Reseña "Vender arte en La Plata - Se abren las paredes" por Ánimo Verónica

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por Ánimo en Cosmiko, Siberia y Mal de Muchos : #09 Vender arte en La Plata Verónica

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trastiendas de la ciauda de La Plata en Cósmiko, Siberia y Mal de Muchos

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por Ánimo

en Cosmiko, Siberia y Mal de Muchos

:#09

Vender arteen La Plata

Verónica

Vender arte en La Plata

Vender arte en La Plata

¿se puede vivir de la producción artística?¿influye en el significado de la obra?

¿cómo son las trastiendas de La Plata?¿qué relaciones generan?

El arte es labor Toda mi vida intenté vivir de mi arte. Nunca establecí una vía para hacerlo. No me interesa vender, lo que hace todo más difícil. En el último tiempo decidí regular mi economía con otras prácticas y trabajar para que sean una extensión de mi arte. Un ejercicio conceptual. En Laboratorio de Ideas, espacio en el que participó, configuramos algunas ideas en relación a arte-labor. Definimos dos tipos de valores complementarios (o que en realidad son lo mismo). Uno, el valor económico de la obra; otro, el valor social de la obra, su capacidad para hacer cambio social. Sintéticamente lo que se plantea es cómo valoramos al arte tanto a nivel social como individual. El valor de muchos tipos de trabajo se encuentra desvalorizado. Desde mi rincón feminista, entiendo que toda labor considerada tradicionalmente femenina, que tenga que ver con el cuidado, la enseñanza y lo artesanal es explotada y desval-orizada. Hazel Henderson lo llama economía del amor, lo propone como un esla-bón más bajo que la clase trabajadora, por que sustenta la posibilidad de esta. Siento que los trabajadores de arte encajamos en este riel. Por debajo de éste eslabón, la autora ubica la economía natural, o sea los recursos naturales que explotamos para sustentar la economía entera (incluyendo a los animales).

A pesar de que en algunos espacios estemos entrando en una economía post-fordista, creando salidas laborales entre nichos y servicios, esta realidad persiste. La artista Louise Lawler, parte de lo que es llamado Crítica Institucional, hace un estudio sobre la recepción de las obras de arte. Se mete en las trastiendas y en la casa de los coleccionistas, muestra la vida de la obra de arte fuera de las expos-iciones museísticas. Expone como el contexto cambia el significado y el valor cu-ltural de la pieza. El poder vivo de la obra, su significación dentro de la mirada cu-ltural, se desvela ante la mirada de la foto documental de Lawler De esta manera necesitamos revelar como el mercado del arte impone significa-dos que facilitan la explotación de nuestra labor, ciertos roles impregnados de mis-ticismo. Es necesario pensar cuáles son los métodos para resinificarnos y auto-valorarnos. El artista Tino Seghal, que reside en Berlín, hace performance y se dice anti consumista. Sin embargo, sus obras están en los museos más impo-rtantes del mundo y su obra, a pesar de que nunca es documentada, se cotiza entre los 100,000 y 200,000 dólares. Estas son algunas de las ambigüedades co-nceptuales y económicas que debemos pensar al momento de entender el valor de nuestras producciones. Movernos del individualismo es esencial

Pienso en la obra mas conocida de Tino Seghal. Se llama Este Progreso, y la sit-uación va así: Recorriendo la escalera caracol del Guggheheim: comienza el recorrido y un niño, que te acompaña, hace preguntas sobre la naturaleza del pro-greso hasta que termina su parte. Entonces, entrara un adolescente quien con-tinúa el diálogo. Y así en adelante, con una persona adulta y luego una persona mayor. Todas las pinturas colgadas en la escalera caracol son bajadas de su lugar para que el espacio quede libre de objetos (Tino Seghal esta en contra de la acu-mulacion de los objetos). También prohíbe documentar la obra. Uno se pregunta ¿cómo se vende?: él y la compradora se reúnen con un notario que certifica las instrucciones dadas por Tino para reproducir la situación, agregándole especifica-ciones para quienes actuarán en ella. Estoy segura de que hay miles de Tino Seghales en el mundo, pero solo uno es elegido para vivir la comedia-tragedia que es ser un artista sublimado por la historia.

Economías alternativas para los trabajadores del arte. Con los compañeros de Laboratorio de Ideas, reflexionamos sobre las formas alternativas de hacer economía, como por ejemplo, el trueque, las trastiendas abi-ertas, y el micro-coleccionismo entre amigos. Surgió la propuesta de abrir una trastienda cada vez que haya un evento como forma de auto-gestión para cada artista. La convocatoria esta abierta y para participar hay que comunicarse con Joaquin Pantera, quien es el guardián cuasi-felino de ese lugar. Esto convive con otras experiencias de trastiendas permanentes como la de Mal de Muchos, Siberia y Cósmiko, las que visité y entrevisté para esta reseña. Son espacios híbridos, espacios que venden libros, objetos de diseño, que tienen una peluquería; porque no es fácil vivir solo del arte, especialmente si el mercado no existe. Mi experiencia guarda similitud con esto, al momento de subsistir busqué trabajos relacionados con el arte, aunque no fuese con mi propia obra. Trabaje en galerías y museos, en colecciones y archivos. Pasé por muchos espacios donde pude presenciar trastiendas, la más notable fue la colección privada de un millonario Inglés, excéntrico y hippie, que había estu-diado arte con expresionistas abstractos británicos como Alan Davie y Howard Hodgkin. Su casa era una explosión masiva de artistas contemporáneos con visi-tas guiadas por el. Juntos empezamos a agregar a la colección artistas argentinos, le establecí el interés por ellos e investigaba en base a sus afinidades artísticas. Recorríamos tanto trastiendas de galerías de Buenos Aires como Braga Menen-dez y Jorge Mara La Ruche como ferias de arte locales, por ejemplo ArteBA. Luego hicimos vínculos con otros artistas latinoamericanos, brasileros y colombi-anos entre otros. Me pagaban tan poco que decidí dejar el trabajo a pesar de que era una etapa reveladora de mi vida. Aprendí mucho de como funciona el mundo del arte detrás de las puertas cerradas. El mercado del arte no es regulado, a pesar de ser legal. Mucho pasa detrás de esas puertas cerradas, mucho pasa en las trastiendas de las grandes galerías.

Invertir en el arte tiene sus riesgos, pero también es una forma de asegurarse grandes ganancias y una apuesta a un futuro fructífero. Hay países en los que comprar arte esta exento de impuestos, y por lo que me dicen, sin regulación alguna. Es una forma fácil de lavar dinero. Por lo tanto, es fácil elegir un artista entre tantos necesitados y elevarlo con las condiciones de “genio” o “visionario”. Esto invisibiliza el trabajo de los artistas en masa y su valor. Solo es cuestión de mostrar al artista en una institución de nivel y criterio crítico, en una exposición mediática favorable y el valor de la obra se multiplicará indudablemente. Para marcar una diferencia, en las trastiendas de arte de Cósmiko, Siberia y Mal de Muchos no existe un detrás de las puertas cerradas, sino que son exposiciones en sí, abiertas a todo público. Cada espacio tiene un criterio de selección indi-vidual, que se relaciona con la personalidad de quien los maneja. Son espacios de artistas para artistas (que se abren a otras multitudes). Lo que se comparte es un estilo de exposición que tiene que ver con la acumulación, estilo Salón del siglo

XVIII donde todas las obras cuelgan en montón, esto da una sensación de placer del "descubrimiento" (si se hace correctamente, sino sólo logra cansar al especta-dor). En los tres casos me sentí felizmente intrigada. Las galerías de arte Siberia, Mal de Muchos y Cosmiko en La Plata apuestan a abrir sus trastiendas como forma de promocionar a los artistas y crear una micro-economía del arte local. La cuestión es cómo encontrar grietas a los espacios impenetrables del mercado comercial y sin duda cuestionable. Hacer “manadas de lobos” es una de las formas, y últimamente en La Plata se practica esta salida en red, comunidades de artistas que se apoyan, comparten y promueven la obra de sus compañeros. Una salida al mundo. ¿Cómo es una trastienda?¿Qué significa entrar a una? ¿Y luego salir? Me pongo a pensar... Y si no supiera todo esto. Y quisiera una obra de arte... ¿Cómo pensaría? ¿Qué es comprar una obra de arte?, ¿Dónde se consiguen?, ¿Cómo sé lo que me gusta?, Cuando una obra llega a casa ¿dónde se pone?, ¿Se verá igual en las paredes de mi casa que en la galería? Hago una encuesta general entre parientes.Parece que para la gente que no frecuenta los circuitos artísticos, los espacios más visibles para comprar una obra de arte, son: los mercados, las tiendas que venden de todo un poco, las mueblerías, la tienda del MACLA en la municipali-dad... O bien podés llamar a los chicos que hacen murales (ellos si que tienen repercusión!)

