Reportear en Zona de Guerra - Rogelio Flores

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Artículo publicado en la revista Proceso edición especial #34, sobre el impacto emocional de la guerra contra el narco en periodistas mexicanos.

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5/12/2018 Reportear en Zona de Guerra - Rogelio Flores - slidepdf.com

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. . .SOBREVIVIENDO A LA TRAGEDIA

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espués de casi cinco años deatestiguar la guerra contra elnarcotráfico, los periodistas me-xicanos –mensajeros de este con-flicto que ha dejado casi 50 milmuertos– ya acusan los efectos

emocionales de lidiar todos losdías con el horror, la barbarie y el salvajismo.

La prevalencia de estrés postraumático (EPT)entre los reporteros y fotógrafos que cubren lostemas del narcotráfico ha aumentado tanto enMéxico que ya se coloca por arriba del sufridopor quienes fueron corresponsales de guerra enMedio Oriente, Bosnia, Chechenia o Ruanda.

Los indicadores psicopatológicos en perio-distas mexicanos alcanzan los mismos nivelesque mostraron los protagonistas de los conflic-tos bélicos de las últimas cuatro décadas, lo queincluye a los veteranos de Vietnam.

Datos de un par de artículos científicos apunto de publicarse en una revista especializa-da dicen que 35% de los periodistas que cubrenel narcotráfico tiene síntomas de EPT, uno delos trastornos más comunes en contextos deguerra.

Los fotógrafos son los más vulnerables, conuna prevalencia de 58.8%. Es decir, uno de cadados reporteros gráficos que cubren lo relacio-

nado con el narcotráfico experimenta síntomaspsicopatológicos. De la muestra total de 100reporteros y fotógrafos consultados, la terceraparte se levantó en Ciudad Juárez y el resto en15 estados del país.

Más de 30% de ese total presenta síntomasde ansiedad, depresión o somatizaciones por elcontexto necrófilo en el que se desenvuelven ypor las agresiones y amenazas de las que sonvíctimas. Un porcentaje significativo consumealcohol como un mecanismo que les permiteadormecer su malestar.

El caso de los profesionales de la informaciónque trabajan en Ciudad Juárez es especialmentegrave, pues además de padecer todos los íntomasde la depresión –como en el resto del país– estánaquejados por altos niveles de ansiedad.

Reportear

en zonade guerraRogelio Flores Morales *

El levantamiento de datos se hizo entremayo de 2010 y junio de 2011 mediante seisinstrumentos psicométricos adaptados para losreporteros mexicanos. Para identificar los sínto-mas de malestar emocional los investigadoresanalizaron respuestas de reporteros y fotógrafosde Ciudad Juárez, Culiacán, Durango, Monterrey,

Chilpancingo, Tijuana, Morelia, Veracruz, Distri-to Federal, Querétaro, Mérida y Campeche, entreotras ciudades.

Los resultados muestran una gran diferen-cia cuando se les compara con estudios reali-zados entre corresponsales de guerra o comba-tientes de conflictos armados internacionales,ambos expuestos a altos niveles de terror yviolencia. En efecto, los indicadores en reporte-ros y fotógrafos mexicanos son superiores a losde los corresponsales de guerra en Afganistán,Chechenia, Bosnia, Ruanda y Medio Oriente,cuya prevalencia es de 28.6% en EPT y 21.4% endepresión.

Un índice menor se reportó en periodistasde otros países que cubrieron información alta-mente estresante, aunque no una guerra. Los i n-

COMO EN VIETNAM

En uno de los artículos –“Estrés postraumáticoen periodistas mexicanos que cubren noticiasde narcotráfico”, escrito por el autor de este ar-tículo, la doctora  Lucy Reidl Martínez, exdirec-

tora de la Facultad de Psicología y actual coor-dinadora del Consejo Académico del Área de lasCiencias Sociales, y la doctora Verónica ReyesPérez– se reporta que 35% presenta síntomas deEPT, 36% de depresión y 68% de ansiedad: unode cada tres periodistas sufre síntomas emocio-nales perturbadores propios del estrés postrau-mático y dos de cada tres viven con elevadosniveles de ansiedad.

Según especialistas éstos son algunos de loscostos emocionales que paga un gremio al quelos dueños de los medios y las instituciones sa-nitarias del país tienen en el abandono.

   R   i  c  a  r   d  o   R  u   i  z   /   P  r  o  c  e  s  o   f  o   t  o

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vestigadores Teegen y Grotwinkel identificaronen una muestra de 61 reporteros estaduniden-ses y europeos a 13% con “probable” EPT. Otrosespecialistas como Newman y Pyevich encon-traron niveles aún más bajos: 5.9% en fotógrafosy 4.3% en reporteros de medios impresos.

