Realismo Mágico
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Origen del término “realismo Mágico”
El término Realismo Mágico no es originario de la literatura, y fue acuñado hacia 1925
por el crítico alemán Franz Roh, quien lo utilizó para describir a un grupo de pintores
post-expresionistas.
Posteriormente, en el ámbito de las artes plásticas, fue reemplazado por el término
"nueva objetividad", pero fue tomado por la literatura para definir una nueva tendencia
narrativa hispanoamericana entre 1950 y 1970.
El realismo mágico se puede definir como la preocupación estilística y el interés en
mostrar lo común y cotidiano como algo irreal o extraño. El escritor se enfrenta a la
realidad y trata de desentrañarla, de descubrir lo que hay de misterioso en las cosas
cotidianas, la vida y las acciones humanas
El realismo mágico no es una expresión literaria mágica, su finalidad no es la suscitar
emociones sino más bien expresarlas, y es por sobre todas las cosas, una actitud
frente a la realidad. La estrategia del escritor pasa por sugerir un clima sobrenatural
sin apartarse de la naturaleza, deformando para ello la percepción de las cosas, los
personajes y los acontecimientos reconocibles de la trama de su trabajo.
Origen del realismo mágico
El realismo mágico tiene sus raíces en la cultura latinoamericana, a partir de las
interpretaciones de los europeos en la etapa de la colonización del nuevo continente.
Las crónicas de esa época son ricas en el relato y descripción de cosas
absolutamente maravillosas, producto de la extrañeza que provocaba en los
exploradores, las cosas que veían en sus viajes.
Es a partir de esta tradición de la interpretación de la realidad del nuevo continente a
través de ojos europeos que se creó una visión sobrenatural de la realidad
latinoamericana. Prodigios que iban desde animales fantásticos hasta ciudades
ocultas, pasando por fuentes de la eterna juventud y árboles cuyos frutos eran
capaces de proveer todo lo que los hombres necesitaban para su subsistencia. La
aparición de un grupo de escritores latinoamericanos contemporáneos entre sí, que
cuestionaban esta visión, dio base a lo que posteriormente se conoció como realismo
mágico.
A su regreso a Latinoamérica, percibieron que no era necesario buscar esa realidad
extraña en el viejo continente, que de hecho se encontraba en sus propias culturas y
países. Uno de los primeros escritores que transitó estos temas, fue Alejo Carpentier.
Tanto él como su compatriota Lydia Cabrera, fueron quienes ayudaron a iniciar el
reconocimiento mundial de los escritores latinoamericanos. A pesar de encontrarse
ambos en París hacia la misma época, los planteos teóricos de Carpentier, que en
parte escaparon a su propia aplicación, fueron intuitivamente aprovechados por Lydia
Cabrera.
Cuando muchos artistas latinoamericanos se dirigieron a Europa descubrieron esa
búsqueda de los intelectuales de esa parte del mundo, y cayeron en la cuenta de que
lo que habían dejado atrás tenía sentido porque los indios y los negros americanos
vivían en una realidad afincada en lo mágico sin recurrir a los sueños o a los asilos de
dementes.
Esta fue una de las principales experiencias que asimiló Carpentier, y uno de los
aspectos fundamentales fue el análisis cultural de Latinoamérica, que realiza a través
de la literatura. Al querer distanciarse del surrealismo, identificó el aspecto único de
Latinoamérica como "lo real maravilloso", aunque paradójicamente esa atracción por
lo maravilloso surgió a partir del contacto con el surrealismo. La definición de
Carpentier tiene una afinidad superficial con el movimiento europeo, y es totalmente
divergente respecto de la naturaleza y el origen de lo maravilloso.
Carpentier considera que las técnicas surrealistas son equivocadas por el absoluto
sentido artificial de lo maravilloso. Allí rompe con el surrealismo y orienta su atención
hacia la realidad latinoamericana.
Es en el prólogo a El reino de este mundo que desarrolla la famosa teoría de "lo real
maravilloso" contrapuesta a los conceptos surrealistas. Es un pionero porque su
categoría de conocimiento es la primera expresión teórica de los profundos cambios
que maduraban en el reflejo de esa realidad en la novela y que empezaban a
manifestarse prácticamente de forma simultánea e independiente en numerosos
autores.
La realidad latinoamericana es más amplia y variada que el marco propuesto por
Carpentier. Hay otras constantes que quedan opacadas, como las luchas por la
liberación y el deseo de alcanzar la plenitud. En "lo real maravilloso" se supera en
parte el carácter pintoresco del color local, pero los profundos y violentos conflicto
sociales quedan enmascarados. Sin embargo, esta particular forma de expresión
literaria puede ser interpretada desde otros puntos de vista, y contrapuesta como el
extrañamiento del mundo de los colonizados ante el avance de la colonización, y
podría afirmarse que se transforma en una particularísima visión y descripción de los
males propios del imperialismo en nuestras tierras.
El concepto de lo maravilloso implica un sentido de sorpresa frente a fenómenos
inusuales, inesperados o improbables. Puede ocurrir como resultado deliberado de la
manipulación de la realidad, por la percepción del artista y por intenciones
sobrenaturales que provocan la presencia de algo diferente de lo normal.
Carpentier juega con esta categoría en diferentes direcciones, pero sintetiza el
realismo mágico en tres puntos: primero, como una literatura maravillosa de origen
europeo con referencias a eventos sobrenaturales; segundo, la realidad maravillosa
es más maravillosa que esa literatura y, por lo tanto, cabe hablar de lo "maravilloso
americano"; tercero, que lo "real maravilloso" de América podrá trasladarse a la
literatura solamente a condición de que los escritores tengan fe en que esa América
es maravillosamente real.