Revista Santa Ángela 33

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Editorial Espiritualidad En la vida y en la muerte somos del Señor Testimonios Santa Ángela viaja al este de Europa El Magisterio de Sor Ángela (XIV)

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Revista Santa Ángela - Número 33 - noviembre 2011 Publicada por las Hermanas de la Cruz

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Editorial EspiritualidadEn la vida y en la muerte

somos del Señor

TestimoniosSanta Ángela

viaja al este de EuropaEl Magisterio

de Sor Ángela (XIV)

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1. EditorialEn la vida y en la muerte somos del Señor

2. Biografía Espiritual de Sor Ángela de la CruzDonde el bajar es subir· Los últimos años de Madre

3. Espiritualidad de Santa ÁngelaEl Magisterio de Sor Ángela (XIV)

4. Iconografía de Santa Ángela Así la han visto

5. Hablamos de ellaSanta Ángela en el pueblo de AguadulceSor Ángela de la Cruz, luz de Sevilla... Y a la hora de la muerte, llévanos al paraíso

6. Me gusta contarte cosas... ¡Voy a tu casa para darte gracias!

7. Testimonios

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Editorial

N oviembre el mes dedicado, en la Iglesia, a orar por nuestros seres

queridos, que nos han dejado en su marcha hacia el Padre. Es el mes que nos llena de recuerdos de los seres que ya no podemos ver, ecos de voces queridas que ya no oímos, rostros que llevamos en nuestro corazón, pero que ya no están con nosotros.

Nuestra sociedad no educa para el dolor, la enfermedad o la muerte. Quizás por eso pensar en la muerte no nos gusta, aunque no nos cabe la duda de que algún día nos llegará. El pensamiento de la muerte nos pone inquietos, pero por poco tiempo porque enseguida nos olvidamos, para seguir, con alegría inconsciente, sumergiéndonos en el bullicio de la vida.

Hoy hemos perdido de vista a Dios. Es uno de los fenómenos más graves de nuestro ti empo, dice el Concilio Vati cano II. El Santo Padre Benedicto XVI afi rma que “algunos viven como si Dios no existi ese, como si nunca fueran a morir, como si todo acabara con la muerte”.

En la vida y en la muerte somos del Señor

Sin embargo para Santa Ángela y para sus hijas la meditación de la muerte resulta familiar, porque su vida diaria las pone en contacto con la muerte, ya sea en su dormitorio, ya sea en su ministerio de asistencia a los enfermos.

Estamos en el otoño de la naturaleza, que es como la imagen fiel del otoño de la vida, que amarillea y va madurándonos para el cielo. Pues este mes de noviembre cuando las hojas de los árboles se caen marchitas y van buscando la humilde tierra como reposo definitivo, es el mes ideal para meditar en la muerte a la luz de los escritos de Santa Ángela de la Cruz.

Para nuestra santa el pensamien-to de la muerte no es paralizante sino fecundo y de un extraordina-rio estímulo, según ella, “porque nos ayuda a desprendernos de lo terreno, de lo humano y de nosotras mismas”. (Carta a Sanlúcar. 1922)

Hoy, cuando en nuestra sociedad se piensa tan poco en lo trascendente,

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EditorialEn la vida y en la muerte somos del Señor

cuando vivimos con los ojos pegados a la tierra, de tejas para abajo…, pensemos en estos pensamientos de nuestra santa:

“La muerte es un predicador que, aunque mudo tiene más elocuencia que to-dos los demás que puedan hablarnos mucho. ¡Cuánto enseña la muerte! ¿Quién tocándola tan de cerca, puede en mucho tiempo olvidarse del negocio importan-te y único de su santificación? ¿Quién puede tener pretensiones de nada humano, sino sólo de ser humilde, paciente, mortificada, para cuando llegue la hora no lejana para muchas, no encontrarse con las manos vacías? Pues sabemos con certeza que la virtud es la única moneda que pasa en tan tristes momentos”. (Carta a Ayamonte. 1897)

¿Qué es lo que queda después de la muerte? Sólo y exclusivamente lo bueno que hubiéramos hecho y nada más que eso. De todo lo demás que hay en el mundo y hasta en la religión, como cargos honoríficos y oficios descansados, nada de eso queda; nada más que lo bueno, repito, lo que hayamos hecho: lo que hayamos imitado a nuestro divino modelo Jesucristo crucificado, que para eso nos llamó a la Compañía y tantos medios de santificación nos ha dado”. (Carta a Ayamonte. 1895).

En sus escritos vemos la fe grande que alimentaba a Santa Ángela. Para ella la muerte es un paso hacia el encuentro definitivo y pleno con Dios. Paso que ella fue preparando muriendo a sí misma viviendo para los demás.

Lo que realmente tiene para ella valor, es la fe, el amor, lo que hayamos hecho de bueno. Pasarán muchas cosas, pero estamos seguros que quedará

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EditorialEn la vida y en la muerte somos del Señor

lo fundamental: el bien hecho, el amor. No despreciando el momento presente para obtener méritos que al fi nal serán presentados ante el juicio de nuestro Señor. Así vivió ella en la ti erra, cosechando VIDA ETERNA, dando senti do a la muerte en su vida de entrega cada día.

El Señor nos dijo: “Velad, porque no sabéis ni el día ni la hora. Estad alertas, para no ser sorprendidos”. Santa Ángela avisa a sus hijas para que mantengan la lámpara siempre encendida, viviendo día a día con el esfuerzo y la voluntad de ser mejores:

“Aprendamos a vivir con la lámpara encendida de un conti nuo fervor de morti fi cación y abnegación”. (Carta a Carmona. 1857)“No hay más, mis queridas hijas, que aprovechar el ti empo, pues la muerte viene cuando menos lo esperamos. Y pobres de nosotras, si después de todo a esa hora nos encontramos o con las manos vacías, o que nuestras obras son avellanas vanas, que después de haber meti do mucho ruido no ti enen valor en la presencia de Dios. Esto la verdad, que será muy grande pena; y así nos pasará, si con afán cada día no empezamos a trabajar en nuestra santi fi cación, olvidándonos de nosotras mismas, y no ocupándonos más que en lo que sea del agrado de dios”. (Carta a Ayamonte 1883).

Avivemos nuestra fe cristi ana leyendo estas palabras de Santa Ángela. Los que creemos en Jesucristo,

no solo aceptamos el hecho de la muerte, sino que la fe nos da el valor sufi ciente para mirar la muerte cara a cara. Jesucristo muerto y resucitado da senti do a nuestras vidas aquí en la ti erra, en la muerte y más allá de la muerte.

El día 1 de noviembre celebramos la festi vidad de todos los Santos y el 5, el aniversario de la beati fi cación de Santa Ángela. Fechas gloriosas que nos hablan de una meta: DIOS. Salimos de Dios y hacia Dios vamos caminando.

Santa Ángela con sus escritos nos enseña que la muerte es un viaje a la eternidad. Viaje que nos obliga a tener listo “el equipaje”. Ella nos impulsa a que preparemos “ese camino” y ese fi nal de nuestra vida terrena, porque ella ya sabe que el gozo será infi nito cuando traspasemos esa temida puerta de la muerte y podamos contemplar el rostro de Dios y de su Santí sima Madre.

Tengámosla también presente a María Santí sima, ella nos protege en la vida, libera de la muerte y salva después de la muerte. Es la estrella que nos habla de la santi dad, de una santi dad forjada a base de mucha humildad, fe, esperanza y amor.

