Respuesta de partidos políticos en Chile a la crisis de representación (2009)

111
PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA DE CHILE FACULTAD DE HISTORIA, GEOGRAFÍA Y CIENCIA POLÍTICA INSTITUTO DE CIENCIA POLÍTICA SEMINARIO II RESPUESTA DE LOS PARTIDOS POLÍTICOS A CRISIS DE REPRESENTACIÓN EN CHILE POR EXEQUIEL OSVALDO GAETE PAVEZ Tesis presentada al Instituto de Ciencia Política de la Pontificia Universidad Católica de Chile para optar al grado académico de Licenciado en Ciencia Política. Profesor guía: Alfredo Rehren Bargetto Marzo de 2009 Santiago de Chile. © 2009, Exequiel Osvaldo Gaete Pavez

description

El presente trabajo se enmarca en la discusión actual que se está dando entre la academia, en relación a la crisis de representación que está viviendo el sistema político chileno, enfocada en los partidos políticos. El objetivo final de esta investigación es analizar cómo los distintos partidos efectivos en el congreso están definiendo y reaccionando ante estos desafíos, mediante estrategias institucionales y electorales, a partir de análisis de datos recolectados anteriormente y de entrevistas. Lo que se pretende comprobar al finalizar esta investigación, es que los partidos políticos, si bien definen el descenso en la participación política como un problema, éste no es prioritario en sus agendas, al no afectar en el corto plazo sus intereses y ganancias en el sistema político, por lo que no han realizado acciones concretas tendientes a fomentar los niveles de participación política en el país.

Transcript of Respuesta de partidos políticos en Chile a la crisis de representación (2009)

PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA DE CHILE

FACULTAD DE HISTORIA, GEOGRAFÍA Y CIENCIA POLÍTICA

INSTITUTO DE CIENCIA POLÍTICA

SEMINARIO II

RESPUESTA DE LOS PARTIDOS POLÍTICOS A

CRISIS DE REPRESENTACIÓN EN CHILE

POR

EXEQUIEL OSVALDO GAETE PAVEZ

Tesis presentada al Instituto de Ciencia Política de la

Pontificia Universidad Católica de Chile para optar al grado académico de

Licenciado en Ciencia Política.

Profesor guía:

Alfredo Rehren Bargetto

Marzo de 2009

Santiago de Chile.

© 2009, Exequiel Osvaldo Gaete Pavez

2

© 2009, Exequiel Osvaldo Gaete Pavez

Se autoriza la reproducción total o parcial, con fines académicos, por cualquier medio o

procedimiento, incluyendo la cita bibliográfica que acredita al trabajo y a su autor.

3

Índice General

1. Resumen...................................................................................................................... 7

2. A modo de Introducción ............................................................................................. 8

2.1. Diseño de la investigación ................................................................................... 8

3. Marco Teórico............................................................................................................. 9

3.1. Democracia y Participación ................................................................................. 9

3.2. El rol de los partidos políticos ........................................................................... 13

3.3. La representación hoy en Chile ......................................................................... 15

3.3.1. El descenso en la participación electoral ....................................................... 15

3.3.2. La pérdida de confianza en instituciones políticas ........................................ 17

3.3.3. El aumento de protestas ciudadanas .............................................................. 19

3.4. Algunas explicaciones ....................................................................................... 20

4. Los partidos y la representación: .............................................................................. 25

4.1. La participación en términos formales .............................................................. 26

4.2. Una mirada a los parlamentarios en Chile ......................................................... 33

4.2.1. Descripción de las muestras ........................................................................... 33

4.2.2. Relación entre partidos políticos y sociedad.................................................. 34

4.2.3. El desinterés de las personas por la política y sus consecuencias ................. 36

4.2.4. La participación como una ventaja de la democracia .................................... 37

4.2.5. Participación interna en los partidos .............................................................. 40

4.2.5.1. Percepción de democracia interna en su propio partido............................. 40

4.2.5.2. Grado percepción de militancia interna en los partidos ............................. 41

4.2.5.3. Grado de percepción de militancia interna de su propio partido ............... 43

4.2.5.4. Percepción de participación interna en los partidos ................................... 44

4.2.5.5. Percepción de participación interna en su partido...................................... 46

4.3. El pensamiento de algunos dirigentes de partidos ............................................. 47

4.3.1. Relación entre los partidos y la sociedad ....................................................... 48

4.3.2. Los partidos, la participación y la Crisis de participación ............................ 54

4.3.3. Movimientos sociales .................................................................................... 63

5. Conclusiones ............................................................................................................. 70

4

6. Bibliografía ............................................................................................................... 72

7. Anexos ...................................................................................................................... 76

7.1. Participación Electoral en Chile ........................................................................ 76

7.1.1. Población en edad de votar, inscritos en los registros electorales, votos

emitidos y votos válidamente emitidos, 1988 – 2008* ................................................. 76

7.1.2. Relación entre Población en edad de votar (PEV), inscritos en los registros

electorales (Ins), votos emitidos (VoE) y votos válidamente emitidos (VoVaE), 1992

– 2008. 77

7.1.3. Personas inscritas en los registros electorales para la última elección

(Municipal 2008), según edad ...................................................................................... 78

7.2. Niveles de confianza en instituciones políticas y de otro tipo en Chile, 2006 .. 79

7.3. Participación en Organizaciones Políticas y Sociales ....................................... 80

7.4. Identificación con un partido político en Chile ................................................. 81

7.5. Alienación hacia partidos políticos en Chile ..................................................... 82

7.6. Desinterés en la política..................................................................................... 83

7.7. Desinterés en actividades políticas .................................................................... 84

7.8. Visión de partidos políticos ............................................................................... 85

7.8.1. Partidos como motivadores a la acción política............................................. 85

7.8.2. Visión negativa de partidos políticos ............................................................. 85

7.9. Distribución general de las muestras de diputados seleccionados en Proyecto

PELA, 1994 - 2006 ...................................................................................................... 86

7.10. Evolución de cantidad de diputados por partido en la cámara, según periodo

legislativo ..................................................................................................................... 86

7.11. Relación entre partidos políticos y sociedad.................................................. 87

7.11.1. General ....................................................................................................... 87

7.11.2. Relación entre partidos políticos y sociedad, según legislatura ................. 88

7.11.3. Relación entre partidos políticos y sociedad, por partido, según legislatura

89

7.12. El desinterés de las personas por la política como amenaza a la democracia 90

7.12.1. El desinterés de las personas por la política como amenaza a la

democracia, escala de 1 a 5 (1994 – 1998) .................................................................. 90

7.12.2. El desinterés de las personas por la política como amenaza a la

democracia, escala de 1 a 4 (1998 – 2006) .................................................................. 90

5

7.12.3. El desinterés de las personas por la política como amenaza a la

democracia, por partido (1994 – 1998) ........................................................................ 91

7.12.4. El desinterés de las personas por la política como amenaza a la

democracia, por partido (1998 – 2006) ........................................................................ 91

7.12.5. El desinterés de las personas por la política como amenaza a la

democracia, por pacto (1994 – 1998) ........................................................................... 92

7.12.6. El desinterés de las personas por la política como amenaza a la

democracia, por pacto (1998 – 2006) ........................................................................... 92

7.13. Ventajas de la democracia ............................................................................. 93

7.13.1. Índice de ventajas de la democracia ........................................................... 93

7.13.2. Índice de ventajas de la democracia, por legislaturas ................................ 94

7.13.3. Índice de ventajas de la democracia: La posibilidad de elegir a autoridades

de gobierno, por partidos, según legislatura................................................................. 95

7.13.4. Índice de ventajas de la democracia: La posibilidad de participar en las

decisiones, por partidos, según legislatura ................................................................... 96

7.14. Percepción de participación interna en partidos ............................................ 97

7.14.1. Percepción de democracia interna de partidos ........................................... 97

7.14.1.1. Percepción de democracia interna de partidos .......................................... 97

7.14.1.2. Percepción de democracia interna de partidos, por legislatura .................. 97

7.14.1.3. Índice de percepción de democracia interna de partidos, por partidos,

según legislatura ........................................................................................................... 98

7.14.2. Percepción de grado de militancia interna de partidos............................... 99

7.14.2.1. Percepción de grado de militancia interna de partidos............................... 99

7.14.2.2. Percepción de grado de militancia interna de partidos, por legislatura...... 99

7.14.2.3. Índice de percepción de grado de militancia interna de partidos, por

partidos, según legislatura .......................................................................................... 100

7.14.3. Percepción de grado de militancia interna de su propio partido .............. 101

7.14.3.1. Percepción de grado de militancia en su propio partido .......................... 101

7.14.3.2. Percepción de grado de militancia en su propio partido, por legislatura . 101

7.14.3.3. Índice de percepción de grado de militancia interna de su propio partido,

por partidos, según legislatura.................................................................................... 102

7.14.4. Participación interna en los partidos ........................................................ 103

7.14.4.1. Participación interna en los partidos ........................................................ 103

6

7.14.4.2. Participación interna en los partidos, por legislatura ............................... 103

7.14.4.3. Participación interna en los partidos, legislatura 1994 – 1998, por partidos

104

7.14.4.4. Participación interna en los partidos, legislatura 1998 – 2002, por partidos

104

7.14.4.5. Participación interna en los partidos, legislatura 2002 – 2006, por partidos

105

7.14.4.6. Participación interna en los partidos, por legislatura, según partidos ...... 106

7.14.5. Participación interna en su propio partido ............................................... 107

7.14.5.1. Participación interna en su propio partido ............................................... 107

7.14.5.2. Participación interna en su propio partido, por partidos .......................... 107

7.15. Encuestas consultadas y gráficos extraídos ................................................. 108

7

1. Resumen

El presente trabajo se enmarca en la discusión actual que se está dando entre la

academia, en relación a la crisis de representación que está viviendo el sistema político

chileno, enfocada en los partidos políticos. El objetivo final de esta investigación es

analizar cómo los distintos partidos efectivos en el congreso están definiendo y

reaccionando ante estos desafíos, mediante estrategias institucionales y electorales, a

partir de análisis de datos recolectados anteriormente y de entrevistas. Lo que se

pretende comprobar al finalizar esta investigación, es que los partidos políticos, si bien

definen el descenso en la participación política como un problema, éste no es

prioritario en sus agendas, al no afectar en el corto plazo sus intereses y ganancias

en el sistema político, por lo que no han realizado acciones concretas tendientes a

fomentar los niveles de participación política en el país.

8

2. A modo de Introducción

Desde hace un tiempo que el tema de la participación política, y específicamente

sobre el descenso de sus niveles en Chile, están dando que hablar generando un

importante debate sobre las causas y posibles consecuencias que puede generar. Mas,

escasa literatura existe sobre cómo los grupos que la sociedad ha generado para vincular

a gobernantes con gobernados, los partidos políticos, están respondiendo a esta

situación, a partir de sí mismos, por lo que este trabajo espera servir de alguna utilidad al

respecto. Este aspecto resulta fundamental, pues más allá de la responsabilidad directa

que puedan tener los partidos en este escenario, son ellos los primeros – y posiblemente

los principales – actores a los cuales afecta, para su bien o su mal, y desde ahí, a las

diversas instituciones de carácter político.

2.1. Diseño de la investigación

El objetivo general de este trabajo es conocer las distintas formas que tienen los

partidos políticos chilenos de abordar el tema de los cambios en los patrones de

participación política de los electores; el que para efectos prácticos considerará dos

objetivos específicos. El primero de ellos, es descubrir cuáles son las definiciones que

los partidos políticos le dan al tema de la crisis de representación, intentando identificar

si realmente definen la situación descrita como una crisis, propiamente tal, el grado de

conocimiento del tema, y la prioridad que tiene en la agenda del partido. Teniendo en

cuenta esto, el segundo objetivo es identificar las diversas estrategias que los partidos

utilizan para enfrentar el tema, que podrían ser desde la inmovilidad total, hasta intentos

electorales y programáticos para revertir la situación.

Una novedad de este estudio es que su objeto de estudio son los partidos políticos

en sí mismos, que se pretenden observar mediante (a) dirigentes del partido, a través de

entrevistas, (b) parlamentarios (principal mecanismo que se utilizaba anteriormente para

ello), a partir de encuestas existentes al respecto, y (c) estatutos y estructuras internas

organizativas del partido.

9

3. Marco Teórico

3.1. Democracia y Participación

Con el trascurso del tiempo, nuestras sociedades se han vuelto cada vez más

complejas producto de un aumento de las poblaciones y de las múltiples necesidades que

estas requieren para su funcionamiento. Actualmente, la respuesta que hemos dado ante

este desafío, al menos en este lado del mundo, se ha traducido en estructuras estatales,

con sistemas de gobierno de carácter democrático. Esta forma de gobierno se distingue

de las otras teóricamente, en tanto a que son las mismas personas las que se rigen a sí

mismas, o en palabras más comunes, “el gobierno está en manos del pueblo” (Almond,

Powell, Strøm, & Dalton, 2001, pág. 131). La democracia a su vez es perfectible en cada

una de sus expresiones concretas, manteniendo siempre a la vista determinados criterios,

bajo los cuales se presentan las posibles mejoras. En un primer momento, se buscó que

las democracias occidentales fuesen capaces de asegurar los derechos y libertades de

cada uno de los ciudadanos, entre si y ante los mismos estados. Esto se tradujo en la

búsqueda de mecanismos a través de los cuales la ciudadanía se fue ampliando, desde

votos censitarios y exclusivamente masculino, hacia una completa inclusión de todos los

sectores de la sociedad, lo que se tradujo en democracias formales (Huber,

Rueschemeyer, & Stephens, 1997). Esta etapa de consolidación democrática dio paso a

una nueva, mucho más exigente consigo misma y que se desarrollara más allá de lo

meramente procedimental (Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, 2004), que

fuese capaz de responder a las presiones de una sociedad civil con características

sociales heterogéneas que no fomentaban uno de los principales pilares de la

democracia: la participación real y libre de las personas.

Es evidente el rol fundamental de la participación en la democracia, la cual,

como forma organizacional, genera un gobierno que depende directamente de las

personas que son parte de una comunidad. Si bien en sociedades pequeñas es posible un

gobierno directo, en relación a la anteriormente mencionada complejización de las

sociedades occidentales modernas, es necesario introducir el concepto de representación

10

en la democracia, entendida como una forma indirecta del ejercicio de la soberanía de

los ciudadanos. Sobre esto Rousseau ya nos hablaba en el siglo XVIII, ante la

imposibilidad de que el pueblo estuviese en sesión permanente para la administración de

asuntos públicos. Otros argumentos a favor de esta forma de gobernar están dados por la

creciente complejidad de los asuntos públicos y el acceso a la información de parte de

los ciudadanos, que es limitado.

El concepto de representación política, y en términos concretos de democracia

representativa, tiene en su seno el hecho que un grupo de personas reunidas en una

sociedad elige a sus representantes para la toma de decisiones de carácter político. Estas

personas electas se deben a sus representados, en tanto son re-presentantes de la

ciudadanía. A partir de este instante, en el que hace la distinción entre re-presentantes y

re-presentados, se hace necesario el desarrollo de una serie de mecanismos

institucionales para asegurar que los representantes realmente estén representando a

quienes se deben, pues la diferenciación que la misma sociedad realiza por definición

atenta contra el principio de igualdad a partir del cual se funda una democracia. La

paradoja es evidente, pues la solución para limitar el poder político de las autoridades

políticas anteriormente designadas (McAllister, 1991), es transitar a autoridades, que si

bien son re-presentantes legítimos de la sociedad, siguen siendo autoridades, en el

sentido estricto de la palabra. El debate en torno a esta contradicción ha sido amplio a lo

largo de la historia, sobre todo en los siglos XVII y XVIII, cuando se comenzaban a

diseñar los regímenes políticos que perduran hasta hoy. Un importante seguimiento a

esta discusión es realizado por Bernard Manin, quien expone los motivos que se tomaron

en cuenta para implementar gobiernos representativos, a pesar de que estos, a través de

las elecciones, “distribuía los cargos de forma menos igualitaria” que otras opciones para

seleccionar candidatos, como el sorteo (Manin, 1998, pág. 118).

Siguiendo el argumento de Manin, él plantea el método electivo tiene elementos

intrínsecos que hacen que “los elegidos sean de algún modo superiores a los electores”

(Manin, 1998, pág. 167), pues (1) los electores definen criterios específicos, arbitrarios y

personales para seleccionar un representante del conjunto de candidatos, por lo que (2)

11

los candidatos deben sacar provecho de sus mejores características o cualidades para

sobresalir del resto y atraer la atención de los electores. Ahora bien, (3) los candidatos

necesitan darse a conocer y entregar efectivamente esa información (que tienen

características superiores al resto), y por tanto (4) necesitarán dinero para lograrlo, de su

propio bolsillo, de sus amigos o de su partido, por lo que sus redes sociales y su riqueza

influirán (si bien no determinarán) quienes salgan electos (Manin, 1998, págs. 167 -

180). Desde este punto es evidente la importancia que en la práctica tendrá el dinero y

sobre todo el rol fundamental que tienen los medios de comunicación en la selección de

candidatos y de representantes en nuestras sociedades1.

En el contexto de una sociedad democrática y representativa, la formación de

grupos de personas que son capaces de, legítimamente, tomar decisiones en nombre de

otros – las elites políticas –, se generan una serie de desafíos, para los ciudadanos y los

representantes, de lograr que las dinámicas de la representación sean beneficiosas para

ambos grupos. Llegar a un equilibrio entre ambas tendencias es sumamente complejo, en

tanto pareciese ser una constante, al menos en las sociedades actuales, el que las

sinergias naturales de una relación entre re-presentantes y re-presentados a mediano

plazo hacen tender a una acentuación del traspaso de poderes hacia el grupo minoritario,

la elite.

Es enorme el debate que en torno a esta figura se ha desarrollado por diversos

autores: para definirla, establecer su origen, y por sobre todo, establecer cómo se puede

desarrollar de manera justa una relación en la que se define y fuerza a partir de una

asimetría de poder. Entre las principales perspectivas están las monistas – de origen

marxista, que plantean que las elites surgen por expresión de una clase dominante, y que

tienen como principales exponentes a Mosca, Pareto y Michels – y perspectivas

pluralistas de la elite – de origen liberal, que a diferencia de las teorías monistas

1 Un notable trabajo sobre las consecuencias de los medios de comunicación masiva en la democracia, y

especialmente la televisión, es planteado por Giovanni Sartori, en Homo videns. La sociedad teledirigida.

(1998), en el que postula que una de las principales consecuencias de la sobreexposición de los individuos

a la televisión es que los atrofiará culturalmente, debilitando a la sociedad.

12

descartan una elite homogénea que tiene el control sobre una clase social, planteando

elites que compiten entre sí por el poder (Rendón Corona, 1979).

En nuestras democracias representativas, la elite de carácter político, al menos

formalmente, se comporta de acuerdo a una perspectiva pluralista, en la que conjuntos

de personas compiten por el poder a través de elecciones, para representar al conjunto de

una sociedad – la que es el origen de su elevación y autoridad – a partir de las

estructuras de gobierno. Mas, una concepción de este estilo hace necesario el realizar

una distinción entre las elites de poder político, puesto que si las elites compiten entre sí,

eso implica que en la competencia existan ganadores y perdedores. De esta manera,

utilizando la diferenciación que realizó Guido Dorso y que expone Rendón Corona,

podemos hablar de elites gobernantes o elite de poder – aquellos que están en el

gobierno; y elites dirigentes o la clase política – aquel grupo en el que están inmerso

todos los sub-grupos que compiten por el poder (Rendón Corona, 1979, pág. 1353). Esta

concepción de elite política está presente en trabajos como el de Eldersveld, quien

plantea de una manera mucho más práctica que una elite está formada por “quienes están

en posiciones importantes, influyen o ejercen importantes roles en la política” (Stevens,

Bishin, & Barr, 2006, pág. 607).

Asumiendo entonces lo necesario de la representación para nuestras democracias,

algunos autores realizan algunas diferenciaciones en torno a un concepto amplio.

Interesante es el planteamiento de Zapata, quien distingue entre representación con

presencia y representación por evocación. Por representación con presencia se refiere

a grupos de individuos pequeños que sirven de vehículo para hacer presente la voluntad

de un grupos amplios, de tal manera que la decisiones de los primeros son consideradas

como decisiones de los segundos, y por representación por evocación¸ a grupos – una

elite, como él mismo la denomina – que intenta visualizar, comprender, asumir y

proyectar los intereses de una población general, intentando leer certeramente los signos

de la sociedad que representan (Zapata Larrain, 2008, pág. 236).

13

3.2. El rol de los partidos políticos

Uno de los nexos más importantes entre la sociedad civil y una elite,

independiente del tipo que sea, son los partidos políticos. Estos grupos pueden definirse

como los “entes articuladores que canalizan la relación entre la ciudadanía y el estado,

permitiendo la participación indirecta en el proceso de formación de políticas” (Müller,

2008, pág. 414), o en otras palabras, como “los articuladores claves de la representación

política” (Luna, Representacion politica en America Latina: el estado de la cuestion y

una propuesta de agenda, 2007). Aun así, más allá de este rol general, los partidos tienen

dos funciones en torno a la representación. Por un lado, tienen un rol electoral o

programático, en cuanto los partidos son aquellas organizaciones que presentan

candidaturas alternativas – con determinados programas de gobierno – para ocupar los

cargos públicos, y, por el otro lado, sirven de canal para vincular a los ciudadanos con el

poder (Valenzuela A. , 2008, pág. 25).

