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1 El fracking en España Nº 8

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1El fracking en España

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SE DICE QUE LOS JÓVENES VAIS A VIVIR PEOR QUE

VUESTROS PADRES

Nuestra sociedad está azotada por la crisis económica y las fa-milias están sufriendo

sus consecuencias. Aunque menos visibles, se nos echan encima dos crisis más profun-das todavía, las crisis energéti-ca y ecológica, esta última con el cambio climático en ciernes. ¿Por qué ocurre todo esto aho-ra? Nos han hecho creer que el crecimiento económico de los Estados podía continuar ili-mitadamente. Se sabe, desde hace tiempo, que esto es im-posible, que la economía, en buena lógica, no puede crecer y crecer sin toparse con los lí-mites de nuestro Planeta. Y, desgraciadamente, nos ha to-cado vivir esta época, la época en la que estamos sobrepa-sando los límites de la Tierra.

La primera consecuen-cia de este hecho es que, desde hace algunas déca-das, los sistemas naturales están degradándose debi-do a su sobrexplotación y a su excesiva contaminación. La segunda es que, fruto de di-cho deterioro, ha comenzado un periodo de decrecimiento físi-co; hoy a cada uno de nosotros le toca menos gasolina, menos tierra, menos alimento, menos agua, menos pescado, menos madera, etc. que ayer y más que mañana. Todavía es poco perceptible este decrecimiento, pero pronto veremos que los precios de la gasolina subirán año tras año y lo mismo suce-derá con los de otros productos.Por eso, la tercera consecuen-cia es que años después del decrecimiento físico llegará el decrecimiento económico y el sueño que tenía-mos de un creci-miento ilimitado se desvanecerá como un espejis-mo e incluso se podrá convertir en una pesadilla.Entrar o no en un futuro de pesadi-

lla depende de todos nosotros. Si los ciudadanos no tomamos conciencia de lo que está ocu-rriendo, tampoco lo harán los poderes político y económico que nos gobiernan. Lo digo tan rotundamente porque la avalan-cha de datos de la degradación que sufren los sistemas natura-les es tan contundente que si no han tomado medidas para solucionarla es porque no les interesa hacerlo o, sencillamen-te, les sobrepasa el problema.Tomar conciencia del pro-blema supone aceptar el decrecimiento, a partir de ahora, no solo los españo-les sino todos los seres hu-manos tendremos que vivir cada vez con menos energía y productos durante una larga temporada. ¿Hasta cuándo? Hasta que nuestra economía d i s -

<<Se nos está echando

encima dos crisis muy profundas ,las crisis energéti-ca y ecológica.>>

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Quizá tú también lo hayas oído y pensa-do, pero no tiene por

qué ser así.

minuya lo suficiente como pa-rarespetar los límites plane arios, o sea, hasta lograr una situación de sostenibilidad con la Tierra.Entonces la econo-mía podrá estabilizarse, aun-que con un nivel de consumo bastante menor que el actua .l.Si el decrecimiento se realiza de manera negociada, progra-mada y controlada por todos los países –quizá por media-ción de un organismo mundial, como una ONU con más poder- el decrecimiento no tiene por qué ser doloroso. Asistiremos a cambios políticos y econó-micos trascendentales con el fin de potenciar la democracia participativa y eliminar el enor-me poder que han adquirido los grandes bancos y corpora-ciones empresariales. La economía y la vida serán más locales; el comercio entre paí-ses será limitado así como los viajes, el trabajo tendrá que ser repartido y tam-bién los salarios, el consumo de produc-tos será bastante me-nor. A cambio, traba-jaremos menos horas, dispondremos de más tiempo para el ocio, el deporte, las rela-

ciones sociales, el trabajo social, las actividades creativas, etc. La contaminación será mucho me-nor, se recupera-rán los paisajes, los bosques, los ríos y otros sis-temas naturales. En defini-tiva, tendremos menos trabajo pero más tiempo libre, menos dinero y estrés pero más cali-dad de vida, o sea, podremos vivir mejor aunque con menos cosas, como reza este eslo-gan a favor del decrecimiento. Los valores individualistas y de competitividad a ultranza que dominan en nuestra socie-

dad serán sustituidos por otros como la austeridad, la solidari-dad, la amistad, la prudencia y sensatez, el gusto por estudiar y aprender, la crítica funda-mentada, etc. valores que pue-den proporcionar tanta o más felicidad que aquellos otros.La meta a alcanzar por la hu-manidad es la sostenibilidad. La sostenibilidad tiene que ser

la utopía que reemplace a la actual del progreso. El progreso se ha con-vertido, de hecho, en un regreso. La sostenibili-dad con el Planeta es la esperanza de la hu-manidad, ni más ni me-nos. Creo que es una bella idea para que la gente joven la incorpore en su vida y trabaje por ella: salvar el Planeta para salvarnos con él.

