Revista Edición 105 Julio 2000

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Editorial: Corea de la guerra a la paz

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REVISTA

ACORE ORGANO DE LA ASOCIACION COW,tBI.Al'\A DE

OFICIALFS EN RETIRO DE LAS FF. M~L

Director MG. José Roberto lbáñez Sánchez

Junta Directiva

Presidente GR. Rafael Samudio Molina

Primer Vicepresidente GR. Jose Manuel Belalcázar

Segundo Vicepresidente BGIM. Eduardo León Pedraza Neira

Secretario General Ejecutivo CO. Carlos Escobar Pilonieta

Vocales CO. Luts Ernesto Cortés Ahumada CO. José Antonio Romero Velasco CO. Gustavo Enrique Rosales Ariza TC. Víctor Fabio Robayo Cortés

CO. Rodrigo Arenas Pinilla MY. José Joaquín Avila Mora

MY. Carlos H. Espinosa Arguello MY. Roberto Femández Guzmán

CF. Luis Vugilio Avella Díaz CF. Gustavo Malagón Londoño

CO. Pastor Duarte Hemández CO. José Plutarco Gómez García

Revisor Fiscal CO. Guillermo Rodríguez Guzmán

Consejo Editorial GR. Alberto Ruiz Novoa

MG. José Roberto Ibáñez Sánchez MG. Lisandro Barrera Rey BG. Gabriel Puyana García

Director Editorial Jaime A. Cubillos C.

Diseño e Impresión Editorial Marbella Ltda.

Telefax: 293 8955

Las ideas y tesis expuestas por los autores de los artículos publicados son de exclusiva responsabilidad de estos y no

reflejan necesariamente el criterio de la Asociación.

Oficinas Calle 70 No. 4-24 PBX 3450511 A.A. 77172 Bogotá, D.C. Resolución No. 001167 (Septiembre n3)

Míngobiemo Resoluctón No. 0286 (Febrero /82) Tarifa Postal Reducida Res. No. 866

Vence en diciembre 2000-ISSN 0124-022

CONTENIDO

EDITORIAL - Corea: De la Guerra a la Paz .................................... .3

COLOMBIA- COREA 1950- 2000 - Alucución del señor presidente

de Corea del sur ....................................................... 7

- Palabras de S.E. Embajador de Corea Kim Seung,Young .................................................. 12

- Palabras del Señor General Comandante General Fernando Tapias .................. .14

- Discurso pronunciado por el Señor General Alberto Ruíz Novoa ............................................... 16

- Operación Nómada Brigadier General Raúl Martínez Espinosa ............ 20

- Asalto al cerro Chamizo Sangyang-Ni Coronel Francisco Caí cedo Montúa ....................... 25

- Ataque al cerro 400 ''Operación Climber'' Coronel Mario N. Bernal Avella ............................. 29

- Yo era el asta Brigadier General Gabriel Puyana G ..................... 36

- La Patrulla final que pudo haber sido la última patrulla Capitán de Navío Julio C. Reyes Canal ................. .39

- Acción Bárbula cerro 180 Sargento Segundo Isaac Vargas C ........................ .42

- Defensa del puesto avanzado ''DALE'' Mayor Alvaro Perdomo Pujo ................................. .47

- Testimonio de ''Oid Baldy" Sl. Veterano Ricardo Silva .................................... .49

JUUODEL2000 EDICION JOS

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UN ITINERARIO DE GUERRA

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,:' EDITORIAL

COREA: DE LA GUERRA A LA PAZ

Señalada con el lánguido calificativo de "Guerra Olvidada", la reciente conme­moración de los 50 años del inicio del conflicto de Corea, invita a formular una serena reflexión acerca de este país situado en la región noreste del continente asiático a fin de conocer sus vicisitudes vividas a lo largo del siglo pasado, para poder avalar su proyección actual en los destinos de los pueblos que allí participa­ron y en el entorno mismo de su propio porvenir, dentro del ámbito mundial.

En tal sentido creemos que resulta necesario precisar que si bien es cierto que esta guerra no termina aún, pues la paz no se ha ftrmado todavía con las exigencias que demanda el protocolo universal, ofrece consideraciones de mucha significación para los 20 paises extrarJjeros en ella involucrados, para Colombia tiene interés muy especial por la circunstancia particular de su presencia militar, en operaciones te­rrestres y navales cumplidas en aquellas lejanas latitudes orientales, como único país latinoamericano que contestó al llamado de la Organización de las Naciones Unidas para atender aquellos compromisos de ayuda y defensa de la libertad y soberanía de los paises que la integran, dentro de los cuales Corea del Sur al igual que nuestro país lo siguen siendo.

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En igual forma conviene anticipar que pese a tratarse de una guerra, en toda la extensión que lo demandan sus exigencias de combate, en estas cortas líneas edito­riales solo haremos referencia a sus motivaciones político estratégicas sin entrar al detaUe de operaciones cumplidas por los .Ejércitos movilizados, dado que solamente esta Revista somete a consideración algunos episodios de armas en que participa­ron nuestro BataUón de Infantería No. 1 Colombia y las fragatas Almirante Padilla, Almirante Brión y capitán 1bno, en los respectivos teatros de guerra del lejano oriente.

Bajo esta premisa o condición, pues, haremos un brevísimo resumen acerca de las duras experiencias sufridas por el pueblo coreano durante el siglo XX para tratar de comprender su penosa realidad actual al verse dividido absurdamente por unas coordenadas intangibles que desmembraron sus espacios terrestre, marítimo y aé­reo a la vez que, y esto es lo más grave y ominoso, encontrarse enfrentado entre si por causa de un equivocado tratamiento político gestado por las propias potencias vencedoras al término de la segunda guerra mundial (1939-1945), cuando se bus­caba y se ofrecía su nueva independencia a este pueblo.

De origen milenario, como quiera que su historia hunde raíces en los periodos paleolítico, neolítico y edades geológicas del bronce y el hierro, el siglo XX sorpren­dió a Corea en una coyuntura muy particular que lo hizo caer ingenuamente en garras del Japón luego de la guerra Ruso-Japonesa, a cuyo término como vencedor (1904-1905) y bajo el astuto artificio de buscar defenderla de las ambiciones de dominio por parte de Rusia y de la China Comunista, logra convencerla para fzrmar un protocolo en agosto de 1910, que condujo luego al1tatado de Anexión a fin de '1'\segurar el bienestar y prosperidad del pueblo coreano y proteger las personas y propiedades extraryeras" quedando con ello hipotecada su soberanía y convertida en colonia Japonesa durante 36 años de férreo dominio y explotación que suscitó, el1ro. de marzo de 1919, un conato de liberación que fue duramente reprimido por Japón.

Años estos de difíciles pruebas para el pueblo coreano, creyóse que habrían de terminar al fmalizar la segunda guerra mundial con la rendición incondicional del Japón. Pero no fue así, infortunadamente, por el error inexcusable de haber señala­do, en "una noche de fatiga y por aquellas decisiones de debilidad", el paralelo 38° N. como línea divisoria a fin de permitir que Rusia controlara dicha rendición al norte y .Estados Unidos al sur de la península, tal como se venía haciendo al este y

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oeste de Alemania, en una equivocada muestra de con[tanza que anunciaba su futw"a unificación, la cual no se cumplió por la discrepancia de criterios de Estado entre las potencias comprometidas en este propósito.

Hábiles políticos los rusos a nada se opusieron inicialmente, para después mos­trar sus verdaderos proyectos de dominio que condt{jeron a la construcción del muro de la infamia en Berlín y al sarpazo invasor sobre Corea del Sur el25 de junio de 1950 el cual mantiene, quien sabe aún por cuantos años más, dividida a Corea y con una zona desmilitarizada en sus fronteras, a partir de la fuma del armisticio de Pan Mun Jon el mes de julio de 1953.

Lo expuesto a este respecto, permite constatar la diferencia de actitudes adopta­das por los aliados vencedores, la cual significó para Corea un nuevo e ingrato capítulo en su historia al ver rota su unidad territorial, tan celosamente custodiada a través de sus muchos siglos de existencia, por causa de un desbalance de poder establecido entre las partes, pese a haberse constituido desde un principio una comisión mixta, a título de gobierno provisional para facilitar el tránsito a su propio gobierno a Corea, lo cual fue desconocido por Rusia precipitando la confrontación norte sur sobre la vertical del paralelo 38°/"f.

Contribuyó, sin darse cuenta a ello el gobierno de los Estados Unidos al retirar del teatro de guerra la mayor parte de sus tropas, en tanto que el gobierno Ruso hizo lo contrario reforzando sus efectivos en el norte, hecho que le permitió estable­cer un poder de combate superior para tomar la iniciativa, como en efecto sucedió cuando menos se esperaba.

En igual forma contribuyó la equivocada apreciación de los Estados Unidos al declarar que para su seguridad no tenía mayor significación esta península, lo cual fue sabiamente explotado por Rusia al crear una alianza con Corea del Norte, para ganar con ello el dominio de Asia restando, en cambio, su valiosa influencia allí los Estados Unidos, por falta de visión geopolítica y criterio estratégico.

Frente hoy a una realidad aquilatada a lo largo de 50 años, permite analizar el contraste de dos principios de gobierno y dos formas de vida perfectamente opues­tas y de[midas por los sistemas Democrático y Comunista, muy evidentes en las dos Coreas, al igual que lo fueron en Alemania hoy unificada, pues mientras Corea del Sur ha logrado establecer un régimen de libertad y de progreso que la coloca a

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la cabeza de los países Asiáticos e industrializados del mundo, Corea dell'forte ha vivido situaciones de recesión y de pobreza y solo ha fortalecido su aparato militar, con capacidad nuclear, como muestra de amenaza latente para los países democrá­ticos.

Pueblo de grandes virtudes el coreano, no ha olvidado sus valores ancestrales y su mandato a consolidar los más altos destinos. Se yergue hoy por ello Corea del Sur como uno de los tigres del Asia en busca de unificación a través de acercamientos que han permitido renacer vínculos familiares e intercambios que, poco a poco, habrán de fructificar positivamente para concretar esta justa aspiración.

Para quienes tuvimos ocasión de luchar a favor de Corea del Sur y vemos con sincero afecto su desarrollo alcanzado, ojalá ello sea así para la mayor grandeza de este país de la "calma matutina".

Esta ligera apreciación acerca de los {actores político estratégicos que precipita­ron la guerra en la península, permite concluir que no habrá paz estable en este mundo mientras prevalezcan las ansias de poder y de dominio a ultranza entre los pueblos por la ambición desmedida de sus gobernantes y por la imposición de sus credos políticos, contra toda consideración o conveniencia colectiva.

Al cerrar estas notas no es ajeno a nuestro sentimiento de buenos colombianos establecer, así sea por ejercicio, un ligero paralelo entre lo vivido por Corea del Norte en la segunda mitad del siglo XX y lo que estamos presenciando y soportando aquí, ante una creciente y azarosa situación de inseguridad, desempleo, corrupción y pobreza y ante tantos engaños repetidos por una subversión izquierdista y prepotente que busca el poder, utilizando todas las formas de lucha, contra una sociedad indefensa y atemorizada .... Iremos, con el paso del tiempo, a vivir bajo la férula que nos viene amenazando? .... Seremos capaces de restablecer, algún día, la autoridad y el orden social hoy afectados? ... Podremos devolver a nuestros hijos la "Colombia grande, respetada y libre" que conocimos y seguimos anhelando? .... .El Dios de los .Ejércitos nos ampare y permita consolidar el bien común, indispensable a todo Estado que busque el mejor destino y beneficio de su pueblo.

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.(r)JoséJ~ esidente (e) ''ASOVECOR''

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ALOCUCION DEL SENOR PRESIDENTE DE COREA DEL SUR

CONMEMORACION NACIONAL DEL 50 ANIVERSARIO DEL INICIO DE LA GUERRA DE COREA

En esta ocasión del 50 Ani­versario del inicio de la Guerra de Corea, me gustaría prime­ro y ante todo orar por aque­llos que dieron sus vidas por la defensa de nuestra tierra y humildemente rendirles el ma­yor tributo. Mis más sentidas condolencias van para todos aquellos que fueron heridos fí­sica y espiritualmente en la guerra. También oro por las almas de otros ciudadanos ino­centes que fueron victimados por la guerra, pero mi oración especial va para aquellos muer­tos en acción. Me siento pro­fundamente en deuda con to­dos los hombres y mujeres va­lientes que participaron en la Guerra.

El motivo de la Guerra de Corea no fue simplemente in­troducir el comunismo en Corea del Sur; era un complot stalinista para llevar el comunismo a la región del Asia-Pacífico incluyen­do a Japón. En concordancia, la

razón por la que nos hemos re­unido aquí hoy y elogiamos a los compatriotas caídos es cla­ra. Ellos jugaron un papel deci­sivo protegiendo esta tierra y conteniendo la expansión del comunismo alrededor del mun­do.

En este momento, nuestras Fuerzas Armadas están llevando a cabo diligentemente su misión de salvaguardar la nación. Ra­zón por la cual el país goza de estabilidad y la gente vive con un sentido de seguridad. Con­juntamente con ustedes me gus­taría animar a nuestras Fuerzas Armadas y aplaudir con entusias­mo su gran esfuerzo y dedica­ción.

Compañeros Coreanos,

Atravesamos la trágica y fra­tricida Guerra de Corea. Incon­tables personas murieron y la tierra fue devastada. Porqué te­nía que ocurrir la Guerra?

La razón fue, ante todo, que nuestra tierra había sido dividi­da en Norte y Sur y ambas par­tes se confrontaban mutuamente con armas y espadas.

Cuál fue la causa de la divi­sión? La causa fue el imperialis­mo japonés. Cuando los japo­neses fueron derrotados, los Ejércitos de la Unión Soviética y de los Estados Unidos ocuparon las partes norte y sur respecti­vamente; este fue simplemente el periodo subsiguiente al im­perialismo japonés.

Y de nuevo, porqué estába­mos sometidos al dominio ja­ponés? Por supuesto, deplora­mos a los japoneses por su agresión. Sin embargo, una cau­sa fundamental se enlaza con nosotros. A finales del siglo XIX. cuando la corriente de la civili­zación occidental se dirigió ha­cia el este, lo que se requería de nosotros era mantener la unidad nacional y abrimos al

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mundo de la modernización. Los japoneses si­guieron la tendencia de los tiempos y triunfaron. Pero nuestros ancestros ignoraron el llamado del tiempo.

Ese fue el comienzo de los 100 años que se caracterizaron por nuestro debilitamiento del po­der nacional, la subsecuente sumisión al domi­nio japonés, la división de la tierra, la guerra fra­tricida y el interminable estado del cese al fuego. Debemos damos cuenta de que la causa raíz de la Guerra de Corea, también, fue la actitud equí­voca de nuestros ancestros en el siglo XIX.

Me gustaría que se unieran a mí en una firme promesa hoy. No nos permitamos nunca más ir en contra del curso de la historia, especialmente ahora en el siglo XXI cuando los cambios más radicales están tomando lugar en la historia hu­mana.

Cuál es entonces el llamado histórico de los tiempos hoy? Primero que todo, la historia nos exige que nos adaptemos agresivamente al si­glo XXI; hoy, la época industrial está dando paso a una era de conocimiento e información. En el futuro, el conocimiento intangible, la informa­ción y la creatividad cultural formarán el núcleo de la actividad económica global más que los elementos tangibles tradicionales de capital, tra­bajo y tierra. Nuestra adaptabilidad a la nueva era y el desarrollo resultante decidirán nuestro futuro.

Nosotros los coreanos tenemos los estándares más altos de educación y creatMdad cultural, algo raro de ser encontrado en la historia de la huma­nidad. Estos son valiosos puntos a favor para crear una nación de primer orden en esta época de conocimiento e información. Debemos concen­trar nuestras fuerzas para desarrollar este poten­cial nacional completamente.

Como segunda parte, la historia requiere que nosotros promovamos la paz, la reconciliación y la cooperación entre toda la nación coreana. No debe haber otra guerra entre el pueblo coreano, en cambio debemos perseguir la coexistencia y la coprosperidad a través de la armonía y la coope­ración.

Eventualmente, debemos lograr la unificación pacífica. Este es el llamado de la historia para nosotros.

Hasta que la unificación sea de hecho lograda completamente y una garantía firme de paz sea concertada, no podemos damos posibilidad de descansar. La paz firme debe ser sostenida; la paz puede ser garantizada solamente a través de una estricta postura de defensa. Enfatizo que no debemos permitir la más mínima brecha en nues­tra posición de seguridad.

Cuando continuemos desarrollando la demo­cracia, construyendo un país fuerte en conoci­miento e información, y persigamos la reconci­liación y la cooperación Sur-Norte con una firme determinación de alcanzar la unificación, habre­mos hecho algo para conservar el espíritu de sa­crificio de nuestros héroes caídos.

Honorables ciudadanos,

En este 50 Aniversario de la Guerra de Corea, estoy conmovido con emoción, principalmente porque recientemente visité Pyongyang para la importante Cumbre Sur-Norte. Por primera vez desde que el país fue dividido hace 55 años los líderes del Sur y del Norte se encontraron y com­partieron la idea de que las dos partes deberían trabajar en el camino de la reconciliación y la cooperación y establecer el asunto de la unifica­ción pacíficamente. Los resultados de la Cumbre fueron proclamados a los 70 millones de coreanos y al mundo entero.

Mi visita a Pyongyang es sólo el comienzo. Me siento orgulloso del hecho de que los dos líderes demostraron al mundo que son capaces de dis­cutir formas de promover la estabilidad y la pros­peridad de los 70 millones de coreanos, trascen­diendo las diferencias en ideología y formas de pensar, y que continuaremos cooperando y ac­tuando.

Mi vista a Pyongyang fue un evento histórico que atrajo los ojos detallistas de los coreanos y de otros pueblos alrededor del mundo. Fue afor­tunado para mi tener tan significativo nivel de logros.

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El Sei'lor prc~i<lente de Corea del Sur 1\im Dac-Jung ~e <lil igc a la muchedumbre con motivo del 50 aniversario del inicio de la Guerra de Corea. A ella solicita vivir con seguridad

y en prosperidad aún si la unificación se retraza.

Cuando me embarqué en la visita a Pyongyang, reafirmé que mi deseo del viaje era para detener otra guerra en la pe­nínsula coreana, instituir la paz permanente aquí y promo­ver el intercambio y la coope­ración entre las dos partes para que sus gentes puedan vivir con seguridad y en pros­peridad aún si la unificación se retrasa.

Tan pronto como salí del avión, tomé un tiempo para mi­rar alrededor. Pensé para mí •esta es la misma tierra donde nues­tros ancestros están sepultados y la gente son nuestros propios hermanos y hermanas». Luego,

me encontré haciendo una gran reverencia en mi corazón.

De la Cumbre de Pyonyang, las relaciones intercoreanas co­menzaron a mostrar una acti­tud de cooperación y un enten­dimiento significativo mutuo.

El Presidente K.im Jong-il y yo alcanzamos un acuerdo substan­cial al efecto de que los dos co­operaríamos constantemente para lograr la coexistencia pací­fica, los intercambios pacíficos y la unificación.

El Sur y el Norte también acordaron establecer los asun­tos de la Nación Coreana inde-

pendientemente. «Independien­temente• aquí no es el mismo término que Corea del Norte ha estado usando tradicionalmen­te para significar «excluir a las fuerzas extranjeras». •Indepen­dientemente• significa que las dos parte decidirán nuestro des­tino mientras mantienen las re­laciones amistosas y de coope­ración con el mundo, especial­mente las cuatro potencias ve­cinas, incluyendo a los Estados Unidos, Japón, China y Rusia. Pienso que ambos compartimos un entendimiento y sentimien­tos en el significado de •inde­pendientemente• que de nuevo implica mantener la independen­cia dentro del marco de la co-

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operación con la comunidad internacional. En con­cordancia, continuaremos manteniendo la c<X>rdi­nación firme con los Estados Unidos y Japón. Al mismo tiempo, mantendremos relaciones cerca­nas con China y Rusia.

