Restauraciónborbónica

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EL ESTADO LIBERAL EN EL PERIODO DE RESTAURACIÓN

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EL ESTADO LIBERAL EN EL

PERIODO DE RESTAURACIÓN

LA RESTAURACIÓN BORBÓNICA. LA CONSTITUCIÓN DE 1876. En 1874 el general Campos se pronuncia en Sagunto

y proclama rey de España a Alfonso XII, hijo de Isabel II.

La Restauración es un periodo caracterizado por su

larga duración y por su estabilidad. Tiene un doble significado:

Vuelta de los Borbones con Alfonso XII. Vuelta de los antiguos moderados.

Cánovas es el artífice del nuevo régimen. Pretende superar los problemas del liberalismo:

El carácter partidista y excluyente de los moderados en la época de Isabel II. La división del liberalismo monárquico en dos corrientes irreconciliables. El intervencionismo militar en la política y los enfrentamientos civiles

Frente a ello, propone un espíritu de pacto, el entendimiento entre las dos familias del liberalismo monárquico mediante un sistema bipartidista y la alternancia en el poder.

El espíritu de pacto se refleja en la

Constitución de 1876: Se centraron en el concepto de soberanía

compartida, el sufragio (censitario o universal) y

la confesionalidad del Estado.

En las cuestiones básicas se inspira en el liberalismo doctrinario: Soberanía compartida. Poderes del monarca: derecho de veto, convocar y disolver las

Cortes. Cortes bicamerales: mitad del Senado por derecho propio o de

designación real. Los derechos y libertades tienen una redacción esquemática,

que remite a su desarrollo en leyes posteriores. El Estado es confesional, pero se establece la libertad

religiosa.

EL SISTEMA CANOVISTA Cánovas puso fin a los conflictos heredados del sexenio:

Acabó con la tercera guerra carlista Consecuencia: abolición del régimen

foral en las Provincias Vascongadas

En 1878 puso fin a la guerra de Cuba,

incluía la abolición de la esclavitud y la

promesa de una autonomía para la isla.

El funcionamiento del sistema

canovista se basa en tres piezas que

aseguraron la estabilidad: Bipartidismo. Turnismo o alternancia en el poder. Manipulación electoral y caciquismo.

BIPARTIDISMO Dos grandes partidos políticos aglutinaban

las distintas corrientes del liberalismo monárquico: Partido Conservador y Partido Liberal. Representaban la derecha y la

izquierda dinástica. Ambos defienden la monarquía, la

Constitución, la propiedad privada y el Estado liberal, unitario y centralista.

El Partido Conservador: Liderado por Cánovas. Integró a antiguos moderados y

unionistas. Principal apoyo la burguesía agraria.

Fue más proclive al inmovilismo político, al orden y a favorecer los privilegios de la Iglesia.

El Partido Liberal Liderado por Sagasta. Integró a antiguos progresistas,

demócratas y algún republicano moderado.

Apoyado por clases liberales: comerciantes e industriales.

Se orientó al reformismo y al laicismo.

TURNO PACÍFICO  La alternancia en el poder de los dos partidos

garantizaba la estabilidad institucional. Puso fin a la intervención del ejército en la política:

Quedó subordinado al poder civil. El turno eliminó el problema de los

pronunciamientos y el protagonismo militar. El ejército gozó de cierta autonomía para sus

asuntos internos.

MANIPULACIÓN ELECTORAL

La alternancia del poder solo fue posible mediante un sistema manipulador y corrupto: El sistema electoral invertía los términos

propios de sistema parlamentario. Cuando el partido en el poder dimitía, el rey

encargaba la formación de gobierno de la oposición, que convocaba elecciones para ganarlas por mayoría absoluta.

Un conjunto de trampas electorales ayudaban a ganar: falsificación del censo, de las actas, amenazas y coacciones a los electores.

Los caciques, controlaban los distritos electorales en el medio rural

Elevada abstención fomentada desde el poder.

TURNO EN EL REINADO DE ALFONSO XII Y LA REGENCIA DE Mª CRISTINA

  Entre 1876 y 1898, el turno funcionó con

regularidad: Con el turno, cada gobierno pudo legislar

según sus ideas, pero manteniendo cierto respeto hacia la obra del adversario.

Entre 1876 y 1881 gobernó el Partido Conservador.

Estableció el sufragio censitario, restringió las libertades y persiguió al movimiento obrero.

El sistema se consolidó definitivamente en 1885 con el Pacto de El Pardo, tras la muerte prematura del rey Alfonso XII sin sucesión masculina y estando la reina embarazada.

