Reflexiones sobre el Tibet

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    En el actual debate sobre el Tbet, las dos partes enfrentadas lo ven casitodo blanco o negro y slo se diferencian respecto a cul es cul. Perohay una cuestin que tanto las autoridades chinas como los nacionalistas

    tibetanos procuran desdibujar o, mejor an, evitar por completo. En elmomento culminante de la Revolucin Cultural, cientos de miles de tibe-tanos se lanzaron sobre los templos que haban atesorado durante siglos

    y los destruyeron en pedazos, rechazaron su religin y se convirtieron encelosos seguidores del gran invasor han, Mao Zedong. Para el PartidoComunista Chino (PCCh), el episodio forma parte de una catstrofe social,iniciada por l pero de la que desde hace mucho tiempo reniega y espe-ra que el resto del mundo olvide pronto. Para los tibetanos participantes,el recuerdo de esa matanza es una amarga humillacin, de la que prefe-

    riran no hablar o que intentan exorcizar con la excusa de que slo lohicieron bajo presin de los han. Los crticos extranjeros simplemente seniegan a aceptar que el episodio tuviese lugar alguna vez, incapaces deimaginar que los tibetanos pudiesen voluntaria y conscientemente hacertal cosa. Pero un cuidadoso anlisis y una reflexin ms profunda sobrelo que haba implicado en ese trauma pueden arrojar luz sobre algunasde las cuestiones culturales que estn en juego en la atribulada MesetaElevada.

    Primero hace falta, sin embargo, un anlisis de los antecedentes histri-cos ms amplios. Durante muchos siglos, el Tbet fue una entidad polti-ca integral, gobernada por lderes religiosos locales y seores feudales.Bajo la dinasta Qing, China ejerci su jurisdiccin sobre la reginmediante el sometimiento de la elite y no interfiri directamente en losasuntos locales. Entre 1727 y 1911, el principal smbolo de la soberanachina sobre el Tbet fue la oficina del comisario residente, conocido comoamban. La presencia imperial en Lasa, sin embargo, constaba slo delpropio comisario y algunos oficiales logsticos y militares1. stos, junto

    con un puado de funcionarios civiles, eran responsables de todos los

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    REFLEXIONES SOBRE EL TBET

    WANG LIXIONG

    1 Lianyu zhuzang zougao [Informes tibetanos enviados al emperador por Lian Yu], Lasa,1979, p. 89. Haba, de hecho, unas cuantas fortalezas Qing instaladas en el Tbet, pero sufuncin era puramente militar.

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    trabajos administrativos diarios. Al no hablar tibetano, tenan que fiarse deintrpretes, y pasaban la mayor parte del tiempo en Lasa, haciendo slounos cuantos viajes de inspeccin al ao fuera de la ciudad2. Es inconce-bible que un aparato tan minsculo pudiese ejercer un control efectivosobre el Tbet, un rea de ms de un milln de kilmetros cuadrados. Engeneral, el comisario residente slo poda ejercer de lo que llamaremos

    conector, mediador entre las autoridades Qing y los gobernantes loca-les, el Dalai Lama y el Kashag3. Bajo este sistema, los campesinos sesometan slo a los seores tibetanos: slo conocan al Dalai, no a laCorte. En ciertas ocasiones cuando el ejrcito de la dinasta Qing ayuda repeler las invasiones, por ejemplo la elite tibetana llenaba de elogiosel asesoramiento del comisario. El resto del tiempo, sera poco realistaesperar que los gobernantes locales, que tenan en sus manos todo elpoder y los recursos de la regin, obedeciesen a unos cuantos funciona-rios extranjeros con limitaciones lingsticas, militarmente dbiles y social

    y polticamente aislados.

    En consecuencia, como admiti el emperador Qianlong, los asuntos loca-les tibetanos se han dejado a las acciones voluntarias del Dalai Lama y losshapes [altos cargos del Kashag]. Los comisarios no slo eran incapacesde asumir el poder, sino que tambin se les mantena desinformados. Estoreduca el cargo del comisario residente en el Tbet a algo puramentenominal4. En respuesta, la corte de los Qing emiti en 1793 un decretoimperial, los Veintinueve Artculos sobre la Reconstruccin de los Asuntos

    Internos del Tbet, que consolid la autoridad del comisario sobre losnombramientos administrativos, militares y religiosos, los asuntos exterio-res, las finanzas, los impuestos y el sistema de justicia penal5. Estas medi-das han dado lugar a la afirmacin de que a partir de entonces el poderde los comisarios residentes super al de los gobernadores de otras pro-

    vincias6. No obstante, cuando el comisario imperial Zhang Yintang visitel Tbet un siglo ms tarde, le escandaliz enormemente or al Dalai Lamacalificar sarcsticamente a los representantes de los Qing de comisariospreparadores del t. (La preparacin del t es un tipo de ceremoniabudista tibetana de ofrenda a los muertos; uno de los deberes del comi-sario era distribuir este obsequio a los monasterios en nombre del empe-rador; la insinuacin era que no haca otra cosa)7. El comisario del ltimo

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    2 Lian Yu, el ltimo comisario residente, seal en tono de queja en su memorando: Haydos o tres personas en el despacho de este humilde servidor que saben hablar tibetano; porahora, no nos hemos encontrado a ningn tibetano que sepa hablar chino.3 El Kashag, compuesto por cuatro funcionarios de alto rango, era el rgano ejecutivo mselevado del Tbet.4 Utzang tongzhi [Gaceta General del Tbet], vol. 9, p. 315.5 El texto completo se publica en Xizang tongshi: songshi baochuan [La historia tibetana:una cadena de piedras preciosas], Lasa, 1996, pp. 779-786.6 Ding Shicun, Qingdai zhuzang dachen kao [Estudio sobre los comisarios residentes Qingen el Tbet], sin fecha.7 Qingji chouzang zoudu [Correspondencia de la corte de los Qing sobre asuntos tibetanos],libro 3: Zhang Yintang zoudu [Informes enviados por Zhang Yintang al Trono], vol. 2, p. 17.

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    periodo Qing, Lian Yu, se quejaba tambin de que el Dalai Lama se arro-ga una indebida importancia y quiere manipularlo todo. Aunque los altoscargos tibetanos parecan respetuosos y deferentes, con una muestraexterna de honradez y humildad, l consideraba que su verdadero com-portamiento no era sino secreta resistencia y muy a menudo dejan lasrdenes sin atender durante meses con el pretexto de esperar el regreso

    del Dalai Lama o de que todava hay decisiones sin tomar, haciendo sen-cillamente caso omiso de la solicitud de que respondan urgentemente8.

    En cierta medida, sin embargo, esta situacin era aceptable para ambaspartes. Desde el punto de vista del poder estatal, la corte de los Qing con-serv la capacidad de ocupar el Tbet, pero no le hizo falta; el sistema delconector tena el mrito de ser extremadamente barato. El quid del marcode la antigua diplomacia oriental radicaba en el orden de los ritos: siem-pre que los lamas fuesen sumisos y no planteasen problemas, se los tole-

    raba. A pesar de las quejas de los comisarios y del ocasional desagradodel emperador, slo la amenaza de que el Tbet escapase de su rbitacausaba seria preocupacin en la Corte y exiga alguna forma de rectifi-cacin. Esto no ocurri ms que unas cuantas veces durante los cientoochenta y cinco aos de gobierno de los Qing; en su mayor parte, loscomisarios residentes se estacionaron en el Tbet para mantener el man-dato simblico del emperador, ms que para gobernar de hecho.

    Las sombras de la modernizacin

    El derrocamiento del imperio Qing por la revolucin china de 1911 creuna nueva situacin. Inmediatamente antes, en uno de sus ltimos actosde autoridad, la dinasta haba enviado un ejrcito para ocupar Lasa. Perocon la cada del orden imperial, seguida de cuatro dcadas de desordenen la propia China, por primera vez en siglos el Tbet disfrut prctica-mente de una completa independencia de hecho. El comisario residencial

    y su squito fueron expulsados en 1912, y el decimotercer Dalai Lamaconsolid su posicin como lder nacional, ampliando y modernizandoel ejrcito tibetano al estilo britnico y japons y estableciendo bancos,minas y un servicio postal. Se promovi el comercio y se enviaron estu-diantes a prepararse en Occidente. Los funcionarios jvenes comenzarona imitar el modo de vestir de sus compaeros de polo bajo la dominacinbritnica de la India y la banda militar aprendi a tocar el Dios salve alrey. Pero a la elite monstica el precio de las reformas le pareci excesi-

    vo. Los nuevos funcionarios consideraban que las rdenes religiosas eranlas causantes del retraso del Tbet: no seran las oraciones sino las armas lasque haran fuerte al pas. Aunque el Dalai Lama comprendi la impor-tancia del ejrcito para asegurar su poder laico y resistir la potencial ame-naza china, no poda tolerar un ataque directo a su autoridad; cuando los

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    8 [Informes tibetanos enviados al emperador por Lian Yu], cit., pp. 47-48, 16.

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    jefes militares empezaron a plantear la reforma de su propio cargo, insti-gando una serie de reuniones privadas pensadas para presionarlo y con-seguir que renunciara al poder poltico, se volvi contra ellos, poniendofin a la modernizacin del Tbet. El ejrcito entr en decadencia despusde que sus oficiales fuesen purgados, encontrando la derrota a manos deun seor de la guerra regional de Kham la seccin del Tbet oriental que

    se extiende hasta la provincia de Sicuani en 1931. Tras esto, el DalaiLama se inclin de nuevo hacia Pekn.

    China, mientras tanto, haba lanzado una incesante campaa propagan-dstica en el campo internacional a favor de su derecho a la soberanasobre el Tbet. Esto fue tcitamente admitido por Occidente el pas seraun populoso y gran aliado durante la Segunda Guerra Mundial, que noobstante segua tratando al Tbet, en la prctica, como un Estado inde-pendiente. La elite tibetana, entretanto, sigui vacilando: dado que ya

    tenan de hecho un autogobierno, era ms fcil encerrarse en su mesetarodeada de montaas nevadas que entrar en disputas con China. Comoel decimotercer Dalai Lama dijo a Charles Bell:

    Algunos pases quiz deseen enviar representantes al Tbet; los viajeros deotras naciones quiz deseen penetrar en nuestro pas. Estos representantes y

    viajeros quiz planteen preguntas inconvenientes sobre m y sobre el gobier-no tibetano. Nuestras costumbres son a menudo diferentes de las de Europa

    y Estados Unidos, y no deseamos cambiarlas. Quiz vengan misioneros cris-

    tianos al Tbet, y al intentar expandir el cristianismo podran hablar en con-tra de nuestra religin. Eso es algo que no podramos tolerar9.

    Si se hubiesen mantenido las formas de la diplomacia oriental, tal vez sepodra haber establecido un nuevo sistema de conectores como solucinaceptable para el problema de la mediacin entre China y el Tbet. Una

    vez extendido a Oriente el concepto de soberana estatal occidental, sinembargo, todos los regmenes chinos estaban obligados a adaptarse a l;cualquier intento de prolongar un mtodo ms ambiguo no servira msque para animar a los gobernantes locales a avanzar hacia la soberanaindependiente, antes o despus.

