Rodríguez Ostria - Ferrocarril o Nada. La Lucha Por La Locomotora en Cochabamba, 1892-1927

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    Investigaciones Socio Histricas RegionalesUnidad Ejecutora en RedCONICET

    Publicacin cuatrimestralAo 2, Nmero 3, 2012

    Recibido con pedido de publicacin 20/03/2012Aceptado para publicacin 10/05/2012

    Versin definitiva recibida 01/06/2012

    FERROCARRIL O NADA! LA LUCHA POR LA LOCOMOTORA ENCOCHABAMBA, 1892-1927

    RODRGUEZ OSTRIA, Gustavo

    (Centro Cuarto Intermedio Cochabamba Bolivia)

    Resumen

    Los escasos estudios realizados sobre los ferrocarriles y sus impactos en Bolivia han tomadoms en cuenta los proyectos de construccin, los mecanismos financieros o sus impactossobre la actividad minera, que fue la que los impuls y en cuyo beneficio se construy lamayora de ellos. Se ha descuidado, en contraste, la situacin de otras regiones, que nopertenecan al circuito minero como productoras, pero que desde la poca colonial, estabanligadas a los mercados para abastecer a su poblacin y por extensin a otras regiones del

    altiplano andino. Este artculo indaga la situacin de Cochabamba, regin agrcola, ubicada enel centro de Bolivia entre 1892 y 1927, mostrado los conflictos de sus elites agrcolas con elpoder central por obtener un ferrocarril que la conectara con la regin minera de Oruro.

    Palabras claves: Ferrocarriles; Cochabamba; Economas regionales; Conflictosterritoriales; Siglos XIX-XX

    RAIL OR NOTHING! THE STRUGGLE FOR LOCOMOTIVE INCOCHABAMBA, 1892-1927

    Abstract

    The few studies on the railroads and their impacts in Bolivia have taken more account of theconstruction projects, financial mechanisms or their impact on mining activity, which waspromoted and built for whose benefit the most. Has been neglected, in contrast, the situation inother regions, not belonging to the mining circuit as producers, but since the colonial era, werelinked to the markets to feed its population and by extension to other regions of the Andeanaltiplano. This paper examines the situation in Cochabamba, agricultural land, located in centralBolivia between 1892 and 1927, showed the conflicts of its agricultural elites and the centralgovernment to obtain a railroad that will connect with the mining region of Oruro.

    Keywords: Railways; Cochabamba; Regional economies; Territorial confl icts; XIX-XXCentury

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    a historia ferrocarrilera en Bolivia se inicia con sendos proyectoslanzados entre 1860 y 1870, por empresarios y capitalistas de la minerade la plata y del salitre, que buscaban reforzar sus vnculos con elmercado mundial. La primera lnea frrea se tendi en Antofagasta en

    1873, actual territorio chileno.

    Concluida la Guerra del Pacifico, que involucr a Bolivia, Chile y Per (1879-1884), Bolivia se volc a buscar una conexin entre las minas argentferas, queestaban elevando su produccin gracias a renovaciones tecnolgicas yadministrativas, y la regin de la Costa. En 1887 convoc a una licitacin parala construccin de una va frrea entre Oruro y Antofagasta, que finalmente,tras negociaciones y cambios de sociedad, construir The Antofagasta andBolivian Railway Company Limited, inaugurada en 1892, por el presidenteAniceto Arce, prominente empresario minero.A principios del siglo XX, se produjo la segunda fase de la construccinferrocarrilera que dur hasta los aos 20,1contando con los recursos derivadosde la indemnizacin pagada por Chile en 1904 por quedarse con el litoral

    boliviano y crditos externos. La fase coincidi con el reforzamiento de La Pazcomo centro hegemnico regional y con los postulados del progresodecimonnicoque hacan de las lneas frreas un mecanismo civilizatorio.Los escasos estudios realizados sobre los ferrocarriles y sus impactos enBolivia han tomado ms en cuenta los proyectos de construccin, losmecanismos financieros o sus impactos sobre la actividad minera, que fue laque los impuls y en cuyo beneficio se construy la mayora de ellos. Se hadescuidado, en contraste, la situacin de otras regiones, que no pertenecan alcircuito minero como productoras, pero que desde la poca colonial, estabanligadas a los mercados para abastecer a su poblacin y por extensin a otrasregiones del altiplano andino. Para emendar estas omisiones, en este artculonos proponemos indagar la situacin de Cochabamba, regin agrcola, ubicadaen el centro de Bolivia.

    Cochabamba, el granero mediterrneoLa personalidad econmica de Cochabamba qued, definida a fines del sigloXV, tras la invasin incaica y luego, medio siglo ms tarde, la espaola, hacia1560 (la ciudad capital se fund dos veces, en 1571 y en 1574). Su actoprimigenio, diramos constitutivo, fue servir a otras regiones con su riquezaagrcola. En consecuencia, Cochabamba, enclavada en el corazn geogrfico yeconmico de la Audiencia de Charcas, tena poco comparable con el resto de

    las regiones Altoperuanas. Fuertemente mercantil, izada y con la mirada atentaa las fluctuaciones de precios y los cambios en la demanda minera,Cochabamba asumi para s la imagen, en ningn aspecto exagerada, de"granero del Alto Per", con la que la bautizara a principios del siglo XVII elgegrafo espaol Vsquez de Espinosa, rindiendo sentido tributo a los favoresque ella prestaba a la supervivencia colectiva. Por otra parte, al no contar congrandes comunidades indgenas en el senode sus tres Valles principales (Alto,Bajo y de Sacaba), salvo aqullas reducidas por las polticas toledanas (1572),que no alcanzaban a totalizar la amenazadora presencia que sus homlogas

    1Gmez, Luis Reinaldo. Polticas de Transporte ferroviario en Bolivia, 1860-1940, en, Dora

    Cajas y otras (eds.) La Paz, Visiones de fin de siglo: Bolivia y Amrica Latina en el siglo XX. LaPaz, Institut franais d'tudes andines, Spain. Embajada Bolivia, Coordinadora de Historia),2001.

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    http://www.google.com.bo/search?tbo=p&tbm=bks&q=inauthor:%22Institut+fran%C3%A7ais+d%27%C3%A9tudes+andines%22http://www.google.com.bo/search?tbo=p&tbm=bks&q=inauthor:%22Institut+fran%C3%A7ais+d%27%C3%A9tudes+andines%22http://www.google.com.bo/search?tbo=p&tbm=bks&q=inauthor:%22Spain.+Embajada+%28Bolivia%29%22http://www.google.com.bo/search?tbo=p&tbm=bks&q=inauthor:%22Spain.+Embajada+%28Bolivia%29%22http://www.google.com.bo/search?tbo=p&tbm=bks&q=inauthor:%22Coordinadora+de+Historia+%28Organization%29%22http://www.google.com.bo/search?tbo=p&tbm=bks&q=inauthor:%22Coordinadora+de+Historia+%28Organization%29%22http://www.google.com.bo/search?tbo=p&tbm=bks&q=inauthor:%22Coordinadora+de+Historia+%28Organization%29%22http://www.google.com.bo/search?tbo=p&tbm=bks&q=inauthor:%22Spain.+Embajada+%28Bolivia%29%22http://www.google.com.bo/search?tbo=p&tbm=bks&q=inauthor:%22Institut+fran%C3%A7ais+d%27%C3%A9tudes+andines%22
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    tenan en el altiplano andino, Cochabamba se desarroll tempranamente bajolos parmetros de una economa dual, una la de la hacienda terrateniente yotra de campesinos, aunque unidas por lazos de dominacin precapitalista dela segunda a la primera.2 La pequea propiedad se hallaba en manos de

    mestizos, que para fines del siglo XVIII, y a medida que se erosionaba elsistema de poder y castas, se alzaron como un serio factor de competenciamercantil frente a los tradicionales hacendados blancos.3Ahora bien, no existe lamentablemente un estudio de larga duracin referido alcultivo y comercializacin de los cereales en Cochabamba.4En el caso del trigoafortunadamente algunos datos, todava aislados, nos permiten reconstruir suimportancia gravitante en la economa regional. A su manera ambos, el trigo yel maz, con sus historias, usos y mercados diferentes, expresaban la tensinirresuelta entre la agricultura espaola y la andina, entre el consumo restringidoy el popular, entre el circuito extra regional y el intra regional. En definitiva,entre el pan y la chicha. Desde que el Intendente Francisco de Viedma llamaraen 1788 la atencin sobre la enorme cantidad de maz -200.000 fanegadas-usadas para elaborar localmente el ureo licor, ningn otro dato posteriordesmentir la importancia del complejo maz-chicha en la economa regional.En 1836, por ejemplo, se sum la produccin de maz en 109.626 fanegadas,mientras que la de trigo alcanzaba a 71.000.5Jos Mara Dalence, en el primerrecuento estadstico nacional implementado en 1846 dio igualmente porsentado este predominio maicero. Tres dcadas ms tarde (1878) el balancefue nuevamente favorable para el maz con 150.000 fanegadas contra 75.000de trigo.6En 1896, nuevamente se confirm esta diferencia.7Sin duda, se tratade clculos brutos, sin base estadstica, pero irrefutables, eso s, en cuanto al

    mayor peso del maz en la economa agrcola regional.

