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Repaso Histórico De La Teoria La cuestión nacional surgió como problema teorico en el siglo XIX. No fue un mero azar. La historia ya había proporcionado a Marx la materia real. Así esclarecíase la imagen de Hegel: "El buho de Minerva no emprende su vuelo hasta la caída del cre- púsculo". Desde un punto de vista académico la cuestión nacio- nal era un fenómeno genuino del ascenso capitalista. Pero esta época de guerras y revoluciones depara muchas sorpresas a las Academias, aún las de "marxismo". La aparición del proble- ma nacional en la edad del capital financiero habría de sumir a muchos "marxistas" en un confuso terror. La cuestión nacional fue para Marx, Engels y sus discípulos un problema típico de la consolidación institucional del capitalismo. Antes de la victoria burguesa sobre la dispersión feudal, la "na- ción" no poseía; tal como la conocemos en nuestros días, una estructura jurídica, una racionalización funcional de sus provin- cias, una clara delimitación de sus límites formales. Existían "Estados", pero su unidad económica, la correlación de su mer- cado interno con el aparato legal y político de las naciones mo- dernas no se obtuvieron sino con el triunfo com pleto de la bur- guesía. La nueva clase impuso al mundo un ajuste desconoci- do hasta ese momento. Fue entonces que el marxismo modeló acerca de la cuestión nacional un conjunto de ideas que, en substancia, ha permanecido eficiente para interpretar las cau- sas profundas que originan los movimientos nacionales de hoy. Resumiendo la experiencia acumulada por el marxismo durante el último siglo. Lenín definía la esencia económica de la cues- tión nacional: "En todo el mundo, la época del triunfo definitivo del capitalismo sobre el feudalismo estuvo ligada a movimientos nacionales. Económicamente, estos movimientos se basan en que, para que sea posible un triunfo completo de la producción mercantil, es preciso, que la burguesía conquiste el mercado interior; es preciso que territorios con población de un solo idio- ma adquieran cohesión estatal, quedando eliminados cuantos obstáculos se opongan al desarrollo de ese idioma y a su con- solidación en la literatura. El idioma es el medio esencial de trato entre los hombres la unidad de idioma y su libre desarrollo es una de las condiciones más importantes de una circulación mer- cantil realmente libre y amplia, que responda al capitalismo ac- tual; de una agrupación libre y amplia de la población en todas las diversas clases; es, por último, lo que condiciona la estrecha relación del mercado con todo propietario o pequeño propietario, vendedor y comprador". La Cuestión Nacional En Italia y Alemania En el problema nacional se distinguen dos grandes periodos his- tóricos. El derrumbe del feudalismo con su natural secuencia, la expansión capitalista, es el primero. En los países occidentales la. formación de las naciones se realizó sobre una base nacional homogénea, coincidiendo aproximadamente con la formación de Estados centralizados: Francia e Inglaterra, exceptuando Ir- landa. La actividad económica del capitalismo se expresó por primera vez en Italia. La burguesía italiana, sin embargo, necesitaría quinientos años para consumar la unificación nacional, compen- sando las ventajas e inconvenientes de su primogenitura con un plástico y rico proceso histórico. El perfil nocturno de -Dante Alighieri domina ese momento: "el ocaso de la Edad Media feu- dal y la aurora de la época capitalista contemporanea vieron aparecer en escena una figura gigantesca. Dante fue al mismo tiempo el último poeta del Medioevo y el primer poeta de la nueva era". (Engels). En Alemania la burguesía aborrecía más al movimiento prole- tario y popular que la dominación de los "junkers". El siglo XIX fue testigo del vivo duelo librado entre los treinta y seis príncipes germanos y la alta y baja nobleza, contra los cam- pesinos, los artesanos, los obreros y la burguesía comercial e industrial, incluyendo alianzas precarias con esta última en per- juicio de las masas. A pesar de que los distintos gobiernos di- násticos alemanes arrebataban continuamente las conquistas UNTREF VIRTUAL | 1 América Latina: Un Pais Su Historia Su Economia Su Revolución Jorge Abelardo Ramos Capitulo I. La Cuestion Nacional Como Problema

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Historia Social y politica

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  • Repaso Histrico De La Teoria

    La cuestin nacional surgi como problema teorico en el sigloXIX. No fue un mero azar. La historia ya haba proporcionado aMarx la materia real. As esclarecase la imagen de Hegel: "Elbuho de Minerva no emprende su vuelo hasta la cada del cre-psculo". Desde un punto de vista acadmico la cuestin nacio-nal era un fenmeno genuino del ascenso capitalista. Pero estapoca de guerras y revoluciones depara muchas sorpresas alas Academias, an las de "marxismo". La aparicin del proble-ma nacional en la edad del capital financiero habra de sumir amuchos "marxistas" en un confuso terror.

    La cuestin nacional fue para Marx, Engels y sus discpulos unproblema tpico de la consolidacin institucional del capitalismo.Antes de la victoria burguesa sobre la dispersin feudal, la "na-cin" no posea; tal como la conocemos en nuestros das, unaestructura jurdica, una racionalizacin funcional de sus provin-cias, una clara delimitacin de sus lmites formales. Existan"Estados", pero su unidad econmica, la correlacin de su mer-cado interno con el aparato legal y poltico de las naciones mo-dernas no se obtuvieron sino con el triunfo com pleto de la bur-guesa. La nueva clase impuso al mundo un ajuste desconoci-do hasta ese momento. Fue entonces que el marxismo modelacerca de la cuestin nacional un conjunto de ideas que, ensubstancia, ha permanecido eficiente para interpretar las cau-sas profundas que originan los movimientos nacionales de hoy.Resumiendo la experiencia acumulada por el marxismo duranteel ltimo siglo. Lenn defina la esencia econmica de la cues-tin nacional: "En todo el mundo, la poca del triunfo definitivodel capitalismo sobre el feudalismo estuvo ligada a movimientosnacionales. Econmicamente, estos movimientos se basan enque, para que sea posible un triunfo completo de la produccinmercantil, es preciso, que la burguesa conquiste el mercadointerior; es preciso que territorios con poblacin de un solo idio-ma adquieran cohesin estatal, quedando eliminados cuantosobstculos se opongan al desarrollo de ese idioma y a su con-

    solidacin en la literatura. El idioma es el medio esencial de tratoentre los hombres la unidad de idioma y su libre desarrollo esuna de las condiciones ms importantes de una circulacin mer-cantil realmente libre y amplia, que responda al capitalismo ac-tual; de una agrupacin libre y amplia de la poblacin en todaslas diversas clases; es, por ltimo, lo que condiciona la estrecharelacin del mercado con todo propietario o pequeo propietario,vendedor y comprador".

    La Cuestin Nacional En Italia y Alemania

    En el problema nacional se distinguen dos grandes periodos his-tricos. El derrumbe del feudalismo con su natural secuencia, laexpansin capitalista, es el primero. En los pases occidentalesla. formacin de las naciones se realiz sobre una base nacionalhomognea, coincidiendo aproximadamente con la formacinde Estados centralizados: Francia e Inglaterra, exceptuando Ir-landa.

    La actividad econmica del capitalismo se expres por primeravez en Italia. La burguesa italiana, sin embargo, necesitaraquinientos aos para consumar la unificacin nacional, compen-sando las ventajas e inconvenientes de su primogenitura con unplstico y rico proceso histrico. El perfil nocturno de -DanteAlighieri domina ese momento: "el ocaso de la Edad Media feu-dal y la aurora de la poca capitalista contemporanea vieronaparecer en escena una figura gigantesca. Dante fue al mismotiempo el ltimo poeta del Medioevo y el primer poeta de lanueva era". (Engels).

    En Alemania la burguesa aborreca ms al movimiento prole-tario y popular que la dominacin de los "junkers".

    El siglo XIX fue testigo del vivo duelo librado entre los treinta yseis prncipes germanos y la alta y baja nobleza, contra los cam-pesinos, los artesanos, los obreros y la burguesa comercial eindustrial, incluyendo alianzas precarias con esta ltima en per-juicio de las masas. A pesar de que los distintos gobiernos di-nsticos alemanes arrebataban continuamente las conquistas UNTREF VIRTUAL | 1

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    Capitulo I. La Cuestion Nacional ComoProblema

  • polticas obtenidas por la burguesa, por el propio desarrollo delas fuerzas productivas se vean obligados a otorgarle concesio-nes en el dominio de la poltica econmica. En 1818 se cre laTarifa proteccionista en Prusia -uno de los principados msmaduros- y en 1827 se fund el Zollverein (Unin aduanera ale-mana), que alcanz plena vigencia despus de la guerra conAustria, en 1866. Desde esta fecha puede considerarse realiza-da desde el punto de vista econmico la revolucin nacional ale-mana. Bismarck lleva adelante en 1870 la principal consignapoltica y jurdica de la burguesa, cuya importancia histricapara la clase obrera alemana: resumi Marx en un significativoaforismo: "Para los obreros, todo lo que centralice a la burgue-sa es por supuesto favorable". El puo del "canciller de hierro"cumpli esa tarea progresiva con medios reaccionarios: el ejr-cito prusiano, guardia de corps del viejo aparato feudal, realizla unificacin alemana a espaldas de las masas. Desde muchotiempo antes Marx y Engels haban juzgado imprescindible esaexpulsin de las impurezas orgnicas heredadas de los viejosestados para fundar una moderna plataforma en la lucha polti-ca del proletariado. La paradoja fue que un "junker", con un ejr-cito "junker" (feudal por su espritu y composicin polticos, bur-gus por su tcnica) realiz una revolucin "desde arriba cuyosfrutos aprovechara la insignificante y cobarde burguesa alema-na. "Al miserable estado en que se encuentra la burguesa ale-mana le debemos el hecho de que sta guerra haya sido ordena-da por Guillermo I, Bismarck y Ca., y que debamos hacer decirmisas por su glorificacin pasajera si la conducen con xito. Espor cierto muy desagradable, pero no se puede cambiar. Peromagnificar el antibismarckismo al punto de transformarlo en elnico principio conductor, sera absurdo. En primer lugar, Bis-marck, igual que en 1866, nos est haciendo un poquito de nues-tro trabajo, a su manera y sin proponrselo, pero de todos modoslo est haciendo. Nos est limpiando el terreno mejor que antes".As estimaba Engels el carcter contradictorio, pero inequvoco,de la unificacin alemana.

    En Europa oriental la organizacin de los Estados centralizadosse realiz antes de la destruccin del feudalismo, por exigenciasdefensivas contra las invasiones turcas y mongoles. La consti-tucin de esos estados revesti un carcter mul tinacional

    (Rusia, Austria, Hungra) singularizado por la opresin de variasnacionalidades por otras ms poderosa. Las naciones burgue-sas occidentales nacan a la vida histrica sin problemas inter-nos de opresin nacional, a diferencia de los Estados multina-cionales del oriente europeo, que al subyugar en el seno de susestados centralizados a pequeas nacionalidades preparabaninevitablemente futuros estallidos revolucionarios. De ah la im-portancia que para el triunfo de la revolucin rusa determin laopresin de los grandes rusos sobre las nacionalidades "alge-nas" en el viejo imperio zarista.

    El Problema En La Epoca Imperialista

    El segundo perodo histrico de la cuestin nacional est sea-lado por el nacimiento del imperialismo. Corresponde a estafase la transformacin de los antiguos Estados nacionales delOccidente capitalista en Estados "multinacionales", eufemismoempleado para designar la desvergonzada apropiacin de nue-vos territorios por medio de la fuerza. Asistimos en esta etapaa la integracin no ya de las naciones sino de los imperios, y ala inmersin del problema nacional en la cuestin colonial. Elimperialismo es la transicin hacia una forma de capitalismomoribundo, cuya esencia econmica es el monopolio.