Incluso, en la legislación chilena se especifica la función estrictamente política

de los partidos políticos, y se explicita que esta función les es exclusiva, y que cualquier

otro grupo que realice actos políticos será declarado ilícito y sancionado de acuerdo a la

Ley Orgánica Constitucional de Partidos Políticos (LOCPP) (Constitucion Politica de

Chile, Articulo 17, número 15). En cuanto su definición, ésta está determinada por la

LOCPP, promulgada el 23 de marzo de 1987, la que establece en su artículo primero que

“son asociaciones voluntarias […] formadas por ciudadanos

que comparten una misma doctrina política de gobierno, cuya

finalidad es contribuir al funcionamiento del régimen

democrático constitucional y ejercer legitima influencia en la

conducción del Estado, para alcanzar el bien común y servir al

interés general”

Cabe al menos mencionar el hecho de que los partidos también cumplen un rol

en la agregación y articulación de los intereses de los grupos en la sociedad civil, así

como también en la sociabilización de los ciudadanos (Almond, Bingham, Kaare, &

14

Russell, 2001). No es menor este punto, puesto que aquí se deja en evidencia el papel

que juegan en la moderación de las preferencias, que posteriormente deben ellos mismos

re-presentar, al buscar reflejar fielmente las preferencias de un cierto número de

individuos de manera agregada2. En el mediano plazo, y en contextos democráticos

estables, los partidos hacen menos probables el surgimiento de populismos en los países

en los que se desarrollan (Centro de Estudios Publicos, Proyectamérica, Instituto

Libertad y Desarrollo, Corporacion de Estudios para Latinoamerica y Programa de

Naciones Unidas para el Desarrollo, 2008).

Pero la misión que se les encomienda a los partidos, en términos teóricos, de

traducir la voluntad general de una sociedad (Valenzuela A. , 2008, pág. 23) no siempre

es cumplida. A partir de esta premisa Mainwaring y Scully definen lo que llaman

sistemas de partidos institucionalizados, los cuales se dan en los diversos países

conforme a si los sistemas cumplen con cuatro requisitos: (1) existe una estabilidad en

las reglas y en la naturaleza de la competencia entre los partidos, (2) los partidos tienen

raíces estables en la sociedad, (3) los actores políticos asignan legitimidad al proceso

electoral y a los partidos, y (4) los partidos tienen ideologías claras; criterios a partir de

los cuales se genera un índice con el que es posible medir cuantitativamente, el grado de

institucionalidad del sistema (Mainwaring & Scully, 1995). En torno al tema de la

participación, interesa de sobremanera el cómo los partidos cumplen con el segundo

criterio de institucionalización propuesto, sea la existencia de raíces estables en la

sociedad. En torno a esto, y apoyando la indización, hay revisiones de este trabajo,

mejorando ciertos aspectos metodológicos específicos (Luna, Representacion politica en

America Latina: el estado de la cuestion y una propuesta de agenda, 2007)3.

2 Por supuesto, no existe una dirección definida en relación a qué grupo determina las posiciones del otro:

si la elite influencia a los re-presentados, o si los re-presentados influencian a los re-presentantes. En

Rendón Corona (1979) es posible revisar aspectos teoricos de esta relación.

3 Luna asume en su trabajo la revisión de Payne et al., realizada en 2003, en el trabajo “La política

Importa: Democracia y Desarrollo en América Latina”

15

3.3. La representación hoy en Chile

A pesar del importante rol que los partidos tienen en el ámbito de la

representación, a partir del retorno a la democracia en 1990 se ha instalado en la

academia, principalmente, la noción de que existe una crisis de representación o crisis

de participación de la sociedad civil. Algunas de las razones que se esgrimen para hablar

de esta crisis es (a) la tendencia a la baja, en valores absolutos y relativos a la población

en edad de votar, de votos válidamente emitidos en las elecciones para cargos de

representación popular, desde 1990 a la fecha, (b) numerosas encuestas de centros de

estudios y universidades, tanto nacionales como internacionales, que revelan una

creciente apatía de las personas hacia las instituciones políticas en general, y por sobre

todo, a los partidos políticos; y, quizás un tanto discutible, (c) una creciente ola de

protestas ciudadanas, en número y cantidad de movilizados.

3.3.1. El descenso en la participación electoral

Con la reapertura de los registros electorales en el marco de un proceso que

culminaría con el retorno a la democracia en la década de 1980, existió una alta

movilización ciudadana, que se cristalizó en un alto porcentaje de registros para esa

elección (Lagos, 2007). Desde aquel entonces, el padrón electoral se ha mantenido

relativamente constante, disminuyendo el número de sus integrantes notoriamente al ser

comparado a la población en edad de votar. Al tener el padrón electoral una variación

neta de +3.45%, desde 1992 a 2008 (pasando de 7.840.008 inscritos a 8.110.265 para la

última elección municipal), éste se queda lejos de reflejar los cambios en la población

chilena, pues en el mismo periodo, la población en edad de votar varia +32.51% (una

variación más de nueve veces superior, pues desde 8.499.972 personas se pasó a

11.751584; véase anexo 7.1.1). Si se revisan detalladamente los datos de la última

elección, las diferencias se hacen más notorias en el tiempo si se consideran a quienes

efectivamente votan, y de ellos quienes lo han hecho válidamente (sea, por un

candidato). Como puede observarse en el anexo 7.1.2, si en 1992 votó válidamente el

16

72.3% de los chilenos mayores de 18 años en las elecciones de aquel año, en 2008 esta

relación fue de un 52.9%.

Entre las razones inmediatas de estos indicadores están los bajos niveles de

inscripción de las personas más jóvenes de la población al padrón electoral en los

últimos años. De hecho, para la elección de 2008, estaban habilitados para votar

(inscritos) 654.634 personas entre los 18 y los 29 años, cifra bastante menor a los

1.538.537, correspondiente a los inscritos entre los 30 y los 39 años, y aun más de los

2.248.490 inscritos entre los 40 y los 49 años (véase anexo 7.1.3). Expresado de otra

manera, si en 1988 los jóvenes entre 18 y 29 años representaban cerca del 35.99 % del

padrón electoral (Rossi, 2005), hacia 2008 estos sólo representan el 8.07%.

Sobre este punto, diversos autores han realizado trabajos al respecto, destacando

la enorme preocupación que existe en torno al tema. Este interés no es menor, pues,

retomando el punto señalado al principio de este trabajo, un régimen de gobierno que se

basa en la re-presentación debe, necesariamente, tener una fuerte vocación hacia la

participación activa de los re-presentados, para evitar los vicios propios de una

concentración de poder. Entre los trabajos ya mencionados de Lagos y Rossi, también

Altman y Luna insisten en esta preocupación, pues la evolución de este tipo de patrones

de participación, en América Latina y Chile, necesariamente están excluyendo, en

términos políticos, prácticos y sistemáticos, a un importante sector de la población

(Altman & Luna, Desafeccion civica, polarizacion y calidad de la democracia: Una

introduccion al anuario politico de America Latina, 2007), independiente de las razones

o responsables de estas tendencias (pudiendo ser los partidos políticos o incluso los

propios ciudadanos).

Ryan Carlin a su vez plantea lo paradójico que un proceso como éste se esté

dando en Chile, al ser un país que ha enfrentado un reciente proceso de transición

democrática y las características particulares de este, mencionando el que

“estos patrones no son comunes en una Latinoamérica que se

está democratizando, y que resulta aun más extraño dada la

17

fuerte movilización de votantes que se dio durante la transición,

la alta participación de los inscritos y las leyes que los

obligaban a votar” (Carlin, 2006).

Altman ironiza sobre lo evidente que es en sí misma la necesidad de buscar

mecanismos concretos para incorporar, al menos en el proceso electoral, a los

ciudadanos que no están participando en este, al mencionar que “ningún demócrata en su

sano juicio defendería la idea de que el facilitar al 45% de la ciudadanía desafectada de

la inscripción electoral, violenta alguno de sus derechos individuales, todo lo contrario”

(Altman, Regimen de Gobierno y Sistema de Partidos en Chile, 2008). Sobre el mismo

tema, en otro trabajo sostiene que, si bien el sistema político chileno tiene sus fortalezas,

“también posee ciertas características que son de especial preocupación y que llaman la

atención por el poco énfasis que reciben, […]. Algunos aspectos que se relacionan con el

llamado “déficit democrático” […] y que son inclusive una eventual amenaza a la

calidad de la democracia y su consolidación.” (Altman, Institucionalidad Política para

Fortalecer la Democracia).

3.3.2. La pérdida de confianza en instituciones políticas

De la mano con estos datos que nos indican ciertas tendencias de nuestra

sociedad civil actual, una serie de encuestas de opinión pública nos dan mayores luces

de que está pasando, dándonos detalles específicos sobre el cómo los ciudadanos

perciben lo político, en relación al tema de la re-presentación. Aun así, no está demás

hacer explicito el hecho de que estamos partiendo del supuesto según el cual una

encuesta, bien realizada, es una recolección de datos fidedigna, y que por tanto,

representan con un alto grado de fiabilidad y validez la realidad que se pretende estudiar.

Para efectos de este trabajo, consideraremos las continuas encuestas que han sido

realizadas por Latinobarómetro, el Centro de Estudios Públicos (CEP) y las relativas al

proyecto “Latin American Public Opinion Project” (LAPOP), a partir de las cuales se

puede confirmar el diagnostico de la existencia de una crisis de participación en Chile.

18

Entre las mediciones obtenidas, se observa en las encuestas que las instituciones

políticas presentan los niveles más bajos de confianza, en relación a cualquier otra

institución, sea de carácter social, religioso o militar. Entre las instituciones peor

evaluadas, según LAPOP 2006, están el parlamento (con un 51% de confianza

ciudadana), la Corte Suprema (con un 46% de niveles de confianza) y, cerrando la lista,

los partidos políticos, con un 39.6% (véase anexo 7.2). Si consideramos quienes

realmente participan en estas organizaciones, sólo el 3.7% de los encuestados por un

estudio a cargo del CEP menciona haber trabajado activa u ocasionalmente para una

organización política (véase anexo 7.3)4.

Por otro lado, los encuestados se muestran fuertemente alienados de los partidos

políticos. La encuesta de LAPOP, que se realizó por primera vez en Chile en 2006,

arrojó que sólo un 25.6% de los encuestados se sentía identificado con un partido (véase

anexo 7.4). Al mirar los datos a través del tiempo, en las encuestas del CEP, podemos

ver que este valor se enmarca en una tendencia que se ha dado desde el retorno a la

democracia a la fecha, en la que las personas se han alejado de los partidos desde aquel

entonces. Si en Junio de 1990 el 78% de las personas se sentía identificada con un

partido, en Junio de 2008 este valor se redujo a 40.6% (véase anexo 7.5)

En general, al comparar algunos datos de CEP y Latinobarómetro, podemos

apreciar preocupantes niveles en relación a la importancia y el interés que los

ciudadanos tienen hacia la política, en términos amplios. En este sentido, las encuestas

de CEP muestran que en las mediciones existentes hay altos y crecientes niveles de

personas que reconocen “no tener interés en la política”, pasando de un 44.8% en 1991 a

un 62% en 2008. A su vez, Latinobarómetro, si bien muestra en general niveles más

bajos de desinterés que los chilenos, durante los últimos 12 años están teniendo una

marcada tendencia al alza, llegando en 2005 al 42% de los encuestados (véase anexo

7.6). Con estos niveles de desinterés en la política, no resulta sorprendente que desde

4 Aun así, debe mencionarse el hecho de que en general las personas participan poco en organizaciones, de

cualquier tipo, puesto que la actividad que presenta mayores niveles de participación, los centros de padres

y apoderados, no superan el 25% de los encuestados bajo las etiquetas mencionadas anteriormente.

19

1996 a 2007 por sobre el 90% de los encuestados por CEP “Nunca ha trabajado para un

partido político”, y que incluso en la actividad política más común, que de hecho es

“Mirar programas políticos por televisión”, por sobre el 45% de los entrevistados declara

nunca realizar en cada una de las mediciones desde 1994 a 2007, manteniéndose muy

estables los niveles en el tiempo (véase anexo 7.7).

En tanto las funciones que realmente cumplen los partidos políticos, ni siquiera la

mitad de los encuestados por CEP en 2005 mencionan que estos fomentan la

participación activa en la política (véase anexo 7.8.1), mientras que un 37.4% menciona

que “Los partidos políticos no le dan al votante una verdadera elección entre políticas

públicas alternativas” (véase anexo 7.8.2)

3.3.3. El aumento de protestas ciudadanas

Si bien no es algo que este abiertamente documentado5, es posible advertir un

aumento de las protestas – participación no convencional – en el último tiempo. Desde el

inicio del gobierno de Michelle Bachelet, con las protestas estudiantiles de 2006, grupos

gremiales y amplios se han movilizado principalmente por Santiago y Valparaíso,

exigiendo una serie de reivindicaciones, sectoriales en su gran mayoría. A pesar de no

existir estudios recientes sobre un proceso de este estilo para los años 2007 y 2008, y así

poder hablar abiertamente de un aumento de este tipo de movilización, si se puede

mencionar el 2006 como un año en el que existieron importantes sectores sociales que

salieron a las calles (Mardones, 2007; Luna, Partidos Politicos y Sociedad en Chile,

2008), como no lo hacían desde la dictadura.

5 La primera fuente para confirmar esta idea, y a partir de la cual se generó un amplio debate político, es

un artículo de prensa, cuya autora es Pamela Aravena Bolívar, con fecha 2 de septiembre de 2007 en El

Mercurio, que hace alusión a un estudio basado en una encuesta telefónica, con una muestra de hogares en

el Gran Santiago, realizada el 30 de agosto de 2007 y un n=600, sin precisar mayores detalles técnicos del

estudio, quien lo realizó, o el estudio en sí. Entre los datos que entrega, sobresale el que durante los

primeros 539 días del gobierno de Michelle Bachelet han ocurrido un 79% más de “protestas” que durante

el promedio de los periodos similares en los otros gobiernos de la Concertación, y que éstas son más

masivas y duraderas. El artículo de prensa está disponible online, en

http://diario.elmercurio.cl/detalle/index.asp?id=%7B74ab5453-b239-4917-8d25-14ccbaaddc36%7D

20

3.4. Algunas explicaciones

Existen diversos tipos de explicaciones que existen para estudiar la crisis de

representación que se está dando en Chile. Por supuesto, estos grupos de explicaciones

no son excluyentes entre sí, y tomar partido por una de ellas, negando la validez

explicativa de las otras seria realizar un análisis reduccionista innecesario. Dejando esto

en claro, tenemos por un lado las explicaciones que podemos catalogar como generales,

que insertan al país en una serie de tendencias que están dándose principalmente en las

democracias occidentales, en las cuales grupos o instituciones específicas, como los

partidos políticos, se ven superadas. A partir de estas, las razones por las que un sector

importante de nuestra población no está participando en los procesos políticos se

deberían, en gran medida, a factores externos, de carácter económico, social y cultural.

El segundo grupo, y el más utilizado hoy en día, corresponde a las explicaciones

que podemos considerar específicas, y son aquellas que atribuyen esta baja en la

participación ciudadana a las instituciones y actores locales, utilizando por ello,

evidentemente, una aproximación institucional (Luna, Representacion politica en

America Latina: el estado de la cuestion y una propuesta de agenda, 2007).

Con respecto a las explicaciones generales, Segovia expone varias de ellas en su

tesis de magister. Entre estas destaca la Teoría de la Crisis de Gobernabilidad6, en la

que se plantea que las instituciones políticas pierden apoyo por la contradicción que

surge al tener que cumplir dos funciones contradictorias: la acumulación de capital –

económico y social – y el mantenimiento del orden social, las que a largo plazo generan

crisis políticas. De esta manera, las personas dejan de confiar en las instituciones

políticas tradicionales, como los partidos políticos, y buscan nuevas formas de

participación política (Segovia, 1997). De la mano con esta explicación va la Teoría de

la Gobernabilidad y Sobrecarga7, en la que se plantea que un rápido aumento de las

6 Tiene tres versiones, dadas por el desarrollo de la teoría dado por James O’Connor (1973), Claus Offe

(1979) y Jurgüen Habermas (1989).

7 Cuyos principales exponentes son King (1975), Brittan (1975) y Birch (1984)

21

expectativas públicas, que inevitablemente no pueden ser todas satisfechas, genera

desconfianza hacia las instituciones (Segovia, 1997). Una tercera teoría es la del

Posmaterialismo y Cambio Cultural8, que plantea que las personas de las sociedades

democráticas occidentales estarían cambiando gradualmente su sistema de valores,

trasladándose hacia la valoración de aspectos no materiales, de carácter

medioambientales, libertarios, de protección de los derechos humanos, etc. (Segovia,

1997).

La crisis de representación en tanto viene dada por una característica

fundamental de los partidos políticos. Por un lado, los partidos políticos se posicionan en

un sistema de partidos a partir de los clivajes de una sociedad, pero hoy en día, con la

atomización de la sociedad en un proceso de globalización el número de clivajes

aumentó drásticamente (como por ejemplo, en relación a posturas ecologistas o

indígenas) en poco tiempo, teniendo además un fuerte dinamismo. De esta manera

surgen actores sociales y culturales nuevos que con el tiempo y con la ayuda de medios

de comunicación masiva, de fácil acceso, logran un poder de agenda que difícilmente

coincide a cabalidad con un solo partido político, y que logran generar sinergias en la

opinión pública a través de las encuestas y los medios (Garretón, 1998).

Al considerarse cierta la fragmentación de las sociedades civiles modernas,

Carlos Mena además desarrolla la idea que la sociedad se debilitaría al constituirse por

múltiples grupos de interés autónomos, pues se hace más difícil su representación.

Además, Mena va más allá, planteando problemas en el no cumplimiento de uno de los

roles fundamentales de los partidos políticos, esto es, la sociabilización política, a pesar

de la existencia de mayor conocimiento a través de la tecnologías de la información y

comunicación, lo que podría tener consecuencias insospechadas en el mediano plazo. Lo

que si generaría esta sociedad atomizada es que logra fácilmente unirse con otros grupos

de similares intereses en cualquier lugar del mundo, estableciendo relaciones directas

8 Desarrollada por Inglehart (1977, 1989, 1990, 1997)

22

entre lo global y lo local, pero a su vez, carente de toda regulación y sistematización

(Mena, 1999).

Este tipo de explicaciones expuestas, más allá de los aspectos teóricos y

discursivos, no ha sido sistematizado ni operacionalizado, en términos metodológicos,

por lo que cualquier aproximación a este tipo de razonamientos difícilmente pueden

resultar falsables o refutables. Aun así, como anteriormente se mencionó, sería un grave

error desconocer este grupo de explicaciones a la hora de realizar cualquier análisis

posterior.

En su tanto, las explicaciones específicas abordan el tema de la crisis a partir de

enfoques institucionales chilenos, pues identifican a ciertas relaciones y

comportamientos políticas como los responsables de la creciente apatía de la sociedad

chilena hacia lo político, y específicamente, hacia los partidos políticos y su rol en la

democracia.

En este grupo de explicaciones podemos insertar un trabajo de Luna, en el que

expone que “algunos autores [Huber y Stephens; Weyland] han sostenido que la

democracia latinoamericana actual es estable precisamente porque no provee canales de

representación a los sectores subalternos, quienes por otra parte sufren de anomia, […]

acumulando descontento, participando eventualmente en protestas y levantamientos

masivos, y, finalmente, retrayéndose” (Luna, Representacion politica en America Latina:

el estado de la cuestion y una propuesta de agenda, 2007, pág. 392). A partir de esto, se

puede considerar que no estamos ante una crisis específica, considerada una excepción,

sino que los altos niveles de participación que se vieron en el retorno a la democracia

fueron los excepcionales, y que se está volviendo a los niveles normales, que permiten a

las sociedades de la región ser estables.

Más allá de lo discutible de esto, bastante se ha expuesto anteriormente sobre la

necesidad de niveles de participación altos, como requisito fundamental para una

democracia de calidad y estable. Carlin reflexiona sobre estos enunciados y a su vez cita

a Payne, mencionando el que

23

“Cuando la participación electoral es baja, los representantes

electos pueden estar más lejanos a tener mecanismos efectivos

de rendición de cuentas, y por ende las elecciones pierden su

eficacia como los mecanismos de accountability vertical. […]

una fuerte disminución en el apoyo de los electores a los

candidatos, especialmente donde la transición a la democracia

es reciente […] puede revelar la fundación de un régimen

democrático de baja calidad” (Carlin, 2006, pág. 636),

Retomando el hecho de que la existencia de fallas en las instituciones que por

excelencia representan las ideas políticas en los ciudadanos traerán algunos trastornos a

la democracia, en la introducción al recientemente publicado libro de “Reforma de los

Partidos Políticos en Chile” existe una alusión al respecto, en cuanto “una divergencia

entre los intereses de estos [los partidos] y los de la ciudadanía, puede tener

consecuencias indeseables en el sistema político chileno. Negativamente, se califican las

fuertes barreras de entrada, el virtual congelamiento del sistema y la creciente distancia

de los partidos con la ciudadanía.” (Centro de Estudios Publicos, Proyectamérica,

Instituto Libertad y Desarrollo, Corporacion de Estudios para Latinoamerica y Programa

de Naciones Unidas para el Desarrollo, 2008, pág. 13).

Esta preocupación sobre los efectos que ya se están sintiendo sobre el sistema

político expuesto en párrafo anterior, principalmente la creciente distancia de los

partidos con los ciudadanos, es explicado por Luna a partir de dos argumentos. Por un

lado, “los partidos como institución se encuentran debilitados frente a liderazgos

crecientemente individuales”, aunque al menos queda la duda de la dirección de la

relación causal (esto es, si la baja en el apoyo a los partidos se debe a la mayor

relevancia de los liderazgos personales, o más bien ocurre en la dirección contraria, o

incluso, también está la posibilidad de que sean procesos paralelos); y “la penetración de

los medios de masas y la creciente influencia de agentes privados y de fondos estatales

focalizados para financiar campañas políticas, contribuyen también a introducir

importantes transformaciones en este sentido [el debilitamiento de los partidos como

24

institución]” (Luna, Partidos Politicos y Sociedad en Chile, 2008, pág. 103). Con

respecto a este punto, Correa encuentra aquí un argumento en el cual defiende a los

partidos políticos, eximiéndolos de responsabilidad en el nacimiento o desarrollo de esta

crisis, al señalar que los medios de comunicación en general interpelan más al individuo

desde el punto de vista político que los propios partidos políticos, por lo que cataloga a

la política como “ mediatizada”, lo que en conjunto con algunas argumentaciones que

pueden considerarse de tipo general, finalmente concluye que

“la crisis de la representatividad de los partidos políticos es el

resultado de un conjunto muy extenso de fenómenos […] no

sólo no es atribuible a los partidos, sino más bien se debería

entender como un proceso que se da a pesar y al margen de

éstos.” (Correa Ríos, 2008, pág. 247).

