Revista El Ojeador

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Cuarto número de la revista El Ojeador.

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La carrera de Ronaldinho se podría comparar con una estrella fugaz. Brilló más

que nadie, su talento parecía no tener fin pero, de repente, se apagó. Era el elegido

para dominar el fútbol mundial con su juego de fantasía y su carácter jovial; ahora,

el destino para haberle guardado una segunda oportunidad ¿Será capaz de

aprovecharla?

Estar en la cima del mundo no debe ser

fácil. Tenerlo todo significa, en muchas

ocasiones, no valorar nada. Ésta es la

historia de una de esas personas dotadas

con un talento único para el fútbol. Un

genio que o bien no supo digerir el éxito

o simplemente decidió que el balón era

algo secundario en su vida. Su

protagonista: Ronaldo de Assis Moreira,

más conocido como Ronaldinho.

Verano de 2003. El PSG tenía uno de los

más jóvenes talentos del fútbol mundial.

Un par de temporadas en el club parisino

con unos buenos, aunque no excelentes,

registros estadísticos habían bastado

para convencer a los más grandes

equipos europeos que debían apostar

por él.

La rumorología se disparó, se anunciaron

acuerdos y contactos con multitud de

conjuntos y, al final, el Barcelona se llevó

la joya más cotizada.

Acababa de empezar la época gloriosa de

Ronaldinho. Él fue la bandera de un

nuevo proyecto en el regenerado Barça

de Joan Laporta.

Después de unos años

aciagos, Ronaldinho

devolvió la sonrisa al

barcelonismo.

Son muchos y muy gratos los recuerdos

de esos años. Eran los tiempos de la

“señal de shaka”, ése saludo surfero que

tanto popularizó el crack brasileño por

todo el mundo. Su juego desprendía

magia pero su rostro era el vivo retrato

de la felicidad, la sonrisa del fútbol. No

hay nada más bonito que convertir tu

pasión en tu trabajo y, al menos en esos

tiempos, él lo logró.

Con Rijkaard en el banquillo y la fantasía

de Ronaldinho en el campo empezó la

génesis del mejor Barcelona de la

historia. Será difícil olvidar su gol ante el

Sevilla en aquel Camp Nou, reconvertido

en after hour, para que los

internacionales pudieran disputar el

partido. Esa noche, conocida

popularmente como “la noche del

gazpacho” porque se agasajó

gratuitamente a los asistentes con este

manjar andaluz, fue el inmejorable

preludio de lo que se avecinaba más

tarde.

Empezaron a llegar los títulos (2 Ligas, 2

Supercopas y 1 Liga de Campeones) y su

juego tuvo la recompensa de los más

prestigiosos premios individuales (Balón

de Oro en el 2005 y el FIFA World Player

de 2004 y 2005 son los más relevantes).

Un momento para el recuerdo: la ovación

que le tributó el Bernabéu en el mítico

Real Madrid 0 - Barcelona 3 del 2005. Un

gesto de reconocimiento por parte del

eterno rival que también ocurrió con

Maradona veinte años antes. Gran

ejemplo de señorío el que dio la

parroquia madridista.

Nadie podía imaginar por aquel

entonces, cuando Ronaldinho era

sinónimo de triunfo, que muy pronto su

estrella, la más brillante

futbolísticamente hablando de la primera

década del siglo XXI según la revista

World Soccer, iba a empezar a apagarse

muy pronto. Los excesos habían

comenzado.

Su agitada vida nocturna, no era extraño

que periódicamente aparecieran vídeos o

Esta imagen dio la vuelta al mundo. Pocos consiguen

que te aplauda el eterno rival.

La señal de shaka,

un gesto que

siempre se

asociará al crack

brasileño.

Uno de los

momentos más

dorados de su

carrera.

instantáneas en los mejores locales

nocturnos de Barcelona, le estaba

ganando protagonismo a sus hazañas en

el campo. Hasta entonces la vida de

Ronaldinho había sido una fiesta y de ahí

en adelante la fiesta sería la vida del

astro brasileño.