En este contexto, le dije al Presidente Kim Jong-il que así como Corea del Sur se lleva muy bien con China y Rusia mientras mantiene rela­ciones cercanas con los Estados Unidos y Japón, no hay razón por la cual Corea del Norte no pueda llegar a ser amigo de los cuatro. Expliqué que era la única forma de que la península al­canzara la paz sin necesidad de preocuparse de las superpotencias mientras la cooperación Sur­Norte permanezca siendo el núcleo de la paz.

Ambos también encontramos ideas convergen­tes en la fórmula para la reunificación. Hasta aho­ra, el Norte ha insistido en inicialmente formar un sistema federal entre las partes. Sin embargo, su propuesta más reciente nombrada como una forma relajada de federación, representa un cam­bio mayor y permite a cada parte controlar su propia defensa nacional y extranjera y asuntos internos. En el pasado, el Norte ha sostenido que el gobierno federal debe controlar la defensa na­cional y las relaciones exteriores de la península coreana entera. Ahora, eso ha cambiado. Bajo la propuesta de federación relajada del Norte, el go­bierno federal será simbólico y no tendrá poder real.

La nueva propuesta de Pyongyang es muy simi­lar a la del Plan de confederación Sur-Norte del Sur para inicialmente formar «una nación, dos gobier­nos independientes y dos sistemas». Nuestro plan de confederación estipula que los gobiernos actua­les en ambas partes mantendrán los mismos dere­chos pero formarán nuevas organizaciones consul­tivas para manejar el proceso de unificación. Es de­cir, ambas partes instituirían una conferencia Nor­te-sur de líderes máximos, una conferencia minis­terial Norte-sur y una conferencia parlamentaria Nor­te- Sur para implementar paso a paso solamente aquellas provisiones que fueron acordadas comple­tamente por ambas partes. El plan de confedera­ción ha sido mantenido consistentemente por nues­tro gobierno desde 1989.

En este contexto, le dije al Presidente Kim Jong­il que así como Corea del Sur se lleva muy bien con China y Rusia mientras mantiene relaciones cercanas con los Estados Unidos y Japón, no hay razón por la cual Corea del Norte no pueda llegar a ser amigo de los cuatro. Expliqué que era la única forma de que la península alcanzara la paz sin necesidad de preocuparse de las superpoten­cias mientras la cooperación Sur-Norte perma­nezca siendo el núcleo de la paz.

Ambos también encontramos ideas convergen­tes en la fórmula para la reunificación. Hasta aho­ra, el Norte ha insistido en inicialmente formar un sistema federal entre las partes. Sin embargo, su propuesta más reciente nombrada como una forma relajada de federación, representa un cam­bio mayor y permite a cada parte controlar su propia defensa nacional y extranjera y asuntos internos. En el pasado, el Norte ha sostenido que el gobierno federal debe controlar la defensa na­cional y las relaciones exteriores de la península coreana entera. Ahora, eso ha cambiado. Bajo la propuesta de federación relajada del Norte, el go­bierno federal será simbólico y no tendrá poder real.

La nueva propuesta de Pyongyang es muy si­milar a la del Plan de confederación Sur-Norte del Sur para inicialmente formar «una nación, dos gobiernos independientes y dos sistemas». Nuestro plan de confederación estipula que los gobiernos actuales en ambas partes mantendrán los mismos derechos pero formarán nuevas or­ganizaciones consultivas para manejar el proce­so de unificación. Es decir, ambas partes insti­tuirían una conferencia Norte-Sur de líderes máximos, una conferencia ministerial Norte-Sur y una conferencia parlamentaria Norte-Sur para implementar paso a paso solamente aquellas pro­visiones que fueron acordadas completamente por ambas partes. El plan de confederación ha sido mantenido consistentemente por nuestro gobierno desde 1989.

Imaginen que el Sur y el Norte reconectan so­lamente 20 O .30 kilómetros de las vías férreas faltantes entre ellos. Eso significaría que ustedes podrían abordar el tren en Pusan o Mokpo, viajar

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a través de la China o la Provin­cia Marítima de Siberia y alcan­zar el camino hacia el Asia Cen­tral y así hasta París. Significaría que una nueva vía férrea había sido creada entre Asia y Europa.

No solo eso, habría un drás­tico incremento en los intercam­bios culturales, artísticos y cien­tíficos, deportivos y turísticos. Cuando eso ocurra, las dos par­tes podrán caminar en la mis­ma dirección para recuperar la identidad nacional, apoyarse y ayudarse mutuamente como una nación con un destino.

Sobre el asunto de tropas norteamericanas asentadas en Corea, establecí mi posición claramente. Expliqué al Norte que las fuerzas armadas de los Estados Unidos permanecerán hasta que un completo siste­ma de paz sea dispuesto en la península coreana. 'También le dije a Pyongyang que las tro­pas de los Estados Unidos se­rán necesarias en la península aún después de la unificación con el fin de mantener el ba­lance de poder en el noreste de Asia. El Norte mostró un substancial entendimiento de mi explicación de la necesidad de tropas americanas. Estoy reportándoles esto como el ma­yor logro durante mi visita a Pyongyang.

Si los 100.000 hombres nor­teamericanos en Corea y Japón se retiran, la seguridad y la ba­lanza de poder en la Península Coreana y Asia del Este y el Pa­cífico se verán seriamente afec­tados. Tengo que decirles que la presencia continuada de tro­pas norteamericanas de los Es-

tados Unidos es compatible con nuestro interés nacional.

A través de mi estadía en Pyongyang, siempre enfaticé a los líderes del Norte la impor­tancia de la implementación. Esto es porque nada substan­cial ha ocurrido en el camino de llevar a cabo acuerdos pre­vios desde el Comunicado con­junto del 4 de Julio, que fue anunciado hace 28 años y el Acuerdo Básico Sur-Norte que se forjó hace 8 años.

'También anoté la necesidad de en realidad poner en prácti­ca las reuniones familiares y los intercambios culturales, depor­tivos, económicos y otros, lo cual será relativamente más fácil de hacer.

Le düe a las autoridades de Pyongyang que el asunto de suma importancia es abstener­se de la confrontación armada y reducir los actos hostiles re­cíprocamente. El Presidente Kún Jong-il apoyó de corazón mi posición en este asunto y ordenó el cese inmediato de una emisión difamatoria en con­tra del Sur que ha sido conti­nua en primera línea. Nosotros tomamos actitudes similares. Cuando un Comité Militar Bila­teral se forme en el futuro, las dos partes discutirán la reduc­ción de la tensión, la no-agre­sión y otros aspectos conside­rando la paz. Debemos permi­tir que los 70 millones de coreanos vivan libres del temor de la guerra.

En Pyongyang, enfaticé que si otra guerra estallara sería di­ferente de la que ya tuvimos. Si

eso ocurriera, la nación entera sería diezmada por el uso de armas de destrucción masiva ex­tremadamente avanzadas. No debemos soñar nunca con la unificación por medio de la ab­sorción del otro. El único cami­no para la supervivencia nacio­nal es a través de la coexisten­cia pacífica, el intercambio pací­fico y la unificación pacífica. El Norte expresó sus sentimientos compartidos en este asunto.

Queridos ciudadanos, vetera­nos del país y el exterior y miem­bros de las familias afligidas, El Junio trágico que dejó una mar­ca indeleble en nuestra historia, está cambiando lentamente en un Junio de esperanza.

Está cambiando en un tiem­po donde la noble causa de las víctimas de la guerra será lleva­da a cabo.

La lección preciosa que es­tamos aprendiendo de la Gue­rra de Corea es que tenemos que garantizar que nunca levan­taremos armas ni espadas de nuevo en contra del otro, pero si, en cambio, trabajaremos jun­tos, haremos intercambios amistosos, cooperaremos y tra­taremos de entender al otro. Cuando hagamos eso, confío en que eventualmente habremos reclamado los 1300 años de historia de vivir como un pue­blo unificado.

De mi parte, me esforzaré por conducir el camino hacia la paz, la cooperación y la unificación con todo mi corazón y esfuerzo. Espero ser bendecido en este proceso con su apoyo activo y participación.

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,: COLOMBIA - COREA 1950-2000

PALABRAS DE S.E. EL EMBAJADOR DE COREA, KIM SEUNG,YOUNG

CEREMONIA DE CONMEMORACION DEL 50 ANIVERSARIO

DEL INICIO DE LA GUERRA DE COREA

Como representante de mi gobierno ante Co­lombia, es un gran honor para mí asistir a este solemne acto para conmemorar los 50 Años del inicio de la guerra de Corea con la presencia del Sr. Presidente Andrés Pastrana Arango, en esta prestigiosa Escuela Militar de Cadetes de larga historia y contribución al país.

El 25 de Junio de 1950, las tropas norcoreanas invadieron el territorio de Corea del Sur, cruzan­do el paralelo 38. Esta invasión generó la reac­ción mundial porque amenazaba la paz y la de­mocracia, no solo de la región, sino también del resto del mundo. Respondiendo al llamado de las Naciones Unidas, 20 países acudieron desde 5 continentes del mundo para defender la liber­tad y la democracia de Corea. Colombia era uno de ellos.

Durante los tres años de la guerra sangrienta, casi 5 millones de vidas de ambas partes fueron cegadas entre civiles y combatientes. De ellos, 105.000 soldados pertenecientes a la fuerza de las Naciones Unidas resultaron muertos, desapa­recidos o heridos.

Colombia fue el único representante de Latinoamérica en este conflicto, sufriendo el sa­crificio de más de 200 fallecidos o desaparecidos y casi 600 heridos. El pueblo coreano no olvida

las acciones heroicas del Batallón Colombia en la Batalla del Old Baldy, en la Operación Nómada y en la Batalla de Kumsong, donde se destacaron por la valentía y la fuerza de un Ejército organiza­do.

Los coreanos tampoco se olvidan que detrás de la democracia y la prosperidad que la Repúbli­ca de Corea está gozando hoy, yace el sacrificio de los hijos del pueblo colombiano.

Después de 50 años de la guerra, importantes cambios están ocurriendo en la Península Coreana. La semana pasada se realizó una histórica cum­bre entre el Presidente Kim Dae, jung de la Repú­blica de Corea y el líder de Corea del Norte, Kim Jong-il, la primera desde la división de la Nación hace 55 años.

El camino hacia la reunificación de Corea aún parece largo y dificil, pero la cumbre ha dado un gran paso adelante. Las ayudas y los sacrificios que han brindado los países amigos como Co­lombia, para defender la paz y la democracia de Corea, ya han comenzado a fructificar.

Colombia se encuentra, en este momento, en una dificil situación y al igual que Colombia sintió nuestro dolor, los coreanos sentimos el de los colombianos. Ambas naciones nos encontramos

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El Capellan del Batallón de Infantería Colombia en la línea de combate cumpliendo su misión.

una vez más unidas en ideales comunes como los de la paz y la convivencia pacífica.

Ahora, quiero pedir a Dios la bendición para todos los colom­bianos que cayeron en el campo de batalla durante la Guerra de Corea y rendirles mi más sentido homenaje.

Finalmente, agradezco al Excmo. Señor Presidente de la Re­pública de Colombia, a las autoridades militares y civiles por darme esta oportunidad de expresar un sentimiento que no solo es mio sino también de todo mi pueblo.

PALABRAS DE S. E. EL SBÑOR,EMBAJADOJ5 DE COREA DURANTE LA BXPOSICION F'OTOORAFICA.

Es para mi un gran honor poder inaugurar esta muestra foto­gráfica con motivo de la conmemoración del 50 Aniversario de la Guerra de Corea. A través de esta exhibición podremos recordar los momentos más conmovedores de la Guerra que dejó un saldo de cinco millones de muertos y diez millones de miembros de familias separadas. Además podremos observar el resurgimiento de una nación que en poco tiempo, y a pesar de sus penas, logró un alto nivel económico.

Colombia fue uno de los 20 países que participó en la contienda militar y la muestra de ello también se encuentra en esta exhibí-

ción para dejamos ver el valor y sacrificio de los soldados colom­bianos en los campos de batalla coreanos.

Esta exhibición fotográfica se presentará durante el resto del año en las ciudades de Bogotá, Cali, Cartagena, Medellín y lblemaida, donde esperamos la visita de sus familiares y amigos.

Quiero agradecer a la Es­cuela Militar de Cadetes la oportunidad que nos ha brin­dado para llevar a cabo esta exhibición. Al mismo tiempo agradezco a los veteranos co­lombianos de la Guerra de Corea que han aportado ma­terial adecuado para hacer posible una muestra más com­pleta y a todos ustedes por estar presentes aquí.

Ahora, quiero invítarlos para que observen con atención es­tos testigos mudos de lo vivido hace cincuenta años.

!Gr<.lCÍ<lS!

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Page 15: Revista Edición 105 Julio 2000

_, COLOMBIA- COREA 1950-2000

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PALABRAS DEL SENOK GENERAL COMANDANTE GENERAL, CON MOTIVO

DEL QUINCUAGESIMO ANIVEKSAR.IO DEL INICIO DE LA GUERRA DE COREA

Con profundo beneplácito me corresponde el honor de interpretar el sentimiento un ánime de las Fuerzas Militares de Colombia, para rememo­rar una de las gestas más importantes de la his­toria contemporánea como lo fue el conflicto coreano, al cual estaremos asociados por siem­pre, ya que la decidida como reconocida participacion de G.:>lombia en este episodio béli­co de la postguerra, continúa hoy bajo el escruti­nio riguroso de los historiadores, sociológos y analistas políticos que siguen explorando las cau­sas y consecuencias del mismo, buscando regis­trar de la manera más serena y objetiva la cróni­ca de la humanidad en el pasado milenio.

Respetemos pues los diversos estudios y opi­niones que sobre el tema se han bosquejado y se continuan proyectando, para destacar, como hoy nos corresponde hacerlo, la participación de las tropas colombianas dentro del mismo, las que escribieron indudablemente una de las más be­Llas páginas en su itinerario castrense, y que hi­cieron, con su sangre y con su espíritu que el nombre de Colombia resonara en esas lejanas

• latitudes, siendo pronunciado con el máximo res­peto y la más cálida deferencia.

Remontar así el quincuagésimo aniversario del inicio de la guerra de Corea, conflicto que com-

General Fernando 'Japias Comandante Oeneral de las fuerzas Militares

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prometió nuestro esfuerzo, ya que nuestras tro­pas, por decisión del gobierno de la época se encaminaron a esas nobles tierras que la inmen­sa mayoría de nuestros conciudadanos sólo ha­bían escuchado entonces de los labio de los ca­tedráticos y novelistas, para cumplir serios com­promisos internacionales que implicaban la de­fensa del muy caro principio universal de la autodeterminacion de los pueblos, el cual, ha­bía sufrido notoria violación frente al sentimien­to y al concierto de todas las naciones civiliza­das del orbe.

Allá se encaminaron nuestras tropas, atrave­sando el océano Pacífico, formando una decidida cohorte de soldados y de marinos, los que bajo el estandarte y las banderas de las Naciones Uni­das lograron con ingentes sacrificios y valor su­premo galvanizar los inveterados conceptos de la gloria y el heroísmo.

Los nombres de sus jefes y comandantes per­manecen y permanecerán siempre vivos en nues­tro recuerdo, como son los del señor Coronel Jaime Polanía Puyo, y de su reemplazo el señor Coronel Alberto Ruiz Novoa, del Capitán Reyes Canal, comandante de la fragata Almirante Padilla, nave insignia de nuestra Armada que junto al ba­tallón Colombia cumplieron un papel tan desta­cado en esas lejanas áreas.

Allí recibieron el bautismo de fuego noveles oficiales de nuestro ejército nacional, los que acri­solaron su talante militar y se hicieron veteranos eximios de la guerra como de la paz.

De allá regresaron curtidos , plenos en espe­ranzas y ensueños para desempeñarse como los eficientes oficiales e instructores que fueron, como también los líderes naturales de nuestra estruc­tura militar que de hecho los reconoció como tales.

Ello mismo puedo predicar de los suboficiales, marinos y técnicos de las distintas especialidades cuyas experiencias fructificaron tan decididamente en los consecuentes progresos que después alcan­zarían las Fuerzas Militares en su futuro itinerario.

Qué no hablar de los bizarros soldados y ma­rinos que despertaron la admiracion de propios y de extraños, y cuyas hazañas por todos destaca­das quedaron registradas por siempre en las me­jores y las más gloriosas páginas del valor y de la gloria humanas.

Por ellos, por todo ello estamos hoy aquí en este campo glorioso de paradas de la Escuela Militar de Cadetes «General José María Córdova• para honrar esa comentada hazaña, cantada por exceltas plumas de todos los continentes, como una verdadera epopeya que marcó un hito en la historia de la humanidad.

Loor pues a esa gesta heroica y descanso y paz por siempre en las tumbas de nuestros va­lientes soldados, cuyos sucesores hoy también jalonan gloriosamente el camino de la paz y de la libertad en Colombia.

Mil Gracias,

" HE COMBATIDO EN TRES GUERRAS: f'ENSE QUE MDA ME QUEDARIA POR VER EN EL

CAMPO DEL HEROISMO Y DE LA SUFERACIO" HUMA.M; PERO CUAn

EQUIVOCADO ESTABA ••. 1 ME FALTABA VER COMBATIR AL "BATALLON COLOMBIA"

Oeneral BIACJ{SifflAR BRYANT, Comandante División 24 de lnfanter(a

Ejército I!stados Unidos

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s"c· COWMBIA - COREA 1950-2000 ~:_

DISCURSO PRONUNCIADO POR EL ,_

SENOR GENERAL ALBERTO KUIZ NOVOA

... CONMEMORACION DE WS 50 ANOS

DE LA INICIACION DE LA GUERRA DE COREA

CEREMONIA QUE TUVO WGAR EN lA ESCUElA MILITAR DE CADETES , , ,

"JOSE MARIA CORDOVA" EL 22 DE JUNIO DEL 2000

El 25 de junio de 1950 las fuerzas Armadas Nortecoreanas invadieron a la República de Corea, al cruzar el Paralelo 38, límite artificial fijado en cumpli­miento de la Conferencia de Yalta para dar a la Unión Sovié­tica una zona de influencia co­munista, tal como sucedió con la partición de Alemania.

Así la milenaria nación coreana fue víctima de una de las "decisiones de la debilidad", como las denominó el General Mark Clark, al referirse a las con­cesiones hechas a la Unión So­viética por las potencias occiden­tales, especialmente por la in­fluencia del Presidente Roosevelt ante la presión de José Stalin.

La República de Corea ha querido darle una dimensión global a esta conmemoración que en estos días se está cum­pliendo en todos los veintiún países que formaron el Ejército de las Naciones Unidas, que lle-

vó a cabo la campaña de Corea.

La decisión de conformar este Ejército, la primera y más im­portante en la historia de las Naciones Unidas, fue tomada por el Consejo de Seguridad a peti­ción del Presidente Truman, quién solicitó se pidiera a los miembros de la Organización prestar su apoyo a la República de Corea.

La invasión por parte de Corea del Norte, fue aparente­mente provocada por el retiro de las fuerzas Militares norte­americanas que aún quedaban en Corea y por la declaración del Secretario de Estado, Dean Acheson, quién en Diciembre de 1949, declaró que la Repúbli­ca de Corea no tenía impor­tancia para la defensa de los Estados Unidos. Esta declara­ción parece estimuló al gobier­no nortecoreano a invadir la parte Sur de la Península con el objeto de unificar la nación

bajo el régimen comunista. La consideración de los aconteci­mientos políticos sucedidos en los últimos cincuenta años del Siglo XX, muestran la decisión de enfrentar al comunismo , re­chazando la invasión por parte de Corea del Norte, como la más importante resolución de tipo in­ternacional tomada por parte de las potencias occidentales des­pués de la terminación de la Se­gunda Guerra Mundial. Mucho más importante que el involucramiento que llevó a la derrota en Vietnam o la guerra del Golfo Pérsico.

