Resumen Oratoria de William Spencer Por Pablo Baeza

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Pablo Baeza Profesor: Moisés Norambuena Universidad Alberto Hurtado Síntesis libro “Oratoria”, William J. Spencer I. La expresión escrita La expresión escrita como método del discurso está estructurada en un sistema, código y canal. Los elementos pertinentes al sistema tienen relaciones con los siguientes elementos: contexto, escritura, objetivo formal, elaboración y planificación. También el léxico en respuesta a el objetivo formal y es ejecutado por mecanismos de proyección del mensaje. Posterior a estos elementos, los factores culturales y sociales juegan el “envoltorio” del texto, su presentación –de la mano con el léxico, si es culto formal, culto informal, etc.-. Y por último, el sentido final del texto que en resumen es el objetivo que se pretende infundir en la audiencia. La elaboración concreta del texto debe considerar el tiempo, y con ello la extensión física. Además, de idear los elementos de forma, donde se integran las herramientas lingüísticas. Una vez listo el contenedor de lo que se pretende hablar, hay que generar el contenido de fondo –tesis-. Organizar las aristas y argumentos que den valides a el planteamiento. Dentro de esto se debe decir la reacción buscada en el público lector (emoción, diversión, sorpresa, etc.). Algunas herramientas para no perder el lineamiento general es responder preguntas básicas –que en cierto modo son las mismas interrogantes que conforman una noticia, con el objeto de generar interés: ¿Qué? ¿Quién? ¿Cuándo?, etc.-. Los factores mencionados, todos, se denominan “objetivo timón”, una suerte de estructura en bruto de un edificio. Lo demás es albañilería, no menos importante pero requieren de una base fuerte. Guía principal, motivación o cautividad del texto, claridad doctrinaria. Estos elementos crean la “progresión temática”. Ésta se divide en progresión: lineal, constante y derivada y de desarrollo. 1

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I. La expresión escrita

La expresión escrita como método del discurso está estructurada en un sistema, código y canal. Los elementos pertinentes al sistema tienen relaciones con los siguientes elementos: contexto, escritura, objetivo formal, elaboración y planificación. También el léxico en respuesta a el objetivo formal y es ejecutado por mecanismos de proyección del mensaje. Posterior a estos elementos, los factores culturales y sociales juegan el “envoltorio” del texto, su presentación –de la mano con el léxico, si es culto formal, culto informal, etc.-. Y por último, el sentido final del texto que en resumen es el objetivo que se pretende infundir en la audiencia.

La elaboración concreta del texto debe considerar el tiempo, y con ello la extensión física. Además, de idear los elementos de forma, donde se integran las herramientas lingüísticas.

Una vez listo el contenedor de lo que se pretende hablar, hay que generar el contenido de fondo –tesis-. Organizar las aristas y argumentos que den valides a el planteamiento. Dentro de esto se debe decir la reacción buscada en el público lector (emoción, diversión, sorpresa, etc.). Algunas herramientas para no perder el lineamiento general es responder preguntas básicas –que en cierto modo son las mismas interrogantes que conforman una noticia, con el objeto de generar interés: ¿Qué? ¿Quién? ¿Cuándo?, etc.-.

Los factores mencionados, todos, se denominan “objetivo timón”, una suerte de estructura en bruto de un edificio. Lo demás es albañilería, no menos importante pero requieren de una base fuerte. Guía principal, motivación o cautividad del texto, claridad doctrinaria. Estos elementos crean la “progresión temática”. Ésta se divide en progresión: lineal, constante y derivada y de desarrollo.

La finalización del escrito debe ser “redonda”. No dejar cabos sueltos ni dudas tácitas en la audiencia lectora. Ser contundente, preciso y sucinto.

Todo texto puede ser leído en público, por ello se debe considerar el estilo de narración de tal modo que sirva para tal efecto. Expresar claramente, de que se hablará, habla y habló de tema. Buscar lazos en las diferentes partes del texto es necesario e inalienable del discurso y su conclusión. Las bases para realizar lo dicho son: base descriptiva, base narrativa, expositiva, directa y argumentativa. Van Dijk establece la súper estructura teniendo como pilar la argumentación que puede divergir en justificación y conclusión. La primera a su vez por medio del marco inscrito, se opta entre un punto de partida o los hechos, siendo lo inicial desglosado en legitimar o reforzar la súper estructura.