A golpe de samba discotequera, con unos

incipientes problemas de peso en la zona

abdominal y con algunas lesiones

concluyó su etapa en el Barça. El sueño

de antaño acabó más cercano a la

pesadilla. Sus jugadas quedarían para el

recuerdo, pero su comportamiento

empañó gran parte de su legado en la

Ciudad Condal.

Su destino, después de que Guardiola

anunciará públicamente que no contaba

con él para iniciar su andadura en el

primer equipo, fue el Milan. En el club

rossonero, reconvertido en una especie

de “cementerio de elefantes” del fútbol

mundial, ‘Dinho’ empezó a vivir lo que

sería una constante a lo largo de su

carrera: la vara de medir de su

rendimiento serían las hazañas en el

Barça. Este hecho, injusto y comprensible

a la par, ha motivado de forma

indefectible el desencanto una y otra vez

con el juego del de Porto Alegre.

Es duro decir que, a lo mejor en un

principio porque no quiso y ahora porque

no puede, nunca volveremos a disfrutar

con la totalidad de su magia en el terreno

de juego. Habrá destellos, momentos

brillantes y retazos que nos hagan evocar

sus acciones más espectaculares, pero ya

no va a volver aquel malabarista de la

pelota en toda su extensión.

El carácter de los genios puede ser en

ocasiones el peor enemigo de ellos.

Ronaldinho fue el mejor y cuando

ocupaba su trono simplemente eligió un

camino que irreversiblemente le llevaría

a la abdicación. Su reinado fue breve e

intenso a partes iguales, empezó y

terminó en Barcelona. Su aventura

italiana representó una escala para

volver a sus orígenes. Un paso previo al

retorno al país que le vio nacer para

darse una segunda oportunidad en Brasil.

El Flamengo fue el club elegido. Y sólo se

precisaba ver la expectación que levantó

su llegada para poder pronosticar que

esos rostros, henchidos de ilusión y

orgullo por el fichaje de su ídolo, pronto

estallarían en críticas contra Ronaldinho.

El ritmo del fútbol carioca, mucho menor

que el del Viejo Continente, se adaptaba

más a su estado de forma en el año 2011

y la motivación que supone volver a jugar

ante los tuyos eran los principales

argumentos para pensar, mejor dicho

soñar despierto, con que su juego

resurgiría cual ave Fénix. Una utopía

bonita que no se cumplió.

14 goles anotó en su primera temporada

con el Flamengo en el Brasileirao no es

un mal botín. Alternó actuaciones

destacadas, como el `hat trick` en la

victoria (4-5 fue el marcador final) en la

cancha del Santos de Neymar, con

periodos de sequía donde las críticas

arreciaron sin pudor. Incluso su equipo

llegó a habilitar un número telefónico

para que los aficionados denunciaran las

salidas nocturnas de su crack. Las malas

lenguas afirman que la línea no paraba

de comunicar. Su vuelta a Brasil no había

sido mala estadísticamente hablando

pero la indisciplina, en forma de salidas

nocturnas, seguía persiguiendo a `Dinho`.

Pronto se acabó su idilio con el Flamengo

y empezaría una nueva etapa en un club

más modesto: el Atlético Mineiro.

Para muchos analistas, el jugador había

tocado fondo, era un paso previo a una

retirada prematura. Sin embargo, sus

actuaciones en el campeonato brasileño

(anotó 9 goles y repartió 12 asistencias)

le valieron para llevarse, por delante del

“todopoderoso” Neymar, el Balón de

Oro 2012 de la liga brasileña. A sus 32

años, Ronaldinho fue elegido mejor

jugador del Brasileirao. Las alegrías

futbolísticas parecían retornar a la vida

del jugador.

El año 2013 ha empezado bien para el de

Porto Alegre. Scolari, el elegido para

comandar a la selección ´canarinha´ en el

Mundial de 2014, dio a conocer su

primera lista de convocados para un

amistoso en Febrero ante Inglaterra.

Ronaldinho, un asiduo a los carnavales.

Éxitos y fracasos se

fueron alternando

en el Flamengo.

En el Atlético Mineiro parece

haber recuperado su sonrisa.

Ronaldinho estaba entre los 20 elegidos,

todo lo contrario que el madridista Kaká.