Tino Seghal, Registro de la obra "Este Progreso" en la escalera caracol del Guggheheim

El arte es labor Toda mi vida intenté vivir de mi arte. Nunca establecí una vía para hacerlo. No me interesa vender, lo que hace todo más difícil. En el último tiempo decidí regular mi economía con otras prácticas y trabajar para que sean una extensión de mi arte. Un ejercicio conceptual. En Laboratorio de Ideas, espacio en el que participó, configuramos algunas ideas en relación a arte-labor. Definimos dos tipos de valores complementarios (o que en realidad son lo mismo). Uno, el valor económico de la obra; otro, el valor social de la obra, su capacidad para hacer cambio social. Sintéticamente lo que se plantea es cómo valoramos al arte tanto a nivel social como individual. El valor de muchos tipos de trabajo se encuentra desvalorizado. Desde mi rincón feminista, entiendo que toda labor considerada tradicionalmente femenina, que tenga que ver con el cuidado, la enseñanza y lo artesanal es explotada y desval-orizada. Hazel Henderson lo llama economía del amor, lo propone como un esla-bón más bajo que la clase trabajadora, por que sustenta la posibilidad de esta. Siento que los trabajadores de arte encajamos en este riel. Por debajo de éste eslabón, la autora ubica la economía natural, o sea los recursos naturales que explotamos para sustentar la economía entera (incluyendo a los animales).

A pesar de que en algunos espacios estemos entrando en una economía post-fordista, creando salidas laborales entre nichos y servicios, esta realidad persiste. La artista Louise Lawler, parte de lo que es llamado Crítica Institucional, hace un estudio sobre la recepción de las obras de arte. Se mete en las trastiendas y en la casa de los coleccionistas, muestra la vida de la obra de arte fuera de las expos-iciones museísticas. Expone como el contexto cambia el significado y el valor cu-ltural de la pieza. El poder vivo de la obra, su significación dentro de la mirada cu-ltural, se desvela ante la mirada de la foto documental de Lawler De esta manera necesitamos revelar como el mercado del arte impone significa-dos que facilitan la explotación de nuestra labor, ciertos roles impregnados de mis-ticismo. Es necesario pensar cuáles son los métodos para resinificarnos y auto-valorarnos. El artista Tino Seghal, que reside en Berlín, hace performance y se dice anti consumista. Sin embargo, sus obras están en los museos más impo-rtantes del mundo y su obra, a pesar de que nunca es documentada, se cotiza entre los 100,000 y 200,000 dólares. Estas son algunas de las ambigüedades co-nceptuales y económicas que debemos pensar al momento de entender el valor de nuestras producciones. Movernos del individualismo es esencial

Pienso en la obra mas conocida de Tino Seghal. Se llama Este Progreso, y la sit-uación va así: Recorriendo la escalera caracol del Guggheheim: comienza el recorrido y un niño, que te acompaña, hace preguntas sobre la naturaleza del pro-greso hasta que termina su parte. Entonces, entrara un adolescente quien con-tinúa el diálogo. Y así en adelante, con una persona adulta y luego una persona mayor. Todas las pinturas colgadas en la escalera caracol son bajadas de su lugar para que el espacio quede libre de objetos (Tino Seghal esta en contra de la acu-mulacion de los objetos). También prohíbe documentar la obra. Uno se pregunta ¿cómo se vende?: él y la compradora se reúnen con un notario que certifica las instrucciones dadas por Tino para reproducir la situación, agregándole especifica-ciones para quienes actuarán en ella. Estoy segura de que hay miles de Tino Seghales en el mundo, pero solo uno es elegido para vivir la comedia-tragedia que es ser un artista sublimado por la historia.

Economías alternativas para los trabajadores del arte. Con los compañeros de Laboratorio de Ideas, reflexionamos sobre las formas alternativas de hacer economía, como por ejemplo, el trueque, las trastiendas abi-ertas, y el micro-coleccionismo entre amigos. Surgió la propuesta de abrir una trastienda cada vez que haya un evento como forma de auto-gestión para cada artista. La convocatoria esta abierta y para participar hay que comunicarse con Joaquin Pantera, quien es el guardián cuasi-felino de ese lugar. Esto convive con otras experiencias de trastiendas permanentes como la de Mal de Muchos, Siberia y Cósmiko, las que visité y entrevisté para esta reseña. Son espacios híbridos, espacios que venden libros, objetos de diseño, que tienen una peluquería; porque no es fácil vivir solo del arte, especialmente si el mercado no existe. Mi experiencia guarda similitud con esto, al momento de subsistir busqué trabajos relacionados con el arte, aunque no fuese con mi propia obra. Trabaje en galerías y museos, en colecciones y archivos. Pasé por muchos espacios donde pude presenciar trastiendas, la más notable fue la colección privada de un millonario Inglés, excéntrico y hippie, que había estu-diado arte con expresionistas abstractos británicos como Alan Davie y Howard Hodgkin. Su casa era una explosión masiva de artistas contemporáneos con visi-tas guiadas por el. Juntos empezamos a agregar a la colección artistas argentinos, le establecí el interés por ellos e investigaba en base a sus afinidades artísticas. Recorríamos tanto trastiendas de galerías de Buenos Aires como Braga Menen-dez y Jorge Mara La Ruche como ferias de arte locales, por ejemplo ArteBA. Luego hicimos vínculos con otros artistas latinoamericanos, brasileros y colombi-anos entre otros. Me pagaban tan poco que decidí dejar el trabajo a pesar de que era una etapa reveladora de mi vida. Aprendí mucho de como funciona el mundo del arte detrás de las puertas cerradas. El mercado del arte no es regulado, a pesar de ser legal. Mucho pasa detrás de esas puertas cerradas, mucho pasa en las trastiendas de las grandes galerías.

