Resumen de "Felicidad Paradójica"

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Bibliografía Fundamental La felicidad paradójica Ensayo sobre la sociedad del hiperconsumo Giles Lipovetzsky Cátedra : Teoría y Práctica Periodística V y VI - 2011 Selección de ejes significativos: Miguel Pérez Gaudio Ha nacido una nueva modernidad: coincide con la “civilización del deseo” que se construyó durante la segunda mitad del siglo XX. Esta revolución es inseparable de las últimas orientaciones del capitalismo dedicado a la estimulación perpetua de la demanda, a la comercialización y la multiplicación infinita de las necesidades: el capitalismo de consumo ha ocupado el lugar de las economías de producción. Apoyado en la nueva religión de la incesante mejora de las condiciones de vida, el vivir mejor se ha convertido en una pasión de masas, en el objetivo supremo de las sociedades democráticas, en un ideal proclamado a los cuatro vientos. Pocos fenómenos han conseguido modificar tan profundamente los estilos de vida y los gustos, las aspiraciones y las conductas de tantas personas en tan poco tiempo. En apariencia, nada o casi nada ha cambiado: nos movemos todavía en la sociedad del supermercado y de la publicidad, del coche y de la televisión. Sin embargo, en los dos últimos decenios se ha producido un nuevo “seísmo” que ha puesto fin a la buena y vieja sociedad de consumo, transformando tanto la organización de la oferta como las prácticas cotidianas y el universo mental del consumismo moderno: la propia revolución del consumo ha sido revolucionada. Se ha puesto en marcha con una nueva fase del capitalismo de consumo y es la sociedad del hiperconsumo. Su funcionamiento y su impacto en la vida son el tema de este libro. Política de marca, “creación de valor para el cliente”, sistemas de fidelización, presión de la segmentación y la comunicación: hay en marcha una revolución copernicana que reemplaza la empresa “orientada al producto” por la empresa orientada al mercado y al consumidor. No son ya los productores quienes están en el origen de la reciente subida del precio del petróleo, sino el fuerte tirón de la demanda, en particular la norteamericana y la china. Es la hora de buscar sistemáticamente una creación de valor más elevada. Es la hora del consumo-mundo en el que se han eliminado los antagonismos culturales. 2

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Ideas principales de La Felicidad Paradójica de Lipovetsky

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Bibliografa Fundamental La felicidad paradjicaEnsayo sobre la sociedad del hiperconsumoGiles LipovetzskyCtedra: Teora y Prctica Periodstica V y VI - 2011Seleccin de ejes significativos:Miguel Prez Gaudio Ha nacido una nueva modernidad: coincide con la civilizacin del deseo que se construy durante la segunda mitad del siglo XX. Esta revolucin es inseparable de las ltimas orientaciones del capitalismo dedicado a la estimulacin perpetua de la demanda, a la comercializacin y la multiplicacin infinita de las necesidades: el capitalismo de consumo ha ocupado el lugar de las economas de produccin. Apoyado en la nueva religin de la incesante mejora de las condiciones de vida, el vivir mejor se ha convertido en una pasin de masas, en el objetivo supremo de las sociedades democrticas, en un ideal proclamado a los cuatro vientos. Pocos fenmenos han conseguido modificar tan profundamente los estilos de vida y los gustos, las aspiraciones y las conductas de tantas personas en tan poco tiempo. En apariencia, nada o casi nada ha cambiado: nos movemos todava en la sociedad del supermercado y de la publicidad, del coche y de la televisin. Sin embargo, en los dos ltimos decenios se ha producido un nuevo sesmo que ha puesto fin a la buena y vieja sociedad de consumo, transformando tanto la organizacin de la oferta como las prcticas cotidianas y el universo mental del consumismo moderno: la propia revolucin del consumo ha sido revolucionada. Se ha puesto en marcha con una nueva fase del capitalismo de consumo y es la sociedad del hiperconsumo. Su funcionamiento y su impacto en la vida son el tema de este libro. Poltica de marca, creacin de valor para el cliente, sistemas de fidelizacin, presin de la segmentacin y la comunicacin: hay