    Para las potencias europeas qu en el "pacfico" siglo XIX con-trolaban una nfima parte de los continentes atrasados (Asia,Africa, Amrica Latina), su poltica colonial no era monopolista,es decir, procedan segn las reglas de la abundancia: era untipo de "ocupacin libre". Pero en la etapa imperialista, todos losterritorios coloniales ya se han repartido, lo mismo que las zonasde influencia. Ms necesitado an de territorios econmicos queen su afable ciclo anterior, el imperialismo procede a una redis-tribucin peridica del mundo colonial. La penetrante observa-cin de Clausewitz cobra aqu pleno valor: "La guerra es la con-tinuacin de la poltica, pero por otros medios". El apetito de ma-terias primas, combustibles y mano de obra barata, una irrefre-nable necesidad de nuevas zonas para la inversin de capitales,el control de las comunicaciones, y la disputa feroz por los mer-cados mundiales, son otros tantos signos distintivos del imperi- UNTREF VIRTUAL | 2

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  • alismo contemporaneo. Los elementos histricos nacidos delviejo estado, nacional (la libre concurrencia, el racionalismo, laprudente moral burguesa, la democracia parlamentaria), sonbarridos como escorias del pasado. El estado nacional es tras-cendido. Las guerras devastadoras entre las potencias imperia-listas rivales o el "taln de hierro" fascista contra el proletariadollegan a ser las armas primordiales en la lucha moderna por laplusvala mundial. El imperialismo se convierte en el ms pode-roso freno para los pases atrasados que desean alcanzar el ni-vel econmico posibilitado por la tcnica. Aliado con las clasesnativas ms reaccionarias, estrangula la vida econmica de lospases coloniales y semicoloniales al mismo tiempo que les nie-ga el disfrute de los derechos y libertades polticas bsicas.

    El bolchevismo de la poca de Lenn y Trotsky tuvo el privilegiode sealar la fusin ntima del problema nacional y la cuestincolonial, como un factor poderoso de la revolucin contempo-ranea. "Cul es la idea ms importante, la idea fundamental denuestras Tesis? - preguntaba Lenin en el Segundo Congreso dela Internacional Comunista-. Es la distincin entre pueblos opri-midos y pueblos opresores. Nosotros subrayamos esta distincinen oposicin a la II internacional y a la democracia burguesa".

    A la poca de desarrollo preimperialista del capitalismo, corres-pondi simtricamente la consolidacin de la socialdemocracia,que de partido de la aristocracia obrera se convirtio en agentede la burguesa entre el proletariado. En este idlico periodo defines de siglo los dirigentes de la II Internacional estudiaron elproblema nacional, pero con una limitacin su inters fu rete-nido nicamente por algunas nacionalidades que sin irona po-dramos llamar "oprimidas privilegiadas". Los sensatos social-demcratas no concedan su tiempo sino a irlandeses, checos,polacos, finlandeses, servios, armenios, judos y otras naciona-lidades de la Europa "civilizada". Excluan casualmente de suseruditos estudios a los hindes, africanos, indochinos, indone-sios, arabes, latinoamericanos... a las tres cuartas partes de lahumanidad!

    Es justamente esa importante porcin de la poblacin mundial,la que por rara coincidencia proporcionaba a la burguesa impe-

    rialista europea y americana los superbeneficios que, le han per-mitido hasta hoy corromper a parte de su proletariado y remacharlos anillos en las narices de los diputados socialdemcratas.

    La descomposicin de la III Internacional despus de la muertede Lenn, fu un movimiento reflejo de la burocratizacin cre-ciente del Estado sovitico. Esa declinacin corrompi su tradi-cin ideolgica en la cuestin nacional. La Internacional Comu-nista jug cada vez ms el rol de oficina poltica de la diploma-cia burocrtica. El Thermidor sovitico encontr su manifes-tacin trgica en la poltica china; de "firme aliado" puesto en lasnubes por Mosc, Chiang-Kai-Shek descendi a verdugo de losproletarios de Oriente (1925-1927). Tal fu el resultado de la so-breestimacin del carcter "revolucionario" de la burguesa colo-nial. La crisis histrica de la Internacional Comunista asumi uncarcter oficial con la poltica suicida del partido comunista ale-mn en 1933, que cedi las calles y el poder a Hitler. A partir deesa derrota, la burocracia tendi a obtener un acercamiento conlas "democracias" occidentales (Frentes Populares) esto aca-rre una ruptura aguda con la politica colonial leninista. La Inter-nacional Comunista lleg a "fascistas" o "nazis" (y ese perodode decoloracin ha sido superado) a todos los movimientosnacidos en las colonias de los pases imperialistas con los quela burocracia sovitica intentaba lograr un acuerdo: India, Am-rica Latina, etc. El perodo de "unin sagrada" durante la ltimaguerra imperialista representa el grado ms abyecto de esapoltica.

    La crisis postblica de los antiguos aliados "amantes de la paz",obliga al stalinismo a un nuevo viraje en la cuestin colonial,como en todas las dems. Los obreros avanzados, sin embar-go, estn aprendiendo ya a distinguir al leninismo genuino de suactual caricatura burlesca.

    Sobre la Cuarta Internacional recae la inmensa tarea de unir alos explotados del mundo colonial bajo la bandera del marxismo.Podemos y debemos encontrar el camino a la conciencia de losobreros negros, chinos, hindes, y de todos los oprimidos delocano humano de las razas de color, a quienes pertenece lapalabra decisiva en el desarrollo del gnero humano". Estas pa- UNTREF VIRTUAL | 3

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  • labras de Len Trotsky estn includas en su carta "Ms cercade los obreros de color!"; que seala incisivamente el deber delos revolucionarios metropolitanos hacia el proletariado de lospases atrasados y condena todo orgullo racial aun embrionariohacia los hermanos de clase de razas diferentes. Al eminentecompaero de Lenin, corresponde, precisamente, la iniciativade haber planteado por primera vez en la literatura marxista latarea central de la revolucin latinoamericana. En 1934, el Se-cretariado de los bolcheviques-leninistas public un documento,escrito por Trotsky, titulado "La Cuarta Internacional y la guerra".En ese trabajo se expresan claramente los trminos del proble-ma nacional en Amrica Latina: "La Amrica del Sur y Centralslo podrn liberarse del atraso y de la servidumbre por la uninde todos sus estados en una poderosa federacin. Esta gran-diosa tarea histrica est destinada a ser realizada, no por laatrasada burguesa latinoamericana, agencia totalmente prosti-tuda del imperialismo extranjero, sino por el joven proletariadolatinoamericano, lder del destino de las masas oprimidas. Enconsecuencia, la consigna de lucha contra la violencia y las intri-gas del capitalismo mundial y contra el trabajo ensangrentadode las camarillas indgenas de "compradores", es los EstadosUnidos Soviticos de Centro y Sud Amrica". La frmula deTrotsky posea un contenido legtimo. As lo ha confirmado lahistoria de nuestros das; y las lecciones de esta ltima, a suvez, nos han permitido descifrar la clave de nuestro pasado.

    La ley del desarrollo desigual, calificada por Lenn como una leyabsoluta del capitalismo, opera de un modo acusado en el pe-rodo imperialista. Esta ley se manifiesta mundialmente por laexistencia de un pequeo grupo de naciones explotadoras, diri-gidas por el capital financiero, un grupo un poco ms ampli depases capitalistas menores, algunos dependientes y un vastosistema colonial. La diferente correlacin del proceso econmi-co y poltico, ya planteada en los comienzos del rgimen capita-lista, asume en nuestro tiempo enormes proporciones. Cuandoel capitalismo ingresa en la historia encuentra un mundo condistintos grados de evolucin econmica, poltica y cultural. Elpoderoso impulso del capitalismo no hace ms que desarrollaresas diferencias, agregndoles sus propias contradicciones enuna escala mundial, retrasando algunos pases o continentes,

    empujando otros hacia adelante, segn las cambiantes condi-ciones polticas y financieras de su curso, y la influencia de losfactores geogrficos e histricos previos.

    Amrica Latina y Su Problema Nacional

    Es en esta epoca en pleno siglo XX, que la cuestin nacional ha-ce su aparicin en Amrica Latina. Si este problema despliegahoy su verdadera magnitud, no es porque nuestro concepto for-me parte de un mundo en expansin triunfante, como las nacio-nes que pugnaban por constituirse en el pasado siglo, sino poruna infraccin al esquema tradicional. Es la del capitalismo impe-rialista y no su desarrollo la fuerza motora de este tardo proceso.En Amrica Latina no se ha reproducido el itinerario clsico de laevolucin econmica, que comienza en el comunismo primitivo yculmina con el capital financiero. Por el contrario, el desarrollocombinado, que es una variante del desarrollo desigual, ha traza-do sobre el mapa histrico del continente una extraa amalgamade perodos diferentes: junto a la ltima expresin de la tcnicaindustrial sobreviven las formas de produccin ms elementales.En las minas de estao del grupo Patio, en Llagaba, levantan suimponente estructura las instalaciones mecnicas ms modernasde Bolivia. En los miserables campos adyacentes, campesinosquechuas labran la tierra con arados de madera, inmodificadosdesde los Incas. Estas aleaciones monstruosas son rasgos nor-males de la penetracin imperialista en Amrica Latina.

    En su perodo de consolidacin nacional, los pases adelanta-dos prepararon su etapa imperialista acoplando a su economala de los pases atrasados. Tal fue el rol de Inglaterra y EstadosUnidos. Por la desfiguracin del desarrollo histrico indepen-diente del continente latinoamericano, extrajeron la plusvala ne-cesaria para supercapitalizarse. El capitalismo europeo y mstarde el imperialismo, modelaron la economa del continente deacuerdo a las exigencias rtmicas de su poltica mundial, deriva-da a su vez de la evolucin al imperialismo. Los factores geogr-ficos, climticos y geolgicos que haban originado inicialmenteciertas caractersticas s econmicas en las colonias espaolas(minera en el Bajo y Alto Per, ganadera en Argentina, Uru- UNTREF VIRTUAL | 4

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  • guay y Venezuela, caf en Brasil, azcar en Cuba, cacao enEcuador), se convirtieron por obra del capital extranjero en cate-goras econmicas de dimensiones hipertrficas, volvindoseinsuperable? obstculos histricos para un desarrollo diversifi-cado de las fuerzas productivas.

    Los Estados Unidos fueron en Amrica Latina los ms decididossostenedores de la unilateralidad econmica, y al mismo tiempolos enemigos tenaces y prfidos de su unificacin, nica salidapara una incorporacin efectiva del continente al mundo moder-no. "Los Estados Unidos, que basaron su grandeza nacional enla unificacin de sus estados, impiden que los pueblos de Lati-noamrica hagan lo mismo. Los civilizadores cierran el paso alos que se civilizan", escriba Trotsky. Las economas monocul-toras de los pequeos estados latinoamericanos han sido liga-das al mercado mundial controlado por el imperialismo. Esta su-bordinacin condujo a una inestabilidad social crnica, pues lascrticas alternativas del rgimen capitalista internacional casti-gan el standard de vida de los pases atrasados; la ausencia dedefensas econmicas orgnicas los hace vctimas inmediatas delas convulsiones mundiales. A este hecho se aade que el impe-rialismo, para reducir su propia crisis redobla la explotacin colo-nial, cercenando salarios y profundizando la miseria nacional.