RESEÑA

Invertir en el arte tiene sus riesgos, pero también es una forma de asegurarse grandes ganancias y una apuesta a un futuro fructífero. Hay países en los que comprar arte esta exento de impuestos, y por lo que me dicen, sin regulación alguna. Es una forma fácil de lavar dinero. Por lo tanto, es fácil elegir un artista entre tantos necesitados y elevarlo con las condiciones de “genio” o “visionario”. Esto invisibiliza el trabajo de los artistas en masa y su valor. Solo es cuestión de mostrar al artista en una institución de nivel y criterio crítico, en una exposición mediática favorable y el valor de la obra se multiplicará indudablemente. Para marcar una diferencia, en las trastiendas de arte de Cósmiko, Siberia y Mal de Muchos no existe un detrás de las puertas cerradas, sino que son exposiciones en sí, abiertas a todo público. Cada espacio tiene un criterio de selección indi-vidual, que se relaciona con la personalidad de quien los maneja. Son espacios de artistas para artistas (que se abren a otras multitudes). Lo que se comparte es un estilo de exposición que tiene que ver con la acumulación, estilo Salón del siglo

XVIII donde todas las obras cuelgan en montón, esto da una sensación de placer del "descubrimiento" (si se hace correctamente, sino sólo logra cansar al especta-dor). En los tres casos me sentí felizmente intrigada. Las galerías de arte Siberia, Mal de Muchos y Cosmiko en La Plata apuestan a abrir sus trastiendas como forma de promocionar a los artistas y crear una micro-economía del arte local. La cuestión es cómo encontrar grietas a los espacios impenetrables del mercado comercial y sin duda cuestionable. Hacer “manadas de lobos” es una de las formas, y últimamente en La Plata se practica esta salida en red, comunidades de artistas que se apoyan, comparten y promueven la obra de sus compañeros. Una salida al mundo. ¿Cómo es una trastienda?¿Qué significa entrar a una? ¿Y luego salir? Me pongo a pensar... Y si no supiera todo esto. Y quisiera una obra de arte... ¿Cómo pensaría? ¿Qué es comprar una obra de arte?, ¿Dónde se consiguen?, ¿Cómo sé lo que me gusta?, Cuando una obra llega a casa ¿dónde se pone?, ¿Se verá igual en las paredes de mi casa que en la galería? Hago una encuesta general entre parientes.Parece que para la gente que no frecuenta los circuitos artísticos, los espacios más visibles para comprar una obra de arte, son: los mercados, las tiendas que venden de todo un poco, las mueblerías, la tienda del MACLA en la municipali-dad... O bien podés llamar a los chicos que hacen murales (ellos si que tienen repercusión!)

por Ánimo Verónicaartista con Master en Curaduría Crítica

y activista en espacios anarco feministas

Se abren las paredes

El Laboratorio de Ideas es un espacio de reunión entre productores culturales para discutir la escena artística platense que desarrolló sus primeros encuentro en Alto Barrio Social Club (64 e/ 7 y 8) y luego en casas particulares

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El arte es labor Toda mi vida intenté vivir de mi arte. Nunca establecí una vía para hacerlo. No me interesa vender, lo que hace todo más difícil. En el último tiempo decidí regular mi economía con otras prácticas y trabajar para que sean una extensión de mi arte. Un ejercicio conceptual. En Laboratorio de Ideas, espacio en el que participó, configuramos algunas ideas en relación a arte-labor. Definimos dos tipos de valores complementarios (o que en realidad son lo mismo). Uno, el valor económico de la obra; otro, el valor social de la obra, su capacidad para hacer cambio social. Sintéticamente lo que se plantea es cómo valoramos al arte tanto a nivel social como individual. El valor de muchos tipos de trabajo se encuentra desvalorizado. Desde mi rincón feminista, entiendo que toda labor considerada tradicionalmente femenina, que tenga que ver con el cuidado, la enseñanza y lo artesanal es explotada y desval-orizada. Hazel Henderson lo llama economía del amor, lo propone como un esla-bón más bajo que la clase trabajadora, por que sustenta la posibilidad de esta. Siento que los trabajadores de arte encajamos en este riel. Por debajo de éste eslabón, la autora ubica la economía natural, o sea los recursos naturales que explotamos para sustentar la economía entera (incluyendo a los animales).

A pesar de que en algunos espacios estemos entrando en una economía post-fordista, creando salidas laborales entre nichos y servicios, esta realidad persiste. La artista Louise Lawler, parte de lo que es llamado Crítica Institucional, hace un estudio sobre la recepción de las obras de arte. Se mete en las trastiendas y en la casa de los coleccionistas, muestra la vida de la obra de arte fuera de las expos-iciones museísticas. Expone como el contexto cambia el significado y el valor cu-ltural de la pieza. El poder vivo de la obra, su significación dentro de la mirada cu-ltural, se desvela ante la mirada de la foto documental de Lawler De esta manera necesitamos revelar como el mercado del arte impone significa-dos que facilitan la explotación de nuestra labor, ciertos roles impregnados de mis-ticismo. Es necesario pensar cuáles son los métodos para resinificarnos y auto-valorarnos. El artista Tino Seghal, que reside en Berlín, hace performance y se dice anti consumista. Sin embargo, sus obras están en los museos más impo-rtantes del mundo y su obra, a pesar de que nunca es documentada, se cotiza entre los 100,000 y 200,000 dólares. Estas son algunas de las ambigüedades co-nceptuales y económicas que debemos pensar al momento de entender el valor de nuestras producciones. Movernos del individualismo es esencial

Pienso en la obra mas conocida de Tino Seghal. Se llama Este Progreso, y la sit-uación va así: Recorriendo la escalera caracol del Guggheheim: comienza el recorrido y un niño, que te acompaña, hace preguntas sobre la naturaleza del pro-greso hasta que termina su parte. Entonces, entrara un adolescente quien con-tinúa el diálogo. Y así en adelante, con una persona adulta y luego una persona mayor. Todas las pinturas colgadas en la escalera caracol son bajadas de su lugar para que el espacio quede libre de objetos (Tino Seghal esta en contra de la acu-mulacion de los objetos). También prohíbe documentar la obra. Uno se pregunta ¿cómo se vende?: él y la compradora se reúnen con un notario que certifica las instrucciones dadas por Tino para reproducir la situación, agregándole especifica-ciones para quienes actuarán en ella. Estoy segura de que hay miles de Tino Seghales en el mundo, pero solo uno es elegido para vivir la comedia-tragedia que es ser un artista sublimado por la historia.

Economías alternativas para los trabajadores del arte. Con los compañeros de Laboratorio de Ideas, reflexionamos sobre las formas alternativas de hacer economía, como por ejemplo, el trueque, las trastiendas abi-ertas, y el micro-coleccionismo entre amigos. Surgió la propuesta de abrir una trastienda cada vez que haya un evento como forma de auto-gestión para cada artista. La convocatoria esta abierta y para participar hay que comunicarse con Joaquin Pantera, quien es el guardián cuasi-felino de ese lugar. Esto convive con otras experiencias de trastiendas permanentes como la de Mal de Muchos, Siberia y Cósmiko, las que visité y entrevisté para esta reseña. Son espacios híbridos, espacios que venden libros, objetos de diseño, que tienen una peluquería; porque no es fácil vivir solo del arte, especialmente si el mercado no existe. Mi experiencia guarda similitud con esto, al momento de subsistir busqué trabajos relacionados con el arte, aunque no fuese con mi propia obra. Trabaje en galerías y museos, en colecciones y archivos. Pasé por muchos espacios donde pude presenciar trastiendas, la más notable fue la colección privada de un millonario Inglés, excéntrico y hippie, que había estu-diado arte con expresionistas abstractos británicos como Alan Davie y Howard Hodgkin. Su casa era una explosión masiva de artistas contemporáneos con visi-tas guiadas por el. Juntos empezamos a agregar a la colección artistas argentinos, le establecí el interés por ellos e investigaba en base a sus afinidades artísticas. Recorríamos tanto trastiendas de galerías de Buenos Aires como Braga Menen-dez y Jorge Mara La Ruche como ferias de arte locales, por ejemplo ArteBA. Luego hicimos vínculos con otros artistas latinoamericanos, brasileros y colombi-anos entre otros. Me pagaban tan poco que decidí dejar el trabajo a pesar de que era una etapa reveladora de mi vida. Aprendí mucho de como funciona el mundo del arte detrás de las puertas cerradas. El mercado del arte no es regulado, a pesar de ser legal. Mucho pasa detrás de esas puertas cerradas, mucho pasa en las trastiendas de las grandes galerías.