“Si vivimos, vivimos para el Señor; si morimos, morimos para el Señor; en la vida y en la muerte somos del Señor” (Rom. 14, 8-9)

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2. Muere Madre y llora Sevilla

Nueve meses le duraría esta pre-paración de su nacimiento a la vida eterna. Humillada en su situación do-lorosa, en la cruz: el país donde había escogido perseverar de por vida. Se-gún una testi go, nunca dejó traslucir sus dolores al exterior, ni la contrariedad que causa-ba a su modesti a tener que ser asisti da en todo por las Hermanas, a causa de su imposibilidad. La sereni-dad de su rostro refl ejaba su abandono total a la vo-luntad del Señor. La visita-ban personas queridas, las Hermanas, queriendo con-fortarla con su mirada silenciosa. El cardenal Ilundain la visitó dos veces, y cuando compadecido de su hemi-plejía, le dijo: «Madre, Vd. en la cruz», se la vio asenti r con gesto sonriente. Envuelta en el cariño de sus hijas pa-saron esos meses; y, como podemos suponer, en coloquio de ofrecimiento conti nuo de su pobre persona en el al-tar de la voluntad de Dios. Murió el 2

de marzo a las tres menos veinte de la madrugada. En su tarima. A pesar de tener medio cuerpo paralizado, Ma-dre Angelita se incorporó por sí sola y levantó hacia el cielo los dos brazos y su mirada se dirigió también hacia allí con semblante alegre; cuando llegó el

momento de su muerte, fi jó sus ojos en un punto y pro-nunció claramente audible un ¡ay! Y cayó desplomada, entregando su alma a Dios. En la misma tarima en que estaba, las Hermanas lleva-ron su cuerpo muerto a la capilla. Lo colocaron en el centro y comenzaron a cele-brarse misas. Sevilla supo al despertarse ese día que sor

Ángela de la Cruz había muerto. Desde aquel día, miércoles, hasta el sábado, estuvo pasando gente de todas clases, en fi la ininterrumpida. Venían de los pueblos y de la ciudad a decir adiós a la madre de todos, a quien tanto que-rían. Ahora se sentí an más libres para demostrar la esti ma de santi dad con que la habían mirado ya en vida. Se

Donde el bajar es subirLos últimos años de Madre

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BiografíaDonde el bajar es subir

percibía en el ambiente una mezcla de veneración y cariño. El olor de santi -dad se respiraba allí. Cerca de la media noche del 4 de marzo vino un grupo de médicos y autoridades que certi fi -caron que el cadáver no daba señales de descomposición, conservaba la fl e-xibilidad de sus miembros en vez de la rigidez cadavérica. Su presencia atraía a besar aquellas manos fl exibles. Algu-nos hablaban de que no sólo no se olía el olor característi co de los difuntos, sino más bien algo especial agradable al olfato

4.

Acto seguido el cuerpo fue deposita-do en una caja de zinc, introducida en otra de madera. Un cristal permití a ver el rostro del cadáver. Al día siguien-te se celebraron solemnes funerales con asistencia del cardenal Ilundain,

de las autoridades de la ciudad, per-sonas cualifi cadas y gran número del pueblo. Antes de que el féretro fuese acomodado en la cripta, un obrero se abrió paso en medio de la multi -tud que invadía la casa. Llevaba un hermoso ramo de claveles en el que había gastado su jornal. Quería rendir ese últi mo homenaje a la que tantas veces había llevado pan a sus hijos. En el caso de Madre hay un dato curio-so que no conviene omiti r. Lo cuenta el mismo concejal del que parti ó la moción de hacer constar en acta el agradecimiento del Ayuntamiento de Sevilla por la obra realizada por ella a favor de la ciudad, y que en ade-lante la calle Alcázares se dedicase a sor Ángela de la Cruz. Era el jefe de la minoría independiente católica. Pero con gran sorpresa suya, en vez del es-cándalo que de ordinario producía en la sala capitular la más ligera defensa de la religión en aquellos ti empos de tantos masones, sectarios y anti cle-ricales al gobierno, la propuesta se aprobó por unanimidad. Y antes de que se inhumase el cadáver de Ma-dre, la calle fue rotulada con el nom-bre de «Ángela de la Cruz»

5.

4 Cf. Positi o. Documenta, 249-253.

5 Cf. Positi o. Summarium, 352-356. Un concejal so-

cialista, ‘que había dicho avergonzarse de pertene-cer al género humano, cuando veía desfi lar a algún penitente descalzo en las procesiones de Semana Santa, pidió en esta ocasión la palabra para corre-gir al líder católico; porque según él, «sor Ángela no era, como yo había dicho, un valor ingente del cristi anismo, sino un valor de la humanidad».

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Hay una expresión que, por poco familiarizado que se esté con

las Hermanas de la Cruz, hemos oído constantemente de sus labios: ¡“Dios se lo pague”! Por el mínimo favor que les hagas, por la mínima muestra de aprecio que tengas, por el ramo de fl ores más modesto que traigas para el Sagrario, por la limosna más pequeña que entregues para los po-bres, ¡Dios se lo pague!: es la respues-ta inequívoca que brota de sus labios. ¿Dónde, de quién han aprendido las Hermanas esta preciosa y profunda respuesta? Evidentemente, de Sor Ángela. Sor Ángela tuvo una vivísima conciencia de lo que el apóstol Pablo afi rmó al decir que “todo es gracia”, todo es don, todo es regalo. Esa con-ciencia le llevaba a descubrir en Dios la fuente de todo bien, de todo favor, de todo consuelo, de toda gracia. Esa conciencia procedía, además, de su profunda humildad sabiendo que ella no solo no tenía nada, sino que no era nada. Por eso, todo lo recibía ‘como de limosna’ como los ‘pobres de solemnidad’, según expresión de la propia Santa.

Sor Ángela era y se sentí a tan po-bre tan pobre, que no tenía absoluta-mente nada con que pagar los favo-res grandes o pequeños que recibía: su gran riqueza era indudablemente Dios. Estaba persuadida de que Dios no era sólo el mejor pagador, sino que era la mejor paga, la recompensa

El Magisterio de Sor Ángela(XIV)

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EspiritualidadEl Magisterio de Sor Ángela (XIV)

máxima que ella podía entregar a sus bienhechores. Era consciente, ade-más, de que solamente Dios conoce en profundidad el corazón del hombre y, por eso, es el único que puede me-dir con total exacti tud la generosidad con que nosotros actuamos cuando hacemos algún favor a los demás, o damos alguna cosa a los que lo nece-sitan. Solo Dios mide la generosidad del corazón del hombre y por eso es el único que puede valorar en su justa medida la acti tud de fondo con la que actuamos.

En el ¡Dios se lo pague!, desapare-cen las Hermanas para darle el prota-gonismo a Dios que, por consiguiente, es el único que verdaderamente pue-de recompensar de forma adecuada la buena acción que hemos hecho. El senti miento de grati tud es tan grande, tan profundo, tan amplio, tan fuerte que solamente un amor infi nito como el de Dios es capaz de recompensarlo de forma plena y adecuada.