Los efectos de este debilitamiento institucional, como lo cataloga Luna, irían

más lejos aun, y he aquí el segundo punto de su argumento, pues permiten (si no

motivan) que los vínculos programáticos entre los ciudadanos y los partidos políticos se

conviertan en vínculos de liderazgo crecientemente individuales, “saltándose” a los

partidos. Esta transformación del vinculo entre representantes y representados, al darse

en un contexto de pésimas distribuciones de ingreso, “permite a la élite escindirse de sus

bases electorales y evitar un eventual conflicto con el sector popular.” (Luna, Partidos

Politicos y Sociedad en Chile, 2008, pág. 97).

Valenzuela nos expone otra posible causa del debilitamiento de los partidos

políticos en su rol democrático, pero relacionado con la naturaleza y la distribución de

recursos de los estados y los cambios que han experimentado en el último tiempo, de la

mano con reformas económicos neoliberales, como las privatizaciones:

“[hay] un cambio sustancial en la naturaleza del Estado

latinoamericano. Al privilegiar los aspectos clientelísticos de

sus estrategias partidarias, algunos partidos prosperaron cuando

el Estado estaba en condiciones de entregar beneficios directos,

25

como empleador de primera instancia y fuente de subsidios. El

agotamiento del Estado de bienestar y especialmente del Estado

generador de empleos tanto en los sectores fiscales propiamente

tales, como en vastas empresas estatales, ha contribuido a

quitarle a los partidos razón de ser” (Valenzuela A. , 2008, pág.

31).

Los efectos que esta alienación está provocando en el sistema político, se

acentúan a medida que la situación no evidencia signos de revertirse. A partir de esto se

Luna menciona que las elites políticas chilenas están en “procesos de adaptación

estratégica” (Luna, Partidos Politicos y Sociedad en Chile, 2008, pág. 75), en relación al

acomodo de estas ante la nueva situación, lejos de realizar acciones concretas para llevar

a cabo su cometido con el apoyo activo de la sociedad civil. Al respecto, Altman apoya

esta idea mencionando que “en los intereses muy racionales de aquellos que

necesariamente toman las decisiones, uno puede encontrar razones para explicar el statu

quo del sistema electoral ya que las malas decisiones políticas y electorales no

necesariamente afectan la carrera de las élites partidarias.” (Altman, Regimen de

Gobierno y Sistema de Partidos en Chile, 2008, pág. 69).

4. Los partidos y la representación:

Siendo el objetivo de este trabajo realizar una aproximación a la respuesta de los

partidos políticos ante la crisis de representación, a continuación se analizara su postura

ante la baja en la participación de la ciudadanía en temas políticos, a través de una

revisión de sus estatutos, de encuestas realizadas a sus diputados, y de entrevistas a

algunos de sus dirigentes. Los partidos objeto de estudio serán los partidos efectivos en

el Congreso, por la mayor cantidad de información disponible. De esta manera, los

partidos en observación serán

Partido Demócrata Cristiano (DC)

Partido Por la Democracia (PPD)

26

Partido Radical Social Demócrata (PRSD)

Partido Socialista (PS)

Renovación Nacional (RN)

Unión Demócrata Independiente (UDI)

4.1. La participación en términos formales

Para este trabajo, se revisarán las declaraciones de principios y estatutos de los

partidos políticos mencionados. La utilidad de este ejercicio no es menor, pues más allá

de ser meras “declaraciones de buenas intenciones” o requisitos que deben ser

cumplidos para la legalización de los partidos, estos documentos entregan pautas sobre

las prioridades de los temas. No es lo mismo un partido en el que un asunto, por ejemplo

el medio ambiente, sea puesto en el primer párrafo de su declaración de principios, que

un partido que simplemente lo omite, o lo menciona en uno de sus últimos párrafos.

Según el artículo 5 de la Ley 18.603 Orgánica Constitucional de Partidos, entre

los requisitos que son necesarios para constituir un partido político se encuentran una

“Declaración de principios del partido”, y un “Estatuto del mismo”. Con respecto a los

estatutos, el artículo 22 señala que “La organización y el funcionamiento de cada partido

político se regirán por sus propios estatutos, pero será necesario que éstos se conformen,

en todo caso, a las normas de este título [la LOCPP]”.

Si bien queda claro que es obligación de cada partido tener un estatuto, no se

menciona el que estos deban estar a libre disposición del público. Es por esta razón que,

a pesar de varios intentos, sólo a continuación se revisaran los estatutos y declaraciones

de principios que se señalan, disponibles en su gran mayoría en versiones digitales en las

páginas web de cada partido.

27

Declaración

de Principios Estatutos

Partido Demócrata Cristiano no disponible

Partido Por la Democracia

Partido Radical Social

Demócrata

Partido Socialista no disponible

Renovación Nacional

Unión Demócrata

Independiente no disponible

Entre estos documentos existe una amplia diversidad de formas y contenidos. Por

ejemplo evidente de estos es la extensión de las declaraciones de principios, tenemos

documentos que no van más allá de una carilla y son conceptos enunciados y no

definidos, hasta documentos de 29 carillas, en los que se describe detalladamente el

pensamiento del partido ante un sinfín de temas.

Con respecto a estas, es posible observar que el tema de la participación si está

presente, al menos en cierta medida, entre sus postulados. La declaración del PPD es una

de las más enfáticas en el tema, al situar el tema de la democracia como uno de sus

primeros valores

“El PPD se funda y existe para fortalecer y extender la más alta

conquista política de la humanidad: La Democracia. Asumimos

una apasionada opción por la libertad, por el desarrollo de la

plena ciudadanía de cada uno de nuestros compatriotas.”

En un párrafo posterior, también menciona que

“La democracia debe fomentar la práctica democrática en la

vida de las organizaciones sociales […]. Ser ciudadano implica

28

practicar los principios democráticos en las diversas

organizaciones sociales: sindicales, empresariales, vecinales,

juveniles, femeninas, culturales o deportivas. Es cierto que tales

organizaciones representan principalmente los intereses de los

agrupados, pero su recto funcionamiento interesa a todos,

puesto que la preservación de la democracia depende en último

término de una íntima adhesión de cada ciudadano(a) a sus

principios, lo cual se cultiva en todas las esferas de la actividad

asociativo y comunitaria, incluida la familia.”

Por supuesto, esta activa adhesión a la democracia se entiende, dado que esta

agrupación nace como un partido instrumental, para organizar a los sectores de la

izquierda moderada que a través de la vía electoral se opusieron al régimen militar, para

conseguir una transición democrática, y que se mantiene hasta el día de hoy como uno

de los partidos menos definido por una ideología o doctrina especifica.

Esta convicción democrática queda también plasmada en sus estatutos, donde la

“Democracia” y la “Participación Interna” se establecen como sus principios número

uno y dos, respectivamente.

“Uno. Democracia: Que debe caracterizar las estructuras

institucionales del partido, la forma de elección informada de

sus dirigentes y de selección de sus candidatos a puestos de

representación popular, así como el ejercicio de la autoridad

interna. Implica también el cumplimiento de las decisiones

adoptadas por los órganos competentes del partido y el respeto

a la libertad de conciencia y opinión de todos los afiliados […].

Dos. Participación Interna: Entendida como la efectiva

responsabilidad de los afiliados para con la vida y desarrollo

del partido.”

29

Este principio de la participación es uno de los más desarrollados entre los

distintos estatutos y declaraciones de principios, en cuanto considera, además de la

participación como algo necesario, las responsabilidades que los partidarios tienen para

con el partido.

El Partido Demócrata Cristiano también señala en sus primeras líneas de sus

estatutos un compromiso con el desarrollo y fortalecimiento de la democracia, señalando

que

“Se propone básicamente construir una sociedad libre, justa,

participativa, solidaria y comunitaria, perfeccionando y

profundizando la Democracia, de modo que se asegure el

respeto integral y la plena vigencia de los Derechos Humanos.”

Más allá de lo importante que sea mencionado al menos el tema de la

participación por parte de DC, es nuevamente necesario hacer notar que este punto se

encuentra en los primeros lugares de sus estatutos, otorgándole una prioridad por sobre

otros temas.

Por su parte, el Partido Radical Social Demócrata comparte este tipo de interés

por la participación y los mecanismos democráticos, señalando en el articulo uno del

título primero de sus estatutos que

“El Partido Radical Socialdemócrata es una comunidad de

ciudadanos […] que […] propugnan la construcción de una

sociedad democrática, solidaria, fraternal, integrada, pacífica,

eficiente y profundamente humanista […]; adopta los

principios y métodos del gobierno democrático como norma de

acción política, entendiendo la democracia como una forma de

vida y filosofía social […].”

Agrega además en su declaración de principios

30

“[El PRSD] cree en la participación ciudadana como factor

esencial de la democracia económico social, basadas ambas en

los valores de la Libertad, la Justicia, la Igualdad y la

Solidaridad.”

El Partido Socialista también está entre los partidos que mencionan el tema de la

participación y la democracia en el primer párrafo de su declaración de principios,

señalando que

“El socialismo es la más plena expresión de la democracia. En

tal virtud, el Partido Socialista de Chile proclama su

inclaudicable voluntad de contribuir siempre a la defensa y al

constante perfeccionamiento de la democracia.

[…]

La democracia, para los socialistas, es el sistema político que

debe asegurar la convivencia entre los diversos componentes de

la sociedad e inducir, por tanto, el desarrollo de los valores de

la solidaridad y de la participación ciudadana en todas las

esferas de la vida social.

[…] [La democracia es] la vía para su propia transformación así

como de la estructura de la propiedad en que descansa, con el

propósito de abrirlo a la progresiva participación de los

ciudadanos y las organizaciones sociales, políticas y culturales

en todas las esferas de la vida nacional.”

Los partidos mencionados anteriormente, más allá de las características en

común ya mencionadas, comparten otra característica, que conviene dejar en evidencia:

la relación directa que hacen entre los conceptos de democracia y participación. De esta

forma, sería lógico suponer que los partidos – o al menos estos partidos, que de paso son

los que integran la Concertación – están consientes que una baja en la participación

31

política tendría efectos directos sobre un régimen democrático, simplemente al

considerar sus estatutos y principios.

Los partidos restantes, Renovación Nacional y la Unión Demócrata

Independiente, difieren de los ya mencionados en la mayoría de los puntos expuestos. En

el caso de RN, la participación política aparece en la sección nº 20 (de un total de 25), y

vinculada con los conceptos de “Descentralización” y “Regionalización”

“Descentralización, Regionalización y Participación:

Renovación Nacional impulsa la descentralización como

elemento básico de una sociedad libre. Ella evita

concentraciones de poder estatal, amenazantes para la libertad

de las personas. Al acercar el nivel de las decisiones a ámbitos

más próximos a cada ciudadano se favorece una efectiva

participación social.

Renovación Nacional aprecia la comuna como una instancia

clave de dicha participación y la considera como eje de todo

proceso descentralizador, lo cual exige una preocupación cívica

especial por los municipios y el respeto al carácter

despolitizado que les debe ser propio.”

El concepto de democracia aparece en la sección nº 8, pero de una manera

bastante disímil a como aparece en los partidos mencionados anteriormente

“Régimen Político: El régimen democrático, propio de

Occidente, es la forma de gobierno inherente a la tradición e

idiosincrasia chilenas. Dicho régimen comprende, entre otros

aspectos, la igualdad ante la ley; el robustecimiento de las

funciones propias del Estado; la posibilidad de las diversas

tendencias democráticas de alternar en el ejercicio del poder; la

renovación periódica de las autoridades políticas y los demás

elementos que caracterizan a un Estado de Derecho.”

32

Como puede apreciarse, en este caso el concepto de democracia se vincula

directamente con conceptos como la tradición chilena, la igualdad ante la ley y la

alternancia en el poder, no mencionándose el tema de la participación política en el. De

hecho, el concepto de participación aparece por primera vez en la sección nº 16, pero

vinculado al objetivo de alcanzar un acuerdo económico social de mercado entre todos

los sectores de la sociedad.

Con respecto a la Unión Demócrata Independiente, el análisis es más complejo.

La razón es sencilla, pues no tienen a disposición del público sus estatutos y desde su

sede varias veces prometieron enviar este documento, sin que nunca ocurriera. Por otro

lado, su declaración de principios consta de 23 puntos enunciados, sin mayor detalle.

Ahora bien, en este documento es posible ver en el punto nº 22

“Descentralización, regionalización y participación”

Por supuesto, si bien no se puede hacer un análisis muy detallado sobre como la

UDI concibe la participación a partir de lo presentado, existen notables semejanzas con

la declaración de principios de RN. En primer lugar, el concepto de participación

aparece en los últimos lugares sus respectivas declaraciones, y no aparece vinculado con

el concepto de democracia. De hecho, en los dos casos aparece vinculado a las ideas de

“Descentralización” y “Regionalización”.

Al menos en términos formales, estos partidos tienen una diferente concepción

de la participación política en relación al grupo de partidos anterior. Los partidos que

conforman la Alianza por Chile vinculan el concepto no con una forma específica de

régimen político, sino que lo hacen a los espacios institucionales más próximos y

directos entre los ciudadanos y el estado, en la que la distancia entre representados y

representantes es menor, o incluso, inexistente, al pensar en la toma de decisiones que

puede hacerse en comunidades pequeñas, como municipalidades, juntas de vecinos o

asociaciones de padres y apoderados. Pero si consideramos este fomento a la

participación en este tipo de organizaciones e instituciones, en conjunto con el principio

de subsidiariedad (ambos apareciendo en el punto nº 4 en las declaraciones de

33

principios de RN y la UDI) y el de despolitización de cuerpos intermedios (punto nº 21

en la declaración de principios de RN y nº 23 en la declaración de principios de la UDI),

se puede pensar que el rol de estos partidos se limita al fomento de la participación. En

otras palabras, participación por los partidos, pero no con los partidos, y no para los

partidos.

De la forma que sea, al menos podemos decir que todos los partidos mencionan

la participación en sus declaraciones de principios, por lo que, al menos en el papel,

existe un interés en ella.

4.2. Una mirada a los parlamentarios en Chile

Una forma habitual de aproximarse al pensamiento de los partidos políticos es

revisar las ideas de sus parlamentarios, a través de encuestas de opinión o entrevistas. Al

respecto, Manuel Alcántara ha desarrollado el Proyecto de Elites de Latinoamérica

(PELA)9, a través del cual se han realizado encuestas a diputados chilenos, contando

hasta la fecha con cuatro series (de ellas, tres disponibles para un estudio acabado de

ellas). El detalle de las series es el siguiente

Serie Periodo

Legislativo Fecha levantamiento de datos

Estudio nº 4 1994 – 1998 14 de Septiembre – 18 de Diciembre 1994

Estudio nº 3 1998 – 2002 1 de Abril – 31 de Julio 1998

Estudio nº 42 2002 – 2006 4 de Agosto – 4 de Septiembre 2002

4.2.1. Descripción de las muestras

El Proyecto de Elites de Latinoamérica ha realizado encuestas correspondientes a

tres legislaturas (1994 – 1998, 1998 – 2002 y 2002 – 2006) a los miembros de la cámara

9 Instituto Interuniversitario de Iberoamérica. Universidad de Salamanca. (1994 - 2006). Proyecto de Elites

Parlamentarias Latinoamericanas.

34

de diputados de Chile agrupados por partidos, a partir de muestras seleccionadas

aleatoriamente. Para garantizar la confidencialidad del estudio para con los

parlamentarios, los partidos políticos que tuviesen menos de cinco diputados en la

muestra se agruparon en la categoría “Otros Partidos”. Este punto es importante, en tanto

el PRSD en ninguna de las muestras a superado ese umbral, por lo que ha quedado en

este estudio en esta categoría mencionada. A su vez, es imposible considerar a la

categoría “Otros Partidos” como el PRSD, por la existencia de diputados independientes

o de, efectivamente, otros partidos que han estado en la cámara.

En términos generales, durante estos tres periodos legislativos la Cámara de

Diputados ha tenido una mayoría de diputados del DC, que alcanzan un 29% del total,

seguido por RN con un 20%, la UDI (19%), el PPD (14%) y el PS (12%). La categoría

“Otros Partidos” tiene un 6% del total (véase anexo 7.9). Ahora bien, esta imagen ha de

ser vista en el tiempo, pues en ahí vemos como la composición de la cámara ha

cambiado conforme transcurren los años. En este período la UDI es el partido que ha

tenido el cambio absoluto más alto de los partidos, pues desde tener un 11% de

diputados de la Cámara en 1994, en el periodo 2002 – 2006 esta porción se elevó sobre

el 28%. Por otro lado, el Partido Demócrata Cristiano es quien ha tenido la más fuerte

baja, pues de un 32% de diputados que adscribían a sus filas en el periodo 1994 – 1998

(que son electos en 1993, en votaciones concurrentes con las del ejecutivo, en las que es

electo Eduardo Frei Ruiz Tagle, de la misma DC, con un 57.9%10

), en el periodo 2002 –

2006 la porción se redujo a un 20%. El resto de los partidos ha tenido cambios en el

tiempo (RN ha tenido un cambio de -6%, el PPD de +5% y el PS de -5%), pero en

ningún caso tan importantes como los mencionados (véase anexo 7.10)

4.2.2. Relación entre partidos políticos y sociedad

Para evaluar como los parlamentarios perciben la relación de los partidos con la

ciudadanía, el proyecto PELA entrega una interesante información. En términos

10

Ministerio del Interior. Información Histórico Electoral. Disponible en http://elecciones.gov.cl

35

generales, el 67% de los encuestados piensa que está aumentando la distancia entre los

ciudadanos y los partidos políticos, un 28% cree que la distancia entre ambos ya es

considerable, y sólo un 4% sostiene que los partidos tienen fuertes vínculos con la

sociedad (véase anexo 7.11.1). Incluso, si se revisan estos datos a través de la serie,

queda clara una marcada tendencia hacia el deterioro de la percepción del vínculo. Si

para el inicio de la primera legislatura en estudio un 84% de los diputados pensaban que

había un “progresivo alejamiento” (es decir, se estaba viviendo un proceso), en 2006

esta cifra se redujo a un 52%, en tanto que la opción “el distanciamiento es

considerable” (en otras palabras, el proceso ya ocurrió) pasó desde un 8% a un 43% en

el mismo período (véase anexo 7.11.2).

Al revisar los datos de los diputados por partidos, puede notarse que los

parlamentarios de los partidos que hoy en día forman las coaliciones (Concertación y

Alianza por Chile) presentan niveles relativamente similares a los de sus compañeros de

pacto. Considerando entonces los promedios de los diputados de los partidos por

coaliciones, la disminución en la percepción del alejamiento progresivo es un mayor

entre los partidos de la Alianza en relación a los de la Concertación, percibiendo estos

últimos un cambio más gradual (osea, manteniendo la percepción de estar aun en medio

del proceso de distanciamiento. Véase anexo 7.11.3 para ver los cambios en los partidos

y los promedios de los partidos por pacto electoral).

Según estos datos, la mayoría de los diputados no sólo creen que la relación entre

ellos y sus electores no es la óptima, sino que además perciben un deterioramiento de

ésta con el paso del tiempo, hacia niveles en los que la sociedad se identifica ya

escasamente con ellos. Si bien no debiese causar sorpresa esta percepción, dados los

numerosos estudios de opinión pública que señalan la apatía de los ciudadanos hacia las

instituciones políticas, y siendo de ellas la principal los partidos políticos (explicitadas

en secciones anteriores), si es notable el gran cambio que ha existido entre las

alternativas expuestas en tan solo doce años, la que seguramente se mantiene (sino

aumenta) en la actual legislatura.

36

4.2.3. El desinterés de las personas por la política y sus consecuencias

A partir de la percepción de una creciente distancia entre el electorado y los

partidos, interesante es revisar las consecuencias que puedan percibir los parlamentarios

frente a este fenómeno. Una pregunta que puede dar luces al respecto, es una serie de

tópicos que se le plantean a los diputados, para que ellos evalúen que impacto pueden

tener en la democracia. La pregunta se refiere a temas que puedan ser una amenaza a la

democracia, y entre ellos aparece el desinterés de las personas hacia la política.

Lamentablemente no puede hacerse una revisión de la evolución de este tema durante las

tres legislaturas, pues si bien la pregunta se conserva, cambian las opciones, de tal

manera que no es correcto realizar un análisis integrado11

. Lo que de todas maneras

puede observarse es que si en la primera legislatura hay una distribución de opciones

que tiende hacia la opción “Nada de riesgo” (es decir, el desinterés de las personas hacia

la política no es un riesgo para la democracia), en las dos últimas series las preferencias

se desplazan hacia el centro, percibiendo el desinterés en la política como un tema que

podría provocar inestabilidad en el régimen democrático (véase anexos 7.12.1 y 7.12.2).

A pesar de que es imposible establecer una relación directa entre los eventos, hay

que recordar que el proceso electoral de 1997, a partir del cual fueron electos los

diputados de la segunda legislatura en estudio, ha sido una de las elecciones que han

tenido los menores niveles de participación – en términos absolutos, considerando

quienes se acercaron a votar – y además, en la que se ha dado el más alto porcentaje de

votos blancos y nulos (un 17% con respecto a los votos emitidos, véase anexo 7.1.2)

desde el retorno a la democracia. Esto podría estar vinculado con esta preocupación

acerca del desinterés ciudadano, pero en ningún caso puede asegurarse, sobre todo por el

hecho de que no explica la razón para que estos valores se mantengan en la serie

siguiente.

11

Mientras que en 1994 se presentaron tarjetas con una escala de 1 a 5, en las dos series siguientes se

presentaron cuatro categorías: “Mucho”, “Bastante”, “Poco” y “Nada”. La principal razón para no realizar

un análisis de las tres series, como pudiese ser la generación de un índice, es que en la primera serie se da

la posibilidad a los encuestados de responder por una opción que es el centro, mientras que en las series

siguientes no, por lo que posiblemente exista un sesgo hacia el centro que no puede ser obviado.