    Un pas, dos sistemas

    Tal era la situacin cuando el Partido Comunista triunf sobre el KMT enChina y fund la Repblica Popular en 1949. Mao no avanz hacia elTbet hasta el estallido de la guerra de Corea, en 1950. Entonces, un con-tingente de 40.000 soldados del Ejrcito Popular de Liberacin (EPL) entren el territorio controlado por el Kashag, con una demostracin de fuerzaque pronto derrot al ejrcito tibetano que se enfrent a l en Chamdo.

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    9 Sir Charles BELL, Portrait of the Dalai Lama, Londres, 1946, p. 350.

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    El Dalai Lama y el Panchen Lama eran el principal centro del FrenteUnido. Cuando en 1954 fueron invitados a asistir a la asamblea del Con-greso Popular Nacional en Pekn, el Comit Central instruy especfica-mente a Zhang Jingwu, secretario del Comit de Trabajo Tbetano delPCCh y principal representante del gobierno central en Lasa, para quecuidase de ellos durante el viaje, algo que l hizo todo lo posible por

    cumplir11. A su llegada a la estacin ferroviaria de Pekn, fueron recibidospor Zhou Enlai y Zhu De, mientras que Deng Xiaoping comprob per-sonalmente sus aposentos y Mao Zedong los recibi y ofreci variascenas en su honor12. El Dalai Lama, de slo diecinueve aos, fue nom-brado vicepresidente del Comit Permanente del Congreso PopularNacional y el Panchen Lama, todava ms joven, nombrado miembro delComit Permanente.

    Pekn estaba, en esta fase, completamente dispuesto a tolerar las manio-

    bras dilatorias de las autoridades tibetanas respecto al Acuerdo de losDiecisiete Puntos. Como Mao explic en 1952:

    Aunque en el acuerdo se estipularon el establecimiento de un comit mili-tar y administrativo y la reorganizacin de las tropas tibetanas, ustedes sen-tan temor, as que di instrucciones a los camaradas que trabajan en elTbet de retrasar su aplicacin. El Acuerdo debe llevarse a cabo pero, debi-do a sus temores, tiene que posponerse. Si a ustedes les asusta este ao,puede esperar al que viene. Si les asusta todava el ao que viene, puede

    esperar al siguiente13.

    De hecho, la reorganizacin del ejrcito tibetano no haba ido ms alldel cambio de uniformes y del otorgamiento de rangos del EPL cuando

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    nian zhuanji [Estudios histricos selectos sobre el Tbet: edicin especial para conmemorar el

    40 aniversario de la liberacin pacfica del Tbet], recopilado por Xizang Zizhiqu Wenshi-ziliao Weiyuanhui, 1991, pp. 120-121.

    11 Zhao Shenying, periodista que haba entrado en el Tbet con el XVIII Ejrcito, describesu viaje: En la seccin donde haba habido un corrimiento de tierras en Bolong, el cuerpoencargado de la construccin de carreteras dispuso una compaa de soldados formados enfila, con banderas rojas, a lo largo de la pendiente de 400 metros. En un rea donde en cual-quier momento se podan producir corrimientos, los soldados se mantuvieron hombro conhombro, creando un muro de cuerpos humanos para proteger al Dalai Lama. Mientras elconvoy atravesaba la seccin llena de piedras donde se haba producido el corrimiento,Zhang Jingwu, el general de cincuenta aos y representante del gobierno central en el Tbet,intent proteger al Dalai Lama caminando por la izquierda, del lado de la montaa, y cogin-dolo del brazo. El ayuda de campo de Zhang Jingwu, Li Tianzhu, tambin corra hacia delan-te y hacia atrs, ayudando a atender al Dalai. Con nerviosismo y precaucin atravesaron laaccidentada carretera, paso a paso (Zhao SHENYING, Zhongyang zhuzang daibiao, Zhang Jingwu[El representante del gobierno central en el Tbet, Zhang Jingwu], Lasa, 1995, p. 109).12 Ji YOUQUAN, Xizang pingpan jishi [Registro de hechos de la supresin de la rebelin en elTbet], Lasa, 1993, recoge la instruccin dada por Deng Xiaoping a Xu Danlu, director de laoficina de relacin del Comit de Trabajo Tibetano: si una mosca entra en las casas delDalai Lama y del Panchen Lama, lo har a usted responsable.13 Xinhua Yuebao [Xinhua Mensual], febrero de 1952, p. 11.

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    estall la rebelin, en 1959, en la que un considerable nmero de solda-dos y oficiales desempearan un papel activo.

    Etnografa y cultura

    Histricamente, el Gran Tbet raramente haba estado bajo el control delgobierno del Kashag, cuyo dominio efectivo en su mayor parte nunca seextendi ms all de los actuales lmites de la Regin Autnoma Tbetana.La situacin se ha mantenido bajo la RPCh. Las ltimas cifras del censodisponibles, para 1990, muestran que una mayora de los pertenecientesa la etnia tibetana (54,4 por 100) reside en las provincias vecinas (vaseel Cuadro 1).

    Estas divisiones administrativas no se corresponden con el verdadero pai-

    saje social. Lasa es indudablemente el centro poltico y religioso de todoel ecmeno tibetano, pero la regin de Tsang (Tbet Central) en la queest situada a menudo confundida con el territorio etnogrfico en sutotalidad no tiene ciertamente un nivel cultural superior al de las regio-nes que la rodean. Amdo (que cubre buena parte de Qinghai y Gansu)contiene dos de los seis monasterios ms importantes de la secta Som-brero Amarillo. Kham (que ocupa el oeste de Sichuan y el extremo noroc-cidental de Yunnan) contiene una variedad de escuelas religiosas, y susriquezas culturales son muy superiores a las de Tsang, como fcilmen-

    te puede observar hoy en da el viajero. Tradicionalmente, haba unnmero mayor de lamas de alto rango procedentes de Amdo y Kham quede Tsang. Si la gente de Tsang mira de arriba abajo a los khampas,los prejuicios son mutuos. Los primeros consideran a stos incivilizados,

    y los segundos consideran a aqullos hipcritas; estereotipos similares alos que unen a sureos y norteos en otros pases. Socialmente hablan-do, la poblacin de Amdo es principalmente nmada; la de Kham, cam-pesina. La autoridad de Amdo es tribal, pero este carcter es ms predo-minante en Kham, donde el chabu local trmino tibetano que significarey disfrutaba habitualmente de poderes cuasi regios. Tales estructurasfacilitaran la resistencia colectiva contra las autoridades chinas; pero,incluso sin esto, tan slo el factor religioso era una yesca capaz de levan-tar a toda la poblacin contra el dominio de los han.

    Cuadro 1. Distribucin poblacional de la etnia tibetana

    Regin Autnoma del Tbet (RAT) 2.096.000 45,6%Sichuan 1.087.000 23,0%

    Qinghai 912.000 19,9%Gansu 367.000 8,0%

    Yunnan 111.000 2,4%

    Censo de 1990. Los resultados completos del censo de 2000 no se han publicado an.

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    No obstante, cuando se trat de establecer el Frente Unido, el PCCh de ladcada de 1950 adopt un sistema puramente burocrtico, como si los lmi-tes de las provincias importasen ms que la integridad cultural de la pobla-cin tibetana en conjunto. Aunque a los residentes en la Regin Autnoma

    esencialmente Tsang se les eximi de las reformas de la RPCh, los tibe-tanos de las provincias de mayora hanno disfrutaron de la misma suerte.

    En 1955 se lanz la colectivizacin del pas y en 1956 la marea alta de laconstruccin socialista redistribucin de la tierra, creacin de las unida-des locales del PCCh, organizacin de la lucha de clases y la batalla contralas elites barra las reas tibetanas de Sichuan, Qinghai, Gansu y Yunnan.Los equipos de trabajo movilizaron a las masas, creando sindicatos agrco-las; se quemaron los ttulos de propiedad. Con sus derechos tradicionalesamenazados, los terratenientes tibetanos se arriesgaron a iniciar revueltasactivas contra el PCCh. En Kham se produjo una batalla campal cuando elEPL entr para sofocar la rebelin. Refugiados de las cuatro provincias

    unos 60.000 entre 1956 y 1958 huyeron a Tsang. All, la epidemiaextendi una sensacin de pnico entre la poblacin desarraigada.

    La reaccin inicial de Pekn, sin embargo, sigui siendo la de mantenerla tctica del Frente Unido dentro de la RAT. Cuando en 1956 el Comitde Trabajo Tbetano intent hacer avanzar las reformas sociales y econ-micas en la regin, enviando con ese fin ms de 2.000 cuadros han alTbet, Pekn anul rpidamente la decisin y envi a Zhang Jingwu porentonces director de la Oficina General del Presidente de la RPCh para

    estabilizar la situacin, anunciando que no habra reformas durante losseis aos siguientes. En marzo de 1957, el Secretariado del Comit Centraldecidi recortar significativamente el trabajo del partido en la RAT, redu-ciendo el personal administrativo local de 45.000 a 3.700 funcionarios, delos cuales los han constituan el 92 por 100, mientras que los nivelesde tropas bajaron de 50.000 a 18.000 y se redujo el nmero de bases mili-tares; todos los hechos atestiguaban la voluntad del gobierno central demantener el Frente Unido del modelo conector14. Zhou Enlai lleg a ase-gurar al Dalai Lama que, si la regin no estaba todava dispuesta para lareforma, el periodo de espera podra ampliarse otros cincuenta aos15.

    La rebelin tibetana y la huida del Dalai

    La situacin en el Tbet, sin embargo, se haca cada vez ms turbulenta,y las contradicciones del enfoque un pas, dos sistemas cada vez msclaras. Hasta los cambios ms triviales constituan una amenaza para las cla-

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    14 Xizang ZIZHIQU DANGSHIZILIAO ZHENGJIWEIYUANHUI (comp.), Xizang gemingshi [Historia dela revolucin tibetana], Lasa, 1991, p. 103; Zhonggong Xizang dangshi dashiji [Crnica delos acontecimientos de la historia del PCCh en el Tbet]; Xizang gemingshi, p. 106; Zhao, [Elrepresentante del gobierno central en el Tbet], cit., p. 126.15 DALAI LAMA, Freedom in Exile, Nueva York, 1990, p. 119.

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    ses altas tibetanas y podan causar enorme alboroto en esa sociedad tanfuertemente tradicional. Los pagos de salarios a los tibetanos que trabajabanen los planes de construccin de carreteras se consideraban un asalto al cen-tenario sistema de servicio ulag. Los colegios gratuitos vulneran el mono-polio monstico de la educacin. La formacin de cuadros que anterior-mente haban sido siervos trastorn la jerarqua social existente. En 1957, un

    siervo de Sanan fue golpeado por su seor por no cumplir con su servicioulag: un deber incondicional cuyo incumplimiento supona habitualmenteun castigo brutal. En este caso, la vctima era un activista del PCCh que habasido asignado a una posicin de cuadro de base. El caso se convirti en pie-dra de toque para la poltica del partido en el Tbet. La tctica del FrenteUnido exiga la no interferencia, pero esto desanimara a los campesinosactivistas y animara los intentos de las elites de evitar que las masas coo-perasen con el PCCh. Por otra parte, castigar al asaltante causara problemascon los socios feudales de las autoridades. No obstante, el PCCh dio ins-

    trucciones de aliviar a los cuadros tibetanos de sus deberes ulag16.