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    Para nuestros fines conviene precisar el uso y circulacin de ambos cereales.Tomemos datos cirea a 1878, un ao antes del conflicto blico con Chile y, por

    2 Existan, adems, bolsones de comunidades indgenas en las ricas tierras Valle Bajo (SipaSipa, Paso y Tiquipaya) y adems de las alturas serranas que circundaban a los valles, comoTapacar y Arque. Estas ltimas mucho ms improductivas y de menor gravitacin en loscircuitos mercantiles que las haciendas.3Larson, Brooke. Colonialism and the Agrarian Transformation in Bolivia, Cochabamba, 1550-1900. Princenton University Press, Princenton, 1988.4Escobari, Laura. Historia de la Industria Molinera de Bolivia.A:I:M, La Paz, 1986.5M.H. 1836. Cochabamba. Archivo Nacional de Bolivia (ANB), Sucre.6

    El Heraldo (Cochabamba), 7 de junio de 1878.7El Heraldo (Cochabamba), 25 de marzo de 1896.8 Otro circuito, de menor gravitacin para el departamento, aunque muy significativo para laprovincia de Totora era la coca. La hoja producida en los Yungas de Vandiola. Chuquioma,etc., se venda en el sur boliviano. Por sus propias caractersticas, la coca totorea estaba librede competencia externa, aunque la acosaba la pacea/yunguea. Su historia, y la de laprovincia de Totora es, por consiguiente, diferente a la del resto. Esta reflexin, y seguramentela que extraeramos de los ritmos, acumulacin y poblacin de las provincias de Ayopaya,Arque, Tapacar, Mizque y Campero, nos llevara a cuestionarnos la presunta homogeneidadde la regin cochabambina. Sin embargo, en el siglo XIX y el XX hasta 1952 (aunque ciertastendencias subsisten todava) la regin de Cochabamba se confundira con la suerte de sustres valles (Alto, Bajo y de Sacaba). Con la ciudad capital en medio de su territorio, cerealerospor excelencia, densamente poblados, y fuertemente mercantilizados, posean la llave de

    acceso al poder y la economa regionales. Para una historia de la coca en Totora y Vandiola.Ver Meruvia, Fanor. Historia de la coca: los Yungas de Pocona y Totora (1550-1900. Plural, LaPaz, 2000

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    tanto, un buen punto de apoyo para establecer la situacin regionalpreviamente existente a que la poltica liberal afectara su economa. Deacuerdo con Adolfo Zamudio, cnsul peruano en Cochabamba, 7/8 partes de laproduccin maicera, unas 131.000 fanegadas, se enrumbaban hacia losmercados de Cliza, Quillacollo y Sacaba, donde eran adquiridas y

    transformadas posteriormente en mucku -materia prima de la chicha. El 25%del mucku se "exportaba" con destino a Oruro, La Paz e incluso la costa dePacfico. En buenos trminos, a lo sumo un 21 % de la produccin global demaz venca las dificultades de los psimos caminos cordilleranos paravenderse en otras regiones. Qu suceda con el trigo? Siempre de acuerdocon Zamudio, por lo menos un 48% de su produccin sala de la regintransformada en harina enrumbada hacia diversas plazas mercantiles,sustancialmente las altiplnicas y las mineras.Es posible que Zamudio, que obviamente no contaba con estadsticas exactas,exagerara la cantidad de maz convertido en chicha. Sin embargo, a lo largo delsiglo XIX distintas y contradictorias estimaciones nunca han otorgado un

    porcentaje inferior al 60% para su transformacin en la milenaria bebidaalcohlica.9Es presumible igualmente que una parte quede por determinarsetodava, pero en ningn caso debemos dudar de que la produccin maicerarecorra el mercado de Cochabamba e incluso fuera de la regin en formaconsiderable.No es el caso disputar un punto ms o menos. Lo innegable esque mientras una buena parte del maz ingresaba a los circuitos decomercializacin locales, un porcentaje nada despreciable del trigo vivificabalas redes externas.Hacia 1870 se calcul, por ejemplo, que la harina elaborada en Cochabamba,molida en los innumerables molinos hidrulicos establecidos en las quebradasque circundaban sus valles principales, abastecan un 70% del consumo de LaPaz, Oruro y los centros micros aledaos. El 20% provena del norte potosino yel escaso 10% restante era importado de Chile.10Por esos mismos aos, pesea que las exportaciones regionales de tocuyos y bayetas que le dieronmerecida fama a la Colonia haban casi sucumbido en los albores de la vidarepublicana frente a la competencia extranjera, Cochabamba era todava unaimportante zona artesanal-manufacturera, tal vez la nica de esa magnitud enBolivia. Sus jabones, cueros curtidos y zapatos, notablemente estos ltimos, sevendan por miles en las minas argentferas potosinas e incluso en los alejadosterritorios del litoral Per-Boliviano como Tarapac y Antofagasta.11Pero ms all de estos elementos de continuidad, tambin se revelan las

    fracturas e innovaciones de la era independentista y la poltica econmica, amenudo contradictoria, de sus gobiernos. Lamentablemente no estamos encondiciones de informar detalladamente respecto a las causas, ritmo yconsecuencias de estas mutaciones. Un contraste de la composicin de lasexportaciones cochabambinas en los aos de 1836 y 1874 resulta emperosumamente ilustrativo para medir los cambios operados en el carcter de la redmercantil cochabambina. Pero ya es indicativo que mientras en 1836 su"exportacin" ms significativa era el rubro de tejidos, alcanzando el 68.32%

    9 Rodrguez Ostria, Gustavo y Solares Serrano, Humberto. Maz, Chicha y Modernidad.Telones y entrelelones del desarrollo urbano de Cochabamba. Ed. El Pas, Santa Cruz de la

    Sierra, 2011.10Ibd11Ibd.

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    del valor total de las exportaciones cochabambinas seguida, aunque distante,por los cereales;12cuatro dcadas ms tarde de los tocuyos y barraganes, sloquedarn algunos restos vencidos por la competencia de telas extranjeras. 13En efecto, cercaa 1874 ellas prcticamente haban desaparecido, por lo menos

    del mercado extraregional, participando con un insignificante 3,52% de las"exportaciones" regionales. En cambio, los cereales, que no se destacabanelocuentemente en 1836, tendrn un lugar de preferencia en 1874, con unaparticipacin del 78,23% del valor total. Este ltimo ao resaltaban tambin,con un no despreciable 13,40%, las "exportaciones" de cuero y calzado,novedoso sector en la dinmica econmica cochabambina, cuya produccin enesa escala no tena antecedentes coloniales y presumiblemente haba,empezado a desarrollarse con fuerza a poco de lograda la Independencia deEspaa.14Pero incluso aceptando la paulatina degradacin en la produccin ycomercializacin de telas "de la tierra" cabe afirmar que la regin conservabauna relativa estabilidad y viva sin mayores sobresaltos, salvo por lascoyunturas adversas de las ocasionales "secas" o las pestes como, las que laazotaron Cochabamba durante el bienio 1878-79.

    Primer liberalismo y crisis regionalAl finalizar la segunda mitad del siglo XIX los mbitos de circulacin mercantilde los productos regionales sern puestos en jaque coincidiendo con larefundacin de la minera argentfera lograda por una nueva lite empresarial yminera con pretensiones de liderazgo nacional compuesta por GregorioPacheco, Jos Avelino Aramayo y Aniceto Arce, mucho ms dinmica y con

    mayor disponibilidad de recursos financieros que su inmediatamentepredecesoras, que todava pervivan envuelta en el ropaje colonial.15 En unfenmeno inverso al que normalmente podra suponerse desde ciertas teorasdel desarrollo, el auge capitalista de la plata no deriv ipso facto en unaampliacin de la demanda de los productos locales y por el contrario angostlas posibilidades para que las economas regionales accedieran, comoaconteca en el pasado colonial, ventajosamente al mercado andino.Consideramos que una explicacin convincente de este paradjico fenmenono debera centrarse meramente en constatar un declive de la demandaefectiva por efecto de la reduccin de la poblacin o la disminucin radical ensu capacidad de compra. Para responder a la interrogante hay que mirar ms

    bien hacia los resultados que brotan de la combinacin poco afortunada paraalgunas regiones bolivianas entre una serie de las polticas estataleslibrecambistas y los cambios acaecidos en los sistemas de transporte al filo del

    12Azogue, Ricardo et. al. Regin, Mercado y Conflicto Social. Cochabamba 1825-1952. IESE-

    UMSS, Cochabamba, mimeo, 1987.13Estrada, Teodomiro. Pequea Monografa del Departamento de Cochabamba y la CuestinMonetaria. El Tribuno, Oruro, 1904.14 Es significativo que el Intendente Francisco de Viedma no hubiera consignado al calzadocomo una de las expansiones cochabambinas, cuando en 1788 hizo su diagnstico econmicode la regin, Cfr. Viedma, Francisco de. Descripcin de la Provincia de Santa Cruz de la Sierra.