Hoy está claro que la inter­vención en la guerra del Viet­nam se basó en la falsa aprecia­ción de que la caída de lndochina en manos de los co­munistas reduciría lo que los estrategas del Departamento de Estado de los Estados Unidos denominaban ce) efecto domi­nó», en los países del Sudeste Asiático, pensando que inclusi-

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ve podría extenderse hasta in­fluir en la India. Apreciación que se basaba en la creencia que la Unión Soviética y China apoya­ban a los comunistas vietnami­tas.

La verdad revelada como re­sultado de los estudios de los últimos años, es que ya se ha­bía producido una fuerte rivali­dad entre las dos potencias co­munistas que impedía esta co­laboración y que China no con­templaba dentro de su política una expansión hacia el Sudeste Asiático. Esta realidad se com­probó cuando después del triun­fo de Jos comunistas en Viet­nam, no se produjo el efecto «dominó».

La Guerra del Golfo, aunque fue una decisión de las Nacio­nes Unidas, obedeció a la con­vocatoria que los Estados Uni­dos hicieron a sus aliados para defender su supremacía en el Medio Oriente, que como ya lo había advertido claramente el Presidente Carter, es una región que es considerada por su país como de primera importancia para su seguridad nacional y sus intereses vitales.

La invasión de Surcorea por su vecino del Norte, se cumplió con el propósito de imponer el comunismo por la fuerza, en desarrollo de la política mundial de la Unión Soviética, en ese momento en la cima de su po­derío.

La intervención de las Nacio­nes Unidas, liderada por la po­tencia norteamericana, señaló claramente la determinación de las potencias occidentales de

Los Tenientes Coroneles Polania Puyo y Ruiz Novoa, saludan al Comandante del 31 o Regimiento de Infantería Coronel Lloyd R.

Moses, el4 de Julio de 1952.

impedir la imposición del comunismo por la fuerza y fue una noti­ficación definitiva para la potencia soviética,. Puede decirse que con el fracaso de la invasión de la República de Corea comenzó la decadencia de la influencia comunista en el mundo que culminó con la disolución de la Unión Soviética.

Esa importancia fue comprendida por COlombia, única nación lati­noamericana que atendió el llamado de las Naciones Unidas , con la participación del Batallón COlombia y la Fragata Almirante Padilla.

Cincuenta años después de esa determinación histórica, podemos sentimos orgullosos de haber contribuido al mantenimiento de la paz y la seguridad mundiales como lo expresó el Embajador de Co­lombia en los Estados Unidos, Cipriano Restrepo Jaramillo al Minis­tro de Guerra, Roberto Urdaneta Arbeláez al apoyar esta decisión.

La actuación de los oficiales, suboficiales, soldados y marineros del Batallón «Colombia» y de las Fragatas Padilla, Brion y 1bno mereció los más altos elogios por parte del COmando del Thatro de Operaciones del ~ano Oriente y del COmando del 8° Ejército al servicio de las Naciones Unidas.

El Batallón Colombia recibió sendas citaciones presidenciales de los gobiernos de los Estados Unidos y de la República de Corea.

Por el valor mostrado en la ofensiva de Kumsong, en Octubre de 1951, el Brigadier General Blackhear Bryan, Cdte. de la 24° División de Infantería, a la cuál estaba asignada nuestra unidad,

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le dedicó las siguientes pala­bras:

"lfe peleado en tres guerras, he comandado y visto luchar a los mejores soldados del mun­do. Yo creía que nada me falta­ba por ver en el campo del he­roísmo y la intrepidez humana, pero después de ver combatir al Batallón Colombia he visto a los más grandiosos y más so­berbios de toda mi vida".

La situación durante los dos años de permanencia en Corea fué de una intensa actividad de combate. En los patrullajes diur­nos y nocturnos que eran nu­merosos se sufrían considerables bajas en los encuentros con el enemigo. Se cumplieron además actividades especiales como la toma del Cerro 400, la Opera­ción Bárbula y la defensa del cerro «Old Baldy» o •Viejo Cal­vo•, que son dignas de especial recordación.

El combate de uOld Baldy» fue el más destacado tanto por la in­tensidad de la lucha como por el número de bajas que sostuvo la unidad en la heroica resistencia ofrecida durante la preparación del ataque enemigo, que duró del 10 al 2.3 de marzo de 195.3, como en la defensa de la posidón du­rante toda la noche del día 2.3 cuando el enemigo se lanzó al asalto con fuerzas varias veces su­periores a los defensores, sin im­portarle sus pérdidas.

La heroica actuación del Ba­tallón mereció los más altos elo­gios del Ministro de Guerra y de los Altos Mandos militares co­lombianos quiénes en mensaje especial «expresaron su compla-

cencia por la actuación del Ba­tallón, que confirma la tradición de heroísmo, valor y abnegación de los soldados colombianos• , según las palabras textuales del Ministro de Guerra.

El Batallón experimentó 1.31 muertos en combate y 10 más en accidentes con motivo y oca­sión del servicio. A esta cifra se agregan 69 desaparecidos en­tre oficiales, suboficiales y sol­dados que quedaron enterrados defendiendo heroicamente la po­sición de «Oid Baldy». Se pro­dujeron además 448 heridos en combate, muchos de los cuales quedaron inválidos y 162 más heridos en accidentes por causa y con ocasión del servicio.

Las cifras anteriores indican que sobre un total de .3.089 combatientes que actuaron en el Batallón <!urante el período de guerra, 648 fueron muertos o heridos en combate, lo que muestra un 21 % de bajas, ci­fra altamente significativa. A este registro se pueden agre­gar 172 muertos y heridos en accidentes por causa y con oca­sión del servicio, lo que aumen­ta el porcentaje de bajas al 26.55 % entre el personal que integró el Batallón durante la guerra.

Aparte de las citaciones pre­sidenciales ya mencionadas, in­tegrantes del Batallón recibieron las siguientes condecoraciones individuales, del gobierno nor­teamericano:

18 estrellas de plata. Esta con­decoración es la segunda en su categoría que se otorga en épo­ca de guerra.

25 estrellas de bronce con V, por valor, con el significado de •heroísmo•, condecoración que sigue en categoría a la estrella de plata.

9 estrenas de bronce por ser­vicios meritorios.

El gobierno de Colombia otorgó a todos los participantes en la guerra de Corea, la con­decoración Estrella de Bronce.

Las Fuerzas Militares de Co­lombia pueden estar orgullosas de quienes las representaron hace medio siglo en una guerra en la que el país participó en cumplimiento a claros compro­misos internacionales, demos­trando para el mundo la impor­tancia de la recién fundada Or­ganización de las Naciones Uni­das, que en ese momento este­lar organizó un Ejército con la participación de 21 naciones, que cumplió magníficamente su misión de defender una peque­ña nación agredida por razones políticas.

Al conmemorar los 50 años de esta «guerra olvidada» , como se la ha llamado en los Estados Unidos, la intervención en Corea ha recobrado vigencia por la comprensión de la importancia que tuvo en el marco de la de­fensa de la democracia contra el entonces pujante imperio de la Unión SOviética.

La República de Corea es hoy una floreciente nación, ejemplo para el mundo por su renaci­miento después de la postra­ción en que la dejó la guerra, lo cuál no solamente debe en­orgullecer al pueblo coreano y

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a sus dirigentes sino también a los países que participamos en su defensa cuando fue atacada injustamente, porque ha que­dado demostrado que el esfuer­zo hecho en nombre de la li­bertad y la democracia no fue en vano.

En esta reconstrucción de la nación coreana para alcanzar el nivel de importancia políti­ca y económica que hoy os­tenta merece especial mención la actuación de las Fuerzas Mi­litares de Corea , que hasta muy recientemente contribu­yeron con miembros sobresa­lientes de la Institución en la dirección económica, política y militar del país.

Quienes somos testigos de la desolación a que fue someti­da Corea por la acción de la guerra podemos afirmar con au­toridad que la reconstrucción de la nación no hubiera sido posi­ble sin el marco institucional que le imprimieron los presi­dentes de origen militar que gobernaron a Corea hasta muy recientemente.

Señor General, Cdte. Gene­ral de las ff.MM., señores ge­nerales comandantes del Ejér­cito y de la fuerza Aérea, Señor Almirante Comandante de la Ar­mada Nacional, señores Gene­rales y Almirantes, oficiales, suboficiales, soldados y civiles, que hoy integran la institución militar.

La gloriosa conmemoración que estamos celebrando es algo que os pertenece como inte­grantes de esta generación mi-

El General James Van Fleet, Comandante del SO Ejército y el Teniente Coronel Alberto Ruiz Novoa, con un grupo de solda­

dos del Batallón "Colombia"

litar. La campaña de Corea es el legado que os dejamos quienes hace 50 años luchamos como miembros de las fuerzas Militares de Colombia en representación de la patria.

Presentamos al señor General, Cdte. General de las ff.MM. y a los Altos Mandos, nuestro agradecimiento por el apoyo dado a esta conmemoración.

Los que aún sobrevivimos contemplamos con admiración la dificil campaña que hoy libran ustedes, en medio de graves limita­ciones de todo orden, para dominar la subversión contra el go­bierno legitimo y contra la mayoría del pueblo colombiano ago­biado por una situación que clama por una efectiva e integral acción del Estado para que se resuelva a usar su capacidad total, con voluntad política decisiva, para ganar la guerra y conquistar la paz que todos deseamos.

Estamos convencidos que las fuerzas Militares, como lo han hecho en otras memorables ocasiones a lo largo de la historia nacional, serán la base para que Colombia supere las graves difi­cultades en que actualmente se encuentra. Los veteranos de Corea creemos interpretar con estas palabras los sentimientos de nues­tro pueblo.

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-=~- COLOMBIA - COREA 1950-2000

PERACION NOMADA ASALTO Y CAPTURA OBJETIVOS ENEMIGOS

INTRODUCCION

Han corrido casi cincuenta años y aún en nuestra memoria cobran vida las vivencias de aquel lejano 13 de Octubre de 1951. Están tan distantes en el tiempo pero tan cerca en nues­tros recuerdos que nos hemos atrevido a des­cribir lo que quedó grabado en nuestra mente como la experiencia militar más impactante de nuestra vida.

ORDEN DE OPERACIONES

Como parte de la orden de operaciones No. 5 para el batallón de Infantería COLOMBIA en Sanyangni, Corea, la compañia «C» comandada por ei'Jeniente Miguel Sandoval Solano (q.e.p.d .) recibió la misión de capturar los objetivos 23 (LA TETA) y 24 (DON POLO) en el área general de Sonbyok. se asignó esta tarea al primer pelotón comandado por el Subteniente Raúl Martínez Es­pinosa.

En cumplimiento de la orden, el peloton inició su desplazamiento desde la línea de partida (LDP) a las H 00:00 del 1.3 de octubre de 1951. La marcha se efectuó a lo largo de una cresta, única ruta de aproximación, casi intransitable, sembra­da de cadáveres enemigos semienterrados y en

Brigadier General RAUL MARTI!'ff:.Z ESPINOSA

captura del Cerro "La Teta"

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estado de descomposicion, de­fendida con alambradas y cam­pos minados que nos obligaban al caminar en hilera.

Con las primeras horas del alba alcanzamos la posición de apresto sobre una explanada que nos permitió armar el dis­positivo para iniciar, a orden, el asalto previsto. En la bruma de aquel amanecer, la silueta de LA TETA apareció como el objetivo esperado por quien en represen­tación de la patria l~ana anhe­laba luchar hasta ofrendar su vida si fuere necesario, para de­fender, aún en tierra extraña, los principios de libertad, paz y li­bre determinacion de los pue­blos.

Desde las primeras horas de la mañana y por fuera de la vi­sual del enemigo, dada la conformacion del terreno, nos acompañaron cadáveres de los chinos calcinados por efecto de las bombas de NAPALM arroja­das por aviones propios. El he­dor a carne humana achicharra­da penetró en lo más recóndito de nuestro ser. Su recuerdo es una pesadilla que dificilmente podremos olvidar.

CAPTURA DE LA TETA. EL ASALTO.

Hacia las H 08:00 la voz pau­sada y firme del Comandante de la Compañia ordenó la captura del primer objetivo, LA TETA. Un frio de muerte recorrió nuestro cuerpo y a nuestra mente llega­ron las imágenes de la patria remota y de los seres queridos. Pero con la embriaguez de un líder, en un impulso sobrehu­mano para vencer el temor, el

espíritu de cuerpo, la mística militar y la altivez del soldado profesional, se fundieron en un bravo espíritu de combate y or­denarnos •AL ASALTO». Nuestros hombres pegados a la tierra, aferrados a los esqueletos de arbustos deshojados por el fue­go de artillería o a cubierto en los cráteres dejados por ésta, hubieran querido con angustia, defender su vida y escapar a la muerte. Pero la voz de mando del Comandante del Pelotón, con la energía propia de la juventud y unas cuantas interjecciones apropiadas para la ocasión, fue un verdadero latigazo que des­pertó del letargo a los comba­tientes entumecidos ante la difi­cil alternativa de «vencer o mo­rir». Entonces como fieras des­bordaron su instinto de conservacion y en la alocada ca­rrera se lanzaron al asalto. Fue una sorpresa para el enemigo. Las dos escuadras de la van­guardia y los elementos de man­do del Pelotón, recibieron una verdadera andanaba de grana­das de mano. Cayeron los pri­meros heridos, el Cabo Primero Jorge R. Vallejo Cevallos, Co­mandante de la Primera Escua­dra, el radioperador y 4 solda­dos más. El Comandante del Felotón desde un cráter forma­do por el fuego de artillería, pudo observar cómo sus hombres se desmadejaban con las esquirlas que penetraban en su carne jo­ven. Una nueva orden de asalto electrizó el ánimo de los colom­bianos y el ataque culmino en las zanjas de arrastre que aban­donó el enemigo.

Serían las H 08:.30 cuando el comandante del Pelotón informó aJ de la Compañia la captura de

LA TETA. En la foto que aparece en este artículo el comandante del Pelotón da parte de la cap­tura del objetivo 2.3. Nos cabe el honor de haber sido los pri­meros en tomar uno de los ob­jetivos asignados al Batallón en una demostración de hombría y coraje, con un puñado de sub­alternos valientes y atrevidos. En esta fase de la operacion reor­ganizamos el dispositivo distri­buyendo los elementos de ma­niobra y de apoyo de fuego con 2 Escuadras en primera linea, una en reserva a órdenes del re­emplazante del Pelotón Sargen­to Segundo Víctor Olegario vargas Porras (q.e.p.d.) las ame­tralladoras pesada y liviana cum­pliendo misiones de apoyo de fuego sobre el Objetivo DON POLO y sobre las casamatas que a nuestro naneo izquierdo, a unas 600 yardas, eran atacadas por el segundo Pelotón de la Compañia «C» comandado por el Subteniente Bernardo Lema Henao (q.e.p.d.). Nuestro cam­po de fuego era privilegiado por que LA TETA estaba conforma­da por una altura desde la cual se dominaba casi todo el esce­nario de esta acción.

Cuando el Comandante del Pelotón impartía las órdenes de fuego y las misiones de apoyo por cumplir, desde DON POLO empezamos, a recibir disparos de ametralladora y fusiles, amén de proyectiles de Artillería y de morteros, colocados sobre nuestro objetivo con especial precisión. De pronto y muy cer­ca de nosotros escuchamos un ruido sordo, como cuando se destapa una botella de champagna y al observar adver­timos que el apuntador de la

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ametralladora pesada . .30 agregada a nuestro Pe­lotón, había recibido un tiro en la cabeza y yacía muerto, bañado en sangre y abrazado al arma que tan eficazmente había neutralizado a nues­tros contrarios. Ordenamos cubrirlo con su pon­cho y en una corta pero encendida arenga, ex­hortamos a nuestros soldados a vengar a este colombiano que como otros, había empapado con su sangre la tierra coreana. Si antes habían com­batido con heroísmo para desalojar al enemigo de su posición, ahora enardecidos por la muerte del compañero, continuaron disparando contra los soldados chinos que a nuestra izquierda huían de las posiciones que atacaba el segundo Pelo­tón en la cañada de los cerros. Estamos en lo cierto que en esta acción causamos serias bajas al enemigo. Al quedar momentáneamente neu­tralizada la ametralladora pesada, ordenamos al cabo Segundo Alberto Giraldo cardona, apun­tador de la ametralladora liviana . .30, cubrir los blancos dejados por la pesada. Giraldo se encon­traba justo a nuestro lado derecho. De pronto sentimos una ráfaga de ametralladora enemiga que barría nuestra posición de derecha a izquier­da. Nuestro instinto de conservación, el entrena­miento y nuestra juventud nos hicieron reaccio­nar automáticamente para agachamos en el pre­ciso instante que Giraldo era cruzado a la altura del estómago por esta ráfaga. lendido en el piso de la zanja nos pidió seguir combatiendo, para lo cual desenfundó y cargó su pistola de 45 milíme­tros. Este acto de heroísmo, de arrojo, de místi­ca, de espíritu de combate demostrado por un colombiano en esta cruenta guerra, debe quedar registrado en la galería de los héroes y su me­moria no podrá ser sepultada en los anales de la guena olvidada. A quien esto escribe y a quien milagrosamente se salvó en tal oportunidad, solo les queda el sabor amargo de la ingratitud. La única presea para Giraldo, fue el haber regresado con vida a su querida patria, COLOMBIA.

Por espacio de varias horas nuestro Pelotón, apuntalado sobre el objetivo de LA TETA, apoyó con fuego las acciones del Segundo Pelotón de la Compañía "C" que avanzaba lentamente y neu­tralizó a DON POLO, distrayendo al enemigo para ablandar su defensa y aliviar la presión sobre los Pelotones de la Compañía "A" comandados por los Subtenientes Francisco caycedo Montúa y Ra-

fael Serrano Gómez (q.e.p.d.) quienes a brazo partido y en combate cuerpo a cuerpo asaltaban el objetivo EL CHAMIZO.

CAPTURA DE DON POLO. EL ASALTO.

Alrededor de las H 15:00 la voz metálica del comandante de la Compañía nos ordenó "CAP­TURAR DON POLO", nuestro segundo objetivo ubi­cado al frente de LA TETA, distante por lo menos quinientos metros de ésta. Se apreciaba consti­tuido por varias casamatas que se asomaban en el horizonte como pequeñas cúpulas rodeadas de zanjas de arrastre. Concebimos nuestro dis­positivo en una forma sencilla y elemental: "La Primera Escuadra se desprende de LA TETA por su izquierda, avanza por la hondonada y captura la primera casamata".

"La Segunda Escuadra se desplaza por la dere­cha, avanza y captura la casamata número dos. Puesto de Mando (PDM) con la Primera Escuadra. lercera Escuadra ocupa y mantiene las posicio­nes dejadas por las anteriores Escuadras. Las ame­tralladoras continúan apoyando con fuego y cu­briendo el avance con el Pelotón desde su actual posición".

Iniciamos el avance pegados a la tierra, apro­vechando el terreno como en las mejores épocas de la Escuela Militar. Sobre el área yacían los ca­dáveres de los chinos dados de baja por nuestro Pelotón desde el cerro de LA TETA. Una vez so­brepasada ésta y ya en la vaguardia del cerro, recibimos fuego desde este objetivo. En una apre­ciación rápida el Comandante del Pelotón conclu­yó que las zanjas de arrastre se comunicaban con refugios subterráneos construidos en la contrapendiente de LA TETA. Para neutralizar el fuego destacamos una patrulla al mando del cabo Segundo Jorge Gutiérrez Gómez quien con cre­ces cumplió la misión.

