Raguin, Yves - La Salvacion Es Para Todos

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l YVES RAOUIN, SJ LA SALVACION ' ES PARATODOS 49

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Conviene que volvamos al Evangelio, escuchemos a Jesús y tratemos de percibir cuál de sus mensajes afecta a la humanidad y su destino final

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  • l YVES RAOUIN, SJ LA SALVACION ' ES PARATODOS

    49

  • Al.canee .
  • La salvacin es para todos

  • Coleccin ALCANCE 49

    Yves Raguin, SJ

    La salvacin es para todos

    Editorial SAL TERRAE Santander

  • ndice

    Prembulo. 9

    Primera parte: Jess llama a seguirle

    l. Jess de Nazaret . 15 Ttulo del original francs: 2. Tanto am Dios al mundo ... . 20

    Un message de salut pour taus 3. Creer en Jesucristo. 23 1996 by Vie Chrtienne 4. Venid y lo veris. 27

    Paris 5. Seor, a quin iremos ... ? . . 30 6. De ningn modo te suceder eso!. 34

    Traduccin: 7. Seguir a Cristo . . 37 Rosa Ort Matu, ccv 8. Amor sin lmites . 40

    1998 by Editorial Sal Terrae 9. Vayamos tambin nosotros Polgono de Raos, Parcela 14-1 a morir con l. 44

    39600 Maliao (Cantabria) Fax: 942 369 201

    10. No le conozco. 47 E-mail: [email protected]

    http://www.salterrae.es Segunda parte: Jess revela al Padre Con las debidas licencias l. El que me ha visto a m Impreso en Espaa. Printed in Spain

    ISBN: 84-293-1254-4 ha visto al Padre 53 Dep. Legal: BI 711-98 2. Y la Palabra se hizo carne . 56 3. Puso su morada entre nosotros. 59

    Fotocomposicin: 4. De su plenitud todos hemos recibido. 62 Sal Terrae - Santander 5. Luz para iluminar a los gentiles . 65

    Impresin y encuadernacin: 6. Una luz que desborda las fronteras. 69 Grafo, S.A. - Bilbao 7. El Reino de Dios est cerca . 73

  • 6 LA SALVACIN ES PARA TODOS

    Tercera parte: La Buena Nueva

    1. Me ha enviado a anunciar a los pobres la Buena Nueva. . . . . . . . .

    2. Vayamos a otra parte . . . . . . . . 3. s har pescadores de hombres ... 4. Tus pecados te son perdonados . . . . 5. Todo lo que me d el Padre vendr a m 6. Dios, nuestro Salvador . . . . . . . . . 7. El Reino de Dios por Cristo y en Cristo 8. Nuestra relacin con Cristo,

    el Verbo de Dios . . . . 9. El lugar del dilogo ....

    1 O. Los niveles del dilogo. . . 11. El mensaje definitivo es el Amor. 12. La vida eterna . 13. El gran retorno ......... .

    81 84 87 91 96

    100 103

    106 109 113 116 122 125

    Eplogo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 131

    Anexos l. Gaudium et Spes, n. 2 . . . . . . . . . . 135 2. Declaracin conciliar sobre las relaciones de

    la Iglesia con las religiones no cristianas . 136

    Ante todo recomiendo que se hagan ple-garias, oraciones, splicas y acciones de gracias por todos los hombres; por los reyes y por todos los constituidos en auto-ridad, para que podamos vivir una vida tranquila y apacible con toda piedad y dig-nidad. Esto es bueno y agradable a Dios, nuestro Salvador, que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimien-to pleno de la verdad. Porque hay un solo Dios, y tambin un solo mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jess, hombre tambin (1 Tm 2,1-5).

    (Las citas de la Escritura estn tomadas de la Biblia de Jerusaln, salvo leves modificaciones)

  • Prembulo

    Desde hace unos aos, el cristianismo ha entra-do en una nueva fase de su historia, gracias al encuentro en profundidad con las otras religio-nes. Todas ofrecen un mensaje. Ya no se trata slo de orar juntos, de realizar trabajos comu-nes, de discutir el valor relativo de algunas pro-posiciones teolgicas o de apreciar la eficacia de los mtodos de oracin. Se trata ahora de comparar el mensaje ltimo de cada una de ellas, el mensaje que concierne al destino de toda la humanidad y que llamamos salvacin.

    Cuando las otras religiones se desarroJlaban en el otro extremo del mundo, era relativamen-te fcil pensar y decir: Fuera de la Iglesia no hay salvacin; pero quin que haya estado en contacto con los fieles de otras Iglesias o de otras religiones se atrever a defender semejan-te proposicin? Para salvar esa formulacin, algunos telogos importantes, siguiendo a Karl Rahner, han incluido a los fieles de las otras religiones en la categora de cristianos anni-

  • 10 LA SALVACIN ES PARA TODOS

    mos, expres10n que estos creyentes tienen derecho a rechazar, porque para ellos significa incorporarlos, contra su voluntad, a la Iglesia cristiana y al Cristo histrico. Esta reaccin ha obligado a los telogos cristianos a buscar otra interpretacin del papel de Cristo y de la Iglesia cristiana. No faltan problemas: De qu Iglesia se trata? Cmo son salvados por Cristo y en Cristo, nico mediador entre Dios y los hom-bres, los fieles de otras religiones y los que dicen no tener religin alguna?

    El dilogo interreligioso ha hecho surgir un problema: si se dialoga, dicen algunos, se deja de evangelizar; pero Cristo nos manda expresa-mente proclamar la Buena Nueva. Es la misin que Cristo confa a su Iglesia. Para des-tacarlo, la Iglesia catlica ha publicado, duran-te estos ltimos aos, varios documentos que presentan el pensamiento de su magisterio.

    El documento base sobre esta materia es la Encclica de Juan Pablo II Redemptoris missio -fechada el 7 de diciembre de 1990 y publica-da el 22 de Enero de 1991-, que trata de la validez permanente del mandato misionero de la Iglesia. Un mandato que la Iglesia no puede eludir; pero precisamente ah est el ncleo del problema: cul es el mensaje que debe procla-mar la Iglesia?; cul es la Buena Noticia que Cristo ha venido a traemos?

    PREMBULO 11

    El mensaje que proclama la Iglesia no puede ser distinto del de Cristo. Por eso nos habra gustado que la encclica, en lugar de empezar por la vocacin misionera de la Iglesia, nos hablara en primer lugar de cul fue la misin que el Padre confi a su Hijo. Acaso le dijo su Padre: Hijo mo, ve y vuelve con algunos elegidos? O ms bien le dijo: Ve y vuelve con la humanidad entera, porque todos los seres humanos, hombres y mujeres, son mis hijos?

    Cuestin de capital importancia, porque Cristo no deja de repetimos que el Padre le ha enviado para llevar a cabo su plan de salvacin; que l ha venido a realizar los proyectos de su Padre. Por eso no es razonable dejar su misin en cierta vaguedad, insistiendo en la de la Iglesia, porque la misin de la Iglesia slo puede definirse en relacin con la misin que el Padre confi a su Hijo.

    La citada encclica est escrita en una doble perspectiva. Ante el aprecio que actualmente se expresa por las otras religiones y por el dilogo con ellas, el Vaticano teme que el empeo en el dilogo haga olvidar la necesidad de proclamar el mensaje. Adems, la encclica manifiesta temor ante un pluralismo religioso que para ella sera difcilmente conciliable con la mediacin universal de Cristo. Cul es el papel de la Iglesia catlica, si se admite que todas las reli-

  • 12 LA SALVACIN ES PARA TODOS

    giones son caminos de salvacin? Por eso, en la maana del 6 de Mayo de 1991, el Santo Padre recibi en audiencia a los miembros y consul-tores de la Congregacin para la Doctrina de la Fe y, en su alocucin, hizo esta declaracin respecto al dilogo: El dilogo debe orientar-se y realizarse con la conviccin de que la Iglesia es el medio ordinario de salvacin, y de que slo ella posee la plenitud de los medios de salvacin 1

    El 5 de Abril, el cardenal Tomko haba teni-do, en un consistorio, una alocucin con el ttu-lo Proclamar a Cristo, el nico salvador del mundo, en la que el cardenal toc los puntos cruciales de los problemas del dilogo, de la evangelizacin, del papel de Cristo en la salva-cin del mundo. A estos documentos hay que aadir los que tratan sobre la nueva evangeliza-cin. Implica esta nueva evangelizacin sim-plemente un nuevo esfuerzo por proclamar el Evangelio de Cristo, o reclama que se insista en aspectos del mensaje que actualmente aparecen con nueva luz? As es como lo que llamamos Revelacin se ha ido manifestando en la his-toria a medida que han ido surgiendo problemas nuevos en la Iglesia. Cuando los no-judos pidieron el bautismo en Antioqua, los apsto-les se encontraron ante una situacin difcil.

    l. L'Osservatore Romano, 13 de mayo de 1991, 3.

    PREMBULO 13

    Cristo no se haba molestado en decirles lo que deban hacer en tales circunstancias. Los aps-toles que estaban todava en Jerusaln se reu-nieron, deliberaron y concluyeron diciendo: Hemos decidido el Espritu Santo y noso-tros ... (Hch 15,28).

    No se trata de proclamar un Evangelio nuevo para Asia o para otras partes del mundo2, sino de volver a los Evangelios, escrutar el mensaje de Cristo y percibir, ms all de todos los mensajes evanglicos, cul es la Buena Nueva que atae a la humanidad entera y a su destino final. Cada da se descubre un aspecto del mensaje de Cristo. Actualmente se nos muestra, sobre todo, como mensaje de justicia y de paz, de fraternidad humana y de amor. Pero si Cristo es el Salvador del mundo, tiene que tener un mensaje relativo al destino final del gnero humano. Cuando en mi libro Alpha Omga, escrib que Cristo nos ha salvado de la muerte y del infierno, me sorprendi encontrar tantas reticencias para admitir que Cristo pueda salvarnos a todos de la condenacin eterna3 Y, dado que en los ltimos captulos evocaba la salvacin de los demonios y de toda la crea-cin, no faltaron quienes me dijeran que Orgenes fue condenado por sostener una teora

    2. Domenico COLOMBO, Not another Gospel for Asia?, FABc Papers.

    3. Y. RAGUIN, Alpha Omga, Paris, cap. 19.

  • 14 LA SALVACIN ES PARA TODOS

    semejante. No quiero compararme con Orge-nes; pero la situacin actual nos invita a volver a los evangelios y a preguntar a Cristo si su Buena Noticia, la nica que vale la pena, es pre-cisamente que l se llama Jess, es decir? Salvador, y que no puede llevar este nombre s1 no salva a todos los seres humanos.

    PRIMERA PARTE

    JESS LLAMA A SEGUIRLE

    Bordeando el mar de Galilea, vio a Simn y Andrs, el hermano de Simn, echando las redes en el mar, pues eran pescadores. Jess les d~jo: "Venid conmi-go, y os har pescadores de hombres". Al instante, dejando las redes, le siguieron (Me 1,16-17)

  • 1 Jess de Nazaret

    Cuando el ngel anunci a Mara que iba a con-cebir por el poder del Espritu Santo, le dijo sencillamente:

    Vas a concebir en tu seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrs por nombre Jess (Le 1,31).

    En hebreo, este nombre, Yehoshua, significa Dios salva. Con l se significa, por tanto, no slo su misin, sino tambin su realidad pro-funda. Por naturaleza, Jess es salvador. Su misin es salvar a toda la humanidad. En Mara asume, no una naturaleza humana, sino la natu-raleza humana. La encamacin del Verbo de Dios afecta a la humanidad entera y no a algu-nos elegidos entre miles de millones.

    El nio que Mara va a concebir es el Sal-vador. Jess viene, pues, a salvar a la humani-dad del estado de pecado en que se encuen-tra desde que se rebel contra Dios. Jess no viene a proporcionar una reconciliacin parcial, sino el reencuentro con la gracia para toda la humanidad.