Pero existe una expresión de Sor Ángela que llama poderosamente la atención no sólo porque fue pronun-ciada una sola vez (que sepamos) en su vida, sino por la profundidad de su signifi cado. La pronunció en el mo-mento en que, por mandato de la San-ta Sede, debió dejar de ser Superiora General de la Compañía por ella fun-dada. Arrojándose a los pies del Arzo-bispo de Sevilla que le comunicaba la decisión de la Santa Sede dijo: ¡Dios se lo pague a Dios! Con esta sorprenden-

te y hasta misteriosa expresión quería decir que el favor que recibía al exo-nerarla del peso del superiorado de la Congregación era de tal calidad, que sólo Dios podía pagárselo a sí mismo. El favor que Dios le hacía al levantarle esa carga sólo Dios lo podía medir y recompensar; pero sobre todo le ha-cía volver al lugar que había anhelado toda su vida: el últi mo, “siendo nada”.

La expresión ¡Dios se lo pague! pone de relieve la exquisita sensibili-dad de una persona extremadamente pobre, que no merece nada, a la que le ‘sabe a gloria’ cualquier gesto de bondad que se tenga con ella por pe-queño que sea. En una sociedad como la nuestra, tan insensible al senti do de la gratuidad, en la que el interés (so-bre todo económico) lo invade todo, lo contagia todo, lo vulgariza todo, es de agradecer a Sor Ángela esta espléndi-da lección que nos da al insisti r en el senti do de lo gratuito, de lo regalado. Si ‘es de bien nacidos el ser agradeci-dos’, Santa Ángela se presenta delante de nosotros como una mujer espléndi-damente “bien nacida”.

Antonio Mª Calero, SDB

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Me solicitan que escriba lo que para mí ha representado realizar

la imagen de Santa Ángela de la Cruz .... ¡Qué difí cil!

Siempre consti tuye un reto hacer algo así, porque implica un nuevo aná-lisis, una refl exión profunda, y una lim-pieza general, qué duda cabe.

Pensé: ¡Vale, en un rato lo hago y lo envío y todos contentos! ... Pues craso error, que llevo dos días dando vuel-tas y no sé ni por dónde empezar. Lo que me pareció tan fácil, pues estoy habituada a escribir mucho y redactar extensísimas memorias de mis traba-jos, ha resultado ser bien difí cil, pues es mucho lo que mi experiencia al rea-lizar esta imagen aportó a mi forma de ver las cosas.

Bien digo, pues creo que lo más destacado fue eso, una nueva apertu-ra de ángulo del campo de visión de mi mente y de mi espíritu que se vino a sumar a lo que yo era hasta ese mo-mento.

No creo desde hace mucho en las casualidades, ni en el azar, ni en la suerte como tal, y el hecho de que un

buen día me llamasen las Hermanas de la Cruz de Valladolid para enco-mendarme algo tan importante y de tanta responsabilidad como es la re-presentación formal de una vida, una

enseñanza, un amor, en defi niti va, tan especial y carismáti co como es el de Santa Ángela hacia los demás y el de la gente hacia ella, y todo ello unido por el AMOR con mayúsculas .... no me pi-lló de sorpresa en sí, porque sabía que

Así la han vistoMaría Jesús Merino

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Iconografía de Santa Ángela

todo ello formaba parte de algo que nos trasciende, al igual que todo el resto del acontecer universal, aunque sí me sorprendió que se me hiciera de-positaria precisamente a mí.

He de reseñar que concibo la ima-ginería como un ofi cio que es crisol de muchas voluntades, tanto de la enti -dad o de la idea representada, como de las personas que quieren ver refl e-jada esa idea o esa enti dad como del artí fi ce que presta sus manos y cono-cimientos, y también su corazón, para lograr el objeti vo. Esto lo aclaré desde el inicio, demandando la colaboración, hasta en sus mas ínfi mos detalles, de las Hermanas, y buscando constante-mente la armonía con lo que fui averi-guando de Santa Ángela.

Comencé, pues, una tarea de apren-dizaje, ya que, al contrario de lo que su-cede en el sur, donde Santa Ángela es tan conocida y querida, en los pueblos en los que hasta la fecha me movía no tanto, y yo, en concreto, no había oído hablar de ella en mi vida.

Lo primero que me impactó fue la salita de recibir del convento, tan sen-cilla, al igual que en el pueblo, cuando era pequeña, y digo que me impactó porque me sentí como en casa, tal cual, sin extrañeza ninguna, y ese es-tar “en casa” fue decisivo a la hora de afrontar el reto. Después vino el con-tacto con las Hermanas y la lectura de las obras literarias, preciosas y llenas de moti vos de refl exión, de la Santa.

Pero sobre todo infl uyó el descubri-miento de las vivencias de tantas per-

sonas, de la herencia en los corazones de las Hermanas, de aquellos que han tenido contacto con ellas ... y su de-nominador común, la entrega a los demás y una enorme alegría. Hay que vivir con mucho amor para lograr este efecto, y eso, precisamente eso, es lo que me encandiló en este trabajo.

No quiero repeti r aquí lo que en su día escribí sobre la simbología que apliqué en la imagen, que fue mucha y totalmente medida hasta en sus mas ínfi mos detalles, ya que investi go desde hace muchos años en este ti po de lenguajes formales, numéricos, geométricos y cromáti cos, sino en los senti mientos que su ejecución desen-cadenó, y a ese respecto tengo que se-ñalar que, en realidad, la imagen que ahora se ve en la iglesia de las Herma-nas no es la original, sino la segunda. La primera me costó mucho esfuerzo, nervios y sudores. La hacía con miedo y falta de confi anza y la verdad es que me estaba quitando el sueño. Esto no debió ser del gusto de Santa Ángela, o no representaba bien lo que ella tuviera en mente transmiti r, porque cuando ya estaba el modelado prácti -camente terminado, se autodestruyó. Lo digo en serio, se autodestruyó. Es de reseñar que el modelado, en arci-lla, estaba hecho sobre un armazón de tetraceros de 10 y 12 mm. sin parti r de alto en bajo, con una base soldada de chapón de 1 cm. mediante pleti nas de hierro y prácti camente imposible de romper o doblar. Bueno, pues es-tando yo una tarde totalmente harta

Así la han visto

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Iconografía de Santa ÁngelaAsí la han visto

de los nervios, del esfuerzo y de no lograr un no se qué del resultado esperado, salí al parque de enfrente de mi taller. Había por allí correteando un potrillo con su madre y estuve observando la escena un rato, disfrutando del aire y el sol. Ese ti empo bastó para calmarme y me disponía a regresar cuando apareció mi compañero del taller diciéndome que había ocurrido una catástrofe. Llegué y vi que la imagen estaba en el suelo, totalmente irreconocible, deformada, con los hierros del armazón totalmente doblados, retorcidos. Me quedé mas pasmada que disgustada. Y pasmada sigo cuando lo cuento...

Sin más, en ese mismo momento comencé de nuevo, sin miedo y con confi an-za, casi dejándome llevar. En poquísimo ti empo tomó forma la imagen defi niti va en arcilla. Mas ti empo llevó la realización de los siguientes pasos, pero siguiendo en esa misma línea y mediante las orientaciones que regularmente las Herma-nas me daban en sus visitas al taller, las cuales agradezco de todo corazón, fue surgiendo la talla, el policromado, y hasta la forma y decoración de la peana.

Si hubiese de simplifi car mi experiencia personal en este trabajo diría: No puedo. A día de hoy sigo descubriendo nuevas cosas, encuentro frases de Santa Ángela en los siti os mas insospechados, las aplico en los momentos mas extra-ños, y en defi niti va, todo se apoya en todo, y el peldaño que consti tuyó para mí esta experiencia ha resultado ser una piedra angular de lo mas sólida.