De modo accesorio, los recursos dentro del texto ayudan a clarificar la intención del texto. Desde el tono usado, palabras, asertividad lexical (concisión), grado de especialización de la tesis, correcto uso de conectores. Además de recursos expresivos en caso de que el testo esté destinado a ser leído frente a una audiencia.

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II. Último retoque

La revisión o último retoque del escrito es un ejercicio de transposición de papeles. Sentirme lector, auditor y expositor. Velar porque en los tres casos la funcionalidad de lo expuesto cumpla su objetivo principal, explicar la tesis, crear interés y concluir el tema.

Pensando en la situación que reúne la mayor cantidad de situaciones, la exposición oral del manuscrito, el recurso oral debe cuidar los siguientes aspectos: La audiencia sólo da una oportunidad y tiempo para leer o escuchar el trabajo. Ser “audible” y ello implica varios factores.

La respiración, tiene variadas técnicas para la exposición oral en público. Respiración superior y costodiafragmática abdominal. Independiente de la forma usada, también es importante la corrección de la postura para una correcta ejecución física de la respiración, por medio de ejercicios se puede lograr o pretender un resultado eficiente y eficaz.

Pero, la respiración es sólo un factor subsidiario de lo más fundamental, la voz. Este mecanismo, complejo y a la vez de uso constante –ya sea bien o mal usado-, requiere para los motivos de expresión oral correcta ser corrida. La voz corrida no es más que una buena proyección de la misma –buen volumen, no gritar pero tampoco hacerla inaudible- ,para alcanzar todos los lugares del recinto o lugar donde se exponga. Otros factores adyacentes al correcto uso de la voz son la impostación, articulación, dicción, velocidad. Juntos a lo mencionado al comienzo debería dar un adecuado uso de la voz.

Spencer dice: “La inferencia, operación mental de interpretación, hay que iniciar el ‘camino’ en el registro mediante la captación para luego pasar por el entendimiento o primer estadío de apropiación de sentido” (Oratoria. Spencer. Pág. 65). Los componentes de esta interpretación del canal son el timbre, tono, ritmo, silencio, pausas, modulación y armonía. Nada de esto podría ser ejecutado de forma correcta sin una adecuada higiene vocal. El reposo, alimentación tanto sólida como líquida, temperatura ambiente, ejercicios respiratorios y dejar los vicios forma como de fondo –de forma como el tabaco, alcohol; de fondo los vicios elocutivo y expresivos, los más comunes son la dislalia y la inflexión decreciente y decreciente, pero por excelencia las muletillas. Las demás disfunciones no siempre pueden ser corregidas ya que pueden ser producto de alguna condición médica-.

Cuando se logra un buen nivel de uso de la voz, se puede llegar de forma más fácil a la lectura rítmica. Que no es otra cosa que estar capacitado para tener una buena concordancia entre la voz y los acentos tónicos y tácitos del texto que se lee, correcta lectura y vocalización además de buen uso de las pausas determinadas por la puntuación del texto.

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III. Las palabras en acción

Existen dos formas de reproducir un texto con la voz. Narrando o leyendo. Siendo dos conceptos en esencia similares, la lectura pura y simple, atenta contra las técnicas de una buena exposición ya mencionadas. Monotonía, quiebres de la intención a expresar, vulnerabilidad a factores externos que hagan perder concentración en lo leído, etc.

La narración, por otro lado, es la lectura con aditivos que la hacen heterogénea. Con una buena técnica se puede hacer una narración que llame la atención y concentración del público. Pero, menos es más, siempre usar los elementos kinestésicos, énfasis, paseo visual, etc. Con prudencia. Un mal uso generaría el mismo efecto que una simple lectura en voz alta, desconcentrar a la audiencia.

Un factor importante dentro de la exposición, es la interpretación tanto pasiva como activa (receptor y emisor). El contexto dado en cada frase u oración debe ser potenciado por un correcto uso de la voz. Por ejemplo, una pausa mal hecha, puede dejar fuera de la línea alguna idea maestra dentro de lo expuesto. La impresión de conocimiento, prestancia e inspiración sobre la audiencia es un factor que puede influir también en la comprensión del mismo generar una empatía. No evidenciar que se está leyendo un texto de forma sistemática.