Invertir en el arte tiene sus riesgos, pero también es una forma de asegurarse grandes ganancias y una apuesta a un futuro fructífero. Hay países en los que comprar arte esta exento de impuestos, y por lo que me dicen, sin regulación alguna. Es una forma fácil de lavar dinero. Por lo tanto, es fácil elegir un artista entre tantos necesitados y elevarlo con las condiciones de “genio” o “visionario”. Esto invisibiliza el trabajo de los artistas en masa y su valor. Solo es cuestión de mostrar al artista en una institución de nivel y criterio crítico, en una exposición mediática favorable y el valor de la obra se multiplicará indudablemente. Para marcar una diferencia, en las trastiendas de arte de Cósmiko, Siberia y Mal de Muchos no existe un detrás de las puertas cerradas, sino que son exposiciones en sí, abiertas a todo público. Cada espacio tiene un criterio de selección indi-vidual, que se relaciona con la personalidad de quien los maneja. Son espacios de artistas para artistas (que se abren a otras multitudes). Lo que se comparte es un estilo de exposición que tiene que ver con la acumulación, estilo Salón del siglo

XVIII donde todas las obras cuelgan en montón, esto da una sensación de placer del "descubrimiento" (si se hace correctamente, sino sólo logra cansar al especta-dor). En los tres casos me sentí felizmente intrigada. Las galerías de arte Siberia, Mal de Muchos y Cosmiko en La Plata apuestan a abrir sus trastiendas como forma de promocionar a los artistas y crear una micro-economía del arte local. La cuestión es cómo encontrar grietas a los espacios impenetrables del mercado comercial y sin duda cuestionable. Hacer “manadas de lobos” es una de las formas, y últimamente en La Plata se practica esta salida en red, comunidades de artistas que se apoyan, comparten y promueven la obra de sus compañeros. Una salida al mundo. ¿Cómo es una trastienda?¿Qué significa entrar a una? ¿Y luego salir? Me pongo a pensar... Y si no supiera todo esto. Y quisiera una obra de arte... ¿Cómo pensaría? ¿Qué es comprar una obra de arte?, ¿Dónde se consiguen?, ¿Cómo sé lo que me gusta?, Cuando una obra llega a casa ¿dónde se pone?, ¿Se verá igual en las paredes de mi casa que en la galería? Hago una encuesta general entre parientes.Parece que para la gente que no frecuenta los circuitos artísticos, los espacios más visibles para comprar una obra de arte, son: los mercados, las tiendas que venden de todo un poco, las mueblerías, la tienda del MACLA en la municipali-dad... O bien podés llamar a los chicos que hacen murales (ellos si que tienen repercusión!)

El arte es labor Toda mi vida intenté vivir de mi arte. Nunca establecí una vía para hacerlo. No me interesa vender, lo que hace todo más difícil. En el último tiempo decidí regular mi economía con otras prácticas y trabajar para que sean una extensión de mi arte. Un ejercicio conceptual. En Laboratorio de Ideas, espacio en el que participó, configuramos algunas ideas en relación a arte-labor. Definimos dos tipos de valores complementarios (o que en realidad son lo mismo). Uno, el valor económico de la obra; otro, el valor social de la obra, su capacidad para hacer cambio social. Sintéticamente lo que se plantea es cómo valoramos al arte tanto a nivel social como individual. El valor de muchos tipos de trabajo se encuentra desvalorizado. Desde mi rincón feminista, entiendo que toda labor considerada tradicionalmente femenina, que tenga que ver con el cuidado, la enseñanza y lo artesanal es explotada y desval-orizada. Hazel Henderson lo llama economía del amor, lo propone como un esla-bón más bajo que la clase trabajadora, por que sustenta la posibilidad de esta. Siento que los trabajadores de arte encajamos en este riel. Por debajo de éste eslabón, la autora ubica la economía natural, o sea los recursos naturales que explotamos para sustentar la economía entera (incluyendo a los animales).

A pesar de que en algunos espacios estemos entrando en una economía post-fordista, creando salidas laborales entre nichos y servicios, esta realidad persiste. La artista Louise Lawler, parte de lo que es llamado Crítica Institucional, hace un estudio sobre la recepción de las obras de arte. Se mete en las trastiendas y en la casa de los coleccionistas, muestra la vida de la obra de arte fuera de las expos-iciones museísticas. Expone como el contexto cambia el significado y el valor cu-ltural de la pieza. El poder vivo de la obra, su significación dentro de la mirada cu-ltural, se desvela ante la mirada de la foto documental de Lawler De esta manera necesitamos revelar como el mercado del arte impone significa-dos que facilitan la explotación de nuestra labor, ciertos roles impregnados de mis-ticismo. Es necesario pensar cuáles son los métodos para resinificarnos y auto-valorarnos. El artista Tino Seghal, que reside en Berlín, hace performance y se dice anti consumista. Sin embargo, sus obras están en los museos más impo-rtantes del mundo y su obra, a pesar de que nunca es documentada, se cotiza entre los 100,000 y 200,000 dólares. Estas son algunas de las ambigüedades co-nceptuales y económicas que debemos pensar al momento de entender el valor de nuestras producciones. Movernos del individualismo es esencial

Pienso en la obra mas conocida de Tino Seghal. Se llama Este Progreso, y la sit-uación va así: Recorriendo la escalera caracol del Guggheheim: comienza el recorrido y un niño, que te acompaña, hace preguntas sobre la naturaleza del pro-greso hasta que termina su parte. Entonces, entrara un adolescente quien con-tinúa el diálogo. Y así en adelante, con una persona adulta y luego una persona mayor. Todas las pinturas colgadas en la escalera caracol son bajadas de su lugar para que el espacio quede libre de objetos (Tino Seghal esta en contra de la acu-mulacion de los objetos). También prohíbe documentar la obra. Uno se pregunta ¿cómo se vende?: él y la compradora se reúnen con un notario que certifica las instrucciones dadas por Tino para reproducir la situación, agregándole especifica-ciones para quienes actuarán en ella. Estoy segura de que hay miles de Tino Seghales en el mundo, pero solo uno es elegido para vivir la comedia-tragedia que es ser un artista sublimado por la historia.

Economías alternativas para los trabajadores del arte. Con los compañeros de Laboratorio de Ideas, reflexionamos sobre las formas alternativas de hacer economía, como por ejemplo, el trueque, las trastiendas abi-ertas, y el micro-coleccionismo entre amigos. Surgió la propuesta de abrir una trastienda cada vez que haya un evento como forma de auto-gestión para cada artista. La convocatoria esta abierta y para participar hay que comunicarse con Joaquin Pantera, quien es el guardián cuasi-felino de ese lugar. Esto convive con otras experiencias de trastiendas permanentes como la de Mal de Muchos, Siberia y Cósmiko, las que visité y entrevisté para esta reseña. Son espacios híbridos, espacios que venden libros, objetos de diseño, que tienen una peluquería; porque no es fácil vivir solo del arte, especialmente si el mercado no existe. Mi experiencia guarda similitud con esto, al momento de subsistir busqué trabajos relacionados con el arte, aunque no fuese con mi propia obra. Trabaje en galerías y museos, en colecciones y archivos. Pasé por muchos espacios donde pude presenciar trastiendas, la más notable fue la colección privada de un millonario Inglés, excéntrico y hippie, que había estu-diado arte con expresionistas abstractos británicos como Alan Davie y Howard Hodgkin. Su casa era una explosión masiva de artistas contemporáneos con visi-tas guiadas por el. Juntos empezamos a agregar a la colección artistas argentinos, le establecí el interés por ellos e investigaba en base a sus afinidades artísticas. Recorríamos tanto trastiendas de galerías de Buenos Aires como Braga Menen-dez y Jorge Mara La Ruche como ferias de arte locales, por ejemplo ArteBA. Luego hicimos vínculos con otros artistas latinoamericanos, brasileros y colombi-anos entre otros. Me pagaban tan poco que decidí dejar el trabajo a pesar de que era una etapa reveladora de mi vida. Aprendí mucho de como funciona el mundo del arte detrás de las puertas cerradas. El mercado del arte no es regulado, a pesar de ser legal. Mucho pasa detrás de esas puertas cerradas, mucho pasa en las trastiendas de las grandes galerías.