    Est destinada esta salvacin, finalmente, a un pequeo nmero de privilegiados? As puede parecer cuando se leen determinados tex-

  • 18 LA SALVACIN ES PARA TODOS

    tos del Evangelio. La salvacin se ofrece a to-dos; pero casi todos, o al menos muchos, la rehsan. Es la interpretacin de bastantes telo-gos. Otros, por el contrario, afirman, con tanta o mayor insistencia, que Cristo acabar por triunfar y que todos los seres humanos sern salvados. As se har realidad la palabra de San Pablo: Para que Dios sea todo en todos (1 Cor 15, 28).

    El problema ha sido debatido desde los or-genes del cristianismo. Si Jess es slo el sal-vador de unos pocos, merece verdaderamente ser llamado Jess, Dios salva? Pero fue Dios mismo quien le dio ese nombre. Desde esta perspectiva, cmo pudieron fraguar algunos telogos la teora de la predestinacin, segn la cual Dios habra determinado desde toda la eternidad que algunos fueran condenados, pro-clamando al mismo tiempo que Dios es amor? Y qu pensar de quienes se han atrevido a decir que Dios haba creado el infierno ... por-que nos amaba?

    Es preciso distinguir dos cosas. Es un hecho que este Jess salvador slo se revel a un pequeo nmero de personas. Jams ha habido un maestro que fuera reconocido por un grupo tan pequeo de discpulos. Muchos le escucha-ron y siguieron durante cierto tiempo. Pero, despus de su Ascensin, sus fieles eran sola-mente un grupo pequesimo. Realmente no fue reconocido entre los suyos; l)O ms, desde luego, que los dems profetas. Este es el hecho

    1 PARTE - JESS LLAMA A SEGUIRLE 19

    histrico. Jess restringi su apostolado al pue-blo judo e incluso a un pequeo grupo. Pero cul fue su mensaje?

    Hay muchos mensajes en el Evangelio, y cada poca de la historia acenta uno u otro. Actualmente se descubre o redescubre en los evangelios el mensaje de justicia y de paz. Pero es ste su mensaje ltimo? Qu nos dicen los evangelios sobre nuestro destino final? Voy a ser salvado o, como temen muchos, voy a ser condenado para siempre, es decir, voy a estar separado de Dios por toda la eternidad? Tal vez muchos dejan de lado este interrogante; pero cuando uno se encuentra ante millones de fieles de otras religiones, no es posible eludir este problema. No hay esperanza de salvacin para todos esos millones de hijos de Dios? Respon-derles que no hay salvacin fuera de Cristo, sin otra explicacin, puede romper para siempre las posibilidades de dilogo.

    Desde este primer captulo, nos encontra-mos en el ncleo del problema. El Verbo de Dios, salvador del mundo, se ha hecho hombre en Jess de Nazaret. Este hombre, salido de un pueblecito de Galilea jams mencionado en las Sagradas Escrituras, es el salvador de la huma-nidad entera. El problema que en definitiva se plantea es el siguiente: es necesario, para ser salvado, relacionarse con este profeta de Nazaret, nacido de una mujer llamada Mara, esposa de Jos, descendiente del rey David?

  • 20 LA SALVACIN ES PARA TODOS

    1 .o que las autoridades religiosas de Israel no pudieron aceptar fue que aquel hijo de Nazaret prl'lc11dina ser Hijo de Dios y salvador del lllUlldO !

    2 Tanto am Dios al mundo ...

    Porque tanto am Dios al mundo que le dio a su Hijo nico ... (Jn 3,16).

    De esta verdad hay que partir si se quiere com-prender la historia de salvacin. En este texto, el mundo slo puede significar la humanidad entera y la creacin en su totalidad. Dios am al mundo porque l mismo es Amor, como Juan nos repite por dos veces en su primera carta (1 Jn 4,8 y 16). No hay duda de que Juan lleg a esta formulacin del misterio divino despus de una larga reflexin sobre la misin de Cristo en la historia de la salvacin.

    En las grandes religiones que no se han beneficiado de lo que nosotros llamamos una revelacin personal, el Ser supremo slo puede ser percibido como una realidad lejana, indefi-nible e impenetrable. Est tan lejano que slo puede ser visto como impersonal. La revela-cin que Dios hizo a Israel es que Dios es el gran viviente. No es una poten,cia neutra. Le afecta el destino del pueblo que El se eligi. Por eso se revela a Moiss como el Dios de

    1 PARTE - JESS LLAMA A SEGUIRLE 21

    Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob (Ex 3,15). Este Dios es un Dios que ama; pero de un Dios que ama al Dios Amor hay todava una distancia infinita. Es la distancia que Juan franque y nos ayuda a franquear a nosotros. Si Dios es Amor, no puede amar a unos y dejar de lado a otros. Por eso nos dice Juan que Dios am tanto al mundo que le dio a su Hijo nico, y que en el Hijo se dio a S mismo.

    En su Logos, su Verbo, Dios se manifies-ta como vida, despus como luz (Jn 1,1-4). Juan, despus de presentar la Encamacin del Verbo de Dios, Dios hecho carne, continua:

    A Dios nadie le ha visto jams: el Hijo nico, que est en el seno del Padre, l lo ha contado (Jn 1,18).

    Es este Verbo de Dios hecho carne en Jess de Nazaret quien, en una conversacin con Ni-codemo, nos revela el gran amor de este Dios, que es Amor:

    Porque tanto am Dios al mundo que le dio a su Hijo nico, para que todo el que crea en l no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por l. El que cree en l no es condenado; pero el que no cree ya est condenado, porque no ha credo en el nombre del Hijo nico de Dios. Y la condena- cin est en que vino la luz al mundo, y los hom-bres amaron ms las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas (Jn 3, 16-19).

  • 22 LA SALVACIN ES PARA TODOS

    Las implicaciones de este texto son inmensas. La primera es que el proyecto de Dios es salvar a todos los hombres. La segunda, que para ser salvados es necesario creer en el que el Padre ha enviado. Pero esto no puede implicar nece-sariamente el conocimiento y la aceptacin del Verbo encarnado en Jess de Nazaret, porque es imposible que todo ser humano lo conozca y lo reciba. La tercera, que para ser salvado hay que adherirse a Cristo y a su mensaje. Pero aqu se plantea una pregunta: cmo es percibido este mensaje? Para los que conocen a Cristo la res-puesta es sencilla; pero para los que no lo cono-cen, ni tienen medios de conocerlo, la respues-ta no es evidente.

    Vemos que Cristo pregunta continuamente a los que le siguen si creen en l. Se lo pregunta a los que le oyen y a los que van a ser curados. Se presenta as como el centro del misterio de salvacin, como el centro del proyecto divino, como aquel en quien el Padre pide que crean, porque es su Hijo muy amado ... Desde lo alto del cielo, una voz dice a la muchedumbre:

    ste es mi Hijo amado, en quien me com-plazco (Mt 3, 17).

    En la primera parte de este ensayo, presentare-mos este aspecto de la Revelacin: la mirada del Padre sobre su Hijo y el requerimiento que hace a todos a fijar en l su mirada y a creer en l. Todo, en el cielo, en la tierra y en los infier-nos, debe fijar su mirada en Cristo. Es el primer

    I PARTE - JESS LLAMA A SEGUIRLE 23

    paso ~n el camino de salvacin. Esta primera parte tiene, pues, una perspectiva cristocntrica. . En la segunda parte veremos cmo Jess,

    siempre. que sus discpulos y los que le escu-chan qmeren quedarse fijos en l, les invita a volverse hacia el Padre, porque l no es ni la fuente ni la meta final. Cuanto ms se vinculan a l, tanto ms les invita a centrarse en el Padre.

    La tercera parte presentar la salvacin en relacin con la Revelacin del Verbo de Dios hecha al corazn de todo ser humano, porque el Verbo de Dios, al asumir la naturaleza humana ofrece la salvacin a la humanidad entera. '

    3 Creer en Jesucristo

    Segn los evangelios, el primer paso a dar en el camino de la salvacin es reconocer a Jess de Nazaret como el que ha de venir, como el Mesas, el Salvador. El primer testimonio es el de !uan Bautista. A los sacerdotes y levitas enviados desde Jerusaln para pedirle su identi-ficacin, Juan les responde sin rodeos:

    "Yo no soy el Cristo". Y le preguntaron: "En-tonces, eres Elas?" Les dijo: "No lo soy". "Eres t el profeta?" Respondi: "No". Le dije-ron entonces: "Quin eres, pues, para que de-mos respuesta a los que nos han enviado? Qu dices de ti mismo?" Dijo l: "Yo soy voz que

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    clama en el desierto: Rectificad el camino del Seor, como dijo el profeta Isaas" (Jn 1,20-23).

    Jess est all, entre la muchedumbre de judos venidos para recibir el bautismo. Juan lo reco-noce y se lo muestra a los que se hallan a su alrededor:

    Al da siguiente, ve a Jess venir hacia. l Y dice: "He aqu al Cordero de Dios, que_ qmt~_el pecado del mundo. De ste es de qmen dije: Viene un hombre detrs de m, que se ha puesto delante de m, porque exista antes que yo" (Jn 1,29-30)

    Juan da testimonio de Jess, pero l mismo necesita del testimonio del Espritu para reco-nocer en Jess, su primo de Nazaret, al Cordero de Dios que ha venido para salv~r al mun?? Juan tiene conciencia clara de la imperfecc1on de su bautismo, porque, como. l dice:, Yo o~ bautizo con agua, pero el que viene

  • 26 LA SALVACIN ES PARA TODOS

    profetas: es Jess, el hijo de Jos,, e_l de Nazaret!". Natanael se muestra esceptlco ... De Nazaret puede salir algo bueno? Final-mente, N atanael, tras encontrarse con Jess en persona, se siente conquistado por l y le dice: Rabb, t eres el Hijo de Dios, t eres el rey de Israel (Jn 1,45-49).

    La primera tarea de Jess consiste en hacer-se reconocer como el que ha de venir. Para ello necesita el testimonio de su Padre, el de Juan y el de aquellos a quienes encuentra. Tarea difcil, ya que no posee ningn ttulo que lo avale. No es levita ni sacerdote ni doctor de la ley. Es un simple laico. Por eso es tan impor-tante el testimonio que da de l su Padre en el momento de su Bautismo: Este hombre no tiene dignidad alguna en la socieda? de.~srael ni en la Iglesia juda, pero es mi HIJO muy amado. Este testimonio del Padre es bastante desgarrador, porque bien sabe el Padre que su Hijo no conseguir hacerse reconocer y aceptar por los jefes espirituales de Israel. Tendr que apoyarse en un pequeo grupo de fieles que creern que l es verdaderamente el Mesas, el Salvador del mundo.

    I PARTE - JESS LLAMA A SEGUIRLE

    4 Venid y lo veris

    (Jn 1,39)

    27

    As que la primera tarea de Jess es darse a conocer como el que ha de venir. El Padre, desde lo alto del cielo, le da su testimonio pre-sentndolo a la multitud como su Hijo muy amado y dicindole desde el fondo del corazn: T eres mi Hijo amado, en ti me complazco (Me 1,11). En algunos manuscritos de san Lucas, encontramos un testimonio del Padre todava ms explcito: T eres mi Hijo, yo te he engendrado hoy (Le 3,22; cf. Sal 2,7; Heb 1,5). Esta ltima versin del testimonio del Padre nos abre perspectivas insondables, lle-vndonos a penetrar en el misterio mismo de la generacin del Hijo por el Padre.

    A los dos discpulos que lo siguen bastante tmidamente, Jess, volvindose hacia ellos, no les pregunta a quin buscan, sino qu quieren. Por eso ellos le preguntan a su vez: Maestro dnde vives? Jess no les ordena que le sigan, sino que les responde sencillamente: Venid y lo veris (Jn 1,39). No quiere forzar-los. Son los primeros discpulos que desean encontrarse con l. Y Jess les invita simple-mente a ir y ver.