Todo lo mencionado en esta página tiene como fin último de persuadir a la audiencia. Esto ya que, no tendría sentido poner en práctica todas las técnicas y ejercicios para dar una cátedra o exposición ejemplar, si los auditores no logran entender o aceptar el mensaje final de lo expuesto. Si se es espontáneo se elimina la monotonía; el humor puede jugar con los grados de focalización del público; el suspenso hace un papel parecido al humor pero de forma inversa, en vez de distender, genera expectación para dar importancia a una idea maestra. Los ejemplos personales, historias, ejemplos generales, preguntas, citas y cifras, principalmente comparten la clarificación de una idea o dar autoridad a un comentario. Los paralelismos y enumeraciones deben ser usado con precaución, porque están jugando en un ámbito un poco más abstracto dentro del texto, ideas y principios que deben ser clasificados o puestos en evidencia.

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IV. Viendo las palabras

El relator debe cuidar de algo tan evidente y presente como la voz, el lenguaje corporal y su entorno inmediato. Por entorno entendemos dos cosas principales, la ropa con los accesorios y el lugar donde está situado. También el lenguaje corporal completo, desde lo kinestésico hasta las expresiones faciales, posición de la vista, etc. La estampa del orador no sólo se gana con una excelente dicción y énfasis, también con un correcto uso del entorno y los elementos auxiliares, que bien ejecutados son un factor importante en el éxito de la difusión del mensaje, mal usados, puede generar el desinterés total de la audiencia.

Todo entra por la vista, si el aspecto personal del expositor es bien cuidado, con un semblante imponente o seductor, tendrá la atención inmediata de la audiencia aún sin haber empezado el discurso.

La vestimenta debe ser acorde con la situación, si es formal, semi o informal. Influirá también el determinar a qué público se va a dirigir. Todo con intención ya mencionada de potenciar y reafirmar la tesis sobre los oyentes. Lo ideal es mimetizarse con el público, en los aspectos de forma, permitiendo algunas variaciones a título personal de quien expone. Si es un tema muy serio, usar ropa sobria, por ejemplo.

Es importante ensayar el “cómo” se ve en el espejo y nuevamente transpolar los roles en la imaginación para tener una visión más amplia.

La expresión corporal que acompaña la escrita, debe tener ciertos parámetros como espalda erguida, contacto visual, expresión facial cercana como alegría discreta o sobriedad según el tema.

En resumen, hay que ser conscientes de lo que hace el cuerpo, generar posturas y ademanes y neutralizar movimientos involuntarios que puede jugar en contra. El dominio discreto y moderado del espacio en el que se está hablando, opera junto con la emoción dada al texto, siempre con suavidad y recato. Evitar cualquier cosa que lo haga muy distintivo y en lo posible una postura neutra que permita adaptarse de forma sutil al grupo al que se habla.

El entorno puede ofrecer apoyos auxiliares que deben tener un uso muy bien pensado, la ayuda de un tercero evitaría desconectar del discurso a los oyentes cuando se necesite manipular o interactuar con un elemento dentro de la escena.

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V. Ahuyentando las palabras

Las exposiciones en público, generan desgaste mental y físico, problemas de ansiedad y de miedo al público. Los presentadores de televisión, por ejemplo, deben pasar por algo similar pero no se hacen notar o no les afecta.

El cuerpo se manifiesta ante la ansiedad exacerbada –ataques de pánico o ansiedad interpretativa- con síntomas imaginarios, que pueden eventualmente ir en contra del discurso. Lo fundamental es ejercitar la fuerza de voluntad interna y auto convencerse de que no está pasando nada ni sintiendo algo. Respecto a los miedos racionales –irracionales son fobias, lo que corresponde a una condición clínica que requiere la ayuda de terceros-, se deben enfrentar de forma lógica. Un buen método es hacerse preguntas obvias, que racionalizan el pensamiento y el presente que se vive. Ello da un alcance lógico al miedo y se entiende la razón de mejor forma y subsiguientemente la solución suele aparecerlas respuestas a las mismas auto preguntas.

El secreto del éxito en la lucha contra los medios es la preparación anticipada de la actividad. Identificar los momentos álgidos de ansiedad y trabajarlos a tiempo o previniéndolos.