Invertir en el arte tiene sus riesgos, pero también es una forma de asegurarse grandes ganancias y una apuesta a un futuro fructífero. Hay países en los que comprar arte esta exento de impuestos, y por lo que me dicen, sin regulación alguna. Es una forma fácil de lavar dinero. Por lo tanto, es fácil elegir un artista entre tantos necesitados y elevarlo con las condiciones de “genio” o “visionario”. Esto invisibiliza el trabajo de los artistas en masa y su valor. Solo es cuestión de mostrar al artista en una institución de nivel y criterio crítico, en una exposición mediática favorable y el valor de la obra se multiplicará indudablemente. Para marcar una diferencia, en las trastiendas de arte de Cósmiko, Siberia y Mal de Muchos no existe un detrás de las puertas cerradas, sino que son exposiciones en sí, abiertas a todo público. Cada espacio tiene un criterio de selección indi-vidual, que se relaciona con la personalidad de quien los maneja. Son espacios de artistas para artistas (que se abren a otras multitudes). Lo que se comparte es un estilo de exposición que tiene que ver con la acumulación, estilo Salón del siglo

XVIII donde todas las obras cuelgan en montón, esto da una sensación de placer del "descubrimiento" (si se hace correctamente, sino sólo logra cansar al especta-dor). En los tres casos me sentí felizmente intrigada. Las galerías de arte Siberia, Mal de Muchos y Cosmiko en La Plata apuestan a abrir sus trastiendas como forma de promocionar a los artistas y crear una micro-economía del arte local. La cuestión es cómo encontrar grietas a los espacios impenetrables del mercado comercial y sin duda cuestionable. Hacer “manadas de lobos” es una de las formas, y últimamente en La Plata se practica esta salida en red, comunidades de artistas que se apoyan, comparten y promueven la obra de sus compañeros. Una salida al mundo. ¿Cómo es una trastienda?¿Qué significa entrar a una? ¿Y luego salir? Me pongo a pensar... Y si no supiera todo esto. Y quisiera una obra de arte... ¿Cómo pensaría? ¿Qué es comprar una obra de arte?, ¿Dónde se consiguen?, ¿Cómo sé lo que me gusta?, Cuando una obra llega a casa ¿dónde se pone?, ¿Se verá igual en las paredes de mi casa que en la galería? Hago una encuesta general entre parientes.Parece que para la gente que no frecuenta los circuitos artísticos, los espacios más visibles para comprar una obra de arte, son: los mercados, las tiendas que venden de todo un poco, las mueblerías, la tienda del MACLA en la municipali-dad... O bien podés llamar a los chicos que hacen murales (ellos si que tienen repercusión!)

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Luego de haber diseñado esta reseña, el compañero Joaquin Pantera de Alto Barrio escribió un solemne mensaje diciendo que por condiciones personales, el espacio dejará de desarrollar actividades. Tome la decisión de no cambiar el contenido, por que siento que su aporte es crucial. Sin duda renacerá en otras actividades. Sin embargo, es importante remarcar que los datos sobre la trastienda en alto Barrio ya no tendrán la misma perseverancia.

2.

El arte es labor Toda mi vida intenté vivir de mi arte. Nunca establecí una vía para hacerlo. No me interesa vender, lo que hace todo más difícil. En el último tiempo decidí regular mi economía con otras prácticas y trabajar para que sean una extensión de mi arte. Un ejercicio conceptual. En Laboratorio de Ideas, espacio en el que participó, configuramos algunas ideas en relación a arte-labor. Definimos dos tipos de valores complementarios (o que en realidad son lo mismo). Uno, el valor económico de la obra; otro, el valor social de la obra, su capacidad para hacer cambio social. Sintéticamente lo que se plantea es cómo valoramos al arte tanto a nivel social como individual. El valor de muchos tipos de trabajo se encuentra desvalorizado. Desde mi rincón feminista, entiendo que toda labor considerada tradicionalmente femenina, que tenga que ver con el cuidado, la enseñanza y lo artesanal es explotada y desval-orizada. Hazel Henderson lo llama economía del amor, lo propone como un esla-bón más bajo que la clase trabajadora, por que sustenta la posibilidad de esta. Siento que los trabajadores de arte encajamos en este riel. Por debajo de éste eslabón, la autora ubica la economía natural, o sea los recursos naturales que explotamos para sustentar la economía entera (incluyendo a los animales).

A pesar de que en algunos espacios estemos entrando en una economía post-fordista, creando salidas laborales entre nichos y servicios, esta realidad persiste. La artista Louise Lawler, parte de lo que es llamado Crítica Institucional, hace un estudio sobre la recepción de las obras de arte. Se mete en las trastiendas y en la casa de los coleccionistas, muestra la vida de la obra de arte fuera de las expos-iciones museísticas. Expone como el contexto cambia el significado y el valor cu-ltural de la pieza. El poder vivo de la obra, su significación dentro de la mirada cu-ltural, se desvela ante la mirada de la foto documental de Lawler De esta manera necesitamos revelar como el mercado del arte impone significa-dos que facilitan la explotación de nuestra labor, ciertos roles impregnados de mis-ticismo. Es necesario pensar cuáles son los métodos para resinificarnos y auto-valorarnos. El artista Tino Seghal, que reside en Berlín, hace performance y se dice anti consumista. Sin embargo, sus obras están en los museos más impo-rtantes del mundo y su obra, a pesar de que nunca es documentada, se cotiza entre los 100,000 y 200,000 dólares. Estas son algunas de las ambigüedades co-nceptuales y económicas que debemos pensar al momento de entender el valor de nuestras producciones. Movernos del individualismo es esencial

Pienso en la obra mas conocida de Tino Seghal. Se llama Este Progreso, y la sit-uación va así: Recorriendo la escalera caracol del Guggheheim: comienza el recorrido y un niño, que te acompaña, hace preguntas sobre la naturaleza del pro-greso hasta que termina su parte. Entonces, entrara un adolescente quien con-tinúa el diálogo. Y así en adelante, con una persona adulta y luego una persona mayor. Todas las pinturas colgadas en la escalera caracol son bajadas de su lugar para que el espacio quede libre de objetos (Tino Seghal esta en contra de la acu-mulacion de los objetos). También prohíbe documentar la obra. Uno se pregunta ¿cómo se vende?: él y la compradora se reúnen con un notario que certifica las instrucciones dadas por Tino para reproducir la situación, agregándole especifica-ciones para quienes actuarán en ella. Estoy segura de que hay miles de Tino Seghales en el mundo, pero solo uno es elegido para vivir la comedia-tragedia que es ser un artista sublimado por la historia.

Economías alternativas para los trabajadores del arte. Con los compañeros de Laboratorio de Ideas, reflexionamos sobre las formas alternativas de hacer economía, como por ejemplo, el trueque, las trastiendas abi-ertas, y el micro-coleccionismo entre amigos. Surgió la propuesta de abrir una trastienda cada vez que haya un evento como forma de auto-gestión para cada artista. La convocatoria esta abierta y para participar hay que comunicarse con Joaquin Pantera, quien es el guardián cuasi-felino de ese lugar. Esto convive con otras experiencias de trastiendas permanentes como la de Mal de Muchos, Siberia y Cósmiko, las que visité y entrevisté para esta reseña. Son espacios híbridos, espacios que venden libros, objetos de diseño, que tienen una peluquería; porque no es fácil vivir solo del arte, especialmente si el mercado no existe. Mi experiencia guarda similitud con esto, al momento de subsistir busqué trabajos relacionados con el arte, aunque no fuese con mi propia obra. Trabaje en galerías y museos, en colecciones y archivos. Pasé por muchos espacios donde pude presenciar trastiendas, la más notable fue la colección privada de un millonario Inglés, excéntrico y hippie, que había estu-diado arte con expresionistas abstractos británicos como Alan Davie y Howard Hodgkin. Su casa era una explosión masiva de artistas contemporáneos con visi-tas guiadas por el. Juntos empezamos a agregar a la colección artistas argentinos, le establecí el interés por ellos e investigaba en base a sus afinidades artísticas. Recorríamos tanto trastiendas de galerías de Buenos Aires como Braga Menen-dez y Jorge Mara La Ruche como ferias de arte locales, por ejemplo ArteBA. Luego hicimos vínculos con otros artistas latinoamericanos, brasileros y colombi-anos entre otros. Me pagaban tan poco que decidí dejar el trabajo a pesar de que era una etapa reveladora de mi vida. Aprendí mucho de como funciona el mundo del arte detrás de las puertas cerradas. El mercado del arte no es regulado, a pesar de ser legal. Mucho pasa detrás de esas puertas cerradas, mucho pasa en las trastiendas de las grandes galerías.