    La poltica britnica y norteamericana en Amrica Latina duranteel siglo XIX consisti, segn hemos visto, en paralizar el desa-rrollo econmico con la ayuda de los explotadores nativos, vin-culados al comercio de exportacin. La viabilidad de su polticaconstrictora qued establecida al fragmentar el continente en unmosaico de pequeos estados, fcilmente manejables por sepa-rado. Amrica Latina, por razones derivadas del atraso espaol,lleg demasiado tarde a la historia mundial. Los fundamentosmateriales de su revolucin burguesa, cuyo primer y ms impor-tante objetivo era la unificacion nacional, fueron ahogados por elimperialismo. Es obvio que Espaa haba legado su particula-rismo feudal, facilitando en cierto sentido la desarticulacion deli-berada promovida por el capitalismo extranjero.

    La creacin de un estado nico en Amrica Latina ha alcanza-do conciencia terica solamente en nuestros das. Tampoco se

    trata de un accidente. Recin ahora nuestra cuestin racional hamanifestado la soltura y plenificacin de sus fuerzas internas.Sus cimientos fueron construdos por las tres grandes crisis delimperialismo: la guerra imperialista N 1, la depresin de 1929,la guerra imperialista N 2. Al quebrantar las relaciones econ-micas tradicionales con las metrpolis, la crisis actu como pro-pulsora de la industria nacional: Argentina, Brasil, Mxico y otrosestados vieron surgir una burguesa nativa. Aprovechando elodio de las masas contra el imperialismo, esta burguesa semi-colonial se apoy algunas veces sobre ellas para negociar me-jores condiciones con el opresor extranjero. En, todos los casosesas fricciones ayudaron involuntariamente a elevar el nivel pol-tico y la conciencia revolucionaria de las masas, y en primer lu-gar, del proletariado.

    En la cuestin nacional latino-americana se engendra y acentacada vez ms poderosamente la cuestin social. Con la fuerza dela evidencia empieza a comprenderse que la nica clase capazde resolver intrpida y profundamente la tarea de unificar AmricaLatina, consumar la revolucin agraria y expulsar al imperialismoes la clase obrera. Las medidas socialistas emergern de tangrandiosa lucha, para amalgamarse con las tareas nacionales enel proceso de la revolucin permanente.

    La cuestin nacional en Amrica Latina ha venido a plantearse,en resumen, cuando la tarea histrica de nuestro tiempo es laabolicin de las fronteras nacionales y la organizacin socialistade la economa mundial. Sin embargo, lejos de significar unaaberracin, una debilidad o un obstculo al proceso internacio-nal de la revolucin, la cuestin nacional y colonial en nuestrapoca es uno de los ms poderosos factores para que la crisisinterior y exterior del imperialismo alcance su plenitud. La reso-lucin de las tareas nacionales no verificadas por la burguesa,ha pasado por completo a manos del proletariado moderno, tan-to de los pases avanzados como de los atrasados.

    Descifrar las peculiaridades de Amrica Latina en su incorpo-racin a la historia mundial, es el propsito declarado de estelibro. Sin embargo, antes de abordar los problemas polticos quetodo examen terico implica, hemos considerado necesario son- UNTREF VIRTUAL | 5

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  • dear la historia de la fragmentacin nacional de Latino Amrica.El desarrollo de la Argentina ocupa preferente lugar en dichoexamen.

    Para comprender su presente, ser forzoso conocer las causasremotas que lo prefiguran, y que arrancan del atraso de la viejaEspaa, de su descubrimiento y de su aventura americana.

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    Jorge AbelardoRamos

  • A burguesa industrial argentina encontr las fuerzas motricesde su desarrollo en las cuatro crisis mundiales del rgimen capi-talista: 1873, 1914, 1929 y 1939. Es indiscutible que la ley deldesarrollo desigual del capitalismo posterg histricamente elcrecimiento industrial de los pases atrasados; las convulsionesimperialistas aflojaron su asfixiante abrazo empujando al mundocolonial a una intensa y breve industrializacin: Argentina, India,Egipto, Australia.

    El significado de esta evolucin as como el de la lucha contrael imperialismo fue trazado claramente por Lenin en sus "Tesissobre la cuestin nacional y colonial": "La dominacin extranjeraobstaculiza el libre desarrollo de las fuerzas econmicas. Es poresto que su destruccin es el primer paso de la revolucin en lascolonias y es por esto que la ayuda aportada a la destruccin dela dominacin extranjera en las colonias no es, en realidad, unaayuda al movimiento nacionalista de la burguesa indgena, sinola abertura del camino para el proletariado oprimido. Existen enlos pases oprimidos dos movimientos que cada da se separande ms en ms: el primero es el movimiento burgus democrti-co nacionalista que tiene un programa de independencia polti-ca y de orden burgus; el otro es el de los campesinos y obre-ros, ignorantes y pobres, por su emancipacin de toda clase deexplotacin".

    El Gobierno Militar

    Cuando estall la revolucin militar, la burguesa industrial noexista polticamente. La economa haba sufrido, sin embargo,un cambio en su estructura. El poder monopolizado por los te-rratenientes ya no representaba la verdadera relacin de fuer-zas de la clase dominante. La oligarqua diriga el pas como porderecho divino. Pero las cifras prepararon sarcsticamente surespuesta a un rgimen poltico sentenciado.

    En 1937, segn Bunge, el valor de la produccin agropecuariaalcanz a $ 4.017 millones de pesos y el valor agregado por laindustria a $ 2.633 millones. En 1943, el valor agregado por laindustria superaba en varios centenares de millones a la produc-cin agropecuaria.

    Orientada como siempre hacia los mercados exteriores, la oligar-qua ya se sobreviva en el poder. Un milln de obreros industria-les (en 1949, ya un milln y medio) permanecan al margen de lavida pblica y an de la vida sindical, pues las grandes organiza-ciones obreras dirigidas por los burcratas socialistas y comunis-tas slo agrupaban a las capas obreras ms privilegiadas, influ-das generalmente por la propaganda "democrtica". La burguesaindustrial se haba concentrado, siguiendo la orientacin geogr-fico-econmica impuesta por el imperialismo, en la periferia de laGran Buenos Aires; con ella se haba creado un cinturn proleta-rio que dara una sorpresa plebeya a la poltica argentina.

    Rawson, Ramrez y Farrell fueron los jefes pblicos de las tenden-cias militares despus del 4 de junio. Todos ellos fueron expresinde las luchas internas del ejrcito, que buscaba una solucin es-table para los formidables problemas que acarreaba el goce delpoder. La neutralidad sostenida por el ejrcito frente a la guerraimperialista, estableci una paradoja. Mientras los civiles "demo-crticos" (pacifistas profesionales), pugnaban por sumergir al pasen la guerra mundial de bandidos, los militares "nazis" (profesio-nales de la guerra) lo apartaban del sucio y sangriento negocio.Pero un anlisis de las clases actuantes mostrara que la parado-ja era ms aparente que real. El ejrcito crey que defenda la"soberana nacional". Aunque no le faltaba algo de razn, lo cier-to es que protega en su gran oportunidad a la burguesa indus-trial. El ejrcito fue su partido poltico inconsciente; la burguesaindustrial no comprendi tampoco el rol objetivo de los militares.Pern se elev sobre ambos como el poltico consciente de lanueva clase; la inepcia de sta ltima lo movi a buscar en el e-jrcito y en el proletariado los dos puos de su poltica.

    A pesar del rgimen convulsivo del perodo militar, el coronelPern dirigi basicamente la orientacin econmica, la polticasocial y las relaciones exteriores. De su perspicacia sobre el dis- UNTREF VIRTUAL | 7

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    Jorge AbelardoRamos

    Capitulo XI. La Revolucin De Junio y Su Proceso

  • positivo de las clases actuantes extrajo todo su poder. Su ambi-cin personal, que la ceguera opositora exager monstruosa-mente hasta convertirla en el origen de vagos complots "nazis", nojug en el proceso ms que un rol conexo, aunque espectacular.

    El rgimen militar disolvi el Parlamento, intervino las provincias,removi algunos jueces, prohibi los partidos tradicionales. Estosltimos, por el tipo combinado de nuestra economa, tenan uncarcter contradictorio, pues coexistan en ellos tendencias repre-sentativas de la burguesa nacional o del imperialismo. La revolu-cin de junio puso en marcha un proceso crtico que reubic a lastendencias polticas, segn sus fundamentos de clase.

    La Corte Suprema, amaestrada histricamente en el serviciodomstico de la oligarqua, se apresur en una acordada a re-conocer el nuevo gobierno, mostrando el ms doctrinario interesen conservarse a si misma.

    Continuando y profundizando la poltica de Castillo, el gobiernomilitar inici abiertamente una poltica nacional burguesa: allanla Compaa Argentina de Electricidad y la Italo, interviniendo sucontabilidad; intervino la Corporacin de Transporte; expropi laCompaa Primitiva de Gas; estudi las bases para una nuevatarifa de avalos aduaneros; cre el Banco de Crdito Industrial;desarroll las industrias militares. Despus de diez aos de in-terrupcin volvi a funcionar el Ferrocarril Trasandino, que uneel pas a Chile, iniciando una poltica destinada a culminar conla unin aduanera. Se fletaron las primeras unidades para laFlota fluvial de carga, con el fin de incrementar la vida comercialde los pueblos del interior.

    A todo esto el imperialismo vigilaba. El momento de poner elgrito en el cielo haba llegado: los gobiernos del interior (Cr-doba, Buenos Aires, Catamarca, Corrientes, Tucumn, Mendo-za, Santa Fe y Salta) expropiaron servicios de agua corriente,electricidad (yanquis) y tranvas. El gobierno argentino era "fas-cista"! La balanza estaba inclinada por la frase feliz.

    Se desat entonces una violenta campaa continental - con unsubstancioso apoyo local- en pro de "la libertad de comercio" y

    de las otras libertades. El imperialismo yanqui olvidaba pruden-temente -Londres prefiri no recordrselo- que haca dos siglosla burguesa norteamericana era proteccionista contra la libre-cambista Inglaterra. Es cierto que en aquella poca la oligarquaalgodonera del Sur estadounidense era socia de la industria tex-til inglesa. La historia se repeta, aunque Wall Street omitiera suslecciones.

    Durante toda esta campaa, que fundamentalmente no ha termi-nado, el imperialismo yanqui no disimul su propsito de reser-var para s la herencia colonial inglesa. La poltica nacionalistaargentina era un serio obstculo, a la vez que un pernicioso ejem-plo. La industrializacin argentina y la unificacin latinoamericanasurcaban como fugaces espectros por el Departamento de Esta-do. Por su parte, Gran Bretaa mantena una despechada pasivi-dad frente a la ofensiva yanqui.

    El Nuevo Rgimen Y La Clase Obrera

    En los seis primeros meses del rgimen militar se desarroll con-tra el movimiento obrero una brutal ofensiva: clausura de sindica-tos, detencin de sus dirigentes y activistas, supresin de la pren-sa revolucionaria. A partir del 2 de diciembre de 1943, en que elcoronel Pern tom la direccin de la Secretara de Trabajo y Pre-visin, la orientacin gubernamental modific su rumbo.

    Las grandes organizaciones sindicales estaban dirigidas por vie-jos burcratas educados en el servilismo hacia la burguesa na-cional (tendencia de la USA) o del imperialismo "democrtico"(tendencia de la CGT, orientada por socialistas, sindicalistas ycomunistas).