Por lo tanto, la relajación parece ser la única herramienta de la solución. Existen fenómenos como la coraza muscular que evitan relajarse (risa, llanto, angustia, alza del tono, rigidez muscular). Para vencer esta condición, Schultz y Jacobson proponen sus propios métodos.

Schultz propone estar sentado de forma pasiva, que permita poner cómo el cuerpo completo. Luego seguir con la “postura del cochero”, cabeza relajada sobre el pecho y posar ambas manos sobre los muslos. Posterior a eso, recostarse con los brazos en posición ligeramente doblada y las piernas estiradas y relajadas. Una vez hecho los ejercicios, la persona debe estar pendiente de sensaciones, tales como: pesadez, calor, ritmo cardiaco normal, respiración tranquila, abdomen acalorado y sudoración en la frente. Enumerar las partes del cuerpo cuando se hace esto.

Jacobson con su sistema analítico de enfoque fisiológico, busca eliminar los residuos o externalizaciones que deja la tensión oculta. Se identifica por la respiración agitada, mandíbulas apretadas, expresiones faciales fruncidas y tensión en la nuca. La solución según Jacobson es estar en postura relajada extendido o sentado y poner atención a la musculatura del cuerpo. Con ello detectar las partes tensas o “contracturadas” y relajarlas una vez localizadas tomando conciencia del cuerpo completo.

Otros ejercicios como el de salto, formas de Gottesman y ejercicio “Di Luis”, tiene su base en generar reacciones automatizadas del cuerpo a partir de otras creadas por uno mismo, saltar, reír con el rostro completo y baños de vapor.

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VI. Relacionarse con la audiencia

El poder encantar a la audiencia, tiene su base en saber a quién se está dirigiendo el relator. Se debe considerar varios factores, como lo es la proximidad con estos, relaciones jerárquicas dentro del mismo grupo oyente. Por sobre todo se debe tener en cuenta que uno no es el centro de la reunión, lo es el contenido de lo próximo en hablar. Además de evaluar si el contexto les será de utilidad o convencerlos de que sí lo es.

Los aspectos formales y de cercanía, vestimenta, corporalidad, léxico y el objetivo timón son los determinantes de si habrá o no convicción y agradamiento. El objetivo es buscar la cercanía con el público, hacerlos sentir identificados con quien expone y especialmente con lo que va hablar. Evaluar reacciones, buscar la mesura y sentido común.

El hacerse oír y escuchar, es sinónimo de captar la atención de la audiencia. Para ser oído se debe estar en una postura enérgica, tanto en el discurso, su vocalización y expresión corporal. Hacer que lo escuchen, son los ajustes de lo primero para lograr captar la atención siendo certero y no abusar de los recursos. Los presentes valoran en un orador la sinceridad y la veracidad. Una vez ganado esto, el orador debe estar pendiente de las reacciones, adaptarse a ellas y ayudar a que el público se identifique e imagine de la mejor forma el mensaje. Despertar las pasiones por medio de la identificación de lo expuesto respecto de quienes asisten a oír.

El tiempo empleado en el discurso, influye en el nivel de atención. Según conocedores en la materia dicen que no se recomienda más de cinco ideas principales en no más de treinta minutos. A los 45 minutos, la concentración del grupo se dispersa. En esto también hay que estar pendiente de las variaciones de comportamiento del público, como las ausencias, gestos, etc.

Dependiendo frente a quienes se expone, la integración de los asistentes puede ser fluida o forzada a que participen por medio de la solución de dudas o consultas. Otro sistema es hacer preguntas a mano alzada. Para responder una pregunta hecha por el público, se debe ser tolerante y tener buena disposición. Tratar de que el tema se encamine por medio de la respuesta al tomón central de la tesis. No entrar en juicios de valores positivos ni negativos, ya que, al trabajar en grupo puede crear una disociación entre los participantes.

De haber sujetos conflictivos o difíciles de tratar, no hay que enojarse y actuar de forma contraria al ataque, ello desarticula toda agresión verbal. Independiente de las situaciones incomodas, se debe mostrar siempre con el control total de la situación, resguardando en algunos casos actuar con humildad y reconocer errores o verbalizarlos. También frente a otro tipo de conductas no dañinas pero sí molestas, buscar salidas neutras y diplomáticas. La idea es no ganar enemigos, sino dar un mensaje.