en marcha una revolucin copernicana que reemplaza la empresa orientada al producto por la empresa orientada al mercado y al consumidor. No son ya los productores quienes estn en el origen de la reciente subida del precio del petrleo, sino el fuerte tirn de la demanda, en particular la norteamericana y la china. Es la hora de buscar sistemticamente una creacin de valor ms elevada. Es la hora del consumo-mundo en el que se han eliminado los antagonismos culturales. Poco a poco, el espritu de consumo ha conseguido infiltrarse hasta las relaciones con la familia y la religin, con la poltica y el sindicalismo, con la cultura y el tiempo disponible. El hiperconsumidor ya no est slo deseoso de bienestar material: aparece como demandante exponencial de confort psquico, de armona interior y plenitud subjetiva y de ello dan fe el florecimiento de las tcnicas derivadas del Desarrollo Personal. La inmensa mayora se declara feliz, a pesar de lo cual la tristeza y la tensin, las depresiones y la ansiedad forman un ro que crece de manera inquietante. La gente se declara mayoritariamente feliz pensando que los dems no lo son. Jams se han dedicado tanto los padres a satisfacer los deseos de los hijos, jams ha habido tantas conductas problemticas (entre el 5% y el 9% de los jvenes de quince aos) ni tantas enfermedades mentales entre stos. Son esos aspectos los que hacen de la sociedad del hiperconsumo la civilizacin de la felicidad paradjica. Quin habla de felicidad suele tener los ojos tristes, deca Aragn.Primera parteLa sociedad del hiperconsumo Sociedad de consumo: la expresin se oye por primera vez en los aos veinte, se populariza en los cincuenta y su fortuna prosigue hasta nuestros das, segn se ve por el amplio uso que se le da en el lenguaje corriente y en los discursos ms especializados. La idea de sociedad de consumo parece hoy algo evidente y se presenta como una de las figuras ms emblemticas del orden econmico y de la vida cotidiana de las sociedades actuales.1. Las tres edades del capitalismo de consumoLa aparicin de los mercados de masasProduccin y mercadotecnia de masas El ciclo I de la era del consumo de masas comienza alrededor de la dcada de 1880 y termina con la Segunda Guerra Mundial. Fase I que ve instituirse, en lugar de los pequeos mercados locales, los grandes mercados nacionales, posibilitados por las infraestructuras modernas del transporte y las comunicaciones: ferrocarril, telgrafo, telfono. Al aumentar la regularidad, el volumen y la velocidad de los transportes a las fbricas y las ciudades, las redes ferroviarias en concreto permitieron la formacin del comercio a gran escala, el traslado regular de cantidades masivas de productos, la gestin de los flujos de productos de un estado de la produccin a otro.La economa fordiana Caracterizada por un extraordinario crecimiento econmico, por la elevacin del nivel de productividad del trabajo y por la generalizacin de la regulacin fordiana de la economa, la fase II es idntica a lo que se ha llamado sociedad de la abundancia. Al multiplicar por tres o cuatro el poder adquisitivo de los salarios y democratizando los sueos del Dorado consumista, la fase II se presenta como el modelo puro de la sociedad de consumo de masasHiperconsumo y ansiedad La ansiedad est asimismo en la base del gusto de los adolescentes por las marcas. Si bien es verdad que la marca permite diferenciar o clasificar a los grupos, la motivacin que sostiene la adquisicin no est menos ligada a la cultura democrtica. Pues exhibir un logotipo, para un joven, no equivale a ponerse por encima de los otros sino a no parecer menos que los otros.Medicalizacin del consumo Nada expresa mejor la decadencia del espritu del consumo por prestigio que la evolucin de las demandas y de los comportamientos relacionados con la salud. La sociedad del hiperconsumo es la sociedad en la que los gastos de salud aumentan en todas las direcciones, ms que el conjunto del consumo. El Homo consumericus camina cada vez ms aprisa hacia el Homo sanitas: consultas, frmacos, anlisis, tratamientos, todos estos consumos dan lugar a un proceso acelerado que no parece tener fin. Al mismo tiempo, los espritus se preocupan un poco ms cada da por el cuidado de la salud, los consejos preventivos, la informacin