37

Al revisar el desglose de los datos por partido, nuevamente es posible notar un

comportamiento similar entre los miembros de una misma coalición. Mientras los

parlamentarios de los partidos de la Concertación perciben el desinterés de la gente en la

política como una amenaza con un riesgo medio en la primera legislatura, los diputados

de la Alianza perciben este desinterés como un riesgo de menores características, en

relación a los primeros (véase anexos 7.12.3 para ver a los diputados los partidos y

7.12.5 para verlos agrupados por pacto). Esta situación cambia en las series siguientes,

pues la mayoría de los parlamentarios de los partidos de la Alianza (y sobre todo los

pertenecientes a RN) consideraron que el desinterés ciudadano era una amenaza mayor

para la democracia que sus pares de los partidos de la Concertación, agrupados por

partidos y por coaliciones (véase anexo 7.12.4 para ver los parlamentarios por partido y

7.12.6 para verlos agrupados por coaliciones)

4.2.4. La participación como una ventaja de la democracia

El régimen democrático, como cualquier otro, tiene una serie de características

específicas que lo diferencian del resto. Aquellas que sean calificadas como “ventajas”

seguramente revelarán un compromiso mayor de sus integrantes, defendiéndolas cuando

sea necesario, mientras que aquellas que no destaquen como tales entre muchos

ciudadanos no tendrán los niveles de apoyo tan potentes como las primeras.

Considerando esto, es útil revisar cuales son las principales ventajas del régimen

democrático, y observar si las asociadas a la participación ocupan algún lugar relevante.

En los cuestionarios de los estudios PELA existe una pregunta que nos puede

ayudar al respecto, en la que se le ofrecen a los parlamentarios una serie de temas de

“posibles ventajas de la democracia” (no siendo exhaustiva, pues pueden plantear temas

en la categoría “Otros”), de la cual pueden seleccionar dos, en orden. Para realizar una

revisión completa de las prioridades, se creó un Índice de ventajas de la democracia, en

el que se ponderó al doble la primera ventaja, para luego agregarla a la segunda ventaja.

De esta manera, queda mencionar que la principal ventaja que consideran los diputados

de la democracia es “La protección de derechos y libertades individuales”, apoyada con

38

un 36%, seguida de “La posibilidad de elegir a autoridades de gobierno” (15%), y en un

tercer lugar las opciones “El respeto a los derechos humanos y minorías” y “La

posibilidad de participar en las decisiones” (un 12% cada una; para el detalle véase

anexo 7.13.1).

Al revisar estos datos y su evolución en el tiempo, tenemos que si en 1994 las

prioridades era “La protección de derechos y libertades individuales” (35%), “El respeto

a los derechos humanos y minorías” (18%) y “Otras respuestas” (14%); en 2002 las

prioridades estaban más definidas, siendo “La protección de derechos y libertades

individuales” (39%), “La posibilidad de elegir a autoridades de gobierno” (17%) y “La

mayor igualdad de oportunidades” y “La posibilidad de participar en las decisiones” la

tercera preferencia (9%). Este cambio es muy lógico al notar el descenso en la categoría

“El respeto a los derechos humanos y minorías”, que pasa de un 18% en la primera

legislatura a sólo un 8% en la tercera, que se condice con la cercanía de la primera con el

régimen militar. Con respecto a las categorías que tienen relación con la participación,

“La posibilidad de elegir a autoridades de gobierno” y “La posibilidad de participar en

las decisiones”, se puede notar una tendencia al alza en la primera (que fue mencionada

por un 13% de los diputados en 1994 y un 17% en 2002) y un comportamiento algo

errático en la segunda (que en 1994 alcanzó un 9% de las preferencias, en 1998 subió a

un 17%, pero en 2002 tuvo un retroceso a un 9%). A partir de esto, se puede hablar de

un aumento de los parlamentarios que consideran que la posibilidad de elegir

autoridades políticas es una de las más importantes ventajas del régimen democrático,

por lo que se debiese esperar un compromiso frente al tema.

Si además desagregamos a los diputados por partidos, se puede notar que los

parlamentarios UDI y PPD son quienes han considerado que la posibilidad de elegir a

las autoridades de gobierno es una de las principales ventajas del régimen democrático,

mientras que los diputados PS y DC son quienes menos han valorado este punto.

Incluso, con un poco más de detalle puede verse que los parlamentarios UDI y PPD que

han considerado este tópico como una ventaja han aumentado en las diferentes

legislaturas, en relación a otros diputados de estos partidos que han seleccionado otras

39

características como las principales ventajas. Un proceso en sentido contrario ha

ocurrido con los miembros de la Cámara del DC y del PS (para el detalle véase anexo

7.13.3)

Bajo el mismo criterio, al revisar la categoría “La posibilidad de participar en las

decisiones”, vemos que son los parlamentarios UDI y RN (en relación a sus propios

compañeros de partido) son quienes más han apoyado la idea de que ésta es una

importante ventaja de la democracia, en contra de lo que han pensado los diputados de

DC y PPD. Ahora bien, para RN y sobretodo la UDI, esta noción ha disminuido durante

las diferentes legislaturas (véase anexo 7.13.4).

Es importante mencionar en este punto la diferencia que existe entre ambas

categorías. La primera, “La posibilidad de elegir a autoridades de gobierno” implica un

tipo de participación que se puede considerar pasiva, si la comparamos con la categoría

“La posibilidad de participar en las decisiones”, que implica una acción más directa.

Este punto puede explicar algunas diferencias importantes que hay en los datos

revisados, pues el PPD, UDI y RN tienen promedios de porciones de parlamentarios en

las tres legislaturas más altos en la categoría “La posibilidad de elegir autoridades de

gobierno” (diferencias de un 12%, 3% y 3%, respectivamente), mientras que el PS tiene

un promedio superior en la categoría “La posibilidad de participar en las decisiones”

(diferencia de un 8%). Estas diferencias coinciden con la experiencia de los partidos en

política, pues el PPD, RN y UDI son partidos que llevan cerca de dos décadas de vida,

mientras que el PS lleva más de 70 años como partido político. Lamentablemente esta

idea, de que los partidos con mayor experiencia y quienes han organizado tipos de

participación más directa en el pasado valoran mayormente este tipo de participación por

sobre los partidos más recientes del espectro político chileno, queda a necesidad de

confirmarse en las próximas series del proyecto, para ver la evolución de el DC (quien

no manifiesta diferencias entre los promedios de las dos categorías) y una eventual

incorporación efectiva del PRSD al estudio.

40

4.2.5. Participación interna en los partidos

A continuación se revisarán una serie de indicadores, que serán de utilidad para

evaluar cómo es que los parlamentarios encuestados han percibido el grado de

participación interna de sus partidos, por parte de sus militantes y de carácter popular.

Por supuesto, cada una de las preguntas no evalúa cambios reales en cada una de las

características a mencionar, sino sólo las variaciones en las percepciones de esta de parte

de los parlamentarios.

4.2.5.1. Percepción de democracia interna en su propio partido

Los partidos en sí mismos son un espacio para que la ciudadanía pueda expresar

sus ideas políticas, generando diálogos a partir de las diferentes visiones entre los

partidos, y sobre todo, en los partidos mismos. De esta manera, resulta revelador como

es que los diputados califican el grado de democracia interna dentro de sus propios

partidos. La encuesta en cuestión arroja algunos resultados en los que podemos notar a

los partidos en una tendencia que puede notarse en algunas preguntas ya examinadas. Al

revisar la percepción general de los parlamentarios encuestados sobre el tema, un 52%

de ellos considera que el grado de democracia interna de su partido es “Medio”, un 24%

piensa que es “Bajo” y un 17% piensa que es “Alto”. Las categorías “Muy alto” y “Muy

bajo” corresponden entre las dos un 5% de las respuestas (véase anexo 7.14.1.1). Más

interesante aún es revisar los datos desagregados por legislaturas, pues ahí es posible

notar que el porcentaje de parlamentarios que piensa que el grado de democracia interna

de su partido es “Medio” disminuye desde un 57% en 1994 a un 46% en 2002,

paralelamente a un incremento de quienes piensan que el grado de democracia interna es

“Baja”, de un 24% a un 36% en el mismo periodo (véase anexo 7.14.1.2). Para

cuantificar estas variaciones se generó un Índice de percepción de democracia interna de

partidos, que tiene un mínimo aritmético de “1”, que indica que todos los parlamentarios

piensan que el nivel de democracia interna es “Muy bajo”, y un máximo aritmético de

“5”, punto en el que todos los parlamentarios señalan que el grado de democracia interna

de sus partidos es “Muy alto”. Como puede verse en el anexo 7.14.1.3, el promedio de

41

los partidos ha bajado en términos absolutos desde 1994 a 2002, pues si en 1994 era de

2.89 (muy cercano al centro), en 2002 este había bajado hasta 2.55 (tendiente a

percepciones de niveles de democracia interna más bajos). Al revisar el detalle de los

partidos, vemos que en las series el PPD ha sido el único partido cuyos integrantes han

creído que su partido ha desarrollado niveles más altos de democracia interna durante el

periodo del estudio en contraste con las mediciones anteriores, en comparación con el

resto de los partidos, que han mostrado una tendencia en sentido contrario.

4.2.5.2. Grado percepción de militancia interna en los partidos

Otro indicador que puede entregar valiosa información sobre la participación

interna de los militantes en los partidos es como los parlamentarios perciben la

participación de sus militantes. Al respecto, en las tres legislaturas, un 42% de los

parlamentarios sostiene que el número de miembros activos en los partidos es “Bajo”, un

22% cree que es “Alto”, y un 19% cree que es “Medio” (Las categorías “Muy alto” y

“Muy bajo” agrupan ambas al 16% de las preferencias. Véase anexo 7.14.2.1). Más

interesante aún que estos datos, que en términos generales refuerzan la percepción de los

diputados de bajos niveles de participación en los partidos y en las actividades políticas

en general, resulta revisar la evolución que esta percepción a tenido durante las series de

datos: si en 1994 el 62% de los parlamentarios pensaba que los niveles de militantes

activos en los partidos eran “Bajos” (lo que se mantiene en la medición de 1998), en

2002 la cantidad de miembros de la cámara que compartían esta noción era sólo el 2%.

En tanto, si en 1994 y 1998 ningún diputado señaló que los niveles de participación de

los partidos fuese “Muy alto”, en 2002 un 22% si lo mencionó así, mientras que la

opción “Alto” pasó de un 4% a un 61% en el mismo periodo (pasando por un 3% en

1998. Véase anexo 7.14.2.2).

Para cuantificar de manera más fiable el cambio, se genero un Índice de

percepción del grado de militancia interna de partidos, que tiene un mínimo aritmético

de “1”, en el cual todos los diputados señalan que el grado de militancia interna de los

partidos es muy bajo, y un máximo aritmético de “5”, según el cual todos los

42

parlamentarios señalan que el grado de militancia interna de los partidos es muy alto.

Según este índice propuesto, en 1994 el puntaje alcanzado por los legisladores fue de

2.18, pasando en 1998 a 2.03, y en 2002 a 4.02. Al desglosar los datos por partidos, se

puede ver que los parlamentarios de todos los partidos han variado las distribuciones de

sus respuestas de manera muy similar (véase anexo 7.14.2.3).

Este abrupto cambio en esta percepción desde 1998 a 2002 no puede pasarse por

alto. Según los datos ya expuestos, no es responsabilidad de algún partido específico,

sino que es algo que los incluye a todos. Alguna explicación que enmarque esta

variación en algún tipo de proceso de largo aliento, en el que los partidos están tomando

conciencia de la crisis de participación (como podría ser el considerar que los partidos

están profundizando la participación de sus militantes, y no la apertura hacia nuevos

integrantes de ellos) tiene como principal debilidad el que se debiese reflejar en cambio

relativamente graduales, y no de la forma en que se presentan estos datos

(manteniéndose relativamente similares en 1994 y 1998, para luego cambiar

drásticamente en 2002). Bajo esta premisa, queda revisar qué cambios de tipo

institucional o de carácter no político ocurrieron durante 1999 y 2002, periodo en el que

destaca de sobre manera la elección presidencial de diciembre de 1999. Las votaciones

de aquel proceso han tenido el número más alto de votos válidamente emitidos desde el

retorno a la democracia (incluyendo incluso los resultados del plebiscito de 1988)12

, lo

que sumado a la estrecha diferencia de votos que tuvieron los dos candidatos

presidenciales más votados, pero que no lograron una mayoría absoluta, implicó que se

tuviese que ir a una segunda vuelta electoral, en la que fue electo Ricardo Lagos. Por

todas estas características, esta elección es considerada una de las más competitivas

desde el retorno a la democracia. A pesar de la distancia temporal de los hechos (desde

diciembre de 1999 a agosto de 2002), las características de esta elección es el único

12

A partir de información disponible en http://www.elecciones.gov.cl, a cargo del Ministerio del Interior,

y del Tribunal Calificador de Elecciones, disponible en www.tribunalcalificador.cl

43

factor que podría explicar esta importante variación entre los periodos legislativos13

,

sobre todo si la comparamos con la elección parlamentaria de 1997, en la que se

presentaron los niveles más altos de votos no validos desde el retorno a la democracia.

4.2.5.3. Grado de percepción de militancia interna de su propio partido

Una pregunta que se incorporó al cuestionario en 1998 tiene relación con la

percepción del grado de militancia interna de su propio partido que tienen los diputados

en estudio. Esta pregunta, de características muy similares a la anterior, presenta

proporciones de respuesta muy coherentes con lo expuesto en el punto mencionado. Si

bien, considerando el total de respuestas, el 32% de los diputados ha respondido que el

grado de militancia interna de su partido es “Alto”, el 27% lo ha considerado “Bajo” y

un 25% “Medio” (con las categorías “Muy alto” y “Muy bajo” agrupando el 15% de las

respuestas. Véase anexo 7.14.3.1), estos valores no incluyen la legislatura 1994 – 1998,

lo que hace que los promedios varíen sustancialmente con la pregunta anterior (que si

incluye esa serie). De esta forma, al revisar el detalle por legislatura, se puede notar el

mismo cambio presente en la pregunta anterior: si en 1998 el 48% de los diputados

pensaba que el nivel de militancia era “Bajo” en su propio partido, en 2002 esta misma

categoría es seleccionada por sólo el 6% de los diputados. En el sentido contrario, la

opción “Alto” pasa de un 13% a un 53% en el mismo periodo (véase anexo 7.14.3.2).

Para sistematizar el cambio entre las legislaturas, se ha generado un Índice de

percepción de grado de militancia interna de su propio partido, con las mismas

características que el Índice anteriormente mencionado14

. A partir de este Índice, el valor

13

Hay que recordar que las dos elecciones parlamentarias de la cual son electos los diputados encuestados

(2001 y 1993, respectivamente) no son concurrentes con otra elección, son precedidas en el año anterior

por una municipal (de 1996 y 2000, respectivamente), y difieren en la distancia con una elección

presidencial (la de 2001 difiere dos años, mientras la de 1997 en 4), y en el grado de competitividad de

ellas (la elección presidencial de 1993 tuvo resultados muchísimos más holgados que la de 1999). En estas

dos últimas características, sea un calendario electoral mucho más agitado hacia 2001 que hacia 1997,

también se puede intuir un efecto sobre los cambios descritos. Quisiera agradecer a Mauricio Morales

Quiroga, Jorge Schiappacasse Araya y Nicolás Hurtado Acuña por sus invaluables comentarios en esta

sección.

14 Véase Índice de percepción de grado de militancia interna de partidos.

44

promedio de la legislatura 1998 – 2002 es de 2.3, mientras que la serie siguiente

promedia 3.72 (véase anexo 7.14.3.3).

Con respecto a estos valores, queda mencionar dos aspectos relevantes. Por un

lado, la variación existente entre la legislatura 1998 – 2002 y 2002 – 2006 es menor en

la percepción de grado de militancia interna en el propio partido en relación a la

percepción de grado de militancia interna de los partidos en general, expuesta en el

apartado anterior, considerando el promedio de los diputados por partidos en cada

legislatura. Según esta apreciación, los diputados de cada partido perciben que los

cambios en la totalidad de los partidos son mayores que las variaciones en su propio

partido, lo que refuerza la idea de que la causa de la fuerte variación que se produce

desde 1998 a 2002 es un aspecto puntual y externo, y no algún proceso de largo aliento

(lo que sería percibido de mejor manera en los propios partidos antes que en la

generalidad, que es más difícil de evaluar por su lejanía, en relación al propio partido).

Por otro lado, este Índice refleja diferencias entre los partidos que el Índice

anterior no presentaba: el menor cambio de este Índice entre las legislatura, por partidos,

es presentado por el DC, que pasa de un valor de 2.83 a uno de 3.56 (variación absoluta

de 0.73), mientras que el partido con una mayor variación es el PPD, que pasa de 1.67 a

4.07 en el mismo periodo (diferencia absoluta de 2.4. Véase anexo 7.14.3.3). El caso de

PPD es notable, pues coincide con el hecho de ser el único partido en el que sus

parlamentarios perciben un mayor grado de democracia interna en su partido,

considerando las tres legislaturas (véase apartado 4.2.5.1, de “Percepción de democracia

interna en su propio partido”). Por supuesto, la existencia de una relación entre estas

percepciones (sea, a mayor percepción de democracia interna de un partido, mayor

percepción de militantes activos en el partido) debe ser verificada con las siguientes

series de encuestas, aunque en términos lógicos parece ser bastante coherente.

4.2.5.4. Percepción de participación interna en los partidos

Otro indicador sobre el nivel de participación en los partidos tiene que ver con

como los parlamentarios perciben la participación de la ciudadanía en general,

45

diferenciándola de los militantes, en los partidos. Una pregunta del estudio de PELA al

respecto revela que el 56% de los parlamentarios ha considerado que la participación es

“Escasa y marginal, excepto en las elecciones”, un 41% ha pensado que de plano es

“Escasa y marginal”, y sólo un 3% ha declarado que es “Intensa y constante” (véase

anexo 7.14.4.1). Al revisar este tema en general a través de las diferentes legislaturas, se

puede notar que, si bien no existen tendencias claras, existe un pequeño aumento de

diputados que piensan que la participación interna es “Escasa y marginal, excepto en las

elecciones”, y que quienes han mencionado que la participación es “Intensa y constante”

han disminuido en el transcurso de las tres legislaturas (véase anexo 7.14.4.2)

Dadas las características de la pregunta no es posible generar un Índice, como se

ha hecho con los temas anteriores, ya que las opciones presentadas a los parlamentarios

no son categorías ordinales, en el sentido estricto y metodológico de la palabra. Aun así,

pueden obtenerse resultados interesantes al agrupar a los parlamentarios por partido y

por legislatura. Al agrupar a los parlamentarios por partido15

, y luego por legislatura, es

posible ver como la categoría “Escasa y marginal” disminuye progresivamente, desde un

42% en 1994, pasando por un 41% en 1998, hasta llegar a un 35% en 2002. En el

sentido contrario, la opción “Escasa y marginal, excepto en elecciones”, aumenta desde

un 54% en 1994 y 1998, a un 64% en 2002. Estos datos confirman la idea expuesta en el

punto anterior, en el que se le atribuye a la elección presidencial de 1999 el aumento en

la noción de la participación de los militantes en los partidos, ya que a nivel de los

partidos existiría un aumento de la participación popular en las elecciones, dejando de

lado la visión en el sentido contrario en las series anteriores (para ver el detalle véase

anexo 7.14.4.3 y siguientes)

15

Nótese que al agrupar a los parlamentarios por partido no se obtienen los mismos resultados que si se

considerase el total, pues de esa manera se consideran a todos los partidos con la misma ponderación, y no

está ponderado por la cantidad de parlamentarios que tenga cada uno.

46

4.2.5.5. Percepción de participación interna en su partido

Una pregunta muy relacionada al tema anterior es la percepción de la

participación popular en su propio partido. Al respecto, y sólo considerando la

legislatura 2002 – 2006 (en la que se ha aplicado esta pregunta), el 57% de los

parlamentarios considera que la participación en su partido es “Sólo en las elecciones”,

un 26% cree que es “Escasa y marginal”, mientras un 12% sostiene que es “Intensa y

constante” (véase anexo 7.14.5.1). Al desagregar los datos por partido, es notable la

similitud entre la percepción de la participación en los partidos en general, de la serie

2002 – 2006, con la de la participación al interior de su propio partido (véase anexos

7.14.4.5 y 7.14.5.2)

A partir de los datos de esta sección queda en evidencia el conocimiento de los

miembros de los partidos políticos de un distanciamiento entre la sociedad civil y estos

órganos políticos. Esta percepción es compartida por todos, dándose diferencias

mínimas entre los partidos en cada una de las legislaturas. Esta percepción a cambiado

entre las legislaturas, sobre todo la de 2002 – 2006. Se ha mencionado ya que el

calendario electoral que hay entre 1999 y 2001, y que sobre todo las características

especificas de este, en relación a la elección presidencial de 1999, influyeron

notablemente en un cambio importante de la percepción del número de personas que

trabaja activamente en los partidos. Si bien hay una diferencia clarísima en la percepción

de los niveles de participación de la ciudadanía en general respecto a la de los militantes,

al menos estos últimos han dado señales a sus partidos de estar respondiendo

efectivamente a cambios electorales, como lo puede ser una elección altamente

competitiva. Considerar este punto es fundamental, pues permite asumir que nuevos

cambios, al menos en instituciones electorales, podrían (re)activar la vida en los partidos

políticos.

47

4.3. El pensamiento de algunos dirigentes de partidos

Luego de realizar una exploración sobre las percepciones de los diputados

chilenos sobre la participación política, para revisar las motivaciones más profundas de

estas visiones se realizaron una serie de entrevistas a dirigentes de partidos políticos,

intentando ver en ellas algunas explicaciones para las preguntas que más de fondo

motivan este trabajo.