    En el caso de Simn, hijo de Juan, Jess acta de forma mucho ms directa. Pedro es muy distinto de sus dos amigos, y Cristo hace suyo a este hijo de Juan, cambindole el

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    nombre. Manifiesta as un poder que slo a Dios pertenece. El hombre puede dar nombre a los animales y a las cosas, pero no a los seres humanos. En cuanto Simn llega ante l, Jess le dice: T eres Simn, el hijo de Juan; t te llamars Cefas; y Juan aade para sus lecto-res: que quiere decir "piedra" (Jn 1,42). Cambindole el nombre de Simn por el de Pedro, Cristo pone la piedra que ser el fun-damento de su Iglesia. Aquel Simn, el inesta-ble, hijo de Juan, se converti~ en el fundamen-to inquebrantable de su Iglesia.

    Cuando ms tarde, al pasar por las orillas del lago, Jess llame a sus cuatro primeros dis-cpulos, Pedro, con una reaccin.1,llUY hum~na, intentar escapar de la captac1on de Cnsto dicindole: Aljate de m, Seor, que soy un pecador! En efecto, ante la maravilla de la red cargada de peces, el estupor se haba apodera-do de l y de sus compaeros. Pero Pedro no sabe todava que l ha sido el primer captura-do en la red. Puede debatirse, pero es intil, y l lo sabe ... Jess tranquiliza a Pedro y a sus compaeros:

    No temas. Desde ahora sers pescador de hom-bres. Y llevando a tierra las barcas y dejndolo todo, Je siguieron (Le 5,8-11).

    Pedro poda decir con toda verdad: T me has seducido, t me has atrapado. Desde ahora van a seguir a Jess, van a vivir con l. Van a ver~o, de la maana a la noche, a lo largo de su ex1s-

    I PARTE - JESS LLAMA A SEGUIRLE 29

    tencia cotidiana. Es el mtodo de Jess para formar a sus discpulos. Los. evangelios nos muestran a un Simn-Pedro impulsivo y fre-cuentemente inestable. Seguramente por eso lo eligi Cristo. Por el don de la fe y del amor, Cristo har de l una roca inquebrantable.

    Jess no fund una escuela, como Confucio o Scrates. Constituy un grupito en el que sus discpulos se forman en contacto con l, compartiendo su vida. Cristo no reuni dis-cpulos para defender una causa, ni tampoco hizo ?eclaraciones pblicas para decir quin era. Simplemente, se dej descubrir al ritmo de su propia existencia. Cuando sus primeros dis-cpulos le siguieron, slo le concedieron una fe provisional. Debieron de decirse entre ellos: Vayamos y veamos ... !

    Cuando, un buen da, Jess les dijo: Es-tamos invitados a un banquete de bodas, se fueron con l... pensando slo en la boda!

    Tres das despus se celebraba una boda en Can de Galilea, y estaba all la madre de Jess. Fue invitado tambin a la boda Jess con sus dis-cpulos (Jn 2, 1-2).

    Fue all donde Jess convirti el agua en vino.

    As, en Can de Galilea, dio Jess comienzo a sus seales. Y manifest su gloria, y creyeron en l sus discpulos (Jn 2,11).

    Vieron la seal y comprendieron su sentido.

  • 30 LA SALVACIN ES PARA TODOS

    5 Seor, a quin iremos ... ?

    (Jn 6,68)

    Hay un matiz desgarrador en la respuesta de Pedro a la pregunta que foss hace a los Doce: Tambin vosotros queris marcharos? (Jn 6,67). Hablando en nombre de los Doce, y primero en el suyo propio, Pedro confiesa qu.e se ha comprometido en cuerpo y alma a segmr a Jess o, mejor, que Jess le ha elegido y .1.e ha seducido. Es algo as como si Pedro dijera: Llegados a donde hemos llegado, ya no pode-mos volver atrs ...

    Seor, a quin iremos? T tienes palabras de vida eterna, y nosotros creemos y sabemos que t eres el Santo de Dios (Jn 6,68-69).

    Hermosas palabras de Pedro que justifican su actitud y la de los Doce. Pero hay que ver en estas palabras la expresin de la vinculacin ~e Pedro a Jess, una vinculacin cerebral, afecti-va y visceral. La explicacin de semejante adhesin de los Doce al Seor est en el hecho de que l los ha elegido: No os he elegido yo a vosotros, los Doce? (Jn 6,70). Pedro pue-de decir con mayor realismo que los otros: Me has atrapado, y no me puedo escapar. Me has dado un nombre nuevo, y no puedo escabullirme.

    Cuando el Seor multiplic los panes y los peces para alimentar a la muchedumbre, quera

    1 PARTE - JESS LLAMA A SEGUIRLE 31

    dar una seal. La muchedumbre vio en esa seal el anuncio de los tiempos mesinicos y de la restauracin del reino de Israel. Por eso intentaron apoderarse de Jess y hacerle su soberano. Pero para Jess aquella multiplica-cin de panes y de peces era la seal que anun-ciaba otra multiplicacin: la de su cuerpo y su sangre.

    Hay que destacar el tono del captulo 6 de Juan. Cristo repite, en positivo y en negativo, que va a dar su cuerpo en comida, y su sangre en bebida. Quien lo coma y la beba tendr vida eterna; quien no lo coma y no la beba no tendr vida eterna. Y Cristo insiste, sin dulcificar su lenguaje, sin decir: No os asustis, porque os hablo slo simblicamente ... Lo que Jess quiere es una adhesin total a sus palabras y a sus actos.

    Cuando la gente pregunta a Jess: Qu hemos de hacer para trabajar en las obras de Dios? Jess les respondi: "La obra de Dios es que creis en quien l ha enviado" (Jn 6,28-29).

    Creer en quien el Padre ha enviado es el primer paso de la fe. Y cuando los apstoles crean en l, Jess les pedir que crean en quien le ha enviado, en Aquel a quien l llama su Padre.

    Mientras Jess insista, los judos discutan entre s y decan: "Cmo puede ste darnos a comer su carne?" (Jn 6,52). Y Jess no inten-ta edulcorar sus palabras:

  • 32 LA SALVACIN ES PARA TODOS

    "En verdad, en verdad os digo: si no comis la carne del Hijo del hombre y no bebis su sangre, no tenis vida en vosotros" ... Muchos de sus dis-cpulos, al orle, dijeron: "Es duro este lenguaje. Quin puede escucharlo?"... Desde entonces, muchos de sus discpulos se volvieron atrs y ya no andaban con l (Jn 6,53.60.66).

    Aqu surge un problema. Si los apstoles se quedan, es por fidelidad a quien los ha elegido. En efecto, Jess les dice:

    "No os he elegido yo a vosotros, los Doce? Y uno de vosotros es un diablo". Hablaba de Judas, hijo de Simn Iscariote, porque ste le iba a entregar, uno de los Doce (Jn 6,70-71)

    Por qu eligi a Judas? Para darle una oportu-nidad, como a los dems. Pero hay que remon-tarse ms arriba. Jess dedic una noche entera a orar ante su Padre para elegir a los doce aps-toles. As que dedic un buen rato a cada uno. En definitiva, fue el Padre quien llev a Judas hasta Jess, ya que el mismo Jess dice: Nadie puede venir a m si el Padre no se lo concede (Jn 6,65). Pues bien: es difcil creer que el Padre diera a Jess a Judas para que ste termi-nara condenado. Si el Padre confa a Judas a Jess, es para que finalmente, a pesar de todas sus faltas, sea salvado. Si hay un pecado con-tra el Espritu, es el que cometi Judas! Jess hizo todo cuanto pudo para disuadirle de su traicin. Pero Jess, que amaba a Judas, le per-don, porque mostr signos de arrepentimiento.

    1 PARTE - JESS LLAMA A SEGUIRLE 33

    Hemos de preguntarnos an qu quiso decir Cristo al declarar: Ms le valdra a ese hom-bre no haber nacido! (Mt 26-24). La Iglesia es muy prudente al interpretar estas palabras mis-teriosas de Cristo, y nunca ha concluido que Judas estuviera condenado eternamente. Por otra parte, Mateo nos dice explcitamente: Entonces Judas, el que le entreg, viendo que Jess haba sido condenado, fue acosado por el remordimiento y devolvi las treinta monedas de plata a los sumos sacerdotes y a los ancia-nos, diciendo: "He pecado entregando sangre inocente" (Mt 27 ,3-4 ). Al manifestar su arre-pentimiento, Judas se vuelve a Cristo. Cristo no poda negarle su perdn. Decir, como hacen algunos telogos, que a nosotros slo nos cabe esperar que Judas fuera salvado, es decir a Cristo: No estoy seguro de que t le hayas perdonado. Cmo podemos atrevernos a poner en duda el perdn concedido por Cristo a su apstol Judas? Repasando la historia del pensamiento cristiano en Occidente, no pode-mos dejar de subrayar que el Occidente cristia-no siempre ha tenido dificultad para fiarse de la misericordia infinita del Seor, porque, cons-ciente o inconscientemente, ha considerado la salvacin bajo el punto de vista de la justicia. Seguramente lo hered del legalismo romano.

  • 34 LA SALVACIN ES PARA TODOS

    6 De ningn modo te suceder eso!

    (Mt 16,22)

    La llamada de Jess es personal. Sus apstoles le han seguido porque l los ha elegido y lla-mado. Jess sabe ahora que ellos le aceptan ple-namente, que se fan totalmente de l, que creen todo cuanto l les dice. Voy a daros a comer mi carne y a beber mi sangre, les dice. Y ellos no comprenden nada, pero lo aceptan. Y su aceptacin se apoya en la certeza de ver en l al que ha de venir. Ya llegar el da en que les revele el significado de sus palabras.

    Por su parte, Jess es muy consciente de que se los ha ganado personalmente, sin necesi-dad de embarcarlos en ningn proyecto, como es evidente en el caso de Pedro, pero tambin en el de los otros apstoles, incluso en Judas. Es su Padre quien le ha dado a sus apstoles y dis-cpulos, y l los ama a todos.

    Ahora quiere saber lo que se piensa y se dice de l. Lo sabe, pero quiere orselo decir. Acaso Jess, que ha recibido la confirmacin de su Padre al borde del Jordn, y de su madre en Can, necesitara ms confirmaciones? l sabe lo que hay en el corazn del hombre. Pero, hombre tambin l, necesita, como todo hom-bre y toda mujer, escuchar esa confirmacin en lenguaje humano. Si pregunta a sus apstoles lo que dicen de l, no es por curiosidad. Es la pre-gunta que se hace a s mismo: Quin soy

    I PARTE - JESS LLAMA A SEGUIRLE 35

    yo? Sabe que es el Hijo de Dios, pero slo cuando regrese a su Padre sabr qu significa eso en toda su verdad.

    Durante una breve estancia en la regin de Cesrea de Filipo, poblada de no-judos, pre-gunta con insistencia a sus discpulos: Quin dicen les hombres que es el Hijo del hombre? (Mt 16,13); es decir, Quin dicen los hom-bres que soy yo? (Me 8,27). A esta pregunta a quemarropa, responden todos juntos: Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elas; otros, que Jeremas o uno de los profetas.

    Y Jess les dice: "Y vosotros quin decs que soy yo?" Simn Pedro le contest: "T eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo". Tomando entonces la palabra, Jess le respondi: "Bienaventurado eres, Simn, hijo de Jons, porque no te ha reve-lado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que est en los cielos" (Mt 16, 14- 17).

    Lo mismo que es el Padre quien ha dado a Pedro a Jess, tambin es el Padre quien hace que Pedro vea en Jess al Cristo, al Hijo de Dios vivo. Inmediatamente sigue la promesa que Jess hace a Pedro de que ser da piedra sobre la que edificar su Iglesia (Mt 16, 18). No sabemos qu pensara Pedro despus de esta declaracin de Jess. Tuvo alguna tentacin de orgullo? No necesitaba Jess recordar a Pedro que fue l quien le dio aquel nombre cuando se vieron por primera vez. Todo es don del Padre y de su Hijo. Cuando Pedro reconoce en Jess al Cristo, es el Padre quien le inspira.