    Los Amigos del Libro, Cochabamba, 1969 [1788].15Para un anlisis detallado de este proceso, vase Mitre, Antonio. Los Patriarcas de la Plata.IEP, Lima, 1982.

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    siglo pasado, principalmente aqullos que vinculaban las zonas mineras -atrapadas entre las breas andinas- y la costa del Litoral Pacfico.Tres puntos, debidamente confirmados por varios estudios, merecen resaltarseaqu:En primer lugar, tenemos el recurrente debate entre proteccionistas y

    librecambistas por la orientacin del mercado boliviano. Como se sabe, losprimeros, como casi en toda Amrica Latina, defendieron el mercado interior encontraposicin a los segundos, que depositaron exclusivamente en manos deuna economa exportadora de materias primas los afanes de progreso ymodernizacin. En el caso boliviano, esta conflictiva relacin que perme lasluchas polticas en el primer medio siglo de su existencia, se definieron en favorde los segundos. Desde 1871, tras el derrocamiento de Mariano Melgarejo, elltimo gran caudillo militar, el liberalismo se entroniz en la poltica y laeconoma.16En segundo trmino, se hallaba la nueva poltica monetaria que retir de lacirculacin a la moneda feble (francs: dbil), cuya abundante acuacin entre

    1830 y 1870, como lo ha demostrado convincentemente Antonio Mitre (1986),haba facilitado las transacciones internas y operado como un tcitomecanismo de devaluacn que al encarecer los productos extranjerossalvaguardaba a los nacionales de los avatares de la competencia.Finalmente, pero no en ese orden de importancia, el panorama desfavorable secomplet con la construccin en 1892 del Ferrocarril entre Oruro y el puertoAntofagasta conquistado por Chile, en la Guerra de 1879. Promovido por lasemprendedoras generaciones de propietarios mineros deseosos de suprimir losobstculos que la antigua manera de usar llamas o mulas para conectarse conel Pacfico traa para la exportacin de su creciente produccin de plata y paliarigualmente la cada en los precios internacionales del mineral argentfero.17El"ferrocarril conquistador", al decir, de un crtico cochabambino,18 abaratcostos, redujo el tiempo de transporte y lo hizo mucho ms seguro y regular.Estos procesos "modernizadores", amparados en la tecnologa europea,provocaron notables y sentidas consecuencias para la estructura econmicaboliviana y subsecuentemente alteraron el equilibrio entre las distintasregiones. Arica, que haba venido desempendose como el puerto que acogaen trnsito al grueso de las importaciones hacia Bolivia, fue sustituido porAntofagasta, desplazndose adicionalmente a este ltimo puerto, partesubstancial del comercio que ingresaba por el norte argentino. Por otra parte, ellibre cambio y la virtual ausencia de medidas proteccionistas y de control

    arancelario facilitaron una "revolucin de los precios", fomentada por elabaratamiento del costo en el transporte. Al ser desplazadas las carretas yarrias de mulas por el humeante ferrocarril, cedi el "mercado cautivo"sustentado en el proteccionismo de facto basado en las mltiples dificultades yexcesivo valor de trasladar mercancas desde el extranjero hacia los mercadosandinos.

    16 Mitre, Antonio. El Monedero de los Andes. Hisbol, La Paz, 1986; Platt, Tristan. EstadoTributario y Librecambio en Potos (siglo XIX). HISBOL, La Paz, 198617Mitre, Antonio. El Monedero , op. cit; Langer; Eric. "Espacios y Economas Nacionales:Bolivia y el Norte Argentino". Siglo XIX, Ao II, N 4, Mxico,198718Lemoine, Joaqun, El Progreso (Cochabamba), 14 y 21 de septiembre de 1890.

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    Igualmente puso al desnudo una tecnologa obsoleta a fuerza de mano yanimal, incapaz de competir con el moderno capitalismo industrial que allendelas fronteras locales gozaba de una creciente productividad.Como corolario inevitable de la conjuncin de todos estos factores, productos

    extranjeros similares a los producidos localmente pudieron llegar por fin enabundancia y en condiciones ventajosas a las plazas urbanas y mineras delcentro de Bolivia. Como veremos en el prximo captulo, en Santa Cruz losefectos de la nueva coyuntura econmica fueron especialmente negativos. EnCochabamba, sin duda, francamente desastrosos. Esta ltima regin ya venaconfrontando una situacin delicada ocasionada por la derrota boliviana en laGuerra del Pacfico con Chile. La ocupacin chilena de la provincia peruana deTarapac y la boliviana de Antofagasta, tradicionales mercadoscochabambinos, implic una importante prdida para los productores locales,sobre todo para los artesanos y las "maestranzas" que confeccionabancalzados de "exportacin".19Como si fuera poco, el vencedor impuso medianteel "Pacto de Tregua" de 1884 y el "Protocolo Complementario" de 1885franquicias aduaneras favorables para sus productos. Como inevitableresultado harinas, zapatos y otras mercancas chilenas empezaron a socavar eldominio de los productos cochabambinos en los mercados mineros yaltiplnicos. Cochabamba fue afectada por doble partida. Primero, se cort su"exportacin" de harina de trigo al altiplano. Segundo, sus arrieros dejaron detransportar el azcar y el arroz cruceo con destino a los mismos mercados,afectando sus ganancias y a los hacendados productores de pastos para los"arrias" de mulas.Lamentablemente, no es posible establecer, por la ausencia de registros

    estadsticos, la magnitud exacta de las importaciones chilenas y su impactopuntual sobre el comercio de Cochabamba. Queda el tema para una futuraagenda de investigacin; pero es emblemtico, sin embargo, que la literegional en sus ms reconocidos pronombres y comerciantes se mostrarafrancamente alarmada por la nueva situacin que le tocaba enfrentar. Porejemplo, el alemn Jerman Von Hoten, presidente del "Crculo de Comercio",mbito dominado por empresarios que tenan sus intereses econmicos en elvolumen del trfico de productos locales hacia el mercado interior, afirmcompungido: "La guerra la ha tenido la nacin y no Cochabamba y sin embargoes Cochabamba y no la nacin la que ha sufrido las consecuencias ".20Agregposteriormente que "El clebre pacto del 1885- "entreg a Bolivia maniatada a

    Chile".21

    Otros notables y liberales cochabambinos como ngel Mara Borda un hacendado y abogado localluego de constatar los efectos recesivos en laeconoma regional se lanz discursivamente contra los capitalistas mineros y

    19Borda, Jos Mara.Consideraciones Polticas Econmicas en la actualidad Boliviana. Imp. LaLuz, Cochabamba, 1884, [pg.] 4-5; Aranbar, Fidel. Algo sobre Tratado con Chile. El Heraldo,Cochabamba, 1892.20ElHeraldo (Cochabamba), 27 de Junio de 1889. Poco ms tarde, el 25 de junio de 1989, VonHolten en un artculo denominado "La cuestin aduanera en su relacin con el departamentode Cochabamba" afirm: "Los tales traslados de reciprocidad impuesto por Chile y el Per nonos han dejado nada que llevar a La Paz, el primero, arruin el negocio de harina segundo

    concluy con el envo de azcar arroz" El Heraldo(Cochabamba), 25 de julio de 1889.21 Von Holten, Jerman. "Tratados de Bolivia" en El Heraldo (Cochabamba) 5, 12 y 15 deoctubre de 1889.

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    su poltica liberalizante.22 Fidel Aranibar, otro reconocido patriarca local ymilitante liberal fue muchsimo ms lejos. En 1892, cuando ya era inminente laamenaza que representaba el ferrocarril Antofagasta-Oruro, que se volcaraostensiblemente contra la economa de hacendados cochabambina, sealdescarnadamente que "La ocupacin de nuestro mercado (es) ms grave que

    la cesin de nuestro litoral".23

    Poco "patritico", no cabe duda, peroextremadamente franco frente a los problemas que intua habra de afrontardesde ese mismo momento su regin, por la que, se ve, guardaba uncompromiso.Y no se equivocaban para nada. Indiscutiblemente, el polmico ferrocarril quearrib a Oruro en 1892 complic definitivamente el panorama regional. La vafrrea fue impulsada por los propietarios de minas de orientacin polticaconservadora y partidarios del libre mercado en economa para abaratar suscostos de transporte. Enfrent la sauda crtica de los militante liberales que losacusaron de promover un acuerdo espurio con Chile y de amenazar laintegridad nacional, pues el ferrocarril podra facilitar el traslado de tropas

    chilenas. En los vagones comenz a llevarse mineral de plata para refinarlo enAntofagasta; a su retorno, los mismos carros, regresaban cargados demercancas adquiridas en el puerto por comerciantes o las propias empresasmineras.Oruro se dinamiz como plaza mercantil. Florecieron casas comerciales deempresarios nacionales y extranjeros, alemanes e ingleses. Entre los productosque ingresaron, estaba la harina chilena de mejor calidad y menor precio, quetermin por desplazar a su similar cochabambina. Las cifras de exportacinchilena hacia Bolivia son elocuentes, constituyendo buen indicador de lamagnitud de este proceso. Si entre los aos 1861 y 1864 se import 713.1toneladas mtricas de harina de trigo y 110.1 Tn. de trigo, en 1890 subieron a2.313.3 Tn. de harina y 204.2 Tn. de trigo en grano. Un ao despus el montose increment nuevamente, alcanzando a 3.313.9 Tn. de harina y 290.3 Tn. detrigo.24 En los aos posteriores la tenencia alcista continu configurando uncuadro de dependencia alimentaria triguera que persiste hasta hoy.Como es presumible, la prdida de los ancestrales mercados altiplnicos ycosteos provoc una significativa reduccin de las actividades econmicasregionales. La complicada situacin no pudo sustraerse, pese al formidablesoporte -cuyos lmites y posibilidades examinaremos ms adelante- queotorgaba a la economa cochabambina el importante mercado del maz, el quese desempeaba con autonoma de las fluctuaciones extraregionales y por

    tanto de los efectos potencialmente nocivos de la poltica liberal en ciernes.Como un espejo, pero esta vez ms marcado, de los ritmos cclicos descritospor Larson para el siglo XVIII,25la agricultura cochabambina oscilaba, merced alas aleatorias variaciones climatolgicas, entre la subproduccin y lasobreproduccin, a cuyo calor se definan los conflictos sociales.26En su fuerontimo los terratenientes preferan aos de sequedad, pues en ellos mientras laescasez rondaba los mercados, los precios suban. A la inversa, los artesanosy pequeos productores maldecan la "seca" y se bendecan de los buenos