competente: ya no se consumen slo medicamentos, sino tambin programas de televisin y radio, artculos para el gran pblico, pginas web, obras de divulgacin guas y enciclopedias mdicas. He aqu la salud erigida en primer valor y que aparece como una preocupacin omnipresente en casi todas las edades: no basta con curar las enfermedades, ahora se trata de intervenir por adelantado para desviar su curso, anticiparse al futuro, cambiar los comportamientos de las conductas de riesgo, dar constancia de buena observancia.Ligereza y fragilidad Si la mayora se declara feliz en los sondeos, todos, a intervalos ms o menos regulares, se muestran inquietos, tristes, insatisfechos de su vida privada o profesional. La civilizacin que se avecina no elimina la sociabilidad humana, destruye la tranquilidad con uno mismo y la paz con el mundo, ya que es como si las insatisfacciones aportadas por el mercado. Un paso adelante, un paso atrs: la alegra, la gracia de vivir no estn en la agenda del progreso. Cada vez ms satisfacciones materiales, cada vez ms viajes, juegos, esperanza de vida: pero eso no nos ha abierto de par en par las puertas de la alegra de vivir.Vida profesional, vida sentimental, vida fracasada Sin embargo es el consumo el mejor ngulo de observacin para entender la decepcin hipermoderna? Seguramente no. En otras esferas se presenta con ms intensidad: la vida profesional y la vida afectiva son sus principales vectores. A causa de la desregulacin del mercado de trabajo y de la precarizacin del empleo, la esfera profesional est en la base de una creciente marea de sentimientos de inseguridad, de inquietudes y dudas sobre uno mismo. Decepcin profesional que viene con un alud de decepciones de naturaleza comunicacional, sentimental y familiar. Pues la precarizacin afecta tanto a la vida de pareja como a la vida profesional. Proliferacin de separaciones, espiral de divorcios, conflictos por la custodia de los hijos, dificultades para comunicarse: el proceso de individualizacin comporta expectativas ms intensas en la vida de pareja y al mismo tiempo la multiplicacin de los conflictos y las decepciones ntimas: cuando la pareja se basa nicamente en el sentimiento, todo acaba en rupturas, crisis relacionales y desilusiones.DESEOS, FRUSTRACIONES Y PUBLICIDAD Decepcin, frustracin: en los procesos incoados contra el cosmos consumista, la publicidad ocupa, como se sabe, un lugar primordial. Por machacar a los consumidores, por crear necesidades superfluas, por lanzar incesantemente nuevos deseos de comprar, por identificar la felicidad con los bienes comerciales, se ha acusado a la publicidad no slo de manipular, estandarizar e idiotizar a las personas, sino tambin de ser una trampa diablica que hincha hasta el infinito la insatisfaccin individual.La publicidad-reflejo Los adversarios de la publicidad se enfadan porque las ltimas tendencias se dedican a difundir valores y mensajes con sentido, a semejanza de un sistema totalitario. La acusacin es fuerte, la argumentacin dbil. Dnde est la dominacin desptica cuando el marketing de los valores no hace ms que alinearse con la ideologa triunfante de los derechos humanos, la moralidad mnima o la ecologa? Toma de las tiendas de la cultura por el branding? An falta mucho, porque la publicidad slo exalta lo consensuado. Cuanto ms creativa y social se quiere la comunicacin, ms pone en escena sistemas referenciales que no son suyos, que estn ya consagrados por el cuerpo social. La publicidad hipermoderna se presenta ms como una caja de resonancia que como un agente de transformacin social y cultural. Educa al consumidor y lo refleja. El Leviatn publicitario es un espejismo que oculta una fuerza que ha dejado de inventar nuevas formas de vivir.POBREZA Y DELINCUENCIA: LA VIOLENCIA DE LA FELICIDADExclusin, consumo e individualizacin La pobreza y la indefensin de masa que hay en nuestras sociedades se manifiestan con rasgos desconocidos. Hasta hace poco la pobreza describa a grupos sociales tradicionalmente estables e identificables, que conseguan subsistir gracias a las solidaridades vecinales. Esta poca ha pasado, las poblaciones invalidadas de la sociedad posindustrial no constituyen, hablando con propiedad, una clase social determinada. Parados de mucho tiempo, madres