidad, las ideas de Krier tienen gran relevancia.

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1 Gran parte de Puerto Rico mantuvo características rurales hasta principios del siglo XIX, estableciéndose una gran distancia entre San Juan y el resto de los poblados. La ciudad capital, que servía de lugar de protección al transporte de bienes desde América a España, fue inicialmente el asentamiento con mayor urbanidad. El libro Puerto Rico and the Non-Hispanic Caribbean (Waverly Press: 1952), de Arturo Morales Carrión, documenta este período de historia donde los habitantes fuera de San Juan vivían de una economía de subsistencia y contrabando, ocupando el suelo de forma dispersa e irregular. (Muy probablemente esta peculiar forma de ocupar el suelo ha contribuido a formar la ideología actual sobre la ocupación del suelo de muchos puertorriqueños.) No es hasta las guerras de liberación en América a principios del siglo y el final del situado mejicano, cuando España comienza a mirar la Isla como un recurso económico y empieza a propiciar su desarrollo agrícola y comercial. Con este nuevo interés, los pueblos y ciudades fuera de San Juan adquieren nueva importancia como puntos para administrar y controlar la riqueza agrícola y comienza a aflorar una cultura urbana. Algunos libros que parcialmente tratan esta cultura urbana emergente en el cambio de siglo - especialmente la de Ponce - son el libro La Buena Vista de Guillermo A. Baralt (Fideicomiso de Conservación: 1988), el libro Patricios y Plebeyos: burgueses, hacendado, artesanos y obreros de Angel G. Quintero Rivera (Ediciones Huracán: 1988), y el libro, próximo a publicarse, Puerto Rico 1900 del arquitecto Jorge Rigau (Rizzoli: 1992).

2 Algunos de los principales cambios ocurridos durante este siglo que impactaron la forma de ocupar el suelo fueron la transformación de una sociedad agraria a una sociedad industrial, el crecimiento en el poder adquisitivo del puertorriqueño, la llegada del automóvil, el desarrollo del suburbio, la disponibilidad de préstamos del Federal Housing Administration para nuevas casas unifamiliares de hormigón y la institucionalización de las normas de zonificación importadas de los Estados Unidos.

3 En los últimos años se ha estado identificando y documentando un nuevo fenómeno en los asentamientos de la periferia de las ciudades. Existe un nuevo asentamiento que difiere del suburbio tradicional en donde las personas vivían en las afueras de la ciudad y trabajaban en el centro. Hoy día hay nuevos asentamientos, llamados ciudades de la periferia o exurbia, donde los ciudadanos realizan todas sus funciones (trabajo, ocio, compra, vivienda) en un ambiente físicamente desvinculado de la ciudad. Hay dos libros importantes que tratan este tema: Making a Middle Landscape de Peter G. Rowe (MIT Press: 1991) y Edge City de Joel Garreau (Doubleday Press: 1991).

4 Todos los dibujos que se presentan son reproducciones de dibujos de Krier que aparecieron en Leon Krier: Houses, Palaces, Cities de la revista Architectural Design de julio-agosto de 1984.

5 La vigencia del Reglamento de Zonificación al área de Santurce fue suplantada a principios de 1992 por el nuevo Reglamento de Zonificación Especial de Santurce. El nuevo reglamento se diseñó en consideración y respeto al urbanismo tradicional de Santurce, manteniendo una intensidad alta en la edificación permitida y adecuando la construcción a las características del entorno para recuperar la continuidad del espacio público. El reglamento hizo énfasis en la definición y protección del espacio público de la calle y en hacer más vivible el área de Santurce. Enfatizó el desarrollo de la vivienda en el centro de la ciudad y en el desarrollo de edificios plurifuncionales en áreas tradicionalmente comerciales.

6 El economista Leopold Kohr expresó en sus artículos de los periódicos San Juan Star y El Mundo, escritos durante las décadas del sesenta y setenta, ideas parecidas a las de Krier sobre las virtudes del Viejo San Juan y la necesidad de fragmentar la ciudad en pequeños vecindarios y

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comunidades. Estos artículos están recopilados en el libro The Inner City (Y Lolfa: 1989).

7 En el cambio de siglo aparecieron muchos escritos sobre el desarrollo de la ciudad bajo principios de arte y cultura. Sobresalen el libro de Camillo Sitte, Construcción de Ciudades según Principios Artísticos, publicado en Viena en el 1889; el libro de Sir Raymond Unwin, La Práctica del Urbanismo: una Introducción al Arte de Proyectar Ciudades y Barrios, publicado en Londres en 1909; y el libro The American Vitruvius: An Architects Handbook of Civic Art, publicado en Estados Unidos en 1922 y escrito por Werner Hegemann y Elbert Peets, tratadistas del movimiento del City Beautiful. Este último libro se reimprimió en 1988 por el Princeton Architectural Press y León Krier escribió el prefacio.