    "Desde la invasin de Rusia por los ejrcitos hitleristas - deca"Frente Obrero"- se llev por parte de los stalinistas y socialistasdel grupo Prez Leirs, una poltica obrera coincidente que ten-da a transformar toda lucha proletaria por reivindicaciones in-mediatas en una lucha por la unidad nacional, que impulsara ladeclaracin de guerra al Eje. Por ejemplo: la agitacin en el gre-mio metalrgico -en el que se presentaban condiciones por de- UNTREF VIRTUAL | 8

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  • ms favorables- se desvi en el sentido de vocingleros pedidosal gobierno de Castillo para que rompiera relaciones con el Ejey evitara la paralizacin de la industria metalrgica, que, segnellos, sobrevendra a consecuencia del bloqueo econmico delos Estados Unidos (el ingente desarrollo posterior de la indus-tria metalrgica demostr que la previsin de Girardi y Ca. erauna patraa miserable, tendiente a desviar el movimiento de supropio cauce).

    "En otros gremios, como los frigorficos, en que el principal mer-cado consumidor lo constituan las Naciones Unidas, la polticastalinista tuvo una variante no menos canallesca. Mientras hip-critamente simulaban hacer gestiones para conseguir mejoras,sembraban un terrorismo ideolgico contra cualquier brote huel-gustico, afirmando: no hay que entorpecer la produccin paralos ejrcitos de la libertad. Mientras los obreros rojos dan su vi-da en los campos de Ucrania, ningn obrero debe dejar de tra-bajar (como si disminuir en algo las ganancias de los dueosde los frigorficos, pudiera influir en la defensa de la URSS!).Despertaban la desconfianza contra los obreros que no resigna-ban a dejar pasar ese momento favorable, acusndolos velada-mente de agentes nazis".

    La desercin del stalinismo asumi un doble carcter, nacionaly social: traicion al proletariado como clase y al pas como se-mi-colonia oprimida. Esa traicin de los viejos partidos obrerosprostitudos por el imperialismo o la burocracia sovitica fue unregalo del cielo para el coronel Pern. En realidad, form su ca-pital poltico.

    Sin disminuir la intensidad de la represin hacia los sindicatosdirigidos por stalinistas y socialistas, el coronel realiz una polti-ca de divisin y absorcin de los sindicatos, promovi la forma-cin de nuevos dirigentes dciles a su propia poltica, y conce-di mejoras econmicas a grandes sectores del proletariadoque nunca haban sido organizados por los partidos tradiciona-les y que constituan la nueva generacin obrera. Apoyado en laola de prosperidad, dict una serie de decretosleyes que forma-ron un cuerpo de legislacin social protectora de la clase obrera.Aunque la burguesa industrial se mostr reacia a esas medi-

    das, la lluvia de oro nacional permiti que Pern las impusiesedesde arriba, a la bonapartista. No vacil en llamar al proleta-riado a defender sus conquistas con la lucha abierta. En ciertasoportunidades los obreros tomaron al pie de la letra la invitaciny la sobrepasaron ms all de los lmites del derecho burgus.En efecto, en numerosos conflictos, - rpidamente sofocados oarreglados- los obreros ocuparon las fbricas, inaugurando en elpas los mtodos revolucionarios ms audaces.

    El coronel Pern persegua varios objetivos: barrer a los partidosobreros desprestigiados en el movimiento obrero, creare unabase popular y subordinar al mismo tiempo las organizacionessindicales a la tutela del Estado, es decir, de la burguesa nacio-nal. Es preciso recordar que el movimiento obrero haba estadodurante dcadas bajo la influencia del imperialismo y sus agen-tes. La poltica de Pern, basada en el ascenso econmico de laburguesa industrial, encontr su ms sorpresivo apoyo en elabandono de sus deberes de clase por los viejos partidos y en elimpetuoso carcter que imprimi el alto ndice de ocupacin obre-ra a la lucha por la organizacin sindical.

    La inexistencia de un verdadero partido revolucionario le permi-ti canalizar ese "boom" proletario. y utilizarlo para sus propiosfines. Sin embargo, el conjunto de la legislacin social arranca-do por el proletariado por su accin de clase a la burguesa, conel apoyo de Pern, habra sido conseguido an en mejores con-diciones por una lucha independiente. El vaco dejado por elpartido revolucionario decapit la autonoma del movimientoobrero, en un momento excepcionalmente favorable para desli-garse de la corrompida burocracia stalinista-socialista. No es o-cioso aclarar que la "independencia" del proletariado en la po-ca del imperialismo es una ficcin; esa "independencia" slopuede ser conquistada a condicin de que los sindicatos seandirigidos por militantes revolucionarios, sin compromisos con lasclases enemigas o sus agentes polticos "obreristas".

    El coronel Pern actu sin estorbos. La radicalizacin mundialde postguerra, cuyas profundas ondas afluyeron a la Argentina,coincidi con el surgimiento de la burguesa nacional. Ella en-contr en Pern a su ms resuelto y lcido poltico. Si la bur- UNTREF VIRTUAL | 9

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  • guesa argentina en su rpido ascenso se hall personificada enun militar, la radicalizacin del joven proletariado nacional noencontr debidamente formado a su propio partido. Esos doscaminos de clases diferentes cruzados en un punto. dieron porresultado el peronismo. El apoyo del proletariado permiti al co-ronel Pern elaborar, una poltica nacional consistente frente alimperialismo. Simultneamente, la clase obrera rompa sus la-zos con los partidos obreros descompuestos hasta los huesos ydaba un nuevo paso de avance hacia su prxima e inevitableindependencia de clase.

    Dicho de otro modo, la clase obrera retir su apoyo al imperia-lismo y lo otorg a la burguesa nacional. La vanguardia revolu-cionaria pagaba con esos altos intereses la lentitud de su desa-rrollo como partido.

    La poltica obrera de Pern ha sido calificada muy diversamentepor la "oposicin democrtica". Lo cierto es que en su realiza-cin el coronel se vio obligado a emplear un lenguaje que era elnico que poda entender la clase trabajadora. Desde los bal-cones de la Secretara de Trabajo y Previsin lleg a citar laspalabras de Marx: "La emancipacin de los trabajadores ha deser obra de los trabajadores mismos".

    Toda una generacin obrera ha sido educada en ese idioma po-ltico que, bajo las guirnaldas patriticas, inasimilables por elproletariado, constituyen las primeras letras de su alfabeto revo-lucionario. El orgullo de clase despertado no volver atrs. Y lasconquistas sociales sern un clavo ardiendo en las manos de laburguesa. En tales elementos se encierra el explosivo secretode las batallas que librar nuestro proletariado en el proximomaana.

    Cmo explicar la "demagoga" de Pern? No hay en esto nadaenigmtico. El coronel represent a la misma burguesa lati-noamericana que, con el general Lzaro Crdenas, expropi elpetrleo imperialista, apoyada en las amplias masas obreras ycampesinas.

    La brutal extorsin econmica que el imperialismo realiza en lospases atrasados y que ya hemos aludido repetidas veces, mue-ve a veces a la burguesa nacional a apoyarse en su propio pro-letariado.

    Trotsky ha escrito luminosas lneas sobre este asunto: "... elgobierno nacional, en la medida en que procura resistir al capi-talismo extranjero, est obligado en mayor o menor grado a apo-yarse en el proletariado. Por otra parte, los gobiernos de esospases atrasados que consideran inevitable o mas provechosomarchar hombro contra hombro con el capitalismo extranjero,destruyen las organizaciones obreras e implantan un rgimenms o menos totalitario. As, la debilidad de la burguesa nacio-nal, la ausencia de una tradicin de gobierno comunal propio, lapresin del capitalismo extranjero y el crecimiento relativamenterpido del proletariado mina las bases de cualquier clase de r-gimen democrtico estable. Los gobiernos de pases atrasados,es decir, coloniales y semi-coloniales, asumen en todas partesun carcter bonapartista o semi-bonapartista; difieren uno deotro en esto: que algunos tratan de orientarse en una direccindemocrtica, buscando apoyo en los trabajadores y campesi-nos, mientras que otros instauran una forma de gobierno cerca-na a la dictadura policaco-militar. Esto determina asimismo eldestino de los sindicatos. Ellos estn bajo el patronato especialdel Estado o sometidos a cruel persecucin. El tutelaje por partedel Estado est dictado por dos tareas que ste tiene queafrontar: 1) : Atraer a la clase obrera, ganando as un apoyo parasu resistencia contra las pretensiones excesivas de parte del im-perialismo; 2) : Al mismo tiempo, regimentar a los trabajadores,ponindolos bajo el control de una burocracia".

    A diferencia de Chile, Brasil o Per, la burguesa argentina se haorientado, hasta ahora, en un sentido democrtico, utilizando ala clase obrera en sus escaramuzas con el imperialismo. Esteapoyo no lo obtuvo sin pago riguroso. Una formidable red desindicatos y una legislacin social de lo ms completa que pue-de esperarse en un pas semi-colonial en la poca del imperia-lismo, ayudaron al proletariado argentino para expandir su fuer-

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  • za y estructurarla. Dejando de lado su cubierta "nacional" esafuerza desnudar en el momento oportuno su fisonoma revolu-cionaria: es una bomba de tiempo.

    La Situacin Nacional. La Politica Mundial. La PresinDel Imperialismo

    La revolucin de junio estall en momentos en que la suerte de laguerra imperialista no haba madurado para una decisin. El rgi-men militar evolucion rtmicamente con la situacin europea.

    Sus primeras medidas econmicas fueron replicadas por el im-perialismo yanqui con una campaa redoblada -periodstica, di-plomtica, financiera- que por su perfidia y particular carctercanallesco evoc la ofensiva britnica contra Mxico con moti-vo del petrleo. La oligarqua, con sus cohortes estudiantiles ylos partidos "democrticos" ampli su eco en el pas. Hasta esemomento el proletariado se mantuvo polticamente indiferente:los denodados intentos del stalinismo para movilizar en defensade la "democracia" a los obreros qu haba traicionado hasta elda anterior, concluyeron en uri fracaso pattico. La clase obrerales volvi la espalda.

    Las fracciones militares que luchaban por el poder estaban in-fludas por fuerzas de distinta naturaleza. Los principales crcu-los de la Armada escuchaban con preferencia la arrulladora vozdel imperialismo; el Ejrcito era predominantemente "naciona-lista". Pero cuando la derrota del Eje fu evidente en la arenamundial y la poltica obrera de Pern aterr a la propia y mez-quina burguesa industrial, que no vea ms all de sus planillasde pago, la ofensiva oligrquica imperialista alcanz su "climax".La personalidad del embajador Braden, que en el Caribe llama-ran "embajador en mangas de camisa", determin frreamentela orientacin de la "oposicin democrtica".

    Los ncleos de la pequea burguesa estudiantil -la triste gene-racin del 45- asumieron cada vez ms un franco caracter impe-rialista. El dinero de la oligarqua terrateniente provey impren-tas clandestinas y armas automticas: fu el cemento del hero-

    ico "maquis" yanqui-argentino. La Marcha de la Constitucin yde la Libertad, realizada el 17 de septiembre de 1945 como undesfile arrogante de la coalicin imperialista "democrtica", per-miti reunir a Rodolfo Ghioldi, Antonio Santamarina, NicolsRepetto y Joaqun de Anchorena bajo una misma bandera. Qunoble unin! Se supona en el Departamento de Estado que esaimponente demostracin de fuerzas bastara para decidir a lascumbres del Ejrcito a desplazar del poder a Pern. No se equi-vocaban los "expertos" de Washington.

