Breve reseña histórica de la parroquia San José de Golfito.

La historia de nuestra Parroquia San José de Golfito puede remontarse hasta 1519, cuando un 9 de agosto el Lic. Espinoza parte de Panamá y llega por tierra hasta la provincia de Barica (Golfo Dulce). Este mismo licenciado envió por mar al capitán Hernán Ponce, Que recorrió la costa del Pacífico, viaje en el cual descubrió el golfo Dulce y golfo de Nicoya para concluir su viaje en San Vicente (Caldera). Sin embargo, Ponce no se encontró con los habitantes. Para lo cual tendremos que esperar hasta el 21 de enero de 1522 donde los documentos de Gil González de Avila reportan que en el territorio de Osa (Golfo Dulce) 8 leguas adelante uno o dos capellanes que lo acompañaban bautizaron a 13 personas. Es con esta pequeña nota que se constata el pequeño brote de la fe en estas tierras nuestras.

Desde entonces y hasta 1898 la zona de Golfo Dulce fue una zona de paso obligatorio para los misioneros itinerantes y luego para el clero secular de Boruca, a los cuales sucedieron un Grupo de Padres Vicentinos provenientes de Alemania.

La situación religiosa de la zona se mantuvo así hasta el 16 de Febrero de 1921, cuando la bula “Praedecessorum” erige la diócesis de Alajuela, encomendando a su cuidado las provincias de Alajuela, Guanacaste y Puntarenas. Con el fin de atender toda la vasta zona de Puntarenas Mons. Monestel (primer obispo de Alajuela) se hizo ayuda por los Frailes Menores Capuchinos, provenientes de Cataluña, España. Desgraciadamente por lo extenso de la diócesis los capuchinos si acaso hacían visitas anuales a esta región, por lo que los feligreses extrañaban a sus antiguos pastores, los Vicentinos alemanes. Por esta razón en 1933 el Obispo obtuvo que los vicentinos reanudaran la atención pastoral de la región

Cuando la Compañía Bananera de Costa Rica inició operaciones en la región en 1937 lo hizo en Puerto Jiménez, comprando banano a pequeños productores ubicados a lo largo del litoral del Golfo Dulce. Sus estudios para instalarse los había iniciado una década antes, de manera que estaban muy seguros de lo que hacían, tanto en las riberas de la desembocadura del río Grande de Térraba como en la Península de Osa y Golfito.

En marzo de 1941 se hizo la primera exportación de banano desde Golfito. Para entonces entró en su apogeo la afluencia de personas buscando trabajo en la Zona Bananera dando paso a la formación de núcleos urbanos un tanto precarios. Los trabajadores llegaron sin sus familias, vivían hacinados y los servicios sociales eran limitados, ya que por la naturaleza del enclave la presencia del estado costarricense era una ilusión.

Una muestra es que para enterrar a cualquiera había que hacerlo en Puerto Jiménez, donde no había sacerdote pero cuando menos existía un cementerio a derecho. La Compañía Bananera de Costa Rica atendía con suficiencia las

necesidades religiosas de sus funcionarios estadounidenses o los considerados de confianza, pero con la masa obrera el asunto no era igual.

Cada día la ausencia de servicios religiosos en la Zona Bananera se tornaba un problema lamentable, lo que apuntaba más que todo a la Diócesis de Alajuela, responsable de dar una respuesta.

Finalmente aparecieron los religiosos dispuestos a acudir al llamado del Obispo de Alajuela, en este caso los Frailes Menores Conventuales, quienes en marzo de 1946 enviaron ocho frailes, quienes fueron a Puerto Cortés, según decisión del Obispo.

En abril de 1946 estaban en ese lugar Fr. Eugenio Zwahl y Fr. Basilio Cobertt pero continuaron hacia Golfito, aunque un mes después Zwahl regresó a Puerto Cortés para quedarse ahí. Mientras el 6 de julio de ese mismo año nombraron a Fr. David Schulze en Golfito. Para entonces ya estaban construidos el templo y la Casa Cural. Es justo reconocer la entrega misional de aquellos religiosos, no solo porque comprendían la dimensión de su trabajo sino por su auténtica vocación de servicio al prójimo de la que dieron sobradas muestras.

