Roman Denys - Reflexiones de Un Cristiano Sobre La Francmasoneria

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    Reflexiones de un cristiano sobre laFranc-Masonera

    Denys Roman

    CONTRAPORTADA

    La Masonera en s misma, tiene un origen nico, o, ms bien,

    ha recogido de la Edad Media, la herencia de mltiples organizacionesanteriores?

    Esta indicacin de Ren Gunon, funda el tema central de la Obrade Denys Roman: sean pitagricos, templarios y rosacrucienses, hebraicos,hermticos, caballerescos o sacerdotales, los diversos elementos de estaherencia, acumulados a lo largo de los tiempos en el Arca masnica, enforma de depsitos, de todo aquello que ha habido verdaderamenteinicitico en el mundo occidental, constituyen los grmenes para el ciclovenidero, que conviene conservar con mxima cuidado.

    Pero son igualmente otras tantas Tierras Santas, que el hombrecualificado puede ya conquistar a lo largo de su colecta inicitica.

    Entre estos depsitos, el de una notable parte del esoterismocristiano -del que, segn la Escritura, San Juan Evangelista es el Rectorinmortal-, ilustra por excelencia los privilegiados destinos de la Orden,que ostenta su depsito y custodia.

    Denys Roman (1901-1986), corresponsal de Ren Gunon,

    colaborador de la revista Estudios Tradicionales, entre 1950 y 1986, fueuno de los tres primeros iniciados de la Logia La Gran Trada.Manifestar, tanto en su accin como en su Obra, una adhesinincondicional a la enseanza de Ren Gunon. Autor de numerososescritos, reuni los ms significativos segn su propsito, en la Obraaparecida en 1982 sobre Ren Gunon y los Destinos de la Franc-Masonera, que acaba de ser reeditada, y en la mayor parte de este Libro

    pstumo, que viene a constituir su continuacin.

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    A todos aquellos, conocidos o desconocidos, sea cual

    fuera la Tradicin a la que pertenezcan, cuyo pensamiento ycuya vida, hayan sido renovados por la Obra de Ren Gunon.

    Ren Gunon y los Destinosde la Franc-Masonera, 1982.

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    NDICE

    Presentacin .................................................................................................................... 3

    Primera Parte

    Captulo I.- 33aos despus ........................................................................................... 31Captulo II.- Indicaciones sobre algunos smbolos masnicos ...................................... 37

    Captulo III.- Un rito masnico olvidado: la imposicin del nombre de los Maestros . 47Captulo IV.- Reflexiones de un Cristiano sobre la Masonera:

    - Las Armonas internas del ritual .......................................................... 53- El simbolismo de la Logia de Mesa ........................................................ 57

    Captulo V.- A propsito de las repeticiones ritualsticas ............................................. 63Captulo VI.- El Mundo de los ritos .............................................................................. 71Captulo VII.- Ren Gunon y la letra G ....................................................................... 75Captulo VIII.- Luces en la Masonera de los antiguos das .......................................... 87Captulo IX.- El Manual masnico de Vuillaume ......................................................... 97Captulo X.- Renacimiento de las ciencias tradicionales? ......................................... 103Captulo XI.- Los doce trabajos de Hrcules ............................................................... 111

    Segunda Parte

    Captulo XII.- Anderson .............................................................................................. 119Captulo XIII.- Jeseph de Maistre y la memoria del duque de Brunswick .................. 123Captulo XIV.- Cagliostro, La Franc-Masonera y las rdenes de Malta ................... 133Captulo XV.- Willermoz, o los peligros de las innovaciones en materia masnica .. 147Captulo XVI.- 1877 .................................................................................................... 151Captulo XVII.- El asunto Taxil .................................................................................. 157

    Tercera Parte

    Captulo XVIII.- Nuevas indicaciones sobre la palabraAmen .................................... 169Captulo XIX.- El poder de las llaves ...................................................................... 173Captulo XX.- A propsito de una reciente decisin romana ...................................... 175Captulo XXI.- Esperando la hora del poder de las tinieblas ...................................... 179Captulo XXII.- Los cinco encuentros de Pedro y Juan .............................................. 183

    Nota adicional sobre el Santo-Imperio ........................................................................ 189

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    Apndice

    Bibliografa de las publicaciones del autor................................................................ 197

    PRESENTACIN

    Preliminar

    Despus de 1950, la Obra de Denys Roman, haba aparecido nicamente enforma de artculos y reseas, en su mayor parte en las columnas de la revista EstudiosTradicionales, creada bajo el impulso de Ren Gunon,pero tambin en otras comoPrisma, Auroras, Renacimiento Tradicional, Los Cuadernos de Hermes, y Hacia laTradicin, que despus de la desaparicin del autor, sobrevenida el 21 de Marzo de1986, contribuy a mantener en sus publicaciones, la presencia de esta Obra.

    Es a consecuencia del sugerimiento de algunos amigos, como, a partir de 1980,D. Roman, rene una seleccin de sus anteriores escritos, los retoca y enriquece contextos inditos, para publicarlos bajo forma de Libro. La abundancia de elementostratados, dio materia suficiente al primer tomo en 1982: Ren Gunon y los Destinos dela Franc-Masonera,y a la mayor parte del presente volumen, que el autor proyectabaaumentar con captulos originales.

    Su desaparicin priv a esta Obra de estos ltimos textos, y de la eleccindefinitiva de su ttulo1. As, lo hemos incrementado con sus publicaciones ms recientes

    y significativas de su Obra.: se trata de los cuatro ltimos captulos y del primero, ascomo de los captulos IV y X. Igualmente, hemos escogido como ttulo de este Libro

    pstumo, dos de las expresiones del autor que recapitulan, a la vez, la naturaleza yfinalidad de su propsito. Slo las notas adventicias, principalmente bibliogrficas, quenos ha parecido til insertar en atencin al lector, vienen sealadas por un asterisco y

    situadas entre corchetes.

    Estos dos volmenes, representan nicamente una parte de la total Obra

    publicada de D. Roman, de la que, una bibliografa referenciada, es ofrecidaigualmente en el Apndice.

    Para aquellos lectores que no disponen ms que de pocos elementos sobre elconjunto de esta Obra, hemos querido presentar, en las pginas que siguen, lo esencialde un itinerario de sesenta aos de adhesin incondicional a las ideas de RenGunon, al que D. Roman ha dedicado sus frutos:

    a todos aquellos, conocidos o desconocidos, sea cual fuere la Tradicin a quepertenezcan, cuyo pensamiento y cuya vida hayan sido renovadas por la Obra de Ren Gunon

    1[Entre los ttulos inicialmente considerados: Historia y Rituales masnicos].

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    Esta dedicatoria con la que se abre la Obra precedente de este autor, lleva la sensible marca de su permanente preocupacin, y particularmente de su caridad

    intelectual, en el pleno sentido de la palabra. Constituye tambin un fiel resumen dela insaciable accin tradicional, que fue la suya en una constante y maravillosa unin.Es, en fin, la afirmacin de su indefectible fidelidad, a aquel cuya obra ha supuesto unalimento incomparable en su macha espiritual.

    ** *

    Perteneciente a esta generacin que naci con nuestro siglo, D. Roman seguirla aparicin y el desarrollo progresivos de la Obra de R. Gunon, dar un totalasentimiento a lo esencial de su mensaje, y se ajustar activamente, durante los ltimos

    aos de la vida de este autor, a las iniciativas tradicionales inspiradas desde el Cairo.Se convertir en uno de sus corresponsales y ser notablemente solicitado por sustrabajos masnicos, y, despus, como colaborador en Los Estudios Tradicionales.

    Despus de varios eventos consecutivos a la desaparicin de R. Gunon y quecondujeron al autor a interrumpir, en diversas ocasiones, su colaboracin con LosEstudios Tradicionales, D. Roman ser recordado por haber asegurado la direccin dela redaccin, durante los dos ltimos aos de su vida.

    Con esta ltima vuelta al seno de la revista de Gunon, que haba sido ellugar de su primer escrito, D. Roman terminar, en la esperanza de una especie deresurreccin del pensamiento guenoniano2 y de un reencuentro entre Masones deespritu tradicional, la obra empezada treinta y cinco aos antes, a la demanda deaquel que le haba inspirado.

    ** *

    Fruto de las reflexiones de un cristiano, catlico de nacimiento y de gusto,devenido Franc-Masn despus de leer a R. Gunon, la Obra de D. Roman se presentacomo una interpretacin, e incluso como una adaptacin en modo cristiano y

    masnico, de la de R. Gunon. Partiendo de la primera consideracin de la inminencia del fin de los

    tiempos, cuya ntima, y ya antigua, conviccin vena consolidada por los solemnestoques de atencin3 de R. Gunon, D. Roman religa, en una misma perspectivaprovidencial, la funcin de R. Gunon que la Masonera est llamada a colmar.

    Por la constante eleccin en la que ha beneficiado, recogiendo los mltiplesdepsitos de anteriores Tradiciones, y en su pertenencia a la posteridad espiritualde Abraham, Padre de la multitud, la Masonera sigue, en efecto, un destinototalitario, del que, el autor, subraya la importancia: constantemente elegida paradevenir El Arca en la que se ha producido el cmulo de todo lo que ha habido

    2Captulo primero de la presente Obra: 33 aos despus.3Tomo 1: Ren Gunon y los Destinos de la Franc-masonera, prlogo.

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    verdaderamente inicitico en el mundo occidental, la Masonera ha permitido permanecer con vida, a los relevantes elementos de civilizaciones muertas, y deconstituirse as, no nicamente en los vestigios del pasado, sino en los grmenes delfuturo4, siempre susceptibles a ser reanimados, e incorporados en el ciclovenidero, cuando todo sea nuevo.

    Entre estas herencias, verdaderas tierras santas -cuya ms ilustre, msnoble y ms preciosa, es la de los Templarios-, D. Roman destaca un inters

    privilegiado del esoterismo cristiano, personificado por San Juan Evangelista5. Laalta figura del Apstol amado, Hijo y Custodio de la Virgen e Hijo del Trueno,modelo y tipo de los iniciados, Santo protector de la Masonera junto a San Juan el

    precursor, y que ha recibido, por la voluntad de Cristo, el ver permanecer laspromesas de vida eterna, simboliza, por excelencia en sus relaciones con el fin de lostiempos, los destinos que el autor ve reservados a la Orden masnica.

    *

    * *

    Este tema central de la vocacin escatolgica de la Masonera como elArca viviente de Smbolos, se sita en el conjunto de una obra que trata igualmenteaspectos muy variados, que son, para D. Roman, otras tantas ocasiones de volverconstantemente a las consideraciones de orden tradicional que constituyen la unidad.

    Apoyndose en los principios metafsicos planteados por R. Gunon, yaplicando las reglas del simbolismo, -lenguaje inicitico por excelencia, basado enla ley de correspondencia6 que religa toda cosa al principio de que procede-, elautor opera, en permanencia, la transposicin, en modo superior, que exige lanaturaleza inicitica de las consideraciones que expone. Posiblemente, el punto devista filosfico, histrico, o de bsqueda en materia de historia de las religiones, no seael suyo, lo que indica que no hay que buscar en su Obra la metodologa y loscriterios propios de estas disciplinas.