Quiero en estas líneas dejar constancia de mi profundo agradecimiento por tanto y tan bueno, y de mi pesar por no saber expresar lo que en realidad siento, pues releyendo todo lo que he escrito, no alcanza, no.

Un abrazo para todos, Hermanas, lectores ... y hasta siempre.

María Jesús Merino

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Santa Ángela en...el pueblo de Aguadulce

Francisco Martas y su Señora Dña. Ascensión Martí nez (ésta anti gua alumna de la Beata María de la Purísima) escriben desde Aguadulce, un pequeño pueblo

sevillano, situado muy cerca de Osuna.La devoción a Santa Ángela de la Cruz, está arraigada desde hace ya varios años

en todos los habitantes de esta población, prueba de ello, es la imagen de la Santa, que con la colaboración de todos, la adquirimos, la bendijeron y colocaron en uno de los altares de la Parroquia, donde acuden diariamente sus devotos implorando su favor.

Nuestro párroco D. Juan Dorado Martí n, con sus fi eles, parti cipan en cuantas celebraciones se organizan en tomo a Santa Ángela, tanto en Sevilla como en Osuna, donde se goza de ver el fervor y la unión de estos fi eles creyentes. En nuestro pueblo de Aguadulce también celebramos su triduo.

Lo últi mo que hemos conseguido en el pasado año 2010, es colocar un rótulo en la plaza donde se levanta la Parroquia, que ha pasado a llamarse “PLAZA SANTA ÁNGELA DE LA CRUZ”, esto nos llena de contento y nos anima a dar gracias a Madre por los favores que por su intercesión nos concede el Señor, y le pedimos con fuerza que proteja y acreciente la Fe de los habitantes, de este lindo pueblo.

“GRACIAS MADRE POR SER DE TODOS Y DEL QUE SUFRE MÁS”

Francisco y Ascensión

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Sor Ángela de la Cruz, luz de Sevilla

Con el corazón sosegado y la mente descansada, después

del descanso veraniego y la recogida de las mieses, entramos de lleno en la vida ordinaria de cada día. Hoy levantamos la mirada para contemplar a una gran santa, Sor Ángela de la Cruz. Y pensamos en muchos de los personajes que alcanzaron la santi dad y nacieron en esta bendita ti erra andaluza. Nos vuelven las voces del pasado y oímos hablar a Sor Ángela de la Cruz, también vemos a las Hermanas de la congregación que ella fundó recorriendo nuestras calles y barrios.

Canonizada el 4 de Mayo de 2003 en Madrid en la últi ma visita de Juan Pablo II a España a cuyo acto nos cupo la sati sfacción de asisti r, es la gran santa que supo transmiti r a la sociedad que la solidaridad, la abnegación y la pobreza son valores inmutables, al mismo ti empo que hizo de la Cruz su estandarte, como señas de identi dad la pobreza y la entrega personal.

Ángela de la Cruz creyó en la labor bien hecha, en la dedicación personal, en la atención cuidada y medida. Vivir de limosna para practi car la humildad, poder ayudar a los marginados de la sociedad y recordar a todos el sagrado

deber de colaborar en la ayuda a los más desfavorecidos de la sociedad, los pobres y los enfermos. De sus muchos favores y milagros todos podemos dar fe.

Santa Ángela de la Cruz puso el evangelio en prácti ca con su silencio, trabajo, morti fi cación, oración y una fe ciega en la divina providencia. Ella no había nacido para seguir otras huellas sino para trazar las propias.

En Sevilla pronunciar su nombre es sonreír agradecido porque la Congregación que ella fundó tuvo su origen aquí, por ello los taxistas de nuestra ciudad ti enen a gala poder llevar a las Hermanas allí donde lo precisen. Con la sonrisa siempre en el rostro las Hermanitas de la Cruz, como las llamamos en Sevilla, nos acogen cuando las encontramos y contamos nuestros pesares, nuestra pena. De corazón grande y manos acostumbradas al trabajo, Ángela de la Cruz soñó siempre con la vida verdadera, la que perdura en el más allá. Madre con los enfermos y pobre con los pobres, sinti endo el hambre y la sed con los hambrientos y sedientos, no haciendo otra cosa que practi car las Bienaventuranzas.

Hablamos de ella

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Hablamos de ellaSor Ángela de la Cruz, luz de Sevilla

La casa de Sevilla donde reposa el cuerpo incorrupto de nuestra santa, silencio y oración y una Cruz vacía, es lo infi nito que nos invade. Me parece poderla ver por las calles de Sevilla, con su hábito marrón, sus alpargatas, su fi gura menuda y frágil y su rostro surcado por el paso de los años. Conoció como nadie el valor del sufrimiento y palpó el dolor humano entendiendo que el aliviarlo es tarea de todos.

Tuvo que recorrer un largo camino no fácil rodeado de obstáculos.

Además de su fundación pudo dirigir la compañía por un lado, y por otro consolidar una extensa organización de casas de acogida, servicio diurno y nocturno a enfermos a domicilio, niños huérfanos y colegios, porque el amor fue el leit-moti v de su vida. Lo importante es la persona, el arma de combate la alegría, consciente de que muchos olvidan el bien que puede hacer una sonrisa.

Desde el pasado mes de Septi embre contamos con una nueva Beata la

Sierva de Dios beata María de la Purísima, perteneciente también a las Hermanas de la Cruz, de ella elegimos un pensamiento:

“Tenemos muchísimos moti vos para ser felices, pero ninguno tan fuerte como el saber cuánto nos ama Dios. Si esto lo pensáramos más y nos llegáramos a convencer de ello, ¡qué disti nta sería nuestra vida!”

Santa Ángela de la Cruz ha intentado con su vida construir un mundo nuevo entregando su vida gota a gota como un cirio encendido con la única idea de servir a Cristo a través de los pobres y los enfermos.

En Sevilla tanto en verano como en otoño, en invierno o en primavera se puede cantar una bella saeta dedicada a Sor Ángela: Flor del pueblo sevillano / de los pobres eres salud / no me dejes de tu mano Sor Ángela de la Cruz.

Soledad Porras Castro

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...Y a la hora de la muerte,llévanos al paraíso

Alaba a Dios por encima de todoNo culpes al prójimo de tus erroresGoza con lo que Él te proporcionaEncomienda tu vida al Altí simoLoa a la Madre del cielo en tus plegariasÁmale con todo tu corazón

Devuélvele a Dios el amor que te procuraEnvuelve tu vida en oración

Lee la Biblia en tu día a díaAplícate en la humildad y disciplina

Cuenta las bendiciones que María te envíaReconoce que no eres infalibleÚnete a la tropa de los creyentesZáfate del pecado

… Y A LA HORA DE LA MUERTE, LLÉVANOS AL PARAÍSO

Por una calle empedrada y a la tenue luz de una farola de gas, solo el caminar de dos mujeres en una lluviosa noche de Noviembre, es el signo de vida en una ciudad que duerme. Una de ella es muy joven, aún lleva velo blanco y su cara es un refl ejo de santi dad y pureza.