El Gobierno largo de Sagasta impulsó una importante legislación reformista, incorporando alguno de los ideales de la revolución de 1868.

Los liberales introdujeron leyes sobre la libertad de reunión, de prensa, de asociación y el sufragio universal masculino.

OPOSICIÓN AL SISTEMA: REPUBLICANISMO, CARLISMO Y NACIONALISMOS.

El sistema de la Restauración marginó a sectores.

Republicanos, carlistas, socialistas y nacionalistas quedaron relegados a la oposición.

Nunca consiguieron una minoría parlamentaria influyente.

Se vieron afectados por el desencanto, por la represión y por las divisiones internas: Castelar creó el Partido Republicano

Posibilista, que aceptó la colaboración con el régimen, a cambio de una minoría parlamentaria.

Zorrilla fundó el Partido Republicano Progresista, que recurrió a los pronunciamientos.

Pi i Margall lideró los restos del partido Republicano Federal, y Salmerón los del Partido Republicano Centralista.

Formaron alianzas electorales: cierto éxito de Unión Republicana.

En 1908 aparece el Partido Radical de Lerroux: anticatalanista, con un discurso demagógico, anticlerical y supuestamente revolucionario. Eco en Cataluña hasta la Semana Trágica.

Desde 1909, el republicanismo, formó coaliciones electorales con el PSOE.

Mantuvo la presencia en sus bases tradicionales: Tras la guerra quedó

afectado por la derrota.

Nocedal creó el Partido Integrista, ultracatólico y antiliberal.

Vázquez de Mella fundó en 1919 el Partido Tradicionalista.

Las tres corrientes (jaimistas, tradicionalistas e integristas) se reunificaron ante la llegada de la II República: Comunión Tradicionalista.

Republicanismo Carlismo

Nacionalismos Surgen como movimientos de

recuperación cultural y lingüística en territorios con lengua propia y señas de identidad arraigadas, frente al modelo de Estado centralista.

Se convierten en

corrientes políticas que

reclaman formas de

autogobierno.

Nacionalismo catalán Origen en la Renaixença (1830), movimiento cultural de defensa de la lengua y cultura

catalanas. Con dos tendencias:

Una basada en el tradicionalismo: obispo Torras y Bages. Otra de tipo progresista y federal, impulsada por Valentí Almirall, antiguo

republicano federal, que fundó el Centre Catalá. Se impuso la corriente conservadora de Riba, que presentó a la regente Mª Cristina el

Memorial de Greuges, programa regionalista que mantenía la fidelidad a la monarquía y la búsqueda de la amplia autonomía.

Crearon la Unió Catalanista, que redactó las Bases de Manresa, en las que se pedía la oficialidad del catalán y el restablecimiento de las instituciones catalanas tradicionales.

En 1901 se crea la Liga regionalista, dirigida por Riba y Cambó. De orientación burguesa, conservador, autonomista y negociador, fue el principal

partido de Cataluña en el primer tercio del siglo XX. El nacionalismo republicano dio lugar en 1922 a Estatuto Catalá, independentista, y ya

en la II República a Esquerra Republicana de Catalunya, que desbancó a la Lliga.

Nacionalismo vasco

Origen en Vizcaya y surgió a partir de la abolición de sus fueros

Defensores de la lengua vasca, de las tradiciones y con un componente religioso.

El propulsor fue Arana, que ve amenazada la lengua, etnia y tradiciones por la industrialización y la inmigración.

En 1895 crea el Partido Nacionalista Vasco, con el lema: “Dios y Ley Vieja”

Carácter católico, interclasista e independentista.

Con el ingreso de De la Sota amplió sus bases hacia una burguesía más moderna e industrial.

Desde fines del XIX comenzó a tener éxitos en las elecciones municipales y a ostentar cargos en las Diputaciones.

Sus bases están en el resurgimiento de la lengua literaria (Rexurdimento), impulsado por escritores como Rosalía de Castro, y en los movimientos federalistas.

Tuvo lento desarrollo y no cuajó en una corriente política hasta bien entrado el siglo XX, a pesar del prestigio de galleguistas como Brañas o Risco.

Nacionalismo gallego

OPOSICIÓN: ANARQUISMO Y SOCIALISMO. Con la llegada de la Restauración, las

organizaciones obreras sufrieron una dura represión y se vieron forzadas a la clandestinidad.

La subida de los liberales al gobierno en 1881 trajo una mayor permisividad, y las asociaciones obreras fueron legalizadas.