    La Obra de D. Roman, representa, en uno de sus aspectos, una autnticaaplicacin de la enseanza tradicional, lo que la convierte, sin duda, en una de las

    pocas obras que permiten aprehender al Arte Real, por las aperturas que ofreceaplicando este mtodo de transposicin analgica.

    ** *

    El itinerario del autor

    Nacido en 1901, en una familia del Loire, Marcel Maugy -Denys Roman-recibi muy precozmente una enseanza religiosa catlica, que emerger de s mismoen el estudio profundo de la doctrina y las Escrituras, y en una ferviente prctica, quealimentar su gusto por los ritos y por la belleza del culto.

    4Op. Cit.,prlogo.5Op. Cit., cap. XII: Euclides, discpulo de Abraham,y cap. VIII: A la gloriosa memoria de los dos San Juan.6R. Gunon, El Simbolismo de la Cruz,prlogo.

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    A lo largo de un perodo que calificar de muy doloroso, su reflexintropezar con objeciones que sus lecturas, de entonces, no le permitirn eliminar, y alas que, los recursos del dominio religioso no le darn respuestas.

    El descubrimiento de Gunon puso fin a mis problemas y, adems, me ha

    enriquecido las explicaciones a muchas cuestiones secundarias que me planteaba.Tampoco me haba detenido seriamente ante nuevos problemas, que la enseanzaguenoniana plantea efectivamente. En mi catolicismo de antes de 1928, los misteriosque me enseaban entonces, no me causaban ningn escndalo. Hoy, todava admitoque ciertos puntos de la doctrina expuesta por Gunon, aun estn obscuros para mi,mientras que, otros puntos de su mensaje, han sido, para mi, como una especie deiluminacin7.

    ** *

    Desde entonces, y todo y ejerciendo su actividad profesional, M. Maugy, seprocurar todos los libros y artculos que R. Gunon hizo aparecer despus de 1908,as como las obras, en seis lenguas extranjeras, que ya haba tenido en cuenta.

    Aprovechando su gran memoria, aprendi slo el espaol, el italiano y las bases delrumano as como las del snscrito, que vendrn a aadirse al latn y al griego. Seconsagrar a lo largo de los aos, al estudio de escritos que R. Gunon publicaba

    sucesivamente, comprendindolos de forma totalmente diferente a los lectores de hoyen da, que disponen de su totalidad. Esto le conducir a dedicar una privilegiadaatencin a las circunstancias que hayan motivado estas publicaciones y, notablementea las ltimas que, a partir de 1945, vuelven con una incrementada insistencia sobre lainiciacin en general, y, sobre la Masonera, en particular. Y as es como lasconsideraciones circunstanciadas de R. Gunon a este respecto, sern totalmentedeterminantes para la orientacin de la marcha del autor en esta va.

    Calificar todo este perodo, que deber durar veinte aos, de 1926 a 1946, detrabajo preparatorio, hecho de meditacin y de profundo estudio de los smbolos,efectuado sin prisa y sin la bsqueda de un fin inmediato .

    Es en este perodo, donde se fija la posicin del autor en una Obra, cuyointrprete defina as: nuestra Obra [...] es exclusivamente una exposicin de datostradicionales, de los que tan slo es nuestra la expresin; y adems, estos datos, en s

    mismos, no son, en absoluto, el producto de un pensamiento cualquiera, en razn desu carcter tradicional, que implica esencialmente un origen supra-individual y no-humano8.

    Es de esta comprensin misma de la Obra y de las ideas de Gunon9, dedonde procede el carcter incondicional de la adhesin del autor: no soy partidariode acordar un valor dogmtico a tal o cual apreciacin de Gunon. Jams he consentidohacer, del conjunto de su Obra, un sistema cerrado, del que bastara extraer unelemento para que todo se derribara. Y esta actitud me ha permitido no escandalizarme

    7Correspondencia privada, 1977.8Ren Gunon, Iniciacin y Realizacin espiritual, cap. II: Metafsica y dialctica;E.T. n 285, Julio-Agosto de1950.9Tomo I, ya citado en el prlogo.

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    para nada, cuando se le ha visto modificar su apreciacin sobre el Budismo10. Tomo laenseanza del Maestro en su integridad, pues esta enseanza responde perfectamente alas cuestiones que me planteaba, antes de conocerla. Pero no me creo con derecho a

    preguntarme porque otros, todo y admitiendo lo llamado enseanza, la desgarran, ms omenos considerablemente, consciente o inconscientemente11.

    Se comprende as que, todo y respetando las diversas posturas, el autor noentenda el aportar a una doctrina personal -a la que se le podra dar el nombre de suinventor-, una Obra que basa la universalidad de sus relaciones con la Tradicin

    primordial, madre y maestra de todas las Tradiciones ortodoxas sin excepcin.

    Se comprende tambin que, reconocer una naturaleza tan excepcional a estaObra, no es extrao que sorprenda, e, incluso, escandalice, a muchos de aquellos que

    se amparan en una Revelacin y, particularmente los de la Revelacin cristiana.

    Segn el autor: La verdad, es que las ideas expuestas por Gunon, estn en

    perfecta consonancia con el Cristianismo y con todas las Tradiciones, religiosas o no,excepto en un punto: es cuando el Cristianismo, o cualquier otra religin, pretende ser lanica mensajera de la Verdad. [...]. [...] Lo que importa, sobre todo, a nuestro punto devista, es el comportamiento ejercido, a ojos de Gunon, por los sucesores del Apstolque recibi, segn la promesa hecha en los campos de Cesarea, las llaves que confierenel poder pontifical de atar y desatar. [...] Pero Roma ha guardado silencio: la Obra deGunon, no se ha introducido en el ndice. [...] Y al igual que indecible en el orden delconocimiento, sobrepasa inconmensurablemente todo lo que puede ser expresado, por loque se puede decir que, los silencios de Pedro, estn, a veces, ms llenos de significadoque sus palabras12.

    D. Roman, que se afirma guenoniano estricto, no utilizaba este trmino, msque en la medida en la que -R. Gunon rehus siempre a tener discpulos-, despus dela muerte del Maestro, los trminos Tradicin, iniciacin y otros, han estado tanmancillados, que se hizo indispensable el empleo del trmino guenoniano, paradesignar a aquellos que se adhieren a la integralidad de su doctrina, y, sobre todo, queconsideran que, esta doctrina, es de origen no-humano13.

    ** *

    Acabada la Segunda Guerra Mundial, M. Maugy se decide a entrar en contactocon la direccin de Los Estudios Tradicionales, anteriormente El Velo de Isis, y, encuya sede, se reunan algunos que mantenan correspondencia con R. Gunon, quienresida, entonces, en El Cairo.

    Este reencuentro finalizar con la creacin, el 14 de Abril de 1947, en el senode la Gran Logia de Francia, de la Logia La Gran trada, de la que, M. Maugy, seruno de los tres primeros iniciados, los otros dos eran Marcel Clavel y Roger Maridort;

    10Correspondencia privada, 1977.11Correspondencia privada, 1984.12Tomo I ya citado, prlogo.13Ibid, cap. IX.

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    este ltimo crear, algunos aos despus, su Tarqah en Italia14. En el captulo IX de suprimer Libro, titulado: Ren Gunon y la Logia La Gran Trada, el autor relata, sinentrar en sus recuerdos -que no cabran en un volumen entero, escribe-, la

    fundacin del primer taller guenoniano, el inters de sus trabajos y dos incidentes,entre los eventos que se desarrollarn.

    Es entonces cuando M. Maugy pidi, en vas de su adopcin por La GranTrada -y, eventualmente por La Gran Logia de Francia15- la redaccin de un ritualescocs de inspiracin tradicional; reemprender esta tarea (que deba tomar al finalde su vida) bajo la autoridad y el control de Ren Gunon, con el que mantendr unacorrespondencia seguida16 , durante varios aos, hasta casi los ltimos das de lamuerte del Maestro, y de la que supo sacar partido para su reflexin y para su Obra.

    Despus de su marcha de La Gran Trada, M. Maugy pertenecer a La GranLogia Nacional Francesa, deviniendo miembro fundador de la Logia Los AmigosVigilantes n 38; se adherir despus a la Masonera de la Marca y de La Real

    Arca; en el caso de esta ltima, en el captulo Perseveranza n 27 al Oriente deNeuilly, del que devendr miembro de honor.

    Es en 1948 cuando deba encontrarse con Jean Tourniac; una larga amistad sedesarrollara a lo largo de los aos, que durar hasta la desaparicin del autor. J.Tourniac se alejar de Los Estudios Tradicionalesy publicar, en particular, una Obramasnica consecuente. Hagamos simplemente referencia a sus divergencias,notablemente en lo que concierne a sus orientaciones masnicas y a las consecuenciasque se derivan: D. Roman daba preferencia, como R. Gunon, al Rito Escocs Antiguo

    y Aceptado, mientras que Tourniac deba obrar -en una poca y en calidad de GranMaestro y Gran Prior Nacional- bajo el seno del Rgimen Escocs rectificado. J.Tourniac ha acentuado aun recientemente, en su ltima Obra 17, sobre las respectivaselecciones y la exigencias que se encuentran implicadas en relacin con la Obra de R.Gunon.

    En 1948, acababa de aparecer la Obra de Jules Boucher: La SimblicaMasnica. R. Gunon, que no deseaba hacerle ninguna resea 18, propuso a M. Maugy14A propsito de R. Maridort, algunos han puesto en duda su fidelidad a al Obra de R. Gunon, atendiendo a su

    participacin en una reedicin de bolsillo delSimbolismo de la Cruz, que autorizaba un prefacio hostil al autor dela Obra; esta eventualidad concerniente al fiel entre los fieles, fue desestimada por D. Roman en el texto titulado33 aos despus,primer captulo del presente Libro.15Una versin poco modificada de este ritual, fue sometida a la Comisin de rituales de la Gran Logia de Francia.