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Un nuevo orden eco-nómico con serias consecuencias para el empleo se ha

instalado entre nosotros sin que las autoridades europeas, por descontado tampoco las españolas, ni las patronales ni los sindicatos parezcan haberlo comprendido. Incluso en Estados Unidos, cuna y eje del desarrollo digi-tal, están disparadas las alarmas. Las sinergias que se derivan del desa-rrollo de las ingenierías del software, robótica, telecomunicaciones y microelectrónica, han creado memorias más rápidas y baratas, mayor movilidad y ubicuidad de la in-formación, máquinasinteligen-tesque combinadas con otras ramas del conocimiento como

la medicina o la climatología, por ejemplo, han generado todo un universo nuevo: el de la digitalización. Un universo que, como ocurriera en su día con la electricidad, embebe los hábitos humanos y condicio-na la cantidad y la calidad del empleo. Más que la sustitución del hombre por

la máquina, es la aparición de nuevos productos y costum-bres los que asolan muchos empleos. Las implicaciones y preocupaciones de este nuevo orden han dejado de ser pre-ocupaciones exclusivas de los tecnólogos. Los economistas finalmente les prestan atención (Foreing Affairs, julio-agosto; The Economist, 4 de octubre) y ya aceptan que el optimista principio de la “destrucción creativa de empleos” no se

cumple esta vez. La pérdida de empleos provocada por la digitalización no encuentra contrapartida con la creación de otros que equilibrarían la balanza. Ni siquiera las start up, tan pregonadas como fuentes de empleo, funcionan. El pasado mes de septiem-bre, en Boston, la comunidad

científica reconoció, a partir del censo ame-ricano de empresas, que aquellas llevan años reduciendo su capacidad para ge-nerar empleo. Las que sobreviven son autoempleo o tienen menos de cinco tra-bajadores. Instagram

o WhatsApp no superan los cien empleados a pesar de haber alumbrado productos rompedores que fueron adqui-ridas por las “grandes ganado-ras”, que pagaron cantidades fastuosas por ella. Pero esos ingentes desembolsos de capital no tienen traducción positiva en el mercado labo-ral. Unas inversiones simila-res durante la era industrial hubieran supuesto la crea-ción de miles de puestos de trabajo. Cuando Eric Schmidt,

Digitalización

y desempleo, el nuevo orden

No estamos ante una suerte de Tercera Revolución Industrial. Las máquinas ‘inteligentes’ han hecho desaparecer modelos de negocio. Habrá que administrar racional y democráticamente el trabajo, un bien escaso.

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presidente ejecutivo de Go-ogle, ante miles de empren-dedores afirmaba hace unas semanas en la plaza de Las Ventas en Madrid que las start upgeneraban empleo no decía la verdad. Mientras Schmidt, cuya empresa, con sus portentosos desarrollos tiene un modelo de negocio con preocupantes variedades de monopolio, niega la realidad, en Europa se la ignora directamente. Mario Draghi, presidente del

Banco Central Europeo, en su conferencia en Jackson Hole del pasado agosto sobre Des-empleo en la zona euro, no dedicó ni un minuto de la hora larga en la que intervino a ana-lizar los efectos sobre el mer-cado laboral de la tecnología. Draghi se limitó a la tradicional relación entre política mone-

taria y empleo, ignorando que la economía actual no puede expli-carse solamen-te en términos propios de la era industrial. Esta carencia apareció de nuevo en la reunión de Milán de octubre del Consejo Europeo, incapaz de con-cretar presupues-to alguno para “medidas activas en favor del em-pleo”, una expre-sión acuñada en lo mediático pero hoy vacía. Des-graciadamente, el empleo disponi-ble, como la ener-gía, es un recurso escaso que habrá que administrar racional y demo-