    En ltimo extremo, la tctica del Frente Unido no poda ser ms que unamedida transitoria. El apoyo a los comunistas siempre vendra de lascapas ms pobres, pero el Frente Unido era incapaz de proporcionarlesuna perspectiva clara. Como seal un comentarista:

    La masa de tibetanos estaba categricamente atada al statu quo sin lamenor idea o experiencia de otra forma de vida. Confundida por las nue-

    vas formas ofrecidas por los han, temerosa de los hanque instaban a laliberacin de los siervos de los seores feudales al mismo tiempo queestablecan alianzas con dichos seores, no se uni a sus liberadores ennmeros muy elevados17.

    Al mismo tiempo, a pesar de los acuerdos y de los gestos conciliadores,el Frente Unido nunca se ganara la buena fe de la elite tibetana, que loconsideraba ms bien un juego al gato y el ratn en el que, antes o des-pus, se matara al ratn. Gradualmente, Pekn se dio cuenta de que elFrente Unido una de sus tres grandes armas mgicas no slo haba fra-casado a la hora de garantizar la lealtad de los lamas, sino que tampococosech el apoyo de las masas, la mayor arma mgica de todas. Si no seconsegua apartar a los campesinos tibetanos de su deferencia tradicional,inevitablemente se pondran del lado de los gobernantes locales en cual-quier levantamiento contra el PCCh, y Pekn nunca podra garantizar unasoberana duradera sobre la regin.

    Haba amplia evidencia de esto en la rebelin tibetana de 1959. Inicialmente,el EPL exigi al gobierno del Kashag que castigase a los bandidos kham-paque haban huido a Tsang en 1956 y 1957; en 1958, sus propias tro-

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    16 A. Tom GRUNFELD, The Making of Modern Tibet, Nueva York, Armonk, 1996, pp. 129-130.17 Ibid., p. 150.

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    pas entraron en la RAT, viajando en un convoy de 60 camiones a travsde territorio hostil. Ni siquiera Lasa, rodeada de tiendas de refugiados,proporcionaba refugio: la tensin en la ciudad se haba vuelto explosiva.La chispa detonante fue un rumor de que el EPL estaba planeandosecuestrar al Dalai Lama. Miembros del Kashag y rebeldes khampa seunieron para llamar al levantamiento. Durante varios das, miles de mani-

    festantes rodearon el palacio de verano del Dalai, levantando barricadascontra las tropas y gritando echad a patadas a los han. Se libr una ferozbatalla hasta que la bandera roja se iz sobre el Potala. El Dalai huy aIndia. Pekn asumi el control directo.

    Darle la vuelta al cuerpo

    La enorme masa de tibetanos que habra sido la verdadera beneficiaria de

    las reformas iniciales de Pekn se levant en su contra. Por qu? Muchosslo perciban una distincin: entre ellos y los han. La larga historia dedeferencia a la autoridad monstica y a los lderes tribales garantizabaque, cuando sus seores izaron las banderas gemelas de la religin y lanacionalidad, los trabajadores y los campesinos tibetanos se uniesen aellos. La conclusin sacada en Pekn fue que la mejora fundamental delas relaciones nacionales, en el anlisis final, depende de la completaemancipacin de las clases trabajadoras dentro de cada nacionalidad18.Traducido a lenguaje comn, esto significaba el abandono del Frente Unido

    y un cambio a la lucha de clases, dirigido claramente al derrocamiento dela elite local. Dentro de cada nacionalidad, se sugera ahora, haba invaria-blemente ricos y pobres, opresin y explotacin. Los pobres de todas par-tes pertenecan a una familia; los ricos eran todos iguales, tan negros comocuervos. Levantando la bandera de la lucha de clases, el PCCh ya no se pro-clam un partido de los han, sino un lder y un portavoz de los pobres decualquier parte. Ahora se dispuso a apartar a los tibetanos golpeados porla pobreza de su lealtad a la elite nacional y religiosa.

    Tan pronto como la lucha en Lasa lleg a su fin, los equipos de trabajocompuestos por decenas de miles de soldados y cuadros civiles fueronenviados a cada aldea y zona rural a lanzar reformas democrticas y adeterminar la categora de clase entre los tibetanos. El primer paso fueinducir a las masas tibetanas a dar rienda suelta a sus quejas y a encon-trar las races de su desgracia, planteando cuestiones como quin ali-menta a quin. Los equipos de trabajo guiaban las discusiones: Por qugeneraciones de campesinos sufren, mientras que los propietarios de sier-

    vos viven en el lujo desde el nacimiento, con los mejores alimentos y las

    mejores ropas?; a quin protege y sirve el gobierno tibetano?; el sufri-

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    18 Xizang ZIZHIQU DANGWEI XUANCHUANBU (ed.), Zhongyang he zhongyang lingdao tongzhiguanyu Xizang minzuwenti de bufen lunshu [Algunas exposiciones del Comit Central sobre

    la cuestin de la nacionalidad en el Tbet], sin fecha.

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    miento no est predestinado. El objetivo era convencer a los fatalistastibetanos de la existencia y la injusticia de la explotacin de clase. Elnuevo concepto de clases se describi grficamente comofan shen, darlela vuelta al cuerpo: poner de cabeza los viejos criterios. Ahora, cuantoms pobre era uno, ms elevada era su categora social. Los equipos detrabajo reclutaron una capa de activistas entre el campesinado para

    ampliar sus operaciones. Este grupo se convirti en la espina dorsal delrgimen poltico en la base. La mayora de ellos no haban recibido edu-cacin alguna, por lo que se produjo gran controversia cuando los situa-ron en puestos directivos. Los equipos de trabajo contrarrestaron esto condebates sobre las cuestiones de quin es el ms educado de la antiguasociedad?, quin comprende mejor a los pobres?, y ayudara alguiena los pobres en su fan shen si tuviese experiencia administrativa peroalbergase intenciones malignas?. Paso a paso, se form a un contingenteleal de defensores del partido19.

    Atraer a los pobres significaba ofrecerles beneficios tangibles, que slopodan proceder de una redistribucin de la riqueza. Esto tendra undoble efecto: no slo conseguir la gratitud de las masas empobrecidashacia el PCCh, sino tambin destruir la capacidad de la elite de iniciar unarevuelta. Los monasterios haban sido utilizados como bases militaresdurante la rebelin los monjes tomaron las armas y el EPL los bom-barde para restablecer el control20. Mao lanz ahora el lema de loslamas deben volver a su casa. Obligaron a casarse a monjes de ambos

    sexos, cerraron el 97 por 100 de los monasterios, dispersaron al 93 por100 de sus internos 104.000 de 110.000 y los terrenos monsticos fue-ron confiscados y redistribuidos entre los pobres. Las propiedades detodos los miembros de la clase gobernante que participaron en la rebe-lin aproximadamente un 73 por 100, o 462 de las 634 casas nobles,segn las estadsticas de la poca fueron tambin requisadas y redistri-buidas (quienes no se haban rebelado recibieron compensaciones cuan-do les nacionalizaron sus tierras)21. Al PCCh le result ms difcil, sinembargo, encontrar aliados entre el campesinado del Tbet que en Chinapropiamente dicha: a menudo los equipos de trabajo descubran que elnivel de conciencia de clase era lamentablemente bajo. Muchos de lospastores ms jvenes, por ejemplo, eran aparentemente jornaleros, peroeran reacios a admitirlo, fingiendo, por el contrario, ser hijos o hijas delos propietarios de los rebaos. Su respuesta cuando los equipos de traba-jo intentaban clasificarlos como pastores a sueldo el rango ms elevadoen la nueva jerarqua era de resentimiento: Por qu intentas obligarmea admitir que soy un asalariado?22

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    19 Xizang de minzhu gaige [Reformas democrticas en el Tbet], Lasa, 1995, pp. 310, 314-315.20 De los 2.676 monasterios que haba en ese momento en el Tbet aproximadamente el 1por 700 de la poblacin 1.436 tomaron parte en la rebelin.21 [Reformas democrticas en el Tbet], cit., p. 26.22 Ibid., p. 333.

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    Un temor que supera a todos los dems

    Una de las caractersticas distintivas de la sociedad tradicional tibetana eraque, a pesar del considerable grado de polarizacin social y econmica,difcilmente haba una verdadera historia de enfrentamiento de clases. Losconflictos se daban generalmente entre facciones de las clases altas o

    entre los tibetanos y otros grupos tnicos. Cmo se explica un grado taninusual de deferencia y obediencia? La respuesta a buen seguro radica enlas tradiciones religiosas profundamente enraizadas del Tbet. Aun siendoconscientes de su statusdestituido y explotado, los pobres se resignabana su destino, considerndolo un precio por sus vidas anteriores. Segn ladoctrina budista, su esperanza de librarse del sufrimiento descansabaenteramente en el ms all: slo resignndose a su condicin actual ysoportando su miseria podran esperar ganar los favores de las deidades

    y la oportunidad de nacer en un ms all mejor. Cualquier resistencia era

    desobediencia a la voluntad divina y se enfrentara a un castigo adecua-do. Esta firme creencia moldeaba la actitud de sumisin pasiva de lostibetanos. Los beneficios de la reforma en este mundo nunca podranigualar la felicidad de la otra vida; si cometan el delito de desafiar a sussuperiores o de enriquecerse por medios dudosos, el temible castigoque los esperaba superara con mucho cualquier ventaja terrena. sta esla razn por la que dudaban tanto respecto a la lucha de clases y por laque no slo se unieron a sus seores en la rebelin, sino que tambin lossiguieron al exilio y siguieron sirvindolos all. De esa forma, al PCCh le

    resultaba imposible atraer al campesinado sin abordar el problema de lareligin.

    No era una cuestin sencilla. Convertir sin ms a los tibetanos en ateoshabra sido bastante poco factible. Si las doctrinas fuertemente evolucio-nadas de la tradicin lamasta son casi imposiblemente abstrusas, la fe delas masas es mucho ms comprensible. Las races de su intensa religiosi-dad descansan en los terrores que les produce su entorno natural; lo cualexplica, a buen seguro, la extraordinaria proliferacin de deidades y

    monstruos dentro del budismo tibetano, algo que lo diferencia de lasvariantes india y china. El temor es el factor clave. Encontrarse en losseveros paisajes de la meseta tibetana es experimentar lo despiadado dela naturaleza, la ardua tarea de la supervivencia, la soledad del alma. Losasentamientos de cualquier escala no podan sobrevivir en la mayor partede la regin, dando como resultado diminutas colonias que tienen quemantenerse unidas frente a las vastas y colricas fuerzas de la naturaleza.Encontrar, solo, esta salvaje amplitud de tierra y cielo produca inevita-blemente la sensacin de sentirse abrumado por tal preponderancia, unaaterradora sensacin de aislamiento e impotencia, repetida de generacinen generacin. El temor provocaba sobrecogimiento, y el sobrecogimien-to daba lugar a la aparicin del ttem de deidades y monstruos:

    Los tibetanos vivan en estado de aprehensin y ansiedad. Cualquier per-turbacin, ya fuese fsica o espiritual, cualquier enfermedad, cualquier

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    situacin susceptible o peligrosa, los conduca a buscar enfebrecidamentelas causas y a tomar medidas preventivas23.