    El ponente, el Hermano Marty, hizo una excelente presentacin en el Convento de 1948-1949. Pero los resultadosobtenidos fueron negativos, y, finalmente, el ritual fue rechazado. La Logia La Gran Trada, adopt otro ritual, cuyoorigen, sospechoso (pero que no se planteaba duda alguna, sobre la validez de la iniciacin transmitida), fuerpidamente descubierto; y fue remplazado algn tiempo despus.16La publicacin de la correspondencia de R, Gunon, suscita siempre vivas reacciones. Independientemente deltema jurdico, cuya cuestin depende de sus herederos, se plantea la de la oportunidad de hacer pblicas, bajo

    forma de citas, ciertos propsitos que deberan permanecer reservados. Ahora, que se propone publicar sucorrespondencia (de un inters cierto, por diversas razones) con Mme. Maurice-Denis-Boulet, por ejemplo, en

    principio, no debera suponer ningn inconveniente. En cuanto a la correspondencia con el autor, trata, en granparte, sobre puntos ritualsticos y nociones masnicas; y, por este hecho, no puede exponerse al dominio pblico.Solicitada en diversas ocasiones, D. Roman rehus siempre esta publicacin, afirmando que R. Gunon no lohubiera deseado.17Paradojas, enigmas y curiosidades masnicas, Dervy, 1993. Esta Obra contiene, en un anexo de su captulo III,extractos de cartas de M. Maugy a J. Tourniac.18 R. Gunon y D. Roman no ignoraban, evidentemente, las tendencias, ms que sospechosas, de J. Boucher,notablemente en El Gran Lunar o Muy Alto Lunar, sociedad secreta satanista a la que perteneca el Dr.

    Rouhier, director, en su tiempo, de la librera Vega. Se dice que, cuando J. Boucher quiso apartarse de esta siniestra

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    encargarse para Los Estudios Tradicionales.Este proyecto se desarrollar finalmenteen un artculo sobre el Simbolismo, que marcaba as el debut de su colaboracin conesta revista. El autor firmar aqu, por primar vez, con el pseudnimo -Denys Roman-que utilizar hasta su ltimo escrito19. Este artculo fe retenido por l, para figurar enel presente Libro, del que constituye el captulo II. Es de destacar, al examinar este

    texto, que contiene ya, en particular, uno de estos temas esenciales que el autordesarrollar a lo largo de su Obra: el que trata sobre los destinos de la Ordenmasnica, y que se retomar 32 aos ms tarde en el ttulo de su Obra precedente.

    D. Roman seguir igualmente en esta revista, en 1952, un censo comenzado porR. Gunon y que su muerte haba interrumpido.

    ** *

    La colaboracin de D. Roman en Los Estudios Tradicionales, se efectuar, no

    sin interrupciones, a veces, bastante largas, ligadas a los acontecimientos y a loscambios de orientacin que se sucedern en el seno de esta revista, despus de lamuerte de R. Gunon. Cuando ciertas sealizadas tendencias se impusieron y sulibertad de expresin guenoniana se encontr muy contrariada, el autor preferainterrumpir su intervencin y confiar sus artculos a otras revistas20. En fin, durante losdos ltimos aos de su vida, despus de un cambio de situacin consecutivo a laeviccin de Los Estudios Tradicionales, de M.F. Schuon y de sus discpulos o amigos21,asegurara la responsabilidad de la redaccin de esta revista, a solicitud de susdirectores. El maravilloso equilibrio entre colaboradores pertenecientes a Tradicionesorientales y occidentales -lo que representaba la vocacin original de la revista-, leoblig a dirigirse a estos autores, algunos de ellos muy conocidos en el medioTradicional.

    Ser con Un Monje de Occidente: hermano Elas de la Gran Trappa, conquien D. Roman mantendra una correspondencia de ms de diez aos, gracias a unamigo que los relacion en 197622. Sobre esta correspondencia, reflejo de una amistadexcepcional, cuyos lazos no se rompieron ms que por la desaparicin del autor,habra mucho que decir. Es as como, al cabo de los aos, y muy a menudo al ritmo deltiempo litrgico, se elaboraron ciertos temas que devinieron, a veces, objeto de

    publicaciones. La riqueza de estos intercambios, estaba a la altura de estos autores. A

    influencia, acudi a un exorcista que no era otro que famoso ... J. Bricaud!La redaccin de este artculo por al autor, a partir de la Obra de J. Boucher, se explica por el hecho de que se

    trataba, en esta poca, de la nica Obra disponible que enfocaba, de forma general, el simbolismo masnico, todo ysiendo muy superior a aquellas del mismo gnero, aparecidas hasta entonces, al menos en lengua francesa;afortunadamente no ocurre lo miso hoy en da. Las crticas (privadas) de R. Gunon, se dirigan, esencialmente, aciertas nociones derivadas de la formacin ocultista de J. Boucher, y sobre la presentacin del libro que no tena encuenta la jerarqua de los grados.19La eleccin de este pseudnimo, se refiere a Denys LAropagite (Dionisio Aereopagita), a la unin de Oriente yOccidente, pero tambin a consideraciones personales.20Estas revistas, as como los artculos que han publicado del autor, vienen mencionadas en la bibliografa, al finalde la Obra.21Esta eviccin fue la consecuencia directa de un texto del maestro de Lausanne, publicado en LosDossier H,salidos de prensa en 1984, y consagrados a R. Gunon,; texto cuya motivacin permanece, aun hoy enda, bastante inexplicable para muchos. Verdadero embrollo, cuya pretensin era defender a Gunon de s

    mismo; la insolencia y ligereza de su contenido, suscitaron una indignacin casi general.22 Tenemos alto reconocimiento a este amigo tan cercano a fray Elias, por habernos permitido el acceso a unconocimiento ms preciso, de un aspecto particular de las relaciones entre estos dos autores.

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    D. Roman le gustaba decir que este encuentro con uno que corresponda a R. Gunon,cuya enseanza le haba conducido a la religin, y que, adems, era hijo de San

    Bernardo -fundador de una Orden por la que, el autor, tena muy buenas razones parainteresarse-, haba sido, para l, un acontecimiento. Elas Lemoine, autornotablemente de dos Obras: Doctrina de la no-dualidad y Cristianismo,y Teologa sine

    Metafsica nihil, colabor con Los Estudios Tradicionales a partir de 1985 ypropondra a los lectores de esta revista, un texto cuya tonalidad espiritual, e incluso,metafsica, inspirada en la Obra de R. Gunon, no estaba falta de sorpresas, una vez

    sabida su condicin monstica.

    Entre aquellos con los que tena relacin de amistad, D. Roman, se dirigaigualmente a M. Jacques Bonnet, colaborador estimado de largo tiempo, por LosEstudios Tradicionales, y autor de obras muy eruditas, sobre el Simbolismo y lasleyendas de varias Tradiciones. Su Obra, que comprende igualmente obras sobre laregin de Forez -Honor dUrfle y su Astre-, traduce una vida interior, hecha demeditacin y de renuncia, as como una gran delicadeza de sentimiento. Sus Obras

    revelan un profundo vnculo con el Cristianismo, que no oculta nunca una perspectivauniversal.

    En fin, D. Roman tendr particularmente en el corazn, el dirigirse a losherederos de Roger Maridort, de los que algunos colaboraban en la Rivista di StudiTradizionali de Turn. Giorgo Manara pudo contactarse y respondi favorablemente,

    pero su muerte accidental, puso fin a un inicio de colaboracin efectiva entre ambasrevistas. Algunos meses ms tarde, D. Roman morira23.

    ** *

    Constataremos por lo que precede, que la actitud del autor, a ojos de lasltimas inquietudes que R. Gunon haba formulado a propsito del futuro de LosEstudios Tradicionales, y que fueron publicadas en la Rivista di Studi Tradizionali en1970 y 1979, no fue siempre fcil: pero su maravillosa fidelidad a la Obra de esteltimo, permanecer siempre prioritaria.

    Desde luego, habran muchos eventos a redactar concernientes a este perodoinestable para muchos lectores de R. Gunon, habitualmente en la bsqueda de unexoterismo posible de practicar, atenindose a las condenas romanas en vigor. Como

    escribe el autor en su primer Libro, su adhesin a la enseanza de R. Gunon fueinterrumpida por varias abandonos y frecuentes arrepentimientos. Los que iban acreerse obligados a la urgencia de una eleccin, sea exotrica o esotrica (es decirinicitica, en el sentido guenoniano del trmino) lo hicieron, muy a menudo, en unascondiciones difcilmente compatibles con la importancia de la gestin; con una

    febrilidad inexplicable se ampar de muchos -a lo que deba seguir una confusin-,cuya situacin actual aun muestra unas densas huellas24; stas caracterizan en modo23La redaccin de la revista de R. Gunon (pues la consideramos siempre como tal), deba rechazar de formaabrupta, a partir de esta poca, las posibles prolongaciones de la Obra de D. Roman.24 Esta confusin se manifiesta de mltiples formas; uno de los ejemplos ms significativos, es el del uso delvocabulario propio de R. Gunon (que ha formulado l mismo o, simplemente, ha re-actualizado), al que se leatribuye un significado diferente, incluso, opuesto. Destaquemos los trminos: realizacin espiritual e

    iniciacin, por no citar ms que dos, que han sido desviados del preciso sentido que R. Gunon les atribuy en suObra. Otro ejemplo de esta confusin, que muchos no lo tienen en cuenta, hoy igual que ayer, son los toques deatencin de R. Gunon, concernientes a la mezcla de las formas y la importancia de la eleccin; constatamos

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    negativo, podramos decir, el perodo post-guenoniano, en el sentido en el que -entreotras cosas- se encuentra esterilizada, al menos en parte, la constitucin de una liteoccidental, tal como Gunon la haba considerado; se trata, sin duda alguna, de unretroceso aparente de 40 aos en este dominio25. Desde luego, el autor estuvo, en unapoca, confrontado, como la mayor parte de aquellos que apoyaban la gestin de la

    Obra de Ren Gunon, a una eleccin exotrica personal, que le conduca al estudioprofundo del protestantismo y, notablemente, a las Obras de Calvin. De hecho, es elProtestantismo primitivo el que debi seducirle, durante algn tiempo, por su rigor,pero igualmente por su rechazo a un cierto clericalismo que condenaba toda forma deesoterismo y de iniciacin. Y, como lo recordaba Gunon en una carta al autor, el

    Protestantismo no haba sido el refugio, despus del siglo XVI, de un nmero muyconsiderable de autnticos iniciados, vctimas, en una cierta medida, de la crecientehostilidad de las autoridades catlicas hacia toda forma de esoterismo?

    El autor, en lo que le ha concernido, permanece fiel tanto al Cristianismo, comoa la Masonera. Por lo tanto, las solicitudes de todas clases no deberan faltar; la

    llamada de ciertas Tradiciones orientales, fue igualmente vana. La que constituye para los Cristianos un paso obligado, Mediatriz de la Gracia26 , Arca de laAlianza, Puerta del Cielo y Estrella de la Maana, velaba sobre este discretoobrero, en su abandono a la Divina Providencia.

