Resena de existe_el_metodo_cientifico

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Ciencia UANL Universidad Autónoma de Nuevo León [email protected] ISSN (Versión impresa): 1405-9177 MÉXICO 2002 Primitivo Hernández RESEÑA DE "¿EXISTE EL MÉTODO CIENTÍFICO?" DE RUY PÉREZ TAMAYO Ciencia UANL, enero-marzo, año/vol. V, número 001 Universidad Autónoma de Nuevo León Monterrey, México pp. 103-106

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Ciencia UANLUniversidad Autónoma de Nuevo Leó[email protected] ISSN (Versión impresa): 1405-9177MÉXICO

2002 Primitivo Hernández

RESEÑA DE "¿EXISTE EL MÉTODO CIENTÍFICO?" DE RUY PÉREZ TAMAYO Ciencia UANL, enero-marzo, año/vol. V, número 001

Universidad Autónoma de Nuevo León Monterrey, México

pp. 103-106

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CIENCIA UANL / VOL. V, No. 1, ENERO-MARZO 2002 103

Al pie de la letra

Los discursosdel método científico

Ruy Pérez Tamayo¿Existe el método científico?Fondo de Cultura Económica,Primera edición en español,México, 1998

Primitivo Hernández

Ignorando cualquier tentación retóri-ca, Ruy Pérez Tamayo se pregunta:¿Existe el método científico? Trazan-do un panorama vasto, profundo y lu-minoso, ha escrito un volumen decerca de trescientas páginas para tra-tar de responder a esta cuestión. De

acuerdo con la historia, sabemos queel método científico surge de maneraincipiente y sistemática con la obrade Andrea Vesalio, Galileo Galilei,William Harvey e Isaac Newton. Sinembargo, la mirada retrospectiva deRuy Pérez Tamayo se introduce máslejos todavía y llega hasta los tiemposde Platón y de Aristóteles.

La tradición clásica del pensa-miento tiene un significado esencialpara comprender los orígenes delmétodo científico. La contribución deesa filosofía consistió en haber crea-do los cimientos cognitivos y operati-vos, con los cuales el pensamientocomenzó a intentar comprender lanaturaleza y el cosmos. Todo pareceindicar que esta pretensión fue autén-tica; aquella filosofía desconfiaba dela mera razón instrumental y tambiénhabía intuido las graves limitacionesde la conciencia pragmática. La filo-sofía de la antigüedad griega conquis-tó su singular status de pensamientopuro en el momento en que se dacuenta de que debía plantear pregun-tas axiales a la conciencia para com-prender la realidad.

Cambios cardinales y revoluciona-rios en el pensamiento se manifesta-ron en la obra de Galileo Galilei, paraquien... “La filosofía está escrita eneste gran volumen —me refiero aluniverso— que se mantiene continua-mente abierto a nuestra inspección,pero que no puede comprenderse amenos que uno aprenda primero a

entender el idioma y a interpretar lossignos en que está escrito. Está escri-to en el idioma de las matemáticas ysus signos son triángulos, círculos yotras figuras geométricas, sin las quees humanamente imposible entenderuna sola palabra; sin ellas uno cami-na en un oscuro laberinto.” No esta-mos autorizados a cuestionar esta con-fianza obstinada en las matemáticas yen la geometría, sin embargo, debemosadmitir que esa gran esperanza fue unpunto de partida irreversible.

Antes del nacimiento de la cien-cia, el conocimiento se encontrabadominado por la filosofía. Con Des-cartes surgen las primeras tentativasdel racionalismo para emancipar alpensamiento de los tópicos y las ob-sesiones de la antigüedad griega y delmedioevo. Correspondió a Descarteshacer la crítica de la escolástica; aun-que su filosofía no pudo desligarseenteramente de los procedimientos ylas rutinas de la escolástica y a pesarde que su metafísica no podía respi-rar sin que dejara de gravitar sobresus postulados la idea de Dios comoúnica explicación del universo, noobstante estas limitaciones, la obra deDescartes elaboró en cierta medida lasbases para que el racionalismo mo-derno tomara en cuenta los compro-misos que adquiría la conciencia alconsiderar la subjetividad del yo hu-mano como instrumento del conoci-miento. Hasta antes de Descartes elpensamiento escolástico había pre-