    El predominio mundial de los Estados Unidos despus de la de-rrota de Alemania ti su poltica de un carcter provocador. Ladiplomacia yanqui vea en la poltica nacionalista del grupo Fa-rrell - Pern una base eventual para la creacin de un Estado la-tinoamericano que destruira el poder yanqui en el continente.Sobre dicha valoracin Braden realiz intensos preparativos pa-ra el derrocamiento del gobierno. La presin sobre las fuerzasarmadas lleg a una concentracin tal, que el 8 - 9 de octubre de1945 la oficialidad de Campo de Mayo dio un golpe de estado.

    Detenido Pern, como resultado del "clamor pblico", se ofreci alProcurador General de la Nacin, Dr. Juan Alvarez, la formacinde oun gabinete oligrquico de "conciliacin nacional". Planteadala nueva situacin, las fuerzas se dividieron: la Armada propusoentregar el gobierno a la Suprema Corte (agente directo de la oli-garqua, pero el Ejrcito, representado por el coronel Avalos, tratde llegar a un acuerdo con el jefe del radicalismo yrigoyenista-nacionalista, Sabattini, para una continuacin de la poltica ante-rior bajo nuevas formas.

    Mientras la oligarqua semi triunfante elevaba himnos en sus sa-lones, en las altas esferas militares se jugaba la suerte del po-der. Algo extrao -no obstante- comprometi el delicado equili-brio obtenido. El cinturn rojo de Buenos Aires realiz el 17 deoctubre una impresionante demostracin de las fuerzas obreras.La clase obrera argentina barri de las calles, en una mareaincontenible, a la conspiracin imperialista e impuso el regresode Pern, personificacin episdica de sus conquistas sociales.Con vertiginosa continuidad los acontecimientos mostraron a lasclases en su verdadera articulacin. A muchos e insignificantes UNTREF VIRTUAL | 11

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  • "marxistas" la poltica argentina de esos das hirvientes los vol-vi menos marxistas y ms insignificantes. Se les antoj que el17 de octubre era una demostracin de la "barbarie poltica" delproletariado: tal juicio mostraba inequvocamente su propia bar-barie. Bajo la hipnosis de la propaganda imperialista, el peridi-co stalinista "Orientacin" destil el 24 de octubre su despechoantiobrero:

    "Pero tambin se ha visto otro espectculo, el de las hordas dedesclasados haciendo vanguardia del presunto orden pernista.Los pequeos clanes con aspecto de murga que recorrieron laciudad, no representan ninguna clase de la sociedad argentina.Era el malevaje reclutado por la polica y los funcionarios de laSecretara de Trabajo y Previsin para amedrentar a la pobla-cin". As hablaba el stalinismo del proletariado argentino, al quesimultneamente traicionaba.

    La clase obrera cambi en pocas horas el curso de la polticanacional. Con la fuerza motriz del proletariado, el movimientonacional alcanz su manifestacin ms acusada. Al defender aPern prob su voluntad de salvarguardar sus condiciones devida y de batir al imperialismo yanqui.

    Cuando fu detenido el coronel, la burguesa industrial no com-prenda an su verdadero rol. Se repleg sin lucha, implorandoal cielo una buena solucin aduanera. Eso era todo! Los pelu-cones de la oligarqua fueron extrados de sus gabinetes. Lasvenerables sombras conspiraron junto a Braden, seleccionandofrmulas para devolver el poder al viejo rgimen. En ese instan-te preciso el proletariado impuso su vigoroso sello a los barrioscntricos de la ciudad, transformando la situacin bruscamente.En un verdadero ensayo general revolucionario, a pesar de lossmbolos primarios que defenda, el proletariado expres sufuerza de clase derrotando a la coalicin imperialista de un sologolpe. La burguesa nacional, por medio de Pern, fu a su za-ga, limando hbilmente las aristas del movimiento desplegado.

    Las manifestaciones del 17 y 18 de octubre demostraron al Ejr-cito que la poltica de Pern tena un fuerte apoyo nacional. La

    impopularidad de las fuerzas "democrticas" fu notoria: el gabi-nete oligrquico del Dr. Alvarez se disip en el curso de la luchade masas. Las distintas fracciones militares no tuvieron msremedio que llegar a un acuerdo. Sus trminos fueron simples yretrataron la verdadera situacin del pas: gobierno "neutral",manos libres a Pern para presentar su candidatura a la presi-dencia con el apoyo del aparato oficial y garanta de comicioslimpios. El imperialismo haba sufrido una nueva derrota. Las"chusmas" obreras impusieron su propia decisin, inaugurandouna nueva poca en la poltica argentina.

    Farrell Y La Nacionalizacin Del Banco Central

    Durante la ltima fase del gobierno de Farrell, infludo todavapor Pern, se prepar el camino a la poltica econmica del futu-ro gabinete con la nacionalizacin del Banco Central.

    Los "socialistas" se apresuraron a pontificar desde "La Van-guardia". Densos editoriales se esforzaron en probar que esanacionalizacin era un sntoma ms de la "nazificacin" del Es-tado. Sin embargo, el Banco Central -que el imperialismo inglsno pudo imponer ni a la India- estaba en manos del capital fi-nanciero britnico. Segn poda comprobar cualquier escolar enla contratapa de sus "Memorias", el directorio se integraba conun representante del Banco de la Nacin, con tino del Banco dela Provincia, con uno por el Poder Ejecutivo, por tres de los ban-cos nacionales, por dos de los bancos extranjeros y por cuatrodirectores en calidad de agricultor (lase terrateniente), ganade-ro, comerciante e industrial. La mayora virtual de votos estaba enmanos de la banca inglesa, por medio de los mltiples lazos quela unan a todo el sistema econmico argentino. Gran Bretaa re-gulaba de hecho la poltica econmica nacional (que por casuali-dad siempre coincida con los intereses britnicos) ; discerna elmanejo de divisas (indispensables para la seleccin del inter-cambio y llaves maestras de la industrializacin); y la emisin demoneda (derecho privativo de cualquier pas soberano). La na-cionalizacin del Banco Central restituy al Estado el manejo desu poltica financiera. Como buen gobierno burgus, el de Fa-

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  • rrell nacionaliz el Banco Central, indemnizando a los accionis-tas por inversiones que ya haban reembolsado varias vecescon el sudor y la sangre de los trabajadores argentinos.

    Wall Street Y La Lucha Electoral

    La campaa electoral se desarroll baj la monstruosa presinde la prensa y la radio imperialista, en el pas y en el continente.Esa propaganda intimidatoria desnaturaliz los trminos realesdel problema poltico en juego. La publicidad norteamericanadespleg su huracn de dlares en las tres Amricas, tendien-do una cortina de falsedad y cinismo pocas veces superada ensu rica histria. El dramtico duelo entre la "libertad" y el "despo-tismo" volva intil toda explicacin sensata, es decir, revolucio-naria.

    El Partido Socialista, al servicio de la oligarqua, conmova supblico de estudiantes y abogados con vibrantes apelaciones ala "ciudadana". El stalinismo viva un idilio pblico con AntonioSantamarina; su prensa desbordaba desprecio hacia "los ma-leantes del peronismo". Los radicales del Comit Nacional aren-gaban a la pequea burguesa urbana desde la tribuna costea-da por la Compaa Argentina de Electricidad. El jockey Club yel Centro de Ingenieros, la Universidad y los desiertos sindica-tos "libres", el comercio y la ganadera, "La Prensa" y "La Na-cin", la gente seria y solvente, las columnas del pas, en fin, seestrechaban en una compacta voluntad. Nadie estaba excludode ese slido frente. Nadie, salvo la clase obrera. Porque el pro-letariado se inclinaba hacia Pern, jefe de la burguesa nacional.Ya liemos indicado las razones objetivas de ese apoyo. Culfue la posicin de la vanguardia revolucionaria?

    El Trotskysmo Y El "Apoyo Critico"

    En la revista "Octubre", escribimos: "1) Que la "Unin Demo-crtica" era el agente poltico directo del imperialismo yanqui enel pas, baj la inspiracin inmediata de la oligarqua indgena;2) Que Pern representaba a la nueva burguesa industrial

    argentina, cuyos intereses entraban en relativo conflicto con losgrupos agropecuarios ligados al imperialismo anglyanqui; 3)Que la inexistencia de un partido revolucionario y las medidasobreristas y "antiimperialistas" de Pern haban movilizado a laclase obrera en su apoyo, despertndola de un letargo polticode aos; que en una lucha en la cual intervenandesnudamenteel imperialismo yanqui y la burguesa nacional industrial de unpas semiclnial, con el apoyo de amplias masas, era deber delos revolucionarios apoyar crticamente a la burguesa del passemi-colonial; 4) Que este apoyo condicional n significaba enmodo alguno sembrar ilusiones sobre el "antiimperialismo" dePern, sino ayudar a las masas, con el ritmo de su propia expe-riencia, a comprender que solamente el proletariado argentino ylatinoamericano podr luchar decididamente contra el imperia-lismo, implantando su propio poder como caudillo de todas lasclases oprimidas y explotadas; 5) Que este apoyo crtico debaservir a la luz de los hechos sucesivos del peronismo en elpoder, para que las masas comprobaran la impotencia histricade la burguesa nacional de realizar las premisas de su propiarevolucin y de unir a Amrica Latina en un poderoso Estado na-cional) ; 6) Que esa circunstancia haca recaer sobre los hom-bros del proletariado la misin de resolver las medidas demo-crtico-burguesas que la burguesa era incapaz de realizar pors misma; y que, finalmente, la colocacin en primer plano de lalucha antiimperialista significaba, en este momento, un pas im-prescindible para la educacin poltica del proletariado, para lamaduracin de su conciencia acerca de sus tareas nacionales,para el transito a un agudizado desarrollo de la lucha de clasesen el pas".

    La expresin "apoyo crtico" tuvo un curioso destino. Excluyendoa los calumniadores profesionales que nos designaron como"peronistas" -quiz para disimular que beban en secreto el nc-tar ideolgico de Walter Lippman-, esta frmula condicionadaorigin comentarios ms sutiles, pero no menos reaccionarios.En realidad, nuestra posicin no reclamaba para s el mrito dela "originalidad". Marx, Engels, Lenn y Trotsky fueron los emi-nentes forjadores de la poltica nacional y colonial del proleta-riado moderno. Si algn mrito podra reclamarse, es el de ha-berla aplicado en el momento oportuno, arte especfico de la UNTREF VIRTUAL | 13

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  • funcin poltica. "Frente Obrero" ante todo, y "Octubre", tienenderecho a reclamar ese privilegio, que destac al trotskysmo ar-gentino como la fraccin ms clarividente, profunda y audaz delmovimiento obrero.

    Cuando Marx y Engels apoyaron a Lincoln, jefe de la burguesaindustrial norteamericana en su guerra contra la oligarqua agr-cola del Sur, diseaban una pedagoga revolucionaria que no haperdido hoy un tomo de validez: ese apoyo situaba histrica-mente los planos de la lucha poltica del proletariado. Su deberen ese momento era limpiar la barbarie esclavista para unificarla nacin norteamericana y abrir la ruta a una verdadera luchade clases en todo el pas, lucha que debera culminar con el de-rrocamiento del propio Lincoln.

    En el primer captulo de este libro hemos citado las palabras conque Engels reconoca la tarea cumplida por Bismarck en la unifi-cacin alemana: "...nos est haciendo un poquito de nuestro tra-bajo, a su manera y sin proponrselo, pero de todos modos loest haciendo. Nos est limpiando el terreno mejor que antes".Marx y Engels enjuiciaron la guerra contra el Segundo Imperiode Napolen III, en su primera etapa, como una lucha de intersnacional para el pueblo alemn.