    ** *

    La Obra

    Tal como lo evocbamos precedentemente, D. Roman ha considerado siempreque, la insistencia de R. Gunon sobre los peligros del fin de los tiempos -notablementeexpuestos en El Reino de la Cantidad y los Signos de los Tiempos-, participaba en unmensaje de carcter providencial, concerniente en lo sucesivo al mundo entero;esta Obra que pareciendo llevar marcas que suponen el testamento de la totalidadde nuestro ciclo, y, esto, tanto para Oriente como para Occidente27.

    as las dobles pertenencias que generan, o agravan, la inestabilidad, cuando no resulta aun peor. Uno de losmarcados incidentes de este perodo despus de la guerra -que se fertiliz en toda especie de convenciones-, es el

    famoso episodio de la bsqueda, en Suiza, de la Palabra perdida. El autor no ha credo tener que desarrollaresta cuestin en el captulo IX de su precedente Obra, consagrado a la Logia La Gran Trada, como, en un

    tiempo, haba considerado.25Este retroceso, posiblemente, no sea ms que aparente; parecera que se tratara de una larga maduracin que,despus de la desaparicin de R. Gunon ha permitido agotarse a ciertas posibilidades inferiores; bajo el punto devista microcsmico, podramos decir, la constatacin ms significativa aporta a la evolucin, a partir de ObraGuenoniana, las individualidades ms conocidas del medio tradicional; para su mayor parte, esto aparece comouna inquietante regresin. Pero el perodo actual debera indicar el acercamiento a una saludable vuelta, comociertos indicios parecen demostrar. Es posiblemente el tiempo para que todos aquellos que son consciente de que unciclo esta a punto de cerrase, de mostrar la determinacin que autor manifestaba en el eplogo de su primera Obra,cuando afirmaba: (...) al igual que, segn la Escritura, es una locura que hay que preferir sobre la sabiduramundana, pensamos que, en la poca en la que estamos, y ante los vencimientos que se anuncian, una ciertaimprudencia, podra no estar desprovista de alguna utilidad.26Cf. Tomo I, cap. VIII: A la gloriosa memoria de los dos San Juan, Dante, en su Divina Comedia, Paraso, canto33, escribe:

    Dama, Tu eres tan grande y poderosa como el hombre

    Que desea una gracia y no recurre a TiPretende que su deseo vuele sin tener alas.

    27Cf. Captulo primero del presente Libro.

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    En este Occidente contemporneo en el que se han fustigado sin miramientoslas deficiencias intelectuales, emanadas de una imperturbable seguridad y de ridculas

    pretensiones, Gunon slo ha encontrado dos cosas que hayan retenido su inters: ElCristiasnismo (sobre todo en la forma catlica) y la Franc-Masonera. Para l, elCristianismo era la Tradicin de la forma religiosa, propia del mundo occidental, y esta

    Tradicin, a lo largo de los siglos, devino exclusivamente exotrica y no comportabarituales iniciticos. En cuanto a la Franc-Masonera, ofrece, hoy en da, estaparticularidad de ser una va inicitica abierta a los hombres de todas las Tradiciones.En consecuencia, es natural que los cristianos, que no han tenido, o no tienen, iniciacinque les sea propia, se dirijan a la Masonera en bsqueda del vnculo inicitico. Y se veinmediatamente como la situacin deviene anormal, cuando la autoridad religiosacristiana prohibe a sus fieles ser Masones.

    He aqu expuestas, pensamos, las mayores preocupaciones del autor. stas vana dar lugar, a partir de ciertas afirmaciones de R. Gunon esparcidas en su Obra 28, auna reflexin basada en la nocin de las herencias, que providencialmente han

    conjugado en la Masoner; nocin sin la cual, deca el autor, su propsito, incluso suobra, perdan todo significado29.

    ** *

    1.- La herencia de mltiples organizaciones anteriores.

    El desarrollo de este tema, sigue a la cuestin que R. Gunon evocaba enestos trminos en 1932, en una resea de la revista masnica, La Grand Lodge BulletindIowa: La Masonera en s misma, tiene un origen nico, o no supone ms bien unadopcin, desde la Edad Media, de la herencia de mltiples organizaciones anteriores?

    El autor, a este propsito, pone en relieve, en el captulo XI de la presente Obratitulado El Manual Masnico de Vuillaume, una observacin capital que R. Gunonha formulado en estos trminos, en su artculo Palabra perdida y palabrassubstituidas; artculo cuya importancia no habr escapado a aquellos que seinterrogan sobre la presencia, en el seno de la Orden, de elementos simblicosdiversos, cuyos orgenes derivan de Tradiciones desaparecidas: Habra mucho quedecir sobre el papel conservador de la Masonera y sobre la posibilidad que se ofrece de

    sub-plantar, en una cierta medida, a la ausencia de iniciacin, de otro orden distinto, enel mundo occidental actual30.

    Sabemos, escribe D. Roman en su primera Obra, que las ms clebres deestas herencias son el Orfismo y Pitagorismo, de los Griegos, y, los ColegiaFabrorum, de los Romanos, recogidas de Tradiciones desaparecidas, y, despus, laOrden del Templo y del Colegio Invisible de la Rosa-Cruz, recogidas de la Tradicin

    28Estas afirmaciones pueden ser consideradas como verdaderos grmenes; algunos de los cuales estn auninexplotadas.29Se expresaba as, en privado, despus de una entrevista acordada con la revista Auroras y en la cual faltabanaproximadamente dos lneas en un pargrafo -donde expresaba su propsito sobre las herencias de la Masonera-

    del todo incomprensible.30 Estudios sobre la Franc-Masonera y el Coimpagnonnage, tomo I, y carat de R. Gunon al autor, de 8 deSeptiembre de 1949.

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    cristiana. Los colegios de artesanos fueron fundados por Numa (equivalente romano delManu vdico), que hizo construir el templo de Janus, el dios de las dos caras, cuyosantuario permaneca abierto durante la guerra y, cerrado, durante la paz. En cuanto a laherencia rfico-pitagrica, religa a la Masonera con la Tradicin Primordial, a causa delos vnculos de Pitgoras con el Apolo dlfico e hiperbreo. La Masonera ha permitido,

    de esta forma, a elementos recogidos de civilizaciones muertas, permanecer vivos31

    , ydejar, de esa forma, de ser tan solo vestigios del pasado, para seguir siendogrmenes para el futuro. [...] Pensamos que esta transmisin de elementos antiguos

    para la Masonera, implica que sta tiene que jugar un papel en el fin del ciclo, y que, enconsecuencia, debe permanecer viva hasta el fin de nuestra humanidad. No es ms quelo que quiere expresar simblicamente la frmula ritual, segn la cual, la Logia de SanJuan se tiene en el Valle de Josafat. Y esta mencin a San Juan, nos lleva a considerarlas herencias que la Orden masnica ha recibido de la Tradicin monotesta y, ms

    particularmente, de su forma cristiana, de la que ha recibido, de su fundador, la promesade subsistir hasta la consumacin de los siglos. [...] De todos los personajes del

    Nuevo Testamento, no hay ninguno que est relacionado tan ntimamente con el fin del

    ciclo como lo dos San Juan; y se puede deducir que, una Orden situada bajo supatronazgo particular, debe tambin tener alguna relacin con este fin. Pensamos que notenemos porque buscar la razn de que esta Orden ha haya estado constantementeelegida para devenir el Arca en la que se ha producido el depsito de todo lo queha habido verdaderamente inicitico en el mundo occidental.

    No es destacable que la ltima, en fecha, de la herencias que el autor haevocado en el captulo XXII de la presente Obra y que la considera como

    particularmente importante y significativa, concierna a la idea del Santo-Imperio,que presenta la marca del Centro Supremo y comunica simblicamente -si no esefectivamente- las intrnsecas cualidades y sus excepcionales prerrogativas a laestructura masnica, que es oficialmente depositaria, despus del principio del siglo

    XIX?

    Pues D. Roman subrayaba que la Masonera ha recibido algunas herencias,-Pitagricos y Templarios, por ejemplo- que no tienen nada en comn con la iniciacinde oficio, salvo entrar, para algunas de entre ellas, en el cuadro de los misteriosmenores. Punto remarcable, este hecho, la Masonera en su conjunto, es decir en todolo que comprende y conjunta, ya no se encuentra limitada a una finalidad iniciticaespecficamente artesanal, como muchas veces se ha pretendido. Es por lo que R.Gunon, en una de sus numerosas reseas publicadas en El Velo de Isis o en los

    Estudios

    32

    , planteaba la siguiente cuestin, muy enigmtica y cargada de sentido:[...] habra que explicar porque la Masonera, en despecho de su formas artesanales,tiene tambin la denominacin de Arte Real33.Esta situacin, nica en lo concernientea las organizaciones iniciticas, hace de ella, sin ninguna duda, un privilegiado campo

    31A un autor que pareca querer minimizar las afirmaciones de R. Gunon sobre la Masonera, sostenidas en elltimo perodo de su vida, y notablemente a propsito de los vestigios que sta hubiera recogido a lo largo de lasedades, el autor replic que se trataba de vestigios vivientes. En realidad, son verdaderos grmenes para elmundo futuro, pero que pueden actualizarse (es decir, reencontrar la plenitud de su sentido y de su eficacia) si lascondiciones favorables para su desarrollo, se encuentran reunidas.32Las reseas de R. Gunon son a veces olvidadas por los lectores de su Obra; esto es una lstima, pues fueron

    siempre la ocasin que tuvo el autor, de exponer nociones doctrinales de un inters cierto. Y , junto a esto, seencuentran formulados elementos indicativos y directivos, a menudo circunstanciales, a los que tambin podemos

    calificar de grmenes.33 Estudios sobre la Franc-Masonera y el Compagnonnage, tomo I, pg. 245. Sabemos que el Hermetismo, esigualmente Arte Real, por excelencia.

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    para mltiples vas que comprendan, por la vocacin sacerdotal, de la que, por otraparte, se ha beneficiado, una apertura a los misterios mayores.

    As, sus miembros cualificados pueden acceder a este pluralidad de depsitosy recoger ese beneficio nada despreciable. Hagamos referencia a lo que notablemente

    deca el autor sobre el Hermetismo: componente cosmolgico de la tradicin egipcia, se incorpor al esoterismo cristiano de la Edad Media, hasta el punto de devenirverdaderamente parte integrante de la Masonera, sea en sus grados azules oalguno de los altos grados. Su afinidad con el Arte Real es, entonces, ms estrecha.

    En cuanto a la Caballera del Templo, cuya filiacin espiritual est tan controvertida y,a veces, vigorosamente rechazada del propio seno de la Masonera34, no es, por lotanto, el componente inicitico privilegiado, del esoterismo cristiano, representado por

    su ilustre Protector, el Apstol amado, San Juan35?

    En lo que concierne a los altos grados Escoceses de la Masonera continental,en los cuales estn refugiadas, en su mayor parte, estas herencias, hay que recordar

    que R. Gunon formul serias reservas; notablemente sobre la forma en la que sepracticaban dichos grados, y sobre el estado de algunos de sus rituales. Es, noobstante, conocido que la severidad de su juicio se extenda a otros dominios y -signode su vigilante inters-, a la Masonera en general, al menos en cuanto a lo que era, yno a lo que debiera ser. En esto, no haca ms que acentuar una situacin

    particularmente preocupante; no parece que las cosas hayan mejorado despus de estapoca. En lo que concierne a los correspondientes rituales, nadie, hoy en da, puedeignorar la situacin, despus de la publicacin por un autor como Paul Naudon,-nombre sospechoso de guenonismo- que ha hecho estado de las alteraciones ydeformaciones sufridas por algunos de ellos, en perodos aun recientes36.