El socialismo marxista: Ante la consigna de Marx de

crear partidos marxistas nacionales, en 1879 se fundó clandestinamente el Partido Socialista Obrero Español (PSOE)

En 1881 inscribieron oficialmente el partido, con 900 militantes.

Se definía como marxista, obrerista y partidario de la revolución social.

Su programa incluía derechos colectivos, sufragio universal y reducción de la jornada laboral.

Creció con lentitud. Arraiga en Vizcaya, Madrid y Asturias.

Desde 1889 impulsó la celebración del 1 de mayo.

Organizó las Casas del Pueblo, centros de reunión con finalidades doctrinales, culturales y formativas.

En 1888 se fundó el sindicato Unión General de Trabajadores (UGT).

Desde 1909 crea alianzas electorales con los republicanos

En 1921, tras el triunfo de la Revolución soviética, tiene lugar la escisión del Partido Comunista de España.

El anarquismo: Desde sus inicios un éxito en

Cataluña, Andalucía, Levante y Aragón.

En 1881 adoptó el nombre de Federación Española de Trabajadores de la Tierra.

Su problema fue la falta de organización, debido a su ideario.

Los desacuerdos y la represión favorecieron la opción de la acción directa: atentados violentos contra los pilares del capitalismo: el Estado, la burguesía y la Iglesia.

Fueron seguidas de una represión indiscriminada y de procesos de dudosa legalidad: proceso de Montjuïc

La acción directa dificultó el arraigo del anarquismo y ahondó las diferencias con los que propugnaban la acción de masas.

Desde el siglo XX se orienta a la acción sindical: anarcosindica-calismo.

En 1907 aparece Solidaridad Obrera y en 1911 la Confederación Nacional del Trabajo (CNT).

LA CRISIS DE 1898 Orígen de la crisis de 1898 se sitúan en la guerra de Cuba. Tras varios años desde la pacificación la guerra reinicia por:

El incumplimiento de los gobiernos españoles de las promesas de autonomía. Las tensiones por los elevados aranceles proteccionistas, que dificultaban el comercio con

Estados Unidos, principal comprador. El apoyo de los Estados Unidos a los independentistas cubanos. En 1893 se funda el Partido Revolucionario Cubano dirigido por José Martí. La insurrección inicia en 1895 con el grito de Baire, y triunfa sobre todo en la parte oriental de

la isla. España envió al ejército: Campos y luego con el general Weyler que aplicó métodos muy

duros. Tras el asesinato de Cánovas, el gobierno liberal concedió la autonomía política y arancelaria

a la isla pero ya era demasiado tarde. A la vez, estalla la insurrección en Filipinas, dirigida por José Rizal, fundador de la Liga

Filipina. Tras el incidente del acorazado estadounidense Maine, Estados Unidos declaró la

guerra a España en 1898. La guerra fue muy rápida: en la batalla naval de Santiago de Cuba y en Cavite (Filipinas), la flota española fue derrotada. Por la Paz de París, España perdía todas sus posesiones de ultramar: Cuba, Puerto Rico, Filipinas y las islas Marianas.

LAS REPERCUSIONES DEL 98. EL REGENERACIONISMO. Las repercusiones inmediatas fueron menores de lo esperado:

Apenas hubo crisis económica. Sobrevivió el sistema político de la Restauración y el turnismo.

La crisis fue de tipo moral e ideológico: La derrota de 1898 sumió a la sociedad en un estado de desencanto y frustración. Significó el fin del Imperio español y la relegación de España a un papel secundario en el

plano internacional. Puso de manifiesto los problemas de España: el atraso económico y cultural, y la existencia

de un falso régimen democrático, basado en la manipulación electoral. Aparecen movimientos culturales como el regeneracionismo, que critican los defectos del

sistema de la Restauración y propugnan la necesidad de una modernización política y económica.

Joaquín Costa criticó el atraso agrario y cultural, la manipulación electoral y el caciquismo. Frente a ello, propuso la reforma agraria y la alfabetización de la población: “despensa y

escuela”. El desastre dio cohesión a la generación del 98 (Unamuno, Machado, Azorín y Baroja),

caracterizada por el pesimismo, la crítica del atraso y por una profunda reflexión sobre la historia y sentido de España.

La crisis estimuló el crecimiento de los nacionalismos en Cataluña y el País Vasco. La derrota militar fue seguida de una corriente antimilitarista. Como reacción, los militares se

orientan hacia posturas más autoritarias e intransigentes.

FIN