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tendido explicar la realidad contandoúnicamente con un sistema constitui-do a partir de nociones abstrusas yconceptos filosóficos petrificados.Frente a semejante panorama intelec-tual, el conocimiento, para configu-rarse en saber científico, tuvo que eje-cutar un enorme salto cualitativo. Esteacontecimiento sólo fue posible en elmomento en que la astronomía, apartede estudiar cuidadosamente los fenó-menos siderales, se compromete aconcebir un modelo matemático paraexplicarlos. Con la filosofía de Des-cartes el pensamiento occidental sehabía fortalecido con una metafísicay una visión extremadamente meca-nicista del universo. Sin embargo, estametafísica y esta visión tuvieron unmérito inesperado: permitieron quealgunos hombres de genio, como IsaacNewton, imaginaran la necesidad irre-nunciable de explicar científicamentelas leyes del universo.

No obstante el desarrollo teóricode la mecánica newtoniana, que ha-bía fundamentado sus asertos y pre-dicciones en un consistente correlatomatemático del método inductivo-de-ductivo, en el tiempo comprendidoentre los siglos XVI y XIX el pensa-miento científico tuvo que recorrer unlargo camino para emanciparse de laslimitaciones conceptuales y estructu-rales que había heredado de la filoso-fía. Decía Newton: “Tanto en las ma-temáticas como en la filosofía natu-ral, la investigación de los problemasdifíciles por medio del análisis debe irprecedida siempre por el método de

la composición. El análisis consisteen hacer experimentos y observacio-nes, y en derivar a partir de ellos con-clusiones generales por inducción, re-chazando todas las objeciones, excep-to las basadas en experimentos u otrasformas de conocimiento seguro”. Enestas palabras podemos percibir unavisión enteramente nueva en la formade plantear y de comprender los fenó-menos que constituyen la realidad. Estavisión, genuinamente científica, esta-ba planteando con intensa claridadnuevas exigencias al pensamiento.

El siglo XVIII es testimonio de loscambios sociales, económicos, polí-ticos y filosóficos que transformaronprofundamente la vida en Europa. LaIlustración fue decisiva para destruirlos dogmas de la Iglesia; trató de sen-sibilizar al pensamiento para modifi-car la actitud del hombre ante la na-turaleza y fue testigo de lasdevastaciones incalculables que larevolución industrial estaba provocan-do. Durante esos años muchos filó-sofos hablaban de las ciencias y has-ta asumían la pretensión de que susargumentos eran científicos. Aunqueel racionalismo ilustrado había fun-dado demasiadas quimeras en el aire,al mismo tiempo que atacaba a lasinstituciones, que habían sometido alhombre bajo distintas formas de po-der absoluto, estaba creando una at-mósfera intelectual muy favorable alas ciencias.

A finales del siglo XVIII tambiénestaban sucediendo cosas muy inte-resantes en los laboratorios de los

químicos más brillantes de la época.Quizá por sentirse demasiado com-prometido con el análisis dedicado ala obra de los empiristas británicos, opor alguna otra razón, Ruy PérezTamayo no dedica un solo comenta-rio a Lavoisier. En un libro que aco-mete la tarea de hacer un recorridohistórico y filosófico acerca del méto-do en las ciencias no mencionar aLavoisier nos provoca mucha extra-ñeza. Se puede decir que la químicacomienza a ser moderna en el mo-mento en que Lavoisier se dio cuentade que era necesario destruir la teoríadel flogisto. Para llevar a cabo esteportento intelectual tuvo que elaborarlas pruebas teóricas y experimentalesnecesarias para demostrar la completafalsedad de la teoría del flogisto. Sinembargo, la contribución de Lavoisierfue más vasta y más profunda; la his-toria de la química moderna puedeaportar las pruebas de este hecho. Enconsecuencia, es necesario inferir queel brillante químico francés debió ha-ber concebido y ejecutado un métodocientífico, para que la química pudie-ra superar el dilatado rezago concep-tual y experimental en que estabasumergida a causa de las supersticio-nes alquimistas.