    Evidentemente, R. Gunon no remeta contra la institucin de los altos grados y surazn de ser, puesto que afirmaba que podan ser considerados como representantes devestigios, o recuerdos, venidos a sumarse a la Masonera, o a cristalizarse, en algunaforma, en torno a ella, de antiguas organizaciones iniciticas occidentales distintas asta y precisaba: su razn de ser [...] es, en suma, de lo que aun puede mantenerse delas iniciaciones de que se trate, de la nica forma en la que haya sido posible, despusde su desaparicin como formas independientes [...]37.

    Para estos Masones destinados a subestimar el alcance de estas palabras y quepodran dudar de la importancia del papel conservador atribuido por R. Gunon ala Masonera -y, en particular, a la institucin de los altos grados, que constituyen, de

    alguna manera, su coronacin-, no est carente de inters recodar lo que deca de lasposibilidades de restauracin operativa, en relacin con la puesta en marcha de losvestigios de diversos orgenes, de los que estn constituidos la mayor parte de estos

    34El lector encontrar las reflexiones del autor a este respecto, en el presente Libro, pero tambin en los captulos II y III de su primera Obra: El Templo, Orden inicitica cristiana y Del Templo a la Franc-Masonera, por elHermetismo Cristiano. Se hace innecesario insistir, en que ciertos puntos fuertes de su Obra, son, en alguna forma,a la gloria de esta Orden, que procede del Centro Supremo.35El autor, consciente de la precariedad de los tiempos y preocupado por una situacin de confusin en eldominio tradicional, afirmaba: Si despus de Juan-Pablo II, no deben haber ms que dos Papas, (hace aqureferencia a la profeca de San Malaquas), entonces el tiempo ha venido a reivindicar claramente (...) los derechosde dominio reservado a Juan; dominio que, segn una palabra infalible, no debe importar a Pedro. Carta del autor a

    J. G., de 15 de Enero de 1984.

    36Cf. Historia, Rituales y Cubridor de Altos Grados Masnicos, Dervy_livres, 1984, 3 edicin totalmente refundiday aumentada. P. Naudon utiliza otros calificativos no menos elocuentes.37Cf. Estudios sobre la Franc-Masonera y el Compahnonnage, tomo 2, pgs. 39 y 40.

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    depsitos; se trata, en particular, de los ritos y los smbolos propuestos a la accin38

    y meditacin de los Masones: [...] Los Antiguos saban muy bien lo que decan, cuandoempleaban el lenguaje simblico. La verdadera supersticin en el sentido etimolgico(quod superstat), es lo que sobrevive a uno mismo, es decir, en una palabra, la letramuerta; pero esta misma conservacin, por poco digna de inters que pueda parecer, no

    es cosa despreciable, pues el espritu que sopla donde quiere y cuando quiere, puedevivificar siempre los ritos y los smbolos y restituir, con su perdido sentido, la plenitudde su virtud original39.

    Pero el tener en cuenta estos vestigios ritualsticos y simblicos refugiadosen los altos grados, no debe hacernos olvidar los muy importantes elementos presentesen el ritual de los grados de oficio, es decir, de los 3 primeros grados de la Masonerallamada azul: stos, de origen pitagrico -cuyas apariencias no dejan siempre presentir

    su importancia-, emanados de un progreso por filiacin directa; igualmente para los deorigen hebraico y hermtico, y para aquellos -fundamentales- de provenienciaoperativa, sobre los que nos parece intil insistir. Es as como del Oficio, prctica

    esencial y fundamental para los grados azules o grados simblicos (pero que,actualmente, no se limitan del todo a stos, puesto que ciertos complementos de laMaestra llevan elementos simblicos de carcter sacerdotal), el Oficio, decamos, yano tiene la base comn y universal de la iniciacin Masnica, abierta a todos losMasones de todos los grados. Olvidar la prctica, en provecho de todo lo dems, no

    poda, para el autor, ms que constituir una grave falta de discernimiento.

    ** *

    2.- Contenido de la Obra.

    Los temas abordados en la primera parte de esta Obra, tratan de simbolismo yde usos masnicos, pero tambin sobre eventos y puntos de la historia, bajo el prismatradicional reactualizado en Occidente por R, Gunon. Se refieren, convencidos, a la

    fuentes documentales y rituales anglo-sajonas, poco conocidas y muy olvidadas en estapoca. Pero el autor no se limita a estas nicas fuentes, pues la Masonera continental

    posea, probablemente, en s misma, sus propias herencias y sus elementosespecficos, que se encuentran en sus rituales. Porque llevan la marca de la Masoneraoperativa y conducen ciertos elementos simblicos, D. Roman acenta sobre estos usos

    y ritos olvidados, y sobre ciertas particularidades rituales, habitualmente

    abandonadas

    40

    ; examina igualmente -vigilando llamar la atencin sobre ciertos puntosimportantes-, el contenido de algunos Old charges (Antiguos Deberes) y,notablemente, su parte legendaria, tan mal comprendida hoy en da y tantas vecesobjeto de burla41.

    38Entindase que es la accin ritual lo que aqu se considera; ella debe adoptar la Sabidura, la Fuerza y laBelleza, como soportes, y, as, conformar el dharma, es decir, la Orden (o la Ley) universal. La accincomn, bajo todas sus formas, no es tomada en consideracin en este preciso caso, incluso si es susceptible de

    sacralizacin.39Smbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada,pg. 78-79.40Es conveniente decir que, algunos usos han sido restablecidos despus de esta poca.41Es suficiente con tener conocimiento de las indicaciones avanzadas a este respecto, en el Cuaderno de Hermes,consagrado en 1992 entre los Documentos fundadores (de la Masonera), pginas: 134 a 144 y 183, por ejemplo,

    a vistas de la interpretacin que da D. Roman, en su captulo XIIEuclides, discpulo de Abraham, de su primeraObra, para constatar la indigencia con la que es abordada la historia legendaria de esta organizacin, por losexegetas de mentalidad profana.

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    El autor insiste sobre la importancia de los rituales, ritos y smbolos y sobre sucarcter metdico y doctrinal. En funcin de los que, la puesta en marcha activa(consciente) del simbolismo -del que, el ritual, es, a su vez, soporte y vehculo- exige elreconocimiento previo de su origen no-humano, bajo pena de limitarse a una

    interpretacin conducente a un simple ejercicio psicolgico o a un vano juegointelectual. Es por lo que, el autor, acenta en la operatividad de los ritos y smbolosmasnicos. Sin un elemento supra-individual, representado notablemente por ritosfulgurados42 , que asegura la transmisin de la influencia espiritual, desaparece lainiciacin, incluso virtual.

    Su propsito nos conduce de forma natural, a preguntarnos sobre la vidamasnica que practicamos habitualmente, y sobre la influencia, casi general, queconstatamos vis-a-vis de la naturaleza inicitica de la Orden43. Cada vez son msnumerosos aquellos que se plantean la necesidad de una restauracin -prudente y

    segura-, de los elementos de la doctrina y del mtodo, susceptibles de obligar, a cada

    uno, a desarrollarse armoniosamente y en la medida de sus cualificaciones, a lavirtualidad de su iniciacin.

    Por poco que tengamos conciencia del carcter nico de la Masonera y de susituacin privilegiada en Occidente, los captulos que componen esta primera parte,sabrn recordar la importancia y la urgencia de preservar y enriquecer, los preciososdepsitos que transmite para su restitucin -cuando el tiempo y las circunstancias lo

    permitan-, la plenitud de su virtud operativa.

    ** *

    La segunda parte de la Obra, aborda situaciones y personajes que estnasociados, en relacin con perodos histricos concernientes a la Orden masnica. El

    42Parece que, la realidad de estos ritos fulgurados (sin ninguna duda, de origen operativo), sea, hoy en da,puesta en duda en una de sus formas iniciticas, denominada faculty of abrac. Se trata de la circunstancia delestudio del manuscrito Leland-Locke, datado de 1753, e identificado, parece ser, como si fuera obra de algo falso;lo molesto, es que, los elementos simblicos que contiene, no pueden haber salido de la imaginacin de un farsante;

    sobre este punto, evidentemente, se pasa rpidamente, lo que da la ocasin de tomar como un defecto lo serio delas informaciones de R. Gunon y de sus comentaristas, entre los cuales se sita al autor del presente Libro (cf.Renacimiento Tradicional, Enero-Abril de 1994, n 97-98, p. 109). En su acostumbrada prisa por quererreconsiderarlo todo sistemticamente, es de temer que, los detentadores del mtodo de la crtica histrica, nolleguen a perder de vista la ms elemental prudencia, subordinando la interpretacin del contenido de losdocumentos que estudian, a su perjuicio singularmente reductor.

    Todo lo que os he dicho respecto al trueno, etc..., contribuye a justificar la interpretacin de la enigmtica facultiof abrac por la baraq (en hebreo) o el barq (en rabe), el relmpago o el rayo. Carta de R. Gunon al autor, de6 de Diciembre de 1949.43Si nos referimos tan solo a aquellos dos uso masnicos, cuya prctica condiciona una parte no despreciable delambiente, pero sobre todo de la eficacia de los ritos, podemos constatar con toda seguridad, que actualmente, seaprecia una sensible degradacin. Por poner un ejemplo concerniente a la economa de la estructura obediencia,cuyas decisiones tiene como consecuencia, la disminucin de la deseada soberana de las Logias, recodemos: la

    falta de respeto hacia el ciclo masnico anual, con las consecuencias de carcter ritual que se desprenden; elabandono, cada vez ms frecuente, de las fiestas solsticiales, a cambio de celebraciones de naturaleza profana; laausencia de una enseanza de los Maestros, en el seno de la Logia, con el pretexto que tan solo puede hacersebajo el cuadro de los altos grados, etc.... Sera necesario sealar aun, una de las prcticas ms desestabilizadoras

    para las Logias azules continentales, que consiste en la reduccin del tiempo de la Veneratura a un ao -verdaderahuida hacia delante-, sin olvidar la quasi-obsesin por el reclutamiento, etc... Correspondientes a clculos o

    simples negligencias, todas estas desviaciones favorecen la intrusin y a la influencia de la mentalidad profana ymundana en el Templo; generan las consecuencias disimuladas de carcter disolvente, y, evidentemente, dan lugar a

    serias inquietudes para la prctica y seguimiento de una marcha inicitica autntica.