Dios es testi go de ese caminar hacia un desti no lleno de sufrimiento y dolor. Marchan deprisa, con la cabeza baja, envueltas en un manto negro y

las manos cruzadas al pecho. Sonríen, siempre sonríen porque sor Ángela les ha infundido que la felicidad no es un derecho, es una obligación.

Caminan por callejones y plazuelas del casco anti guo de la ciudad. Esta zona de intramuros se manti ene intacta desde hace siglos, no ha cambiado a penas nada, aunque ya han empezado el derribo de muchas de las puertas y murallas de Sevilla.

Los arrabales o suburbios de las afueras son los mismos; tampoco han cambiado al transcurrir de los años. San Bernardo, San Roque, Triana, Macarena, Barati llo y Humeros, son barrios del extramuros que necesitan auxilio, favor, y ayuda.

Un canasto de mimbre con medicamentos y algo de comida para aliviar el hambre de un necesitado, es el equipaje de esta pareja de hermanas que han de velar toda una noche.

Se encaminan hacia la calle Abades; están muy cerquita de la Giralda y esta es zona de residencia de gran parte de los canónigos y clérigos de la cercana Catedral de Sevilla. Van en silencio, a lo lejos se oye el galopar de unas mulas ti rando de un viejo tranvía que traquetea por una estrecha calle

Hablamos de ella

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adoquinada. Cruzan a Mateos Gago; esta vía enmarca la torre de la Giralda desde su pedestal al campanario y parece haber salido de las manos de un retrati sta.

En la cúspide de este alminar de la anti gua mezquita almohade, está la morada de ella: Juana, su incondicional amiga. Le llaman La Fe, Santa Juana o Giraldillo; en cualquier caso sigue de guardián y centi nela de Sevilla. Es inevitable una mirada al cielo.- Ángela, me alegra verte.- Gracias Juana, para mí también es una alegría poder hablar conti go.- Es muy tarde, ¿Tienes prisa?- Mucha, hemos tenido un aviso urgente de un moribundo en el extramuros de Triana, no me puedo entretener.- Lo comprendo, ve y consuela como tú sabes hacerlo. Yo seguiré aquí, cerca del cielo, esperando.- ¿Y que esperas mi querida amiga Juana? - Siempre espero los regalos de Dios. - Él te regalará una alfombra de fl ores vivas todas las primaveras y una alfombra de hojas secas en otoño. Él te dará un nuevo amanecer lleno de vida cada día y un crepúsculo lleno de esperanza cada noche. Él te dará días sin dolor, días con risas sin llanto y días con lluvia pero repletos de sol. Él te ama, Él te escuchará siempre.

A sus 50 años, Madre Angelita aún acompaña a las Hermanas en su labor diaria; Ella, como una más, se pone en camino hacia cualquier lugar donde la necesiten.

Hablamos de ella... Y a la hora de la muerte, llévanos al paraíso

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Las llamadas de asistencia en el convento se multiplican, con la llegada masiva de inmigrantes del campo a la ciudad, atraídos por unas mayores posibilidades de trabajo y huyendo de las condiciones lamentables de la vida en el campo, muchas criaturas necesitan de la caridad y misericordia de las Hermanas de la Cruz. Hay familias que viven en condiciones ínfimas; el desempleo, la enfermedad y la falta de medios, son indicaciones de pobreza y miseria.

Durante la segunda mitad el siglo XIX, la economía en España, sobre todo en Andalucía, se basaba en la agricultura y el comercio. Sor Ángela sabía que era una época difícil, los medios de transportes eran muy precarios y se renovaban muy lentamente, esto dificultó que la industria avanzara a buen ritmo y la penuria, necesidad y escasez estaban a la orden del día.

Ya hace casi dos décadas que la fundación de las Hermanas de la Cruz es un hecho. Se acerca el fin

de siglo y estas santas mujeres han conseguido anclarse en las entrañas de una ciudad que las vio nacer y es que Sevilla entera sabe del ejemplo y la labor que Madre Angelita y sus Hijas hacen diariamente.

La aldaba de un portalón, taladra la noche.- ¿Quién anda ahí?- Somos las Hermanas de la Cruz, venimos a una llamada de asistencia.- Si Hermanas pasad por favor, las estamos esperando.

Sor Ángela y la joven monja que la acompaña, se adentran en un corral de vecinos de la calle Castilla. Estas viviendas albergan una parte importante de la población, la clase más modesta. Cruzan el patio de vecindad rodeado de múltiples habitaciones que se abren a él y en una de ellas, una mujer moribunda espera el consuelo y alivio de unas religiosas que dan mucho a cambio de nada.

Hay poca luz, solo un candil alumbra la cabecera del lecho donde esta mujer vive sus últimos hálitos de vida. - No temas hija, Dios te espera en su gloria y vivirás eternamente.- Madre Angelita, deje que me despida de ella.

Sor Ángela asiente y sonríe mirando a la joven hermana que la acompaña. Ésta, duda un momento pero ve en los ojos de su fundadora un

Hablamos de ella... Y a la hora de la muerte, llévanos al paraíso

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Hablamos de ella... Y a la hora de la muerte, llévanos al paraíso

consenti miento, un beneplácito para acercarse a la buena mujer.- Hija de mi vida, gracias a Dios que has venido.- Si madre, Sor Ángela ha querido que la acompañe para que pueda despedirme de ti .- Mi querida niña, te dejo en buenas manos, se que decidiste tomar los hábitos en contra de nuestra voluntad, pero ha pasado el tiempo y bendigo al cielo por tu decisión de ese día.- Madre soy feliz,- Lo se, y me marcho de este mundo con el corazón lleno de alegría y el gozo de haberte dado la vida. Le pido a Dios que te conceda las grandes virtudes que resumen el espíritu de nuestra amada Ángela: Penitencia increíble, oración intensa, sencillez suma, amor iluminado a la pobreza evangélica, humildad asombrosa, obediencia absoluta.

Sor Ángela y la joven hermana están arrodilladas, rezan a Dios y piden a su santísima Madre del Cielo, como auxiliadora de los cristianos, por esa mujer que ha terminado su labor en la tierra.

…Oh Madre, en nuestras angusti as, en nuestras luchas, en nuestros apuros, líbranos del enemigo y a la hora de la muerte llévanos al Paraíso. AMÉN

Cuando Dios llama a alguien a su últi mo viaje no lo perdemos para siempre, simplemente ese ser querido se ha adelantado y ha cogido un tren anterior al nuestro; porque a ese desti no algún día iremos todos.

La muerte no es el fi n de la vida, es el principio de una nueva existencia.

Mª Pilar Ruiz Hurtado

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EditorialJuan Pablo II, mensajero incansable de la fe

¡Voy a tu casa para darte gracias!

Llega el 2 de marzo, el 4 de mayo, el 2 de agosto, o el 5 de noviembre,

¡qué de gente visita a Santa Ángela!, aparte del chorreíto diario y no digamos cuando llegan las excursiones de otras localidades, porque llegan de todas partes: “Eres de todos…”. Yo me pregunto: ¿vienen a pedir o agradecer? Las dos cosas, seguro.

Ahora nos toca celebrar el día de la Fiesta de Santa Ángela de la Cruz (5 de noviembre), en sus conventos hay fi esta y… en todas partes, también en los corazones de los que la queremos, así que… ¡a visitarla!

Creo que Sor Ángela ti ene un halo especial que, cuando entramos en su casa, nos envuelve y nos transporta un poco hacia Dios, de ahí que nos sintamos tan a gusto.