cráticamente. En la digitali-zación, la UE no sabe hacia dónde dirigir sus recursos. De hecho, muchos se preguntan si las líneas de I+D que finan-cia, acaban siendo más pro-ductivas para las monopolís-ticas multinacionales digitales que para el empleo europeo. Una desorientación que puede llevar a repetir episodios como los vividos en España, que ha dejado la discusión a empre-sarios y sindicatos con muy dudosos balances sobre su eficiencia. El autoservicio es una fuerza imparable que nació con la gasolinera y el super-mercadoLa coincidencia temporal de la consolidación digital con la crisis económica complica el análisis cuantitativo de sus

efectos en el mercado de tra-bajo; pero no parece temerario asegurar que la estructura laboral asociada a los extraor-dinarios desarrollos digitales implica que se destruyan más empleos de los que se alum-bran. La digitalización no debe confundirse como una suerte de Tercera Revolución Indus-trial. Frente a los cambios que dieron resultados tangibles, el universo digital lleva a cabo también tareas cognitivas de resultado inmaterial. Robots, ordenadores y redes, conjunta o separadamente, han impreg-nado conductas haciendo des-aparecer trabajos y modelos de negocio. El ritmo de cambio es impresionante: en la actualidad se hacen más fo-tografías en un minuto que en todo el siglo previo a la liqui-dación de Kodak en 2012, las relaciones interpersonales son radicalmente nuevas, existen robots que trabajan respetan-do la seguridad de la persona, cursos masivos abiertos y gratuitos que ponen en tela de juicio el formato de enseñanza universitaria, se atisba el fin de la Galaxia de Gutenberg des-pués de cerca de seis siglos de existencia… El producto digital, sor-prendentemente, aúna valor creciente y coste decreciente. Es casi inagotable y está siem-pre disponible para personas y máquinas; tiene una enorme

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capacidad de acumulación y crecimiento por su uso (el trabajo del propio cliente lo expande, lo mejora y produ-ce ganadores únicos en un mercado cuyos modelos de negocio sólo pueden com-prenderse por su univer-salidad y monopolio); y un coste marginal casi nulo de su reproducción. La industria, además, ha cambiado su cadena de fabricación: diseña con pro-gramas escritos por otros, que trabajan lejos de quien fa-brica; usa realidad virtual para hacer los costosos prototipos de antaño; la logística de pro-veedores y clientes se ejecuta telemáticamente; la vieja fac-toría reduce su superficie con la robotización avanzada… Lo digital hace que lo industrial se haga terciario. Más allá de la deslocalización, la industria no disminuye, se redefine.Ni siquiera las ‘start up’, tan pregonadas como fuente de puestos laborales, funcionan En las relaciones coti-dianas desaparece la interme-diación, y con ella centenares de miles de puestos de tra-bajo. El autoservicio es una fuerza imparable que nació con el supermercado y la ga-solinera, siguió con el comer-cio electrónico y ahora se sitúa directamente contra el empleo al difuminarse los papeles de

productor y consumidor de la ingenuamente celebrada economía colaborativa. Los empleos se liman (el usuario releva a taxistas, hoteleros o agentes inmobiliarios y hasta quiere fabricar objetos en casa con impresoras 3D). Nada de todo esto ocurrió porque sí. Al preguntarse ¿tendrán empleo quienes hagan Apps para Apple, conduzcan para Uber, sean hoteleros Airbnb, etcétera? Decidieron que sí. En España esta desinterme-diación se practica a lomos de la economía sumergida, propia del desempleado desespera-do, y de la autosatisfacción de un usuario, cada vez más ocupado y menos empleado. Participar, sin más, en una carrera tecnológica con Estados Unidos no es lo más inteligente, entre otras razones porque las condiciones de par-tida de España son muy distin-tas. De entrada, los empleos en los que se ocupa la clase media española están muy afectados por la crisis econó-mica. La única fortaleza reside en los servicios a la persona. La solución, se dice, está en la educación; pero a corto y medio plazo poco va a ayudar a los seis millones de parados.