Las entrevistas finalmente se realizaron a un dirigente de cada partido en estudio,

en base a un cuestionario estructurado (véase anexo 7.16.1) que estaba enfocado en tres

temas principales. El primero, indagar sobre el grado de conciencia de estos bajos

niveles de participación ciudadana, y establecer si este era considerado efectivamente un

problema para los partidos. El segundo tema estaba en torno a las causas y

consecuencias de estos fenómenos, y principalmente como los partidos estaban

respondiendo a él. El tercer punto iba enfocado a la percepción de los dirigentes

políticos acerca de la sociedad civil, en torno a manifestaciones y actitudes hacia el

sistema político actual. Estas entrevistas se realizaron desde el 18 de diciembre de 2008

hasta el 9 de febrero de 2009, en la ciudad de Santiago, y los entrevistados se eligieron

bajo criterios de (1) cercanía con mesa directiva actual del partido, (2) aproximación

académica a la disciplina, y (3) disponibilidad de tiempo del entrevistado. De esta forma,

el grupo de personas entrevistadas se describe a continuación.

48

Nombre

Archivo Partido Entrevistado Cargo Fecha entrevista

e001 DC Jorge Burgos

Varela

Ex – Presidente de

Partido

18 de diciembre de

2008, a las 09:30 hrs

e002 RN Lily Pérez San

Martín Secretaria General

30 de diciembre de

2008, a las 10:00 hrs

e003 UDI Felipe Salaberry

Soto Pro - Secretario

30 de diciembre de

2008, a las 12:00 hrs

e004 PRSD Augusto Parra

Ahumada

Sub – Secretario de

Regiones

03 de Febrero de

2009, a las 16:45 hrs

e005 PPD María Cristina

Poupin Berttoni

Secretaria Regional,

Región Metropolitana

04 de Febrero de

2009, a las 09:30 hrs.

e006 PS Ricardo Solari

Saavedra

Primer Vice –

Presidente de Partido

09 de Febrero 2009,

a las 20:30 hrs.

En general, las entrevistas fueron breves, teniendo una duración promedio de un

poco más de 24 minutos, en los que fue posible desarrollar los puntos expuestos

anteriormente.

4.3.1. Relación entre los partidos y la sociedad

Como se ha mencionado en el presente documento, la crisis de representación

tiene que ver principalmente con el deterioramiento en la relación entre representantes y

representados, lo que en nuestro país se ha percibido en los bajos niveles de

participación electoral actuales, al menos en relación con los primeros años del retorno a

la democracia. De esta forma, es fundamental saber de fuentes directas como es que los

partidos perciben estos cambios en el electorado, intentando indagar si este fenómeno es

percibido por los actores políticos como parte de una crisis de representación.

49

En primer lugar, con respecto a la percepción de los entrevistados sobre la visión

que la ciudadanía tiene de los partidos, todos coincidieron en la mala evaluación de las

personas que en general tienen de los partidos políticos. Al respecto, se puede señalar

que

“[…] los estudios de opinión son bastante contundentes, e

indican con claridad que los partidos políticos son vistos con...

son vistos con rechazo, desconfianza, de modo muy negativo

para los partidos políticos.... digamos, por la opinión publica...

eso es clarísimo. Hay mucha evidencia, son de las instituciones

con menos reputación en el espectro institucional.” (Solari

Saavedra, 2009)

“Indudablemente hoy día hay un divorcio significativo entre los

partidos políticos y la ciudadanía, constatado desde luego por

todas las encuestas de opinión pública que muestran los

partidos como una de las instituciones con más baja

credibilidad ciudadana...” (Parra Ahumada, 2009)

Incluso, siendo un poco más sarcástico al referirse a esta percepción de la

ciudadanía, la entrevistada de PPD señala al respecto

“¿Como lo ven?... em... como la peor de las lacras (risas)... yo

creo que hay una mala opinión en general de los políticos y de

los partidos políticos...” (Poupin Berttoni, 2009)

Esta percepción, o mejor dicho, mala percepción de los partidos, para la totalidad

de los entrevistados es un hecho fácilmente comprobable a través de las encuestas de

opinión publica existentes al respecto, lo que demuestra de paso el interés y confianza

que estos ponen en este tipo de estudios para obtener datos prácticos sobre la sociedad

civil. Por supuesto, de manera análoga, debiese de esperarse entonces que estos partidos

tomen decisiones en torno a cambios y aspectos expuestos en estas observaciones, que

50

puedan ser relevantes para su evolución, en el ámbito electoral y político, en el corto y

largo plazo.

Volviendo al punto, entre las razones que los consultados creen son la causa de

esta percepción, encontramos una diversidad de argumentos, que se pueden clasificar en

dos tipos. Algunos de los entrevistados consideran que este fenómeno se origina

principalmente por una malinterpretación del rol de los partidos políticos por parte de la

ciudadanía, la que tiene una serie de prejuicios hacia el poder que los partidos no pueden

prescindir para cumplir su labor

“[La causa del distanciamiento es] una razón obvia, los partidos

políticos están enfocados al poder, a la búsqueda de poder para

poder hacer cosas y para poder alcanzar el poder, y obviamente

eso no es coincidente con las aspiraciones que tienen las

personas con respecto a la agenda y los temas que se den”

(Pérez San Martín, 2008)

Por supuesto, este tipo de explicación es bastante simple, pues no considera que

este rol de los partidos – sea, la búsqueda del poder –, o el conocimiento de esta función

por parte de la ciudadanía no ha variado significativamente en el tiempo, o al menos en

estas dos décadas, por lo que en ningún caso podría explicar el por qué hay cambios en

brecha entre los representados y los grupos políticos de representantes o en la evaluación

de estos últimos por parte de la sociedad.

Por otra parte, otros entrevistados consideraron como causa de este fenómeno

procesos de largo aliento, en el tiempo y en el mundo. Cabe citar

“[La gente ve a los partidos] Hoy día... con más distancia.

Como en general, organizaciones que han ido perdiendo cierta

utilidad, a propósito de ciudadanos más informados, más

empoderados, que para canalizar sus inquietudes se organizan,

ellos, de acuerdo a sus propios intereses, y no tienen que

51

canalizar sus inquietudes a través de una organización de

carácter político” (Salaberry Soto, 2008)

Según este argumento, la mala imagen de los partidos no es un fenómeno dado,

sino que se está dando por progresivos cambios en la ciudadanía, producto del aumento

del volumen de información que manejan las personas, lo que permite que ellos se

agrupen por sí mismos y por tanto no sea necesario que esto se realice mediante

organizaciones partidarias para la satisfacción efectiva de sus demandas.

Otra explicación que considera procesos de largo aliento se puede notar en

“[Hay] un factor […] que dice relación con la disminución del

tamaño del estado consecuencialmente el debilitamiento del rol

de los partidos políticos. Los partidos políticos somos

estructuras... somos estructuras y organizaciones hechas para

alcanzar el poder, el poder como instrumento para poder lograr

cambios sociales, para poder lograr desarrollar a materializar

nuestra visión de país, nuestra visión de sociedad, en el seno

del estado. Y si tú te fijas los espacios para poder ejercer el

poder, de manera efectiva, para poder generar estas

transformaciones, también se ha ido reduciendo. Y ese es un

problema de estado” (Parra Ahumada, 2009)

Esta idea, muy relacionada con el argumento de Valenzuela expuesto

anteriormente (véase sección 3.4, Algunas explicaciones), vincula el disminución del

tamaño del Estado con la capacidad de este para la toma de decisiones, lo que a largo

plazo conlleva al desinterés en organizaciones de tipo político, al no ser capaces estas de

satisfacer la expectativas de cambio social que se espera del proyecto de cada partido.

También, dentro de lo expuesto por los entrevistados existen ideas relativas a

enmarcar los procesos que están ocurriendo en Chile con una situación que es común en

otras partes del mundo. Al respecto se puede citar

52

“No creo que sea un... un hecho que sólo ocurra en Chile... si

uno mira los estudios internacionales... yo he visto unos

estudios internacionales, no sólo sudamericanos, sino también

europeos y en general en ninguna parte del mundo, en

encuestas serias, los partidos políticos y la política tienen una

valorización ciudadana mediana o positiva... están en rangos

muy negativos y se debaten entre las instituciones más

reprochadas por la ciudadanía” (Burgos Varela, 2008)

Si bien en este caso articular de explicación no se ahonda en los porque de esta

percepción a nivel comparado entre países, este tipo de argumentación que considera

factores temporales extensos y horizontes de largo plazo hace que el proceso chileno sea

muchísimo más complejo de comprender y enmendar, pues se estaría frente a variables

que difícilmente pueden ser controladas o cambiadas en el corto plazo.

Independiente del tipo de explicación que los entrevistados dieron, en su

totalidad señalaron una influencia, en algunos más y en algunos menos, del rol de los

medios de comunicación en esta percepción ciudadana. Al respecto cabe señalar

“Indudablemente hoy día hay un divorcio significativo entre los

partidos políticos y la ciudadanía, […] que se produce por tres

factores fundamentales. El primero, producto de una política

comunicacional... impulsada por la lógica del modelo, tendiente

a jibarizar a los partidos políticos, a jibarizar al estado, y a

jibarizar por cierto al sistema democrático en su esencia… […]

se prioriza por cierto, entre comillas, la farándula política, las

pequeñas peleas, los escándalos de corrupción... lo más

deplorable, lo más lamentable de la política, se prioriza en los

medios de comunicación por sobre el trabajo cotidiano […]”

(Parra Ahumada, 2009)

53

“Hay una imagen pública generalizada, de mala imagen de los

políticos, a la que contribuyen algunos políticos por cierto, y a

la que contribuyen esencialmente también los medios de

comunicación...” (Burgos Varela, 2008)

Esta influencia de los medios de comunicación sobre la ciudadanía es vista como

una importante responsable de la mala percepción, pues destacaría los defectos de los

partidos y no sus virtudes, empañando la labor política. Si bien es notable la autocritica

que se hace en el segundo enunciado presentado, también es posible ver en algunos

casos la total ausencia de ella

“[…] Los problemas de corrupción de algunas personas se los

cargan a los partidos, y yo creo que no es así... que personas

corruptas hay en todos los ámbitos […]. Yo creo que el grave

problema de todo este encasillamiento, de toda esta mala

opinión que hay, es porque los medios de comunicación están

manejados por un sólo grupo en este país... entonces, no tienes

objetividad...” (Poupin Berttoni, 2009)

Otra razón que se plantea como responsable de esta mala percepción de los

partidos políticos, y de gran relación con este trabajo, es mencionada en

“Por otro lado los partidos políticos también hemos ido

avanzando en una lógica de descentralización absoluta, y de

concentración del poder. La verdad es que no es secreto pa (sic)

nadie que hoy día prácticamente la institucionalidad de los

partidos que antiguamente era mucho más participativa, más

inclusiva, más amplia, influía en la toma de decisiones políticas

de una manera mucho más colectiva. Inclusive de su

militancia”(Parra Ahumada, 2009)

A partir de esta sección es posible reconocer que los dirigentes entrevistados

perciben que la imagen que están proyectando a la ciudadanía está deteriorada, la que

54

atribuyen a una diversidad de causas, siendo éstas de corto y/o largo plazo, propias de

los partidos y/o externas. De principal preocupación y responsabilidad en este asunto es

visto el rol de los medios de comunicación, los que con una especie de morbo publican

los aspectos más negativos de los partidos, dando una plana, sin texturas, a los

ciudadanos.

A su vez, la autocritica existente en los partidos políticos existe, pero en ningún

caso está extendida entre las directivas de todos los partidos, lo que a su vez no favorece

algún tipo de cambio de la manera en que la ciudadanía los perciba, como instancias que

se reinventan, para reencantar a las personas en materias políticas.

4.3.2. Los partidos, la participación y la Crisis de participación

Siguiendo la lógica argumental, cabe cuestionarse si para los dirigentes de los

partidos, dado el conocimiento que tienen de la mala percepción de estas instituciones

que tiene la ciudadanía, lo consideran como un problema para su organización. De esta

manera, ante la pregunta “¿Cuales son los principales problemas o desafíos de los

partidos hoy en día?”, es de esperar que respondan aludiendo a esta falta de cercanía, o

distanciamiento en el último tiempo, con sus representados. Este punto es sobretodo

interesante de revisar, luego del compromiso existente en los partidos dados sus

estatutos y declaraciones de principios en relación al tema.

Las respuestas en torno a esta pregunta son bastante similares entre sí,

relacionadas con el (re)generar vínculos de calidad con la sociedad. Entre las respuestas

a esta pregunta se puede encontrar

“[El principal desafío de los partidos es] reinventarse para

recuperar las confianzas con el electorado.... creo que la

actividad política tiene nobleza, que hay que... retransmitirla...

yo te diría que los desafíos de los partidos políticos están... más

hacia dentro hoy día, más hacia adentro, para que de manera

reinventada... puedan canalizar no todas, como era en antiguo,

55

sino algunas de las inquietudes que pueden ser canalizadas a

través de los partidos políticos.” (Salaberry Soto, 2008)

“El otro tema en el que yo creo indudablemente los partidos

políticos tenemos que avanzar es en recuperar el rol de los

partidos políticos, recuperar la credibilidad de los partidos

políticos. Tenemos que avanzar en construir una agenda común

para revalorizar la política en los ciudadanos. Y eso implica...

avanzar en materias como la que te mencionaba recién, pero al

mismo modo también desarrollar campañas públicas intensas,

que permitan recuperar el nexo entre la ciudadanía y la

política.” (Parra Ahumada, 2009)

“[…] dar respuestas a la ciudadanía, con respecto a sus

problemas... pero eso es muy difícil que los partidos puedan

entrar en una dinámica, yo creo que a veces, con éxito, lo

logramos, pero la mayoría de las veces no es fácil empatizar

con eso.” (Pérez San Martín, 2008)

“Yo creo que en general los partidos políticos chilenos en el

último tiempo se paran poco a pensar en el mediano y largo

plazo y tienen una permanente preocupación por el corto

plazo... por la... más bien por el poder, por las luchas internas...

por el... las cuotas de poder... los partidos se niegan a la

renovación de cuadros, manifiestan posiciones más bien por la

coyuntura que por el largo plazo...” (Burgos Varela, 2008)

Ahora bien, este tipo de respuestas tienen como factor común el anhelo de

recuperar los lazos con la ciudadanía, pero de una manera muy cualitativa.

Posiblemente, las respuestas a esta pregunta descansan en el plano meramente

discursivo, con una escasa relación con propuestas concretas (y claramente influidas por

56

la primera pregunta de la entrevista, sobre la percepción de los ciudadanos hacia los

partidos políticos). Un claro ejemplo de ello es mencionado por el siguiente entrevistado

“Yo creo que más que avanzar en el diseño y desarrollo de

programas específicos, hacia lo que debemos avanzar es hacia

una democracia mucho más real... de ... en los distintos

procesos electorales dejemos de competir publicitariamente,

para tener de verdad un real debate de ideas, que permita que el

ciudadano informado, que cuando marque la crucecita en el

voto este marcando una preferencia, con una orientación

política clara, y no esté marcando el candidato más simpático,

el que tenía más afiches […]. Creo que hacia allá debemos

avanzar y hacia allá debemos tener un compromiso político,

ojala de todos los partidos políticos... para poder realmente

volver a recuperar la vinculación con el ciudadano. (Parra

Ahumada, 2009)

No es de extrañar que los partidos estén avocados en el día a día a conseguir

ventajas de corto plazo (que van determinando su existencia, esta demás decir), a través

de lo publicitario, pues es la fórmula más parsimoniosa que conocen para conseguir el

apoyo – al menos electoral – de la ciudadanía, dejando de lado la generación de nuevos

tipos de relaciones, dado el agotamiento de los canales existentes.

Al ser consultados los entrevistados directamente por la crisis de representación

en Chile, encontramos respuestas dispares. En este sentido, todos los entrevistados, a

excepción del dirigente UDI, reconocieron la existencia de esta crisis, argumentando que

“en general, yo creo que... en Chile hay una crisis de

representación... muy brutal, que tiene que ver con el descrédito

de la política, tiene que ver con una apatía social muy brutal, y

con un individualismo muy... muy... penetrado en la sociedad...

hay una mezcla de cosas, pero lo concreto de eso es que el

57

efecto de eso es que ya más del 50% de los chilenos que

pueden votar no van a votar, por distintas, por no inscripción,

por no asistir, por abstencionismo, nulidad del voto... por voto

en blanco... pero lo concreto es que del universo posible de

electores... entiendo que ya en esta última elección menos de la

mitad, el 49% sólo ... ejerció su derecho a voto... del padrón

probable” (Burgos Varela, 2008)

“Yo creo que la... para la democracia la baja participación es un

problema. Por definición la democracia tiene una componente

de representatividad que es muy esencial, y en la medida en que

sea más alta esta representatividad de los elegidos […], estas

instituciones tienen más fuerzas para enfrentar sus desafíos.

[…] el gran desafío de ampliar la participación ciudadana tiene

que ver básicamente con el hecho de una de las cuestiones

esencial en el sistema democrático consiste en que las personas

sean agentes muy esenciales de su propias condiciones de vida,

que no exista una separación tajante entre una función

especializada, que podría ser la política, con lo que es una

acción masiva de aquellos que le dan sustento al apoyo

ciudadano. Y esta separación de la política, como actividad

especializada, recluida en un número limitado de ciudadanos, y

una gran y amplia base que le debería dar el sustento y apoyo, a

mi juicio, es siempre una batalla, en todas las sociedades, en los

países desarrollados, en los países de bajo desarrollo. Y en

Chile también es una... un punto muy importante a resolver,

porque la tasa de participación se reduce de año en año, y la

democracia por tanto aparece cada vez más capturada. (Solari

Saavedra, 2009)

58

En estos comentarios, es posible notar claramente como los dirigentes de partidos

entrevistados perciben que las causas de la crisis de representatividad no pueden

simplificarse a una sola explicación, sino que existe una dualidad en sus orígenes, siendo

estos de tipo institucional (la baja en la participación electoral) y otros que envuelven

procesos de largo plazo, difíciles de seguir (como el creciente individualismo o la

especialización de la política). Ahora bien, estas respuestas difieren completamente de

una visión más liberal, que el entrevistado UDI hace suya

“¿Sabes lo que pasa? Que... a mí me... complica, o me preocupa

que al final quedan como un slogan, el tema de la baja

participación, o el preocuparse por aquellos jóvenes o elector

que no se inscriben en los registros electorales... […] Tú como

partido político también tienes que generar que la gente

participe y se asocie, y se preocupe y se ocupe en sus propios

movimientos ciudadanos. Tú tienes que generar eso, generar

esos espacios... entonces, por ejemplo, yo lo pongo... yo

reconozco y sé que hay un problema de falta de... incentivos,

para que personas, voluntariamente, ejerzan su libertad, y no

los obliguen, a dar un paso y decir miren, yo quiero votar,

quiero participar, en una elección de carácter político, y me

inscribo. Ya, a esa persona tengo que darle la posibilidad

también que... si no quiere, no vote”. (Salaberry Soto, 2008)

A partir de este argumento, la crisis de representación no es más que la elección

libre de los chilenos de no participar en la toma de decisiones políticas (a pesar de

reconocer la inexistencia de incentivos para que ello no sea así), y por ende, no es

considerado un tema – o problema – en sí mismo. Evidentemente, ante la inexistencia

del problema, inexistentes serán las soluciones a él.

Un aspecto frecuentemente mencionado en las entrevistas fue la discusión que

actualmente se tiene en el Congreso sobre el sistema de empadronamiento electoral,

59

para, específicamente, cambiarlo a un sistema de inscripción automática y voto

voluntario16

. Este cambio en los registros electorales es analizado espontáneamente por

todos los entrevistados, adoptando una posición muy similar a la descrita anteriormente:

a excepción del entrevistado de la UDI, el resto de los dirigentes declara estar a favor de

tal proyecto, como una forma de superar la baja participación ciudadana

“Nosotros [en RN] somos partidarios de una inscripción

automática, voto voluntario. Yo por mi parte soy partidaria de

limitar la reelección en de los parlamentarios. Y soy partidaria

del voto de los chilenos en el extranjero. Osea, yo creo que si

nosotros lográramos un paquete de reformas, que aireara el

padrón electoral, que generara incertidumbre con respecto a las

elecciones parlamentarias y presidenciales yo creo que sería

mucha más activa y la gente participaría mucho más en

política. Porque si tú haces una reforma más global, más

integral, donde modifique el binominal, donde impidas la

elección permanente de los parlamentarios, que yo soy autora

de la indicación constitucional que la perdimos el 2004, que

tengamos voto voluntario, inscripción automática, yo creo que

moveríamos el piso absolutamente. Pero no hay consenso para

eso, y ni siquiera al interior de los bloques hay unanimidad para

sacar adelante esos proyectos” (Pérez San Martín, 2008)

En la mayoría de los casos esta reforma se considera como uno de los pasos

inmediatamente necesarios para comenzar a reformar una de las instituciones que más

directamente está relacionada con el tema de la participación electoral. Más allá de las

16

La Reforma constitucional para establecer el voto voluntario y el proyecto de ley que Establece el voto

voluntario son leyes que fueron ingresadas el 4 de diciembre de 2008, mientras que la Reforma

Constitucional que modifica los artículos 15 y 18 de la Carta Fundamental, con el objeto de consagrar el

sufragio como un derecho de los ciudadanos y de su inscripción automática en los Registros Electorales

fue ingresada el 8 de junio de 2004. Siendo el 3 de marzo de 2009, este último proyecto espera el inicio

del Año Legislativo 2009 con el mensaje 1492-356 que hace presente la urgencia Discusión inmediata.