  • 36 LA SALVACIN ES PARA TODOS

    Pero he aqu que, algunos das despus, Jess anuncia que sube a Jerusaln, y que all ...

    ... deba sufrir mucho de parte de los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, y ser conde-nado a muerte y resucitar al tercer da. Tomn-dole aparte Pedro, se puso a reprenderle dicien-do: "Lejos de ti, Seor! De ningn modo te su-ceder eso!" Pero l, volvindose, dijo a Pedro: "Qutate de mi vista, Satans! Tropiezo eres para m, porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres!" (Mt 16,21-23).

    Las palabras de Pedro tocaron lo ms profundo del corazn de Cristo. Si trata a Pedro de Sa-tn, es porque ve en l al tentador que podra apartarle de su misin.

    Por qu reaccion Pedro con tanta seguri-dad? Se puede pensar que despus de haber confesado que Jess era el Cristo, el Hijo de Dios vivo, no poda admitir la perspectiva de su pasin. Slo acepta una de las facetas de la vocacin del Mesas. No es capaz de ver la rela-cin entre sus sufrimientos y su gloria. Tambin es posible pensar que Pedro no puede aceptar que semejantes cosas le vayan a pasar a Jess, a quien l tanto ama. O acaso Pedro crea tener algn poder sobre Cristo y su destino? Jess le pone speramente en su lugar dicindole: Pedro, no eres t quien debe decirme lo que he de hacer. La misin la recibo de mi Padre.

    El fruto de esta crisis fue que Pedro y los apstoles entraron ms profundamente en el

    I PARTE - JESS LLAMA A SEGUIRLE 37

    misterio de Cristo. Poco a poco, Cristo se reve-1~ a los suy?s. Les transmite su mensaje, no en discursos, smo asocindolos a su misin, intro-ducindolos en su intimidad.

    7 Seguir a Cristo

    Jess acaba de decir a Pedro: Qutate de mi vista, Satans! Tropiezo eres para m, porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres! (Mt 16,23). El momento es deci-sivo para Jess. Va consciente y libremente hacia la muerte, como nos dice muy bien Lucas:

    Como se iban cumpliendo los das de su asun-cin, l se afirm en su voluntad de ir a Jeru-saln (Le 9,51 ).

    Pero Cristo no quiere comprometer a sus disc-pulos en una aventura cuyas exigencias y con-secuencias desconocen. Por ello, antes de tomar el camino hacia Jerusaln, les presenta las con-diciones que se requieren para seguirle.

    No se trata simplemente de creer que l es el Mesas, el que comunica la vida eterna dando a comer su carne y a beber su sangre. La vincula-cin a Cristo requiere el sacrificio absoluto de s mismo.

    Entonces dijo Jess a sus discpulos: "Si alguno quiere venir en pos de m, niguese a s mismo,

  • 38 LA SALVACIN ES PARA TODOS

    tome su cruz y sgame. Porque quien quiera sal-var su vida, la perder; pero quien pierda su vida por m, la encontrar. Pues de qu le sirve al hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida? Y qu podr dar el hombre a cambio de su vida?" (Mt 16, 24-26).

    Lucas contina insistiendo, ms an que Mateo, en el carcter personal de la vinculacin con Cristo:

    Porque -dice Jess- quien se avergence de m y de mis palabras, de ste se avergonzar el Hijo del hombre cuando venga en su gloria, en la de su Padre y en la de los santos ngeles (Le 9,26).

    Unos das despus de haber anunciado su deci-sin de subir a Jerusaln para sufrir, morir y resucitar al tercer da, Jess invita a tres de sus apstoles a ser testigos de su Transfiguracin. Toma consigo a Pedro, a Santiago y a Juan y los conduce a la cumbre de un monte alto, bien a solas.

    Y se transfigur delante de ellos: su rostro se puso brillante como el sol, y sus vestidos blancos como la luz. En esto se les aparecieron Moiss y Elas que conversaban con l. Entonces Pedro tom la palabra y dijo a Jess: "Seor, es bueno estarnos aqu. Si quieres, har aqu tres tiendas, una para ti, otra para Moiss y otra para Elas". Todava estaba hablando, cuando una nube lumi-nosa los cubri, y sali de la nube una voz que

    l PARTE - JESS LLAMA A SEGUIRLE 39

    deca: "ste es mi Hijo amado, en quien me com-plazco; escuchadle" (Mt 17 ,2-5).

    Los apstoles necesitaban esta manifestacin de la. gloria de Cristo para fortalecer su fe, que les d1~ra a pregustar la gloria y la alegra que gozana su maestro despus de su pasin, gloria en. la que tambi_n ellos participaran. Pero qmen mayor necesidad tena de esas manifesta-ciones y del testimonio del Padre era el mismo Jess.

    La Transfiguracin introdujo a los apstoles en la experiencia de Cristo: experiencia de muerte y resurreccin. Pero su objetivo princi-pal era fortalecer a Cristo en su decisin de avanzar resueltamente hacia su pasin y su muerte. Ahora poda decir: mi noche no es ce-rrada oscu~idad. Su Padre le hizo experimentar, en la totalidad de su ser, la transformacin que producira en l su resurreccin, de la que esta transfiguracin era imagen y presagio. La noche de la muerte se abra ya a la luz.

    El Padre dijo a los apstoles: escuchadle seguidle, vinculaos a l con todas las fuerzas d~ vuestra fe y de vuestro amor, porque l es mi Hijo muy amado.

    Poco despus de haber dicho que Jess tomaba decididamente el camino hacia Jerusa-ln, cuenta Lucas:

    Mientras iban caminando, uno le dijo: "Te seguir adondequiera que vayas". Jess le dijo: "Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo

  • 40 LA SALVACIN ES PARA TODOS

    nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar su cabeza" (Le 9,57-58).

    A uno que le pide que le deje ir primero a ente-rrar a su padre, Jess le responde: Deja que los muertos entierren a sus muertos; t vete a anun-ciar el Reino de Dios (Le 9,59-60). A otro que le pide permiso para ir a despedirse de los suyos, Jess le responde: Nadie que pone la mano en el arado y mira hacia atrs es apto para el Reino de Dios (Le 9,61-62). Lucas lo deja en impersonal y establece como objetivo el Reino de Dios.

    Mateo es mucho ms personal. Al que pide a Jess que le permita ir a enterrar a su padre, Jess le responde: T sgueme, y deja que los muertos entierren a sus muertos (Mt 8,22). Efectivamente, de eso se trata ahora: o seguir a Jess hasta el final de su camino, o dejarle subir solo a Jerusaln. Slo quien le siga entrar en su secreto.

    8 Amor sin lmites

    Cristo quiere ,que sus discpulos le sigan sin condiciones. Esa es su manera de actuar. Se hace el centro de todo, aquel por quien es nece-sario sacrificarlo todo.

    El que ama a su padre o a su madre ms que a m, no es digno de m; el que ama a su hijo o a su

    I PARTE - JESS LLAMA A SEGUIRLE 41

    hija ms que a m, no es digno de m. El que no tome su cruz y ~e siga, no es digno de m. El que e~cuentre su vida la perder; y el que pierda su vida por m la encontrar (Mt 10,37-39).

    .Quin pu~de ~ener semejante pretensin si no tiene co~c1encia de ser la Palabra de Dios? l es, efectivamente, el centro de la historia huma-na,Y de t~da, la creacin. Su objetivo es atraer ~s1 a sus d1sc1pulos para que se identifiquen con el, en cu~nto es posible al ser humano. Tiene en pe~spectiva lo que Pablo expres ms tarde: y1vo yo, yero no yo, sino que es Cristo quien v~ve en mi. (Gal 2,20); o tambin: Para m la vida es Cnsto (Flp 1,21 ).

    Lo que prop~ne a los que quieren seguirle, no es practicar cierto nmero de virtudes sino amarle a l por encima de todo! Verd~deram~nte, cu.alquiera podra decirle: Pero por qmen te tienes? Y l podra responder: Me tengo por lo que soy, porque Yo Soy.

    El lenguaje de Lucas en ms violento que el de Mateo que acabamos de citar:

    Ca~ina~a. con l mucha gente, y volvindose les dijo: Si alguno viene donde m y no odia a su padre, a su madre, a su mujer, a sus hijos, a sus hermanos, a sus_ he,rmanas y hasta su propia vida, no puede ser discipulo mo. El que no lleve su cruz Y venga en pos de m, no puede ser discpu-lo mo" (Le 14,25-27).

    ~emejante manera de hablar plantea un peque-no problema a los exegetas. Qu sentido hay

  • 42 LA SALVACIN ES PARA TODOS

    que dar en este contexto a la palabra odiar? Lucas la pone en boca de Cristo para iluminar el carcter de totalidad de la pertenencia a Cristo, al igual que Cristo odi su posicin divina para hacerse uno de nosotros. Se vaci de sus prerrogativas divinas. En sentido propio, rechaz su vida divina para vivir nuestra vida. Pero lo ms importante del pasaje citado es la renuncia a la propia vida. Doctrina fundamental que reencontramos expresada muchas veces en los Evangelios:

    Llamando a la gente, a la vez que a sus discpu-los, les dijo: "Si alguno quiere venir en pos de m, niguese a s mismo, tome su cruz y sgame. Porque quien quiere salvar su vida la perder; pero quien pierda su vida por m y por el evan-gelio, la salvar. Pues de qu le sirve al hombre ganar el mundo entero si arruina su vida? Y qu puede dar el hombre a cambio de su vida?" (Me 8,34-37).

    Segn los comentaristas, lo que implica este texto es que aquellos que lo sacrifican todo por Cristo en este mundo gozarn, despus de su muerte, de una vida ms real que la vida pre-sente, con todas sus alegras y sus riquezas.

    Pero tambin podemos interpretar estas palabras de Cristo en otra perspectiva. La vida humana puede vivirse desde distintos niveles y con mayor o menor intensidad y riqueza. Lo que llamamos alma es el principio animador del ser humano. Anima mi ser desde el nivel

    1 PARTE - JESS LLAMA A SEGUIRLE 4J

    ms profundo, que es el del espritu. Desde las profundidades del espritu, esta vida desembo-ca en el psiquismo, y desde ah se difunde por todo el ser, animando todas las fibras de nues-tro cuerpo, incluso las ms carnales.

    No es necesario, por tanto, considerar el alma como algo que Dios infunde en el em-brin en un momento determinado de su desa-rrollo. Si se puede hablar as, el alma toma cuerpo en el momento mismo de la concepcin. Convertida en principio de una vida nueva, el alma anima al embrin desde su concepcin. P~ro el problema es saber cundo adquiere el mvel personal, es decir, humano. El alma construye el cuerpo desde dentro; luego, un da, desde lo ms hondo del alma surgir el espritu, emanacin del Espritu divino.

    As pues, la vida existe en nosotros a dife-rentes niveles: espiritual, psquico, carnal, por exl?resarn?s en e~ lenguaje paulino. Lo que Cnsto qmere decirnos es que, renunciando a vivir en el nivel carnal, se puede vivir con ma-Y?r plenitud en el nivel psquico del corazn, y

    au~ con mayor hondura en el nivel del espritu. As1 se va pasando de lo carnal a lo psquico y, finalmente, a lo espiritual, donde se vive con la mayor intensidad la unin con Dios a la que Cristo llama vida eterna.

  • 44 LA SALVACIN ES PARA TODOS

    9 Vayamos tambin nosotros

    a morir con l (Jn 11,16)

    Durante esta subida a Jerusaln, los apstoles eran conscientes de que Jess iba a la muerte y de que, tal vez, tambin ellos iban a sufrir el mismo destino. Tal era el precio de la intimidad con Cristo. Tenan que perder su vida para alcanzar la vida eterna de que les hablaba su maestro.