Todos tenemos alguna estampa, libro de su vida, medalla o recuerdo, pero nos parece que cuando estamos cerquita en su capilla y la vemos, nos unimos más a ella, nos escucha mejor, olvidamos nuestras tristezas y estamos a gusto.

Lo que son las casualidades. Hojeando el libro de los “Escritos ínti mos” de Sor Ángela me encontré con una página en la que ella daba gracias a Dios y me hizo

pensar: ¡Qué corazón tan grande tenía nuestra Madre Angelita, ojalá el nuestro fuera igual!

Alguno dirá: ¡claro, es que era una santa!, pues creo que por eso no es, porque nadie nace santo; algunos dicen: “¡el santo no nace, se hace! Y yo pienso que ti enen razón. Nacer santo sería muy fácil pero, hacernos santos… esto ya es “harina de otro costal”.

Hay un refrán que dice: “Es de bien nacidos el ser agradecidos”; creo que todos nos consideramos “Bien nacidos” porque nadie reniega de sus padres ni de su familia, pero ¿somos agradecidos?

Nos cuesta pero, a pesar de todo, seguro que transmiti mos nuestro senti miento de grati tud a los que nos han hecho algún bien y es muy bonito el manifestarnos así.

A veces lo hacemos de forma muy sencilla: un gesto, una sonrisa, pocas palabras…, otras con bellas fórmulas o incluso con algún obsequio, cada cual según su carácter o sus medios.

Creo que en esto también ti ene mucha importancia la educación recibida porque, ¡se encuentra uno en la vida con cada elemento! Hay quien en vez de corazón parece tener una patata

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Me gusta contarte cosas...¡Voy a tu casa para darte gracias!

(o “papa” como decimos por aquí), le faltan los senti mientos, y éstos no agradecen nada, se creen con derecho a todo. ¡Una pena!, se olvidan de aquello que dijo el Señor: “…el que quiera ser el mayor entre vosotros, que sea vuestro servidor…”

Bueno, así somos las personas pero…yo me pregunto: ¿y con Dios, nos acordamos de darle gracias o sólo le pedimos? La grati tud de Sor Ángela era amplísima, por eso digo que tenía un corazón tan grande. No se contentaba con dar gracias por los benefi cios que ella recibía, también quería hacerlo por los demás, parti cularmente por los que no lo hacían. Seguro que le dolía la ingrati tud de algunos para con Dios. Decía:

“¡Dios mío! Te doy gracias por todos los benefi cios que me has concedido y me concederás y

por todos los que has concedido y concederás a todas las criaturas.Y muy parti cularmente te doy gracias por todos los benefi cios que le has

concedido a los condenados y por los que nunca te han dado gracias ni te las darán; te doy gracias infi nitas por todos estos y por todos los que conti nuamente estás concediendo y quedan ocultos y nadie te da gracias por ellos…” (Oraciones)

Y como lo consideraba todo “don gratuito” de Dios, porque no se creía merecedora de nada, incluso quería reforzar su grati tud y decía:

“Y me uno a los justos de la ti erra, a los bienaventurados y a todos los espíritus celesti ales, que me ayuden a darte estas gracias; y también me uno a los

senti mientos del corazón purísimo de María, y al sagrado de mi dulce Jesús, para con la conti nua acción de gracias que os tributan suplir lo que a mí me falta”.

(Oraciones)

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Me gusta contarte cosas...¡Voy a tu casa para darte gracias!

El haber leído esto me ha dejado verdaderamente sorprendido: ¡daba gracias también por los demás! ¡Qué buena era! ¿Se nos hubiera ocurrido a nosotros hacer lo mismo?, pues ella lo hacía.

Y mira por donde, vamos a pasar la página y cuando llega su fiesta, las gracias se las damos a ella, aunque no creo que le siente muy bien porque: “Las gracias sólo para Dios”. Esto se lo decía a todos.

¡Mira, Sor Ángela, permíteme que te diga!, es que nos quieres tanto, nos tratas tan bien, intercedes incansablemente por nosotros, no te cansas de escucharnos -aunque algunos somos unos “pesaos”- y digo yo: ¿Por qué no te vamos a dar las gracias?, ¡es que te las mereces! Dios no se enfada, porque por medio de ti y tus Hijas Él se hace presente entre nosotros.

Nuestra intención es dar gracias a Dios por todo, y también por todos- como tú hacías- algo se aprende. Dios ha querido que su Madre y tú, y tantos santos, seáis nuestros mensajeros y no creas que me olvido de los ángeles..., ¿será por esto que tú te llamas ÁNGELA?

Pues ¡gracias! a todos y por todos.

Luis Cornello Espina, sdb.

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Santa Ángela viaja al este de Europa

Aunque parezca el tí tulo de una película no deja de ser verdad.

Todo comenzó con el enlace de mi primo Salvador, nos comunicó a la familia que se casaba, su novia Inés (Agnieszka) es polaca y habían pensado casarse en la ciudad de Cracovia, al principio a todos nos pareció muy lejos y difí cil el asisti r.

Durante unos meses no supimos nada pero cerca de navidades vol-vieron a decirnos que tenían la fecha confi rmada y la iglesia, sería el 30 de julio del 2011 en la iglesia de la Santa Cruz (Kosciol Swietego Krzyza) en Cra-covia. Estábamos pensando el asisti r , buscando alojamiento ,vuelos , fechas y viendo presupuestos pues suponía unos días fuera de casa y al fi nal de Sevilla íbamos diez personas entre adultos y niños y claro queríamos ir juntos.

Yo tenía en casa, más bien en mi dormitorio y muy cerca de mi cama, un relicario de Santa Ángela de la Cruz que me habían regalado en una oca-sión cuando trabajaba en el convento las Hermanas, y una noche conforme lo estaba mirando y sumida en mis propios pensamientos, se me ocurrió

que podía llevarlo a Cracovia puesto que a Santa Ángela la había beati fi ca-do y canonizado Juan Pablo II, en su día Obispo de Cracovia y como Papa siempre muy unido a Polonia y sus circunstancias,y para mí una coinci-dencia más el que se ofi ciara la cere-monia en la iglesia de la Santa Cruz.

Tal como lo pensé se lo fui contan-do a la familia y aunque hubo gustos para todo a muchos les pareció una buena idea. Se lo conté a los novios y a mi primo Mario ,hermano del no-vio y sacerdote , y les pareció muy bien , luego tuvieron que ponerse en contacto con el párroco de la iglesia de la Santa Cruz de Cracovia el padre Pawel Kuban para conocer su opinión al que le gustó la idea y entre todos decidimos que depositaríamos la re-liquia durante la ceremonia en el mo-mento del ofertorio.

Seguían pasando los meses y ya muy cerca de la fecha me comunica-ron que los sacerdotes de Cracovia necesitaban digamos las credenciales de autenti cidad de la reliquia para po-der aceptarla , inmediatamente me puse en contacto con las Hermanas y me hicieron los certi fi cados conve-

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TestimoniosSanta Ángela viaja al este de Europa

nientes incluso uno por el que me autorizaban a sacar la reliquia fuera de Espa-ña por si había algún problema en los aeropuertos.