8 Los vecindarios propuestos por Krier y su concepto de ciudad comparten elementos comunes con trabajos clásicos de Jane Jacobs (The Death and Life of Great American Cities: 1959), Lewis Mumford (City in History: 1961) y Cristopher Alexander (A Pattern Language: 1977).

9 El artículo Pumping Up Suburban Downtowns de Philip Langdon, en la revista Planning de julio 1990, reseña proyectos para crear nuevos centros urbanos en tres suburbios: Buffalo Grove en Illinois, Reston en Virginia, y Miami Lakes en Florida. En el artículo New Town Downtown de Andrea Oppenheimer Dean, aparecido en la revista Architecture de diciembre de 1991, se reseña la implantación del nuevo centro de Reston en Virginia.

10 La teoría sobre los Pedestrian Pockets está recogida en el libro The Pedestrian Pocket Book (Princeton Architectural Press: 1989). Estos asentamientos se proponen como vecindarios caminables, de usos mixtos y de ambientes agradables, con centros accesibles peatonalmente por los residentes del vecindario, y potencialmente provistos de un elemento de transporte colectivo. Actualmente se desarrolla el primer proyecto de construcción de un Pedestrian Pocket diseñado por Peter Calthorpe para el desarrollador Phil Angelides en el condado de Sacramento en California (Laguna Creek West). Este último proyecto está reseñado en el artículo The First Pedestrian Pocket de la revista Planning de diciembre de 1989 y en el artículo Cities to Walk In de Todd Bressi en la revista Metropolis de marzo de 1990.

11 Andrés Duany y Elizabeth Plater-Zyberk diseñaron el pueblo de Seaside en Florida para el desarrollador Robert Davies, bajo el concepto de la ciudad tradicional. El diseño contó con la inspiración y asesoramiento de León Krier. Seaside tuvo un extraordinario éxito comercial y fue discutido en diversos ámbitos: universitarios, profesionales, políticos y de bienes raíces. Duany y Plater-Zyberk han diseñado más de treinta proyectos bajo el concepto del vecindario tradicional, seis de los cuales están en construcción. La obra de Duany y Plater-Zyberk ha sido publicada en numerosas ocasiones por revistas populares y profesionales. Recientemente se han publicado dos importantes libros sobre su obra: Towns and Town-Making Principles (Rizzoli: 1991) y Seaside (Princeton Architectural Press: 1991). Al finalizar Seaside Duany y Plater-Zyberk propulsaron las ideas del vecindario tradicional contenidas en su proyecto y, apoyados por el National Endowment for the Arts, propusieron sustituir la normativa típica de lotificación y desarrollo en los Estados Unidos que consistía del Planned Unit Development (PUD) de desarrollos residenciales con calles sin salida, uso residencial exclusivo y espacio público no diferenciado. Como alternativa propusieron la nueva normativa del Traditional Neighborhood Development (TND), abstraída y conceptualizada del trabajo de Seaside, que ya ha sido adoptada en varias jurisdicciones de los Estados Unidos.

12 El documento Communities of Place: the Interim State Development and Redevelopment plan of the State of New Jersey (del New Jersey State Planning Commision de julio de 1991) dispone la utilización de conceptos de urbanidad, centralidad y sentido de lugar en los nuevos desarrollos y cualifica

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los asentamientos que pueden desarrollarse bajo estos conceptos (urban centers, towns, regional center, villages, hamlets). En el artículo Round Three at the Regional Plan Association de Todd W. Bressi, aparecido en la revista Planning de junio 1991, se reseñan conceptos similares de urbanidad a fomentarse en los nuevos asentamientos en la región de Nueva York.

13 La atención e importancia de los aspectos físico-espaciales en el desarrollo y en la calidad de vida se hacen cada día mas evidentes. En años recientes muchas escuelas de planeamiento en los Estados Unidos, que estuvieron principalmente enfocadas hacia el desarrollo económico y social durante los últimos veinte años, han creado nuevos cursos sobre la ordenación y el uso del suelo. El artículo Let's Get Physical de Ruth Eckdish Knack, de la revista Planning de septiembre de 1991, discute este ajuste en las escuelas de planeamiento.

14 El Departamento de la Vivienda, con idea de desarrollar un nuevo vecindario con urbanidad, contrató en el 1991 la elaboración de un plan maestro para la Comunidad Río Bayamón. El diseño de esta comunidad se realizó por un grupo de cuatro firmas de arquitectos locales - Agrait & Betancourt, Héctor Arce, Miguel Carlo y Andrés Mignucci - apoyadas por los arquitectos Andrés Duany, Fred Koetter y Susie Kim. El mismo se desarrolla como un modelo alterno al suburbio monofuncional y a la urbanización cerrada.

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