    Pero la bsqueda de soluciones no serva ms que para reforzar la ansie-dad: cuanto ms se pensaba en ello y ms explicaciones se le daban, msprofunda se haca. Enfrentados a un temor del que no podan escapar y al

    que no podan vencer, los tibetanos necesitaban un temor mayor, clara-mente definido y estructurado, que excediese a todos los dems y que,siempre que uno le obedeciese por completo, mantuviese controlados atodos los temores menores, disminuyendo una carga psicolgica intolerable.

    El temor formaba el ncleo del mundo espiritual tibetano. Slo propi-ciando su terror, ofrecindole sacrificios en ceremonias complicadas, ado-rndolo y obedecindole, poda uno sentirse seguro y libre, tranquiliza-do por su vasto dominio y su tremendo poder. Tal temor posea ya, en

    cierto nivel, la naturaleza de la divinidad; los orgenes del enorme nme-ro de feroces y aterrorizadores objetos adorados en la religin tibetana

    incluidos los del chamanismo bon, anterior a la introduccin del budis-mo desde India en el siglo XVIII pueden rastrearse seguramente hastaaqu24. En ese entorno amedrentador, la humanidad apenas puede perse-

    verar sin tener una cierta sensacin de gua y apoyo divinos. Desde estaperspectiva se podra sostener que, aun cuando todas las dems religio-nes estuviesen a punto de extinguirse, el credo tibetano se mantendraprobablemente hasta el mismsimo da final.

    El budismo tibetano cobra un precio exorbitante a sus seguidores. Laesperanza de obtener una vida mejor en el otro mundo exige un rgimenextenuante de resignacin, ascetismo y sacrificio en el presente. Los tibe-tanos tambin tienen que aportar gran parte de su riqueza personal a acti-

    vidades religiosas: construyendo monasterios, proporcionando monjes,participando en ceremonias, peregrinando, etc. Bajo el gobierno del DalaiLama, el 92 por 100 del presupuesto se dedicaba a gastos religiosos25.

    ARTCULOS

    23 Tu QI et al., Xizang he Menggu de zongjiao [Las religiones en el Tbet y en Mongolia],Tianjing, 1989, p. 218.24 Otro rasgo peculiar de la religin tibetana es que no slo los demonios parecen feroces.A menudo tambin las deidades tienen el rostro verde, dientes largos y ojos airados, blandenarmas letales y atropellan cuerpos cados a sus pies. En el budismo chino, la diosa de la pie-dad aparece como una mujer hermosa. En el Tbet la retratan a menudo como un giganteoscuro con un collar de calaveras, sujetando otra calavera en la mano y pisando un cadver.En las Xizang wangchen ji [Crnicas de los prncipes tibetanos y de sus sbditos]escritas porel quinto Dalai Lama, el primer rey tibetano que hizo proselitismo del budismo entre su pue-blo tena prpados profundamente hundidos y cejas de color verde esmeralda; la boca llenade dientes en forma de espiral, y los brazos como ruedas. Claramente, dentro de la estticatibetana, dichos dioses representan la majestad, el poder, la invencibilidad; ms dignos deconfianza porque gobiernan el mundo, y conservan la justicia, mediante su terror.25 Han Meng Zang duihuaminzu wenti zuotanhui jiyao [Resumen del Dilogo entre loshan, los mongoles y los tibetanos Foro sobre cuestiones de nacionalidad, Beijing Zhichun[Primavera de Pekn], noviembre de 1997.

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    Incluso hoy, segn algunos clculos, los tibetanos pagan aproximada-mente un tercio de sus rentas anuales a los monasterios. ste era dineroque no se transformaba en inversin productiva ni se utilizaba para mejo-rar la vida de las personas. Durante ms de mil aos, el sudor y el esfuer-zo de los tibetanos se haba dedicado a recubrir los monasterios, mien-tras que los monjes gobernantes formaban un enorme estrato social

    parasitario. En el siglo XVIII, segn clculos de Melvyn Goldstein, aproxi-madamente el 13 por 100 de la poblacin eran monjes; en otras palabras,alrededor del 26 por 100 de los varones tibetanos26. El especialista chinoLi Anzhai, en su encuesta de muestra del rea de Gede, en Xikang, des-cubri que la proporcin de monjes alcanzaba el 33,25 por 100, la mselevada del mundo27. Esta capa improductiva era una terrible carga parala sociedad tibetana, intensificando la escasez de mano de obra existente.

    Adems, el celibato que supona el lamasmo contribua a la disminucinde la poblacin, uno de los principales problemas de la zona. Los pro-

    pios especialistas tibetanos han atribuido el declive de la dinasta Tufan alos efectos del sistema religioso28. En el siglo IX, Langdarma, el ltimo delos reyes Tufan, intent forzar a los monjes a reanudar las tareas de la

    vida seglar en un esfuerzo por poner fin al declive.

    La rotacin de los dioses

    La sumisin tibetana a una religin que aparentemente es contraria a sus

    intereses materiales se vuelve algo completamente comprensible en elcontexto de su adoracin al miedo. Enfrentados a la eleccin entre uncorto periodo de sufrimiento en este mundo seguido de un gozoso msall o una eternidad de tortura, los campesinos se mantenan inevitable-mente sometidos a los monjes que guardaban las llaves del cielo. Pero sies imposible que los tibetanos vivan sin un dios, su religin permita lareencarnacin de la deidad. Qu pasara si apareciese un nuevo dios queno slo fuese ms poderoso e inspirase ms sobrecogimiento que el anti-guo, sino que adems dijese a los tibetanos que esta vida lo era todo, quesu sufrimiento era injusticia y que deberan buscar la felicidad aqu yahora? Seguiran estando dispuestos a negar sus propias necesidadeshumanas?

    Respecto a quin poda tener ms poder real entre el Dalai Lama y MaoZedong, apenas podan caber dudas. En la batalla de Chamdo, en 1950,

    ARTCULOS

    26 Melvyn GOLDSTEIN, A History of Modern Tibet, 1913-1951: the Demise of the Lamaist State,p. 23.27 Li ANZHAI, Li Anzhai zangxue lunwen xuan [Obras selectas de estudios tibetanos], Pekn,1992, p. 270. En la Tailandia budista, los monjes suponen slo el 2 por 100 de la poblacinmasculina total.28 Rapa TSERENy Lobu TSEREN, Zongjiao, lishi yu minzu jingshen [Religin, historia y esp-ritu de nacionalidad], en Xizang qingnian lunwenxuan [Obras selectas de jvenes acad-micos tibetanos], p. 232.

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    las tropas de elite del ejrcito tibetano se vieron completamente abruma-das por el EPL; el Dalai Lama tuvo que refugiarse en Yatung. En 1959, condecenas de miles de rebeldes manifestndose en Lasa, el EPL no necesi-t ms de veinte horas para imponerse y el Dalai huy al exilio. A lostibetanos les trastorn inevitablemente la disparidad. La divinidad ante laque se haban postrado result ser menos invencible de lo que crean. Un

    dios era para ellos, por definicin, capaz de derrotar a todos con su fuer-za abrumadora, de plantear exigencias claras y utilizar medidas severas eindiscutibles para premiar y castigar. Esta mentalidad impregnaba otrosaspectos de la vida tibetana, como se evidencia en su sumisin a la auto-cracia, su tolerancia al sufrimiento, su respeto por los ganadores y por lacrueldad con los enemigos. En mil formas sutiles el poder de Mao Zedongse corresponda con estas necesidades; las mismas formas de oracin sepodan aplicar a l.

    Es improbable que Pekn comprendiese la cuestin en trminos religio-sos. El apoyo de los siervos emancipados se consideraba ms bien comoprueba de validez universal del marxismo. En realidad, sin embargo, eraimposible echar abajo siglos de devocin sin desempear el papel de unnuevo dios que vena a pisotear al anterior, a proclamar el amanecer deuna nueva era y a instituir un nuevo sistema de castigo y recompensa.Mao Zedong encajaba perfectamente en el papel. Su gobierno poda satis-facer tanto las necesidades religiosas como humanas de los campesinostibetanos porque, por muy profundamente que estuviese el concepto de

    la otra vida instilado en su mente, el instinto natural de buscar los bene-ficios y evitar las prdidas se mantena. Una vez convertidos, llevaron elmaosmo a extremos, aplastando el antiguo mundo y declarando su leal-tad al nuevo con todo el celo de su fe tradicional. El periodo de 1960-1966

    desde la supresin total de la rebelin hasta el comienzo de la Revolu-cin Cultural fue testigo del avance desde el despertar a la movilizacingeneral de la regin. La imagen predominante de la poca fue la de Maoondeando su gorra militar con la estrella roja desde un distante edificiocon forma de templo; los tibetanos estaban demasiado familiarizados con

    el fuerte aroma religioso de dicha visin, que siempre haba evocado enellos una fuerte respuesta emotiva. Se sumergieron en la locura de laRevolucin Cultural movidos tanto por el fervor religioso como por elinters material. Pero incluso aunque gritasen lemas ateos contra losmonasterios, el pulso subyacente segua ah; era simplemente que Maohaba sustituido al Dalai Lama como dios en su mente.

    En esta psicologa, la rotacin de las deidades significaba la recreacin deluniverso: el dominio de este gobernante ms poderoso durara para siem-

    pre, el antiguo sera condenado eternamente. Era completamente racio-nal, por consiguiente, desde el punto de vista de la cultura tibetana tra-dicional, cambiar de bando, someterse al nuevo orden y derribar losrestos del antiguo. Volviendo a contemplar este proceso de creacin deun dios durante la era de Mao, se perciben los ecos religiosos casi encualquier parte: la ideologa suprema corresponde a la fe; el objetivo lti-

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    mo del comunismo, al cielo; la obediencia incondicional al maestro y allder equivale a adorar a Dios; los estudios polticos, a predicar, a refor-mar la mirada que uno tiene del mundo, a purificar la propia conciencia;la autocrtica, a la confesin; la estricta disciplina de partido y el sacrifi-cio por la causa, al ascetismo. Si bien las ceremonias de adoracin a Maoeran ligeramente diferentes, su esencia espiritual se acercaba suficiente-

    mente a la del lamasmo como para hacer que el cambio resultase fcil.Colgar el cuadro de Mao en un hogar y hacerle una reverencia diaria,recitar sus ms elevadas instrucciones al tiempo que se sujetaba el libri-to rojo no estaba tan alejado de las acostumbradas oraciones y postracio-nes diarias ante la imagen hogarea del Dalai Lama.