Llegó el día , yo la había embalado con mucho cuidado para que no se rom-piera en los viajes ya que primero íbamos a Cuenca, después a Madrid y a Cra-covia, pero a la iglesia no la iba a llevar así ,la envolví en unos papeles de seda y la destapamos unos momentos antes de entregarla así como los documentos que los pusimos en una funda para que se pudiera leer. Ofi ciaban la misa el pá-rroco (Pawel Kuban) , mi primo Mario y un primo de la novia, Marek Jodko, que hacía poco se había ordenado, cuando llegó el momento mi sobrina Elena que ti ene diez años y mi hijo Alfonso se acercaron al altar y ofrecieron la reliquia, el sacerdote la recogía mientras se leían unas palabras sobre la vida y la obra de Santa Ángela tanto en español como en polaco ya que toda la ceremonia

fue en los dos idiomas. Fue muy emocionante y a todos los asistentes polacos les gustó muchísimo el detalle, preguntando por Santa Ángela. Terminada la ceremonia el padre Pawell me agradeció el haber depositado allí la reliquia, no pudimos hablar mucho pues ni él hablaba inglés ni yo polaco.

Ahora todas las noches cuando ya termino la jornada y miro a la pared veo el hueco y recuerdo con agrado todos los momentos vividos durante esta peque-ña aventura que resultó muy emocionante.

Mª Celia Moya Verdú

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Testimonios

N o era la primera jornada a la que iba y esperaba que tampoco

fuera la últi ma, pues siempre me he venido de vuelta con buenos recuerdos y experiencias únicas, tanto, que no esperaba menos esta vez.

Vivo la fe en unas comunidades cristi anas pertenecientes a la parroquia de la Inmaculada Concepción de Sevilla. Junto con unos cuantos hermanos llenamos un par de autobuses repleto de jóvenes de disti ntas edades rumbo a la Jornada Mundial de la Juventud en Madrid 2011.

Durante la semana que duró nuestro viaje como peregrinos, visitamos rincones como el monasterios de Covadonga, Astorga y Alcalá de Henares, haciendo además nuestra misión en cada uno de ello: con varias guitarras al hombro y micrófono en mano, con salmos cantados y los encuentros personales de cada uno que compartí amos con los demás, intentamos mostrar al mundo que Dios existe, y que vive en nosotros.

Jornada Mundial de la Juventud Madrid 2011

«Para llegar al cielo hay que vivir frente a la cruz»

Personas con defectos, con problemas, pero a pesar de ello contentos porque con cada hecho Jesucristo está haciendo una historia con cada uno de nosotros. Manifestábamos la fi rmeza de nuestra fe, lema de la JMJ.

Más impresionante aún fue el encuentro con el Papa. Después de pasar un día de muchísima calor, sed y demás difi cultades con las que, como yo digo, el demonio intenta confundirnos y llevarnos por otro camino, pudimos ver y senti r como tantí sima gente de disti ntos países estábamos allí unidos en la vigilia todos por Jesucristo. Y que, a pesar del viento y de la lluvia de la noche, el silencio reinaba (como cuando se dice: “ha pasado un ángel) bajo las palabras de ánimo y fe de Benedicto.

Aún así, sentí a como el alma inquieta, como si no hubiera tenido un encuentro personal con Dios a pesar de todo lo que me estaba entregando. Me pesaba más mi cruz, el pensar que volvía a Sevilla, donde estaba sin trabajo, sin senti rme úti l ni

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TestimoniosJornada Mundial de la Juventud - Madrid 2011

realizada, con 25 años volviendo a estudiar de nuevo sin poder casarme…pero el Señor sabe hacer las cosas bien. Me regaló a la siguiente mañana el Día de María, quien confi ó y se entregó a ciegas completamente a Dios. Sentí en ese momento que me llamaba a esperar en el Señor, que no soy yo la que dirige mi vida y que él está haciendo conmigo una historia, un camino de Vida y de Verdad.

A día de hoy puedo decir segura que, con las cosas que he vivido y nos quieren vender en esta sociedad materialista, no he encontrado algo que me haga más feliz que estar en la Iglesia, una felicidad, libertad y un amor verdadero y eterno comparti do con mis hermanos.

En esta JMJ he tenido un recuerdo especial para sor Ángela, nuestra santa sevillana. Ella siempre vivió por y para la cruz; murió en ella y nos dejó un legado que siempre irá con nosotros: «Para llegar al cielo hay que vivir frente a la cruz».

La recordé en ese especial Vía Crucis que vivimos los jóvenes, Ella estuvo presente y nos ayudó a llevar la cruz que se paseó por Madrid y fue el símbolo de amor, sacrifi cio y fe, que todos y cada uno de nosotros tenemos que tener presente en nuestras vidas. Gracias Santa Ángela, nos has servido de ejemplo y solo quiero seguir tus pasos.

Inmaculada Ruiz Rivera

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Curación milagrosa

M e gustaría comparti r el testi monio de mi curación

milagrosa y renovar mi agradecimiento a las Hermanas de la Cruz. A raíz de una exploración médica por diversas molesti as, me detectaron un tumor maligno en la cara, que afectaba al nervio facial y ganglios circundantes. El tumor estaba avanzado, y según varias biopsias, con mala prognosis. Sólo cabía una intervención quirúrgica de urgencia, donde se valoraría el daño y las posibles consecuencias. Unos días antes de someterme a la complicada operación, acudí a la Casa Madre de las Hermanas de la Cruz en Sevilla. Me acompañó toda la familia, que siempre ha comparti do una devoción especial por la labor de las Hermanas, y por la fi guras de Santa Ángela y la Beata María de la Purísima. Recostado en la tarima de Santa Ángela, recé porque la intervención fuera positi va. Antes de abandonar el Convento, bajamos a la cripta, donde todavía entonces descansaba el cuerpo de la Madre María de la Purísima, y le pedimos, igualmente, por mi recuperación. Recuerdo, como algo especial, haber abandonado el Convento con una sensación de paz y bienestar admirables, olvidando toda angusti a en los días previos a la operación.

Cuando llegó el día señalado, y tras seis horas de intervención, el equipo médico no daba crédito a lo ocurrido: el tumor se había “calcifi cado” y donde antes había células malignas, encontraron sólo un tumor benigno, que fue exti rpado sin ninguna secuela. A los pocos días estaba prácti camente restablecido. Consultado el cirujano maxilofacial se limitó a señalar con el dedo hacia arriba: “Ha sido algo milagroso. Sin explicación”. Pero, sin duda, hay una explicación: la expresión del Amor y el Poder de Dios por intercesión de Santa Ángela de la Cruz y la Beata María de la Purísima. Mi vida ha cambiado radicalmente desde entonces; intento vivir en plenitud los valores del Evangelio y tener como referencia el ejemplo de vida que nos regalan a diario las Hermanas de la Cruz.

Ignacio Lara Corona

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Queridas Hermanas

El moti vo de dirigirme a Uds. es para comunicarles algo que me

ha sucedido con nuestra amada Santa Ángela y lo cual pongo en vuestro conocimiento para que si Uds. lo esti man conveniente lo publiquen, ya que me gustaría que las personas sean consciente de que hay algo muy superior a nosotros y que la fe hay que avivarla, pues por desgracia cada vez hay menos fe.