El siglo XIX también ha sido testi-go de una verdadera revolución a con-secuencia de los profundos cambiosque estaban afectando a todos losámbitos del quehacer humano. En laobra de John Herschel, John StuartMill y William Whewell, empiristasvictorianos, podemos percibir una pre-

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ocupación sincera por comprender laimportancia intelectual y filosófica dela ciencia y sus métodos. Aunque nosiempre fueron certeros en sus análi-sis, y a pesar de que sus conclusio-nes muchas veces se hallaban a dis-tancia considerable de los conceptosy las ideas que definían al métodocientífico, incluso en esa época, es-tos empiristas británicos participaronactivamente en la creación de un am-biente intelectual propicio al estudiodel método científico.

Comentario aparte podemos de-dicar al positivismo francés, corrientefilosófica que ejerció una influenciamuy profunda en el siglo XIX. En estesentido, conviene recordar a AugusteComte y a Henri Poincaré. La agude-za del pensamiento de éste últimopuso de manifiesto ante la ciencia yla filosofía la necesidad de hacer lacrítica de los procedimientos internosdel pensamiento científico. ComentaRuy Pérez Tamayo: “El divorcio entrela exactitud matemática y la realidadllevó a Poincaré a postular que losaxiomas geométricos no son ni ver-dades a priori ni hechos experimen-tales, sino que simplemente son ver-dades disfrazadas, o mejor aun, con-venciones. No se trata de postuladosarbitrarios, en vista de que se apoyanen observaciones, experimentos y elprincipio de la no contradicción; detodos modos, no pertenecen a la po-laridad verdadero-falso. Se aceptanporque en ciertas circunstancias con-tribuyen a establecer la configuraciónverdadera de la realidad”. Por otro

lado, es necesario recordar que tam-bién en el siglo XIX la obra y el pen-samiento de Charles Darwin cambia-ron radicalmente nuestra manera deestudiar y comprender el proceso evo-lutivo de todas las estructuras orgáni-cas que existen y han existido en latierra. A partir de entonces, la biolo-gía moderna consiguió demostrar queel método científico no requería cate-góricamente un soporte y un modelomatemáticos para probar sus aptitu-des explicativas.

Si bien es cierto que los filósofosde las ciencias se han tomado exce-sivas atribuciones, porque no ejercien-do ninguna disciplina científica seconsideran autorizados para opinaracerca de los temas que sólo concier-nen a los científicos, el interés que enlos últimos tiempos han desplegadopara tratar de comprender los com-promisos y los procedimientos de lasciencias sólo nos muestra que la filo-sofía ha sido significativamente des-plazada de la historia del saber cien-tífico. La razón de este hecho históri-co es muy sencilla: desde hace cua-trocientos años la experiencia objeti-va le ha demostrado a la filosofía lacompleta ineficacia de sus nociones,categorías, conceptos y sistemas paraexplicar convincentemente los fenó-menos que constituyen la realidad.

Quizá ya es tiempo de que la filo-sofía se atreva a decirnos cuál ha sidola evolución interna del pensamientoen relación con las intrincados víncu-los que el pensamiento ha guardadocon el lenguaje durante los últimos

dos mil años de civilización. O bien,debería investigar en qué medida elpensamiento ha retardado y hastaobliterado el desarrollo de las ciencias.Estos temas serían mucho más inte-resantes que emitir juicios infunda-dos, y opiniones arbitrarias acerca delas cosas que los filósofos no cono-cen por experiencia directa. En estesentido, nos hemos abstenido delibe-radamente de comentar algunas delas ideas de Wittgenstein, Carnap,Reichenbach, Popper, Lakatos, Kuhny Fayerabend, en torno a la ciencia ysus métodos.