Cuando Fray David llegó a Golfito como cura párroco, notó que la parte espiritual de los feligreses se encontraba un poco fría, por tal razón pensó que era necesario trabajar mucho en este campo. Fue por eso que organizó una misión más o menos de una semana.

Invitó como predicador a fray Francisco de las Bañolas, de la orden de los Capuchinos. La predicación se llevó a cabo en la plaza de deportes, donde cuentan los que estuvieron presentes, que fue impresionante la respuesta de los feligreses, ya que personas de otras religiones se convirtieron a la Católica, se realizaron bastantes matrimonios y muchísima gente recibió la Eucaristía.

Fray Schulze fue acompañado por fray Tadeo Latham.

El P. Schulze hizo la apertura de los Libros de Bautizos y Matrimonios de la Coadjutoría Territorial el 14 de Julio de 1946, en tanto que el de Defunciones hasta el 12 de octubre, los “Funerals”. Siendo la primera persona bautizada en la Parroquia San José de Golfito la señora Soledad de los Ángeles Suarez Luna.

Un Gran cambio para la vida parroquial se dará el 19 de agosto de 1954 cuando bajo la Bula “Neminem fugit” se crea la Diócesis de San Isidro de El General , a la cual adscribió los cantones puntarenenses de Aguirre, Osa, Buenos Aires y Golfito, que entonces incluía a los futuros Coto Brus y Corredores. Así concluyó la dependencia de Golfito de Alajuela.

El auge de la Zona Bananera hizo que Golfito fuera el centro del desarrollo regional, por lo que junto con las políticas administrativas que irradiaban por la creación del cantón en 1949, igual énfasis tenía el trabajo religioso. Empero la

tarea de administrar espiritualmente Golfito se había vuelto pesado para los frailes Conventuales puesto que debían atender las extensas fincas bananeras. En aquel lugar habían lograron la instalación en 1950 de la congregación de la Religiosas Oblatas al Divino Amor con al apoyo del Sr. Arzobispo Sanabria Martínez, con tal motivo los frailes hicieron las gestiones para contar en Golfito con una casa de religiosas que coadyuvara a su gestión, cuando menos en el campo de la educación religiosa.

El Obispo de la nueva diócesis, Monseñor Delfín Quesada, y la Madre General hicieron posible que el 3 de marzo de 1958 se instalaran en Golfito. Para eso fue decisivo el apoyo de la Compañía Bananera de Costa Rica que les encomendó la administración de la Escuela San Francisco en el barrio Km. 1, iniciando su trabajo el 10 de ese mes. La empresa también aportó el edificio donde ubicaron la sede local de la Congregación en el barrio Buena Vista, que bautizaron Casa “María Inmaculada”, desde donde atendían la Escuela Mixta de Golfito, hoy Escuela Central, y la del Km. 1 hasta 1979, cuando la Compañía Bananera de Costa Rica traspasó sus escuelas al Estado, aunque han mantenido la dirección de la primera de ambas sin abandonar la tarea pastoral en beneficio de la Parroquia.

Golfito es un lugar marcado por los contrastes, de la nada llegó a ser paradigma del desarrollo regional pero eso significó un costo social muy caro,

Un día la Compañía Bananera de Costa Rica abandonó el cantón y Golfito cayó de su pedestal, desaparecieron las fincas bananeras y el muelle cesó su actividad, se desactivó el ferrocarril y el pueblo parecía habitado por fantasmas. De un tajo Golfito perdió su razón de ser, su identidad cultural, ya que había sido construido por la empresa para su servicio e interés. Las familias cayeron presa del desarraigo e infortunio porque no había trabajo, tan sencillo como eso. Entonces la mayoría se fue.

Pero Golfito sigue luchando por encontrar la senda que el destino le tiene reservado. En esa jornada los golfiteños saben que la Iglesia estará a su lado para encontrar el camino, como sucedió en los días inmediatos a la salida de la empresa en 1985.

Para eso la Parroquia ha sido bendecida con un laicado fiel y abnegado.