solas que trabajan a tiempo parcial, jvenes sin cualificar que buscan pequeas ocupaciones, beneficiarios del subsidio de ingresos mnimos, el paisaje de la exclusin hipermoderna se presenta como una nebulosa sin cohesin de situaciones y recorridos particulares. En esta constelacin de dimensiones plurales no hay ni conciencia de clase, ni solidaridad de grupo, ni destino comn, sino trayectorias e historias personales muy diferentes. Vctimas de procesos de descalificacin o invalidacin social, de situaciones y dificultades individuales, los nuevos desafiliados aparecen en una sociedad que, por ser brutalmente desigualitaria, tambin es hiperindividualista al mismo tiempo o, dicho de otro modo, se ha liberado del marco cultural y social de las clases tradicionales. Por un lado, los jvenes de los barrios perifricos de las grandes ciudades asimilan masivamente las normas y los valores consumistas. Por el otro, la vida precaria y la pobreza les impiden participar plenamente en las actividades de consumo y en las diversiones comerciales. De esta contradiccin surge con fuerza un chorro de sentimientos de exclusin y de frustracin, al mismo tiempo que comportamientos de tipo delictivo. Puesto que no conocen ms que el fracaso escolar y la precariedad, los jvenes de los barrios problemticos se despreocupan del trabajo, tienden a justificar la pequea delincuencia, el robo y los apaos como recursos fciles para obtener dinero y participar en los modos de vida dominantes con que nos bombardean los medios. Por qu alienar su vida y su libertad con un trabajo que les reporta tan poco?EL MAL DE OJO Por lejos que nos remontemos en la historia de las sociedades humanas, el veneno de la envidia se conoce, se nombre y al mismo tiempo se teme. En todas las civilizaciones y lenguas conocidas, el individuo presa de la envidia es blanco de condenas y crticas, en los cuentos, las leyendas y los proverbios, en todas partes, desde las creencias salvajes hasta el Antiguo Testamento (Can y Abel), la envidia y la codicia se califican de pasiones devoradoras, de amenazas, plagas terribles. Pero si este sentimiento es una constante de la naturaleza humana y de la vida en sociedad, tenemos derecho a pensar que no todas las sociedades le conceden la misma importancia, no todas favorecen del mismo modo la aparicin del individuo envidioso. La envidia est en la base de las desgracias que le suceden a todo el mundo. ste es el motivo de que sean numerosos los ritos y creencias destinados a protegerse de quienes tienen predisposicin a la mala voluntad. La televisin, las revistas y la prensa del corazn presentan cotidianamente el espectculo de los que encarnan la plenitud de la vida. Por medio de fotos y reportajes por todo lo alto, los medios no slo hacen brillar los modelos de vida feliz, sino que se dedican a hacer ms bello, ms deseable lo ms deseable, ms felices a los ms felices. Tras una lgica tradicional de disimulo llega una lgica de sobreexposicin de imgenes de felicidad fuera de lo comn.ETICA Y ESTTICA: UNA NUEVA BARBARIE? Al igual que la biosfera, el mundo del espritu o de la cultura aparece como otro gran continente devastado por el capitalismo de consumo. La acusacin recoge numerosas quejas. A qu recuerda una cultura fagocitada por los medios de masas sino a un ocano de simplezas e insignificancias? Qu queda de la vida del espritu cuando triunfan el zapeo y la diversin generalizados? Mientras se debilita la autoridad simblica de la vida intelectual, prosperan las industrias de programa, los parques temticos y los juegos atraen a las masas, aumenta el tiempo que pasamos ante el televisor: la era gloriosa de la cultura desaparece en beneficio del imperio del entretenimiento. Lo que se ha apagado es el entusiasmo poltico, no los sentimientos morales. Hay que desterrar ese lugar comn que dice que el consumo-mundo trae la deslegitimacin de todos los valores, cinismo y relativismo generalizados. Por mucho que reine el todo vale, la mayor parte de los individuos tiene convicciones morales que se expresan mediante reacciones de indignacin y una variedad de comportamientos responsables o altruistas. No presenciamos tanto la decadencia nihilista de los ideales como una nueva regulacin social de la tica, compatible con el individuo