    22Borda, Jos Mara.Consideraciones Polticas, op cit.23El Comercio (Cochabamba), 15 febrero de 1892.24Mitre, Antonio. Los Patriarcas, op.cit., [pg.]; Rodrguez Ostria; 1989: 19.25Larson, Brooke. Colonialism and the Agrarian, op. cit.26Aranbar, Fidel.Algo sobre, op. cit.

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    aos de lluvia, pues cuando los productos eran abundantes y la pltora deabundancia se presentaba, los precios caan y los platos podan llenarse.27.Como emergencia de todo este desfavorable contexto, el comercio minoristadecreci, decenas de artesanos quedaron sin trabajo, el flujo de arriera

    disminuy y con ello la demanda de pastos y forraje, consecuentemente losmolinos redujeron su giro, la renta agraria decreci y muchos hacendados nopudieron cancelar sus morosos prstamos con usureros y banqueros.28No pocos hacendados acosados irremediablemente por las deudas vieronobligados a fragmentar sus haciendas y poco a poco las vendieron porpequeas parcelas a la multitud de colonos, jornaleros sin tierra y artesanos depueblo. El resultado final fue la emergencia, por primera vez en esa escala, deuna amplia capa de piqueras (campesinos parcelarios independientes). Enresumen, y visto el panorama desde esa nica perspectiva, los grandesbeneficiados de la crtica coyuntura fueron estas fracciones del bajo pueblo.Amedida que crecan los problemas para la economa hacendaria y losterratenientes perdan capacidad para reproducirse satisfactoriamente, el bajopueblo se daba modos para acumular un pequeo capital que los transformaraen propietarios a costa de las tierras de los "gamonales" o propietarios dehaciendas.29Rafael Tejada, ex Rectificador de Catastro en el valle de Sacabaescribi en 1895:

    El indio colono de finca [] siente hoy la aspiracin de independizarse; se lepresenta, la ocasin de adquirir un terrazgo [...]; no consulta ni para mientes enclculo alguno, vende su semoviente" hasta las cobijas de su cama y paga elprecio caprichoso hijo de su noble aspiracin de independencia".30

    Los datos catastrales confirman innegablemente la magnitud de estosprocesos, particularmente en los tres valles cerealeros.31En efecto, si en 1882se consignaron en ellos 7.969 propiedades, a inicios del siglo XIX (1908-1916)stas se haban incrementado considerablemente hasta la friolera de 28.550unidades. Notablemente la mayora de ellas no llegaban a una hectrea.Aunque es necesario investigar todava ms sobre los mecanismos quefacilitaron este fenmeno, que aceler unas contradicciones de clase entrecampesinos y terratenientes que, como mostr Brooke Larson,32 tenan una

    27 El pas, goza con el buen tiempo y los aguaceros frecuentes han procurado una baja

    considerable en los artculos, de primera necesidad (...) lleg por fin (...) el tiempo en que elpobre goce y el rico sufra.El Heraldo (Cochabamba), 19 de febrero de 1884.28 Borda, Jos Mara. Consideraciones Polticas, op. cit.; Holten, Jerman Von. CuestinCaminos del Departamento de Cochabamba. Imprenta El Heraldo, Cochabamba, 1889;Estrada, Teodomiro. Pequea Monografa , op.cit.29 Jackson, Robert. Liberalism and Economic Policy and the agrarian Transformation, TheCase of Cochabamba 1860- 1929. Tesis Doctorado, California,- Berkeley, 1989; Jackson,1988; Larson, Brooke. Colonialism and the Agrarian, op. cit; Rodrguez Ostria, Gustavo."Mercado Interior y Conflictos Regionales: Santa Cruz, 1891-1952". Historia Boliviana, VII/1-2,Cochabamba, 1991.30El Comercio (Cochabamba), 15 de agosto de 189531 La situacin de las zonas paperas, cocaleras o ganaderas (Ayopaya, Totora, Mizque,Campero) articuladas a otros circuitos mercantiles, tuvo un desenlace diferente, pues all los

    hacendados lograron, sin gran presin contraria, mantener intacto el control sobre tierras eindios. (Meruvia, Fanor. Historia de la coc, op. cit.;.32Larson, Brooke. Colonialism and the Agrarian, op. cit

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    historia de larga duracin, tenemos certeza de que no fue en ningn caso unproceso lineal y exento de contradicciones. A la postre, el deterioro regionalalcanz igualmente a los sectores populares. La diferenciacin campesinaaument y los productores por cuenta propia encontraron cortapisas a susactividades. Desde fines de siglo, inicialmente al calor de las crisis ecolgicas,

    pero luego como un torrente imparable acicateado por la permanente situacinde crisis, campesinos y artesanos optaron como salida de emergencia por elcamino del xodo hacia las salitreras de la costa del Pacfico y posteriormentelas minas estaferas del complejo Oruro-Unca.33Resumiendo: en las primeras dos dcadas del siglo XX, Cochabamba estabalejos de presentar la imagen dinmica de un siglo atrs. Desgajada de sufavorable situacin por la poltica del antiguo liberalismo se vea amenazadapor todas partes; cercenados sus mercados e incapaz de renovarse por smisma, depositaba su confianza -y por supuesto sus dudas- en un vuelo deorientacin gubernamental y en sus limitadas reservas internas.Respecto a esto ltimo, la particularidad de Cochabamba estribaba en la

    existencia de un interesante mercado local que no dependa para su realizacinde la demanda extra regional ni se hallaba sujeto a la amenaza devastadora dela competencia externa. Gracias a esta ventajosa combinacin el complejomaz - chicha al que aportaban hacendados, pequeos campesinos,comerciantes, molineros y productores del "ureo licor", coadyuv a impedirque la situacin de la agricultura regional se tornara ms lgida. El maz y lachicha posean innegablemente un carcter estratgico para Cochabamba.No era cierto, acaso, como lo describi en 1906 Jos Aranbar, Secretario dela Junta de Fomento, que el eje chicha-maz provocaba amplios efectosmultiplicadores?34 La importante urdimbre mercantil se iniciaba con el cultivomaicero, fundamentalmente en los campos del valle Bajo y Alto. A continuacinentraban en accin los molinos, bsicamente los situados en el Valle deSacaba (Chimboco, Larati, Molino Blanco y Tuti Mayu) y en las quebradas deArque y Tapacar. Luego una abigarrada multitud de arrieros transportaban laharina hasta los mercados de Quillacollo, Cliza y Sacaba. Posteriormentedecenas de "gentes menesterosas" y colonos de hacienda la convenan, almascarlo, en mucko. En el punto final, sin contar con beneficios que obtenanlos recolectores de lea para alimentar los fogones y pailas requeridas paraelaborar la chicha (ak'a), centenares de chicheras (ak'a huasis) extendidas a lolargo y ancho de toda la regin vendan miles de machu jarras de chicha.Lamentablemente para los hacendados cochabambinos, la demanda de maz

    era relativamente estacionaria y la dinmica de la "industria" chichera no tenaotro factor de expansin que el que provena del crecimiento y expansinpoblacional. Pese a que la migracin de los cochabambinos haba extendido elconsumo de la chicha hacia las zonas productoras del estao en Oruro y lasminas aledaas e incluso, a la costa del Pacfico, no era decididamentesuficiente para compensar la declinacin mercantil en otros productos, muchomenos para absorber el exceso de produccin agrcola en aquellas ocasionesen que la naturaleza era propicia con la regin.

    33Larson, Brooke. Colonialism and the Agrarian, op. cit; Rodrguez Ostria, Gustavo y SolaresSerrano, Humberto. Maz, Chicha y Modernidad. Telones y entrelelones del desarrollo urbanos

    de Cochabamba. Ed. El Pas, santa Cruz de la Sierra, 2011.34Aranbar, Jos. "Importancia industrial de la fabricacin de la Chicha". BAMCyA, N 14, LaPaz, 1906, [pg.] 321-325.