Después de una vida de éxito brutal y

relativamente efímero mezclado con

años de paulatina decadencia, el fútbol

ha querido dar una última oportunidad a

Ronaldinho. Brasil, su tierra natal, acoge

este año la Copa Confederaciones como

preludio al Mundial de 2014. Dos eventos

que, en caso de poder participar,

supondrían el broche de oro a la carrera

del jugador carioca.

Scolari le ha tendido la mano con su

llamada. Una forma de decir que cuenta

con él. Nadie, al menos dentro de sus

cabales, puede esperar que repita lo que

hizo en el Barça; sin embargo, su juego y

experiencia pueden ser muy útiles para

una selección tan joven.

Neymar, Moura, Hulk, Óscar… son los

destinados a ser “profetas en su tierra”.

Ronaldinho, sin el brillo de antaño, sería

uno más de la expedición. Una gloria al

que el destino le ha dejado jugar la

prórroga de su carrera.

En los próximos meses veremos la

evolución del juego de Ronaldinho.

Pronto se sabrá si ha decido subirse a ese

último tren que puede rubricar su carrera

con un notable éxito o continuar

instalado en una irregularidad impropia

de su calidad. Sin embargo, suceda

cualquiera de las dos alternativas nadie

debe olvidar que Ronaldinho es el dueño

de su destino y el único responsable de

las consecuencias de sus acciones.

Decir que ha tirado su carrera futbolística

por la borda es una cruel afirmación con

un punto de veracidad. El tener un

talento descomunal para cualquier

actividad no te obliga a explotarlo al

máximo durante toda tu vida laboral. A

priori, especialmente si quieres ser una

leyenda, es lo que deberías hacer, pero

en la vida hay muchos caminos.

Ronaldinho eligió otra senda. Maravilló al

mundo con la pelota y decidió, cuando

estaba en la cúspide de su carrera, que le

tocaba disfrutar una parte menos sana

del mundo. Fue su decisión.

Para el recuerdo quedarán regates

imposibles, cabalgadas driblando rivales,

goles magníficos y un sinfín de múltiples

detalles que nos dejó sobre el césped.

Ése es su verdadero legado, lo demás,

por mucho morbo que tengamos por

conocerlo minuciosamente, es y siempre

será anecdótico.

¿Será Scolari el encargado de recuperar a

Ronaldinho para la selección brasileña?

Pocas veces antes un jugador levantó tantas expectativas. Javier Saviola aterrizó

en el Viejo Continente con la vitola de estrella a la tierna edad de 19 años pero, tras

muchos intentos, no llegó a consolidarse como el gran goleador que todos

esperaban. Ocasiones para demostrar su calidad no le faltaron.

“El Conejo” vive los últimos años de su

carrera en la capital de la Costa del Sol.

Un retiro idílico para la mayoría de los

mortales, pero la última oportunidad de

Javier Pedro Saviola Fernández para

triunfar en la “Liga de las Estrellas”.

En su juventud, los goles (marcó en su

debut con 16 años) y títulos con el River

Plate le granjearon una fama mundial.

Campeón del Torneo Apertura del año

1999 y máximo goleador con 15 tantos

(el segundo más joven en conseguir el

premio, con 18 años y 1 día, por detrás

de Maradona) y vencedor del Torneo

Clausura del año siguiente.

Durante su etapa en el club de Buenos

Aires “El Pibito” logró la impresionante

cifra de 45 goles en 85 partidos. Números

de goleador de primer nivel que asombró

a Europa y provocó una guerra entre los

mejores equipos para hacerse con sus

servicios.

Al año siguiente gana con Argentina la

Copa Mundial de Fútbol Sub-20 con un

gol suyo en la final y consigue los premios

individuales de máximo goleador y mejor

jugador del torneo.

El F.C. Barcelona fue quien se llevó el

gato al agua y, por la nada desdeñable

cantidad de 35 millones de euros, fichó al

prometedor jugador argentino. Pese a

que las cifras no fueron del todo malas,

con una media de 20 goles por

temporada en sus tres primeros años de

azulgrana, Saviola se vio fuera del club

catalán.