En los últimos tiempos hemos pre-senciado una vigorosa especializacióndel conocimiento científico en ramifi-caciones cada día más complejas yrefinadas. Los campos de la cienciase han diversificado y multiplicado ybuena parte de sus teorías y experi-mentos se encuentran casi en conti-nua transformación. Los modos deejercer la investigación científica hanevolucionado hasta lograr, según po-demos inferir a partir de todas las evi-dencias disponibles, grados de refi-namiento y complejidad nunca antesimaginados, aunque bien sabemosque el cáncer, por ejemplo, continúasiendo en muchas ocasiones una en-fermedad incurable, aunque siguesiendo un deseo alucinante el desa-rrollo de tecnologías agropecuariascapaces de producir masivamente ali-mentos saludables a bajo costo.

Sea un abigarrado conjunto deteorías y de experimentos inspirados

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por la ley del todo se vale, seainductivo-deductivo, o hipotético-de-ductivo, el método en las ciencias haconseguido evolucionar orientado porsus propios lineamientos, aunqueéstos estuviesen en contradicción conlos enunciados básicos y tradiciona-les de la lógica formal, aunque enmuchas ocasiones recibieran los des-tellos vibrantes de la intuición fortuitay del azar arbitrario. Sin embargo, esnecesario subrayar que la evoluciónde las metodologías científicas se hahecho tangible en el ámbito generadopor un conjunto de circunstanciasmuy específicas; por tanto, sería ungrave error epistemológico subestimarla importancia del contexto históricoque, necesariamente, mantiene unavigorosa relación dialéctica con laciencia, sus métodos, sus paradigmasy sus personajes.

Tomando en cuenta esto último,la razón científica, estructurada enmétodo, no ha tenido, ciertamente,una evolución escrupulosamente li-neal y ascendente. Sin embargo, noha dejado de descubrir nuevas exigen-cias en el estudio y la resolución delos problemas que nos plantean lamateria y el universo. Para que estose lleve a cabo con más plenitud ycon una sistematización más refina-da, es necesario que la ciencia conti-núe realizando la crítica de sus recur-sos tecnológicos, de sus procedimien-tos teóricos y de su imaginación crea-dora. Es necesario que la ciencia siga

acometiendo esta tarea con una acti-tud y un espíritu abiertos a los len-guajes del mundo, y no como si eje-cutara simplemente un acto de auto-contemplación fetichista. Si es ciertoque la ciencia ha creado la objetivi-dad como la instancia cognitiva másprecisa y escrupulosa, con la cualpondera sus asertos y predicciones entorno a cada uno de los fenómenosque estudia, y si es cierto que se hapreocupado por mantenerse fiel a supropia naturaleza, entonces podemospensar que los métodos conocidoshasta nuestros días son apenas el pre-ludio de esperanzas absolutamenteinimaginables.

Una aventura por la mente

Helena Curtis, N. Sue Barnes, AdrianaSchneck y Graciela FloresBiologíaEditorial Médica PanamericanaMéxico, 2000

María Eufemia Morales Rubio

Editorial Medica Panamericana nospresenta una nueva edición de la obrade Biología de Helena Curtis y N. SueBarnes, investigadoras que, aunqueya retiradas del ámbito académico ya casi 30 años de la primera ediciónde este libro, conceden su autoriza-ción para esta nueva versión, la cualsurge enriquecida gracias a la guía y

dirección de dos excelentes biólogasargentinas Adriana Schnek y GracielaFlores, ambas de la Universidad deBuenos Aires. En este libro nos danuna amplia panorámica del mundobiológico, volviendo a retomar lospuntos básicos de versiones anterio-res, pero ahora incluyendo y actuali-zando tópicos que van a la vanguar-dia de la investigación, y que graciasa la ayuda del Internet, nos dan unacceso directo a información reciéngestada. Para nuestras nuevas auto-ras, el eje central de la biología siguesiendo la evolución, y bajo los pre-ceptos de este proceso, ellas tambiéntraen cambios y adaptaciones a sunueva versión, para llevar al lector dela mano por los sinuosos y a vecescomplicados caminos de la biología,haciendo su comprensión amena yfácil.