    De vez en cuando, deba salir a superficie la ansiedad de los apstoles, como sucedi en el episodio de la muerte de Lzaro. Cuando Jess supo que ste estaba enfermo, permaneci toda-va dos das en el lugar en donde se encontraba. Slo entonces dijo a sus discpulos: Vayamos a Judea. Sus discpulos le dijeron: Rabb, con que hace poco los judos queran apedrearte, y vuelves all? (Jn 11,6-8). Jess les dice prime-ro que Lzaro descansa y que l va a ir a des-pertarlo. Pero enseguida les dice claramente:

    "Lzaro ha muerto, y me alegro por vosotros de no haber estado all, para que creis. Pero vaya-mos donde l". Entonces Toms, llamado el Mellizo, dijo a los otros discpulos: "Vayamos tambin nosotros a morir con l" (Jn 11, 14-16)

    Les propone exactamente el ideal: seguir a Jess hasta la muerte. Fcil de decir, pero qu difcil de realizar! Pedro lo experimentar, y tambin los dems apstoles.

    I PARTE - JESS LLAMA A SEGUIRLE 45

    Despus de la ltima cena, concluida con el canto de los salmos, se encaminaron hacia el Monte de los OJivos. Jess les dijo entonces:

    "Todos vosotros os vais a escandalizar de m esta noche, porque est escrito: 'Herir al pastor y se dispersarn las ovejas del rebao'. Mas, des-pus de la resurreccin, ir delante de vosotros a Galilea". Entonces Pedro intervino y le dijo: "Aunque todos se escandalicen de ti, yo nunca me escandalizar". Le dijo Jess: "Yo te aseguro que esta misma noche, antes que el gallo cante, me habrs negado tres veces". Le dijo Pedro: "Aunque tenga que morir contigo, yo no te negar!". Y lo mismo dijeron todos los discpu-los (Mt 26,31-35).

    Lucas da otra versin, y parece que la escena no ocurre en el camino al Monte de los Olivos sino en la sala en la que celebraron la ltim~ cena:

    "Simn, Simn! Mira que Satans ha solicita-do poder cribaras como trigo; pero yo he rogado por ti, para que tu fe no desfallezca. Y t, cuan-~ hayas vuelto, confirma a tus hermanos". El dijo: "Seor, estoy dispuesto a ir contigo hasta la crcel y la muerte". Pero Jess le dijo: "Te digo, Pedro: No cantar hoy el gallo antes que hayas negado tres veces que me conoces" (Le 22,31-34 ).

    Seguir a Cristo hasta la muerte: sa es la condi-cin esencial para ser su discpulo, porque su mensaje no es un mensaje oral, sino una vida.

  • 46 LA SALVACIN ES PARA TODOS

    Veremos que este Toms, que propona ir a morir con Jess, queda totalmente desampara-do por su muerte y que no querr creer en su resurreccin. Pedro, por su parte, impulsado por el amor a su maestro, le seguir hasta la casa del Sumo Sacerdote para ver lo que ocurre.

    El pobre Pedro est completamente d~sorientado. Jess es llevado ante el tribunal. Este no es el Jess al que haba visto en la montaa, inmerso en la gloria y deslumbrante de luz. Ahora es un criminal, un acusado. Pedro no comprende nada. Ni comprende lo que le ocu-rre a Jess ni se reconoce a s mismo. No pres-t atencin a las palabras de Jess anunciando su pasin: Porque os digo que es necesario que se cumpla en m esto que est escrito: "Ha sido contado entre los malhechores" (Le 22,37).

    Aquel a quien los apstoles siguieron por-que reconocan en l al Mesas, se revela ahora, no slo como un Mesas sufriente, sino tambin como un Mesas rechazado por los suyos y entregado en manos del poder extranjero que domina su patria. Se ver ms tarde el despre-cio de Pilatos hacia este pueblo judo que l est encargado de domear. Llamarse amigo de Jess no es exponerse slo a la muerte, sino tambin a ser considerado como un ingenuo, un simple, un idiota que suea con un reino en las nubes.

    La primera respuesta de Pedro a la criada que le pregunta nos permite percibir algo de la

    1 PARTE - JESS LLAMA A SEGUIRLE 47

    angustia de Pedro. La criada, mirando de hito en hito a Pedro, ante los siervos que se calenta-ban en la hoguera, dice simplemente: "Este tambin estaba con l!" Pero l lo neg: "Mujer, no le conozco!" (Le 22,56-57).

    Dices verdad, Pedro; no le conoces todava, porque an no has pasado con l por la muerte para llegar a la resurreccin.

    10 No le conozco

    (Le 22,57) No se entra en el grupo de los discpulos como se entra en una asociacin o en un partido pol-tico. Cristo eligi a sus discpulos para que vivieran con l. Marcos, al narrar la institucin de los Doce, escribe:

    Subi al monte y llam a los que l quiso; y vinieron donde l. Instituy Doce, para que es-tuvieran con l y para enviarlos a predicar (Me 3,13-14).

    Jess los instruye y los forma en la vida coti-diana. Poco a poco se crea entre Jess y sus dis-cpulos una intimidad que se transforma en amistad. Esper mucho tiempo para decrselo; pero en la sobremesa de la cena pascual, abrien-do su corazn, les dice:

  • 48 LA SALVACIN ES PARA TODOS

    No os llamo ya siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su seor; a vosotros os he lla-mado amigos, porque todo lo que he odo a mi Padre os lo he dado a conocer (Jn 15, 15).

    Es en esta perspectiva en la que hay que ver la reaccin de Pedro cuando la criada le dice que es de la banda de Jess. Juan es designado con frecuencia como el que Jess amaba; pero Jess amaba a Pedro de otra manera, lo mismo que amaba a Marta de otra forma que a Mara. Pedro ama a Jess, y por eso se arriesga a seguirle para saber qu va a ser de l. Juan tena forma de entrar en la casa de Sumo Sacerdote, pero Pedro no. Los judos condujeron a Jess ante el Sumo Sacerdote.

    Pedro segua de lejos. Haban encendido una hoguera en medio del patio, y estaban senta-dos alrededor; Pedro se sent con ellos (Le 22,54-55).

    Despus de responder a la criada que l no conoca a Jess, Pedro se qued junto al fuego, como para probar que era verdad lo que deca. Pero he aqu que ...

    ... poco despus, otro, vindole, dijo: "T tam-bin eres de ellos!" Pedro dijo: "Hombre, no lo soy!" Pasada como una hora, otro asegur: "Cierto que este hombre estaba con l, pues ade-ms es galileo". Le dijo Pedro: "Hombre, no s de qu hablas!" Y en aquel momento, estando an hablando, cant un gallo, y el Seor se vol-vi y mir a Pedro, y record Pedro las palabras

    I PARTE - JESS LLAMA A SEGUIRLE 49

    del Seor, cuando le dijo: "Antes que cante hoy el gallo, me habrs negado tres veces". Y salien-do fuera, rompi a llorar amargamente (Le 22,58-62).

    Esta escena del encuentro de Pedro y de Jess en la casa del Sumo Sacerdote nos hace pene-trar en el corazn de su relacin. Pedro sigue a Jess porque le ama. Pero qiando se ve amena-zado, no se atreve a decir que le conoce. Reaccin extraa, negacin violenta. Mateo nos dice que jur con fuertes imprecaciones que no lo conoca. Estupor ante lo que le ocurre a su amigo; estupor tambin cuando toma concien-cia de haberlo negado (Mt 26,74).

    Encontramos a Pedro en la tumba despus de la resurreccin. Mira, pero no comprende nada. Es lo que Lucas nos da a entender cuan-do escribe: Y se volvi a su casa, asombrado por lo sucedido (Le 24, 12). Poco ms tarde, Jess se apareci personalmente a Pedro, y des-pus, esa misma noche, en el Cenculo, cuando fue a encontrarse con sus discpulos que esta-ban reunidos.

    De este modo, la fe de Pedro qued confir-mada en el amor. Pedro est ahora en Galilea. Una tarde se va a pescar con algunos amigos. En toda la noche no pescan nada. Al amanecer, Jess se les aparece en la orilla y les pregunta si han pescado algo ... Responden con sequedad: Nada. A peticin de Cristo, lanzan las redes como ltima oportunidad ... Ciento cincuenta y

  • 50 LA SALVACIN ES PARA TODOS

    tres peces grandes! Conocemos la continua-cin. Desayuno en la playa, preparado sobre el fuego que el mismo Seor haba encendido.

    Despus de comer, dice Jess a Simn Pedro: "Simn de Juan, me amas ms que stos?" Le dice l: "S, Seor, t sabes que te quiero". Le dice Jess: "Apacienta mis corderos". Vuelve a decirle por segunda vez: "Simn de Juan, me amas?" Le dice l: "S, Seor, tu sabes que te quiero". Le dice Jess: "Apacienta mis ovejas". Le dice por tercera vez: "Simn de Juan, me quieres?" Se entristeci Pedro de que le pre-guntase por tercera vez: "Me quieres?", y le dijo: "Seor, t lo sabes todo, t sabes que te quiero". Le dice Jess: "Apacienta mis ovejas" (Jn 21,15-17).

    Pedro queda ahora confirmado en la fe y en el amor. Puede ser el testigo fiel de Cristo para dar a conocer su mensaje.

    SEGUNDA PARTE

    JESS REVELA AL PADRE

    Porque tanto am Dios al mundo que le dio a su Hijo nico, para que todo el que crea en l no perezca, sino que tenga vida eterna (Jn 3,16).

  • 1 El que me ha visto a m ha visto al Padre

    (Jn 14,9)

    En la primera parte de esta obra hemos visto cmo Cristo atrae hacia s y vincula a su perso-na a apstoles y discpulos que sern sus testi-gos sobre la tierra. Pide una vinculacin a su persona que puede llegar hasta la muerte y a la prdida del propio yo, para vivir en l y por l hasta en la muerte.

    Pero cuando Cristo introduce a sus discpu-los en su intimidad, les revela que l no es la meta ltima y definitiva del camino, como tam-poco es su origen. l viene del Padre, manifies-ta al Padre y conduce al Padre a los que han entrado en su intimidad. Cuanto ms se mani-fiesta en su propio ser, tanto ms aparece en l Aquel a quien llama su Padre. En este senti-do, se puede decir que la revelacin que Cristo hace de s mismo no es la ltima etapa de la Revelacin. Ha venido a revelar al Padre, y si alguien se vincula a l sin dirigirse hacia el Padre, es seal de que no ha comprendido su mensaje. No ha comprendido el sentido de la Encarnacin, que no es una meta, sino una etapa. Quien se vincula a Cristo sin dirigirse hacia el Padre est todava en el camino. Por eso, cierta teologa cristocntrica tiene el peli-gro de falsear las perspectivas. Cuanto ms me centro en Cristo, tanto ms me hace compren-der que slo l es el camino.

  • 54 LA SALVACIN ES PARA TODOS

    Si Cristo atrae a s a sus discpulos y les hace entrar en su intimidad, es para hacerles comprender por experiencia que l slo existe por el Padre y para el Padre. Puede decir a 'sus fieles: Cuanto ms me veis a m, tanto ms veis al Padre. Es desde el interior como Cristo nos revela al Padre y nos conduce a l. Ahora bien, observamos que Cristo no consigue con-vencer a los judos de que l viene del Padre; por eso mantiene con ellos discusiones intermi-nables a base de textos bblicos y argumentos de la Escritura. Slo desde el interior puede Cristo hacernos comprender que cuanto ms le conocemos a l como Hijo, tanto ms conoce-mos al Padre.

    Esta verdad es de importancia capital para el problema de la salvacin. La salvacin est en las manos del Padre. Y el Padre quiere que todos los hombres se salven. Unos sern salva-dos como discpulos de Cristo, y otros sin tan siquiera haber odo hablar de l. Qu hacer, entonces, con esta palabra que Marcos pone en boca de Jess?:

    Id por todo el mundo y proclamad Ja Buena Nueva a toda Ja creacin. El que crea y sea bau-tizado se salvar; el que no crea se condenar (Me 16,15-16).

    El problema aqu planteado es, directamente, el de la salvacin final, el nico que de verdad importa. Es necesario creer que hay que estar bautizado, pertenecer a una Iglesia y creer en el Cristo anunciado por esa Iglesia para salvarse?