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    contenido de estos captulos revela ciertos aspecto, muy a menudo olvidados, de lahistoria subterrnea, que vamos a evocar brevemente. Es notorio que la accin deestos personajes, sea Federico Desmond, Leo Taxil, Cagliostro, Anderson u otros, tuvo,bajo diversos ttulos, consecuencias, a veces, considerables, y est muy bienaprehendida por el autor, tanto en lo concerniente a la Orden masnica, como al

    dominio profano. Por otra parte, el examen de la situacin masnica actual, revelatrazos, en ciertos casos, aun muy perceptibles. El inters de esta parte del Libro, reside,sobre todo, en las consecuencias que extrae el autor, de algunos acercamientos, en particular aquellos que ponen en evidencia, la permanencia, en el campo de laactividad humana, -furase el de la historia menor-, en el papel de esta corrientede satanismo, calificada por Gunon como contra-iniciacin. La ocasin estambin dada por D. Roman al referirse a ciertos comportamientos individuales, queno proceden evidentemente del azar, y que convendra considerarlos. Tomados bajoeste ngulo, la accin comn y algunas de sus modalidades, propuestas, habitualmente,como divertimento intelectual de nuestros contemporneos, adoptan, en este caso, elcarcter de un potente medio, al servicio del Adversario. Como lo precisa el autor, a

    propsito de Cagliostro: A finales del siglo XVIII, parece haber compilado en sucomportamiento, todos los errores de los que debe guardarse la Masonera, como entoda va incitica: consideraciones individuales; bsqueda de los poderes;desconocimiento de los ritos; fundacin de un Rgimen irregular; confusin entre lo

    psquico y lo espiritual; lanzar cosas santas, como pasto, a los profanos; reconocer, enmateria inicitica, a una autoridad exterior. Todo esto es fruto de un sentido y unasconsecuencias densas, y a lo que aade: No hay que alterarse, si estas violaciones delas normas tradicionales, han suscitado terribles consecuencias.

    Volvamos sobre este tema- parte integrante de toda la Obra del autor (como enla R. Gunon)- que es el de una historia subterrnea que se puede considerar comodeterminante. Para quien no crea en el azar, sin tener en cuenta la corriente contra-inicitica en la historia, muchos hechos considerados habitualmente como puntosobscuros de la historia y de la Orden, permanecen inexplicables.

    Lo mismo ocurre con el sutil pasaje que se produce (verdadero cambio deestado, y, como tal, no se efecta ms que en la obscuridad) de la integracin demltiples depsitos, de los que la Orden ha sido beneficiaria, en el transcurso de lasedades. El lector descubrir, a lo largo de algunas pgina de este Libro, la evocacinde este pasaje al lmite44 que constituyen estos momentos privilegiados de lahistoria, que escapan habitualmente a las apariencias; ver hasta que punto D. Roman

    demuestra, en este dominio curiosamente olvidado, su destacado discernimiento, y estoseguido de las preciosas indicaciones dadas por R. Gunon, en el conjunto de su Obra.En este orden de ideas, el autor no deja de recomendar la atenta lectura de El Reino dela Cantidad y los Signos de los Tiempos, que contiene mltiples indicios y marcas,que permiten una aprehensin ms segura de lo que los hermetistas denominan laseparacin, forma particular de la discriminacin, correspondiente a la puesta enacto del discernimiento intelectual.

    Al igual que R. Gunon, que no se situaba en la perspectiva de la historia, elautor seala que, la investigacin histrica moderna, apunta a los lmites de la pruebadocumental, vctima en lo que concierne al mtodo usado por algunos, de una especie

    44En lo referente al pasaje al lmite, presente en cada etapa importante de la marcha inicitica y en cada cambiode estado, cf. R. Gunon, Los principios del Clculo Infinitesimal, cap. XIII.

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    de idolatra al documento. Pretender, por ejemplo, que un hecho, acontecimiento o situacin, no puedan considerarse, ni retenerse, si no figuran en un documentodebidamente fechado, clasificado, ratificado y certificado, es un mtodocientfico, del que los Antiguos se preocupaban muy poco, pues existen siempreevidencias de un orden distinto. Los hechos histricos en s mismos, y, sobre todo, los

    de la Historia Sagrada, traducen, en efecto, verdades de orden superior, en razn a la leyde correspondencia, que es el mismo fundamento del simbolismo, y que une a todos losmundos en la armona total y universal45.Por otra parte, este mtodo es intensamentedesacralizante; aplicado a los textos Sagrados, no deja subsistir ms que a una vacacorteza, cuya integralidad literal, ni siquiera es rentable.

    Es lo mismo -en lo referente a la historia masnica- que olvidar la transmisinoral que le es especfica (principalmente por lo que tiene de central)46, como a todaorganizacin inicitica. Es por lo que el autor consideraba que el mtodo histrico-que, a pesar de todo, tiene algn favor en algunos medios masnicos-, presenta loslmites de una ciencia profana, y que su aplicacin se revela imposible y legtima en

    lo que toca al dominio de la iniciacin. A un autor que calificaba a R. Gunon comohistoriador sin crtica y, por otra parte, historifobo, cuando ste siempre haafirmado no examinar, ni tratar, los eventos histricos, D. Roman deba responder entrminos que queremos reproducir hoy aqu: [...] Bien lejos de ser un historiador sincrtica o un historifobo, ha proyectado, sobre lo que hoy ha devenido historia, lams lcida, la ms constante y la ms despiadada de las crticas [...]; denunciaba losgraves daos de la falsificacin de la historia, en el paso de varios siglos. Gunon, ennada un historifobo, ha enunciado las condiciones de una verdadera filosofa de lahistoria. Entre estas condiciones, hay que mencionar primero, el abandono de los

    prejuicios evolucionistas, y despus la referencia a las doctrinas tradicionales de losciclos csmicos y del sucesivo dominio de las diferentes castas de la humanidad [...].Los historiadores actuales estn, evidentemente, en las antpodas de tales concepciones,y no pueden tomar en serio a un autor que no cree en el azar, ni en las revolucionesespontneas, que admite la existencia de una corriente de satanismo en la historia, que

    pretende que, los mtodos de la erudicin moderna, han sido inventados paradesorientar a aquellos que los utilizan, y que afirman que toda historia contemporneadebe volverse a escribir [...]47.

    Se reconoce, en la lectura de los captulos de esta segunda parte -en los que semanifiesta igualmente, el ingenio y el humor acostumbrados del autor-, que esinsuficiente, para aprender y comprender la historia masnica, contentarse con soplar

    el polvo donde duermen los archivos.Para acabar, insistamos en los toques de atencin, a veces, implcitos, que

    contienen estos captulos, participando los mismos sujetos, en lo esencial, de estaintencin. Entre estas advertencias fraternales, las hay que no estn en relacin conciertas situaciones que la Masonera continental conoce hoy en da, notablemente en suaspecto cristiano. Es necesario recordar a este respecto, las posturas adoptadas, endiversos lugares y, principalmente, en Inglaterra, en contra de la Masonera y,

    45R. Gunon, El rey del Mundo,Ed. 1950, pg. 81; y tambin Autoridad Espiritual y Poder Temporal, Ed. 1947, pg.23 y 24.46En el dominio religioso, se constata una caso similar, en lo que concierne a las palabras misteriosas de la

    institucin eucarstica, que siempre se omiten en los antiguos Libros galicanos, en aplicacin de la antigua ley delarcano.47Estudios Tradicionales, n 424-425, Marzo-Junio de 1971, pg. 141.

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    particularmente, las consecuencias rituales calamitosas que han suscitado48? Cada uno sabe que algunos estn siempre a punto, en su prisa, para solicitar cualquierreconocimiento, en vender su derecho de nacimiento, por un plato de lentejas.

    Sin ninguna duda, esta parte del Libro es una ilustracin del punto de vista

    tradicional, que permite al autor, apoyndose en puntos histricos normalmenteolvidados por los historiadores de mentalidad profana, examinar la accin de ciertosinstrumentos, conscientes o no, de los designios del adversario. Vieneacompaada de una discreta, pero presente, llamada a la Vigilancia, de la que losMasones, preocupados por la perpetuidad de la Orden, no podran desinteresarse.

    ** *

    Evocar la tercera parte de este Libro, es tener en cuenta la mayor preocupacindel autor, pues, como R Gunon, no poda concebir una restauracin espiritual de

    Occidente49, sin que Pedro y Juan se encuentren reunidos. Y es claramente aqu, dondese manifiestan las contingencias temporales generadoras del antagonismo y de losconflictos. D. Roman pensaba que estos encuentros no podan efectuarse ms que enel ms profundo de los valles, que es el de Josafat50. Es necesario resignarse ydesesperar? Ciertamente, la oposicin de hecho, en el orden contingente, quasi radicalentre exoterismo y esoterismo (en su componente inicitico, es decir, masnico), queconstituye la situacin occidental actual, es anormal; y no nicamente para laMasonera cristiana51. Si ella ingesta, sin duda y a su manera, las condicionesconstitutivas e indispensables, podramos decir, de este mundo que fine y que secaracteriza por una confusin en todos los dominios, no deja de ser tambin laresultante, por su parte, de la aplicacin del poder de las llaves; es el poder de atar

    48Notablemente, en lo que concierne a ciertos elementos rituales de la Santa Arca Real de Jerusalen , de la que R.Gunon ha podido decir, comparndola a un alto grado escocs, que el grado de Real Arca, tiene seguramentems razones que sta para afirmarse como el Nec plus ultra de la iniciacin masnica. (Cf. Estudios sobre laFranc-Masonera y el Compagnonnage, tomo II, cap.: Palabra perdida y palabras substituidas, pg. 44). En estecaso, como en otros, es el momento de decir, como lo recordaba el autor: Cuanto menos se ocupe el exoterismo delesoterismo, mejor (en el tomo I, pg. 112).49El autor deca, en relacin a la situacin temporal actual: El Maestro vea, en el estudio de los smbolos, elmedio de operar la reforma de la mentalidad moderna. Una tal reforma, no es concebible (...) , pero el simbolismono pierde nada de su virtud, por reformar la mentalidad de cada uno de nosotros (en E.T. n 432-433, Julio-Octubrede 1872, pg. 230).50En virtud de la ley de correspondencia, esta afirmacin es aplicable igualmente al mundo microcsmico.51La separacin de los dos dominios (exotrico y esotrico)no se remonta, segn el Evangelio de San Juan, al

    mismo tiempo de Cristo? Es innecesario decir que la situacin actual es anormal, por el hecho del rechazo alesoterismo y la iniciacin, por las Autoridades religiosas. En relacin a esto, se constata actualmente unacrispacin referente a la idea que algunos se hacen sobre lo que debera ser la Masonera: debe serespecfica y nicamente cristiana (ver catlica) o universalista, y, ms especialmente, universal? Es una cuestinmal planteada, pues, si la Masonera presenta, efectivamente hoy en da, un carcter de universalidad, en este caso

    se trata de un componente de carcter cristiano y en su lugar, segn el nivel. No podra ser, evidentemente, lomismo en la proposicin inversa. Una coexistencia armoniosa es, pues, posible y deseable, a condicin de que nohaya reivindicacin irrealista, a partir de razonamientos exclusivos, mancillados del espritu del sistema; esdecir, no teniendo en cuenta, en este caso, la situacin real. Precisemos igualmente que, reconocerle a la Masoneraun carcter universal, no significa admitir una tendencia agnstica o atea. Ahora, querer imputar a R. Gunon latesis segn la cual la Masonera no puede ser ms que cristiana (y nicamente catlica, para ciertos exclusivistas),revela una interpretacin errnea de su Obra. El autor lamentaba el considerable dao hecho por el compaerobromista Anderson y sus asociados; contrariamente, quera, en el evento que constituye la Unin de 1813, una

    suerte providencial para la Orden, pues, de este hecho, toda individualidad cualificada para acceder a la nicainiciacin occidental basada en la Fuerza, subsiste con una vitalidad cierta. Es una de las reflexiones que

    podemos avanzar a los que no admiten la descristianizacin de los rituales operados en la poca de la Unin. sta,aunque lamentable en una cierta medida, no ha podido producirse sin una imperiosa razn, indicacin de la

    participacin de los Antiens en esta Unin.