    Siempre que se cubriese la necesidad de una poderosa fuerza disuasoriay de los correspondientes rituales conciliatorios, el contenido religiosoreal era mucho menos importante. Durante la Revolucin Cultural se des-

    truyeron pilas de piedras de oracin colocadas a las orillas de las carre-teras y en los pasos de montaa, y en su lugar se erigieron paneles decemento o de piedra con citas de Mao: los campesinos daban vueltas asu alrededor cuando pasaban junto a ellos, de la misma forma que habanhecho con las pilas de oracin. En la tradicional fiesta Ongkor, celebradaal comienzo de la estacin de la cosecha, portaban imgenes budistas,recitaban salmos y cantaban canciones budistas. Durante la RevolucinCultural, llevaban una foto de Mao, recitaban sus citas y cantaban El Estees rojo. Histricamente, en Tbet se haba considerado a los emperadores

    chinos como la reencarnacin del Buda Bodhisattva, con una categorasuperior a la de la diosa de la gracia, encarnada en el Dalai Lama; muchostibetanos concedieron ahora a Mao el mismo honor.

    Mao poda ser, claramente, mejor opcin para el campesinado, el cielocomunista preferible al paraso en occidente y las organizaciones revo-lucionarias un sustituto de los monasterios, siempre que los rituales satis-ficiesen las demandas ceremoniales de su religin. Las duras polticasizquierdistas de Pekn se dirigan principalmente contra la aristocracia; enuna inversin de la anterior relacin, en la que se mantuvieron los privi-legios de la minora a costa de la miseria de la mayora, a partir de enton-ces fue el 10 por 100 superior de la poblacin el que sufri ms la repre-sin. El poderoso nuevo dios no slo era capaz de infligir el castigo msbrutal a sus enemigos, tambin se cuidaba de las masas empobrecidas,concedindoles extraordinarios favores: la abolicin del ulagy de losimpuestos, el alivio del desastre transportado por el aire, el tratamientomdico ambulante, la matriculacin de los hijos de los campesinos en lasuniversidades. Al mismo tiempo, las normas de diferenciacin eran cla-ras: todo dependa de la clase. Esta filosofa del destino predeterminadopor el derecho de nacimiento de cada uno era casi idntica a la explica-cin tradicional del budismo tibetano.

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    La destruccin de los templos

    La manifestacin ms clara de esta rotacin de dioses en la mente de loscampesinos tibetanos fue su participacin activa en la destruccin delos mismos templos y monasterios que en otros tiempos haban conside-rado tan sagrados. Los partidarios del Dalai Lama y la opinin pblica

    occidental siempre han atribuido esto a los guardias rojos que entraronde China, cuando en 1966 se puso en marcha la Revolucin Cultural. Lohan considerado como parte de la destruccin sistemtica, metdica, calcu-lada, planeada y general de la religin tibetana por parte del PCCh29.La verdad es que, debido al mal transporte y a las enormes distancias,slo un nmero limitado de guardias rojos han llegaron al Tbet. Auncuando algunos de ellos participasen en la destruccin de los templos, suactuacin slo puede haber sido simblica. Haba cientos de santuariosesparcidos por aldeas, praderas y escarpadas laderas montaosas: nadie

    habra sido capaz de destruirlos sin la participacin de los pobladoreslocales. Adems, la mayora de los guardias rojos que llegaron finalmen-te a la RAT eran estudiantes tibetanos, que regresaban de las universida-des situadas en otros lugares. El hecho de que a menudo retuviesen losnombres originales de sus organizaciones Guardias Rojos de la Capital,por ejemplo ayuda aqu a provocar confusin. Con la vuelta gradual deestos guardias rojos tibetanos que a menudo combinaban su trabajorevolucionario con visitas a su familia las chispas de la RevolucinCultural se extendieron por aldeas y praderas a toda la meseta tibetana;

    y a continuacin les sigui el tumulto de la destruccin.

    Es cierto que en ese momento la tensin era tan alta que nadie se atre-va a mostrar disconformidad alguna; pero los gobernantes por s solosno habran podido crear el tipo de atmsfera social que entonces preva-leca sin la participacin de las masas, que a veces desempearon elpapel principal. Las autoridades del Tbet a menudo intentaron contenerlas acciones radicales, y el EPL, por ejemplo, apoy continuamente a lasfacciones ms conservadoras contra los rebeldes. Los templos y monaste-rios sobrevivieron mejor en las ciudades importantes y en las reas dondelas autoridades an podan ejercer cierto control. El monasterio deGandan, por el contrario, situado a 60 kilmetros de Lasa y uno de lostres centros principales de la secta del Sombrero Amarillo, acab reduci-do a escombros.

    Sealar que fueron en gran medida los propios tibetanos quienes destru-yeron los monasterios y los templos no supone exonerar a los han; pero

    s suscita cuestiones ms amplias, aparte del asunto de las responsabili-dades. Por qu los tibetanos, que durante siglos haban considerado lareligin como el centro de su vida, destrozaron con sus propias manoslas estatuas budistas? Cmo se atrevieron a destruir los templos y a utili-

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    29 Pierre-Antoine DONET, Tibet: Survival in Question, Londres, 1994, p. 81.

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    zar la madera para sus propias casas? Por qu saquearon los objetos reli-giosos de manera tan temeraria y por qu no temieron las represaliascuando denunciaron a las deidades a toda voz y maltrataron a los lamasa los que durante tanto tiempo haban obedecido? Seguramente estasacciones son una prueba de que, una vez que se dieron cuenta de quepodan controlar su propio destino, los campesinos tibetanos, en un gesto

    inequvocamente liberador, abandonaron el espectro del ms all quehaba pendido sobre ellos durante tanto tiempo y establecieron forzosa-mente que preferan ser hombres en esta vida a ser almas en la siguiente.

    En 1969, estall una revuelta armada contra la introduccin de las comu-nas del pueblo en el Tbet, de las que se haban librado en el periodo delgran salto adelante; esto finalmente se extendi a cuarenta provincias. Elbando del Dalai consider esta segunda rebelin tibetana como unacontinuacin de la resistencia de la dcada de 1950. En realidad, fueron

    dos revueltas completamente distintas. Durante el primer levantamiento,los campesinos lucharon, en cierto sentido, por los intereses de la aristo-cracia. En 1969, luchaban por los suyos propios. No queran que lascomunas del pueblo se apropiasen de los pastos y el ganado de los anti-guos terratenientes que les haban sido distribuidos. Enseguida, unascuantas de estas protestas provocadas por la Revolucin Cultural se con-

    virtieron realmente en verdaderas revueltas debido a la represin de lasautoridades30. La turbulencia fue inmediatamente sofocada una vez quese dieron cuenta de su error. En comparacin con las rivalidades entre

    facciones y los conflictos armados que tuvieron lugar en otras partes deChina, el Tbet de la poca se mantuvo relativamente estable. En resu-men, el maosmo pareca haber alcanzado una victoria general en lasdcadas de 1960 y de 1970: la soberana china sobre el Tbet pareca mseficaz y segura que nunca. La cuestin nacional, que posteriormenteconstituira la causa de tantos problemas, pareca poco digna de conside-racin. Los tibetanos parecan en general en buenos trminos con loshan, y el Dalai Lama casi olvidado, tanto en el Tbet como en Occidente.

    Los costes de la Revolucin Cultural

    La realidad era otra. El xito ideolgico del maosmo en el derrocamien-to del lamasmo no se vio igualado por un xito comparable en la mejo-

    ARTCULOS

    30 En un documento propagandstico acatado por la subrea militar de Ali, pertenecientela regin militar tibetana, en 1975, apareca un artculo en el que se elogiaba el logro de lasupresin de la rebelin por una unidad militar en el condado de Gaize. Algunas de lasrevueltas mencionadas en el artculo incluan exigencias de sanzi yibao [ms terrenos parauso personal, ms mercados libres, ms empresas con responsabilidad individual por lospropios beneficios o prdidas, y fijar las cuotas de produccin por hogar]; proteger a los cua-dros que fueron retirados de sus cargos; y reducir a las organizaciones rebeldes [Shijie wujishangde yingxiong zhanshi (Los heroicos soldados del Techo del Mundo), Zhongguo RenminJiefangjun Xizang Junqu Ali Junfenqu (ed.), 1975, pp. 112-121].

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    ra de las condiciones materiales de los tibetanos comunes. Las polticasultraizquierdistas de la Revolucin Cultural infligieron tremendos daoshumanos y econmicos en el Tbet, como en toda la RPCh. Ya se habancometido excesos masivos en anteriores campaas de reforma democr-tica y en la supresin de la rebelin de 1959, muchos de los cuales seanalizaban en la Peticin de los Setenta Mil Caracteres enviada por el

    Panchen Lama en 1962. La situacin imperante, de hecho, se reflej enel destino de ste. Si se hubiese conservado algn sentimiento del enfo-que de Frente Unido en el PCCh, el Panchen Lama no habra sido casti-gado tan despiadadamente slo por una peticin interna. Pero en 1964fue tachado de enemigo y retirado de su puesto, sometido a sesiones delucha de masas y encarcelado durante casi diez aos. Otra importantefigura religiosa tibetana, Geshe Sherab Gyatso, fue enviado a su ciudadnatal en el condado de Dungua, provincia de Qinghai, donde lo tortura-ron hasta morir. En todo el Tbet se lanzaron movimientos polticos, uno

    tras otro: las tres educaciones, las cuatro limpiezas, una huelga y tresantis, rangos de limpieza, reformas socialistas, huelgas dobles, educacinsobre lneas bsicas, facciones de purga de capitalistas, crtica a los pan-chensmenores. La Conferencia de Rehabilitacin de 1980 celebrada en laRAT despus de la Revolucin Cultural revel que, segn clculos apro-ximados, ms de cien mil personas de la regin, lo que equivale a msdel 10 por 100 de la poblacin total, estuvieron implicadas en causasinjustas o equivocadas o fueron afectadas por las mismas31.

    Durante todo el periodo que va de la Dcima Sesin Plenaria del ComitCentral de 1962, que reintrodujo el tema de la lucha de clases, a la girade inspeccin realizada por Hu Yaobang por el Tbet en 1980, la polticadel PCCh se haba basado en la tesis de que la cuestin de la nacionali-dad es en esencia una cuestin de clase. A cualquiera que no est fami-liarizado con la jerga poltica le resultara difcil entender esto. La nacinen s no tiene importancia: Los trabajadores no tienen madre patria; ladistincin esencial era la de clase. No haba, por lo tanto, necesidad deelegir cuadros dirigentes teniendo en cuenta la nacionalidad o la etnia:siempre que fuesen revolucionarios, podran dirigir a las masas en cual-quier parte. Pedir lderes de la propia comunidad sera cometer el errordel nacionalismo intolerante, equivalente a sabotear al bando de la clase.Durante la Revolucin Cultural, el Comit Revolucionario el rgano pol-tico ms elevado del Tbet tuvo un presidente hany slo cuatro tibeta-nos entre sus trece vicepresidentes. En 1973, los tibetanos ascendan sloal 35,2 por 100 de los miembros del Comit del Partido; en 1975, eranslo el 23 por 100 de los principales cuadros de distrito32.