    Como incluso la mala fe supone cierta consistencia, nuestros re-gocijantes jueces se han visto forzados a tomar por un atajo (oh,un inocente atajo!) : nuestro "apoyo crtico" no habra sido a lalucha electoral o a determinadas medidas de nacionalizacin,como explcitamente consta en "Octubre", sino a la "poltica dela burguesa nacional en su conjunto". La mentira y la imbeci-lidad forman aqu una tierna pareja! Pero todo aquello que nollena un fin legtimo tiene vi a breve. Responderemos con Lenn:"...la poltica del proletariado, en el problema nacional (como entodos los dems problemas), slo apoya a la burguesa en unadireccin determinada, pero nunca coincide con su poltica". A-poyar la nacionalizacin de los ferrocarriles es propio de la pol-tica marxista, pero obviamente no lo es sostener, por ejemplo,la indemnizacin con que el gobierno burgus satisface a losaccionistas britnicos. Si justipreciar progresivo el monopolio

    estatal de la comercializacin de cereales es correcto, deja deserlo defender la enseanza religiosa. Etctera, etctera!

    Cuando Lenn luch por el derecho de Irlanda a separarse deInglaterra y elogi el herosmo de los terroristas irlandeses -aun-que no era partidario, como es sabido, del terrorismo como prin-cipio- no haca ms que aplicar consecuentemente la polticanacional del marxismo, a pesar de que no ignoraba la presenciade la burguesa irlandesa al frente del ejrcito republicano irlan-ds. Lo mismo podemos decir de su apoyo a la independencianacional de Polonia con respecto a la Rusia zarista o de las pe-queas nacionalidades algenas en la Gran Rusia bajo el domi-nio de los Soviets. Trotsky expres de una manera particularmen-te notable esta posicin en nuestra poca: "Cuando Abd-el-Krimse levant contra Francia, los demcratas y los socialdemcratashablaron con desprecio de la lucha de un tirano salvaje contra lademocracia; el partido de Len Blum sostena este punto de vista.Pero nosotros, marxistas y bolcheviques, considerbamos la gue-rra de los rifeos contra la dominacin francesa como una guerraprogresiva".

    En 1938, el general Lzaro Crdenas expropi con indemniza-cin los yacimientos petrolferos mexicanos de capital anglo-yanqui. Un escndalo internacional sigui a esta justa medida.El imperialismo enfil sus habituales bateras de calumnias con-tra el gobierno mexicano. Aunque el stalinismo de Mxico apoyla nacionalizacin, el stalinismo internacional la atac en virtudde las sagradas obligaciones que el "Frente Popular" impona asus pobres defensores. Gran Bretaa declar el boycott al pe-trleo mexicano. Crdenas se vio obligado entonces a venderloa los pases fascistas. Como era de esperar, la Gran Bretaa,que en ese momento estrangulaba la revolucin espaola, acu-s a Crdenas de "fascista". La democracia del petrleo! Aunalgunos trotskystas se permitieron en esa oportunidad atacar algobierno mexicano. Eran muy izquierdistas! Trotsky asumi ladefensa del gobierno y del pueblo de Mxico. Para sostener esaactitud no tuvo que violar sus principios; al contrario, fueron susprincipios revolucionarios los que movieron al gran caudillo a a-poyar a la burguesa mexicana por un acto que calific de "atre-

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    Jorge AbelardoRamos

  • vido y progresivo". "Sin forjarse ilusiones y sin asustarse por lascalumnias -escribi- los obreros avanzados prestarn un firmesostn al pueblo mexicano en su lucha contra los imperialistas.La expropiacin del petrleo no es ni comunismo ni socialismo:es una medida profundamente progresiva de autodefensa na-cional... El proletariado internacional no necesita identificar suprograma con el del gobierno mexicano. Para nada sirve a losrevolucionarios disfrazar, falsificar ni" mentir, como lo hacen loscortesanos de la escuela de la GPU que, en los momentos depeligro, venden y traicionan al ms dbil. Sin abandonar supropia fisonoma, toda organizacin obrera del mundo entero, yante todo de Gran Bretaa, tiene la obligacin de atacar impla-cablemente a los bandidos imperialistas, su diplomacia, suprensa y sus lacayos fascistas. La causa de Mxico, como lacausa de Espaa, como la causa de China, es la causa de todala clase obrera del mundo. La lucha alrededor del petrleo mexi-cano es una de las escaramuzas de vanguardia de los comba-tes futuros entre oprimidos y opresores". Los que no compren-dieron a Trostky en 1938, de igual manera que aqullos queidentificaron el trotskysmo con el antiperonismo en 1945, no tie-nen, evidentemente, obligacin alguna de entender nuestra po-ltica en 1949. El imperialismo piensa por ellos. Pero ellos, esos, apoyan objetivamente -y "crticamente"- al imperialismo consu lucha de roedores contra el partido revolucionario.

    En el curso de la ofensiva imperialista contra la Argentina, Pernfu acusado de "fascista", como Crdenas. El contenido declase de esta acusacin fu descifrado en -"Octubre" y "FrenteObrero".

    Existe sobre el sentido histrico concreto del "antifascismo" ydel "antiimperialismo" un testimonio elocuente. El militante obre-ro argentino Mateo Fossa visit a Len Trotsky en Mxico, haceonce aos. Interrogado por Fossa sobre el problema del fascis-mo en Amrica Latina, el "Viejo" contest: "Los agentes de losEstados Unidos, Inglaterra, Francia, Lewis, Jouheaux, Lom-bardo Toledano, los stalinistas, tratan de substituir la lucha con-tra el imperialismo por la lucha contra el fascismo. En los pa-ses de Amrica Latina los agentes de los imperialistas "demo-crticos" son especialmente peligrosos, desde que son ms ca-

    paces de engaar a las masas que los agentes declarados delos bandidos fascistas.

    "Tomar el ms simple y demostrativo ejemplo. En Brasil existehoy un rgimen semi-fascista que ningn revolucionario puedever sino con odio. Supongamos, sin embargo, que maana In-glaterra entrara en un conflicto militar con el Brasil. Yo le pregun-to: de qu lado del conflicto estar la clase obrera? Le contes-tar por m mismo, personalmente: en este caso yo estar departe del Brasil "fascista" contra la Inglaterra "democrtica".Por qu? Porque en el conflicto entre esos dos pases no seruna cuestin de democracia o fascismo. Si Inglaterra triunfara,pondra otro dictador fascismo en Ro de Janeiro y colocara unadoble cadena alrededor del Brasil. Si, por el contrario, triunfaraBrasil, ello dara un poderoso impulso a la conciencia nacional ydemocrtica del pas y llevara al derrocamiento de la dictadurade Vargas. La derrota de Inglaterra, al mismo tiempo, dara ungolpe al imperialismo britnico e impulsara el movimiento re-volucionario del proletariado ingls.

    "Verdaderamente hay que tener la cabeza vaca para reducirlos antagonismos mundiales y los conflictos militares a la luchaentre fascismo y democracia. Bajo cualquier mscara hay queaprender a distinguir a los explotadores, dueos de esclavos yladrones".

    La cuestin argentina en 1945 no difera, en, lo esencial, de losantecedentes histricos a que hemos aludido. El mrito polticodel movimiento nacional burgus encabezado por Pern consis-ti en haber arrojado una desnuda luz sobre las clases socialesargentinas.

    Como resultado de su impulso, todos los partidos se reagrupa-ron segn sus verdaderos fundamentos sociales. El atraso ge-neral del pas haba constitudo un freno para el surgimiento deun partido que representase los intereses nacionales de la bur-guesa. En los partidos clsicos se movan tendencias que seinclinaban a una estimacin comn de los fenmenos econmi-cos. Su cristalizacin contradictoria obedeca a la ausencia deuna burguesa industrial consolidada. El conservadorismo y sus UNTREF VIRTUAL | 15

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  • rganos periodsticos afines -"independientes"- haba contadocon un siglo de dominacin poltica para afirmarse como partido.En cambio, la burguesa industrial, nacida de los estertores delimperialismo, era muy dbil y estaba demasiado comprometidacon las viejas potencias para arriesgarse a formar un partidopropio. El golpe bonapartismo del 4 de junio liber las tendenciasreprimidas y las clasific segn los intereses emanados de lasclases. Antiguos socialistas, conservadores proteccionistas, radi-cales yrigoyenismos de la pequea burguesa agraria del inte-rior, viejos nacionalistas extremistas, los miembros de FORJA,formaron los cuadros dirigentes del peronismo. Aunque aspira atransformarse en partido, en realidad es demasiado heterog-neo, como la clase que representa, para augurarle vida perma-nente y slida. Pero toda profeca en este terreno es aventurada.

    Para los obreros, Pern signific el sacudimiento del yugo "de-mocrtico", representado por los sindicatos amarillos de "socia-listas" y "comunistas" al servicio del imperialismo. Lo reemplazpor otros sindicatos estatales y por otra burocracia que sin la au-reola socialista - comunismo, dar ms viabilidad a !a lucha irre-nunciable por la independencia de clase del proletariado.

    La irrupcin del proletariado en la arena poltica paraliz de ho-rror a los intelectuales de "izquierda".

    No fu difcil prever un natural desplazamiento a la reaccinabierta (Estados Unidos y su edn "democrtico"). La intelec-tualidad se convirti sin esfuerzo en una cnica apologista delimperialismo. Pero el proletariado pas por encima de ella sinpreocuparse de su traicin, mucho ms que de su existencia. Eladvenimiento del peronismo, que para la clase trabajadora im-plic un enorme progreso en su educacin, perspicacia y osadapolticas, para los intelectuales argentinos fu la seal de des-pedida de su antigua hipocresa "obrerismo" que floreci largosaos bajo el pabelln de "izquierda". De los obreros "cultos" deJuan B. Justo o Rodolfo Ghioldi, a la gran Democracia del Norte:tal fu, para nuestra "intelligentsia" vida de purificacin, su ca-mino de Damasco.

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  • Dos problemas bsicos enfrent Pern en el poder. El primerofue abrir el mercado latinoamericano a la produccin industrial yagrcola argentina. La obtencin de ese mercado de 140 millo-nes de personas hubiera resuelto no slo los problemas de laburguesa industrial en proporciones colosales, sino que hubie-se sido la nica autodeterminacin nacional autntica y la solu-cin del programa no manifiesto de Pern. Pero ese mercado -que amputaria a EE. UU. su ms rico botn en la explotacin con-tinental- tiene como prerrequisito la unificacin poltica de lasveinte repblicas. Al anlisis de sus tentativas y a la explicacinde su fracaso previsible consagramos el prximo captulo.

    El otro gran problema que la historia ofreci a la burguesa, yque est ligado al anterior, fu el de la creacin de la industriapesada.

    La Industria Pesada Y El Ejrcito

    El insuficiente desarrollo nacional, deformado por el imperialismodurante cien aos, haba impedido alcanzar el grado de capitali-zacin necesaria para fundar la industria pesada. La elabora-cin de aceros en cantidad y calidad es indispensable para ali-mentar a la industria constructora de mquinas. Esta proporcionaa la industria ligera la maquinaria y utililaje necesarios para sucontinuidad productiva y su ulterior expansin.

    La industria pesada es la clave de toda verdadera soberana na-cional. Para fundarla hacen falta dos recursos naturales: carbny hierro, as como levantar altos hornos. Aunque la Argentina noposee ninguna cuenca carbonfera importante, tiene yacimien-tos de hierro en Jujuy (Zapla) y se explotan actualmente minasde carbn en Ro Negro (Ro Turbio).