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    y desatar, que detenta Pedro y que debe aplicar en su dominio propio. Esta situacin,aunque preocupante, no impeda al autor manifestar, en sus escritos y en su actitud,una conviccin firme y serena. Su postura respecto a Roma y su filial respeto, no

    fueron (y no son) siempre bien comprendidos; admitimos voluntariamente que, aquellosque podran desear un mundo mejor, es decir, una normalizacin a todo trance,

    estn algo desconcertados, por ciertas posturas del autor52

    . Algunos fueron destinadosa formular juicios, a veces, precipitados, testimoniando un conocimiento insuficiente desu Obra y de su situacin Tradicional. Es por lo que pensamos que, el contenido del presente Libro, puede contribuir -entre otras cosas- a establecer una ms justaapreciacin del lugar de D. Roman en el medio Tradicional de ayer y de hoy.

    Hemos reunido, en esta ltima parte, sus escritos ms recientes, concernientes,muy notablemente, al esoterismo cristiano, tal como lo conceba despus de R. Gunon;

    y los relativos a las relaciones entre Iglesia Romana y Franc-Masonera. Estos textosno dejarn de sorprender, por su audacia y su lucidez. Son las ltimas reflexiones

    publicadas por el autor, sobre esos dos aspectos fundamentales para la Masonera, que

    se reivindique cristiana, o no. Su lectura revelara la sensibilidad espiritual que semanifiesta en particular, como lo decimos aqu, por su posicin frente a la jerarqua

    Romana que, por su incomprensin y sus mltiples abandonos, comprometegravemente las relaciones normales entre esoterismo y esoterismo, creando, as, unasituacin de divisin, que no puede aprovechar el Adversario.

    Para concluir sobre este punto de las relaciones entre la Iglesia y la Franc-Masonera, no podemos dejar de evocar, aunque sea brevemente, algunas tentativasactuales para asegurar un acercamiento, que se realizar indudablemente en eldetrimento de sta ltima; tambin aportamos los sabios propsitos del autor: LaMasonera, Orden inicitica, no espera nada de la Iglesia, que es una organizacin

    puramente exotrica. No est ni arrepentida, ni es demandante. Todo lo quepodemos decir es que, muchos Masones de los pases latinos, desean que la Iglesia lespermita vivir ntegramente su fe53.Pues muchos Masones no pueden quedar, a pesarde todo, indiferentes a los propsitos que siguen: El juicio negativo de la Iglesia sobrelas asociaciones masnicas, permanece inmutable porque sus principios han sidosiempre considerados como inconciliables con la doctrina de la Iglesia. Los fieles que

    52M Luc Nefontaine, -cuya postura es moderada, aunque nos parece algo irrealista-, considera ciertas solucionespara un dilogo entre la Orden masnica y la Iglesia Romana, en su Obra: Iglesia y Franc-Masonera, Ed. DuChalet, 1990. El autor, que se presenta como no-Masn, parece tener una cierta simpata por la Masonera, pero sehace, de la Orden, una idea poco conforme con su naturaleza inicitica, lo que no puede ms que falsear lasconclusiones, en cuanto a una eventual reconciliacin. Parece resultar de su propsito, que sera deseable e,incluso, indispensable, que la Masonera renunciara al obstculo de su acercamiento, es decir a su simbolismo-ritual, a su altos grados (que son, de alguna forma, el complemento electivo y el coronamiento de su naturalezacaballeresca y sacerdotal), a su Juramento y, evidentemente, al Secreto; en una palabra, a todo aquello que ladistingue de una sociedad profana. Aadamos el abandono de su carcter universalista, que le permite admitir amiembros de diversas Tradiciones, y no le quedara ms que un miserable despojo, cuyos residuos no estaranmucho tiempo sin ser aprovechados por las fuerzas del Satlite sombra. En este orden de ideas, la actitud deciertos representantes de la Iglesia, es curiosamente tintada de ligereza, cuando no de condescendencia. As, de unrespetable mediador que escriba: En el fondo, pienso que la Franc-Masonera es una especie de club donde loshombres buscan su perfeccin moral y la ayuda mutua. (R.P. Riquet, El Rebelde disciplinado, ColeccinTrayectoria, 1993). Una especie de club? Indiquemos que una tal apreciacin, es del todo insuficiente paraexplicar y justificar ciertas ambiciones anexionistas amortiguadas. A pesar de todo, es inadmisible para aquellosque tienen conciencia que la Masonera es otra cosa muy distinta que esa caricatura profana, incluso si, en s

    mismos, el perfeccionamiento moral y la ayuda mutua, son respetables y no extraos al devenir masnico. Pero sislo hubiera esto cul sera la razn de ser del simbolismo y del ritual?53En Ren Gunon y los Destinos de la Framc-Masonera,pg. 108, nota 16.

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    pertenecen a las asociaciones masnicas, estn en estado de pecado grave (otrainterpretacin, dice: en materia grave), y no pueden acceder a la Santa Comunin54.

    ** *

    D. Roman haba considerado incluir, en la presente Obra, textos inditostratantes, notablemente, de ciertas particularidades rituales continentales, queevocbamos precedentemente, y que, fuera de toda consideracin histrica, conducena interrogarse sobre la existencia y el carcter de la Masonera operativa, en elcontinente, antes de su introduccin del modo especulativo provinente de Inglaterra55.

    R. Gunon, por otra parte, llam, a veces, la atencin sobre la presencia en los ritualescontinentales, de usos desconocidos por las prcticas inglesas: la Cmara de

    Reflexin, la purificacin por los elementos, la Consagracin por la Espada,etc... Precisaba que la ausencia de estos puntos en los rituales ingleses, no ponan enduda la validez de la iniciacin. Estas indicaciones son las que, todo y definiendo la

    tcnica de la iniciacin y su necesidad, revelan, por eso mismo, la verdaderanaturaleza de sta.

    Aunque el asunto presentaba mucha dificultad y fue susceptible de levantarciertas pasiones, el autor contaba igualmente desarrollar en esta Obra algunasreflexiones sobre la iniciacin femenina, iniciacin, cuya ausencia en Occidente, noest falta de inconveniente. Una atenta lectura de su Obra publicada en Los Estudiosyotras revistas56, revela su cuidado en tratar ms ampliamente este tema, a propsito delcual llegar, en relacin con ciertas circunstancias, a proponer algunas soluciones.

    Pero las llamadas dirigidas a una de las dos grandes organizaciones iniciticasoccidentales, que es el Compagnonnage, despus de que R. Gunon las formulara, hace

    ya ms de medio siglo, siguen, hoy en da, sin respuesta. D. Roman vea en elesoterismo cristiano, una fuente viva, prxima a constituir un soporte ritual paraesta iniciacin; privilegiado soporte que permitira la inclusin de las leyendasescriturarias u otras, considerando fundamental la de la teora del gesto57. Sinembargo -y esto es fundamental-, el autor precisar que dos cosas esenciales hacen,

    segn su saber, falta en Occidente para la realizacin de este proyecto: un ritual cuyos

    54Este pasaje es extrado de la declaracin, de la Congregacin para la doctrina de la Fe, de 26 de Noviembre de1983, cuyo texto fue aprobado y su publicacin ordenada, por el Soberano Pontfice. No desconocemos las reservasjurdicas formuladas a vistas de este texto, que no ha sido pronunciado ex ctedra. No impide que el contenidode las consideraciones bajo forma de condenas sin apelacin, dirigidas -en esta declaracin- contra la Franc-Masonera, su doctrina y sus ritos, son extremadamente graves; reflejan, no nicamente un juicio, sino, sobre

    todo, un estado de espritu, que sera, sin duda, aprovechable, de no consistir en un satisfecho desprecio, comogeneralmente es el caso.55Es interesante destacar a este respecto, que ciertos indicios contenidos en la leyenda del Oficio transmitida poralgunos de los Old Charges, parecen atestar la anterioridad de la Masonera continental, sobre la Masonerainglesa.56Algunas reflexiones del autor respecto a la iniciacin femenina, pueden consultarse en Los Cuadernos de Hermes,consagrados a R. Gunon, pg. 231, nota 8; R. Gunon y los Destinos de la Franc-Masonera, pg. 153, nota 23; y enEstudios Tradicionales, n 404, pg. 285 y n 489-490, pg. 224.57R. Gunon ha evocado la naturaleza y el papel capital de la teora del gesto, en algunos extraos pasajes de suObra; naturaleza, que est ligada a la ciencia del ritmo, esta (...) ciencia del ritmo cuyo papel esextremadamente importante en la mayor parte de mtodos de realizacin incitica. (en Apreciaciones sobre laIniciacin,pg. 298) que tiene por finalidad producir una armonizacin de los distintos elementos del ser, y determinarlas vibraciones susceptibles, por su repercusin a travs de la serie de estados, en jerarqua indefinida, de abrir unacomunicacin con los estados superiores, lo que, por otra parte y de una forma general, es la razn de ser esencial y

    primordial de todos los ritos (...), (R. Gunon, Smbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada, cap. El Lenguaje delos Pjaros, pg. 77). Es lamentable que las circunstancias no le hayan permitido redactar el estudio que, en sutiempo, considerara consagrar a este respecto.

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    elementos constitutivos estn en perfecta conformidad con la naturaleza femenina y sus posibilidades de realizacin, as como una transmisin autntica vlidamentecomunicada. Es mucho y es demasiado, para que pueda permitirse la ms problemticainiciativa. Recordemos lo que precisaba Gunon a propsito de las condicionesrequeridas para la constitucin de un nuevo ritual, que pueda asegurar la validez de la

    transmisin de la influencia espiritual, propia de la iniciacin: (esto) no puede ser elproducto de simples iniciativas individuales, incluso si vinieran de personas que seencontraran en una cadena inicitica ortodoxa, lo que, evidentemente, no sera suficiente

    para legitimar la creacin, por ellas, formas rituales nuevas (...)58.