Si se elabora una relación de empleos que: a) existan o puedan existir en breve. No los que podrían darse si hubiéramos actuado de otra manera en el pasado; b) que se ofrezcan en suelo español. No en California ni en China ni siquiera en Alemania, y c) que estén sin ocupar a causa de la supuesta falta de formación de los millones de personas no empleadas o subempleadas que tenemos. La lista es corta. La solución educativa ocupa al menos el tiempo de una gene-ración para dar resultados; no resuelve el nuevo orden entre digitalización y empleo. A lo lejos se vislumbra la alternativa siempre polé-mica de repartir el trabajo. Una posibilidad que supera a la tecnología y que abre un arduo debate político. Mientras tanto, las élites deben enten-der el nuevo orden que ya se ha instalado con lo digital.Gregorio Martin Quetglas es catedrático jubilado de Cien-cias de la Computación y del Instituto de Robótica de la Universidad de Valencia.GREGORIO MARTÍN QUET-GLAS 6 ENE 2015 - 00:00 CET

<<Lo digital hace que lo industrial se haga terciario. Más allá de la deslocalización, la industria no disminuye, se redefine.>>

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El fracking, o fracturación hidráulica, es una técnica que se está aplicando cada

vez más a nivel mundial para aprovechar ciertos yacimientos de gas llamados no convencionales que, aunque de más difícil extrac-ción, han entrado con fuerza en la escena energética, social y mediá-tica. De hecho, pese a las incerti-dumbres y cifras contradictorias sobre las reservas reales de gas no convencional, la Agencia Inter-nacional de la Energía estima que las reservas de estos tipos de gas representa ya la mitad de la base estimada de recursos de gas natural (2011). Techo de producción del petróleo y del gas a nivel mundial. El gas no convencional es la fran-ja superior.

El fracking, paso a paso

Una técnica pensada para el

gas no conven-cional

Cuando hablamos de fracking o fracturación hi-dráulica, estamos hablando de la extracción de gas no convencio-nal, familia en la que se engloban yacimientos conocidos como gas de pizarra, gas de esquistos y gas de lutitas.1. Perforación: el primer objetivo cuando se realiza la perforación es llegar a la roca donde se encuen-tra el gas. Para ello es necesario realizar perforaciones en vertical y horizontal de varios miles de metros para poder sacar el gas. 2. Bombeo del líquido: una vez en la veta, el líquido, compuesto por agua y otros agentes, como

arena y otros agentes, como arena y cerámica, es inyectado. La arena y la cerámica permiten mante-ner abiertas las grietas, y el fluido inyectado a alta presión crea facturas. 3. Liberación del gas: una vez se haya aumentado el tamaño de las grietas na-turales la mezcla de agua es bombeada de vuelta hacia la superficie y el gas liberado sigue el mismo

trayecto que el agua a través de la red de tubos.

Principales impactos del

fracking Los riesgos e impactos detectados son múltiples y en ám-bitos diversos. Pasemos a conti-nuación a detallarlos. Es necesario emplear técnicas de perforación especiales para poder proceder posteriormen-te a la fracturación hidráulica. Por todo ello, a los riesgos habituales de un sondeo de hidrocarburos, se unen los específicos de los sondeos desviados. Hablamos por lo tanto, de riesgos de explosión,

Fracking: una fractura que pasará

<<Hay una nueva palabra de moda en el mundo de los hidrocarburos, un nom-bre que se repite una y otra vez: fracking. Aunque se nos puede hacer extra-ño este término anglófono, el fracking.>>

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escapes de gas, escapes de ácido sulfhídrico y derrumbes de la formación sobre la tubería. Este último es mucho más habitual en el caso de sondeos desviados como los que se realizan en este caso.

Contaminación de agua

Una de las mayores pre-ocupaciones de la fracturación hi-dráulica es la afección a los acuí-feros subterráneos. Al fracturar el subsuelo, existe la posibilidad de que una de las fracturas inducidas alcance un acuífero, contami-nando el agua con los fluidos de fracturación y con el propio gas de la formación. Además de este riesgo, existe también la posibili-dad de que durante la fracturación se conecte con un pozo antiguo, mal abandonado, y de ahí el gas se comunique bien con un acuífero, como con la superficie.

Riesgo químico de los aditivos

En cada perforación es necesario emplear unas 4,000 to-neladas de productos químicos, la mayoría de ellos altamente conta-minantes. Al diluirse a un 2% en agua, su nivel de toxicidad se ve fuertemente reducido. De todos modos, estos productos químicos llegan a la plataforma sin mezclar. El riesgo de accidente durante el traslado debe tenerse en cuenta. La cantidad de trasiegos de ca-miones a realizar para la densidad

de pozos que se perforan es elevada. Aunque el riesgo de producirse un accidente con derrame del producto químico sea bajo, el gran número de operaciones a realizar lo convierte en un riesgo importante.