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    Pero lo que conspiraba decididamente contra las posibilidades maiceras erauna mentalidad seorial a todas luces infranqueable. Para la oligarquaregional, el maz y la chicha eran productos de y para "indios y cholos",encontrando difcil, si no repulsivo, (re) construir, a partir de ellos, su

    hegemona mercantil. La contradiccin, nunca resuelta satisfactoriamente, porla lite local fluctuaba entre la urgencia perentoria de contar con el popularmercado de la chicha y la necesidad de afirmar sus aires "modernizadores ycivilizadores", lo que les exiga rechazar y combatir la urdimbre plebeya.35Por ello mismo, las posibilidades de expansin de este mercado devenanestrechas, en virtud de su lcita vinculacin con la chicha, producto formalmentecondenado por la lite como expresin de "barbarie e incultura". La chicha eratolerable para Cochabamba, pero muy difcil de exportar en significativascantidades a otros departamentos que, o no tenan tradicin en su consumo(vgr. La Paz y Santa Cruz), o la producan en condiciones suficientes paracubrir su propio consumo (Sucre). nicamente Oruro y las zonas minerasaledaas ofrecan algo de respiro.Peritos agrcolas y audaces (y quiz ilusos) inversionistas pugnaron porencontrar un uso ms aceptable, desde el punto de vista de la cultura seorial yla demanda del mercado para el maz. Varios planes para transformarlo enharina de pan, azcar, etc., se publicaron en la prensa local.36 Nunca sematerializaron. Pero aun si lo hubieran hecho, sus promotores comprendanque modificar las reglas de la produccin, dejando intocadas las de lacirculacin no conducan a nada satisfactorio. Producir ms y nuevos productossin poder sortear la valla del antiguo y oneroso sistema de "arrias" parecainsulso.

    Por eso se aplicaron, ms que nada, con pasin y clara conciencia de susobjetivos, en demandar del Estado una reversin de su poltica ferrocarrilera,de modo que la locomotora -smbolo del progreso y la civilizacin tcnica-llegara agresivamente hasta el interior de la Repblica, integrando, a sus ojos,espacios dismiles y avanzado al futuro de bienestar. La comunicacin podravencer los localismos y establecer una red de comunicacin humana ymercantil. Las vas frreas, con su fuerza y velocidad, tenderan as lascondiciones para la existencia de una sola nacin homognea y superando lasvarias patrias, peligrosa encarnacin y reflejo de regiones aisladas ydispersas.

    En pos de una salidaYa se seal el saldo negativo que para la regin de Cochabamba produjo laocupacin de sus tradicionales espacios mercantiles por mercancasextranjeras que desnudaron la precariedad y atraso de su proceso productivo.Las repercusiones fueron profundas, pues, como nunca antes se haba visto,reducidos sus mercados en el altiplano, minimizado el "trajn" con Santa Cruz,una virtual situacin de indefinicin se apoder de ella y el pesimismo lainvadi. Su rol articulador entre el Oriente y Occidente pareca difuminarse y

    35 Rodrguez Ostria, Gustavo y Solares Serrano, Humberto. Maz, Chicha y Modernidad.

    Telones y entrelelones del desarrollo urbanos de Cochabamba. Ed. El Pas, santa Cruz de laSierra, 2011.36Rodrguez Ostria, G. y H. Solares Serrano; 2011.op.cit

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    con ello la visin que los cochabambinos posean sobre s mismos y laimportancia que atribuan a su funcinen la economa y la sociedad boliviana.El espacio real, sus dimensiones, se haban alterado, pero con seguridad no suidea que perviva en el imaginario.Qu estrategias tejieron sus lites para enfrentar el impasse? En qu

    medida ellas resultaron exitosas? Con celeridad una amplia gama de ideasdiversas ya veces contradictorias entre s empez a acosarlos. Pensabanseguramente en potenciales rebajas impositivas, en la disminucin de las tasasde inters, en nuevas tecnologas agrcolas y en ampliar el sistema de riegos.Se trataba de algn de devolver por consiguiente, una cierta rentabilidad a unaagricultura en declive. Todas ellas eran medidas urgentes y necesarias peroan pequeas para enfrentar la verdadera envergadura de cerrojo que lasaprisionaba.Saban que en el campo de la poltica, un vuelco definitivo y total en laconducta del gobierno central en manos de los liberales, si no imposible por lomenos era francamente difcil, pues demandaba tiempo y complicadas

    negociaciones parlamentarias o cabildeosintensos, que no siempre llegaban abuen trmino. Y sin en general no confiaban, por experiencia propia, en losbeneficios de una irrestricta apertura al exterior de la economa boliviana ytampoco compartan las convicciones liberalizantes de la burocracia estatal ylas lites minero-comerciales, su demanda por medidas proteccionistas a suindustria y su agricultura no era lo suficientemente vigorosa y agresiva para sertomada en cuenta por un poder central, muy poco afecto a concesionesdoctrinales.Un tema afiebr persistentemente sus mentes y en l depositaron casi toda suconfianza positiva para salir de su retraimiento: recomponer las redesmercantiles maltrechas y, si fuera posible, ganar nuevos mercados. En unjuego curioso entre la tradicin -que representaba anudarse nuevamente a losmercados que, desde la Colonia, con una intensidad diversa la habansustentado-, y la modernizacin -que supona poner sobre rielesla circulacinde sus productos-, la lite apost decididamente por los ferrocarriles y enmucho menor grado por carreteras. Era la nica forma, a su entender, merceda una reduccin en los costos de transporte, de competir favorablemente conlos productos importados y rearmar su centralidad perdida. No tuvieron,afortunadamente para ellas, la necesidad de insistir desde el vaco,simplemente se limitaron a regatear con el gobierno y otras regiones una mayorporcin de la torta que un poder ejecutivo, decidido a poner en contacto ntimo

    al pas con el mundo exterior y a ste entre s, haba prometido ejecutar desdefines del siglo XIX.El ferrocarril, en el ideario seorial de las regiones que prontamente ibanconvinindose del "interior", evocaba la imagen deseada del progreso y el crisoldonde se fraguara su presencia en la nacin. La lite local, sin mayoresdiferencias ideolgicas o partidarias, haba comprendido a cabalidad lasventajas geopolticas de este oficio de "mediador regional" y se hallaba presta adefenderlas; incluso si para ello tuviera que vencer las reticencias del Estadocentralista hegemonizado manifiestamente por los intereses paceos desde laRevolucin de l889, paradjicamente denominada "federal". En el imaginario delas lites las paralelas de acero eran emisarias de civilizacin, unidad nacional

    y acceso preferente al mercado; tenerla a su disposicin constitua, por

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    consiguiente, la nica posibilidad de ingresar en l con paso firme. Negrselaequivala a excluirla de los fastos del progreso.Temiendo ms que nada el aislamiento, deseaban romper su posibilidadnefasta integrando los mercados, y para conseguirlo confiaban en la fuerza de

    centrfuga de las locomotoras. Por supuesto que este anhelo contena muchoms que figuras e ilusiones simblicas; haba de por medio un problema msque banal del orden econmico: los precios menores, rapidez y seguridad en eltransporte. Actuaban con la seguridad, en gran medida correcta, de que elferrocarril abaratara los costos y rompera el dominio que los pequeoscomerciantes de origen indio/mestizo ejercan en el comercio regional. En1907, por ejemplo, un clculo del Crculo de Comercio de Cochabamba estimque un 75% del comercio con el altiplano se hallaba en manos de un "extensoenjambre de negociantes" compuesto por "gente de pueblo y la campaa".37Ms exitosa, aunque no completamente satisfactoria, y presa de un trmitelento y conflictivo, fue la bsqueda del restablecimiento de la conexin perdidacon las ancestrales redes que desde y hacia el Altiplano, definan la ubicacin yel rango de la regin dentro del "espacio peruano". El significado de talesesfuerzos sobrepasaba los meros intereses particularistas y economicistas(aunque ellos se hallaran fuertemente presentes); en el fondo estaba en juegoel mismsimo rol de Cochabamba como el centro del pas y bisagra dearticulacin entre los mundos opuestos del Oriente y el Altiplano.38

    Ferrocarril a OruroLas lites cochabambinas haban demandado y esperado la prolongacin hastasus lares del ferrocarril Antofagasta-Oruro, prcticamente desde el mismo dade su inauguracin en 1892. Por eso cuando un ao ms tarde, en noviembrede 1893 la "Sociedad Sudamericana de Exploracin y Fomento yColonizacin", a la cual se haba concedido el derecho de construir "a susexpensas" un ferrocarril denominado "Central, se haban encendido las llamasde su imaginacin. La ruta de hierro arrancara, en el este, desde la frontera deBolivia con el Paraguay para concluir en La Paz, pasando por Santa Cruz,Cochabamba, Oruro y, en el oeste, desde la frontera peruana hastaCochabamba.39La operacin se frustr y con ella momentneamente las expectativascochabambinas, con el nico resultado de avivar sus demandas. As, en su

    sesin del 6 de octubre de 1896, el Concejo Municipal de la ciudad deCochabamba expres su determinacin de lograr "obtener un ferrocarril portodos los medios posibles y a la brevedad posible".40Dos aos ms tarde, el 20

    37Azogue, Ricardo et. al. Regin, Mercado , op. cit., [pg.] 36.38 Cochabamba por su situacin misma y por el ndole peculiar de sus hijos siempre haejercido en la marcha de nuestras instituciones, digo ms desde la poca colonial, unainfluencia benfica y reguladora entre los pueblos hermanos: ha sido el centro entre laspretensiones de los unos y los otros. Consultad la historia y veris a Cochabamba ora en loscampos de batalla, ora en el parlamento y en la prensa, siempre buscando y estableciendo elequilibrio nacional". Natalio Arauco, Presidente del Comit Patritico". El Heraldo(Cochabamba), 27 de enero 1907.39El proyectado y ambicioso ferrocarril deba tender adems sus ramales hasta Sucre y Potos.El Heraldo(Cochabamba), 4 de enero de 1894.40. El Heraldo(Cochabamba), 3 de mayo de 1900.