Una poco productiva cesión al AS

Mónaco fue la primera piedra en el

camino. Los pocos goles anotados en una

liga menor, como es la francesa, no le

ayudaron a regresar por la puerta grande

al F. C. Barcelona.

Sevilla fue el siguiente destino, sin ni

siquiera pasar por el Prat, en una nueva

cesión que acabó con menos goles pero

con una Copa de la UEFA en su palmarés.

Para su último año de contrato volvió a

Barcelona donde, pese a jugar tan sólo

26 partidos, marcó 13 tantos. Remontaba

el vuelo el porteño cuando estalló la

bomba:

Saviola completó un Mundial Sub-20

para recordar: máximo goleador

(11) y mejor jugador del torneo.

El Real Madrid contrata al “Conejo” en

2007 a coste cero y le sirve en bandeja de

plata una ocasión única para demostrar

que su calidad sigue intacta. Pero como si

del día de la marmota se tratara, se le

vuelve a escapar la oportunidad.

En dos años no supo imponerse a la

competencia encarnada por Raúl,

Higuaín y Ruud Van Nistelrooy. 26

partidos y 15 goles, nuevamente cifras

considerables pero insuficientes para

triunfar en un gran club europeo.

Portugal fue su siguiente destino. En el

Benfica mantuvo su media goleadora

durante tres temporadas engrosando su

palmarés con una Liga y tres Copas. La

realidad es que, de nuevo, estaba en un

equipo y competición menores con unas

cifras mediocres. Muy lejos de sus

objetivos cuando se disponía a comenzar

su aventura fuera de Argentina.

El futuro se vislumbraba gris para el

argentino, hasta que el Málaga llamó a su

puerta. Necesitado de un goleador,

Pellegrini pensó en él para reforzar su

gran plantilla otorgándole, de paso, un

último tren para despedirse del fútbol

por la puerta grande.

Javier Saviola es el ejemplo perfecto del

futbolista que emigra demasiado pronto

al fútbol europeo y quizá sea esa la razón

de que no triunfara como se esperaba.

Su caso, junto con el de otros futbolistas

como Robinho, ha hecho plantearse a

agentes, familias y clubes sudamericanos

cuál es el momento idóneo para cruzar el

charco sin frustrar la carrera profesional

de los talentos más jóvenes.

EL CARTEL DE

ESTRELLA CON

EL QUE LLEGÓ

A ESPAÑA LE

PESÓ

DURANTE

TODA SU

CARRERA

Bryan Rabello es el último descubrimiento de

Monchi, director deportivo del Sevilla. El

encargado de los fichajes en el conjunto

hispalense, captó su potencial mientras el joven

futbolista, de 18 años, militaba en las filas de

Colo-Colo.

A día de hoy, sus apariciones con el primer

equipo se reducen a unos escasos minutos en

Liga frente al Valladolid y el Espanyol pero han

servido para constatar que Rabello es una

interesante opción de futuro. Puede

desempeñarse como mediapunta o como

extremo, destacando por su velocidad y su

habilidad en el uno contra uno. Podríamos decir

de él que es un futbolista rápido, ágil, con

potencia y buena técnica.

Es evidente que hay que tener paciencia con un

futbolista que aún está en período de formación.

No obstante, los signos que ha mostrado hasta

ahora son más que ilusionantes.

En la vida, hay trenes que no se pueden

dejar pasar y esto le ha ocurrido al

jugador que nos ocupa a continuación.

Zaha se enfrentará al reto de jugar en

uno de los mejores equipos del mundo,

el Manchester United. Los ´diablos rojos`

han pagado la cifra de doce millones de

euros por un jugador de la segunda

división inglesa.

Nacido en Costa de Marfil, pero con

pasaporte inglés, el veloz extremo

apareció en la primera plantilla del

Palace en el curso 2009-2010 y, desde

entonces, ha experimentado una

sensacional progresión que le ha

permitido alcanzar la selección de

Inglaterra absoluta (debutó el pasado 14

de noviembre).

En la Championship lleva disputados 27

encuentros con un total de cinco goles y

seis asistencias.

Amigo Wilfried, Sir Alex Ferguson te

espera para darte el mayor desafío de tu

vida.