Invertir en el arte tiene sus riesgos, pero también es una forma de asegurarse grandes ganancias y una apuesta a un futuro fructífero. Hay países en los que comprar arte esta exento de impuestos, y por lo que me dicen, sin regulación alguna. Es una forma fácil de lavar dinero. Por lo tanto, es fácil elegir un artista entre tantos necesitados y elevarlo con las condiciones de “genio” o “visionario”. Esto invisibiliza el trabajo de los artistas en masa y su valor. Solo es cuestión de mostrar al artista en una institución de nivel y criterio crítico, en una exposición mediática favorable y el valor de la obra se multiplicará indudablemente. Para marcar una diferencia, en las trastiendas de arte de Cósmiko, Siberia y Mal de Muchos no existe un detrás de las puertas cerradas, sino que son exposiciones en sí, abiertas a todo público. Cada espacio tiene un criterio de selección indi-vidual, que se relaciona con la personalidad de quien los maneja. Son espacios de artistas para artistas (que se abren a otras multitudes). Lo que se comparte es un estilo de exposición que tiene que ver con la acumulación, estilo Salón del siglo

XVIII donde todas las obras cuelgan en montón, esto da una sensación de placer del "descubrimiento" (si se hace correctamente, sino sólo logra cansar al especta-dor). En los tres casos me sentí felizmente intrigada. Las galerías de arte Siberia, Mal de Muchos y Cosmiko en La Plata apuestan a abrir sus trastiendas como forma de promocionar a los artistas y crear una micro-economía del arte local. La cuestión es cómo encontrar grietas a los espacios impenetrables del mercado comercial y sin duda cuestionable. Hacer “manadas de lobos” es una de las formas, y últimamente en La Plata se practica esta salida en red, comunidades de artistas que se apoyan, comparten y promueven la obra de sus compañeros. Una salida al mundo. ¿Cómo es una trastienda?¿Qué significa entrar a una? ¿Y luego salir? Me pongo a pensar... Y si no supiera todo esto. Y quisiera una obra de arte... ¿Cómo pensaría? ¿Qué es comprar una obra de arte?, ¿Dónde se consiguen?, ¿Cómo sé lo que me gusta?, Cuando una obra llega a casa ¿dónde se pone?, ¿Se verá igual en las paredes de mi casa que en la galería? Hago una encuesta general entre parientes.Parece que para la gente que no frecuenta los circuitos artísticos, los espacios más visibles para comprar una obra de arte, son: los mercados, las tiendas que venden de todo un poco, las mueblerías, la tienda del MACLA en la municipali-dad... O bien podés llamar a los chicos que hacen murales (ellos si que tienen repercusión!)

El arte es labor Toda mi vida intenté vivir de mi arte. Nunca establecí una vía para hacerlo. No me interesa vender, lo que hace todo más difícil. En el último tiempo decidí regular mi economía con otras prácticas y trabajar para que sean una extensión de mi arte. Un ejercicio conceptual. En Laboratorio de Ideas, espacio en el que participó, configuramos algunas ideas en relación a arte-labor. Definimos dos tipos de valores complementarios (o que en realidad son lo mismo). Uno, el valor económico de la obra; otro, el valor social de la obra, su capacidad para hacer cambio social. Sintéticamente lo que se plantea es cómo valoramos al arte tanto a nivel social como individual. El valor de muchos tipos de trabajo se encuentra desvalorizado. Desde mi rincón feminista, entiendo que toda labor considerada tradicionalmente femenina, que tenga que ver con el cuidado, la enseñanza y lo artesanal es explotada y desval-orizada. Hazel Henderson lo llama economía del amor, lo propone como un esla-bón más bajo que la clase trabajadora, por que sustenta la posibilidad de esta. Siento que los trabajadores de arte encajamos en este riel. Por debajo de éste eslabón, la autora ubica la economía natural, o sea los recursos naturales que explotamos para sustentar la economía entera (incluyendo a los animales).

A pesar de que en algunos espacios estemos entrando en una economía post-fordista, creando salidas laborales entre nichos y servicios, esta realidad persiste. La artista Louise Lawler, parte de lo que es llamado Crítica Institucional, hace un estudio sobre la recepción de las obras de arte. Se mete en las trastiendas y en la casa de los coleccionistas, muestra la vida de la obra de arte fuera de las expos-iciones museísticas. Expone como el contexto cambia el significado y el valor cu-ltural de la pieza. El poder vivo de la obra, su significación dentro de la mirada cu-ltural, se desvela ante la mirada de la foto documental de Lawler De esta manera necesitamos revelar como el mercado del arte impone significa-dos que facilitan la explotación de nuestra labor, ciertos roles impregnados de mis-ticismo. Es necesario pensar cuáles son los métodos para resinificarnos y auto-valorarnos. El artista Tino Seghal, que reside en Berlín, hace performance y se dice anti consumista. Sin embargo, sus obras están en los museos más impo-rtantes del mundo y su obra, a pesar de que nunca es documentada, se cotiza entre los 100,000 y 200,000 dólares. Estas son algunas de las ambigüedades co-nceptuales y económicas que debemos pensar al momento de entender el valor de nuestras producciones. Movernos del individualismo es esencial

Pienso en la obra mas conocida de Tino Seghal. Se llama Este Progreso, y la sit-uación va así: Recorriendo la escalera caracol del Guggheheim: comienza el recorrido y un niño, que te acompaña, hace preguntas sobre la naturaleza del pro-greso hasta que termina su parte. Entonces, entrara un adolescente quien con-tinúa el diálogo. Y así en adelante, con una persona adulta y luego una persona mayor. Todas las pinturas colgadas en la escalera caracol son bajadas de su lugar para que el espacio quede libre de objetos (Tino Seghal esta en contra de la acu-mulacion de los objetos). También prohíbe documentar la obra. Uno se pregunta ¿cómo se vende?: él y la compradora se reúnen con un notario que certifica las instrucciones dadas por Tino para reproducir la situación, agregándole especifica-ciones para quienes actuarán en ella. Estoy segura de que hay miles de Tino Seghales en el mundo, pero solo uno es elegido para vivir la comedia-tragedia que es ser un artista sublimado por la historia.