En cuanto a la presencia de síntomas de EPTen combatientes, los investigadores de la UNAMrescatan cifras publicadas en diversas fuentescientíficas de prestigio, como The New England

  Journal of Medicine,   American Journal of Public

Health, The British Journal of Psychiatry,  American

 Journal of Epidemiology y Australian Centre for Post-

traumatic Mental Health, entre otras.

La prevalencia de vida de EPT en veteranosde Vietnam es de 30.9% y desciende a la mitaden cuanto a prevalencia concurrente. Esto sig-nifica que a más de tres décadas de finalizadoel conflicto, todavía 15% de los combatientespresenta síntomas de estrés postraumático. Noobstante, entre los soldados que tuvieron unalto nivel de exposición al combate, los índicesde EPT se elevan a 35.8% en hombres y 17.5% enmujeres, porcentaje similar al de los periodistasmexicanos.

Al caso paradigmático de la guerra de Viet-nam se añaden los efectos de conflictos másrecientes. Por ejemplo, entre los veteranos de laoperaciónTormenta del Desierto en 1991 se repor-taron índices de hasta 13.2% de EPT.

Una década después –en la operación Liber-

tad Duradera emprendida como respuesta a losatentados del 11 de septiembre de 2001– el ejér-cito estadunidense invadió Afganistán con másde 28 mil militares, casi la mitad de los que enMéxico participan en la lucha contra el narco-

tráfico. Como resultado de esa guerra, 11.5% delos combatientes estadunidenses regresó consíntomas de EPT.

La cifra aumentó durante la operación Liber-

tad Iraquí , que se inició en 2003. En siete añosdesplazaron a casi 1 millón de soldados a Irak,lo que representó el mayor despliegue de tropasestadunidenses desde Vietnam.

En esa guerra murieron 4 mil 415 militares es-tadunidenses y más de 32 mil resultaron heridoshasta el 19 de agosto de 2010, cuando los últimos14 mil abandonaron Irak. Una de las múltiplesconsecuencias emocionales de la intervenciónfue el desencadenamiento de síntomas de EPTen 19.9% de los soldados desplazados.

En el ámbito nacional, sin embargo, no hayindicadores actualizados sobre la prevalencia deEPT en soldados mexicanos. La única referen-cia al respecto, publicada en 1996, identificó que4.3% de una muestra de militares presentabasíntomas de estrés postraumático. Muchos deellos habían participado en la Operación Cón-

dor (OC), aplicada por el gobierno mexicanopara enfrentar a los cárteles de la droga entre1977 y 1987.

Durante la ejecución de esos operativos mi-litares, en Chihuahua, Sinaloa y Durango –El

Triángulo Dorado–, se violaron sistemáticamentelos derechos humanos y se “institucionalizó” latortura en diversas comunidades campesinas,so pretexto de la búsqueda de narcotraficantes.(Proceso 74)

Esta operación fue encabezada por 23 man-dos militares, muchos de ellos con anteceden-tes represivos, como el general José HernándezToledo, el coronel Ricardo Careaga Entramba-saguas, el divisionario Roberto Heine Rangel y elgeneral Manuel Díaz Escobar.

Los soldados que participaron en la OC pre-

sentaron una prevalencia de EPT de 4.3%, lo quepodría indicar que aun los victimarios puedenverse impactados por sus propias atrocidades.

EFECTOS DE LA BARBARIE

El EPT se manifiesta regularmente en personasque han vivido uno o varios acontecimientosaltamente estresantes o traumáticos, comoguerras, violaciones, secuestros, torturas o de-sastres naturales. Estos eventos desencadenanuna serie de respuestas físicas, cognitivas y con-ductuales que, según la literatura científica, se

agrupan en tres grandes categorías: intrusivas,evitativas y de hiperactivación.

Entre los síntomas más agudos y persisten-tes de EPT en periodistas mexicanos destacan:pesadillas relacionadas con ejecuciones, parti-cularmente cuando se trata de niños; dificultadpara dormir; problemas de concentración; aleja-miento gradual de la gente, ya sean familiares,amigos o conocidos; miedo repentino a ser ata-cado o a morir; ataques de llanto inesperados; flashbacksen los que se reviven experiencias per-turbadoras; sobresaltos constantes; nerviosismocreciente; irritabilidad; embotamiento psíquicoo anestesia emocional; acciones defensivas anteeventos o situaciones que no lo ameritan y, so-bre todo, una sensación incómoda y desgastanteproducida por la necesidad de permanecer enun estado de alerta constante.

Los investigadores de la UNAM han encon-trado que el EPT se puede desencadenar en trescircunstancias. La primera, cuando el reporte-ro es víctima de alguna agresión que pone en

riesgo su vida o su integridad física, como unsecuestro o levantón. La segunda, cuando el re-portero es testigo directo de un acontecimientoque produce muertos, heridos o que amenaza lavida de otras personas. Y la tercera es cuando elperiodista, sin ser la víctima directa o testigo dealgún acto, establece un contacto afectivo conlas víctimas a través de sus testimonios.