Mi historia es larga, pues como no voy a redactarla entera si voy a resumir lo más importante que es lo siguiente, hace aproximadamente 2 años y medio, empecé con molesti as en los ojos, fui al oculista y me trataron de glaucoma, pues según el oft almólogo le tensión del ojo estaba muy alta. Me pusieron un tratamiento el cual desde el principio no me iba nada bien, pero me insistí an en que si no lo hacía me podía quedar ciega. Por lo tanto yo no tuve más remedio que hacerlo a pesar de las molesti as que yo sentí a en los ojos, pero la realidad fue que a los dos años mis ojos fueron a peor y me puse en contacto con la CLÍNICA PIÑERO en Sevilla. Cuando me vio el doctor me comenta que el tratamiento que tenía puesto me estaba dañando la córnea y después de realizar varias

pruebas vieron que debido al grosor de la córnea, la tensión del ojo estaba dentro de los límites normales, por lo que bajo su responsabilidad me reti ró el tratamiento que me habían puesto.

Este tratamiento inadecuado me ocasionó tantos problemas que se me abrió en el ojo derecho 3 úlceras en la cornea, que he tenido abiertas durante prácti camente un año.

El día 2 de noviembre, la Dra. de la Clínica Piñero me comunica que la única solución que veía era raspar el epitelio, cosa a la que ella era reacia ya que mis ojos no permití an ningún tratamiento químico debido a que todo me producía alergia y en lugar de senti r mejoría se me ponía aún peor, y que en todo este ti empo el tratamiento que tenía era una lenti lla terapéuti ca, lágrimas arti fi ciales y suero autólogo.

Es aquí donde aparece el FAVOR DE SANTA ÁNGELA. A la vista de lo que me comenta la Dra., mi hija que es enfermera y trabaja en un hospital, se puso en contacto con el oft almólogo del hospital y le comenta mi tema, pero sin decirle el diagnósti co de la Dra., sino para que él me vea y me valore el ojo. Este señor me ve y me dice exactamente lo mismo y me hace un dibujo de cómo estaba la úlcera y

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la solución era raspar el epitelio. Y yo le comento que ya lo pensaré, puesto que yo quería que si me lo tenían que hacer me lo hiciera la Dra. Piñero que era la que durante casi un año me estaba tratando.

La noche del día 30 de Noviembre haciendo la cena, llevaba unos días rabiando con el ojo por lo que a cada momento me tenía que echar las gotas de lágrimas arti fi ciales, y al mirar hacia arriba para echármelas ví el calendario de Santa Ángela que yo tengo en una estantería de mi cocina, lo cogí y ME LO PUSE EN MI OJO DESESPERADA POR EL DOLOR TAN GRANDE QUE TENÍA. LE DIJE “SANTA ÁNGELA YO NUNCA TE HE PEDIDO NADA PARA MÍ, PERO TE PIDO QUE ME CURES MI OJITO”. BESÉ SU IMAGEN Y LO PUSE EN SU SITIO. Y ocurrió que cuando llegó mi hija de trabajar al no verme preguntó a su padre por mí y mi marido le dijo

que estaba acostada porque estaba rabiando con el ojo, que algo había que hacer, que así yo no podía seguir.

Y cuál fue mi sorpresa cuando al día siguiente por la mañana mi hija me llama desde el hospital que me fuese para allí que el oculista me quería ver. Este Sr. me quita la lente del ojo, que por cierto costó bastante trabajo y cuando me mira el ojo, me pregunta con asombro: ¡¡TÚ QUE TE HAS PUESTO EN EL OJO!! . Y yo le contesto, LO MISMO DE SIEMPRE. Vuelve a mirarme el ojo y me vuelve hacer la misma pregunta, hasta tres veces, y me dice que no me pone la nueva lente porque LA ÚLCERA SE HABÍA CURADO, MI HIJA QUE ESTABA DELANTE ASOMBRADA LE PREGUNTA, “¿PERO UD. NO DECÍA QUE MI MADRE TENÍA EL OJO MAL?. Y ÉL LE CONTESTÓ, “NO TU MADRE NO TENÍA EL OJO MAL, LO TENÍA MUY MAL, PERO AHORA MISMO NO TIENE NADA”.

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TestimoniosQueridas Hermanas

Como yo tenía en mi poder el dibujo que este Sr. me había hecho del ojo 5 días antes, me fui a la Clínica Piñero y le enseñé el dibujo del ojo y le pregunté a la doctora si el día 2 de noviembre cuando ella me vio, el ojo lo tenía así y me respondió que sí. Cuando le cuento todo me revisa el ojo, se deja caer en la silla y me dice, “efecti vamente la úlcera está curada y yo he visto la mano de Santa Ángela en más de una ocasión”. Me aconsejó que lo pusiera en conocimiento de las Hermanas de la Cruz, que Santa Ángela me había concedido un favor.

Mi curación es un milagro pues durante más de un año estuvieron intentando curarme, sin encontrar nada que pudiera cerrar la úlcera.

Rosa María Luis Vaquero

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El mayor milagro de mi vida

Hoy en el cielo seguramente estén todos los santos de fiesta celebrando el día de Santa Ángela.

Soy una chica diabética insulinodependiente, con fibromialgia y celíaca. Deseaba ser madre y quedé embarazada, mi hija fue concebida con todo el amor del mundo.

Pero con tal currículum físico ningún médico me dio esperanza de que saliese bien. Le prometí a Santa Ángela que se llamaría como ella si era niña. Mientras tanto una gran amiga de la familia, Antonia, se puso en contacto con las Hermanas y empezaron a pedir por la niña y por mí. Por el camino, el embarazo me fue dejando hipertensa, los huesos débiles y casi ciega. La niña nació sietemesina, con un kilo seiscientos de peso, pulmones inmaduros, soplo en el corazón, apnea, candidata indiscutible a ser paralítica cerebral por su falta de oxigeno y un sin fin de problemas más.

Le daban 24 horas de vida pero la voz de esperanza que me había acompañado durante este trayecto, decía: “Adelante Ángela, lo estamos consiguiendo”. Cuarenta días en la UCI y por fin llegó a casa, donde la esperaban todos, en especial mi madre, su abuela, para hacerse cargo ella, porque yo no la veía bien. La presentamos a las Hermanas de la Cruz y la Hermana superiora convocó a todas ellas para que pidiesen por mi vista, pues me tenía que hacer una operación sumamente delicada.

También ésta vez me acompañó Santa Ángela en este viaje.

Hoy día veo y puedo ver al mayor milagro de mi vida, mi hija Ángela, con unas ganas de vivir inmensas. Gracias mamá, gracias Antonia por tu fe. Gracias Hermanas por confiar en los milagros de Santa Ángela con vuestra oración constante. Y sobre todo gracias Dios mío porque cada día me siento más cerca de Ti y de tus Hechos.

Susana Cervera Vázquez

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NOVENAA SANTA ÁNGELA

DE LA CRUZ

Dios de toda bondad,que iluminaste a Santa Ángela, virgen,

con la sabiduría de la cruz,para que reconociese a tu Hijo Jesucristoen los pobres y enfermos abandonados,

y los sirviese como humilde esclava.Concédenos la gracia

que te pedimos por su intercesión,en esta novena.

Así también, inspira en nosotrosel deseo de seguir su ejemplo,

abrazando cada día nuestra propia cruz,en unión con Cristo crucificado

y sirviendo a nuestros hermanos con amor.Te lo pedimos por el mismo Jesucristo,

Hijo tuyo y Señor nuestro. Amén.

Padrenuestro, Avemaría, Gloria …

Santa Ángela de la CruzRuega por nosotros.

En caso de devolución remitir a: C/ Santa Ángela de la Cruz, 4 - 41003 Sevilla