60

críticas circunstanciales que en el último tiempo se han mencionado al respecto (como el

cuestionamiento del rol del Registro Civil), las críticas de la UDI respecto de este tema y

de otros que tengan que ver con la participación son enfáticas

“Cada vez que se toca votar una ley, o que propicia la

participación, en distintas instancias, en el mundo del deporte,

en el mundo social, creo que la UDI va a votar siempre cuando

esa participación este regida, por el pleno ejercicio de la

libertad de la persona... para que la persona tenga capacidad de

elegir como participar, para que esa persona tenga la

posibilidad de elegirse , en un ambiente de participación, y no

que el estado le imponga la manera de cómo elegirse, a quien

elegir... y te lo digo porque en general, las políticas de

participación propiciadas por los gobiernos de la Concertación,

tienden más a que sea el estado el regulador de la manera de

participar... que.... la libertad sea el eje conductor, o el eje

rector, de la manera de participar, que es al menos lo que la

UDI propicia. Por eso creo que el discurso de la, por ejemplo

en materia política, de la inscripción automática, más me

parece una inscripción, o una llamado a la participación forzosa

de las personas, y no el pleno ejercicio de la libertad para

participar” (Salaberry Soto, 2008)

Por supuesto, no siendo el objetivo de este trabajo el analizar los aspectos

teóricos de un sistema u otro de inscripción y de voto, la posición del entrevistado de la

UDI frente al resto de los entrevistados es coherente con la expuesta anteriormente en

torno a crisis de representación, lo que valida a este mecanismo institucional con el

tema de la participación. Realizando un análisis más profundo de la discusión es

realizado en la siguiente nota

61

“Quizás se a banalizado la discusión y se ha simplificado

brutalmente, siendo que el problema está radicado en que hay

un sistema de inscripción arcaico... yo creo que ese es un

problema, es cierto, pero pretender que la crisis de

representación pasa por modificar una ley, cambiar un sistema

de inscripción voluntaria por una automática y el voto

obligatorio por voluntario me parece que es simplificar las

cosas. Yo no tengo ninguna claridad de que los miles de

jóvenes que no van a votar y no se inscriben van a hacerlo a

partir que desde ahora en que no van a tener que perder tres

horas en inscribirse... esa es una cuestión bastante teórica”

(Burgos Varela, 2008)

En este punto, junto con relacionar el tema de la participación con otros aspectos,

se hace notar en que si bien es un paso necesario realizar algún tipo de reformas

institucionales, estos no son, de forma alguna, una especie de receta mágica que

solucione este problema.

Otro punto relacionado, y que ya se ha mencionado en otras citas, tienen que ver

con la escasa incertidumbre del sistema electoral para la selección de los miembros del

Congreso, el Sistema Binominal, como una de las causas del desinterés ciudadano por

los procesos democráticos. Al respecto ilustrativo es mencionar

“Cuando en el marco del sistema binominal, el 33% es igual al

66%... (risas)... y cuando eso se plasma además en el seno del

congreso nacional, a la hora de tomar decisiones políticas y

votar los proyectos de ley... y vamos a ir a empatar por weón

(sic)... indudablemente hay un modelo de ejercicio político que

no es atractivo para el ciudadano” (Parra Ahumada, 2009)

Un análisis más acabado de esta sección puede resultar de especial interés para

un académico de la disciplina, pero sin duda causará desazón entre cualquier superlativo

62

defensor de una democracia basada en los partidos políticos. A pesar de que el concepto

de democracia y participación ciudadana está presente en alguna medida en todos los

documentos fundacionales de los partidos políticos, y que hay entre los dirigentes de

partidos entrevistados una clara y correcta percepción de la mala imagen que proyectan

sobre las personas en general, las propuestas que se mencionan para revertir esta

situación son escasamente falsables, perteneciendo en su mayoría al plano discursivo y

del deber ser de un partido. Queda claro que los aspectos publicitarios y

comunicacionales son un importante factor en este escenario, pero suponer que es

imposible superarlos es una afirmación bastante discutible, incluso considerando el

acceso directo que los partidos tienen a los principales medios de comunicación y la

diversidad de mecanismos a partir de los cuales los partidos conocen a la ciudadanos

(Centros de estudios o think tanks, universidades, etc.)

Más allá de este asunto, esta percepción es definida por la mayoría (no todos) de

los entrevistados como una crisis de representación, la que se explica, al igual que la

mala percepción de la ciudadanía, por una serie de factores, no siendo todos ellos de

carácter institucional. Ahora bien, el atropello a las libertades individuales, planteado

como argumento para rechazar cambios en la esta materia carece de sentido, pues hace

extremadamente sutil la diferenciación entre un gobierno democrático y uno autoritario,

siendo solamente necesario la no-expresión de disentimiento la justificación requerida

para su existencia.

En cuanto a los mecanismos para superar esta crisis de representación, en las

entrevistas se hace evidente un aspecto bastante intuitivo, pero no del todo

rigurosamente expuesto en estudios: los entrevistados están consientes de que la forma

más directa para cambiar esta situación es generar mecanismos institucionales que

agreguen incertidumbre a los procesos electorales, sobre todo a las elecciones

parlamentarias, pero hasta el minuto han sido incapaces de apoyar cambios en este

sentido. Es claro que la razón de ello está en las consecuencias inmediatas de este tipo de

reformas, pues generan incertidumbre a un juego en el que ellos han sido los ganadores

de los juegos anteriores, con las reglas existentes.

63

Por esta razón, existen varios comentarios que intentan distraer las causas de esta

crisis, que si bien son válidos (y posiblemente tengan una mayor relevancia en este

proceso que los factores institucionales), no favorecen en punto alguno a la percepción

que la ciudadanía tiene de los partidos políticos. Al parecer estamos envueltos, como

sociedad, en una crisis de representación, que no se da por los partidos, pero si

claramente con los partidos.

4.3.3. Movimientos sociales

Una característica constante de los individuos es que estos tienen necesidades,

que de no ser capaces de solucionar por si mismos demandarán a agrupaciones sociales

y políticas para su satisfacción, siendo el estado la última de estas (en orden de jerarquía

al menos). Ahora bien, considerando que los partidos políticos cumplen – o cumplían en

el pasado – una función de intermediario en esta mecánica, si en la actualidad las

personas no le tienen confianza y no actúan a través de ellos es de esperar que canalicen

sus demandas a través de otros medios, como las manifestaciones o protestas sociales.

Con respecto a esta actividad social, como se ha mencionado anteriormente, hay quienes

la han percibido en aumento durante el último tiempo, en cuanto su número y el número

de manifestantes que agrupa cada vez, principalmente.

Para saber la opinión de los entrevistados frente a este tema, se realizó una

pregunta que iba destinada a saber si esta percepción era compartida por ellos, y las

posibles causas de estas. Con respecto a esta interrogante, muy variadas fueron las

respuestas, que se pueden clasificar en tres grupos. En el primero de ellos, los

entrevistados reconocieron un alza en las protestas sociales con respecto a la última

década, y entre las razones que se dieron para esto figuran

“estamos con un gobierno agotado que no ha dado respuestas a

las demandas sociales de la gente. No la ha dado a los

estudiantes, por eso se inicio el movimiento pingüino, no se la

ha dado a los usuarios, por eso hay corporaciones de

agrupaciones de defensa de los usuarios, consumidores... no ha

64

dado respuesta a un montón de demandas sociales, y por eso

hay mucho mas agitación social hoy en día, y eso que en Chile

la gente es bastante tranquila. (Pérez San Martín, 2008)

Según esta entrevistada, la existencia de un mayor número de protestas se debe a

un gobierno que no ha sido capaz de responder a demandas ciudadanas, lo que

implicaría que con un cambio a gobierno efectivo, es decir, que responda a la

necesidades de las personas, estas debiesen desaparecer. Por otro lado, hay repuestas un

poco más elaboradas y no tanto basadas en criticas puntuales

“Una, a que efectivamente tú tienes a ciudadanos más

informados, a ciudadanos más... a movimientos ciudadanos

más demandantes de solución... y si la sociedad, el estado, la

clase política, ponle el nombre que quieras.... no es capaz de

satisfacer, y canalizar se produce una expresión de protesta.

[…] hay más... más gente informada... entonces […] la gente se

va a organizar... y va a haber... acciones de protesta... algunas

de manera más pacífica, otras de maneras más violentas... ese,

la expresión más violenta o más pacífica..., es lo que te decía al

principio, que es la otra causa, el otro efecto, el eventual uso

político electoral de que alguien pretenda hacer de esos

movimientos...” (Salaberry Soto, 2008)

En esta opinión el entrevistado distingue dos principales causas de este aumento

del número de expresión social, puesto que si bien (1) existe un proceso ya dado en el

que los ciudadanos de hoy en día tienen un mejor acceso a la información y que por

tanto demandan más soluciones, y que esto no ha satisfecho por el estado ni canalizado

por los partidos, y (2) un uso político de estas expresiones, en la búsqueda de mejores

rendimientos electorales. En esta respuesta encontramos nuevamente la confluencia de

dos tipos de explicaciones para un fenómeno, una de carácter institucional y otra de

largo plazo que es percibida, pero no controlada.

65

Por supuesto, no es coincidencia que las críticas enfocadas en factores de corto

plazo, como el gobierno, provengan de entrevistados pertenecientes a la Alianza por

Chile. Por otro lado, entre los entrevistados que perciben este cambio en el número de

protestas ciudadanas y son miembros de partidos de la Concertación, estos atribuyen las

protestas que se dan en la calle durante sus periodos de gobiernos a factores de mucho

más largo aliento, menospreciando la influencia de este en las movilizaciones. Esta

característica es posible notarla en

“es un proceso natural, y yo no creo nosotros estemos en un...

en una situación así de... una protesta desmadrada. Han habido

proceso importantes, significativos, movilizaciones de los

estudiantes, movilización de los trabajadores subcontratistas de

empresas del estado, […] pero eso corresponde a mi juicio a

también... a una sociedad, a una red social que es más

consciente de sus derechos, cosa que es buena […]. Porque

producto de los hechos, de lo avanzado hay demandas sociales

sentidas que tienen que ver con segunda generaciones de

reformas. Hoy día el tema de la educación principalmente no es

un tema de cobertura, es un problema de calidad. La gente

demanda, no demanda que le gustaría mandar a su hijo al

colegio, tiene donde mandarlo, tiene oferta donde mandarlo...

[…] pero el tema es que dice mire, yo quiero tener una buena

educación para mi hijo, no en función de la plata que puedo

pagar, o que no pudo pagar” (Burgos Varela, 2008)

En este caso, es posible encontrar en el texto citado que las protestas sociales de

hoy en día responden a una nueva serie de demandas, producto además de los avances

en materia social de los últimos años. De esta manera las manifestaciones sociales son

vistas como algo parte de un proceso, que si bien no son consideradas positivas de plano,

son comprensibles. Otra respuesta similar y que entrega nuevos datos sobre lo mismo es

66

“Yo creo que por un lado hay una serie de materias que están

pendientes, en las que todos quisiéramos haber avanzado […].

Entonces […], es normal que la gente se rebele... ahora, por

otro lado, ha cambiado la geografía del país. Hoy en día el

Chile de los noventa no es el Chile de los años dos mil...

redujimos de manera significativa la pobreza […]. Tenemos

una nueva clase media emergente […], un ingreso per cápita

que prácticamente cuadriplica el ingreso per cápita que

teníamos hace veinte años atrás. El setenta por ciento de

quienes ingresan a la universidad son primera generación […]

y... entonces, la verdad, cuando tú cambias tan drásticamente al

país, cambias las necesidades. Y el ciudadano se acostumbra a

demandar mucho más, a exigir mucho más... […] eso también

es sano, es parte del sistema democrático... yo no lo dramatizo.

[…] cuando los ciudadanos, a través de los distintos

instrumentos se manifiesta, es más que valido, es valioso.

Habla de una democracia que esta robusta... o algo más robusta,

en buenas condiciones” (Parra Ahumada, 2009)

Para este entrevistado, y muy de la mano con el comentario anterior, las protestas

ciudadanas son algo que es comprensible, dado el avance en las distintas materias del

país, pero incluso, es visto como un aspecto positivo de la democracia, al ser un medio

de expresión ciudadana válido.

Por otro lado, hay entrevistados que no reconocen un aumento en el número de

manifestaciones sociales, por diversos motivos. Uno de ellos lo expresa así

“[…] no veo que haya habido un aumento... no tengo evidencia

empírica, no tengo suficiente información que me permita

justificar eso. Ahí hay dos aspectos. Uno, la amplitud de las

especificidad de demandas, en un contexto mediático, en un

67

contexto de publicidad, en un contexto de difusión, versus el

aumento de la conflictividad social efectiva” (Solari Saavedra,

2009)

Este entrevistado basa su argumento en que, independiente de las percepciones,

en términos metodológicos no ha habido estudios serios que indiquen un aumento en

este tipo de manifestaciones, por lo que no es posible hablar con seguridad de este

fenómeno. Otras declaraciones van más allá, negando completamente la posibilidad de

este proceso

“[El aumento en el número de protestas de carácter social]

¿Quién lo ha dicho? […] La derecha. […] Por eso es lo que te

digo, yo creo que el grave problema de la Concertación, en los

veinte años que se lleva de gobierno, ha sido el problema

comunicacional.” (Poupin Berttoni, 2009)

Este comentario – de la mano con una percepción de los medios de comunicación

negativa, y en este caso en particular, de medios no objetivos al ser controlados por la

derecha – es similar al primero expuesto en torno a esta cuestión, pues si bien aquí la

entrevistada tiene una opinión totalmente en contra de la primera, esta se basa en hecho

y actores puntuales, que dan la percepción errónea de un aumento de manifestaciones

sociales, que en realidad no ocurre.

Entre quienes asumieron la existencia de un alza en el número de protestas, se les

consultó sobre la responsabilidad que los partidos políticos tenían en este punto. De los

que respondieron afirmativamente, algunos consideran que los partidos tienen una

importante responsabilidad en esto, a partir de diferentes premisas y funciones de los

partidos políticos

“Y en eso a mi juicio hay responsabilidad de la clase

dirigencial política chilena, tanto de gobierno como de

oposición... les cuesta, nos cuesta ponernos de acuerdo, en las

modificaciones sustanciales” (Burgos Varela, 2008)

68

El entrevistado asume la responsabilidad que a los partidos le cabe en estas

movilizaciones, en cuanto considera a los partidos como generadores eficientes de

políticas públicas. De esta manera, si los partidos no son capaces de lograr acuerdos

amplios que permitan la aprobación concreta de medidas para satisfacer las demandas de

la ciudadanía, estos se convertirían en responsables indirectos del proceso. Por otro lado,

hay un entrevistado que asume una responsabilidad más directa de los partidos

“[…] en la medida en que los partidos políticos no sean capaces

de canalizar una parte de esas soluciones, de esas inquietudes...

la expresiones de reclamo ciudadana van a existir, van a crecer,

algunas se van a manifestar a través del voto... [y otras] van a

ser expresiones de reclamo más publico... de marchas

ciudadanas... y los partidos políticos nos tenemos que hacer

cargo... no de todas... [pues] tienes que dejar que esas

expresiones fluyan, tengan su espacio.... y su expresión, en lo

que importa, en lo que corresponde, que es una expresión

ciudadana... de las que el partido político se hace cargo... pero

que tampoco puede terminar en que... se tenga una

representación ciudadana en el parlamento, para eso son los

partidos políticos.” (Salaberry Soto, 2008)

Según los comentarios expuestos, este dirigente comprende que los partidos, al

no cumplir una función de representación de demandas ciudadanas, son en parte

responsables por las protestas ciudadanas que se han dado en el último tiempo.

Ahora bien, también hay entrevistados que no vinculan estas protestas

ciudadanas con los partidos, por diferentes razones. Muy en sintonía con las respuestas

anteriores, la entrevistada de RN declara

“[…] el gobierno tiene una responsabilidad infinita en cómo

enfrentar las demandas sociales […] Los [partidos] que estamos

en la oposición tenemos repoca. Porque no ponemos la agenda,

69

porque no podemos ponerle tramitación a los proyectos...“

(Pérez San Martín, 2008)

Como es evidente, la entrevistada responsabiliza nuevamente al gobierno de

turno, esta vez de las manifestaciones sociales, percibiendo las protestas como un

aspecto puntual de descontento ciudadano hacia algunos tipos de políticas, o de no

solución a demandas.

Por otro lado, un entrevistado manifiesta que los procesos son totalmente

independientes de los partidos

“Yo creo que... no hay mayor sintonía entre una cosa y la otra.

Yo creo que indudablemente hay... desde el punto de vista que

no hemos avanzado en los temas todo lo que quisiéramos, y en

algunas cosas hay responsabilidad política... pero en general yo

te diría que es un proceso natural de la sociedad, que nosotros

no sólo no lo condenamos, sino que lo valoramos...” (Parra

Ahumada, 2009)

Un análisis de esta sección no pretende en caso alguno resolver un

cuestionamiento válido, pero que no se ha estudiado en el caso chileno: dados niveles de

asociatividad y de cultura cívica, estables en el tiempo, ante una menor actividad

política, ¿existe una mayor actividad social? ¿Existen nuevos grupos o manifestaciones

de ciudadanos ante temas no directamente políticos? Al menos, a partir de las

declaraciones de los entrevistados no existe un consenso sobre una relación clara en este

sentido.

Por supuesto, no son esferas separadas y excluyentes. Interesa revisar este punto,

pues de existir una mayor cantidad de protestas ciudadanas, estas reflejan la incapacidad

de los partidos políticos de plantear los temas mediante las vías institucionales

existentes.

70

5. Conclusiones

Los partidos son el vínculo por excelencia entre la ciudadanía y la esfera de lo

público. Estos canalizan las inquietudes ciudadanas y transmiten información necesaria

para el funcionamiento del sistema político. Una falla de cualquier tipo en estas

organizaciones repercute inmediatamente en los componentes del sistema, por lo que se

hace necesario un feedback constante, y por sobre todo, que este sea considerado en las

acciones de los partidos. En este trabajo se ha revisado como los partidos políticos se

enfrentan a una retroalimentación, que desde hace años está indicando que la ciudadanía

esta sintiéndose más alejada de estos organismos, que debiesen estar a su disposición

para la consecución de políticas públicas afines a sus ideas e intereses.

A través de este estudio queda claro que los partidos están conscientes de una

falla, que hoy en día es la crisis de representación, la que se conoce principalmente a

través de encuestas de opinión pública. Entre la diversidad de causas que los partidos

creen son las responsables de esta crisis, podemos encontrar condiciones de largo plazo

y extensivas a la mayoría de las democracia occidentales, y factores institucionales de

corto plazo. Entre las primeras hay mucha similitud entre las posturas de los

entrevistados con las teorías de la gobernabilidad y sobrecarga, expuestas por King,

Brittan y Birch, principalmente dado el alto aumento de algunos indicadores económicos

y sociales que ha tenido el país en las últimas décadas. Pareciese ser que al menos entre

los dirigentes priman este tipo de idea por sobre otras teorías rivales, como la expuesta

por Huber y Stephens, y Weyland, quienes elaboran teorías enfocadas en la región.

Por supuesto, parte de la responsabilidad de la crisis de participación esta en los

mismos sujetos, en la misma sociedad civil. Si los ciudadanos defendiesen hasta las

últimas consecuencias cada espacio existente a la participación política, utilizarían las

instituciones existes, a pesar de lo deficientes que puedan ser, para provocar cambios

políticos. En este punto, hay que mencionar también el paradójico efecto que provocan

las encuestas de opinión pública, pues entregan imágenes de una sociedad que deviene

sin un eje conductor, fácilmente maleable por tendencias de cualquier tipo, y que en

71

estos minutos esta desafectada políticamente, y cuyas intenciones de cambio son

puntuales. Los medios de comunicación existen en función de satisfacer necesidades de

información en este sentido, alejándose cada vez más de temas políticos, considerando

lo que rinda mejores beneficios en el corto plazo, a través de mediciones como encuestas

de opinión pública, o people meter.

En este aspecto, los partidos están actuando como meros receptores, no

entregando herramientas que proactivamente cambien la situación. Las autocriticas

existentes son limitadas, a pesar de lo fundamental que debiese ser el tema, al considerar

sus declaraciones de principios o sus estatutos. Lamentablemente, al parecer los

beneficios de un sistema del que los ciudadanos cada vez se interesan menos son

suficientes para los actores efectivos en el Congreso, o para que estos propongan

reformas que agreguen algún tipo de incertidumbre al respecto.

Evidentemente, cambios institucionales no entregan soluciones mágicas, pero al

menos permiten generar cambios a largo plazo. Las instituciones, a fin de cuentas,

generan, fortalecen y determinan los lazos – y el tipo de lazos – entre los ciudadanos y lo

político. Es imperioso por tanto, de existir voluntad para fomentar la confianza en las

instituciones políticas actuales, agregar incertidumbre al sistema, para hacer sentir a los

ciudadanos que son ellos quienes toman las decisiones políticas que finalmente les

afectan. A su vez, y aquí es un importantísimo punto descuidado y donde debiesen estar

enfocados los partidos, estos organismos políticos necesitan fortalecer su función de

sociabilización política, entregando a los ciudadanos las herramientas e información

necesaria para hacerlos responsables de las decisiones que tomen.

72

6. Bibliografía

Alcántara, M. (1998). Democracia y valores democráticos en la clase política latinoamerica. Una segunda aproximación. Revista Mexicana de Sociología , 60 (2),

147 - 164.

Alcántara, M. (2003). La ideología de los partidos políticos chilenos, 1994 - 2002:

Rasgos constantes y peculiaridades. Revista de Ciencia Política , 23 (2), 68 - 87.

Alcántara, M. (s.f.). Some reflections on the relationship between politicians and politics in Latin America after five years of democracy.

Alcántara, M., & Luna, J. P. (2004). Ideología y competencia partidaria en dos post transiciones: Chile y Uruguay en perspectiva comparada. Revista de Ciencia

Política, 24 (1), 128 - 168.

Alcántara, M., & Rivas, C. (2006). The Left-Right dimension en Latin America party politics. 2006 Anual Meeting if the American Political Science Association.

Almond, G., Bingham, P., Kaare, S., & Russell, D. (2001). Comparative Politics.

Longman.

Almond, G., Powell, B., Strøm, K., & Dalton, R. (2001). Comparative Politics. Longman.

Altman, D. (2005). Democracia directa en el continente americano: Autolegitimación gubernamental o censura ciudadana? Política y Gobierno .

Altman, D. (2007). Los nuevos desafios. En Institucionalidad para el desarrollo:

Los nuevos desafios.

Altman, D. (2008). Regimen de Gobierno y Sistema de Partidos en Chile. En A. Fontaine, C. Larroulet, J. Navarrete, & I. Walker (Edits.), Reforma de los Partidos

Políticos en Chile (págs. 41 - 74). Santiago de Chile: Tipográfica.

Altman, D. Los Nuevos Desafíos., (págs. 153 - 163). Santiago de Chile.

Altman, D., & Luna, J. P. (2007). Desafeccion civica, polarización y calidad de la

democracia: Una introducción al anuario político de América Latina. Revista de

Ciencia Política , Volumen Especial, 3 - 28.