    ARTCULOS

    31 Xizang zhongyao genuina xuanbian [Seleccin de importantes documentos sobre la Re-

    gin Autnoma del Tbet], p. 121.32 A. Tom Grunfeld, cit., pp. 170-171; Xizang Nongmuxueyuan Maliejiaoyanshi yu XizangZizhiqu Dangxiao Lilunyanjiushi (ed.), Xizang dashi jilu 1949-1985, [Crnica de los princi-pales acontecimientos del Tbet, 1949-1985], 1986, pp. 268, 288.

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    Para los campesinos, la introduccin de las comunas del pueblo inicia-da en 1964 y que en 1975 cubra el 99 por 100 de las aldeas signific ungrado sin precedentes de control centralizado. Si el miembro de unacomuna quera medio kilo de mantequilla, tena que informar a su equi-po de produccin por adelantado y despus pasar por una serie de pro-cedimientos en los que estaban involucrados jefes de equipo, contables

    y encargados de almacn. Los elementos privados de la economa quequedaban se eliminaron casi por completo. Antes de 1966 haba habido1.200 pequeos comerciantes en Lasa. En 1975, slo quedaban 67. En elcondado de Jalung, se suprimieron 3.000 telares y ruecas de hilado de lanaprivados para cortarle las alas al capitalismo33. La organizacin de lascomunas del pueblo mat cualquier entusiasmo por la produccin; unidoa los asaltos polticos cometidos por la Revolucin Cultural, esto condujo aun estancamiento de los niveles de vida, especialmente entre agricultores

    y pastores. Aunque el sufrimiento se pudo ocultar temporalmente por la

    enorme energa revolucionaria de la poca y por la introduccin de otrosbeneficios, tales como el cuidado sanitario y la promocin social, segncifras de 1980 medio milln de los ya empobrecidos tibetanos ms de lacuarta parte de la poblacin estaba peor despus de que se comuniza-ran los grupos de ayuda mutua y aproximadamente 200.000 acabaron enla indigencia34.

    Enmendar errores

    El gran timonel responsable de estos desastres falleci en 1976.Transcurrieron otros dos aos antes de que Deng Xiaoping se convirtieraen lder supremo. El proceso de enmendar errores en el Tbet comenzdesde el primer momento de la nueva era de reforma. El 28 de diciem-bre de 1978, menos de una semana despus de tomar el poder, Dengconcedi una entrevista a Associated Press en la que indicaba su volun-tad de establecer un dilogo con el Dalai Lama; recibi al representantedel Dalai en Pekn el siguiente mes de marzo. Los 376 participantes en larebelin de 1959 que todava estaban cumpliendo penas de prisin fue-ron liberados. A ms de 6.000 que haban sido liberados despus de cum-plir sus sentencias, pero que eran todava calificados de rebeldes y man-tenidos bajo reforma supervisada, se les retir la etiqueta. La gestin delpartido en el Tbet volvi a cambiar radicalmente.

    El 14 de mayo de 1980, Hu Yaobang presidi el primer Foro de TrabajoTbetano del Secretariado del Comit Central; sus propuestas se comuni-caron a todo el partido con el ttulo Documento Nmero Treinta y Uno

    ARTCULOS

    33 Ibid., p. 390; [Seleccin de importantes documentos sobre la RAT], p. 212.34 Discurso de Guo Xilan en la Quinta Sesin del Segundo Comit del Partido, 3 de juniode 1980, en Xizang zizhiqu zhongyao wenjian, vol. I, p. 97. La poblacin de Tsang eraen aquel momento de 1.800.000 habitantes.

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    del Comit Central. Dos meses ms tarde, Hu hizo una gira de inspeccinal Tbet, acompaado de importantes cargos, incluido el entonces vice-presidente, Wan Li, Ngwang Jigme Ngapo y Yang Jingren. Hu permane-ci nueve das en Lasa, entrevistndose con personas de diversos crcu-los. El da antes de su partida, convoc a una reunin extraordinaria dems de 4.500 cuadros del Comit del Partido en la RAT, incluidos todos

    aquellos por encima del nivel de condado y regimiento del PCCh, elgobierno y el EPL. El discurso de Hu en la reunin fue considerado unpunto de inflexin en la historia tibetana, de significacin comparable ala extrusin del comisario residencial en 1912, la entrada del EPL en 1951o las reformas posteriores a 1959. Ha determinado desde entonces elmtodo utilizado en el Tbet. Hu realiz seis propuestas principales:

    1. El Tbet debera disfrutar de gobierno autnomo y los cuadros tibetanosdeberan tener la valenta de proteger sus propios intereses nacionales.

    2. Los agricultores y pastores tibetanos deberan estar exentos de impues-tos y cuotas de compra.

    3. Las polticas econmicas ideolgicas deberan ser sustituidas por pol-ticas prcticas, basadas en las circunstancias locales.

    4. Las asignaciones presupuestarias del gobierno central al Tbet deberanaumentar enormemente.

    5. Debera fortalecerse la cultura tibetana.6. Los cuadros handeberan ceder el terreno a cuadros tibetanos35.

    Esto signific apartarse drsticamente de los Veintinueve Artculos de lacorte Qing y del Acuerdo de Diecisiete Puntos firmado por el PCCh en1954, los cuales haban intentado fortalecer la posicin de control dePekn sobre el Tbet. Los Veintinueve Artculos haban sido impuestos pordecreto imperial y, aunque el Acuerdo de los Diecisiete Puntos haca

    varias promesas, los tibetanos se haban visto obligados a firmarlo tras laderrota militar que sell. Por contraste, la iniciativa de Hu propona res-taurar los derechos tibetanos y prometa una ayuda sustancial.

    Las seis propuestas eran incuestionablemente beneficiosas para el Tbet.Las exenciones fiscales y de compra iniciadas en 1980 fueron natural-mente bien recibidas, al igual que las polticas a favor de las privatiza-ciones y la abolicin de las comunas del pueblo. Las aportaciones eco-nmicas de Pekn al Tbet aumentaron de 500 millones de RMB(renminbi) en 1979 a casi 2.900 millones en 1994, mientras que la inver-sin en infraestructuras aument de 100 millones de RMB en 1979 a msde 900 millones en 199336. Los verdaderos puntos de inflexin para lostibetanos, sin embargo, fueron las propuestas para fortalecer el gobierno

    ARTCULOS

    35 [Seleccin de documentos importantes sobre el Tbet], cit., pp. 15-32.36 Xizang tongji nianjian 1994 [Anuario de estadsticas tibetanas de 1994], Pekn, p. 109;Xizang zizhiqu jiben qingkuang shouce [Manual de elementos esenciales tibetanos], tablas4-5, pp. 4-16.

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    autnomo, la cultura indgena y la tibetanizacin: puntos 1, 5 y 6. Inclusoantes de la visita de Hu al Tbet, el Documento Nmero Treinta y Uno yahaba hecho el impresionante anuncio de que:

    De todas las polticas generales y especficas diseadas por el ComitCentral y sus diversos departamentos as como de todos los documentos,

    instrucciones y regulaciones emitidos en todo el pas, las que no encajancon las circunstancias del Tbet quiz no se lleven a cabo o se apliquendespus de ser modificadas por los principales rganos del partido y porlas organizaciones administrativas y de masas del Tbet37.

    Histricamente, el gobierno central siempre haba buscado la sumisinpasiva de las minoras residentes en las zonas fronterizas. Ahora, por pri-mera vez, las autoridades, por propia iniciativa, animaban a las minorasa cuestionar sus rdenes e incluso a resistirse a ellas. En el pasado habra

    sido simplemente inimaginable que se pudiese emitir tal documento paratodo el partido. Hu hizo otro llamamiento en la reunin general delComit del Partido:

    Estn aqu hoy todos los secretarios, del condado hacia arriba? Deberais,segn las caractersticas de vuestras propias reas, redactar leyes concre-tas, decretos y reglamentos para proteger los intereses especiales de vues-tra nacionalidad. Realmente deberais hacerlo. En el futuro os criticaremossi simplemente segus copiando indiscriminadamente las medidas del Comit

    Central. No copiis indiscriminadamente la experiencia de otros lugares nila del Comit Central. Copiar indiscriminadamente es slo apto para hara-ganes38.

    Aunque el discurso de Hu no habl directamente de despenalizar la reli-gin, hizo gran hincapi en el fortalecimiento de la cultura tibetana, de laque el budismo era el ncleo. El Documento Treinta y Uno exiga res-peto para las prcticas religiosas normales del pueblo. Tras el discurso deHu, el Comit del Partido de la RAT y el gobierno regional emitieron tam-bin decretos en los que se exiga el uso del tibetano en los documentos

    y en los discursos oficiales y la aplicacin de los conocimientos del tibe-tano como uno de los principales criterios para la admisin en el colegio,en un empleo, para convertirse en cuadro, as como para utilizar, pro-mover y seleccionar cuadros39. Histricamente, los grupos tnicos domi-nantes siempre haban intentado obligar a las minoras a abandonar suidioma; los funcionarios nacionalistas chinos incluso haban intentado

    ARTCULOS

    37 [Seleccin de importantes documentos de la RAT], cit., pp. 3-4.38 [Seleccin de importantes documentos de la RAT], cit., p. 21.39 Xizang zizhiqu guanche yijiubasi nian zhonggong zhongyang shujichu zhaokai de

    Xizang gongzuo zuotanhui jingshen genuina xuanbian [Seleccin de documentos sobre la

    aplicacin del espritu del foro sobre trabajo tibetano, celebrado por el Secretariado del

    Comit Central del PCCh en 1984], vol. 2, p. 89.

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    imponer un examen de chino a los encarnados tibetanos antes de quese les permitiese acceder a la categora de Buda viviente40. Era digno deelogio que el gobierno central tomase ahora medidas para fortalecer unalengua indgena.

    Tibetanizacin e inestabilidad

    Pero lo ms significativo de las seis propuestas fue la insistencia en quelos cuadros handeberan hacerse a un lado para permitir la entrada a lostibetanos. Hu sostena que:

    Como resultado de nuestra discusin de ayer, en los dos o tres aossiguientes (en mi opinin dos aos es mejor), entre los cuadros no dedi-cados a la produccin estatal aqu no estoy hablando de cuadros de pro-

    duccin, que deberan ser completamente tibetanos, sino de cuadros nodedicados a la produccin, incluidos profesores los cuadros tibetanosdeberan suponer ms de dos tercios del total. [Wan Li aade: yo propuseel otro da una relacin de ocho a dos.] Fue incluso ms radical que yo, yestoy de acuerdo. Quiere que el 80 por 100 de los cuadros sean tibetanos

    y el 20 por 100 de los cuadros sean han. [Wan Li: yo me refera a una rela-cin de ocho a dos para los cuadros de condado. En cuanto a los cuadrosde la prefectura, deberan ser el 100 por 100]41.