    ** *

    A veces hemos remarcado que el autor, al igual que no trataba sobre laprctica inicitica, abordaba poco, en sus escritos, la doctrina bajo su aspectometafsico puro, aunque la aprehensin de la metafsica sea considerada como

    indispensable. La verdad es que no descuidaba est cuestin por nada del mundo; todo y refirindose constantemente a los principios, explcitamente o no, no juzgabanecesario rehacer de nuevo, lo que R. Gunon haba expuesto magistralmente en suObra, y esto, de forma definitiva59. Tal como evocbamos ms arriba, el autorreservaba, en su propsito sobre el simbolismo por ejemplo, una apertura que

    permitiera, al lector, sacar provecho de transposiciones en modo esotrico; estaaplicacin, de alguna forma, de una cierta modalidad del mtodo masnico -siempre envigor, en el dominio particular de la comunicacin de los grados y de lossecretos-, solicitando a cada uno en permanencia, reunir lo que est disperso.

    Es verdad que la ausencia de exposiciones metafsicas y prcticas en la Obradel autor, puede decepcionar; particularmente a aquellos, en los que, lo mental, estbajo la influencia de la voluntad de realizacin espiritual a toda costa, no pudiendo,sta, en sus condiciones, ms que generar desviaciones individuales. A este propsito

    ya decamos, en un cierto medio y con alguna condescendencia, y esto en vida de R.Gunon, que su Obra era nicamente terica, con la esperanza, sin duda, de apartara los lectores impacientes. Bajo este punto de vista, cada uno puede darse cuenta, hoyen da y a vista de los resultados, que esta estrategia, lejos de servir a la Tradicin(pero, era esta verdaderamente su intencin?) ha tenido los ms deplorables efectos.

    La Obra de D. Roman se revelar, para el lector atento y perseverante en una

    frecuente transposicin, como una fructuosa lectura; le permitir el acceso a ciertasnociones metafsicas, a veces difcilmente comprensibles por medios directos, en la perspectiva de la aplicacin cosmolgica propia del Arte Real; a travs suyo,aparecer, no nicamente la seductora erudicin del autor (que, en el fondo, no es ms58R. Gunon E.S.F. y el C., tomo I, pg. 246. D. Roman, en su correspondencia privada, indicaba que, en ausencia deun ritual especfico, era posible un trabajo preparatorio, e, incluso, necesario. No podemos abordar aqu ciertasmodalidades de este trabajo, pero es posible que no sea intil precisar que, ste, todo e insertndose en uncuadro exotrico, pueda permitir permanentemente, sobrepasar sus lmites.59En efecto, la Metafsica es muy frecuentemente abordada en forma filosfica e, incluso, ...teolgica, por ciertosautores refirindose, no obstante, a Gunon. Bajo el punto de vista inicitico, esto constituye un juego intelectualestril, pues es descuidar -y rechazar- el asumir un aspecto esencial, que es el de la integralidad operativa.

    Recordemos simplemente, que: en una doctrina completa bajo el punto de vista metafsico, la teora, entendida enesta concepcin ordinaria, no es suficiente por s misma, pero siempre esta acompaada, o seguida, de una

    realizacin correspondiente, por lo que, en suma, no constituye ms que la base indispensable y, en va de la cual,es ordenada al completo, como medio para conseguir tal fin. (El Hombre y su Devenir segn el Vedanta, cap.

    primero). R. Gunon hace aqu alusin a la teora del gesto.

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    -y l no lo ignoraba- que la espuma del conocimiento)60, sino tambin su profundo eindefectible vnculo a la Orden masnica; se impondr igualmente su gusto por elSimbolismo -lenguaje universal y soporte privilegiado de la iniciacin- , y su sentidoinnato del rito y de lo Sagrado.

    ** *

    Algunas conclusiones

    Es por lo que queremos creer, que la lectura de la presente Obra, como de laprecedente, aportar algunas respuestas, en particular a los Masones que les preocupela presencia y la prctica, por el ritual, del Simbolismo en el seno de la Logiamasnica. Cul es su razn de ser? Siguiendo esta lectura, sern conducidos sin duda,a reconocer la necesidad de una renovacin de los usos y de la prctica masnica;

    posiblemente podrn concebir tambin, que las lagunas rituales no son irremediables yque vuelven para los que tienen conciencia de la importancia del trabajo ritual, deasegurar las condiciones de su restablecimiento en un sentido tradicional61.

    Pensamos que el autor, cuando aborda los diferentes obstculos que semanifiestan en la Va y cuando da fe de su origen, sabr despertar en ellos -paraquienes la Masonera no es nicamente una sociedad de convivencia o un peculiar

    system of morality- el agudo sentido de la Vigilancia y la conciencia de la naturalezainicitica de la Orden. Pensamos igualmente que no faltar el suscitar lasvocaciones masnicas autnticas62 , aquellas que no constituyen slo simplesinclinaciones individuales, sino la sentida manifestacin de una necesidad interior,acompaada de un cierto gusto por el rito y por el smbolo 63. Esta lectura recordar,adems de la privilegiada atencin y el inters vigilante y fraternal aportados por R.Gunon a la Masonera hasta sus ltimos das, la capital importancia de su Obra haciala aprehensin del verdadero simbolismo, de los principios de los que procede y, enuna palabra, del reconocimiento de su origen no-humano.

    Es as como en el atardecer de la vida se imponen estas certezas. Cuando elautor evoca, en el eplogo de su primera Obra, la necesidad, en este fin del ciclo, de

    60La erudicn del autor se ejerca igualmente en el dominio de la mitologa greco-latina, que utilizaba con xito,y para la que tena un gusto particular.61Se constata frecuentemente, que las tentativas para restaurar ciertos usos, son curiosamente observadas comoinnovaciones. Este comportamiento, que traiciona un legalismo y un literalismo severo, es casi siempre elresultado de una ignorancia doctrinal; se acomoda contrayendo a las verdaderas innovaciones, introducidas de aqu

    y all, y, en particular, a la reedicin de los rituales oficiales.62No son extraos los que deben su pertenencia a la Orden masnica, a la lectura de las Obras de Gunon y D.

    Roman. Pero ste ltimo, en su primera Obra, sealaba tambin, que el estudio atento de las Obras de Gunon, noslo ha desarrollado el fervor de muchos cristianos, sino tambin ha suscitado muchas vocaciones sacerdotales oreligiosas (tomo I, pg. 9).63Es necesario decirlo: la marcha masnica parece semejarse, cada vez ms, a una banal psicoterapia, cuando eldesarrollo de un ego, exacerbado por la voluntad de poder -o por cualesquiera otras razones-, se alimenta en unambiente profano en progresin. Esto plantea la urgencia, incluso sin ser algo nuevo, de la toma de concienciade la verdadera naturaleza de la iniciacin (que no es sacramental); as, por va de consecuencia, deberainstaurarse el cuidado en respetar ciertos criterios para el reclutamiento de candidatos a la iniciacin, criterios muydistintos a los que adoptan generalmente en consideracin, para la admisin de miembros, dentro de cualquier

    grupo social que se considere respetable. En cuanto a la marcha inicitica en s misma, hay que recordar despusdel autor, que se distingue radicalmente de aquellas que revelan, consciente o inconscientemente, el punto de vista

    profano e, incluso, exotrico.

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    una cierta prudencia, las pocas personas que lo conozcan bien, comprendern qusignifica esta conminacin interior y a que se refiere. Aquellos que lean atentamentesus ltimos artculos y recuerden sus ltimos propsitos, comprendern la importanciay la solemnidad de una tal actitud. Se inclinarn a aplicrsela en s mismos? De buenseguro que un tal afirmacin no deja de sorprender a algunos lectores, de que, en el

    actual perodo, incita a una actitud de recogimiento de uno mismo, e incluso deocultacin de los conceptos tradicionales, convencidos de que el juego est hecho.Pero la Esperanza no es una virtud masnica?

    ** *

    Nos permitiremos, para concluir con la presentacin de esta Obra, evocar, enalgunas palabras, el hombre que era M. Maugy.

    En esto, tenemos conciencia que, desde el punto de vista tradicional, las

    individualidades no cuentan para nada. Pero, para nosotros, que hemos tenido elprivilegio de frecuentarlo asiduamente y durante muchos aos, sera limitarse mucho alas apariencias; sabemos que el estado de blya, el estado de niez o el de pobrezaespiritual que evoca el Evangelio, puede dar lugar a muchas confusiones. Lo hemosconstatado muchas veces64. Por otra parte, sera presuntuoso desplazarse a abordar laintimidad del ser, del que, de todas maneras, se nos escapa casi siempre en lo esencial;

    pero esperamos haber hecho presentir, a lo largo de esta presentacin, lascualidades manifiestas de este monje del siglo que era Marcel Maugy65.

    Que se nos permita solamente recordar ahora, de este Masn cristiano, queadems tena la audacia de pretenderse como genoniano estricto -en su tiempo, estoera bastante raro para no ser revelado-, su ruminatio cotidiana del Psautier, y,tambin, su prctica de una forma de rezo, a la amaba particularmente: las Letanas, alas que consideraba como una forma cristiana de la encantacin.

    Pero, particular circunstancia, esta ferviente prctica y la sacralizacin detodos su actos, le daban la apariencia de mscara popular; y es as como de suntima conversacin con Dios, nada apareca de su persona.

    Es en este estado de pobreza espiritual, en el que el ngel de la Muerte,Visitante siempre esperado y Mensajero de la jubilacin de la Promesa, deba

    aproximarlo y requerir su entrada en el Templo, en la simple y radiante maana del 21de Marzo de 1986, en este Viernes de la fiesta de Ramos, smbolo de Victoria y deResurreccin, dedicada por la Iglesia Romana a San Benot, igualmente patrn de losConstructores.

    Su recuerdo permanece ligado, para nosotros, al de su colaboradora IvonneBizeu. Gracias a su disponibilidad de cada da, ella le supla en la lectura y escritura,en la casi ceguera del autor, permitindole realizar su Obra en las particulares

    64El autor, que no se desplazaba ms que por una necesidad, reciba a veces, en Riom, en Auvergne -donde se habainstalado en 1955-, junto a buenos amigos, a muy extraos visitantes; parecan ir a la bsqueda de no se sabe que

    frmula encantada o ritual guenoniano, y se eclipsaban enseguida en algn propsito tradicional... Ciertos

    peregrinajes, teidos de impaciencia y de desenvoltura, cuando no se trataba de codicia, tomaron as el aspectode irrisorios trmites, sino de srdidas maniobras65Marcel Maugy haba, en un tiempo, considerado su entrada en una Orden monstica de obediencia cirtercense.

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    condiciones que ilustra la formula Ora et Labora. Es por lo que, nos parece, que laProvidencia, que permite juntarse a algunos caminos, vino a alabar esta circunstancia.

    Es tambin por lo que, a vistas de todos aquellos que reconocen al autor, portodo lo que le deben -en la medida de expresin humana, no puede ms que traducirse

    imperfectamente-, pensamos en este versculo extrado del Evangelio de Juan66

    , SantoPatrn de la Masonera, aquel que debe permanecer hasta la vuelta de Cristo, y alcomentario que haba inspirado a Den