Angell, A. (2003). Party change in Chile in comparative perspective. Revista de Ciencia Política , 23 (2), 88 - 108.

Baño, R. Elecciones en Chile: ¿Otra vez lo mismo? Revista Española de Investigaciones Sociologicas (50), 43 - 60.

Bealey, F. (1996). Democratic Elitism and the autonomy of Elites. International Political Science Review , 17 (3), 319 - 331.

73

Boeninger, E. (2008). Relaciones entre partidos, gobierno y parlamento en el sistema presidencial chileno. En A. Fontaine, C. Larroulet, J. Navarrete, & I. Walker (Edits.),

Reforma de los Partidos Políticos Chilenos (págs. 191 - 219). Santiago de Chile.

Carey, J. M. (2008). El bono de las primarias en América Latina. En A. Fontaine, C.

Larroulet, J. Navarrete, & I. Walker (Edits.), Reforma de los Partidos Politicos en

Chile (págs. 429 - 448). Santiago de Chile: Tipográfica.

Carlin, R. (2006). The decline of Citizen participation in electoral politics in post - authoritarian Chile. Democratization , 13 (4), 632 - 651.

Centro de Estudios Publicos, Proyectamérica, Instituto Libertad y Desarrollo, Corporacion de Estudios para Latinoamerica y Programa de Naciones Unidas para el

Desarrollo. (2008). Introducción. En A. Fontaine, C. Larroulet, J. Navarrete, & I.

Walker (Edits.), Reforma de los Partidos Políticos en Chile (págs. 11 - 18). Santiago

de Chile: Tipográfica.

Constitución Política de Chile, Articulo 17, número 15. (s.f.).

Correa Rios, E. (2008). Apuntes sobre la crisis de representatividad partidaria. En A.

Fontaine, C. Larroulet, J. Navarrete, & I. Walker (Edits.), Reforma de los Partidos

Políticos en Chile (págs. 245 - 250). Santiago: Tipográfica.

Garretón, M. A. (1998). Representatividad y partidos políticos. Los problemas actuales. En T. Manz, & M. Zuazo, Partidos Políticos y Representación en America

Latina. Venuezuela: Nueva Sociedad.

Gazmuri, C. (Diciembre de 2001). Notas sobre elites chilenas: 1930 - 1999.

Hagopian, F. (2006). Democratización: Avances y Retrocesos en America Latina.

Revista de Ciencia Política , 26 (2), 231 - 239.

Huber, E., Rueschemeyer, D., & Stephens, J. (1997). The paradoxes of comporary democracy. Formal, participatory and social dimensions. Comparative Politics , 29

(3), 323 - 342.

Huneeus, C. (1998). Malestar y desencanto en Chile: Legados del autoritarismo y costos de la transición. Papeles de Trabajo - Programa de Estudios Prospectivos,

Centro de Estudios de la Realidad Contemporánea.

Instituto Interuniversitario de Iberoamerica. Universidad de Salamanca. (1994 -

2006). Proyecto de Elites Parlamentarias Latinoamericanas.

Instituto Nacional de Estadísticas. (2007). Compendio Estadístico. Santiago.

Instituto Nacional de Estadísticas. Proyecciones y Estimaciones de Población. 1990 – 2020. Santiago.

Lagos, M. (2007). La Participación Electoral en Chile: 1952 - 2006. Por Publicar.

74

Luna, J. P. (2007). Representación política en América Latina: el estado de la cuestión y una propuesta de agenda. Política y Gobierno , 14 (2), 391 - 435.

Luna, J. P. (2008). Partidos Politicos y Sociedad en Chile. En A. Fontaine, C.

Larroulet, J. Navarrete, & I. Walker (Edits.), Reforma de los Partidos Políticos en

Chile (págs. 75 - 124). Santiago de Chile: Tipográfica.

Luna, J. P., & Ruiz Rodriguez, L. (s.f.). Relaciones entre estructuracion ideologica y organización interna de los partidos: el caso chileno.

Luna, J. P., & Seligson, M. (2007). Cultura Política de la democracia en Chile: 2006.

Mainwaring, S., & Scully, T. (1995). La institucionalización de los sistemas de partidos en América Latina. Revista de Ciencia Política .

Manin, B. (1998). Los Principios del Gobierno Representativo. Madrid, España:

Alianza Editorial.

Mardones, R. (2007). Chile: Todas íbamos a ser reinas. Revista de Ciencia Política , Especial, 79 - 96.

Martinez, A. (1997). Cultura Política, gobernabilidad y elites parlamentarias en América Latina. Revista Mexicana de Sociologia , 59 (1), 89 - 113.

Mateos Diaz, A., & Rivas Perez, C. (1998). Algunas observaciones sobre la elite

parlamentaria latinoamericana. Revista Mexicana de Sociologia , 60 (2), 307 - 329.

McAllister, I. (1991). Party elites, voters and political attitudes: testing three explanations for mass-elite differences. Canadian Journal of Political Science , 24

(2), 237 - 268.

Mena, C. (1999). Rediseño de partidos políticos en América Latina. San Jose, Costa Rica: Instituto Interamericano de Derechos Humanos y Centro de Asesoría y

promoción electoral.

Ministerio del Interior. Información Histórico Electoral. (s.f.). Sistema de despliegue

de cómputos. Obtenido de Ministerio del Interior: http://elecciones.gov.cl/

Müller, G. (2008). Democracia interna y selección de autoridades. En A. Fontaine, C. Larroulet, J. Navarrete, & I. Walker (Edits.), Reforma de los Partidos Políticos en

Chile (págs. 413 - 428). Santiago de Chile: Tipográfica.

Posner, P. (2003). Local democracy and popular participation: Chile and Brazil in perspective comparative. Democratization , 10 (3), 39 - 67.

Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo. (2004). La democracia en América Latina: Hacia una sociedad de ciudadanos y ciudadanas (Segunda ed.). Buenos

Aires: Altaguara.

75

Rendón Corona, A. (1979). Enfoque sobre la elite de poder. Revista Mexicana de Sociologia , 41 (4), 1335-1367.

Rossi, F. (Febrero de 2005). Votar sólo ante coyunturas críticas : Chile y Eslovaquia

en perspectiva comparada. Recuperado el 1 de Agosto de 2008, de http://base.d-p-

h.info/es/fiches/dph/fiche-dph-6545.html

Ruiz Rodriguez, L. (2005). Polarization in the chilean party system: changes and continuities, 1990 - 1999. Institute of Political and Social Sciences. Barcelona: A.bís.

Ruiz Rodriguez, L. (2006). Coherencia partidista: la estructuración interna de los partidos políticos en América Latina. Revista Española de Ciencia Política (14), 87-

114.

Segovia, C. (1997). Apoyo a instituciones políticas en Chile: Tendencias. Por Publicar.

Stevens, D., Bishin, B., & Barr, R. (2006). Authoritarian Attitudes, Democracy and

Policy Preferences among Latin American Elites. American Journal of Political

Science , 50 (3), 606 - 620.

Toro Maureira, S., & García Grandón, D. (2008). Mecanismos de selección de candidatos para el poder legislativo: Un examen a las logicas de mayor y menor

inclusión. En A. Fontaine, C. Larroulet, J. Navarrete, & I. Walker (Edits.), Reforma

de los Partidos Politicos en Chile (págs. 395 - 412). Santiago: Tipográfica.

Valenzuela, A. (2008). Los partidos políticos y los desafíos de la gobernabilidad democrática en América Latina. En A. Fontaine, C. Larroulet, J. Navarrete, & I.

Walker (Edits.), Reforma de los Partidos Politicos en Chile (págs. 21 - 40).

Santiago: Tipográfica.

Valenzuela, S. (1995). Reflexiones sobre el presente y futuro del paisaje político

chileno a la luz del pasado. Estudios Publicos .

Zapata Larrain, P. (2008). Representatividad de los partidos políticos. En A. Fontaine, C. Larroulet, J. Navarrete, & I. Walker (Edits.), Reforma de los Partidos

Politicos en Chile (págs. 235 - 243). Santiago: Tipográfica.

Zuckerman, A. (1977). The concept "Political Elite": Lessons from Mosca and Pareto. The Journal of Politcs , 39 (2), 324-344.

76

7. Anexos

7.1. Participación Electoral en Chile

7.1.1. Población en edad de votar, inscritos en los registros electorales,

votos emitidos y votos válidamente emitidos, 1988 – 2008*

* Nota: Para “votos emitidos” 1993 y 2005, se utilizaron los más altos valores entre las

votaciones del respectivo año. Para “población en edad de votar” 2008 se utilizo el valor

de 2007, pues no se publican los resultados para aquel año.

Fuente: Instituto Nacional de Estadísticas, Chile: Proyecciones y Estimaciones de

Población. 1990 – 2020 & Compendio Estadístico Año 2007; Servel.cl: Estadísticas del

padrón electoral; y de Ministerio del Interior: Sitio Histórico Electoral

(elecciones.gov.cl). Elaboración propia.

3.000.000

4.000.000

5.000.000

6.000.000

7.000.000

8.000.000

9.000.000

10.000.000

11.000.000

12.000.000

13.000.000

1988 1992 1993 1996 1997 1999 2000 2001 2004 2005 2008

Población en edad de votar Inscritos

Votos emitidos Votos validamente emitidos

77

7.1.2. Relación entre Población en edad de votar (PEV), inscritos en los

registros electorales (Ins), votos emitidos (VoE) y votos válidamente

emitidos (VoVaE), 1992 – 2008.

Se agrega etiqueta en relación de Votos válidamente emitidos vs. Población en edad de

votar (VoVaE / PEV)

Fuente: Instituto Nacional de Estadísticas, Chile: Proyecciones y Estimaciones de

Población. 1990 – 2020 & Compendio Estadístico Año 2007; Servel.cl: Estadísticas del

padrón electoral; y de Ministerio del Interior: Sitio Histórico Electoral

(elecciones.gov.cl). Elaboración propia.

72%

77%

66%

59%

71%

63%

58%57%

61%

53%

40%

45%

50%

55%

60%

65%

70%

75%

80%

85%

90%

95%

100%

1992 1993 1996 1997 1999 2000 2001 2004 2005 2008

VoVaE / VoE VoVaE / PEV VoE/ PEV

VoE / Ins VoVaE / Ins Ins / PEV

78

7.1.3. Personas inscritas en los registros electorales para la última elección

(Municipal 2008), según edad

Fuente: Servel.cl: Estadísticas del padrón electoral. Elaboración propia.

0

200.000

400.000

600.000

800.000

1.000.000

1.200.000

1.400.000

79

7.2. Niveles de confianza en instituciones políticas y de otro tipo en Chile, 2006

80

7.3. Participación en Organizaciones Políticas y Sociales

Pregunta: ¿Podría Ud. decirme si participa activamente, ocasionalmente o nunca en las

siguientes actividades…?

Fuente: Encuestas Centro de Estudios Públicos (Chile), 2004. Elaboración propia. En

Porcentajes.

1,57 5,8 5,8 5,3

8,72,6

10,7

1,9 2,6 5,22,2

14,8 14,8 14,810,1

10,1

2,4

12,2

4,7 3,25,3

96,2

78,2 79,3 79,384,2 81,2

94,9

77,1

93,3 94,189,2

0%

10%

20%

30%

40%

50%

60%

70%

80%

90%

100%

Activamente Ocacionalmente Nunca

7.4. Identificación con un partido político en Chile

7.5. Alienación hacia partidos políticos en Chile

Pregunta: Ahora, de los siguientes partidos políticos que se presentan en esta tarjeta, ¿con cuál de ellos se identifica más o

simpatiza más Ud.? [Porcentaje de personas que mencionaron un partido]

Fuente: Encuestas Centro de Estudios Públicos (Chile). Elaboración propia

78

6966

79

86

78

70

63 6359

56

52

57 56

6061

5153

57

53

49 48

53 5355

62

66

4846 46

434141

30

40

50

60

70

80

90

jun

-90

ene

-91

ago

-91

mar

-92

oct

-92

may

-93

dic

-93

jul-

94

feb

-95

sep

-95

abr-

96

no

v-96

jun

-97

ene

-98

ago

-98

mar

-99

oct

-99

may

-00

dic

-00

jul-

01

feb

-02

sep

-02

abr-

03

no

v-03

jun

-04

ene

-05

ago

-05

mar

-06

oct

-06

may

-07

dic

-07

7.6. Desinterés en la política

Pregunta: ¿Cuán interesado está Ud. en la política? Porcentaje de respuestas “Nada”

Fuente: CEP, Encuestas Nacionales y Estudio Nacional sobre Partidos Políticos y

Sistema Electoral, Marzo-Abril 2008." y Latinobarómetro. Elaboración propia

44,8

57,6

62

34

38

3334

33

40

3839

42

25

30

35

40

45

50

55

60

65

1991 1995 1996 1997 1998 2000 2001 2003 2004 2005 2006 2007 2008

Chile 44,8 57,6 62

América Latina 34 38 33 34 33 40 38 39 42

7.7. Desinterés en actividades políticas

Pregunta: Para cada actividad que le nombraré, por favor dígame si Ud. la realiza frecuentemente, a veces o nunca.

[Porcentaje de respuestas "Nunca"]

Fuente: Encuestas Centro de Estudios Públicos (Chile). Elaboración propia

0

10

20

30

40

50

60

70

80

90

100d

ic-9

4

may

-95

oct

-95

mar

-96

ago

-96

ene-

97

jun

-97

no

v-97

abr-

98

sep

-98

feb

-99

jul-

99

dic

-99

may

-00

oct

-00

mar

-01

ago

-01

ene-

02

jun

-02

no

v-02

abr-

03

sep

-03

feb

-04

jul-

04

dic

-04

may

-05

oct

-05

mar

-06

ago

-06

ene-

07

jun

-07

no

v-07

Mira programas politicos en televisión Lee noticias sobre política

Conversa en familia sobre política Conversa con amigos sobre política

Trabaja o ha trabajado para un partido o candidato

7.8. Visión de partidos políticos

7.8.1. Partidos como motivadores a la acción política

Pregunta: Los partidos políticos alientan a la gente a ser activos en política

Fuente: Encuestas Centro de Estudios Públicos (Chile), 2005. Elaboración propia

7.8.2. Visión negativa de partidos políticos

Pregunta: Los partidos políticos no le dan al votante una verdadera elección entre

políticas públicas alternativas

Fuente: Encuestas Centro de Estudios Públicos (Chile), 2005. Elaboración propia

37,4%

20,8%

27,6%

14,2% Totalmente de acuerdo / De Acuerdo

Ni de acuerdo ni en desacuerdo

En desacuerdo / Totalmente en Desacuerdo

Ns/Nr

37,4%

24,9%

19,6%

18,1% Totalmente de acuerdo / De Acuerdo

Ni de acuerdo ni en desacuerdo

En desacuerdo / Totalmente en Desacuerdo

Ns/Nr

86

7.9. Distribución general de las muestras de diputados seleccionados en

Proyecto PELA, 1994 - 2006

Fuente: Instituto Interuniversitario de Iberoamérica. Universidad de Salamanca. (1994 -

2006). Proyecto de Elites Parlamentarias Latinoamericanas. Elaboración propia

7.10. Evolución de cantidad de diputados por partido en la cámara, según

periodo legislativo

Fuente: Instituto Interuniversitario de Iberoamérica. Universidad de Salamanca. (1994 -

2006). Proyecto de Elites Parlamentarias Latinoamericanas. Elaboración propia

29%

20%19%

14%

12%

6%DC

RN

UDI

PPD

PS

Otros Partidos

DC RN UDI PPD PSOtros

Partidos

1994 - 1998 32% 24% 11% 12% 15% 6%

1998 - 2002 33% 19% 19% 13% 9% 7%

2002 - 2006 20% 18% 28% 17% 10% 6%

0%

5%

10%

15%

20%

25%

30%

35%

1994 - 1998 1998 - 2002 2002 - 2006

87

7.11. Relación entre partidos políticos y sociedad

Pregunta: Hablemos ahora de la relación entre los partidos políticos y la sociedad.

¿Dígame, por favor, con cuál de las siguientes afirmaciones está Ud. más de acuerdo?

Opciones: (1) La mayoría de los ciudadanos se identifica con los partidos políticos.

Éstos mantienen fuertes vínculos con la sociedad, (2) Existe un progresivo alejamiento

entre sociedad y partidos, aunque éstos siguen siendo importantes referentes para la

mayoría de los ciudadanos, (3) Poca gente se identifica ya verdaderamente con los

partidos. El distanciamiento entre sociedad y partidos es considerable

7.11.1. General

Fuente: Instituto Interuniversitario de Iberoamérica. Universidad de Salamanca. (1994 -

2006). Proyecto de Elites Parlamentarias Latinoamericanas. Elaboración propia

4%

67%

28%

1%

Identificacion entre partidos políticos - ciudadanos

Progresivo alejamiento entre partidos y ciudadanos

Escasa identificación social con partidos

No sabe / No contesta

88

7.11.2. Relación entre partidos políticos y sociedad, según legislatura

Fuente: Instituto Interuniversitario de Iberoamérica. Universidad de Salamanca. (1994 -

2006). Proyecto de Elites Parlamentarias Latinoamericanas. Elaboración propia

8%

0%5%

84%

64%

52%

8%

35%

43%

0%

10%

20%

30%

40%

50%

60%

70%

80%

90%

100%

1994 - 1998 1998 - 2002 2002 - 2006

Identificacion entre partidos políticos -ciudadanos

Progresivo alejamiento entre partidos y ciudadanos

Escasa identificación social con partidos

No sabe / No contesta

7.11.3. Relación entre partidos políticos y sociedad, por partido, según legislatura

Opción: Progresivo alejamiento entre partidos y

ciudadanos

Opción: Escasa identificación social con partidos

En líneas punteadas promedio de partidos de Concertación y Alianza

Fuente: Instituto Interuniversitario de Iberoamérica. Universidad de Salamanca. (1994 - 2006). Proyecto de Elites

Parlamentarias Latinoamericanas. Elaboración propia

0%

10%

20%

30%

40%

50%

60%

70%

80%

90%

100%

1994 - 1998 1998 - 2002 2002 - 2006

DC RN

UDI PPD

PS Otros Partidos

Alianza Concertación

0%

2%

4%

6%

8%

10%

12%

14%

16%

18%

1994 - 1998 1998 - 2002 2002 - 2006

DC RN

UDI PPD

PS Otros Partidos

Alianza Concertación

7.12. El desinterés de las personas por la política como amenaza a la

democracia

Pregunta: En la actualidad, hay una serie de temas que pueden representar una amenaza

o un riesgo para la consolidación de la democracia en Chile. De los siguientes temas que

le voy a nombrar, ¿hasta qué punto: mucho, bastante, poco o nada, cree Ud. que resultan

hoy una amenaza para la democracia chilena?

Tema: El desinterés de la gente por la política

7.12.1. El desinterés de las personas por la política como amenaza a la

democracia, escala de 1 a 5 (1994 – 1998)

Fuente: Instituto Interuniversitario de Iberoamérica. Universidad de Salamanca. (1994 -

2006). Proyecto de Elites Parlamentarias Latinoamericanas. Elaboración propia

7.12.2. El desinterés de las personas por la política como amenaza a la

democracia, escala de 1 a 4 (1998 – 2006)

Fuente: Instituto Interuniversitario de Iberoamérica. Universidad de Salamanca. (1994 -

2006). Proyecto de Elites Parlamentarias Latinoamericanas. Elaboración propia

6%

15%

24%26%

29%

0%

5%

10%

15%

20%

25%

30%

35%

Mucho riesgo (5) 4 3 2 Nada de riesgo (1)

11%

36%40%

12%

0%

14%

34%38%

14%

1%0%

10%

20%

30%

40%

50%

Mucho Bastante Poco Nada N.C.

1998 - 2002 2002 - 2004

91

7.12.3. El desinterés de las personas por la política como amenaza a la

democracia, por partido (1994 – 1998)

Fuente: Instituto Interuniversitario de Iberoamérica. Universidad de Salamanca. (1994 -

2006). Proyecto de Elites Parlamentarias Latinoamericanas. Elaboración propia

7.12.4. El desinterés de las personas por la política como amenaza a la

democracia, por partido (1998 – 2006)

Fuente: Instituto Interuniversitario de Iberoamérica. Universidad de Salamanca. (1994 -

2006). Proyecto de Elites Parlamentarias Latinoamericanas. Elaboración propia

0%

10%

20%

30%

40%

50%

60%

70%

DC RN UDI PPD PS Otros Partidos

Nada de riesgo (1) 2 3 4 Mucho riesgo (5)

0%

10%

20%

30%

40%

50%

60%

DC RN UDI PPD PS Otros Partidos

Mucho Bastante Poco Nada N.C.

92

7.12.5. El desinterés de las personas por la política como amenaza a la

democracia, por pacto (1994 – 1998)

Fuente: Instituto Interuniversitario de Iberoamérica. Universidad de Salamanca. (1994 -

2006). Proyecto de Elites Parlamentarias Latinoamericanas. Elaboración propia.

7.12.6. El desinterés de las personas por la política como amenaza a la

democracia, por pacto (1998 – 2006)

Fuente: Instituto Interuniversitario de Iberoamérica. Universidad de Salamanca. (1994 -

2006). Proyecto de Elites Parlamentarias Latinoamericanas. Elaboración propia

0%

10%

20%

30%

40%

50%

60%

70%

Otro Concertación Alianza

Nada de riesgo (1) 2 3 4 Mucho riesgo (5)

0%

10%

20%

30%

40%

50%

60%

Otro Concertación Alianza

Mucho Bastante Poco Nada N.C.

93

7.13. Ventajas de la democracia

Pregunta: A continuación, le voy a mostrar una lista de las posibles ventajas de un

régimen democrático, y me gustaría saber, ¿cuál es, en su opinión, la principal?

(PAUSA) ¿Y en segundo lugar?

7.13.1. Índice de ventajas de la democracia

El índice se generó ponderando la primera ventaja con un factor = 2 (es decir, se

duplicaron las respuestas de la primera ventaja), y manteniendo las frecuencias de la

segunda ventaja.