    La poltica minera tradicional de la oligarqua fu impedir la ex-plotacin de las minas por todos los medios. Desde las famosas

    "reservas", asignadas a agentes del imperialismo, que las man-tenan sin explotar, hasta los fletes ferroviarios prohibitivos, todoconvergi a neutralizar hasta la ms mnima posibilidad de unaindustria minera fuerte. A esa deliberada poltica del imperialis-mo se uni la ausencia de los cuantiosos capitales necesarios.Como es obvio, el capital financiero internacional no "provee di-nero destinado a crear una industria competitiva a las metrpo-lis, que aflojara inevitablemente los lazos de su dominacinpoltica.

    As como la inexistencia de una fuerza poltica propia oblig a laburguesa a empuar el ejrcito como partido, de la misma ma-nera utiliz al Estado como banquero para echar los cimientosde la industria pesada. La Direccin de Fabricaciones Militarescondujo la organizacin de ese sector econmico fundamental.Cuando los voceros imperialistas nativos invocaron a los "aman-tes de la paz" por la militarizacin del pas, fingan ignorar que laindustria militar que levant altos hornos en el Norte, as comola Marina que administra la explotacin carbonfera en el Sur,suplan -claro est que a costa del pueblo argentino- el raqui-tismo capitalista de la burguesa nacional.

    Esas fbricas y yacimientos no producen solamente armas, sinoque, como es pblico, proporcionan a la industria ligera privadaaccesorios y materias primas elaboradas para la produccincivil. Los crculos militares ms ligados a estas especialidadestcnicas y que, por consiguiente, poseen ms aptitudes de ge-neralizacin, se distinguen por su tendencia nacionalista intransi-gente. Estas fracciones militares encontraron en el nacionalismotradicional extremista su lgico aliado en la poltica de oposicina todo acuerdo comprometedor con los Estados Unidos.

    El sector de la industria pesada coincide con la burguesa liga-da a la industria liviana en la defensa del mercado interno de lacompetencia imperialista y en la poltica general de nacionaliza-ciones de servicios pblicos, as como en su hostilidad comnhacia el proletariado. En el terreno de la poltica financiera y lasrelaciones exteriores los separan algunas contradicciones quemencionaremos en seguida.

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    Capitulo XII. La Burguesia Industrial En El Poder

  • La historia de la industria liviana es rica en compromisos con elimperialismo. En realidad, toda su historia es un compromiso:"to be or not to be?". La burguesa nacional naci de las crisisdel imperialismo; y vivi siempre bajo su sombra, tiritando a laespera de un Mesas. Durante muchos aos dependi de lasviejas potencias para el abastecimiento de materias primas ymquinas indispensables. Su dependencia se remach con elsistema de crditos bancarios controlado por la City. Pero tena,a veces, algunos arrestos juveniles.

    En 1938 la Unin Industrial Argentina, a cuya cabeza se encon-traba Luis Colombo, ligado a Leng, Roberts and Co., compr elperidico ilustrado "Ahora", para realizar una tentativa lateral deexpresar sus intereses en alta voz. Por temor a las represaliasimperialistas, dej morir en 1940 el diario "Reconquista", que aldefender la neutralidad frente a la guerra, sostena directamentelos intereses fundamentales de la industria.

    Deslumbrada por el golpe de 1943 y su poltica proteccionista,sigui, sin embargo, atada al carro de la poltica extranjera. Sucobarda fue insuperable. Ella form en las filas de la "oposi-cin democrtica"! Solamente el poderoso ascenso del movi-miento peronista despert a sus jefes mas agudos y la lanzocomo clase a reconocer como suyo un gobierno que ya lo eradesde haca dos aos. Miguel Miranda se destac como su diri-gente ms cnico y capaz -un verdadero "patrn de combate".

    El primer perodo del gobierno de Pern se caracteriz por elabsoluto predominio de la industria liviana. La poltica de Mi-randa oscil entre dos puntos focales: apoyar el desarrollo velozde la industria pesada, capaz de proporcionarle con el tiempolas mquinas necesarias a la industria liviana o negociar unacuerdo con el imperialismo, susceptible de poner de inmediatoen sus manos equipos tcnicos. En el primer caso Mirandacomprenda demasiado bien que la industria pesada no puedelevantarse de la noche a la maana. Adems del lapso nece-sario para organizarla y ponerla en produccin satisfactoria -elcarbn es escaso y la Unin Aduanera con Chile, que podraproporcionarlo, estaba paralizada- haba que sumar la lucha po-ltica contra el imperialismo, poco dispuesto a admitir un compe-

    tidor latinoamericano. Un boycott a la industria ligera para pre-sionarla, no sera difcil en ese caso.

    En el segundo camino, Miranda hubiera estado dispuesto a sac-rificar el resto de la economa argentina y a hacer substancialesconcesiones polticas, con tal de salvar los intereses de la indus-tria liviana.. Pero la obstinada negativa del ala militar nacionalistale cerraba el paso. Por otra parte, Miranda no poda desconocerque una industria pesada argentina es imposible sin el mercadolatinoamericano, hoy obstruido por el imperialismo y la barbarieagraria. Esa gigantesca implicacin poltica -la unificacin del con-tinente- habra hecho flaquear el corazn no slo a hojalateros,sino an a burgueses ms "frreos". Coincidieron con la actituddel ala militar los grupos nacionalistas representados por el diario"Tribuna", que a pesar de sus divagaciones sobre la "tica admi-nistrativa" y la "corrupcin", no ignoraban el fondo del asunto.

    El Nacionalismo Y Su Politica

    Antes del 4 de junio los nacionalistas influyeron ideolgicamentesobre la oficialidad joven del ejrcito. A ellos debe en parte larevolucin militar su programa, su mito, su atmsfera. Despusdel golpe de estado, mantuvo contacto con la oficialidad msirreductible. Durante muchos aos el nacionalismo no haba si-do ms que una anticipacin terica de la burguesa nacional. Eldesarrollo econmico ofreci una base material a su programa,el 4 de junio abri la era de su realizacin. Muchos nacionalis-tas de la primera hora descendan de familias oligrquicas, y suideologa a veces reflejaba su origen social.

    La hostilidad contra el imperialismo yanqui, comn a la oligarquapor sus relaciones con el imperialismo ingls, era parte importan-te de sus ideas; como la misma oligarqua, esos nacionalistas nocomprendan el problema latinoamericano; como los terrate-nientes, eran antipanamericanistas, pero no latinoamericanistas("Frente Obrero"). Eso prueba la enorme influencia britnica, anen el pensamiento de los nacionalistas. Recin despus del sur-gimiento de la burguesa industrial, el nacionalismo argentino vis-lumbr parte del problema. UNTREF VIRTUAL | 18

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  • Cuando Miranda desarroll la poltica a que nos hemos referido,el nacionalismo agrupado en torno a "Tribuna" hizo un frentenico con el ala nacionalista del ejrcito, que representaba a laindustria pesada. Oscilando entre ambas tendencias se encon-traba Pern, que manifestaba los intereses generales de laclase.

    Hacia l confluyeron y por l se expresaron los distintos gruposde intereses. Se apoy alternativamente en uno o en otro, se-gn la coyuntura nacional e internacional. La eliminacin deMiranda parece haber dado al ala nacionalista mayor ingerenciaen la orientacin general. Pero su triunfo no es definitivo ni mu-cho menos. La soberana econmica nacional slo es concebi-ble dentro de los marcos de los Estados Unidos Socialistas deAmrica Latina.

    Los nacionalistas profesan una invencible repulsin de clase -muy justa, por otra parte- a toda poltica que implique una claravisin continental con la direccin proletaria que le es inevitable.Su limitacin los lleva a circunscribir la "soberana" nacionaldentro de los lmites argentinos, ignorando el problema latino-americano que es su necesaria rbita. Los ms audaces musi-tan a veces una vaga aspiracin de reconstituir el Virreynato; losms cautos imponen silencio: "no hay que provocar dificultadesdiplomticas".

    Todos los tericos y apologistas pequeos burgueses de la so-berana, que se han ocupado de nuestra historia, parten de lasiguiente premisa: los fundadores de la patria nos han traiciona-do, la dispersin del Virreynato es cosa hecha. Ahora hay queconservar la "soberana argentina". Los "padres de la patria", escierto, perdieron la patria continental. Y sus pequeos hijos vol-vern a traicionarla. Esto tambin es incuestionable. Ellos reflejanen la esfera terica la impotencia de la burguesa en la esferapoltica y militar. Ya ni suean en la solucin prusiana. Mejortodava! La clase obrera latinoamericana, nica fuerza capaz deunificar por medios revolucionarios el continente, tendr ancho ylibre el camino.

    De grupo insignificante, agresivo y groseramente chauvinistaaparecido durante la dictadura de Uriburu, el nacionalismo cre-

    ci, aunque profundamente dividido, hasta contar con una con-cepcin ms o menos coherente de su programa. Sus distintastendencias defendan la soberana poltica argentina, la recupe-racin de las fuentes de produccin y servicios pblicos (conindemnizacin, la creacin de un ejrcito fuerte y la industriali-zacin del pas. Las inclinaciones fascistizantes del movimientonacionalista se originaron en el peso econmico de la burguesay en la calidad y nmero de nuestro proletariado: la cuestinsocial asume cada vez ms en la Argentina su poderoso rostroen el curso de la cuestin nacional. Este hecho vuelve ms in-consecuente el antiimperialismo de los nacionalistas pequeoburgueses. No pueden olvidar ni un momento que toda la fuerzapoltica de la burguesa en sus fricciones con el imperialismo, seextrajo no del ejrcito, que fue doblegado por la diplomacia yan-qui en 1945, sino del proletariado.

    Su marcado carcter antiobrero, disimulado hoy por la euforia delnuevo rgimen y la dulcificacin econmica, convertir al nacio-nalismo en una fuerza de choque contrarrevolucionaria. En esemomento se desvanecer su antiimperialismo lrico; en unin deWall Strett y la burguesa nacional tratar de aplastar a las orga-nizaciones obreras, olvidndose de la "soberana nacional" y trai-cionando al mismo tiempo su propio programa. Nuevas Ligas Pa-triticas querrn extirpar con cachiporras los males "sociales" dela patria burguesa.

    En el pasado perodo, as como los nacionalistas fueron la ex-presin histrica de la burguesa argentina (y al mismo tiempoque su anhelo, el despecho maligno de su limitacin), los trots-kistas asumieron la plena conciencia histrica del proletariado.De ah surge la razn de que ambos sectores antagnicos ha-yan comprendido ms claramente el proceso histrico argentinoque aquellos partidos de la pequea burguesa narcotizados porel imperialismo, o que los sectores tradicionales de la oligarqua,cegados por su propia ruina.

    El Ejrcito Y Los Sindicatos

    El Partido Peronista es un elenco inestable. La inexistencia deun partido nacional burgus slido hizo depender a Pern de

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  • dos fuerzas fundamentales para su poltica:, el ejrcito y los sin-dicatos.

    Como en el ejrcito se refleja siempre la presin del dispositivode las clases, las fuerzas armadas estaban divididas. El ejrci-to tena un ala nacionalista y una ala "democrtica", con preemi-nencia de la primera. La Armada contaba con agrupamientosinternos semejantes, pero con una tendencia "democrtica" ma-yoritaria. Al ejrcito van generalmente, elementos de la burgue-sa o pequea burguesa plebeya. Los oficiales de la Marina sereclutan en cambio con preferencia entre las familias de la aris-tocracia tradicional. De la misma manera que en Espaa, frenteal carcter centrfugo de la nacin, el ejrcito, la monarqua y laiglesia eran los factores "centralizadores" del poder, en los pa-ses coloniales y semi-coloniales, sometidos a la presin o a laintervencin del imperialismo en su vida econmica y poltica, elejrcito resulta ser por lo general el factor poltico ms "nacional".La explicacin econmica es simple: las fuerzas militares vivendel aparato del Estado. El florecimiento o decadencia de ste,afecta directamente su "standard" de vida y sus prerrogativas.