Continuamos el avance en medio de una tenaz lluvia de fuego de armas pesadas y livianas. Thn pronto se silenciaron los fuegos defensivos de las armas pesadas, iniciamos el asalto final con los hombres que quedaban del Pelotón, diezmado hasta entonces con varios heridos entre otros el

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Soldado Misael Ayala quien an­tes del asalto, y en un comenta­rio premonitorio, sentenció que de tal infierno solo saldría en he­licóptero. Así ocurrió en la reali­dad al ser herido en una pierna que por su insistente y alevoso rechazo no le fue amputada en el hospital de Tokio.

En este asalto a DON POLO ocurrió lo inesperado. El enemi­go desapareció.Sospecham os que se había replegado hacia el valle de KUMSONG. Cual sería nuestra sorpresa cuando solda­dos del PELOTON en su malicia indígena sorprendieron a varios soldados chinos refugiados en profundos túneles desde don­de, con la ayuda de granadas de fragmentación y de cable te­lefónico abandonado por otras tropas, fueron sacados a la fuer­za. Como testimonio fehacien­te de esta tarea, es la foto de un enemigo chino herido en su cueva que ilustra esta reseña. Nos causó curiosidad que este y o tros soldados enemigos mostraran signos de estar dopados y señales de haber evacuado en su desteñido y ma­loliente uniforme.

Sobre las H 16:00 el Coman­dante de Pelotón daba el parte: Aquí Cota 1, capturado el ob­jetivo DON FOLO. Novedades: un soldado muerto, tres Sub­oficiales y once soldados he­ridos. Algunas armas captu­radas, entre ellas un morte­ro de 60 milímetros de fabri­cación americana.

'Tenemos la certeza que du­rante la noche del trece al ca­torce de octubre fueron evacua­dos soldados chinos heridos que

Prisionero del cerro ".El Chamizo"

se hicieron los muertos. Lo afirmamos basándonos en el informe de un número muy superior de bajas que la patrulla al mando del cabo Primero Emilio de Jesús cano Vinazco {q.e.p.d.) encargado del conteo de pérdidas enemigas, había reportado la tarde ante­rior.

OKGANIZACION DEFENSA PEKIMETKICA

Una vez capturado el objetivo DON POLO procedimos a organi­zar la posición defensiva para lo cual fueron instalados los puestos de centinela en los refugios y trincheras abandonadas por el ene­migo previa una limpieza cuidadosa que incluyó las evacuaciones de quienes acorralados por la presión de los colombianos, se vie­ron obligados a obrar en sus cuevas hechizas.

En las primeras horas de la noche llegó a nuestro Puesto de Mando el señor capitán Numaél Parra (q.e.p.d.) acompañado por el 'Teniente Miguel Sandoval Solano {q .e.p.d.) Comandante de la Compañía "C", quien a su tumo instaló su propio PDM en la cueva abovedada que nos servía de refugio.

Desde antes de iniciar la organización de la defensa perimétrica recibimos intenso fuego de artillería y mortero de varios calibres, situación que se prolongó durante toda la noche. Para nuestra fortuna, los refugiados subterráneos enemigos se constituyeron en verdaderos paraguas que nos guarecieron del fuego enemigo.

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CONCWSIONES

Esta operación, Objetivo Principal del Bata­llón, que podernos describir como un triángu­lo en cuyos vértices aparecen respectivamente los dos Pelotones de la Compañía • "A" coman­dado por los Subtenientes Serrano y caycedo, el Primer Pelotón de la Compañía "C' coman­dados por el Subteniente Martínez y el Segun­do Pelotón de •Ja misma Compañía comandado por el Subteniente Lema, fue el súmmum de la combinación de factores que van desde una pro­funda inspiración para concebir las acciones de mando y conducción con el fin de alcanzar el éxito y de intangibles como la moral, la místi­ca, el espíritu de cuerpo, el espíritu de comba­te y otras tantas virtudes militares que confor­man la personalidad del combatiente.

La misión del Batallón fue cumplida con lu­jos de detalles y antes de la hora prevista por el mando superior. La importancia y trascenden­cia de la Operación NOMADA u OFENSNA DE OTOÑO DE 1.951 ha quedado como referencia histórica en las siguientes distinciones:

El Señor Presidente de los Estados Unidos Harry S. 'Iiuman concedió la Pimera Citación Presidencial al Batallón Colombia, impuesta a la Bandera de la Guerra de la Unidad por el Comandante del VIII fjército Señor General James Van Fleet. Esta citación en algunos de sus apartes dice: El Presidente de los ~sta­dos Unidos de América ha conferido la Ci· tación Presidencial de UNIDAD DISTINGUI­DA al BataUón COlombia, por el extraordi­nario heroísmo en operaciones militares, contra enemigo armado del doce de octu­bre al veintidós de octubre de mil nove­cientos cincuenta y uno en Sonbyok. ~~ Ba­tallón COlombia demostró tan Insupera­ble valor y tan sobresaliente espíritu agre­sivo en el cumplimiento de su peligrosa misión ~e se ha distinguido y ba supera­do a otras unidades que tomaron parte en acciones similares. EL heroísmo extraor-

dinarlo, la destacada eficiencia combativa y el espíritu de cuerpo demostrado por los miembros de este Batallón nos honra y en esta armonía por las más preciadas tradiciones de la profesión militar.

Igualmente el Presidente de 1a República de Corea Doctor Syngman Rhee, concedió una citación presidencial al Batallón de Infante­ría Colombia al término de la operación.

A su turno el Señor General James Van Fleet Comandante del VIII Ejército Aliado, en el pe­riódico "STAK MD STR.tr.t.s de circulación en el Lejano Oriente, publicó el siguiente comuni­cado". Como Comandante General de las Fuer­zas de las Naciones Unidas, felicito al Batallón Colombia por su sobresaliente actuación en el combate. Es interesante subrayar que el Bata­llón Colombia primero y único aliado de Sur América en Corea, fue también el primer ele­mento de las Naciones Unidas en alcanzar el objetivo vital de K.umsong. Este éxito vasta por si solo para colocar al Batallón Colombia como unidad de la más alta importancia en nuestro esfuerzo para contener la agresión comunista.

El Señor General Blakshear Bryan Coman­dante de la 24a División de los Estados Uni­dos, a la cual se encontraba agregado el Bata.­llón Colombia, en unas frases que le dieron la vuelta al mundo se expresó así sobre esta ope­ración: He combatido en tres guerras, he comandado y visto luchar a los m~ores soldados del mundo, pensé que nada me quedaba por ver en el campo del valor y de la intrepidez humana, pero viendo combatir al Batallón Colombia he presen­ciado lo más grande, lo más soberbio de mi vida.

(las anteriores citaciones fueron tomadas del artículo LA CAPTURA DE KUMSONG, COREA.; GLORIA D~L EJERCITO Y lAS A&­MAS DE COLOMBIA del señor Coronel fran­cisco caycedo Montúa.)

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: COLOMBIA- COREA 1950-2000

SALTO AL CERRO CHAMIZO SANGYANG-NI

La madrugada del 1.3 de oc­tubre titilaba en continuos res­plandores de la incesante arti­llería, cuyas explosiones delata­ban las siluetas de las monta­ñas en el valle de Sangyang Ni, de nuestras trincheras que aban­donamos a las tres de la maña­na, y las que nos retaban en el horizonte para el cumplimiento de nuestra misión. El sendero al ascender por la pedregosa topografía, estaba en sus bonkers y refugios enemigos lle­nos de cadáveres chinos por doquier.

Próximos a nuestro objetivo el "A", la patrulla de exploración al mando del Sargento 2do. Ra­fael Hemández con sus hombres doblegados por la fatiga y la aguda pendiente avanzaban a unas 40 yardas delante de no­sotros.

EL silencio expectante del avance se rompió de repente por el estallido de granadas de

CORONEL f'RAI'fCISCO CA/CEDO MOIYTUA

mano, lanzadas desde sus ocul­tas posiciones, que cayeron atrás de sus espaldas y el lugar por donde avanzábamos y dos de sus ametralladoras que dispara­ban iracundas en una hilera de cocuyos rojos que desgajaban los pinos de otoño; ellas, nos hicieron lanzamos a un refugio solitario que nos cubrió con dos de mis hombres. La antena del radio a mi lado, nos había dela­tado.

Con toda la fuerza de mis pul­mones le grité a Hernández: Repliéguese .. .! con la esperan­za de verlos mover, mientras los proyectiles desmoronaban el borde del hoyo que nos prote­gía. Un F.A. de una de mis es­cuadras y sus fusileros dispara­ban con certeza eficacia sobre los nidos enemigos, que inte­rrumpían su fuego momentá­neamente. El duelo de las ar­mas se incrementaba y el olor de las plantas resinosas troncha­das, se mezclaban raramente

con el de las explosiones y las venas abiertas; mi ametrallado­ra ya había entrado en posición cercana a nuestro encierro y con el apoyo de sus metálicas cananas, saltamos a otra posi­ción.

Vigilando la cañada que ha­bíamos atravesado al amanecer, había dejado la escuadra de Bozookas que el Batallón me había asignado, como defensa antitanque del valle Sanyang-ni en una altura dominante que acabábamos de cruzar. Uno de los proyectiles de morteros ene­migos, con una pasmosa preci­sión cayó destrozándolos inmisericordemente, dos murie­ron y siete hombres quedaron mortalmente heridos.

La ametralladora de mi Pelo­tón despedía una leve cortina de humo gris al compás de sus dis­paros sobre la cima enemiga, la disparaban los soldados Carlos Bravo y Alberto Belmonte a .30

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Teniente Francisco A. Caicedo M., Cabo Carvajalino, Soldados Oómez y Danilo Or tiz y prisionero herido, en el asalto "El Chamizo".

yardas de nuestro nuevo abrigo; pero un chillido veloz que se intensificó ensordecedoramente al aproximarse un proyectil de los cañones chinos explotó sobre la pieza, despidiendo en los aires a sus sirvientes y partiéndola como si fuera un frá­gil juguete de navidad. Los guijarros de las pie­dras destrozadas los sentimos rebotar en los pro­pios cascos de acero.

Simultáneamente en comunicación con el Co­mandante de la Compañía, quien hablaba por su radio desde nuestras trincheras, a 1.600 metros atrás de nuestra área de avance, insistía o no entendía porque se demoraba en tomamos el objetivo; y recibió mi requerimiento, fruto del aná­lisis de la calidad y cantidad de enemigo que es­tábamos enfrentando, que me enviara refuerzos,

pues la magnitud de contendores y sus fortificaciones, no era objetivo para la misión de un solo Pelotón. Entonces apoyados por nuestras armas automáticas y el fuego intenso de los fusi­les salimos disparando y capturamos el primer objetivo, donde rindieron sus vidas nueve hom­bres y el resto se sentía por el moviento desespe­rado, arrastrándose por entre las zanjas hacia la cumbre.

La tierra se humedecía de rojo, solo había un intenso olor a pólvora y el diálogo incomprensible de los camilleros coreanos evacuando hacia la re­taguardia a los heridos y los muertos.

Momentos antes, varios centenares de yardas a mi derecha el Subteniente Raúl Martínez vale-

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rosa e intrépidamente con su tra en ese duelo de granadas so- destino, un soberbio espectácu-Pelotón se había tomado el ob- berbio e infernal sobre sus lo se apreciaba desde esas altu-jetivo de su unidad LA TETA des- fortificaciones invisibles en la ras sobre el valle de Sanyang-ni trozando la posición enemiga. cresta; pero el volumen de ex- que corría circundando la base

plosiones pavoroso y continuo de la montaña donde atacába-A su izquierda y sobre la pen- se incrementó con tal magnitud, mos. Tres inmensos tanques

diente, un emplazamiento sólida- que instintivamente, sin haber Norcoreanos de escandalosas y mente fortificado había sido tam- emitido ni pronunciado ningu- sordas orugas avanzaban hacia bién aniquilado por el ataque del na orden, fuimos serpenteando nuestras áreas, obedeciendo las

' pelotón del Subteniente Bemar- entre el fuego y cediendo terre- curvas del valle, con destino ha-

• do Lema. De pronto un tropel de no ante el castigo increíble del cia el lugar donde los bazookas

' hombres ascendía hacia el obje- enemigo. del Batallón Colombia, acababan

• tivo A, que acabábamos de cap- de desaparecer. Otros tres tan-turar, rompiendo las ramas muer- Pedí fuego de artillería y de ques americanos con la estrella tas que había desgajado la furia las armas pesadas del batallón blanca, aparecieron disparando de las armas; jadeante y casi as-- argumentando la fortaleza de la ardientemente sus cañones, en-flXiado llegó el Subteniente Ra- posición enemiga: Hay que tablándose un duelo pintoresco fael Serrano, en mi apoyo, quien ablandar el objetivo .... está muy y potente de máquinas y fuerza. distante a la izquierda de mi sec- duro... transmití. Con el apoyo de aviones F-4 7 tor de ataque, no había encon- que en ese teatro de terror y de trado enemigo en el objetivo que Casi instantáneamente la sonido, clavaban desde el aire tenía por misión atacar. enorme cresta de las alturas, en intrépidas picadas dignas del

que albergaba en mi área , la cine, sobre los grises tanques Y continuamos nuestro avan- compañía reforzada china que se enemigos, que en su pesado

ce hacia la cumbre inhóspita y debatía como un coloso herido zig-zag con todo el poder de sus de apariencia desértica del "Cha- parecía convulsionarse con la máquinas y gruesas estelas de mizo" desnuda absolutamente furia de las armas pesadas y la tierra, trataban de evadir las ro-de vegetación, tierra cárdena, artillería, al arrugar y desarru- jas llamaradas de los cohetes piedras grandes y cráteres de gar la colina con sus soberbias que caían desde el aire y eriza-bombas coronaban en franjas de explosiones. Algunas caían casi ban el valle de Sanyang-ni. 200 y más metros, la cima don- a 50 yardas desde donde abri-de serpenteábamos como rep- gados tras las piedras, sentía- Ya casi declinaba la tarde, en tites, hacia su captura; única- mos como en la mañana el cho- todo ese día de cruento comba-mente un tronco con sus raíces que de los guijarros sobre el te, y seguimos aferrados a la al-casi desnudas estaba enhiesto acero de los cascos, que me hizo tura, próximos a las aún deseo-sobre el horizonte. Próximos ya pedirle a la Santísima Virgen, nocidas fortificaciones chinas; sobre la cumbre nos detuvo de que le diera a los poderosos ar- nuestros heridos y los agonizan-

} improviso una lluvia increíble, tilleros suerte y precisión, pues tes, palpitaban en su angustia, fantástica de granadas de mano tenían en sus manos nuestras ante nuestros ojos y el vigoroso

:\ que salían a millares y explota- vidas. Uno de ellos hizo blanco intento de terminar con la cap-. ban salvajemente entre nubes en el "Chamizo", que voló he- tura del objetivo el "Chamizo". enceguecedoras de polvo, sus cho astillas, quedando un mu-ametralladoras desde varios án- ñón como recuerdo. En las pau- Entonces le dije a Serrano, es gulos tronaban también, apoya- sas de fuego intermitente sus ame- la hora de lanzamos al Asaltot das por el fuego de los fusiles tralladoras revivían su cortina de y su respuesta sonriente fue, es orientales invisibles que hicieron fuego implacable y tenaz, como si la hora de la bayoneta herrnani-rodar a varios de nuestros hom- una coraza invulnerable los prote- to!. bres. El poder de su defensa a giera e hiciera caso omiso del Y con la fuerza de mis pul-lo largo de la cima parecía mul- aplastante bombardeo aliado. mones después de haber distri-tiplicarse ante la respuesta nues- buido y fijado las áreas de asal-

Como una rara paradoja del

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to a mis escuadras, di la orden de ataque:

En nombre de la Virgen ... y por Colombia .. al Asalto!

Y los hombres arremetiendo con el vigor de sus almas y el poder de los peines de los M-1 y cananas respondieron Viva Colombia .... ! avanzan­do fieramente con el temor de dejar la vida en cada paso. Gritándoles voces de empuje, de reto y de coraje, ascendimos ganando velozmente tres hombres la cumbre con el cabo Nolasco Espinal y el soldado Jorge Wilches.

La lluvia de granadas se hizo más débil ante la mágica furia de las nuestras y caímos a bayoneta sobre sus trincheras, en duelo cruento e inenarra­ble de los aceros que herían y desgarraban cora­zones, cada hombre estaba viviendo su propio dra­ma con un ímpetu y fuerza incontenible, con un grito de bravura en las trincheras enemigas que se escuchaba en todas las zanjas, Viva Colombia, en ese carnaval de sangre y de victoria.

cantidades de chinos con vestidos color tierra corrían deslizándose por las curvas y trincheras y caían también por nuestras armas electrizadas de triunfo, en las sólidas cadenas de sus abrigos. Una sub ametralladora Thompson seguía loca de ira y la calle con los proyectiles de mi exhausta carabina. Al saltar sobre otra posición, escuché el grito del cabo carvajalino, tiéndase mi 'Teniente que lo matan ... r La granada soviética a pocos metros no daba tiempo de correr y al lanzarme a tierra, alcancé a apretar con amor y fe infinita un cuadrito que llevé siempre en el bolsillo del pe­cho, y a decir iVirgencita del Socorro sálvame ... ! La explosión me arrojó despedido por el aire con la cara azotada dolorosamente por la arena, ante los ojos incrédulos de mis hombres, solo un hilo de sangre me mojó la media.

Algunos desde sus compactas casamatas aún lanzaban granadas y empecinados con sus armas automáticas tratando de sostener sus posiciones ya en nuestras manos. Dos de sus ametrallado­ras rusas arrebatadas, las disparaban Los Tigres, cuyas municiones se habían agotado. Una de ellas al derrumbarse sus dos hombres con mis últi­mos cartuchos, la tome haciendo a un lado los cuerpos inertes, dentro de la ansiedad de esos

crucientes instantes y a pesar de que era una arma extraña, con un proveedor horizontal negro cir­cular, ensayé dispararla hacia los chinos que aún lo hacían desde las cuevas contiguas, respondién­dome con su mortífero poder que hacía unos ins­tantes, trataba de detenemos.

Con la fatiga y la íntima satisfacción de solda­do colombiano, tomé el radio y ebrio del triunfo le transmití al batallón: capturado el objetivo y Viva Colombia .. .! Eran las 4:15 de la tarde.

casi escuchamos los gritos de júbilo, que des­de la cima de nuestras lejanas trincheras, los co­lombianos lanzaban batiendo mantas, paineles y banderas.

Entonces sobre un tronco enhiesto solitario que se erguía maltrecho de la hecatombe, coloqué con lágrimas de dicha el cuadrito de la Santísima Virgen del Socorro en ese escenario macabro y humeante, donde algunas venas rotas seguían tiñendo las breñas del Asia y algunos de mis hom­bres, se acercaron y le dieron un beso de amor y gratitud con el resplandor de una lágrima furtiva.

lteinta y ocho cadáveres chinos tendidos en la lid, cuatro prisioneros, dos heridos, fueron testi­gos del abrazo emocionado y mudo que nos di­mos con Serrano, uno de ellos corpulento y ab­sorto de nuestro júbilo y su tristeza, era el Co­mandante de la Compañía China, que había pe­leado hasta el último instante. La unidad enemiga había sido destruida, se habían capturado cinco ametralladoras pesadas, nueve ametralladoras tipo Thompson, cincuenta y siete fusiles rusos de ba­yonetas de tres filos, un teléfono de campaña ale­mán, un mortero chino, material bélico innume­rable, las posiciones, que en su enjambre de bonkers, zanjas y abrigos estaban repletos de multitud de municiones de todos los calibres.

Nuestro saldo de sangre tenía ocho hombres muertos y treinta y dos heridos. La misión, cum­plida una hora antes de lo previsto por el Co­mando de la 248 División había capturado con honor un baluarte táctico invalorable para el ene­migo que constituía una pérdida y debilitamiento en su fuerte escalón de defensa y una aureola de gloria para el Batallón Colombia, que tenía como reto la toma y captura de Kumsong.