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VII. Distintos escenarios

El ideal del comunicador es lograr apasionarse con lo que presenta: Imponer y seducir. Para obtener un adecuado equilibrio entre esas dos condiciones cuando se debe presentar a un invitado u orador, debe seguir ciertos protocolos tácitos: ser breve, nunca pasar a ser el centro de interés completo, no vanagloriarse ni exagerar sobre las propias capacidades o ser autorreferente. En ninguna forma intervenir en los temas del invitado. Se sugiere que de la bienvenida y presentar al auditorio y promocionar el tema del orador entrante. Presentar al invitado en persona al auditorio y agradecer su presencia e instruir al invitado sobre el público que se enfrenta.

En el transcurso de la participación se puede intervenir como moderador, centrando el tema en la tesis inicial, proponer preguntas y promover la participación. Estar pendiente de la información importante y de prever situaciones estresantes para intervenir de forma certera. Finalizar el encuentro y acompañar en todo momento al invitado; hasta el momento que se retire.

Precisando en las formas de presentación, existen dos situaciones de género, las formas e informales. Dentro de ello, los casos pueden ser difíciles o simples. En sus aspectos formales también varía la forma y fondo. El discurso escrito, “guionado”, para asunción, de homenaje, para brindis y el de fines laborales. En todos estos casos se debe evaluar y ser preciso en el tiempo usado, la formalidad y proximidad. Cuanto intervenir en público o si es preferible encantar o imponer.

Pero, existen situaciones donde los aspectos protocolares y preestablecidos no son suficientes y se debe improvisar. Para hacer esto se debe estar consciente de quien es uno, si un experto sobre el tema a improvisar o tiene las habilidades para hacerlo. También se debe evaluar la situación, si es algo muy próximo o más formal. En el primer caso, los conectores, un conocimiento que pueda ayudar y un poco de verborragia, ayudarán a salir del paso –estrategia clásica-. En el segundo planteamiento –discurso de estilo-, ser lineal y variado en lo que se hable ayudará en gran medida a mantener a los presentes entretenidos y cumplir con lo encomendado.

En los medios de comunicación, difieren en su operatoria respecto al orador clásico. Se exige un mayor nivel de adaptación y una postura más impositiva que encantadora. En los casos que se usen medios de televisión aparte de lo ya mencionado, el aspecto de la ropa formal tiene límites técnicas a considerar donde uno se adapta al cómo vestir. En radio, se pone énfasis en las técnicas de vocalización. Se debe ser más prolijo en las herramientas y ejercicios respiratorios y de proyección, dicción, modulación.

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VIII. Preparativos y consejos prácticos

En los momentos previos de salir a exponer, la compostura y serenidad son los principales aliados. Esto no quiere decir, no estar preocupado de la alimentación, ejercicios de relajación, aspectos formales y de protocolo. Revisar el lugar antes, para tener una ubicación espacial adecuada y revisar los pormenores de índole técnica como iluminación, espacios, sonido, si se tiene conocimiento del equipo a usar, micrófonos, etc.

Los cuidados y previsiones principales son: numerar las páginas, revisar el número de fichas y desechar las que están extras, tener siempre una copia, pañuelo y lápiz, reloj para medir el tiempo de discurso y corroborar todo el material en el que se va a sustentar la exposición.

Junto con la previsión, la flexibilidad es un elemento del orador muy importante. Esto le va a permitir una rápida adaptación frente al público y su posterior manejo. El estar preparado para un incidente o imprevisto y poder desempeñarse con todas las herramientas mencionadas, de la mejor forma. Si se es flexible, puede enmendar los errores o dar vueltas de opinión de forma rápida. Nunca dejar de preguntar.

Otro factor preponderante en el éxito de un discurso es el ensayar. En esta instancia se deben explotar todos los supuestos, cambios de papeles, imprevistos y cosas pertinentes como no que puedan rondar la exposición de la tesis. Además el ensayar ayuda a tener fluidez natural, no autocensurarse y lograr una buena profundidad y prolijidad del ensayo que a estas alturas del ensayo debe estar personalizado al público que lo oirá. Por último, mentalizar muy profundamente el “objetivo timón”.