Fuente: Instituto Interuniversitario de Iberoamérica. Universidad de Salamanca. (1994 -

2006). Proyecto de Elites Parlamentarias Latinoamericanas. Elaboración propia

3%

36%

15%7%

12%

12%

1% 6%

3%5%

0%

El crecimiento económico

La protección de derechos y libertades individuales

La posibilidad de elegir a autoridades de gobierno

La mayor igualdad de oportunidades

El respeto a los derechos humanos y minorías

La posibilidad de participar en las decisionesUna mejor distribución de los ingresos

La resoluci¢n de los conflictos de forma pacíficaLa posibilidad de participar en política mediante partidosOtras Respuestas

N.C.

7.13.2. Índice de ventajas de la democracia, por legislaturas

Fuente: Instituto Interuniversitario de Iberoamérica. Universidad de Salamanca. (1994 - 2006). Proyecto de Elites

Parlamentarias Latinoamericanas. Elaboración propia

0% 5% 10% 15% 20% 25% 30% 35% 40% 45%

El crecimiento económico

La protección de derechos y libertades individuales

La posibilidad de elegir a autoridades de gobierno

La mayor igualdad de oportunidades

El respeto a los derechos humanos y minorías

La posibilidad de participar en las decisiones

Una mejor distribución de los ingresos

La resoluci¢n de los conflictos de forma pacífica

La posibilidad de participar en política mediante partidos

Otras Respuestas

N.C.

1994 - 1998

1998 - 2002

2002 - 2006

7.13.3. Índice de ventajas de la democracia: La posibilidad de elegir a

autoridades de gobierno, por partidos, según legislatura

Cada barra indica el porcentaje de diputados de cada partido (en relación al total de

diputados de cada partido) que en cada serie señalaron como primera o segunda ventaja

de la democracia “La posibilidad de elegir autoridades de gobierno”, agrupadas ambas

en el índice. Ni series ni partidos suman 100%. Se agrega etiqueta de valores promedio

de partidos entre las series.

Fuente: Instituto Interuniversitario de Iberoamérica. Universidad de Salamanca. (1994 -

2006). Proyecto de Elites Parlamentarias Latinoamericanas. Elaboración propia.

9%

20%

22%

19%

6%

9%

0%

5%

10%

15%

20%

25%

30%

35%

DC RN UDI PPD PS Otros partidos

1994 - 1998 1998 - 2002 2002 - 2006 Promedio

96

7.13.4. Índice de ventajas de la democracia: La posibilidad de participar en

las decisiones, por partidos, según legislatura

Cada barra indica el porcentaje de diputados de cada partido (en relación al total de

diputados de cada partido) que en cada serie señalaron como primera o segunda ventaja

de la democracia “La posibilidad de elegir autoridades de gobierno”, agrupadas ambas

en el índice. Ni series ni partidos suman 100%. Se agrega etiqueta de valores promedio

de partidos entre las series.

Fuente: Instituto Interuniversitario de Iberoamérica. Universidad de Salamanca. (1994 -

2006). Proyecto de Elites Parlamentarias Latinoamericanas. Elaboración propia.

9%

17%

19%

7%

14%

4%

0%

5%

10%

15%

20%

25%

30%

35%

DC RN UDI PPD PS Otros partidos

1994 - 1998 1998 - 2002 2002 - 2006 Promedio

97

7.14. Percepción de participación interna en partidos

7.14.1. Percepción de democracia interna de partidos

Pregunta: Las bases de los partidos se quejan frecuentemente de la falta de participación

en la toma de decisiones del mismo. ¿Cómo evaluaría Ud. el grado de democracia

interna en su propio partido, muy alto, alto, medio, bajo o muy bajo?

7.14.1.1. Percepción de democracia interna de partidos

Fuente: Instituto Interuniversitario de Iberoamérica. Universidad de Salamanca. (1994 -

2006). Proyecto de Elites Parlamentarias Latinoamericanas. Elaboración propia

7.14.1.2. Percepción de democracia interna de partidos, por legislatura

Fuente: Instituto Interuniversitario de Iberoamérica. Universidad de Salamanca. (1994 -

2006). Proyecto de Elites Parlamentarias Latinoamericanas. Elaboración propia.

2%

17%

52%

24%

3% 1% 1%

Muy alto

Alto

Medio

Bajo

Muy bajo

N.S.

N.C.

0%

10%

20%

30%

40%

50%

60%

Muy alto Alto Medio Bajo Muy bajo N.S. N.C.

1994 - 1998 1998 - 2002 2002 - 2006

98

7.14.1.3. Índice de percepción de democracia interna de partidos, por

partidos, según legislatura

El índice generado tiene como función resumir la información de las categorías,

para así facilitar la comparación de los datos. El índice tiene un mínimo aritmético de

“1” (todos los diputados señalan que el grado de democracia interna es muy bajo) y un

máximo aritmético de “5” (todos los parlamentarios señalan que el grado de democracia

interna es muy alto).

Se agrega etiqueta en Promedio

Fuente: Instituto Interuniversitario de Iberoamérica. Universidad de Salamanca. (1994 -

2006). Proyecto de Elites Parlamentarias Latinoamericanas. Elaboración propia

2,89

3,12

2,55

1,0

2,0

3,0

4,0

5,0

Promedio DC RN UDI PPD PS

1994 - 1998 1998 - 2002 2002 - 2006

99

7.14.2. Percepción de grado de militancia interna de partidos

Pregunta: Con relación al funcionamiento de los partidos chilenos, me gustaría saber,

¿cómo considera Ud. el nivel de militancia de los partidos políticos de su país, es decir,

el número de miembros activos?

7.14.2.1. Percepción de grado de militancia interna de partidos

Fuente: Instituto Interuniversitario de Iberoamérica. Universidad de Salamanca. (1994 -

2006). Proyecto de Elites Parlamentarias Latinoamericanas. Elaboración propia

7.14.2.2. Percepción de grado de militancia interna de partidos, por

legislatura

Fuente: Instituto Interuniversitario de Iberoamérica. Universidad de Salamanca. (1994 -

2006). Proyecto de Elites Parlamentarias Latinoamericanas. Elaboración propia

7%

22%

19%

42%

9%

1%

Muy alto

Alto

Medio

Bajo

Muy bajo

N.C.

0%

10%

20%

30%

40%

50%

60%

70%

Muy alto Alto Medio Bajo Muy bajo N.C.

1994 - 1998 1998 - 2002 2002 - 2006

100

7.14.2.3. Índice de percepción de grado de militancia interna de partidos,

por partidos, según legislatura

El índice generado tiene como función resumir la información de las categorías,

para así facilitar la comparación de los datos. El índice tiene un mínimo aritmético de

“1” (todos los diputados señalan que el grado de militancia interna de los partidos es

muy bajo) y un máximo aritmético de “5” (todos los parlamentarios señalan que el grado

de militancia interna de los partidos es muy alto).

Se agrega etiqueta en Promedio

Fuente: Instituto Interuniversitario de Iberoamérica. Universidad de Salamanca. (1994 -

2006). Proyecto de Elites Parlamentarias Latinoamericanas. Elaboración propia.

2,18

2,03

4,02

1,0

1,5

2,0

2,5

3,0

3,5

4,0

4,5

5,0

Promedio DC RN UDI PPD PS

1994 - 1998 1998 - 2002 2002 - 2006

101

7.14.3. Percepción de grado de militancia interna de su propio partido

Pregunta: Y, en concreto, ¿cómo calificaría el nivel de militancia de su propio partido

político?

7.14.3.1. Percepción de grado de militancia en su propio partido

Fuente: Instituto Interuniversitario de Iberoamérica. Universidad de Salamanca. (1994 -

2006). Proyecto de Elites Parlamentarias Latinoamericanas. Elaboración propia.

7.14.3.2. Percepción de grado de militancia en su propio partido, por

legislatura

Fuente: Instituto Interuniversitario de Iberoamérica. Universidad de Salamanca. (1994 -

2006). Proyecto de Elites Parlamentarias Latinoamericanas. Elaboración propia.

7%

32%

25%

27%

8%

1%

Muy alto

Alto

Medio

Bajo

Muy bajo

N.C.

0%

10%

20%

30%

40%

50%

60%

Muy alto Alto Medio Bajo Muy bajo N.C.

1998 - 2002 2002 - 2006

102

7.14.3.3. Índice de percepción de grado de militancia interna de su propio

partido, por partidos, según legislatura

El índice generado tiene como función resumir la información de las categorías,

para así facilitar la comparación de los datos. El índice tiene un mínimo aritmético de

“1” (todos los diputados señalan que el grado de militancia interna de su partido es muy

bajo) y un máximo aritmético de “5” (todos los parlamentarios señalan que el grado de

militancia interna de su partido es muy alto).

Fuente: Instituto Interuniversitario de Iberoamérica. Universidad de Salamanca. (1994 -

2006). Proyecto de Elites Parlamentarias Latinoamericanas. Elaboración propia.

2,30

2,83

2,062,25

1,67

2,13

3,723,56

3,87

3,44

4,07 4,00

1,0

1,5

2,0

2,5

3,0

3,5

4,0

4,5

5,0

Promedio DC RN UDI PPD PS

1998 - 2002 2002 - 2006

103

7.14.4. Participación interna en los partidos

Pregunta: Siguiendo con este tema. ¿Cómo calificaría Ud. la participación popular en la

vida de los partidos de su país: escasa y marginal; escasa y marginal, excepto en las

elecciones, o intensa y constante?

7.14.4.1. Participación interna en los partidos

Fuente: Instituto Interuniversitario de Iberoamérica. Universidad de Salamanca. (1994 -

2006). Proyecto de Elites Parlamentarias Latinoamericanas. Elaboración propia.

7.14.4.2. Participación interna en los partidos, por legislatura

Fuente: Instituto Interuniversitario de Iberoamérica. Universidad de Salamanca. (1994 -

2006). Proyecto de Elites Parlamentarias Latinoamericanas. Elaboración propia.

41%

56%

3%

Escasa y marginal

Escasa y marginal, excepto en elecciones

Intensa y constante

0%

10%

20%

30%

40%

50%

60%

70%

Escasa y marginal Escasa y marginal, excepto en elecciones

Intensa y constante

1994 - 1998 1998 - 2002 2002 - 2006

104

7.14.4.3. Participación interna en los partidos, legislatura 1994 – 1998, por

partidos

Fuente: Instituto Interuniversitario de Iberoamérica. Universidad de Salamanca. (1994 -

2006). Proyecto de Elites Parlamentarias Latinoamericanas. Elaboración propia.

7.14.4.4. Participación interna en los partidos, legislatura 1998 – 2002, por

partidos

Fuente: Instituto Interuniversitario de Iberoamérica. Universidad de Salamanca. (1994 -

2006). Proyecto de Elites Parlamentarias Latinoamericanas. Elaboración propia

0%

20%

40%

60%

80%

100%DC

RN

UDIPPD

PSEscasa y marginal

Escasa y marginal, excepto en elecciones

Intensa y constante

0%

20%

40%

60%

80%

100%DC

RN

UDIPPD

PSEscasa y marginal

Escasa y marginal, excepto en elecciones

Intensa y constante

105

7.14.4.5. Participación interna en los partidos, legislatura 2002 – 2006, por

partidos

Fuente: Instituto Interuniversitario de Iberoamérica. Universidad de Salamanca. (1994 -

2006). Proyecto de Elites Parlamentarias Latinoamericanas. Elaboración propia.

0%

20%

40%

60%

80%

100%DC

RN

UDIPPD

PSEscasa y marginal

Escasa y marginal, excepto en elecciones

Intensa y constante

106

7.14.4.6. Participación interna en los partidos, por legislatura, según

partidos

1994 – 1998 DC RN UDI PPD PS Media

Escasa y marginal 23.33% 36.36% 70.00% 45.45% 35.71% 42.17%

Escasa y marginal,

excepto en elecciones 70.00% 59.09% 30.00% 54.55% 57.14% 54.16%

Intensa y constante 6.67% 4.55% 0.00% 0.00% 7.14% 3.67%

1998 – 2002 DC RN UDI PPD PS Media

Escasa y marginal 51.72% 70.59% 29.41% 41.67% 12.50% 41.18%

Escasa y marginal,

excepto en elecciones 44.83% 29.41% 52.94% 58.33% 87.50% 54.60%

Intensa y constante 3.45% 0.00% 17.65% 0.00% 0.00% 4.22%

2002 – 2004 DC RN UDI PPD PS Media

Escasa y marginal 27.78% 62.50% 44.00% 20.00% 22.22% 35.30%

Escasa y marginal,

excepto en elecciones 72.22% 37.50% 56.00% 80.00% 77.78% 64.70%

Intensa y constante 0.00% 0.00% 0.00% 0.00% 0.00% 0.00%

Cada partido en cada legislatura suma 100%

Fuente: Instituto Interuniversitario de Iberoamérica. Universidad de Salamanca. (1994 -

2006). Proyecto de Elites Parlamentarias Latinoamericanas. Elaboración propia.

107

7.14.5. Participación interna en su propio partido

Pregunta: [Siguiendo con este tema. ¿Cómo calificaría Ud. el nivel de participación de

base en la vida de los partidos de su país: escasa y marginal; sólo en las elecciones, o

intensa y constante?] ¿Y, en concreto, en su propio partido?

7.14.5.1. Participación interna en su propio partido

Fuente: Instituto Interuniversitario de Iberoamérica. Universidad de Salamanca. (1994 -

2006). Proyecto de Elites Parlamentarias Latinoamericanas. Elaboración propia.

7.14.5.2. Participación interna en su propio partido, por partidos

Cada partido suma 100%

Fuente: Instituto Interuniversitario de Iberoamérica. Universidad de Salamanca. (1994 -

2006). Proyecto de Elites Parlamentarias Latinoamericanas. Elaboración propia.

26%

57%

12%

5%

Escasa y marginal

Sólo en las elecciones

Intensa y constante

N.C.

0%

20%

40%

60%

80%

100%DC

RN

UDIPPD

PS Escasa y marginal

Sólo en las elecciones

Intensa y constante

108

7.15. Encuestas consultadas y gráficos extraídos

(Por orden alfabético)

1. Centro de Estudios Públicos, Corporación de Estudios para Latinoamérica,

Libertad y Desarrollo y Proyectamérica. Estudio Nacional sobre Partidos

Políticos y Sistema Electoral. Marzo de 2008, Santiago.

2. Centro de Estudios Públicos. Estudio Nacional de Opinión Pública Nº 13 –

Tercera Serie, Junio 2001. [Computer File]. CEP0041-v1. Santiago: Centro de

Estudios Públicos

3. Centro de Estudios Públicos. Estudio Nacional de Opinión Pública Nº 16 –

Tercera Serie, Diciembre 2002. [Computer File]. CEP0044-v1. Santiago: Centro

de Estudios Públicos

4. Centro de Estudios Públicos. Estudio Nacional de Opinión Pública Nº 17 –

Tercera Serie, Junio – Julio 2003. [Computer File]. CEP0045-v1. Santiago:

Centro de Estudios Públicos

5. Centro de Estudios Públicos. Estudio Nacional de Opinión Pública Nº 19 –

Tercera Serie, Junio – Julio 2004. [Computer File]. CEP0047-v1. Santiago:

Centro de Estudios Públicos

6. Centro de Estudios Públicos. Estudio Nacional de Opinión Pública Nº 20 –

Tercera Serie, Diciembre 2004. [Computer File]. CEP0048-v1. Santiago: Centro

de Estudios Públicos.

7. Centro de Estudios Públicos. Estudio Nacional de Opinión Pública Nº 21 –

Tercera Serie, Junio – Julio 2005. [Computer File]. CEP0049-v1. Santiago:

Centro de Estudios Públicos

8. Centro de Estudios Públicos. Estudio Nacional de Opinión Pública Nº 24 –

Tercera Serie, Junio - Julio 2006. [Computer File]. CEP0052-v1. Santiago:

Centro de Estudios Públicos

9. Centro de Estudios Públicos. Estudio Nacional de Opinión Pública Nº 25 –

Tercera Serie, Diciembre 2006. [Computer File]. CEP0054-v1. Santiago: Centro

de Estudios Públicos.

109

10. Centro de Estudios Públicos. Estudio Nacional de Opinión Pública Nº 58 –,

Diciembre 2008.. Santiago: Centro de Estudios Públicos.

11. Centro de Estudios Públicos. Estudio Nacional de Opinión Pública Nº 23 –,

Octubre 2005.. Santiago: Centro de Estudios Públicos.

12. Centro de Estudios Públicos. Estudio Nacional de Opinión Pública Nº 26 –, Junio

2007.. Santiago: Centro de Estudios Públicos.

13. Centro de Estudios Públicos. Estudio Nacional de Opinión Pública Nº 27 –,

Diciembre 2007.. Santiago: Centro de Estudios Públicos.

14. Centro de Estudios Públicos. Estudio Nacional de Opinión Pública Nº 28 –, Junio

2008.. Santiago: Centro de Estudios Públicos.

15. Centro de Estudios Públicos. Estudio Nacional de Opinión Pública Nº 22 –,

Agosto 2005.. Santiago: Centro de Estudios Públicos.

16. Centro de Estudios Públicos. Estudio Nacional de Opinión Pública Nº 15 –, Julio

2002. Santiago: Centro de Estudios Públicos.

17. Centro de Estudios Públicos. Estudio Nacional de Opinión Pública Nº 14 –,

Diciembre 2002. Santiago: Centro de Estudios Públicos.

18. Centro de Estudios Públicos. Estudio Nacional de Opinión Pública, Diciembre

2003. Santiago: Centro de Estudios Públicos.

19. Centro de Estudios Públicos. Estudio Social y de de Opinión Pública Nº 14 –,

Noviembre 1999.. Santiago: Centro de Estudios Públicos.

20. Centro de Estudios Públicos. Estudio Social y de Opinión Pública, Documento

de Trabajo Nº 284, Agosto 1998. Santiago: Centro de Estudios Públicos.

21. Centro de Estudios Públicos. Estudio Social y de Opinión Pública, Documento

de Trabajo Nº 281, Junio 1998. Santiago: Centro de Estudios Públicos.

22. Centro de Estudios Públicos. Estudio Social y de Opinión Pública, Documento

de Trabajo Nº 271, Agosto 1997. Santiago: Centro de Estudios Públicos.

23. Centro de Estudios Públicos. Estudio Social y de Opinión Pública, Documento

de Trabajo Nº 304, Mayo 2000. Santiago: Centro de Estudios Públicos.

110

24. Centro de Estudios Públicos. Estudio Social y de Opinión Pública, Documento

de Trabajo Nº 308, Marzo 2000. Santiago: Centro de Estudios Públicos.

25. Centro de Estudios Públicos. Estudio Social y de Opinión Pública, Documento

de Trabajo Nº 320, Julio 2001. Santiago: Centro de Estudios Públicos.

26. Centro de Estudios Públicos. Estudio Social y de Opinión Pública, Documento

de Trabajo Nº 317, Abril 2001. Santiago: Centro de Estudios Públicos.

27. Centro de Estudios Públicos. Estudio Social y de Opinión Pública, Documento

de Trabajo Nº 265, Noviembre 1996. Santiago: Centro de Estudios Públicos.

28. Centro de Estudios Públicos. Estudio Social y de Opinión Pública, Documento

de Trabajo Nº 257, Junio 1996. Santiago: Centro de Estudios Públicos.

29. Centro de Estudios Públicos. Estudio Social y de Opinión Pública, Documento

de Trabajo Nº 241, Noviembre 1995. Santiago: Centro de Estudios Públicos.

30. Centro de Estudios Públicos. Estudio Social y de Opinión Pública, Documento

de Trabajo Nº 227, Noviembre 1994. Santiago: Centro de Estudios Públicos.

31. Centro de Estudios Públicos. Estudio Social y de Opinión Pública, Documento

de Trabajo Nº 200, Julio 1993. Santiago: Centro de Estudios Públicos.

32. Centro de Estudios Públicos. Estudio Social y de Opinión Pública, Documento

de Trabajo Nº 196, Marzo 1993. Santiago: Centro de Estudios Públicos.

33. Centro de Estudios Públicos. Estudio Social y de Opinión Pública, Documento

de Trabajo Nº 192, Marzo 1993. Santiago: Centro de Estudios Públicos.

34. Centro de Estudios Públicos. Estudio Social y de Opinión Pública, Documento

de Trabajo Nº 186, Noviembre 1992. Santiago: Centro de Estudios Públicos.

35. Centro de Estudios Públicos. Estudio Social y de Opinión Pública, Documento

de Trabajo Nº 170, Diciembre 1991. Santiago: Centro de Estudios Públicos.

36. Centro de Estudios Públicos. Estudio Social y de Opinión Pública, Documento

de Trabajo Nº 161, Junio 1991. Santiago: Centro de Estudios Públicos.

37. Centro de Estudios Públicos. Estudio Social y de Opinión Pública, Documento

de Trabajo Nº 151, Diciembre 1990. Santiago: Centro de Estudios Públicos.

111

38. Centro de Estudios Públicos. Estudio Social y de Opinión Pública, Documento

de Trabajo Nº 136, Agosto 1990. Santiago: Centro de Estudios Públicos.

39. Centro de Estudios Públicos. Estudio Social y de Opinión Pública, Documento

de Trabajo Nº 126, Enero 1990. Santiago: Centro de Estudios Públicos.

40. Latinobarómetro. Informe Latinobarómetro 1995. Santiago

41. Latinobarómetro. Informe Latinobarómetro 1996. Santiago

42. Latinobarómetro. Informe Latinobarómetro 1997. Santiago

43. Latinobarómetro. Informe Latinobarómetro 1998. Santiago

44. Latinobarómetro. Informe Latinobarómetro 1999 – 2000. Santiago

45. Latinobarómetro. Informe Latinobarómetro 2001. Santiago

46. Latinobarómetro. Informe Latinobarómetro 2002. Santiago

47. Latinobarómetro. Informe Latinobarómetro 2003. Santiago

48. Latinobarómetro. Informe Latinobarómetro 2004. Santiago

49. Latinobarómetro. Informe Latinobarómetro 2005. Santiago

50. Luna, J. P., & Seligson, M. (2007). Cultura Política de la democracia en Chile:

2006.