Economías alternativas para los trabajadores del arte. Con los compañeros de Laboratorio de Ideas, reflexionamos sobre las formas alternativas de hacer economía, como por ejemplo, el trueque, las trastiendas abi-ertas, y el micro-coleccionismo entre amigos. Surgió la propuesta de abrir una trastienda cada vez que haya un evento como forma de auto-gestión para cada artista. La convocatoria esta abierta y para participar hay que comunicarse con Joaquin Pantera, quien es el guardián cuasi-felino de ese lugar. Esto convive con otras experiencias de trastiendas permanentes como la de Mal de Muchos, Siberia y Cósmiko, las que visité y entrevisté para esta reseña. Son espacios híbridos, espacios que venden libros, objetos de diseño, que tienen una peluquería; porque no es fácil vivir solo del arte, especialmente si el mercado no existe. Mi experiencia guarda similitud con esto, al momento de subsistir busqué trabajos relacionados con el arte, aunque no fuese con mi propia obra. Trabaje en galerías y museos, en colecciones y archivos. Pasé por muchos espacios donde pude presenciar trastiendas, la más notable fue la colección privada de un millonario Inglés, excéntrico y hippie, que había estu-diado arte con expresionistas abstractos británicos como Alan Davie y Howard Hodgkin. Su casa era una explosión masiva de artistas contemporáneos con visi-tas guiadas por el. Juntos empezamos a agregar a la colección artistas argentinos, le establecí el interés por ellos e investigaba en base a sus afinidades artísticas. Recorríamos tanto trastiendas de galerías de Buenos Aires como Braga Menen-dez y Jorge Mara La Ruche como ferias de arte locales, por ejemplo ArteBA. Luego hicimos vínculos con otros artistas latinoamericanos, brasileros y colombi-anos entre otros. Me pagaban tan poco que decidí dejar el trabajo a pesar de que era una etapa reveladora de mi vida. Aprendí mucho de como funciona el mundo del arte detrás de las puertas cerradas. El mercado del arte no es regulado, a pesar de ser legal. Mucho pasa detrás de esas puertas cerradas, mucho pasa en las trastiendas de las grandes galerías.

Invertir en el arte tiene sus riesgos, pero también es una forma de asegurarse grandes ganancias y una apuesta a un futuro fructífero. Hay países en los que comprar arte esta exento de impuestos, y por lo que me dicen, sin regulación alguna. Es una forma fácil de lavar dinero. Por lo tanto, es fácil elegir un artista entre tantos necesitados y elevarlo con las condiciones de “genio” o “visionario”. Esto invisibiliza el trabajo de los artistas en masa y su valor. Solo es cuestión de mostrar al artista en una institución de nivel y criterio crítico, en una exposición mediática favorable y el valor de la obra se multiplicará indudablemente. Para marcar una diferencia, en las trastiendas de arte de Cósmiko, Siberia y Mal de Muchos no existe un detrás de las puertas cerradas, sino que son exposiciones en sí, abiertas a todo público. Cada espacio tiene un criterio de selección indi-vidual, que se relaciona con la personalidad de quien los maneja. Son espacios de artistas para artistas (que se abren a otras multitudes). Lo que se comparte es un estilo de exposición que tiene que ver con la acumulación, estilo Salón del siglo

XVIII donde todas las obras cuelgan en montón, esto da una sensación de placer del "descubrimiento" (si se hace correctamente, sino sólo logra cansar al especta-dor). En los tres casos me sentí felizmente intrigada. Las galerías de arte Siberia, Mal de Muchos y Cosmiko en La Plata apuestan a abrir sus trastiendas como forma de promocionar a los artistas y crear una micro-economía del arte local. La cuestión es cómo encontrar grietas a los espacios impenetrables del mercado comercial y sin duda cuestionable. Hacer “manadas de lobos” es una de las formas, y últimamente en La Plata se practica esta salida en red, comunidades de artistas que se apoyan, comparten y promueven la obra de sus compañeros. Una salida al mundo. ¿Cómo es una trastienda?¿Qué significa entrar a una? ¿Y luego salir? Me pongo a pensar... Y si no supiera todo esto. Y quisiera una obra de arte... ¿Cómo pensaría? ¿Qué es comprar una obra de arte?, ¿Dónde se consiguen?, ¿Cómo sé lo que me gusta?, Cuando una obra llega a casa ¿dónde se pone?, ¿Se verá igual en las paredes de mi casa que en la galería? Hago una encuesta general entre parientes.Parece que para la gente que no frecuenta los circuitos artísticos, los espacios más visibles para comprar una obra de arte, son: los mercados, las tiendas que venden de todo un poco, las mueblerías, la tienda del MACLA en la municipali-dad... O bien podés llamar a los chicos que hacen murales (ellos si que tienen repercusión!)

espacios

Pasé por la trastienda de Cosmiko (calle 10 y 71), me atendió Leandro, uno de los actuales dueños. Me invitó a pasar a la sala de exposición donde nos esperaban un par de sillas viejas. El arte como algo cotidianoHablamos de sus expectativas - como veía el tema de la compra y venta de obras de arte en el espacio-. Para él, era importante que la compra y venta de obra de arte se haga algo cotidiano, que se transforme en lo mismo que comprar una remera, un bolso o un CD en una feria, comprar arte para tu casa o para tus amigos. También, a veces ocurre que en el local hay trueque entre los artistas, agregó. Lo prácticoÉl se lleva un 30% del valor de venta de cada obra, éste porcentaje es muy bajo en comparación al 50%, 60% que cobran las grandes galerías (a veces se cede una parte de eso para hacer un poco de precio). Dice que hay obras desde 50 a 4000 pesos, que aún en el caso de las más caras se puede hacer precio o pagar en cuotas mensuales, para él lo importante es que la obra circule. Todos los días hay gente en la peluquería, tienen muchos eventos y algu-nos talleres, la venta de la obra no es el lugar de mayor rédito del lugar, pero recientemente hicieron algunos cam-bios. En un principio, ambas salas se ofrecían a los artistas, ahora una de ellas queda como trastienda y la otra se presta a los artistas para que la intervengan como deseen. En general, por lo que he visto ahí son instalaciones muy copa-das y completas, gracias que Cosmiko tiene como auspician la fábrica de pinturas Mixa a cambio de pintura latex.

cosmikoLa obraMe muestra varios de sus artistas representados, en general le gustan los artistas callejeros, muchas veces los trabajos que expone los ha visto en la calle anteriormente, también encuentra artistas en internet o algunos artistas le envían cosas para que vea. Me menciona casa 8 y Alto Barrio, porque ahí también hay algo como una trastienda en pro-ducción. Le gustan las obras que tienen una identidad visual fuerte. Veo obras con una identidad grafitera; ilustraciones y collages, líneas fuertes y colores marcados; algunas fotos icónicas, otras más sutiles. Siento que refleja su personali-dad... la verdad es que la obra trabaja muy bien en conjunto. Me cuenta que le gusta sugerirle artistas a los que vienen a preguntar, con una idea de lo que le gusta al otro puede ir tirando otras obras y artistas que tengan esa onda.

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En Siberia (diagonal 79 e/ 5 y 66) entre y había dos o tres personas conversando. Mire las obras y decidí comprarme un par de fotos de Julia Sbriller que estaban a 10 pesos cada una. Magdalena, la dueña del espacio, me dijo que no sabía mucho de fotografía y por eso no tenía muchas fotos, pensaba aprender más y había invitado a Julia a curar una muestra de fotos en el futuro. Espacios HíbridosBueno, no tuvimos mucho espacio para hablar entre tanta gente que entraba a comprar cosas, pero Magdalena logró arreglárselas para contarme de su proyecto. Fue concebido desde el principio como un espacio híbrido entre el arte, literatura y objetos de diseño. Para ella, todo lo que hay en la trastienda es abierto al público - una pared lateral, donde cuelgan muchas obras juntitas, es la trastienda. Esta bien colgado, sentí curiosidad y placer en ese espacio tan acoge-dor. Curioseando libros una espía obras entre los libros y sobre los estantes, queda bien! da mayor valor a cada libro y objeto de diseño. Lo prácticoMe habló de que se llevan el 40% en la venta pero que a veces para poder negociar un precio mas bajo, ella concede parte de su porcentaje. A veces, una obra sale 1000 pesos, esto para algunas personas es mucho, por lo cual acuerdan formas para que se puedan llevar la obra sin sentirse abru-mados por el costo, la accesibilidad se potencia ofreciendo pagar en cuotas (la obra se retira al finalizar el pago). Pero, para otras personas que no están acostumbradas a valorizar el arte, es una cuestión de perspectiva - por ahí llevan una cartera de 2000 pesos (que seguramente fue producida masivamente por 50 pesos), pero la obra original de una artista les parece sobrevalorada. Me contó que hay