Técnicas concretas que nos llevan a ello es imaginar el peor de los escenarios y crear un plan frente a eso, como el público difícil. Ejercicios de empezar y parar, ensayar con público, ejercicio del “¿Qué? –para ayudar a identificar declinaciones de contenido y de vocalización-, parafraseo, buscar el esqueleto del texto. Por último para casos de improvisación la técnica del “Chef”.

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IX. Y al final

Las evaluaciones personales a los participantes o auditores para hacer pequeños ajustes y saber el resultado final, si el objetivo timón cumplió o no su propósito.

Mantener una proximidad al final de la exposición con los presentes, da a entender una valoración al reconocimiento de otros. Saber recibir halagos, relajarse en casa, leer las evaluaciones del público y extraer ideas.

Volver al ejercicio de transposición de roles, ahora ser un oyente ficticio de la propia presentación y hacer el mismo ejercicio de críticas, halagos a su misma persona. El objetivo es similar al de “voz corrida”, lograr abordar todos los espacios posibles de la actividad realizada en un juego mental.

Hacer un repaso mental desde lo más básico, escritura, composición del texto, alineamiento de tesis, hasta llegar al momento final pasando por la corporalidad, integración, técnicas e improvisaciones.

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X. Guía práctica para lograr un discurso exitoso

El practicar, a diferencia de ensayar, se desarrolla en un medio sin presiones. Se puede regular el propio ritmo y ver en perspectiva las posibles mejoras, tomar por simple gusto un tema y desarrollarlo como si de una exposición tratase. “La práctica hace al maestro”.

Desarrollar un cuestionario autocrítico y exigente es la mejor forma de autoevaluación en conjunto con el ejercicio mental de transposición. Este cuestionario debe tratar de forma inductiva, de lo más general a lo más específico. Siendo lo general el objetivo trascendental. También desarticular el orden, alternando preguntas de índole técnica, de ejecución, práctica, teoría, conocimiento y sentido común.

Objetivo final del ejercicio: saber cómo resultaría o resultó toda la actividad. Lograr el éxito.

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Opinión personal

Spencer realiza un detallado trabajo, una verdadera guía de la oratoria. Muchos de los conceptos usados, creo que tienen una real aplicación a otros aspectos de la vida cotidiana. Por ejemplo, el trato y la forma de relacionarse de forma interpersonal. No necesariamente aplicado a un auditorio o sala de clases.

Es interesante pensar en el mensaje que nos entrega de ser constantes y aplicar la disciplina de la proyección y el ensayo aplicado a todas las cosas. Desarrollar la capacidad de poder introducirse en supuestos o un caso virtualmente probable.

El clímax de lo enseñado obviamente se ve en su máxima operatividad en lo que al discurso se refiere, pero si se lee en la postura de “yo, audiencia”, la perspectiva enseña que no es fácil estar parado frente a un grupo de personas y además introducir un mensaje de la mejor forma o enseñanza. Una posible doble lectura sería entender como oyente que los protocoles de los que trata Spencer, también son aplicables al receptor. Lograr, por ejemplo, expandir esos 30 minutos de concentración, ser un agente proactivo en la exposición de la tesis y no un mero objeto de cuidado y protección por parte del expositor.

Otro punto muy favorable al libro es el método usado para entregar la información, guarda perfecta relación con lo enseñado y su estructura. Podría discrepar sobre lo que él entiende por “encantar”. Ya que a mi parecer puede se reinterpretar como engatusar. Poco habla del contenido y se puede desprender que no importa de lo que hables, mientras esté bien argumentado no habría problema. Si no lo está, tienes la improvisación y técnicas para mantener una audiencia cautiva. Creo que sería la única contradicción respecto a la parte que trata sobre la humildad y compromiso del relator con su público. Como consecuencia de ello, William Spencer hace ver a la audiencia como esponjas sin un gran criterio o autocontrol, una suerte de “zombis”, salvo en el momento que se le debiese dar la oportunidad de comentar, pero no se pone en el caso de tener una persona en la multitud que sepa más que el mismo expositor, ni como efrentarlo, parte de la base que el expositor es superior en todo sentido, o debe pretender a eso.

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