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ANTECEDENTES

El16 de noviembre de 1.951, la compañía de reemplazos del primer contingente del Batallón " Colombia " , a bordo del transporte • General W.F. Hase", de la marina norteame­ricana, zarpó de Buenaventura con destino a Corea.

Durante tres meses, la uni­dad había recibido entrenamien­to en el Centro de Reemplazos de la Escuela de Infantería de Bogotá, bajo la dirección del señor Mayor Guillermo Pinzón caicedo y la asesoría del Mayor William T. Gordon del Ejército de los f'.stados Unidos.

La compañía, al mando del señor teniente Luis M. Galindo Vargas ~ba integrada por 7 ofi­ciales, 20 suboficiales y 120 sol­dados: como subalternos lleva­ba, a 1~ tenientes Jaime Garzón Garavito, Bernardo González Quiroz y a los subtenientes enri-

TAQUE AL CERRO 400 ''OPERACION CLIMBER''

CORONEL. MARIO N. BERNAL AVELLA

que Sarmiento López , Vactor H. Salguero flores, Alvaro Arenas Suárez y Mario N. Bemal Avella .

Después de hacer escalas en HaWdi y en Yokoharna, se trasla­dó por tren a Sasebo para conti­nuar por mar y desembarcar en Pusán el16 de diciembre, donde fue redbida por el Señor Mayor Alfonso Novoa, segundo Coman­dante del Batallón y una delega­ción del Ején::ito norteamericano.

Una vez cumplido el periodo final de instrucción de combate en el Centro de Reemplazos de las Naciones Unidas en 'IOnmg NI, en cercanías de Pusán, el 18 de enero la compañía se inte­gra al Batallón que se enconba­ba con dos compañías en pri­mera línea, pero que al día si­guiente se concentrara en área de retaguardia, como reserva táctica del Regimiento 21.

Después de seis meses en el teatro de guerra y más, cuando

1!1 OR. Joseph Lawton CoUins, Jefe del I!stado Mayor del

~ército de los E.E.U.U., impo­ne la I!strella de Plata al Sub­

'lenlente Mario ffel Bemal Avella. Bogotá el L3 de Mayo

de 195.3

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acababa de tomar parte exitosamente en la Ope­radón "Nómada" u ofensiva de Otoño, que tan sobresaliente prestigio diera a los soldados co­lombianos, la llegada de los primeros reempla­zos, tuvo un alto significado para la moral de las tropas, pues además de permitir llenar las vacan­tes causadas por las bajas en combate y adminis­trativas, restauraba la capacidad operacional del batallón, con el entusiasmo del nuevo contingen­te de compatr iotas que estaba dispuesto a no resultar inferior a quienes ya habían vivido la rea­lidad de la guerra y lo habían precedido en hon­rosas realizaciones y ejecutorias.

El día 27 del mism o m es en cumplimiento a lo ordenado por el Comando del VIII Ejército, e l Batallón Colombia fue segregado del Regi­miento 2 1 que co m o unidad orgánica d e la División 24 había sido trasladado al Japón . Debido a ello, la unidad colombiana fue agre­gada al Regimiento 3 1 de la VII División, que se encontraba en situación de reserva. El Ba­ta llón después de una larga marcha motoriza­da estableció sus instalaciones de campaña en el valle de INJE, donde continuó su entrena­miento de combate.

El 10 de Mayo, una vez más la unidad entra a la primera línea de combate en el sector de "KUNHWA", a relevar al Primer Batallón del Re­gimiento 31 y un mes después, pasa nuevamen­te como reserva táctica del Regimiento en un área de retaguardia a 16 kilómetros del frente.

SITUACION GENERAL

El 10 de Junio de 1.952, el batallón, recibió la orden de preparar una incursión sobre un puesto avanzado del enemigo, situado a un kilómetro de la línea principal del combate, conocido como "Cerro 400" altura ubicada en las vecindades de la población llamada " Mando " de Corea del Norte.

Desde hacía varios meses nuestras propias tro­pas no habían capturado prisioneros, que se re­querían con urgencia para enriquecer la inteli­gencia de combate. La misión se asignó a la Com­pañía A, comandada por el capitán Luis M. Galindo Vargas, con sus oficiales subalternos Tenientes

Carlos E. Leaño Gómez, Jaime Garzón Garavito, Bernardo González Quiroz y subtenientes Víctor H. Salguero Flores y Mario N. Bemal Avena .

Bajo el mando del Señor Mayor Luis Etilio Leyva, comandante encargado del Batallón, la operación se planeó cuidadosamente hasta el más mínimo detalle, llegando incluso a ejecutar diez ensayos, de día y de noche , en un terreno muy similar al cerro 400, que se seleccionó para tal efecto, hasta alcanzar un grado óptimo de coor­dinación y de trabaj o en equipo. El tercer pelotón del señor Subteniente Mario Bemal Avella fué designado para el asalto a la posición enem iga.

SITUACION PARTICULAR

La orden de operaciones No 10 " CLIMBER " (Trepador), fue em itida el 19 1550 Junio de 1.952. En este documento se consignó todo lo relacio­nado al Enemigo y a las Propias Tropas , especifi­cando los apoyos de fuegos con los cuales se contaría para la operación. El enemigo fue esti­mado en una compañía en el cerro 419, dos es­cuadras en el cerro 400 y dos escuadras en Skoshi Ridge CT614441.

En el Plan de Ataque para los últimos trescien­tos metros próximos al objetivo, fueron estable­cidas cinco líneas de fase para facilitar la coor­dinación del apoyo de fuegos.

MISIO N

Atacar Colina 400, para capturar prisioneros, material y documentos. Obtener identificación de unidades enemigas, y destruir obras de fortifica­ción. Cumplida la misión, replegarse a las posi­ciones iniciales. Especial atención debe darse a la evacuación de los prisioneros.

DESARROLW DE LA OPERACION

Aproximación a la línea de partida.

Entre el 200330 y el 201200 la compañía "!\' se movió al área de reunión adelantada en cercanías de la posición de primera línea del primer Bata­llón del regimiento 31. En este sitio, el capellán

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padre Julio Salas, ofició una misa, para el pelotón de asalto. El 210410 de Junio /52 la com­pañía A cruzó la línea de partida.

Los tres pelotones de fusileros avanzaron sigilosamente por las posiciones propias, ocupadas por tropas estadounidenses, con la tensión emocional que gene­ra una misión de combate, ante el riesgo del choque violento contra un enemigo fanático y avezado.

Los pelotones primero y se­gundo alcanzaron sus posicio­nes de apoyo, localizadas a tres­cientos y cien metros respecti­vamente, de la línea de partida. El pelotón que estaba a 50 me­tros del objetivo, fue descubier­to por el enemigo, que reaccio­nó de inmediato con fuego de armas automáticas y granadas de mano.

EL ASALTO A lA POSICION.

El subteniente Berna! solicitó el apoyo de fuego preplaneado y con sus hombres se lanzó al asalto a bayoneta calada en combate cuerpo a cuerpo. El avance antes de ocupar el obje­tivo fue todo un infierno ensor­decedor producido por las ar­mas de apoyo propias y enemi­gas, entre las explosiones de artillería, los morteros, los tan­ques y los cohetes y ametralla­doras de los aviones F86 que daban su apoyo hasta muy po­cos metros antes de caer sobre las trincheras enemigas, llenas de sangre, de polvo y de los gri­tos de rabia y de dolor de quie­nes tienen en sus mentes, la idea de vencer o morir.

El comandante del pelotón iba con la primera escuadra co­mandada por el cabo segundo Jesús M. Campos, atacando de frente el objetivo. La segunda, con el Cabo Segundo Miguel L. Barros y el reemplazante del pe­lotón, Sargento Segundo Alfredo Delgadillo por el flanco izquier­do, y por el costado derecho el cabo segundo Baudilio Ospina L. rodeaba el cerro. La cuarta escuadra de armas y sus zapadores, con el cabo primero Luis M. Delgado, seguía la pri­mera escuadra.

El enemigo incrementó la defensa con sus armas automá­ticas y granadas de mano y con todos sus fuegos de apoyo de artillería y morteros. Sin duda alguna fue sorprendido, pero en el primer momento causó siete bajas al pelotón. En la primera escuadra, el cabo Jesús M. Cam­pos y los soldados Adolfo Cár­denas y Antonio Barrera, en la segunda escuadra, los soldados Ignacio J. Orber, Rafael R.

Quiroga y Gustavo Poveda. En la tercera escuadra, el cabo se­gundo Baudilio Ospina.

Nuevamente el subteniente Bernal reanudó el ímpetu del asalto, seguido por los cabos Campos y Ospina, quienes a pesar de estar heridos en la cara y en Jos brazos, continuaron avanzando en forma rápida con intrepidez sorprendente, lo mis­mo que el resto del pelotón. Aquí es cuando surgen los hé­roes de la guerra : los solda­dos Antonio Barrera Galvis, he­rido con esquirlas de granada, Helí Rey y Miguel Piamba, quie­nes con sus fusiles ametrallado­ras, continuaron el avance dis­parando sin cesar, tal como ha­bía sido ensayado.

En la lucha cuerpo a cuerpo resultaron heridos los soldados Jorge R. Fandiño. Hernando Galvis, Adriano T. AJvarez y José R. Rincón; el soldado Juan de Dios Gómez fue muerto a bayo­neta por un soldado chino (Mon-

Bl Tercer Pelotón al regreso del Cerro 400

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gol) quien resultó herido y he­cho prisionero. Los soldados Alfredo A. García, José D. Martínez y Jorge M. Zambrano, de la cuarta escuadra, fueron también heridos. Igual suerte corrió el soldado Pedro Alcántar Pira, quien después de la toma del objetivo, saltaba en la cima del cerro ondeando una peque­ña banderita de Colombia, que había llevado consigo, cuando una esquirla le destrozó el vien­tre; fue entonces cuando el cabo primero Delgado, tomó esta banderita y continuó agitándola bajo el fuego, mientras Alcántar Pira era retirado por los camilleros. Dos operadores de los lanzallamas fueron heridos por esquirlas y por las armas automáticas.

CONSOLIDACION DEL OBJETIVO Y EVACUACIONES

Las zanjas de comunicación eran muy angostas y tenían más de tres metros de profundidad, lo cual sumado a la resistencia enemiga, dificultó la captura de dos prisioneros más que resul­taron también heridos. Los tres capturados fueron los primeros evacuados al Puesto de Mando adelantado del batallón y entre­gados al Capitán Hernando Faccini, S-2 del batallón, pero dos de éstos fallecieron poste­riormente, y solo sobrevivió el tercero.

La consolidación del objetivo, el conteo de las propias tropas, el reconocimiento de las bajas enemigas, la evacuación de los quince heridos graves y del ca­dáver del soldado Gómez, obli­gó a pedir camilleros adiciona-

les y a permanecer en el objeti­vo bajo el fuego enemigo, lo cual pudo hacerse gracias a los fuegos de apoyo propios que aislaron el cerro 400 sin que el enemigo pudiera recibir refuer­zos.

Antes de abandonar el obje­tivo, la escuadra de zapadores destruyó con explosivos el pues­to de observación principal. El repliegue se hizo en el fragor del combate.

A las seis de la mañana el subteniente Berna! con el radioperador soldado Leonardo Hemández, llegaron de últimos al puesto de mando y el coman­dante del pelotón dio el parte correspondiente, al comandan­te de la compañía Capitán Galindo, con el grito emociona­do de: 1 Viva Colombia !

RESULTADOS DE lA OPERACION.

Cumplimiento de la mi­sión.

En el desarrollo del plan pre­visto, la misión se cumplió exac­tamente en un tiempo mínimo, gracias a la explotación de la sorpresa y a la excelente coor­dinación de la maniobra con los fuegos de apoyo. La rapidez del ataque produjo gran desconcier­to en el adversario, que solo se dió cuenta del avance, cuando ya los colombianos se lanzaban al asalto.

El eficaz liderazgo del Co­mandante del pelotón, subteniente Berna!, ejercido mediante su temerario ejemplo personal, constituyó la inspira-

ción y el estímulo para que to­dos sus hombres procedieron en la forma resuelta como su­pieron hacerlo.

'Ires prisioneros fueron cap­turados heridos, pero solo uno de estos sobrevivió, pues los otros dos murieron más tarde a causa de sus heridas. El efecto de los fuegos de apoyo y el opor­tuno empleo de la Escuadra de Zapadores con el uso de sus car­gas explosivas, causó la destruc­ción del puesto de observación que estaba instalado en el obje­tivo asignado.

Bajas propias

El total de bajas en el pelo­tón de asalto, fue de 1 muerto, y 15 heridos. En el pelotón del teniente González, el cabo se­gundo Miguel Sierra Suárez y el soldado Gilberto Melgarejo Pin­zón resultaron muertos por la artillería, pero por haber sido lle­vados sus cuerpos por el ene­migo, se declararon como "des­aparecidos en acción".

En el pelotón del subteniente Salgueri, el soldado Francisco Sanín Romero, murió por esquirlas de mortero. Dos ofi­ciales norteamericanos, obser­vadores de artillería, quienes di­rigían los fuegos a bordo de una avioneta, tipo L-15, perecieron al ser derribados por el enemi­go.

'También ocho combatientes, entre ellos el comandante del pelotón y el soldado radioperador recibieron impac­tos de esquirlas, pero fueron protegidos los chalecos y los cascos.

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Bajas enemigas

Las bajas enemigas confirmadas, fueron de 25 muertos y las estimadas de 45 heridos y 15 muer­tos. En cuanto a material, se capturaron 21 subametralladoras chinas, cuatro fusiles ametra­lladoras rusos, documentos varios, dinero en bi­lletes y equipos de intendencia.

ANALISIS CRITICO MILITAR.

El éxito de la operación, reafirmó la importan­cia del planteamiento minucioso que se hizo para su preparación, especialmente mediante la eje­cución de los ensayos que fueron realizados so­bre un modelo de terreno similar, práctica esta muy aconsejable cuando las circunstancias operativas y el desarrollo de la situación táctica permite que pueda ser efectuada.

Se puso en evidencia la excelente coordina­ción de la maniobra con el apoyo de los fuegos, hasta el momento mismo de pasar al asalto. Las medidas de contrainteligencia fueron muy efica­ces, pues permitieron la aproximación sigilosa de una unidad que estaba en la retaguardia, hasta una posición de apresto adelantada, sin que el enemigo pudiera percibirlo, lo cual fue decisivo para lograr la sorpresa.

El apoyo logístico se prestó con prontitud y eficiencia, facilitando la rápida evacuación de los heridos, de los prisioneros y de los muertos. El dominio del aire demostró una vez más, ser un factor esencial en el combate ofensivo contra una posición fortificada.

RECONOCIMIENTO Y DISTINCIONES.

Desde el comienzo de la operación, el Puesto de Mando del primer Batallón del Regimiento 31 se convirtió en un verdadero palco de honor para observar el desarrollo de la acción. Allí se re­unieron con este propósito, los Comandantes de la VII División, del Regimiento 31, algunos miem­bros de su Estado Mayor, el Comandante encar­gado del Batallón Colombia, Mayor Leyva, y par­te de su Plana mayor.

Algunos de los que acompañaban a quienes sorprendidos admiraban esta demostración de destreza y valor, cuentan que durante el asalto continuamente se oía la exclamación : "They are crazy", por cuanto el arrojo temerario de los co­lombianos, daba la impresión de que los hom­bres actuaban fuera de sí.

El 25 de Junio, cuatro días después de la ope­ración, el comandante de la División, Mayor Ge­neral Lyman L, Lemnitzer presidió una pa­rada con tropas de esta unidad operativa, inclui­do el Batallón Colombia, que continuaba en re­serva y entregó citaciones escritas por valor en acción, al subteniente Mario Bemal y a los sol­dados Antonio Barrera, Helí Rey y Miguel A. Piamba.

La dtación para el subteniente Bemal expresaba:

"El subteniente Mario Bernal Avella, de la compañía 'N del Batallón de infantería Co­lombia, es CITADO por valerosa y gallarda acción, cerca de 'Mando', Corea del Norte, el 21 de Junio de 1952, durante el asalto al cerro 400.

Aproximadamente a las cuatro treinta de la madrugada del 21 de Junio de 1952, el subteniente Bernal condujo su pelotón al asalto, moviéndose con éxito completo frente a la posi­ción enemiga, hasta llegar a cincuenta yardas sin ser descubierto. Thn pronto como la primera es­cuadra se lanzó al asalto, el enemigo descubrió su posición e inmediatamente comenzó el fuego de sus armas automáticas y de sus granadas de mano contra el asalto de la escuadra.

Como resultado de este fuego, seis hombres de esta escuadra fueron heridos. Dándose cuen­ta el subteniente Berna! de la necesidad de una acción inmediata, con el fin de explotar el ele­mento sorpresa, reorganizó los hombres que le quedaban de su pelotón y los dirigió hasta la cima sobrepasando la posición enemiga. Procediendo en esta forma estuvo expuesto al fuego enemigo y el éxito del asalto se debió a su valor y excelen­te conducción. Después de que el puesto más fuerte del enemigo fue tomado, el subteniente Bemal reorganizó su pelotón y corajudamente los

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condujo a limpiar las casamatas enemigas, evacuando los heri­dos, no obstante estar recibien­do fuego de morteros y artille­ría enemigos. El permaneció en el objetivo hasta que estuvo se­guro de que todos los heridos fueran evacuados y la misión cumplida.

La gallardía y la acción he­roica mostradas por el subteniente Bemal reflejan un gran crédito para su persona, su patria y las fuerzas armadas de las Naciones Unidas. Firma­do : L.L. Lemnitzer. Mayor General del Ejército de los Es­tados Unidos".

MENSAJES oe CONGRATULACION.

En reconocimiento de la he­roica acción del pelotón, se re­cibieron las siguientes comuni­caciones:

Del general Van Fleet, co­mandante del VIII Ejército, en­viada por conducto del IX Cuer­po y del comando de la VIl División.

"11e registrado con gran sa­tisfacción el éxito de la incur­sión llevada a cabo por el Bata­llón Colombia el 21 de Junio de 1952, contra un pelotón ene­migo reforzado y atrincherado en el cerro 400. Gracias a un detallado y cuidadoso planeamiento de la operación y al máximo empleo del fuego, la unidad encargada del avance pudo copar el objetivo, apabu­llar al enemigo y prácticamente aniquilarlo en sus propias posi­ciones. Me permito pues, ex­presarles mi felicitación por la

agresividad y el valor demostra­dos por su unidad y deseo reco­mendar de manera especial a los que participaron en la mencio­nada operación. Firmado gene­ral Van Fleet".

Del comandante de la VIl Di­visión Mayor General L.L. Lemnitzer por intermedio del Comando del Regimiento 21:

'Junio 24 de 1952 Cuartel Ge­neral VII División de infantería.

Al comandante del Bata­llón Colombia

l . Con el más sincero placer y su profundo orgullo, envío a usted este mensaje de congra­tulación del General Van Fleet, comandante del Octavo ejército de los Estados Unidos.

2 . La habilidad del personal del Batallón Colombia que par­ticipó en la toma del cerro 400 hasta copar la posición y aniqui­lar completamente al enemigo que la ocupaba, está demostran­do la perfecta cohesión de la unidad, su buen entrenamien­to, su resistencia y su magnífica disciplina.

.3. Las acciones del batallón Colombia en esta operación es­tán demostrando una vez más la valiosa contribución del Bata­llón en el éxito de las misiones de combate de esta División para empeñarse en combate estrecho y descubrir al enemigo. Ade­más, esta clase de trabajo en equipo ayuda materialmente a la unificación de las Fuerzas de las Naciones Unidas, aumentan­do su capacidad y facilitando su conducción.