    De ah que no sea extrao que en Amrica Latina, sobre todoen los oficiales jvenes, la penetracin imperialista origine agru-pamientos polticos militares que inicialmente encabezan cual-quier resistencia contra el imperialismo, aunque con la debili-dad, inconsecuencia y obscuridad que les son peculiares. Enotros casos, esos agrupamientos, por lo general en oficiales dealta graduacin, se ponen al servicio de la oligarqua dominanteo del imperialismo.

    En la Argentina el ejrcito asumi un franco rol poltico, no desa-parecido todava. Contina siendo hasta hoy el principal respal-do burgus de Pern, que juega, sin embargo, constantementecon la peligrosa carta del proletariado, su arma prohibida. Lospoderosos sindicatos levantados en el curso del movimientonacional, estn todava bajo su influencia. Centenares de milesde obreros industriales aprenden en las organizaciones sindi-cales, el ABC del socialismo; bajo los frgiles smbolos del da,los trabajadores no pueden disolver, sin embargo, su condicinde clase. Destrudas las formas efmeras de una prosperidad

    artificial, el proletariado pondr en movimiento las formidablesarmas adquiridas. Pern se apoyar entonces en el ejrcito, ytoda la clase dominante, includo el imperialismo, formar uncompacto bloque a sus espaldas. La lucha social se despren-der de su envoltura nacional: el proletariado resolver con fuer-za irresistible las tareas abandonadas por la burguesa, y llegaren el mismo proceso victorioso hasta su propio estadio.

    La Politica De Nacionalizaciones

    La burguesa industrial en el poder reorganiz el pas segnmoldes capitalistas. Redujo la vieja dependencia del imperialis-mo en el orden interno hasta su ms nfima expresin. A dife-rencia de otros movimientos nacionales, el de la burguesa ar-gentina se bas en una ola de prosperidad sin precedentes.Esta circunstancia le permiti, mediante la conocida poltica desalarios, obtener cierto grado de "paz social", y, por consiguien-te, dar estabilidad a su gobierno. Las conspiraciones que la oli-garqua y sus partidos realizan como tareas de rutina, no dejande ignorar el significativo hecho de que el proletariado continaapoyando a la burguesa.

    En su poltica de nacionalizaciones es donde pudo apreciarse lahora area que vive el pas, as como el apoyo popular que essu natural resultado. La nacionalizacin de los ferrocarriles decapital britnico fue la ms importante, tanto desde el punto devista financiero como desde el punto de vista poltico. La expira-cin de la Ley 5.315, llamada Ley Mitre, planteaba el destino delos ferrocarriles.

    Aunque por sus altos costos de mantenimiento ya era una inver-sin antieconmica -desde 1930 no pagaba intereses- la red fe-rroviaria tena una alta importancia nacional. En manos del im-perialismo serva como palanca decisiva para la orientacin dela vida econmica interna (a travs de sus tarifas). Y era unmagno cliente para la industria britnica.

    Las disposiciones de la Ley Mitre establecan que los accesoriosde todo orden, desde locomotoras hasta artculos sanitarios, UNTREF VIRTUAL | 20

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  • deban ser provistos por fbricas inglesas. Estas fbricas eran,por lo general, propiedad del principal grupo de accionistas. Esaley, y la misma red ferroviaria, reprimieron el desarrollo de laindustria. Su nacionalizacin puso en manos de la burguesanacional un instrumento vital para reorganizar el mapa econmi-co argentino.

    El saldo en libras esterlinas bloqueado en Gran Bretaa durantela guerra imperialista, como pago de la produccin agropecua-ria, sirvi para solventar la indemnizacin burguesa que, comodijimos en "Octubre", deba ser rechazada. Las masas ya ha-ban pagado con un siglo de explotacin! Pero con indemniza-cin o sin ella el carcter burgus y progresivo de la medida nopoda ser desconocido.

    Nosotros lanzamos la consigna de que en reemplazo de los ge-rentes y administradores britnicos, deban ser las organizacio-nes sindicales ferroviarias quienes tomasen bajo su control ladireccin de los ferrocarriles. No ignorbamos los poderososmedios de corrupcin que la burguesa posee para desmoralizara las altas cumbres de los sindicatos. Pero esa consigna tendaa familiarizar a los obreros con el manejo de la cosa pblica. De-ban ser delegados obreros revocables, sealados por las orga-nizaciones de masas, quienes asumiesen la direccin de la redferroviaria que el pueblo haba superpagado.

    Como era lgico esperar, el gobierno de los grandes capitalistasargentinos pudo lanzar con doble sentido su propia consigna:"Ya son nuestros!" S, sobre todo de ellos. Los obreros ya tie-nen un nuevo y ntido enemigo ante sus ojos: la burguesa na-cional. La era de las inversiones imperialistas va quedandoatrs. La lucha de clases en el propio pas ampla su curso yprepara un vasto teatro nacional de operaciones.

    Los telfonos, la Corporacin de Transportes, la comercializa-cin estatal de los cereales, la flota fluvial y area, los reasegu-ros, la repatriacin de la deuda pblica, la construccin dediques y usinas, el gasoducto de Comodoro Rivadavia, la lneaferroviaria de Santa Cruz a Ro Turbio para servir la expansin

    carbonfera, la coordinacin bancaria y financiera, son los prin-cipales elementos de la poltica de nacionalizacin econmicaemprendida por la burguesa. Dicha poltica, unida a las medi-das del perodo militar, ha redibujado el pas en seis aos. Susresultados han sido convertir a la Argentina en el sector lati-noamericano ms desarrollado desde el punto de vista capita-lista y preparar, por consiguiente, gigantescas explosiones re-volucionarias en el prximo futuro.

    El Gobierno Y Su Politica Agraria

    El general Pern ha comprendido rpidamente el problema delcampo de acuerdo a los intereses de su clase.

    El monopolio de la propiedad privada del suelo por la clase te-rrateniente, cuyos orgenes se remontan a la colonia espaola, laenfiteusis rivadaviana, el regalo de tierras pblicas en la poca deRosas y la voracidad oligrquica despus de Caseros, constituysiempre una barrera formidable para un mercado interno con fuer-za adquisitiva. Ese fue otro de los factores que retard una granindustria en la Argentina. Es lgico suponer que una burguesaindustrial tendra inters en quebrar la espina dorsal de las gran-des explotaciones agrcolaganaderas que impiden aumentar elpoder de compra de arrendatarios, pequeos campesinos y peo-nes agrcolas. Sin embargo, el complejo entrelazamiento de todoslos sectores de la clase dominante -agropecuarios, comerciales,industriales, bancarios, imperialistas- ha detenido en la Argentinael desenvolvimiento de las fuerzas productivas en el campo. Nose trata de un fenmeno local. El mismo est presente en toda lahistoria del capitalismo. Para la burguesa industrial la naciona-lizacin de la tierra sera la primera medida en su programa deconquista del mercado interno. Al suprimir con ese acto revolu-cionario la propiedad del suelo -que es una forma de sobreviven-cia feudal- permitira el surgimiento de una fuerte clase campe-sina cuyas necesidades industriales estaran de acuerdo con eltipo de produccin industrial corriente. Esto no ocurre con losgrandes terratenientes, reducido ncleo adquirente de pocos ysuntuosos artculos, por lo general importados. Por otra parte, la

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  • posesin de la tierra en pocas manos obliga a mtodos de pro-duccin extensivos, que impiden la diversificacin de los cul-tivos y un elevado nivel de vida para los campesinos.

    Con el desarrollo del capitalismo en la Argentina, cuyas grandeslneas hemos trazado en captulos anteriores, se lig a la eco-noma nacional el capital financiero internacional. Su proceso defusin se verific por medio de los Bancos, de los crditos hipo-tecarios o por medio de inversiones directas en el campo: so-ciedades annimas, que explotan determinados productos queluego industrializan o simples propietarios de latifundios. En es-tas sociedades annimas fueron absorbidos grandes nombresde la aristocracia terrateniente argentina, que por su mismo ca-rcter parasitario cayeron en manos del pulpo crediticio y per-dieron su antigua hegemona agraria.

    A este ensamblamiento de intereses se sum la burguesa indus-trial, cuyas inversiones en tierras, ganado y explotaciones agrariasla lig por mltiples y firmes hilos a la clase dominante. No hay queolvidar, por otra parte, que muchos terratenientes tienen a su vezintereses en la industria de la capital o del interior.

    De todo lo dicho se deduce que aunque a la burguesa indus-trial, hoy en el poder, la nacionalizacin de la tierra le abrira unnotable mercado para sus productos industriales baratos, "en laprctica, dice Marx, le falta valor para acometer esa medida,pues ese ataque contra una forma de propiedad -contra unaforma de propiedad privada sobre las condiciones de trabajo-sera harto peligroso para la otra forma". Por esa tazn el desar-rollo armnico de las fuerzas productivas en el campo no ha se-guido el impetuoso curso alcanzado en la industria. Como lgi-ca consecuencia, la pequeo-burguesa agraria no se desarro-ll seriamente hasta capitalizarse en un grado compatible con lacalificacin histrica de burguesa agrcola, tal cual se elev encierto sentido la pequea burguesa artesanal del Medioevo.Separado de la produccin misma, el monopolio de la tierra leha cerrado el camino. El terrateniente, esgrimiendo su ttulo depropiedad, absorbi la renta de su latifundio; el pequeo cam-pesino, como capitalista arrendatario, cobr el beneficio comoempresario; el proletario agrcola, su salario de trabajo. Como

    vemos, se trataba de un crculo de hierro. De su parasitismosocial insuperable, la oligarqua terrateniente deriv su parasi-tismo poltico: la burguesa industrial hubo de quebrantar steltimo por medio de 'la revolucin de junio.

    No se encuentran en mejor situacin los pequeos propietariosde la tierra. Al mismo tiempo que desarroll la industria argenti-na, la primera guerra imperialista ejerci sus efectos particularesen el campo. Al finalizar la contienda, los productos agrcolasalcanzaron altos precios en el mercado mundial, por la desorga-nizacin de la produccin europea. Esta ola de prosperidad per-miti a nuevas capas de campesinos acomodados adquirir enpropiedad las tierras que cultivaban; asimismo facilit a otrosarrendatarios formas ms capitalistas de relaciones, como porejemplo substitucin de los arriendos en especie por arriendosen dinero, etc. Segn una estimacin de Horne, hay en el pasun 70% de campesinado de tipo capitalista, arrendatarios aco-modados y propietarios. Esta clase media campesina, aunqueno decisiva en el conjunto de la economa agraria, tambin esun factor de compra que ha contribudo a enfriar todo sueo bur-gus para una poltica de nacionalizacin de la tierra.

    Sin embargo, la pequea burguesa agraria formada por la cri-sis imperialista, a pesar de ser, en algunos sectores, "propie-taria", no ha podido liberarse del despojo sistemtico. Substituysimplemente al terrateniente que le succionaba la renta delsuelo, por el Banco (o el usurero), que le extrae por el inters delprstamo, el mismo o mayor porcentaje de beneficio que el te-rrateniente. Dicha extorsin es el producto de las desfavorablescondiciones d