siber ia gente del barrio que apuesta a el proyecto, como por ejem-plo un peluquero de ahí a la vuelta que mira, evalúa y cada tanto se lleva una obra, siempre pregunta por artistas par-ticulares y Magdalena le consigue lo que busca. Como no hay mucho espacio en la galería, ahora cuelgan obras aparte en el facebook, estilo catálogo online. El concepto de trastiendaPara ella la trastienda tiene que ser visible al entrar, no le gusta la idea de que sea un espacio secreto o cerrado. Es un archivo de todas las muestras que pasaron por el lugar, de cada exposición quedan obras en trastienda y cuando se venden, los artistas traen más. La relación con los artistas es de confianza, como de onda, en realidad ellos pueden vender obras solos pero hay un vínculo que se refuerza con esta confianza mutua. Los artistas venden obras en difer-entes galerías, esto es algo que da placer por la vinculación - es diferente al circuito comercial de Buenos Aires, donde hay competitividad y una monogamia apostada a la exclu-sividad - en este momento no pueden apostar a llevar artis-tas a ferias y a bienales por lo que es algo mucho más informal. Abriéndose al futuroInsiste que no ve una distinción dura entre libros, objetos y el arte de la trastienda, para ella surge de su mismo deseo, admite que lo que tiene en el local surge estrictamente de su gusto, aunque aprende de las personas que vienen a exponer y el año que viene piensa abrir el espacio a otras personas, por ejemplo va a hacer dos muestras Síntoma Curadores. También abrirá una convocatoria… Su sueño es poder mudarse a un espacio más grande, aunque en este momento no es algo viable - gracias a la venta de libros esta logrando llegar a fin de mes, algo que al principio era solo un sueño. Esto le ayuda a poder apostar a las obras de arte, a poner un nuevo mueble: al hacer ésto podrá usar la pared de trastienda, actualmente compartida con libros, solo para el arte.

Fui a visitar la trastienda de Mal de Muchos (calle 49, e/ 4 y 5). Saludé a Vero y nos sentamos a tomar unos mates, me contó su historia. Mirábamos la obra de la última muestra que desmontaba mientras charlabamos. MuestraLa trastienda tendrá una muestra abierta por dos semanas y luego se sostendrá mostrando algunas obras en el espacio de la tienda y de los probadores. El resto lo mostrará Vero a las personas interesadas - un tipo de curaduría personali-zada andante. Vivir del arteEl tema de vivir del arte afecta Vero quien alquila el espacio de galería y tienda y debe apostar a generar el presupuesto para cubrir los gastos de cada mes, aunque dice vivir en pérdida económica, lo ve como un proyecto que esta llendo bien, ya que se profundiza cada vez más la propuesta artís-tica del espacio. CompartiendoNo hacen contratos exclusivos con artistas porque en este momento el circuito artístico de La Plata se genera compar-tiendo artistas, públicos y espacios en común. No existe la competencia comercial que se ve en muchos centros cos-mopolitas como Buenos Aires. La mayoría de los profesion-ales del arte se conocen y al menos comparten espacios o amigos. Las propuestas se hacen muchas veces en colectivo. Sin embargo, aunque cada lugar tiene su público, se están empezando a compartir y abrir los espacios. Lo prácticoVero cobra un 40% del precio de la obra. En Mal de Muchos invitaron inicialmente a artistas conocidos y cada año fueron

apostando a más y en 2012 abrieron una convocatoria abierta. En 2013, empezó a colaborar Flor, quien junto con Vero se ocupa del montaje, curaduría y producción de textos. Este diálogo hace que se cuestionen más cosas y se abran a nuevas ideas. El criterio de Vero para elegir artistas es abierto, le gustan cosas que la sorprendan, no se puede cerrar a nada. Es importante, dice, que el artista tenga un compromiso con su obra, que sus ideas se hayan desarrol-lado y muestre madurez en su trabajo. ¿Qué público?Le pregunté a Vero si distinguía algún cliente en particular. Me dijo que no hay coleccionistas en La Plata, pero que seguramente hay gente que compra obras, al menos como hobby o gusto personal. Muchas veces, cuando vende obra, el comprador no es quien pensaba iba a adquirir obra al principio - no son siempre amigos o artistas. A veces es gente que entró de la calle, que ni sabía que se podía com-prar obra ahí. CapitalHablamos de la diferencia de precios entre Capital y La Plata. Me dijo que en ArteBa habían visto por ejemplo, un cuadro de una artista joven argentino a 40,000 pesos. En su galería, la obra más cara cuesta 5000 pesos. Al mismo tiempo, me dijo que no había espacio en el local para obras de gran formato (su obra más cara es de San Poggio, un artista reconocido que muestra en capital). Los artistas que venden en capital federal le piden tener los mismos precios que allá para presentar su obra en la galería y eso se hace difícil con la actual situación del mercado local. CatálogoEstán pensando hacer un catalogo en linea para mostrar toda la obra que va a haber. Remarcó que van a aceptar cuotas y tarjetas para hacer la venta más accesible.

mal demuchos

Con Vero, también hablé un poco de la tienda del MACLA en el Pasaje Dardo Rocha, el espacio más visible de venta de obras de la ciudad. Un espacio estandarizado, que enmarcan todo igual para poder poner 20 obras en una pared.

Luego de ésta charla decidí acercarme a la tienda, ésta se propone como un espacio donde adquirir una obra original, lo mismo que en una trastienda de galería, en éste caso las obras son más visibles debido a la ubicación en el centro de la ciudad, en un centro cultural visitado y ser puramente vidriera a la calle. Entre 20 y 30 obras ocupan el espacio de la pared interior. Parecen réplicas de obras importantes de la colección aunque se venden como piezas originales. Pregunte por precios, los dos que averigüe salían 2500 y 3800 pesos cada uno. El montaje no me gustó, es estandarizado y cuadrado. Es difícil saber si las obras son reproducciones en miniatura para el formato del marco o si son obras originales. El espacio parece un poco improv-isado, pero es imposible de ignorarlo como la mayor compe-tencia para los pequeños emprendimientos independientes.

t iendaMACLA

Compartiendo Espacios

Al terminar el recorrido, sentí que había mucho más por hablar, mucho por venir, y me da ganas de conocer eso que se viene. Me pongo a pensar en otro tipo de espacios de venta de arte. Al trabajar en colec-ciones, he entrado en varias trastiendas de galerias comerciales. Distintas, algu-nas estilo Wünderkammer (los cuartos de maravillas de los siglos 14-17), con acu-mulaciones de obras apilados para dejar algunas selectas destacadas. Espacios para maravillar y suspirar. Otras, minimalistas, con rieles paralelos de acero y obras montadas en una línea con mucho espacio entre ellas, que son, sin duda impresionantes. Apuñalan con su despliegue de poder adquisitivo. A veces hay libros, otras veces no. Lo que siempre se distingue es la separación entre el afuera y el adentro, haciendo del espacio un enfoque de lujo y misterio, parte de la seducción.

Vuelvo a La Plata, pienso que cada ciudad hace de su cultura un emblema que transmite los trazos esenciales que generan su historia, su arquitectura, su geo-grafía y su gente. Se están generando espacios independientes de artistas y con artistas (celebro ésto!) que cuidan, comparten y desarrollan proyectos en común como solución al problema de cómo vivir del arte. En contraposición a esto se ubican los espacios como el MACLA o las galerías comerciales de Buenos Aires, donde rige una jerarquía de separación entre entre la galería y el artista.

Cada espacio que recorrí está cargado de historias personales, historia que ponen a la luz el coraje de apostar al crecimiento del arte local, saltar a lo desconocido, apostar a un proyecto compartido, y remarla. Ir hacia adelante muy a pulmón.

Ánimo Verónicay