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    de octubre de 1898, en un giro diferente, varios diputados del opositor partidoliberal demandaron la expropiacin del extenso latifundio que las monjas deSanta Clara mantenan en la provincia de Cliza, a fin de contribuir alfinanciamiento del ansiado ferrocarril.41La idea slo logr levantar una airadaprotesta de los sectores conservadores y proclericales, sin materializarse en

    nada efectivo. Un ao ms tarde, el Concejo Municipal de la ciudad deCochabamba "en representacin de los intereses locales" demand a losparlamentarios del Departamento que exigieran ante el Congreso Nacional laprolongacin del ferrocarril hasta su territorio, pues lo consideraban un"elemento indispensable de vida y progreso".42 El 31 de octubre de 1900,nuevamente a invitacin del Concejo Municipal, se realiz en la CasaConsistorial de la Plaza de Armas un "meeting" de protesta.43La ausencia de respuestas positivas gubernamentales, a ojos cochabambinos,particularmente de la oposicin poltica, constataba que como resultado de la"Revolucin Federal" de 1899, La Paz obtuvo una innegable hegemona en elpanorama poltico boliviano, que los puso nuevamente en alerta a los

    cochabambinos. Hasta aqu ellos haban logrado apenas vagas promesas deatencin estatal, pero ahora sentan indudablemente que el liderazgo paceose volcara en su contra y traeran hasta sus veras un ferrocarril antes que enningn otro lado. En la medida en que los recursos financieros eran escasosello supona necesariamente disputa y ejercicios de presin para vencer el"regionalismo ferrocarrilero" de la nueva sede de gobierno.44Conviene hacer algunas precisiones al respecto. A inicios de este siglo elgobierno boliviano, contando con abundantes fondos provenientes de las in-demnizaciones otorgadas por Chile y Brasil en compensacin a la enajenacinde sus territorios de la costa del Pacfico y el Acre respectivamente, habadecidido ejecutar una ambiciosa poltica de construccin ferrocarrilera.De principio, en el Plan Sisson de 1905 y el contrato Speyer de 1906, qued aldescubierto que La Paz deseaba acaparar el grueso de los ferrocarriles a fin deconectarse fluidamente con el exterior del pas, dejando a Cochabamba, lasregiones del oriente y sur boliviano relegadas a un desesperante segundoplano. El favoritismo paceo, apuntalado por el gobierno liberal de IsmaelMontes(1904-1909), ocasion quejas frecuentes de las oligarquas regionalesque se sentan perjudicadas, las que carentes de recursos propios dependande su relacin con el gobierno central y su disponibilidad para distribuirbeneficios para satisfacer sus propios anhelos del progreso.45Para las lites cochabambinas contar con un ferrocarril signific, pues, largas y

    tensas jornadas de enfrentamiento con el poder central, que slo concluyeronen junio de 1917, cuando la primera locomotora arrib desde Oruro.La pugna se inici en septiembre de 1905, cuando una vez conocido que elferrocarril Cochabamba-Oruro, llave de acceso a los mercados mineros yaltiplnicos, no formaba parte de las prioridades estatales. El Consejo

    41El Siglo XX (Cochabamba). 6de noviembre, de 1898.42 El Heraldo (Cochabamba), 11 de octubre de 1899.43El Heraldo (Cochabamba), 5 de noviembre de 1900.44El 7 y 11 de Julio de 1906 el influyente peridico cochabambino. El Heraldo, editorializ coneste trmino sus ediciones matutinas.45Varios aos ms tarde, en 1918, rememoraba El Heraldo, que el exclusivismo"de Montes

    "hizo ver a tal este vecindario que se decretaba su absoluta regregacin del conjunto nacional[...] se impona el aislamiento y tal vez la muerte de los pueblos que forman el distrito " 26 deJulio de 19l8.

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    Municipal de la ciudad de Cochabamba acord solicitar al Congreso Nacionalse ordene su "construccin inmediata" dejando expresa constancia que

    Cochabamba y todas sus provincias sienten crecer da a da su malestar

    econmico, por el aislamiento a que ha sido condenado con el desvi de sucomercio. Por habrsele quitado muchos mercados, siendo los especialmenteperjudicados con los pactos externos desde la guerra del Pacfico.46

    Cabe sealar que para los muncipes firmantes la concrecin de esta va frreaexceda los intereses meramente locales, aunque ciertamente nunca losdescartaban. Si lo que estaba en juego era el derecho de Cochabamba "a vivircomo pas y no como esclavos tributarios de otras localidades",

    47 unirse conOruro implicaba para ellos una manera de empezar a "nacionalizar el Oriente yde arrancar de su letargo las poblaciones sumidas en forzosa inactividad porfalta de facilidad de salidas".48El ferrocarril, durante la presidencia del liberal

    Ismael Montes, fue presentado de inicio no como un simple y egosta deseo"localista" sino como el imperioso resultado de una aspiracin mayor, colectivay, por tanto, probablemente ms elevada: unificar las regiones en un solocuerpo nacional. Y con seguridad no se trataba de una figura retrica,discursiva, elaborada nicamente para lograr mayor auditorio. Haciendo de lageografa un desideratum, las lites cochabambinas se hallaban convencidasde encarnar de undestino manifiesto: constituirse en el centro articulador deBolivia, y se sentan, por consiguiente, llamadas a equilibrar el fiel de la balanzacuando ste amenazaba con romperse.El 7 de septiembre de 1905 el Concejo Municipal, representante del poderlocal, demand al gobierno central que "en el plan de trabajos ferrocarrileros

    prximo a realizarse []se ordene la inmediata construccin del ferrocarril deOruro a Cochabamba".49El 10 de septiembre los redactores de los principalesdiarios cochabambinos anunciaron "por unanimidad" que haran propaganda asu favor.50 Cuatro das ms tarde, el 14 de septiembre, la fecha clsica deCochabamba, se realiz un "meeting" con la concurrencia "desde lapersonalidad ms encumbrada hasta el artesano ms humilde" que exigi laconstruccin del mentado ferrocarril, por convenir a los intereses locales pero almismo tiempo ser "eminentemente nacional".51 Como en muchas otrasoportunidades, los cochabambinos no deseaban ser acusados de localistas;preferan pregonar que sus intereses eran a la vez aquellos del conjunto y lanacin. Dos meses ms tarde, el 15 de noviembre de 1905, en la medida enque la indefinicin gubernamental persista, el Concejo Municipal, instruy, conel apoyo de "gran parte del vecindario" que los representantes cochabambinos"abandonen su puesto si existen acuerdos tendentes a perjudicar los interesesdel pas".52 Un nuevo "meeting", esta vez el 3 de diciembre, sirvi para

    46El Heraldo (Cochabamba), 8 de Junio de 1906.47El Heraldo (Cochabamba), 11 de septiembre de 1905.48Oficio de Antonio Moreno, presidente del Concejo Municipal de Cochabamba, al Presidentede la Repblica Ismael Montes. El Heraldo (Cochabamba), 9 de junio de 1906.49El Heraldo (Cochabamba), 7 de septiembre de l905.50El Heraldo (Cochabamba), 11 de septiembre de l905.51El Heraldo (Cochabamba), l5 de septiembre de 1905.52El Heraldo (Cochabamba), 17 de noviembre de l905.