4. Envío para usted, para los oficiales y personal de tropa de su batallón, mis sinceras felici­taciones por la agresividad y arrojo desplegados en esta exitosa operación.

Con personal orgullo me ad­hiero a las felicitaciones del Co­mandante del Ejército.

L.L. Lernnitzer. Mayor Gene­ral del Ejército de los Estados Unidos. Cdte. VII División.

Del comandante del IX Cuerpo del Ejército al señor Mayor Luis Etilio Leyva, co­mandante encargado de la unidad.

'~preciado Mayor Leyva Quiero confirmarle por escrito

las felicitaciones que le expresé ayer, al seguir de cerca su reco­rrido de la mañana del 21 de Ju­nio. Describió usted en forma perfecta el concepto de su opera­ción como parte de las Naciones Unidas, en la conferencia de Es­tado Mayor del Ejército Griego.

Particularmente me gustó su propia descripción, por el signi­ficado que usted supo imprimirle en conexión con nuestro mun­do libre. No obstante su gene­rosidad al hablar de dicha ac­ción como típica de las Nacio­nes Unidas a nadie puede ocul­tarse que el fruto de toda la ope­ración se debió a su meticulosa concepción, y al valeroso cum­plimiento del deber por parte del Batallón mismo. Quisiera ser más efusivo en mis felicita­ciones para usted y para su uni­dad por la magnífica tarea lle­vada a cabo, pero no hallo pala­bras con que expresarlas. Cor­dialmente :

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W.O. Wyman. 'Ieniente Gral. del ~ército de los Estados Unidos, Comandante.

Del Comandante del Regimiento 31, Co­ronel Lloyd R. Moses

l. Me siento altamente satisfecho por la nota de reconocimiento que por recomendación del Mayor General Lemnitzer, me ha dirigido el ge­neral Van Fleet.

2. La capacidad combativa y el arrojo demos­trados por el personal del Batallón Colombia en el avance sobre el cerro 400, son dignos de es­pecial reconocimiento. Los resultados obtenidos ponen muy en alto el nombre, no solamente del Batallón Colombia, sino también de todo el regi­miento 31 de infantería. Lloyd R. Moses. Coro­nel de infantería. Comandante"

Años más tarde, en 1991, cuando el coronel Moses, retirado ya del servicio en el grado de Mayor General, escribió su autobiografía en la universidad de Dakota del Sur, en la página 197 de la obra escribió :

"La primera acción ofensiva después de mi lle­gada, fue un ataque inesperado del Batallón Co­lombia el 21 de junio de 1952 contra el Cerro 400 con el propósito de capturar prisioneros. Ellos ensayaron cuidadosamente la acción en el área de reserva del regimiento".

El Brigadier General (r), Paul Peabody, como corresponsal especial de Visión presen­ció la acción y registró sus impresiones así:

"Los colombianos soltaron su ataque sorpre­sa contra el enemigo a las 0410, y después de solo 25 minutos de ataque mano a mano, los colombianos escaparon con un prisionero, de­jando 25 enemigos muertos. El General Lemnitzer, al hacer el reconocimiento del asal­to, se re{~rió a este diciendo que era '1..A MEJOR ACCION COORDINADA QUE; 11ABÍA VISTO t;N DOS OUt;RRAS".

CONDECORACIONES

El 22 de Noviembre de 1952, el gobierno de

Estados Unidos, distinguió a diez miembros del pelotón de asalto, con las preseas más altas que se otorgan a tropas extrarüeras por acciones so­bresalientes de valor, así :

· Estrella de plata, 4 Subteniente Mario Berna! Avena, Cabo 2o Je­

sús Campos Mancera, Soldado Antonio Barrera Galvis y Soldado Helí Rey.

· Estrella de Bronce, 6 Cabo 1 ro. Luis Delgado A, Cabo 2° Baudilio

Muñoz, Soldado Juan de Dios Gómez (póstuma) Soldado Leonardo Hemández Ballesteros, Solda­do Miguel Angel Piamba y Soldado Pedro Alcántara Pira.

CONCLUSION

La Operación CLIMBER, conocida más como el ataque al Cerro 400, puso muy alto el nombre de Colombia y de su Ejército, re­afirmando el sentimiento del honor militar y del orgullo nacional por la brillante imagen que proyectaron los soldados de la patria.

La circunstancia de haber sido observada durante todo su desarrollo, por los diferen­tes escalones inmediatos del mando supe­rior, contribuyó a enaltecer el prestigio del Batallón Colombia, que ya se había acredi­tado en la Ofensiva de otoño de 1951, lla­mada "Operación Nómada" en la cual so­bresalió entre los contingentes de las Nacio­nes Unidas por su coraje y eficiencia de com­bate.

La admiración y los elogiosos conceptos de los distintos niveles jerárquicos, hizo que la misión fuera calificada por el propio co­mandante de la VII División, General Lemnitzer, "como la acción mtiior coordina­da que había visto en dos guerras".

fbr sus excelentes resultados, la opera­ción dtiió un tiiemplo digno de seguir por los contingentes de reemplazos que llega­rían después, a prolongar el historial de las armas colombianas en la cruenta campaña de Corea.

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Eran los días de junio. El ca­lor sofocante del verano empe­zaba a apoderarse de la ciudad y sus inmensas muchedumbres a volcarse sobre las calles de aquel lbkio inolvidable, hacían patente la necesidad de un es­pacio mayor, contribuyendo a hacemos sentir más desesperan­tes los rayos del sol. Aquella mañana los oficiales represen­tantes de los paises combatien­tes de las naciones unidas asis­tíamos a una sencilla, pero im­ponente ceremonia de condeco­ración; en la plaza de armas del comando general de Pershing Heigts, un alto oficial del ejérci­to thailandés, recibía la distin­ción que el gobierno americano le otorgaba por la excelente con­ducción de su unidad en una acción de combate. La ceremo­nia fue corta; los americanos con su sentido práctico, omiten los discursos que a nosotros nos sobran y, a pesar de lo breve, en todos los asistentes se deja­ba notar el deseo porque aque-

~ COREA- COLOMBIA 1950-2000 .

O ERA EL ASTA!

BRIGADIER OE!'fERAL OABRIEL PUYA!'fA OARCÍA

llo terminara lo más pronto po­sible, para poder eludir la sofo­cación de la hora.

Veinte minutos más tarde, al entrar de regreso en mi oficina, el timbre del teléfono acentua­ba su llamada intermitente.

Me apresuré a contestar; era una llamada urgente del coman­do del Hospital Central. Uno de los soldados colombianos, de­cía el informante, estaba dando serias dificultades y se requería la presencia inmediata del ofi­cial de enlace.

Dejé el auricular y salí a con­tinuación. "El calor, al aumentar en forma progresiva, iba indis­poniendo mi animo contra aquel que había motivado la llamada. Pasados pocos minutos llegué al hospital. La enfermera jefe del pabellón me explico lo sucedi­do: uno de los soldados colom­bianos estaba presentando pro­blemas, pues no se dE1iaba ope-

rar, ni accedía a las indicaciones de los médicos y, como hubie­sen tratado de presionarlo, se había vuelto contra los enferme­ros que tuvieron necesidad de reducirlo por la fuerza, lo que era perjudicial para su estado de obstrucción.

Como lo habían sacado de su pieza, demoramos algún tiem­po en encontrarlo. Sentí un ac­ceso de cólera cuando lo hallé en pijama sentado en el suelo de uno de los corredores prin­cipales, con los ojos llorosos e inyectados de furia, la cabeza en las manos, apoyando los codos en las rodillas y mirando desa­fiante en actitud altanera, sin la más mínima muestra de corte­sía militar. Mi primera reacción fue violenta, la del superior ante el desenfado del subalterno:

Párese de ahí y pase a su cuarto, le grite, no siente ver­güenza, al pensar que esta des­acreditando a Colombia con esa

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conducta descomedida y grosera?. Y levantándose de mala gana, lentamente como

si necesitara de un gran esfuerzo pero modifican­do un poco su actitud, exclamó con ironía y des­consuelo:

-Ah ...... Y esto era lo que faltaba, que llegara usted mi Thniente a vaciarme ... Y luego mirándo­me fijamente y abriéndose la blusa con un movi­miento brusco para dejar al descubierto dos lar­gas cicatrices que le atravesaban el vientre, gritó en medio del llanto:

-Mire ... ... ·· usted sabe lo que es sentir diez cuchillos adentro? ... Pues eso es lo que tengo ... Ya que me han abierto dos veces y ahora quieren rajarme por tercera... Pero no me dejo. Y haga conmigo lo que se le de la gana, pégueme, en­ciérreme, hágame volver al frente ... O si quiere, máteme de una vez, que eso es lo que quiero. Y ahogado en sollozo de furia se tiro al suelo. Las enfermeras que nos rodeaban, aunque no com­prendían el idioma, podrían fácilmente entender el significado del diálogo. La superiora se acercó y me düo al oído:

-Tiene un shock nervioso, trátenlo con pacien­cia quizás Ud. logre convencerlo.

No hallaba qué hacer. Cerré con fuerza mis manos para que clavándome las uñas pudiera reprimir mis instintos y, tomándole de un brazo, trate de levantarlo:

-Oye, viejo- le düe-; No quiero tener ningún pleito contigo. Se que eres un buen soldado y que tú fuiste el que llevaste la bandera en el ata­que del cerro 400 y que allí fue donde te hirie­ron ... Así pues, no es justo que te portes de esta manera tonta, como si fueras un niño ... Me cortó la frase en seco:

-Ah, ··con que otra vez el cuentecito de que yo fui héroe?. No. Eso no fue cierto... Pura paja, yo no hice nada, el de la bandera fue otro, yo no hice sino esconderme de miedo. ··no ve que has­ta en la prensa ya han escrito eso? ... Si en la prensa ... Claro, como yo no se leer y no me düe­ron... Pero mire, aquí tengo el pedacito y léalo para que se convenza ... A mi ya me lo leyó un

1'1 i~ione1 o llc1 i<lo en el Cerro 400

puertorriqueño. Y sacando del bolsillo de la püa­ma un recorte de periódico arrugado y casi ilegi­ble, me lo alargó estrujándolo en los dedos... Y leí en silencio.

Era una relación del ataque al cerro 400, de esas que se escriben, no tanto por relatar la ac­ción ni por hacer sobresalir a los que en ella se han destacado, sino por la vanidad de que apa­rezca la firma de quien relata el hecho. Efectiva­mente hablaba de la bandera llevaba por los co­lombianos, sin citar a nadie, y agregaba luego que una vez destrozada el asta por un tiro de mortero, el cabo N, la había tomado y paseado por la posición, en símbolo de triunfo y de reto.

No mencionaba el nombre del soldado, era cier­to. Comprendí que este detalle de apariencia in­significante podría ser una de las causas de esta postración nerviosa y empecé a devanarme la ca-

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beza pensando qué debía hacer para cambiar este sentimiento. El soldado quedó en silencio como si se hubiese arrepentido de haberme confiado su secre­to. Bien sabia yo que efectiva­mente era el quien se había ofrecido y había llevado la ban­derita al cerro, pero no impor­taba el que yo supiera, sino ha­cerle comprender que todo el mundo había de enterarse de eso ... A todas estas, yo había lo­grado convencerlo de que se le­vantara y lo había conducido a su cama. Mientras uno de los enfermeros le suministraba un sedante, ensaye una conversa­ción.

-Hombre mira, esto es una bobada, no vale la pena darle importancia. Lo que pasó fue que el estúpido que lo escribió no cayó en cuenta del error, pero te prometo que esta semana yo escribiré en "El Tiempo" y lo re­lataré tal como me consta que sucedió.

-No mi Teniente, no; Yo no es que quiera que me publiquen lo que hice ... Yo no lo hice por eso ... Me provocó llevar la ban­derita, pues pensé como se ve­ría de linda en el cerro ... Y cuan­do le pedí permiso a mi Thniente Berna!, él me dijo que si y por eso la lleve ... Y a pesar de lo fregado que estoy no me arre­piento... Me hirieron pero fue después de que la puse en el cerro... Eso si no sé que pasó luego, porque sentí que todo se me nublaba, como si me que­dara ciego, mire mi 'Ieniente, yo es cierto que no se leer ni escribir, pero no crea que soy un majadero... Esto de la gue­rra, ya lo va uno comprendien-

do. A uno de soldado le toca meter el cuerpo, .. para que?

... Pues para que vean que uno no es flojo y que los colom­bianos no corremos ... Pero eso de condecoraciones, me da risa ... Eso es para los jefes, mientras que a uno le atravie­san el cuero.

Se acomodó en el catre y des­pués de un largo suspiro se quedó en silencio. No se por que en ese instante, volvió a mi imaginación la ceremonia de aquella mañana luminosa cuan­do se imponía la condecoración al jefe que había dirigido la uni­dad con acierto... Nada tenia que ver con el soldado nues­tro, pero la vida se mostraba en ellos con todas sus injusti­cias y dolores.

Sin darme cuenta volví a abrir el recorte de prensa arrugado para leerlo de nuevo, al reco­rrer las líneas por segunda vez, sentí con emoción, que podría darle al soldado una aclaración que le sirviera de consuelo.

-Mira muchacho, fijate que aquí no dice que fuera el cabo quien llevaba la bandera... Esta bien claro, oye ... Y leí despacio:

« Un tiro de mortero destru­yó el asta de la bandera que ha­bía sido llevada hasta allí por los colombianos y entonces el cabo N., la tomó en las manos, y la paseó por la posición captura­da ... ».

-- 'le das cuenta? ... Esto es lo único que dice del cabo y no afirma que la hubiera lleva­do ... Así pues no hay contra-

dicción en ello, .. no te pare­ce?.

Me miró un instante; volvió los ojos hacia el frente como si quisiera mirar a lo l~os. En su boca se dibujó la mueca de una sonrisa amarga y con la mirada perdida, como tratando de pre­cisar un recuerdo que se perdía en el humo de la pólvora, en el estruendo de las explosiones, la gritería ensordecedora de las automáticas y los destellos de las granadas que coronaban de luces y de suerte la cima de la posición enemiga, murmuró:

-Si es cierto... Pero fue que se les olvidó una cosa ... - Que yo era el asta !-y mordiéndose los labios cortó la frase con el más profundo de los silencios mientras seguía con mirada vaga, mirando a lo lejos, hacía el perfil lejano que dibujaba el cerro sobre el fondo nítido del cielo, en aquella mañana de ju­nio, cuando, sintiendo golpear sobre su pecho los pliegues de la insignia sagrada que llevaba en sus manos, vivía la máxima emoción de la patria, al hacerla ondear sobre la cumbre del ad­versario, hecho un asta viviente para sostenerla aunque fuera por breves instantes, porque bajo la esquirla asesina, como una rama que se quiebra al viento, se doblegó poco a poco su cuer­po, para mezclar su sangre a la tierra que agradecida se la be­bió, sedienta, sin atreverse a re­clamar su vida que vacilaba como lumbre al viento.

1bmado del libro: "l'br la libertad en tierra extraña"

del autor

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El domingo 6 de enero, día de los Santos Reyes, después de oír la misa en compañía del comandante y varios oficiales de la fragata USS «Burlington» que estaba a nuestro lado, nos hicimos nuevamente a la mar con las siguientes instruccio­nes:

Presentarse para control ope­racional del USS «Thluga» (A0-62 ) y proceder a navegar hacia el área de aprovisionamiento en las cercanías de la isla de Ullong­Do como escolta de éste. Al ter­minar proceder con o sin con­voy hacia un •rendez-vous• con el comandante del Elemento de Threa 92.12 y quedar bajo su control operacional como rele­va de la fragata USS •Newport» (PF-27).

El frío era otra vez atroz. No había posibilidad de prestar guardia a la intemperie. Regre­samos al puente bajo y a los ran­chos, y preparamos el ánimo para dos o tres semanas de du­reza invernal.

~~ COLOMBIA- COREA 1950-2000 ~-

A PATRULLA FINAL QUE PUDO HABER SIDO LA ULTIMA PATRULLA

CAP/TAN DE NAV/0 JULIO C. REYBS CAlYAL

El área de encuentro fue ftia­da a 40 millas al Este de Wonsan y el Elemento estaba compues­to por el aprovisionador USS «Virgo» como insignia, el petro­lero •Mis pillion», y la «Newport», que se fue tan pron­to llegamos nosotros. Navega­mos hacia el punto Bambline y por última vez vimos el formi­dable espectáculo de un gran crucero, el "Rochester", dispa­rando salvas completas de su batería principal en bombardeo de apoyo a larga distancia a las tropas de tierra.

Pensé con inquietud en cómo sería la vida de nuestros oficia­les, suboficiales y soldados que a esa hora tal vez combatían fie­ramente por un páis que no era el suyo, en esas l~anas monta­ñas cubiertas de nieve y azota­das por la ventisca, y sentí ad­miración por todos esos Quijotes y Sancho Panzas que desdeña­ban la vida, desafiaban la muer­te y se les enfrentaban a la na­turaleza hostil y a un extraño enemigo que no odiaban, sólo

para dar brillo y gloria al nom­bre de Colombia, esa patria irreal que llevaban en el fondo de su corazón, no la patria real, la nación superficial, indiferen­te, voluble y mal informada que habría de ignorar sus sacrificios y su heroísmo.

La guerra siguió para noso­tros sin variaciones y con la mis­ma intensidad y frío de las se­manas anteriores. De Bombline nos fuimos solos a Songjin a relevar al «Endicott>> y a conocer a la fragata neozelandesa «Thupo», pero al día siguiente ya estábamos otra vez bombar­deando a Wonsan y efectuando la patrulla nocturna entre ese puerto y Songjin. En esos tres días hubo tiempo para manio­brar con el USS «virgo» y recibir provisiones de boca, con el USS "chara" (AIIA-58) por el correo y con el USS «Chemung» (A0-38) para tanquear.

El 10 de enero en la noche recibimos la orden de escoltar al amunicionador eChara•, que

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llevaba el comando Táctico, y al petrolero hacia Songjin. Faltó muy poco, muy poco en reali­dad, para que esa hubiera sido la última misión en la vida de la ARC «Almirante Padilla».

El comandante del Elemento dispuso que los buques logísticos navegaran en línea con una separación de 2.000 yardas, y no en columna como era lo usual, "Chemung" a la izquierda y "Chara" a la derecha. Había mucha niebla y el centro de in­formación de combate erró y los colocó al revés en sus tableros de maniobra. Nosotros debía­mos establecer adelante un patrullaje en zigzag, cruzándo­les la proa a lado y lado para protegerles el camino a ambos. Así navegamos toda la noche en medio de una gran nevada que

Una Tripulación para la Historia

redujo la visibilidad a 50 yardas.

El 11 antes de las 7 de la mañana, cuando la formación estaba llegando a su destino y yo desayunaba, el oficial de Guardia llamó para informar­me que se acababa de recibir un mensaje del "Chara" previ­niéndonos para un cambio de estación 1.000 yardas detrás del "Chemung" como guardia para un traspaso de personal. Preguntó el Oficial que como ahora recorríamos la pierna derecha del zigzag, el quería saber si al llegar al punto de viraje hacia la pierna izquier­da, debía realizarlo o prolon­gar el rumbo actual dos o tres minutos ya que el CIC le había advertido que la maniobra de­bía hacerse por la derecha. Le respondí que debía continuar

aferrado estrictamente al plan de zigzag que traíamos desde la víspera mientras no recibié­ramos ordenes específicas de alterarlo.

En ese momento no había mucha premura, pero como yo sabía que la visibilidad era prácticamente nula, sentí un vago temor, tal vez una extra­ña premonición; interrumpí el desayuno y subí directamente al puente superior a observar la condición real de la neblina antes de ir abajo al puente de gobierno, donde ahora actua­ba la guardia, a dirigir las ma­niobras que se aproximaban. El puente superior estaba soli­tario y cubierto de nieve pero me permitió vislumbrar entre la espesa bruma una gran sombra ominosa y negruzca

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ARC. Alrnirante Padilla, Long Beach Nauy Yard, California -Marzo 2 de 1951

que se nos venía encima. Lo­gré destapar el tubo de voz y emitir una ráfaga de órdenes angustiosas:

iSoy el comandante!, iEmergencia! Todo el timón a babor; para máquina de babor,­estribor toda avante; babor toda atrás y me quedé esperando una colisión inminente.