Contaminación del aire

Durante todo el pro-ceso de perforación y fractu-ración, se utilizan una gran cantidad de aditivos, mu-chos de los cuales son com-puestos volátiles. Lo mismo sucede posteriormente en la etapa de producción, en la que es necesario acondicionar el gas extraído para inyectarlo en el gaseoducto. Todos estos compues-tos pasan en mayor o menor grado a la atmósfera, pudiendo generar ozono.

Terremotos En aquellas zonas donde el desarrollo del fracking está más avanzado, se ha constatado un au-mento de la sismicidad coincidido con los periodos de fracturación hidráulica. Hay que tener en cuen-ta que durante las operaciones de fracking se presuriza el subsuelo en más de 100 ocasiones. Este sobreesfuerzo al que se le somete puede ser suficiente como para provocar desplazamientos de fallas subterráneas, y por lo tanto terremotos.

Efecto invernadero El gas no convencional, por las condiciones en las que se encuentra, suele estar formado casi en su totalidad por metano. Este es un gas de efecto inverna-dero mucho más potente que el propio CO2, en concreto, 23 veces más potente. Esto quiere decir que cualquier escape del mismo durante la perforación, fractu-ración, y producción es mucho más nociva que los gases que se

generan posteriormente durante su combustión.

El problema añadido de las técnicas de fracking con respecto a los escapes de gas, es el agua de fracturación en su retorno. Al haber estado en contacto con el gas en subsuelo, absorbe una cantidad de gas, que al retornar a superficie es emitido a la atmósfe-ra.

Ocupación de terreno

Un problema añadido es la gran ocupación de terreno de este tipo de explotación. Como se ha comentado anteriormen-te, es necesario realizar un gran número de pozos para aprovechar correctamente los recursos. Se suelen perforar de 1.5 a 3.5 plata-formas por km2, con una ocupa-ción de 2 hectáreas por cada una. El impacto visual de esta acumu-lación de sondeos es muy grande.

Situación en otros países Es EEUU el verdadero motor y exportador de esta téc-nica y el que está impulsando suexpansión en el resto del mun-do. En otros países la situación legal está como sigue: En Europa

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ya se han declarado moratorias o prohibiciones al fracking , como por ejemplo en Francia, Bulgaria, Irlanda, Rumanía, Chequia, o al-gunos estados alemanes. En otros, como Austria, se imponen límites ambientales muy severos para el uso de la técnica. En Estados Unidos, en donde se está usando ampliamente la fractura hidráulica desde hace una década, la oposi-ción popular está muy extendida tras comprobarse los peligros rea-les de esta técnica. El documental Gasland expuso la situación y una campaña en contra del fracking ha reunido a un centenar de artistas como Lady Gaga, Yoko Ono, Paul McCartney o Susan Sarandon. En Francia y Bulgaria se celebraron manifestaciones multitudinarias en 2012 y el 22 de septiembre ha sido declarado como día interna-cional contra el fracking.

En España Aunque no exista en la actualidad una plataforma esta-tal que vinculen las diferentes luchas locales contra el fracking,

se han organizado diferentes movimientos antifracking en cada zona afectada. Ya sea en Can-tabria, donde se dieron a conocer los primeros permisos y pusieron en marcha una página web con la mayor información en España sobre fracking, en Euskadi (prin-cipalmente en Álava y luego en Bizkaia) o en Burgos y Navarra

más recientemente, la lucha social y política ha alcanzado un gra-do de conflictividad importante dificultando por un lado el rodillo político-económico y permitiendo por otro lado un mayor grado de concienciación e información de la sociedad. Además, gracias a esta labor, más de 15 municipios alaveses se han declarado libre de fracking, mientras que Vitoria-Gasteiz (¡capital verde europea 2012) reclaman un Estudio de Impacto Ambiental para todos los pozos o que en Cantabria varios ayuntamientos han recurrido los permisos en la zona de Arquetu. Es también de gran interés de cara a la construcción de alter-nativas más globales que la lucha anti-fracking demuestre de nuevo la confluencia y unidad de acción cada vez más normal y potente entre movimientos de justicia am-biental, social y democrática. Por ejemplo, en Euskadi participan en el colectivo anti-fracking asocia-ciones ecologistas (Ekologistak Martxan, Eguzki, Gaia, Men-dialdetik, etc.), partidos políticos (Bildu, Equo, Izquierda Unida, Aralar), movimiento del 15M y personas a nivel particular, o en Cantabria donde cuentan con per-sonas afectadas y organizaciones preocupadas por el tema como el movimiento del 15M, Democracia Real Ya, Ecologistas en acción, ARCA, Asamblea contra el TAV, Agitación Rural o Regüelta.