    Esta ltima propuesta encontr gran resistencia de los funcionarios hanen la RAT, pero las instrucciones de Hu fueron: Apliquen la poltica auncuando no la entiendan; tomen las decisiones primero y despus busquenexplicaciones. Quince das despus, se anunci el plan de transferencia.En aquella poca el total de poblacin hanen la RAT era de 122.400 habi-tantes, 92.000 de los cuales el 75 por 100 estaba previsto que saliesenen un plazo de dos o tres aos. Entre ellos haba 21.000 cuadros han(deun total de 55.000 cuadros en la RAT, de los cuales 31.000 eran han) y25.000 trabajadores han(de un total de 80.000 trabajadores en la RAT, delos cuales 40.000 eran han)42. El plan se modific ms tarde porque lasalida de tantos trabajadores especializados llev a la paralizacin a muchasorganizaciones del Tbet. No obstante, entre 1980 y 1985, la poblacinhanse redujo en un 42 por 100.

    Las transferencias dejaron vacantes ms de diez mil cuotas de cuadro yun nmero similar de cuencos de arroz garantizados en las empresas

    ARTCULOS

    40 Huang Musong escribi en su diario tibetano: Pienso que para que el gobierno reorga-nice la religin, tiene que dar instrucciones a los principales encarnados lamas para queestudien chino y aprueben los exmenes cuando crezcan, y slo entonces permitir su suce-sin. sta es la clave para gobernar (el Tbet) (Shizang Jicheng [Mi misin en el Tbet], p. 50).41 [Seleccin de documentos importantes de la RAT], cit., pp. 29-30.42 [Seleccin de documentos importantes de la RAT], cit., p. 51; Dangdai Zhongguo Xizangrenkou [La poblacin tibetana en la China contempornea], Pekn, 1992, p. 200.

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    pblicas; los tibetanos fueron los beneficiarios de todo esto. La puesta enprctica de la nueva legislacin sobre gobierno autnomo en las regio-nes de nacionalidades garantiz posteriormente que todos los puestosclave en los organismos de gobierno fuesen ocupados por funcionariosde la regin local; los funcionarios hanslo podan ocupar puestos inte-rinos. Los cuadros tibetanos, de esa forma, no slo comprendan la mayo-

    ra estadstica, sino que tambin controlaban los principales puestos degobierno, incluidos los cruciales departamentos de economa, seguridadpblica y justicia. En 1989, los tibetanos ocupaban el 66,6 por 100 de loscuadros totales de la RAT, el 72 por 100 en el mbito provincial y el 68,4por 100 en las prefecturas. Todos los nmeros uno de la administracinprovincial y de prefectura eran tibetanos, al igual que los secretarios delpartido en 63 de los 75 condados43. La enmienda de errores produjotambin enormes mejoras en los niveles de vida. En 1979 los ingresosmedios de los agricultores y los pastores tibetanos era de 147 RMB; en

    1990, era de 484 RMB, y en 1994, de 903,29 RMB. En 1992, la produccinagrcola total de la RAT aument un 69,8 por 100 respecto a 1978 y el 460por 100 desde el nivel de 1952. En las ciudades, la mejora fue todavamayor44.

    Bajo la nueva poltica, las prcticas religiosas de la RAT y de las reas tibe-tanas de las provincias vecinas se recuperaron hasta un nivel comparableal de antes de 1959, prohibiendo slo la restauracin de la economamonstica y la unidad de monasterio y Estado. Los clrigos recibieron

    de nuevo especial tratamiento de Frente Unido; el nmero de monjes deambos sexos aument a 46.000 2 por 100 de la poblacin tibetanaen 1994. Por todas partes haba templos en construccin. La decisin delSegundo Foro de Trabajo Tbetano, en 1984, de restaurar aproximada-mente 200 templos para finales de la dcada de 1980 se super con cre-ces, y en 1992 haban vuelto a abrir sus puertas 1.480 monasterios, a losque 1994 se les haban aadido ms de 30045. Una parte considerable delcapital implicado proceda del gobierno local, mientras que las autorida-des de la RAT asignaron 260 millones de RMB para la reconstruccinentre 1980 y 1992. Los gobiernos provinciales de Sichuan, Yunnan, Gansu

    y Qinghai aportaron tambin una buena cantidad de dinero a la realiza-cin de proyectos religiosos en reas tibetanas. El gobierno centraldesembols ms de 53 millones de RMB para la renovacin del palaciode Potala, as como 64 millones de RMB y 614 kilos de oro para construiruna pagoda tumba para el dcimo Panchen Lama46. Siguiendo el espritu

    ARTCULOS

    43 Zhang SHIRONG, Xizang shaoshu minzu ganbu duiwu hongguan guanli chutan [Explo-racin preliminar de la macrogestin de los cuadros de minora en el Tbet], en XizangQingnian Lunwenxuan, p. 161.44 [La poblacin tibetana en la China contempornea], cit., p. 342; [Anuario de estadsticastibetanas de 1995], cit., p. 178; Song YONG et al., Xizang jingjishehui fazhan jianmingshi-gao [Historia concisa del desarrollo econmico y social tibetano], Lasa, 1994, p. 122.45 [Seleccin de documentos del Foro de Trabajo Tibetano de 1984], cit., p. 20.46 Liu WEI, Xizang de jiaobusheng [El sonido de las huellas del Tbet], Lasa, 1994, pp. 194, 253.

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    de promocionar una renovacin religiosa, Wu Jinghua, el primer secreta-rio del Comit del Partido de la RAT, particip siguiendo una costumbreplenamente tibetana en un gran festival de la oracin en Lasa que fuetransmitido por televisin a la regin entera. Las pocas restricciones quese mantuvieron ataan principalmente a las organizaciones clericales, eincluso eran en buena medida slo de boquilla; apenas haba interferen-

    cia en las prcticas religiosas de los seglares.

    La poltica de Deng Xiaoping en la regin era, en todos estos aspectos,esencialmente abierta y progresista. Se podra haber pensado que a lamayora de los tibetanos la situacin debera haberles parecido la mejorde su historia. Estas condiciones aparentemente ptimas, sin embargo,fueron testigos de un inaudito estallido de discordia e inestabilidad social.El 21 de septiembre de 1987, el Dalai Lama se present ante el Congresoestadounidense. Seis das ms tarde, Lasa contempl la primera manifes-

    tacin callejera desde 1959. Grandes concentraciones exigan la indepen-dencia y ondeaban la bandera nacional prohibida. Inmediatamente seprodujeron detenciones, y cuando se oyeron los gritos de los monjes gol-peados en la comisara central, las multitudes sitiaron el edificio y comen-zaron a lanzar piedras. Las autoridades fueron tomadas por sorpresa y lasituacin se deterior rpidamente mientras se quemaban edificios y veh-culos y se linchaba a algunos han. Los soldados empezaron a disparar ylos enfrentamientos se endurecieron. Los diecisiete meses siguientes con-templaron un patrn cada vez ms sangriento de disturbios, que condu-

    jeron al establecimiento, en marzo de 1989, de una ley marcial que semantuvo en vigor durante cuatrocientos diecinueve das. Al mismo tiem-po, la cuestin tibetana recibi mayor atencin internacional y las polti-cas de Pekn suscitaron una gama cada vez ms amplia de crticas enOccidente, como si el giro de la dcada de 1989 hubiese sido retrgrado.El Tbet se convirti en un elemento de negociacin para presionar a China

    y el Dalai Lama adquiri una influencia sin precedentes.

    Bajarse del santuario

    Desde el punto de vista laico, la reaccin de los tibetanos a la dcada de1980 es difcil de comprender. Hace falta buscar otra forma de anlisis. Enlos trminos del budismo tibetano, el sistema de enmendar los erroresdestruy la categora divina que se haba otorgado a Mao. Dios no come-ta errores. Aun cuando ellos no pudiesen entender su crueldad y sus cas-tigos, tendra sus propias razones y no necesitaba explicarlas; si lo hiciese,

    sera, en todo caso, de manera incomprensible, como un libro celestial.Dios no necesitaba ganarse el favor; poda ordenar a cualquiera quehiciese lo que l deseara. Y lo ms importante es que nunca poda admi-tir que haba cometido errores. Eso lo reducira a la categora de huma-no. Una vez sucedido esto, las personas podan establecer cuentas sobrelas crueldades pasadas y exigir incluso ms admisiones y compensacin.

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    Los tibetanos no se sintieron necesariamente agradecidos, por lo tanto,cuando el gobierno les dio dinero para restaurar los templos. Por el con-trario, lo interpretaron como una admisin de que los edificios sagradoshaban sido destruidos por las autoridades han, la explicacin habitualentre los exiliados tibetanos y en Occidente. Si el dinero iba a ser unacompensacin por estos crmenes, ninguna cantidad poda bastar para

    conseguir su elogio. En el pasado, cuando un nuevo dios les haba exi-gido que destrozasen la antigua religin, ellos haba obedecido. Ahora,de repente, despus de que haban reducido a escombros todos losmonasterios y templos, les decan que el nuevo dios no exista. Que todohaba sido un desgraciado error y era necesario restaurar la anterior reli-gin. No es difcil imaginar cmo se sintieron; y las donaciones delgobierno difcilmente podan convertir en gratitud dicho sentimiento.

    ste fue tambin uno de los factores cruciales en el fuerte rebrote de la

    religin tradicional. Para todos aquellos que una vez se haban puesto dellado del gran ateo hany haban participado en la destruccin de losmonasterios, la resurreccin de la antigua religin llevaba la connotacinde que haban traicionado a su dios y se enfrentaran a horrorosos casti-gos. Aterrorizados por lo que les esperaba, intentaron, por una parte,explicar que ellos no haban tenido opcin y, por la otra, expiar sus cr-menes mediante una devocin redoblada y fantica al tradicional rgi-men religioso. Resultaba comn encontrar que los que ms trabajabanpara reconstruir los templos eran los mismos que haban dirigido su des-

    truccin. Algunos funcionarios intentaron tambin lavar su culpa fomen-tando sentimientos etnonacionales, resistindose contra las instruccionesde sus superiores y discriminando a los han.

    El maosmo haba fracturado la identidad nacional tibetana mediante lapolarizacin de clase. Liberados del control de sus antiguos seores, loscampesinos haban constituido los cimientos del rgimen comunista. BajoDeng, se abandon la lnea de la lucha de clases y los antiguos arist-cratas, jefes de clan y lamas fueron invitados de nuevo al CongresoNacional del Pueblo y a la Conferencia Consultiva Poltica del PuebloChino. Lhalu Tsewang Dorje, comandante de las fuerzas tibetanas en larebelin de 1959, fue liberado de prisin en 1979 y es en la actualidad

    vicepresidente de la Conferencia Poltica Consultiva; su esposa es miem-bro del comit permanente y su hijo consejero adjunto de la Oficina deNacionalidad y Religiones regional. Mientras tanto, los activistas tibeta-nos que en otro tiempo constituyeron la vanguardia de la supresin dela rebelin, de las reformas democrticas, la lucha contra los terrate-nientes y la destruccin de los monasterios han sido dados de lado47. La

    ARTCULOS

    47 El enviado especial del Diario del Puebloen el Tbet, Liu Wei, analiza el punto de vistade los tibetanos despus de la revuelta de 1989 en Lasa en su libro Lasa saoluan jishi[Crnica de un testigo de la revuelta de Lasa]: El gobierno debera revisar su trabajo y suspolticas en el Tbet. Siempre se ha mostrado el rostro sonriente a los de los estratos supe-

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    mayora de esos militantes haban sido cuadros de brigadas de produc-cin en las comunas del pueblo. Desaparecidas las comunas, han perdi-do su anterior statusy estn reducidos a agricultores y pastores ordina-rios. Muchos de ellos languidecen en la pobreza, sin ayudas para la vejez.Segn el departamento de organizacin del Comit del Partido tibetano,la mayora de los anteriores activistas se han hundido en un estrato gol-

    peado por la pobreza. Basndose en su estudio sobre las praderas delTbet occidental, Melvyn Goldstein seala tambin que:

    todas las que antes eran unidades familiares ricas se encuentran entre losposeedores de rebaos ms grandes y de rentas ms seguras. Por otraparte, todos los que hoy en da son pobres proceden de unidades fami-liares muy pobres en la antigua sociedad. [] Los antiguos cuadros decomuna se sitan entre estos extremos. [] En 1987, diez unidades fami-liares (18 por 100) recibieron ayuda social del condado. [] Es interesan-

    te sealar que las diez que recibieron ayuda social en 1987 eran pobres enla antigua sociedad48.