hipermoderno. Los ideales del Bien y la Justicia no han muerto: aunque no construyen un mundo a su imagen, permiten juzgar, crtica, corregir algunos excesos o derivas del cosmos individual-consumista. La verdad es que nuestra poca presencia menos la desvalorizacin de todos los valores que una recuperacin de la pregunta moral, que tiene que ver con el retroceso de la influencia de lo poltico y de los grandes sistemas de sentido. Tampoco hay que pasar por alto que la sociedad del bienestar completo es la sociedad en que, paradjicamente, se multiplican las pasiones por la conquista y el riesgo. Salta a la vista que el consumo no es la principal motivacin de los grandes empresarios: trabajan como locos, olvidan los placeres y el confort de la tranquilidad, a fin de satisfacer sus ansias de poder, de dominacin y riesgo. El imperativo futuro es inventar nuevos modos de educacin y trabajo que permitan a los individuos encontrar una identidad y satisfacciones que no sean las de los parasos pasajeros del consumo.EL POSHIPERCONSUMO Con el capitalismo de consumo, el hedonismo se ha impuesto como valor supremo y las satisfacciones comerciales como la va privilegiada hacia la felicidad. Mientras la cultura de la vida cotidiana est dominada por este sistema de referencia, y mientras no se produzca una catstrofe ecolgica o econmica, la sociedad de hiperconsumo seguir inevitablemente su curso. Pero si apareciesen nuevas formas de evaluar los goces materiales y los placeres inmediatos, si se impusiera otro modo de enfocar la educacin, la sociedad del hiperconsumo hara sitio a otro tipo de cultura. La mutacin futura vendr por la invencin de nuevas metas y nuevos sentidos, de nuevas perspectivas y prioridades en la vida. Cuando la felicidad se identifique menos con la satisfaccin del mximo de necesidades y la renovacin sin fin de objetos y diversiones, se habr cerrado el ciclo del hiperconsumo. Este cambio socioeconmico no supone ni renuncia al bienestar material ni desaparicin de la organizacin comercial de los modos de vida, sino un nuevo pluralismo de los valores, una nueva apreciacin de una vida canibalizada por el orden del consumo verstil.EL ECLECTICISMO DE LA FELICIDAD Son muchas las razones que permiten pensar que la cultura de la felicidad comercial no se puede considerar un modelo de buena vida. Sin embargo, son suficientes para invalidar radicalmente el principio? Nada es concluyente en este dominio, todo est por inventar y construir sin modelo garantizado. Tarea ardua, inevitablemente insegura y sin fin, conquistar la felicidad sin poder saber hasta donde. Lo que es verdadero para la sociedad lo es para el individuo: el hombre avanza hacia un horizonte que se diluye mientras cree aproximarse, ya que toda solucin plantea nuevos dilemas. Hay que inventar la felicidad continuamente y nadie tiene las llaves que abren las puertas de la Tierra Prometida: lo nico que sabemos es pilotar con ayuda de instrumentos y rectificar continuamente, con ms o menos xito. Luchamos por una sociedad y una vida mejores, buscamos incesantemente caminos que nos lleven a la felicidad, pero cmo ignorar que eso que ms apreciamos, la alegra de vivir, ser siempre como una propina?ApndicesCONSUMO, TIEMPO Y JUEGO Ciertas evaluaciones adelantan la hiptesis de que los gastos reales del ocio podran representar la cuarta parte del presupuesto de los hogares, consolidndose as como fuente principal de gastos, por delante de la vivienda; cf Gerard Mermet, Francoscopie 2001, Larousse, Pars, 2000, p.390 Adems, no se puede separar la nueva fortuna de los derechos humanos de la expansin del universo consumista. Al elevar a norma de vida la bsqueda de la felicidad privada, ste ha contribuido a desprestigiar las grandes visiones del futuro que sacrificaban al individuo en aras de la Historia y la Nacin, ha dignificado el eje del presente social y, en consecuencia, al individuo y sus derechos como fundamento ltimo y norma organizadora de la vida pblica. A pesar de su expansin, la influencia de la publicidad comercial es, en muchas esferas, menos importante que la publicidad oral que hacen los propios consumidores. Comprar tal libro, ir a ver tal pelcula, elegir el lugar de vacaciones dependen mucho ms del rumor que de la persuasin publicitaria.2