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    reafirmar la voluntad de las lites y sectores artesanales urbanos por elferrocarril.53Sostenida presin "patritica, levantada y viril" que tuvo finalmente resultadosasumidos en principio como satisfactorios, pues el 27 de diciembre elparlamento boliviano sancion una ley, conocida como de "transaccin", que

    garantizaba la construccin de la va frrea a Cochabamba, pero desechaba eltramo hasta el Chimor, llave de acceso a las tierras de Moxos.54Sin embargo, los deseos cochabambinos estaban an distantes de sersatisfechos con la prontitud que, a su entender, exiga el caso. Las obrasferrocarrileras, cuyo primer tramo se inici el 4 de julio de l906, sufrieroncontinuas (y desesperantes) paralizaciones obligando nuevamente a las liteslocales a movilizarse en demanda de su pronta y definitiva materializacin. Enseptiembre de l907, por ejemplo, corri el rumor de que el gobierno centralhaba decidido dar prioridad a las vas frreas de Oruro a Viacha (La Paz) yTupiza-Potos; a fin de conectarlas con el Ferrocarril Central Argentino, que yabordeaba la frontera de ese pas con Bolivia. Para Cochabamba, de

    concretarse esta situacin, un nuevo factor de competencia, los productosargentinos, se agregaran a los daos que ya causaban a su produccin loschilenos y peruanos en los mercados altiplnicos. En sentidas y alarmadaspalabras de un peridico local:

    "Esto quiere decir sencillamente que primero podrn viajar los privilegiadoshijos de La Paz hasta Buenos Aires y despus se pensar en realizar la lneaOruro-Cochabamba. Esto es, cuando el comercio se haya encauzadoperfectamente en su corriente de Norte a Sur, y Cochabamba est aniquilada,relegada a ltimo trmino en su movimiento comercial, los trigos argentinosremplazaran a los nuestros en el altiplano".55

    El 22 de septiembre de ese ao se celebr en la capital del departamento un"comicio" convocado por el Concejo Municipal y apoyado por los cuatropartidos polticos que operaban en la regin: el gobiernista Liberal y losopositores Constitucional, puritano y catlico. El nutrido acto de protestaconcluy con una declaracin firmada por centenares de personas,encabezadas por el Obispo de la Dicesis y notables locales como Luis F.Guzmn, Simn Lpez y ngel M. Borda. Como en anteriores oportunidades eldocumento enfatizaba que el ferrocarril no constitua en s mismo unaaspiracin regional sino una vocacin nacional, donde se alegaba que "internar

    la ferrova a Cochabamba, es internarla al centro de Bolivia, para el desarrollo ycivilizacin propia nacional", aunque igualmente trasluca la desesperacinlocal en los siguientes trminos: "Los pueblos de Cochabamba se debatendesamparados en violenta crisis, principalmente en lo econmico, desde lafunesta guerra del Pacfico".56Al atardecer grupos de vecinos recorrieron lascalles al grito de Viva Cochabamba. Muera el absorcionismo paceo!". Esa

    53El Heraldo (Cochabamba), 4 de diciembre de 1905. Ms detalles de los sucesos en l905 enla Memoria Municipal de l905 presentada por el Presidente de H. Concejo Municipal deCochabamba, Dr. Antonio Moreno. Cochabamba. Imp. Heraldo 1906.54 El Comercio (Cochabamba), l0 de abril de 1906 y El Heraldo (Cochabamba), 28 de

    septiembre de 1906.55El Heraldo (Cochabamba), 2 de septiembre de 1907.56El Heraldo (Cochabamba), 24 de septiembre de 1907.

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    misma jornada del 22 y en los das sucesivos en las diversas provinciascochabambinas se realizaron actos similares.57El mismo espritu se observ unmes ms tarde, el 27 de octubre, en la oportunidad de organizarse un nuevo"meeting" con una concurrencia estimada de cinco mil personas;58 buena

    proporcin en una ciudad que se aproximaba a las treinta mil de todas edades.El conflicto pas pronto a la esfera poltica cuando los diferentes partidosdecidieron presentar, para subrayar la unidad local, una sola "plancha" a laselecciones municipales celebradas el 24 de noviembre.59 Las determinantespara torcer la escasa voluntad del poder central resaltaron a un primer plano elrol del municipio. Para muchos cochabambinos, principalmente los miembrosde su lite, la municipalidad era an sinnimo de un poder localcapaz de sercontrapuesto al poder central. Uno de los pocos refugios autnomos para hacerpoltica en favor de los intereses del "campanario" pues, en razn del sistemacentralista imperante, el Prefecto representaba al Presidente de la Repblica ydejaba poco espacio para el juego y la opinin de las fuerzas opositoraslocales.Un quinquenio ms tarde, un balance realizado en octubre de 1912, sealabaque la va frrea slo haba alcanzado 105 kilmetros de tendido y que lasobras avanzaban "muy lentamente y con falta de direccin tcnica".60 Paramayo de 1915 no llegaban a sobrepasar el kilmetro 118 1/2, de los 205kilmetros que estaban previstos desde Oruro.61Dos aos ms tarde, luego deveinticinco aos de espera y conflicto (1892-1917), cuarenta mil personasvociferantes p, procedentes de la ciudad y las poblaciones vecinas,contemplaron el arribo de la primera locomotora el 26 de julio de 1917, queprestamente, cuatro das ms tarde y como si supiera de la agona de su

    espera, inaugur su ruta con dos viajes hasta la ciudad de Oruro. El seor A.Arana Peredo, un conocido periodista local, que expresaban el sentir colectivo,pudo escribir satisfecho: "El modernismo ha violado las puertas de la ciudad".62

    Ferrocarril a Santa CruzUna vez satisfecha la demanda de vincularse con Oruro, las elitescochabambinas empezaran a mirar las regiones de Oriente boliviano. Lademanda para la construccin del ferrocarril a Santa Cruz, que comenz atomar fuerza hacia 1917, paralelamente al arribo de la primera locomotora aCochabamba procedente de Oruro, y en cierta manera como una inevitablederivacin de este acontecimiento. Una vez la lnea frrea en el Departamento,

    pareca fcil e imperioso extenderla hasta Santa Cruz, para as recomponer ensu totalidad las redes mercantiles regionales de origen colonial truncadas por elefecto del liberalismo decimonnico.63

    57El Tunari (Quillacollo), 26 de septiembre del 1907 y El Heraldo (Cochabamba), 6 de octubrede 1907.58El Heraldo (Cochabamba), 28 de octubre de l907.59El Heraldo (Cochabamba), 25 de noviembre de l907.60El Ferrocarril (Cochabamba), 12 de octubre de 19l2.61El Ferrocarril (Cochabamba), 25 de mayo de 19l5.62El Heraldo (Cochabamba), 3l de Julio de 1917.63En Santa Cruz, que haba perdido el mercado del azcar en la zona andina a fines del sigloXIX, ocurrieron, casi simultneamente que en Cochabamba, protestas por un ferrocarril que launiera a Cochabamba. nunca tuvieron xito (Pea, Paula, et-al. La permanente construccin de

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    Ya en 1912 se haba propuesto construir esta ruta. La ejecucin de demandascochabambinas, contando con el apoyo de los cruceos, se iniciaron recin el14 de septiembre de 1917 con un "meeting" que cobr "extraordinariasproporciones. El simbolismo era claro, ese da se recordaba elpronunciamiento de la Junta de 1809 y el inicio de la presencia regional en la

    guerra por la Independencia. El 20 de septiembre de 1917 se dispuso por Leyde la Repblica la bsqueda del respectivo financiamiento pero an as elproyecto tardaba en resolverse. Para impulsarlo, se form un "Comit ProFerrocarril", compuesto por varios notables. Algunas acciones de hecho, muchomenores que en Santa Cruz, se desarrollaron el 26 de junio de 1921 con unmitin convocado por la Federacin de Estudiantes. Su preocupacin se deba aque ellos asuman que el ferrocarril estaba indefinidamente postergado "porservir a intereses regionalistas.64El problema mayor estribaba en la dificultad de definir la ruta final entre las tresalternativas que se presentaban. Una, conocida como la "Ruta Sud" pasaba porlas provincias cochabambinas de Mizque, Totora, Campero y la crucea

    Vallegrande, antes de arribar a la capital crucea. Otra, la del "Centro",sustentada por el Ingeniero alemn Hans Grether, penetraba en la cuenca delro Mamor por el ramal del ro Ichilo. Finalmente, la tercera, la del "Norte",propona un trazo radicalmente diferente, ya que postulaba la conexin entreCochabamba y Santa Cruz se realizara por la va del Chapare y en conexincon las redes pluviales de la hoya chapare/securiana. Constitua a ojos vistauna reproduccin en escala y medios diferentes, del antiguo camino que desdelas postrimeras coloniales se intentaba tender entre la ciudad de Cochabambay los territorios de la Gobernacin Militar de Moxos (hoy Beni).La dificultad para encontrar puntos de acuerdo entre todos los interesados en lamaterializacin de la obra era mucho ms poltica que tcnica o financiera; loque entorpeca el consenso eran los intereses divergentes de las distintaslites, particularmente las de aquellas provincias por donde potencialmentepasara o se omitira una u otra ruta ferrocarrilera. La del Sur pareca favorecerms a las provincias norteas de Santa Cruz, en detrimento de la capitalcrucea y sus zonas aledaas, quienes pretendan monopolizar todo el lujocomercial que se (re)abrira hacia Cochabamba. La del Norte, en cambiointroduca un vuelco fundamental en el panorama, pues afectaba a Santa Cruzen su conjunto y a las provincias centrales de Cochabamba, en beneficio de laprovincia cochabambina de Sacaba y el departamento de Beni. La del Centro,por su lado, dejaba a trasmano los intereses benianos y los del Chapare.