    11 PARTE - JESS REVELA AL PADRE 55

    Si sas son las condiciones requeridas para la salvacin, el nmero de salvados ser muy pequeo. Cmo conciliar, entonces, esa reali-dad con el designio de Dios, que quiere salvar a todos los hombres? Si de verdad quiere salvar-los, tiene que conseguirlo; de lo contrario, no es Dios. Si el mensaje ltimo de Cristo, la Buena Nueva, se reduce a que slo habr un pequeo nmero de elegidos, su Buena Nueva queda convertida en un mensaje de vida oscurecido por un mensaje de muerte!

    En fin, si Cristo es nuestro salvador, es el Padre quien salva. En estas condiciones, todo ser humano tiene la esperanza de ser salvado. Quien entra en el secreto de Jess salvador, entra en comunin con el Padre. Ahora bien, quienes que no hayan podido conocer al Padre por medio del Verbo encarnado, podrn cono-cerlo en su Verbo no encarnado. Por tanto, todos los seres humanos pueden conocer al Verbo de Dios, aunque no lo conozcan en su Encarnacin.

    Nos hallamos ante un problema de la mxi-ma importancia: una mnima parte de la huma-nidad ha conocido y conocer a Jess de Nazaret. Ahora bien, en el prlogo del evange-lio de Juan leemos que el Verbo de Dios es la vida de todo lo que existe, y que esta vida se convierte en la luz de los hombres. Por tanto, todo ser humano puede hacer en su propio ser esta experiencia de vida convertida en luz, y adentrarse as, mediante la unin con el Verbo,

  • 56 LA SALVACIN ES PARA TODOS

    en la intimidad del Padre. Por eso la mayor parte de la humanidad puede entrar en relacin con Dios, fuente de toda vida y de todo amor, por la mediacin del Verbo, sin haberse encon- , trado con Jess y sin haber conocido a Jess.

    El papel de la Iglesia es facilitar la com-prensin del mensaje de Cristo. Y su mensaje, por tanto, no puede ser distinto del de Cristo. Cuanto ms nos introduzca la Iglesia en su pro-pio misterio, tanto ms nos introducir en el de Cristo, que a su vez nos introduce en el miste-rio del Padre, que quiere que todos los hombres lleguen a la salvacin (cf. 2 Pe 3,9).

    2 Y la Palabra se hizo carne

    (Jn 1,14) El principio del libro del Gnesis no es el rela-to de la creacin. Cuando el texto dice que Dios cre el cielo y la tierra, en realidad no se trata de la creacin propiamente dicha, sino de la organizacin del cosmos. Dios cre el cielo y la tierra hacindolos surgir del caos informe e indeterminado. Es Juan quien, al principio de su evangelio, nos presenta la verdadera crea-cin, que es la puesta en existencia de lo que, despus de un largo proceso de diferenciacin, llegar a ser el cosmos. Antes de esta creacin, el tiempo no exista. Ahora existen el tiempo, el espacio y la materia. Esta creacin es la obra de

    lI PARTE - JESS REVELA AL PADRE 57

    aquel que Cristo llama su Padre, fuente de todo lo que existe. Pero ha sido mediante el Verbo de Dios como el Padre ha hecho brotar este universo que ahora existe.

    Hubo, pues, un tiempo, anterior a todos los tiempos, en el que nada exista, sino slo Dios. Despus, Dios, por la potencia de su Palabra, hizo existir lo que, a travs de una lenta evolu-cin, se convertira en el universo tal como nosotros lo conocemos. Cmo figuramos el primer instante de esta creacin? Los sabios y los filsofos nos dicen que todo comenz por la formidable explosin de un tomo infinitamen-te pequeo, pero que contena en potencia toda la materia para constituir el universo, as como un cdigo para programar su desarro-llo hasta el fin de los tiempos.

    El principio del libro del Gnesis nos pre-senta, por tanto, la creacin en un estadio pos-terior de su desarrollo, cuando la tierra era toda-va algo catico y vaco (Gn 1,2). En hebreo era el tohu-bohu, y los chinos lo llaman el huen-tuen. Este trmino designa la materia csmica antes de la separacin cielo-tierra.

    Lo que se ha dado en llamar el Prlogo de Juan es, en realidad, el eplogo de su evange-lio y de los dos Testamentos. Este Prlogo nos conduce al origen de todo lo que existe y nos da el sentido de la venida del Verbo de Dios entre nosotros. Lo que Juan ha odo, lo que han visto sus ojos, lo que l ha contemplado y tocado con sus manos, es el Verbo de Vida del que nos habla al principio de su evangelio:

  • 58 LA SALVACIN ES PARA TODOS

    En el principio exista la Palabra, y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios ... Todo se hizo por ella, y sin ella no se hizo nada de cuan-to existe. En ella estaba la vida ... (Jn 1, 1-4 ).

    Cristo no ha venido a revelarse a s mismo por s mismo. Ha venido a manifestar a Aquel de quien l es el lagos, es decir, su Palabra, su expresin y su revelacin. Pero esta revelacin trasciende toda religin, en el sentido en que nosotros entendemos ahora esta palabra. Esta revelacin no est reservada a los discpulos de Cristo, sino que Cristo eligi discpulos para hacerles esta revelacin y para que a travs de ellos la conociera toda criatura.

    En ella estaba la vida de todo lo existente, y la vida era la luz de los hombres, y la luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la vencieron (Jn 1,4-5).

    Palabra misteriosa esta ltima, que es interpre-tada de diversas formas por traductores y exe-getas. Algunos traducen: pero las tinieblas no pudieron captarla. Otros: pero las tinieblas no pudieron dominarla o reprimirla.

    Se puede entender tambin que la revela-cin inicial hecha a la hum~nidad por la luz de vida no fue comprendida. Este es, sin duda, el pensamiento de Teilhard de Chardin en su Medio Divino, cuando habla de la necesidad de una revelacin objetiva para iluminar esa vida que anima al universo. Sin esta revelacin objetiva, el hombre puede interpretar errnea-

    II PARTE - JESS REVELA AL PADRE 59

    mente su experiencia espiritual y caer en el pantesmo.

    Comprendida as, la frase del evangelio anuncia lo que viene a continuacin. Juan Bautista vino a dar testimonio de la luz y a pre-parar la venida del Verbo encarnado que va a revelar al Padre en lenguaje humano: entonces apareci un hombre, enviado por Dios, que se llamaba Juan. Vino como testigo, para dar tes-timonio de la luz, para que todos creyeran por l. No era l la luz, sino quien da testimonio de la luz (Jn 1,6-8). La luz era la Palabra, y esta Palabra se hizo carne para expresarnos a Dios, no meramente con palabras, sino tambin mediante una vida tan humana como la nuestra (Jn 1, 14 ). En Jess, Palabra de Dios encarnada, Dios se dice a todos y para siempre.

    3 Puso su morada entre nosotros

    (Jn 1,14) A todos los que la recibieron les dio el poder de hacerse hijos de Dios (Jn 1, 12). El hecho de que esta frase est colocada antes de mencionar la Encarnacin nos invita a pensar que desde el principio de la humanidad la Palabra de Dios se hace presente a los hombres dndoles la posibi-lidad de ser hijos de Dios. En efecto, la Palabra se manifiesta en la creacin entera, y ms parti-cularmente en el fondo de todo ser humano, en su misma naturaleza, que es imagen de Dios.

  • 60 LA SALVACIN ES PARA TODOS

    La Palabra es, con toda exactitud, aquel lagos spermatiks, (semilla del Verbo) de que hablaban los primeros apologistas de la fe cris-tiana. Pero esta revelacin, al ser tan misterio-sa y estar sujeta a falsas interpretacione~, nece-sita, como dijimos en el captulo antenor, una revelacin que la explique y le d su verdadero sentido.

    Para eso la Palabra se hizo carne y puso su Morada entre nosotros (Jn 1,14). La Palabra divina se hizo hombre. Y se hizo or, ver y tocar (1 Jn 1, 1 ). As, a travs de nuestros cinco senti-dos, tenemos acceso al Verbo de vida, que no puede ser visto ni odo ni tocado. Slo viendo, oyendo y tocando al Verbo encarnado pudo Juan captar al Verbo de vida. De esta forma, la primera carta de Juan nos remite al prlogo de su evangelio. Juan vuelve al Verbo de vida a travs del camino de la Encarnacin que el Verbo tom para revelarse a los hombres.

    Buena ocasin esta para recordar el axioma de santo Toms: nada llega al entendimiento que antes no haya pasado por los sentidos. No sin razn, los budistas llaman a los sentidos entradas, es decir, las puertas que dan acceso al interior de la persona.

    La Palabra se hizo carne y puso su Morada entre nosotros, y hemos visto su gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo nico, lleno de gracia y de verdad (Jn 1, 14-15).

    Si la Palabra se hizo carne, no es para manifes-tarse a s misma, sino para manifestar a su

    II PARTE - JESS REVELA AL PADRE 61

    Padre. La gloria que contemplaron sus discpu-los, la recibe de su Padre. Esta gloria, el Padre no se la da a nadie, sino slo a su Hijo nico. Por este don que el Padre le da, el Verbo encar-nado est lleno de gracia y de verdad.

    En estos pocos versculos se nos presenta la esencia del mensaje de Cristo. La Palabra encarnada, Jess de Nazaret, est llena de gra-cia y de verdad. Y despus de hacer una refe-rencia a Juan Bautista, prosigue el evangelista Juan:

    Pues s, de su plenitud hemos recibido todos, y gracia sobre gracia. Porque la Ley fue dada por medio de Moiss; la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto jams: el Hijo nico que est en el seno del Padre, l lo ha contado (Jn 1, 16-18).

    Aqu se nos muestra la finalidad de la Encar-nacin, que es darnos acceso al misterio del Padre. La Palabra se hizo carne para revelarnos el misterio divino en lenguaje humano, en pala-bras y en actos. Cristo es revelacin de Dios a travs de todo su ser.

    Del mismo modo que Juan Bautista da tes-timonio de Cristo, as tambin Jess de Nazaret da testimonio del Dios viviente, a quien llama Padre. Juan da testimonio diciendo:

    ste era del que yo dije: el que viene detrs de m se ha puesto delante de m, porque exista antes que yo (Jn 1, 15).

  • 62 LA SALVACIN ES PARA TODOS

    Juan desaparece ante Cristo, cuyo camino ha venido a preparar. Del mismo modo, Cristo, va desapareciendo poco a poco ante su Padre, a quien ha venido a manifestar. Podemos orle decir: Otro viene en el surco que yo hago, el que me ha enviado y a quien yo llamo mi Padre. Es l quien ha dado existencia al universo, al cielo, a la tierra y a todos cuantos la habitan. El mensaje que os comunico cuando entris en mi intimidad es que yo preparo el reinado de Dios para toda la humanidad. Y esto slo es posible si yo me retiro para dejar aparecer al Padre, a quien todo pertenece. Esta es la direccin en la que apunta su mensaje.

    4 De su plenitud todos hemos recibido

    (Jn 1,16) Todo el porqu de la Encarnacin se encuentra expresado en los ltimos versculos del Prlogo de Juan. La Encarnacin es la obra del Padre. El Hijo slo se revela para revelar al Padre. Cristo no tiene razn de ser, al margen de manifestar el ser del Padre y su querer. En su Encarnacin no puede ser ms que lo que es en su propio ser, expresin perfecta del Padre.

    De su plenitud todos hemos recibido, y gracia por gracia ... A Dios nadie lo ha visto jams: el Hijo nico que est en el seno del Padre, l lo ha contado (Jn 1, 16-18).

    II PARTE - JESS REVELA AL PADRE 63

    ~lo el Padre posee la plenitud absolut

  • 64 LA SALVACIN ES PARA TODOS

    una va descendente: Dios, fuente primordial de todo lo que existe; Cristo que nos comunica la plenitud divina; y nosotros mismos, que recibi-mos esta plenitud. Tambin podemos presentar-las en forma ascendente: la primera etapa es nuestra propia plenitud, recibida de Dios por Cristo; luego viene la plenitud de Cristo y, finalmente, la plenitud de Dios.