Conclusiones La demanda mun-dial actual de combusti-bles fósiles y el cercano agotamiento de los yaci-mientos convencionales, ha empujado a la industria del hidrocarburo a apro-vechar nuevos tipos de recursos hasta ahora no explotados. Las nuevas técnicas de perforación han facilitado ese movi-

miento, que ha contado al mismo tiempo con el apoyo institucional en muchos países, cegados ante el descubrimiento de un nuevo El Dorado. En esta situación, el apro-vechamiento de los yacimientos de gas no convencional, mediante fracturación hidráulica, es la que está recibiendo en estos momentos mayor atención. Sin embargo, esta técnica conlleva graves riesgos medioambientales y de salud pú-blica, que tanto desde las empre-sas operadoras, como desde las instituciones implicadas, se están queriendo obviar. La campaña de propaganda institucional simple-mente las ignora, y descalifica a quienes exigen que se aplique el principio de precaución, y se para-licen las explotaciones hasta que se realice un buen análisis de los posibles impactos y las medidas a adoptar. Se está optando por seguir exprimiendo hasta el último litro de hidrocarburo de las rocas por no querer afrontar un problema que tenemos delante y es inelu-dible: la transición de una econo-mía basada en los combustibles fósiles, hacia sociedades con baja huella ecológica (en particular energética) y tecnologías reno-vables y no contaminantes. Es necesario de una vez por todas asumir que el actual modelo es in-sostenible, por un lado porque las reservas de combustibles fósiles son cada vez más escasas, y por otro lado por todos los proble-mas ambientales asociados a su

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exploración, explotación, produc-ción y consumo. Ante todo esto, ¿merecen la pena los riesgos que se van a correr con el uso de esta técnica ante la multitud de dudas y problemas que genera? ¿están justificados estos riesgos mientras que la estrategia energética mun-dial tendría que dirigirse hacia un sistema basado en la reducción del consumo, las energías renovables y cada vez menos dependencia a los combustibles fósiles? Si bien el gas natural convencional puede representar una energía de transición útil, la apuesta por el gas no convencio-nal no deja de estar demasiado basada en el no cambio de para-digma productivo y de consumo, y el espejismo tecnológico. De hecho, no se centra en el reto de nuestras sociedades energívoras y contaminantes: la construcción de un nuevo modelo energético capaz de afrontar a la vez el cambio climático y el techo del petróleo (y de todos los combustibles fósi-les). En este camino, necesitamos objetivos claros: una reducción en 2020 del 40% las emisiones de CO2 y de un 90% en 2050, en la disminución de la demanda total de energía en un 30% para 2020 respecto a 2007 y el 100% de producción energética a través de fuentes renovables en 2040 (con

el abandono al mismo tiempo de la energía nuclear). Estas metas se pueden alcanzar gracias a una serie de alternati-vas eficaces y seguras: la gestión de la demanda y la implantación de cuotas máximas de consumo de recursos no renovables y emisión de gases de efecto invernadero, la promoción de una “Ley del ahorro, energías renovables y eficiencia energética” que dé esta-bilidad y visión de futuro al sector energético, la descentra-lización energética para consumir localmente lo que se produce localmente, el incentivo del auto-consumo, el premio a los peque-ños parques de energía renovable, la disminución de la competencia que ejerce el ciclo combinado, la eliminación de las subvenciones, directas e indirectas, a los com-bustibles fósiles. Este modelo es además un vector central de otras políticas y va profunda-mente vinculado a una movilidad y un urbanismo sostenibles, la agroecología, la relocalización de la economía, la construcción de sociedades resilientes y auto-suficientes, donde vivamos bien con menos, donde las actividades

sean intensivas en mano de obra y sobrias en energía y emisiones de gases de efecto invernadero, y de forma global se circunscriban a los límites ecológicos del planeta. Al igual que no necesita-mos bonos basura y activos tóxi-cos en la economía, tampoco los necesitamos en la política ener-gética. No podemos permitir que esta huida hacia adelante tecnoló-gica y energética pase factura a las generaciones presentes y futuras, en el Norte y en el Sur, aún menos cuando sabemos que ya existen alternativas sectoriales e integra-les para enfrentarnos a la vez al cambio climático y al techo de producción de los hidrocarbu-ros.

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VERONICA

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