    Ahora bien, desde un punto de vista tcnico y operativo, la ruta Norte constituala ms corta y la ms barata pero hallaba, como veremos ms adelante ,resistencia en Santa Cruz. En cambio desde el plano eminentemente poltico,finalmente el que primaba a la hora de tomar decisiones, la ms solvente era laRuta del Centro, la misma que, como una solucin de consenso, fue aprobadapor Ley de 3 de abril de 1922 y mientras que el Congreso Nacional dio suaprobacin el 3 de abril de l925. El quid de esta resolucin naca, por unaparte, de que ella prometa salvaguardar bien aquellos intereses cruceos ycochabambinos que tenan un patente como antiguo, peso especfico en laconformacin del poder local en ambos departamentos. Por otra, no estaba

    lo cruceo. Un estudio sobre la identidad de Santa Cruz de la Sierra.PIEB-UGRM-CEDURE,Santa Cruz de la Sierra, 2003).64El Republicano (Cochabamba), 24 de junio de 1921. Regionalista significa aqu La Paz.

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    exenta una visin totalizadora del Estado boliviano que deseaba, al adoptarla,un mayor grado de integracin territorial, as fuese a un costo econmicorelativamente mayor.En 1927 se llam por segunda vez -la primera realizada en 1922 no haba

    tenido mayor eco- a propuesta internacional para el financiamiento de losprimeros 200 kilmetros, aceptndose en marzo de 1928 la presentada por laempresa norteamericana Kennedy y Carey.65Una vez formalizado el contrato,la compaa empez tareas entregando a servicio el primer tramo hasta elpueblo de Arani (Valle Alto cochabambino) el 17 de septiembre de 1929 y los128 kilmetros iniciales en 1932, justo antes del inicio del conflicto blicoboliviano-paraguayo, que duro hasta junio de 1935.66 Luego se paralizaron,hasta hoy.

    Impactos ferrocarrileros. A manera de cierre

    Si se mira la economa cochabambina en el perodo inmediatamenteprecedente a la Guerra del Chaco, la hallaramos nuevamente sumida en unaprofunda crisis. Pongamos las cosas claras. El ferrocarril procedente de Oruroarrib a la ciudad en Junio de 1917 e inmediatamente empez a prestarservicios. Los datos confirman que la economa regional aprovech estacoyuntura y logr recuperar parcialmente sus mercados en el altiplano. Inclusopudo ampliar su espectro hacia algunos rubros, como las verduras, queanteriormente por su calidad perecedera no podan soportar satisfactoriamenteel largo tiempo de transporte hasta el altiplano.En 1918, el gobierno dict una ley denominada de "Nacionalizacin delAlcohol", mediante la cual prohiba expresamente la elaboracin de alcohol conmaterias primas importadas. La medida afectaba a las alcoholeras paceasque trabajaban con bagazo peruano y, por lo menos formalmente, favoreca alas cruceas que laboraban con materias primas locales. Sin embargo sucedilo imprevisto, en remplazo de las materias primas prohibidas, las alcoholerasempezaron a demandar maz cochabambino en grandes cantidades, ya quegracias al nuevo ferrocarril la operacin no resultaba morosa ni complicada. Araz de la nueva demanda los precios locales del maz subieronprogresivamente y se increment a la par el cultivo del centenario cereal. Entre1918 y 1925/27 Cochabamba, por lo menos en sus tres valles centrales, gozde cierta estabilidad y bonanza. Gracias a esta favorable combinacin los

    problemas cochabambinos parecieron resolverse. Los productos fluan en granescala hacia la altiplanicie minera y los precios del maz, por efecto de la nuevademanda, sufran una brusca elevacin, tanto que mirando su efecto benficoun comentarista de prensa se 'anim a comparar los efectos irradiadores delmaz con los que provocaba el estao en las zonas mineras. . .La situacin de bonanza maicera y el boomdel maz alcoholero hallaron, casial finalizar la dcada de los '20, su propio techo. Por varios factores,principalmente contrabando y competencia de maz argentino, el promisoriomercado empez a derrumbarse paulatinamente desde 1925, y en 1927 ya erafrancamente irreversible. En este ltimo ao la prensa regional anunciabaalarmada que mientras los precios declinaban unos 400.000 quintales de la

    65El Comercio (Cochabamba), l7 de marzo, de 1928.66El Comercio (Cochabamba) ,17 de septiembre de 1929.

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    cosecha de 1926-1927, es decir, cerca al 40% de la produccin estimada demaz, se hallaba sin colocacin.67Por segunda vez en menos de medio siglo laagricultura cochabambina ofreca un cuadro dramtico. La crisis maiceraprodujo efectos notablemente similares a los observados a fines de siglo XXcuando se derrumb el mercado del trigo: recesin, parlisis comercial, cada

    de la renta agrcola, imposibilidad del pago de acreencias. En su trabajo "Lacrisis del maz en Cochabamba" la "Junta Agrcola Departamental" mencionvarias posibles causas para esta debacle. Por una parte, las sequasfrecuentes y el escaso riego no permitan ampliar la produccin ni elevar laproductividad. Por otra, elevados fletes ferroviarios, fuertes gravmenes a lapropiedad agraria, altas tasas impositivas al maz, contrabando de alcoholperuano e importacin de maz argentino.68En similares trminos -recogiendoel sentir de la mayora de los terratenientes cochabambinos se pronunci elhacendado e influyente ensayista regional Octavio Salamanca.La era del maz como producto de exportacin no retornara ms con la mismaintensidad, aunque las lites se daran modos para exprimir su jugo mediante

    impuestos destinados a favorecer el desarrollo urbano de la capital deldepartamento. A la complicada situacin se sumaron poco despus los efectosnegativos de la debacle del sector minero, emergentes del crack mundial de1929. Pero an con toda su amplitud y secuelas negativas esta crisis tena uncontenido diferente a las que sacudieron en el pasado a la regin.Seria, pues, francamente errado decir que las lites locales lucharon porbagatelas. Desde cualquier punto de vista, incluso asumiendo la gravedad de lacoyuntural crisis del maz, su situacin econmica y su disponibilidad paraafrontar resultados adversos era ahora mejor, ms amplia y consistente.Esencialmente la diferencia radicaba en que, pese a todo, Cochabamba,merced a un sistema continuo de presin frente al poder central, contaba ahoracon una red de transporte mucho tupida y gil que en las postrimeras del sigloXIX, la que le permitira rpidamente retomar su rol central de productor ydistribuidor de mercancas, en condiciones ms favorables. No debe tampocopasarse por alto, por sus efectos posteriores, el que las lites se hallarantambin en mejor disponibilidad de (re)evaluar su poltica de modificarsolamente las condiciones de circulacin de las mercancas, sin paralelamentemejorar el proceso inmediato de produccin o exigir vigorosamente del Estadociertas medidas de proteccin arancelaria.Desde otro punto de vista, la forzada (a veces) poltica ferroviariagubernamental dej un vaco importante, pues si bien el Ejecutivo autorizaba

    su construccin, entregaba su ejecucin a capitalistas extranjeros. Laprivatizacin ocasion, por consiguiente, una, situacin ambigua ycontradictoria. Por un lado, ampli el radio de accin regional, aumentando sucapacidad de alcance del flujo de sus mercancas y de su propio imaginariogeogrfico. Oruro a La Paz, por ejemplo; dejaron de ser alejadas e inaccesiblesregiones. Por otro lado, desgraciadamente, coloc la llave de acceso a todosestos beneficios en manos extranjeras. Cochabamba tena un ferrocarril, perocareca de los medios para controlarlo e influir en sus decisiones. Ningunaentidad regional posea tuicin sobre su administracin, los costos detransporte, frecuencias de viaje, etc., perdiendo as un rea de poder.

    67El Comercio (Cochabamba), 12 de julio de 1927.68El Comercio (Cochabamba), 29 de octubre de 1926 y 2 de diciembre de 1926.

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    En este campo el nico espacio en el cual la lite regional mantuvo firmecontrol, fue en el ferrocarril que vinculaba la capital con las poblaciones deVinto (Quillacollo, Valle Alto) con Arani (Valle Bajo), pues los 78 kilmetros conque contaba haban sido financiados con aportes locales. La lgica d este

    ferrocarril solo es entendible en el marco del intenso trfico mercantil que laregin conservaba en su interior a travs del complejo maz-chicha. Las obrasse iniciaron en 1912 y concluyeron el ao siguiente, contribuyendo a fortificarinternamente a la regin y mejorar las rentas de los terratenientes, en unapoca en que la asolaba una crisis mercantil de origen externo. Ms all de susxitos econmicos, lo que nos ensea este pequeo ferrocarril sobre laconducta de lites locales es su voluntad de superar, por s mismas si fueraposible, las adversas condiciones a que se vieron enfrentadas desde que otroferrocarril les complic las cosas en 1892.Lamentablemente, para Cochabamba, estos esfuerzos no fueron suficientespara superar el adverso contexto externo dibujado por las polticas de libremercado predominantes en el pas, desde fines del siglo XIX. Sin embargo, elferrocarril a Oruro constituy la base que permiti en las dcadas posterioresreconstituir la insercin regional en el mercado minero. Los agricultores yterratenientes reorientaron el uso de suelo privilegiando el cultivo de verduras,que gracias a la velocidad del tren y el transporte masivo de carga pudieronllegar frescas y oportunas a las pulperas de las empresas mineras productorasde estao.