    Si no vamos experimentando nuestra propia plenitud, no podemos entrar ni en la de Cristo ni en la de Dios. Es a travs de mi experiencia personal como puedo entrar en la plenitud de Cristo y comprenderla desde dentro. Por la experiencia que Cristo posee de su Padre, y de la que me hace partcipe, tambin yo podr entrar en la experiencia que Dios tiene de su propia plenitud.

    Si la Ley ya era limitada por s misma, los que la interpretaron la limitaron an ms. Por eso poda decir Pablo que, bajo muchos aspec-tos, era cosa muerta y, por tanto, incapaz de comunicar la vida. Se comprende por qu Cristo se opone a ciertas interpretaciones de la Ley y por qu Pablo las considera ocasin e incluso causa de pecado.

    Ya constrictiva por s misma, sus intrpretes la hicieron an ms constrictiva. Es ste un fenmeno que puede percibirse en todas las Iglesias, que para establecerse y definirse se han visto obligadas a formular sus creencias en dogmas, definiciones y preceptos. Y el peligro est en que, por razones de seguridad, se adhie-

    II PARTE - JESS REVELA AL PADRE 65

    ran ms a la observancia que a la realidad viviente de la fe.

    La Iglesia es el Cuerpo de Cristo. Est, por tanto, animada y vivificada por el mismo Cris-9to. Cuando queremos saber qu hacer, necesi-tamos, por tanto, evangelio en mano, alcan-zar al Cristo vivo en el fondo del corazn de sus fieles. De esta forma es como sabremos cul es el mensaje que la Iglesia debe procla-mar. Este mensaje contiene las respuestas a todas las situaciones humanas. Pero, adems, cada poca descubre aspectos del mensaje en los que antes no se haba reparado suficiente-mente. En el momento actual, ante los fieles de otras religiones, la Iglesia se pregunta: cul es, en definitiva, el mensaje ltimo del evangelio que todo ser humano puede aceptar? No ser el mensaje de que el Padre quiere salvar a todos, porsiue todos los seres humanos son sus hijos ... y El los ama?

    5 Luz para iluminar a los gentiles

    (Le 2,32) Cuando los padres de Jess presentaron a ste en el Templo, ocho das despus de su naci-miento, el anciano Simen, que esperaba la consolacin de Israel (Le 2,25), tom al nio en sus brazos y dijo:

  • 66 LA SALVACIN ES PARA TODOS

    Ahora puedes, Seor, segn tu palabra, dejar que tu siervo se vaya en paz, porque mis ojos han visto tu salvacin, la que has preparado a la vista de todos los pueblos, luz para alumbrar a los gen-tiles y gloria de tu pueblo Israel (Le 2,29-32).

    En el anuncio del ngel a Mara no se alude de los gentiles. El nio que va a concebir ser el Hijo del Altsimo y descendiente de David, el gran rey de Israel. Pues bien, he aqu que Si-men, inspirado por el Espritu Santo, ve ms all de las fronteras de Israel. Pero Israel se mantiene en primer plano., En efecto, Simen dice a Mara, su madre: Este ser puesto pa-ra cada y elevacin de muchos en Israel (Le 2,34).

    Todo lo que ha ocurrido y va a ocurrir en el prximo futuro sucede en Israel, porque es necesario que suceda en algn sitio; pero, en ltimo trmino, el que todo suceda as es para bien de todos los pueblos de la tierra. Cuando, ms tarde, Jess dice que ha venido para las ovejas perdidas de Israel, no excluye al resto de las naciones. Con lo cual manifiesta de modo muy concreto la manera que tiene Dios de actuar en la historia humana. Dios se hunde en lo singular para expandirse hasta lo universal.

    As, cuando Dios pide a Abrahn que lo deje todo, le dice:

    Vete de tu tierra y de tu patria, de la casa de tu padre, a la tierra que yo te mostrar. De ti har una nacin grande y te bendecir. Engrandecer

    11 PARTE - JESS REVELA AL PADRE 67

    tu nombre, que servir de bendicin. Bendecir a los que te bendigan y maldecir a los que te mal-digan. Por ti sern bendecidos todos los linajes de la tierra (Gn 12,1-3).

    Dios elige y separa, no para excluir, sino en ltimo trmino, para incluir en un nivel de mayor profundidad.

    En la historia humana vemos que Dios tra-baja siempre en singular. Elige a una persona o a un grupo, al qe se revela para que ste, a su vez, le revele a El. As comunica su nacimiento a los magos, astrlogos que haban aprendido a leer en los astros el nacimiento de los reyes y la cada de los imperios. Lo nico que sabemos es que aquellos magos venan del Oriente, que lle-gan a Jerusaln y preguntan: Dnle est el Rey de los judos que ha nacido? Pues vimos su estrella en el Oriente y hemos venido a adorar-lo (Mt 2,2). Este rey de los judos no debe de ser un rey ordinario, ya que los magos pudieron leer el anuncio de su nacimiento en el lenguaje de los astros.

    Esto no debe sorprendernos, puesto que SU reino no tel}dr fin. Cristo es el rey csmico y universal. El es la vida del universo, que l mismo anima y sostiene en su existencia. Podemos incluso decir que es la conciencia de este universo. En el mensaje del ngel a Mara y en el de los magos, la persona de Jess de Nazaret explosiona hasta.alcanzar las mismas dimensiones del universo. ste es tambin el mensaje de los ngeles a los pastores. El men-

  • 68 LA SALVACIN ES PARA TODOS

    saje de salvacin es universal. Se extiende a todas las dimensiones del cosmos y de la histo-ria de la humanidad. Los ngeles cantan en el cielo: Gloria a Dios en las alturas, y en la tie-rra paz a los hombres en quienes l se compla-ce>> (Le 2, 14); o bien, segn la traduccin de la sinopsis de los evangelios de Benoit' y Bois-mard: Paz a los hombres de (su) benevolen-cia. Pues bien: Dios ama a todos los seres humanos, porque todos son sus hijos.

    El nio acostado en el pesebre es el mensa-je vivo de la benevolencia divina para con todos los hombres. El ms humilde de los nios, acostado sobre las pajas, revela el indefectible amor de Dios a toda la humanidad.

    Si es verdad que Cristo dijo claramente que haba venido para las ovejas descarriadas de Israel, no hay que olvidar que l es de Nazaret, pueblo de la Galilea de los gentiles, cuya pobla-cin era muy mestiza. Durante meses, y segura-mente durante la mayor parte de su ministerio, antes de subir a Jerusaln, vivi y predic en las fronteras del mundo judo, en la Decpolis, en los confines del Lbano y de Siria, cuya pobla-cin no era juda. Quera significar con ello que su mensaje era universal, pero que su misin tena que encontrar su expresin final en el cen-tro del mundo judo, en Jerusaln.

    11 PARTE - JESS REVELA AL PADRE 69

    6 Una luz que desborda las fronteras

    Cuando Jess supo que Juan haba sido arrestado,

    ... se retir a Galilea. Y, dejando Nazaret, vino a residir en Cafarnam junto al mar, en el trmino de Zabuln y Neftal; para que se cumpliera el orculo del profeta Isaas:

    "Tierra de Zabuln, tierra de Neftal, camino del mar allende el Jordn, Galilea de los gentiles! El pueblo postrado en tinieblas ha visto una intensa luz, a Jos postrados en paraje de sombras de

    muerte una luz les ha amanecido" (Mt 4, 12-16).

    Para dar comienzo a su apostolado, Jess no se estableci en un ambiente judo, sino en las fronteras del mundo judo, en la proximidad de las otras naciones. Desde que comienza su pre-dicacin, su palabra atrae a oyentes de los cua-tro puntos del horizonte, de Ja Decpolis, Siria, Lbano y Transjordania.

    Sobre Galilea, el pas de Cristo, hemos de decir que ya en tiempos del profeta Isaas era llamada Galilea de los gentiles. En tiempos de san Mateo, la mitad de su poblacin era pagana, y se practicaban los cultos venidos de los pases vecinos, como el culto de Venus en

  • 70 LA SALVACIN ES PARA TODOS

    Dan. Galilea, adems, era bilinge: se hablaba el arameo, que era la lengua de Cristo, y tam-bin el griego. Ciertamente, estos hechos tuvie-ron influencia en Jess y en el cristianismo de los primeros tiempos, que enseguida ampli su misin a los gentiles.

    Desde el principio, el mensaje fue procla-mado en griego, lo que le haca accesible a las naciones que haban experimentado la influen-cia cultural de Grecia. La atmsfera de Galilea era totalmente distinta de la de Judea; desde luego, no era judaizante, como la de la primera comunidad cristiana de Jerusaln. La expresin los postrados en parajes de sombras de muer-te, que tradicionalmente se aplicaba a los isra-elitas, quiz se aplicaba tambin a los gentiles que habitaban estas regiones.

    Jess fue, pues, a establecerse en Cafar-nam, en los confines entre el mundo judo y el mundo pagano. San Mateo deja entrever que Jess alquil una casa en esta ciudad como cen-tro permanente de su apostolado. Ahora bien, esta decisin, segn el texto de Mateo, est vin-culada al encarcelamiento de Juan Bautista. Jess pudo considerar que su vida estara en peligro si estableca el centro de su predicacin en Nazaret o en otra ciudad del interior del pas.

    Desde Cafarnam, Jess poda pasar fcil-mente a la Decpolis o a la otra orilla del lago de Tiberades. Pero lo ms importante era que desde esta ciudad podan escucharle los genti-les, habitantes de las naciones de alrededor.

    II PARTE - JESS REVELA AL PADRE 71

    El pas de Judea estaba cerrado sobre s mismo. Si Jess se hubiera instalado en l desde el prin-cipio, se habra aislado del resto del mundo, y su voz no se habra escuchado fuera de Judea.

    Instalado a orillas del lago, su fama se expande en todas direcciones, y de todas partes vienen a escucharle y pedirle curaciones. Ms tarde veremos que, cuando se estableci en Judea, se qued terriblemente aislado. Ahora, por el contrario, recorre el pas en todas direc-ciones, atraviesa el mar y vuelve a Cafarnam. Su irradiacin es inmensa.

    Recorra Jess toda Galilea, enseando en sus sinagogas, proclamando la Buena Nueva del Reino y sanando toda enfermedad y toda dolen-cia en el pueblo. Su fama lleg a toda Siria; y le traan a todos los pacientes aquejados de enfer-medades y sufrimientos diversos, endemoniados, lunticos y paralticos, y los sanaba. Y le sigui una gran muchedumbre de Galilea, Decpolis, Jerusaln y Judea, y del otro lado del Jordn (Mt 4,23-25).

    Cul es el mensaje que acompaa a esta acti-vidad y subyace a estos milagros y curaciones? Jess predica un arrepentimiento que haga posible acoger la venida del Reino. La Buena Nueva es la proclamacin de la venida del Reino. Esta proclamacin y la promesa de la resurreccin son los dos fundamentos de la esperanza de los hombres. Esta esperanza pro-viene de la visin nocturna del profeta Daniel (Dn 7,13-14), que presenta la salvacin final de

  • 72 LA SALVACIN ES PARA TODOS

    toda la humanidad, social, poltica y espiritual-mente, mediante la puesta en prctica de la accin soberana de Dios, que establece la justi-cia y la paz tanto en la tierra corno en el cielo. Pero el gran problema sigue siendo el estable-cimiento del Reino de Dios en esta tierra.

    El Reino de Dios es algo misterioso; no se puede decir que est aqu o all. Desde luego, no es una teocracia, porque bien sabemos por la historia que las teocracias elaboradas por los creyentes se convirtieron en tiranas. El reinado de Cristo en los corazones es el fundamento del Reino de Dios en este mundo. Este reinado de Cristo aqu abajo es un boceto del Reino, que no culminar hasta el fin de los tiempos, cuan-do Cristo, despus de triunfar sobre lo que Pablo llama los principados y dominaciones, devuelva al Padre la humanidad entera, para que Dios sea todo en todos. Nadie puede des-cribir lo que ser este Reino, y todas las imge-nes que se den de l son engaosas. Pero algo podernos percibir de l si entramos en lo profundo de nuestro corazn para encontrar a Cristo, en quien el Reino de Dios ya es una realidad ..