La fragata viró en un radio mí­nimo y se le escapó casi de deba­jo a la gran mole gris que se des­lizó a 12 nudos por nuestra aleta de estribor con tranquilidad pas­mosa. Era otro buque logístico que ya estaba en Songjin, que se dirigía al "Chemung" a transbor­darle un personal, y qué sabe Dios por qué razón no se percató de que había estado a punto de es­trellarse.

Perplejo, ordené tomar el rumbo seguro del zigzag a la izquierda y bajé al puente de gobierno a tratar de aclarar la situación. Los Oficiales de Guar­dia en el CIC y en el puente, quienes se habían salido de sus recintos cerrados alarmados por mis órdenes abruptas, se dieron cuenta del extremo pe­ligro que acabábamos de sor­tear y desconcertados trataban de explicarse lo que estaba pa­sando. Yo esperaba varias se­ñales de alarma del buque des­conocido y de los barcos escol­tados, pero nada llegó. Sólo recibimos con la naturalidad habitual la orden de ejecutar la maniobra para que nos habían prevenido unos minutos antes. Entonces, haciéndome el desen­tendido de lo que acababa de suceder, llamé al "Chemung", a

cuya popa debía dirigirme, y con voz casual le pedí que para un chequeo del radar me diera la marcación, es decir la direc­ción en que él nos veía en su pantalla. Quedé pasmado. La marcación inversa en que yo debía tenerlo no le correspon­día a él sino al "Chara". La no­che, la neblina y la nieve nos habían impedido durante 9 ho­ras damos cuenta de que el CIC había trocado las posiciones, y que desde luego nosotros aho­ra estábamos maniobrando al revés, aún cuando siempre bajo la protección de Dios.

No era ese el momento en la historia para que la ARC "1\lmi­rante Padilla" se hundiera, y si ello hubiera sucedido la causa principal tal vez no se hubiera podido descubrir.

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En patriótica proclama el co­mandante nos infomó que la compañia Cota o e había sido escogida para tomar parte de la misión del cerro 180, una altu­ra de 180 mts sobre el nivel del mar, las acciones se denomina­ban por su elevación topografica.

La consigna: toma de prisio­neros el dia X, a la hora cero. Nos dedicamos a entrenar en sitios con las mismas características de las fortificaciones chinas.

Las instrucciones se recibían en un cajón de arena: una ma­queta en alto relieve de la zona, destacando hasta los mismos a<r cidentes del terreno, árboles, ca­minos por donde debíamos tre­par, zarúas de arrastre ocultas del enemigo, nidos de ametra­lladoras, y todo lo fotografiado por los aviones espías. La ima­gen y la explicación eran tan cla­ras que veíamos el suelo per­fectamente.

Las prácticas se efectuaban en una region muy semejante en

~; COLOMBIA- COREA 1950-2000

CCION BAKBULA CERRO 180

Marzo 10 de 195.3- Corea

SARGENTO SEGUNDO ISAAC VARGAS C.

accidentes geográficos llamada «Cerros de los tres dedos», las mismas tropas colombianas actuaban como adversarios y se llevaban a cabo a la misma hora nocturna del asalto y disparan­do las armas tal como debia efectuarse el ataque. La única diferencia era que regresábamos ilesos.

Aprendimos las estrategias sin creer en la muerte o heri­das, era algo hipotético que nos correspondía ejercitar y nada más ... Nadie se imaginaba quien podía morir. Yo pensaba ... ·· cae­ré herido? luego recapacitaba: Nooo, no pasara nada, saldré ileso, llegaremos indemnes, vic­toriosos, la destreza de Jos camilleros es pura simulación. -Qué risa! al llegar al puesto de primeros auxilios salíamos intac­tos. Volveremos a Colombia a narrar lo sucedido.

1bdo era optimismo y segu­ridad en la victoria. Era la ino­centada de un grupo juvenil que va a la guerra de verdad, sin

sospechar la pérdida de piernas, brazos o de la misma vida. Nos considerábamos infantes Colom­bianos fuertes y valientes. Iba­mos a la ofensiva con suficien­tes armas de apoyo: aviación y artillería pesada.

Los chinos responderían con fortaleza suicida y decisión de triunfo porque era un ejército diestro, bien entrenado, ubica­do en su mundo, su clima, y no eran cobardes. Vivíamos con­vencidos de poder superarlos. Estaríamos excedidos de recur­sos bélicos y orgullosos de ser colombianos. Saldríamos todos salvos del combate ... -Gloria a Colombia! estábamos forgados para el heroísmo y el honor; nunca para abrir una tumba en tierra extranjera.

La tarde anterior al combate practicamos como siempre en el polígono, entrando en las anillas de los blancos, «quemando mu­nición sin lástima•, porque no estaba restringida.

Me retiré del campo de tiro

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con otros compañeros por entre los pinares car­gados de nieve; recogimos propaganda dispara­da por la artillería china, volantes en los que se veian tropas extranjeras invadiendo el pueblo de Corea. La aviación americana lanzaba la suya, para que los campesinos o soldados la encontraran, caminábamos por la colinas alfombradas de nie­ve, buscando un refugio para disparar desde alli a nuestro antojo; no pensábamos que el eco de los disparos llegara hasta la zona de vivac; gasta­mos pertrechos contra las ramas de los pinos, levantando la nieve apelmazada y haciendo volar el hielo. - QUE BUENA PUNTERIAI.

Regresamos al campamento donde nos espe­raban para reprendernos, la proximidad de la batalla nos evitó una sanción disciplinaria.

El cabo Hemando Lamilla, comandante de la escuadra, revisó mi fusil y benévolo no informó al comandante de la compañia el desperdicio de mi provisión de cartuchos, que me reemplazó in­mediatamente.

Era Lamilla, por su decencia, más un seminarista, pero su valor y ánimo militar siem­pre estaban presentes. Esto le acredita respeto, noble afecto y prestigio como vedadero coman­dante de tropa.

Practicantes de nuestras costumbres cristianas, convecidos de la existencia de un Ser supremo que conduce a sus hijos y los protege, depositá­bamos nuestra esperanza de éxito en Dios.

Nos exigieron dejar billeteras, dinero, escapularios, medallas y estampas de santos, que a nadie le faltaban.

Entre mi corazón escondí a mi adorada Fernanda.

Nuestro equipo consistía en un pantaloncillo corto, uno largo de algodón, cal dedo gordo del pie», un pantalon de paño y un pantalón de nylon para que adhiriera nieve; botas y medias de lana, una camiseta de algodón de manga larga, una camiseta de paño, chaleco a prueba de balas, dos bandoleras repletas de proyectiles, cuatro grana­das de mano, cinturón cartuchera con munición, gorra de pelo hasta cubrir la barbilla, casco de acero, fusil, bayoneta y guante de cuero de tres dedos.

Embarcamos en caminones ya de noche. Hici­mos este movimiento sin luces y nos acostábamos sin desvestimos; oíamos la resonancia de las ame­tralladoras y las explosiciones de artillería.

Era la operación de ablandamiento contra los chinos. Posiblemente nadie durmió. cada uno permanecía absorto en funestas meditaciones o cavilando en la cita con la muerte.

Cuando nos levantamos, a la una o dos de la mañana, el frío quemaba, la noche muy oscura, la atmósfera incierta.

Salíamos en silencio hasta el combate. El en­trenamiento había sido tan intenso que conocía­mos aquel sitio en la oscuridad. Eramos nictálopes.

El comandante del batallón y su segundo nos despedían con efusivos abrazos deseándonos bue­na suerte, y el capellán nos distribuía la comu­nión. Ninguno captaba la magnitud de su desti­no; marchábamos a combatir, a capturar prisio­neros. El signo de sangre no entraba en nuestra mente; teníamos la convicción de que aquel azar nos era favorable.En el alma se filtraba un pre­sentimiento trágico. El paso debía ser largo, suave para evitar ruidos; se debía aprovechar la huella que dejaba el que iba adelante, reteniendo el fruto de la nieve.

A pesar de las sombras, escudriñábamos los alrededores con el fusil bien agarrado entre las manos. Nacía del corazón la necesidad de elevar plegarias silenciosas al Altísimo, para que nos otorgara la fortuna de volver al hogar.

Me seguía un muchacho tolimense de apellido Marroquín, muy amigo mío, pedía con rendida fe a Dios, le concediera la gracia de "volver a ver a su viejita". Nos contagíamos de piadosa decisión de entregarnos al Creador. La nieve enmarcaba las sombras de los que iban adelante introdu­ciéndose en la blanca topografía.

Iniciamos el ascenso en total silencio, lo que vino a constituir un presagio de muerte; la dis­tancia de unos a otros aumentó; la decisión de someternos al sacrificio por la patria nos dio valor. Había que luchar sin cobardía.

Algunas sombras se vieron con la respiración entrecortada por la ansiedad.

Al llegar a la altura de 180 una sorpresiva bengala iluminó el cielo. Esta resplandeciente luz, lanzada por aviones para descubrir movi-

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mientos enemigos nocturnos, cubrió varios kilómetros; como esto no se nos había anticipado nos tendimos sorpresivamentc con estruendo, de inmediato quienes no habían alcanzado la cúspide corrieron a tomar posi­ciones en la cresta del cerro. catamos bayonetas.

En los entrenamientos, cuan­do el comandante del pelotón ordenaba ial asalto !, gritába­mos iViva Colombia ! y nos lan­zábamos en ademán de traspa­sar a los adversarios con el arma blanca.

iNo hubo tiempo

Reventó nítido un primer dis­paro, al que siguieron centena­res, miles, quien sabe cuántos; el tablero de la metralla se sumó a este cataclismo pavoroso ... icayó! El humo blanco que ha­ría columnas para camuflarnos y nos envolvió en su espesura, saltó la confusión, se trabó el combate, las explosiones tronaban; las humaradas, el pol­vo, los gritos de angustia se con­fundían en tremenda e impre­vista hecatombe. Era otra di­mensión; la sorpresa de la ver­dad, el relampaguéo intermiten­te de los metrallazos, la descar­ga de la artillería; todo era fue­go, fulguración, turbulencia, el frenesí de la contienda en toda su extensión.

La pequeña bandera colom­biana ondeó en la cima iQué lin­da! iQué altiva! Tremolaba de­safiante. Fue una visión fugaz. Luego desapareció en el fragor del combate, se inclinó hacia el lado chino. Por unos segundos fulguró en el vértice del 180. Es

I:t •d<.:U<I<.ión ele 1 Jericlos.

la visión más hermosa que ten­go de la guerra. El abanderado cayó despedazado por la descar­ga enemiga.

Se respiraba tierra, olor a pólvora, muerte, sangre.

El comandante del pelotón, teniente Andrade, me hizo se­ñas de atravesar las zanjas de arrastre; tomé posición de ten­dido junto a un vi~o árbol, re­seco por el fuego de la artille­ría; un tronco que alcancé a ver entre las espesas nubes tétricas de salitre, carbón y azufre que nos enceguecían. Al frente vi un hueco desde donde nos dispa­raban ráfagas de ametralladora a una distancia aproximada de unos diez metros. Distinguí las caras de los soldados chinos y sus cabezas cubiertas por las cachuchas verdes de visera cor­ta; el ejército rojo no usaba cas­co de guerra. Les veía sus oji­tos como pequeños rasguños en sus imberbes caritas aovadas,

como si quisiera cerrarlos en­candilados por los fogonazos. Contra ellos me enfrenté y em­pecé a lanzarles las granadas de mano ... Siempre se lanzan pri-mero .. .

Vi un corpulento soldado cos­teño portador de bazuka, correr por la zanja de arrastre. En un instante el enemigo se había corrido a posiciones ubicadas un poco más atrás; caímos en una trampa... Los chinos sin dejar­se observar por la aviación, ha­bían construido refugios muy profundos comunicados con los que ahora ocupaban a mínima distancia ... quizá nos vieron cuando salimos del sitio de des­pedida, cruzar las alambradas o caminando por la tierra de na­die.

Se oían gritos aterradores. A veces eran más fuertes que las explosiones de los obuses; la desesperación cundía; las voces pedían auxilio; a la Virgen; era

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un turbión de acero balas tma

tronazón infernal . D isparé contra el grupo de chinos que movían una ametralladora pun­to cincuenta y sobresalían unos sobre otros. Como si quisieran los de atrás superar a los de adelante. Afiné la puntería de mi fusil... y ... disparé incesante contra ellos.

La mañana ya no era tan fría debido al golpear de la ac­ción batalladora. "iMataron a Díaz!" ... Reconocí el grito des­garrador .. . Me movilicé hasta el sitio donde se hallaba mi amigo Zamora; parte de la ca­beza de Díaz había sido cerce­nada. El estado nervioso de Zamora era inquietante; traté de calmarlo, le hice tomar su arma antes que se le dispara­ra. Díaz era apuntador de ametralladora punto treinta y como arma personal portaba pistola. Zamora era su ayu­dante, encargado de transpor­tar las pesadas cajas de cananas. Además llevaba ca­rabina, Zamora se enfrentó al grupo de chinos visibles en el nido de ametralladora.

Volví a donde antes me en­contraba, me ubiqué en un mampuesto. Mi fusil derretía el hielo, el cañón estaba recalen­tado... Indicándole el grupo de chinos dije a Marroquín : "Dis­paremos desde aquí. Cuando usted cargue el fusil yo disparo; y cuando yo cargue, usted dis­para". "Está bien", me respon­dió.

Así lo hicimos no sé cuánto tiempo. De pronto, Marroquín se quedó quieto; lo moví de un empujón; su boca llena de san-

gre, la cabeza desgonzada, los brazos en cruz.

iMarroquín ya no vivía! Había subido a la cima pidiéndole a Dios que le concediera el privi­legio de volver a ver a su vieje­cita ... A su madre ... Pero Marroquín había muerto. La eternidad era suya.

Continué enfrentando aquel diluvio de balas. Cuando el M-1 botaba el proveedor vacío, car­gaba otros ocho cartuchos y vol­vía a apretar el disparador en tiro continuo. Disparaba ... Dis­paraba ... Y disparaba. Vi pasar velozmente al joven teniente Andrade. Dirigiendo la acción como Córdoba en Pichincha.

La voz del cabo Lamilla llegó a mis oídos: "iEstoy herido!" . "iMe mataron!". No sé si fue su voz terrena o la comunicación sensorial del entrañable compa­ñero; trate de llegar a él pero de pronto sentí que el mundo terminaba; me hundí en un mar turquí de estrellas espectrales de fondo rojizo y centelleante. Pe­netré en un vacío desconocido, absoluto, me pareció desintegrarme en el cosmos; deambulaba insensible por el infinito; mi cabeza giraba ... gi­raba .... y giraba con desprendi­miento incontenible.

Mi pensamiento voló a mi casa, a los míos... no volveré a mi hogar, no los veré más, me dijo el subconsciente.

No se cuánto tiempo estuve en aquel interregno, suspendi­do entre la tierra y el cielo, en­tre la llamada de la muerte y la claridad de la existencia.

Volví en mi; estaba con mi fu­sil en las manos; vi todo excesi­vamente rojo, la confusión me atolondraba; regresaba a seguir combatiendo; nada más que a seguir en la lucha. No sentía dolor; únicamente alboroto en mi cabeza. Me sentí extraño ; experimentaba la pesadilla del fin.

Solté el fusil; rodé, me sen­té. Me quite los guantes, sentí la cabeza excesivamente calien­te; la cara congestionada; me quité el casco, lo vi reventado ...

Solté la gorra, estaba rota y manchada de sangre; toqué la cabeza, manaba como un surti­dor. No lo creía; pasé repetida­mente las manos por la frente, por las sienes, las veía rojas, pegajosas, la respiración se me dificultaba y el calor era inso­portable.

Rasgué el paquete sanitario, me lo puse sobre la cabeza y lo amarré por debajo de la barba. Repentinamente ... recibí un vio­lento golpe ... rodé por la nieve. " iAgáchese!", me dijo un enfer­mero, "itiéndasel". Pensaba que las cosas no eran conmigo.

-¿Qué me pasó? - le pregun­té.

-Está herido en la cara - me respondió y me tapó la nariz.

Los camilleros surcorenaos corrieron a cargarme, los recha­cé.

-iDe pie!- Les indiqué. La boca me sabía amarga, espesa; esta­ba tragando mi propia sangre; mi rostro se hinchaba y la san­gre se congelaba en mis labios.

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Me levanté. Los orientales me tomaron de los brazos y corrimos cerro abajo. Entre una cortina de humo blanco daban vueltas algunos tanques recogiendo heridos machacando la nieve que se solidificaba en una masa vítrea. En el primero que pasó... Los coreanos me lanzaron como si fuera un liviano fardo, un enfermero me tumbó sobre alguien ya muerto. Las balas chinas po­drían sorprendemos.

Me sentí fatigado, no podía ubicarme, todo lo veía de rojo blanco.

De pronto, el mundo voló en pedazos; la oru­ga fue alcanzada por un disparo antitanque.

Caí de pie amortiguado por el espesor de la nieve. Cerca había movimiento, distinguí el puesto de primeros auxilios. Me dirigí corriendo; llegué extenuado. La sangre perdida y la dificultad para respirar me agotaban. El teniente José Jaime Rodríguez, abrazándome, düo : "iOh, hermano mío!", y caí en sus brazos.

La camilla; sentí el frío de las tüeras recorrer mi cuerpo cortando mis prendas; el chaleco a prueba de balas me fue quitado sin maltratarme.

Los gritos de los heridos se confundían entre voces que pedían socorro; otras maldecían, lla­maban a las esposas, los hüos, las madres; y otros rogaban a Dios para que nos dejara morir.

Aquel lugar era peor que el del combate. Era la exteriorización de la desesperación.

Nada alteraba mi resignación y mi silencio; me impuse serenidad.

- Herida desgarrante- oí decir al médico y me voltearon boca abajo.

-iEvacuación inmediata! - fue la orden. Sentí el bamboleo del campero ambulancia, completa­mente vendado, respiraba por la boca, me aho­gaba.

Disimuladamente retiré los vendajes de los ojos, descubrí a mi lado al cabo 1brres, quien le im­ploraba a Dios le permitiera volver a ver a su mujer.

Yo me controlaba, pedía a Dios sin desespe­rarme que no me dejara morir; deprecaba con toda mi capacidad mental en favor de la vida.

Me descargaron presurosamente en un lugar abrigado.

Distinguí una hermosa teniente americana. Me hizo las primeras curaciones en la cabeza y en la cara. Retiraba solícita los coágulos de sangre de mis ojos. Me envolvió y me despachó.

De repente oí el ruido y sentí el movimiento de un helicóptero, me percaté que volaba, no po­día tocarme ni verme.

Descendimos, los camilleros andaban de pri­sa; escuché gritos de colombianos pidiendo que los acabaran de matar, puertorriqueños quejumbrosos a quienes distinguí por su acento.

Alguien palpó mi pecho, apretó mis manos.

- iHüo! - me düo. ¿Me oyes? - Sí conteste con la cabeza. - Soy el capellán del batallón. Reza el Yo Peca-

dor porque te voy a dar la absolución - agregó grave.

Oí orar por mi alma; me entregué al 1bdopo­deroso con la sublimidad que daba la trascen­dencia de aquel momento.

Me sentí vencido; la hora suprema llegaba y no había remedio. Estaba derribado. La respira­ción me faltaba. Ya no pertenecía a este mundo ..

Caí en un sopor indecible.

Acepté mi ingreso al cementerio de Pusán.