De manera concurrente, indican los especia-listas, los reporteros con EPT presentan modifi-caciones en su esquema cognitivo: se percibeninseguros, desconfiados, descontrolados y conbaja autoestima.

El 80% de las personas a las que se les diag-nostica EPT, afirman los especialistas, regular-mente presenta al menos otra perturbacióncomórbida, como ansiedad, depresión, somati-

zaciones o problemas con el consumo de alco-hol o drogas.

EL CASO DE JUÁREZ

En Ciudad Juárez los resultados obtenidos sonsimilares a los de otras regiones del país, lo quepodría indicar que el impacto de la violencia se

ha generalizado. Por ejemplo, mientras la preva-lencia de EPT en periodistas de Juárez se ubicaen 34.6%, el conjunto de los 15 estados restantesde la muestra presenta 35.1%, una diferencia desólo 0.5%.

Algo similar ocurre con los niveles de de-presión y ansiedad. Estudios realizados por elautor, Reidl y Reyes –próximos a publicarse–, es-tablecen que 36% de los periodistas de Ciudad Juárez tienen síntomas de depresión (moderadao severa), cifra cercana a la del resto de la mues-tra (37.1%). Sin embargo esta brecha aumentarespecto a la presencia de síntomas de ansie-dad: en Ciudad Juárez se identificó un índice de

57.7%, mientras que en el resto de los estados seubica casi 14% por encima, con 71.6%.

En cuanto a las diferencias por sexo a esca-la nacional, los investigadores encontraron unfenómeno que les llamó la atención: del 35% delos periodistas que presentan síntomas de EPT,60% son hombres y 40% mujeres, lo cual resque-brajó parcialmente la idea generalizada de quelas mujeres son más propensas a desarrollar es-trés postraumático.

Sin embargo, del 68% que presenta síntomasde ansiedad, 45.6% son hombres y 54.4% mu- jeres. Mientras que del 36% de la muestra consíntomas depresivos, 37% son hombres y 63%mujeres.

En suma, los hombres presentan más sínto-mas de EPT que las mujeres, ambos tienen in-

dicadores muy similares en cuanto a presenciade ansiedad, pero las mujeres tienden más adeprimirse.

La doctora Reidl asegura a Proceso: “En estacoyuntura nacional de más de 40 mil muertos,los mexicanos ya tenemos miedo de salir decasa. La angustia se ha vuelto cotidiana. Vivi-mos con la incertidumbre a flor de piel y con lacerteza de que el país se nos está yendo de lasmanos”.

Indica que en este contexto de violencia, laaparición de síntomas psicopatológicos en lapoblación es una consecuencia previsible.

–¿Por qué los reporteros mexicanos que cu-

bren narco muestran indicadores psicopatoló-gicos más elevados que los corresponsales deguerra?

–Puede haber muchas razones. La granmayoría de los corresponsales de guerra tie-nen soporte emocional previo y posterior a suasignación. Los grandes medios internaciona-les, como CNN o la BBC, se preocupan por susreporteros y fotógrafos, sobre todo cuando sonenviados a zonas de gran riesgo. Por el contrario,los reporteros mexicanos ejercen en el completoabandono: nulo respaldo de directivos, dueñose incluso colegas de otras fuentes. Además, enMéxico no existe la cultura de la prevención.

–¿Estamos frente a una sociedad salvaje,ante el resurgimiento del “México bárbaro”?

–Esta asignación de “sociedad salvaje” sin

duda amerita un debate profundo. Uno de lossíntomas más recurrentes del estrés postraumá-tico es la “anestesia emocional”. Es decir, el suje-to se protege del evento traumático de muchasmaneras y una de ellas es el endurecimiento desus emociones. Si una persona ya no siente nadacuando mira a un ejecutado tirado en la aveni-da, si a esa persona ya no se le dobla el corazóncuando ve la carreola de un bebé cubierta desangre, pues entonces estamos, en efecto, anteun escenario de salvajismo. ¡Para sobrevivir tene-mos que dejar de sentir!

–¿Cómo se pueden proteger emocionalmen-te los reporteros?

–Lo ideal sería que cada empresa de co-municación tuviera un grupo de profesionalesque los asesore psicológicamente antes y des-pués de una cobertura de riesgo. La creación degrupos de apoyo también ayuda mucho. Perosobre todo es necesario crear conciencia entrelos dueños y directivos de los medios sobre esteproblema. Deben aceptar de una vez por todasque lidiar con la violencia no es cualquier cosay que esto tiene repercusiones en la salud físi-ca y emocional del reportero. Es hora de pensaren este tema antes de que nos llevemos algúnsusto.

*Candidato a doctor en psicología por la UNAM, pio-nero en México del tema de investigación periodismo

 y trauma y coordinador del Centro de Documentaciónde Proceso.

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   G  e  r  m   á  n   C  a  n  s  e  c  o