    Sobre todo lo dems, estos activistas tienen que llevar ahora la carga deque los consideren traidores a su nacin, mientras que los dems perci-ben su desgracia como un merecido pago.

    Los antiguos ricos se han enriquecido de nuevo y los pobres se hanempobrecido. Para los fatalistas tibetanos, ste es un augurio de la volun-

    tad de Dios. Consciente o inconscientemente, muchos han comenzado denuevo a ajustar su comportamiento. Un cuadro de base con ms de vein-te aos de experiencia en el condado de Dingqing, en el norte del Tbet,me cont uno de estos pequeos cambios. Durante la RevolucinCultural, si un antiguo terrateniente se encontraba en la carretera con sier-

    vos emancipados se haca a un lado, a cierta distancia, poniendo unamanga sobre el hombro, haciendo una reverencia y sacando la lengua

    una cortesa que los de categora ms baja hacan a sus superiores yslo se atrevan a reanudar su camino cuando los anteriores siervos ha-ban pasado. Ahora las cosas han vuelto a cambiar: los antiguos siervos seapartan, hacen una reverencia y sacan la lengua, dejando paso a sus anti-guos seores. ste ha sido un proceso sutil, completamente voluntario, niimpuesto por nadie ni explicado. Aunque la era prerrevolucionaria no haregresado realmente, los antiguos siervos han percibido el cambio de

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    riores y nadie se preocupa por los problemas de la gente corriente. Esto es muy desalenta-dor para las masas. Hoy en da los alborotadores no estn aislados; los aislados somos loscuadros; aislados en la sociedad y en casa. Pregunta por qu? dijeron algunos. El parti-do comunista ha cambiado: en la dcada de 1950 nos quera a nosotros, pero en la de 1980quera a los nobles. Haba un dicho: todo el personal de los estratos superiores e inclusolos perros fueron rehabilitados. Pero qu les sucedi a las masas? Los trabajadores jubila-dos y los cuadros? Sin dinero. Sin casa.48 Melvyn GOLDSTEINy Cynthia BEALL, The Impact of Chinas Reform Policy on the Nomadsof Western Tibet, Asian Survey29, 6 (1989), pp. 637-638, 640-641.

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    atmsfera social y sienten que es ms seguro mostrar arrepentimiento porhaber mantenido la cabeza alta en el pasado. Este diminuto cambio deconducta refleja la tremenda metamorfosis que ha tenido lugar.

    Comercializacin y supersticin

    El crecimiento anual del Tbet fue superior al 10 por 100 entre 1991 y1999, ms elevado que el de la propia China. La renta per cpita de losagricultores y los pastores ha aumentado un 9,3 por 100 anual, y paralos residentes urbanos un 19,6 por 100. stas no son cifras vacas sin ms.En una visita al Tbet realizada en 2000, el aumento de los niveles de vidaera visible en todas partes, tanto en las zonas rurales como en las urba-nas, y se estaba construyendo mucho. Las condiciones materiales sonahora comparables con las de la China continental (no costera). El Tbet

    es ms prspero ahora que lo fue jams en su historia. Esto, sin embar-go, no ha servido a la RPCh para ganarse la lealtad de los tibetanos, queen nmeros cada vez mayores se adhieren al Dalai Lama, que nunca lesha dado un cntimo. No ha habido disturbios callejeros ltimamente y lasituacin parece tranquila en la superficie. Pero no es difcil percibirdnde estn sus sentimientos. Prcticamente todos los tibetanos tienen alDalai Lama en su corazn. Cada ao, miles de tibetanos comunes arries-gan la vida para cruzar el Himalaya y unirse a l en India. No es infre-cuente que los propios funcionarios del PCCh, oficiales del EPL incluidos,

    se conviertan al budismo inmediatamente despus de jubilarse. Mientrastanto, muchos de los jvenes tibetanos enviados a China para educarsese convierten en los opositores ms radicales, con los sentimientos nacio-nalistas ms fuertes. Chen Kuiyuan, el actual primer secretario del PCChen el Tbet se quej en septiembre de 1996: Cuntos traidores hemos ali-mentado. Sera equivocado hacer ver que la situacin es ms estable queen 1987. En aquel momento, eran principalmente los monjes y los jve-nes desorientados los que dirigan las revueltas. Hoy, la oposicin acechaa los cuadros, los intelectuales, los funcionarios del Estado. En palabras

    de un funcionario jubilado: la actual estabilizacin es slo superficial. Unda la gente se levantar en nmeros mucho mayores que a finales de ladcada de 1980.

    La presencia han se ha vuelto ms variada. Los cuadros han estabanresentidos por la poltica de Hu en la dcada de 1980: los tibetanos lesganaron mucho terreno en la vida local y los hanse sentan marginados.Ms tarde volvieron su rencor contra Zhao Ziyang, que culp de lasrevueltas de 1987-1989 al ultraizquierdismo de los han en el Tbet. Los

    funcionarios han, por el contrario, sentan que la situacin se haba idode las manos debido a la incorrecta lnea adoptada por Pekn de culpardel descontento social en el Tbet a la seccin local del partido, justifi-cando as a los alborotadores tibetanos y socavando su propia capacidadde mantener el orden en la RAT. Se sentan condenados a adoptar unaactitud pasiva, sin instrucciones. En la dcada de 1990, las polticas de Hu

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    y Zhao se revocaron: la lnea oficial culpa ahora a la camarilla del Dalaiy a la intervencin occidental de los disturbios, y los hanque ocupan elpoder se sienten fuertemente justificados, considerando el cambio retros-pectivo como una rectificacin significativa. Estn muy cmodos con lalnea de que el punto clave es la estabilizacin mantenida ahora por losdirigentes del PCCh.

    Pero se ha producido una nueva entrada de han en la ltima dcada.Algunos de ellos prostitutas, zapateros, sastres, relojeros, horticultores,carniceros han sido atrados por el imn del dinero. Se encuentran a lolargo de las carreteras, dirigiendo pequeos restaurantes de carretera,pujando en contratos de construccin, acudiendo en manada a las fiebresdel oro, cazando especies raras. Incluso mendigos chinos pueden ganar-se la vida en Lasa. En cuanto a su nmero, las autoridades de la RAT notienen idea. Se concentran, por supuesto, en las ciudades y a lo largo de

    las vas principales, lo cual les da una presencia ms visible de lo que lasestadsticas pueden justificar. Un segundo tipo de recin llegado es elturista o el aventurero, principalmente de la elite han: periodistas, escri-tores, pintores, fotgrafos, estudiantes y no pocos funcionarios, aparente-mente por cuestiones de trabajo, pero realmente de viaje. Estos hansediferencian de los cuadros anteriores en que piden proteccin al poderlocal; y no se acercan al ncleo de la sociedad tibetana. Mantienen suidentidad extranjera; pocos pretenden quedarse. El primer tipo es similara la poblacin flotante de las grandes ciudades de la RPCh, y se mar-

    charn cuando la situacin deje de ser rentable. El segundo grupo va yvuelve. Pero ambos aportan laicizacin y comercializacin a la sociedadtibetana; el ataque que representan al orden tradicional no debe infrava-lorarse.

    Cunto ha avanzado la laicizacin en el Tbet llegado el siglo XXI? Unadiminuta minora principalmente jvenes urbanos de educacin supe-rior puede considerar al Dalai Lama con mayor distancia, como serhumano en lugar de dios, y una personificacin de los atractivos del libe-

    ralismo occidental y la prosperidad capitalista ms que como la divinidadreencarnada. Pero dentro de la RAT, los universitarios comprendan sloel 0,57 por 100 de la poblacin en 1990, incluidos los hanresidentes en elTbet, que tienen una grado mayor de instruccin. La abrumadora mayo-ra de los tibetanos son campesinos, nmadas o residentes en la ciudadcon un bajo nivel de instruccin, que nunca han odo hablar del PremioNobel o de Hollywood. Adoran al Dalai Lama con el mismo sobrecogi-miento que a los dioses que nunca tendrn la fortuna de conocer. En elTbet es comn actualmente ver cmo se forma una multitud y se postra

    para adorar a un nio, simplemente porque es un Buda reencarnado.

    La era de Deng renunci a la lnea de clase, restaur la religin tradicio-nal tibetana y atrajo de nuevo a las clases superiores a un frente unido.Esta vuelta mejor enormemente las condiciones de vida de los tibetanos,pero dificult la capacidad del PCCh de intervenir en la sociedad tibeta-

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    na y condujo a su reintegracin como comunidad nacional. Si China, sinembargo, hubiera continuado cerrada como en el pasado, la reaparicinde los tibetanos como nacionalidad quiz no hubiese causado grandesproblemas para el rgimen de Pekn. Pero ahora China se ha abierto almundo, y no poda aislar al Tbet de los cambios experimentados en elmbito internacional, entre ellos la desintegracin del sistema sovitico y

    las nuevas actitudes intervencionistas de Occidente. En aos anteriores, lajustificacin del cambio poltico del Frente Unido a la lnea de clase fueprecisamente que las banderas de la religin y la nacionalidad habansido monopolizadas por las clases ms elevadas y a los forneos no seles permita desempear ningn papel en el pas. Hoy, la persona quecontrola las dos banderas no es sino el Dala Lama, que disfruta de la cate-gora de lder espiritual supremo y de smbolo internacionalmente reco-nocido de la nacionalidad tibetana. Con el pueblo tibetano unido trasestas banderas, no exista fuerza de oposicin que pudiese contrarrestar

    a la deidad exiliada. Slo Mao haba conseguido disolver la unidad reli-giosa y tnica de los tibetanos, introduciendo el elemento de la lucha declases. Renunciar a esto sin crear una nueva ideologa ha dejado un vacoque slo se puede llenar con una combinacin de tradicin lamasta ynacionalismo tnico. Es innegable que para los tibetanos, aunque estofuese deseable, la era de Mao no se podra repetir. Histrica y moral-mente, las reformas eran absolutamente necesarias. Pero no han resueltola cuestin tibetana para satisfaccin de nadie, y hoy todas las partes delconflicto tienen razones para temer al futuro. Deben encontrarse nuevas

    formas de enfocar el problema.

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