    II PARTE - JESS REVELA AL PADRE

    7 El Reino de Dios est cerca

    (Me 1,15)

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    Despus de relatar que Jess se estableci en Cafamam, a las orillas del mar, Mateo dice sencillamente: Desde entonces comenz Jess a predicar y a decir: "Convertos, porque el Reino de los cielos est cerca!" (Mt 4,17). Marcos da una versin algo diferente, pero que nos ayuda a comprender el mensaje de Jess:

    Despus que Juan fue preso, march Jess a Galilea; y proclamaba la Buena Nueva de Dios: "El tiempo se ha cumplido, y el Reino de Dios est cerca; convertos y creed en la Buena Nueva" (Me 1,14-15).

    La Buena Nueva, lo que nosotros llamarnos Evangelio, es el anuncio de la salvacin que trae Jess, el cual no anuncia su reino sino el de su Padre. l no es ms que el agent~ y men-sajero de esa salvacin. Cuando dice que el Reino de Dios est muy cerca, habla en lengua-je proftico. Es verdad que los tiempos se han cumplido y que el Reino de Dios est a nuestra puerta. Pero, en trminos de historia humana, se necesitarn millones de aos para que esta pro-feca se cumpla. La realidad es que todos son llamados a entrar en el Reino de Dios; ahora bien, como dice Pedro, esta salvacin univer-sal slo alcanzar su cumplida realizacin al fin de los tiempos, cuando todo vuelva a Dios (1 p 1,3-5).

  • 74 LA SALVACIN ES PARA TODOS

    Cristo es en su persona el Reino de Dios hecho realidad en la tierra, puesto que es el Verbo hecho hombre. Pero su cuerpo msti- -co, que va construyndose al rit!11o de la _his-toria no es todava el Reino de Dios anunciado por Cristo. Puesto que t?do ser h~mano est destinado a llegar a ser Cnsto, el Remo se cons-truye da tras da, a medida que _el Verbo de Dios va hacindose un cuerpo destmado a estar constituido por toda la humanidad.

    Ninguna Iglesia cristiana puede l?rete_?~er el ttulo de Iglesia de Cristo en sentido umco Y absoluto. No hay que asimilar, por tanto, Iglesia catlica y Reino ~e Dios en su inte~ gridad. Algunos telogos piensan que llegara un da en que toda la humanidad ser reunida en la Iglesia catlica. Es posible; pero, P?r el momento, no es eso lo que ven nuestros OJOS, y la historia no apunta en esa direccin.

    El Reino de Dios que anuncia Jess debe verse, por tanto, en la perspectiva de una es~atologa que los contemporneos de J.ess pudie-ron creer muy prxima, como tambin lo cr~en ciertos cristianos de hoy. Pero esta perspectiva debe ser aplazada hasta el fin de los tiempos, del que nadie sabe el da, y menos an_ la ?ora. La Realeza de Dios sobre el pueblq JUd10 se extender sobre el mundo entero. Este es el centro del mensaje. El aparente exclusivismo de la salvacin para los judos se ha transfor-mado en la salvacin por un judo, Jess de Nazaret, que hizo que el mensaje explosionara

    11 PARTE - JESS REVELA AL PADRE 75

    hasta alcanzar dimensiones csmicas. sta es la Buena Nueva que produjo el efecto de una bomba en la teologa del Pueblo elegido.

    Cristo vino para ensearnos a decir no a Satans, el prncipe de este mundo, y S al Padre, corno lo hizo Jess. Llegar un da en que Cristo vencer a todos los poderes satni-cos y podr entrar en la gloria del Padre, segui-do de la humanidad entera.

    El Reino de Dios sobre la humanidad slo ser realidad definitiva al final de los tiempos, despus de lo que los evangelios nos presentan como el juicio universal. La historia humana habr alcanzado entonces su fin, y la salvacin de todos y cada uno quedar establecida para siempre. Entonces Cristo habr conseguido convencer a todos los seres humanos de la exis-tencia de Dios y de su amor.

    El Reino de Dios es un misterio que se rea- . liza lentamente en el corazn de cada persona. Es una realidad que est ya escondida en cada uno de nosotros, como la semilla de mostaza hundida en la tierra o como la levadura oculta en la masa. Este fermento anima a todos los seres humanos, sea cual sea la Iglesia o la reli-gin a que pertenezcan. Efectivamente: el Reino de Dios no est ligado a una religin, sino a una relacin personal con Dios. Por eso, en el juicio final el tema nico sern las virtu-des humanas que toda persona puede y debe practicar.

  • 76 LA SALVACIN ES PARA TODOS

    Cr:isto se tomar todo el tiempo que sea necesario para que el Reino de Dios llegue a ser una realidad, como lo dice Pablo en la primera. carta a los Corintios:

    Luego ser el fin, cuando [Cristo] entregue a Dios Padre el Reino, despus de haber destruido todo Principado, Dominacin y Potestad ... Cuan-do hayan sido sometidas a l todas las cosas, entonces tambin el Hijo se someter a Aquel que le someti todas las cosas, para que Dios sea todo en todos (1 Cor 15,24.28).

    Entonces Cristo no habr destrozado a sus ene-migos, sino que los habr conquistado por la fuerza de su amor. Sus enemigos no sern ven-cidos, sino convencidos.

    Hay en nosotros mismos territorios que escapan al control divino, en los que todava no reina Cristo. Hay zonas fronterizas en las que oscilamos entre la sumisin a Dios y la sumi-sin a lo que llamamos los poderes del mal. Y hay tambin algn territorio en el que Cristo reina con su reino de paz, de justicia y de amor. Este territorio, en el que Dios reina, se extiende poco a poco hasta abarcar todo nuestro ser. Pero se impone reconocer que esto no se realizar plenamente hasta la resurreccin de los cuerpos ... sin poder comprender, no obstan-te, lo que esto implica. Para aclararnos slo tenemos la experiencia de la resurreccin de Cristo, modelo anticipado de nuestra propia resurreccin.

    II PARTE - JESS REVELA AL PADRE 77

    . El Reino de Dios no puede alcanzar su ple-mtud en este mundo. Continuar construyndo-se despus de la muerte, cuando avancemos de claridad en claridad. Por tanto, el Reino no puede ser identificado con la Iglesia. Ninguna Iglesia cristiana puede pretender tener el mono-polio _del reino de Cristo para la edificacin de

    su,~emado. En esta perspectiva, resulta proble-matico pretender que slo la Iglesia catlica posee la plenitud de los medios de salvacin porque el nico medio de salvacin es Cristo' y Cristo no es posesin de ninguna Iglesia. So~ las Iglesias todas las que le pertenecen a l.

    !_ si el Magisterio afirma que la Iglesia catohca posee la plenitud de los medios de sal-

    va~in, ello no significa que, en su espritu, Cnsto no sea el nico ~

  • TERCERA PARTE

    LA BUENA NUEVA

    Si nos fatigamos y luchamos, es porque tenemos puesta la esperanza en Dios vivo, que es el Salvador de todos los hombres, principalmente de los creyentes. Predica y ensea estas cosas (1 Tm 4, 10-11).

  • 1 Me ha enviado a anunciar a los pobres

    la Buena Nueva (Le 4,18)

    Cristo vino a traernos una buena noticia, la Buena Nueva. Ahora bien, sta se presenta en la vida de Cristo bajo muy distintos aspec-tos. Podemos intentar descubrirla escuchando cmo la manifiesta Cristo. Por debajo de sus palabras, de sus enseanzas y de sus actos, po-demos descubrir poco a poco cul es la Buena Nueva ms asombrosa, la ms sorprendente. Cristo no vino a consolarnos contndonos ba-gatelas. No vino a decimos: La Buena Nueva es que unos cuantos de vosotros se salvarn ... No se habra atrevido a llamar a eso la Bu e na Nueva. Cmo podra yo decir a los fieles de otras religiones que la Buena Nueva es que, de entre todos ellos, unos cuantos se salvarn y los dems se condenarn para siempre? San Pablo, que tena el espritu de Cristo, no duda en afir-mar que Dios vivo es el Salvador de todos los hombres, principalmente de los creyentes (1 Tm 4, 10-11 ). Por tanto, aunque algunos cuentan con ventaja, nadie es excluido. As es como Dios muestra su justicia y su amor.

    Poco despus de empezar su predicacin, vuelve Jess a Nazaret, donde haba crecido. Segn su costumbre, el sbado fue a la sinago-ga para hacer la lectura.

  • 82 LA SALVACIN ES PARA TODOS

    Le entregaron el libro del profeta Isaas, y l, desenrollando el volumen, hall el pasaje donde estaba escrito: "El Espritu del Seor est sobre m, porque me ha ungido. Me ha enviado a anun-ciar a los pobres la Buena Nueva, a proclamar la liberacin a los cautivos y la vista a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos y proclamar el ao de gracia del Seor" (Le 4,17-19).

    La finalidad de esta Buena Nueva es restaurar al ser humano en su dignidad fundamental de hijo de Dios, para hacer de l una persona madura, feliz y libre ante Dios. Si el Verbo de Dios se ha hecho hombre, es para ayudamos a vivir en ple-nitud nuestra vida humana.

    Cristo no vino a predicamos una doctrina sublime que hiciera de nosotros seres etreos. La Buena Noticia no es que Cristo vaya a sacamos de nuestra condicin humana. Todo lo contrario: vino a mostrarnos cmo se puede alcanzar la talla del ser humano perfecto. Los signos de la venida del Mesas no son fenme-nos extraordinarios.

    En aquel momento -nos dice Lucas-, cur a muchos de sus enfermedades y dolencias y de malos espritus, y dio vista a muchos ciegos. Y les respondi: "Id y contad a Juan lo que habis visto y odo: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan, se anuncia a los pobres la Buena Nueva: y dichoso aquel que no se escan-daliza de m!" (Le 7, 21-23)

    III PARTE - LA BUENA NUEVA

    Es preciso aadir aqu la frase que menciona la Biblia de Jerusaln a propsito del texto de Isaas ... y a vendar los corazones rotos (Is 61,1). Es seguro que ste fue uno de los aspectos ms importantes de su apostolado; pe-ro es un hecho que a los apstoles y a las mul-titudes les impresionaban ms los milagros fsi-cos que haca Cristo. Entre los beneficiarios de estas curaciones, haba un gran nmero de mujeres que inmediatamente siguieron a Jess, le sirvieron y le amaron entraablemente.

    Es razonable interpretar el anuncio de la Buena Nueva a los pobres a la luz de la prime-ra bienaventuranza segn la versin de san Ma-teo: Bienaventurados los pobres de espri-tu, porque de ellos es el Reino de los Cielos (Mt 5,3). Aqu, la posesin del Reino o, mejor, la entrada en el Reino est vinculada a la pobre-za de espritu. La pobreza de espritu es la humildad, la sencillez, la aceptacin de la pro-pia impotencia. Es, en pocas palabras, el cora-zn vaco de s mismo y de todo cuanto pueda entorpecerlo. Es el vaciamiento del corazn, del que hablan los maestros espirituales; el corazn al que se le hace ayunar para que tenga sed de Dios. Este vaco del corazn nos hace aceptar que Dios reina en todos los niveles de nuestro ser, no slo en el de los actos y los sentimien-tos, sino tambin en el nivel ms profundo del espritu, all donde nuestro ser humano est en relacin inmediata con Dios por la accin del Espritu.

  • 84 LA SALVACIN ES PARA TODOS

    Si no recuerdo mal, san Agustn dice de Jess que era el pobre de solemnidad. Se hizo pobre, no despojndose de prerrogativas divinas, sino vacindose por un acto de kno-sis absoluta. Interpretar la knosis como des-pojo no es sino traicionar el texto de Pablo. Cristo se vaci de s mismo hasta hace