Sentí correr la camilla, destaparme la cabeza, la cara, unas luces encendieron mis ojos en púr­pura. Dos punzadas en mi cuello y la vida se opaco, mi existencia terminó.

Mi conciencia se ocultó en los alares del sueño eterno.

Pertenecía. a la medicina y a la misericordia de Dios.

Después ... Nada.

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El 12 de marzo de 195:3 el batallón Colombia ocupó posi­ciones de primera línea en el cerro del Old Baldy con las com­pañías «B» y «C». La compañía «A» protegía el flanco izquierdo del batallón, asumiendo la res­ponsabilidad del puesto avanza­do «DALE».

El referido puesto estaba ubi­cado 400 mts delante de la línea principal de combate y a tiro de fusil desde el cerro 180, teatro de la operación Bárbula cumpli­da el 10 de marzo del mismo año por la compañía •C•, con un saldo de 54 bétias propias entre muertos, heridos y desapareci­dos. Contándose entre heridos los subtenientes comandantes de los pelotones de asalto Miguel Piñeres G. y Alberto Andrade A.

La posición del puesto avan­zado era mucho más baja que el cerro 180; sus fortificaciones anillaban una trinchera en for­ma de eclipse suficientemente

~ COLOMBIA - COREA 1950-2000

EFENSA DEL PUESTO AVANZADO <<DALE>>

ancha, con cambios de dirección cada 6 mts y una profundidad promedio de 2 mts. La trinche­ra comunicaba 12 casamatas in­cluyendo el puesto de mando ubicado en el centro de la mis­ma. Cada casamata tenia una superficie aproximada de 4 mts, su cubierta construida con ma­dera rolliza, tela impermeable y sacos de tierra hasta alcanzar un espesor de 1.20 mts, que favo­recían de los fuegos de la arti­llería y morteros enemigos cu­yos bombardeos apenas permi­tían reparar los daños causados aprovechando la oscuridad, ta­rea esta que cumplían auxilia­res surcoreanos enviados por el comando de la compañía. En la pendiente de la colina, además de alambradas, se habían sem­brado minas antitanque y antipersonal. La defensa del puesto avanzado lo reforzaba una ametralladora punto :30 de tres cañones y un lanzallamas fijo con capacidad de 30 galo­nes de napalm. Cada combatien-

MAYOR ALVARO PERDOf10 PUYO

te, además de su carga básica de municiones y granadas, dis­ponía de otra carga adicional en su puesto de combate.

A principios del mes de mar­zo las operaciones ofensivas co­braron especial actividad, pues el propósito chino-norcoreano era presionar ventajosamente sus puntos de vista en las nego­ciaciones que se adelantaban en Panmunyon, para lograr ganan­cias territoriales con puntos es­tratégicos antes del armisticio.

Durante los días 12 y 22 de marzo, las posiciones de cOld Baldy» y el puesto avanzado "Dale" fueron sometidos a un intenso fuego de mortero y arti­llería enemiga, con un castigo recibido que sobrepasó ese ulti­mo día las 2000 granadas de di­ferentes calibres según registro que se llevaba en el batallón.

El SubtenienteAieymdro Bemal Baquero, infortunadamente des-

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apareció en el combate de Old Baldy. Mi vecino por el flanco derecho del puesto avanzado, llamó muy preocupado el día 22 pues desde su posi­ción podía observar la gran cantidad de fuego de artillería y de mortero que caía sobre nuestra po­sición y suponía que las bajas eran muy numero­sas. Le comenté que desde hacia 10 días ocupá­bamos dicho puesto avanzado recibiendo un pro­medio diario de 270 granadas, solamente tenía­mos 3 bajas como producto del impacto de un proyectil de fusil sin retroceso de 57 mm que exploto la ventana de la casamata ocupada por la ametralladora punto 30 de 3 cañones. Le ma­nifesté que yo me había salvado milagrosamente pues en el momento de la explosión, pasaba re­vista a esa casamata. Con el personal del pelotón procedí a prestarle los primeros auxilios a un sol­dado gravemente herido y a evacuar los cuerpos sin vida de otros dos. Estos tres hombres eran los responsables de la ametralladora.

Durante estos diez días en el puesto avanzado, se nos comunicó que según los servicios de inte­ligencia de la división el ataque era inminente, fueron diez días de tensión llenos de confianza y seguridad en nuestra capacidad de combate; eso fue lo que demostraron mis soldados.

El 23 de marzo a las 20:15 horas llegó el ata­que anunciado precedido de una carga de artille­ría y morteros para que la infantería enemiga cu­bierta por la oscuridad recorriera la muy corta distancia que nos separaba. Las comunicaciones telefónicas y por radio con el puesto de mando de la compañía se perdieron. Antes de dos ho­ras, el puesto avanzado fue atacado en todas las direcciones y aislado del resto de la compañía; nuestras armas de apoyo de la compañía, bata­llón y el regimiento descargaron sus fuegos so­bres las posiciones enemigas y las faldas del pues­to avanzado tratando de cortar el avance enemi­go; un gigantesco reflector ubicado detrás de nuestras líneas de combate dirigió su luz a nues­tras posiciones; las bengalas de la propia artille­ría iluminaron el puesto como en pleno día, para minutos más tarde quedar en tinieblas. Apareció un avión tomó fotografías y lanzó bengalas de mayor duración que iluminaron el sector varios kilómetros a la redonda.

Reconstrucción de los principios de Old Boldy

Aproximadamente a las 23:00 horas el enemi­go penetró nuestras trincheras y se inició el com­bate cuerpo a cuerpo. Seria la media noche cuando el mando regimenta! dio por copadas nuestras posiciones y ordenó colocar sobre ellas los fue­gos finales de protección y por ello sobre «Old Baldy• y el puesto avanzado «Dale• cayó una tem­pestad de fuego procedente de todas las armas divisionarias y orgánicas del batallón.

El enemigo se retiró del puesto avanzado «Dale• pues su permanencia resultaba insostenible. En las primeras horas del día 24 de marzo y silen­ciados Jos fuegos, un pelotón de la compañía» A» al mando del Subteniente Gustavo Rodríguez Monrroy, ocupó el puesto e inició su reconstruc­ción. El cuadro era verdaderamente aterrador; cuerpos destrozados e incinerados y heridos pro­pios que rápidamente fueron evacuados a los puestos de socorro. Aún persiste en mi la imagen de ese puesto avanzado «Dale» cubierto por ca­dáveres. De ese heroico pelotón solamente re­sultamos 9 ilesos.

La misión se cumplió ya que el enemigo halló tal resistencia que le fue imposible atacar la línea principal de combate de la compañía cA•. Cada soldado defendió su puesto de combate y la ma­yoría entregó su vida cumpliendo valerosamente su deber. Ningúno cayo prisionero.

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··:::. ·-. COLOMBIA- COREA 1950-2000 'l ~

ESTIMONIO DE OLDBALDY

SL. VETERA!'fO RICARDO SILVA

El 23 de marzo en la mañana se nos comunicó que la compa­ñía «B» iba a ser relevada del puesto de Old Baldy, por la com­pañía "C" de nuestro batallón. En esa posición avanzada nos en­contrábamos desde la madruga­da del día 13, en que relevamos al ler. batallón del regimiento 31. Era un cerro que partiendo del valle iba elevándose parale­lamente a otro muy cercano y a igual altura, separados por una pequeña hondonada y las alam­bradas que habían junto a nues­tras trincheras. En el otro cerro estaban los chinos, a quienes podíamos ver furtivamente cuando caminaban por sus zan­jas. Ese relevo lo ordenó el co­mando del regimiento con el fin de darle un respiro a la compa­ñía •B•, en vista de que los últi­mos 5 días de fuego de morte­ros y artillería enemigo no ha­bían dado tregua para dormir, recibir alimentos calientes, agua y el combustible para las estu­fas que nos daban calefacción,

Primera Línea de Combate.

sosteniéndonos con alimentos enlatados congelados sin poder salir a las duchas a bañamos y a cambiar de ropas. Sumándole a esto dos enemigos más, muy peligrosos: uno, el intenso frío de más de 20 grados bajo cero en las noches, aunque ya se sen-

tía el calor de la primavera en el día, derritiendo la nieve forman­do barrizales. El otro el sueño traicionero. Además de la devas­tación de las posiciones, casa­matas, zangas y alambradas, destruidas por acción de la arti­llería. En esta situación nos en-

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contrábamos y a la espera de coronar el andado relevo, en medio del esporádico pero contunden­te fuego de mortero que durante ese día había hecho imposible la llegada de algunos y la salida de otros, cuando a eso de las 9 de la noche arre­ció el ataque enemigo con artillería pesada sobre nuestras posiciones, cortando la comunicación entre CP del primer pelotón y una patrulla de escucha de tres hombres destacada a unas 80 yardas a la derecha y muy cerca del lugar donde últimamente se escuchaba a los chinos trabajar subterráneamente. Esa patrulla informaba en ese momento que veía movimiento de tropas enemi­gas por el valle hacia nuestras posiciones. En for­ma inmediata el Te. Pedro Caicedo Yacut, coman­dante de mi pelotón, el primero de la compañía «B», me ordenó ir con el otro radioperador de nombre José Dolores Salamanca Díaz, a resta­blecer la comunicación llevando un carretel de alambre telefónico, pero solamente alcanzamos a aproximamos a la patrulla a unas 20 yardas porque ya estaba el cielo completamente ilumi­nado con las bengalas que descendían bambo­leándose en paracaídas iluminando el terreno de combate con sus luces verdes, rojas y amarillas, en medio de atronadoras explosiones y el humo de toda clase de obuses que caían sobres las po­siciones chinas y las nuestras. Pues la artillería norteamericana y la enemiga se habían trenzado en otro gran duelo, mientras frente a nosotros salían chinos como hormigas del túnel que ellos habían estado cavando y los condujo hasta nues­tras trincheras, disparando a diestra y siniestra en medio de una fanfarria de pitos, cometas y tambores y que se yo otros instrumentos y, como si estuvieran drogados. Con su gran superiori­dad numérica nos invadieron sin detenerse ante nada, pasando por encima de sus muertos y he­ridos que caían y caían por la tenaz resistencia de nuestros hombres y de los norteamericanos que operaban los tanques que reforzaban su lí­nea con sus cañones y ametralladoras múltiples. En medio de este caos, de estallidos, ráfagas, humo, barro, olor a pólvora, gritos, ordenes, "mire a su derecha y dispare a su izquierda, los chinos se nos están metiendo por ese lado", maldicio­nes, y energúmenos desafios al enemigo con fra­ses como éstas, Chinos Hps, soy Colombiano, es­toy herido, vengan y me matan si son tan verracos»; me parapeté en la zanja de arrastre y accioné mi

carabina M2, hasta agotar los cuatro proveedo­res. Luego me moví de ese lugar en busca de municiones y encontré una caja de granadas de mano recién abierta, a un lado de una casamata desde la cual los colombianos disparaban como locos desde una ametralladora punto 30.

Comencé a lanzar las granadas para apoyar a los compañeros de la ametralladora pero notar­dó un certero impacto como tiro de bazuca, en silenciarla. Entonces llegó un soldado colombia­no quien se situó un poco adelante de mi y se puso a apoyarme disparando su fusil Ml ... Pero nuestra llavería no duró mucho rato ya que una nueva explosión nos levantó del piso arrojándo­nos como a tres mts de distancia. A pesar del estallido alcancé a oír cuando este düo Virgen ... Y se fue de bruces sin terminar la frase. El obús exploto en la zanja frente a mi compañero, sa­cándonos de combate a los dos.

Sentí en ese momento como si me hubieran cercenado la parte anterior del pie izquierdo con una hacha sin filo, un golpe seco muy duro. Al tratar de levantarme la cabeza me daba vueltas, la sentí muy grande y pesada, me fui de bruces, no pude apoyarme en el pie, escupí sangre y par­tes de mi dentadura. Entonces me di cuenta que había sido herido en la mandíbula inferior y cerca a la sien derecha de donde emanaba sangre y había perdido el casco.

El combate continuaba sobrepasando el cerro y arrastrándome logré llegar a la casamata de la ametralladora. Ahí encontré a mi compañero salamanca y otros dos colombianos, uno de ellos con un ojo afuera y gritando del dolor. Como pude me senté en el improvisado camastro y me quité la bota. Me puse el apósito sanitario para contener la sangre y me di cuenta que había sido herido en el índice izquierdo, en el brazo derecho y las piernas. Estaba embarrado hasta la cabeza. La sed era tremenda y no había agua.

A corta distancia se oía el fragor del combate y el estallido de las armas pesadas ya no era pro­piamente sobre el lugar en que nos encontrába­mos. Pero el movimiento de tropas chinas se sen­tía por encima y en contorno a nuestra posición. Eran las «Patrullas de Escoba» enemigas, que an-

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daban en labores de rescate y hacer prisioneros. Apenas ha­bían transcurrido algunos minu­tos cuando llegaron a la entra­da de la casamata y nos llama­ban diciéndonos "Colombian, come an". Al no tener respuesta arrojaron granadas de humo e hicieron ráfagas de armas cor­tas hacia adentro con lo cual obligaron a mis compañeros a rendirse. Eramos cuatro indivi­duos desarmados, dos de ellos heridos. Se llevaron prisioneros a los tres que salieron, yo no queria entregarme. Pero para sorpresa mia, unos minutos más tarde regreso Salamanca con dos chinos y me sacaron carga­do. El me dijo que era mejor que fueramos prisioneros y no que muriera ahi.

Afuera había mucho movi­miento de tropas enemigas bus­cando sobrevivientes y cargán­dose cuanto podían. El comba­te continuaba y nosotros íbamos por la cima hacia el túnel que debía conducimos al cerro chi­no. Por momentos arreciaba el fuego, y en uno de esos mis captores me tiraron al piso y salieron corriendo llevándose a Salamanca y dE;jándome tendi­do en la interperie. Tan pronto cesó la andanada apareció una patrulla de cinco chinos, y cuan­do ví que se acercaban entrecerré los ojos fingiendo es­tar muerto, pero uno de ellos, que tenía la estrella roja en la gorra, apuntándome a la cabe­za con una sub-ametralladora me dió un puntapie en la pierna izquierda que me hizo gritar, en­tonces me dijo en inglés, que por fortuna le entendí, que si quería que él me mataba. Era tan lamentable mi estado que

Distintivo Guerra Internacional Colombia 1952

apenas pude mover la cabeza y decirle no mientras rogaba a Dios y la Virgen me protegie­ran. Entonces hablaron y se fue­ron alejando sin dejar de apun­tarme con sus armas, temí que el tiro de gracia me lo dieran en la corona, pero nada sucedió. Dios estaba conmigo.

Reuniendo fuerzas de flaque­za me rodé hasta una zanja, ha­ciendo gran ruido con unas vai­nillas de proyectiles de artilleria que se rodaron y atrajeron la atencion de otros chinos, quie­nes se acercaron y dispararon ráfagas pero no avanzaron ha­cia la parte curva de la zanja y por consiguiente no me locali­zaron. Seguía mi suerte! A me­dida que senlia que no había enemigos cerca me arrastraba hacia la casamata de donde me habían sacado por ser la más proxima y alli me refugié que­dándome dormido, a pesar de la sed que me abrasaba y de los estallidos que se oian por todas partes. Estaba agotado.

A eso de las dos de la ma­drugada me desperté con la luz de una linterna en los ojos y me encontré en presencia de dos chinos que me decían «Colombian» .. les respondi, Yes. hablaron en su idioma y me apuntaban con sus armas. Se­guramente ya habían inspecdo­nado el lugar y se habían lleva­do lo que quedó de la ametra­lladora.

Con gran esfuerzo me senté y como pude les pedí agua en mi ininteligible inglés, pero me entendieron y uno de ellos me arrojó su cantimplora con agua aún tibia, la cual la devolví vacia. Me quitaron el reloj y se senta­ron en la entrada de la casama­ta donde los oía hablar hasta el amanecer cuando se fueron con otros que pasaban por el sitio. Después que estos me desper­taron sentí cómo todavia se cambatía más aJla del cerro. Asi transcurrió esa noche y al día siguiente muy temprano llegó la

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aviacion americana a bombar­dear el cerro enemigo. cada ex­plosión de las bombas, hacía entremecer nuestra posicion y yo clamaba al cielo por que los pi­lotos no se equivocaran de ob­jetivo. Asi pasó el primer día en esa casamata. Los otros no se­rían distintos. Al anochecer re­gresaron los chinos, sin entrar a inspeccionar donde me encon­traba, a pesar de oirlos conver­sar en la puerta. La sed y el frio de la noche eran los que me mortificaban.

Asi transcurrieron los días 24 y 25 hasta la madrugda del 26 en que hubo dos sucesos que no sé como calificarlos: el pri­mero fue cuando un tiro de ar­tillería cayó en la entrada de la casamata que estaba semidestruida, llenándola de tie­rra y humo y silenciando a los chinos. Ahora había quedado prácticamente enterrado vivo en un espacio de 2X2 M2 y 1.70 de alto, bajo un techo de gruesos troncos de madera protegidos por sacos de tierra.

Quedé en tinieblas, murién­dome de frio y sed, agotado y oliendo a podedumbre, por la gangrena que comenzaba en el pie y el dedo indice. En mi desesperacion grité intentando que me oyeran los chinos, que a esa hora de la madrugada se es­taban replegando a sus posicio­nes, pero nada. Luego me puse a rezar pidiéndole a Dios me sa­cara de esta situación, cuando otro potente tiro de artilleria cayó sobre el techo con gran estruen­do, quebrando los troncos y lle­nando el recinto de olor a pól­vora, tierra y humo que al eVa­porarse me permitió ver la clari-

dad del amanecer y apreciar que habia quedado un espacio por el cual podia salir de mi sepultura. Sacando fuerzas que solamente el deseo de vivir me daban logré salir y arrastrándome ir descendien­do en momentos en que la aviacion norteamericana y unos tanques bombardeaban ambos cerros. Pasando junto a pedazos de humani­dad, cascos y equipos destrozados pude llegar a un puesto de des­canso donde encontré al cabo primero Juvenal Sendoya, quien es­taba herido en la cara; ahi tambien estaba el soldado Luis Peña Aguasaque, herido en un glúteo. La sed me consumía y no tenia fuerzas. Ante el peligro los animé para que ellos que podían cami­nar continuaran bajando en busca de auxilio y comunicaran que aún habia sobrevivientes en el cerro.

Tcm pronto se alejaron los aviones que bombardeaban haciendo estremecer los cerros con fuertes explosiones, mis compañeros salieron corriendo hacia la carretera por donde nos llegaban los abastecimientos, mientras yo trataba de continuar bajando apo­yándome en los codos y rodillas y sentándome como para gatear en medio del lodazal y las alambradas destrozadas. Los aviones se alejaron pero los tanques que se encontraban como a unos 500 mts continuaban cañoneando nuestra posicion. Igualmente en forma esporádica caían tiros de mortero.

Asi, gracias a la misericordia divina, logré alcanzar la carretera y después de muchas dificultades traspasar el mayor peligro, hasta llegar a un sitio donde me recogió una patrulla norteamericana; con ellos estaba el cabo Sendoya; a Peña ya lo habian evacuado para el puesto de primeros auxilios y yo recibí como premio el agua que tanto deseaba y necesitaba.

Cementerio del Batallón en Pusan.

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Mro.,a de Honor en la cena ofrecida por la Junta Directiva de ACORE a los presidentes entrante y saliente de la institución.

Aspecto de la Reunión de Develación de la fotografüt del Contraalmirante Juan Pablo Rairán Hernández en la galería de e'-J>residentes

El General Rafael Samudio Molina hace entrega de la condecoración "Rafael Reyes"

al Contraalmirante Juan Pablo Rairán Hernández. Al fondo el General

José Manuel Sandoval Belalcázar.

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Page 55: Revista Edición 105 Julio 2000

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Mayor General Manuel Sanmiguel Buenaventura

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